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la política de la canonización
Frank Graziano
En teoría, el Concilio de Trento fue un concilio general, pero Europa del sur, y España en particular,
estuvo sobre representada. De los 270 obispos que asistieron, 218 fueron italianos o españoles.
España prohibió la asistencia de obispos procedentes de las colonias.
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Frank Graziano: Santa Rosa de Lima y la política de la canonización
12 Andrés (1994:274). Cuando la Inquisición tomó medidas contra los alumbrados, su intención era
"consolidar el poder de una religión mistérica jerárquica, herméticamente controlada por los
sacerdotes". Véase Weber (1990:29). El hecho de que muchos alumbrados fuesen conversos también
complicó su destino.
13 La frase citada es de Pérez de Valdivia ( 1977 [ 1585] :364 ).
14 Castañeda Delgado y Hernández Aparicio ( 1989:296-297).
15 De un documento de 1512 citado en Bataillon (1966:68).
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Frank Graziano: Santa Rosa de Lima y la política de la canonización
obras de Granada, que influyeron directamente en los ejercicios religiosos de Santa Rosa de
Lima, circularon entre muchos manuales espirituales de la época que popularizaban la
autoenseñanza de la oración mental. Los libros de Granada fueron extraordinariamente
populares en España y sus colonias -una bibliografía anota más de cuatro mil ediciones-, y
desataron la ira de los Inquisidores, quienes creían que esta "forma interna de religión era la
gran herejía de su tiempo" .16
Los censores atacaron a Granada y a otros dominicos, incluyendo a Bartolomé de
Carranza (el arzobispo de Toledo), por lo que un investigador describe como su intento de
"democratizar la perfección", esto es hacer que las mismas habilidades y recompensas de la
oración mental, alguna vez reservadas a monjas y sacerdotes, fueran accesibles a laicos que
no habían tomado los votos de castidad, pobreza y obediencia. 17
En palabras de Melchor Cano, que influyó enormemente sobre Felipe II, autores
como Granada y Carranza "pretendi[eron] hacer contemplativos e perfectos a todos".18
Cano sostenía que quien buscaba la perfección cristiana sin haber tomado los votos era un
"destruidor de las religiones" y "engañador del pueblo".19 Dado que descarriaban a los
fieles, las obras de Granada y Carranza tenían "un cierto sabor de herejía de alumbrados y
aun otros errores que manifiestamente contradicen a la fe y doctrina católica". 20
Tres de las obras de Granada fueron incluidas en el Índice de Libros Prohibidos de
1559, pero una mayor tolerancia subsiguiente del misticismo permitió la difusión renovada y
ampliamente diseminada de los libros teológicos populares. Su Libro de oración y meditación
reapareció en 1562 en una versión revisada -la que fuera leída por Santa Rosa de Lima-,
aprobada por una comisión del Concilio de Trento.21 Esta nueva difusión de los libros
devocionales autodidactas coincidió con una proliferación de obras místicas publicadas en
Toledo y Alcalá bajo la supervisión del cardenal Ximénez de Cisneros, quien "ayudó a
promover una espiritualidad visionaria caracterizada por estados mentales tales como trances,
arrobos, visiones, sueños y ataques". Estas ediciones, que incluyeron a místicos tales como
Catalina de Siena y Ángela de Foligno, estaban pensadas principalmente para frailes y
monjas, pero Cisneros parece haber querido distribuirlas entre los laicos. 22 Poco después, el
misticismo laico tuvo otro impulso más con la amplia difusión de los escritos de -y la
literatura hagiográfica referida a- Santa Teresa, quien brindó un modelo hispano radical,
16 Elliot ( 1963). Para las ediciones de Granada véase Andrés ( 1994:303-304). Véase también Delumeau
(1991 :23-25). En Lima también se persiguió el misticismo popularizante. La Inquisición castigó a
Juan del Castillo, el interlocutor de Rosa en asuntos espirituales, por tener ideas heréticas "análogas
a las de los alumbrados españoles que ponían la codiciada 'unión beatífica' del alma con Dios al
alcance de todos". Véase Mujica Pinilla (1995:118).
17 Andrés (1994:303).
18 De una censura citada en Andrés (1994:304).
19 Andrés (1975 :429).
20 Melchor Cano, citado en Andrés (1994:304). Para la posición de Carranza véase 114.
21 Al final de su Libro de oración, Granada aconseja una "templada y moderada devoción" ( 1979:325) .
El uso popular de su manual espiritual también fue reducido implícitamente al establecerse que la
oración mental y la penitencia-"las asperezas y abstinencias corporales, la mesa pobre, la cama dura,
el cilicio y la disciplina" (1979 :333)- eran complementos necesarios (1979:341).
