Salta, Argentina

28/10/16

Neurociencias: conciliando
determinismo y libre albedrío
M. A. Bühler
Resumen.

En el presente campo, se observará la tan antigua disputa entre deterministas e

indeterministas, en búsqueda de definir si la libertad existe o no, y si las causalidades son
impostergables de acuerdo con los descubrimientos neurocientificos materialistas. Se
desmentirá la posición de acusación del materialismo a ser determinista puro y no dar lugar a la
libertad, pues, la misma base de la vida y la ciencia, se explica por espontaneidad y azar, más no
se las puede separar de cierta causalidad de la búsqueda de supervivencia del organismo, por el
cual, se ve permitido de buscar diferentes salidas espontaneas de acuerdo al contexto y época
en la que se manifieste. En este sentido, y considerando al humano como el mayor grado de
complejidad neuronal, es él el que goza del grado de libertad tan ansiado por filósofos nuevos y
antiguos, aunque nunca nos podremos librar de la determinación del medio, sea parcializada,
existe comprobadamente.

Introducción.

Por mucho tiempo se mantuvo el debate de la existencia de libertad o no, de qué tan autores de
nuestros actos somos, de qué tanta posibilidad de elección tenemos. Estas elecciones parecieran
tener una sensación de libertad, aunque un estudio un poco más profundo nos muestra, sin
embargo, que las decisiones son menos voluntarias de lo que parecen, tal y como lo demuestra el
neuromarketing. Pero cabría preguntarse si los avances de la neurociencia en realidad nos quitan
toda posibilidad de libertad, o, en realidad, nos la otorgan, al explicar la concepción de los
mecanismos neurobiológicos y fisiológicos de la toma de decisiones y la conciencia misma.

1. El actuar humano. Todas las concepciones éticas tienen como

La ética suele entendérsela como el estudio o
la valoración del comportamiento humano, tanto
social e individual. El comportamiento humano
desde la ética es el conjunto de actos realizados
voluntariamente, de forma consciente y libre.
base el supuesto de que el humano posee el
control libre de sus actos. Es este punto el que,
mencionan, nos diferencian como especie
humana de los animales, nosotros poseemos la
sensación de un actuar deliberado, sentimos que
podemos elegir entre un sabor de helado u otro,
entre presentarnos para rendir el parcial o no,
entre estudiar o no, entre ser psicoanalistas o

