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Julio -

ÓRGANO OFICIAL DE LA
SOCIEDAD ESPAÑOLA CATALANA DE INVESTIGACIÓN Y
DE MEDICINA TERAPIA DEL COMPORTA-
PSICOSOMÁTICA (SEMP) MIENTO (SCRITC)
Y DE LA SOCIEDAD INCLUIDO EN LAS BASES
MARCÉ ESPAÑOLA DE DE DATOS BIBLIOGRÁFICOS
SALUD MENTAL INTERNACIONALES:
PERINATAL (MARES) Y DE PSICODOC E ISOC
LA SOCIETAT CATALANA DE EXCERPTA MÉDICA - LATINDEX -
RECERCA Y TERÀPIA DEL MIAR - CARHUS - ULRICH!S -
COMPORTAMENT/ SOCIEDAD ERIH - SciELO - DIALNET
CUADERNOS DE MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA

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CUADERNOS ESTÁ INCLUIDO EN LAS BASES DE DATOS BIBLIOGRÁFICOS INTERNACIONALES


PSICODOC E ISOC
(BASE DE DATOS DEL CSIC)
EXCERPTA MÉDICA – LATINDEX – MIAR – CARHUS
ULRICH’S – ERIH – SCIELO – DIALNET
CUADERNOS ES LA REVISTA OFICIAL DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE MEDICINA
PSICOSOMÁTICA (SEMP), DE LA SOCIEDAD MARCÉ ESPAÑOLA DE SALUD
MENTAL PERINATAL (MARES) y DE LA SOCIETAT CATALANA DE RECERCA I
TERÀPIA DEL COMPORTAMENT/SOCIEDAD CATALANA DE INVESTIGACIÓN Y
TERAPIA DEL COMPORTAMIENTO (SCRITC)

EDITA
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COORDINA: MARISA PRIETO
editorial
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ISSN Electrónico: 1695-4238

Edición Electrónica: www.editorialmedica.com • E-mail: contacto@editorialmedica.com


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Año 27 ! Nº 111 ! Julio - Agosto - Septiembre 2014


Redacción: I.U. Dexeus C/. Sabino Arana, 5-19- 3ª Planta. Consultas Externas Psiquiatría - 08028 Barcelona
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ADMINISTRACIÓN REVISTA CUADERNOS - C/. Gamonal, 5 - 5ª Planta - Nº 9 - 28031 Madrid - ESPAÑA


4 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014
contenido Año 27 • Nº 111

Julio - Agosto - Septiembre 2014

Editorial
¿Somos adictos?. J.M. Farré . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Editorial Invitada
El transdiagnóstico como nuevo enfoque en psicología clínica y psiquiatría. Bonifacio Sandín . . . . . . . . . . . . . . . 9

Artículos Originales
Variables socioeconómicas asociadas al suicidio. Socioeconomic variables related to suicide.
Aloma Domènech, Margalida Gili, Joan Salvá, Clara Homar, María Sánchez de Muniain, Joan
Llobera, Miquel Roca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .15

Alianza terapéutica, sintomatología y personalidad según la teoría de Cloninger: estudio


preliminar. Therapeutic alliance, symptoms and personality according to Cloninger’s theory:
preliminary study. Marina López-Ruiz y Joan Deus-Yela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

Sección de Psicosomática Infanto-Juvenil


Factores psicosociales de la obesidad infantil: una revisión teórica. Psychosocial factors in
childhood obesity: a theoretical review. Itzel O. Aguilar Ibáñez, Xóchitl López Aguilar y Juan
Manuel Mancilla Díaz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34

Sección de Salud Mental Perinatal


Promoción, prevención, detección y actuación ante embarazos no deseados e infecciones de
transmisión sexual en adolescencia desde Atención Primaria. Promotion, prevention, detection
and performance to unwanted pregnancies and STDs in adolescence from Primary Care. Felipe
Hurtado Murillo, Francisco Donat Colomer, Julia Colomer Revuelta, Eduardo Pla Ernst, Ana
Sánchez Guerrero, Silvia Sarabia Vicente, Juana Cantero Llorca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .62
Estrés postraumático secundario en profesionales de la atención al parto. Aproximación al
concepto de violencia obstétrica. PTSD and obsteric violence. Ibone Olza Fernández . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .79

Revisiones de Cuadernos: EL DSM-V: LUCES Y SOMBRAS. Daniel Vega Moreno


Historia de una adicción: del vicio al trastorno del juego. Hystory of addiction: the vice to the
gambling disorder. Mariano Chóliz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .84

Esquizofrenia y otros Trastornos Psicóticos: principales cambios del DSM-5.Schizophrenia and other
Psychotic Disorders: main changes in the new DSM-5. Mar Rus-Calafell y Serafín Lemos-Giráldez . . . . . . . . . . . .89

Abstracts de la III Jornada Salud Mental Perinatal y Reproducción. Gracia Lasheras,


Borja Farré-Sender, Liliana Ferraz, Gemma Mestre, I. Rovira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94
contenido Año 27 • Nº 110

Abril - Mayo - Junio 2014

Noticias de Psicosomática Infanto-Juvenil. Anaïs Orobitg y Rubén Brígido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111


Noticias de Psicosomática. L. Hinojosa Marqués y G. Mestre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
Comentario de Libros. Marta Sánchez Santacreu . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
Agenda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

6 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


editorial
¿Somos adictos?

A Cuadernos, no les quepa duda. Adictos y dependientes. Es por ello que hemos
acogido con entusiasmo el Grupo Colaborativo en Adicciones Comportamen-
tales que coordina este Editor y la Dra. Susana Jiménez-Murcia –un referente internacional
en el tema– desde el Hospital Universitario de Bellvitge. Con ella, Vega González, que dirige
AIS, un grupo esencial para entender las socioadicciones. Les acompañará Verónica Ferrer-
Olives, estudiosa del tema. Conforman una Sección en la que varios hospitales, centros y
Universidades colaboran en un trabajo muy semejante a las de las exitosas Infantojuvenil y
Perinatal.

Las Adicciones Comportamentales conforman un núcleo propio y específico dentro del


marco adictivo y, además, van más allá del tema, aproximándose a modelos de personalidad
–con vulnerabilidades psicológicas– y de comorbilidades muy diversas que conforman esta-
dos emocionales específicos. A las clásicas derivadas del juego, las compras, socioadicciones o
trabajo, se han añadido la siempre debatida adicción sexual (o sexualidad compulsiva, como
Uds. prefieran) y, sobre todo, a las nuevas tecnologías que azotan preferentemente a jóvenes
y adolescentes.

Cuadernos se congratula de acoger este grupo y les brinda sus páginas para que nos
ilustren con sus hallazgos, sus inquietudes, sus novedades y sus valores docentes y de inves-
tigación. Nos consta que así será.

J.M. Farré
Editor

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 7


8 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014
editorial invitada
El transdiagnóstico como nuevo enfoque en psicología clínica y
psiquiatría
Transdiagnostic as a new approach in clinical psychology and psychiatry

A unque la psicopatología, la psicología clínica y la psiquiatría han experimentado


un gran desarrollo durante las últimas décadas, en algunos aspectos este desarro-
llo es más ficticio que real. Las dos primeras disciplinas básicamente se han centrado en deli-
mitar o mejorar modelos y terapias ya asentadas en periodos anteriores, maximizando los
desarrollos (teorías psicopatológicas y protocolos de terapia cognitivo-conductual) única-
mente desde la perspectiva centrada en trastornos específicos (disorder-specific teories or
protocols). En lo que concierne a la psiquiatría ha ocurrido algo similar, aunque desde un
punto de vista diferente, al estar dominada prácticamente por los postulados, metodología y
asunciones de la moderna psiquiatría biológica (p.ej., búsqueda infructuosa de genes o cir-
cuitos cerebrales específicos para cada trastorno mental). Por otra parte, cabría decir que el
especial auge que están experimentando los enfoques terapéuticos basados en la filosofía
oriental (p.ej., la terapia basada en mindfulness y la denominada terapia de aceptación y
compromiso), tal vez refleje, más que una aportación real, el estancamiento de la psicología
clínica y la psiquiatría, o la incapacidad de estas de avanzar y progresar como disciplinas
científicas. Estas terapias, al carecer de una base y fundamentación científica consistente,
suelen cobijarse bajo el paraguas de la terapia cognitivo-conductual (TCC) para, de este
modo, adquirir un estatus de enfoque científico y a la vez despojarse en cierta medida de su
característico tufillo filosófico. Aunque estas “nuevas” técnicas de terapia psicológica po-
drían tener cierta utilidad como terapias alternativas tanto en psicología clínica como en
psiquiatría, aparte de su incorrecta presentación como terapias cognitivo-conductuales, tal
vez uno de los principales focos de confusión ha sido su etiquetación como terapias de “ter-
cera generación” (o de “tercera ola”). Al margen de lo desafortunado del nombre de “tercera
ola” (la ciencia no es cuestión de modas), para que pueda darse una nueva generación en la
terapia cognitivo-conductual, esta debe suponer un desarrollo y avance teórico demostrado
sobre la terapia de segunda generación (terapia cognitivo-conductual) y ser más eficaz que
esta última (o conseguir resultados terapéuticos similares con un coste significativamente
inferior). Sin embargo, el problema no es únicamente que ninguna de estas dos condiciones
se cumpla con estas “nuevas” terapias, sino que incluso tales terapias son más complejas de
aplicar y sus resultados terapéuticos son claramente inferiores a los de la terapia cognitivo-
conductual (Goyal et al., 2014; Öst, 2008).
Uno de los mayores problemas asociados al enfoque centrado en trastornos específicos
es el de la elevada comorbilidad entre los trastornos mentales (el número de trastornos men-
tales diagnosticables ha venido creciendo desde la publicación del DSM-III) (Sandín, 2013).
La evidencia sobre las tasas de comorbilidad entre los trastornos mentales indican que la
ocurrencia de trastornos comórbidos es más la norma que la excepción. Se han aportado
datos que indican que muchos pacientes con un diagnóstico de algún trastorno del Eje I
(según el sistema multiaxial previo al DSM-5) padecen también algún otro trastorno

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 9


(comórbido) de este mismo eje. Por ejemplo, se han informado a este respecto tasas entre el
59 % y el 96 % de diagnósticos secundarios asociados a trastornos primarios de anorexia ner-
viosa, trastorno obsesivo-compulsivo, trastornos depresivos (trastorno depresivo mayor y disti-
mia) y adicción a las drogas. Un aspecto importante ha sido observar que parecen existir cier-
tos patrones de comorbilidad, de tal modo que determinados trastornos suelen exhibir tasas de
comorbilidad particularmente elevadas de forma selectiva con algunos trastornos, pero no con
otros. Por ejemplo, más de la mitad de los pacientes diagnosticados de depresión también pre-
sentan al menos un trastorno de ansiedad, y viceversa. Así mismo, la comorbilidad de la depre-
sión no es uniforme con los distintos trastornos de ansiedad, ya que es claramente superior con
el trastorno de ansiedad generalizada (Sandín, Chorot y Valiente, 2012). También suele ser ele-
vada la comorbilidad entre los síntomas de ansiedad y depresivos (Sandín, Chorot, Valiente y
Chorpita, 2010). El fenómeno de la comorbilidad ha motivado la búsqueda de alternativas más
consistentes para la descripción y tratamiento de los trastornos mentales.
El enfoque centrado en trastornos específicos ha llevado en los últimos años a desarro-
llos importantes sobre trastornos concretos, tales como el trastorno de pánico, el trastorno de
ansiedad generalizada, el trastorno depresivo mayor, la fobia social, etc. Junto al desarrollo
de modelos específicos para cada trastorno, se han diseñado también técnicas específicas de
tratamiento cognitivo-conductual, que han demostrado niveles elevados de eficacia. No obs-
tante, aunque existen protocolos de terapia cognitivo-conductual muy efectivos y validados
empíricamente para muchos tipos de trastornos específicos (p.ej., para la mayoría de los tras-
tornos de ansiedad), estos tratamientos no suelen abordar de forma directa los aspectos
comunes a estos trastornos (es decir la comorbilidad). Por ello, sería de gran relevancia la
búsqueda de alternativas no centradas en trastornos específicos que pudiesen servir para
abordar los aspectos comunes o comórbidos de grupos de trastornos mentales. Este nuevo
enfoque ha sido referido en la literatura como transdiagnóstico –para una revisión, véase
Belloch, 2012; Sandín et al., 2012; véase también el reciente número monográfico dedicado a
este tema por la Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, Vol. 18(3), 2012–; apli-
cado a la terapia cognitivo-conductual, ha sido definido como una forma de terapia destinada
a los individuos que presentan múltiples diagnósticos y cuyo tratamiento no precisa basarse
en el conocimiento de esos diagnósticos para ser efectivo (Mansel, Harvey, Watkins y Sha-
fran, 2009). El tratamiento transdiagnóstico se ha caracterizado por focalizarse en los proce-
sos cognitivos, conductuales y fisiológicos que son comunes o compartidos por los trastornos
mentales, o por grupos de trastornos mentales (p.ej., los trastornos emocionales). Supo ne,
así mismo, la adopción de un enfoque científico convergente e integrativo (Mansel et al.,
2012). Muchos de los precursores del transdiagnóstico psicopatológico (A. Ellis, A. T. Beck,
J. Wolpe, etc.) lo han sido también de la TCC transdiagnóstica. Estos autores, aunque apli-
caban la terapia en términos específicos (unidiagnóstico), se basaron en procesos transdiag-
nósticos, tales como los errores del pensamiento, los sesgos interpretativos o el condiciona-
miento. Si los procesos transdiagnósticos ya han estado presentes en la psicopatología y la
TCC, cabría preguntarnos qué es lo nuevo en el enfoque del transdiagnóstico. Como sugie-
ren Mansel et al. (2009), lo que caracteriza la perspectiva transdiagnóstica es que a partir
de ella se formaliza una nueva manera de entender los trastornos mentales.
La perspectiva transdiagnóstica fue propuesta por primera vez por Fairburn, Cooper y
Shafran (2003) para los trastornos alimentarios. Estos autores definieron un enfoque psico-

10 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


patológico transdiagnóstico de los trastornos alimentarios, así como también un modelo de
tratamiento transdiagnóstico de los mismos. Así, por ejemplo, Fairburn et al. propusieron
que existían ciertos mecanismos psicopatológicos nucleares comunes a todos los trastornos
alimentarios, tales como la sobrevaloración de la comida o el peso, las dietas y otras conduc-
tas de control del peso, etc.; los cuales interaccionaban con otros procesos más genéricos
como el perfeccionismo, la baja autoestima, la intolerancia emocional y las dificultades inter-
personales. Los autores propusieron un tratamiento de TCC transdiagnóstica centrado tanto
en la modificación de la psicopatología nuclear (sobrevaloración de la comida, etc.) como en
el cambio de los procesos más genéricos (mediante módulos de tratamiento focalizados en
cada uno de los procesos –perfeccionismo clínico, intolerancia emocional, etc.). Un año más
tarde, el grupo de Norton (véase Norton, 2012) llevó a cabo en 2004 el primer ensayo clínico
aleatorizado aplicando TCC transdiagnóstica (en formato grupal) a un grupo heterogéneo de
pacientes con trastornos de ansiedad y depresión. Norton partió de la premisa transdiagnós-
tica de que existía una patología nuclear común a través de todos los trastornos de ansiedad
(p.ej., el afecto negativo). En esta misma línea, a partir de 2010, el grupo de Barlow ha apor-
tado datos preliminares sobre la eficacia de su “protocolo unificado” de TCC transdiagnós-
tica (Ellard et al., 2010), y el grupo de Titov (2012) ha referido evidencia empírica sobre la
eficacia del tratamiento transdiagnóstico dispensado a través de internet.
El transdiagnóstico constituye una nueva perspectiva en psicología clínica y psiquia-
tría, y debe entenderse desde dos puntos de vista complementarios, i.e., desde el punto de
vista psicopatológico y desde el punto de vista del tratamiento. El primero se focaliza en la
descripción y explicación de procesos cognitivos, conductuales y fisiológicos, y en factores
psicopatológicos comunes y unificadores de los diferentes trastornos mentales (véase Mansel
et al., 2009). La perspectiva psicopatológica transdiagnóstica permite entender los trastor-
nos mentales desde una óptica más dimensional, a partir de la convergencia de diferentes
procesos psicológicos comunes a conjuntos de trastornos (diagnósticos) (Sandín et al., 2012).
La TCC transdiagnóstica posibilita, así mismo, un tratamiento más integrado y holístico de
los trastornos mentales, al centrarse y aplicar los procesos psicopatológicos transdiagnósti-
cos que son comunes a varios trastornos. Desde mi punto de vista, y en contra de lo que han
supuesto algunos autores al respecto, una característica importante del transdiagnóstico
consiste en que no presupone la ausencia de diagnóstico, y justifica la clasificación de los
trastornos mentales según enfoques mixtos dimensionales y categoriales (Sandín, 2013). No
cabría hablar de transdiagnóstico si no se asumiera algún sistema de diagnóstico de los tras-
tornos mentales. Un reto futuro importante del transdiagnóstico, aparte de demostrar su efi-
cacia y efectividad, consistirá en explicar qué trastornos y por qué pueden organizarse sobre
la base de determinados mecanismos o procesos psicopatológicos transdiagnósticos. Así mis -
mo, también será preciso explicar por qué los trastornos mentales se presentan en formas
diferenciadas, cuando en realidad comparten los mismos principios o procesos cognitivos y/o
conductuales. A este respecto, los procesos genéricos referidos por Mansel et al. (2009), i.e.,
procesos relacionados con la atención (p.ej., atención selectiva), la memoria (p.ej., sesgos en
memoria explícita), el razonamiento (p.ej., sesgos de expectativa), el pensamiento (p.ej., creen-
cias metacognitivas negativas) y la conducta (p.ej., evitación) podrían no estar implicados
de igual modo en los diferentes trastornos mentales. Similarmente, una posible explicación
podría consistir en que, como sugirieron Barlow, Allen y Choate (2004), existen factores de

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 11


vulnerabilidad generales y específicos, siendo los primeros, comunes a grupos de trastornos;
y los segundos, propios de una categoría determinada de trastornos. Por ejemplo, las simili-
tudes entre todos los trastornos de ansiedad podrían explicarse a través del factor general de
afectividad negativa y de vulnerabilidad psicológica general (p.ej., la percepción de incontrolabi-
lidad), mientras que la especificidad de los mismos podría venir determinada por la evaluación
negativa o catastrofista de aspectos particulares asociada a experiencias de aprendizaje (p.ej., en
el trastorno de pánico podría asociarse a la evaluación negativa de las sensaciones somáticas,
tales como taquicardia, respiración dificultosa o mareos). Es decir, además de los factores gene-
rales comunes también existen factores psicopatológicos específicos de cada trastorno, razón por
la cual el transdiagnóstico no debe entenderse como una perspectiva alternativa a los tratamien-
tos focalizados en trastornos específicos, sino como un tratamiento paralelo o complementario.
El número de factores y procesos psicopatológicos transdiagnósticos es amplio (véase Sandín et
al., 2012), y pueden combinarse de forma diferente según grupos de trastornos.
La aplicación del transdiagnóstico en psicología clínica permitirá maximizar un anhelo
en parte perdido en las dos últimas décadas, i.e., que los psicólogos lleven a cabo de forma efec-
tiva análisis, evaluaciones y terapias basados en los principios de la psicología científica
(aprendizaje, psicología cognitiva, etc.), y no tanto en corrientes filosóficas de moda, aplicables
en campos y formatos diversos (grupal, familiar, niños y adolescentes, prevención, etc.). Así
mismo, el transdiagnóstico tiene grandes implicaciones y aplicaciones en el campo de la psi-
quiatría; por ejemplo, para determinar los fármacos que puedan ser eficaces para grupos de
trastornos basados en mecanismos comunes subyacentes. En este sentido, cabe resaltar la
ingente cantidad de estudios y financiación económica dedicados en las últimas décadas a la
búsqueda infructuosa de genes o circuitos cerebrales y otros biomarcadores específicos para
trastornos mentales específicos. Se me antoja pensar que, al menos hoy, este es un camino esté-
ril. Por ejemplo, aunque la depresión tiene una elevada base biológica, no existe un sistema
biológico característico de la depresión; en cambio, síntomas como el insomnio o la baja moti-
vación, que están presentes en otros trastornos además de la depresión, sí pueden implicar a
ciertos neurocircuitos y neuroquímica cerebrales. Por otra parte, no solo la depresión sino tam-
bién la gran mayoría de los trastornos mentales son trastornos heterogéneos y multifactoriales
que implican diversos endofenotipos y exofenotipos, y la relevancia de los exofenotipos implica
salir de las limitaciones que imponen los circuitos cerebrales y penetrar en otros fenómenos
psicológicos y psicosociales más integradores. Para finalizar, me gustaría decir que, aunque
“no hay nada nuevo bajo el sol”, cabría afirmar con Heráclito de Éfeso que “el sol es nuevo
cada día”, y el transdiagnóstico es sin duda una nueva ventana que se nos abre hoy para el
avance científico de la psicopatología, la terapia cognitivo-conductual y la psiquiatría.

Prof. Bonifacio Sandín


Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED),
Facultad de Psicología. Madrid.
Consejo Asesor Cuadernos
bsandin@psi.uned.es
REFERENCIAS
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C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 13


14 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014
CUADERNOS DE
ARTÍCULO
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA

Variables socioeconómicas asociadas al suicidio


Socioeconomic variables related to suicide
Aloma Domènech, Margalida Gili, Joan Salvá, Clara Homar, Maria Sánchez
de Muniain, Joan Llobera, Miquel Roca
Recibido: 17/12/2013
Aceptado: 09/07/2014

Resumen

Introducción: Entre los múltiples factores estudiados por su vinculación con el suicidio, la
crisis económica resulta de especial interés dada la actual situación europea y, particularmente,
española.
Objetivos: El objetivo de este trabajo es determinar las variables estudiadas con más fre-
cuencia en relación a la conducta suicida, y contrastarlas con los datos disponibles actualmente
en España y Europa.
Resultados: España se halla muy por debajo de la tasa europea de suicidio en el período del
2007 al 2010. A pesar de producirse un incremento en el año 2008, el suicidio disminuyó en
España a partir de dicho año, mientras que la media europea se acrecentó progresivamente del
2007 al 2009 y se redujo en el 2010. En cambio, la tasa de suicidio de Alemania, que práctica-
mente iguala a la media europea, y la de Portugal, superior a la media europea, aumentaron de
forma continua. Los factores socioeconómicos analizados presentaron evoluciones distintas, que
no guardan relación alguna con la de la tasa de suicidio.
Discusión: No existe una correlación entre la tasa de suicidio y la actual crisis económica en
España ni en Europa.

Pal abras cl av e: Tasa de suicidio. Crisis económica. Revisión. Variable socioeconómica.

Summary

Introduction: Among the multiple factors that have been studied because of its correlation to
suicide, the financial crisis is of particular interest given the current European situation and, in
particular, the Spanish one.

I.E.S. Josep Font i Trias


Institut Universitari d’Investigació en Ciències de la
Salut (IUNICS).
Gerencia de Atención Primaria. Ib-Saluit. Palma de
Mallorca.
Red de Actividades Preventivas y de Promoción de la
Salud (Rediapp).
Universitat de les Illes Balears, Palma de Mallorca
Co rres po ndenci a: A. Domènech
E-mail: alomadg@gmail.com

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 15


Objectives: The aim of this work is to determine which variables have been studied more
often in relation to suicidal behaviour and to compare them with the current avalaible data of
Spain and Europe.
Results: The Spanish suicide rate was much lower than the European average from 2007 to
2010. Despite the increase in 2008, suicide dicreases in Spain from that year onwards. Mean -
while the European average augmented progressively from 2007 to 2009 and it diminishes in
2010. However, both the suicide rate of Germany –which is almost the same as the European
average– and that of Portugal –exceeding the European average– increase continuously. The
analyzed socioeconomic factors progress in distinct ways. They are not related to the suicide rate.
Discussion: There is no relation whatsoever between suicide rate and the current financial
crisis in Spain or in Europe.

Key wo rds : Suicide rate. Financial crisis. Review. Socioeconomic variable.

INTRODUCCIÓN cos con suicidio. Según los autores, el riesgo de


suicidio viene dado por la autopercepción de falta
El suicidio constituye un grave problema de de utilidad para el grupo o sociedad del individuo
salud pública y suscita controversias e interrogan- que se ve privado de empleo. Por este motivo los
tes de gran relevancia. Resulta significativo el in- seres humanos necesitan el trabajo no solo como
cremento de investigaciones en torno a los facto- fuente de ingresos y, por tanto, de subsistencia,
res que rodean la conducta suicida en los últimos sino como una manera más de interactuar con un
años. Una parte importante de la literatura publi- grupo mediante la colaboración. Es comprensible
cada sobre el suicidio se centra, principalmente, que no ejercer ninguna profesión pueda represen-
en su relación con los trastornos mentales. tar un elemento de riesgo de suicidio (Milner, Mc-
En este sentido, los estudios realizados estiman Clure y De Leo, 2012).
que en torno al 90 % de pacientes que han intenta- Ahora bien, mientras que algunos estudios con-
do suicidarse tendrían un trastorno mental (Alber- firman la relación entre el paro y el suicidio (Bla-
di-Sudupe et al., 2011), mientras que una larga lis- kely, Collings y Atkinson, 2003); Chang, Gu -
ta de factores vendría a explicar el casi 10 % de ca- nnell, Sterne, Lu y Chen, 2009; Schneider et
sos restantes. Dichos factores van desde el nivel al., 2011; y Milner, McClure y De Leo, 2012),
de estudios (Nock et al., 2008) hasta el sexo, la edad otros autores demuestran que la tasa de intentos
(Agerbo, E., 2007); (Borges et al., 2010); (Schnei- de suicidio es mayor entre las poblaciones en ac-
der et al., 2011), la situación matrimonial (Yoshi- tivo. En la misma línea, un estudio reciente do-
masu et al., 2008) o la tendencia sexual (Mustans- cumenta una clara relación entre paro y suicidio
ki y Liu, 2013). solo cuando el período de inactividad laboral se
Otro de los factores que se ha analizado por su alarga de 15 a 26 semanas o cuando se trata de pa-
posible vinculación con el suicidio es la crisis ro masivo (Classen y Dunn, 2012).
económica, así como los elementos socioeconó- En los últimos meses, The Lancet ha publi-
micos que esta conlleva. En la actualidad, el mun- cado una interesante controversia sobre esta posi-
do occidental se ve sumergido en una grave crisis ble relación en torno al caso de Grecia, entre auto-
que ha afectado con especial intensidad a España, res que defienden que se ha producido un aumento
con una de las tasas de paro más altas de toda Eu- de la tasa de suicidio en el país desde el 2007 (Ken-
ropa. Por lo tanto, consideramos de especial inte- tikelenis et al., 2011) y otros que desmienten tal
rés analizar si la presente crisis viene acompañada vínculo (Fountoulakis, Grammatikopoulos, Koupi-
de un aumento del número de suicidios. dis, Siamouli y Theodorakis, 2012). De igual ma-
Tanto Durkheim (1952) como Hammermesh y nera, los datos que presenta la página web del Insti-
Soss (1974) relacionaron factores socioeconómi- tuto Nacional de Estadística (http://ine.es/) mues-

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tran que en España las cifras de suicidio anteriores relacionados con la vivienda principal en los
al 2007 son superiores a las que se han alcanzado últimos doce meses; no puede disponer de te-
con la actual crisis, y que en 2011 disminuyen a pe- léfono (incluido móvil); no puede disponer de
sar de que la situación económica empeora (Roca televisión; no puede disponer de lavadora; no
et al, 2013). puede permitirse disponer de un automóvil;
En España, hasta el año 2010 parece no existir no puede permitirse disponer de un ordena-
relación alguna entre crisis y número de suicidios dor personal. Los datos utilizados provienen de
(Salvador-Carulla y Roca, 2013). La finalidad de la página web de la oficina estadística de la Co-
nuestro estudio es, por una parte, determinar cuá- misión Europea (Eurostat; http://epp.eurostat.ec.
les son las variables que se han estudiado con más europa.eu/portal/page/portal/eurostat/home).
frecuencia con respecto a la conducta suicida y, Se detallan las cifras de Francia y Alemania
por otra, contrastarlas con los datos disponibles por una parte, por ser los dos países que tienen un
de España y Europa en su conjunto, así como a al- mayor volumen de exportación e importación de
gunos países concretos que nos sirvan de referen- Europa en los últimos años, según los datos ofre-
cia durante los primeros años de crisis económica. cidos por el Eurostat; y por otra Portugal, Italia,
Grecia y España, países a los que hace referencia
METODOLOGÍA el acrónimo inglés PIGS, creado en las oficinas
de Bruselas para hacer referencia de manera des-
Con la finalidad de conseguir el doble obje- pectiva a las economías de los países del sur (Dai-
tivo señalado, se realizó en primer lugar una bús- notto, 2007). Una vez recogidos los datos estadís-
queda bibliográfica sobre el tema en la base de ticos hemos procedido a su análisis contrastando
datos SCOPUS. Los años seleccionados para rea- unos países con otros.
lizar esta búsqueda de artículos son del 2007 al
2011. 2007 es el año anterior a que comenzaran a RESULTADOS
evidenciarse los efectos de la presente crisis, y
2011 es el último año sobre el cual existen datos En la figura 1 se observa que España se halla
publicados. bastante por debajo de la tasa europea de suicidio.
En segundo lugar, y a partir de los datos obte- Esta media se ve superada por países como Fran-
nidos en la revisión bibliográfica, se realizó una cia y Portugal, y casi igualada por Alemania. Ita-
búsqueda en las fuentes primarias estadísticas euro- lia y Grecia, en cambio, tienen un índice de suici-
peas y españolas de aquellas variables que resulta- dio inferior. A pesar de que esta relación entre las
ron de especial relevancia. Se determinó que las tasas de cada país es cierta para cada año del perío-
variables que podrían tener interés para el presente do del 2007 al 2010, la evolución de algunas de
artículo son las siguientes: suicidio, muerte por ellas difieren del resto: las tasas de Alemania y Por-
drogodependencia, muerte por alcoholismo, muer- tugal aumentan cada año, mientras que en Grecia
te por accidente de transporte, mortalidad total, y Francia –así como en la media del total de Eu-
paro, PIB per cápita en PPS (unidad de poder ad- ropa– se produce un incremento hasta el año 2009 y
quisitivo estándar, según la cual cada PPS compra- una disminución posterior. Finalmente, tanto en
ría la misma cantidad de bienes y servicios a cada Italia como en España la tasa de suicidio es superior
país) y carencia material grave. El concepto de el año 2008 que el anterior, pero a partir de este
“carencia material grave” se aplica cuando una momento en Italia se mantiene y en España decrece.
persona no puede permitirse ir de vacaciones En cuanto a la muerte por drogodependencia,
al menos una semana al año; una comida de la figura 2 muestra que Alemania está muy por
carne, pollo o pescado al menos cada dos días; encima de la media europea con un aumento el
no tiene capacidad para afrontar gastos im- 2008 que se mantiene el 2009, para volver a dis-
previstos, ha tenido retrasos en el pago de gas- minuir el 2010. La media europea, por su parte,
tos relacionados con la vivienda principal (hi- se mantiene estable excepto por un incremento el
poteca o alquiler, recibos de gas, comunidad...) año 2008. En el extremo contrario tenemos a Gre-
o ha tenido retrasos en el pago de gastos no cia, con una de las tasas de muerte por drogode-

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Tasa de suicidio por 100.000 habitantes

pendencia menores de toda Europa –en especial el en cuanto a la tasa de muerte por abuso de con-
2007 y el 2010, años en que la tasa es de 0–. Es- sumo de alcohol entre el 2007 y el 2010 en la
paña iguala a Grecia en 2008 y en 2009 con un figura 2. Francia y Alemania tienen unas cifras
índice constante y bajo. Le sigue Portugal, que igua- muy superiores a la media europea y, en cambio,
la a España en 2007 y en 2008, pero la supera el las del resto son muy inferiores. La media euro-
2009 y el 2010. Estos dos últimos años la tasa de pea varía poco, solo decrece levemente en 2009.
Italia es la misma que la de Portugal, con un des- En Alemania la tasa de muerte por abuso de con-
censo importante del 2007 al 2008. sumo de alcohol es constante en este período, ex-
La media europea de muerte por accidente de cepto por una ligera disminución en 2009. En
transporte mengua de manera constante durante Francia, también es relativamente constante, con
estos años, así como cada uno de los países de la un reducido incremento en 2008, una disminución
muestra, lo cual queda detallado en la figura 2. La posterior el año siguiente y otro escaso incremento
tasa de Italia es prácticamente igual a la de la en 2010. Grecia e Italia se hallan en el extremo
media europea. Un poco superior es la de Portu- opuesto, con los índices de muerte por abuso de
gal, y con una gran diferencia la de Grecia, que consumo de alcohol más bajos entre estos países.
casi dobla a la española en 2007 y en 2008, y que En Grecia se produce una leve disminución en
supera el doble de la tasa española en 2009 y en 2009 y coincide con Italia en 2008, mantenién-
2010. La tasa menor entre estos países es la de dose constante hasta el 2010 –en la página del
Alemania –con una de las tasas de muerte por Eurostat no consta la tasa de Italia en 2007–. Con
accidente de tráfico más bajas de toda Europa en una tasa un poco superior y constante en este pe-
este período– seguida por Francia; y ambas, junto ríodo se encuentra España. La de Portugal es supe-
con España, por debajo de la media europea. rior al doble de la tasa española, que aumenta en
Podemos observar las diferencias entre países 2008 y vuelve a disminuir en 2009.

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Tasas de muerte por drogodependencia, por accidente de transporte, por abuso de consumo de alcohol y de mortalidad general. Por 100.000 habitantes
En la figura 2, también encontramos una ten- ropa en 2012, a pesar de que su índice de desem-
dencia a decrecer en la mortalidad total de Europa pleo en 2007 es superior al del resto de países es-
y de los países que aquí se analizan. En este caso tudiados. España, en cambio, es el país donde el
es Portugal el país que tiene una tasa de mortali- paro crece en una proporción mayor, con una di-
dad prácticamente igual a la media europea, mien- ferencia importante en lo referente al resto de paí-
tras que el resto de países se encuentran por ses estudiados hasta el año 2011, aunque en 2012
debajo de ambas. Alemania y Grecia tienen unas Grecia prácticamente muestra cifras similares. En
tasas un poco inferiores, mientras que España, a 2007 el índice de desempleo menor lo tiene Italia,
pesar de tener una tasa de mortalidad casi igual a que se mantiene por debajo de la media europea
la de Alemania en 2007, disminuye significativa- hasta el 2011, pero la supera el 2012. Francia tie-
mente a partir de este año, alcanzando valores muy ne unos valores muy similares a los de la media
similares a Italia y Francia, inferiores a la media europea, mientras que en Portugal la tasa de paro
europea. incrementa cada año en mayor proporción que la
La tasa de lo que se ha denominado “carencia media europea, llegando a ser el tercer país con
material grave” europea disminuye del 2007 al más paro a partir del 2010, después de España y
2009 y vuelve a aumentar hasta el 2011, pero sin Grecia.
llegar a alcanzar las cifras de 2007, lo cual queda La última variable analizada es el Producto In-
reflejado en la figura 3. Grecia sigue la misma evo- terior Bruto (PIB) per cápita en la variable deno-
lución, aunque con valores muy superiores, ocu- minada Unidad de Poder de Compra (PPS, siglas
pando el primer lugar entre las tasas de carencia en inglés), siendo la media del PIB europeo del
material grave de los países aquí analizados en 100, que se ve ligeramente superada por Italia y
este período –con un incremento espectacular en España hasta el año 2010, a pesar de que ambos
2012–. Le sigue Portugal con unos datos en ge- países pasan a tener un PIB inferior a esta media
neral ligeramente superiores a los de la media euro- a partir del 2011. Sin embargo, los países que sí
pea, a pesar de que el índice de carencia material que se encuentran muy por debajo de la media son
grave empieza a decrecer en 2009 y en 2011, lle- Grecia y Portugal –en especial este último– al
ga a ser inferior al europeo. Una diferencia si- que iguala Grecia a partir del 2011. El caso con-
milar con la media europea es la de Italia, pero trario es el de Alemania y Francia, cuyo PIB (de
con valores inferiores a la del continente. Su tasa manera opuesta a los otros países) aumenta a par-
de carencia material grave aumenta el 2008, dis- tir del 2009 y supera ampliamente al PIB euro-
minuye el 2009 y el 2010 y vuelve a aumentar el peo. Podemos observar estas diferencias en la
2011, año en que sí supera la media de Europa. figura 3.
Le siguen Francia y Alemania, con unos datos si-
milares entre sí e inferiores a los de Europa. Es- DISCUSIÓN
tos aumentan en Francia hasta el año 2010 y des-
pués disminuyen de nuevo, mientras que en Ale- Nuestros resultados muestran que no existe
mania aumentan en 2008, decrecen en 2009 y en una correlación clara entre el suicidio y los facto-
2010 y se incrementan una vez más el 2011. Por res socioeconómicos analizados en el caso de Es-
último, España tiene un índice de carencia mate- paña y Europa durante la actual crisis económica.
rial grave muy inferior a la media europea y por Diversos estudios han apuntado datos contradicto-
debajo del resto de países aquí mencionados: dis- rios en ese sentido. Recientemente se ha publi-
minuye en 2008, aumenta en 2009 y en 2010, y cado un trabajo de Chang, Stuckler, Yip y Gu-
vuelve a bajar ligeramente en 2011. nnell (2013), que sostiene que la crisis económica
La figura 3 nos muestra cómo la tasa europea ha resultado en un aumento de la tasa de suicidio
de desempleo aumenta del 2007 al 2012. La mis- entre la población masculina de los 27 países eu-
ma evolución es la que siguen todos los países ropeos en 2009. De igual modo, otro artículo pa-
que analizamos en este trabajo, menos Alemania rece sugerir que se ha producido un incremento de
que disminuye progresivamente desde 2007 hasta la tasa de suicidio española coincidiendo con el pe-
alcanzar una de las tasas de paro más bajas de Eu- ríodo de crisis económica (López Bernal, Gas -

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Tasa de carencia material grave, PIB per cápita en PPS y paro
parrini, Artundo y McKee, 2013). Sin embargo, puede tener connotaciones diferentes de un país a
los datos publicados por la Comisión Europea otro. Por ejemplo, a pesar de que Alemania es
(http://epp.eurostat.ec.europa.eu/portal/page/por- uno de los países europeos con menor tasa de de-
tal/eurostat/home/) muestran que en España dis- sempleo, la media de horas trabajadas ha dismi-
minuye la tasa total de suicidio en 2009, así co- nuido durante los últimos años (Eurofound, 2013).
mo la media europea el año 2010. A pesar de las limitaciones, la presente revi-
A pesar del aumento de las tasas de suicidio sión tiene como punto fuerte ser el primer trabajo
europeas, coincidiendo con el principio de la cri- que analiza la posible relación entre elementos
sis, su posterior disminución no mantiene corre- socioeconómicos y otros elementos habitualmen-
lación alguna con la evolución del contexto socioe- te relacionados con las tasas de suicidio de Europa,
conómico. Por lo tanto, podemos decir que no exis- entre los años 2007 y 2011. Nuestra conclusión
te un paralelismo entre el suicidio y el paro (que es que ninguno de dichos elementos está directa-
va en aumento) ni con la creciente carencia mate- mente relacionado con el suicidio en España ni en
rial grave (a excepción de lo años 2008 y 2009 en Europa, al menos durante los inicios de la actual
que la media europea disminuye) ni con el tímido crisis económica. En cualquier caso, tendremos que
aumento del salario mínimo y del presupuesto des- esperar los datos a partir del 2011 para tener una vi-
tinado a sanidad. sión adecuada.
En cuanto al resto de variables estudiadas no
parece que haya relación alguna con la tasa de sui- BIBLIOGRAFÍA
cidio, ni en Europa ni en España. En general, tam-
poco se observa ningún vínculo entre tasa de sui- 1. Ag erbo , E. (2007). High Income, Employment,
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C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 23


CUADERNOS DE
ARTÍCULO
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA

Alianza terapéutica, sintomatología y personalidad


según la teoría de Cloninger: estudio preliminar
Therapeutic alliance, symptoms and personality according to Cloninger’s
theory: preliminary study
Marina López-Ruiz1 y Joan Deus-Yela2
Recibido: 12/11/2013
Aceptado: 25/06/2014

Resumen

Antecedentes. La definición más aceptada de alianza terapéutica, realizada por Bodrin, se


caracteriza por acuerdo en los objetivos terapéuticos, asignación de tareas y desarrollo del vín-
culo terapeuta-paciente. Los instrumentos de evaluación más reconocidos son California
Psychotherapy Alliance Scales, la Vanderbilt Therapeutic Alliance Scale y el Working Alliance
Inventory. Numerosos estudios la relacionan con los resultados terapéuticos, variables del psi-
cólogo y paciente y trastornos de personalidad. Apenas se han realizado investigaciones sobre
personalidad normal. Este estudio pretende analizar la relación de la alianza terapéutica con la
personalidad no patológica y la sintomatología clínica. Método. Se administró el Inventario de
Alianza de Trabajo y Teoría del Cambio, Inventario de Temperamento y Carácter de Cloninger e
Inventario de 90 Síntomas-Revisado a 31 participantes. Resultados y Conclusiones. El perfil de
personalidad obtenido se relaciona con el nivel de alianza terapéutica. Todas las Dimensiones
de Personalidad se relacionan con la alianza terapéutica. No se halló conexión entre la grave-
dad de la sintomatología presente al inicio de la terapia, aunque sí con alguna de las subescalas
de síntomas. Esto resalta la importancia de la personalidad no patológica en cualquier proceso
terapéutico, ya que este depende en gran medida de un correcto establecimiento de la alianza
terapéutica.

