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TEXTUS PRIMUS.
1. ORGANIZACION POLITICA.
Previo el estudio del Derecho Romano propiamente tal, es necesario un breve
repaso del desarrollo de la evolución de la organización política de Roma, ya que
como se verá este desarrollo influiría profundamente en el desarrollo del Derecho.
1.1. La Monarquía.
Roma estuvo gobernada por reyes desde su fundación (753 a.C.) hasta finales del
siglo VI (año 509 a.C.). Habría, habido 7 reyes, los 3 últimos etruscos, habiendo el
primer rey, Rómulo, sido el creador del Consejo de Patres y la Asamblea popular
por Curias.
1.1.3. El Rey.
La tradición coloca al Rey como el centro de la vida político-constitucional desde el
origen de Roma. La monarquía no era hereditaria, ya que como decíamos, el
poder, muerto el Rey, volvía interinamente al Consejo de Patres; quienes elegían
un nuevo Rey, quien confirmado por un signo celestial (augurio) era presentado a
los Comicios Curiados quienes lo aclamaban.
El poder del Rey debió ser absoluto, en los ámbitos militar, político judicial y
religioso (desaparecida la monarquía la figura del Rey pervivió en el ámbito
religioso como “rex sacrorum”, quien era uno de los miembros del Colegio de
Pontífices).
1.2. La República.
La monarquía llega a su fin con la caída del último Rey, Tarquinio “el soberbio”,
que será sucedida por la República.
Aunque hay muchas dudas, lo más probable es que el gobierno fuera asumido por
DOS MAGISTRADOS elegidos por UN AÑO. Eso sí, en un origen estos
magistrados no se llamaron cónsules (nombre posterior de los magistrado
supremos) sino “praetores” (probablemente de praeire “marchar delante de”).
a) Comicios Centuriados.
Fue la más importante de las asambleas republicanas, que derivan de la
organización militar por centurias. Las XII Tablas (Novena Tabla) ya hablan de
“Comitiatus Maximus” que aludía precisamente a estas asambleas.
Estos comicios sólo podían ser convocados por un Magistrado con “imperium” y
sus funciones eran: i) la elección de los Magistrados Mayores (cónsules, pretores
y censores), ii) La aprobación de “leges”, siempre a propuesta de un Magistrado
con “imperium”, entre las que se cuentan la “leges de bello indicendo” (leyes por
las que se declaraban la guerra y la paz), y iii) Jurisdicción PENAL en
determinados crímenes (no sólo políticos) y siempre en que estuviera en juego la
vida de un ciudadano.
c) Concilia Plebis.
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También por tribus se agrupaba la plebe y su asamblea tenía el nombre de
Concilia Plebis Tributa, que en la práctica llegaron a equipararse con los
Comicios. Los plebeyos se reunían bajo la presidencia de los Tribunos de la
Plebe para elegir a sus propios Magistrados (tribunos y ediles) y para aprobar las
propuestas realizadas por los Tribunos, que reciben el nombre de PLEBISCITOS.
Estos plebiscitos al principio vincularon sólo a la plebe, pero finalmente fueron
equiparados a las leyes comiciales por la Lex Hortensia el año 286 a.C.
El contenido del “Imperium” era muy amplio: junto con el mando supremo militar,
comprendía también la facultad de convocar los Comicios y al Senado, la facultad
de dar edictos y un amplio poder disciplinario (coertio) que implica la facultad de
dictar ordenes y sancionar a quienes no las cumplan; pero, limitado cuando se
trataba de imponer penas graves, sobre todo la muerte, en estos caso el afectado
podía llamar al pueblo “provocare ad populum” para que se le siguiera un juicio
comicial. La jurisdicción (otro aspecto del “imperium” que detentaban también en
un comienzo los cónsules) pronto se radicó exclusivamente en los pretores.
1.2.5. MAGISTRATURAS.
b) PRETORES. Desde el año 367 a.C. aparece junto a los cónsules la figura del
Pretor, formando en principio colegialidad con ellos como “collega minor”, también
provisto de “Imperium”. Al pretor se le confió especialmente una de las facetas del
“Imperium”: LA JURISDICCIÓN.