22 McKendrick y MacKay (1991).
pero respaldado, de lo que a pesar de todo seguía siendo "un ideal peligroso", especialmente
para las mujeres. 23
En la Lima virreinal, el misticismo asimismo presentó un modelo para la expresión
religiosa femenina, sospechoso y alternativo, que apareció ya en la década de 1540. La Lima
del siglo XVI era un enclave europeo aislado, que celebraba su grandeza en medio de sismos
(incluyendo uno en el año en que Santa Rosa nació), incursiones de piratas, rivalidades
internas, epidemias, la inestabilidad posterior a las guerras civiles y la siempre presente
amenaza de una rebelión de las mayorías indígenas y negras. 24 El extraordinario crecimiento
económico simbolizado por Potosí, que alcanzó su producción máxima entre 1580 y 1630,
coincidió con la vida de Santa Rosa de Lima y estableció el tono de la opulencia.25 Lima se
convirtió en "un mundo ceremonial y suntuario", el "centro mercantil, político, financiero y
de consumo", y una autotitulada gran ciudad americana con un toque cosmopolita. 26 Esta
afluencia, levantada sobre los precarios cimientos de su entorno y circunstancias, coincidió
casi paradójicamente con un afán penitencial y un floreciente ascetismo monástico, como si
un contrapeso hubiese surgido en ella a su avaricia y vanidad.27
El misticismo se encontraba en su ambiente, en medio de la lujosa inestabilidad de
este medio espléndido, eclesial y precario. Las verdaderas monjas enclaustradas en los
conventos no aparecieron en el Perú sino hasta casi 1560, pero estuvieron precedidas por las
beatas que vivían en un "retiro pío", a veces en casa y otras en hogares grupales, y que a
menudo eran terciarias, usando el hábito de la orden a la cual estaban afiliadas. 28 Al igual que
sus predecesoras hispanas, las beatas limeñas implícitamente cuestionaron el catolicismo
institucionalizado al buscar una ruta más directa a Dios. Su cristianismo extrainstitucional y
austero brindó un complemento invertido al rapaz imperialismo, a la pompa exánime del
catolicismo ceremonial y a las paradojas e hipocresías de una Iglesia acaudalada, unida en
una violenta empresa con España, no obstante la inherente incompatibilidad del Evangelio y
el imperialismo. Las beatas peruanas, a veces descritas como variantes criollas o mestizas de
sus predecesoras peninsulares, 29 se caracterizaron por su interiorización de la vida religiosa,
el trabajo manual, la ascesis metódica, la oración mental, la austeridad y la penitencia, la
simplicidad piadosa y el amor a la soledad. 30 No eran alumbradas por decisión propia o
autodefinición, pero se las veía con recelo y, cuando era necesario, se las asociaba con el
alumbradismo como un medio para su opresión o castigo. "Las beatas ocupaban una posición
ambivalente porque intentaban crear un espacio viable para las mujeres, que abarcaba tanto
lo sagrado como lo mundano, pero que al mismo tiempo permanecía separado de la clausura
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Sebastián Parra y Diego Martínez, y este último fue censurado por la Inquisición por promover
las fantasías de las beatas. Rosa también fue una figura prominente en el círculo místico
organizado en torno a Gonzalo de la Maza y su mujer, María de Uzátegui, ambos igualmente
censurados por la Inquisición.37 Fonnaron parte del grupo Luisa de Melgarejo, que conoció a
Rosa a través de Uzátegui, María de Santo Domingo, Inés de Velasco, Ana Maríá Pérez y Juan
del Castillo, todos los cuales fueron también investigados o castigados por la Inquisición. 38
El rápido ascenso de Santa Rosa a los altares también sorprende por los muchos
candidatos peruanos de su tiempo a la santidad, y dado el auspicio competitivo de las
órdenes por tener a sus respectivos candidatos elegidos para ser canonizados. Apenas un
siglo después de la conquista, el Perú ya contaba con diez expedientes de beatificación
presentados en Roma: cuatro dominicos (Rosa de Lima, Juan Macías, Vicente Bernedo y
Martín de Porras), tres jesuitas, un franciscano, un mercedario y un agustino. 39 A mediados
del siglo XVII, los dominicos se vieron forzados a elegir y defender sólo a uno de sus cuatro
candidatos, y Rosa de Lima fue escogida. 40 Posterionnente, muchos de los restantes
candidatos -todos ellos varones- tuvieron éxito en su canonización (Toribio de Mogrovejo,
Martín de Porras, Juan Macías y Francisco Solano), 41 pero Rosa fue seleccionada para la
elevada distinción de ser la primera santa del Nuevo Mundo.
Por cierto que no hay una sola explicación que dé cuenta satisfactoriamente de la
rápida canonización de Santa Rosa de Lima. 42 Su éxito fue más bien el resultado conjunto de
varios factores interactuantes, entre ellos la elevada consideración de su humildad y ascetismo
penitente, el auspicio de su candidatura por parte de varios grupos de interés, la efectiva
construcción hagiográfica de su identidad, su enonne devoción pública y la tendencia ge-
neral de las canonizaciones contrarrefonnistas en direcciones que favorecían su candidatura,
entre ellas la prominencia de los santos hispanos, el incremento en la beatificación de las
mujeres (aunque hubo una significativa caída en el siglo XVII), la preferencia por su manera
de ser santa, y el desplazamiento de monarcas y nobles santos por gente del común.43 El
caso de Santa Rosa de Lima es una demostración ejemplar de cómo los santos fueron
creados a través de la "interacción entre el clero y los laicos, el centro y la periferia, la cultura
docta y la cultura popular". 44
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"como si fuera una comedia", según se quejase un documento inquisitorial. 60 Los estigmas,
los embarazos místicos, profecías apocalípticas, dar a luz mesías y volar sobre Lima: estos
logros fantásticos complementaban una teatralidad más en general de éxtasis y delirios
inspirados. 61 Inés de Velasco (conocida como "la voladora" por sus levitaciones), entraba al
éxtasis místico a través de "piruetas acrobáticas" y Luisa Melgarejo se arrobó en carcajadas,
en tanto que otras beatas eran notorias por gemidos, ataques de llanto, extrañas risas,
posturas dramáticas y movimientos corporales convulsivos. 62 Esas mujeres fueron vistas
por la Inquisición como "embusteras en sus visiones y arrobos", 63 que buscaban la celebridad
a través de una piedad exagerada y falsa. Las beatas ostentosas, teatrales, negociosas,
provocadoras, fanfarronas y deseosas de ascender socialmente eran la presa de la Inquisición,
en tanto que las que eran piadosas, humildes, obedientes, penitenciales y mortificadas
tendían a ser auspiciadas por sus confesores, reverenciadas como santas populares y
consideradas posibles candidatas para la canonización. La medida de la autenticidad era
tanto social como religiosa. Una experiencia mística se hacía menos "verdadera" si ella
violaba los códigos sociales que regían el comportamiento de las beatas o, más en general, la
conducta femenina.
Los arrobamientos, revelaciones y penitencias públicas siempre fueron considerados
peligrosos incluso cuando no era inspirados por el demonio, pues pocas místicas podían
participar en tales prácticas con prudencia, humildad y abnegación. El mismo Jesucristo
desalentó el ostentoso culto público en Mateo 6: 1-7, y cuando las expresiones místicas
femeninas parecieron ser excesivas en la España del XVI, Teresa de Ávila se refirió a ellas
como "abobamiento" en lugar de "arrobamiento".64 En vida de Santa Rosa, las constituciones
sinodales de 1613 específicamente prohibieron en Lima, bajo pena de excomunión, que las
mujeres en hábito penitente se flagelaran a sí mismas durante las procesiones de Semana
Santa, pues esto causaba "muchas ofensas a Nuestro Señor". 65 La documentación inquisi-
torial de Lima asimismo muestra un desdén similar por las exhibiciones públicas y está repleta
de juicios de falsedad, debido a la naturaleza pública o espectacular de las experiencias
místicas. Se nota en muchas confesiones y declaraciones que no había otro arrobo fuera del
que era escenificado para el consumo público. En la década de 1620, la monja Inés de Ubitarte
admitió a la Inquisición que en sus arrobos, ella "se holgaba mucho de oir lo que las religiosas
decían y hacían en loa de su santidad".66 Ángela Carranza, castigada en el auto de fe de 1694,
fue acusada de escenificar sus espectáculos místicos "en las iglesias, plazas y lugares
públicos y en días de mayor concurso".67 Luisa Melgarejo tenía arrobos diarios en la iglesia
de los jesuitas, "normalmente en los momentos en que más gente había", pero se levantaba
y se dirigía a casa al llegar la hora del almuerzo. Un testigo que la vio en otra iglesia informó
que ella parecía estar en un arrobo durante toda la misa, completamente inmóvil y sin parpadear.
