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UNIDAD I: Proyección y contexto vincular

El proceso psicodiagnóstico

El psicólogo, tradicionalmente, ha sentido su tarea como el cumplimiento


de un pedido que tiene las características de una demanda, que hay que
satisfacer siguiendo los pasos y utilizando los instrumentos indicados por otro
(psiquiatra, psicoanalista, pediatra, etc.). El objetivo fundamental de su contacto
con el paciente era, entonces, la investigación de lo que éste hace frente a los
estímulos presentados.
Terminada la administración del último test, se procedía por lo general a
despedir al paciente y enviar al remitente un informe, confeccionado con un
enfoque molecular, es decir, test por test y con un amplio lujo de detalles, sin
tener en cuenta que el profesional remitente no tiene conocimientos específicos
suficientes como para extraer información útil de todo ese material. Pero estos
informes resultan, actualmente, una fría enumeración de datos, rasgos,
formulas, no integrados en una Gestalt que dé cuenta de lo esencial de la
personalidad del paciente.
El psicólogo ha trabajado durante mucho tiempo con un modelo similar al
del médico clínico, quien toma la mayor distancia posible respecto de su
paciente, a los fines de establecer un vínculo que no le impida trabajar con la
tranquilidad y objetividad necesarias.
El no indagar sobre todo lo referente a lo comunicacional, aumentaba la
distancia entre el psicólogo y el paciente y disminuía la posibilidad de vivenciar
la angustia que dicha relación puede despertar. Así, se utilizaban los test como
si constituyeran en sí mismos el objetivo del psicodiagnóstico y como un escudo
entre el profesional y el paciente, para evitar pensamientos y sentimientos que
movilizaran afectos.
Sin embargo, no todos los psicólogos actuaron así, muchos
experimentaron el deseo de un auténtico acercamiento al paciente. Y para
ponerlo en práctica, debieron abandonar el modelo médico. Podía ocurrir,
entonces, que actuasen de acuerdo con los roles inducidos por el paciente: que
se dejasen seducir, que lo sobreprotegieran, que lo abandonaran, etc. El
resultado era una contraidentificación proyectiva que interfería con su labor.
A causa de la creciente difusión del psicoanálisis, los psicólogos optaron
por adoptarlo como modelo de trabajo ante la necesidad de hallar una imagen
de identificación que les permitiera crecer y fortalecerse. Sin embargo, esto
provocó una nueva crisis de identidad en el profesional, ya que intentó trasladar
la dinámica del proceso psicoanalítico al proceso psicodiagnóstico sin tener en
cuenta las características.
Con este cambio, se enriqueció la comprensión dinámica del caso, pero se
desvalorizaron los instrumentos que el psicoanalista no utilizaba. Sobrevaloró la
técnica de la entrevista libre, y relegó a un segundo plano el valor de los test, a
pesar de que era para aquello para lo que estaba preparado.
Su actitud hacia el paciente estaba condicionada por su versión del
modelo analítico y su encuadre específico: permitir a su paciente poner en
marcha el tipo de conducta que surge espontáneamente en cada sesión,

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interpretar sobre la base de ello contando con un tiempo prolongado para lograr
su objetivo, pudiendo y debiendo ser continente de ciertas conductas del
paciente, tales como negativas al hablar o jugar, silencios prolongados, faltas
reiteradas, tardanzas, etc. Si lo que el psicólogo debe hacer es un
psicodiagnóstico, el encuadre es otro: dispone de un tiempo limitado.
No cabe duda de que la teoría y técnica psicoanalíticas brindaron al
psicólogo un marco de referencia imprescindible que le ayudo a entender
correctamente lo acontecido en su contacto con el paciente. Pero se mantienen
diferencias esenciales entre ambas disciplinas.
Para percibir la identidad real del psicólogo, se debió tomar una cierta
distancia, pensar críticamente en aquello que funcionaba como incuestionable,
evaluar lo positivo y digno de ser incorporado, y lo negativo a lo que debió
renunciar. Logró así una mayor autonomía en el pensamiento y en la práctica,
con lo cual no solo se discriminará y fortalecerá la identidad propia, sino que
podrá contribuir al enriquecimiento de la teoría y la práctica psicológica
inherente a su campo de acción.

Caracterización del proceso psicodiagnóstico


Institucionalmente el proceso psicodiagnóstico configura una situación con
roles bien definidos y con un contrato en el que una persona pide que la
ayuden, y otra acepta el pedido y se compromete a satisfacerla en la medida de
sus posibilidades.
Es una situación bipersonal, de duración limitada, cuyo objetivo es lograr
una descripción y compresión lo más completa posible de la personalidad total
del paciente o del grupo familiar. Asimismo, enfatiza la investigación de algún
aspecto en particular según la sintomatología y las características de la
derivación.
Abarca los aspectos pretéritos, presentes (diagnóstico) y futuros
(pronóstico) de esa personalidad, utilizando para lograr tales objetivos, ciertas
técnicas (entrevistas, técnicas proyectivas, técnicas psicométricas).

