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La Segunda Guerra Mundial

desde las Teorías de las


Relaciones Internacionales:
Poder, instituciones, normas y
explotación.
Alberto Lozano Vázquez*
War, to be abolished, must be understood. To be understood, it must be studied.
Karl W. Deutsch1

Introducción
La Segunda Guerra Mundial (IIGM), como fenómeno de la realidad internacio-
nal, ha sido suelo fértil para teorizar sobre las relaciones internacionales: 1) confirmó
varios de los preceptos del realismo en sus variantes clásica, estructural y neoclásica
al poner énfasis en el poder, los estados, la violencia y la anarquía del sistema interna-
cional; 2) sus consecuencias trajeron la cooperación interestatal, la construcción de
instituciones y la emergencia de regímenes, aspectos propios del neo-liberalismo ins-
titucional; 3) creó dos identidades de interacción intersubjetiva entre los estados –Eje
y Aliados- y sentó las bases para la creación de normas sobre los límites de la guerra y
la ética en la guerra, dimensiones abarcadas por el constructivismo (ontológicamente
muy cercano al liberalismo); y 4) produjo, con sus consecuencias, la desaparición de
algunas relaciones de explotación a través de la descolonización, aspectos compren-
didos por el neomarxismo. Así, realismo, liberalismo, constructivismo y neomarxis-
* Alberto Lozano Vázquez estudió el Doctorado en Relaciones Internacionales y Política Comparada en la
Universidad de Miami y es Maestro en Estudios Internacionales por la misma universidad. También es Licenciado
en Relaciones Internacionales por la UNAM, FES-Acatlán, graduado con mención honorífica. De 2008 a 2013
fue becario del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México, CONACYT. Sus líneas de investigación
son: Teoría de las RRII, Relaciones México-EE.UU.; Estudios de Seguridad; y Democracias e Instituciones.
Actualmente es Profesor-Investigador de tiempo completo y Director del Instituto de Estudios Internacionales
de la Universidad del Mar, Campus Huatulco, Oaxaca.
El autor agradece la asistencia de Alejandra Gricelda Hernández Hernández por su ayuda en la elaboración de
los índices finales.
1 Karl W. Deutsch. “Quincy Wright’s contribution to the study of war: a preface to the second edition” Journal of
Conflict Resolution December 1970 14: 473-478.

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mo son útiles, como teorías de las Relaciones Internacionales (RRII), para explicar,
describir y dar sentido a lo ocurrido en, y por, esta segunda conflagración mundial. A
70 años del fin de la IIGM, los debates y diálogos teóricos de la disciplina de las RRII
han tenido avances importantes que nos permiten repensar el fenómeno de la guerra
con un abordaje teóricamente más enriquecido para un tema tan complejo y cuyas
consecuencias son visibles aún hoy en día.
Particularmente, este trabajo no pretende demostrar una hipótesis. Se trata, a nivel ge-
neral, de un ejercicio de identificación ontológica sobre un objeto de estudio: La IIGM. El
mismo objeto puede lucir distinto, contener elementos diversos, mostrar distintas diná-
micas –a veces simultaneas-, todo dependiendo del ángulo desde donde se observe. Para
eso, las teorías de las RRII nos dan opciones de interpretación, tradicionales o alternati-
vas, que nos ayudan a ver la naturaleza de dicha guerra como fenómeno de la realidad:
porqué ocurrió, cómo fue, quién fue relevante y quién irrelevante, dónde se encuentra su
origen -en los agentes o en la estructura-, cuál fue su dinámica y sus resultados. Al ver qué
elementos importan más para una teoría que para otra estaremos justamente haciendo
el ejercicio ontológico de deducir qué es observable de -y cómo es que se compone- esa
expresión violenta de la realidad internacional entendida como la guerra más brutal, des-
tructiva, mortal y global que haya conocido la humanidad en toda su historia. Así, este
trabajo se propone únicamente identificar qué elementos ve cada teoría en la IIGM. El
ejercicio de cómo podemos obtener o deducir conocimiento de eso que observamos (lo
epistemológico) no es el objetivo de este trabajo, encontrando ahí una de sus limitaciones.
Parte de la justificación de revisitar, repensar y re-observar la IIGM, a 70 años de su
fin, radica en que las guerras siguen vigentes hoy en día, como siempre lo han estado;
sin embargo, y por curioso que parezca, aun no tenemos un conocimiento o entendi-
miento acabado de las mismas. Seguimos recabando detalles de su información, teo-
rizando diferente, creando nuevos conceptos, analizando interesantes dinámicas, etc.2
Seguimos, pues, en la lucha de entender las guerras. Sería fácil pensar que la IIGM es
un tema obsoleto. No lo es y debemos seguir aprendiendo de ella. Actualmente, por
ejemplo, con datos de 2015, los conflictos globales actuales costaron alrededor de 14.3
trillones de dólares en 2014;3 que además de los recursos económicos, cuestan vidas y
2 Desde el fin de la IIGM han surgido nuevos datos y detalles sobre los hechos (i. e. la información mantenida en
secreto hasta hace algunos años por la inteligencia británica sobre el desciframiento del código alemán Enigma;
y en la misma línea, la revelación, en 1995, de las notas del cuaderno de Alan Turing, su descifrador); han
aparecido nuevas aproximaciones teóricas –no sin retos- como el realismo constructivista o el constructivismo
realista; nuevos conceptos como imperialismo liberal, intervencionismo liberal, neo-Wilsonianismo, Responsibility
to Protect; o se ha profundizado más en el significado de otros como el de preemption o preemptive war donde
el elemento de la inminencia del ataque es esencial; y el análisis de la dinámica de ir construyendo instituciones,
regímenes y cooperación mientras se está en guerra.
Sobre Turing, veáse: “El manuscrito secreto de Alan Turing, el descifrador del Código Enigma,” BBC.com, 13 de
abril de 2015, http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/04/150413_turing_manuscrito_am.
3 Que representa el 13% del Producto Interno Bruto Mundial total. Dato del Global Peace Index 2015. Institute for
Economics and Peace (IEP 2015), Executive Summary, 2. Disponible en: http://economicsandpeace.org/wp-con-

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estabilidad regional y mundial. Parece que no hay mucha diferencia en la esencia –y
en los efectos- de los costos de los conflictos, antes y hoy día. Nuestro aprendizaje está
inacabado. Repensar la IIGM tendría que llevarnos a evitar repetir su ocurrencia, y
hacerlo es un imperativo intelectual, político y moral mayor.4
Este ensayo pretende encontrar los elementos de la IIGM que cada teoría ilu-
mina.5 Aquí no buscamos una teoría que encaje metódica y elegantemente a uno o
tent/uploads/2015/06/Global-Peace-Index-Report-2015_0.pdf .
O ver directamente: Digital Journal. “Global conflicts cost an astonishing $14.3 trillion last year”. Disponible
en:http://www.digitaljournal.com/news/world/global-conflict-cost-13-per-cent-of-global-gdp-last-year/arti-
cle/436153 (Consultadas el 22 de junio de 2015)
4 Véase una descripción general del tema en: Martin Balza, “A 70 años de la finalización de la Segunda Guerra
Mundial,” infobae.com, 7 de julio de 2015, http://www.infobae.com/2015/07/07/1740232-a-70-anos-la-finaliza-
cion-la-segunda-guerra-mundial
5 Aunque este sea un ensayo abiertamente dedicado a la aplicación de los distintos lentes teóricos de las RRII, eso no
significa que sea el único en esta obra. En este volumen diversos capítulos abordan, directa o indirectamente, las teo-
rías de las RRII aplicadas al estudio de la IIGM: Seara Vázquez, a través del análisis histórico, aborda indirectamente
elementos de un realismo clásico con cierto énfasis en la naturaleza humana, toca al neoliberalismo institucional
cuando habla del nacimiento de las instituciones como un producto histórico, o al constructivismo cuando asocia
la conducta bélica de Japón a la cultura y al sentido del honor japonés. Velazquez & Monjaraz abordan el concepto
realista del equilibrio de poder; mientras que Pérez & Navarrete analizan los cambios en los equilibrios de poder
previos a la IIGM; Velázquez Elizarrarás y, aparte, Prudnikov, utilizan el realismo político tanto para abordar el
poder de las hegemonías en la construcción del derecho internacional como para explicar la geopolítica, respectiva-
mente. En la misma línea realista, Morales analiza los abusos del poder y la violencia desde el estado con modelos
autoritarios. Zamudio, en cambio, aborda el neoliberalismo institucional y la importancia de las instituciones como
mecanismos para canalizar intereses internacionales durante y después de la guerra. Sarquís aborda teóricamente el
concepto de orden internacional recurriendo al pensamiento sistémico y al concepto gramcista de bloque histórico;
Jankovski abre la posibilidad de diálogo ontológico entre constructivismo y la elección racional en la toma de deci-
siones estratégicas durante los ataques aéreos mutuos entre Alemania y Gran Bretaña, con un toque de teoría de los
juegos; Michalon recurre al constructivismo para afirmar que la debilidad del ejército francés -más allá de lo militar
(lo realista)- radicaba en su incorrecta percepción de la realidad contextual, de sí mismo y de su enemigo alemán.
Bretón y, aparte, Prado toman elementos éticos y normativos que los acercan a la escuela inglesa o al constructi-
vismo, cuando abordan los derechos humanos y su relación con la guerra y las crisis humanitarias. Otro abordaje
indirecto del constructivismo está tanto en el trabajo de Reyes, que vincula educación y conocimiento en y para la
guerra, como en el de Figueroa, que fija su atención en los agentes con énfasis en sus liderazgos (en oposición a los
factores estructurales). López-Vallejo informa teóricamente su contribución con el debate de agencia vs. estructura
aplicado al tema del medio ambiente en relación con la guerra; López toca algunos aspectos de interdependencia
temporal derivada de la mano de obra que migra de manera institucionalizada desde México a EEUU. Martínez
aborda al realismo político y analiza la expansión del territorio, la población germana y el poder imperial del tercer
Reich con el uso indiscriminado de la violencia a través de la limpieza étnica y la higiene racial, donde el estado es la
figura racional, unitaria y monolítica más importante. Filgueiras aborda directamente elementos del postmodernis-
mo, en oposición al modernismo y que ve a la IIGM como uno de sus productos, lo que se vincula a la Teoría Crítica
opuesta a la modernidad y sus meta-narrativas. Esta modernidad asociada al progreso tecnológico, a la industriali-
zación de la guerra y a la ciencia racional, propia del realismo político, se encuentra impecablemente descrita en el
trabajo de Prieto Soldevilla. Kuri y Tenorio, tocan elementos del constructivismo y del posmodernismo al analizar
la propaganda y el lenguaje, a través del cartel y el cine durante la guerra. Y la diplomacia, como elemento dialó-
gico y de cooperación del liberalismo, es visible en los trabajos de Arguelles & Medina, Cid, y Flores. Los aspectos
del realismo clásico, de violencia y destrucción, asociados a pérdidas humanas o territoriales son identificables en
Zepeda y Pérez & Pérez. Y los aspectos de Economía Política Internacional de Hayna, Guadarrama y Pérez, tocan
indirectamente aspectos liberales, realistas y neomarxistas, respectivamente. Sin excepción, todos tienen elementos
en los que una u otra teoría de las RRII pone atención para explicar o describir la IIGM; explícito en la minoría e
implícito en la mayoría de ellos.