Sin embargo, hacia el final de la ceremonia, un criado se acercó a hacerle una pregunta: "dijo
si quería que los huevos fuesen estrellados o pasados por agua". Melgarejo abrió los ojos,
volteó la cabeza y respondió la pregunta -"estrellados"-, volviendo luego a sh trance. 6x
La cuestión del público siempre era paradójica. El misticismo es una práctica privada,
pero con consecuencias, funciones y dependencias sociales. Se esperaba que los santos
jugaran un papel imposible: no debían "promocionarse en forma demasiado explícita" porque
el atributo de la humildad era esencial, pero al mismo tiempo una humildad total "tendría
como resultado el anonimato". 69 En este sentido las beatas tenían una ventaja sobre las
monjas de clausura, las cuales "por lo general carecían de un vehículo que las hiciera visibles:
un evidente requisito de la santidad". 70 Para ser considerada santa, una beata debía evitar
los espectáculos que disminuían la valoración de su autenticidad, al mismo tiempo evitando
la total privacidad y anonimato que impediría el funcionamiento social del misticismo,
incluyendo la posibilidad de la canonización. En este contexto, la notoria autodenigración de
Santa Rosa se hacía estratégica. "Los santos no podían promocionarse públicamente, pero
al igual que todos los cristianos, sí podían denunciarse a sí mismos en público" .71 El orgullo
es un pecado y el deseo de publicidad revela las falsas pretensiones, pero los humildes
podían ser exaltados precisamente a través de una insistente negación de sus virtudes. La
causa de una persona podía ser promovida por su constante negación.
Esta afirmación por negación era inútil si no estaba respaldada por el secreto divulgado
de una severa mortificación. La privacidad del genuino misticismo penitente debía hacerse
visible, pero sin los espectáculos llamativos que llevaron a las beatas más histriónicas ante
la Inquisición. Muchos santos encontraron un equilibrio aceptable, a veces probando y
errando, ofreciendo por sus demostraciones sociales un índice de su misticismo esencialmente
privado y penitente. Catalina de Siena rogaba a Dios que mantuviera invisibles sus estigmas
y que sufriera perpetuamente el dolor de estas heridas no vistas. 72 Al mismo tiempo estos
sufrimientos y heridas ocultos quedaban complementadas por espectáculos santos a los
cuales sí se tenía amplio acceso. Por ejemplo, el 11 de agosto de 1370, Catalina lloró con tanta
fuerza durante un éxtasis eucarístico que su confesor le dijo que "intentara acallar sus
sollozos", a fin de no perturbar al sacerdote que decía la misa. Ella se alejó del altar
obedientemente, pero no pudo evitar decir ("en voz baja, pero fuerte en el espíritu") "deseo
el Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo" .73 Estas escenas fueron "vistas en miles de
ocasiones" 74 y fueron cruciales para forjar una conciencia del llamado especial de Catalina.
Las leyendas y hagiografías ayudaban a la causa con adornos narrativos que convertían a
los eventos atestiguados en algo más sensacional: "su cuerpo era a veces levantado del
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75 Raymond of Capua (1960:113). Para las levitaciones véase Raymond of Capua (1960:28 y 113).
76 Hansei, (1895 :185).
77 Hansen (1895: 222). Para otro ejemplo véase (1895:234-235).
78 Hansen (1895:61 y 196, respectivamente). Véase (lbid.: 188 y 209).
79 Hansen (1895:61) .
80 Hansen (1895 :325 y 317, respectivamente).
por los cuales el misticismo se hacia visible. Santa Rosa había "pasado en silencio lo espiritual
de su alma en cuanto a cosas sobrenaturales" hasta los últimos cinco años de su vida,
cuando fue integrada a una comunidad receptiva a su misticismo a través de Gonzalo de la
Maza. 81 Éste y María de Uzátegui se convirtieron en sus principales portavoces. Ellos fueron
testigos de primera mano de las experiencias de Santa Rosa en su propia casa y, 'como perso-
nas respetadas y confiables, promovieron su imagen de santidad entre la elite civil y religiosa
de Lima. Uzátegui fue particularmente importante, pues como madre adoptiva y confidente de
Rosa, le podía interrogar sobre asuntos delicados y luego transmitir los maravillosos secretos
a su círculo de admiradores. Fueron igualmente decisivas la vinculación de Rosa con Juan del
Castillo, quien pasó a ser su interlocutor en asuntos místicos, y su dirección espiritual de
parte de los jesuitas, que a diferencia de sus confesores dominicos estimularon su misticismo
y brindaron un foro abierto donde éste pudiera expresarse.82 En virtud a los obligados directores
espirituales -fuera cual fuese su orden-, una beata contaba con un público bien conectado
que le brindaba la difusión inicial de sus extraordinarios logros.
Por lo tanto, un círculo íntimo de admiradores y directores espirituales daba un lugar
desde donde las buenas nuevas se propagaban hacia fuera. Al igual que muchos otros
santos emergentes, Santa Rosa se comunicaba indirectamente con su creciente público a
través de confidentes, los cuales discretamente esparcían una historia que, autorizada ya por
su status y prestigio, era rápidamente embellecida por los rumores y las leyendas. Ella guardó
silencio y se ocupó de su ascetismo privado y de su intimidad con Dios, y ellos promovieron
la imagen pública de su santidad. Ella la negaba, insistiendo en su pecadora indignidad, y
ellos invertían y propagaban esa percepción como señal de una heroica humildad y de su
verdadera naturaleza santa.
Un confesor, o un confesor-hagiógrafo, como Pedro de Loayza lo fue para Santa
Rosa, no era del todo abnegado al promover la identidad santa de una beata que estaba bajo
su tutela, pues con su difundida santidad él "recibía cierta cantidad de gloria derivativa". 83
Esta derivación del prestigio fue particularmente evidente en los confesores que sostenían
que una "nueva" Catalina de Siena o Teresa de Ávila había sido fomentada bajo su dirección.
