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ÉTICA FUNDAMENTAL
Tema: EL PLACER Y LA FELICIDAD
Prof: Lic. Arsenio Amaral
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INTRODUCCIÓN
Deseando que este trabajo finja de herramienta para acercar a cada individuo a
una respuesta certera, de alguna forma, a las respuestas necesarias que cada ser
desea contestar.
Sin más, demos inicio a este breve pero no menos importante, análisis al
significado del trabajo en cuestión.
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Definiciones
Se puede entender al placer como aquello positivo que se siente al satisfacer una
necesidad o conseguir un objetivo. Existen, por lo tanto, múltiples fuentes de
placer de acuerdo al contexto. Aquello que provoca placer se conoce como
placentero.
La ingesta de una comida que nos gusta también puede considerarse como un
placer. Cuando el alimento ingresa al paladar, e incluso antes a través de la vista
y el olfato, podemos sentir algo agradable que surge de los sabores y aromas.
Otros placeres no son físicos, sino que resultan más bien simbólicos. Tener un
hobby como coleccionar sellos postales; jugar a un videojuego; leer un libro;
dibujar; o escuchar música son algunas actividades que pueden producir placer.
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embargo, que ciertas posiciones morales consideran que el hedonista es egoísta
porque no piensa en los problemas del prójimo, sino que sólo privilegia su placer.
Principio de placer: uno de los dos principios que, según Freud, rigen el
funcionamiento mental: el conjunto de la actividad psíquica tiene por finalidad
evitar el displacer y procurar el placer. Dado que el displacer va ligado al aumento
de las cantidades de excitación, y el placer a la disminución de las mismas, el
principio de placer constituye un principio económico.
La razón por lo demás admite muy bien que no puede existir un arte del placer.
Tampoco puede haber arte para ningún otro acto; porque el arte se aplica
únicamente a la potencia, a la facultad que nos pone en estado de poder hacer,
alguna cosa; lo cual no impide, que ciertas artes, el arte de la perfumería y el arte
de cocina, por ejemplo, no estén destinados especialmente a proporcionarnos
placer.
En cuanto a las demás objeciones que se hacen al placer: a saber, que el hombre
sobrio huye de él, que el hombre prudente sólo busca una vida exenta de dolor, y,
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en fin, que los niños y los animales buscan también el placer; a todas estas
objeciones daremos aquí una misma contestación. Bastará recordar que antes
hemos dicho cómo los placeres son buenos en general, absolutamente hablando,
y cómo no todos los placeres lo son. Precisamente estos últimos son los que
buscan los niños y los animales. El hombre prudente y sabio busca la ausencia de
las penas que causan estos mismos placeres, es decir, que huye siempre de
estos placeres, que van acompañados necesariamente del deseo y del dolor; en
otros términos, huye de los placeres del cuerpo y huye de todos los excesos de
estos placeres, a que el incontinente se entrega. El hombre prudente y sobrio
huye de estos placeres peligrosos, porque también tiene los que la sabiduría sola
puede proporcionar.
Para juzgar bien de las cualidades que se poseen, es preciso atender a los
sentimientos de placer y de pena que se experimentan después de haber obrado;
el hombre de bien se complace en obrar bien; el malo, en obrar mal. Inmenso
influjo del placer y de la pena sobre el destino humano y sobre la virtud; el uso
bueno o malo del placer o de la pena distingue profundamente a los hombres
entre sí. La moral y la política deben ocuparse sobre todo de los placeres y de las
penas; también será esto objeto del presente tratado.
Decía Abrahan Lincoln: Casi todas las personas son tan felices como se
deciden a serlo.
Lo que primero que vamos a hacer antes de analizar el término felicidad que nos
ocupa es determinar que el origen etimológico del mismo se encuentra en el latín.
Así, nos encontramos con el hecho de que dicha palabra procede del vocablo
felicitas que puede traducirse como “fértil”.
La felicidad es un estado del ánimo que supone una satisfacción. Quien está feliz
se siente a gusto, contento y complacido. De todas formas, el concepto de
felicidad es subjetivo y relativo. No existe un índice de felicidad o una categoría
que haya que alcanzar para que alguien se considere como una persona feliz.
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Desde un punto de vista biológico, la felicidad es el resultado de una actividad
neural fluida, donde los factores internos y externos estimulan el sistema límbico.
Dentro de la Psicología Positivista, que fue fundada entre otras por el psicólogo
norteamericano Martin Seligman, nos encontramos con una rama que se llama
paradigma positivista. Una figura esta que, al igual que los restos de miembros de
dicha área científica, considera que la felicidad es el fruto de la suma de lo que
son las actividades positivas y las emociones positivas. En concreto ejemplos de
estas últimas serían la satisfacción, el placer corporal, el orgullo, la alegría o el
optimismo.
El ser humano suele sentir felicidad cuando alcanza sus objetivos y cuando logra
solucionar los distintos retos que se enfrenta en su vida cotidiana. En los casos en
que esto no se logra, se produce la frustración que lleva a la pérdida de la
felicidad.
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Las emociones positivas sobre el presente se dividen en dos categorías que sean
perceptiblemente diferentes:
Los placeres: los corporales y más altos son “placeres del momento” e implican
generalmente un cierto estímulo externo.
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humanas y defiende que conforme se satisfacen las necesidades más básicas
(parte inferior de la pirámide), los seres humanos desarrollan necesidades y
deseos más elevados
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CONCLUSION
También decía Aristoteles: ¨Solo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo¨
Séneca no menos alejado de los principios de éstos nos dice: “Pero también el
alma -se dice- tendrá sus placeres”. Téngalos en buena hora, y eríjase en árbitro
de la sensualidad y de los placeres, llénese de todas las cosas que suelen
encantar los sentidos, después vuelva los ojos al pretérito y, al acordarse de los
placeres pasados, embriáguese con los anteriores y anticipe ya los futuros,
apreste sus esperanzas y, mientras el cuerpo se abandona a los festines
presentes, ponga el pensamiento en los futuros; tanto más desdichado me
parecerá por ello, pues tomar lo malo por lo bueno es locura. Y sin cordura nadie
es feliz, ni es cuerdo aquel a quien le apetecen cosas dañosas como si fueran las
mejores. Es feliz, por tanto, el que tiene un juicio recto; es feliz el que está
contento con las circunstancias presentes, sean las que quieran, y es amigo de lo
que tiene; es feliz aquel para quien la razón es quien da valor a todas las cosas
de su vida.
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BIBLIOGRAFIA
- Jean Laplanche, y Jean-Bertrand Pontalis: Diccionario de psicoanálisis
(págs. 296-299), traducción Fernando Gimeno Cervantes. Barcelona:
Paidós, 1996.
- Julián Pérez Porto y María Merino. Publicado: 2013. Actualizado:
2015.Definicion.de: Definición de placer (http://definicion.de/placer/)
- Aristóteles· Moral a Nicómaco.Libro I· II· III· IV· V· VI· VII· VIII· IX· X
(pag.37) Patricio de Azcárate · Obras de Aristóteles Madrid 1873, tomo 1,
portada y páginas 299-318
- Oblig37Seligman%20Martin2002LaAuténticaFelicidad.pdf
- Freud, Sigmund-Mas alla del principio del placer y otras obras.pdf
Traducción de Luis LópezBallesteros.1923.
- www.mallorcaweb.net/mamiranda/Seneca/felicidad.pdf.
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