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UNIVERSIDAD CATÓLICA NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN

UNIDAD PEDAGÓGICA GUARAMBARE

ÉTICA FUNDAMENTAL
Tema: EL PLACER Y LA FELICIDAD
Prof: Lic. Arsenio Amaral

Integrantes: Nestor Veron


Hernan González
Adam González
Carrera: Derecho

Curso: 5to semestre


Guarambare - 2017

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INTRODUCCIÓN

En este trabajo, analizaremos cuestiones fundamentales para el pleno desarrollo


del Hombre, intentaremos dilucidar paradigmas encontradas solo en la
complejidad del ser humano, cuestiones que el hombre a lo largo de su vida
intenta explicar, siendo éstos algunos pocos aquellos quienes con determinación
alcanzaron a responder estas grandes y complejas interrogantes.

Intentaremos ahondar en una de las cuestiones más importantes, a nuestro


parecer, de la existencia misma del ser humano, EL PLACER Y LA FELICIDAD.

Deseando que este trabajo finja de herramienta para acercar a cada individuo a
una respuesta certera, de alguna forma, a las respuestas necesarias que cada ser
desea contestar.

Sin más, demos inicio a este breve pero no menos importante, análisis al
significado del trabajo en cuestión.

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Definiciones

Para un mejor entendimiento, partiremos buscando la


mayor cantidad de definiciones.

Antes de entrar de lleno en el establecimiento del significado del término placer


hay que conocer cuál es su origen etimológico. En este sentido, podemos decir
que emana del latín, concretamente del verbo “placere”, que puede traducirse
como “gustar”.

Placer es un concepto que refiere al deleite o regocije que se experimenta al


hacer o lograr alguna cosa que provoca agrado. Por ejemplo: “Siento placer cada
vez que vengo a comer a este restaurante”, “Para mí, abrir un libro y empezar a
leer una nueva historia es un placer”, “No me genera placer ver cómo el esfuerzo
de mi padre no rinde ningún fruto”.

Se puede entender al placer como aquello positivo que se siente al satisfacer una
necesidad o conseguir un objetivo. Existen, por lo tanto, múltiples fuentes de
placer de acuerdo al contexto. Aquello que provoca placer se conoce como
placentero.

Las relaciones sexuales, en este sentido, pueden calificarse como placenteras.


Las personas suelen disfrutar al estimular sus órganos genitales, por lo que el
sexo provoca placer físico.

La ingesta de una comida que nos gusta también puede considerarse como un
placer. Cuando el alimento ingresa al paladar, e incluso antes a través de la vista
y el olfato, podemos sentir algo agradable que surge de los sabores y aromas.

Otros placeres no son físicos, sino que resultan más bien simbólicos. Tener un
hobby como coleccionar sellos postales; jugar a un videojuego; leer un libro;
dibujar; o escuchar música son algunas actividades que pueden producir placer.

Cuando una persona persigue el placer como principal finalidad de su existencia,


se dirá que es hedonista. El hedonismo es la doctrina que siguen aquellos que
viven para maximizar los placeres y minimizar el dolor. Hay que destacar, sin

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embargo, que ciertas posiciones morales consideran que el hedonista es egoísta
porque no piensa en los problemas del prójimo, sino que sólo privilegia su placer.

Principio de placer: uno de los dos principios que, según Freud, rigen el
funcionamiento mental: el conjunto de la actividad psíquica tiene por finalidad
evitar el displacer y procurar el placer. Dado que el displacer va ligado al aumento
de las cantidades de excitación, y el placer a la disminución de las mismas, el
principio de placer constituye un principio económico.

El filósofo griego Epicuro puso la finalidad de la filosofía en lograr un placer


equilibrado en todas sus formas en esta vida, no sólo físico, sino intelectual y
emocional, y su filosofía, propia de la mentalidad mediterránea, tuvo numerosos
adeptos en el ámbito pagano antes de la llegada del Cristianismo, que consideró
la felicidad en este mundo como posible, pero relativa, a causa de un sentimiento
de culpa original por la búsqueda de placer; el placer verdadero y pleno se sitúa,
según Santo Tomás de Aquino, en una vida ultraterrena, en un nivel espiritual
próximo al psicológico, en una gratificación sobrenatural trascendente.

El placer tampoco pone trabas, como se pretende, al ejercicio de la razón. En


general el placer, que viene naturalmente de cada una de nuestras facultades, no
puede ser un obstáculo a ninguna de ellas. Los que les ponen trabas son los
placeres exteriores, porque los placeres, que nacen en nosotros de la aplicación
del espíritu y del estudio, lejos de dañarnos, no hacen más que hacernos más
capaces de pensar y de estudiar con más provecho.

La razón por lo demás admite muy bien que no puede existir un arte del placer.