Una parecida ganancia secundaria les tocó a De la Maza y a Uzátegui, cuyo status y
notoriedad en Lima mejoraron enormemente al tener a la "santa" viviendo bajo su techo . Su
proximidad a la piedad de Santa Rosa, conjuntamente con la celebración de tertulias espirituales
en su casa, eran expresiones de su aristocrática cultura católica. Ellos manifestaban su
profundo catolicismo como parte de su identidad -y su responsabilidad- social en tanto
nobles criollos, y al hacerlo gozaban de cierto prestigio recíproco entre sus pares. 84
La veneración de Santa Rosa fue asimismo promovida sin querer por su madre, quien
por el contrario buscaba ponerle fin al ascetismo. Ella, la única actora activa que contaba con
un acceso de primera mano a las primeras penitencias de Santa Rosa, muchas veces llamaba
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la atención sobre ellas a sus confesores, en un intento de hacer que fueran prohibidas o
reducidas. De este modo, ella anunció el misticismo penitente de Santa Rosa al denunciarlo,
inspirando la admiración de los frailes por las prácticas excepcionales de su hija, y haciendo
posible la circulación de sus hazañas por todo el convento. El resultado fue muchas veces lo
opuesto de lo que ella esperaba: en lugar de prohibir las penitencias de Santa Rosa, los
confesores defendían su causa ante la madre, estimulando a ésta a que aceptara las demandas
de la vocación especial de su hija. 85
Los excesos cometidos por las beatas consideradas fraudulentas igualmente
aumentaron la devoción pública a Santa Rosa, pues ayudaron a conferirle una identidad
como la beata genuina con la cual podía medirse a las falsarias . Una jerarquía de beatas
surgió en los años finales de la vida de Santa Rosa, con ella en la cima, solidificándose luego
de su muerte. El comportamiento de Luisa Melgarejo fue ejemplar: se puso de rodillas al ver
a Santa Rosa. La Melgarejo meditaba las pisadas de Santa Rosa, las besó y, de tener
oportunidad de escribirle, lo hacía de rodillas. 86 Los gestos teatrales de Melgarejo y otras
beatas finalmente sirvieron para apurar su propio fin, al mismo tiempo que paradójicamente
irradiaban la santidad que el decoro de Santa Rosa guardaba en silenciosa reserva. Melgarejo
entró en un dramático trance de cuatro horas junto al lecho de muerte de Santa Rosa, y en
medio de sus delirios, que fueron transcritos y usados en el proceso de canonización,
anunció su entrada a la gloria del Paraíso. 87 Las visiones de su gloria en los cielos fueron
asimismo anunciadas por María Antonia y Juan del Castillo. Una visionaria informó que
numerosos "angélicos espíritus" rodeaban la cama en donde Santa Rosa falleció, y que
"hacían fiesta y música" alrededor de su ataúd; otra vio a Santa Rosa siendo coronada por la
Virgen, y "los efectos de esta última visión fueron tan públicos y particulares, que personas
inteligentes en la materia de espíritu la tienen por cierta y verdadera. Y las demás" .88
Castillo, todos "yntimos amigos suyos" que frecuentaron su hogar mientas Santa Rosa
vivió allí. 9 1 El reclutamiento de Lorenzana como su principal confesor durante sus últimos
años fue particularmente importante. Lorenzana era un dominico sumamente respetado,
catedrático de la universidad, un varón "igualmente entendido y versado en las cosas
eclesiásticas y políticas" y, lo que resulta aún más importante en el presentelcontexto, el
primero consultor de la Inquisición peruana. 92 Santa Rosa también contó entre sus confesores
a Luis de Bilbao, también "grave definidor de la Inquisición". En 1625 éste dio el sermón en
el auto de fe que castigó a algunas de las beatas que, como Santa Rosa, formaban parte del
círculo de Gonzalo de la Maza. La aprobación del misticismo de Santa Rosa por parte de
Lorenzana y Bilbao brindó el fuerte respaldo de influyentes figuras de la Inquisición, las
cuales a su vez, por un giro del destino o un cambio en su percepción, podrían haber sido sus
más fuertes detractores o adversarios . Su respaldo contrapesaba las reservas de otros
dominicos que veían en forma menos favorable el misticismo de Santa Rosa, y sin ellos su
destino podría muy bien haber sido menos seguro.
De este modo, la masiva devoción a Santa Rosa por las clases populares fue
complementada por un fuerte y activo respaldo de parte de la elite laica y religiosa de Lima.
Santa Rosa había tenido un acceso marginal a la nobleza cuando niña, a través de la escuela
que su madre regentaba para niños de clase alta, pero se fue ganando un ingreso con status
a medida que su notoriedad atraía cada vez más a la aristocracia limeña.93 Con la aprobación
de figuras civiles y eclesiásticas, Santa Rosa pasó a ser un icono socialmente aceptable entre
la nobleza, que ya no era vista en el papel servil o como una figura de culto entre los pobres
marginados. Las mujeres de la elite comenzaron a buscar reunirse con ella, algunas
encargándole trabajos de costura, otras con el pretexto de visitar a su madre. Santa Rosa
también tuvo un contacto indirecto con la virreina misma a través de Alonso Velásquez, uno
de sus confesores. 94
La sólida posición de Santa Rosa entre la elite fue indicada claramente después de su
muerte por quienes cargaron su ataúd o rindieron homenaje a sus restos, incluyendo al
virrey, el arzobispo, todas las órdenes religiosas y los cabildos. La declaración de De la Maza
enumera a los ciudadanos de clase alta y funcionarios de gran jerarquía que asistieron a sus
funerales , tocaron el cadáver e "iban contentos con un poquito de [la] palma" que ella
sostenía.95 El primero de muchos que buscarían reliquias fue nada menos que Francisco
Verdugo, por ese entonces uno de los dos inquisidores del Perú .96 Los devotos buscadores
de reliquias también comenzaron a frecuentar la casa en donde Santa Rosa nació, y hubo
"tanta gente y carrozas y caballos a la puerta y calle" que no se podía pasar. 97 Al reunirse las
declaraciones del proceso de canonización, hablaron a favor de ella "prominentes funcionarios
91 Pedro de Ortega Sotomayor, Archivo Secreto Vaticano, Riti , 1574, 480. Véase Bruno ( 1992:58).
92 Hansen (1895 :140).
93 Para la escuela véase Hansen (1895:13).
94 Hansen (1895 :219).
95 De la Maza en Millones (1993 :207).
96 De la Maza en Millones (1993 :208). Véase Castañeda Delgado y Hernández Aparicio (1989 vol. 2).
Verdugo ejerció el cargo de 1601 a 1623.