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diversos casos, sino algo más complejo y a la inversa: buscamos entender cómo un
caso es abordado por diferentes teorías. Es evidente que unas tendrán mayor poder
explicativo y argumentativo que otras, y dado que este volumen se consagra a ob-
servar la IIGM a 70 años, nos dedicaremos a encontrar esos elementos relevantes
para cada aproximación teórica respecto a un mismo objeto de estudio: la segunda
conflagración mundial del s. XX vista desde cuatro ángulos diferentes; mismo objeto,
cuatro visiones distintas.

La Segunda Guerra Mundial: a 70 años de evolución teórica


Desde que ocurrió la IIGM, las teorías de las RRII han mostrado progresos en
diversificar su forma de explicar o describir el mundo. Para entonces, E. H. Carr ya
explicaba en 1939 la crisis de los veinte años (1919-1939) que derivó en ese gran con-
flicto haciendo una aportación al debate entre idealismo y realismo muy bien ubicada
en su circunstancia histórica. La literatura en estudios internacionales, que trataba de
dar sentido a los fenómenos violentos del mundo, proliferó al tiempo que abonaba
a la construcción teórica del realismo político. Por ejemplo, dicha literatura tuvo un
análisis rigurosamente minucioso en el Estudio de la Guerra de Quincy Wright en
1942, después un importante empuje con Hans Morgenthau en 1948 y posteriormen-
te vendrían con gran fama las obras de Kenneth Waltz en 1959 y 1979. Por otra parte,
las aproximaciones interdisciplinarias también contribuyeron a la comprensión de
la guerra desde la filosofía, la psicología y la etología, la antropología, la economía,
la sociología y el derecho, etc. como aquellas recolectadas por Falk y Kim en 1980.6
Desde antes de la IIGM, durante y después de ella, el realismo político se fortalecía
como opción interpretativa y explicativa de un mundo convulso caracterizado por el
conflicto violento de destrucción física y maldad (realismo clásico), por la condición
estructuralmente anárquica del sistema internacional (neorrealismo) y por la impor-
tancia de variables domésticas en la ocurrencia de la guerra (realismo neoclásico).
Sin embargo, el avance de otras opciones intelectuales para interpretar el mundo de-
mostró que esa, la versión realista, era sólo una forma de ver el mundo. Nuevas teorías
vinieron a desarrollarse en la segunda mitad del siglo XX – especialmente con el fin de
la guerra fría a finales de la década de 1980- y en los años que van hasta ahora del siglo
XXI, para ofrecer formas alternativas de ver la realidad mundial: es el mismo mundo,
sólo se ve diferente. Y aunque algunas de esas teorías sean incluyentes o excluyentes de
otras, lo importante es que la disciplina de las RRII se enriqueció con otras perspectivas
que le daban una salida al monopolio ortodoxo del realismo político que filtra todo
por una visión de fuerza, de anarquía, de estatismo, de poder militar, de sobrevivencia,
de racionalismo, y de ciencia. Hoy en día, y a diferencia del período 1939-1945, exis-
6 Richard A. Falk y Samuel S. Kim. The War System: An Interdisciplinary Approach. Westview special studies in
peace, conflict, and conflict resolution (Boulder, Colo.: Westview Press, 1980), 659.

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ten perspectivas diferentes que enriquecen el análisis del mundo: el neo-liberalismo, el
constructivismo, la escuela inglesa, el feminismo, el post-modernismo, el post-estruc-
turalismo, el post-colonialismo y el neomarxismo. Cada una de ellas con sus sofistica-
das variantes y con mayor o menor fuerza argumentativa respecto a lo que ocurre en
el mundo, incluida la guerra. No es que la brutalidad, la destrucción física y violenta, la
agresividad o los ánimos de poder se hayan declarado extintos, sino que el mundo ha
demostrado ser tan complejo que intentar explicarlo sólo con una visión crudamente
realista resulta ser una manera extremadamente limitada y reduccionista de entender y
conocer el mundo y su funcionamiento. La diversidad teórica nos ha ayudado a escapar
de lo que Richard K. Ashley llamaba el proyecto totalitario de proporciones globales [del
realismo]: La racionalización de la política global.7
A 70 años del fin de la IIGM y dada esta evolución teórica sobre la naturaleza y
funcionamiento de las relaciones internacionales, veremos a la IIGM desde la perspec-
tiva de otras teorías alternativas al realismo político, pero sin excluirlo. Este intento es
un tanto provocador en tanto que la IIGM se explica, y se ha explicado innumerables
veces, por el realismo político par excellence; sin embargo, aún en ese episodio emi-
nentemente bélico podemos descubrir -además del poder y patrones de violencia- ele-
mentos en los que otras teorías ponen su énfasis: las instituciones desde el liberalismo
institucional; la identidad de los estados, las normas y las culturas de la anarquía, desde
el constructivismo; y la explotación de unos estados por otros, desde el neomarxismo.8

¿Qué dicen las teorías? … ‘Carving nature at its joints’.


Yo, mi querido Fedro,
gusto mucho de estos procesos de dividir y de unir de nuevo
como medio de aprender a hablar y a pensar;
y si creo hallar a un hombre capaz de ver las cosas
tanto en su conjunto como en sus partes,
‘sigo sus pasos como si fueran los de un Dios’.9

Sócrates
(Platón - Fedro 266b)
7 Richard K. Ashley, “The Poverty of Neorealism,” en Neorealism and its critics, ed. Robert O. Keohane (New York:
Columbia University Press, 1986), 258.
8 Para ver más literatura en español sobre las teorías aquí expuestas véase: Jorge A. Schiavon, Adriana Sletza Ortega
Ramírez Ortega Ramírez Ortega Ramírez Ortega Ramírez Ortega Ramírez, Marcela López-Vallejo y Rafael
Velázquez. Teorías de las Relaciones Internacionales en el Siglo XXI. Interpretaciones críticas desde México. (BUAP,
UABC, UANL, UPAEP, México, 2014) 81-97.
9 Plato -Phaedrus 266b-. Plato in Twelve Volumes, Vol. 9 translated by Harold N. Fowler. (Cambridge, MA, Harvard
University Press; London, William Heinemann Ltd. 1925). La parte en comillas se cita de Homero, Odissea, 1. V, 193.
Como se explica más adelante, esta frase de Sócrates, por medio de Platón, se utiliza para estudiar la realidad
desde la fragmentación y la generalización; desde la unidad y desde el todo. De aquí surge la identificación del
pasaje de Fedro -arriba citado- como el “Carve nature at its joints”. Más detalles en: John S. Wilkins, Species. A
history of the idea (California: University of California Press, 2009), 15.

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No hay, lamentablemente, una Gran-Teoría de alcance total que nos permi-
ta, impecable y comprehensivamente, explicar en términos absolutos la IIGM;
una que nos ayude a evitar esa forma de interacción humana llamada guerra.
Siguiendo la lógica del método científico, esa Gran-Teoría nos permitiría expli-
car la guerra en términos de causa-efecto; por lo tanto podríamos predecirla; y al
tener control sobre las variables y los resultados propios de ese fenómeno podría-
mos, entonces, prevenirla. No hay tal cosa. Y pensar que es posible podría derivar
en un metarelato científico-social de las RRII sin sentido, inmediatamente falsea-
do por la evidencia empírica que el mundo actual nos pone enfrente.
La pregunta fundamental en RRII es: ¿Por qué ocurren las guerras? Y para nues-
tro caso: ¿Por qué ocurrió la IIGM? ¿Cómo responden las teorías a semejante pre-
gunta de investigación en Política Mundial?
Hasta ahora, las teorías de las RRII han, a lo mucho, ofrecido al menos 4
distintas, válidas y útiles respuestas a las causas, procesos y consecuencias de
la IIGM. No hay una única explicación que haya resuelto de una vez por todas
el por qué esa guerra ocurrió ni cómo se podría prevenir un fenómeno similar.
Ya sea por 1) la imperfección humana con su egoísmo y ambición de poder y
prestigio, aunado a la anarquía del sistema internacional, o 2) por las fallas de
las instituciones como mecanismos para resolver las diferencias de intereses
entre los estados, o 3) por la existencia de una cultura de conflicto que se ma-
nifestó y fue visible en la lucha de distintas ideologías, o 4) por las relaciones
de explotación económica y material existentes. Al final, todas estas hipótesis
parecen tener cierta validez y están representadas dentro de los cuerpos teóri-
cos del Realismo, Liberalismo, Neomarxismo y Constructivismo. Por eso, por
ahora, debemos conformarnos con la idea de que las teorías sólo nos proveen
formas de ver el fenómeno bélico iluminando ciertas áreas pero dejando débiles
otras que consideran epifenomenales. Es como si tuviéramos un conjunto de
fracciones de verdad que nos ayudan a entender mejor la IIGM en su conjunto,
pero que sumadas no hacen un todo porque hay diferencias ontológicas y epis-
temológicas muy claras que derivan en contradicciones al momento de intentar
hacer un agregado de todas ellas.
Esto no implica, de ningún modo, que dejemos de estudiar la IIGM o cualquier
otra guerra para intentar evitarla. Desde el relato de Tucídides sobre la Guerra del
Peloponeso, hace casi 2450 años, estudiosos de muchas disciplinas han analizado la
guerra con la esperanza de prevenir su ocurrencia, reducir su frecuencia o mitigar sus
consecuencias.10Esa sigue siendo nuestra tarea.

10 Jack S. Levy, “War and Peace,” en Handbook of international relations, eds. Walter Carlsnaes, Thomas Risse y Beth
A. Simmons (Londres: SAGE Publications Ltd., 2002), 350.