Pal abras cl av e: Alianza terapéutica. Personalidad. WATOCI. TCI-R.

1
Psicóloga. Unitat Mòbil d’Intervenció Psicològica (UMIP). Fa-
cultad de Psicología. Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
2
Profesor titular. Departamento de Psicología Clínica. Universidad
Autónoma de Barcelona (UAB).
Co rres po ndenci a: Dra. Marina López Ruiz
Edifici B. Campus de la UAB
Despacho B5-b 053
08193 Bellaterra (Cerdanyola del Vallès)
marinalopezr@gmail.com

24 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


Summary

Background. Bordin’s definition is the most accepted for the therapeutic alliance. He defined
it as agreement on the goals of therapy, tasks and development of the bond between therapist
and patient. The most recognized inventories for evaluation are California Psychotherapy
Alliance Scales, Vanderbilt Therapeutic Alliance Scale and the Working Alliance Inventory.
Many studies relate therapeutic alliance with clinical outcome variables and psychologist’s and
patient’s variables, especially with personality disorders. There are few investigations about
normal personality. This study analyzes the importance of the therapeutic alliance in relation to
non-pathological personality traits as well as the clinical symptoms, at the onset of psychologi-
cal intervention. Method. A sample of 31 participants who were administered the Working
Alliance Inventory and Theory of Change, Temperament and Character Inventory of Cloninger
and Symptom Checklist-90-Revised. Results and Conclusions. The results suggest that the per-
sonality profile obtained is related to the therapeutic alliance’s level. In detail, all personality
dimensions are related, more or less, to the therapeutic alliance. No connection was found bet-
ween onset symptoms global severity, although it was found some connection with subscales of
symptoms. This highlights the importance of non-pathological personality in any therapeutic
process, as it depends heavily on proper establishment of the therapeutic alliance.

Key Wo rds : Therapeutic Alliance. personality. WATOCI. TCI-R.

El concepto de alianza terapéutica (AT) ha es- Los instrumentos de evaluación más utiliza-
tado definido por diversas corrientes psicológicas y dos y relevantes son las California Psychotherapy
autores con el propósito de operativizarlo. Freud, en Alliance Scales (CALPAS), las Penn Helping Alli-
The Dynamics of Transference (1912, en Corbella ance Scales, el Helping Alliance Questionaire II,
y Botella, 2003), señalaba la importancia de la re- la Therapeutic Alliance Scale, la Vanderbilt The-
lación analista-paciente, que nombró transferen- raputic Alliance Scale (VTAS), el Working Alliance
cia. Zetzel (1956, en Corbella y Botella, 2003) di- Inventory (WAI) y la Integrative Psychotherapeu-
ferenció los conceptos de transferencia y alianza, tic Alliance (Corbella y Botella, 2003). Elvins y
definiendo a esta última como la parte no neuró- Green (2008) consideran los instrumentos más exi-
tica de la relación. Rogers (2007) enfatizó en que en tosos el WAI, VTAS y la CALPAS. A raíz de su cuan-
el proceso de alianza debían encontrarse presentes tificación, el número de publicaciones aumentó.
conductas dirigidas al cambio, aceptación incondi- Se ha demostrado ampliamente la correlación
cional y empatía. significativa entre la AT y el nivel de mejora de
Bordin (1979), uno de los autores más relevan- la sintomatología en pacientes con diversas pato-
tes en AT, definió el concepto de modo que las logías (Barber, Connolly, Crits-Christoph, Gladis
principales corrientes psicológicas lo aceptaron. y Siqueland, 2000; Botella, Corbella et al., 2008;
Partió del concepto psicoanalítico y extrajo las Strunk, Brotman y DeRubeis, 2010). Se ha relacio-
características básicas de diversas intervenciones nado la alianza de trabajo (componente de la AT)
psicológicas (objetivos de la terapia; asignación (Horvath y Symonds, 1991) y el potencial predic-
de tareas; desarrollo del vínculo). Luborsky (1976, tivo (Howgego, Yelowlees, Owen, Meldrum y Dark,
en Horvath y Luborsky, 1993), otro autor notorio, 2003), llegándose a considerar como el mejor pre-
consideró que esta tiene carácter dinámico y defi- dictor de los resultados terapéuticos (Horvath y
nió dos tipos de AT, tipo 1 y tipo 2. Corbella y Bo- Bedi, 2002, en Gómez 2010). Además, presenta va-
tella (2003), dos autores nacionales relevantes, la lor terapéutico per se (Martin et al., 2000), inde-
definen como una construcción conjunta entre pa- pendientemente de la adherencia (métodos y técni-
ciente y terapeuta, donde expectativas, opiniones, cas) y la competencia terapéutica (habilidades)
trabajo conjunto, relación establecida y visión del (Webb, DeRubeis y Barber, 2010).
otro resultan relevantes. Lambert (1992, en Gómez 2010) halló que la re-

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lación terapéutica explica un 30 % de la mejoría En cuanto a la relación entre personalidad normal
del paciente (Webb et al., 2010) y en otros estu- y AT, los estudios son escasos. Coleman (2006) ana-
dios oscila entre el 36 % y el 57 % (Barber, Crits- liza la AT en función de los Cinco Grandes y conclu-
Christoph y Luborsky, 1992, en Horvath y Lubors- ye que los factores de Extraversión, Amabilidad y
ky, 1993; Gaston, Marmar, Thompson y Gallager, Apertura predisponen a una mejor AT. Variables
1991, en Corbella y Botella, 2003). como el sexo, edad o estatus socioeconómico no
En la AT son importantes terapeuta y pacien- se relacionan significativamente. En consecuen-
te. En cuanto al terapeuta, se han relacionado va- cia, el trabajo actual pretende investigar la rela-
riables como la empatía, calidez (Bachelor y Hor- ción entre los rasgos de temperamento y de carác-
vath, 1999, en Corbella y Botella, 2003), expe- ter que forman la personalidad, según el modelo
riencia (Dunkle y Friedlander, 1996, en Corbella de Cloninger, y el establecimiento de la AT, en el
y Botella, 2003) y habilidades sociales (Crowley, paciente. Además, relacionar la AT con la intensi-
2001, en Corbella y Botella, 2003) con una AT dad de la sintomatología clínica, presente al ini-
adecuada. Referente al paciente, la percepción de cio de la terapia.
empatía, aceptación, consideración positiva y con- Con el presente estudio se pretende:
gruencia predicen los resultados terapéuticos (Wat-
son y Geller, 2005, en Gómez 2010). Además, Objetivo general
Crowley (2001, en Cobella y Botella, 2003) des- Indagar sobre el posible nexo conector entre la
cubrió que la severidad de la sintomatología tiene personalidad no patológica y la instauración de la
un discreto impacto en la formación de la AT. Jo- AT entre terapeuta y paciente, y relacionar esta
hansson y Jansson (2010) correlacionaron la pun- última con la gravedad de la sintomatología al
tuación total de AT, medida con el Revised Help- inicio del tratamiento.
ing Alliance Questionnaire, con las puntuaciones del
índice de sufrimiento psicológico (GSI) y las sub- Objetivos específicos
escalas de síntomas, del Inventario Breve de Sín-
1. Analizar la relación entre el perfil tempera-
tomas (Derogatis, 1993), versión reducida del In-
mental (Pt) de personalidad (Apasionado, Aventu-
ventario de 90 Síntomas-Revisado (SCL-90-R de
rero, Sensitivo, Explosivo, Independiente, Metó-
González et al., 1989). En este estudio, se encon-
dico, Precavido y Fiable), resultante del TCI-R y
tró que, en sesiones iniciales de la terapia, no ha-
el nivel de AT, medido a través del WATOCI.
bía relación entre AT y GSI. Horvath y Luborsky
(1993) constataron que algunas variables intraper- 2. Determinar si existe relación entre las Di-
sonales (r =,30) e interpersonales (r =,32) presen- mensiones del TCI-R, de Temperamento y de Ca-
tan índices de correlación similares en referencia a rácter (Búsqueda de novedad, Evitación del riesgo,
la AT. Algunas de las variables que dificultan la Dependencia a la recompensa, Persistencia, Auto-
AT son la hostilidad y dominancia durante las se- dirección, Cooperación y Transcendencia) y el ni-
siones (Kiesler y Watkins, 1989, en Muran, Segal, vel de AT, medido a través del WATOCI.
Wallner y Crawford, 1994). 3. Evaluar la relación entre el nivel de AT, me-
Los estilos de afrontamiento como el Depen- dido a través del WATOCI, y la sintomatología clí-
diente y trastornos de personalidad (TP) se rela- nica y la gravedad del trastorno según el SCL-90-R.
cionan negativamente con la AT (Muran et al., Las hipótesis del estudio son:
1994). Un nivel elevado de perfeccionismo, en
1. Los Pt aventurero e independiente presenta-
pacientes depresivos, entorpece el desarrollo de la
rán niveles inferiores de AT, respecto al resto de
AT (Zuroff et al., 2000). Constantino et al., (2010)
perfiles.
muestran que pacientes con respuestas más amis-
tosas desarrollan una relación más fuerte que aque- 2. Los Pt metódico y evitativo obtendrán nive-
llos con respuestas más hostiles. Se ha relacio- les superiores de AT, respecto al resto de perfiles.
nado la presencia de un TP con peor estableci- 3. Las personas con puntuaciones elevadas en
miento de la AT, especialmente en los pacientes las Dimensiones de Dependencia a la recompensa
del Cluster A (Lingiardi, Filippucci y Baiocco, 2005). y Cooperación tendrán mayor nivel de AT.

26 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


4. Las personas con puntuaciones elevadas en pondiente a las 3 primeras subescalas) y puntua-
las dimensiones de Evitación del riesgo y ciones de las 4 subescalas que lo forman: (1) vín-
Autodirección obtendrán menor nivel de AT. culo (bond): lazo emocional y de confianza entre
5. Las personas con mayor sufrimiento psico- psicólogo y paciente; (2) objetivos (goals): acuer-
lógico (GSI), al inicio del tratamiento, presenta- do en referencia a los objetivos de la terapia psi-
rán un nivel de AT superior. cológica; (3) tareas (tasks): acuerdo en las tareas
necesarias para alcanzar los objetivos estableci-
dos; (4) teoría del cambio (theory of change): acuer-
MÉTODO do acerca del proceso de cambio, adjuntada por Dun-
can y Miller (1999, en Corbella y Botella, 2004).
Participantes
La versión española del WATOCI presenta una ade-
El número inicial de participantes fue de 128 cuada consistencia interna (! de Cronbach=,93).
pacientes ambulatorios, que acudieron a un centro SCL-90-R (Inventario de 90 Síntomas-Revisa-
médico de la localidad de Mataró. Los criterios de do) (González et al., 1989). Cuestionario auto-ad-
inclusión/exclusión fueron ser menor de edad, ministrado con 90 ítems sobre síntomas psiquiá-
presentar un estado psicopatológico, agitación tricos con 5 posibilidades de respuesta tipo Likert
y/o cuadro psicótico agudos. La muestra final de (0=nada; 1=un poco; 2=moderadamente; 3=bastan-
participantes es de 31 sujetos, 22 (71 %) muje- te; 4=mucho) que se engloban en 9 subescalas: so-
res, con edades comprendidas entre 18 y 52 años matización, obsesión-compulsión, sensibilidad in-
(x=33,35; SD=± 9,6). La mayoría tienen un ni- terpersonal, depresión, ansiedad, hostilidad, ansie-
vel académico de formación profesional (45,2 %), dad fóbica, ideación paranoide y psicoticismo. Es
seguido por universitarios (29 %), bachillerato de aplicación rápida y sensible a los cambios de
(12,9 %), estudios secundarios (9,7 %) y prima- estado del paciente, además usa vocabulario sim-
rios (3,2 %). Fueron informados de las caracterís- ple, comprensible para personas con un nivel mí-
ticas del estudio y firmaron un consentimiento nimo de comprensión lectora, cosa que aumenta la
escrito donde se permitía el acceso a la informa- validez de la evaluación. Presenta buenos índices
ción de cada una de las historias clínicas, instru- de fiabilidad test-retest y consistencia interna.
mentos de evaluación y resultados. Se determinó TCI-R (Inventario de Temperamento y Carác-
que el 19,4 % no presentaba diagnóstico, el 38,7 % ter de Cloninger-Revisado) (Gutiérrez et al., 2004).
Trastorno de ansiedad, el 3,2 % de Trastorno del Inventario de personalidad normal auto-adminis-
estado de ánimo, el 25,8 % de Trastorno adapta- trado con un total de 240 ítems a responder en
tivo, el 9,7 % de Trastorno somatomorfo y el 3,2 una escala tipo Likert de 5 puntos (1=completa-
% fue diagnosticado de Trastorno relacionado con mente falso; 2=casi seguro o probablemente fal-
sustancias. Los Pt obtenidos son: metódico (19,4 so; 3=ni cierto ni falso o igual de cierto que de
%), precavido (3,2 %), explosivo (35,5 %), sensi- falso; 4=casi seguro o probablemente verdadero;
tivo (25,8 %), apasionado (3,2 %), independiente 5=completamente verdadero). El conjunto de los
(3,2 %), aventurero (6,5 %) y fiable (3,2 %). ítems (5 de ellos de validez) mide 4 Dimensiones
de Temperamento (Búsqueda de Novedad-BN-, Evi-
Instrumentos de evaluación tación del Daño-ED-, Dependencia a la Recom-
WATOCI (Working Alliance Theory of Change pensa-DR- y Persistencia-P-) y 3 de Carácter (Auto-
Inventory) (Corbella y Botella, 2004). Versión de dirección-AD-, Cooperación-C- y Trascendencia-
lápiz y papel de la versión reducida del Inventario AT-), cada una con diversas subescalas. A partir de
de Alianza Terapéutica (WAI-S) desarrollado ori- las puntuaciones en las Dimensiones se obtiene
ginalmente por Horvath y Greenberg en 1989. un Pt de los 8 posibles (Apasionado, Sensitivo,
Consta de 17 ítems con 7 opciones de respuestas Aventurero, Explosivo, Fiable, Precavido, Indepen-
tipo Likert (1=nunca; 2=muy pocas veces; 3=en diente y Metódico). En el presente estudio se ha
ocasiones; 4=punto medio; 5=bastante a menudo; utilizado la versión española, la cual presenta pro-
6=casi siempre; 7=siempre). Se obtienen la pun- piedades psicométricas adecuadas tras la valida-
tuación total, la puntuación del WAI-S (corres- ción en población general española.

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 27


Procedimiento el estudio de la relación entre el WATOCI (subes-
calas y total) y las Dimensiones (totales y parcia-
Tras la primera entrevista clínica con el psi- les) del TCI-R y el SCL-90-R (GSI y subesca-
cólogo del centro, se determina el plan de evalua- las). Mediante regresión lineal se analizó el peso
ción psicológica correspondiente a la problemá- de la relación entre las puntuaciones del WATOCI
tica del paciente. En la segunda sesión, se com- (subescalas y total) y las Dimensiones del TCI-R
prueba la ausencia de los criterios de exclusión y subescalas del SCL-90-R y GSI.
establecidos. Si no cumple dichos criterios, es
informado oralmente de la posibilidad de formar
parte del estudio y, si acepta, se le ofrece la expli- RESULTADOS
cación en formato escrito donde se precisa su fir- En referencia a la relación entre el Pt (metó-
ma a modo de consentimiento. Posteriormente, dico, explosivo y sensitivo) y la puntuación total
se incluyen, en el plan de evaluación de cada pa- del WATOCI se ha obtenido un valor significa-
ciente, los instrumentos que forman el protocolo tivo de Chi cuadrado de 16,29 (p=,023), con ausen-
establecido. La atención en todas las sesiones se cia de significación estadística en el resto de sub-
caracteriza por buenas condiciones de ilumina- escalas del WATOCI. Destaca la tendencia a la sig-
ción, temperatura, ausencia de interrupciones y en nificación entre el Pt y la subescala Teoría del
presencia del psicólogo para resolver posibles du- Cambio ("2=13,85; p=,054). En la Tabla 1 se
das. Primero se administra el SCL-90-R y poste- indican las medias y desviaciones estándar obteni-
riormente el WATOCI y el TCI-R, sin seguir nin- das en el WATOCI y subescalas, donde destacan
gún criterio. Cada sesión de evaluación duró una medias superiores en los sujetos del grupo metó-
hora en todas las ocasiones y sujetos. El número dico-sensitivo, con diferencias significativas en la
total de sesiones de evaluación oscila entre dos y subescala Vínculo y WATOCI.
seis, variando en función de las características del En la Tabla 2 se presentan las correlaciones sig-
sujeto, motivo de consulta y plan de evaluación nificativas entre las Dimensiones de Temperamento
psicológica. Finalmente, tras la entrevista clínica (totales, de cada dimensión, y parciales, de las sub-
inicial y las sesiones de evaluación, se llega a un escalas de las dimensiones), donde se aprecian los
diagnóstico psicológico. numerosos nexos entre las variables de personali-
dad y la AT, obteniéndose coeficientes medios. En
Análisis estadístico
la Tabla 3 se muestran los coeficientes de correla-
Los datos fueron analizados mediante el pro- ción, significativos y de valor medio, entre las Di-
grama SPSS V.19.0. Se realizó un análisis des- mensiones de Carácter y la AT, predominante-
criptivo de las variables sociodemográficas y clí- mente con la subescala Vínculo. En las correla-
nicas. El análisis entre el Pt y el WATOCI (sub- ciones entre el GSI y subescalas del SCL-90-R,
escalas y total) se efectuó con la prueba no pa- se obtiene significación (p<,05) entre Sensibili -
ramétrica de Kruskal-Wallis. Con la prueba T se dad Interpersonal y Tareas (r=-,42) y WAI (r=-,39),
analizaron las puntuaciones medias y desviacio- y entre Hostilidad y WAI (r=-,45). En la Tabla 4
nes estándar en AT, de los Pt con más de un su- se reflejan los resultados obtenidos después del
jeto, es decir, Pt metódico, explosivo y sensiti - análisis de regresión entre las Dimensiones de
vo. El Pt sensitivo se caracteriza por puntuacio- Temperamento y Carácter, sintomatología y la AT,
nes altas en BN y ED. Según diversos estudios realizados después de analizar los coeficientes de
(Bayón, 1996; Fossati, 1996; Goldman, 1994; correlación. Además de los datos de la Tabla 4,
Ball, 1997; de la Rie, 1998 en Guriérrez et al., cabe destacar la existencia de tendencia a la signi-
2004), puntuaciones altas en BN correlacionan ficación entre la subescala Teoría del Cambio del
con el Cluster B (no empático) y puntuaciones al- WATOCI y la Dimensión de Temperamento de
tas en ED con el Cluster C (ansioso). Así, se com- BN (R 2=,476; R 2 corregida=,317; t=-,18; ß=,35;
para el tándem Pt metódico-sensitivo con el Pt IC95 %=-,013-,251; p=,075), la Dimensión de
explosivo y el Pt metódico con Pt explosivo-sen- Carácter de AD (R 2=,476; R 2 corregida=,317; t=
sitivo. Se utilizó la correlación de Spearman para 1,763; ß=,486; IC95 %=-,015-,192; p=,091) y la

28 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


Tabl a 1
Medi as , des v i aci o nes es tándar y s i g ni fi caci ó n de l o s g rupo s ans i o s o y no empáti co
TCI-R
x (SD) n=2 5
WATOCI Pt metó di co -s ens i ti v o Pt ex pl o s i v o p

Tareas 23,5 (3,96) 21,80 (2,74) ,255


Ví ncul o 22,29 (2,61) 19,30 (4) ,037*
Metas 23,36 (4,18) 22 (3,8) ,425
Teo rí a del cambi o 29,64 (4,48) 26,7 (3,68) ,105
WAI 69,14 (9) 63,1 (9,46) ,126
To tal 98,79 (13,03) 86,8 (8,47) ,019*

Nota. WATOCI: Working Alliance Theory of Change Inventory; WAI: Working Alliance Inventory; TCI-R:
Inventario de Temperamento y Carácter de Cloninger; Pt: perfil temperamental. *p<.05.

Tabl a 2
Co efi ci entes de co rrel aci ó n entre Di mens i o nes de Temperamento del TCI-R y s ubes cal as y
puntuaci o nes del WATOCI y s ubes cal as

Tareas Vínculo Metas Teoría WAI WATOCI


del cambio
Di mens i o nes
Temperamento
Búsqueda Novedad
Impulsividad -,38*
Evitación Daño -,38*
Dependencia Recompensa ,45** ,44** ,40* ,54* ,47** ,53**
Calidez ,51** ,39*
Vinculación ,42* ,42* ,36* ,48** ,45* ,41*
Persistencia
Fortaleza en el trabajo ,40* ,38*
Perfeccionismo ,42*
Nota. *p<,05; **p<,01.

subescala Ansiedad Fóbica del SCL-90-R el paciente. Más detalladamente, también se ha


(R 2=,372; R 2 corregida=,019; t=-2,01; ß=-,682; certificado la relación entre las puntuaciones en
IC95 %=-,414-,011; p=,062) y entre la puntua- AT y las Dimensiones de la personalidad según
ción total del WATOCI y la subescala Ansiedad Cloninger. Además, se ha relacionado la presencia
Fóbica del SCL-90-R (R 2=,423; R 2 corregida= de sintomatología psicopatológica, al inicio de la
,098; t=-1,893; ß=-,616; IC95 %=-1,23-,069; intervención terapéutica, con la AT.
p=,077). Tal y como revela Coleman (2006), la inter-
pretación de los resultados obtenidos muestra la
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES importancia que tiene la personalidad no patoló-
gica sobre un buen establecimiento de la AT.
En el presente estudió se ha verificado que el Pese a corroborar la interdependencia de estas va-
Pt está relacionado con el nivel de AT que reporta riables, no se puede comentar detalladamente ya

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 29


Tabl a 3
Co efi ci entes de co rrel aci ó n entre Di mens i o nes de Carácter del TCI-R y s ubes cal as y
puntuaci o nes del WATOCI y s ubes cal as

Tareas Vínculo Metas Teoría del cambio WAI WATOCI


Di mens i o nes Carácter
Autodirección ,36* ,41* ,40*
Determinación ,36* ,37*
Cooperación ,42* ,53** ,37*
Aceptación social ,36* ,41* ,37*
Empatía ,40*
Tendencia a ayudar ,47**
Compasión ,40* ,38*
Principios ,41*
Trascendencia
Aceptación espiritual -,40* -,39*

Nota. *p<,05; **p<,01.

Tabl a 4
Anál i s i s de reg res i ó n entre di mens i o nes del TCI-R y s ubes cal as del SCL-9 0 -R y l a al i anza
terapéuti ca

VD R2 R2 co rreg i da t ß IC 9 5 %
Di mens i o nes de Temperamento - PD DR
WATOCI ,335 ,133 2,164* ,506 ,021-,927
Subes cal as SCL-9 0 -R - Ans
WATOCI ,423 ,098 2,357* 1,245 ,174-3,28
Tareas ,441 ,127 2,502* 1,3 ,07-,849
Teo rí a del cambi o ,372 ,019 2,56* 1,411 ,105-1,122
WAI ,407 ,074 2,241 1,206 ,065-2,347
Nota. Solo se muestran los datos con significación estadística. VD: variable dependiente; WATOCI: puntuación
total en Working Alliance Theory of Change Inventory; PD RD: puntuación directa en Dependencia a la
Recompensa; WAI: puntuación en subescala Working Alliance Inventory; Ans: puntuación en subescala
Ansiedad; TCI-R: Inventario de Temperamento y Carácter de Cloninger; SCL-90-R: Inventario de 90 Síntomas
Revisado. *p<,05.

que Coleman utiliza la teoría factorial de los Big puntuación en BN tengan niveles inferiores en
Five y el presente estudio se basa en la teoría psi- AT, ya que en la correlación entre Pt metódico y
cobiológica de Cloninger. Pt explosivo-sensitivo no se obtuvo significa-
Las diferencias de las puntuaciones medias en ción.
AT entre el grupo Pt metódico-sensitivo y Pt En referencia a las Dimensiones de Tempera-
explosivo confirman esta relación. Se podría ex- mento, un inconveniente para la AT (subescala
traer que los Pt caracterizados por puntuaciones Vínculo) es la elevación en la subescala Impul-
elevadas en ED serían los que más AT presenta- sividad de BN. Las puntuaciones obtenidas en la
rían. Esto no implica que aquellos con mayor Dimensión DR son relevantes para el buen esta-

30 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


blecimiento de la AT, tal y como se preestableció pensar que personas con mayor aceptación de fe-
en una de las hipótesis del estudio, tanto en la nómenos espirituales y menor aceptación del empi-
puntuación total como en las parciales, llegando rismo objetivo no considerará tan adecuado el es-
a explicar hasta el 33,5 % de la varianza. Constan- tablecimiento de tareas o el proceso de cambio de
tino et al. (2010) hallaron que los pacientes con forma pautada desde el exterior.
niveles superiores en AT muestran respuestas más En cuanto al índice GSI que mide el malestar
amistosas. Esta conducta podría ser la expresión psicológico, no se ha obtenido evidencia de rela-
de una persona que depende de las recompensas ción con la AT. Este hallazgo concuerda con Jo-
externas; es decir, con puntuaciones elevadas en hansson y Jansson (2010) que refieren que al ini-
la Dimensión DR, caracterizada por conductas de cio de la terapia no se encuentra relación entre
acercamiento, apego, afiliación social, calidez y AT y gravedad de la sintomatología. Un aspecto
vinculación. Contrariamente, Muran et al. (1994) novedoso del presente estudio, no encontrado en
encuentran que el estilo de afrontamiento Depen- la literatura consultada, es que la subescala Sen-
diente dificulta la AT. Pese a que la definición de sibilidad Interpersonal se relaciona negativamente
estos dos términos relacionados con la dependen- con Tareas y WAI, igual que Hostilidad y WAI,
cia es parecida, los modelos teóricos en que se fun- confirmando que estados hostiles dificultan la AT
damentan el TCI-R y el MCMI son dispares, co- (Kiesler y Watkins, 1989, en Muran et al., 1994).
sa que podría explicar esta discrepancia. En la Di- Además, existe relación entre la subescala Ansie-
mensión P las subescalas más relevantes que dad y las subescalas de Tareas, Teoría del cambio,
favorecen el vínculo y la predisposición al cam- WAI y puntuación total del WATOCI. Esto se po-
bio son Fortaleza en el trabajo y Perfeccionismo. dría explicar por la preocupación excesiva y suges-
Blatt et al. (1995, en Corbella y Botella, 2003) tionabilidad características de personas ansiosas.
encuentran lo contrario, que ser perfeccionista di- Una limitación de las más relevantes es el ta-
ficulta los resultados terapéuticos e indirectamente maño reducido de la muestra, por lo que la poten-
la AT. Podría ser que la definición de perfeccio- cia del análisis estadístico se ve mermada y se
nismo, en el marco de la persistencia y de los ras- aumenta el riesgo de no descubrir el posible efec-
gos de personalidad normal, tuviera connotación to de unas variables con otras, así como el impe-
positiva y no negativa como en psicopatología. dimento de no poder realizar un análisis para eva-
En las Dimensiones de Carácter, la relación en- luar la relación entre la AT y cada uno de los Pt
tre Teoría del Cambio (acuerdo acerca del proceso posibles del TCI-R. El hecho de no haber utili-
de cambio) y AD (capacidad para controlar, regu- zado el azar para seleccionar la muestra y de tener
lar y adaptar su conducta en función de la situa- un solo grupo de sujetos imposibilita la compa-
ción y de las metas y valores propios) hace ver ración intergrupal, como mujeres versus hombres
la correspondencia con algunas de las subescalas o entre diferentes trastornos mentales, y dificulta
del WATOCI, aunque no con su puntuación total, el control de variables extrañas. Finalmente, resal-
tal y como se propone en otra de las hipótesis. tar que no se han analizado las características que
Otra hipótesis confirmada es la que relaciona la conciernen al terapeuta, aunque se ha demostrado
Dimensión de C y varias de sus subescalas con cuán de importante es su papel en el establecimien-
todas la subescalas del WATOCI, excepto Metas. to de la AT (Bachelor y Horvath, 1999; Dunkle y
Una idea similar es la reflejada por Constantino Friedlander, 1996; Crowley, 2001, todos en Cor-
et al. (2010) quienes concluyeron que, en pacien- bella y Botella, 2003; Watson y Geller, 2005, en
tes depresivos, aquellos que mostraban mejor AT Gómez 2010).
eran los que se caracterizaban por un estilo aso- Pese a que el estudio ofrece evidencias preli-
ciativo, es decir, con facilidad para crear vínculos, minares, teniendo en cuenta que la AT se ha con-
mostrarse amistosos y no oposicionistas. Estas ca- siderado el mejor predictor de los resultados tera-
racterísticas también se encuentran en la Dimen- péuticos (Horvath y Bedi,b2002, en Gómez, 2010)
sión C. Finalmente, la subescala Aceptación espi- y que presenta valor terapéutico por sí misma
ritual de la Dimensión AT correlaciona negativa- (Martin et al., 2000), entre otras evidencias, es in-
mente con Tareas y Teoría del cambio. Se podría negable el potencial terapéutico que tendría saber

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 31


qué Pt presenta más dificultades en crear una bue- 4. Co l eman, D. (2006). Client Personality, Wor-
na AT, para poder enfatizar en los aspectos más king Alliance and Outcome: A Pilot Study. So -
relevantes y favorecer los resultados del tratamien- cial Work In Mental Health, 4 (4): 83-98. doi:
to psicológico en dichos pacientes. Igualmente, 10.1300/J200v04n04_06.
5. Constantino, M. J. , Schwaiger, E. M. , Smith,
para ensalzar las características de los Pt más pro-
J. Z. , DeGeo rg e, J. , Rav i tz, P. , McBri de, C.
pensos al buen establecimiento de la AT. Así, se y Zuro ff, D. C. (2010). Patient interpersonal im-
puede extrapolar esta conclusión del Pt a las di- pacts and the early therapeutic alliance in interper-
versas Dimensiones de Personalidad. Al conocer- sonal therapy for depression. Psychotherapy Theo-
se qué Dimensiones favorecen un mejor nivel de ry, Research, Prectice, Training, 47 (3): 418-424.
AT se puede proceder con más precisión durante 6. Co rbel l a, S. y Bo tel l a, L. (2004). Psychome-
el proceso terapéutico. Destaca la posibilidad de tric properties of the Spanish version of the Wor-
obtener una medida del nivel de AT de forma indi- king Alliance Theory of Change Inventory (WA-
recta, sin tener que dilatar el proceso de evalua- TOCI). Psicothema, 16 (4): 702-705.
7. Co rbel l a, S. y Bo tel l a, L. (2003). La alian -
ción psicológica diagnóstico-terapéutica. Esta me-
za terapéutica: historia, investigación y evalua-
dida indirecta también tendría importancia en el ción. Anales de Psicología, 19 (2): 205-221.
pronóstico de los resultados terapéuticos y aban- 8. Cri ts -Chri s to ph, P. , Co nno l l y, M. B. y Hea-
donos en la terapia (Horvath y Simonds, 1991; Ko- ro n B. (2006). Does the alliance cause good out-
kotovic y Tracey, 1990; Plotnicov, 1990 en Hor- come? Recommendations for future research on
vath y Luborsky, 1993), así como durante todo el the alliance. Psychotherapy Theory, Research,
proceso. Prectice, Training, 43 (3): 280-285.
En investigaciones futuras se debería incidir en 9. El v i ns , R. y Green, J. (2008). The conceptua-
la obtención de muestras de mayor tamaño, for- lization and measurement of therapeutic allian -
mación de grupos para su posterior comparación, ce: an empirical reviwe. Clinical Psychology Re-
view, 28: 1167-1187.
y en las características del terapeuta y las interac-
10. Gó mez, B. (2010). La relación terapéutica en tera-
ciones de este con los pacientes. También sería po- pia cognitiva. Revista de la Asociación de Psicote-
sitivo determinar los pasos a seguir o estrategias rapia de la República de Argentina, año III, 1: 1-21.
a usar para magnificar la AT, especialmente en 11. Go nzál ez, J. L. , Dero g ati s , L. R. , de l as Cue-
aquellos pacientes con niveles bajos, personali- v as , C. , Graci a, R. , Ro drí g uez-Pul i do , F. ,
zando todo el proceso de intervención psicológica Henry -Benítez, M. y Mo nterrey, A. L. (1989).
al individuo objeto de atención, por ejemplo con The spanish version of the SCL-90-R. Norma-
biblioterapia y técnicas de autoayuda como seña- tive data in the general population. Clinical Psy -
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32 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


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C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 33


CUADERNOS DE
PSICOSOMÁTICA INFANTO-JUVENIL
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA

Factores psicosociales de la obesidad infantil: una


revisión teórica
Psychosocial factors in childhood obesity: a theoretical review
Itzel O. Aguilar Ibáñez, Xóchitl López Aguilar y Juan Manuel Mancilla Díaz
Recibido: 14/04/2014
Aceptado: 26/06/2014

Resumen

Se ha documentado que la población infantil con obesidad presenta una importante proble-
mática psicológica y es objeto de estigmatización social. Por tal motivo, el objetivo de este estu-
dio fue hacer una revisión sistemática de algunas investigaciones en las cuales se evaluó la obe-
sidad y el sobrepeso relacionados con la estigmatización social, la imagen corporal y la autoes-
tima de los niños. Para lograr tal objetivo, se realizó una búsqueda de artículos en las bases de
datos EBSCO Host, Biblioteca Virtual en Salud, Ovid, PubMed y Science Direct, estableciendo
ciertos criterios de inclusión y exclusión. Fueron analizados 24 artículos. Se encontró que las
siluetas muy delgadas y gruesas son más estigmatizadas, sobre todo por las niñas; igualmente,
la población obesa y con sobrepeso presentó mayor insatisfacción corporal y menor autoestima.
Sin embargo, existieron resultados poco claros en los que se sugiere realizar mayor investiga-
ción con relación a los tres factores y conocer si existe alguna relación entre ellos.

Pal abras cl av e: Obesidad infantil. Estigmatización social. Autoestima. Imagen corporal.

Summary

An important psychological and social stigmatization problematic has been documented in


children with obesity. Therefore a systematic review in where obesity and overweight are related
to social stigma, body image and self-esteem in children was performed. It was conducted
through EBSCO Host, Biblioteca Virtual en Salud, Ovid, PubMed and Science Direct databases.
24 articles were analyzed considering certain inclusion and exclusion criteria. It was found that

Proyecto de Investigación en Nutrición, Facultad de Estudios Superiores


Iztacala, UNAM.
Co rres po ndenci a: Dres. Itzel O. Aguilar Ibáñez - Xóchitl López Aguilar
Retorno 24 de Fray Servando, No. 30- 8. Col. Jardín Balbuena
Delegación V. Carranza
CP. 15900, México, D.F.
Correo electrónico: ichel_2507@hotmail.com
Av. De los Barrios No. 1, Los Reyes Iztacala, Tlalnepantla
Edo. México, México, C.P. 54090
Correo electrónico: xochitll@unam.mx

34 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


girls are those who stigmatize mostly very thin and thick silhouettes and that a higher body dis-
satisfaction and lower self-esteem was present in overweight and obese population. However,
there were mixed results so further research is suggested.

Key wo rds : Childhood obesity. Social stigmatization. Self-esteem. Body dissatisfaction.

INTRODUCCIÓN 17.4 % mientras que las niñas muestran un 11.8 %.


