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Introducción
Debería enfatizarse al inicio de este estudio, que estamos tratando este tema, no porque el
escritor se ve a sí mismo como el ejemplo perfecto de un líder cristiano o de su madurez, sino
porque este es uno de los elementos que más faltan en el iglesia de hoy y porque las cualidades
de una madurez espiritual son muy determinativas en la vida de la iglesia y de la sociedad como
un todo. Esta serie de estudios se desarrolló originalmente, porque advertí la necesidad de estas
cualidades en mi propia vida y en mi ministerio en mi posición de liderazgo como pastor o maestro
y líder de los hombres.
Las cualidades que debieran caracterizar, a través del tiempo. [1] Es el elemento bíblico /
espiritual, al menos en parte, que hace que las marcas del liderazgo cristiano sean cristianas. a
los líderes cristianos, también son las marcas de la madurez espiritual, tal como se describen en
la Biblia. Aunque todas las cualidades que se discutirán en esta serie, no son exclusivas para el
cristianismo y también son generalmente promocionadas y enseñadas en el mundo secular,
muchas de ellas, por su naturaleza, son distintivas de la Biblia o del cristianismo bíblico. Es así
que las características que deben marcar a un líder cristiano también son las marcas de la
madurez bíblica que en esencia son el producto de una espiritualidad verdadera. De hecho, la
espiritualidad bíblica puede describirse por el término madurez puesto que la madurez cristiana es
el resultado del crecimiento producido por el ministerio del Espíritu a la luz de la Palabra
Sin embargo, al considerar estas marcas de madurez, nos vemos enfrentados con la realidad que
son cualidades que deberían encontrarse en la vida de todos los creyentes - hombres o mujeres.
Por lo que permitan enfatizar que este estudio tiene una aplicación en todos nosotros, cualquiera
sea nuestro rol específico en la iglesia o en la sociedad. Como miembros del Cuerpo de Cristo,
todos somos líderes potenciales en algún grado, ya sea como esposo o esposa, padre o madre o
como un empleado de una oficina. Como hombres y mujeres cristianos, tenemos un rol de
liderazgo cuando llevamos a otros a Cristo y cuando buscamos obrar como sal y luz dentro de la
sociedad. Tanto para hombres como para mujeres, estas son cualidades que aumentarán su
capacidad como esposos o esposas, como padres o madres, o como colaboradores en el
evangelio de Cristo en ministerios como la Escuela Bíblica Dominical de AWANA, o en el estudio
bíblico del hogar.
1. Una de las metas primarias y personales de Pablo y también ministeriales, era alcanzar
niveles más y más grandes de madurez espiritual y ver a todos los cristianos hacer lo mismo. La
meta del evangelismo, no es sólo ver a la gente llegar a Cristo. En realidad, el mandato principal
de la Gran Comisión, no es el evangelismos, sino hacer discípulos. Naturalmente, el hacer
discípulo incluye el evangelismo; pero va más allá. [2]
2
2. La madurez espiritual fue una gran preocupación y un objetivo clave para Pablo y otros
escritores de las epístolas del Nuevo Testamento, como se ve claramente en los siguientes
pasajes:
Efesios 4:12 “12a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación
del cuerpo de Cristo,”
Filipenses 3:12 “12No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver
si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.”
Colosenses 1:28 “28a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo
hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre”; 4:12 “12Os
saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por
vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios
quiere.”
1ª Corintios 2:6; 16 “6Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y
sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen.”
Santiago 1:2 “2Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,”
Romanos 8:28-29 “28Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto
es, a los que conforme a su propósito son llamados. 29Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos.”
2ª Pedro 3:18 “18Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.”
3. Una de las palabras griegas claves usadas aquí es ‘teleios’, “habiendo obtenido el fin, el
propósito, completar, perfeccionar”. Era usado para un adulto maduro, crecido. Al comparar:
Hebreos 5:13 “13Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia,
porque es niño;” con el versículo 14 “14pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez,
para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” y
1ª Corintios 2:6 “6Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y
sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen.” con 3:1 “1De manera que yo,
hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.”, vemos un
contraste instructivo.
Teleios —‘maduro’— se contrasta con la palabra para ‘bebé’ —ne,,pios’, en ambos pasajes. Es
así que, en un sentido espiritual, teleios habla de alguien que está completamente desarrollado,
espiritualmente maduro de acuerdo a las cualidades espirituales detalladas en el Nuevo
Testamento.