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En particular, la IIGM sigue siendo referencia –de uso y de aprendizaje- en mu-
chos sentidos. En la academia,11 en los discursos políticos, en las fuentes de los dere-
chos humanos, en las crisis actuales de la Unión Europea que cuestionan la eficacia
de las instituciones creadas como lección y producto de la misma IIGM, y en la diplo-
macia tensa que el mundo vive hoy por el asunto de Ucrania, que pone distancia entre
Alemania (Merkel) y Rusia (Putin) justamente por razones que aluden a la memoria
de la IIGM y se relacionan a la lógica de ese conflicto por la invasión y anexión de
Crimea y Sebastopol.12 Su huella, pues, persiste en la memoria y en la consciencia
colectiva, tanto de los pocos sobrevivientes que la padecieron como de las nuevas
generaciones que no la experimentamos.
Este fenómeno histórico despertó la creatividad de las mentes más brillantes del
siglo XX para entender y dar sentido a la ocurrencia de esos hechos demoledores
en el mundo. Algunos ponen el énfasis en la geografía, otros en la política, otros
en la economía, otras en la ideología y otros en la cultura. Lo cierto es que un aná-
lisis actual de la IIGM tiene que tomar en cuenta todos estos elementos que son
explicados con una mayor o menor importancia por las distintas visiones teóricas
existentes del mundo.
Así, la multi-dimensionalidad de la guerra es el factor que da juego a dis-
tintas teorías para que intenten explicarla. Al ser multidimensional, sus ex-
plicaciones también son múltiples: La IIGM abarcó e impactó la política, la
economía, la diplomacia, la sociedad, la tecnología, el derecho internacional,
la propaganda, las artes, el discurso, la ética de la ciencia, la geografía política,
el medio ambiente y las instituciones internacionales; reforzó algunas teorías
y debilitó otras en tanto evidencia empírica. Sus proporciones fueron tan in-
mensas que dejó al menos 50 millones de muertos, creó instituciones nuevas,
causó la emergencia de un nuevo orden internacional, le dio un nuevo curso a
la historia y hasta hizo, por los niveles de violencia y sufrimiento ejercidos, que
la guerra se redefiniera en sí misma.
Debemos tomar esa multi-dimensionalidad de la IIGM con nuestras propias
manos y analizarla con los instrumentos de análisis que tenemos los interna-
11 Es referencia actual en los campos del Derecho Internacional Público, la Historia, la Economía, la Economía
Política Internacional, la Diplomacia, la Filosofía, las teorías de las Relaciones Internacionales, la Antropología,
la Sociología, la Geopolítica, las Ciencias de la Comunicación y los estudios sobre el medio ambiente, la ciencia y
tecnología, la migración, por mencionar algunos. Varios de estos campos están desarrollados en la presente obra
desde la academia Mexicana.
12 Sobre este reciente acontecimiento y su vinculación con la IIGM véase: “Merkel da plantón a Putin en los 70
años del fin de la II Guerra Mundial,” El Mundo, 11 de marzo de 2015, http://www.elmundo.es/internacio-
nal/2015/03/11/55008f15268e3ec22e8b4584.html

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cionalistas para entender la realidad del mundo. Pero, ¿Cómo es que un cuerpo
de conceptos, preceptos y estructuras abstractas, que observan cierta lógica, nos
pueden funcionar como herramientas para explicar tal guerra? Esa es la razón de
ser de las teorías en RRII: nos ayudan a explicar o comprender lo que ocurre en
el mundo.
Si entonces la realidad del mundo –y sus fenómenos bélicos- ocurre y se ma-
nifiesta simultáneamente en múltiples dimensiones, de distintas formas, a distin-
tos niveles, en distintos aspectos -que en su totalidad hacen un solo agregado-,
y de ahí podemos identificar sus partes y sus dinámicas, entonces el análisis que
aquí proponemos se trata de una distinción de las múltiples dimensiones, formas,
niveles y aspectos de la IIGM similar –no igual- a un análisis á la Platón con su
famosa propuesta de Carve nature at its joints,13 analizando la IIGM en sus partes
-visibles, identificables, categorizables y comparables- cuya función y sola exis-
tencia, para su explicación, puede ser relevante para una teoría e irrelevante para
otra. Una teoría verá unas partes, otra teoría identificará otras, desechando las
demás. El mundo viene a nosotros pre-dividido. Nuestra labor de diseccionadores
(carniceros sofisticados siguiendo la analogía de Platón)14 será cumplida si pode-
mos desagregar y ver la IIGM en sus partes y de nuevo en su conjunto. Dividir
y unir de nuevo la IIGM es una tarea que, proponemos aquí, se realiza con los
instrumentos provistos por las teorías de las RRII. Al dividirla veremos las partes
realistas, las partes liberales, las partes neomarxistas y las partes constructivistas,
sin que eso signifique que volver al conjunto tengamos necesariamente esa Gran-
Teoría que lo explique todo de la IIGM.
En otras palabras, podemos encontrar elementos de cada teoría si descompone-
mos a la IIGM en sus partes y encontramos aspectos distintos iluminados por una
u otra teoría de las RRII logrando así, consecuentemente, una mejor apreciación de
su conjunto. Con eso podríamos también comprobar la idea de que la IIGM puede
ser analizada mucho más allá del realismo político, teoría que acaparó de manera
ortodoxa su análisis y estudio en la disciplina de las RRII durante casi toda la mitad
del s. XX.

13 Véase una explicación en: Stephen Mumford y Matthew Tugby, eds., Metaphysics and science (Oxford: Oxford
University Press, 2013), 195. O también véase Joseph Keim Campbell, Michael O’Rourke y Matthew H. Slater,
eds., Carving nature at its joints. Natural kinds in metaphysics and science (Massachusetts: Massachusetts Institute
of Technology Press, 2011).
14 Matthew H. Slater y Andrea Borghini, “Introduction: Lessons from the Scientific Butchery,” en Carving nature at
its joints. eds. Joseph Keim Campbell, 1.

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Realismo Político
…¿La humanidad?/ Estúpido rebaño de animales/
En estampida / Contra ellos mismos /… Desertificando tierras/
Extinguiendo la vida/ Tratando de conquistar el Universo/
… Cantando y entonando himnos / Odiando generalmente/
Amando raramente…/Sueñan con siglos venideros/
Pero solo quedan años adelante. /Si, el final se acerca /
Pero no vino por sí mismo. / Nosotros lo adelantamos,
Estúpidos que somos/

Modesto Seara. Vento de Queixuras. 2011.

En la IIGM la teoría que inmediatamente salta por su obviedad explicativa


es el realismo político, en su versión clásica, neorealista y neo-clásica. Y aunque
cada una pone énfasis en aspectos distintos todas sus variedades coinciden, en
lo general, en que el mundo es anárquico, que la fuerza militar y económica son
los lenguajes de la imposición del poder, que los estados son los actores más
importantes del sistema internacional, que el equilibrio de poder es una variable
estructural de la que los estados no pueden escapar del todo, y que el egoísmo,
la ambición y la lucha por el poder juegan un rol importante, inspirados por la
naturaleza humana.
No es difícil ver que estos elementos aplican bien al conflicto de 1939-1945.
La estructura del sistema internacional, junto con la anarquía como su principal
característica, dice Kenneth Waltz en 1959,15es la causa permisiva o facultativa de
la guerra; las guerras ocurren porque no hay nada que las prevenga”. Y agrega en
1979 que: “Entre los hombres como entre los estados, la anarquía o la ausencia de
un gobierno, está asociada con la ocurrencia de la violencia”.16
Si los países del Eje declararon la guerra e invadieron Polonia, Indochina y
Abisinia fue simplemente porque podían hacerlo, no había quien se los pudiera
obstaculizar o reprimir a causa dela ausencia de una autoridad supra-jerárquica,
un leviatán mundial, que reprimiera a los estados que causen la guerra, violen las
reglas, o prescindan de las instituciones en beneficio propio y en detrimento de la
colectividad de los estados: la anarquía reina.
La lógica realista de Hitler podría ser resumida de la siguiente manera:
Aprovechó la condición anárquica del sistema internacional, entendió el método

15 Kenneth N. Waltz, El hombre, el estado y la guerra. Un análisis teórico, trad. Arturo Borja Tamayo (México: Centro
de Investigación y Docencia Económicas, 1959. Edición en español 2007).
16 Kenneth N. Waltz, Theory of international politics (Long Grove, Illinois: Waveland Press, 1979), 102.

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del sistema de auto-ayuda al acumular el suficiente poder militar para aumentar
su seguridad, para proteger su soberanía, para garantizar la sobrevivencia del es-
tado alemán y para intentar alterar el equilibrio de poder17 derivado del Tratado
de Versalles de 1919 en su favor, entrando en la lógica de las ganancias relativas
argumentada por la racionalidad del realismo. Su realismo ofensivo lo inspiraba a
conseguir tanto poder como pudiera conseguir a través del Tercer Reich, maxi-
mizando su poder relativo y buscando alcanzar la condición de hegemonía18 como
su último objetivo.
Desde otro ángulo y tal como afirma el realismo neoclásico, aquí la situación
política doméstica de los estados es más relevante que la que afirma Waltz en
su “segunda imagen” del realismo estructural, al ser una variable importante
conectada tanto al diseño de la política exterior como a la distribución del poder
en el Sistema Internacional. Las condiciones domésticas de Alemania después
de la IGM, por ejemplo, tenían en descontento a la población y facilitaron el
ascenso de Hitler al poder. Bruce Bueno de Mesquita y David Lalman, afirman
en la misma línea, que los equilibrios en la política internacional se relacionan,
en parte, a factores políticos domésticos19. Para ellos, que ponen énfasis en la
racionalidad de los individuos que conecta a sus acciones con sus objetivos,
los factores estructurales de la política internacional (polaridad, equilibrio de
poder, regímenes) pueden restringir las elecciones de los líderes políticos, pero
no determinan sus conductas. 20De acuerdo con esta versión del realismo, el
comportamiento de los estados no puede ser explicado utilizando únicamente
el nivel estructural, en oposición abierta al neorrealismo de Waltz. No obstante,
podemos ver que en la conducta de Hitler, tanto la anarquía del sistema inter-
nacional como los factores domésticos tuvieron incidencia en la búsqueda de
poder del Führer.
De manera similar, en el caso de Japón, es visible el concepto de bandwagoning
por aspectos característicos de su contextual política doméstica: “El empecinamiento
de la élite japonesa sobre el destacado lugar que la historia parecía reservar a Japón,
terminaría por desencadenar su participación en la IIGM, en una nueva actuación de
bandwagoning pero esta vez al lado de Alemania.”21

17 De acuerdo al realismo, la distribución de las capacidades de los estados (desigual e inestable) es lo que determina
las relaciones entre ellos, porque ésta define su poder relativo en términos de equilibrio de poder.
18 Las características del realismo ofensivo están definidas también por uno de los neorrealistas más destacados:
John J. Mearsheimer. Para ver más sobre su clasificación véase John J. Mearsheimer, The tragedy of great power
politics (Nueva York: W.W. Norton, 2001), 22.
19 Bruce Bueno de Mesquita y David Lalman, War and reason. Domestic and international imperatives (New Haven
y Londres: Yale University Press, 1992), 9-11.
20 Bueno de Mesquita y Lalman. War and reason, 11.
21 Lluc López i. Vidal. La política exterior y de seguridad japonesa. (UOC, Barcelona 2010), 87.