97 De la Maza en Millones (1993 :208); véase Hansen (1895:349).
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Criollismo
103 Hampe Martínez (1994). Véase también Hampe Martínez (1998 :115-116).
104 HampeMartínez(l998:IIOy 116). VéaseLavallé(l993:173-185).
105 Mujica Pinilla (1995:177).
106 Glave (1993 :61-62).
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simplemente era llamada así, igual que sus padres". 107 En el transcurso de la vida de Santa
Rosa, la corona hispana en bancarrota buscó un alivio financiero en la venta activa de cargos
en el Nuevo Mundo, lo cual permitió que los peruanos acaudalados consolidaran y formalizaran
su posición política. A mediados el siglo XVII, precisamente cuando la canonización de
Santa Rosa comenzó a parecer viable, la causa criolla iba ganando el impulso que finalmente
culminaría con la independencia. En medio de esta disputa política, Santa Rosa surgió como
un símbolo del emergente nacionalismo criollo, una garantía de su legitimidad, una intercesora
de su causa, una sacralización de su hogar y un precedente del establecimiento formal del
Nuevo Mundo en la cristiandad por méritos propios. En 1617, Santa Rosa fue acertadamente
descrita como una "criolla de esta ciudad" en las primeras páginas del proceso ordinario para
la canonización. IOR La insistencia en la identidad limeña de Santa Rosa, en este ejemplo y en
general, se plasmó en la forma usual de referirse a ella como "Rosa de Lima", y no como
"Rosa de Santa María", el nombre con el cual fue canonizada formalmente y que le fuera
conferido por la misma Virgen. La identidad de la santa y de su tierra criolla estaba siendo
forjada conjuntamente, a través de unas interrelaciones mutuas. El nacionalismo peruano
luego adaptó a Santa Rosa a nuevas agendas de identidad y unidad, a medida que después
de la independencia la lucha criolla daba paso a las de la era republicana. En 1917, durante las
celebraciones de su tricentenario, la devoción a Santa Rosa fue postulada como un requisito
inalienable para la ciudadanía: "los hijos del Perú aman locamente a su Santa Rosa", y por lo
tanto "no es peruano el que no la ama".109
113 Hansen (1895:452). Un anónimo Compendio o Vida de Santa Rosa fue publicado en 1665, y podría
haber sido leído por Clemente IX. Esta hagiografía, al igual que la de Hansen, tuvo varias ediciones.
114 Estos breves son listados en Vargas Ugarte (1986:123, n. 1).
115 Vargas Ugarte (1986:122). Véase Hansen (1895 :452 y 541 , n. 1).
116 Hansen (1895 :541, n. 4).
11 7 Pan-a (1670:79).
118 Citado en Hansen (1895:434).
119 Citado en Hansen (1895:445).
120 Citado en Hansen (1895:481). El mismo mensaje fue transmitido por la leyenda de una pintura
exhibida en Roma en el momento de la beatificación de Rosa. Véase Córdoba y Castro (1668: 16).
121 Hansen (1895:471 ).
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fundación de la orden dominica a comienzos del siglo XIII por parte de Santo Domingo, un
español, con el fin expreso de combatir la herejía. Cuando se le seguía hasta su conclusión,
este razonamiento producía la convicción de que la misión dominica había hecho que Santa
Rosa de Lima fuera posible. "Había brotado la Rosa de la Sangre Dominicana", explicaba una
hagiografía de 1695, lo cual significaba la sangre derramada de los misioneros martirizados. 122
A cambio, la canonización de Santa Rosa, una terciaria dominica (pero no una india), reconocía
la eficacia, validez y éxito de la evangelización dominica del Perú.
años en la corte templaron su carácter a "lo agrio, huraño, y sombrío" por lo cual ahora se le
conoce. 127 Para cuando Carlos 11, su hijo, tenía tres años, Mariana estaba "cada vez más
encerrada en sí misma" y "no toleraba las infidelidades primero y el envejecimiento después
de su marido". 12 R Al fallecer Felipe ella tenía 31 y Carlos II cuatro años. Mariana se volvió
melancólica, con una devoción extrema por los santos de la Contrarreforma.\ Sus retratos
pintados por Juan Carreño de Miranda, Juan Bautista Martínez de Mago y Claudio Coello, la
muestran con el hábito blanco y negro de monja que llevó durante toda su viudez, con una
severa convicción. Era "profundamente religiosa, hizo gala de una beatería que resultaba
incluso excesiva para una sociedad como la española de fines del siglo XVII, imbuida de un
fuerte espíritu religioso" . Mariana falleció de cáncer al seno en 1696, "entre atroces
sufrimientos, soportados cristianamente". 129
Durante el reinado de Felipe IV, Mariana permaneció "ajena a todo manejo [político] y
hasta cualquier curiosidad que la apartase de sus piadosas meditaciones", como lo explica
un documento de su época. 130 Por lo tanto, ella carecía de habilidad administrativa como
regente y tendía a depender de su confesor, el jesuita alemán Juan Everardo Nithard, para su
guía política y espiritual. Nithard fue nombrado su confesor durante la niñez de Mariana en
Austria, y posteriormente viajó con ella a España, luego de su compromiso con Felipe IV.
Tras la muerte del marido de Mariana, Nithard pasó a ser algo así como "el valido de turno", 131
y entre otros asuntos estimuló la activa promoción que ella hacía de la canonización de Santa
Rosa. Mariana le nombró a varios altos cargos, incluyendo el de inquisidor general, evadiendo
la última voluntad de su marido, que prohibía la participación de extranjeros en algunos
específicos altos cargos de gobierno. Después de que Nithard fuese expulsado de la corte en
1669 se le nombró embajador en El Vaticano, donde se convirtió en cardenal con apoyo de
Mariana. 132 Falleció poco después, en 1671.
Antonio Pedro Gómez Dávila fue el principal embajador de España ante El Vaticano
entre 1667 y 1671, los años decisivos de la beatificación y canonización de Santa Rosa. 133
Dos santos nacidos en España -Francisco de Borja y Luis Beltrán- fueron canonizados al
mismo tiempo que ella, en la ceremonia del 12 de abril de 1671 . En una reveladora
correspondencia entre Mariana y Gómez Dávila, la frase "los tres nuevos santos españoles"
alude a Santa Rosa en esta compañía. 134 Mientras que los criollos reclamaban la propiedad
de Rosa como un símbolo de su identidad independiente, y en última instancia de soberanía,
la corte de Madrid hacía su contrarreclamo de ella como inherente y exclusivamente española.
Los grupos de interés rivales, cada uno de ellos con sus respectivas y mutuamente incom-
patibles agendas, trabajaron en forma independiente para conseguir un mismo objetivo -la
30 Revista Andina
- - - - - - - - - - Frank Graziano: Santa Rosa de Lima y la política de la canonización
canonización-, que cada uno de ellos percibía en forma distinta. Para la causa de Santa Rosa,
el efecto neto de esta pretensión dual por parte de criollos y la corona fue abrumadamente
positivo, y tal vez decisivo para su acelerado éxito.
Los sermones leídos en España durante las fiestas por la beatificación a menudo
buscaron establecer conexiones entre Santa Rosa de Lima, la España peninsular y la monarquía.
