Sei sulla pagina 1di 16

Intervenciones breves para reducir el

consumo de alcohol
El consumo de alcohol es uno de los
principales factores de riesgo para
morbimortalidad en el mundo. Disminuir el
consumo de alcohol y sus daños asociados
representa un desafío que requiere del diseño
e implementación de estrategias de
prevención basadas en evidencia. Entre
estas, una de las que ha resultado eficaz a
nivel individual, es la implementación de
Intervención Breve (IB). Las IB son
intervenciones estructuradas, cortas, no
demandadas, que realiza un profesional de la
salud o agente de salud luego de un corto
entrenamiento, y que tienen por objetivo
reducir el consumo de alcohol y/o los
problemas relacionados, o lograr la
derivación a tratamiento especializado.
Debido a que son relativamente fáciles de
realizar, de bajo costo, son ideales para
implementar en una variedad de contextos,
como la atención primaria en salud, servicios
de emergencia hospitalaria, y centros
educativos tales como universidades. Desde
la perspectiva de la salud pública son
medidas efectivas para la promoción de la
salud y la prevención de una variedad de
enfermedades, u otras consecuencias
negativas del consumo de alcohol. En este
curso se presentan: una caracterización de la
técnica; sus distintos aspectos y
modalidades; la evidencia sobre su eficacia,
efectividad, sus ventajas y limitaciones; por
útlimo sus posibles usos y aplicaciones en los
distintos contextos (sanitario, judicial,
educacional, etc.).
Curso preparado por Mariana Cremonte.
Profesora de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina

Duración estimada de trabajo del alumno/a 19 horas


Este curso se ha estructurado en tres
bloques. Un primer apartado de tipo
introductorio, donde se contextualiza a las
Intervenciones Breves (IB) señalando el
consumo de alcohol como un problema de la
salud pública, y destacando la necesidad de
estrategias para reducirlo, entre ellas, la IB.
Un segundo apartado que se ocupa
concretamente de las IB, abarcando desde
una instrucción sobre los modelos teóricos en
los que se fundamenta, hasta las distintas
técnicas y procedimientos que las componen,
junto a evidencias sobre su eficacia y
efectividad, ventajas y limitaciones. Un tercer
y último bloque constituye una introducción a
los posibles campos de aplicación y usos de
las IB.
Específicamente, el primer apartado, se
ocupa del consumo de alcohol como
problema de la salud pública. Se presenta
una introducción al consumo de alcohol como
factor de riesgo de diferentes
enfermedades y lesiones, y se
contextualiza su importancia a nivel de la
salud pública. Se caracterizan los niveles de
consumo de alcohol (de bajo riesgo, de
riesgo, excesivo episódico o tipo binge, y
trastornos por uso de alcohol –uso perjudicial
y dependencia-). Por último, se mencionan
las medidas públicas que han mostrado ser
efectivas para reducir el consumo y sus
problemas asociados.
El segundo apartado se ocupa de la IB. Se la
describe, se presenta una introducción a
distintos modelos estructurados de IB, se
señalan sus diferencias, se caracterizan
luego por separado sus dos componentes, el
cribado (tamizaje o screening) y la IB, y se
mencionan instrumentos y procedimientos
para llevar a cabo estas dos actividades. Se
mencionan los modelos teóricos involucrados
en la IB e hipótesis sobre los factores que se
postulan como ingredientes activos de la IB.
Se presentan además las evidencias sobre
eficacia y efectividad y las áreas donde serían
necesarios mayores desarrollos.
En el tercer apartado se presentan los
posibles campos de aplicación de la IB:
sanitario, educacional, judicial y laboral, y las
diferencias entre ellos. Además, se describen
resultados de investigaciones que analizan
los factores que facilitan u obstaculizan la
implementación de programas de IB. Por
último, se mencionan los requisitos
necesarios para la adaptación cultural de la
IB.
Objetivos
 Conocer sobre el consumo de alcohol,
sus características, dimensiones y
consecuencias.
 Dimensionar el consumo de alcohol como
un problema de la salud pública.
 Comprender el enfoque del alcohol como
un factor de riesgo, en lugar del alcohol
como únicamente vinculado al
“alcoholismo” o a los trastornos por uso.
 Valorar el conocimiento sobre la IB y su
difusión, aplicación e investigación.
 Familiarizarse con las distintas etapas,
procedimientos, instrumentos y
conceptos relacionados con la
Intervención Breve.
 Conocer algunas herramientas que
permitan conducir procedimientos de
cribado e Intervención Breve en al menos
dos niveles de intervención/riesgo.
 Conocer los modelos e hipótesis teóricas
relacionados con la Intervención Breve.
Específicamente, se espera que el
alumno tenga algunas nociones
introductorias sobre los modelos
psicológicos en los que se fundamenta
teóricamente y que conozca algunas de
las hipótesis que se han postulado para
explicar su eficacia/efectividad.
 Conocer los ámbitos de aplicación más
habituales y/o posibles de la Intervención
Breve: sanitario, educacional, judicial y
laboral. Su utilidad demostrada o
potencial en cada uno de ellos y sus
limitaciones.
 Conocer sobre los diferentes
procedimientos e instrumentos de
cribado: pregunta simple, RAPS y
AUDIT, entre otros. Puntos de corte,
formas de administración e importancia
de la evidencia psicométrica.
 Conocer de manera básica la evidencia
científica que respalda la Intervención
Breve, sus limitaciones y áreas donde se
necesita más evidencia y nuevas
investigaciones.
Esquema de conceptos básicos