Del mismo modo, la prevalencia de sobrepeso en
En la actualidad, la obesidad y el sobrepeso han los niños fue de 19.5 % y en las niñas fue de
sido temas alarmantes en los países en desarrollo 20.2 %. Se puede notar que los varones son los
debido a los altos índices de personas que los pa- más afectados por la obesidad, mientras que en el
decen. La obesidad se define como la “acumula- sobrepeso se ven más afectadas las mujeres.
ción excesiva del tejido adiposo que se traduce en Haciendo una comparación entre la ENSANUT
un aumento del tejido corporal” (Toro, 1996, pág. 2006 y la ENSANUT 2012, la prevalencia de obe-
162), y se presenta cuando la ingesta calórica de sidad y sobrepeso infantil en la primera encuesta
un individuo es mayor a su gasto energético (Días fue de 37.4 % en los varones y 32.3 % en las mu-
& Enríquez, 2007). jeres; mientras que las cifras de la segunda encuesta
Para diferenciar la obesidad y el sobrepeso, la fueron de 36.95 % en los varones y el 32.3 % en
Organización Mundial de la Salud (2012) sugiere las mujeres; si bien es cierto que las cifras siguen
el empleo del Índice de Masa Corporal (IMC), el siendo altas, los datos revelan que dicha prevalencia
cual se calcula dividiendo el peso (en kilos) por la hacia la obesidad y sobrepeso se ha mantenido
estatura (en metros al cuadrado). Si el IMC es igual durante ese periodo.
o superior a 25, indica sobrepeso; y si el IMC es De tal manera que los profesionales de la sa-
igual o superior a 30 se habla de obesidad. La obe- lud se han dado a la tarea de estudiar los factores
sidad y el sobrepeso suelen tomarse en ocasiones (genéticos, ambientales y conductuales, entre otros)
como sinónimos erróneamente, y no lo son, pues- y las consecuencias (físicas, psicológicas y socia-
to que la obesidad está asociada con algunas enfer- les) que traen consigo la obesidad en la población
medades de alto riesgo para la salud, como la hi- infantil. Estas consecuencias son de suma impor-
pertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, enfer- tancia para el tratamiento de los niños, ya que afec-
medades cardiovasculares, cáncer, síndrome de apnea tan su calidad de vida incluso en edades posterio-
obstructiva del sueño, artrosis y algunos proble- res, como es el caso de las consecuencias psicoló-
mas cutáneos. gicas y sociales en las cuales nos enfocaremos en este
En población infantil, los indicadores para con- trabajo.
siderar al sobrepeso y la obesidad están medidos Con respecto a las consecuencias psicológicas,
por percentiles tomando en cuenta la edad y el sexo. se ha documentado que los niños con obesidad o
Los rangos del IMC pueden variar dependiendo de sobrepeso sufren diversos tipos de problemas emo-
algunos autores o instituciones, pero la mayoría cionales; los más comunes son la baja autoesti-
de ellos concuerda con los Centros para Control y ma, depresión, insatisfacción corporal o poca ima-
Prevención de Enfermedades (CDC; Fried et al. gen de su cuerpo, ansiedad y dificultad de relacionar-
2011) clasifican el sobrepeso del percentil 85 al se con los otros.
94 y la obesidad igual o mayor al percentil 95. Díaz y Enríquez (2007) mencionan que las con-
En los últimos años la población infantil se ha secuencias de la obesidad infantil pueden ser: la
visto afectada por esta condición médica dado que depresión, el deterioro en su autoestima y autocon-
las tasas de este fenómeno se incrementaron sig- cepto, y la ansiedad. Otros autores agregan a estas
nificativamente. De acuerdo a la ENSANUT 2012, la fobia simple, trastornos alimenticios, dificul-
la prevalencia de obesidad en los niños es del tad en la interacción social, sentimientos más pe-

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 35


simistas, problemas de conducta, disminución de la niños en silla de ruedas, con muletas y con una ma-
expresividad afectiva, autoagresión, etc. (como se ci- no amputada o desfiguración facial.
ta en Barriga & Ferreyra, 2011). Al respecto, Baile De igual manera, Maddox y Liederman (como
y González (2011) documentaron en una encuesta se cita en Toro, 2004) ilustran el rechazo de mé-
realizada a niños de 6 a 11 años, en donde el exce- dicos y estudiantes de medicina hacia las personas
so de peso estaba asociado con mayores niveles obesas, caracterizándolos o etiquetándolos como
de ansiedad generalizada, trastornos de conducta estúpidos, fracasados, débiles, perezosos, desagrada-
informados por los padres, problemas emociona- bles, infelices, con poca fuerza de voluntad, feos y
les y dificultades con los compañeros. torpes.
Por otro lado, las influencias socioculturales
en la obesidad infantil son de suma importancia, Imagen corporal
ya que estas son las que pueden aumentar o dis- La imagen corporal es definida por Baile (co-
minuir dichas consecuencias psicológicas y socia- mo se cita en Pallares & Baile, 2012) como un
les en los niños. Esto es debido a que, en las últi- constructo psicológico complejo, que hace refe-
mas décadas, la interiorización de un modelo del- rencia a la manera en que la autopercepción o apa-
gado se ha manejado como la figura ideal dentro riencia del cuerpo genera una representación men-
de diversas culturas; la misma que denota caracte- tal, compuesta de tres elementos que son: percep-
rísticas positivas como belleza, éxito social y es- ción, cognición/afecto y la conducta. Es decir, la
tatus económico alto, entre otras. En cambio, la imagen corporal es una representación subjetiva
obesidad se ha visto como algo “malo” que atri- que la persona tiene hacia su cuerpo y donde inte-
buye características negativas socialmente; de las ractúan los sentimientos, valoraciones, actitudes y
cuales en este trabajo se retomarán tres factores conductas hacia sí mismo.
importantes, como lo son la estigmatización so- De la misma forma, debemos tomar en cuenta
cial de los niños obesos o con sobrepeso, la que la imagen corporal está determinada por los
imagen corporal/insatisfacción corporal y auto- estándares sociales, que actualmente se ven muy
estima. marcados en las sociedades occidentales como un
culto a la delgadez y un rechazo hacia los cuerpos
Estigmatización social y discriminación con exceso de peso. Hablamos, entonces, de que si
Punl y Brownell (2003) definen que una perso- una persona no cumple con los rangos de peso es-
na estigmatizada posee “algún atributo o caracte- tablecidos por la sociedad llega a ser discriminada
rística, que transmite una identidad social que se y estigmatizada. En el caso de los niños pueden
devaluó en un contexto social particular”, las mis- desarrollar una actitud positiva hacia este tamaño
mas a las que se les atribuyen etiquetas negativas corporal ideal, y una actitud negativa hacia un ta-
y se enfrentan frecuentemente a los efectos de la maño corporal con sobrepeso. Estas actitudes nega-
discriminación y los prejuicios. tivas (como burlas o bromas relacionadas con el
La estigmatización es muy constante en la vi- peso) que sufren los niños con obesidad se vuel-
da de los niños obesos y con sobrepeso, ya que es- ven experiencias que predicen los trastornos ali-
ta se presenta sobre todo con sus compañeros de mentarios y la insatisfacción corporal (Jansen et
clase y/o amigos. Se ha documentado la discrimi- al. 2007; Margulies, Floyd & Hojnoski, 2008).
nación y los prejuicios hacia los niños obesos, Esta última se define como “el malestar produ-
los cuales han encontrado que se le atribuyen cua- cido por la percepción de la imagen corporal”, y
lidades negativas como: estúpido, feo, triste, pere- es consecuencia de la discrepancia entre el cuer-
zoso y con pocos amigos, en comparación con ni- po percibido y el cuerpo ideal (Toro, 2004, pág.
ños de peso normal o delgado (Punl & Brownell, 181).
2003). Al respecto, Latner y Stunkard (como se Un estudio que ejemplifica dicha insatisfac-
cita en Lawrence, 2010); Richardson, Goodman, ción corporal es la realizada por Williamson y
Hastorf, y Dornbusch (como se cita en Lawrence, Delin (como se cita en Toro, 2004), quienes encon-
2010) mencionan que los niños obesos son me- traron que los niños de 10 años de edad mostraron
nos elegidos como amigos en comparación con diferencias altamente significativas entre el volu-

36 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


men del cuerpo ideal y el que percibían, estas di- de datos de EBSCO Host, Biblioteca Virtual en
ferencias fueron más notables en el grupo de las Salud (Lilacs y MedLine), Ovid, PubMed y Scien-
niñas. ce Direct. Dicha búsqueda se implementó con ba-
se en las palabras clave: childhood obesity, over-
Autoestima y autopercepción weight children, social stigma, peers discrimina-
Debido a la estigmatización y la discrimina- tion, social influences, body image dissatisfaction,
ción que sufren los niños con sobrepeso u obesi- body image, psychosocial influences y self-esteem,
dad, el bienestar psicológico y emocional se ve haciendo diferentes combinaciones. El periodo del
afectado negativamente, disminuyendo sus nive- cual se incluyeron los artículos fue del 2003 al
les de autopercepción y autoestima. Phillips y Hill 2013.
(como se cita en McCullough, Muldoon & Demps- Del mismo modo, los criterios que se tomaron
ter, 2008) mencionan que el tener una autoestima en cuenta para la selección de artículos fueron los
más baja y una alteración de la auto-percepción siguientes:
puede dar lugar a una situación en la que los ni-
ños carecen de los recursos psicológicos disponi- Criterios de inclusión
bles, que son esenciales para la participación en Todos los artículos que relacionaran la obesidad
promoción de comportamientos saludables para o sobrepeso infantil con la estigmatización social,
reducir la obesidad y mejorar el bienestar. autoestima o imagen corporal.
Por otra parte, y retomando estos aspectos psi- a) Mismos que hubieran sido publicados entre
cológicos y sociales que influyen en el bienestar los años antes mencionados; y
de los niños con obesidad y sobrepeso, es necesa-
rio mencionar que existen diversas investigacio- b) Que la población de los artículos estuviera
nes acerca de la imagen corporal en niños y ado- en un rango de 5 a 13 años de edad.
lescentes; sin embargo, sería importante tomar en
Criterios de exclusión
cuenta la relación que este área tiene con la estig-
matización y la autoestima de los niños, ya que a) Todos aquellos artículos que no se relacio-
como lo menciona Moreno (citado en Ocampo & naran con obesidad o sobrepeso infantil y estig-
Pérez, 2010, pág. 326) “se da escasa importancia matización social, autoestima o imagen corporal.
a los factores emocionales y sociales que acompa- b) No hubieran sido publicados dentro del perio-
ñan a la obesidad”, sugiriendo que se tomen en do 2003 al 2013.
cuenta para realizar los programas de prevención c) El idioma en el que estuvieran redactados
y/o tratamiento y así poder llegar a mejores resul- sea diferente al inglés o español; y
tados que beneficiarían a la calidad de vida de los
niños. d) Artículos que no fueran empíricos.
Por lo cual, el objetivo de dicho artículo es ha- El análisis de los artículos se realizó de manera
cer una revisión sistemática de algunas investiga- separada para cada una de las áreas: Estigmatiza-
ciones en las cuales se evaluó la obesidad y el ción social, autoestima e imagen corporal. En di-
sobrepeso relacionados con la estigmatización so- chas áreas se evaluó la edad de la población, el
cial, la imagen corporal y la autoestima de los ni- objetivo principal del estudio y los resultados del
ños, con el fin de crear mayor interés en los pro- mismo.
fesionales de la salud y aportar datos para realizar
futuras investigaciones. RESULTADOS
De acuerdo a la revisión de los artículos sobre
MÉTODO obesidad y sobrepeso infantil se encontraron 24
artículos, los cuales cumplían con los criterios de
Muestra
selección para dicha investigación. La mayoría de
Se realizó una búsqueda de artículos, del 4 de estos artículos se encontraron en las categorías de
octubre al 13 de noviembre de 2013, en las bases estigmatización social y discriminación (nueve ar-

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tículos), e imagen corporal (catorce artículos); si- tes más jóvenes rechazaron las imágenes de niños
guiendo por la categoría de autoestima y autoper- obesos y los más grandes rechazaron las imáge-
cepción (ocho artículos) De tal manera, se anali- nes de niños delgados (Solbes & Enesco, 2010).
zarán las categorías de forma separada para una Respecto al género, se identificó una diferen-
mejor descripción de los mismos. cia en el agrado o desagrado a las imágenes de ni-
ños obesos o delgados (Koroni et al. 2009). Los
Estigmatización social y discriminación participantes de sexo femenino calificaron como
La mayoría de las investigaciones examinaron “desagradable” la imagen del niño obeso, contra-
las creencias, percepciones, actitudes y atribucio- riamente a los varones quienes calificaron negati-
nes hacia exceso de peso entre los compañeros de vamente las imágenes de niños en silla de ruedas
escuela. Únicamente en un artículo se tomó en o sin mano.
cuenta a la familia, relacionando con burlas acerca En tres artículos (Margulies et al. 2008; Musher-
del peso corporal. Eizenman, Holub, Miller, Goldstein & Edwards-
Se observaron seis artículos (Koroni, Garagou- Leeper, 2004; Sagone & De Caroli, 2013) se eva-
ni-Areou, Roussi-Vergou, Zafiropoulou & Pi- luaron la selección de amigos o compañeros de jue-
perakis, 2009; Margulies et al. 2008; Sagone & go; en los cuales se encontró que la mayoría de
De Caroli, 2013; Solbes & Enesco, 2010; Spiel, los participantes eligieron como amigos o com-
Paxton & Yanger, 2012; Tillman, Kehle, Bray, pañeros a las imágenes de normopeso o figura me-
Chafouleas & Grigerick, 2007); y se estudiaron las dia. Posteriormente, la elección de los participan-
características tanto positivas como negativas. Di- tes tuvo resultados contrarios en dichas investiga-
chas características se relacionaron tanto con la po- ciones ya que, por un lado, algunos participantes
blación obesa como con la normopeso/delgada; de preferían como amigos a la imagen del niño con
tal forma que las muestras infantiles eligieron las sobrepeso, seguida por la imagen de peso infe-
características positivas (agradables, limpios, felices, rior; por el otro, los participantes prefirieron a la
inteligentes y alegres) para las imágenes o fotogra- imagen delgada, seguida por la imagen con sobre-
fías de los niños delgados, contrariamente a las imá- peso.
genes de niños obesos, a quienes les atribuyeron En dos de las nueve investigaciones se encon-
características negativas como: desagradable/menos tró que las niñas y los niños reciben burlas rela-
agradable, triste, sucio, lentos, enfermos y rechaza- cionadas con su peso por parte de sus familiares y
dos por los demás. Sin embargo, no solo las imá- compañeros; pero los porcentajes difieren míni-
genes gruesas fueron calificadas negativamente, si- mamente. Uno de ellos mostró que las mujeres
no también se encontró que a las imágenes de ba- reportaron mayor porcentaje de burlas por parte
jo peso se les atribuyeron características como débiles de sus familiares y los varones reportaron mayor
y tímidos (Sagone & De Caroli, 2013). En este mis- porcentaje de burlas por parte de sus compañeros,
mo punto, se encontró que los participantes obe- sin embargo, el otro artículo mostró que las ni-
sos o con sobrepeso también rechazaban la ima- ñas son las que reciben mayores burlas por parte
gen del niño “obeso”. de sus compañeros. De la misma manera, se encon-
En cuanto a la edad, se observó gran relación tró que la población que sufre de estas burlas (ya
con las características negativas y la selección de sea por parte de sus compañeros o familiares) tu-
amistad. Estos resultados se mostraron en dos vieron menor satisfacción corporal (McCormack
direcciones. La primera fue que los participantes et al. 2011; Young-Hyman et al. 2006).
de mayor edad seleccionaron frecuentemente la Para concluir esta categoría se puede ver que
imagen más gruesa con las características negati- el rechazo hacia los niños obesos es muy frecuen-
vas (Spiel et al. 2012), sin embargo, esta misma te, pero también se observó cierto rechazo a los
población le dio preferencia a los niños “obesos” niños extremadamente delgados, por lo que pode-
para tener una relación de amistad, rechazando a mos decir que los niños rechazan los dos extre-
los niños con bajo peso como mejores amigos o mos de las siluetas corporales y son aquellos a los
compañeros de clase (Sagone & De Caroli, 2013); que les dan ciertas características negativas. En re-
y la segunda dirección mostró que los participan- lación con la edad, se puede decir que los niños de

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mayor edad aceptan un poco más a los niños obe- número de participantes obesos se encontró satis-
sos, atribuyéndoles características positivas y acep- facción corporal y en un menor número de estos
tándolos como amigos. Al parecer la población in- se encontró insatisfacción corporal (Shin & Shin,
fantil atribuye a la obesidad el poco control por la 2007); y 2); también se encontró insatisfacción cor-
comida y el comer en cantidades grandes; de esta poral en la población con normopeso (Gualdi-Ru-
manera podría relacionarse la ansiedad por los sso et al. 2008). Contrariamente, existió cierta po-
alimentos y el miedo a la obesidad, así como la blación que se encontraba satisfecha con su tamaño
restricción en la comida para no tener una fi - corporal (Pallan et al. 2011; Welch et al. 2004).
gura gruesa y posiblemente ser rechazados so- En tres de los ocho artículos mencionados an-
cialmente. teriormente se relacionó la insatisfacción corporal
La estigmatización hacia la población obesa con la procedencia de la población, de tal manera
igualmente se refleja en la percepción de los ni- que tal insatisfacción dependería de la etnia a la
ños, pues rechazan las siluetas de los extremos (ex- que pertenecían los participantes. En estos, se en-
tremadamente delgada y gruesa) y no les gustaría contró que la población asiática y negra, y los par-
verse como tales. Aunado a esto, dicha estigmati- ticipantes que vivían en zonas suburbanas y rura-
zación y discriminación por el peso corporal ha- les mostraban mayor insatisfacción en compara-
cia la población infantil se puede presentar en bur- ción de las zonas urbanas y las otras etnias (Welch
las, aunque se podría pensar que estas son hechas et al. 2004; Xanthopoulos et al. 2011; Young-Hy-
únicamente por los compañeros de clase, no es man et al. 2006).
así, pues también se notó que los familiares reali- Por otra parte, en cinco artículos se investigó
zan burlas respecto al peso de la población infan- la percepción de la imagen corporal en la pobla-
til y esto posiblemente pudiera crear mayor insa- ción infantil. La mayoría de los participantes eli-
tisfacción en los niños (véase Tabla 1). gieron la figura delgada y media como su tamaño
corporal, incluyendo de igual manera a los que se
Imagen corporal percibían más delgados de lo que su figura corpo-
Dentro de los catorce artículos encontrados se ral representaba. También se encontró que los par-
investigó la percepción de la imagen corporal (el ticipantes elegían la figura más delgada o extrema-
tamaño y forma corporal) autopercebida, y la me- damente delgada para representar su cuerpo, aun-
dida de la insatisfacción corporal. que estos contrastan en los porcentajes de población,
Se investigó en ocho de los catorce artículos pues se reflejan tanto en una pequeña parte como
la satisfacción e insatisfacción corporal de la po- en un tercio de esta. Contrario a esto, el porcentaje
blación infantil (Allen, Byrne, Blair & Davis, de los participantes que se percibieron como grue-
2006; Gualdi-Russo et al. 2008; Pallan, Hiam, sos, con sobrepeso o gordos (eligiendo las figuras
Duda & Adab, 2011; Pallares & Baile, 2012; Shin 5,6 y 7) variaron entre los diferentes artículos, ya
& Shin, 2007; Welch, Gross, Bronner, Dewberry- que unos mostraron una minoría de la población
Moore & Paige, 2004; Xanthopoulos et al. 2011; y otros mostraron casi la mitad de la población.
Young-Hyman et al. 2006). En ellos se observó que Sin embargo, coinciden en que los participantes que
la mayoría de los participantes obesos o con so- eligieron estas imágenes fueron los que tenían ma-
brepeso presentó insatisfacción corporal, sugirien- yor IMC, mismos que calificaron dichas figuras
do que a mayor Índice de Masa Corporal se tiene como más positivas (Coelho, Padez, Moreira, Ro-
mayor índice de insatisfacción corporal y preocu- sado & Carvalhal, 2013; Holub, 2008; Pallan et
pación por su tamaño y la forma de su cuerpo. al. 2011; Hussin, Mohammad, Al- Hamad, Mak-
Dentro de la insatisfacción corporal se examinó la boul & Elshazly, 2011; Solbes & Enesco, 2010).
población que deseaba ser más delgada y la pobla- Asociado a esto, se encontró que más de la mitad
ción que deseaba estar más gruesa, de tal forma que de los participantes rechazaron las figuras grue-
la primera tuvo mayor preferencia por los parti - sas; sin embargo, también existió cierto porcen-
cipantes que la segunda. taje de los niños que rechazaron las figuras más
Sin embargo, en dos artículos se identificaron si- delgadas, mismas a las que expresaron el disgusto
tuaciones diferentes a las anteriores: 1) en un mayor por parecerse.

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Se observó que la población con sobrepeso u Autoestima y autopercepción
obesidad tenían puntuaciones bajas con respecto a
la apariencia física relacionada con la imagen cor- Entre los ocho artículos encontrados se exa-
poral y la autopercepción (Jansen et al. 2007; Mc- minó la relación entre el peso o Índice de Masa
Cullough et al. 2008). Corporal y la autoestima, la preocupación y per-
cepción del cuerpo, competencia social y dificul-
En relación al género, la imagen corporal ob-
tad de relacionarse con sus pares y diversas áreas
tuvo diversos resultados en cinco investigaciones
de la salud, como salud física (integrando la acti-
(Pallares & Baile, 2012; Holub, 2008; Coelho et
vidad física), salud mental, creencias saludables y
al. 2013; Pallan et al. 2011; Welch et al. 2004).
los estilos de vida.
En una de ellas, se identificó que ambos sexos se-
En cuatro artículos se observaron característi-
leccionaron una imagen similar para representar
cas atléticas o actividades físicas y la salud física
su tamaño corporal (Welch et al. 2004), sin em -
relacionada con los participantes. Los participan-
bargo, en las demás se encontró que los niños
tes con obesidad o sobrepeso se percibieron y ob-
presentan mayor insatisfacción corporal, actitudi-
tuvieron puntuaciones bajas con respecto a la com-
nal, social y aunque en la percepción corporal se
petencia atlética (Jansen et al. 2007; McCullough
notaron las dos variantes, cierta población se per-
et al. 2008); al igual que se relacionaron mayores
cibía como más delgados y otra se percibía como
problemas de salud física con el aumento del IMC
más gruesa. En comparación con las niñas, quie-
y el decremento de la autoestima (Williams et al.
nes mostraban más actitudes anti-grasa y se perci-
2012). En uno de estos cuatro artículos se evaluó
bían como más delgadas, aunque tuvieron una
la población que realizaba actividades físicas, en-
mejor percepción corporal que los niños. contrando que la mayoría de esta hacía ejercicio
Observamos que la población obesa o con so- entre 60 y más de 150 minutos, sin embargo, no
brepeso es la más vulnerable en presentar insatis- se encontró relación entre la actividad física y la
facción corporal, sin embargo, la población con autoestima (Shriver et al. 2013).
normopeso no está exenta, sobre todo si la insa- Por otra parte, seis de los ocho artículos estu-
tisfacción se relaciona con una imagen más del- diaron específicamente la autoestima relacionada
gada. Agregando que en las culturas donde se tiene con el peso corporal en la población infantil (Allen
más interiorizado el modelo delgado se puede en- et al. 2006; Jacobson & Mazurek, 2011; Jansen
contrar mayor insatisfacción corporal. et al. 2007; Shin & Shin, 2007; Shriver et al.
De igual manera, se podría decir que la mayo- 2013; Williams et al. 2012). En las seis investi-
ría de la población infantil desea tener un cuerpo gaciones se encontró que los participantes obesos
delgado, pero esto no es generalizable, ya que tam- o con sobrepeso tuvieron puntuaciones más bajas
bién se encontraron participantes que se identifi- en la autoestima, y en una de ellas se asoció con
caban o deseaban tener una imagen gruesa. la preocupación por el cuerpo y el aumento de pe-
En general, a los participantes con sobrepeso so (Allen et al. 2006). También se relacionaron al-
u obesidad se les han dado etiquetas negativas, de gunas explicaciones o experiencias negativas de
tal forma que dicha población tuvo puntuaciones los niños obesos con baja autoestima (Jansen et
bajas en apariencia física, posiblemente esto sería al. 2007). Sin embargo, en dos de estas investiga-
una consecuencia de la insatisfacción corporal y ciones se observó que los participantes obesos pre-
la autoestima de los niños. sentaron menor autoestima que los participantes
Finalmente, se podría pensar que la población con sobrepeso y normopeso; contrariamente a las
femenina es la que tendría mayor insatisfacción mujeres, en quienes se detectaron puntuaciones
corporal, debido a que culturalmente esta pobla- iguales de autoestima baja tanto para obesas co-
ción interioriza más el modelo delgado; sin em- mo con sobrepeso.
bargo, se observó que también los varones presen- Aunado a lo anterior, en uno de los ocho artí-
taron altos porcentajes de insatisfacción corporal, culos encontrados se midió la depresión, en la cual
ya sea por tener el deseo de ser más delgados o no se observaron diferencias entre la población con
más musculosos (Véase Tabla 2). sobrepeso u obesidad y la relación con la autoesti-

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ma y depresión; sin embargo, sí existió mayor de- De acuerdo con lo antes señalado, se observa
presión en la población que más se preocupaba que la población (varones y mujeres) con obesidad
por la forma de su cuerpo (Allen et al. 2006). o sobrepeso presenta niveles de autoestima baja e
La aceptación social y habilidades sociales se insatisfacción corporal, de igual forma la depre-
midieron en tres artículos, dos de ellos tuvieron re- sión (aunque en menor parte), lo cual se encuen-
sultados similares, aunque cada uno lo relacionó de tra asociado con algunas experiencias negativas y
diferente manera. En el primero, se encontró que preocupación por su cuerpo, del mismo modo, con
la población obesa y de normopeso fueron acepta- el decremento en algunas áreas, como en la com-
das socialmente de manera similar (Jansen et al. petencia atlética, el autocontrol y la vida saluda-
2007). Apoyando estos resultados, la segunda inves- ble aumentando la posibilidad de problemas físi-
tigación midió la aceptación social de la pobla- cos. Con respecto al género, existe la posibilidad
ción obesa, pero asociada a un estatus socioeco- de que las mujeres sean las que presenten mayor
nómico, el cual resultó que la población obesa es insatisfacción corporal y autoestima más baja en
aceptada si tiene mayor estatus socioeconómico comparación de los varones, ya que en algunas
que la población obesa que tiene menor estatus ocasiones a los varones les gustaría ser más grue-
económico (McCullough et al. 2008). La tercera sos y a las mujeres más delgadas.
investigación encontró que las habilidades socia- Al parecer, en esta categoría la población obesa
les están relacionadas positivamente con las creen- fue aceptada socialmente de la misma forma que
cias y la elección de llevar una vida saludable la población con normopeso; sin embargo, esto so-
(Jacobson & Mazurek, 2011). lo sucedió con la población obesa que tenía esta-
Este último también relacionó el autocontrol y tus socioeconómico alto. Haciéndonos pensar que
la vida saludable con el IMC, encontrando que la po- si no tienen dicho estatus no son aceptados auna-
blación con mayor IMC tenía menor autocontrol y do al hecho de que también se les puede discrimi-
menor intención de llevar una vida sana; por lo con- nar por su obesidad (Véase Tabla 3).
trario, si el IMC disminuía, las creencias y el esti-
lo de vida saludable aumentarían las probabilidades DISCUSIÓN
de tener una vida sana (Jacobson & Mazurek, 2011).
Por otro lado, las diferencias entre género estu- El presente trabajo tuvo como objetivo hacer
vieron presentes en cuatro investigaciones (Gualdi- una revisión sistemática de algunas investigaciones
Russo et al. 2008; McCullough et al. 2008; Shri- en las cuales se evaluó la obesidad y el sobrepeso
ver et al. 2013; Williams et al. 2012), las cuales relacionado con la estigmatización social, imagen
se describirán cada una en el orden respectivo. En corporal y la autoestima en la población infantil.
la primera se mostró la relación con la competen- Con respecto a la estigmatización social, en-
cia deportiva, misma en la que los varones se per- contramos que la gran parte de la población infan-
cibieron como más hábiles que las mujeres, de til con sobrepeso u obesidad es discriminada y
igual manera en el comportamiento en general, recibe etiquetas negativas por parte de sus compa-
resultando un mejor comportamiento de las niñas ñeros, coincidiendo con lo mencionado por Punl
a diferencia de los niños. En la segunda, tanto varo- y Brownell (2003). Sin embargo, también las fi-
nes como mujeres obesas mostraron menores pun- guras delgadas fueron estigmatizadas por la pobla-
tuaciones de autoestima, sin embargo, estas fueron ción; esto posiblemente sea porque a nivel cultu-
más bajas en las niñas que en los niños. De la ter- ral –en particular la mexicana–, los extremos corpo-
cera investigación se encontró que las niñas con rales (demasiado delgado/gordo) son considerados
mayor IMC tienen mayores problemas de salud como lo “no saludable” o “enfermo”, trayendo consi-
física y son más acosadas por sus compañeros. Fi- go características contrarias a las de la imagen del-
nalmente, en la cuarta investigación se observó gada y saludable aceptada culturalmente. Incluso,
que las mujeres tuvieron índices más altos en in- esta aceptación cultural de la imagen corporal del-
satisfacción corporal, de tal manera que algunas gada llega a afectar a la población obesa, dado que
niñas deseaban ser más delgadas y algunos niños también ellos rechazaron la imagen del niño(a)
deseaban ser más pesados. obeso(a).

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En este trabajo se encontró lo opuesto a lo afir- ya que estos son especialistas en la salud; otro
mado por Latner y Stunkard (como se cita en Law- aspecto relevante es la percepción que los familia-
rence, 2010) y Richardson et al. (como se cita en res tiene acerca de las niñas y los niños con obe-
Lawrence, 2010), ya que existieron dos sub-facto- sidad y sobrepeso, encontrando que tanto los fa-
res en los cuales no se mostró claramente la res- miliares como los compañeros de esta población
puesta de la población, estos son: 1) la elección son quienes principalmente se burlan y hacen co-
de amistad y compañeros de juego, y 2) la edad de mentarios de peso corporal de sus hijos o compa-
la población que acepta las siluetas delgadas o ñeros, lo cual incrementa la insatisfacción corpo-
gruesas. ral de la población infantil con obesidad.
1) En la elección de amistad y compañeros de En la categoría de imagen corporal, pudimos
juego, la población infantil eligió ambas siluetas notar que los participantes con sobrepeso y obesi-
(delgada y gruesa) como amigos o compañeros de dad mostraron niveles más altos de insatisfacción
juego, aunque sí se mostró mayor preferencia a la corporal. Esto lo podríamos relacionar con el he-
silueta de normopeso; más es importante mencio- cho de que la sociedad está bajo presión de ciertos
nar que la imagen gruesa era sinónimo de la estándares corporales para ser socialmente acepta-
silueta con sobrepeso, pero no de la silueta con dos, es decir, si eres delgado eres “bien visto” y re-
obesidad. cibes todos los adjetivos positivos como “guapo”,
2) La edad no fue un factor determinante en la “poderoso” y “saludable”, entre otros; pero al te-
elección de amistad de la población infantil obe- ner más grasa corporal la población se siente pre-
sa, debido que los participantes de mayor edad sionada e insatisfecha por no cumplir tales es-
aceptaron las siluetas obesas y los más pequeños tándares y, por ende, se sienten inconformes con su
las rechazaron; sin embargo, lo que sí podemos con- figura, lo cual hace que su autoestima disminuya.
firmar es que los participantes (de estos estudios Reiterando lo anterior, se encontraron algunos pun-
específicamente) de mayor edad rechazan las silue- tajes de insatisfacción corporal en las personas con
tas delgadas. Quizá lo anterior se podría confirmar normopeso, haciendo más evidente el hecho de que
con que la edad está relacionada con los procesos al no cumplir con los estándares del ideal corporal
de desarrollo físico y de madurez de la población que marca la sociedad, las personas desean aumen-
infantil, así como con la identificación de otras tar o disminuir su masa corporal para hacerlo lo
siluetas corporales, de tal manera que la aceptación más parecido a lo que indica la sociedad, es decir,
hacia las siluetas gruesas se va haciendo más fre- más musculoso o aún más delgado.
cuente. La cultura tiene un papel importante en la per-
Un dato que podemos agregar a los resultados cepción e imagen corporal “ideal”, ya que parece
de estas investigaciones, acerca de la obesidad in- ser que la satisfacción/insatisfacción corporal
fantil, es el factor de género. En este se encontró depende del lugar en donde esté inmersa la pobla-
que las niñas etiquetan y estigmatizan a la ima- ción; por ejemplo, los asiáticos y los negros, así
gen “obesa” más que los niños, quienes estigma- como los que viven en zonas suburbanas y rura-
tizaban más a las imágenes de niños con silla de les tuvieron mayor insatisfacción, lo cual posi-
ruedas o sin mano. Esto refleja una mayor pre- blemente sea porque en ambas poblaciones tienen
sión sociocultural hacia la obesidad en las muje- complexión delgada, y la insatisfacción que pre-
res, en contraste con los varones en quienes es sentan sea por la falta de masa muscular en los
más aceptable un cuerpo grueso que simboliza hombres y un poco de masa grasa en el busto de
(culturalmente) fortaleza y masculinidad. Cabe re- las mujeres.
saltar que, aunque únicamente los resultados de es- Es muy interesante observar la interiorización
te factor se mostraron en un estudio, puede crear del modelo delgado en la población infantil, ya
interés en futuras investigaciones. que la mayoría de los niños eligió la imagen del-
Por otra parte, Maddox y Liederman (como se gada para representar su cuerpo. Pero dichos re-
cita en Toro, 2004) han documentado sobre el re- sultados no tienen una tendencia clara, puesto que
chazo de los médicos y estudiantes de medicina también se encontraron niños que deseaban ser más
hacia las personas obesas, lo cual es preocupante gruesos, quizá porque se consideraban demasiado

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delgados y recordemos que los extremos también factores, ya que la población infantil es el público
eran estigmatizados, por ende, este deseo para ser que tiene mayor riesgo de presentar problemas ali-
mayor aceptados por la sociedad (Sagone & De Ca- menticios, y en especial las mujeres puesto que la
roli, 2013). Del mismo modo, encontramos una mayoría de la publicidad va dedicada a este público.
mínima parte de la población que eligió las imáge- Por último, con respecto a la autoestima po-
nes gruesas y las calificó como positivas, con lo demos decir que la mayor parte de la población
cual se podría pensar en dos situaciones relaciona- infantil, y en especial las niñas que presentan obe-
das con la familia. La primera podría ser que el sidad y sobrepeso, tienen autoestima baja; se po-
niño tiene antecedentes de sobrepeso y, por ende, la dría suponer qué es debido a que la sociedad co-
imagen gruesa se hace aceptable y “común” en su mienza a estigmatizar y a dar calificativos peyora-
vida. La segunda nos haría pensar que la familia tivos a las personas que tienen sobrepeso y obesidad,
promueve la autoaceptación de la imagen corporal y al recibir estas críticas podrían sentir culpa al no
sea esta gruesa o delgada; sin embargo, en ambas se poder cumplir con los estándares de “belleza” que
llega a la conclusión de que los niños dan caracte- marca la sociedad. Al no sentirse conformes con
rísticas positivas a la imagen gruesa. su cuerpo y rechazados por la sociedad su autoes-
Los resultados de la presente investigación tima decrementa y, posiblemente, (como se vio en
coinciden parcialmente con lo mencionado por Allen et al. 2006) una pequeña parte de la pobla-
Williamson y Delin (como se cita en Toro, 2004), ción podría tener síntomas de depresión. Al pare-
ya que en esta investigación la tasa de insatisfac- cer la autoestima se encuentra asociada con el
ción corporal fue similar tanto en hombres como peso corporal, ya que a mayor IMC se presenta
en mujeres. Posiblemente, se haya dado este ha- mayor insatisfacción corporal, es decir, que los
llazgo por la fuerte influencia de los modelos idea- niños obesos son los que presentan menor auto-
les, ya sea el delgado o el musculoso, y aunque estima.
sea a edades tan cortas, la población comienza a Pareciera ser que la baja autoestima está rela-
interiorizar y a desear estos modelos estéticos. Pe- cionada con el bajo control que, se cree, tienen
ro también es relevante mencionar el papel que las personas con obesidad y sobrepeso al no poder
juegan tanto los medios de comunicación como controlar la cantidad de lo que comen. Considerando
algunos juguetes, en específico las muñecas y las lo que mencionan Phillips y Hill (como se cita
figuras de acción, pues son los modelos estéticos en McCullough et al. 2008), acerca de la partici-
más cercanos con los que interactúan los niños. pación en promoción de comportamientos salu-
Destacando, sobre todo en las muñecas, la ima- dables, al parecer con nuestros resultados se re-
gen extremadamente delgada, con una cintura fleja que la población infantil con sobrepeso y
muy angosta y una estatura más alta que la esta- obesidad es considerada con poca capacidad de rea-
tura promedio. A comparación de las figuras de lizar actividades físicas o querer mejorar su estilo
acción para la población masculina, ya que estos de vida, para que, de esta forma, pudiera evitarse
nos muestran un modelo muy musculoso y con algunas enfermedades físicas.
cintura pequeña, de igual manera, los hombros, Contrariamente a lo que se podría haber pen-
piernas y brazos anchos y con poca grasa. sado acerca de la discriminación de los niños con
De esta manera, se refleja el deseo de la pobla- obesidad, podemos decir que la aceptación social
ción infantil por tener las medidas de sus “héroes” fue similar entre la población con normopeso y
o personajes de acción, igualmente en las medidas la obesa, aunque existieron algunas excepciones
“irreales” que las niñas idealizan en sus muñecas. que quedarían en duda para futuras investigacio-
En relación a esto, se puede encontrar en los me- nes, por ejemplo: si la situación o estatus econó-
dios de comunicación y la publicidad masiva la mico influyen en la aceptación de las personas
proyección de los cuerpos “ideales”, desde los co- con obesidad.
merciales de juguetes hasta las caricaturas o pro- Finalmente, este trabajo dio pauta para cono-
gramas infantiles, en donde se destacan los mode- cer el campo que hasta ahora no ha sido tan estu-
los de delgadez en las niñas y el modelo muscu- diado con respecto a la población infantil obesa y
loso en los niños. Reiterando la importancia de estos la relación que tiene con los factores sociales y

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emocionales. Con respecto a los factores investi- TORSIONDELAIMAGENCORPORALENLACOM-
gados, se encontró mayor información acerca de PETENCIASOCIALENIÑASDE10A12AÑOS.pdf.
la imagen corporal, pero vista de manera indepen- 4. Co el ho , E. , Padez, C. , Mo rei ra, P. , Ro s a-
diente a la autoestima y a la estigmatización so- do , V. y Mo urão -Carv al hal , I. (2013). BMI
and self-perceived body shape in Portuguese
cial. Por lo cual, sugerimos a las futuras investi-
children. Universitat Autònoma de Barcelona.
gaciones que retomen las tres categorías para co- Revista de Psicología del Deporte, 22 (2): 371-
nocer si existe alguna correlación entre estas y 376. Recuperado 15 de octubre de 2013 http://
detectar de qué modo se presenta. También es im- www.redalyc.org/pdf/2351/235128058006.pdf.
portante retomar otros factores como es el géne- 5. Dí as , D. y Enrí quez, D. (2007). Obesidad In -
ro, ya que en la actualidad también la población fantil, Ansiedad y Familia. Boletín Clínico del
masculina presenta insatisfacción corporal. Con Hospital Infantil del Estado de Sonora, 24 (1):
lo anterior se podrían generar más programas o 22-26. Recuperado 10 de octubre de 2013. http://
talleres dirigidos a la población en general; a fin www.medigraphic.com/pdfs/bolclinhosinfson/b
is-2007/bis071e.pdf.
de reducir las tasas de obesidad infantil y con ello
6. Fri ed, M. , Ghafo o r, A. , Gari s ch, J. , Hunt,
disminuir la estigmatización social, la insatisfac- R. , Sul ei man, F. , !ti mac, D. , Lemai r T. y
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C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 61


CUADERNOS DE
SECCIÓN SALUD MENTAL PERINATAL
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA

Promoción, prevención, detección y actuación ante


embarazos no deseados e infecciones de transmisión
sexual en adolescencia desde Atención Primaria
Promotion, prevention, detection and performance to unwanted
pregnancies and STDs in adolescence from Primary Care
Felipe Hurtado Murillo1, Francisco Donat Colomer1, Julia Colomer Revuelta2,
Eduardo Pla Ernst3, Ana Sánchez Guerrero4, Silvia Sarabia
Vicente2, Juana Cantero Llorca5
Recibido: 19/03/2014
Aceptado: 26/06/2014

Resumen

El objetivo del estudio ha sido analizar las actividades que los profesionales sanitarios de
Atención Primaria de Valencia realizan, frente a embarazos no deseados e infecciones de trans-
misión sexual (ITS) en adolescencia.
Han participado 499 profesionales de Atención Primaria: medicina de familia, pediatría,
enfermería y matronas de 41 Centros de Salud de la ciudad de Valencia.
Las variables se han recogido mediante cuestionarios autoaplicados y anónimos.
Los resultados indican que en las actividades habituales de prevención hay diferencias signi-
ficativas (p<0,001) entre los profesionales de medicina y enfermería, siendo sobre todo las

1
Centro de Salud Sexual y Reproductiva. Centro de salud “Fuente San
Luis”. Valencia. Agencia Valencia de Salud. Generalitat Valenciana.
2
Pediatría. Centro de salud “Fuente San Luis”. Valencia. Agencia
Valencia de Salud. Generalitat Valenciana.
3
Unidad de Promoción de la Salud. Dirección General de Salud
Pública. Consellería de Sanidad. Generalitat Valenciana.
4
Unidad de Salud Mental. Centro de salud “Fuente San Luis”. Valencia.
Agencia Valencia de Salud. Generalitat Valenciana.
5
Dirección de Atención Primaria. Departamento sanitario Doctor
Peset de Valencia. Agencia Valencia de Salud. Generalitat Valenciana.
Co rres po ndenci a: Dr. D. Felipe Hurtado Murillo Proy ecto de inv estigación en pro-
Centro de Salud Sexual y Reproductiva
gramas de salud, prev ención y predic-
Centro de Salud “Fuente San Luis”
C/ Arabista Ambrosio Huici, 30 ción de enfermedad 040/2008 de la
46013 – Valencia Consellería de Sanidad. Generalitat
Correo electrónico: hurtado_fel@gva.es Valenciana.