Por lo tanto, el crecimiento espiritual y mayores niveles de madurez, son objetivos claves
de las Escrituras y una responsabilidad clave para los líderes de la iglesia Efesios 4:11” 11Y él
mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,”
y para los individuos en sus propias vidas 1ª Pedro 2:2 “2desead, como niños recién nacidos, la leche
espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,”
2ª Pedro 1:3-4 “3Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por
su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4por
medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa
de la concupiscencia;” ; 3:18 “18Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.”
Efesios 4:11 “11Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a
otros, pastores y maestros,”
1ª Tesalonicenses 5:12 “12Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre
vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan;”
Santiago 5:14 “14¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren
por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.” [3]
5. Por último; pero no por ello menos importante, el ministerio de enseñanza del
Espíritu Santo (Efesios 3:16s; 1ª Corintios 2:6-3:4).
En general, ¿cómo podemos definir las marcas de la madurez espiritual? Estas marcas, de
acuerdo a cómo se usan en este estudio, involucran tres cosas:
(1)Son metas y nos entregan un objetivo el cual cada cristiano debe anhelar
profundamente. Aquí tenemos metas por las que —si nos referimos a relaciones con
Jesucristo—lucharemos de la manera que lucha un atleta para alcanzar la banda que está
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al final de la carrera. En esencia, esto debería abarcar parte de nuestro propósito de vida,
porque en la medida que estas marcas se logren, también lograremos otras metas que
Dios tiene para nuestras vidas.
Como hemos visto, el crecimiento espiritual y la madurez, son temas importantes del Nuevo
Testamento; pero hay dos pasajes que aproximan el crecimiento espiritual y la madurez
desde el punto de vista de las metas que debiéramos anhelar:
Filipenses 3:12-16
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir
aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo
haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfecto, esto mismo
sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello a que
hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa” (Filipenses 3:12-16).
1ª Timoteo 1:3-6
“Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a
algunos que no enseñen diferentes doctrinas, ni presten atención a fábulas y genealogías
interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te
encargo ahora. Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón
limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos,
se apartaron a vana palabrería” (1ª Timoteo 3-6).
Aquí, nuevamente vemos la idea de una meta; pero el versículo 6 la aborda desde un
punto de vista negativo, mostrando lo que sucede cuando no nos enfocamos en las metas
correctas. “Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y
de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se
apartaron a vana palabrería” (1ª Timoteo 5-6).
Timoteo, como un líder cristiano, estaba cargado con la responsabilidad de instruir a los
falsos maestros que estaba enfrentando en Éfeso, por cuanto se estaban ocupando de lo
concerniente a la religión de los hombres y a especulaciones fútiles. Se dan dos razones:
En relación con este objetivo, Pablo señala que estos falsos maestros se han desviado. En
el versículo 6, ‘desviarse’ es ‘astocheo’, “no llegar a la meta cuidadosamente” y por lo tanto,
“no lograr el objetivo”. No sólo debemos tener metas bíblicas, sino que además debemos
permanecer enfocados en ellas, al igual que el corredor enfocado e intentando alcanzar la
meta final. Uno de los grandes peligros que todos enfrentamos es la de fracasar en
nuestro estado de alerta y enfoque en las metas bíblicas. Es demasiado fácil desviarnos
por los diferentes problemas de la vida y por las atracciones del mundo.
(1)La espiritualidad bíblica que lleva a la madurez, primero involucra la regeneración, que
hace que se nazca de nuevo mediante el Espíritu de Dios, a través de la fe en la persona y
en la obra de Cristo. Por el nuevo nacimiento, somos llevados a una relación vital con Dios.
Esta nueva vida espiritual provee la fuente y el equipo espiritual necesarios (una nueva
naturaleza, la morada del Espíritu Santo, unión con Cristo, etc.) para el crecimiento y el cambio
espiritual (ver Efesios 1:15-19; 3:16-19; 1ª Corintios 2:14-16; Santiago 1:18-21; 1ª Pedro 1-22-
2:3). En 1ª Pedro deja claro que el nuevo nacimiento es básico y necesario para que se produzca
el nuevo nacimiento. Basado en la realidad de su conversión o de su regeneración espiritual,
6
Pedro hace un llamado a la expresión de un ferviente amor de los unos por los otros. Esta
regeneración purificó sus almas, trajo perdón para los pecados y una nueva naturaleza espiritual o
una persona interior; una que tenía la capacidad de conocer y tener una comunión con Dios. Sin
embargo, esta fue la obra de la Palabra de Dios, viva y que moraba en ellos (versículo 23). Por lo
que en este pasaje, se nos muestra la rol vital de la Palabra de Dios en ambas instancias.
