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Introducción al pensamiento complejo, Edgar Morín

Iván Zúñiga

Facultad de Teatro

El planteamiento del pensamiento complejo y en general de la complejidad hecho

por Morín queda, a mi parecer, sólo en disertación. El término “complejidad” es

utilizado como un designio obligado de la no-delimitación de las ciencias

(ontológicamente hablando), y al igual que la teoría de sistemas que también es

citada más adelante, propone una universalización del conocimiento y critica la

“especialización” por tratarse de un sesgo impuesto.

Es en este punto donde encontramos el primer síntoma de irresponsabilidad

en el tratamiento actual de la información. Los sucesos del siglo pasado, las guerras,

los desplomes financieros, las crisis, la respuesta del arte, los nuevos sistemas

morales, los modelos educativos, etc. Propiciaron la producción “a granel” de

especialistas, ya no importa en qué, pero especialistas, como válvula de escape en

respuesta de las carencias fundamentales en el campo del conocimiento.

Provocando un estallamiento de información inútil e inconsciente repartida entre la

población mundial.

La peligrosidad de la información en manos equivocadas por el uso

inconsciente de avances en las ciencias justifica el énfasis en la ética de los

profesionistas, especialmente visible en las investigaciones en torno a fenómenos

sociales actuales. En el campo de la actuación, por ejemplo, la mayoría de los

métodos y o sistemas propuestos posteriormente a la escuela de Stanislavsky


comienzan disertando sobre la condición de la profesión y la importancia de una

consciencia profesional capaz de vislumbrar los alcances y efectos sociales de su

trabajo.

El conocimiento bien puede seguir siendo esparcido como basura, lo que

provocaría eventualmente una crisis de verdaderos investigadores, problema que

actualmente limita la demanda para este campo, ya que la inmediatez y la falta de

relación directa entre sujeto y objeto sólo crean pasividad.

Volviendo a la “complejidad” como origen de la unidad, no como punto de partida

sino como relación de interdependencia, Morín nos dice:

A primera vista, es un fenómeno cuantitativo, una cantidad extrema de

interacciones e interferencias entre un número muy grande de unidades. De

hecho, todo sistema auto-organizador (viviente), hasta el más simple, combina

un número muy grande de unidades, del orden del billón, ya sean moléculas

en una célula, células en un organismo. (Morín, Introducción al pensamiento

complejo)

Así, define un sendero que atravesar para llegar a estructurar una teoría

conciliadora. A simple vista, estamos superados por la potencia que supone el SER

ontológico ante nuestro pequeño papel en relación con la naturaleza, pequeño en

el sentido de la capacidad de procesamiento que posee nuestro sistema lingüístico,

medio que utilizamos para comunicar ideas y compartir información. Sin embargo,

existe una relación más allá entre el caos y el orden, sin siquiera ser capaces de

vislumbrar con claridad un origen, somos también naturaleza y la naturaleza es y

posee también, un sistema de procesamiento de códigos.


Nuestra limitante es también nuestro enlace con aquella otredad de la que

somos parte y que se relaciona directamente con todos los elementos que

componen nuestro universo visible y para complejizarnos más, el universo

indefinible desde nuestra percepción. Para acotarlo, más adelante se trata de definir

el problema de la lógica en relación con los paradigmas que esta y su origen nos

imponen.

Ya de principio, el problema del sistema de comunicaciones canonizado por la

razón limita nuestro campo de investigación a lo puramente registrable. Es verdad

que desde la perspectiva científica no nos quedaría más que rendirnos ante la

imposibilidad de visualizarnos con perspectiva siendo nosotros parte integral del

sistema ontológico si nos propusiéramos examinarlo, sin embargo, tal avance a su

vez parece imprescindible al momento presenciar la desmedida desinformación que

trae consigo la especialización.

La propuesta entonces es un sistema abierto, que nos permita indagar a partir

de un proceso científico abierto y con el entramado de las ciencias que logren

inscribirse en este proceso. A partir del cual se podría complejizar el análisis de la

relación entre lo micro y lo macro, desde ambos caminos y con un mismo fin, el de

conciliar y visualizar el todo por la parte desde dentro.

Al respecto del entramado ontológico es posible discernir no el

comportamiento de la mecánica en sí, pero visualizar una organización basados en

la observación de los micro-sistemas y sus totalidades como organismos con su

posibilidad de descomposición teórica.


Esta organización de la que hablamos no se delimita por su homologable en

el artificio de un motor, sino que, en la naturaleza, el orden y el desorden de sus

componentes supone el funcionamiento optimo de la dinámica total. Esto pone en

evidencia la lejana comprensión que tenemos del universo.

Plantea que el propio concepto de “organización” surge con la biología,

evidentemente con la idea del organismo y su desmembramiento en órganos que a

su vez contarían con una funcionalidad independiente, un sistema propio, etc. De

esta manera, al tomar el concepto y trasladarlo a la investigación desde la

complejidad, podemos elucubrar sobre el orden del propio caos que nos supone el

SER.