62 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


matronas las que destacan (70 %); en cambio, médicos de familia y pediatras –ante las demandas
y signos de sospecha– son quienes más las realizan.
Entre las principales dificultades para la intervención en salud sexual y reproductiva en ado-
lescencia, en todos los profesionales destacan: la falta de tiempo en consulta, la insuficiente for-
mación y no contar con equipo multidisciplinar.

Pal abras cl av e: Salud sexual. Adolescencia. Embarazos no deseados. Infecciones de transmisión


sexual. Atención Primaria.

Summary

The aim of the study was to analyze the activities that primary care health professionals of
Valencia, performed against unwanted pregnancies and sexually transmitted infections (STIs) in
adolescents.
Have taken part 499 professionals in primary care: family medicine, pediatrics, nursing and
midwifery of 41 health centers of the city of Valencia.
The variables were collected through self-administered, anonymous questionnaires.
The results show that in the usual prevention there are significant differences (p <0.001) bet-
ween the medical and nursing professionals, and most notably the midwives (70 %), but family
physicians and pediatricians to the demands and signs of suspicion are those most activities per-
formed.
Among the main difficulties for intervention in sexual and reproductive health in adolescents
in all professional include: lack of time in consultation, insufficient training and not having mul-
tidisciplinary team.

Key wo rds : Sexual health. Adolescents. Unwanted pregnancies. Sexually transmitted infections.
Primary Care.

INTRODUCCIÓN riesgo, sin conciencia de ello y sin los adecuados


niveles de protección para la salud (Singh, Bankole
Por los datos disponibles, es frecuente en la y Woog, 2005), ocasionando consecuencias sanita-
adolescencia el inicio de la actividad sexual a edad rias y sociales como los embarazos no deseados y
temprana, sin tener ni las actitudes ni los conoci- las infecciones de transmisión sexual.
mientos adecuados por irrealistas e incompletos, El embarazo en adolescentes ha sido identi-
debido tanto a las fuentes de información sexual no ficado en la literatura médica como un importante
científicas que con mayor frecuencia utilizan –ami- problema de salud pública para la sociedad en ge-
gos/as y medios de comunicación de masas (Hurta- neral y para los/las adolescentes en particular (Je-
do, 1997; Nonoyama, Tsurugi, Shirai, Ishikawa well, Tacchi y Donovan, 2000).
y Horiguchi, 2005)– como, desafortunadamente, En España, los datos de las tasas de fecundidad
a que los padres y profesores han venido jugando muestran disminuciones en estos últimos años, en
un papel menor en la educación sexual de los/as cambio, la tasa de abortividad ha aumentado sen-
adolescentes. siblemente, ascendiendo del 3,93 por mil en 1992 al
La inadecuada educación sexual de los/las adoles- 8,29 en el 2001 (Ministerio de Sanidad y Consumo,
centes, junto a la hiperestimulación de conductas 2002). En la Comunidad Valenciana el, número de
sexuales adultas, que unidas a características propias interrupciones voluntarias de embarazos (IVEs) en
de la edad como la ausencia de experiencia, la im- adolescentes ha pasado de 800 en 1990 a 1476 en
pulsividad y el deseo de explorar, conduce a muchos 2006, suponiendo el 14,2 % respecto del total de
y muchas a realizar diferentes conductas sexuales de IVEs realizadas (Generalitat Valenciana, 2007).

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 63


Las estrategias exitosas para prevenir el emba- prensión de los problemas (74 %), las diferencias
razo en la adolescencia incluyen programas co- étnicas (68,4 %), la insuficiente preparación (69,4 %),
munitarios para mejorar el desarrollo social, edu- falta de tiempo (60,8 %), la presencia de la pareja
cación en el comportamiento sexual responsable (89,2 %) o de la madre del paciente (94,2 %), el
y un mejor consejo contraceptivo. Muchas de esas primer contacto con el paciente (60,8 %), miedo
estrategias son realizadas por la familia, pero los a poner en apuros al paciente (30,6 %) y que el
médicos de familia juegan un papel clave para com- paciente no manifieste quejas sexuales (71,4 %).
prometer a los pacientes adolescentes en debates La mayoría de los grupos de expertos en acti-
confidenciales, abiertos y desprovistos de temores vidades preventivas como La Canadian Task Force
sobre la salud reproductiva, el comportamiento (2003), el Institute for Clinical Systems Impro-
sexual responsable y el uso de contracepción. Es- vement (2004), el grupo español PAPPS, Progra-
te diálogo debería empezar antes del comienzo de ma de actividades Preventivas y Promoción de la
la actividad sexual y continuar a través de los años Salud, de la Sociedad Española de Medicina Fa-
adolescentes (As-Sanie, Gantt y Rosenthal, 2004). miliar y Comunitaria, sección de infancia y ado-
Para poder realizar un programa educativo efi- lescencia (2004) y La American Academy of Fa-
caz desde la asistencia primaria de salud, es esen- mily Phisicians junto a la Asociación Médica Ame-
cial que los médicos de familia tengan, además de ricana (As-Sanie, Gantt y Rosenthal, 2004) incluyen
una formación adecuada en salud sexual y repro- recomendaciones dirigidas a los profesionales sa-
ductiva, un conocimiento de los valores, costum- nitarios específicamente relacionadas con la edu-
bres y normas de las diferentes culturas (Russell cación sexual, la prevención de embarazos no de-
y Lee, 2004), debido al constante flujo migrato- seados e infecciones de transmisión sexual en ado-
rio que en nuestro entorno se está produciendo. lescentes, incorporadas en los exámenes sistemáticos
En cuanto a las infecciones de transmisión de salud. Por su parte, La American Academy of
sexual, aproximadamente tres millones de adoles- Pediatrics (2001) establece recomendaciones indi-
centes son infectados/as en Estados Unidos (Office cando que los pediatras podrían integrar la educación
of National AIDS policy 1996). En el Reino Unido sexual en las relaciones confidenciales y longitudi-
las infecciones por Clamydias han aumentado más nales que establecen con los niños y niñas, adoles-
del doble con respecto a la década anterior, y lo centes y sus familiares para complementar la infor-
mismo está ocurriendo con la Sífilis (Bellis, Hudghes mación recibida en la familia, el medio escolar o en
y Ashton, 2004). En general, tanto en nuestro país otros programas comunitarios.
como en países de nuestro entorno, los datos mues- Por lo expuesto en la literatura revisada sobre
tran una tendencia creciente de infecciones por datos epidemiológicos en salud sexual y reproduc-
transmisión sexual en todas las edades, pero con tiva de la población adolescente, es necesario me-
mayor incidencia en la adolescencia (Catchpole, jorar la labor asistencial en promoción, preven-
2001; García, 2001). ción, detección e intervención de los profesionales
Estos datos invitan a un amplio rango de pro- de Atención Primaria, tanto porque son la puerta
fesionales de la salud a reconsiderar su posible de entrada en el sistema sanitario público como
papel para promocionar la salud sexual. En este porque por sus características pueden de forma pri-
sentido, los médicos de familia tienen un impor- vilegiada tener un seguimiento longitudinal de la
tante papel desde la atención primaria de salud, población. Es por ello que el objetivo del estudio
pero por los datos de publicaciones recientes rara- ha sido analizar las actividades que los profesiona-
mente realizan acciones para la promoción de la les sanitarios de Atención Primaria de Valencia rea-
salud sexual y, a menudo, si lo hacen es de forma lizan frente a embarazos no deseados e infecciones
inadecuada por falta de preparación durante su for- de transmisión sexual (ITS) en adolescencia.
mación (Temple-Smith, 2000; Verhoeven et al,
2003; Feldman, Miner y Millis, 2004; Mulvey, MATERIAL Y MÉTODO
Keogh, Rogstad y Henton, 2004; Hansen, Bar-
nett, Wong, Spencer y Rekart, 2005). Las mayores Sujetos de estudio
barreras que encuentran son: el lenguaje y la com- Hemos realizado un estudio multicéntrico obser-

64 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


vacional transversal en profesionales sanitarios de Análisis de datos
Centros de Atención Primaria de Salud de Valen- El análisis descriptivo de las variables de los
cia. La muestra final se ha compuesto de 499 cuestionarios para los profesionales sanitarios ha
sujetos (224 médicos/as de familia, 56 pediatras, sido de tipo cuantitativo, y ha comprendido la des-
189 enfermeras/os y 30 matronas de los 41 cen- cripción de las variables y de sus frecuencias, se-
tros de atención primaria de salud. parado por grupos profesionales, transformando las
puntuaciones directas en porcentajes. Además se
Instrumento de medida
han realizado análisis estadísticos de contingencias,
Todas las variables se han recogido mediante mediante la prueba Chi cuadrado de Pearson, para
un cuestionario autoaplicado, con una versión para comparar porcentajes y valorar si las diferencias en-
los profesionales de la medicina (pediatras y médi- contradas en las distintas variables entre los grupos
cos/as de familia) y otra para los profesionales de profesionales son estadísticamente significativas.
enfermería (enfermera/o y matrona/o (anexo I).
El cuestionario es anónimo y refleja los si- RESULTADOS
guientes datos de referencia: Centro de salud, De-
partamento de salud, especialidad médica (Pedia- Actividades de prevención de embarazos no
tría o Medicina Familiar y Comunitaria) o espe- deseados
cialidad de enfermería (Enfermera/o, Matrona/o) y Sobre la realización de actividades preventivas
fecha de cumplimentación. de embarazos no deseados en adolescentes, los re-
sultados están descritos en las tablas 1a y b. Los
Procedimiento datos muestran que las diferencias existentes entre
El cuestionario se hizo llegar a los/as profe- los profesionales médicos y de enfermería son es-
sionales sanitarios para su cumplimentación de la tadísticamente significativas ("2=45,580; p<0,001).
siguiente manera: una entrevista con el/la direc- Casi un tercio (32,2 %) de los médicos realizan la
tora/a médico/a y otra con el/la director/a de enfer- prevención solamente ante demandas o quejas y
mería de cada uno de los cinco Departamentos de signos de sospecha; en las enfermeras llega al 17 %.
Salud que han participado en el estudio; los/as direc- Nunca realizan la prevención de embarazos no de-
tores/as médicos/as (por un lado) y los/as directo- seados el 30,5 % de los profesionales de enferme-
res/as de enfermería (por otro), convocaron a los/as ría ni el 10,2 % de los de medicina. Ahora bien,
coordinadores/as respectivos de todos los Centros observando la práctica preventiva habitual, en es-
de Salud participantes a una sesión clínica, donde te apartado la enfermería supera ligeramente a la
el equipo investigador hizo una presentación del medicina (22 % frente a 15,2 %).
proyecto de investigación y dio a cada uno/a de los/as En este apartado, las matronas se vuelven a di-
coordinadores/as respectivos/as tantos cuestiona- ferenciar positivamente del resto, ya que en ellas
rios como personal sanitario tenía en sus Centros la actividad preventiva es realizada siempre por el
de Salud. 63,3 % de las mismas; les siguen los médicos de
A cada profesional, además del cuestionario, familia (16 %), enfermeras (14,7 %) y pediatras
se le dio un informe con la justificación del estu- (11,8 %). Ahora bien, cuando analizamos los da-
dio y una solicitud de colaboración. tos de actuación preventiva ante demandas o sig-
Los/as coordinadores/as médicos/as y de enfer- nos de sospecha frente a embarazos no deseados,
mería en sus respectivos centros sanitarios repar- pediatras y médicos de familia (39,2 % y 30,5 %)
tieron los cuestionarios a los/las profesionales, y se distancian positivamente respecto a enfermeras
tras recoger los mismos los enviaron por correo y matronas (18,8 % y 6,7 %).
postal al equipo investigador. Con el fin de reco-
ger el máximo de cuestionarios posibles, se hizo Actividad de dar o prescribir anticoncepti-
un recordatorio a los tres meses en aquellos vos hormonales
Centros Sanitarios que presentaron baja participa- Con respecto a la actividad médica de prescri-
ción, realizando una sesión clínica adicional. bir anticonceptivos hormonales en adolescentes

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 65


Tabl a 1 a
Real i zaci ó n de acti v i dades de prev enci ó n de embarazo s no des eado s en ado l es centes
(co mparaci ó n entre ti po s de pro fes i o nal es )

Médico de Familia Pediatra Enfermera Matrona "2 p


Respuesta N (%) N (%) N (%) N (%) 45,580 0,000
1 34 (16,0) 6 (11,8) 25 (14,7) 19 (63,3)
2 98 (46,0) 14 (27,5) 53 (31,2) 8 (26,7)
3 16 (7,5) 11 (21,6) 60 (35,3) 1 (3,3)
4 44 (20,7) 10 (19,6) 14 (8,2) 2 (6,7)
5 19 (8,9) 7 (13,7) 17 (10,0) 0 (0,0)
6 2 (0,9) 3 (5,9) 1 (0,6) 0 (0,0)

Respuestas: 1 - Siempre. 2 - A veces. 3 - Nunca. 4 - Solo ante demandas o quejas. 5 - Solo ante signos de sos-
pecha. 6 - Ante demandas o quejas y signos de sospecha.

Tabl a 1 b
Real i zaci ó n de acti v i dades de prev enci ó n de embarazo s no des eado s en ado l es centes
(co mparaci ó n entre g rupo s )

Medicina Enfermería "2 p


Respuesta N (%) N (%) 45,580 0,000
1 40 (15,2) 44 (22,0)
2 112 (42,4) 61 (30,5)
3 27 (10,2) 61 (30,5)
4 54 (20,5) 16 (8,0)
5 26 (9,8) 17 (8,5)
6 5 (1,9) 1 (0,5)

Respuestas: 1- Siempre. 2 - A veces. 3 - Nunca. 4 - Solo ante demandas o quejas. 5 - Solo ante signos de sospe-
cha. 6 - Ante demandas o quejas y signos de sospecha.

(tabla 2), destaca que casi la mitad de los médicos Prescripción de anticoncepción de emergencia
de familia (47,4 %) y de los pediatras (44 %) deri- En cuanto a la prescripción de anticoncepción
van estos casos al Centro de Salud Sexual y Re- hormonal de emergencia ante coito no protegido
productiva para que se realice allí la prescripción (tabla 3), la mayoría de médicos de familia la rea-
anticonceptiva. Con una tasa cercana (44,6 %) se lizan (76,8 %) y solamente el 16,6 % de los mis-
sitúan los médicos de familia que habitualmente mos derivan al Centro de salud sexual y reproduc-
prescriben anticonceptivos hormonales, aunque un tiva para su prescripción. En cambio, algo más de
12,7 % de los mismos además derivan a especia- la mitad de los pediatras (56,5 %) derivan al Cen-
listas. Frente a los médicos de familia, solamente tro de salud sexual y reproductiva para su pres-
el 12 % de los pediatras prescriben habitualmente cripción, optando el 30,4 % por prescribirla ellos
anticonceptivos hormonales, habiendo un 4 % que mismos, quedando un 2,2 % que realizan ambas
además deriva a especialistas de la materia. opciones.

66 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


Tabl a 2
Acti v i dad de dar o pres cri bi r anti co ncepti v o s ho rmo nal es en ado l es centes

Médico de Familia Pediatra


Respuesta N (%) N (%)
1 68 (31,9) 4 (8,0)
2 15 (7,0) 22 (44,0)
3 101 (47,4) 22 (44,0)
4 2 (0,9) 0 (0,0)
5 27 (12,7) 2 (4,0)

Respuestas: 1 - Sí. 2 - No. 3 - Derivo al Centro de salud sexual y reproductiva. 4 - Derivo a otros. 5 - Sí y derivo.

Tabl a 3
Pres cri pci ó n de anti co ncepci ó n de emerg enci a

Médico de Familia Pediatra


Respuesta N (%) N (%)
1 162 (76,8) 14 (30,4)
2 12 (5,7) 4 (8,7)
3 35 (16,6) 26 (56,5)
4 2 (0,9) 0 (0,0)
5 0 (0,0) 1 (2,2)

Respuestas: 1 - Sí. 2 - No. 3 - Derivo al Centro de salud sexual y reproductiva. 4 - Derivo a otros. 5 - Sí y derivo.

Actividades de prevención de infecciones Vuelven a destacar las matronas, ya que el 70 %


de transmisión sexual de las mismas la realizan siempre, bajando hasta
Continuando con la descripción de resultados, el 22,9 % de las enfermeras, el 19,2 % de los mé-
los datos sobre infecciones de transmisión sexual dicos de familia y el 17,6 % de los pediatras (ta-
quedan reflejados en las tablas 4a y b. bla 4a).
Se puede observar cómo los profesionales de En la práctica preventiva ante demandas o que-
la enfermería superan a los de la medicina en la jas y signos de sospecha, las matronas ocupan el úl-
realización habitual de la prevención (30 % frente timo lugar (3,3 %), subiendo enfermeras/os (17,7 %)
a 18,9 %), aunque también hay un mayor número y destacando médicos/as de familia (30,9 %) y pe-
de enfermeras/os que no realizan nunca este tipo de diatras (33,4 %).
actividad preventiva (25,5 %) que de médicas/os
(8,3 %). En cambio, los médicos ante demandas o Forma habitual de proceder ante la detec-
ción o demanda
quejas y signos de sospecha son los que realizan
mayor actividad preventiva (31,5 %) respecto a en- Los resultados con respecto a la forma habi-
fermería (15,5 %). tual de proceder, ante la detección o demanda de
Las diferencias que aparecen entre ambos tipos algún tipo de problema en salud sexual y repro-
de profesionales son estadísticamente significati- ductiva, aparecen reflejados en las tablas 5a y b.
vas ("2= 49,906; p<0,001). Los profesionales médicos superan a los de en-

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 67


Tabl a 4 a
Real i zaci ó n de acti v i dades de prev enci ó n de i nfecci o nes de trans mi s i ó n s ex ual en
ado l es centes (co mparaci ó n entre ti po s de pro fes i o nal es )

Médico de Familia Pediatra Enfermera Matrona "2 p


Respuesta N (%) N (%) N (%) N (%) 49,906 0,000
1 41 (19,2) 9 (17,6) 39 (22,9) 21 (70,0)
2 91 (42,7) 18 (35,3) 50 (29,4) 8 (26,7)
3 15 (7,0) 7 (13,7) 51 (30,0) 0 (0,0)
4 35 (16,4) 5 (9,8) 6 (3,5) 1 (3,3)
5 25 (11,7) 11 (21,6) 21 (12,4) 0 (0,0)
6 6 (2,8) 1 (2,0) 3 (1,8) 0 (0,0)

Respuestas: 1 - Siempre. 2 - A veces. 3 - Nunca. 4 - Solo ante demandas o quejas. 5 - Solo ante signos de sospe-
cha. 6 - Ante demandas o quejas y signos de sospecha.

Tabl a 4 b
Real i zaci ó n de acti v i dades de prev enci ó n de i nfecci o nes de trans mi s i ó n s ex ual en
ado l es centes (co mparaci ó n entre g rupo s )

Medicina Enfermería "2 p


Respuesta N (%) N (%) 49,906 0,000
1 50 (18,9) 60 (30,0)
2 109 (41,3) 58 (29,0)
3 22 (8,3) 51 (25,5)
4 40 (15,2) 7 (3,5)
5 36 (13,6) 21 (10,5)
6 7 (2,7) 3 (1,5)
Respuestas: 1 - Siempre. 2 - A veces. 3 - Nunca. 4 - Solo ante demandas o quejas. 5 - Solo ante signos de sospe-
cha. 6 - Ante demandas o quejas y signos de sospecha.

Tabl a 5 a
Fo rma habi tual de pro ceder ante l a detecci ó n o demanda de al g ún ti po de pro bl ema en s al ud
s ex ual y repro ducti v a (co mparaci ó n entre ti po s de pro fes i o nal es )

Médico de Familia Pediatra Enfermera Matrona "2 p

Respuesta N (%) N (%) N (%) N (%) 18,625 0,000

1 119 (56,4) 23 (45,1) 50 (31,2) 11 (36,7)


2 82 (38,9) 25 (49,0) 98 (61,3) 13 (43,3)
3 10 (4,7) 3 (5,9) 12 (7,5) 6 (20,0)

Respuestas: 1 - Intervengo. 2 - Derivo a especialista. 3 - Intervengo y derivo a especialista.

68 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


Tabl a 5 b
Fo rma habi tual de pro ceder ante l a detecci ó n o demanda de al g ún ti po de pro bl ema en s al ud
s ex ual (co mparaci ó n entre g rupo s )

Medicina Enfermería "2 p


Respuesta N (%) N (%) 18,625 0,000
1 142 (54,2) 61 (32,1)
2 107 (40,8) 111 (58,4)
3 13 (5,0) 18 (9,5)

Respuestas: 1 - Intervengo. 2 - Derivo a especialista. 3 - Intervengo y derivo a especialista.

fermería en intervención habitual, ya que el 59,2 % alcanzan cotas del 45,1 %, las matronas el 36,7 %
lo hace siempre y de ellos un 5 % además deriva y las enfermeras el 31,2 %.
a especialista. En cambio, entre la enfermería la
tasa de intervención habitual es del 41,6 % y de Dificultades de los y las profesionales
ellos el 9,5 % deriva además a un especialista. Finalmente, en las tablas 6a y b aparecen los
Estas diferencias observadas entre ambos grupos resultados sobre las mayores dificultades que am-
son estadísticamente significativas ("2= 18,625; bos tipos de profesionales de atención primaria de
p<0,001). salud tienen ante la necesidad de aplicar medidas
En esta actividad destacan los médicos de fami- de promoción, prevención, detección y actuación
lia ya que el 56,4 % lo hacen siempre, los pediatras en salud sexual y reproductiva.

Tabl a 6 a
Las may o res di fi cul tades que l o s pro fes i o nal es de medi ci na y enfermerí a de atenci ó n pri mari a ti enen
ante l a neces i dad de apl i car medi das de pro mo ci ó n, prev enci ó n, detecci ó n y actuaci ó n en s al ud
s ex ual y repro ducti v a (co mparaci ó n entre ti po s de pro fes i o nal es )

Médico de Familia Pediatra Enfermera Matrona "2 p


Respuesta N (%) N (%) N (%) N (%)
1 108 (48,2) 28 (50,0) 83 (43,9) 8 (26,7) 3,905 0,142
2 61 (27,2) 22 (39,3) 57 (30,2) 3 (10) 0,998 0,607
3 19 (8,5) 4 (7,1) 20 (10,6) 3 (10) 0,769 0,381
4 83 (37,1) 24 (42,9) 60 (31,7) 15 (50) 1,041 0,308
5 8 (3,6) 0 (0,0) 21 (11,1) 0 (0,0) 10,174 0,001
6 1 (0,4) 0 (0,0) 5 (2,6) 0 (0,0) 3,837 0,050
7 1 (0,4) 0 (0,0) 1 (0,5) 0 (0,0) 0,030 0,863
8 184 (82,1) 41 (73,2) 100 (52,9) 17 (56,7) 41,336 0,000
9 35 (15,6) 5 (8,9) 38 (20,1) 2 (6,7) 0,876 0,349
10 74 (33,0) 14 (25,0) 48 (25,4) 9 (30,0) 2,397 0,122
11 67 (29,9) 21 (37,5) 73 (38,6) 9 (30,0) 2,284 0,131
12 19 (8,5) 7 (12,5) 28 (14,8) 5 (16,7) 3,942 0,047
Respuestas: 1 - Insuficiente formación. 2 - Presencia de padres. 3 - Vergüenza. .4 - No tener equipo multidisci-
plinar. 5 - Considerar que no le corresponde. 6 - Considerar que no es necesario a esa edad. 7 - Por ser de sexo
contrario al niño/a, adolescente. 8 - Falta de tiempo en consulta. 9 - Temor a invadir intimidad. 10 - Falta de
demanda o queja. 11 - No disponer de medios. 12 - Por barreras culturales.

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 69


Tabl a 6 b
Las may o res di fi cul tades que l o s pro fes i o nal es de medi ci na y enfermerí a de atenci ó n pri mari a
ti enen ante l a neces i dad de apl i car medi das de pro mo ci ó n, prev enci ó n, detecci ó n
y actuaci ó n en s al ud s ex ual y repro ducti v a (co mparaci ó n entre g rupo s )

Medicina Enfermería "2 p


Respuesta N (%) N (%)
1 136 (48,6) 91 (41,6) 3,905 0,142
2 83 (29,6) 60 (27,4) 0,998 0,607
3 23 (8,2) 23 (10,5) 0,769 0,381
4 107 (38,2) 75 (34,2) 1,041 0,308
5 8 (2,9) 21 (9,6) 10,174 0,001
6 1 (0,4) 5 (2,3) 3,837 0,050
7 1 (0,4) 1 (0,5) 0,030 0,863
8 225 (80,4) 117 (53,4) 41,336 0,000
9 40 (14,3) 40 (18,3) 0,876 0,349
10 88 (31,4) 57 (26,0) 2,397 0,122
11 88 (31,4) 82 (37,4) 2,284 0,131
12 26 (9,3) 33 (15,1) 3,942 0,047

Respuestas: 1 - Insuficiente formación. 2 - Presencia de padres. 3 - Vergüenza. 4 - No tener equipo multidisci-


plinar. 5 - Considerar que no le corresponde. 6 - Considerar que no es necesario a esa edad. 7 - Por ser de sexo
contrario al niño/a adolescente. 8 - Falta de tiempo en consulta. 9 - Temor a invadir intimidad. 10 - Falta de
demanda o queja. 11 - No disponer de medios. 12 - Por barreras culturales.

Las principales dificultades para ambos grupos y sexta dificultad, respectivamente con tasas del
son coincidentes, siendo la primera para ambos la 37,4 % y 26 %. Tampoco en este caso las dife-
“falta de tiempo en consulta” (80,4 % para médi- rencias mostradas son significativas.
cos y 53,4 % para enfermería), alcanzando en este En quinto y último lugar, ya que en el resto de
caso diferencias estadísticamente significativas dificultades las tasas de acuerdo de opinión no lle-
("2=41,336; p<0,001). gan al 20 %, está para ambos grupos “la presen-
En la segunda dificultad, “insuficiente forma- cia de los padres en la consulta”, que para el caso
ción”, también coinciden aunque con menor tasa de los/as médicos/as llega al 29,6 % y para las/os
(48,6 % para medicina y 41,6 % para enfermería), no enfermeras/os al 27,4 %. Tampoco en este caso las
mostrando diferencias significativas entre los grupos. diferencias son estadísticamente significativas.
La tercera dificultad para médicos/as corres- Las diferencias estadísticamente significativas
ponde con la cuarta para enfermeros/as, “no tener entre grupos, aparte de la ya mencionada “falta de
equipo multidisciplinar”, alcanzan cotas cercanas tiempo en consulta”, aparecen en “considerar que esa
(38,2 % para los primeros y 34,2 % para los segun- actividad no le corresponde” ("2=10,174; p<0,005)
dos) y tampoco alcanzan diferencias significativas. y “en barreras culturales” ("2=3,942; p<0,005),
Aquí se diferencian las matronas, que destacan siendo las diferencias a favor de la enfermería, pe-
el no tener equipo multidisciplinar como la segun- ro las tasas de dificultad para ambos grupos son in-
da mayor dificultad. feriores al 20 %.
La cuarta dificultad para médicos se refiere tan-
to a “no disponer de medios” como a “falta de de- DISCUSIÓN
manda o queja” que representa la opinión del 31,4 %
de los mismos. Para enfermería supone la tercera Promocionar la salud sexual y reproductiva me-

70 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


diante un dialogo claro y abierto, tanto en la consul- cial, abierto, no amenazante y continuo durante la
ta habitual de los profesionales de Atención Pri- adolescencia y antes de que inicien la actividad se-
maria como en programas comunitarios, permite xual (As-Sanie, Gantt y Rosenthal, 2004).
fomentar actitudes positivas hacia las prácticas de Es también responsabilidad de los pediatras ayu-
sexo seguro y aumentar la capacidad para la toma dar a los adolescentes a reducir los riesgos y las
de decisiones en pro de realizar prácticas preventi- consecuencias negativas sobre la salud, que están
vas a nivel primario, con la intención de reducir asociadas con las conductas sexuales, como el em-
la tasa de incidencia en la población adolescente. barazo no deseado y las infecciones de transmisión
Atacando las causas conocidas del fracaso preven- sexual. De hecho, la Academia Americana de Pe-
tivo como son la desinformación, los mitos y la diatría (2007) apoya con fuerza la recomendación
falta de habilidades sociales necesarias para esta- de que los adolescentes deberían posponer la acti-
blecer una negociación sobre prácticas de sexo vidad sexual hasta que puedan asumir completa-
seguro. mente las consecuencias emocionales, físicas y
Por otra parte, la búsqueda activa de posibles económicas de su sexualidad.
conductas de riesgo permite la detección temprana La Academia Americana de Medicina de Fami-
y la actuación para, con el asesoramiento oportu- lia (2004), la Academia Americana de Pediatría (1999)
no y la intervención sanitaria, reducir la tasa de y la Asociación Americana de Medicina (2004) in-
prevalencia tanto de embarazos como de infección forman y proveen a los adolescentes de guías so-
de transmisión sexual en la población adolescente. bre sexualidad y sobre toma de decisiones respec-
to a actividades sexuales, aconsejando a los médicos
Embarazo no deseado de la necesidad de mantener discusiones abiertas
El embarazo en adolescentes permanece como con los y las adolescentes sobre sexualidad duran-
uno de los mayores problemas de salud pública, con te las consultas regulares.
constantes repercusiones sobre las madres adolescen- En nuestro estudio, los datos obtenidos sobre
tes, sus hijos, sus familias y la sociedad en general. la actividad de los profesionales médicos y de en-
La tasa de embarazo en adolescentes en los Es- fermería de los centros sanitarios de Atención Pri-
tados Unidos ha disminuido durante la última dé- maria, respecto a la realización de actividades de
cada, pero aún tiene tasas más altas que en otros prevención de embarazos no deseados en adoles-
países desarrollados (American Academy of Pedia- centes, muestran diferencias significativas entre
trics Committee on Adolescence, 2005); de hecho, ambos tipos de profesionales sanitarios. Casi un
cada año aproximadamente un millón de mujeres tercio (32,2 %) de los médicos realizan la preven-
adolescentes de entre 15 a 19 años quedan embara- ción solamente ante demandas o quejas y signos
zadas (As-Sanie, Gantt, Rosenthal, 2004). En Es- de sospecha, frente al 17 % de las enfermeras; nun-
paña, los datos publicados por el Instituto Nacio- ca realizan la prevención de embarazos no desea-
nal de la Juventud muestran un crecimiento en el dos el 30,5 % de los profesionales de enfermería
número total de embarazos en adolescentes entre ni el 10,2 % de los de medicina. Ahora bien, en
15 y 19 años, siendo del 20 % en 1990, llegando la práctica preventiva habitual, enfermería supera
al 44 % en 2000 y hasta el 46,6 % en 2003. Por ligeramente a medicina (22 % frente a 15,2 %).
otro lado, el número de abortos en adolescentes Especificando más, las matronas se vuelven a
alcanzó la tasa del 13,7 % en 2005, y el número diferenciar positivamente del resto, ya que la activi-
de prescripciones de píldoras anticonceptivas de dad preventiva es realizada siempre por el 63,3 %
emergencia para evitar el embarazo llegó hasta el de las mismas, les siguen médicos de familia (16 %),
medio millón de unidades en el mismo año (Ras- enfermeras (14,7 %) y pediatras (11,8 %). Ahora
cón y Sandoica, 2008). bien, cuando analizamos los datos de actuación
Los médicos de familia tienen un papel muy preventiva ante demandas o signos de sospecha
importante en asesorar a los adolescentes en el uso frente a embarazos no deseados, pediatras y médi-
de métodos contraceptivos, incluyendo la anticon- cos de familia (39,2 % y 30,5 %) se distancian
cepción de emergencia, y en tener una conducta positivamente respecto a enfermeras y matronas
sexual responsable, mediante un diálogo confiden- (18,8 % y 6,7 %).

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 71


Prescripción de métodos anticonceptivos actividad médica de prescribir anticonceptivos hor-
hormonales y la anticoncepción de emer- monales en adolescentes, muestran que casi la mi-
gencia tad de los médicos de familia (47,4 %) y de los pe-
La adolescencia, especialmente la temprana ado- diatras (44 %) derivan estos casos al Centro de
lescencia, es un periodo del desarrollo donde las per- Salud Sexual y Reproductiva para que se realice
sonas son más maduras físicamente que cognitiva- allí la prescripción anticonceptiva. Ahora bien,
mente; debido a ello, aunque las chicas de entre 10 con una tasa cercana (44,6 %) se sitúan los médi-
y 12 años pueden ser capaces de concebir, cogniti- cos de familia que habitualmente prescriben anti-
vamente son incapaces de percibir las futuras conse- conceptivos hormonales, aunque un 12,7 % de los
cuencias de su conducta sexual y de llegar a ser una mismos además derivan a especialistas. Frente a
madre adecuada (Brown y Cromer, 1997). los médicos de familia, solamente el 12 % de los
Estrategias de éxito para la prevención del em- pediatras prescriben habitualmente anticoncepti-
barazo en adolescentes incluyen la realización de vos hormonales, habiendo un 4 % que además de-
programas comunitarios, educación en conducta riva a especialistas de la materia.
sexual responsable y consejo contraceptivo. El mé- En cuanto a la prescripción de anticoncepción
dico de familia y el pediatra tienen un papel muy hormonal de emergencia ante coito no protegido, la
importante en asesorar a los pacientes adolescen- mayoría de médicos de familia la realizan (76,8 %),
tes en salud sexual y reproductiva de manera abier- y solamente el 16,6 % de los mismos derivan al Cen-
ta y no amenazante en el uso de métodos anticon- tro de salud sexual y reproductiva para su pres-
ceptivos, dando anticoncepción cuando la necesi- cripción. En cambio, algo más de la mitad de los
ten e incluyendo la anticoncepción de emergencia pediatras (56,5 %) derivan al Centro de salud sexual
(Brown y Cromer, 1997; As-Sanie, Gantt y Ro- y reproductiva para su prescripción, optan el 30,4 %
senthal, 2004; Karasz, Kirchen y Gold, 2004). por prescribirla ellos mismos, quedando un 2,2 %
De hecho, la Academia Americana de Medici- que realizan ambas opciones.
na de Familia (AAFP, 2004), La Asociación Mé-
dica Americana (AMA, 2004) y la Academia Ameri- Infecciones de transmisión sexual
cana de Pediatría (AAP, 2005) recomiendan guías La infecciones de transmisión sexual (ITS) son
para asesorar a los pacientes adolescentes sobre comunes en los países desarrollados. La Organi-
conducta sexual responsable y contracepción. Apo- zación Mundial de la Salud estimó que en 1999
yando la oportunidad que da la visita en la con- ocurrieron 340 millones de nuevos casos de sífi-
sulta para dar asesoramiento de forma confidencial lis, gonorrea, clamidias y tricomoniasis; siendo
y sin presencia de los padres y/o tutores, sobre las prácticas sexuales de riesgo, como realizar coi-
opciones contraceptivas, incluyendo los métodos tos sin protección con diferentes parejas, las que
hormonales. Asimismo, informan sobre la nece- condujeron comúnmente a contraer cualquier in-
sidad de educar a los adolescentes sexualmente fección de transmisión sexual (Sangani, Ruther-
activos en el uso de la anticoncepción de emer- ford y Wilkinson, 2004).
gencia, no como un método anticonceptivo regu- Hay estudios epidemiológicos que han revisa-
lar, sino para la prevención de un embarazo no do las ITS más comunes en adolescentes (Risser
deseado ante una relación sexual de riesgo. et al, 2005) y, en sus resultados, resaltan que la
Un estudio realizado sobre ocho ensayos clínicos infección por Clamidias es de frecuente ocurren-
con muestras seleccionadas al azar –que abarcaban a cia, mucho más que la infección por Gonorrea,
6389 pacientes en Estados Unidos, China e India– pero ambas son de particular importancia porque
ha mostrado que adelantar la anticoncepción de pueden causar la enfermedad inflamatoria de la
emergencia no reduce la tasa de embarazos no desea- pelvis. Por otro lado, las Tricomonas es un mar-
dos y tampoco afecta negativamente a la conducta cador significativo para el riesgo de contraer otras
sexual y reproductiva, en comparación con el uso infecciones de transmisión sexual, y porque está
convencional de la anticoncepción (Polis, Schaffer, asociado con las complicaciones del embarazo y
Blanchard, Glasier, Harper y Grimes, 2007). con el incremento del riesgo de transmisión del
Los datos de nuestro estudio, con respecto a la virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).