Hacia el año 242 a.C. debido a la proliferación de litigios se creó un segundo
pretor para que se ocupara de los litigios entre los ciudadanos y extranjeros y los
extranjeros entre sí (siempre dentro de Roma), es el llamado Pretor Peregrino.
Con el tiempo aumentaría su número.
1.2.7. El Senado.
El órgano constitucional republicano más importante e influyente. Originalmente
compuesto de 300 miembros, llegaron a ser 900 durante César. En un principio
fueron elegidos por los magistrados supremos, desde la Lex Ovinia su elección, de
carácter vitalicio, se confió a los censores quienes, siguiendo una costumbre
anterior, elegían a ex magistrados. La admisión de plebeyos al Senado se produjo
a partir de mediados del siglo IV a.C.
Dado que los magistrados se renovaban cada año el órgano que le daba
continuidad a la República era el Senado. Al carecer de poder, pues sólo tenía
Autoridad, sus decisiones reciben el nombre de SENADOCONSULTOS, que
tenían el carácter de simples consejos, aunque por su origen ningún magistrado
osaba desobedecerlos. De hecho cualquier decisión importante le era consultada
por los Magistrados con Imperio.
En la práctica era quien diseñaba la política exterior y administraba el Erario
Público. También como en la monarquía proveía, en caso de quedar vacante, la
magistratura máxima (interregnum).
2.1. Ius.
La palabra que los mismos romanos utilizaron para referirse la idea de Derecho
(tanto en el aspecto objetivo de ordenamiento jurídico, como en el subjetivo de
facultad) fue IUS, que es un término antiquísimo y que tiene un carácter obscuro,
en virtud a los varios significados del vocablo y la obscuridad que reina en torno a
los orígenes de Roma y su Derecho, cuyo origen etimológico es dudoso, y
respecto del cual existen diversas hipótesis, siendo las más probables, a juicio de
esta cátedra, la que le da un origen de carácter religioso Iove-Iovis (Iupiter el dios
que castiga el perjurio, y quien preside el panteón religioso romano) lo que está en
relación evidente con ius-iurare, jurar, lo que lo pone en conexión directa con lo
divino, lo religioso e implica la idea de bendición o salvación Iovis = Iou-pater.
Parece ser está la tesis que más aceptación ha tenido entre la romanística (D’Ors,
Biondo, Longo, Fernández de Buján, etc.). Por otra parte Max Kaser, sostiene la
tesis que “Ius”, atendida la relación con “iudex”, “iudicium”, “iudicare”, etc.; sería un
concepto que nace a través del proceso. En ese sentido “Ius”, no sería una norma
o un conjunto de normas, sino la misma actuación procesal de la persona, dicho
en otras palabras, el “Ius” a través del proceso sería el recurso empleado para
obtener la decisión divina, lo que quedaría muy claro por ejemplo, como veremos,
en la Legis Actio per Sacramentum, que supone un juramento en que lo “iustus”
venía a ser determinado por la divinidad.
Dicho lo anterior, la única definición romana de Ius que conocemos, recogida por
Ulpiano y contenida en el Digesto, todavía insuperada, se debe al jurista Celso
que nos dice que: “IUS est ars boni et aequi”, es decir, “el Derecho es el arte de
lo bueno y de lo justo”.
Esta definición supera el considerarlo exclusivamente desde el punto de vista de
las fuentes, o de su capacidad reguladora de conductas sociales a través de
normas o preceptos, sino que mira su función, así lo “bueno” es lo idóneo o sea,
“hacer” lo correcto, lo adecuado, lo diligente –para cumplir la función del
Derecho-, que aunque no es lo mismo que “bondad” lleva implícita la idea de
conveniencia moral; y el vocablo “aequum” que no es otra cosa que la
ponderación de las circunstancias e intereses, o su fin, y que debemos traducir en
el ámbito jurídico como “lo justo” (cuando un jurista romano habla de “aequum
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est”, quiere indicar que, en su opinión, ese es el derecho en el caso concreto), de
lo que se deriva, que esta fórmula (endíadis) nos indica lo que nosotros llamamos
Justicia, pero no una justicia abstracta, ni ideología política o filosófica, sino como
realmente es sentida en la conciencia social a lo largo de varias épocas históricas.