Naturalmente, esto conduce al siguiente elemento vital de la espiritualidad bíblica tan necesaria
para llegar al cambio que lleva a la semejanza de Cristo, a la que Pedro rápidamente se cambia
en 1ª Pedro 2:2: “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que
por ella crezcáis para salvación” (crecimiento y cambio espiritual).
(2)La espiritualidad bíblica que conduce a una madurez bíblica, también es el resultado de
la sabiduría bíblica impartida por el Espíritu Santo y por el estudio de la Palabra. Es esta
sabiduría bíblica que da discernimiento espiritual, porque la Palabra de Dios alumbra la
comprensión del creyente con los principios espirituales y con las directrices morales de la mente
de Cristo, para guiar sus vidas (ver Colosenses 1:9, 28; 2:6-7; 1ª Pedro 2:1-2; Salmo 119:105;
129-130). Esto es también evidente en el comentario de Pablo sobre el hombre espiritual en 1ª
Corintios 2:15-3:3. Allí dice: “el espiritual juzga todas las cosas”. Mientras algunos ven la frase:
“el que es espiritual” (‘pneumaticos’, “pertenecientes al espíritu, espiritual” o “de aquel que
pertenece o es activado por el Espíritu divino”) [6] para referirse simplemente a aquel que es salvo
en contraste con la persona no regenerada (versículo 14), el contexto apoya una comprensión
diferente de la palabra espiritual. El apóstol está hablando acerca de una persona que a través
del ministerio de control y de enseñanza del Espíritu, ha crecido más allá del ABC básico de la
leche de la Palabra (cf. 3:1-3) y por lo tanto, es capaz de discernir todas las cosas. El hecho de
ser salvos, no da la capacidad de tener esta clase de discernimiento. Este discernimiento es el
producto del crecimiento espiritual en el conocimiento y en la aplicación de las Escrituras, lo que
demanda tiempo (cf. Hebreos 11:11-14).
(3)La espiritualidad bíblica que conduce a la madurez, involucra la obra del Espíritu Santo
en la vida del creyente. En el día de hoy, escuchamos mucho en el mundo secular acerca de la
espiritualidad, usando término tales como “entrar en una comunión con su espíritu”, o
“contactando un poder superior”; pero esto es un pensamiento de la Nueva Era y en realidad es
una parte de las mentiras y doctrinas falsas de Satanás, que busca promover la reforma humana
intentando conducir al hombre a llegar a ser un dios él mismo. Los métodos de Satanás, siempre
pasan por alto al hombre y la obra de Cristo. La espiritualidad bíblica, es la obra del Espíritu
Santo que viene a morar en cada creyente y sólo el que cree en Jesucristo en el momento de fe
en Cristo. Por lo tanto, el Espíritu Santo es un miembro prominente de la Divinidad quien está
involucrado en la producción de espiritualidad en cada creyente en Cristo. Como comenta Ryrie:
«Esto no significa que las otras personas de la Divinidad no tienen su obra particular en esto,
tampoco que el creyente mismo no tenga responsabilidad, tampoco que no existan otros medios
de gracia; pero sí afirma Su rol principal en la espiritualidad. Los ministerios del Espíritu,
involucran la enseñanza (Juan 16:12-15); guía (Romanos 8:14); oración (Romanos 8:26); el
ejercicio de los dones espirituales (1ª Corintios 12:7); advertencia contra la carne (Gálatas 5:17) y
todos estos dependen, para la manifestación total, del llenado del Espíritu (Efesios 5:18)». [7]
A los creyentes se les ordena “ser llenos del Espíritu” (Efesios 5:18) y a “andar en el Espíritu”
(Gálatas 5:16), lo que significa ser controlados, guiados y fortalecidos por el Espíritu Santo. [8]
(4) La Espiritualidad bíblica que conduce a la madurez, involucra tiempo —tiempo para
crecer y para madurar en nuestro andar con el Salvador.
«Si la persona espiritual juzga, analiza o discierne todas las cosas (1ª Corintios 2:15), requiere
tiempo para obtener conocimiento y para adquirir experiencia para discernir todas las cosas…
Esto no debe hacerse en una sola noche; es algo que es verdadero sólo en un cristiano maduro.