72 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


La infección por el virus del Herpes genital tam- luó, desde los años 1997 al 2000, un currículo lon-
bién es un hallazgo común en adolescentes, de la gitudinal para entrenar a médicos/as residentes de
misma manera que el virus del Papiloma Huma- Familia en la prevención y manejo del VIH. El
no (HPV) está ampliamente diseminado en este proyecto curricular proporcionó un modelo útil
grupo de población, aunque las consecuencias gra- con aumentos de conocimientos y mejoría en acti-
ves, como el cáncer genital, son raras en estas tudes y desempeño a lo largo del tiempo (Feldman,
edades. Miner y Millis, 2004).
A pesar de los avances y esfuerzos realizados Nuestros resultados sobre prácticas preventi-
en prevención y tratamiento de las infecciones de vas habituales, ante infecciones de transmisión
transmisión sexual, estas siguen siendo una causa sexual, indican que son realizadas por menos de la
importante de morbilidad en todos los países. En mitad de todos los profesionales sanitarios de
Estados Unidos, Los Centros para la Prevención y atención primaria.
el Control de enfermedades estiman que aparecen Enfermería supera a medicina en la realización
19 millones de casos nuevos cada año, y que al me- habitual de la prevención (30 % frente a 18,9 %),
nos la mitad de los mismos ocurren en personas aunque también hay un mayor número de enfer-
de una edad comprendida entre los 15 y los 24 meras/os (25,5 %) que de médicas/os (8,3 %), que
años. Habiendo un incremento constante tanto por nunca realizan este tipo de actividad preventiva.
infecciones bacterianas como víricas, a excepción En cambio, los médicos respecto a enfermería,
del VIH que ha permanecido constante en los últi- ante demandas o quejas y signos de sospecha son
mos 5 años (Lin, Whitlock, O’Connor y Bauer, los que realizan mayor actividad preventiva (31,5 %
2008). frente a15,5 %, respectivamente).
Revisiones sistemáticas de evidencia sobre la Vuelven a destacar las matronas, ya que el 70 %
práctica del asesoramiento en consulta, para pre- la realizan siempre, bajan hasta el 22,9 % las en-
vención de ITS en adolescentes y adultos mues- fermeras, al 19,2 % los médicos de familia y al
tran que es eficaz el asesoramiento en atención 17,6 % de los pediatras.
primaria de salud para la reducción de la inciden- En la práctica preventiva ante demandas o que-
cia del conjunto de ITS, tanto adultos de alto ries- jas y signos de sospecha, las matronas ocupan el
go como en adolescentes sexualmente activos. último lugar (3,3 %), subiendo enfermeras/os (17,7 %)
Siendo mayor la evidencia para las ITS bacteria- y destacándose médicos/as de familia (30,9 %) y
nas como gonorrea y clamidias. Destacando como pediatras (33,4 %).
factor de mayor peso en la eficacia preventiva del
asesoramiento la intensidad de la intervención, Sobre la forma de proceder ante la detec-
más que el formato o el modelo particular de ha- ción, promoción, prevención e interven-
cerla (Lin, Whitlock, O’Connor y Bauer, 2008). ción ante algún tipo de problema en salud
Los hallazgos encontrados en la evidencia cien- sexual y reproductiva
tífica sugieren que los programas preventivos, Dado que un número importante de adolescen-
sobre fomentar actitudes positivas hacia las prác- tes son sexualmente activos, la salud sexual y re-
ticas de sexo seguro en adolescentes, pueden ayu- productiva es una actividad relevante en la aten-
dar a estos a impedir la adquisición de infecciones ción sanitaria de la adolescencia, pero muchos pe-
de transmisión sexual (Crosby y Danner, 2008). diatras a menudo se sienten incómodos para abordar
Aunque los médicos de familia se encuentran la sexualidad y la contracepción, debido a que no
probablemente con pacientes en riesgo de contraer han recibido suficiente formación en estas mate-
infecciones de transmisión sexual, raramente están rias; en cambio, son importantes actores en promo-
entrenados en prevención, diagnóstico, asesora- ción, prevención e intervención en salud sexual y
miento y técnicas de tratamiento, debido a que no reproductiva (Alvin, Neu-Janicki, Jacquin y Sali-
reciben una adecuada preparación durante su for- nier, 2002).
mación médica (Hansen, Barnett, Wong, Spencer Para los médicos de familia, incrementar el nú-
y Rekart, 2005). En base a esta evidencia, la Univer- mero de visitas preventivas de adolescentes para
sidad Americana de Minnesota desarrolló y eva- realizar exámenes de desarrollo físico, es una opor-

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 73


tunidad para promocionar la salud sexual, ya que que el 59,2 % lo hace siempre y un 5 % además
tienen la oportunidad de abordar la sexualidad en deriva a especialista. En cambio, entre la enferme-
su discusión con los adolescentes. El hecho de ría la tasa de intervención habitual es del 41,6 %,
que los padres estén presentes durante la visita es derivando el 9,5 % a un especialista.
valorado como un facilitador de esta estrategia. En esta actividad destacan los médicos de
En cambio, la demanda de competencia profesio- familia ya que el 56,4 % lo hacen siempre, los
nal es vista por lo profesionales como una im- pediatras alcanzan cotas del 45,1 %, las matronas
portante barrera (Oscós-Sánchez et al, 2008). el 36,7 % y las enfermeras el 31,2 %.
Los profesionales de atención primaria tienen Los resultados sobre las mayores dificultades
un importante rol en promocionar la salud que ambos tipos de profesionales (medicina y en-
sexual, pero en lo referente al asesoramiento ante fermería) de atención primaria de salud tienen ante
las infecciones de transmisión sexual (ITS) rara- la necesidad de aplicar medidas de promoción, pre-
mente lo realizan y, cuando lo hacen, a menudo se vención, detección y actuación en salud muestran
produce de forma inadecuada. que las principales dificultades para ambos grupos
En este sentido, se realizó un estudio sobre una son coincidentes, siendo la primera para ambos la
muestra de 200 médicos de familia en Bélgica, “falta de tiempo en consulta” (80,4 % para médi-
respondieron el 68 % de los mismos al cuestiona- cos y 53,4 % para enfermería) y la segunda, “in-
rio planteado y solamente el 44,3 % indicó que suficiente formación”, (48,6 % para medicina y
realizaba alguna forma de asesoramiento en ITS 41,6 % para enfermería). Estableciéndose diferen-
(Verhoeven et al, 2003). Cerca de la mitad de los cias estadísticamente significativas entre profesio-
médicos de familia dejaron de asesorar a pacientes nales médicos y de enfermería solamente en la falta
asintomáticos, pero con riesgo evidente de ITS, y de tiempo en consulta.
muchos no aconsejaron sobre prácticas de sexo Otras dificultades encontradas en ambos gru-
seguro en la primera consulta contraceptiva. Las pos, aunque con tasas de respuesta inferiores al
mayores barreras que encontraron para no abordar 40 % y sin mostrar diferencias significativas, han
este tipo de actuación ante los pacientes fueron: sido: “no tener equipo multidisciplinar”, “no dis-
la presencia de la madre del paciente (94,2 %) o poner de medios”, “falta de demanda o queja” y
de la pareja (89,2 %), el idioma y los problemas “la presencia de los padres en la consulta”.
de comprensión (74,2 %), la ausencia de demanda
(72,4 %), la insuficiente formación (69,4 %), las Posibles limitaciones y razones por las que
diferencias étnicas (68,4 %), la falta de tiempo los resultados pueden ser válidos
(60,8 %), ser el primer contacto con el paciente Solamente se han podido analizar los datos per-
(60,8 %) y el miedo a molestar al paciente (30,6 %). tenecientes a los 499 profesionales de Atención
Los datos de nuestro estudio avalan las con- Primaria: medicina de familia, pediatría, enferme-
clusiones de estudios precedentes sobre las barre- ría y matronas de 41 Centros de Salud de la ciu-
ras más importantes que encuentran los profesio- dad de Valencia. Siendo, por ello, que los resulta-
nales de atención primaria, médicos/as y enferme- dos del estudio únicamente se podrán referir a es-
ras/os, para abordar en su trabajo rutinario la atención tos profesionales.
a la demanda en salud sexual, como son la falta Ahora bien, es importante contar con estos re-
de formación y la falta de tiempo en consulta, a sultados, porque han permitido analizar las activi-
pesar de que ellos/as mismos/as plantean tener dades de promoción y prevención que los profe-
dentro de su rol profesional esta actividad de pro- sionales sanitarios de Atención Primaria de Va-
moción, prevención, detección y actuación en sa- lencia realizan frente a embarazos no deseados e
lud sexual. infecciones de transmisión sexual (ITS) en ado-
Nuestros resultados, con respecto a la forma lescencia. También han mostrado la forma habi-
habitual de proceder ante la detección o demanda tual de proceder ante la detección o demanda de
de algún tipo de problema en salud sexual, mues- algún tipo de problema en salud sexual y repro-
tran que los profesionales médicos superan a los ductiva y, finalmente, han permitido saber qué di-
de enfermería en intervención habitual, puesto ficultades tienen a la hora de aplicar medidas de

74 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


promoción, prevención, detección y actuación en sa- 10. Catchpo l e M. : Sexually transmitted infec-
lud sexual y reproductiva. tions: control strategies. BML 2001: 322: 1135-
1136.
Indicaciones y directrices para futuras in- 11. Co l o me r Re v ue l t a, J. Grupo Pre v Inf ad. :
vestigaciones Prevención de embarazo no deseado e infeccio-
nes de transmisión sexual en adolescentes. Re-
Aunque la muestra no ha sido escasa, sería comendaciones Previnfad. 2004, 18 de diciem-
conveniente ampliar el número de sujetos estudia- bre. Disponible en http://www. aepap. org/pre-
dos, para confirmar si los resultados encontrados vinfad/rec_endits.htm.
entre los diferentes profesionales se mantienen, y 12. Cro s by RA y Danner F. : Adolescents’ trans-
tenerlos en cuenta para aplicar medidas correctoras mitted disease protective attitudes predict se-
sobre las principales dificultades que tienen para xually transmitted disease acquisition in early
la intervención en salud sexual y reproductiva en adulthood. The Journal of school health 2008;
adolescencia, como son: la falta de tiempo en con- 78: 310-313.
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ANEXO I
CUESTIONARIO DE PROMOCIÓN, PREVENCIÓN, DETECCIÓN Y ACTUACION EN SALUD
SEXUAL Y REPRODUCTIVA EN NIÑEZ Y ADOLESCENCIA

Centro de Salud: ______________________________ Departamento de salud nº_____


Especialidad médica: Pediatría ( ) Medicina de Familia ( )
Especialidad enfermería: Enfermera/o ( ) Matrona/o ( )
Fecha: _______________

1. Como práctica habitual de tu protocolo de consulta ¿realizas actividades de educación sexual ajustada
a la etapa evolutiva del/la niño/a adolescente?
1. Siempre ( ) 2. A veces ( ) 3. Nunca ( )
4. Solo ante demandas o quejas ( ) 5. Solo antes signos de sospecha ( )

76 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


2. ¿Compruebas si los/as niños/as adolescentes que atiendes están recibiendo educación sexual en su
medio familiar?
1. Siempre ( ) 2. A veces ( ) 3. Nunca ( )

3. ¿Compruebas si los/as niños/as adolescentes que atiendes están recibiendo educación sexual en el
ámbito escolar?
1. Siempre ( ) 2. A veces ( ) 3. Nunca ( )

4. ¿Informas o asesoras a padres u otros familiares sobre cómo educar y fomentar el diálogo sobre
sexualidad?
1. Siempre ( ) 2. A veces ( ) 3. Nunca ( )
4. Solo ante demandas o quejas ( ) 5. Solo antes signos de sospecha ( )

5. ¿Recomiendas o das algún tipo de material educativo sobre sexualidad?


1. Siempre ( ) 2. A veces ( ) 3. Nunca ( )

6. ¿Realizas algún tipo de actividad en salud sexual comunitaria, bien individualmente o como parte de
un equipo multidisciplinar?

SÍ ( ) Si es sí, especifica dónde, con quién/es y qué realizas______________________________


NO ( )
7. Del mismo modo que realizas controles sobre el desarrollo evolutivo general (peso, talla, dentición...),
¿realizas controles sobre el desarrollo sexual (aparición de caracteres sexuales secundarios, normalidad
genital...)?
1. Siempre ( ) 2. A veces ( ) 3. Nunca ( )

8. ¿Realizas actividades de prevención de abusos sexuales en niñez y adolescencia?


1. Siempre ( ) 2. A veces ( ) 3. Nunca ( )
4. Solo ante demandas o quejas ( ) 5. Solo antes signos de sospecha ( )

9. ¿Realizas actividades de prevención de embarazos no deseados en adolescentes?


1. Siempre ( ) 2. A veces ( ) 3. Nunca ( )
4. Solo ante demandas o quejas ( ) 5. Solo antes signos de sospecha ( )
10. ¿Das o prescribes métodos anticonceptivos hormonales en adolescentes?
1. SÍ ( ) 2. NO ( )
1. Derivo al Centro de Salud Sexual y Reproductiva ( )
2. Otro ( ) Especifica______________________________________________________
11. Ante un coito no protegido frente a embarazo, ¿prescribes la anticoncepción de emergencia?
1. SÍ ( ) 2. NO ( )
3. Derivo al Centro de Salud Sexual y Reproductiva ( )
4. Otro ( ) Especifica ______________________________________________________

12. ¿Realizas actividades de prevención de infecciones de transmisión sexual en adolescentes?

1. Siempre ( ) 2. A veces ( ) 3. Nunca ( )


4. Solo ante demandas o quejas ( ) 5. Solo antes signos de sospecha ( )

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 77


13. ¿Realizas actividades de prevención de violencia de género en adolescentes?
1. Siempre ( ) 2. A veces ( ) 3. Nunca ( )
4. Solo ante demandas o quejas ( ) 5. Solo antes signos de sospecha ( )

14. ¿Realizas actividades de prevención de disfunciones sexuales y parafilias en adolescentes?


1. Siempre ( ) 2. A veces ( ) 3. Nunca ( )
4. Solo ante demandas o quejas ( ) 5. Solo antes signos de sospecha ( )

15. Ante la detección o demanda de algún tipo de problema en salud sexual, ¿cuál es tu forma habitual
de proceder?
Suelo intervenir ( ) Derivo al especialista ( )

16. ¿Cuáles son las mayores dificultades que encuentras ante el abordaje de aplicar medidas de promo-
ción, prevención, detección y actuación en lo que a la salud sexual y reproductiva se refiere? Marca todas
aquellas que consideres.

Insuficiente formación ( ) Falta de tiempo en consulta ( )


Presencia de padres ( ) Temor a invadir intimidad ( )
Vergüenza a abordar la sexualidad ( ) Falta de demanda o queja ( )
No disponer de equipo multidisciplinar ( ) No disponer de medios ( )
Por considerar que no me corresponde ( ) Por barreras culturales ( )
Por considerar que no es necesaria a esa edad ( )
Por ser el/la niño/a adolescente del sexo contrario al mío ( )

78 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


CUADERNOS DE
SECCIÓN SALUD MENTAL PERINATAL
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA

Estrés postraumático secundario en profesionales


de la atención al parto. Aproximación al concepto
de violencia obstétrica
PTSD and obstetric violence
Ibone Olza Fernández
Recibido: 25/06/2014
Aceptado: 14/07/2014

Resumen
El parto puede ser altamente traumático para algunas mujeres. Se estima que entre el 2 y el
6 % de las mujeres desarrollan un trastorno de estrés postraumático (TEPT) completo tras el
parto y que el 35 % de las madres presenta algún grado de TEPT. A menudo, el trauma de las
mujeres es el resultado de las acciones (u omisiones) de los profesionales sanitarios. El con-
cepto de violencia obstétrica incluye “un trato jerárquico deshumanizador, un abuso de medica-
lización y patologización de los procesos naturales, trayendo consigo pérdida de autonomía y
capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad, impactando negativamente en
la calidad de vida de las mujeres”. Las razones que llevan a los profesionales que atienden par-
tos a ejercer la violencia obstétrica pueden ser variadas; entre otras se han señalado: la falta de
formación y de habilidades técnicas para afrontar los aspectos emocionales y sexuales del
parto; el propio trauma no resuelto o el síndrome de burnout.
Pal abras cl av e: TEPT. Parto. Violencia obstétrica. Burnout.

Summary
Childbirth can be a traumatic event for many women. Different studies have found a high
prevalence of trauma symptoms following childbirth: between 1 % and 6 % of women will deve-
lop complete post-traumatic stress disorder (PTSD) following childbirth and 35 % of women
present some degree of PTSD symptoms postpartum. Women are often traumatized as a result of
the actions or inactions of midwives, nurses and doctors. Obstetric violence has been defined as
“… the appropriation of the body and reproductive processes of women by health personnel,
which is expressed as dehumanized treatment, an abuse of medication, and to convert the natu-
ral processes into pathological ones, bringing with it loss of autonomy and the ability to decide
freely about their bodies and sexuality, negatively impacting the quality of life of women.”
Professionals may exert obstetric violence because of lack of technical skills to deal with emotio-
nal and sexual aspects of childbirth, unsolved trauma and or professional burnout.
Key wo rds : PTSD. Childbirth. Obstetric violence. Burnout.

Psiquiatra infantil y perinatal


Di recci ó n de co ntacto : ibone.olza@salud.madrid.org

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 79


El parto puede ser muy traumático para algu- en la toma de decisiones, sus opiniones habían si-
nas mujeres. En la última década diversos estu- do ignoradas. Los profesionales no les habían res-
dios han encontrado una alta prevalencia de sínto- petado como personas, ni respetado su derecho al
mas de estrés postraumático tras el parto. Así, en consentimiento informado (Thomson & Downe,
un estudio británico un tercio de las mujeres des- 2008). Se sentían traicionadas, algunas señalaban
cribían su parto como traumático y referían haber incluso cómo habían aceptado intervenciones, co-
temido por su vida o la de su bebé, o que este tuvie- mo la anestesia epidural o la extracción con ven-
ra serias secuelas (Soet, Brack, & DiIorio, 2003). tosa, solo para poder finalizar el trauma que esta-
En los estudios realizados en población general, ban viviendo (Goldbort, 2009). Muchas contaban
en Australia y Reino Unido, se observa que entre que habían sido tratadas de forma deshumanizada,
el 1 y el 6 % de las mujeres desarrollan un tras- irrespetuosa y descuidada. Para describir el trato
torno de estrés postraumático (TEPT) completo recibido por los profesionales utilizaban palabras
tras el parto (Ayers & Pickering, 2001; Creedy, como “bárbaro, invasivo, terrible y degradante”
Shochet, & Horsfall, 2000). En Estados Unidos, (Thomson & Downe, 2008). Otras decían haber
una encuesta nacional encontró que el 18 % de las sido tratadas como “un cacho de carne” o “una
mujeres presentaban síntomas altos de TEPT pos- baldosa de la pared” para explicar el trato deshu-
parto (Beck, Gable, Sakala, & Declercq, 2011). En manizado recibido durante el parto, describiendo
general se estima que aproximadamente el 35 % una falta total de consideración hacia ellas como
de las madres presentan algún grado de TEPT (Allen, seres humanos (Beck, 2004b). Lo estaban pasan-
1998; Creedy et al., 2000; Soet et al., 2003). do tan mal que solo deseaban que la ordalía del
El parto traumático se ha definido como aquel parto terminara, incluso con fantasías de muerte
en el que “hay un peligro real o amenaza vital como única forma de evadirse del intenso dolor y
para la madre o para su bebé” (Beck & Watson, trauma (Thomson & Downe, 2008). Muchas se-
2008). Son muchos los profesionales sanitarios guían teniendo recuerdos muy vívidos años des-
que desconocen o ignoran los signos del trauma pués del parto traumático. Probablemente el mal-
psicológico y emocional (Beck, 2004b). Como trato tenga un impacto mucho mayor cuando su-
dice Beck: “el trauma del parto reside en la mi- cede intraparto, un momento en que el cerebro
rada de quien lo percibe”, lo que implica que materno está bañado en neurohormonas específi-
trauma es lo que a cada mujer le resulta traumáti- cas que lo preparan para el inicio del vínculo (Ol-
co durante su experiencia de parto (Beck, 2004a). za-Fernández, Marín Gabriel, Gil-Sánchez, Gar-
La experiencia de parto traumático se acompaña cía-Segura, & Arévalo, 2014). Resumiendo, los es-
de miedo, indefensión y terror, y suele ir seguida tudios indican que las mujeres con frecuencia salen
de toda una serie de pensamientos que incluyen traumatizadas de sus partos como consecuencia de
recuerdos vívidos del suceso, flashbacks, pesadi- las acciones y omisiones de matronas, enfermeras
llas e irritabilidad (Ayers, 2004; Olde, van der Hart, y médicos (Elmir et al., 2010).
Kleber, & van Son, 2006). Puede afectar seriamen- Las activistas del parto han definido este mal-
te a las mujeres y a sus familias. trato a las parturientas por parte de los profesio-
Los estudios cualitativos muestran que un tema nales de la salud desde una perspectiva diferente, y
central para estas mujeres traumatizadas es el ha- han visibilizado las secuelas emocionales del mis-
ber recibido unos cuidados inadecuados (Allen, 1998). mo. Curiosamente solo lo han llamado abuso las
Así, un meta análisis sobre las percepciones y ex- personas que se presentan como activistas del par-
periencias de las mujeres con partos traumáticos to, como Susan Hodges (Presidenta de Citizens
mostró como a menudo el trauma de las mujeres for Midwifery) o la matrona y defensora del parto
es el resultado de las acciones (u omisiones) de en casa Shelia Kitzinger. Conviene recordar que
las matronas, médicos y enfermeras (Elmir, Sch- el activismo del parto a menudo es una más de
mied, Wilkes, & Jackson, 2010). En dicho estu- las secuelas que deja un parto traumático (Sawyer
dio, las mujeres describían como habían sentido & Ayers, 2009). Nombrar el abuso que sufren mu-
que no tenían ningún control sobre su experiencia chas mujeres en el parto es el primer paso para
de parto. Les habían tratado de forma autoritaria erradicar el problema, según Hodges. Según ella,

80 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


drogar o cortar a una embarazada sin que haya una tétrica: “La apropiación del cuerpo y procesos
indicación médica es un acto de violencia, incluso reproductivos de las mujeres por prestadores de
cuando el que lo hace es un médico en un hospi- salud, que se expresa en un trato jerárquico des-
tal. Prácticas inadecuadas como dar oxitocina sin- humanizador, en un abuso de medicalización y
tética hasta que se produce sufrimiento fetal (y patologización de los procesos naturales, tra-
entonces la cesárea es urgente) son también un yendo consigo pérdida de autonomía y capaci-
abuso claro, aunque muy pocas mujeres sepan dad de decidir libremente sobre sus cuerpos y
que esto es una forma de maltrato (Hodges, sexualidad impactando negativamente en la ca -
2009). Kitzinger destaca como algunas mujeres lidad de vida de las mujeres” (Perez D’Gregorio,
sienten el parto como una forma de violación, y 2010). En el artículo 51, de dicha ley, se detalla que
como muchas mujeres que han sufrido un parto se considerarán actos constitutivos de violencia
traumático presentan los mismos síntomas que obstétrica: 1) No atender oportuna y eficazmente
las víctimas de violaciones (Kitzinger, 2006). El las emergencias obstétricas. 2) Obligar a la mujer
termino “violación en el parto” (birth rape) lo a parir en posición supina y con las piernas le-
han utilizado mujeres que sienten que fueron vio- vantadas, existiendo los medios necesarios para la
ladas en sus partos y forzadas a consentir a algu- realización del parto vertical. 3) Obstaculizar el
nos procedimientos, sin que se les hubiera infor- apego precoz del niño o niña con su madre sin cau-
mado con detalle ni se les hubiera explicado los sa médica justificada, negándole la posibilidad de
riesgos de las mismas. cargarlo o cargarla y amamantarlo o amamantarla
Para los profesionales sanitarios suele ser inmediatamente al nacer. 4) Alterar el proceso na-
muy difícil aceptar la palabra “violación” referida tural del parto de bajo riesgo, mediante el uso de
a un parto en un hospital. Sin embargo, es fre- técnicas de aceleración, sin obtener el consenti-
cuente que los profesionales del parto estén igual- miento voluntario, expreso e informado de la mu-
mente traumatizados por esa forma de trabajo tan jer. 5) Practicar el parto por vía de cesárea, exis-
deshumanizada. Las enfermeras pueden sentirse tiendo condiciones para el parto natural, sin obte-
impotentes e incapaces de intervenir para evitar el ner el consentimiento voluntario, expreso e informado
trauma. En un estudio reciente de Beck, el 26 % de la mujer (Perez D’Gregorio, 2010).
de las enfermeras obstétricas cumplían todos los Para las usuarias es fácil comprender el concep-
criterios diagnósticos para un screening positivo, to de violencia obstétrica. Nombrarlo puede faci-
como TEPT por exposición a sus pacientes du- litar que muchas mujeres revelen sus traumas de
rante el trauma (Beck & Gable, 2012). Presenciar parto como primer paso para la recuperación emo-
lo que las enfermeras del paritorio definían como cional. Conseguir que los profesionales compren-
partos abusivos (abusive deliveries) amplificaba dan en profundidad la violencia obstétrica parece
su riesgo de sufrir trauma secundario. En ese es- crucial, ya que esta puede ser consecuencia de la
tudio cualitativo, las enfermeras utilizaban frases medicalización extrema del parto, que también con-
como “el médico le violó”, “un parto perfecto se lleva una negación de los aspectos más espiritua-
convirtió en violento”, “fue innecesariamente les del mismo (Callister, 2004). Las razones que
rudo con su periné”, “me sentí cómplice de un llevan a los profesionales que atienden partos a
crimen” o incluso “me sentí como si estuviera ejercer la violencia obstétrica pueden ser variadas:
presenciando una violación”. Estas enfermeras se
• La falta de formación y de habilidades técni-
sentían tremendamente culpables y decían que
cas para afrontar los aspectos emocionales y se-
habían fallado a sus pacientes al no defenderlas ni
xuales del parto.
cuestionar las cosas que estaban haciendo los obs-
tetras. • El propio trauma no resuelto. La medicaliza-
El primer país que ha reconocido la violencia ción del parto provoca complicaciones iatrogéni-
obstétrica como concepto legal ha sido Venezue- cas severas (Belghiti et al., 2011; Johanson, New-
la. En la Ley Orgánica sobre el Derecho de las burn, & Macfarlane, 2002). Si los profesionales
mujeres a una vida libre de violencia, publicada el no tienen un espacio de apoyo, donde abordar este
19 de marzo de 2007, se define como violencia obs- aspecto iatrogénico de los cuidados, pueden entrar

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 81


en una espiral de medicalización creciente como 5. Beck, C. T. (2004b). Post-traumatic stress disor-
única estrategia defensiva. Entonces el parto se der due to childbirth: The aftermath. Nursing
percibe como un suceso muy peligroso, “una Research, 53(4): 216-224.
bomba de relojería a punto de estallar”, sin que 6. Beck, C. T. , & Gabl e, R. K. (2012). A mixed
methods study of secondary traumatic stress in
los que lo atienden lleguen a ser conscientes de
labor and delivery nurses. Journal of Obstetric,
como la cascada de intervenciones innecesarias Gynecologic, and Neonatal Nursing: JOGNN /
desencadena la iatrogenia, dando lugar a más inter- NAACOG.
vencionismo, más riesgo y más dolor. 7. Beck, C. T. , Gabl e, R. K. , Sakal a, C. , & De -
• Los profesionales del parto que tienen un sín- c l e rc q, E. R. (2011). Posttraumatic stress di -
drome de burnout generan un trato aún más des- sorder in new mothers: Results from a two-stage
U. S. national survey. Birth (Berkeley, Calif. ),
humanizado, con lo cual las cifras de mujeres que
38(3): 216-227.
sufren partos traumáticos pueden seguir aumen- 8. Beck, C. T. , & Wats o n, S. (2008). Impact of
tando indefinidamente. birth trauma on breast-feeding: A tale of two
Es preciso situar la violencia obstétrica en el pathways. Nursing Research, 57(4), 228-236.
centro del debate para poder comenzar a cerrar el 9. Bel g hi ti , J. , Kay em, G. , Dupo nt, C. , Ru-
círculo vicioso y poner fin a la violencia en el par- di g o z, R. C. , Bo uv i er-Co l l e, M. H. , & De -
to. La comprensión de la relación existente entre n e ux - Th araux , C. (2011). Oxytocin during
el TEPT en las mujeres, el maltrato y las causas labour and risk of severe postpartum haemorr-
que favorecen ese tipo de cuidado por parte de los hage: A population-based, cohort-nested case-
profesionales es urgente. Además, hay que visibili- control study. BMJ Open, 1(2): e000514.
10. Cal l i s ter, L. C. (2004). Making meaning: Wo -
zar el alto y profundo sufrimiento emocional que
men’s birth narratives. Journal of Obstetric, Gy -
llevan consigo muchos profesionales del parto y necologic, and Neonatal Nursing: JOGNN/NAACOG,
abordarlo terapéuticamente. Los modelos de aten- 33(4): 508-518.
ción al parto normal, dirigidos por matronas favo- 11. Creedy, D. K. , Sho chet, I. M. , & Ho rs fal l ,
recen la continuidad de los cuidados y la participa- J. (2000). Childbirth and the development of acu-
ción plena de las mujeres en su experiencia de par- te trauma symptoms: Incidence and contributing
to. Es necesario un diálogo continuo entre grupos factors. Birth (Berkeley, Calif.), 27(2): 104-111.
de usuarias y profesionales para poner fin a la vio- 12. El mi r, R. , Schmi ed, V. , Wi l kes , L. , & Jack-
lencia obstétrica. s o n, D. (2010). Women’s perceptions and expe-
riences of a traumatic birth: A meta-ethnogra-
Versión en castellano. El artículo original
phy. Journal of Advanced Nursing, 66(10): 2142-
en inglés “PTSD and obstetric violence” de la 2153.
autora fue publicado en Midwifery Today issue 13. Go l dbo rt , J. G. (2009). Women’s lived expe-
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82 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


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C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 83


CUADERNOS DE
DSM-V: LUCES Y SOMBRAS II
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA

Historia de una adicción: del vicio al trastorno del


juego
History of addiction: the vice to the gambling disorder
Mariano Chóliz

Resumen

A lo largo de las diferentes ediciones del Manual de Clasificación de los Trastornos Mentales
de la APA se ha ido perfilando conceptualmente la adicción al juego, si bien podemos destacar
tres momentos relevantes. El primero ocurre en la tercera edición del Manual (DSM-III),
cuando se produjo la consideración del juego patológico como un trastorno mental, con una
entidad gnosológica propia y unos criterios clínicos definidos y característicos, que se clasificó
en la categoría “Trastorno del control de los impulsos no clasificado en otros apartados”. En la
revisión posterior (DSM-III-R), se añadieron una serie de criterios muy característicos de los
trastornos por dependencia de sustancias, si bien el juego patológico continuó clasificándose en
la anterior categoría de trastornos del control de los impulsos, a pesar de que los criterios aña-
didos perfilaban un trastorno muy diferente al resto que conformaban dicha categoría y se ase-
meja mucho más al resto de drogodependencias, alcoholismo o tabaquismo. La esperada (y soli-
citada) consideración del juego patológico como trastorno adictivo no se producirá ni en el
DSM-IV ni en su revisión del DSM-IV-TR, sino que habrá que esperar al DSM-5, momento en el
cual se resuelve finalmente este hecho con la aparición de una nueva categoría en la que se
incluyen los trastornos por el consumo de sustancias y el juego. Pese a ello, en el DSM todavía
se muestran renuencias a incluir explícitamente una categoría de trastornos adictivos en la cual
se incluyan el juego y el consumo de sustancias.

Pal abras cl av e: Juego patológico. Conceptualización. Trastorno adictivo. DSM-5.

Summary

Throughout the editions of the DSM, the gambling has been progressively conceptualized,
although three relevant moments could be considered. The first was the third edition of the
Manual ( DSM -III), in which the pathological gambling was considered as a mental disorder,
with gnoseological entity, with its own characteristic and a defined clinical criteria.
Pathological gambling was classified in the category of “Impulse Control Disorders not classi-
fied in other disorders”. In subsequent revision (DSM- III -R) several characteristic criteria of
dependence disorders substance was added. Nevertheless, pathological gambling continued

Facultad de Psicología
Universidad de Valencia
E-mail: Mariano.Choliz@uv.es

84 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


classified into the former category of Impulse Control Disorders, although with the added crite-
ria, pathological gambling was more similar from dependence disorders, than from impulse con-
trol disorders. The expected (and requested) consideration of pathological gambling as addic-
tive disorder does not occur in the DSM -IV, nor in DSM-IV-TR. The DSM-5 finally resolves this
question with the emergence of a new category in which substance use disorders and gambling
are included. Nevertheless, the DSM still shows reluctance to explicitly include a category of
addictive disorders in which gambling and substance use are included.

Key wo rds : Pahological gambling. Progressively conceptualized. Addictive disorder. DSM-5.

LA ADICCIÓN AL JUEGO HASTA EL patía, juego compulsivo, juego excesivo, juego adic-
DSM-IV-TR tivo, juego neurótico, etc. (Echeburúa y Báez, 1994).
El paso adelante que supuso el DSM-III (APA,
El homo Sapiens es también un homo Ludens, 1980) en la clasificación de los trastornos menta-
un animal que juega y que a veces declina en el les también alcanzó, como no podía ser menos, a
azar sus propias aspiraciones. Es por ello que, la enfermedad del juego. Así, en el DSM-III, esta
desde los albores de la civilización, el hombre ha patología aparece clasificada por primera vez co-
desarrollado juegos mediante los cuales pudiera mo un trastorno mental, con una categoría gnoseo-
conseguir bienes o recursos materiales apelando a lógica propia y con unos criterios diagnósticos
la suerte. La tensión por el resultado y la obten- que lo definen. Se caracterizó entonces como tras-
ción de los beneficios ha subyugado al jugador, torno del control de los impulsos, debido a que se
imbuyéndole en una espiral de ganancias y pérdi- entendía que el jugador habría llegado a una situa-
das que arrastra a algunos de ellos a jugar de for- ción en la cual había dejado de tener el control de
ma desmedida. Dicho patrón excesivo tiene como su propia conducta de juego. Como consecuencia
consecuencia, la mayoría de las veces, la ruina ma- de ello, se producirán no solo las inevitables pér-
terial, familiar y personal, puesto que el juego de didas económicas, sino una clínica psicopatoló-
azar está organizado por administraciones y em- gica más extensa y grave. Así pues, la definición
presas del sector con un afán recaudatorio y lucra- del juego patológico por parte de la APA en el
tivo, respectivamente. Esa es la razón por la cual DSM-III es la de un “fracaso crónico y progre-
los juegos de contrapartida están diseñados para sivo en la capacidad de resistir los impulsos a
que, a la larga, gane quien organiza el juego, mo- jugar y a la conducta de jugar, fracaso que com-
tivo por el cual el jugador habitual se encuentra promete, altera o lesiona los intereses persona-
en clara desventaja y con un futuro cierto: la rui- les, familiares o vocacionales” (APA, 1980, pg. 305).
na económica. Según la ley de los grandes núme- Esta incapacidad de resistir los impulsos de
ros –que es la ley que gobierna los resultados del jugar afecta gravemente diferentes esferas de la
juego de azar– el jugador patológico solo puede es- vida y se caracterizaría, al menos, por tres de los
perar del juego, pérdidas. siguientes fenómenos:
Pese a ello, hay personas que desarrollan una 1. Arrestos por robo, fraude, estafa o evasión
relación de dependencia con el juego de azar, en la de impuestos, debidos a intentos para obtener di-
medida que son incapaces de dejar de jugar o de nero para jugar.
hacerlo de una forma funcionalmente adaptativa.
Semejante patrón de comportamiento tiene graves 2. Incapacidad para satisfacer las deudas y res-
consecuencias, no solo en el pecunio, como acaba- ponsabilidades financieras.
mos de comentar, sino también en el ajuste perso- 3. Alteraciones familiares y conyugales debi-
nal, la adaptación social y profesional, o las pro- das al juego.
pias relaciones familiares y afectivas. Se trata de 4. Obtención de dinero a través de fuentes ile-
los problemas antiguamente conocidos como ludo- gales (usureros).

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 85


5. Incapacidad de explicar las pérdidas de dine- trastornos del control de los impulsos, al igual
ro o de demostrar las ganancias que se atribuyen. que el trastorno explosivo-intermitente, clepto-
6. Pérdida del trabajo debido al absentismo manía, piromanía o tricotilomanía; es decir, to-
ocasionado por la actividad de jugar. dos aquellos que no se habían clasificado en otras
categorías como el trastorno por uso de sustan-
7. Necesidad de otra persona que procure el di-
cias psicoactivas o las parafilias y “cuya sintoma-
nero necesario para aliviar una situación finan-
tología esencial es: 1) Fracaso en resistir el im-
ciera desesperada.
pulso, deseo o tentación que puede ser dañino
Siete años más tarde, el DSM-III-R (APA, 1987)
para el individuo o los demás; 2) Sensación cre-
provoca un cambio muy significativo respecto a
ciente de tensión antes de llevar a cabo el acto; y
los criterios diagnósticos que acabamos de seña-
3) Experiencia de placer o gratificación en el
lar, ampliándose la clínica de la enfermedad con
momento de consumar el acto” (APA, 1987, pg.
indicadores propios de los trastornos por depen-
387). Sin embargo, el juego patológico tiene mu-
dencia de sustancias. Más específicamente, los cri-
chos más elementos clínicamente significativos
terios a los que se refiere el DSM-III-R vienen
en común con los trastornos por uso de sustan-
definidos por una conducta de juego perjudicial,
cias (los cuales no dejan de tener esos mismos
caracterizada al menos por cuatro de los siguien-
problemas de control de impulsos) que con el
tes síntomas:
cajón de sastre en el que se convirtió la categoría
1. Preocupación frecuente por jugar o por obte- de los trastornos de control de impulsos.
ner dinero para jugar. El DSM-IV (APA, 1995) no supuso cambios
2. Con frecuencia se juega más cantidad de di- cualitativos en lo que se refiere al concepto de
nero o durante más tiempo del que se había planeado. juego patológico, ya que tanto los criterios diag-
nósticos como la fenomenología del trastorno es
3. Existe la necesidad de aumentar la magni-
básicamente la misma. Se mejoró, eso sí, la pre-
tud o la frecuencia de las apuestas para conseguir
cisión y objetividad de algunos de los criterios,
la excitación deseada.
eliminando redundancias, como la de los criterios
4. Intranquilidad o irritabilidad cuando no se pue- 7 y 8 del DSM-III-R, y se añadieron otros como
de jugar. la utilización del juego como mecanismo de es-
5. Pérdidas repetidas de dinero en el juego y cape para aliviar la disforia o el engaño a familia-
vuelta al día siguiente para intentar recuperar. res y terapeuta (algo que es muy común en los
6. Esfuerzos repetidos para reducir o parar el jugadores patológicos). Además, se recuperó del
juego. DSM-III la confianza en que los demás alivien sus
7. Con frecuencia, el juego tiene lugar cuando deudas o problemas financieros a causa del juego
se espera del sujeto que esté cumpliendo sus obli- y se enfatizó la relevancia de los problemas lega-
gaciones sociales o profesionales. les. El DSM-IV-TR (APA, 2000) añadió el suba-
partado “Hallazgos de laboratorio” para destacar
8. Sacrificio de alguna actividad social, profe- las alteraciones manifestadas en jugadores varo-
sional o recreativa importante para poder jugar. nes, se actualizaron las secciones “Síntomas y tras-
9. Se continúa jugando a pesar de la incapaci- tornos asociados” y en la sección “Prevalencia” se
dad para pagar las deudas crecientes, o a pesar de puso de manifiesto la relevancia del juego legali-
otros problemas significativos sociales, profesio- zado en la prevalencia del juego patológico. Este
nales o legales que el sujeto sabe que se exacerban último detalle no es en absoluto menor, en la me-
con el juego. dida en que la accesibilidad es una de las principa-
La propia APA reconocía que estos criterios se les variables implicadas en el desarrollo de tras-
añadieron no solo para ofrecer una descripción tornos adictivos, lo cual pone de nuevo de mani-
más completa del trastorno, sino para enfatizar su fiesto que el juego patológico tiene muchos elementos
similitud con las características esenciales de las que lo caracterizan como un trastorno adictivo.
sustancias psicoactivas. Sin embargo, el juego pa- Es por ello que la permanencia del juego pato-
tológico se mantuvo dentro de la categoría de los lógico en la categoría de trastornos del control del

86 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


impulso, tanto en el DSM-IV como en el DSM- sificación otras adicciones conductuales, tales co-
IV-TR, no correspondía con las evidencias clíni- mo la adicción a compras, sexo o actividad física
cas, sociales y científicas que entendían que se tra- y ello se justifica explícitamente debido a que la
taba, en rigor, de un trastorno adictivo que por evidencia es insuficiente para considerarlas como
supuesto implica una dificultad en el control de trastornos mentales. Resulta especialmente signi-
los impulsos, pero que tiene una fenomenología ficativo que el único problema que se alienta para
mucho más compleja y que tiene muchos más su estudio como eventual inclusión posterior en
elementos en común con las drogodependencias o la categoría de adicción comportamental sea el
al alcoholismo (con los que se encuentra concep- “Juego por Internet”. Dado que el juego de azar
tualmente más cerca). online estaría representado en la misma categoría
que el resto de juegos de azar, cuando en el DSM-
LOS CAMBIOS EN EL DSM-5 5 se habla de juego por Internet, se está refiriendo
a adicción a videojuegos online, que es un proble-
La publicación del DSM-5 supuso, como prin- ma sobre el que existe un amplio consenso (Chó-
cipal cambio en lo que respecta al juego, la inclu- liz y Marco, 2011). Los criterios propuestos en el
sión en la misma categoría diagnóstica tanto de DSM-5 son prácticamente los mismos que los del
los trastornos por el uso de sustancias como del trastorno de juego, simplemente con un par de ma-
trastorno del juego. La justificación dada por la tices que distinguen la adicción al juego de azar de
APA para incluirlo en la misma categoría no pue- la de los videojuegos. El primero es la sustitución
de ser más explícita, ya que “la conducta de juego de la “caza” (volver a jugar para recuperar pérdi-
activa el sistema cerebral de recompensa de for- das, a pesar de que ello le provoca todavía más
ma similar a como lo hacen las drogas de abuso problemas económicos) por la de “volver a jugar
y a que los síntomas clínicos de los trastornos a pesar de los problemas que le ocasiona”. El otro
provocados por el juego son similares a los que criterio diferente entre ambos es que en el juego
provocan las drogas” (APA, 2013, pg. 581), de azar se confía en los demás para que solucio-
aceptando los argumentos que se venían propo- nen sus problemas económicos, mientras que en
niendo desde hace tiempo para la consideración el caso de la adicción a videojuegos se enfatiza en
del juego patológico como un trastorno adictivo la pérdida de interés por otras actividades.
(Petry, 2006; Potenza, 2006). Resulta muy signi- Quedaría una última consideración, que tendría
ficativo que, a pesar de tal consideración, se ha- que ver con cuestiones de un calado distinto, que
yan mantenido los mismos criterios del DSM-IV es la de la renuencia que se muestra en todas las
para el diagnóstico de juego patológico, a excep- versiones del DSM a considerar el término “adic-
ción de la “comisión de actos ilegales, tales como ción”, a pesar de que se trata de un término am-
falsificación, fraude, robo o desfalco para finan- pliamente consensuado en los ámbitos sociales,
ciar el juego”. La comisión de actos ilegales, que clínicos y científicos. Esto todavía resulta más pa-
era uno de los principales criterios del diagnóstico radójico cuando el propio DSM-5 intitula esta ca-
de juego patológico del DSM-III, deja de tener tegoría como “Trastornos relacionados con sus-
valor diagnóstico (solo un 25 % de las personas tancias y adictivos”, mientras que, a la hora de de-
diagnosticadas por juego patológico cometen ac- finir cada uno de los trastornos –incluido el del
tos delictivos) para ser un indicador de gravedad de juego–, omite explícitamente el término adicción
esta patología. Por otro lado, se retoma el es- por el de “trastorno por el uso de sustancias” o
píritu del DSM-III-R, que explícitamente enfatiza “trastorno de juego”, argumentando que el térmi-
la “similitud con las características esenciales de no “adicción” posee connotaciones negativas y es
la dependencia de sustancias psicoactivas” (APA, ambiguo. Sin embargo, el término “trastorno por
1987, pg. 507). el uso del juego” todavía resulta más ambiguo,
Así pues, el trastorno de juego sería la única ya que es prácticamente lo mismo que decir ludo-
adicción comportamental de una categoría en la patía –etimológicamente, “patología del juego”–,
que existen, además, otros diez tipos de trastornos mientras que los trastornos adictivos tienen unos
por uso de sustancias. No se incluyen en esta cla- criterios diagnósticos muy específicos que definen

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 87


claramente el trastorno del que se trata. Y si fuera 4. Ameri can Ps y chi atri c As s o ci ati o n (2000).
por las connotaciones negativas a las que se alu- DSM-IV-TR. Washington: APA. Traducción al es-
de, también habría que eliminar de la terminolo- pañol en Barcelona: Masson.
gía médica o psiquiátrica términos como paranoia, 5. Ameri can Ps y chi atri c As s o ci ati o n (2013).
DSM-5. Washington: APA.
borderline o demencia.
6. Chó l i z, M. y Marco , C. (2011). Patrón de uso
y dependencia de videojuegos en la infancia y
BIBLIOGRAFÍA adolescencia. Anales de Psicología, 27: 418-426.
7. Echeburúa, E. y Báez, C. (1994). Concepto y
1. Ameri can Ps y chi atri c As s o ci ati o n (1980). evaluación del juego patológico. En. J.L. Graña
DSM-III. Washington: APA. Traducción al espa- (Ed. ). Conductas adictivas: teoría evaluación y
ñol en Barcelona: Masson. tratamiento (pp. 523-556). Madrid, Debate.
2. Ameri can Ps y chi atri c As s o ci ati o n (1987). 8. Petry, N. (2006). Should the scope of addictive
DSM-III-R. Washington: APA. Traducción al espa- behaviors be broadened to include pathological
ñol en Barcelona: Masson. gambling? Addiction, 101: 152-160.
3. Ameri can Ps y chi atri c As s o ci ati o n (1994). 9. Po t e n z a, M. (2006). Should addictive disor-
DSM-IV. Washington: APA. Traducción al espa- ders include non-substance related conditions?
ñol en Barcelona: Masson. Addiction, 101: 142-151.