564
Tampoco podemos excluir, en éste caso, la naturaleza humana sostenida por el
realismo clásico. Por ejemplo, Tucídides afirma que los seres humanos se conducen
por tres pasiones: el interés, el orgullo, y el miedo, como incentivos de la conduc-
ta humana para conseguir poder y riqueza –pudiendo agregar sobrevivencia-. Estos
aspectos del realismo político son fácilmente identificables en distintos aspectos y
niveles en la IIGM. El interés expansionista de Hitler; el interés de EE. UU. por con-
tener el comunismo en Europa y de emerger como potencia occidental en el orden
de postguerra; el interés de Stalin en garantizar su zona de influencia antes y después
de la guerra; los intereses de la URSS y Alemania de no agresión mutua por razones
geopolíticas manifestados en el Pacto Ribbentrop - Mólotov de 1939; el orgullo, la
soberbia y la arrogancia de Italia, Japón y Alemania por conquistar el mundo en su
sed de poder y riqueza; el miedo de Inglaterra y Francia por las políticas expansio-
nistas de su vecino alemán; el miedo de Hitler de sufrir una muerte similar a la de
Benito Mussolini(ultrajado, colgado y exhibido) que motiva su suicidio; o la pasión
implícita en el discurso de Churchill de 1940, en el que no ofrecía a su pueblo sino
“sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”, y así abundan los ejemplos que confirman estos
sencillos preceptos.
Ligado a las pasiones, se ha discutido -no sin debate- si la guerra en general, y la
IIGM en particular, fue un acto irracional guiado por las pasiones, o un acto de juicio
razonado. “Para Sócrates, la guerra era menos la consecuencia de cálculos raciona-
les de beneficios y costos que el producto de la emoción y la codicia”.22 Sin embargo
el realismo, que cuenta con una ontología positivista, ha ubicado la ocurrencia de
la guerra en un acto altamente dosificado de razón, cálculo, control y cientificidad.
La definición de Karl Von Clausewitz23 es considerablemente aplicable a la visión
de Hitler, más que a la de Mussolini o la de Hirohito. Clausewitz conceptualizó la
guerra como la continuación de la política por otros medios, por lo que si nos pre-
guntamos:¿Qué motivó a los tomadores de decisiones de la IIGM a elegir la fuerza
militar en vez de otros medios para conseguir sus fines? La respuesta evidente sería
que las potencias del Eje recurrirían a la guerra, como instrumento para conseguir
objetivos políticos; el uso de la fuerza militar contra los Aliados serviría para alcan-
zar sus metas de poder. De la definición de Clausewitz se deduce que la guerra es de
naturaleza eminentemente política, racionalmente dirigida e instrumental. La mo-
dernidad imbuida en esta definición de la guerra es congruente con la modernidad
del nazismo y su forma de hacer la guerra. De aquí las severas críticas al modernismo
por el postmodernismo.
22 Bueno de Mesquita y Lalman. War and reason, 4. Traducción del autor.
23 Karl Von Clausewitz, en 1831 la definió así en su obra De la guerra: “La guerra es un acto político, racional, con-
trolado. La guerra es un acto de violencia para obligar a nuestro oponente a someterse a nuestra voluntad; no es
un mero acto de la política, sino ‘un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política
por otros medios’ ”.

565
Siguiendo con la línea de racionalidad y cientificidad, una de las más famosas
obras que le dotaron rigor científico, sistemático y deductivo al realismo fue Kenneth
Waltz con su Theory of International Politics. Robert Keohane expresó que “la signifi-
cancia de la teoría de Waltz consiste en sistematizar el realismo político en una teoría
sistémica deductiva y rigurosa de la política internacional”,24 y proveyó una aproxi-
mación más científica que el realismo clásico, porque explica conductas complejas
de los estados, superando el argumento de la naturaleza humana como línea cen-
tral. En esa obra, Waltz compara el sistema multipolar previo a la IIGM y el bipolar
post-IIGM. Comenta que la IIGM representó el fin de tres siglos de política centrada
en Europa, en los cuales cinco o más grandes potencias buscaron coexistir pacífica-
mente, y algunas ocasiones compitieron por la superioridad. Después de la IIGM el
sistema internacional cambió a sólo dos que subieron al pináculo del poder:25 “Las
guerras que eliminan las suficientes grandes potencias rivales son guerras transfor-
madoras de sistemas… [y] en la historia moderna sólo la IIGM ha hecho eso”.26 Su
obra, que fue un gran impulso al realismo científico, ha sido sujeta a serias críticas
que alimentaron los debates III y IV de la disciplina de RRII.27
Curiosamente, después de la IIGM, y en pleno segundo debate entre tradicionalis-
tas y cientistas (1950-1960), en cuyo centro estaba el método con el que debían de tra-
bajar los investigadores para conocer el mundo, surgieron varios modelos científicos
para estudiar las relaciones internacionales ligados temas de conflicto y cooperación.
Sobresalen: Hans Morgenthau con un modelo de equilibrio de poder (1973); casi
al mismo tiempo Bernard Brodie con un modelo general de disuasión (deterrence);
Kenneth Organski (1958) con su modelo de transición del poder en guerras cata-
clismicas de grandes potencias; George Modelski (1987) con un modelo de ciclos
prolongados; mientras que otros como Karl Deutsch, Ernst Haas, Robert Keohane
y Joseph Nye, promulgaban modelos de cooperación e integración como modelos
alternativos de interacciones internacionales.28 Respecto a la dinámica de hegemo-
nías durante y la IIGM, Modesto Seara-Vázquez (1971) creó un modelo basado en la
teoría de las zonas de influencia, clasificándolas en verdaderas/falsas, bipolares/mul-
tipolar, y de espacios terrestres/marítimos;29 o también su estudio de la crisis mundial

24 Robert O. Keohane, ed., Neorealism and its critics (New York: Columbia University Press, 1986), 15.
25 Waltz, Theory of international politics, 144.
26 Waltz, Theory of international politics, 199.
27 Véanse las críticas de Richard K. Ashley en “The Poverty of Neorealism” y la respuesta a las mismas por Robert.
G. Gilpin en “the Richness of the Tradition of Political Realism. Ambos es Keohane, Neorealism and its critics,
(New York: Columbia University Press, 1986), 254-321.
28 La lista de esos modelos está en: Bueno de Mesquita y Lalman. War and reason, 20. Traducción del autor.
29 La teoría de las zonas de influenciase publicó originalmente en México, 1971; en Berlín, 1973; y en Londres, 1973.
Actualmente está disponible en: Modesto Seara Vázquez. La Sociedad Democrática. Primera Parte. Véase el
capítulo XIII. “Teoría de las Zonas de Influencia”. (México: UNAM, 1978). Disponible en: http://www.modesto-
seara.com/informacion/libros/La_Sociedad_Democratica.pdf

566
y los modelos de la Sociedad Internacional (1986).30Como podemos ver, la IIGM
tuvo un efecto directo e indirecto en los modelos científicos que intentaban explicar
escenarios de cooperación y conflicto en el sistema internacional.
Actualmente, y relacionado a la IIGM, una aplicación de los modelos formales y
las matemáticas a la política viene de Bruce Bueno de Mesquita, profesor actual de
la NYU, que al aplicar su algoritmo en retrospectiva y de manera contrafactual a un
período histórico muy preciso-de noviembre 1932 a marzo 1933- afirma que el curso
de la historia se habría cambiado -y eventualmente evitado la IIGM-, al identificar ese
período específico como una ventana de oportunidad para detener a Hitler, ya que en
ese periodo no sólo ascendió al poder sino que propuso nuevas leyes que le proveían
del control de las fuerzas armadas y lo dotaban de la figura de dictador desde enton-
ces.31Este ejemplo es ilustrativo del uso de modelos matemáticos actuales para hacer
análisis contrafactual de la IIGM, no sin debate de su aplicación, en nuestros días.
Finalmente, otra vena de la teoría del realismo político es el materialismo de se-
guridad,32 que se enfoca en el impacto de la geografía, la ciencia y la tecnología en
la búsqueda de la seguridad del estado en la guerra. Útil para explorar la IIGM, por
ejemplo, en las batallas aéreas y marítimas: el desenlace de la batalla aérea de Midway
que hubiera sido muy distinto sin la consideración de estos factores para fines mi-
litares. O el caso de la Operación Meetinghouse, que “en la madrugada del 9 al 10
de marzo de 1945, unos 334 bombarderos norteamericanos B-29 descargaron 1,665
toneladas de bombas incendiaras sobre la zona este de Tokio, arrasando un área de 41
kilómetros cuadrados”33 y dejando más de 105 mil muertos, bajo el mando de Robert
30 Ahí desarrolla los lineamientos básicos de los grandes modelos, por ejemplo: El Club de Roma y los modelos de
Forrester, el modelo mundial, input-output, de las Naciones Unidas, entre otros. Ver: Modesto Seara-Vázquez.
“La crisis mundial y los Modelos de Sociedad Internacional”, en  Cursos de Derecho Internacional de Vitoria-
Gasteiz, 1985, (España: Universidad del País Vasco, 1986).
http://www.modestoseara.com/informacion/articulos/Crisis%20mundial%20y%20Modelos%20de%20
Sociedad%20Inte.pdf
31 History Chanel. H2. “The next Nostradamus”. Documentary TV show-video. Part 1.Min. 30.00.
Llama la atención que en el mismo documental, Mearsheimer, conocido por su realismo ofensivo, no da mucho
crédito al trabajo de Bueno de Mesquita al decir que no se puede verificar o evaluar su metodología ya que no
se tiene acceso a ella. El neorrealismo acepta una ontología positivista, pro-científica con base en la elección
racional y la teoría de los juegos, aspecto en el que Bueno de Mesquita es un académico líder, al tiempo que un
neorrealista ofensivo destacado cuestiona esa metodología basada en la matemática, lo que refleja que a pesar
de compartir una ontología no ocurre lo mismo con su epistemología. Debemos reflexionar más en la idea de
que si la guerra es natural, entonces ‘toda ley natural tiene o debe tener su expresión matemática’. Este debate es
inconcluso.
32 Puede consultarse similarmente a Daniel Deudney. “Geopolitics as Theory: Historical Security Materialism”
European Journal of International Relations, Vol. 6 (1), (Sage Publications: 2000), 77-107.
33 Una explicación por el mismo McNamara está disponible en su testimonio sobre esos y otros hechos de su ad-
ministración de la guerra en: Errol Morris. The Fog of War: Eleven Lessons from the Life of Robert S. McNamara
(Estados Unidos, 2004). Véase también: “70 años del bombardeo más mortífero de la historia,” eldiario.es, 10 de
marzo de 2015. Consultado el 1 de julio de 2015. http://www.eldiario.es/cultura/historia/Tokio-conmemora-bo
mbardeomortiferohistoria_0_365013619.html.