7
Pienso que en la palabra madurez, tenemos la clave del concepto de la espiritualidad, porque la
madurez cristiana es el crecimiento que produce el Espíritu Santo por un período de tiempo en el
creyente. Para estar seguro, no todas las personas requieren la misma cantidad de tiempo; pero
a veces es necesario para todos. No es la cantidad de tiempo en sí que determina la madurez;
sino que lo importante es el progreso que se logra y el crecimiento que se adquiere. La tasa de
crecimiento multiplicada por el tiempo, es igual a la distancia, por lo que la distancia hacia la
madurez puede ser cubierta en un tiempo más corto si la tasa de crecimiento es acelerada. Y
será acelerada si ninguno de los controles que se deben otorgar al Espíritu Santo, son retenidos
por la persona.
Aquí tenemos una propuesta de definición de la espiritualidad, que intenta ser concisa y que al
mismo tiempo mantenga en mente, los factores antes señalados. La espiritualidad es una
relación madura y en proceso de serlo hacia el Espíritu Santo. Aunque esta pudiera ser
simplemente otra forma de decir que la espiritualidad es la madurez cristiana, intenta delinear en
forma más abierta los factores que controla el Espíritu por un período de tiempo. Ciertamente, la
definición satisface los requerimientos de la descripción del hombre espiritual que vemos en 1ª
Corintios 2:15, del que esté experimentando una relación de crecimiento en el Espíritu Santo, será
capaz de discernir todas las cosas y al mismo tiempo, no ser comprendido por los demás». [9]
Las características bíblicas que necesita un líder cristiano, sólo se encuentran en aquel que ha
alcanzado un cierto grado de madurez en Cristo. No nos asombra que el apóstol, cuando discutía
las calificaciones de los ancianos en 1ª Timoteo 3, hizo advertencias en cuanto a elegir a un
recién converso (3:6). Pero el hecho permanece:
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir
aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo
ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” Filipenses
3:12-14). [10]
Antes de considerar las cualidades que deben caracterizar a un cristiano maduro y a un líder
cristiano, es necesario considerar su exclusividad. Se piensa que al hacerlo, nos permitirá
enfocarnos en el elemento sobrenatural involucrado y en cómo la madurez y el liderazgo cristiano
debe encontrar su fuente en una relación personal con el Cristo vivo, a través del Espíritu Santo y
a la luz de la revelación especial de Dios: la Santa Biblia. Lo que sigue es un resumen de seis
características: [11]
(2) Tanto la madurez como el liderazgo cristiano es característico por la naturaleza de los
requerimientos de su carácter. Mientras que el mundo secular y corporativo podría hablar de la
necesidad de un carácter moral, carecerá de ciertas cualidades de carácter que son estrictamente
cristianas en naturaleza, como el sometimiento al Señorío de Cristo, a la fe completa a la doctrina
de la Escritura y aquellas características citadas en 1ª Timoteo 3:2-7 y en Tito 1:7-9.
8
(3) Tanto la madurez como el liderazgo cristiano es característico por su fuente. En las
Escrituras, se citan explícitamente las habilidades especiales para ser un líder cristiano, como el
producto del don del Espíritu. Mientras que todos los cristianos tienen la responsabilidad de
liderar ciertas capacidades —como padres, maestros de la Escuela Dominical y como miembros
de la sociedad— el Espíritu Santo, el dador de los dones espirituales (1ª Corintios 12:7), otorga un
don especial de liderazgo tal como se describe en Romanos 12:6-8:
“De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía,
úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;
el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el
que hace misericordia, con alegría” (Romanos 12:6-8; énfasis del autor).
El liderazgo es un don soberanamente otorgado por el Espíritu Santo, al igual que todos los
dones espirituales, al punto de la salvación cuando una persona es unida al cuerpo de Cristo
mediante la obra del bautizo por parte del Espíritu (1ª Corintios 12:12-13). Esta entrega del
Espíritu, capacita a cada creyente para el servicio en el cuerpo. Para algunos, esto involucra el
don del liderazgo:
Los seres humanos no pueden elegir sus dones, ni recibir crédito por ellos y tampoco asumir que
sus dones les hacen seres superiores. «Los dones son compartidos entre los cristianos; no todos
reciben los mismos; pero todos los dones provienen del Espíritu, por lo que no hay lugar para
rivalidades, descontento o sentimiento de superioridad.» [12] El hecho que el Espíritu Santo sea
la fuente de la capacidad de liderazgo y de la elección soberana, origina una libertad de orgullo y
arrogancia entre quienes son responsables ante Él.