1.1 Introducción al consumo del alcohol


como factor de riesgo

El consumo de alcohol ha estado presente a


lo largo del desarrollo de la mayoría de las
culturas. Sin embargo, recientemente, y
probablemente en relación a los procesos
de industrialización de la producción del
alcohol, se han observado algunos cambios
a nivel mundial. Entre ellos podrían
mencionarse un incremento del consumo
general, una homogeneización de los
patrones de consumo entre los más
jóvenes (perdiéndose muchas veces las
formas de consumo tradicionales de cada
cultura) y un aumento de los daños
producido por el alcohol (Rehm et al.,
2010).
A nivel mundial, el alcohol se encuentra en
el octavo lugar entre los factores de riesgo
para la muerte, y en el tercero para la
enfermedad y la discapacidad. Los
informes de la OMS (2014) indican que en el
año 2004 las muertes atribuibles al alcohol
fueron casi el 4% del total, mientras que, en
el año 2012, fueron de casi el 6%. Esto
representa alrededor de 3.3 millones vidas
perdidas. En cuanto a las enfermedades y
lesiones atribuibles al alcohol, en el año
2004 fueron el 4% del total, y en el 2012 el
5%.
El impacto del consumo de alcohol tanto para
las enfermedades relacionadas como para
las muertes presenta variaciones según la
región geográfica y según el género. Por
ejemplo, en muchos países de América y
del Pacífico Occidental, el consumo de
alcohol es el primer factor de riesgo para
la carga de la enfermedad (OMS, 2011).
Esto significa que en comparación con
otros factores que contribuyen a causar
enfermedades, tales como la obesidad, el
tabaquismo, la desnutrición y el consumo
de otras drogas ilegales, el consumo de
alcohol ocupa el primer lugar. En cuanto al
género, a pesar de que el consumo de
alcohol está aumentando entre las
mujeres, los varones todavía tienen mayor
proporción de enfermedades y muertes
relacionadas con el consumo. El
porcentaje de las muertes atribuibles al
alcohol entre los varones es el doble que
entre las mujeres (4.0% para las mujeres)
y la carga global por enfermedades o
lesiones según el sexo es del triple en el
caso de los varones.
Las diferencias en el impacto del alcohol tanto
sobre la mortalidad como morbilidad
reflejan una compleja relación entre diversas
dimensiones del consumo. Entre estas
dimensiones, tres se consideran las
principales: el volumen de alcohol
consumido, el patrón de consumo y la
calidad del alcohol a consumir. El volumen
de alcohol por lo general se obtiene de las
estadísticas nacionales de producción y
venta de bebidas alcohólicas o de
encuestas poblacionales. Suele medirse en
litros de alcohol absoluto consumido por
persona adulta (mayor de 15 años) en una
región (por ejemplo, un país), y durante un
período determinado (por ejemplo, por año).
La segunda dimensión es la forma en que
se consume, lo que se denomina patrón de
consumo de alcohol. Los patrones de
consumo por lo general se consideran el
resultado de la interacción entre dos
dimensiones, la cantidad de alcohol
consumida por ocasión y la frecuencia de
ocasiones de consumo. Dicho de otra
manera, dos personas pueden beber la
misma cantidad de alcohol total en un año
(mismo volumen anual) pero con patrones
diferentes, por ejemplo, una de ellas bebe un
vaso de vino durante casi todas las comidas
y la otra bebe casi dos litros de vino cada