567
S. McNamara -Ministro de Defensa de EE. UU. Así mismo, los factores geográfi-
cos y tecnológicos del escenario marítimo: la participación de EE. UU., Alemania,
Japón, con sus impresionantes acorazados, los desembarcos y las grandes batallas en
el Pacífico, en el Atlántico, en África, el Báltico y el Índico; la tecnología y estrategias
utilizadas con barcos, submarinos, convoyes, con la implícita distribución geográfica
de los frentes por alianzas, etc. Aunque es una variación muy precisa de la teoría del
realismo, el materialismo de seguridad tiene su propio campo explicativo sobre cau-
sas y efectos en los conflictos internacionales.
Como podemos ver, el investigador que aborde de nuevo la IIGM desde el rea-
lismo político tiene mucha tela de dónde cortar, recurriendo a las distintas variables
del realismo y a la vasta literatura producida al respecto. Encontramos que puede
utilizar desde el realismo clásico, el estructural o el neoclásico, dependiendo cuál sea
su pregunta de investigación. Si pone más énfasis en los factores estructurales, en los
domésticos o en los agentes; todas tienen herramientas suficientes para probar sus
argumentos. Al final el realismo, aunque subdividido, es, ha sido, y será una teoría
idónea para explicar la barbaridad y la lógica de confrontación y destrucción del
fenómeno de la IIGM.

Liberalismo
Durante la IIGM el liberalismo estaba aprendiendo las duras lecciones que le dejó
el periodo entreguerras (1919-1939) y los primeros años de la segunda guerra. Su
movimiento intelectual antecesor conocido como idealismo o utopismo encontró sus
límites en el fracaso de la Sociedad de Naciones a través de la materialización de los
hechos que se supone que su creación evitaría, como la invasión de Italia en África, la
de Alemania en Polonia, la crisis de la seguridad colectiva y, a nivel filosófico, en es-
pecial, la decepción de la idea derivada de la Ilustración (The Enlightenment Project)
de que la ciencia, el progreso, la bondad y la razón aplicada del hombre evitarían las
guerras, y alcanzarían entonces el proyecto de la emancipación humana inspirado en
Kant. Como aproximación teórica, el poder explicativo del idealismo era visiblemen-
te muy débil para darle sentido al mundo convulso de la primera mitad del siglo XX.
Como si fuera un complejo ejercicio heurístico, de prueba y error, después de
la IIGM el liberalismo maduró en una versión más acabada que daba esperanzas a
la lógica de cooperar, de crear instituciones, de que el prestigio tuviera algún valor
en el quehacer político y, fundamentalmente, de prevenir la guerra. Dejó de lado la
creencia utópica de que únicamente con el pacifismo y la seguridad colectiva -basa-
da en instituciones sin dientes- se lograría la paz. Sin abandonar sus principios de
la Ilustración el liberalismo consideró más elementos que le permitieran crear los
mecanismos para lograr la paz en una sociedad internacional de múltiples intereses

568
y potencias. La idea era confirmar la veracidad de que los seres humanos siempre
elegirán la racionalidad liberal; es decir, elegirán el placer sobre el dolor, la paz sobre
la guerra y la cooperación sobre el conflicto. Las consecuencias de la IIGM fueron tan
devastadoras, material y espiritualmente, y el desgaste de las naciones tan pronun-
ciado, que facilitaron la cooperación interestatal, la construcción de instituciones que
garantizaran la paz, y el fortalecimiento del derecho internacional con la subsecuente
emergencia de regímenes internacionales; todos aspectos iluminados por el neo-libe-
ralismo institucional, una versión más acabada de la teoría del liberalismo.
Así, con la creación de instituciones como la Organización de las Naciones
Unidas,34 y las instituciones especializadas como el FMI, el BIRF y sucesivamente
la FAO, la UNESCO, y la OMS, el mundo regresó a la idea de que las instituciones
importan (institutions matter) como mecanismos para procesar los problemas mun-
diales de naturaleza económica, educativa, de salud, del trabajo,35 de seguridad, etc.
El Consejo de Seguridad, por ejemplo, sería el mecanismo para procesar los inte-
reses, pesos y contrapesos de las potencias ganadoras de la IIGM: EE.UU., Francia,
Gran Bretaña, la URSS y China; en donde los países cooperarían no porque fueran
buenos, sino porque serían las instituciones -en tanto regímenes o reglas del juego-
el ingrediente fundamental para alcanzar diferentes niveles de cooperación ya que
reducen los costos de transacción, proveen información y transparencia (la incerti-
dumbre decrece), incrementan la confianza entre los actores; hacen los compromisos
más creíbles y hacen que la predicción sobre la conducta de las otras potencias sea
más o menos posible. Con todo, aumenta la reciprocidad y se establecen puntos fo-
cales para la coordinación.36 Después de ver con la IIGM lo que estados poderosos
con intereses diversos pueden destruir, era necesario contar con los mecanismos para
resolver esas diferencias de intereses por medios no violentos, que convencieran a
todos de la racionalidad de que es más barato para un estado –en dinero y vidas
humanas- cooperar que no hacerlo. Desde el punto de vista del neoliberalismo insti-
tucional, aunque la creación de las instituciones, producto de la IIGM, se desarrolló a
la sombra de la bipolaridad entre EE.UU. y la URSS, no se puede menospreciar ni el
papel relevante que han jugado éstas en las relaciones internacionales desde entonces
ni el logro humano que representan. Aquí, el poder explicativo del liberalismo, en su
variante institucional, no fue débil, sino por el contrario, arrojaba mucha luz teórica
sobre los ejercicios de cooperación e institucionalidad del mundo real. Ahora tiene
más sentido argumentar, desde esta teoría, que los estados cooperan porque tienen
intereses y hacerlo es una elección racionalista, no idealista.
34 Que no fue una creación propia del fin de la guerra sino que fue formada durante los años de la guerra. Véase el
capítulo de Laura Zamudio sobre la formación de la ONU en el presente libro.
35 La OIT ya había sido creada en 1919 por el Tratado de Versalles.
36 Robert Keohane y Lisa Martin. The promise of Institutionalist Theory, International Security 20:1 (Summer 1995),
42.

569
Cabe mencionar que aunque el realismo político y el neoliberalismo institucional
hagan uso de la lógica de la elección racional, para los primeros lo racional es ir a la
guerra y acumular el suficiente poder para garantizar la sobrevivencia, mientras que
para el segundo lo racional es cooperar, mantener la paz y respetar los acuerdos para
garantizar la sobrevivencia. Por eso es que ambas teorías, afirmaríamos aquí, creen en
la anarquía del sistema internacional como causa de la IIGM,37 pero cuya salida de es-
cape es diferente para cada una de ellas. Para el neoliberalismo institucional, variante
de la teoría liberal, las instituciones son el instrumento para mitigar –no eliminar- esa
condición anárquica.38
Muchos autores han elaborado sobre distintos aspectos del neoliberalismo insti-
tucional, tales como la elección racional, las instituciones, los regímenes, la interde-
pendencia, el poder suave, la ética, etc. Por mencionar a algunos, en lo general, tene-
mos a John Gerard Ruggie, Robert O. Keohane, Joseph S. Nye, Peter J. Katzenstein,
Stephen D. Krasner, Robert Axelrod, y Peter Singer. Desde distintos enfoques y con-
tribuciones han dotado de más fortaleza al liberalismo,39 lo que nos permite tener
más herramientas para mirar al pasado y analizar ejercicios como el de la IIGM a la
lupa de esta teoría.
Finalmente, podemos concluir que el liberalismo ha tenido altibajos como he-
rramienta teórica para interpretar la realidad; sin embargo, sin un deseo de paz, de
cooperación y armonía real en los hombres -contenidos en sus preceptos teóricos- la
IIGM no hubiera terminado, como lo hizo, en 1945. Así, afloraron las instituciones
como dispositivos para evitar la guerra y lograr una paz más duradera. Como en
todo, ésta teoría tiene sus detractores sobre las visiones liberales de alcanzar la paz,
que son vistas, por ejemplo, como una ilusión.40 De manera más realista y optimista
al mismo tiempo, la paz se concibe, desde el neoliberalismo institucional, como algo
hecho, como algo volitivamente logrado. En esta línea, “la paz ha sido vista como una
invención, como la visualización de un orden social del cual la guerra ha sido abolida

37 Por afirmar que no se puede escapar de la condición anárquica del sistema internacional, a estas teorías se les
conoce como Problem Solving Theories porque sólo mitigan los efectos anárquicos resolviendo los problemas que
surgen, sin esperanza de que haya un cambio significativo en el mundo. Esta diferencia es sustantiva a la hora de
compararlas con el constructivismo o las teorías críticas, que piensan y creen en un cambio profundo del mundo.
38 Sobre esta misma idea véase: Robert Axelrod y Robert Keohane. “Achieving Cooperation under Anarchy:
Strategies and institutions.” World Politics, Vol. 38, No. 1. (Oct., 1985), 226-254
39 Evidentemente el neoliberalismo institucional nos ayuda a entender muchos fenómenos actuales y es una teoría
muy vigente en la disciplina de las RRII. Por ejemplo: el encuentro entre EE.UU. y Cuba, bajo el contexto de la
séptima ‘Cumbre de las Américas’, celebrada en Panamá el 11 de abril de 2015, desdibuja la tradicional confron-
tación bipolar que marcó toda la segunda mitad del siglo XX, abriendo nuevos escenarios internacionales de
cooperación. Veremos cómo el izamiento de la bandera de Cuba en Washington, el 20 de julio del 2015, después
de 54 años de congelamiento, abre una nueva etapa de interacción estratégica de intereses mutuos, para la que
ésta teoría será muy útil.
40 Christopher Layne, The Peace of Illusions. American grand strategy from 1940 to the present (Ithaca y Londres:
Cornell University Press, 2006). Véase la introducción donde Layne explica su interpretación del Wilsonianismo.