88 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


CUADERNOS DE
DSM-V: LUCES Y SOMBRAS II
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA

Esquizofrenia y otros Trastornos Psicóticos:


principales cambios del DSM-5
Schizophrenia and other Psychotic Disorders: main changes in the
new DSM-5
Mar Rus-Calafell1 & Serafín Lemos-Giráldez2

Resumen

El presente artículo tiene como objetivo resumir los principales cambios realizados en la
definición y descripción de la esquizofrenia, así como de sus criterios diagnósticos, en la quinta
edición del DSM. En esta edición, la nueva categoría diagnóstica en la que se recoge la esquizo-
frenia se titula “Trastorno del Espectro Esquizofrénico y otros Trastornos Psicóticos”. Los cam-
bios específicos en su definición incluyen la eliminación de los subtipos clásicos y del trato
especial al síntoma de delirio bizarro o la alucinación de tipo “Schneideriana” (síntomas de
primer orden). Se incluyen, en lugar de los subtipos, especificadores de curso según el síntoma
predominante en el momento de la evaluación, que pretenden ayudar al clínico a tomar decisio-
nes en cuanto al tratamiento apropiado de la patología en ese momento concreto. Se ofrece tam-
bién una delimitación más clara entre esquizofrenia y trastorno esquizoafectivo y la reconcep-
tualización de la catatonia.

Pal abras cl av e: Esquizofrenia. DSM-5. Espectro Esquizofrénico. Subtipos clásicos. Trastorno esqui-
zoafectivo. Catatonia.

Summary

The present article aims to summarize and discuss the main changes made in the definition
and description of schizophrenia, and its diagnostic criteria, in the fifth edition of the DSM. In
this last edition, the new diagnostic category that includes schizophrenia is entitled
"Schizophrenic Spectrum Disorder and other Psychotic Disorders". Specific changes in the defini-

1
Department of Social Psychiatry, Institute of Psychiatry.
King’s College London
2
Departamento de Psicología. Universidad de Oviedo
Co rres po ndenci a: Dra. Mar Rus-Calafell, PhD
Institute of Psychiatry
at the Maudsley Hospital
King’s College London
De Crespigny Park
London SE5 8AF
E-mail: maria.rus-calafell@kcl.ac.uk

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 89


tion include the elimination of the classic subtypes as well as the special treatment of bizarre
delusions and Schneiderian hallucinations (first-rank symptoms). Instead of subtyping, the
DSM-5 uses specifiers of the course of the illness, which are intended to allow clinicians to
report current status and the previous course up to the present evaluation. Furthermore, this will
help clinicians to make decisions regarding the appropriate treatment of the disorder at that par-
ticular time. This edition also provides a clearer distinction between schizophrenia and schizoaf-
fective disorder and a reconceptualization of the relationship of schizophrenia and catatonia.

Key wo rds : Schizophrenia. DSM-5. Schizophrenic Spectrum. Classical subtypes. Schizoaffective


disorder. Catatonia.

DEFINICIÓN Y CAMBIOS RESPECTO AL 5, como “creencias fijas” que no son susceptibles


DSM-IV de cambio a la luz de datos contradictorios, en vez
de “creencias erróneas”, teniendo en cuenta que no
La reciente publicación de la quinta edición siempre es posible determinar su carácter verídico.
del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Otros cambios efectuados en relación a los cri-
Disorders (DSM-V, 2013) está en expansión en- terios diagnósticos de la esquizofrenia son, por
tre los clínicos como nueva herramienta diagnós- una parte, la clarificación sobre síntomas negati-
tica, aunque su uso no está totalmente estable- vos en el mismo criterio A y, por otra parte, la cla-
cido. Esta nueva edición, donde la nueva categoría rificación del criterio F. Los expertos han consi-
diagnóstica en la que se recoge la esquizofrenia, se derado que la abulia y la expresión emocional dis-
titula “Trastorno del Espectro Esquizofrénico y otros minuida son aspectos claves de los síntomas
Trastornos Psicóticos”, introduce algunos cam- negativos, y que esta última describe mucho me-
bios importantes en el diagnóstico de este tras- jor la naturaleza de la anormalidad afectiva, que
torno, respecto a ediciones anteriores del manual. no el aplanamiento afectivo. Así pues, la quinta ca-
Antes de pasar a comentar los principales cam- racterística del criterio A será síntomas negativos
bios que afectan, sobre todo, a los criterios diagnós- (como abulia o expresión emocional disminuida).
ticos, debemos subrayar que la introducción del El criterio F, que hacía referencia a la adición del
capítulo ha sido extendida para definir de manera diagnóstico de esquizofrenia, en caso de historia
más concreta los diferentes dominios de la psico- clínica de autismo o trastorno del generalizado del
patología psicótica y describir más extensamente desarrollo solo si las ideas delirantes o las aluci-
la organización de varios trastornos psicóticos (Car- naciones también se mantienen durante al menos
penter et al., 2009). 1 mes (o menos si se han tratado con éxito), se
En primer lugar, se aumenta a dos los sínto- ha incluido también “cualquier trastorno de la co-
mas del Criterio A exhibidos por el paciente, que municación de inicio en la infancia” como condi-
se requieren para establecer el diagnóstico de es- ción previa a la adición del diagnóstico.
quizofrenia, y además uno de estos síntomas debe Uno de los cambios más prominentes es la eli-
ser uno de los primeros tres listados: delirios, minación de los subtipos: no se identifican, sino que
alucinaciones y habla desorganizada. Así pues, se el subtipo se determina según el síntoma predomi-
ha eliminado el trato especial al síntoma de deli- nante en el momento de la evaluación. Los ante-
rio bizarro o la alucinación de tipo “Schneideria- riores subtipos son ahora utilizados como “especi-
na” (alucinaciones auditivas experimentadas en ficadores”, con el fin de detallar más el diagnóstico.
forma de voces que pronuncian los propios pensa- Tanto la esquizofrenia como el resto de trastornos
mientos, voces que discuten y voces que comen- psicóticos se caracterizan por diferentes dominios
tan las propias acciones). psicopatológicos, cada uno con diferentes cursos,
Al respecto, una nueva definición de delirios patrones de respuesta al tratamiento e implicacio-
se introdujo al comienzo de este capítulo del DSM- nes pronósticas. Los dominios sintomáticos más

90 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


relevantes incluyen distorsión de la realidad (alu- aplicado al criterio C (temporalidad de los sínto-
cinaciones y delirios), desorganización, síntomas mas afectivos) con el requerimiento de que el epi-
negativos, deterioro cognitivo, comportamiento sodio afectivo mayor debe estar presente durante
psicomotor anormal (p.ej., catatonia) y aspectos la mayor parte de la duración del trastorno. Prin-
del humor (depresión y manía). La severidad de cipalmente, este cambio se ha realizado para remar-
estos dominios se debe valorar en una escala de 0 car más la diferencia entre el trastorno esquizoa-
(no presente) a 4 (presente y severo). La manera de fectivo y otros trastornos psicóticos con presen-
puntuar estas dimensiones, según esta escala de cia de síntomas afectivos.
cinco puntos, se explica en la Sección 3 del ma- Las limitaciones en el diagnóstico diferencial
nual. Así pues, los especificadores van a añadir entre el trastorno delirante y algunas variantes del
una medida sobre la severidad de estas dimensio- trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y trastor-
nes sintomáticas que se puede acompañar también nos relacionados, trastorno de acumulación o el
de un especificador de curso (Carpenter & Tandon, trastorno dismórfico corporal han sido también
2013). Los especificadores de curso son: 1) pri- revisadas en esta nueva edición del DSM. Estos
mer episodio, actualmente episodio agudo; 2) pri- tres últimos trastornos tienen ahora un nuevo es-
mer episodio, actualmente en remisión parcial; 3) pecificador sobre el insight (bueno, suficiente, po-
primer episodio, actualmente en remisión total; bre). En consecuencia, el trastorno delirante inclu-
4) episodios múltiples, actualmente episodio agu- ye un criterio de exclusión que especifica que los
do; 5) episodios múltiples, actualmente en remi- síntomas no pueden explicarse mejor por la pre-
sión parcial; 6) episodios múltiples, actualmente sencia de TOC o trastorno relacionado con ausen-
en remisión total; 7) continuo (gran variedad de cia de insight respecto a la idea delirante. En otras
síntomas que cumplen los criterios de los sínto- palabras, la presencia de creencias delirantes no
mas de diagnóstico de un trastorno deben estar implica el establecimiento automático del diag-
presentes la mayoría del curso de la enfermedad nóstico de trastorno psicótico. Según la edición
con períodos de síntomas subumbral que deben anterior, el DSM-IV-TR, cuando un paciente pre-
ser breves en relación con el curso general); 8) in- sentaba ambas condiciones, el clínico debía esta-
específico. Estos especificadores pretenden ayudar blecer ambos diagnósticos. En el DSM-5 estos
a los clínicos a tomar decisiones en cuanto al tra- pacientes van a recibir un solo diagnóstico: por
tamiento apropiado de la patología en ese mo- ejemplo, si existieran características de TOC con
mento concreto. creencias delirantes, el diagnóstico final sería:
Con la eliminación de la catatonia como un trastorno obsesivo-compulsivo con características
subtipo de esquizofrenia, su tratamiento ha cam- psicóticas (Carpenter & Tandon, 2013).
biado por completo en esta nueva edición del ma- Finalmente, bajo la clasificación de condicio-
nual. El mismo criterio para el diagnóstico de la nes emergentes bajo estudio (Apéndice III, se tra-
catatonia es utilizado de manera consistente en ta de esas condiciones que requieren de más inves-
todo el manual: es un especificador de varios tras- tigación antes de su consideración formal como
tornos psicóticos (incluido por supuesto la esqui- trastorno), se ha incluido el diagnóstico de “Sín-
zofrenia) y de los trastornos del humor (trastorno drome de Psicosis Atenuada” para identificar a
bipolar y trastorno depresivo mayor). También se aquellas personas con elevado riesgo de desarrollo
ha incluido una categoría residual, titulada Ca- de psicosis. Este nuevo síndrome es un construc-
tatonia No Especificada, que pretende clasificar a to poliédrico basado en la frecuencia, duración y
esos individuos que presenten catatonia asociada a progresión de síntomas, asociado a disfunción so-
otros trastornos psiquiátricos u otra condición mé- cial búsqueda de tratamiento y/o malestar clínica-
dica general que no haya sido aún identificada. mente significativo (Fonseca-Pedrero, Paino, &
Otro de los cambios realizados en un diagnós- Fraguas, 2013). Al igual que los demás trastornos
tico específico ha sido la reconceptualización del incluidos en este capítulo, se trata de trastornos
trastorno esquizoafectivo. El diagnóstico de este bajo estudio que aún no disponen de la suficiente
trastorno debe realizarse ahora de manera longitu- evidencia empírica como para ser incluidos en el
dinal y no transversal. Así pues, el cambio se ha texto principal.

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 91


IMPLICACIONES DE ESTOS CAMBIOS les son los criterios que delimitan “la mayor par-
te” (o parte substancial) del curso del trastorno.
Es importante destacar que la psicosis no es Una de las críticas, que consideramos debe reci-
exclusiva de la esquizofrenia, sino que aparece en bir esta nueva edición, es que finalmente no se ha
una serie de categorías diagnósticas del trastorno incluido ningún criterio sobre los déficits neuro-
psicótico. Por este motivo tanto el cambio de nom- cognitivos de la esquizofrenia. Tanto la comuni-
bre de la categoría (a destacar la inclusión de la dad científica como clínica reconoce que es uno de
palabra Espectro) como la extensión de la intro- los aspectos más prominentes de la psicopatolo-
ducción del capítulo pretenden ayudar al clínico a gía asociada a la enfermedad. Algunos autores,
considerar las extremadamente diferentes manifes- como Bora, Yücel y Pantelis, incluso publicaron
taciones de la psicosis. en 2010 su propuesta sobre las posibles alternati-
El cambio en el tratamiento especial de los sín- vas para definir el deterioro cognitivo en el DSM-
tomas de primer rango (delirios bizarros o aluci- 5: 1) su inclusión como especificador (en lugar de
naciones auditivas comentando o conversando) cons- criterio diagnóstico); 2) una definición del déficit
tituye, desde nuestro punto de vista, un cambio cognitivo como una dimensión dentro del sistema
acertado debido a la baja fiabilidad y especificidad “híbrido” dimensional-categorial de esta nueva
del concepto “bizarro”. La definición última de este edición. No obstante, a pesar de la importancia de
concepto es difusa y confusa, y su eliminación pue- la función cognitiva para la comprensión de la
de también prevenir sesgos culturales. Este cambio esquizofrenia y otros trastornos psicóticos, no se
no debería tener un impacto muy elevado desde han incluido los déficits cognitivos en el criterio
una perspectiva de análisis de casos, ya que me- de “A” de la esquizofrenia, o los criterios para
nos del dos por ciento de personas que recibieron otro trastorno psicótico. La principal razón que
un diagnóstico de esquizofrenia, siguiendo el ma- han dado los miembros del grupo de trabajo es
nual DSM-IV, estuvo basado en la presencia de que la disfunción cognitiva no es un marcador de
un solo síntoma de delirio bizarro o alucinación diagnóstico diferencial para la esquizofrenia, ya
(Shin et al., 2013). sea para distinguir un paciente de una persona
Algunos autores ya habían apuntado que los sana o de una persona afectada por otros trastor-
subtipos limitaban demasiado la estabilidad del nos psiquiátricos (Barch et al., 2013).
diagnóstico, tenían baja fiabilidad y validez, y En resumen, la gran heterogeneidad clínica,
baja aplicación clínica (Peralta & Cuesta, 2003). patológica y etiológica de la esquizofrenia, así co-
Otro dato relevante, sobre la utilidad de los subti- mo sus borrosos límites con otros diversos tras-
pos anteriormente usados en el manual DSM, es tornos psicóticos, todavía reducen la validez de
que menos del cinco por ciento de las publicacio- contenido, la validez discriminante y la validez
nes en esquizofrenia tienen como objetivo com- predictiva como constructo unitario de enferme-
parar los diferentes subtipos en relación con las dad. De hecho, el DSM-5 sigue todavía definien-
variables de estudio (Braff et al., 2013). Con la do este síndrome por exclusión (no debido al
inclusión de los especificadores –tanto de dominios estado de ánimo o al trastorno esquizoafectivo, ni
psicopatológicos como de curso– se complementa a efectos fisiológicos de una substancia o de otra
la evaluación categorial de los trastornos psicóti- condición médica); y la descripción sintomática
cos, lo cual permite una evaluación más indivi- que se hace en el criterio A no es exclusiva (los
dualizada y específica de los pacientes. La inclu- delirios más la abulia pueden estar presentes en la
sión de estas ocho dimensiones es, sin duda, el ma- depresión mayor, las alucinaciones más el len-
yor y más clínicamente significativo cambio de guaje desorganizado pueden estar presentes en la
los realizados por el grupo de trabajo para esta ca- manía; los delirios más la grave conducta desor-
tegoría diagnóstica. ganizada pueden estar presentes en la demencia); y
Aunque el cambio en el criterio C del trastor- el deterioro funcional y los criterios de duración
no esquizoafectivo se realizó para mejorar la fia- de al menos 6 meses pueden cumplirse también
bilidad, validez y estabilidad del trastorno (Tandon en varios estados maníacos, depresivos o demencia-
& Carpenter, 2013), siguen sin quedar claros cuá- les. En consecuencia, los cambios introducidos en

92 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


el DSM-5 en los trastornos psicóticos represen- Cognitive impairment in schizophrenia and affec-
tan solo leves avances en la fiabilidad y utilidad tive psychoses: implications for DSM-V criteria
clínica, pero apenas abordan la cuestión crítica de and beyond. Schizophrenia Bulletin, 36: 36-42.
la validez y no suponen un cambio de paradigma. 5. Braff, D. L. , Ry an, J. , Ri s s i l i ng , A. J. , Car-
pe nt e r, W. T. (2013). Lack of use in the litera-
Como consecuencia de lo anterior, existen se-
ture from the last 20 years supports dropping
rias dudas respecto a la utilidad de los procedi- traditional schizophrenia subtypes from DSM-5
mientos diagnósticos actuales del constructo teó- and ICD-11. Schizophrenia Bulletin, 39: 751-
rico de la esquizofrenia, a la hora de tomar deci- 753.
siones prácticas, especialmente en lo que respecta 6. Carpenter, W. T. , Bustillo, J. R. , Thaker, G. K. ,
al abordaje terapéutico. van Os, J. , Krueger, R. F. , Green, M. J. (2009).
Parece claro que el verdadero impacto de los cam- The psychoses: cluster 3 of the proposed meta-
bios realizados en el DSM-5 solo podrá someter- structured for DSM-V and ICD-11. Psychological
se a juicio cuando haya sido utilizado por un tiem- Medicine, 39: 2025-2042.
7. Carp e n t e r, W. , & Tan do n , R. (2013). Psy -
po. Los estudios epidemiológicos ayudarán tam-
chotic disorders in DSM-5, summary of chan-
bién a detectar cambios en la prevalencia y comor- ges. Asian Journal of Psychiatry, 6: 266-268.
bilidad respecto al DSM–IV (Rieger, Kuhl, & Kup- 8. Fo ns eca-Pedrero , E. , Pai no , M. , Frag uas ,
fer, 2013), incluyendo la aplicación de encuestas D. (2013). DSM-5: ¿Síndrome de psicosis ate-
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C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 93


RESÚMENES PONENCIAS III JORNADA CUADERNOS DE
SALUD MENTAL PERINATAL
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA

III Jornada de Salud Mental Perinatal


Barcelona, mayo 2014

RESÚMENES DE PONENCIAS DE LA III JORNADA DE SALUD MENTAL PERINATAL

Gracia Lasheras1,3, Borja Farré-Sender2,3, Liliana Ferraz4, Gemma Mestre2,5,


Ingrid Rovira6
1
Psiquiatra. H. Universitario Quirón Dexeus (HUQD).
2
Psicólogo. HUQD.
3
Sección de Salud Mental Perinatal y Reproductiva (SSMPR).
4
Psicóloga. Departament de Psicologia Clinica i de la Salut. UAB.
5
Psicóloga. Consejo de Redacción.
6
Psicóloga. H. Clínic de Barcelona, sede Maternitat.

1. Madres, Alimentación y Trastornos del Comportamiento Alimentario


Mothers, Food and Eating Disorders
J. Toro
Hospital Clínic, Universitat de Barcelona.

Palabras clave: Comportamiento alimentario, prenatal. Embarazo. Puerperio. Anorexia Nerviosa.


Bulimia. Madre. Hijo/a. Salud.
Keywords: Eating Disorder. Prenatal. Pregnancy. Postpartum. Anorexia. Bulimia. Mother. Son /
Daughter. Health.

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son multicausales. Las influencias culturales
sobre el modelo estético, por ejemplo, son una de las causas más claras; sin embargo, en la última
década se ha evidenciado el importante papel de los factores genéticos que explican entre un 60-65 % de
su génesis. Prueba de ello son algunos datos de prevalencia de Anorexia Nerviosa (AN) y Bulimia
Nerviosa (BN) en familiares de primer grado de pacientes con TCA, que es de 7 a 12 veces superior a
la de familiares de controles (Lilenfeld et al., 1998: Klump et al., 2000).
En psicopatología, tanto el ambiente común como el individual no solo es social o interpersonal;
también puede ser físico-químico como la polución atmosférica, los traumatismos cráneo-encefálicos,
las intoxicaciones (alimentos, fármacos, alcohol, drogas) y la Perinatalidad: embarazo, parto y lactancia.
Las mujeres con un TCA experimentan cambios corporales por primera vez desde la adolescencia
y muchas albergan sentimientos negativos sobre el aumento de peso y los cambios corporales. Du-
rante el embarazo, el miedo a perder el control sobre el aumento de peso es, en estas mujeres, el senti-
miento ansiógeno más prevalente, a la vez del temor a que su hijo pueda resultar afectado físicamente
por una pobre nutrición. Sin duda, el común denominador es siempre la ansiedad; de hecho, en el
seguimiento de los hijos de madres con historia de TCA (AN y BN) los datos son reveladores: se
observa que los hijos presentan menor peso al nacer y menor circunferencia craneal y, a pesar de
que a los 3 meses de edad el IMC se normaliza, la circunferencia craneal se mantiene menor. A los 5
años presentan mayores dificultades en habilidades verbales que correlacionan con anomalías en la
circunferencia craneal (Koubaa et al., 2013). Así mismo, los bebés de las madres con TCA presentan

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 94


una tasa de crecimiento (peso/talla) significativamente inferior desde el nacimiento hasta los 12
meses que los hijos de madres sin TCA (Perrin et al., 2014). Las posibles explicaciones se debaten en
que las madres presentan más dificultades para amamantar, manifiestan una mayor consciencia de la
exposición corporal propia de amamantar y suelen acabar antes la sesión reduciendo el número de
grasas que afloran en sesiones más largas; además, tienden, con mayor frecuencia, a considerar que sus
hijos tienen el temperamento difícil. Otras consecuencias –en los hijos de madres AN, BN, AN+BN–
desde el nacimiento hasta los 10 años son, por ejemplo, menor talla que controles, menor IMC a los
2 años que termina estabilizándose a los 10 (Easter et al., 2014).
Las madres también presentan un mayor número de complicaciones durante la perinatalidad,
como anemia, crecimiento fetal lento, contracciones prematuras, más incidencia de reanimación neo-
natal, Apgar muy bajo, hipertensión materna, larga duración de primera y segunda fases del parto, y
bebés de mayor tamaño (Linna et al., 2014). Asimismo, existen factores perinatales de riesgo: en el
caso de la AN, anemia materna (p= .03), Diabetes mellitus (p = .04), preeclampsia (p = .02), infarto
placentario (p = .001), problemas cardíacos neonatales (p= .007) e hiporreactividad (p= .03); en el caso
de la BN destacan el Infarto placentario (p = .05), las dificultades alimentarias tempranas (p = .02) y el
bajo peso (p= .009) para la edad gestacional (Favaro et al. 2006). Otros problemas presentes en madres
con TCA son, en el caso de las hijas de mujeres AN, mayor número de Trastornos Emocionales
(OR:1.7), de Trastornos de la Conducta (OR:2.2) e Hiperactividad (OR: 1.8); y en los hijos varones
mayores tasas de Trastornos Emocionales (OR: 2.0). Las hijas de mujeres con BN muestran más inci-
dencia de Hiperactividad (OR: 1.7), y los hijos más Trastornos Emocionales (OR: 2.2) y de la
Conducta (OR: 2.4) (Micali et al., 2013). El estudio prospectivo de Pearson et al (2013) correlaciona la
depresión perinatal y las consecuencias en los hijos en edad adolescente (alrededor de los 18 años), y
concluye que la depresión prenatal es un factor de riesgo independiente, de manera que, cuantos más
síntomas depresivos maternos prenatales sufra la gestante tanto más riesgo de depresión sufrirán los
hijos adolescentes. Así mismo, la depresión postparto solo es de riesgo en madres con niveles educati-
vos bajos. Por su parte, la depresión en los padres en la etapa prenatal no se asocia a riesgo de depre-
sión en hijos; sin embargo la postnatal, sí.

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2. Exposición prenatal a sustancias de abuso


Prenatal exposure to abuse drugs
O. García-Algar
Servicio de Pediatría, Hospital del Mar, Barcelona

Palabras clave: Exposición prenatal. Sustancias de abuso. Biomarcadores. Matrices alternativas.


Embarazo. Recién nacido.

Key words: Prenatal exposure. Abuse drugs. Biomarkers. Alternatives matrixes. Pregnancy.
Newborn.

En España, el 2,5 % de mujeres en edad fértil afirman haber consumido cocaína durante los últi-
mos 12 meses; sin embargo, más allá de las encuestas telefónicas, solo se han realizado unos pocos
estudios acerca de la prevalencia del consumo de drogas durante el embarazo, mediante determina-
ción de biomarcadores de exposición en matrices biológicas, dos de ellos en Barcelona, en el marco
del denominado Proyecto Meconio. El estudio incluye a 1209 parejas de madre-recién nacido y su
objetivo principal es estimar la prevalencia del consumo de las sustancias de uso recreacional (opiá-
ceos, cocaína, cannabis y anfetaminas) en mujeres embarazadas y los efectos de la exposición crónica
en el recién nacido. El análisis de meconio ha revelado que el 10,9 % de los fetos están expuestos a
alguna de estas drogas de abuso y ha puesto de manifiesto la infradeclaración existente en los cuestio-
narios y la poca expresividad clínica de la exposición prenatal.
Por otro lado, la exposición que ocurre durante la vida prenatal puede extenderse, y existen padres
consumidores de sustancias de abuso que exponen a sus hijos a ellas durante los primeros años de
vida. Además del riesgo de intoxicación aguda, pueden estar expuestos a estas sustancias de forma cró-
nica. Las vías de exposición son diversas y dependen de la forma de consumo: por inhalación de hu-
mo, ingestión accidental o contaminación del mobiliario del entorno. El seguimiento clínico de todos
estos niños es imperativo, con el objetivo de minimizar los efectos a largo plazo, como la predisposi-
ción al consumo de sustancias de abuso en la adolescencia y la vida adulta, posteriormente.
Los efectos deletéreos relacionados con la exposición pasiva a sustancias de abuso son múltiples y
dependen de la intensidad de la exposición, del período de la vida (prenatal o postnatal), de la sustan-
cia implicada y del tipo de intoxicación (aguda o crónica).
Los recién nacidos y los niños en edad preescolar son candidatos, por su tamaño y su baja masa
corporal, a tener mayores efectos deletéreos después de su exposición a sustancias de abuso, a pesar de
que pocos trabajos hayan demostrado este hecho. La exposición activa (por ejemplo, por ingesta de
restos de la sustancia) o pasiva (por ejemplo, por inhalación pasiva del humo derivado del consumo
fumado de la misma) está vinculada a un posible riesgo de envenenamiento. Se conoce que la intoxi-
cación aguda grave en niños puede producirse a concentraciones más bajas que en adultos (en los que
suelen dar lugar a los efectos fisiológicos deseados tras su consumo activo) debido al metabolismo

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 96


inmaduro de estos niños. Además, es frecuente que los casos de intoxicaciones agudas se produzcan
en niños que presentan una exposición crónica a más de una sustancia de forma simultánea.
La herramienta más utilizada para la detección de la exposición prenatal y postnatal de sustancias
de abuso sigue siendo el cuestionario basado en la anamnesis, pero tiene una eficacia muy dudosa y la
infradeclaración en nuestro entorno es la norma. La valoración exacta de la exposición a drogas de
abuso mediante la determinación objetiva de principios activos y metabolitos, que servirían como
marcadores del consumo de dichas drogas, podría proporcionar la base para el tratamiento y el segui-
miento apropiados de los recién nacidos y niños que presentan síntomas de abstinencia de drogas.
Además, podría obtenerse información respecto a la prevalencia real del consumo de drogas ilegales
durante el embarazo y la exposición en la vida postnatal.
El pelo materno parece ser más sensible que el meconio en detectar la exposición prenatal a drogas
durante el tercer trimestre, por lo que podría convertirse en una buena herramienta de cribado. Del
mismo modo, su utilización durante el primer trimestre podría ayudar a prevenir la exposición prena-
tal, sin duda, la mejor intervención posible para minimizar las consecuencias del consumo materno
sobre el niño. Posteriormente, el pelo del niño (combinado con el pelo de los padres y de sus hermanos
y otros convivientes en el mismo entorno doméstico) es la matriz biológica de elección para estudiar
la exposición pasiva a drogas de abuso, alcohol y tabaco.
Estas matrices no convencionales cuentan con las ventajas de que su recogida no es invasiva y no
requiere un ambiente hospitalario, además de proporcionar información retrospectiva en el tiempo,
por ejemplo, de un mes por cada centímetro de pelo desde el cuero cabelludo. De esta forma, dan
información sobre la exposición crónica.
Los datos de elevada prevalencia de exposición pasiva a sustancias de abuso del feto durante el
embarazo, y del niño en la época postnatal, justifican la existencia de riesgos clínicos derivados de
intoxicaciones agudas (que suelen presentarse con dosis menores que en los adultos) y de la exposi-
ción crónica simultánea a varias sustancias. La principal estrategia de prevención pasa por la educa-
ción y el consejo dirigido a los padres, consumidores o no, respecto a los efectos deletéreos de la expo-
sición pasiva a estas sustancias de abuso en la época prenatal y en la infancia. La determinación de
biomarcadores de las sustancias de abuso en diversas matrices, alternativas o clásicas, es fundamental
para el diagnóstico de la exposición: pelo materno y meconio del recién nacido en la exposición pre-
natal; y orina y pelo del niño, y pelo de los adultos de su entorno en la exposición postnatal. De esta
forma, la detección de una exposición insospechada a sustancias de abuso tiene dos escenarios:
1. El cribado neonatal universal (que tiene limitaciones coyunturales económicas y analíticas) o
solo a recién nacidos con factores epidemiológicos y sociosanitarios de riesgo (en orina y meconio) y el
estudio en embarazadas (en pelo y orina maternos).
2. El estudio en urgencias ante casos de sospecha por la clínica, por el entorno o en caso de una
intoxicación aguda para descartar exposición crónica (en orina y pelo del niño, y en pelo de los adul-
tos y niños que comparten el mismo entorno doméstico).

3. Consecuencias de la exposición perinatal a cannabis: mecanismos neurobiológi-


cos subyacentes.
Consequences of perinatal exposure to cannabis: Underlying neurobiological mechanisms.
MP Viveros
Departamento de Fisiología (Fisiología Animal II). Facultad de Biología . Universidad Complutense de
Madrid.

Palabras clave: Sistema endocannabinoide, tetrahidrocannabinol (THC), neurodesarrollo, perío-

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dos críticos, efectos persistentes de larga duración, estudios epidemiológicos, estudios en anima-
les de laboratorio, función cognitiva, alteraciones psiquiátricas.

Key words: Endocannabinoid system, tetrahidrocannabinol (THC), neurodevelopment, critical


periods, long term persistent effects, epidemiological studies, animal studies, cognitive function,
psychiatric disorders.

El cannabis sigue siendo una de las drogas de abuso más consumidas, especialmente entre la pobla-
ción juvenil, incluidas jóvenes embarazadas. El principal compuesto psicoactivo del cannabis es el
Delta-9-tetrahidrocannabinol (THC), que ejerce sus efectos al activar receptores cannabinoides. El recep-
tor CB1 cannabinoide es uno de los receptores más abundantes en el cerebro. Los receptores cannabi-
noides se encuentran no solo en sistema nervioso, sino también en otros sistemas y, por tanto, los efec-
tos perjudiciales del cannabis se refieren no solo al sistema nervioso y al comportamiento, sino también
a otras funciones. Sin embargo, en esta charla se revisó fundamentalmente el impacto de la droga sobre
el cerebro y las consecuencias a nivel cognitivo y emocional. Para entender estos efectos, es fundamen-
tal tener en cuenta que el sistema endocannabinoide (SEC) (que incluye los receptores cannabinoides,
ligandos endógenos de esos receptores y la maquinaria enzimática para su síntesis y degradación) es un
sistema neuromodulador y regulador que juega un papel muy importante en diversos aspectos de la
psicofisiología del individuo, incluidos regulación de la ansiedad y respuesta al estrés, balance energé-
tico y sistemas de recompensa del cerebro. En lo que se refiere al tema de esta conferencia, es funda-
mental resaltar el papel que el SEC parece jugar en el propio desarrollo del cerebro y sus implicaciones
en la plasticidad sináptica. Dos períodos críticos para el neurodesarrollo son los períodos perinatal y
adolescente; durante estas etapas, el cerebro muestra una plasticidad única y es especialmente vulnera-
ble a la acción del cannabis (y otras drogas). Más aún, el propio SEC está en pleno desarrollo durante
estas etapas, por lo que el consumo de cannabis puede hacer que la repetida activación del receptor
CB1 por el THC interfiera con el desarrollo del SEC y altere sus funciones reguladoras. Tras una des-
cripción de los efectos deletéreos del cannabis, tanto en agudo como en crónico (efectos persistentes,
de larga duración), sobre el cerebro y el comportamiento (mayor riesgo de enfermedades psiquiátricas,
notablemente, aunque no solo, esquizofrenia), se explicó la importancia de la capacidad del THC de
atravesar la barrera placentaria y de ser secretado en la leche materna, como introducción a los efectos
del cannabis consumido por madres embarazadas y/o lactantes sobre el desarrollo del cerebro del feto.
Se presentaron datos procedentes de estudios epidemiológicos en humanos, así como de estudios en
animales de experimentación que indican que la exposición prenatal/perinatal a cannabis afecta al
desarrollo del cerebro y puede tener efectos a largo plazo sobre función cognitiva y otros aspectos del
comportamiento, notablemente aspectos emocionales y afectación del sistema de recompensa del cere-
bro, que es activado tanto por el propio cannabis como por otras drogas de abuso. Se analizaron los
paralelismos en cuanto a efectos descritos en humanos y animales, y las ventajas de los estudios en ani-
males de experimentación a la hora de indagar en los mecanismos neurobiológicos que subyacen a las
consecuencias del consumo del cannabis, incluida la posibilidad de modificar la respuesta a otras dro-
gas de abuso y facilitar su consumo. También se mencionaron posibles factores genéticos de vulnerabi-
lidad, así como el hecho preocupante de que en los últimos años se encuentra un aumento de la canti-
dad de THC en las preparaciones de cannabis/marihuana e incluso se consumen agonistas sintéticos
de tipo cannabinoide (spice) altamente potentes y peligrosos. Tanto en la charla como en la discusión
posterior, la ponente hizo hincapié en que la evidencia científica, incluidos datos experimentales recien-
tes que apuntan a efectos trans-generacionales del cannabis, indica con rotundidad que no solo las
mujeres embarazadas o lactantes deben evitar por supuesto consumir cannabis, sino que la droga no
debe consumirse en ninguna etapa de la vida, sobre todo en aquellas en las que el cerebro es más vulne-
rable como los períodos críticos del neurodesarrollo a los que se hace alusión más arriba.
Web recomendada: National Institute on Drug Abuse (NIDA) http://www.drugabuse.gov/

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4. Los retos de la prevención del consumo de alcohol y drogas durante el embarazo
Challenges for alcohol and drugs prevention during pregnancy
L. Segura1, C. Bruguera1, J. Colom1
1
Subdirección General de Drogodependencias. Agencia de Salud Pública de Catalunya. Departamento
de Salud. Generalitat de Catalunya.

Palabras clave: Drogas, embarazo, prevención.