El siguiente problema sería el método deductivo (lógico) por medio del cual

hemos establecido que se llega a conclusiones, la lógica es por excelencia el

método de aprendizaje e investigación empírica que utilizamos en todos los

aspectos cotidianos. Es entonces un elemento más que nos coloca circunscritos

dentro de un parámetro limitado que no nos permitiría ir más allá en la exploración

ontológica. Este método ha de ser superado al prescindir de la deducción para ir

más allá, a lo que no logramos entender ni por qué camino llegar simplemente

porque no responde a las leyes de la física que conocemos.

El organicismo y la lógica por su parte procurarían continuar acotando y

sesgando la información capaz de ser cuantificada por los medios que nosotros

mismos hemos inventado a partir de otros procesos con el mismo método. Es

imprescindible ir más allá de la cotidianeidad de la experiencia humana si nos

proponemos conocer el funcionamiento dinámico entre lo micro y lo macro. Para

este fin, debemos reconocer la potencialidad del pensamiento tal vez previos al
lenguaje que nos permita percibir, aún cuando no podamos articular esa

experiencia, pero logremos vislumbrar un paso más.

Revisando la teoría de sistemas y el concepto mismo de sistemas es ineludible

confirmar una distinción y una relación entre organismo y sistema. Según la RAE,

entre otras definiciones y para el ejemplo en concreto nos dice:

ORGANISMO:
Conjunto de órganos del cuerpo animal o vegetal y de las leyes por
las que se rige.

SISTEMA:
Conjunto de órganos que intervienen en alguna de las principales funciones
vegetativas. Sistema nervioso.

Entendemos entonces que un sistema es una construcción intelectual, ya una

conceptualización asignada a los fenómenos de la naturaleza y como

categorización para su acotamiento suscribiéndole al margen de una disciplina que

por su rigidéz no admite excepciones. El organismo, por otro lado, pareciera ser de

igual manera una asignación mediante proceso intelectual pero puramente

descriptiva y no con el fin de categorizarla. El sistema como conjunto de organismos.

Sin embargo, el concepto clave es organización y la RAE nos dice lo siguiente:

Organización: disposición de los órganos de la vida, o manera de estar

organizado el cuerpo animal o vegetal.

Colocando a que observa en el sitio de espectador, puramente, no de interventor ni

de experimentador, sino desde el sujeto que presencia el comportamiento del

objeto.
“En concreto, la teoría de sistemas propone que a todo campo científico es
posible aunar otro conocimiento que lo enriquezca y se relacione de manera
directa para un enfoque perspectivo y abierto a nuevos resultados. Se habla
de la “creación” de sistemas que abarcan desde la biología hasta la
estadística, por ejemplo. Nos dice que es posible conocer el comportamiento
de un sistema cuantitativamente según el conocimiento en particular, el
estudio y los datos recabados de sus componentes. Propone entonces una
“teoría general” a partir de la cual (y con sus bases aplicadas en los distintos
casos) esquematiza el funcionamiento de estos y de todos los sistemas.”
(2017)

Es a partir de aquí que podemos delimitar un campo para el pensamiento complejo,

es decir, si bien la teoría de sistemas concluye en la posible vinculación de saberes,

la complejidad ofrece niveles en los que puede establecerse el estudio, mientras

más se complejiza más abarca, y, si es menester delimitar un campo de estudio,

debiera entenderse que no implica su totalidad ni su desmembramiento del todo.

Si la física se complejiza, dice, eventualmente abarcará los campos de la

biología, de la antropología, etc. Entonces tendríamos que redefinir las razones por

las que se acota la información y se sesga el estudio fenomenológico de una

perspectiva a otra y no se conjunta como una percepción posible de unificar.

Al respecto, el concepto de la auto-organización, viene a sustentar el hecho

de que el sistema “fenómeno” no “signo” es capaz de funcionar íntegramente a

pesar de los intentos por diseccionar su estudio, su dinámica es ontológica.


Volvemos al ejemplo del teatro para hablar del tercero oculto, esa entidad que

interactúa en el fenómeno convivial, y, sin embargo, no se puede cuantificar ni medir

por medio del método científico, sino que se infiere a partir de la lógica que, como

ya antes dijimos, no nos permite ir más allá en el reconocimiento de una otredad

que se presenta ante nosotros.

Del mismo modo que la metafísica es auxiliar del funcionamiento inaccesible

pero evidente de ciertos mecanismos desconocidos para el sujeto que intenta

observar. Estos campos que parecieran imposibles, simplemente no se inscriben

dentro de las leyes cuantificables, pero debiéramos permitirnos totalizar el

mecanismo ontológico. Si un concepto se agranda, se complejiza.

En el marco de la destotalización en el arte teatral, conviene entender que


saltar entre una especialidad y otra es puramente una trampa intelectual a la que
nos hemos limitado como especie, al territorializar el conocimiento y diseccionarlo
simplemente lo rezagamos.

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