El don de liderazgo no es un asunto de un tipo de cierta personalidad. Pedro fue un líder en virtud
de su fuerza personal (Hechos 4:8-12); Santiago en virtud de su sabiduría práctica (Hechos 15:12-
21); Pablo en virtud de su capacidad intelectual (como se observa en sus sermones y epístolas);
Timoteo en virtud de su servicio de sacrificio (Filipenses 2:19-21) y Juan en virtud de su corazón
dispuesto hacia Dios y hacia el hombre (según se observa en sus escritos). Todos estos líderes
compartieron estas virtudes; pero cada uno de ellos tenía una personalidad diferente que los
marcaba en forma exclusiva. Esto demuestra el hecho que el liderazgo no es un asunto de la
personalidad humana, sino de la soberanía divina. De la misma manera que los dones del
Espíritu no están reservados para algunas personas sobresalientes [13] el don espiritual de
liderazgo no está reservado para un tipo especial de personalidad.
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió
Cristo” (Gálatas 2:20-21).
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El liderazgo requiere una gran sabiduría, fuerza y resistencia; pero el líder cristiano siempre
puede contar con la presencia y la provisión del Espíritu de Dios, junto con la presencia del
Salvador que mora en él.
Los cristianos que poseen este don, lo pueden ejercitar en ambientes seculares, tales como
negocios, política o educación; pero los líderes no cristianos de aquellas áreas no pueden pedir el
poder del Espíritu. Esta verdad es uno de los elementos más exclusivos del liderazgo cristiano.
Los líderes cristianos tienen muchas cosas en común con líderes que no son cristianos: ambos
deben comunicarse con quienes les siguen; ambos deben emplear sus habilidades en forma
efectiva al ejercer su liderazgo. [15] Pero sólo los líderes cristianos pueden contar con el Espíritu
Santo para cumplir su propósito de afligir y cambiar a los demás en su área espiritual. El poder
del Espíritu no hará que su liderazgo sea perfecto; [16] pero les guiará en un modelo de
crecimiento de la madurez cristiana como también permitiéndoles tener un impacto espiritual que
no lo tendrían de ningún otro modo o por ningún otro tipo de líder. [17]
(5) Tanto la madurez como el liderazgo cristiano son exclusivas en cuanto a su ambición
y a su motivación. La ambición es un fuerte deseo de cumplir algo o alcanzar una meta
específica. La diferencia entre una ambición del mundo o cristiana, es la naturaleza de la
ambición (fama, poder, prestigio, posición, servicio efectivo, gloria de Dios, etc.) y los motivos
detrás de esa ambición. En 1ª Timoteo 3:1, el apóstol escribió: “Palabra fiel: Si alguno anhela
obispado, buena [kalos: ‘bello, útil, noble, ventajoso, etc.’] obra desea [epithumeo...: ‘pone su
corazón en, desea’” (énfasis del autor). Esta aspiración (ambición) de ser un anciano, posición de
liderazgo y responsabilidad en la iglesia, es un deseo de hacer una obra fina, noble o divina. Pero
el apóstol lo define como una “obra buena”. Esto elimina el enfoque de la idea de posición y lo
ubica en la función o responsabilidad que va junto a la obra. Pero por noble que sea, si los
motivos están errados (ej.: por prestigio, para construir un ego, por poder y controlar a los demás,
más que por servir sacrificialmente, etc.), entonces la ambición se contamina. Para una
ilustración clásica de una buena ambición que se contamina con motivos egoístas, compare
Marcos 10:35-45 con Lucas 22:24-30.
«Nada puede ser más feo que las actitudes que aquí vemos. Pero nada puede ser más
sorprendente que la respuesta que Cristo da a estas actitudes. Él no las atacó por ser ambiciosas
y tampoco las rechazó por ser ofensivas y ambiciosas. En vez de ello, redefinió la ambición y la
transformó en servicio hacia los demás, sin restarle el deseo imperioso de lograr los objetivos. La
ambición es transformada en humildad dirigida hacia el servicio a los demás más que en un
orgulloso servirse a sí mismo. La ambición es redefinida desde ser un servicio para sí mismo a un
servicio hacia los demás (Marcos 10:43-45) y se incluye la instrucción de cómo ser primero. Se
cumple a través de la ambición santa de esclavitud de acuerdo con el modelo del Señor
Jesucristo. Él demostró la ambición en el mejor sentido de la palabra, como Aquel que
voluntariamente se sacrificó a Sí mismo para salvar a otros». [18]
[1] Ver el artículo de Charles C. Ryrie, Biblioteca Sacra, Vol. 126-503, Julio ’69.