2.2. Épocas.
La historia del Derecho Romano y, en general, la de los derechos occidentales
está estrechamente vinculada a sus fuentes de creación pues de ellas deriva el
fundamento del carácter vinculante de sus disposiciones, a saber, la auctoritas y
la potestas, que en el caso del Derecho Romano constituyen uno de los criterios
diferenciadores de sus grandes épocas; las Arcaica o Preclásica, la Clásica y la
Postclásica.
La Época Clásica del Derecho Romano abarcó el último siglo de la República y los
dos primeros siglos del Imperio (130 a.C. al 230 d.C.) y estuvo antecedida por una
época denominada Arcaica o Preclásica (753 a.C. al 130 a.C.).
La Época Postclásica comprendió los últimos dos siglos y medio del Imperio en
Occidente, es decir, el período que se acostumbra llamar Dominado o Bajo
Imperio (230 al 476), durante el cual el Derecho Romano se convirtió en un
derecho legislado, esto es, en un derecho fundado en la potestad.
Junto con las leyes también son fuentes de potestad los EDICTOS dados por los
magistrados. Se denominan “edicta” los bandos o notificaciones que los
magistrados dirigían al pueblo, primero orales, luego dados por escrito y
expuestos al público. Para el derecho privado sólo tienen relevancia los edictos de
los ediles y, sobre todo, los de los pretores (se dice que es una ley anual –lex
annua-).
Tanto las leyes comiciales que interesaban al derecho privado como el edicto del
pretor y el de los ediles eran comentados e interpretados por la jurisprudencia.
Especial atención prestaron los juristas al edicto pretorio (y al edilicio), donde se
proponían, sobre todo, las fórmulas de las acciones y los demás recursos
procesales que los particulares podían utilizar para defender sus derechos.
La nítida separación republicana se quiebra a partir de Augusto, quien asume la
potestad como la autoridad.
De los primeros años imperiales (Tiberio) data la concesión a determinados
juristas del “ius respondendi ex autoritatis Principis”; a partir de entonces las
respuestas de los juristas ya no valdrán por la auctoritas de quien las profiere, sino
como emanadas de la autoridad del Emperador (ex autoritatis Principis).
Si bien es cierto los romanos posteriores las vieron como la fuente de todo
Derecho, la mayoría de sus preceptos se referían a materias de derecho privado.
Contenían distintos preceptos que reglamentaban actuaciones procesales, desde
el llamamiento a juicio hasta el pronunciamiento de la sentencia y su ejecución.
Los procedimientos existentes en esa época llamados acciones de la ley, legis
actiones, cuyos formularios NO FIGURABAN en el texto decemviral eran muy
rígidos y consistían en la pronunciación de determinadas palabras solemnes
acompañadas de ciertos gestos.
Contenían algunas normas de derecho de familia y herencia; algunos relativos a la
propiedad sobre las cosas y actos de adquisición; tenía muchas disposiciones
relativas a los fundos y derecho de vecindad y relativos a los delitos privados (que
se oponen a los “crimina”).
“Dadas estas leyes, comenzó a ser necesaria la discusión en el foro (como suele
ocurrir naturalmente, que la interpretación requiere la autoridad de los prudentes)
…. Pero la ciencia de la interpretación de estas leyes así como el conocimiento de
las acciones se hallaban en el colegio de los pontífices, de los que se designaba
uno que cada año atendiera a los pleitos privados. Y el pueblo se atuvo a esta
costumbre durante casi cien años.”
Desde principios del siglo III a.C. se advirtió una progresiva secularización de esta
jurisprudencia. Así hacia el año 300 a.C. se sitúa la divulgación por Cneo Flavio,
liberto del pontífice Apio Claudio, del llamado ius Flavianum que parece fue una
colección de fórmulas procesales.