Key words: Drugs, pregnancy, prevention.

El consumo de alcohol y otras drogas es una de las causas más importantes de morbi-mortalidad
en los países desarrollados. En un estudio reciente realizado en nuestro contexto, se encontró exposi-
ción a las drogas en el 28,8 % de niños de entre 2 y 10 años (Pichini S et al, 2014). La no planifica-
ción de muchos embarazos aumenta la prevalencia de fetos expuestos a alcohol y otras drogas y, dicha
exposición, aumenta de manera significativa el riesgo de efectos adversos en la gestación y en el desa-
rrollo del bebé como el síndrome alcohólico fetal, riesgo de aborto, bajo peso, prematuridad, etc.
(Barr HM et al, 2001).
El daño al feto fruto del consumo de sustancias no es reversible, pero el embarazo suele aumentar
la motivación para reducir o eliminar conductas poco saludables y significa controles regulares, por lo
tanto supone una buena oportunidad para prevenir, detectar e intervenir en el consumo de sustancias.
En Cataluña, la Subdirección General de Drogodependencias y el Programa de Salud Materno-
infantil de la Agencia de Salud Pública están trabajando, con el apoyo de un grupo de expertos, en el
desarrollo del programa Embarazo sin alcohol ni drogas, con el objetivo de reducir el consumo de
alcohol y otras drogas durante la planificación del embarazo, la gestación y el puerperio.
Dicho programa, para que se pueda implementar de forma efectiva, debe dar respuesta a una serie
de retos más allá de los propios del embarazo. Así, es necesario promover estudios diversos en nuestro
contexto, tanto en relación a la prevalencia de consumos como a la efectividad de las diferentes accio-
nes. El programa ha de aumentar la conciencia poblacional sobre los riesgos asociados al consumo de
sustancias en general, pero en particular sobre los asociados al embarazo garantizando que cualquier
mujer, planifique o no su embarazo, conozca los riesgos a tiempo. El programa ha de dotar de herra-
mientas a los profesionales para poder detectar los consumos, muchas veces negados, y ayudar a pro-
mover la motivación hacia el cambio. Debe clarificar los tratamientos farmacológicos que se pueden
administrar a mujeres embarazadas que tienen que dejar de consumir, y establecer mecanismos de
coordinación entre los servicios de seguimiento del embarazo y de atención a las drogodependencias,
para poder gestionar adecuadamente los casos más complejos. Todo ello, además, buscando el equili-
brio ético y necesario entre los derechos de las mujeres y los de los niños.
A pesar de los retos a los que nos enfrentamos, creemos que es posible implementar un programa
que coordine la actuación, por parte de diferentes profesionales de la salud y que integre acciones pre-
ventivas y de tratamiento, para mejorar la salud de madres e hijos y además generar un cambio cultural.

Bibliografía
1. Pichini, S. et altri (2014) Assessment of Unsuspected Exposure to Drugs of Abuse in Children from a
Mediterranean City by Hair Testing. International Journal of Environmental Research and Public
Health. 11: 2288-2298.
2. Barr HM, Streissguth AP (2001). Identifying maternal self-reported alcohol use associated with fetal alco-
hol spectrum disorders. Alcoholism Clin Exp Res. 25:283–7.

99 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


5. Detección sistemática de la Depresión Posparto (DPP): estado de la cuestión
Screening for postpartum depression: state of the art
G. Lasheras1, B. Farré-Sender1
1
Unitat de Salut Mental Perinatal i Reproductiva. S. Psiquiatría, Psicología y Medicina Psicosomática.
Hospital Universitario Quirón Dexeus

Palabras clave: Depresión posparto, detección sistemática.


Key words: Postpartum depression, screening.

La detección sistemática de la DPP es un fenómeno que está en estos momentos en debate. Por
una parte, su necesidad está basada en la alta prevalencia de los trastornos depresivos en el puerperio
(10 % en muestras españolas), sin olvidar el alto riesgo de descompensación depresiva en mujeres con
T. Depresivo recurrente y T. Bipolar; sin embargo, su detección es insuficiente según datos revela-
dos por estudios nacionales e internacionales. Por otra parte, cada vez están más documentadas las
consecuencias de la DPP no tratada, tanto en la mujer (riesgo de suicidio, alteración de la calidad
de vida, la relación de pareja, etc.) como en la descendencia (problemas cognitivos, conductuales,
emocionales y TDAH) y en el v í n c u l o que ha de generarse entre ambos, que puede verse menosca-
bado hasta en el 29 % de los casos.
Los estudios, que han investigado cómo responde la mujer a este tipo de evaluación (mayoritaria-
mente mediante la utilización de la Escala de Edimburgo -EPDS-), reflejan una alta tolerabilidad de
las pacientes (80-90 % de los casos) tanto en mujeres no deprimidas como en las deprimidas.
Los planteamientos actuales, específicamente los de la Sociedad Marcé Internacional de Salud
Mental Perinatal (Austin MP et al, 2014), son los siguientes:
1. Periodo a evaluar. No circunscribirse al posparto, sino ampliar a toda la etapa perinatal (em-
barazo y 1 año posparto) con el objetivo de la detección e intervención tempranas a fin de preservar el
bienestar materno-infantil.
2. Patología a evaluar. No solo la DPP, sino la "Morbilidad psicosocial" (Figura 1).

Figura 1. Morbilidad psicosocial: concepto

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 100


3. Metodología de la evaluación: Programa de evaluación psicosocial vehiculizado a través de
una entrevista clínica y/o un instrumento estructurado, que incluiría la detección de la DPP. Se dispo-
nen en estos momentos de tres Guías de la Práctica Clínica (GPC): La GPC Británica y Galesa (NICE,
2007), la GPC Escocesa (SIGN, 2012) y la GPC Australiana (NHRMC, 2011); esta última es la única
que contempla la evaluación de la interacción madre-hijo.
Así mismo, existen 5 instrumentos estructurados y validados para la evaluación de morbilidad psicoso-
cial en la etapa perinatal, aunque ninguno ha sido validado para población española (Figura 2).

Figura 2. Instrumentos estructurados para la evaluación de morbilidad psicosocial en la etapa perinatal

La evaluación deberá llevarse a cabo desde Atención Primaria de Salud, de forma integrada con
Salud mental, que desarrollará planes de formación y supervisión continuada (Figura 3).

Figura 3. Modelo de Atención "Integrada"

Este modelo de atención integrada ha comenzado a implementarse en Australia, especialmente en


las unidades de maternidad y atención a la primera infancia, aunque los resultados todavía no han
sido evaluados.

101 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


Actualmente, el debate se centra en:
1. Cuestionar una detección universal exclusiva de la DPP ante el riesgo de sobrediagnosticar la
DPP y la falta de rentabilidad frente a las ventajas de la evaluación psicosocial, que permitiría sensibili-
zar y educar a las mujeres en la etapa perinatal sobre la importancia de la salud mental, la interacción
madre-hijo y temas psicosociales que impactan más ampliamente en la familia (violencia de pareja,
búsqueda de ayuda...)
2. Encontrar la metodología más adecuada para la evaluación, puesto que los cinco instrumentos
diseñados hasta el momento presentan problemas de validez.
3. Definir cómo evaluar en los países poco desarrollados, mediante instrumentos de evaluación de
la depresión adaptados, a fin de identificar factores de riesgo psicosocial y reducir la estigmatización y
el abuso de mujeres con enfermedad mental en la etapa perinatal.
4. Determinar las intervenciones de "baja intensidad" (internet, online, apoyo social, autoayuda),
que podrían ser útiles en trastornos leves del estado de ánimo.

Bibliografía

1. Austin MP, Marcé Society Position Statement Advisory Committee (2014). Marcé International
Society position statement on psychosocial assessment and depression screening in perinatal
women. Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol. Jan;28(1):179-87.

2 National Institute for Health and Clinical Excellence (NICE) (2007). Antenatal and postnatal men-
tal health: The NICE guidelines on clinical management and service guidance CG45. London;
National Institute for Health and Clinical Excellence. Disponible en URL http://publications.nice.
org.uk/antenatal-and-postnatal-mental-health-cg45.

3. Scottish Intercollegiate Guidelines Network. Management of perinatal mood disorders (SIGN


Publication nº 127) (2012). Edinburgh. Disponible en URL http://www.sign.ac.uk/pdf/sign127.pdf.

4. Australian Guidelines for Perinatal Depression & associated Dosorders (NHRMC) (2011).
University of New South Wales, Australia. Disponible en URL https://www.bspg.com.au/dam/bsg/
product?client=BEYONDBLUE&prodid=BL/0891&type=file.

6. Detección y atención a los estados depresivos en el posparto desde los Servicios de


Atención a la Salud Sexual y Reproductiva
Detection and attention to postartum depressive states in sexual and reproductive health care
services
C. Martínez-Bueno1, A. Zaragoza, C. Vall, E. Sardá, A. Carrascón, R. Almirall, A. Garrido, E. Vela, M.
Burballa
1
Responsable Atención a la Salud Sexual y Reproductiva de Barcelona Ciudad (Àmbito de Atención
Primaria de Barcelona ciudad) Institut Català de la Salut. Professora Escuela de Enfermeria.
Departamento de Salut Mental, Salut Pública y Materno-Infantil de la Universitat de Barcelona.
Presidenta de la Federación de Asociaciones de Matronas de España ( FAME)

Palabras clave: Depresión posparto, Test de Edimburgo, estado emocional, videoconferencia.

Key words: Postpartum depression, Edimburg Scale, emocional states, videoconferencing.

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 102


Los servicios de atención a la salud sexual y reproductiva de Barcelona (ASSIR) se caracterizan, al
igual que en el resto de Cataluña, por una cartera de servicios amplia que incluye actividades de pro-
moción, prevención y atención en los diferentes aspectos que tienen que ver con la salud sexual y
reproductiva, entre ellos la atención durante el embarazo y posparto. Es precisamente durante la aten-
ción al posparto que la detección de la alteración del estado emocional y la depresión posparto
adquieren una importancia fundamental.
La matrona es la profesional referente durante la atención al posparto normal por este motivo; el
cribaje sistemático de la depresión posparto, a través de la Escala de Depresión posnatal de Edim-
burgo, es un elemento clave en la atención durante este período. La identificación de problemas en el
estado emocional implica la intervención de otros profesionales del equipo ASSIR, como psicólogas u
obstetra-ginecólogos/as.
El Instituto Catalán de la Salud, dentro del Estándar de Calidad, tiene como indicador la valora-
ción del estado emocional a través de la Escala de Edimburgo, entendiendo que la depresión pos-
parto es un problema de salud pública y que tiene una prevalencia superior a otros problemas de
salud, como pueden ser la diabetes gestacional o los estados hipertensivos. En Barcelona ciudad, en el
2013, la valoración del estado emocional en el posparto se realizó en el 74 % de las puerperas, el 89,6 %
de las cuales obtuvieron un valor en la Escala de Edimburgo <9, un 3,6 % obtuvieron valores entre 9
y 10, y un 6,6 % obtuvo valores iguales o superiores a 11, siendo este un valor inferior al descrito por
la bibliografía. El tiempo transcurrido entre el parto y la valoración del estado emocional fue de 30,7
días. Un 46,6 % de las puerperas con test igual o superior a 11 fueron derivadas a la psicóloga.
Actualmente, un proyecto de atención por videoconferencia, que permite a las mujeres contactar
en el postparto con la matrona, nos puede ayudar también a identificar situaciones de alteración del
estado emocional y mejorar de esta manera la prevención y la atención en salud mental en el pos-
parto.

7. Mamáfeliz: una herramienta online para la prevención de la depresión perinatal*


Mamáfeliz (Happymum): An online tool for preventing perinatal depression
J. Osma López
Universidad de Zaragoza.

Palabras clave: Depresión perinatal, screening, evaluación online.

Key words: Perinatal depression, screening, online assessment.


*Proyecto Subvencionado por la Conselleria de Sanitat de la Generalitat Valenciana, la Fundación Universitaria
Antonio Gargallo, Obra Social IberCaja, Gobierno de Aragón y Fondo Social Europeo.

La Estrategia Nacional de Salud Sexual y Reproductiva (2010) plantea la necesidad de prevenir la


depresión en la mujer, haciendo especial hincapié en la promoción del bienestar psicológico y emocio-
nal de las gestantes, y en la prevención e identificación precoz de psicopatología en el posparto. Esta
labor implica, por una parte, conocer los factores de riesgo asociados a la depresión perinatal (DPe) y,
por otra, los instrumentos de screening para su detección precoz, algo que en muchos lugares todavía es
una asignatura pendiente.
Distintos estudios han aportado evidencias de la asociación entre distintos factores de riesgo psico-
sociales y DPe, entre ellos: historia previa de depresión, síntomas depresivos y ansiosos durante el
embarazo, alto neuroticismo, baja autoestima, eventos vitales estresantes, problemas en la relación de
pareja o bajo apoyo social, entre otros (O´Hara y McCabe, 2013). Según Jones (2005), el reto está en

103 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


la evaluación de todos estos factores de riesgo en una misma muestra de estudio, por lo que considera-
mos que una buena estrategia para tal fin es la utilización de la telepsicología.
Desde que la telepsicología comenzara su andadura, conectando a profesionales de la salud con sus
pacientes (Brown, 1998), hemos presenciado un incremento exponencial de sus aplicaciones y benefi-
cios. Actualmente, contamos con un gran número de estudios controlados en prevención y trata-
miento de trastornos mentales y en promoción de conductas de salud a través de Internet (para una
revisión, véase Andersson, 2009; Carlbring y Andersson, 2006; Ritterband et al., 2003). Respecto a la
evaluación y tratamiento online de depresión y ansiedad, destacamos Beating the Blues (Proudfoot et
al., 2003), MoodGYM (Andersson et al., 2005) y BluePages (Hampton, 2006). En el caso específico de la
prevención de la DPe a través de programas de intervención psicológica online, podemos mencionar
Netmums (O’Mahen et al., 2013), MomMoodBooster (Danaher et al., 2012), MamaMia (Haga et al., 2013)
y Mothers & Babies internet course (Barrera et al., 2014); en este último caso, estamos a la espera de resul-
tados de eficacia de la intervención.
El objetivo del proyecto Mamáfeliz (MMF) es la prevención de la DPe a través de la evaluación y
seguimiento del estado emocional de las mujeres embarazadas y en el posparto, y de la derivación pre-
coz de mujeres con síntomas depresivos o ansiosos elevados. Con este fin, hemos desarrollado una
aplicación web (www.mamafeliz.es) y una app para smartphones (app Mamáfeliz gratuita en Google
Store). Centrándonos en la aplicación web, la evaluación incluye la mayoría de factores de riesgo vin-
culados a la DPe distribuidos en variables sociodemográficas, obstétricas, psicológicas y psicopatológi-
cas. La muestra del estudio se obtiene a través de convenios de colaboración con Centros de Salud y
Hospitales, fundamentalmente de las Comunidades Valenciana y Aragonesa. Las matronas colabora-
doras ofrecen a sus usuarias embarazadas los códigos de acceso a la aplicación y, desde su casa, pueden
registrarse y rellenar las evaluaciones en los momentos establecidos (entre la semana 16-24, entre la
semana 30-36 y a las 2, 4 y 12 semanas tras el parto). Al finalizar las evaluaciones las usuarias respon-
den a una encuesta sobre usabilidad, utilidad y satisfacción con la aplicación MMF. Los resultados en
este sentido son muy satisfactorios, con puntuaciones superiores a 4 (escala likert de 1 “nada” a 5
“mucho”).
En una primera muestra de 151 mujeres evaluadas antes del parto, aparecen factores de riesgo rela-
cionados con: tratamientos psicológicos previos (25,8 %), baja renta familiar (15,2 %), consumo de
tabaco (12,6 %) y sentimientos de ambivalencia hacia el bebé (10,6 %). Las variables que diferencian
de manera significativa (p<.005) a las mujeres con síntomas depresivos (EPDS !11) de las que no los
tienen, tanto en el embarazo como en el posparto, son fundamentalmente el apoyo social (MSPSS) y
el afecto negativo (PANAS). Este resultado preliminar informa de la importancia del apoyo social en la
mujer, además de plantear la posible relación entre los síntomas depresivos y las dificultades en la
regulación emocional (alto afecto negativo). Finalmente, de las 151 mujeres evaluadas, 7 cumplieron
criterios de episodio depresivo mayor según la aplicación MMF, confirmándose posteriormente con
una entrevista clínica telefónica. Consideramos que una aplicación online como MMF, accesible y de
fácil uso, puede ser un medio de evaluación, diagnóstico y seguimiento eficaz para garantizar la pre-
vención de la DPe.

Bibliografía
1. Andersson, G., Bergstrom, J., Hollandare, F., Carlbring, P., Kaldo, V. y Ekselius, L.(2005). Internet-
based self-help for depression: randomized controlled trial. British Journal of Psychiatry, 187, 456-462.
2. Andersson, G. (2009). Using the Internet to provide cognitive behaviour therapy. Behaviour Research
and Therapy, 47, 175-180.
3. Barrera, A., Kelman, A. R. y Muñoz, R. F. (2014). Keywords to recruit Spanish- and English- speaking
participants: evidence from an online postpartum depression randomized controlled trial. Journal of
Medical Internet Research, 16 (1): e6. doi: 10.2196/jmir.2999.
4. Brown, F. W. (1998). Rural telepsychiatry. Psychiatric Services, 49, 963-964.

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 104


5. Carlbring, P. y Andersson, G. (2006). Internet and psychological treatment. How well can they be com-
bined? Computers in Human Bahavior, 22, 545-553.
6. Danaher, B. G., Milgrom, J., Seeley, J.R, Stuart, S., Schembri, C., Tyler, M.S., Lewinsohn, P. (2012).
Web-Based Intervention for Postpartum Depression: Formative Research and Design of the
MomMoodBooster Program. JMIR Research Protocols, 1(2): e18. doi: 10.2196/resprot.2329.
7. ENSSR (2010). Estrategia Nacional en Salud Sexual y Reproductiva. Ministerio de Sanidad y Política
Social. Madrid: Gobierno de España.
8. Haga, S. M., Drozd, F., Brendryen, H. y Slinning, K. (2013). Mamma Mia: A Feasibility Study of a Web-
Based Intervention to Reduce the Risk of Postpartum Depression and Enhance Subjective Well-Being.
JMIR Research Protocols, 2 (2): e29. doi: 10.2196/resprot.2659
9. Hampton, T. (2006). Researchers provide psychiatric care from afar. The Journal of the American
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10. Jones, I. (2010). DSM-5: The Perinatal Onset Specifier for Mood Disorders. En: American Psycho-
logycal Association, DSM-5, 2010. Disponible en: http://www.dsm5.org/Documents/Mood%20Di-
sorders%20Work%20Group/Ian%20Jones%20memo-post-partum.pdf.
11. O´Hara, M.W. y McCabe, J.E. (2013). Postpartum Depression: Current Status and Future directions.
Annual Review of Clinical Psychology, 9: 379–407. doi: 10.1146/annurev-clinpsy-050212-185612.
12. O’Mahen, H. A., Woodford, J., McGinley, J., Warren, F. C., Richards, D. A., Lynch, T. R. y Taylor, R.
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mized controlled trial. Journal of Affective Disorders, 150, 814-822.
13. Proudfoot, J., Goldberg, D., Mann, A., Everitt, B., Marks, I y Gray, J. (2003). Computerized, interac-
tive, multimedia cognitive-behavioural program for anxiety and depression in general practice.
Psychological Medicine, 33, 217-227
14. Ritterband, L. M., Gonder-Frederick, L. A., Cox, D. J., Clifton, A. D., West, R. W. y Borowitz, S. M.
(2003). Internet interventions: in review, in use and into the future. Professional Psychology: Research
and Practice, 34, 527-534.

8. Atencio!n al parto y posparto hospitalario en mujeres con un trastorno mental


Care in hospital delivery and postpartum in women with a mental disorder
A. Arranz, M. Sanz, T. Collado, A. Camacho, Ll. García Esteve, E. Gratacós.
Hospital Clínic, Universitat de Barcelona.

Palabras clave: Atención, ayuda, parto, puerperio, trastorno mental, comadrona.


Key words: Care, help, delivery, postpartum, mental disorder, midwife.

Actualmente la salud mental es un objetivo prioritario en el ámbito europeo, ya que según la evi-
dencia, una de cada cuatro europeas padecerá algún trastorno mental a lo largo de su vida. Por otro
lado el embarazo es una etapa de cambios fisiológicos, culturales, emocionales y sociales. La actitud
que se tome hacia estos cambios, y la capacidad individual para afrontarlos, puede motivar que este
momento sea un factor de riesgo para el debut o empeoramiento de un trastorno mental; de hecho, se
sabe que el 20 % de las mujeres embarazadas sufre alguna sintomatología emocional o trastorno psi-
quiátrico.
La prevalencia de los trastornos mentales durante la gestación oscila en la depresión leve y mode-
rada entre el 10-16 %, en la depresión posparto en un 13 %, los trastornos alimentarios como la ano-
rexia y la bulimia en un 3-5 %, el trastorno de ansiedad incluyendo fobia social, el trastorno obsesivo-
compulsivo, estrés postraumático y ataques de pánico en un 14 %, y los trastornos mentales severos,
–que incluyen esquizofrenia y trastorno bipolar– en un 0,5 % (American Congress of Obstetricians
and Gynecologists, 2008). Sabemos que existe un infradiagnóstico de cada una de estas patologías y

105 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


que son muchas la mujeres que llegan a los paritorios con alguna alteración desconocida por el colec-
tivo médico o por la propia paciente. Casi el 50 % de las pacientes no piden ayuda a los familiares ni
amigos y no manifiestan sus problemas emocionales, en especial la depresión (Brown S et al, 2000).
En nuestro hospital existe una unidad de psiquiatría perinatal que realiza seguimientos personali-
zados en consultas externas y, junto a un especialista de medicina maternofetal, planifica el segui-
miento y el tratamiento adecuado durante el embarazo, parto, posparto y lactancia, para cada una de
las pacientes. En el año 2014 se inicia un grupo de trabajo conjunto, donde la figura de la comadrona
cobra un papel importante para el seguimiento y preparación de todas las mujeres con algún tipo de
trastorno psiquiátrico que deseen llevar a término su embarazo.

Método
Para poder ofrecer el plan de tratamiento personalizado y dar una asistencia adaptada, es necesario
tener en cuenta las peculiaridades de cada patología mental y solo con el conocimiento podremos
adaptar nuestros cuidados a las necesidades, tanto desde consultas externas como de sala de partos y
hospitalización; es por ello, que el Servicio de Psiquiatría Perinatal y Medicina Maternofetal se unen
para ofrecer formación a todo el personal que trabaja en el bloque obstétrico.
La introducción de la figura de la comadrona como profesional de referencia en consultas externas
contribuye a la mejora de la educación sanitaria ofrecida. Si es preciso, esta debe procurarse de forma
individualizada o en grupos reducidos, mediante una estrategia que defina un circuito en el que la
paciente pueda preguntar sus dudas, ganar seguridad y cuando lo necesite reciba información sobre el
proceso de parto o cesárea.
Si es posible, la comadrona de referencia acompañará a la paciente en el momento del parto o cesá-
rea, con la función de dar apoyo o realizar técnicas de relajación en el momento de la cesárea, el parto
respetado mediante una actitud empática y de escucha activa, con una atención especial a los signos no
hablados y a los síntomas de ansiedad. Todos estos elementos deben ser prioritarios en estas mujeres.
Después del parto, el objetivo será estabilizar a la madre y al recién nacido y promover el vínculo
materno-filial. Si es posible, se debe fomentar el contacto piel con piel, aumentando la vigilancia neo-
natal en los recién nacidos expuestos a psicofármacos durante el embarazo y parto. Se ha demostrado
que las madres que han recibido tratamiento antidepresivo tienen bebés con más riesgo de sufrir dis-
trés respiratorio, temblores, alteraciones en la adaptación neonatal y mayor riesgo a ser ingresados en
la unidad de cuidados intensivos neonatales (Grigoriadis S et al, 2013).
En la atención al parto en esta población, es importante que todos los especialistas (medicina mater-
nofetal, psiquiatría y anestesia) hayan dejado por escrito las pautas e indicaciones necesarias para la
administración de la medicación, curas y atenciones necesarias, incluyendo la ansiedad y el dolor.
La comadrona de referencia debe formar equipo y coordinar las actuaciones con la enfermera de
hospitalización, así como acoger a la nueva familia y presentarles al/la profesional de referencia, perso-
nalizando al máximo la habitación . En caso de ingreso del neonato, es importante mejorar y promo-
ver conductas de facilitación del contacto y la cercanía entre la mamá y el bebé, resolver los impedi-
mentos protocolarios, administrativos, físicos y arquitectónicos, y ayudar a la madre a decidir el mejor
momento para tener cerca a su hijo.

Discusión
En el momento actual existen dos situaciones que pueden parecer paradójicas: por un lado,
muchas personas con enfermedad mental grave no reciben tratamiento, a pesar de que existen trata-
mientos eficaces y, por el otro, se produce una psiquiatrización de la vida cotidiana, cada vez son más
las personas que no son capaces de afrontar eficazmente las situaciones de cambio de la vida cotidiana
y recurren a tratamientos farmacológicos no justificados.

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 106


Los embarazos en las mujeres con patología mental cada vez son más frecuentes y muchas embara-
zadas no están diagnosticadas en el momento del parto. Los hospitales deben contar con circuitos
especiales para estas mujeres y deben poder adaptar los cuidados según las necesidades de la paciente
y su patología mental. La actuación sanitaria, mediante protocolos rígidos y no adaptables a la idiosin-
crasia de la paciente, puede estar provocando alteraciones en la adquisición del rol materno con reper-
cusión directa en el cuidado y la crianza de los hijos. Todas estas medidas propuestas van dirigidas a
mejorar la calidad asistencial, así como la calidad percibida por la usuaria durante todo el proceso de
la maternidad.

Bibliografía
1. American Congress of Obstetricians and Gynecologists. (2008) Practicebulletin clinical management
guidelines for obstetrician-ginecologist. Vol. 92.
2. Brown S, Lumley J. (2000) Physical health problems after childbirth and maternal depression at six to
seven months postpartum. British Journal of Obstetrics and Gynaecology. 107, 1194-2001.
3. Grigoriadis S, VonderPorten EH, Mamisashvili L, Eady A, Tomlinson G, Dennis CL, Koren G, Steiner
M, Mousmanis P, Cheung A, Ross LE. (2013) The effect of prenatal antidepressant exposure on neona-
tal adaptation: a systematic review and meta-analysis Journal of Clinical Psychiatry.74 (4): 309-20.

9. Preservación de conductas naturales en cautividad: la conducta materna en los


grandes simios. Vínculo y crianza en gorilas.
Preservation of natural behaviours in captivity: Maternal behaviour in great apes. Mother
attachment and parenting in gorillas.
MT Abelló Poveda
Vicepresidenta del TAG de Grandes Simios (EAZA). Vicecoordinadora del EEP de Gorilas (EAZA).
Conservadora de primates del Parc Zoològic de Barcelona.

Palabras clave: Conducta maternal, gorila, crianza sin la madre.

Key words: Maternal behaviour, gorilla, hand-rearing.

En base a los problemas detectados en la reproducción y desarrollo de los grandes simios, y especí-
ficamente en los gorilas de las poblaciones que se mantienen ex situ dentro del proyecto de conserva-
ción Europeo (EEP, EAZA), se investigó qué factores podían mejorar su éxito reproductivo y su desa-
rrollo. Los sujetos del estudio son miembros de una megapoblación que ha vivido a lo largo de varias
décadas (y en algunos casos aún vive) en cautividad y, por tanto, en unas condiciones que difieren en
algunos aspectos de las propias de la especie en su medio natural, tanto en lo concerniente a su hábi-
tat, condiciones sociales y condiciones demográficas.
Uno de los problemas específicos detectados en las poblaciones de grandes simios provenía del
considerable número de individuos criados por humanos, que existía en la población histórica y del
momento, y que presentaba deficiencias en la conducta materna, en las relaciones sociales y en la
reproducción (en su término más amplio, no el mero hecho del apareamiento). Es por ello que se
revisaron aspectos del proceso de socialización y de las conductas sociales, haciendo una especial inci-
dencia en los factores que influían en la conducta materna de hembras adultas, que en fases iniciales
de su desarrollo no tuvieron la oportunidad de socializarse en la forma adecuada a la especie. Se iden-
tificaron unos factores principales que favorecían un perfil maternal adecuado en las hembras de
gorila cautivas, y por extensión en otras especies de grandes simios, poniendo de manifiesto que cir-

107 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


cunstancias de la crianza por humanos afectaba al desarrollo social de los gorilas. Para conseguir
mejorar los resultados reproductivos era necesario reducir el número de individuos que necesitan ser
criados por humanos e incrementar los resultados reproductivos de hembras capaces de cuidar correc-
tamente de sus crías. A este respecto, era necesario discernir cuáles eran aquellos factores que podían
incidir en el desarrollo de una adecuada conducta materna.
Los resultados obtenidos, al analizar la población de gorilas de la EEP, mostraron que los dos fac-
tores que tienen una mayor influencia en el adecuado desarrollo de la conducta maternal en gorilas
son: a) que las crías sean criadas por su respectiva madre y b) que se dé la posibilidad de observar con-
ductas maternales en congéneres. El estudio demostró estadísticamente la importancia que tiene la
posibilidad de poder observar ciertas conductas en el entorno social, para que el individuo sea capaz
de reproducirlas correctamente. La aplicación de estos conocimientos está mejorando sensiblemente
los resultados reproductivos de la población de gorilas europeos.

10. El cuidado del vínculo entre madres e hijos prematuros, a partir de la aplicación
de técnicas cognitivas.
The care of the bond between mothers and premature babies, from the application of cognitive
techniques.
M. Serret Serret1, I. Rubio de Abajo
1
Escola Universitària d’Infermeria de Sant Pau, Barcelona.

Palabras clave: Vínculo, prematuros, técnicas cognitivas.

Key words: Bonding, premature, cognitive techniques.

El nacimiento prematuro interrumpe un proceso de vinculación afectiva entre padres e hijo ini-
ciado desde la concepción, e implica el ingreso del mismo en una UCI neonatal. La aplicación de los
“Cuidados centrados en el desarrollo y la familia” permite un acercamiento entre ellos que posibilita
una buena vinculación. Sin embargo, el sufrimiento y los sentimientos de culpa que suelen acompa-
ñar, sobre todo a las madres, dificultan esta relación. La enfermera experta lidera el cuidado de estos
sentimientos de una manera intuitiva, basada en su experiencia profesional, cuya fundamentación teó-
rica nos aportan las técnicas cognitivas. La teoría cognitiva considera que la respuesta emocional del
individuo ante cualquier suceso viene determinada por el significado consciente que le atribuye. La
entrevista motivacional y la reestructuración cognitiva son técnicas psicológicas que permiten identifi-
car, analizar y modificar las interpretaciones y pensamientos erróneos que las personas experimentan
en determinadas situaciones.
Objetivo: Mostrar cómo la aplicación de estas técnicas puede ser útil en el cuidado de estas madres
y ayudarles a crear un vínculo fuerte y seguro con sus hijos.
Metodología: Se escoge la madre de un prematuro, en la que la enfermera detecta gran cantidad
de pensamientos negativos que interfieren notablemente en el proceso de vinculación hacia él. A par-
tir de una relación empática con ella, la enfermera decide realizar una entrevista motivacional y una
reestructuracción cognitiva.
Conclusiones: Ambas técnicas cognitivas son muy útiles para ayudar a las madres de niños prema-
turos a cambiar sus sentimientos y actitud hacia su hijo, y así fomentar un vínculo fuerte.

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 108


11. Psicopatologia en niños de 5 años expuestos intraútero a Inhibidores Selectivos
de la Recaptación de Serotonina (ISRS).
Psychopathology in five-year-old children exposed to selective serotonine reuptake inhibitors
(SSRI) in the uterus.
A. Torres1, ML. Imaz1, A. Roca2, P. Navarro3, S. Díez1, S. Socias1, J. Farré1, I. Rovira1, S. Subirà4, R. Martin-
Santos5,6,7, Ll. Garcia-Esteve1,6,7.
1
Programa de Psiquiatria Perinatal i Gènere. Servei de Psiquiatria. Institut Clínic de Neurociències
(ICN), Hospital Clinic, Barcelona. 2Servei de Psiquiatria. Consorci Sanitari de Terrassa, Barcelona.
3
Servei de Psicologia. Regidoria de Polítiques de Gènere, Terrassa. 4Departament de Psicologia
Clínica i de la Salut, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra. 5Servei de Psiquiatria i
Psicologia Clínica. Institut Clínic de Neurociències. Hospital Clínic, Barcelona. 6Institut d’Inves-
tigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (IDIBAPS). 7Centro de Investigación Biomédica en Red
de Salud Mental (CIBERSAM).

Palabras clave: ISRS, psicopatología, embarazo.


Key words: SSRI, psychopathology, pregnancy.

El uso de ISRS durante el embarazo se ha ido incrementando en los últimos años, situándose en la
última década alrededor del 3 % (Bakker et al., 2008). La serotonina actúa en etapas tempranas como
neurotransmisor y modulador del neurodesarrollo. Estudios animales muestran que la inhibición tem-
prana del 5-HTT provoca alteraciones sutiles en el neurodesarrollo y una conducta emocional adulta
alterada (Ansorge et al., 2004). Existen pocos estudios que evalúen el efecto a largo plazo de la exposi-
ción prenatal a ISRS sobre los síntomas exteriorizados e interiorizados. En general, estos estudios no
hallan relación entre la exposición prenatal a ISRS y el desarrollo posterior de problemas interioriza-
dos o exteriorizados (Morison et al., 2001; Nulman et al., 2002; Reebye et al., 2002; Misri et al., 2006;
Oberlander et al., 2007; Nulman et al., 2012), con la excepción de un estudio que halló que tanto la
depresión prenatal como la exposición a ISRS se asociaron a los síntomas interiorizados (Oberlander
et al., 2010). La mayoría de estudios, en cambio, sí que hallan un efecto de la enfermedad materna
sobre dichos síntomas (Oberlander et al., 2007; Oberlander et al., 2010; Nulman et al. 2012).
En esta ponencia, presentada en la III Jornada de Salud Mental Perinatal, se expusieron datos refe-
rentes a un estudio sobre la evaluación del funcionamiento cognitivo conductual a los 5 años de edad
de niños expuestos intraútero a ISRS, financiado por el Instituto de Salud Carlos III (EC08/00170).
El objetivo del estudio fue evaluar el efecto de la exposición intraútero a ISRS sobre los problemas
emocionales y de conducta a los 5 años de edad. Para ello, se diseñó un estudio de dos cohortes aparea-
das por edad gestacional y sexo del recién nacido. Una cohorte estuvo compuesta de 60 díadas madre-
hijo expuesta a antidepresivos ISRS durante la gestación, que acudieron al Programa de Psiquiatría
Perinatal BCN-Clinic durante los años 2004-2006, diagnosticadas de un trastorno depresivo o por
ansiedad (DSM-IV) y que fueron tratadas con ISRS durante la gestación. La segunda cohorte estuvo
compuesta de 60 díadas madre-hijo sana y no expuesta a antidepresivos durante la gestación. Se rea-
lizó la evaluación en edades comprendidas entre los 60 y 80 meses, mediante la escala Early Child-
hood Inventory (ECI-4), que cuenta con dos versiones: padres y maestros.
Se evaluó el nivel intelectual de la madre y se recogió el nivel socioeconómico y variables clínicas y
obstétricas. También se evaluó la sintomatología depresiva actual con el Edimburg Postnatal Depression
Scale (EPDS), y la psicopatología materna actual con el Symptom Checklist 90-R (SCL-90-R). Se realiza-
ron análisis factoriales exploratorios con las escalas del ECI-4 en su versión tanto para padres como
para maestros, hallando en ambos casos una solución de dos factores que podrían denominarse sínto-

109 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


mas exteriorizados y síntomas interiorizados. Los resultados de los modelos multivariantes hallaron
que los síntomas exteriorizados, referidos por los padres, se asociaron al nivel de psicopatología actual
materna; mientras que los síntomas interiorizados, referidos por los maestros, se asociaron a la dura-
ción de la sintomatología depresiva y ansiosa tras el parto. El tratamiento no se asoció a los síntomas
exteriorizados ni interiorizados; no obstante, no puede descartarse un efecto de las altas dosis sobre
los síntomas interiorizados referidos por los maestros.

Bibliografía
1. Ansorge MS, Zhou M, Lira A, Hen R, Gingrich JA. (2004). Early-life blockade of the 5-HT transporter
alters emotional behavior in adult mice. Science. Oct 29; 306(5697): 879-81.
2. Bakker MK, Kölling P, van den Berg PB, de Walle HE, de Jong van den Berg LT. (2008). Increase in use
of selective serotonin reuptake inhibitors in pregnancy during the last decade, a population-based co-
hort study from the Netherlands. Br J Clin Pharmacol. Apr; 65(4): 600-6.
3. Misri S, Reebye P, Kendrick K, Carter D, Ryan D, Grunau RE, Oberlander TF. (2006). Internalizing
behaviors in 4-year-old children exposed in utero to psychotropic medications. Am J Psychiatry. 2006
Jun; 163(6): 1026-32.
4. Morison S.J.,Grunau R.E.,et al. (2001). Infant social behavior and development in the rst year of life
following prolonged prenatal psychotropic medication exposure. Pediatr Res 49 (4 Pt2 Suppl), 28.
5. Nulman I, Rovet J, Stewart DE, Wolpin J, Pace-Asciak P, Shuhaiber S, Koren G. (2002). Child develop-
ment following exposure to tricyclic antidepressants or fluoxetine throughout fetal life: a prospective,
controlled study. Am J Psychiatry. Nov; 159(11): 1889-95.
6. Nulman I, Koren G, Rovet J, Barrera M, Pulver A, Streiner D, Feldman B. (2012) Neurodevelopment
of children following prenatal exposure to venlafaxine, selective serotonin reuptake inhibitors, or untrea-
ted maternal depression. Am J Psychiatry. Nov 1; 169(11): 1165-74. doi: 10.1176/appi.ajp.2012.11111721.
7. Oberlander TF, Reebye P, Misri S, Papsdorf M, Kim J, Grunau RE. (2007). Externalizing and attentio-
nal behaviors in children of depressed mothers treated with a selective serotonin reuptake inhibitor
antidepressant during pregnancy. Arch Pediatr Adolesc Med. Jan; 161(1): 22-9.
8. Oberlander TF, Papsdorf M, Brain UM, Misri S, Ross C, Grunau RE. (2010). Prenatal effects of selec-
tive serotonin reuptake inhibitor antidepressants, serotonin transporter promoter genotype (SLC6A4),
and maternal mood on child behavior at 3 years of age. Arch Pediatr Adolesc Med. May; 164(5): 444-51.
doi: 10.1001/archpediatrics.2010.51.
9. Reebye, P., Morison, S.J., et al. (2002). Affect expression in prenatally psychotropic exposed and nonex-
posed mother–infant dyads. Inf Mental Health J 23 (4), 403–416.

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 110


NOTICIAS DE PSICOSOMÁTICA CUADERNOS DE
INFANTO-JUVENIL (SPMIJ)
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA

Anaïs Orobitg1 y Rubén Brígido2


1
Psicóloga. Consejo de Redacción (SPMIJ)
2
Estudiante de Psicología. UAB. Colaborador (SPMIJ)

Predicting aggression in children with ADHD.


Elif Ercan, Eyüp Ercan, Hakan Atılgan, Bürge Ba!ay, Taciser Uysal, Sevim "nci, Ülkü Ardıç.
Child and Adolescent Psychiatry and Mental Health, 2014.