Tampoco puede haber arte para ningún otro acto; porque el arte se aplica
únicamente a la potencia, a la facultad que nos pone en estado de poder hacer,
alguna cosa; lo cual no impide, que ciertas artes, el arte de la perfumería y el arte
de cocina, por ejemplo, no estén destinados especialmente a proporcionarnos
placer.

En cuanto a las demás objeciones que se hacen al placer: a saber, que el hombre
sobrio huye de él, que el hombre prudente sólo busca una vida exenta de dolor, y,

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en fin, que los niños y los animales buscan también el placer; a todas estas
objeciones daremos aquí una misma contestación. Bastará recordar que antes
hemos dicho cómo los placeres son buenos en general, absolutamente hablando,
y cómo no todos los placeres lo son. Precisamente estos últimos son los que
buscan los niños y los animales. El hombre prudente y sabio busca la ausencia de
las penas que causan estos mismos placeres, es decir, que huye siempre de
estos placeres, que van acompañados necesariamente del deseo y del dolor; en
otros términos, huye de los placeres del cuerpo y huye de todos los excesos de
estos placeres, a que el incontinente se entrega. El hombre prudente y sobrio
huye de estos placeres peligrosos, porque también tiene los que la sabiduría sola
puede proporcionar.

Para juzgar bien de las cualidades que se poseen, es preciso atender a los
sentimientos de placer y de pena que se experimentan después de haber obrado;
el hombre de bien se complace en obrar bien; el malo, en obrar mal. Inmenso
influjo del placer y de la pena sobre el destino humano y sobre la virtud; el uso
bueno o malo del placer o de la pena distingue profundamente a los hombres
entre sí. La moral y la política deben ocuparse sobre todo de los placeres y de las
penas; también será esto objeto del presente tratado.

Decía Abrahan Lincoln: Casi todas las personas son tan felices como se
deciden a serlo.

Lo que primero que vamos a hacer antes de analizar el término felicidad que nos
ocupa es determinar que el origen etimológico del mismo se encuentra en el latín.
Así, nos encontramos con el hecho de que dicha palabra procede del vocablo
felicitas que puede traducirse como “fértil”.

La felicidad es un estado del ánimo que supone una satisfacción. Quien está feliz
se siente a gusto, contento y complacido. De todas formas, el concepto de
felicidad es subjetivo y relativo. No existe un índice de felicidad o una categoría
que haya que alcanzar para que alguien se considere como una persona feliz.

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Desde un punto de vista biológico, la felicidad es el resultado de una actividad
neural fluida, donde los factores internos y externos estimulan el sistema límbico.

Dentro de la Psicología Positivista, que fue fundada entre otras por el psicólogo
norteamericano Martin Seligman, nos encontramos con una rama que se llama
paradigma positivista. Una figura esta que, al igual que los restos de miembros de
dicha área científica, considera que la felicidad es el fruto de la suma de lo que
son las actividades positivas y las emociones positivas. En concreto ejemplos de
estas últimas serían la satisfacción, el placer corporal, el orgullo, la alegría o el
optimismo.

El ser humano suele sentir felicidad cuando alcanza sus objetivos y cuando logra
solucionar los distintos retos que se enfrenta en su vida cotidiana. En los casos en
que esto no se logra, se produce la frustración que lleva a la pérdida de la
felicidad.

Seligman, menciona en su libro felicidad auténtica que la felicidad es como un


conjunto de:

Emociones positivas: Tales como éxtasis y la comodidad.

Actividades positivas: Tales como la concentración y el cumplimiento de nuestras


tareas.

Este autor, presenta tres categorías de emociones positivas relacionadas con el


pasado, presente y futuro.

Las emociones positivas referentes al pasado incluyen la satisfacción, la alegría,


el orgullo y la serenidad.

Las emociones positivas referentes al futuro incluyen optimismo, esperanza y


confianza.

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Las emociones positivas sobre el presente se dividen en dos categorías que sean
perceptiblemente diferentes:

Los placeres: los corporales y más altos son “placeres del momento” e implican
generalmente un cierto estímulo externo.

Satisfacciones: Las satisfacciones implican la consecución del objetivo por el cual


hemos trabajado, el flujo, la eliminación de la timidez, y el saber administrar las
emociones negativas para beneficio del objetivo (defensa). Pero cuando una
satisfacción viene a las emociones positivas de un final entonces nos sentiremos
protegidos.

Las satisfacciones pueden ser obtenidas o ser aumentadas desarrollando fuerzas


y virtudes del carácter. La autenticidad es la derivación de la satisfacción y de las
emociones positivas de administrar las fuerzas de las que la personalidad
dispone.