Hacia el año 253 a.C. el primer Pontífice Máximo de origen plebeyo, Tiberio
Coruncanio, habría iniciado la práctica de explicar públicamente a sus discípulos
las razones de sus respuestas.
A comienzos del siglo II a.C. se sitúa la labor de Sexto Elio Peto Cato, cónsul en
el 198 a.C. y censor en el 194 a.C. Pomponio le atribuía tres obras, a saber, una
colección de acciones llamada ius Aelianum; otra denominada Tripertita, en
razón de reunir las Ley de las XII Tablas, una “interpretatio”, y un formulario de
acciones procesales: “quoniam lege XII Tabularum praeposita iungitur interpretatio
deinde subtexitur legis actio”; y otros tres libros, cuya autoría era discutida.
Perteneció también a este mismo siglo Porcio Catón Liciniano, que escribió unos
comentarios al “ius civile”, y a quien se atribuye la formulación de la llamada
regula Catoniana, a propósito de la validez de los legados.
b) CAVERE, quiere decir tanto como precaver, y es función hasta tal punto
importante, que la jurisprudencia republicana suele ser conocida con el epíteto de
cautelar: referida en un principio esta actividad a la simple labor de preparar
esquemas de negocios jurídicos, se convierte en la obra mucho más vasta y
creadora de adaptar los viejos negocios del “ius Quiritium” a las necesidades
siempre crecientes de la vida urbana.
Desde mediados del siglo II d.C. la nueva vía para innovar es ya la nueva
burocracia, y la diferencia entre derecho pretorio y civil pierde importancia.
Dos grandes figuras signan esta etapa; en su comienzo Labeón (Marco Antistio
Labeón, hijo de Paconio Labeón, quien había sido discípulo de Servio Sulpicio
Rufo, y que era, a su vez, discípulo de Trebacio Testa). Apegado a la tradición
republicana, no se acomodó al nuevo régimen de Augusto.
Labeón fue un jurista creador, que promovió nuevas instituciones, dejó una obra
que hizo época, con sus “Comentarios al Edicto del Pretor” y su colección de
“Respuestas”, y fue seguido de una escuela; la ESCUELA PROCULEYANA, en la
que figuran los Nerva, padre e hijo, un discípulo del primero, Próculo, y otros
como Celso y Neracio.
La Jurisprudencia de esta etapa Clásica Alta alcanza el nivel más elevado del
estilo doctrinal romano. La terminología y el cuadro general de instituciones,
fijados ya en la etapa anterior, dan estabilidad y congruencia a la jurisprudencia.
Adriano considera la opinión común de los juristas (COMMUNIS OPINIO
DOCTORUM) como vinculante para el juez.
El “consilium” del Emperador que había empezado por ser una asesoría de
“amici”, se tecnificará bajo Adriano, integrando en él a los jurisconsultos y a los
nuevos funcionarios (praefecti). A partir de ese momento la jurisprudencia se
burocratiza y los funcionarios de la administración imperial estudian Derecho, de
modo que el estudio del Derecho se hace indispensable para la carrera
administrativa.
Esta nueva actividad de los juristas viene a continuar la tradición de los Responsa
de la antigua jurisprudencia libre, pero la autoridad de que procede la nueva
doctrina interpretativa no es ya la de los asesores, sino la del mismo Emperador,
como era congruente con el régimen del “ius respondendi”.
En la última etapa clásica, así como en la primera post-clásica (hasta Diocleciano),
los rescriptos son la fuente viva del Derecho. Después son considerados como
fuente del antiguo “Ius” (en contraposición de las nuevas leyes imperiales) hasta
que Justiniano los agrega la las leyes de su Código, y de allí que se les considere
dentro de la legislación imperial.
Unos registros especiales ofrecían resúmenes de estos rescriptos, hasta fines del
s. III; luego, se conservan muchos de ellos, por orden cronológico, en los títulos
del Código de Justiniano, y por otras vías, con lo que se convierten en “exempla”
con valor regulativo.
De las disposiciones del Príncipe constituirán la más importante fuente de
Constituciones Imperiales.