Uno lo hizo indicando, erróneamente, que "nació Rosa en la America, pero de padres
Españoles". 135 Más ambicioso poéticamente fue un sacerdote de Madrid, que expuso
detalladamente un criptograma que revelaba unas conexiones esotéricas entre Carlos II y
Santa Rosa. Trabajando con el nombre de Carlos, el sacerdote señaló que "apartando la C. y
la L. quedan cuatro letras, que dizen ROSA". 136 Rosa fue incorporada en el ser y el reino de
Carlos. El mismo método esotérico fue luego extendido a la reina Mariana, "siendo su nombre
compuesto de dos, que son María y Ana". El primero de ellos, que la reina compartía con la
Virgen, fue seguido por la línea materna porque Mariana, al igual que la Madre de Dios, había
"exercido oficio de Madre de la Rosa Peruana" .137 La Rosa de Lima fue quintaesencialmente
hispana, una hija espiritual de la dinastía Habsburgo, inextricablemente ligada a Carlos por
los misterios de sus nombres y a Mariana como una hija lo está con su madre.
32 Revista Andina
Frank Graziano: Santa Rosa de Lima y la política de la canonización
inmigrante en Lima recibió ayuda de Santa Rosa a finales de la década de 1980: "Le pedí que
mi hijita fuera blanca de pelo ondulado y así es". 154 Otra mujer informó que su venta de flores
se había incrementado gracias a su intercesión. 155 Para cada persona el milagro satisface una
necesidad específica; para la colectividad sirve como un principio de cohesión y pertenencia,
una experiencia compartida de la presencia tangible de un poder divino, estrechamente
identificado con la comunidad que se congrega a su alrededor. Esta colectividad, construida
persona por persona, milagro por milagro, constituye la fuerza política popular que de facto
sirve para iniciar los procesos de canonización. Esta oleada de respaldo popular tuvo que ser
complementada por el respaldo aristocrático, clerical y monárquico de la causa de Santa
Rosa, y la consideración popular de su santidad tuvo que ser meditada solemnemente por
los sabios de la Iglesia; pero sin estos seguidores masivos, visibles, activos, apasionados e
inclinados a los milagros, la canonización de Santa Rosa no habría tenido base. De este
modo, las clases bajas se unieron en una improbable sociedad con los criollos aristocráticos,
con la monarquía y con la Iglesia, en una empresa común que tuvo distintos significados y
distintas políticas para cada uno de estos grupos de interés.
Frank Grazia.no
Connecticut College
(Traducción: Javier Flores Espinoza)
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COMENTARIOS
40 Revista Andina
Frank Graziano: Santa Rosa de Lima y la política de la canonización
para lograr su santificación. También evoca que la fundamental. Muchos personajes son hoy en día
santa limeña, en medio de la disputa política de objeto de grandes reverencias y peregrinaciones
los criollos , surgió como un emblema proto- de carácter masivo, pero no han obtenido el
nacionalista, al ser garantía de legitimidad e reconocimiento oficial de la jerarquía por falta de
intercesora de la causa criollista. Además enumera firmes apoyos en El Vaticano, en las altas esferas
los elementos personales, institucionales y gubernativas y en los medios financieros.
hagiográficos que configuran la vigorosa presión Sugestivo, penetrante, bien escrito y docu-
de la orden dominica y apunta que la canonización mentado, el texto de Frank Graziano enriquece
de Santa Rosa entraba también en la agenda política positivamente la ya abundante bibliografía
de la monarquía española, razón por la cual su santarrosina. En la breve extensión de un artículo
causa recibió el decisivo apoyo de Mariana de no se puede enfrentar, desde luego, todas las
Austria, la madre del rey Carlos II . materias implicadas en un tema tan importante y
Por último vuelve a remarcar el articulista la de tan profundas repercusiones. Sólo me permito
existencia de una masiva, y bastante temprana, indicar, como una apostilla bibliográfica, que el
devoción pública. Los pedidos de intercesión que propio autor ha tocado de pasada la cuestión de
se hacían a Rosa, después de muerta, eran los efectos milenaristas de Santa Rosa, en su libro
decididamente mundanos: la curación de enferme- The millennial New World (New York: Oxford
dades, la salvación de problemas económicos y University Press, 1999), p. 101-102. Y que este
familiares, el remedio de cuitas sentimentales, etc. tema se encuentra tratado con amplitud, en medio
Debe tenerse en cuenta -según Graziano- que de las rebeliones nativas del siglo XVIII, en el
"sin estos seguidores masivos, visibles, activos, reciente libro de Ramón Mujica Pinilla, Rosa
apasionados e inclinados a los milagros , la limensis: mística, política e iconografía en torno
canonización de Santa Rosa no habría tenido a la patrona de América (Lima: BCRP, IFEA &
base... " . Cierto es que la devoción popular jugó FCE, 2001), cap. 5, que Graziano no ha tenido
un papel importante como respaldo para la causa lamentablemente oportunidad de consultar.
de santificación , pero no fue obviamente lo
Graziano, comparto su contenido y su conclu- propios. Por eso, sólo ocho días después de la
sión. Por eso, mi comentario, de orientación más muerte de Rosa se inició su proceso de canoniza-
antropológica que histórica, se limita a profundi- ción con autorización del arzobispo Lobo Gue-
zar en las razones que tuvieron los cuatro grupos: rrero, quien ordenó, además, que el cuerpo de Rosa
la jerarquía eclesiástica, los funcionarios colonia- fuera trasladado en solemne proc~sión, el 19 de
les y la corona, la aristocracia criolla y el pueblo marzo de 1618, al templo de Santo Domingo y
sencillo. Pero deseo subrayar que la alianza de los colocado a la mano derecha del altar mayor. Esta
cuatro grupos no fue una estrategia pasajera, sino búsqueda de santos propios tuvo un desarrollo
una respuesta con la que todos se sentían identi- increíble. El Perú del siglo XVII fue testigo de la
ficados, el catolicismo barroco; o dicho de otro canonización de Santa Rosa (1671 ), de la beatifi-
modo, aunque cada grupo hacía su propia guerra, cación del franciscano Francisco Solano (1575) y
sin duda había una causa común por la que todos de Toribio de Mogrovejo ( 1679). Pero también de
estaban dispuestos a luchar, la devoción a los san- la apertura del proceso de canonización de perso-
tos. Comienzo por profundizar en las razones de nas venerables, como el donado negro limeño
los cuatro grupos. Martín de Parres ( 1579-1639), que fue beatifica-
En primer lugar, la jerarquía de la Iglesia. Aun- do en 1837 y canonizado en 1952; el dominico
que ningún obispo del Perú, ni de otra diócesis Juan Macías ( 1585-1645), que fue beatificado en
americana, asistió al Concilio de Trento, éste co- 1813 y canoni,zado en 1975; la religiosa arequipeña
menzó pronto a aplicarse en las Iglesias america- Ana de los Angeles Monteagudo (1595-1686),
nas. Así el arzobispo Loayza convocó el 2º Con- que fue beatificada en 1985; el mercedario Pedro
cilio Limense ( 1567-1568) con la finalidad expre- de Urraca ( 1583-1657); el jesuita Francisco del
sa de hacer tal aplicación y su sucesor Toribio de Castillo (1617-1673) y el indio chiclayano Nico-
Mogrovejo completó la obra al presidir el 3º Con- lás Ayllón ( 1632-1677), que vivió en Lima dedi-
cilio Limense (1582-1583), que hizo suyos todos cado a obras de caridad y con fama de santidad y
los cánones del 2° Concilio. El Concilio de Trento cuyo proceso de canonización se conserva en el
asumió sin duda decisiones importantes en el cam- Archivo Arzobispal de Lima. Se quería canonizar
po dogmático, como por ejemplo la doctrina so- no sólo a españoles o criollos, sino también a
bre la justificación y sobre el número y naturaleza negros e indios, para que los tres grandes grupos
de los sacramentos, pero tomó también decisio- sociales del espectro multirracial y multicultural
nes en el campo pastoral, que pesarán mucho en tuvieran sus propios santos.