Este estudio tiene como objetivo mostrar si existe o no correlación entre los factores familiares,
cognitivos y la percepción de rechazo, con la agresión en el hogar y en la escuela. Se utilizó una mues-
tra de 476 niños de 7 a 15 años, con diagnóstico de TDAH y que habían manifestado anteriormente
episodios de conducta agresiva.
El estudio concluye con la afirmación de que los factores genéticos y ambientales influyen en el desa-
rrollo de la conducta agresiva en el TDAH. La prevención y la detección de las señales de alerta ayudaran
a una mejor intervención clínica en niños con TDAH y con mayor riesgo de padecer agresión.

Catatonic features in adolescents with schizophrenia with and without pervasive


developmental disorder
Petra Waris, Nina Lindberg, Kirsi Kettunen, Jari Lipsanen, Pekka Tani.
Child and Adolescent Psychiatry and Mental Health, 2014.

La catatonia se ha asociado con la esquizofrenia y los trastornos generalizados del desarrollo. Esta
investigación se centra en evaluar las características catatónicas que sufren los adolescentes que pade-
cen esquizofrenia, comparándolas con un grupo de adolescentes con trastorno generalizado del desa-
rrollo y otro grupo de pacientes con trastorno del espectro autista.
Los resultados de este estudio fueron que todos los adolescentes con esquizofrenia habían mani-
fiesto rasgos catatónicos en algún momento de su vida, donde el 78 % de los adolescentes las habían
expresado antes de los 10 años. Estos resultados fueron significativamente mayores entre los adoles-
centes con un trastorno comórbido del desarrollo.
En conclusión, los adolescentes esquizofrénicos con un trastorno comórbido del desarrollo muestran
muchos rasgos catatónicos en la infancia. Esta investigación muestra similitudes en los rasgos catatónicos entre
adolescentes con esquizofrenia y adolescentes con trastornos generalizados del desarrollo sin esquizofrenia.

Sleep problems predict and are predicted by Generalized Anxiety/Depression and


Oppositional Defiant Disorder
Lilly Shanahan, William E. Copeland, Adrian Angold, Carmen L.Bondy, et al.
Journal of the American Academy of Child&Adolescent Psychiatry, 2014.

Esta investigación pretende asociar los problemas de sueño con algunos de los trastornos psiquiá-
tricos más comunes en la infancia y adolescencia. La muestra fue de 1420 niños con edades entre 9 y
16 años. Los resultados revelaron que los problemas de sueño se relacionan con una ansiedad genera-
lizada y depresión, y también con el trastorno de oposición desafiante. La relación que se encuentra
entre los problemas de sueño y estos trastornos psiquiátricos podría proporcionar una disminución de
enfermedades mentales en niños.

111 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


CUADERNOS DE
NOTICIAS DE PSICOSOMÁTICA
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA

Sección a cargo de L. Hinojosa Marqués y G. Mestre


Psicólogas. Consejo de Redacción

En este apartado les ofrecemos los avances más inmediatos en Medicina Psicosomática. Los
breves resúmenes hacen mención a determinados artículos científicos, recogidos de los últimos
números publicados por las revistas más representativas dentro del campo de la Psicosomática
“Journal of Psychosomatic Research”, “Psychosomatic Medicine”o“Journal of Psychiatric Research”.
También se ofrece una breve descripción de artículos del “Journal of Sexual Medicine”, revista
oficial de la International Society for Sexual Medicine y de la International Society for the Study of Women's
Sexual Health.

PSYCHOSOMATIC MEDICINE

Proceso de aculturación y marcadores inflamatorios


Acculturative Stress and Inflammation Among Chinese Immigrant Women
Fang, Carolyn Y. PhD; Ross, Eric A. PhD; Pathak, Harsh B. PhD; Godwin, Andrew K. PhD; Tseng, Marilyn PhD
Psychosomatic Medicine , June 2014-Volume 76-Issue 5-p 320-326

Entre las poblaciones de inmigrantes chinos, una larga duración de residencia en los EE.UU se ha
asociado con un elevado riesgo para varias enfermedades crónicas. Aunque los cambios de estilo de
vida después de la migración han sido ampliamente estudiados en la población inmigrante, el impacto

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 112


psicosocial del estrés sujeto al proceso aculturación en determinados marcadores biológicos es menos
conocido.
Por lo tanto, el propósito del presente estudio es examinar las asociaciones entre el estrés de acultu-
ración y los marcadores inflamatorios en una población inmigrante china.
Los participantes del estudio (n = 407 mujeres estadounidenses chinas nacidas en el extranjero)
completaron cuestionarios que evaluaron los niveles de estrés en las variables de estrés de aculturación
y acontecimientos vitales positivos y negativos en el año anterior. La altura y el peso se midieron
usando protocolos estándar, y las muestras de sangre fueron extraídas para la evaluación de los niveles
circulantes en suero de la proteína C-reactiva (CRP) y el factor soluble de necrosis tumoral receptor 2
(sTNFR2).
Los resultados reportaron que niveles altos de estrés de aculturación se asociaron significativa-
mente con niveles altos de CRP (B = 0,07, IC 95 % = 0,01 hasta 0,13, p = 0,031) y sTNFR2 (B = 0,02,
IC 95 % = 0,004 a 0,03, p = 0,012), ajustando por edad e índice de masa corporal.
Este es uno de los primeros estudios para demostrar que el estrés de aculturación se asocia con
marcadores inflamatorios en una población inmigrante china. Se necesita replicar los siguientes resul-
tados en otras muestras de inmigrantes para establecer plenamente cuales son los correlatos biológicos
y las consecuencias clínicas provinentes del estrés de aculturación.

Journal of Psychosomatic Research

Placebo y rasgos de personalidad


Investigating the ‘placebo personality’ outside the pain paradigm
Margot Darragh, Roger J. Booth , Nathan S. Consedine
Journal of Psychosomatic Research, Volume 76, Issue 5 , Pages 414-421, May 2014
El objetivo del presente estudio fue identificar cuales son los rasgos de personalidad que influyen
sobre la respuesta placebo en un contexto experimental de estrés.

113 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


La muestra se compuso por sesenta y tres voluntarios sanos. Se midieron determinados rasgos de
personalidad antes de la sesión de laboratorio y durante la misma se administraron dos pruebas que
evaluaron estrés psicosocial. Antes de la segunda prueba, el grupo placebo recibió un spray intranasal
de "serotonina" (placebo) con la sugerencia de que su utilidad serviría para mejorar la recuperación
posterior a la tarea de estrés inducido. A su vez se contemplaron variables como el estrés subjetivo, la
frecuencia cardíaca y la variabilidad de la frecuencia cardíaca.
Se halló que variables de personalidad como el bajo optimismo y una menor preocupación empá-
tica predijeron mayores beneficios percibidos mediante el tratamiento con placebo y una respuesta de
recuperación más rápida posterior a la tarea de estrés experimental. Los análisis multivariados revela-
ron que un nivel bajo de optimismo aparecía como un factor de predicción de la respuesta condicio-
nada por manipulación placebo.
Los resultados se mostraron en concordancia con la literatura científica previa (aunque centrada
en el contexto del dolor) donde se reportan niveles más altos de los mismos rasgos que se relacionan
con una mayor respuesta analgésica (placebo). Un conjunto de rasgos característicos como la extraver-
sión, el optimismo o la búsqueda de sensaciones parecen ser pertinentes a la respuesta placebo, aun-
que los estímulos contextuales pueden generar diferentes patrones de respuesta. Una nueva concep-
tualización de la respuesta placebo puede ser útil, en lugar de acuñar el término "personalidad pla-
cebo" podría suponerse que la capacidad de respuesta al placebo se caracteriza por un modelo transaccional
que abarcaría como los diferentes patrones de personalidad responden de forma diferente a las contin-
gencias contextuales.

Journal of Psychiatric Research

Toxina botulínica para tratar la depresión


Could Depression be Treated with Botox?
Dr. Eric Finzi, MD, PhD and Dr. Norman E. Rosenthal, MD
Journal of Psychiatric Research, May 2014, Articles in Press
El siguiente trabajo propone que las inyecciones de toxina botulínica son capaces de mejorar los
síntomas de pacientes con depresión mayor. Se trata de un estudio de doble ciego aleatorizado y con-
trolado con placebo, lo cual lo posiciona dentro de la literatura científica como el estudio más com-
pleto que se haya realizado acerca del efecto de la toxina botulínica sobre el estado de ánimo.

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 114


La muestra incluyó 74 pacientes diagnosticados de depresión, los cuales se dividieron en dos gru-
pos de forma aleatoria. A un grupo se le administró toxina botulínica tipo A (TbA) en los músculos
del entrecejo, mientras que al otro se le administró un placebo. Ni los investigadores ni los pacientes
conocían el producto que estaban recibiendo o administrando (doble ciego).
Los resultados mostraron que los síntomas depresivos (según la evaluación de la escala Montgo-
mery-Asberg Depression Rating Scale; MADRS) en el grupo de tratamiento mediante toxina botulí-
nica tipo A (TbA) disminuyeron un 47 % después de seis semanas, en comparación con el 21 % en el
grupo placebo.
Este estudio es el primero en demostrar una diferencia significativa en la tasa de remisión con TbA
en pacientes deprimidos (27 % TbA vs 7 % placebo).

Terapia Dialéctica Conductual y TLP

Dialectical Behavior Therapy Alters Emotion Regulation and Amygdala Activity in


Patients with Borderline Personality Disorder
Marianne Goodman, David Carpenter, Cheuk Y. Tang, Kim E. Goldstein, Jennifer Avedon, Nicolás Fernández,
Kathryn A. Mascitelli, Nicholas J. Blair, Antonia S. New, Joseph Triebwasser, Larry J. Siever, Erin A. Hazlett
Journal of Psychiatric Research, May 2014, Articles in Press
DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.jpsychires.2014.06.020

Siever y Davis (1991) autores constituyentes del marco psicobiológico del trastorno límite de la per-
sonalidad (TLP) identifican la inestabilidad afectiva (IA) como una dimensión central del trastorno,
que se caracteriza por una reactividad emocional prolongada e intensa. Recientemente, la habituación
deficiente de la amígdala, definida experimentalmente como un cambio de respuesta relativo a la
exposición repetitiva a imágenes desagradables, ha surgido como un correlato biológico de la IA en el
TLP. La terapia conductual dialéctica (DBT), un tratamiento basado en la evidencia, se dirige a la IA
mediante la enseñanza de habilidades emocionales. El siguiente estudio pone a prueba la hipótesis de
que los pacientes con TLP tratados con DBT mostraran una menor activación de la amígdala y una
mejora de la habituación de la misma, así como una mejor regulación de las emociones después de 12
meses de tratamiento.
Se obtuvieron medidas mediante resonancia magnética funcional (fMRI) antes y 12 meses después
del tratamiento mediante terapia dialéctica conductual (DBT) en pacientes con TLP no medicados.
El grupo control (GC) se tomó como punto de referencia para medir la actividad normal de la
amígdala. Durante cada exploración, los participantes vieron una serie de imágenes cualificadas como
desagradables, neutras y agradables que se presentaban en dos ocasiones (novel, repetición). El cambio
en la regulación emocional se midió mediante la escala Difficulty in Emotion Regulation (DERS).
Los resultados obtenidos mediante fMRI mostraron la interacción prevista Grupo " Tiempo: en
comparación con los HC, los pacientes con TLP mostraron una disminución de la activación de la
amígdala con el tratamiento. En cuanto a la regulación emocional medida con la DERS se hallaron
mejoras significativas después del tratamiento en pacientes con TLP. Las mejoras obtenidas en la habi-
tuación de la amígdala se asociaron con una mejor regulación emocional (medida con la DERS).
El presente estudio tiene una clara relevancia a nivel clínico y apoya que la DBT se dirige a reducir
la hiperactividad de la amígdala. El objetivo de estudios posteriores debería ir dirigido a examinar
cómo los cambios inducidos por la amígdala mediante la DBT interactúan con las regiones del lóbulo
frontal implicadas en la regulación emocional.

115 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


Journal of Sexual Medicine

Castración Química y Abuso sexual


Effects of Chemical Castration on Sex Offenders in Relation to the Kinetics of Serum
Testosterone Recovery: Implications for Dosing Schedule
Kyo Chul Koo MD, Jin Hyoung Ahn MD, Sung Joon Hong MD, PhD, Jae Woo Lee MD, PhD and Byung Ha
Chung MD, PhD
The Journal of Sexual Medicine, Volume 11, Issue 5, pages 1316–1324, May 2014

Un número creciente de países está adoptando la castración química como una modalidad de tra-
tamiento para los delincuentes sexuales.
El objetivo de este estudio fue evaluar el resultado de la castración química en los delicuentes
sexuales centrándose en la recuperación de la cinética de la testosterona sérica (T).
Este análisis prospectivo incluyó 56 agresores sexuales encarcelados por delitos sexuales en el Hospital
Nacional Forense. Treinta y ocho y 18 pacientes que recibieron 3 y 6 meses de inyecciones de acetato de
leuprolide se asignaron al grupo A y al grupo B, respectivamente. Se evaluó la eficacia del tratamiento en
base a la duración del tratamiento, a las evaluaciones psicoconductuales y a los niveles séricos de T que se
midieron durante el tratamiento y durante un período de observación de 12 meses después del mismo.
Los resultados mostraron que la castración química y la disminución asociada a niveles séricos de
T reducía la frecuencia y la intensidad de los pensamientos sexuales en el 76 % y el 71 % de los
pacientes del grupo A y en el 78 % y el 72 % de los pacientes del grupo B, respectivamente. Las reduc-
ciones en la frecuencia de la masturbación se observaron en el 74 % del grupo A y 83 % de los pacien-
tes del grupo B. La mediana de las puntuaciones de Wilson Sex Fantasy Questionnaire (SFQ) también
se vieron reducidas significativamente en ambos grupos. En el grupo A, se observó un aumento de
suero de T durante los 2 primeros meses después del tratamiento, acompañado de un deseo sexual
intenso y de la frecuencia de fantasías sexuales. En el grupo B, el suero de T se recuperó gradualmente
hasta el nivel basal y se estabilizó hasta los niveles de referencia durante el período de observación. Las
puntuaciones en el SFQ del grupo A volvieron a los niveles previos al tratamiento tras el período de
observación; Sin embargo, las puntuaciones del SFQ en el grupo B permanecieron bajas. La falta de
evaluaciones objetivas de los resultados psicoconductuales supuso una limitación del estudio.

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 116


Se concluyó que la eficacia de la castración química varía en función de la duración del trata-
miento. En cuanto a la recuperación de la cinética de la testosterona sérica cinética, el mantenimiento
de al menos 6 meses de tratamiento garantizada un control estable de un deseo sexual excesivo tras la
interrupción del tratamiento.

Personality and Mental Health

Síndrome del Intestino Irritable y Trastorno Límite de la Personalidad


Prevalence and risk factors for irritable bowel syndrome in recovered and non-reco-
vered borderline patients over 10-years of prospective follow-up
I. J. M. Niesten, E. Karan, F.R. Frankenburg, G.M. Fitzmaurice and M.C. Zanarini
Personality and Mental Helth February 2014 vol. 8, issue 1, 14-23.

En los últimos años se han llevado a cabo gran cantidad de investigaciones centradas en el sín-
drome del intestino irritable (SII) a fin de ampliar los conocimientos disponibles sobre este, así como
para hallar la comorbilidad existente con otros trastornos.
El presente estudio examinó las tasas de síndrome de intestino irritable en una muestra de 264
pacientes con trastorno límite de la personalidad (TLP), así como los factores de riesgo para el SII en
estos. Los pacientes fueron evaluados al inicio del estudio y en distintas sesiones de seguimiento
mediante entrevistas semi-estructuradas. Las tasas de SII no fueron significativamente diferentes entre
los hombres con TLP recuperados y no recuperados. Sin embargo, se encontró una diferencia signifi-
cativa en las tasas de SII en mujeres con TLP recuperadas y no recuperadas, siendo el segundo grupo
el que presentaba tasas más elevadas de síndrome del intestino irritable.
Los autores concluyeron que las tasas de SII en mujeres con TLP se predecían de manera significa-
tiva mediante los antecedentes familiares de SII y una historia de abuso verbal, emocional y/o físico
en la infancia. Los resultados de este estudio sugieren, consecuentemente, que tanto los factores bioló-
gicos/sociales de aprendizaje como la adversidad en la niñez pueden ser factores de riesgo para el SII
en mujeres con TLP.

117 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


Journal of Behavioral Medicine

Aceptación del dolor y su incidencia en el proceso terapéutico


Six month post-treatment deterioration in acceptance (CPAQ-8) and cognitions
following multidisciplinary pain treatment
John Baranoff, Stephanie J. Hanrahan, D. Kapur, J.P. Connor
Journal of Behavioral Medicine June 2014, Volume 37, Issue 3, pp 469-479

Numerosas investigaciones han concluido que la aceptación del dolor contribuye de manera signi-
ficativa a la eficacia del tratamiento del dolor. Sin embargo, se han realizado pocos estudios que exa-
minen si una disminución de ésta contribuye a un deterioro en el funcionamiento del proceso tera-
péutico.

El objetivo de este estudio fue evaluar el papel de la aceptación del dolor en relación con los resul-
tados de un programa de dolor. Se evaluaron 120 adultos con dolor crónico a las 3 semanas y 6
meses después del finalizar el tratamiento. Las medidas de evaluación de la aceptación del dolor
incluían el Cuestionario de Aceptación del Dolor Crónico-8 (CPAQ-8); la escala de catastrofismo del
dolor, la escala de cogniciones de afrontamiento y la escala de kinesiofobia. Las escalas de medición
de los resultados incluyeron el Cuestionario de Discapacidad de Roland Morris; una escala de depre-
sión y ansiedad, una escala de medición estrés y dos medidas de funcionamiento físico.

Puntuaciones bajas en aceptación del dolor se asociaron significativamente al aumento de la depre-


sión, la discapacidad, las cogniciones catastróficas y la kinesiofobia. Por tanto, los autores concluyeron
que una baja aceptación del dolor es el mayor predictor de deterioro en el estado de ánimo y de la
interferencia que genera el dolor a los sujetos. Los resultados indicaron, además, que la escala CPAQ-
8 resulta útil como medida para la monitorización del funcionamiento post-tratamiento del paciente.

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 118


Journal of behavioral Medicine

Suelo Pélvico, Calidad de Vida y Función Sexual en mujeres peri


y posmenopáusicas
Pelvic Floor Muscle Activity, Quality of Life, and Sexual Function in Peri- and
Recently Postmenopausal Women With and Without Dyspareunia: A Cross-
Sectional Study
R. Schvartzman, A. Bertotto, L. Schvartzman & M. C. Osório Wender
Journal of Sex & Marital Therapy Volume 40, Issue 5, 367-378, 2014

Gran cantidad de investigaciones han observado que las alteraciones del suelo pélvico durante los
años de la menopausia, como resultado del envejecimiento y la disminución hormonal, pueden dar
lugar a varias formas de disfunción sexual, como la dispareunia (que se encuentra entre las más fre-
cuentes). Sin embargo, pocos estudios han evaluado la función muscular del suelo pélvico en las muje-
res posmenopáusicas con dispareunia.

Los autores llevaron a cabo un estudio transversal para evaluar la actividad mioeléctrica en los
músculos del suelo pélvico en mujeres peri y posmenopáusicas (entre 45 y 60 años) con y sin dispareu-
nia. Además, se evaluó la calidad de vida de las pacientes y la función sexual mediante el Índice de
Función Sexual Femenina. No se hallaron diferencias estadísticamente significativas en el reposo la
actividad muscular, la contracción voluntaria máxima, y la contracción sostenida entre las mujeres
con y sin dispareunia. Sin embargo, se observaron diferencias entre grupos en las puntuaciones obte-
nidas en la escala de evaluación de la calidad de vida y en todos los dominios del índice de función
sexual femenina, excepto en el deseo y la satisfacción (excitación, p = 0,019; lubricación, p = 0,030;
orgasmo, p =. 032; dolor, p <0,001; deseo, p = 0,061; satisfacción, p = 0,081).

Los autores concluyeron que las mujeres con dispareunia presentaban peor calidad de vida y una
función sexual menos satisfactoria en comparación con las mujeres sin esta disfunción sexual.

119 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


La relación entre los factores estresantes y la función sexual en hombres
y mujeres
The Relationship Between Daily Hassles and Sexual Function in Men and Women
L. Dawn Hamilton & A. M. Julian
Journal of Sex & Marital Therapy Volume 40, Issue 5, pages 379-395, 2014

Los estresores psicológicos pueden interferir con la función sexual, a través de mecanismos psicoló-
gicos y fisiológicos. El estrés crónico, en particular, parece tener un efecto negativo en el funciona-
miento sexual de los hombres y las mujeres.

El presente estudio fue diseñado para identificar las categorías de factores estresantes que contribu-
yen a las dificultades sexuales, así como para evaluar la incidencia de la ansiedad y la depresión sobre
la relación entre el estrés y la función sexual. Los participantes de la investigación fueron reclutados
de una encuesta online en la que se completaron escalas sobre factores de estrés diario, ansiedad,
depresión y función sexual.

Los resultados indicaron que los factores estresantes diarios predicen puntuaciones más bajas en
satisfacción sexual tanto para los hombres como para las mujeres e inciden notablemente en la activi-
dad sexual de las mujeres. Los autores concluyeron que los estresores diarios, la depresión y la ansie-
dad están altamente correlacionados. Se llevó a cabo un análisis de los factores de estrés y se clasifica-
ron en cinco categorías distintas. Los factores de estrés financiero y los factores de estrés relacionados
con el bajo nivel socioeconómico se relacionaron con puntuaciones menores en todos los aspectos del
funcionamiento sexual de las mujeres, pero no incidían sobre las puntuaciones de los hombres. Las
puntuaciones de funcionamiento sexual de las mujeres estuvieron más fuertemente relacionadas con
el estrés y la depresión que las de los hombres. Los resultados sugieren que los factores contextuales
(por ejemplo, el estrés diario o la depresión) son aspectos altamente relevantes a tener en cuenta en la
evaluación de los problemas del funcionamiento sexual.

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 120


CUADERNOS DE
COMENTARIO DE LIBROS
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA

De la práctica a la intervención, un tratamiento


para la Dislexia y la Discalculia

Son pocos los libros que en al ámbito de la te dedicada al planteamiento teórico del trastorno
Psiquiatría y la Psicología ofrecen pautas concre- y una segunda parte de carácter práctico en el que
tas sobre la intervención específica para tratar de- se ofrecen sesiones pautadas para realizar una in-
terminados trastornos psicológicos. Por el contra- tervención adecuada a lo largo del tiempo.
rio, son muchos los profesionales que buscan cons- Aun teniendo en cuenta la brillante exposición
tantemente, guías de intervención para ofrecer un práctica sobre los casos guiados, no podemos pasar
tratamiento adecuado a cada persona en función de por alto la elocuente explicación teórica sobre am-
su problemática. No es extraño encontrarse con bos trastornos. Como bien anticipaba previamen-
libros, supuestamente de intervención, que reple- te, nos encontramos ante un planteamiento holís-
tos de conceptos teóricos, nos ofrecen una visión tico de una problemática vigente, en donde descubri-
meramente conceptual sobre un trastorno. Sin em- remos descripciones y argumentos sobre su eva-
bargo, no es el caso del libro “Dificultades de apren- luación, prevención, diagnóstico y al mismo tiem-
dizaje. Intervención en dislexia y discalculia”, al po, sobre la percepción de la familia y el profeso-
que podríamos considerar como un libro de inter- rado. Siendo ésta última implicación un punto cru-
vención que todo psicólogo, dedicado a los trastor- cial del libro, puesto que es básico integrar a las
nos del aprendizaje, debería tener en su despacho, familias y al personal docente para ofrecer pautas
como guía de actuación (1). de actuación y brindar estrategias a los profesio-
No es de extrañar que tanto Jerónima Teruel co- nales que día a día, se encuentran con esta proble-
mo Ángel Latorre, realicen una exposición tan mática en las aulas. Profesionales perdidos ante la
completa sobre la dislexia y la discalculia, pues sintomatología y manifestación de estos trastor-
sus trayectorias profesionales, con amplia experien- nos, que sin ser conscientes de la transcendencia,
cia en el ámbito de los trastornos del aprendizaje, condenan a niños y adolescentes afectados, a conti-
les ha llevado hasta las aulas. nuas frustraciones por no tener su currículo acadé-
Al adentrarnos en sus páginas, nos encontramos mico adaptado a sus necesidades. De manera que
ante un libro cómodo, manejable, transportable y resulta de gran utilidad la publicación de libros
dirigido a psicólogos que trabajan en el ámbito de que describen la realidad de los trastornos psicoló-
la infancia y la adolescencia, especializados en tras- gicos que se encuentran tanto en las consultas psi-
tornos del aprendizaje. Un libro que se divide en cológicas como en los centros educativos.
dos grandes bloques: el primero dedicado a la ex- Nos encontramos ante una completa guía de in-
plicación conceptual e intervención de la dislexia, tervención, que tiene en cuenta todos los ámbitos
y el segundo a la discalculia. No debe esperar el que afectan directamente a la dislexia y la discal-
lector una simple explicación de lo que son am- culia, incluyendo factores teóricos, prácticos y del
bos trastornos y sus sintomatologías, entre sus mismo modo, a profesionales, familias y niños con
páginas encontrará un análisis completo sobre su estos trastornos. Espero no ser alarmante si afir-
repercusión actual y más de ochenta páginas dedi- mo que debería ser una lectura obligada para los
cadas a programas de intervención específicos, con profesionales dedicados a este ámbito, pero creo
estudios de casos, guiados sesión por sesión. Por que no debemos olvidar que tal y como afirman
lo que dentro de cada bloque explicativo sobre dis- los autores si no se detectan estos trastornos, “se
lexia y discalculia, nos encontramos con una par- augura un porcentaje elevado de fracaso escolar,

121 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


ya que la educación se sustenta en la lectura y la Marta Sánchez Santacreu
escritura”. Un fracaso escolar que en 2013 situaba Psicóloga
a España en la cabecera de Europa, siendo un mrtsnchez@gmail.com
23,5 % de los jóvenes españoles los que habían (1) J. Teruel y A. Latorre (2014). Dificultades de apren-
abandonado la enseñanza prematuramente. dizaje. Madrid: Ed. Pirámide

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 122


CUADERNOS DE
AGENDA
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA

ACTIVIDADES CIENTÍFICAS FECHA INFORMACIÓN CIUDAD

Tilesa OPC
Telf.: +34 913 612 600
Fax: +34 913 559 208
XVI World Congress of Psychiatry 14-18 Septiembre 2014 Web: MADRID
www.wpamadrid2014.com
E-Mail: secretariat@wapa-
madrid2014.com

Activa Congresos
XXVI Jornades Tècniques de l’Institut Telf.: +34 93 323 85 73
Guttmann (Innovacions Terapèutiques 16 Octubre 2014 E-Mail: BARCELONA
en el Dolor Neuropàtic) guttmann@activacongre-
sos.com

Telf.: +34 958 161 708


VII Congreso Internacional y XII 14-16 Noviembre 2014 Web:
Nacional de Psicología Clínica http://www.aepc.es/WEB- SEVILLA
SALUD/

Tilesa Kenes Spain


Telf.:+34 913 612 600
IV International Congressw Dual 17-20 Abril 2015 Fax: +34 913 559 208 BARCELONA
Disorders Web:
www.cipd2015.com

Viajes Halley
Telf.: 91 455 00 28
XVIII Congreso Nacional de Psiquiatría 24-26 Septiembre 2015 Fax: 91 549 93 48 SANTIAGO DE
E-Mail: COMPOSTELA
congresos@viajeshalley.es

123 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


NORMAS DE PRESENTACIÓN DE TRABAJOS
1. La revista de Cuadernos de Medicina Psicosomática y Psiquiatría de enlace publicará preferentemente traba-
jos (artículos originales, revisiones y casos clínicos en formato artículo) relacionados con las actividades inves-
tigadoras y clínicas del de la psicología clínica, psiquiatría y psicosomática. Siguiendo los modelos experimen-
tales, tanto de origen biológico como –en el caso de las psicoterapias– los que han mostrado evidencia (v.g los
cognitivo-conductuales). Dichos trabajos pueden ser publicados en lengua española o inglesa.
2. Los trabajos deben ser remitidos para su publicación al Dr. J.M Farré i Martí, al e-mail: psico.dex@quiron.es
3. Los originales no deben haber sido publicados anteriormente o presentados simultáneamente a otra publica-
ción. Los derechos de reproducción por cualquier forma y medio son de la Revista de Cuadernos de Medicina
Psicosomática y Psiquiatría de Enlace. Los autores deben declarar explícitamente si existen o no posibles con-
flictos de intereses y deben acompañar el manuscrito de todos los permisos correspondientes para reproducir
material previamente publicado que se va a incluir en el manuscrito.
4. La presentación de los trabajos ha de atenerse a las normas de publicación de la APA (American Psycho-
logical Association). Siendo algunos de los requisitos básicos:
a. Los trabajos tendrán una extensión máxima de 6000 palabras (que incluirá las referencias bibliográficas,
figuras y tablas), en páginas tamaño DIN-A4 y tipo de letra Times New Roman cuerpo 12, con interlineado de
1,5 por una cara, con márgenes de 3 cms y numeración en la parte superior derecha.
b. Los artículos pueden escribirse indistintamente en castellano e inglés. La primera página debe contener:
título en castellano, inglés y portugués (si los autores fuesen de lengua original portuguesa y así lo desearan).
Nombre, apellidos, profesión y lugar de trabajo de cada autor. Nombre y dirección del autor. Teléfono, Fax,
Correo electrónico de contacto. La segunda página ha de incluir un resumen en castellano, inglés y portugués
(si los autores fuesen de lengua original portuguesa y así lo desearan) (de no más de 250 palabras); y a conti-
nuación cuatro palabras-clave en castellano, inglés y portugués (si los autores fuesen de lengua original portu-
guesa y así o desearan).
c. Los manuscritos mantendrán, en la medida de lo posible, la estructura siguiente: Introducción, Método,
Resultados, Discusión/Conclusión (Discusión y Conclusión pueden emplearse en forma indistinta para el
mismo texto) y Referencias.
d. Las citas bibliográficas en el texto se harán con el apellido y años, entre paréntesis y separados por una
coma. Si el nombre del autor forma parte de la narración se pone entre paréntesis sólo el año. Si se trata de dos
autores se citan ambos. Cuando el trabajo tiene más de dos y menos de seis autores, se citan todos la primera
vez; en las siguientes citas se pone sólo el nombre del primero seguido de “et al” y el año. Cuando haya varias
citas en el mismo paréntesis se adopta el orden cronológico. Para identificar trabajos del mismo autor, o auto-
res, de la misma fecha, sea añade al año las letras a, b, c, hasta done sea necesario, repitiendo el año.
e. Las referencias bibliográficas deben presentarse al final del artículo y ordenadas alfabéticamente por el nom-
bre del autor (o primer autor en caso de que sean varios) siguiendo los siguientes criterios:
i. Libros: Autor (apellido, coma e iniciales de nombre y punto. En caso de varios autores, se separan con coma
y antes del último con una “y”), punto, año (entre paréntesis), punto, título completo en cursiva, punto, lugar
de edición, dos puntos, editorial, punto.

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 124


ii. Capítulos de libros colectivos o Actas: Autor (es) (apellido, coma e iniciales de nombre y punto. En caso
de varios autores, se separan con coma y antes del último con una “y”), punto, año (entre paréntesis), punto,
título del trabajo que se cita, punto, ”En” seguido de los nombres de los autores del libro (inicial, punto, ape-
llido) seguido de “Eds.”, “Dir.”, o “Comps.” (entre paréntesis), coma, título del libro en cursiva y, entre parénte-
sis, la paginación del capítulo citado, punto, ciudad, dos puntos, editorial.
iii. Artículos de revistas: Autor (apellido, coma e iniciales de nombre y punto. En caso de varios autores, se
separan con coma y antes del último con una “y”), punto, año (entre paréntesis), punto título del artículo,
punto, nombre de la revista completo en cursiva, coma, volumen, número entre paréntesis, coma, página ini-
cial y final separadas por un guión.
5. Comentarios de Libros: serán presentados formato word, con letra Times New Roman de tamaño 12 con
interlineado 1,5. Encabezado por el título y la correcta referenciación del libró en cuestión. Con una extensión
no superior a 800 palabras.
6. A la recepción del trabajo se enviará acuse de recibo al autor principal, pasando directamente a evaluación
–externa “por refeeres”– para su posterior publicación. Una vez producida la aceptación definitiva de un trabajo
para su publicación (después de posibles modificaciones sugeridas) el autor principal recibirá acuse de acepta-
ción. Los artículos serán publicados indistintamente en español y en inglés.
Los manuscritos mantendrán, en la medida de lo posible, la estructura siguiente, además de los ya indicados en
el apartado 4 (excepto 4c):
• Identificación del paciente
• Análisis del motivo de la consulta
• Historia del problema
• Análisis y descripción de las conductas problema
• Establecimiento de las metas del tratamiento
• Estudio de los objetivos terapéuticos
• Selección del tratamiento más adecuado
• Selección y aplicación de las técnicas de evaluación y resultados obtenidos en esta fase
• Aplicación del tratamiento
• Evaluación de la eficacia del tratamiento
• Seguimiento: especificar si se realizó y en qué periodos
• Observaciones

125 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


AUTHOR GUIDELINES: CUADERNOS DE MEDICINA PSICOSOMATICA
Y PSIQUIATRIA DE ENLACE
1. “Cuadernos de Medicina Psicosomática y Psiquiatría de Enlace” preferably publishes manuscripts that
include a focus on experimental and/or biological models as well as empirically proven therapies (e.g.: cogni-
tive-behavioural therapy) in clinical psychology, psychiatry and/or psychosomatic medicine. The journal wel-
comes original research articles, meta-analyses and literature reviews, clinical cases in article format and letters
to the editor. Suitable manuscripts will be either in Spanish or English.

2. Manuscripts should be submitted through the following e-mail address: psico.dex@quiron.es. They
should be addressed to the attention of Dr. JM Farré i Martí.

3. Manuscripts are reviewed with the understanding that they are original, have not been published, and are
not under simultaneous review elsewhere. All authors must approve of the submission, and before publica-
tion, the corresponding author should secure permission to name anyone listed under acknowledgments. Most
manuscripts are sent to outside peer reviewers. The rights of reproduction in any form are property of
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flicts of interest exist and in case of including previously published material in the manuscript, authors must
also include all corresponding permissions.

4. Manuscripts must comply with the publication standards of APA (American Psychological
Association). Being some of the basic requirements:

a. Papers should not be longer than 6000 words (including references, figures and tables) in DIN-A4 size.
The entire document should be in 12 point normal times New Roman, 1.5 spaced, with margins of 3 cm and
the page number placed at the upper right.

b. First page must contain: title in Spanish and English. Authors and affiliations; all names are listed
together and separated by comas. Affiliations should be keyed to the author's name with superscript numbers
and be listed as follows: Laboratory, Institute, Department, Organization, City, and Country. The Corres-
ponding Author should be marked with an asterisk. Provide the exact contact address (this time including street
name and city zip code) and email of the corresponding author in a separate paragraph. The second page should
include an abstract in Spanish and English (maximum 250 words) with four key words also in Spanish and
English.

c. Manuscripts should be organized as follow: Introduction, Method, Results, Discussion/Conclusion and


References.

d. All citations in the text must be in the reference list and vice-versa. The references should only include
articles that are published or accepted. In-text citations should be called according to the surname of the first
author, followed by the year. For works by 2 authors include both surnames, followed by the year. For more
than two and less than six authors, include all authors at the first citation and in the following ones include
the first author followed by "et al.", followed by the year. For works of more than 6 authors include only the
surname of the first author, followed by et al., followed by the year. If the author's name is part of the narra-

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 126


tive, only the year shall be bracketed. To identify works by the same author, or authors, of the same date, be
added to the year the letters a, b, c, as required, repeating the year.

e. References should be listed at the end of the manuscript in alphabetical order conferring the first author
surname according to the following criteria:

i. Books: Author (Surname, coma, first letter of the name and full stop; in case of multiple authors, sepa-
rate with coma and before the last with a "y"), full stop, year (in parentheses), full stop, full title in italics,
full stop, city of edition, colon, publisher, full stop.

ii. Chapters in collective books: Author(s) (surname, coma, first latter of the name and full stop; for mul-
tiple authors, separate with coma and before the last author add "y" or “&”) , full stop, year (in parentheses),
full stop, title, full stop, followed by the authors’ names of the book (first letter of the name, full stop, sur-
name) followed by "Eds." (in parentheses), coma, book title in italics and in parentheses, chapter page, full
stop, city, colon, publisher.

iii. Journal articles: Author (surname, coma, first letter of the name and full stop; in case of multiple aut-
hors, separate with coma and before the last with a "y" or “&”), full stop, year (in parentheses), full stop, title
of the article, full stop, name of the journal in italics, coma, volume, number in parentheses, coma, first and
last page separated by a hyphen.

5. Book Reviews: will be submitted in .doc format and in 12 point normal New Roman Times with 1.5
spacing. Head title should be the book title followed by the book reference citation. Book reviews should not
exceed 800 words.

6. Once the submission has been completed, the corresponding author will receive a confirmation email
and the manuscript will be forwarded to referees for external evaluation. Corresponding author will be periodi-
cally updated with the manuscript status (suggested review modifications and/or manuscript acceptance).
The manuscripts will remain, as far as possible, the following structure, in addition to those previously
mentioned in paragraph 4 (except 4c):

• Patient Identification
• Analysis of the reason for consultation
• History of the problem
• Analysis and description of the problem behaviors
• Establishment of treatment goals
• Study of the therapeutic objectives
• Selection of the most appropriate treatment
• Selection and application of assessment techniques and results obtained in this phase
• Treatment implementation
• Evaluation of the treatment effectiveness
• Follow-ups: specify whether they took place and in what periods
• Remarks

127 C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014


CUADERNOS DE
CARTAS AL EDITOR
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA

Sección a cargo de J. Monreal, L. Ros y G. Mestre

Las cartas al Editor serán consideradas para publicación si van acompañadas de una carta
de presentación, indicando que son "para su publicación". Su objetivo debe ser comen-
tar los artículos publicados en Cuadernos de Medicina Psicosomática y Psiquiatría de
enlace. Límite de palabras = 500. Límite de referencias = 10. Las cartas deberán reci-
birse en un plazo de 6 meses desde la publicación del artículo. Aquellas que se reciban
después del plazo límite no serán consideradas para su publicación. Las cartas conside-
radas serán enviadas al autor principal del artículo para que las responda en nombre del
grupo, que tendrá la última palabra en el asunto. No se considerarán las cartas adicio-
nales que discutan algún cambio publicado en las Cartas al Editor de la revista. Las car-
tas deberán incluir el título y el autor del artículo y el mes y año de publicación.

LETTERS TO THE EDITOR

Letters to the Editor will be considered for publication if they are accompanied by a cover
letter stating that they are “for publication”. Their purpose should be to comment on arti-
cles published in Cuadernos de Medicina Psicosomática y Psiquiatría de enlace. Word
limit = 500. Reference limit = 10. Letters must be received within 6 months of the arti-
cle’s publication. Letters received after the deadline will not be considered for publica-
tion; those considered will be sent to the article’s corresponding author to reply on
behalf of the group, wich will represent the final say on the matter. No additional letters
discussing an exchange published in the Journal’s Letters to the Editor will be conside-
red. Such letters must include the title and author of the article and the month and year
of publication.

C. Med. Psicosom, Nº 111 - 2014 128

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