La mentira es una conducta habitual en los niños con TDAH.
Cuando la resistencia a la frustración es más alta, cuando tienen muchos exámenes, cuando se dan cuenta de que algo no les sale bien, cuando deben realizar alguna acción que no les gusta, como por ejemplo estudiar. Esta reacción puede convertirse en un hábito de funcionamiento continuo en el que el manejo de la mentira se realiza para eludir las responsabilidades de sus actos o la distorsión de su realidad más próxima. Es difícil para ellos enfrentarse a la realidad y asumir consecuencias, bien por falta de análisis o reflexión, por la inmadurez que implica su diagnóstico en muchas áreas o por la falta de habilidades resolutivas. Por ello es fundamental el trabajo en autocontrol y en adquisición de herramientas para la toma de decisiones y la solución de problemas. Desde la familia y el área educativa se pueden realizar distintas intervenciones que pueden ayudar al niño/adolescentes a dejar de utilizar la mentira.
Pautas educativas
Debido a la alta relación que existe entre la aparición de patrones de
comportamiento infantilizado-evitativo y el estilo educativo recibido, los adultos que rodean al niño, especialmente los padres y profesores, son los principales agentes preventivos del problema.
Es importante que las intervenciones que se realicen en estos casos se centren
en los siguientes aspectos:
Mejorar y desarrollar una buena autoestima: hacerles conscientes de sus
cosas buenas, del valor del esfuerzo y del valor de asumir los defectos como parte de su persona. No ceder a los chantajes, las manipulaciones o las estratagemas. Educarles en asumir y afrontar el NO, para reducir la intolerancia a la frustración. Plantear una visión optimista de los problemas: los suspensos pueden ser indicativos de que existe un problema de base que requiere de atención (apoyo extraescolar, dificultades en la comprensión, miedo al fracaso, etc.) Animarles a asumir sus responsabilidades y actos, evitando los reproches excesivos o las consecuencias fatalistas. Los errores deben formar farte del aprendizaje. Motivarles a que tomen iniciativas para cambiar las situaciones difíciles que se les presentan, mediante el uso de técnicas cognitivas-conductuales de modificación de conducta, resolución de problemas, estilos de afrontamiento adaptativos, estilos comunicativos asertivos, etc. Facilitarles el desarrollo de su propia independencia y autonomía del entorno, de tal manera promoverles a que diseñen nuevos retos y metas realistas y alcanzables para ir avanzando de una forma paulatina y tener así un desarrollo evolutivo y madurativo óptimo de acorde a su edad y circunstancias.