La buena vida se nutre de la correcta administración de las fuerzas de que


dispone la personalidad para obtener el equilibrio interior, por ejemplo, sintiendo
que la labor de uno en el trabajo aporta algo positivo y que gracias a ese esfuerzo
el colectivo se beneficia a cierto grado. Si además tenemos actividades creativas,
estaremos aportando factores favorables para que la felicidad se convierta en un
estado profundo de nuestra manera de vivir. El sentido más profundo de la
felicidad es experimentado con la “vida significativa”, alcanzada si uno ejercita sus
fuerzas y virtudes de los uniques en un propósito mayor que lo suyo metas
inmediatas. Otra pregunta interesante es si la tendencia a la felicidad de la
experiencia está basada en dispositional afecta o eso es un resultado de las
circunstancias de la vida.

La pirámide de Maslow, o jerarquía de las necesidades humanas, es una teoría


psicológica propuesta por Abraham Maslow en su obra Una teoría sobre la
motivación humana (en inglés, A Theory of Human Motivation) de 1943, que
posteriormente amplió. Formula en su teoría una jerarquía de necesidades

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humanas y defiende que conforme se satisfacen las necesidades más básicas
(parte inferior de la pirámide), los seres humanos desarrollan necesidades y
deseos más elevados

Maslow definió en su pirámide las necesidades básicas del individuo de una


manera jerárquica, colocando las necesidades más básicas o simples en la base
de la pirámide y las más relevantes o fundamentales en la cima de la misma, a
medida que las necesidades van siendo satisfechas o logradas surgen otras de
un nivel superior o mejor. En la última fase se encuentra con la «autorrealización»
que no es más que un nivel de plena felicidad, armonía y amor.

Autorrealización: También llamada felicidad, se sostiene por la motivación que


produce nuestro trabajo constante y continuado. Gracias a las capacidades de
nuestro cerebro de crear, de adaptarse y resolver problemas.

La definición de felicidad que da Immanuel Kant es la siguente: Es el estado de un


ser racional en el mundo, al cual, en el conjunto de su existencia, le va todo según
su deseo y voluntad.

En cambio, las religiones y la gente con preferencia por lo espiritual asocia la


felicidad a un estado del alma donde el ser se siente en paz. Este estado puede
alcanzarse con una relación personal o con el vínculo con los seres queridos, por
ejemplo.

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CONCLUSION

Nos remitimos a afirmar las palabras de grandes filósofos,

Socrates: ¨Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena.


La felicidad lo hace uno mismo con su buena conducta¨

También decía Aristoteles: ¨Solo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo¨

El verdadero sentido de la vida del Hombre es la misma búsqueda de la felicidad.

Séneca no menos alejado de los principios de éstos nos dice: “Pero también el
alma -se dice- tendrá sus placeres”. Téngalos en buena hora, y eríjase en árbitro
de la sensualidad y de los placeres, llénese de todas las cosas que suelen
encantar los sentidos, después vuelva los ojos al pretérito y, al acordarse de los
placeres pasados, embriáguese con los anteriores y anticipe ya los futuros,
apreste sus esperanzas y, mientras el cuerpo se abandona a los festines
presentes, ponga el pensamiento en los futuros; tanto más desdichado me
parecerá por ello, pues tomar lo malo por lo bueno es locura. Y sin cordura nadie
es feliz, ni es cuerdo aquel a quien le apetecen cosas dañosas como si fueran las
mejores. Es feliz, por tanto, el que tiene un juicio recto; es feliz el que está
contento con las circunstancias presentes, sean las que quieran, y es amigo de lo
que tiene; es feliz aquel para quien la razón es quien da valor a todas las cosas
de su vida.

En un carácter único nos explican estos grandes pensadores de la historia, que la


mayor felicidad radica en conocer uno mismo sus virtudes, una vida sin ellas
dirime una vida sin felicidad, la razón del hombre es aquella virtud que lo vuelve
intangiblemente distinto a los demás seres.

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BIBLIOGRAFIA
- Jean Laplanche, y Jean-Bertrand Pontalis: Diccionario de psicoanálisis
(págs. 296-299), traducción Fernando Gimeno Cervantes. Barcelona:
Paidós, 1996.
- Julián Pérez Porto y María Merino. Publicado: 2013. Actualizado:
2015.Definicion.de: Definición de placer (http://definicion.de/placer/)
- Aristóteles· Moral a Nicómaco.Libro I· II· III· IV· V· VI· VII· VIII· IX· X
(pag.37) Patricio de Azcárate · Obras de Aristóteles Madrid 1873, tomo 1,
portada y páginas 299-318
- Oblig37Seligman%20Martin2002LaAuténticaFelicidad.pdf
- Freud, Sigmund-Mas alla del principio del placer y otras obras.pdf
Traducción de Luis LópezBallesteros.1923.
- www.mallorcaweb.net/mamiranda/Seneca/felicidad.pdf.

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