Objetivos
La investigación psicológica debe lograr una descripción y comprensión de
la personalidad del paciente. Además, es necesario explicar la dinámica del
caso tal como aparece en el material recogido, integrándolo en un cuadro total.
Una vez logrado un panorama preciso y completo del caso, incluyendo los
aspectos patológicos y adaptativos, se tratará de formular recomendaciones
terapéuticas adecuadas.

Momentos del proceso psicodiagnóstico


Se reconocen los siguientes pasos: 1) primer contacto y entrevista inicial
con el paciente; 2) administración de test y técnicas proyectivas; 3) cierre del
proceso: devolución oral al paciente y/o sus padres; y 4) informe escrito al
remitente.
En el momento de apertura se ubica el primer contacto con el paciente,
que puede ser directo o por intermedio de otra persona.

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El segundo momento consiste en la administración de la batería
seleccionada previamente y ordenada de acuerdo con el caso. También se
incluye el tiempo que el psicólogo debe dedicar al estudio del material recogido.
El tercer y cuarto momento, están integrados por la entrevista de
devolución de información al paciente y/o los padres, y la redacción del informe
pertinente al profesional que lo ha derivado. Estos pasos posibilitan informar al
paciente acerca de lo que pensamos que le ocurre y orientarlo respecto de la
actitud más recomendable a asumir en su caso. El contenido y la forma del
informe depende de quién lo ha solicitado y de lo que ha pedido que se
investigue más específicamente.

Encuadre
Utilizar un encuadre significa mantener constantes ciertas variables que
intervienen en el proceso, a saber: aclaración de los roles respectivos, lugares
donde se realizaran las entrevistas, horario y duración del proceso, y honorarios.
El encuadre no se puede definir con mayor precisión porque el contenido y
el modo de su formulación dependen en muchos aspectos de las características
del paciente y de sus padres. Por eso se recomienda aclarar desde el principio
los elementos imprescindibles del encuadre.
Respecto de la actitud del profesional, es recomendable una actitud
permeable y abierta para no establecer condiciones que luego resulten
insostenibles y que perjudiquen al paciente. La plasticidad resulta ser una
condición valiosa para el psicólogo cuando la utiliza a los fines de ubicarse
frente al caso con acierto y dar con el encuadre apropiado. También lo es
cuando sabe discriminar entre una necesidad real de modificar el encuadre
prefijado y una ruptura del encuadre por actuación del psicólogo inducida por el
paciente y/o los padres; esto puede producirse por una contraidentificación
proyectiva por parte de ellos.

Las técnicas proyectivas

Si la conducta de un individuo es estimulada en condiciones previstas y


controladas, se logran datos importantes respecto de sus características
psíquicas (aspectos intelectuales de la personalidad), según cuál sea la finalidad
perseguida.
En las técnicas proyectivas se disminuye la estrictez en lo relativo a las
exigencias de tiempo y producción. El material no está estructurado o está
débilmente estructurado, ylos resultados no son cuantificables en su totalidad.
Se espera que, en el proceso de reestructuración del material estimulante,
el sujeto utilice los recursos que le son propios y, por lo tanto, se puede verlo
distintivo de su personalidad.

Características de las técnicas proyectivas

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1. El examinado desconoce el objetivo que persigue el examinador. En
todo caso, tiene una idea poco clara acerca de él.
2. Por lo anteriormente dicho, se comprenderá que la técnica favorece la
disminución del control consciente.
3. Brindan una muestra de la conducta individual lo bastante rica como
para poder utilizarla clínicamente.
4. El aprovechamiento del material obtenido depende de la preparación
del interprete. El cuadro de la personalidad que logre está tanto más
ajustado y completo, cuanto mayor sea su capacidad integradora de
distintas posturas psicológicas.

Condiciones de las técnicas proyectivas


Rapaport, señala fundamentalmente cuatro condiciones: una técnica
proyectiva debe
1. ser estimulante. La estimulación no debe insumir mucho tiempo, ha de
lograrse fácilmente con materiales simples; debe ser relativamente
independiente de toda relación transferencial, ha de ceñirse a un
segmento de la conducta, y tanto el material como la atmosfera
psicológica deben ser iguales para todos los examinados;
2. tornar observable. La observación ha de basarse en los materiales de
prueba objetivamente expuestos, y en el grado de acatamiento de las
instrucciones destinadas a fijar la iniciación y la terminación de los
procesos provocados por el material de examen;
3. registrar. El registro debe ser textual;
4. y volver verbalmente comunicable la estructura psicológica del sujeto. La
comunicabilidad de los resultados debe basarse en un sistema de
cómputo que facilite las comparaciones inter e intrapersonales.