570
por los seres humanos racionales que han decidido resolver el asunto ellos mismos.41
Desde esta teoría la paz alcanzada al final de la IIGM fue posible como un producto
de los hombres.

Constructivismo Social
“There are three kinds of violence: one, through our deeds;
two, through our words; and three, through our thoughts.
…The root of all violence is in the world of thoughts,
and that is why training the mind is so important.”

Eknath Easwaran

¿Qué es lo que ve el constructivismo social moderado42 cuando observa a la


IIGM? Curiosamente, ve cosas similares al liberalismo, por eso estas dos teorías son
ontológicamente similares. Ambas ven, por ejemplo, las normas, los regímenes y el
poder suave como elementos que podrían tener alguna u otra influencia en los efec-
tos políticos (political outcomes) internacionales. Sin embargo, el constructivismo se
abre sus propios espacios de análisis y con una carga intelectual muy genuina.
La IIGM tiene al menos dos elementos constructivistas muy claros: las identi-
dades y las normas. Hemos puesto en el título a las normas como elemento cons-
tructivista, pero también es un elemento crucial del liberalismo por sus bases en el
Derecho Internacional. El énfasis que hacemos de las normas dentro del construc-
tivismo radica en preguntarnos ¿cómo deberían ser las conductas y las prácticas de
confrontación después de la IIGM? Es decir, las normas, después de la IIGM, serían
“aquellas expectativas colectivas acerca del comportamiento adecuado… guías para
la conducta o la acción, y [para ser] generalmente respetadas por los miembros de la
sociedad.43 La IIGM sirvió para sentar las bases en la creación de normas sobre los
límites de la guerra y la ética en la guerra con una lógica de lo apropiado, dimensiones
abarcadas por el constructivismo social en lo general. Los juicios de Núremberg y
Tokio serían el mecanismo para procesar toda la lógica normativa y ética derivada
de la IIGM.
Sobre el segundo aspecto, diremos en principio que esta guerra creó dos identida-
des de interacción intersubjetiva entre los estados –El Eje y Los Aliados-. En el cons-
41 Michael Howard, The Invention of Peace. Reflections on war and international order (Yale University Press, 2001), 6.
42 En oposición al constructivismo radical, conocido también como Duro o Grueso (Hard/Thick Constructivism),
que no acepta tan fácilmente el carácter positivista del liberalismo; por eso la aclaración de que aquí nos referi-
mos al constructivismo Suave o Delgado (Soft/Thin Constructivism).
43 Arturo Santa Cruz, ed., El constructivismo y las relaciones internacionales, trad. Victoria Schussheim (México:
Centro de Investigación y Docencia Económicas, 2009),17.

571
tructivismo social se afirma que la identidad de los actores es lo que determina sus
intereses y posteriormente sus acciones. Los países que crearon alianzas tanto con el
Eje como con los Aliados, crearon una dinámica primaria de identidades, de cuya afi-
nidad se desprendían intereses de cooperación manifestadas en las acciones a través
de la conducta de política exterior de los estados (i.e. Gran Bretaña, Francia y Estados
Unidos, por un lado, y Alemania,44 Italia y Japón, por otro). Cuando la identidad era
opuesta, los intereses entraban en choque generando conductas de política exterior
de conflicto (i.e. Alemania vs. Gran Bretaña; Japón vs. EE. UU., Italia vs. Francia,
etc.). Un análisis más detallado que implicaría la combinación del constructivismo
moderado con la elección racional puede arrojar luz constructivista para entender la
transformación de los intereses iniciales entre la URSS y Alemania, que se identifica-
ban al inicio de la IIGM, para posteriormente, con la traición de Hitler a los acuerdos
del pacto Robbentrop-Mólotov -y su invasión al territorio soviético con la Operación
Barbaroja en 1941- tanto los intereses como la conducta de ambos actores experi-
mentó un giro drástico. Podría llamar la atención el concepto de identidades falsas, o
reales pero volátiles, en función de contingencias o factores contextuales –elementos
constructivistas-. En el caso de México, por ejemplo, llama la atención que durante
casi un siglo éste pasó de la identidad de enemigo o vecino inestable de EE.UU. al de
aliado de guerra para apoyarlo en el frente oriental contra las tropas japonesas a tra-
vés del Escuadrón 201, al final de la IIGM. ¿Qué factores son los que moldean esas
identidades, intereses y conductas en el largo plazo?45 El énfasis constructivista en el
contexto y en la historia como un proceso en formación –en vez de determinado-
podría ofrecer algunas pistas para responder a esa pregunta.
Sobre la misma línea, una forma de medir el poder en la IIGM, desde el construc-
tivismo, estaría en la capacidad de los actores (del Eje y de los Aliados) de producir
y reproducir identidades e intereses que limiten la habilidad de otros actores para
controlar el curso de sus destinos.46
Otro elemento constructivista es el de la cultura de la anarquía, subdividida en
tres categorías provistas por Alexander Wendt.47 Al observar la IIGM podríamos de-
cir que su origen se encontraba –y reproducía al mismo tiempo- en una cultura de
enemistad o Hobbesiana del sistema internacional, la cual pasó después de 1945, no
a una cultura de amistad o Kantiana, sino a una de rivalidad o Lockeana. El orden
44 Para un análisis más profundo y sofisticado sobre la identidad de Alemania y su relación de identidad con el
Tercer Reich véase: Maja Zehfuss. “Constructivism and identity”, en especial la sección “The identity of identity”.
En: Stefano Guzzini y Anna Leander, eds., Constructivism and International Relations. Alexander Wendt and his
critics (Londres y Nueva York: Routledge, 2006), 109-115.
45 Véase en este libro el capítulo de Isaac Flores Delgado, dedicado a la participación de México en la IIGM.
46 Michael Barnett, “Social Constructivism”, en John Baylis, Steve Smith y Patricia Owens, The globalization of world
politics. An introduction to international relations, 5a ed. (Oxford: Oxford University Press, 2011), 159.
47 Alexander Wendt, Social Theory of International Politics (Cambridge: Cambridge University Press, 1999), 246-
312.

572
internacional de la segunda posguerra estaría marcada por una rivalidad, dictada
tanto por una competencia en la economía abierta de libre mercado como por las
ideologías de la guerra fría.
También se puede utilizar la combinación entre constructivismo y la elección ra-
cional para analizar la interacción estratégica entre Alemania y Gran Bretaña en la
guerra aérea. La pregunta es ¿cómo es que a pesar de haber una normatividad inter-
nacional sobre los ataques aéreos, tanto la Luftwaffe como la Royal Air Force (RAF)
cambiaron del bombardeo discriminado al indiscriminado siguiendo una lógica de
lo apropiado?48 Después de todo, el constructivismo espera que las estructuras nor-
mativas moldeen la identidad y los intereses de los estados.
Un elemento constructivista-liberal lo vemos al final de la IIGM, con lo que John
Gerard Ruggie observó y acuñó como liberalismo incrustado (embedded liberalism).49
Con este concepto describió el sistema económico internacional de la segunda pos-
guerra, dominante durante el sistema de Bretton Woods, que básicamente mezclaba
los mercados abiertos internacionales con la intervención estatal doméstica para lo-
grar el pleno empleo y el bienestar social. No sólo era la visión liberal de apertura de
mercados sino también el conjunto de reglas que tenía implícitas (embedded) para
generar un sistema de prácticas y reglas del juego que derivarían en el régimen eco-
nómico global para el mundo post-1945. Por eso es que a Ruggie se le suele reconocer
como un autor que aportó al estudio de las normas y las ideas desde la Economía
Política Internacional.
Una disección útil de los daños de la IIGM, al estilo de la escuela de Copenhague,
nos daría una balanza por sectores y niveles, 50 donde el medio ambiente también
figuraría como uno de los sectores dañados en distintos niveles durante la guerra.51
Recordemos que la clasificación teórica que se le da a esta escuela, compuesta pre-
dominantemente por Barry Buzan, Ole Waever y Jaap de Wilde, es la de una combi-
nación entre realismo y constructivismo, con lo cual, el análisis de los impactos de la
IIGM no sólo se encargaría del sector militar, sino también del económico, político,
social y ambiental, filtrados en los niveles internacional, nacional, estatal, burocráti-
co, comunitario e individual.
Dado que el constructivismo pone también atención al discurso, entonces la ra-
dio, la propaganda, el cartel, y el cine serían relevantes al momento crear una idea y
48 Alexandar Jankovski es el autor que responde en este volumen a esa pregunta, utilizando dicha combinación
teórica de manera innovadora.
49 John Gerard Ruggie. International Regimes, Transactions, and Change: Embedded Liberalism in the Postwar
Economic Order. International Organization 36(2). 1982.
50 Esta clasificación está disponible en: Barry Buzan, Ole Waever y Jaap de Wilde, Security. A new framework for
analysis (Boulder, Col.: Lynne Rienner Publishers, 1998).
51 Consúltese en este libro el capítulo de Marcela López-Vallejo sobre la relación entre la IIGM y el medio ambiente.

573
de producir efectos políticos durante la IIGM porque, se infiere, afectan las percep-
ciones, los intereses y las conductas. Todo aquello que represente un discurso, difun-
dido mediáticamente y cuya información sea diseminada con fines de poder (muy
en la línea de Foucault) o de construir una imagen será relevante para esta teoría de
las RRII. Por lo tanto, los discursos de Churchill, Roosevelt, Hitler y demás líderes
serían un componente importante en esta teoría al medir los impactos y la fuerza de
los mensajes, al tiempo que se deducen de ellos claves de la política exterior.
Por otro lado, también el constructivismo pondría atención a los procesos re-
versibles de las construcciones sociales, es decir, a la deconstrucción, elaborada am-
pliamente por Jacques Derrida. Las dicotomías u oposiciones binarias52 serían muy
útiles para deconstruir todo lo que en la IIGM se asumió como dado, ya sean roles
de héroe/traidor, bueno/ malo, vencedor/ vencido, Eje/Aliados, Oriente/Occidente,
ario/judío, guerra/paz, ataque discriminado/ataque indiscriminado; o las mismas
construcciones sobre las bondades de los sistemas político en pugna.
Descifrar la información con aparatos de inteligencia normalmente cabría den-
tro de los preceptos estratégicos del realismo, pero también puede considerarse un
aspecto constructivista, por ser un factor intangible de influencia de conductas con
potencial para afectar los resultados de la guerra. Aunque es una línea que requeriría
más trabajo, se puede partir de que la manipulación del conocimiento o la inteligen-
cia como instrumento de poder es recurrente en la guerra. Tal vez podría ser conside-
rada una línea de investigación que utilice la variante del realismo constructivista.53
Por ejemplo, la estrategia de crear un plan falso para distraer a Alemania sobre la
verdadera fecha del Día D, el desembarco en Normandía del 6 de junio de 1944, fun-
cionó. Creó ideas falsas sobre el lugar del ataque de los aliados: la interpretación de
la realidad a través de información o conocimiento falso es un instrumento de poder
que cabe dentro del constructivismo.
Pensar teóricamente sobre la IIGM ofrece la posibilidad de hacer malabarismo
conceptual con los elementos de cada teoría aplicados a un mismo caso. Por ejemplo:
La dimensión espacial, física o material es importante: el dominio en el aire, el agua
y la tierra es fundamental por ser escenarios de guerra. El realismo tiene mucho que
aportar en esta parte. Sin embargo, las batallas psicológicas, del manejo de conoci-
miento e inteligencia, que en ocasiones tienen un peso neurálgico, son más del cam-
po constructivista. Por eso es que las opciones de combinar ambas teorías –realismo
constructivista y constructivismo realista- cuidando de que no haya contradicciones
de análisis, podría ser útil en el análisis constructivista de la IIGM.
52 Maja Zehfuss. “Jacques Derrida”. En: Jenny Edkins y Nick Vaughan-Williams, eds., Critical Theorists and
International Relations (Londres y Nueva York: Routledge, 2009), 139.
53 Para ambas combinaciones véase: Samuel Barkin. Realist constructivism. (Cambridge, UK: Cambridge University
Press, 2010).