la vida cotidiana de la Iglesia. Una de éstas fue la En segundo lugar, el gobierno virreinal y la
confirmación de la mediación de los santos y el Corona. Esta buscó siempre cierta legitimación
culto de las imágenes contra los luteranos y otras para la empresa americana, no sólo frente a otros
confesiones de la reforma protestante, quienes, países europeos posibles competidores, sino tam-
reaccionando contra los excesos de la piedad po- bién frente a la misma España, porque el tema de
pular medieval, sostenían que el único mediador los justos títulos había comenzado a discutirse
ante Dios es Cristo y que había que sacar de los apasionadamente en la Universidad de Salamanca.
templos todas las imágenes y reliquias, que eran Si las bulas alejandrinas -cualquiera que sea la
un obstáculo para un culto cristiano más espiri- interpretación de las mismas- sirvieron de cierta
tual. Esta confirmación de los santos canoniza- justificación, la bula del papa Julio II, Universa/is
dos como mediadores en Cristo ante Dios y de las Ecclesiae regimini ( 1508), que estableció formal-
imágenes de dichos santos y de la Virgen María y mente el Real Patronato sobre la Iglesia, sirvió de
del mismo Cristo como mediaciones simbólicas nueva justificación y convirtió el estado colonial
en el culto público y _privado hizo mucho más en estado misionero. Así todo lo que podía con-
asequible la predicación del cristianismo a los in- solidar a las nuevas Iglesias debía ser apoyado
dios americanos, que tenían tradiciones religiosas por la Corona como política de estado. Si en el
politeístas y múltiples representaciones de sus Perú, a pesar de las prolongadas guerras civiles
dioses. Por eso, para los obispos del virreinato que había habido entre los conquistadores y a
peruano, era muy importante no sólo fundar co- pesar de la dureza de la vida social con los venci-
fradías en honor de los santos, que enseguida se dos, como la esclavitud de los negros y los servi-
multiplicaron, y traer reliquias de los mismos, cios personales de los indios, florecía la vida reli-
como se hizo en los relicarios expuestos en los giosa en todos los estratos de la sociedad y apare-
templos, sino también llegar a contar con santos cían figuras como la criolla Rosa de Lima, que
42 Revista Andina
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Frank Graziano: Santa Rosa de Lima y la política de la canonización
sería una gloria de cualquier ciudad española como la canonización de su bienhechora. Pero, a medida
Sevilla o Toledo, el negro Martín de Porres y el que, por su intercesión y por la fuerza de las
indio Nicolás Ayllón, parecía indudable, para los reliquias de la santa, comenzaron a multiplicarse
funcionarios virreinales y para la corte española, los milagros, todo el pueblo se convirtió en pro-
que el régimen colonial podía justificarse más y motor del nuevo culto. Ello era evidente para los
legitimarse por sus frutos. colonos españoles, que habían trasplantado al Perú
En tercer lugar, la aristocracia criolla. Aunque la devoción a los santos, con su constelación de
el virreinato peruano había acabado organizándo- milagros, promesas y reliquias, propia de la pie-
se con el virrey Toledo como reino con dos repú- dad medieval hispánica. Pero también lo era para
blicas, la república de indios y la república de los negros, más cercanos a las formas de vida de
españoles, ésta fue testigo pronto de la rivalidad los españoles, y para los indios, que acabaron
entre los peninsulares, que venían de España para apropiándose del culto a los santos por dos gran-
desempeñar cargos en el gobierno o con ciertas des razones. La primera es que dicho culto se
misiones vinculadas al desarrollo de la colonia, y parecía mucho al de las wakas; el sermonario de
los criollos, que habían nacido en tierra americana 1585 recoge la percepción de los indios en estas
y se sentían más conocedores de la realidad y con preguntas: "Padre, ¿cómo nos decís que no ado-
más derechos para ocupar los cargos. Es sabido remos ídolos, ni guacas?¿ Pues los cristianos no
que, en los conventos donde había elección de adoran las imágenes que están pintadas y hechas
superiores, como en los de los agustinos o domi- de palo, de metal, y las besan, y se hincan de
nicos, se había llegado a la solución de la "alterna- rodillas delante de ellas, y se dan en los pechos, y
tiva", por la que había el compromiso de elegir, hablan con ellas?¿ Estas no son guacas también,
una vez, a un peninsular y en la siguiente, a un como las nuestras?" (1773: 258); dicha equiva-
criollo. Pero todos los criollos tenían conciencia lencia parecía aún mayor, porque las wakas otor-
de ser iguales a los españoles y así es explicable la gaban favores a los indios a cambio de ofrendas y
ira del dominico limeño Juan Meléndez, autor de su culto estaba organizado con un sistema de es-
la mejor crónica de su orden (1681-1682), que en pecialistas y de tierras propias, y los santos de
su viaje por España camino de Roma se irritó con las doctrinas, también hacían favores a los devo-
cierto licenciado que se admiró mucho de lo bien tos y su culto estaba organizado por cofradías,
que hablaba el español: "yo no he hablado en otra que poseían tierras y ganados del santo. Y la se-
(lengua) que en la española, y no sé que sea más gunda razón es que los santos acabaron ganando
de V.M. que mía, ni sé que V.M. sea más español la batalla contra las wakas. Aunque muchos de
que yo" (1681, 1:349). Al mismo tiempo se sen- éstos tuvieron un rechazo inicial en el culto ya
tían hijos de esta tierra y comenzaban a conside- establecido y hay no pocos testimonios, por ejem-
rar propia su historia; por eso es explicable que plo de Avila (1966:258), sobre indios que escon-
pronto surgiera la hipótesis de una "cristianización dían, en el altar del templo o en las andas de la
originaria" de las religiones indígenas, que se de- procesión, sus antiguas wakas, el culto de los san-
berían a la predicación de uno de los apóstoles de tos fue aceptado porque los indios acabaron expe-
Jesús, aunque luego se hubieran deformado y se rimentando que aquéllos escuchaban sus súplicas
pudieran clasificar de demoníacas. Esta hipótesis y hacían milagros, mientras que la mayoría de las
tuvo su más apasionado defensor en Antonio de wakas, con excepción de la Pachamama y de los
la Calancha, un agustino criollo de Chuquisaca Apuso Wuamanis, que por eso sigue su culto vi-
radicado en Lima, profesor de San Marcos, predi- gente en la sierra sudperuana, callaron para siem-
cador de moda y autor de la Crónica moralizada pre. Tal experiencia de hierofanía, que está en la
( 1639). En este clima de orgullo criollo, no es de base de todo culto, fue el motivo decisivo para que
extrañar, como lo confirman tantos testimonios, la devoción a los santos tuviera el arraigo que sigue
que la canonización de Santa Rosa fuera apoyada teniendo en el catolicismo popular peruano.