Fundamentos teóricos
Siguiendo a Bell, dado el carácter dinámico de la personalidad, debe ser
estimada con instrumentos capaces de evaluar su estado en un momento dado,
así como también reflejar las modificaciones en el transcurso del tiempo. Ello es
posible porque, si bien la personalidad es dinámica, está estructurada, y su
estructuración depende de las condiciones fisiológicas y socioculturales que han
intervenido en su modelamiento.
La estructura se revela en la conducta. La conducta, refleja la relación
entre las demandas internas y situacionales, y constituye un intento de
adaptación de las condiciones internas a las externas.
La personalidad presenta distintos estratos, de los cuales son observables
los más superficiales. Los estratos profundos no solo están ocultos al mundo
exterior, sino también, en la mayoría de los casos, al mismo sujeto. Pero como
las capas profundas están vinculadas con las superficiales, es posible llegar al
contenido latente a partir de la personalidad manifiesta en determinadas
ocasiones.
Riesgos en el empleo de las técnicas proyectivas

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Utilizar estas técnicas implica la aceptación de la universalidad de los
mecanismos proyectivos. En consecuencia, debe reconocerse que no solamente
se proyecta la personalidad del sujeto, sino que en la relación interpersonal
también se proyecta la del examinador. Las tensiones, ansiedades,
frustraciones, fobias inconscientes, represiones, viejos sentimientos de
minusvalía pueden constituir factores determinantes que influyen en el tipo de
contacto con el examinado y orientar o desorientar la actividad interpretativa.
Así, el resultado final puede ser un cuadro de la personalidad del examinador y
no del examinado.
Durand, al referirse a las distintas tensiones que gravitan sobre el
psicólogo, derivadas de la falta de definición de su estatus, menciona algunos
tipos de administradores que corren el riesgo de influenciar negativamente la
objetividad de los resultados:
a. Con sentimiento incierto de su identidad profesional. Se identificará con
los sujetos que le hacen experimentar cierta simpática y rechazará como
difíciles aquellos que le hacen dudar de su propia identidad.
b. Dependiente. Considera al test como una recompensa. El examinado da y
el examinador pide; actitud que origina una exageración de la actitud
pasiva del examinador.
c. Defensa contra las necesidades de dependencia. Estas defensas
amenazan orientar al psicólogo hacia las necesidades de los demás y a
negarlas propias. Muestra una intensa tendencia a vivir bajo el imperativo
de dar y no recibir jamás. El examinador demasiado generoso provoca
angustia en los pacientes, de ahí la importancia del equilibrio de los
sistemas de defensa del psicólogo. Esto último es necesario para lograr la
empatía mientras soporta las necesidades del paciente y tolera las
tendencias defensivas del mismo.
d. Socialmente disminuido y rechazado. Encuentra una nueva seguridad en
la situación del test contra los riesgos de la relación normal interpersonal.
Frecuentemente desarrollará una hipersensibilidad a los matices
emocionales de la relación durante la prueba, que podrá eventualmente
acrecentar su perspicacia.
e. Con intensa propensión a la intelectualización. Cuando esta tendencia no
es controlada, el psicólogo confina al aislamiento los fenómenos afectivos
y estima el test como una prueba lógica, excesivamente verbal. Mostrará,
por ello, una tendencia preponderante a la abstracción y, por ende, a una
desvitalización de la personalidad. El sujeto es así reducido a un
espécimen por desconocimiento de lo humano.
f. Sádico. El test favorece el establecimiento de un dominio que el
examinador ejerce, dando libre curso a un oculto desprecio, a una
humillación sutil. Tendrá tendencia a interpretaciones de perversiones,
psicopatías constitucionales y, aun, psicosis.
g. Organizado con vigorosas defensas contra la hostilidad. Dominar el odio y
el miedo de los demás, consagrándose al bienestar de ellos, es un antiguo
recurso honorable para tender al equilibrio y a la supervivencia en

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sociedad. El deseo de hacer el bien por el test engendrará agresión en el
examinador cuando los pacientes no quieran dejarse beneficiar.
h. Masoquista. Exacerbará las tendencias sádicas del paciente. El psicólogo
puede dejar que se le escape el control de la prueba, lo que originará una
situación de test relativamente desorganizada. Ello le permitirá culpar al
paciente y experimentarse como víctima.
Debe señalarse que, si el psicólogo es consciente de la puesta en marcha de
alguno de estos mecanismos, según sea su estructura personal, podrá
controlar debidamente sus actitudes en relación con el examinado y en el
proceso de la interpretación.

Campos de aplicación
En la medida que proporcionan un cuadro dinámico de la personalidad y
que permiten iluminar los procesos inconscientes y preconscientes
determinantes de la conducta manifiesta, los test proyectivos tienen un puesto
de preferencia en todas las baterías preparadas con el fin de ser utilizadas en
psicología clínica, orientación vocacional, selección de personal,
psicopedagogía, psicología social, antropología cultural, psicología jurídica y
psicología militar.

Clasificación de las técnicas proyectivas


Según el tipo de estimulación:
- Visual
o Con material no estructurado: Rorschach
o Con material débilmente estructurado: TAT, CAT, TRO
- Auditiva: asociación de palabras
- Visomotora y motora: Bender, Wartegg
- De juego, dramatización y técnicas afines: psicodrama, hora de juego

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