574
Neomarxismo
La guerra es el padre de todas las cosas […]
A unos los hace esclavos y a otros libres

Heráclito

El neomarxismo tiene cierto poder explicativo sobre la IIGM como objeto de


estudio, pero no tan amplio como las teorías clásicas del liberalismo y realismo.54
Justamente, es objetivo de este ensayo plasmar las limitaciones de las teorías de las
RRII que no pueden explicar todo de todos los fenómenos con el mismo poder expli-
cativo y simultáneamente. Como hemos dicho previamente, el neomarxismo echará
luz sobre algunos aspectos de la IIGM, pero no en otros. Veamos.
Aunque el título del trabajo menciona a la explotación como el elemento neomar-
xista a describirse, podemos afirmar que, en lo general, el neomarxismo pone aten-
ción en tres elementos: la historia, la primacía de la economía –donde clasificaremos
a la explotación-, y la estructura del sistema global.
Respecto el primer elemento, ésta teoría de las RRII vería en la IIGM el producto
de un proceso histórico: la manifestación de un arrastre de factores que han venido
sucediendo a lo largo de la historia: una construcción histórica; un evento en movi-
miento por su naturaleza dialéctica. La lógica de los imperios de Europa del s. XIX
y el resultado de la IGM habrían de preparar las condiciones, en tanto construcción
histórica, para la ocurrencia de la IIGM.
En el neomarxismo la dialéctica –que Marx toma de Hegel- es fundamental. La
IIGM se muestra –desde esta óptica y tomando la definición de Heráclito- “como el
padre de todas las cosas”,55 porque es desde ésta lucha de poderes opuestos que emer-
ge toda nueva realidad mundial. La guerra sería el medio para la resolución de impul-
sos antagónicos; el devenir, así, estaría determinado por el conflicto. En el contexto
de 1939-1945, la IIGM sería el choque de una tesis expansionista –El Eje- contra una
antítesis que la reprime –Los Aliados-, dando como resultado una novedosa síntesis,
tal vez, la creación un nuevo bloque histórico cuyo polo de poder migra de Europa
central hacia América, moviendo así el curso de la historia.
El segundo elemento de la teoría neomarxista, que ubica la primacía de la econo-
mía, nos orilla a entender la guerra también como relaciones de explotación material
y económica, necesarias para el desarrollo de la economía de aquellas las potencias
54 Tal vez en injusticia a la distribución de los espacios dedicados en el ensayo a las distintas teorías, pero se hace el
esfuerzo de ver cómo ven varias teorías un mismo fenómeno.
55 Néstor Kohan. Marx en su (Tercer) Mundo. (Buenos Aires, Argentina: Bilbos, 1998), 181.

575
en conflicto. Es de considerarse la explotación y el control sobre los recursos natura-
les que ejercieron algunas potencias sobre sus colonias para aprovisionar la guerra.56
La explotación de la madera, los metales y la misma mano de obra serían aspectos
que ésta aproximación teórica rescataría de los hechos de la IIGM al momento de
observarla. Por ejemplo, el Tercer Reich logró mantener el apoyo de “los trabajadores
también durante la IIGM, porque, debido a la explotación despiadada de la mano de
obra y de los recursos de los territorios ocupados, consiguió que las masas alemanas
no sufrieran carencias como las soportadas en la IGM”.57
Particularmente para Hitler fue muy importante la captura del complejo in-
dustrial de Checoslovaquia, especialmente las fábricas de Škoda, con las que, para
1941, ya contaba con una base importante para la explotación de materias primas
e industriales, producto de su estrategia de expansión fragmentada.58 Recordemos
que esto es crucial si, dentro del pensamiento marxista, la estructura de poder está
determinada por quién posea los medios de producción y quién las materias primas.
Finalmente, sobre la explotación económico-bélica de recursos naturales para fa-
vorecer la posición de una de las partes en la IIGM tenemos el caso del wolframio (o
tungsteno), un mineral con el que, durante la IIGM -y hoy en día-, se fabricó armamen-
to. Altamente codiciado por Alemania59 para la construcción de su arsenal de guerra, el
wolframio era abastecido por la España franquista. Gatillada por el Incidente Laurel, la
crisis diplomática que se desató entre las potencias aliadas y el régimen franquista por
sus considerables exportaciones de wolframio a los nazis se intensificó entre octubre de
1943 y abril de 1944. Portugal también estuvo involucrado en dicha crisis.60 Alemania
estaba particularmente interesada porque esta “piedra pesada” se utilizaba en la fabri-
cación de pólvoras especiales, en las aleaciones de blindajes pesados61 y para reforzar

56 Véase sobre este aspecto el análisis de López-Vallejo presente en este volumen, donde se menciona que los re-
cursos naturales como el petróleo, carbón, cobre, estaño, aluminio, caucho y uranio fueron cruciales para la
producción militar.
57 La actualidad de Alemania. Historia y Presente. “La época del nacionalsocialismo”.
http://www.tatsachen-ueber-deutschland.de/es/historia-y-presente/main-content-03/1933-1945-el-
nacionalsocialismo.html
58 Thomas J. Christensen and Jack Snyder. “Chain Gangs and Passed Bucks: Predicting Alliance Patterns in
Multipolarity. International Organization”, Vol. 44, No. 2. (The MIT Press: Spring, 1990), 156. La mención está en
el caso de estudio: World War II. Disponible en: http://users.metu.edu.tr/utuba/Christensen.pdf
59 Junto con otros recursos naturales como mercurio, pirita, badana, lana facturada, y otros. Véase: Víctor Morales
Lezcano. Historia de la no-beligerancia española durante la segunda guerra mundial (VI, 1940-X, 1943). (Excma.
Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, Plan Cultural, 1980) 63; 130.
60 Más detalles de la crisis que involucraba a España, Portugal, Gran Bretaña y EE. UU. alrededor del wolframio en:
Antonio José Telo. “La estrategia de Portugal y sus relaciones con España”. En. Stanley G. Payne y Delia Contreras,
Eds. España y la Segunda Guerra Mundial. Curso de Verano del Escorial (España:Editorial Complutense, 1996)
139-143.
61 Rafael García Pérez. El Legado Económico de la Beligerancia. 109. En. Stanley G. Payne y Delia Contreras, Eds.
España y la Segunda Guerra Mundial. Curso de Verano del Escorial (España: Editorial Complutense, 1996) 139-
143.

576
el acero de los cañones.62 Así, España, a través de la explotación de un recurso natural
mineral, favorecía la posición de los alemanes al abastecerlos de tan codicioso material.
Curiosamente, aquí surge otro elemento que el neomarxismo identificaría en su área de
interés analítica: la dependencia económica:
“En general, el conjunto de la exportación española fue bastante reducida hasta
1941. Alcanzó un crecimiento notable durante 1942 y 1943 para reducirse, sensible-
mente, a partir de 1944. Significativamente, esta evolución siguió, de forma precisa,
los avatares de la guerra, registrando saldos positivos en tanto que soplaron los vien-
tos favorables para el eje.
Este dato pone de manifiesto la extraordinaria dependencia comercial españo-
la respecto al mercado alemán. Dependencia que al final de la guerra civil suponía
que el Tercer Reich hubiera alcanzado una posición hegemónica sobre el conjunto
del comercio exterior, nacionalista, tanto en importaciones como en exportaciones,
transformando las tendencias seculares de los intercambios españoles orientados ha-
cia Francia y Gran Bretaña.
La exclusiva orientación económica del Nuevo Estado hacia los países del Eje res-
pondía a las condiciones materiales que el sistema de alianzas trabado durante la
guerra civil había establecido”63
Aunque la condición real y existente de dependencia podría no encajar exactamen-
te con el de la teoría neomarxista de la Dependencia (de Prebisch, Faletto y Cardoso)
o en la del Sistema Mundo (World System Theory de Immanuel Wallerstein), tenemos
elementos para identificar a Alemania como un país del centro y a España como un
país dependiente y explotado de la periferia, independientemente de su neutralidad
cuestionable. Al final, en la IIGM, podemos ver el elemento de la explotación clara-
mente en diversas manifestaciones, de lo cual se podría realizar una investigación
mucho más exhaustiva pero cuya tarea no nos ocupa, ya que nuestra única labor es
identificar los elementos en los que ésta teoría echa luz neomarxista sobre la segunda
conflagración mundial.
En relación al tercer elemento, la estructura del sistema global, podríamos deducir
que las intenciones de Hitler de gobernar Europa -y posteriormente irradiar su poder al
mundo- dejaban claro quiénes asumirían el rol de explotadores –las potencias del Eje- y
quienes los explotados –los países Aliados y el resto del mundo-. El colonialismo pre-
tendido y las relaciones de explotación extractiva hubieran creado una estructura del
sistema global de explotación con al menos tres polos: Alemania en Europa; Japón en
62 “El oro de Galicia fue el volframio. Las necesidades bélicas cambiaron por completo la economía de O Barbanza”. El
País. 3 de julio de 2009. Disponible en: http://elpais.com/diario/2009/07/03/galicia/1246616312_850215.html
(Consultado el 22 de julio de 2015).
63 Rafael García Pérez. El Legado Económico de la Beligerancia. 109.