incondicionalmente por la aristocracia criolla como Tras estas razones propias de los cuatro gru-
forma importante de su propia reivindicación. pos, quiero subrayar el trasfondo cultural común
Y en cuarto lugar, el pueblo sencillo. Muchos que todos compartían: el catolicismo barroco. Es
de los beneficiarios de los servicios curativos, que sabido que en toda cultura de un grupo humano
Rosa de Santa María había instalado en su casa, y hay un fondo común de costumbres, actitudes y
de sus gestos de caridad asistieron sin duda a su valores que se convierte en fuente de identidad
multitudinario entierro y estaban interesados en colectiva y por el cual los miembros de dicha cul-
tura se sienten parte de los demás miembros del pontáneas o con su propio trabajo. Y por otra par-
grupo con una solidaridad mecánica; pero tam- te, aquella religiosidad de promesas, fiestas y pere-
bién es sabido que en toda cultura de un grupo grinaciones era compartida por todos los estratos
humano hay subgrupos con intereses y metas de la sociedad colonial; aquel lenguaje religioso de la
propias. A medida que la cultura sea más comple- devoción como fe-confianza en determinadas imá-
ja, los subgrupos pueden ser mayores y sus inte- genes, de los milagros como hierdfanías y de los
reses más variados, se hace más difícil mantener castigos como lecturas religiosas de la desgracia
la solidaridad cultural común; cuando los intere- durará mucho tiempo en la Iglesia católica. No será
ses y metas propias prevalecen sobre el fondo hasta la Ilustración cuando se plantee y se extien-
común, puede darse cierta anomia y aun llegarse a da la secularización y se ponga en marcha un nue-
una ruptura cultural. En la sociedad colonial pe- vo paradigma teológico y pastoral. Pero no debe
ruana, a pesar de su complejidad y de los conflic- olvidarse que la Ilustración llegó tarde, si es que
tos latentes entre los grupos, llegó a darse en el llegó, a la Iglesia peruana, y desde luego era total-
terreno religioso una cultura común, a la que se ha mente ajena a los grupos sociales que, en el pri-
llamado el catolicismo barroco. Un rasgo básico mer tercio del siglo XVII, promovían la canoniza-
de éste es la "devoción a los santos", en el doble ción de Rosa de Santa María. Quizás mi comenta-
sentido que tiene la palabra "santos" de imágenes rio al artículo de Graziano me ha llevado muy
sagradas y de mediadores ante Dios. La devoción lejos. Pero de todos modos, es un buen artículo,
a las "imágenes sagradas" se expresará en el arte cuyo contenido comparto.
religioso barroco, tanto arquitectónico como ico-
nográfico, en cuya promoción todos estarán inte- REFERENCIAS
resados y que llegará a los templos, no sólo en las
ciudades importantes, sino hasta el último pue- AVILA, Francisco
blo, como un símbolo imprescindible de la identi- 1966 Dioses y hombres en Huarochirí. José
dad colectiva. La devoción a los "mediadores" María Arguedas (ed.). Lima: Museo Na-
ante Dios se expresará en un lenguaje religioso cional de Historia
común, que he expuesto repetidas veces (Marzal
1993), cuyas palabras claves son "devoción" , CALANCHA, Antonio de la
"santo", "milagro", "castigo", "promesa" , "fies- 1639 Crónica moralizada del Orden de San
ta" y "peregrinación", que son la experiencia reli- Agustín en el Perú, Barcelona: Pedro de
giosa básica del pueblo y la forma como éste ha Lacavallería, tomo l
reinterpretado la primera evangelización.
En este comentario lo importante es señalar GLAVE, Luis Miguel
que esa devoción a los santos, en su doble sentido 1998 De Rosa y espinas. Economía, sociedad
de fomento del culto a las imágenes sagradas en y mentalidades andinas, siglo XVII .
suntuosos templos y del lenguaje como una pe- Lima: IEP y BCRP
culiar experiencia religiosa, era compartida por
los cuatro grupos de principios del siglo XVII HAMPE MARTINEZ, Teodoro
que estaban interesados en la canonización de 1996 Santidad e identidad criolla. Estudio de
Santa Rosa. Por una parte, la jerarquía eclesiásti- proceso de canonización de Santa Rosa.
ca estaba formada por obispos y otros miembros Cuzco: CBC
del clero que, en los concilios limenses, habían
defendido la necesidad de construir templos cris- IWASAKI CAUTI , Fernando
tianos aun antes que se formaran comunidades 1993 "Mujeres al borde de la perfección: Rosa
cristianas y en cuyas relaciones de servicios siem- de Santa María y las alumbradas de
pre aparecían la donación de imágenes y otros Lima". En MILLONES (ed.)
objetos relacionados con el culto. La Corona y en
consecuencia los funcionarios coloniales eran los MARZAL, Manuel M.
responsables, de acuerdo al Real Patronato, de 1993 "Claves de interpretación del catolicis-
financiar los templos y de promover el culto. Los mo popular peruano" , Diálogos . Lima,
criollos, como el resto del pueblo, eran los que FELAFACS , pp. 37-44
colaboraban en la fabricación de imágenes o en las
construcciones religiosas con sus donaciones es-
44 Revista Andina
Frank Graziano: Santa Rosa de Lima y la política de la canonización
RESPUESTA