2
En este versículo, hay un verbo principal: “hacer discípulos” (mathe,,teusate, imperativo de
mathe,,teruoser o llegar a ser un discípulo” , “hacer un discípulo, enseñar”. “Id..., bauticen...,
enseñen” son todos participios. El primero tiene todas las características de un principio de
atención circunstancial que obtiene el modo del verbo principal que le sigue. Tiene un énfasis
imperativo; pero el hecho que Jesús empleara este participio, demuestra el énfasis que Él pusiera
en hacer discípulos. Los participios siguientes, “bautizar..., enseñar”, son participios de adverbios
de medios y nos dicen cómo hacer discípulos por medio del bautizo (incluye el evangelismo) y por
medio de la enseñanza. Para una mejor explicación, ver L Gramática más allá de la Base Una
Sintaxis Exegética del Nuevo Testamento«, de Daniel Wallace, Zondervan, Grand Rapids, 1996,
pp. 640-645.
[3] Se usa aquí Santiago 5:14, porque en este pasajee existe una buena evidencia que aquí no
se refiere a una enfermedad física, sino que a aquellos que están débiles espiritualmente y
necesitan que se les dé ánimo, edificación y ayuda de parte de los líderes de la iglesia para su
crecimiento y victoria sobre el pecado. Para una explicación más detallada de este punto de vista,
ver el artículo de Daniel R. Hayden en Biblioteca Sacra, Vol. 138, # 551, Julio 1981, pp. 258s.
[4] El punto de esta historia es que el cambio que se produce por medios humanos (como el
exorcismo judío o la reforma humana) fallarán. El único cambio verdaderamente efectivo, es el
que se produce por medio de la fe en Cristo y el que crece en Su vida. La clave está en que allí
no ha existido fe en Cristo, lo significa que el Espíritu Santo no ha venido a morar en el individuo.
Si ocurre un exorcismo u otra clase de reforma humana y no hay respuesta de Dios a través de
Jesucristo, el camino estará libre para el demonio para que regrese al mundo; son patrones para
que él domine nuevamente.
[5] Este material está adaptado del libro “¿Qué es la Espiritualidad?”, de Charles Ryrie,
Biblioteca Sacara, Vol. 126:503, Julio 69, Theological Journal Library CD, Galaxie Software.
[6] Walter Bauer, F. Wilbur Gingrich, Frederick W. Danker. A Greek English Lexicon of the New
Testament and Other Early Christian Literature, University of Chicago Press, Chicago, 1979,
medio electrónico y G. Abbot-Smith, A Manual Greek Lexicon of the New Testamente, T. & T.
Clark, 1973, p. 368.
[8] Para más detalles en este tema, ver Parte 2, Lecciones 4 y 5 del Los ABC del Crecimiento
Cristiano: Estableciendo lasBases en nuestro sitio web:
http://www.bible.org/docs/splife/abc/toc.htm.
[10] Stanley D. Toussaint, “El Hombre Espiritual”, Bibliotheca Sacra, Vol. 125:498, Abril-Junio
1968, Librería Teológica Electrónica, Galaxie Software.
[11] Para un análisis completo de cada una de estas características, ver el artículo de William D.
Lawrence en la Biblioteca Sacra, Vol. 144-575, Julio 1987, pp. 318s. Lawrence cita siete
características; pero he combinado dos de ellas, porque están muy relacionadas entre sí.
11
Además, aunque él enfoca sólo el liderazgo cristiano, en estas características he incluido el
concepto de la madurez.
[12] Lawrence, citando a Warren Bennis y a Burt Namus, Líderes (Nueva York: Harper & Row,
1985), p. 5.
[13] Lawrence, tomado de la obra de León Morris, La Primera Epístola de Pablo a los Corintios,
Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1958, p. 170.
[14] William D. Lawrence, Bibliotheca Sacra, Vol. 144-575, Julio 1987, pp. 320-321.
[15] Lawrence, para una discusión secular de estos elementos, ver Bennis y Nanus, Lideres, pp.
19-86; para un pensamiento de esta naturaleza desde un punto de vista cristiano, ver la obra de
Fred Smith, Aprendiendo a Liderar (Waco, TX: Word Books, 1986), pp. 32-44.