577
Asia, e Italia el Mediterráneo.64 Aunque este no es ni pretende ser un análisis contrafac-
tual, baste con pensar, desde la óptica neomarxista, en la aparición de nuevos imperios
coloniales por parte las potencias del Eje basados en una penetración económica, mi-
litar, evidentemente política y naturalmente ideológica; mientras habrían desaparecido
aquellos desgastados, como el de Gran Bretaña, Francia y posiblemente el de Portugal.
El desenlace de la IIGM evitó, así, la explotación de un grupo étnico –la raza aria- hacia
otros grupos étnicos en el mundo. Lo que sí sabemos es que, desde el punto de vista
neomarxista, la IIGM produjo la desaparición de algunas relaciones de explotación a
través de la descolonización, alcanzando un momento importante en La Conferencia
de Bandung de 1955, dando nacimiento al Tercer Mundo.
Adicionalmente y viéndonos en la necesidad de encontrar en elementos neomar-
xistas en la IIGM, uno podría también inferir aspectos del pensamiento de Antonio
Gramsci, como variante del neomarxismo, en relación a los dos elementos clave de su
concepto de hegemonía: coerción y consentimiento. Esta visión del poder como cen-
tauro, inspirada en Maquiavelo, mitad bestia-mitad hombre, sería visible en Alemania
cuando el Tercer Reich aplica la coerción para la comunidad de judíos, gitanos, ho-
mosexuales, y negros;65 y el consentimiento que busca de la sociedad alemana, de raza
aria, para ser gobernados a través de las políticas del Führer. Igual desde un análisis
gramscista, el poder de Hitler encontraría más énfasis en la superestructura (sistema
político, sistema legal, cultura), que en la estructura (medios de producción-relacio-
nes de producción).
Finalmente, otra limitación de esta teoría sería que en la IIGM no hubo una re-
volución desde los trabajadores, sino que el cambio intentaba imponerse desde las
élites –ya fueran alemanas, japonesas o italianas-, una revolución desde arriba, no de
los de abajo. Aunque podemos ver que limitadamente, el neomarxismo sí encuentra
algunos elementos suyos en la IIGM.

Otras teorías útiles


No es el objetivo de este ensayo explorar más que aquellas teorías ya descritas.
Sin embargo, se pueden abrir algunas venas de reflexión para aquellos interesados en
encontrar elementos de otras teorías en la IIGM, más allá del realismo, el liberalis-
mo, el constructivismo y el neomarxismo. Por eso, dejamos aquí, adicionalmente y a
manera de pinceladas, algunas puertas abiertas desde las que se pueden iniciar otros
abordajes teóricos y exploratorios.
64 “El Mundo de la Historia 2. Enciclopedia. Sección: El Nacimiento del fascismo. Textos de Franco Agostini, Silvana
Ozoese Collodo, Federico Seneca y Litterio Briguglio (Milán: Colorama, 1976; Barcelona: Ediciones Grijalbo, S.
A. 1978).
65 Para detalles más exhaustivos sobre esta política del Tercer Reich véase el capítulo de Miguel Martínez González
en este volumen.

578
Feminismo
El feminismo entendería a la IIGM como un fenómeno masculinizado, ya que
todos los líderes, tanto del Eje como de los Aliados fueron hombres. Aunque este
es un elemento normalmente despreciado o ignorado por el realismo, sin embargo,
de ahí se podría derivar una línea de investigación sobre las mujeres detrás del po-
der durante la IIGM, es decir, qué rol jugaron Eleanor Roosevelt, Eva Braun, Clara
Petacci, Clementine Ogilvy Spencer-Churchill, Nadezhda Serguéievna Allilúyeva, y
Soong Mei-ling, en las decisiones de Roosevelt, Hitler, Mussolini, Churchill, Stalin,
y Chiang Kai-shek, por mencionar algunos ejemplos, y determinar si acaso jugaron
algún papel relevante en las decisiones de sus compañeros, o ninguno. Y si sí, ¿cómo?
Otra línea es el rol desempeñado por las mujeres durante la IIGM, ya sea de victi-
marias (Ilse Koch la zorra de Buchenwald; Irma Grese, el ángel de Auschwitz; y María
Mandel, la bestia de Auschwitz en los campos de concentración), o víctimas (Ana
Frank y Edith Stein: ambas muertas en los campos de concentración, pero que fueron
mujeres con un alto impacto, tanto en el campo literario como el de la filosofía y la
religión, respectivamente). Sobre la misma línea de víctimas se abre la posibilidad
de explorar el tema de las mujeres judías como víctimas de la política de guerra cuya
intención era la no-reproducción de más judíos, vistas por los alemanes como fuente
biológica de impureza racial judía o degradación racial.
Otra línea se encuentra en el rol desempañado por las obreras que tomaron los
trabajos industriales de los hombres que se habían ido al campo de batalla, en el que
destaca la publicidad clásica de la mujer mostrando su músculo como símbolo de
fuerza nacional, y el caso de Marilyn Monroe, que fue armadora de drones antes de
desempeñar el rol de símbolo sexual y de la femineidad de la sociedad norteamericana
de la segunda mitad del s. XX.
Una beta igualmente interesante está en las mujeres que estudiaron la guerra o
que se relacionaron con personajes cruciales, como Hannah Arendt, que desarrolló
un profundo estudio sobre los totalitarismos al tiempo que fue pareja del filósofo
Heidegger, polémico tanto por su adhesión temporal al movimiento de Hitler como
por ser considerado uno de los filósofos más importantes del siglo XX.
No afirmamos aquí que estos temas no se hayan explorado, sino que son posi-
bilidades abiertas a que estas líneas de investigación sean analizadas a la luz de los
preceptos del feminismo en RRII, para las que las aportaciones de autoras como Ann
Tickner, Cynthia Enloe, Jean Bethke Elshtain (quien tiene un libro sobre las mujeres
y la guerra de 1987) y Kimberly Hutchings podrían ser muy enriquecedoras.

579
Posmodernismo
También desde el posmodernismo se puede observar la IIGM: Los metarelatos
de Jean-François Lyotard, identificables en el nacionalsocialismo, el comunismo, la
democracia o el capitalismo, todos ellos con su propia versión de libertad. Esos me-
tarelatos se pueden vincular a las críticas de Gianni Vattimo sobre las posiciones fun-
dacionalistas absolutas que proclaman una verdad (pensamiento fuerte) y para cuya
visión de la modernidad (propia de la IIGM) nos ofrece el pensamiento débil como
forma de rechazo. Podemos también realizar abordajes de los elementos de la de-
construcción de Jacques Derrida o el análisis del discurso de James Der Derian; o si
buscamos las conexiones correctas, la vinculación entre el conocimiento y el poder de
Michel Foucault. Sobre esto podemos imaginar, por ejemplo, la forma en cómo se
enseñaba la disciplina de RRII durante y después de la IIGM, exclusivamente desde
la visión del realismo, donde, casi como ortodoxia, la academia y la investigación
tenían que responder a esa visión analítica del mundo, lo cual permitía reproducir
la ontología positivista que respondía, a su vez, a la política exterior de los EEUU. Es
decir, la forma de producir conocimiento sobre estudios internacionales respondía
a fines políticos; o como dice la autora crítica Kimberly Hutchings “La teoría de las
RRII no sólo trata de la política; es también política en sí misma”,66 en la misma línea
en que Robert Cox afirmó que “La teoría siempre es para alguien, y para un propó-
sito”. Derivado de estas dos última reflexiones, las posibilidades de abordar la IIGM
también desde la Teoría Crítica, parados desde el campo de las RRII, ha sido y es un
suelo intelectual igualmente muy fértil.

Conclusiones
Poder, instituciones, normas y explotación son elementos en los que el realismo,
el liberalismo, el constructivismo y el neomarxismo ponen atención y énfasis, res-
pectivamente. Adicionalmente se pueden agregar otros elementos relevantes como
los intereses, la cooperación, el conocimiento, la ideología, la acumulación material,
el devenir histórico, las identidades, la interacción estratégica, etc.; todos pueden ser
motivaciones o factores de la guerra, pero la pregunta es ¿dónde y cómo podemos
clasificar estos elementos para darle sentido descriptivo o de causalidad a un evento
bélico? Ciertamente, cada guerra, cada conflicto es distinto uno de otro, inspirados
por distintas bases y distintos tipos de actores con distintos medios. Otros conflictos,
claro está, también son similares.

66 Kimberly Hutchings. International Political Theory: Re-thinking Ethics in a Global Era (London, Sage, 1999), 69.
Citado en: Scott Burchill, Andrew Linklater, Richard Devetak, Jack Donelly, Matthew Patterson, Christian Reus-
Smith y Jacqui True. Theories of International Relations. (New York: Palgrave McMillan, 2005), 141.

580
Aproximarnos, como observadores sociales, a esa realidad brutal y violenta como
lo es la guerra, con el fin de estudiarla y eventualmente entenderla, es tarea funda-
mental de los internacionalistas, politólogos, filósofos, juristas, historiadores, geógra-
fos, sociólogos, ingenieros, médicos, entro otros, como una tarea humana y obligato-
ria. Las teorías de las RRII nos ayudan en semejante tarea. Por eso, revisitar la IIGM,
a 70 años de su ocurrencia, y desde enfoques multidisciplinarios -separarla en sus
partes y volver a unirlas- es un acto académico e intelectual necesario y humanamente
muy pertinente.
La IIGM es un capítulo histórico que nos dejó lecciones y cuya interpretación puede
pasar por las teorías de las RR.II. Entre esas lecciones hemos encontrado lo dañino y
destructivo de la búsqueda del poder a través de la violencia moderna, burocrática,
ideologizada y sistematizada; hemos distinguido lo fundamental de la cooperación y la
construcción de instituciones y regímenes que la prevengan, mitigando su causa anár-
quica; hemos identificado la formación de identidades, materializadas en alianzas, y
la necesidad de las normas internacionales que regulen la conducta de los estados en
guerra; y finalmente, los elementos de explotación que puede haber de unos países a
otros durante el desenvolvimiento de la guerra como producto histórico.
Con todo y a pesar de que se han escrito centenares de miles de páginas al res-
pecto, los académicos tenemos que renovar los esfuerzos para tener un mejor en-
tendimiento de lo que nos destruye como especie. En especial, los internacionalistas
tenemos herramientas para entender y dotar de sentido a lo que ocurre en nuestro
mundo, y esas son las teorías de nuestra disciplina.
Este ensayo pretendió utilizar las teorías de las RRII para diseccionar y distinguir
ontológicamente los elementos que cada una de ellas ilumina del fenómeno agregado
de la IIGM, a 70 años de su finalización, para lograr, eventualmente, una mejor des-
cripción teórica de la misma.

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