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ÁFRICA
“Viví en África y ahí aprendí mucho. La cultura africana es
espiritista, cree que todos los espíritus de los antepasados están
en nosotros, viven con nosotros. Y todos los problemas que
tenemos, ya sea de enfermedad, trabajo, amor se debe a que
algo está fallando en la relación que tenemos con nuestros
espíritus. Bajo ese concepto, se entiende que la sanación debería
ser holística. Los africanos ven la sanación como algo sistémico,
que no involucra solo a la persona, sino que a toda su familia, su
comunidad. Para ellos la enfermedad es cualquier desarmonía: si
peleas con tu pareja, es enfermedad; si te va mal en el trabajo, es
enfermedad. Ante cualquier cosa que les pasa, consultan al
curandero o chamán. Es él quien dice qué tiene, con solo mirarlo
y tocar su cuerpo lo adivina, lo sabe. Y a partir de eso, arma un
sistema completo para sanar su enfermedad. Cuando me fui a
vivir a Kenia, después de haber estado 8 años en Mozambique
aprendiendo, puse mi primera consulta junto a sanadores
intuitivos locales. Ellos no tenían formación, ni siquiera sabían
leer y escribir, pero eran de una potencia superior. Sanaban con
masaje y con los ojos te leían el cuerpo. Eran increíbles,
realizaban sanaciones físicas y sicológicas con solo verte, tocarte
y entrar en trance. Cuando comencé a realizar mis primeras
sesiones de sanación –un procedimiento de cuatro sesiones
donde aplicaba distintas terapias y técnicas– trabajaba con una
sanadora negra que me ayudaba. Ella entraba en trance
utilizando la Biblia, repitiendo un salmo de protección como un
mantra; era bien impresionante esa performance. Recuerdo una
paciente que no podía tener hijos. Ella me había contado que
había tenido un abuso sexual cuando niña. En esos años yo no
tenía la experiencia ni las herramientas para curar ese problema
por medio de la Ancestrología y los árboles genealógicos, pero
hice un acto de representación chamánico. Y me encontré con la
sorpresa que esa violación no había ocurrido, pero que para ella
había sido como si realmente hubiera pasado. También pude
percibir que con la persona que quería tener hijo no era el
indicado, pero no se lo podía decir; ella tenía que darse cuenta
por sí misma. Después de un tiempo me escribió, diciéndome que
había entendido que esa experiencia de violación no había sido
real; y que había conocido a otro hombre, se había enamorado y
habían tenido un hijo. Este tipo de cosas pasan en los procesos
de sanación”.
VÍCTIMA Y VICTIMARIO
“Desde la Ancestrología se puede apreciar claramente que hay
patrones que suelen repetirse. Quienes cuando niño sufren
abandono y agresiones se buscan parejas que también sufrieron
abandono y agresiones en la infancia, creando así una relación
tortuosa e insana; donde se gatillan todos los patrones que trae
cada uno. Porque el abuso también se repite de generación en
generación, es un patrón muy fuerte. Hasta que alguien, que es
como el elegido del árbol genealógico, toma conciencia y dice ‘ya
no más de esto’; y se va reparando. El abuso es bien fregado, en
él están las dos caras de la moneda: víctima y victimario; una va
junto con la otra. Quien es víctima se siente con el derecho a la
revancha, y se transforma en victimario, y a veces de la forma
más brutal imaginable. Y luego vuelve a ser víctima de sus
acciones como victimario; y así una y otra vez. Porque los
abusados viven atrapados bajo un estado energético muy fuerte,
un estado emocional más fuerte que ellos mismos, y que viene
desde su árbol genealógico. Incluso es frecuente que lleguen a
niveles de comportamientos donde se encuentran totalmente
fuera de sí. Bert Hellinger (creador de las constelaciones
familiares) lo explica muy sabiamente: ‘Si en un momento tomo
una pistola y te mato, eso va más allá de mí. Porque alguien llevó
esa pistola a mi casa, yo la eché a un bolso para devolverla, salí
a la calle, me encontré contigo, nos enojamos, saqué el arma y te
maté. Entonces, en ese momento había en mí una fuerza, una
energía superior a mí, que me hizo matarte. Porque como seres
humanos no tenemos ni el derecho ni la capacidad de matar a
otro ser humano’ dice. Entonces en situaciones de este tipo estoy
obedeciendo a una energía que me empuja. Y esa energía, ese
estado emocional, viene de nuestro árbol genealógico, de
historias y patrones que se repiten, que no están resueltos, y que
se canalizan a través de uno. Esto se puede sanar, y hay que
hacerlo para detener ese sufrimiento; liberarse uno y a las nuevas
generaciones. Como también Hellinger muy sabiamente dice: ‘La
paz solo es posible cuando uno es capaz de unir el origen con el
destino, y hacerlo con amor’. Mientras uno no haga ese trabajo,
está condenado a repetir esas historias de dolor”.