Gayo debió vivir como maestro de derecho en una provincia oriental. Escribió
varias obras, pero sus INSTITUTIONES tuvieron una suerte del todo singular,
pues se hicieron libro de texto para el primer curso de la carrera de Derecho en
Berito y Constantinopla.
Esta división acentuará cada vez más las diferencias entre el derecho de Oriente y
Occidente, a pesar de la práctica de extenderse recíprocamente (mediante
Pragmaticae Sanctiones) las leyes que promulgan los emperadores de cada
parte.
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2.11.1. Características de este Derecho Post-Clásico.
Como veíamos, este es un DERECHO OFICIAL, que se promulga y que es obra
del absolutismo del Emperador; y esta legislación es de tono AUTORITARIO,
PROVIDENTE Y AMPULOSA.
“El Emperador César Flavio Justiniano, .........; Por la gracia de Dios, gobernando
Nos este imperio que Nos encomendó la Majestad del Cielo, .......; Asimismo,
según se ha dicho, queremos desterrar de tal compilación las repeticiones, y no
permitimos volver a escribir como .......” (Const. Deo auctore).
Por su parte Teodosio II hizo una edición oficial de leyes generales de Constantino
y sus sucesores hasta él mismo, el CODEX THEODOSIANUS, en 16 libros
promulgado el año 438. Derogado por Justiniano, se ha conservado parcialmente
como la parte principal del Breviario de Alarico (506), mismo “Breviario” que
recogió también nuevas leyes dadas por Teodosio II y sus sucesores Novellae
Teodosianas.
a) CODEX.
Sin embargo, no es este el orden por el que procedieron los compiladores, cuyo
primer esfuerzo fue el de codificar las Leyes, pero de manera más completa que
Teodosio II (se aprovecharon los Codex Hermogeniano y Gregoriano de modo que
los rescriptos preceden, en cada título, a las leyes imperiales de la época
Constantiniana y posteriores), y sólo después codificaron el IUS.
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En efecto, el primer libro que se promulgó fue el Código, en una primera edición
en el 529. Ya antes de empezar el trabajo del Digesto, Justiniano reunió una serie
de leyes dadas para dirimir dudas doctrinales –las Quinquaginta Decisiones (del
año 530)-, a las que siguieron otras similares suscitadas por aquel trabajo, hasta
que se decidió publicar un nuevo Código, que apareció después del Digesto, en
534: el CODEX IUSTINIANUS que se nos conserva.
Consta de 12 Libros, divididos en títulos (con sus respectivas leyes, indicativas del
contenido), y estos en leyes ordenadas cronológicamente, divididas, cuando no
son muy breves, en párrafos, de los cuales el primero es el (pr)incipium, al que le
sigue el 1, etc. (La forma de citar convenientemente los textos es la filológica, es
decir, la concreción progresiva mediante números. Este método es el aplicable
también al Digesto).
b) INSTITUCIONES.
Se promulgan en el año 533 y constan de 4 Libros y se fundan principalmente en
las de Gayo –con su división en “personae”, “res”, “actiones”-, pues habían de
sustituirlas como libro de texto del primer curso de la carrera de Derecho. Las citas
también se hacen en orden de progresiva concreción esto es: Libro, título y
párrafo, pues al ser un texto corrido, no hay división por fragmentos o leyes.
c) Los DIGESTA.
Corrientemente en singular DIGESTO o Pandectas (resumen o materias
ordenadas), fueron promulgadas el año 533 y forman la parte más importante del
Corpus Iuris Civilis, pues recogen, en 50 Libros, una buena parte de las obras de
los juristas de la segunda y última etapa clásica, a modo de antología por
materias, con indicación del autor y libro de procedencia de cada párrafo.
También las citas del Digesto deben hacerse al modo filológico, por los números
(mejor árabes) del Libro, Título, Párrafo y en su caso Fragmento, empezando por
el pr(incipio).
d) Las NOVELAS.
Por último se agregan al Corpus Iuris las Novelas, con un total de 168, casi todas
en griego, y sólo unas pocas tiene interés para el derecho privado.