sábado a la noche. Estas dos personas
consumirían anualmente cantidades
similares, pero con diferentes patrones de
consumo, y, por lo tanto, diferentes niveles de
intoxicación por ocasión (mayores para la
segunda persona). Además del volumen y del
patrón de consumo, un tercer factor que se ha
relacionado al daño ocasionado por el alcohol
es la calidad del alcohol consumido. Sin
embargo, este último aspecto no tiene un
impacto significativo a nivel de la salud
pública (Rehm, et al., 2010).
Tanto el volumen de alcohol consumido
como los patrones de consumo
interactúan con otros factores, algunos de
ellos poco específicos, y que varían según el
tipo de daño o enfermedad de que se trate.
Ejemplos de ellos son el desarrollo socio
económico de un país, las condiciones de
salud de las poblaciones, la religión y
otros factores culturales. Así, por ejemplo,
a un mismo nivel de consumo de alcohol
en dos poblaciones, es probable que
aquella que se encuentre en mayores
condiciones de pobreza o que tenga un
menor nivel de desarrollo resulte en una
mayor cantidad de lesiones relacionadas
con el alcohol (i.e. choques por un
conductor ebrio) (Korcha & Cremonte,
2013).
La relación entre el consumo de alcohol y
la salud es compleja y multidimensional.
Por un lado, el consumo de alcohol se ha
relacionado causalmente con diversas
enfermedades. Más de treinta enfermedades
o condiciones de salud incluidas en la
Clasificación Internacional de Enfermedades
(CIE 10) se relacionan directamente con el
alcohol, es decir que se considera al alcohol
como una causa necesaria. Esto significa
que, de eliminarse el consumo de alcohol,
estas enfermedades dejarían de existir, tal
es el caso de la dependencia alcohólica y
la intoxicación por alcohol. Por otro lado, el
consumo de alcohol se ha identificado como
factor de riesgo (es decir que aumenta la
probabilidad de desarrollar la enfermedad)
en más de otras doscientas enfermedades.
Entre estas se encuentran la epilepsia, la
cirrosis, la pancreatitis, la hipertensión y
otros trastornos cardiovasculares, varios
tipos de cáncer (como el de boca, de
laringe, de colon y de mama, entre otros),
enfermedades infecciosas, suicidios,
violencia y lesiones no intencionales
(comúnmente denominadas accidentales).
Se considera que el desarrollo de muchas
de estas enfermedades (por ejemplo, en el
caso de los distintos tipos de cáncer) se
relaciona principalmente con el volumen
total consumido por la persona (a mayor
cantidad de alcohol consumido, mayor
riesgo de desarrollar la enfermedad). En
cambio, en el caso de otras, como pueden ser
las lesiones por causas externas (cortes,
golpes, quemaduras) no solamente
intervendría el volumen consumido sino
además el patrón de consumo (por ejemplo,
a mayor cantidad de consumo en una
ocasión mayor riesgo de verse
involucrado en un siniestro vial) (Rehm et
al., 2010).
Resumiendo, el consumo de alcohol
representa uno de los principales factores
de riesgo a nivel mundial para numerosas
enfermedades, causando discapacidad y
muerte. Probablemente el lector se
pregunte, qué niveles de consumo son
riesgosos para la salud, por eso en la
próxima sección dedicaremos unos
párrafos a clarificar cuáles son los niveles
de consumo de alcohol, y cómo se suelen
clasificar los distintos tipos de bebedores.

Potrebbero piacerti anche