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hacer psicología seria, etc. El acto humano tiene el
carácter intencional que deviene en la posibilidad
de hacer una valoración moral de la
intencionalidad de la misma en base a una serie de
supuestos de conveniencia, o no, en cuando a la
supervivencia en grupo, de nuestros actos como
convenientes o no para cierto fin.
Digo conveniencia o no porque la ética, por lo
general, tiende a evitar la conceptualización de lo
bueno o malo.
2. Determinismo.
El determinismo afirma que nuestros actos y la
realidad misma, obedecen a causas, se entienden
como acción y consecuencia. Concibe cada
fenómeno como prefijado de una manera
necesaria por condiciones que la producen, ergo,
los resultados tienen que darse necesariamente o
determinadamente de cierta forma, porque el
devenir de la historia del fenómeno o sujeto se ha
estructurado de determinadas formas que las
causan trazan un camino a seguir de ciertas
posibilidades. De esta manera, ningún acto es
libre, la voluntad no tiene espacio en esta
concepción.
Aprovechemos para desmentir a Hospers, quien
acusa al determinismo de reducirse a un fatalismo,
primero, propone correctamente lo siguiente: “en
este ataque, vas a ser muerto o no lo vas a ser" (A
o no-A). Pero luego arguye, incorrectamente: "Si
vas a ser muerto, vas a ser muerto cualesquiera
que sean las precauciones que tomes" y "si no vas
a ser muerto, no serás muerto cualesquiera que
sean las precauciones que dejes de tomar"
(Hospers, 1976: 402; citado en Rodríguez, C. A.
2001). Sucede que entró en una falacia bastante
interesante, astutamente pone a los seres
humanos como impotentes ante el curso de los
sucesos, pero este no es el sentido de las
argumentaciones deterministas, si bien, se basa
en causación, no se extiende a predecir lo que
sucederá o no.
2.1. Libertad.
Si se tomara en este sentido al
determinismo, no cabría atribuir libertad a
nuestros actos, pues mi libertad solo se daría en
cuando yo elijo voluntariamente la única opción
causal a la que estoy inclinado a elegir por la
historia de mis sucesos vitales y los guardados en
las cadenas proteicas de aminoácidos envueltas
en el citoplasma del ADN.
Si la libertad se extiende en su máximo
esplendor otorgada por el libre albedrío, las cosas
sucederían de manera diferente: yo tengo la
voluntad de decidir acerca de mi comportamiento
para determinada situación, voluntariamente e
independientemente asumo una posición activa
en las decisiones.
Añadiré que libertad es una palabra con una
pluralidad de significados y contextos.
Independientemente de si tomamos posturas
deterministas o indeterministas, siempre
llegaremos a tocar este tema.
Para unos la libertad carece de pruebas
reales, y según Rodríguez (2001) hasta llegan a
afirmar que la libertad es una ficción que se
desvanece conforme más se la conoce la
causalidad de los actos. Otros niegan cualquier
condicionamiento y sostienen que la libertad es la
capacidad de autodeterminación y dentro de este
mismo sector, están los que defienden la idea de
la auto-determinación, pero con límites y, por
último, están los muchachos que no aceptan
ningún tipo de restricción.
2.2. Reduccionismo.
El determinismo ha sido acusado en ciertos
momentos de reducir la realidad y la naturaleza
humana a su mínima expresión de actor pasivo de
su realidad.
El reduccionismo tiene la fama de explicar la
totalidad a partir de una de las partes. Aplicado al
humano, usualmente se ve a nuestra especie
como una unidad integrada por tres dimensiones
bio-psico-social, luego, el reduccionismo solo
exaltaría lo biológico, o lo psicológico o lo
sociológico, entonces, el comportamiento
humano, desde cualquier determinismo que se
plantee, en esta visión del mismo, será finalmente
causado por factores externos al dominio del
mismo.
Yo propongo lo siguiente: se ha descubierto
que las áreas sociales y psicológicas humanas
tienen un basamento en actividad neuronal. En lo
psicológico, nuestra corteza prefrontal
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dorsolateral se encarga de la valoración de lo
peligroso o beneficioso para nosotros, que es una
de las bases de muchas del comportamiento
humano según varias teorías psicológicas, también
se ubicaron funcionamientos a nivel del sistema
límbico, que explican numerosas cuestiones como
emoción, memoria, motivación, y demás. Sugiero
considerar al humano holísticamente, no
fragmentarlo en dimensiones, no necesitamos
reducir al humano porque todas sus facultades
operativas están basadas en actividad neuronal,
ergo, no necesitamos elegir una dimensión del
humano porque solo existe una, que tiene
diferentes manifestaciones que podemos tomar
como biológico, psicológico o social. Tómese, si se
quiere, como una especie de hilemorfismo, una
sola sustancia con, en este caso, tres principios.
Véase nuestra sustancia inicial la actividad
nerviosa cerebral, véanse sus principios como las
actividades holísticas diferenciadas y co-
dependientes entre sí.
2.3. Hume.
Al respecto del tema de causalidad, David
proponía que, si toda idea procede de una
impresión, entonces ésta sería el límite del
conocimiento. Según Hume, en general, los
hechos están limitados a impresiones actuales, los
recuerdos están limitados a impresiones pasadas;
pero no existe impresiones del futuro porque,
obviamente, no ha sucedido; aunque, se puede
llegar a inferir, en algunos casos, lo que puede
suceder, al estudiar el devenir causal de los
sucesos de un fenómeno de interés.
En esta línea, Hume advierte que no hay una
impresión que corresponda a la idea de conexión
necesaria de dos fenómenos, esta es una
suposición que no se ha comprobado y que se
asume por costumbre. Alude que el principio de
unión de nuestras percepciones internas es tan
ininteligible como el de los objetos externos y no
lo conocemos de otra manera que no sea por la
experiencia. Para este filósofo empirista sólo
conocemos lo que se muestra, es decir el
fenómeno.
2.4. Laplace.
Como es predecible, una concepción de un
universo regido por las leyes de la naturaleza no es
exactamente del comité de bienvenida de la
concepción de las intervenciones sobrenaturales.
La pregunta que usualmente prosigue es:
¿Existen excepciones a las leyes? Casi todos los
pensadores cristianos, menos Descartes,
mantuvieron que Dios era capaz de estas
excepciones.
Aquí entra Laplace, para quien nada sucede
sin algo que lo haga suceder. Laplace formuló las
cuestiones del determinismo científico de la
siguiente manera: dadas las condiciones de un
instante particular, un conjunto de leyes
determina el futuro y muestra el pasado, esto
excluiría las posibilidades de lo sobrenatural en la
ecuación. Se cuenta por ahí, que Napoleón le
consultó el papel de Dios en el universo, a lo que
Laplace respondió: “Señor, no ha necesitado esa
hipótesis”.
Para Laplace todo está compuesto de
átomos y se mueven de acuerdo a las leyes de
Newton. Contaba que una inteligencia
matemáticamente dotada, conoce la posición y
velocidades de todos los átomos existentes en un
momento dado, el mismo tiene la capacidad de
cálculo de las posiciones y velocidades de
cualquier átomo en cualquier momento del
tiempo a partir de su conocimiento de las
posiciones y velocidades pasadas de las partículas
en el universo: para tal inteligencia nada sería
indeterminado, el pasado y el futuro estarían ante
sus ojos (Rodríguez, C. A.; 2001).
Con estas argumentaciones Laplace suponía
que el determinismo no puede probarse, no por
falso -como ciertas pseudociencias-, sino por la
falta de capacidad humana.
2.5. Skinner.
En Skinner podemos ver una especie de
determinismo ambiental. Se plantea que no son
los genes, no es la estructuración proteica de las
cadenas de aminoácidos dentro del citoplasma de
cada célula nerviosa la que determina nuestra
conducta, sino los factores ambientales, como los
sociales, culturales, económicos y familiares los
que proponen la determinación del devenir
conductual humano. También se puede observar
los factores educacionales y con ellos, el
aprendizaje, según esos factores situacionales y el
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aprendizaje de los anteriores, se determina
nuestras conductas, el ambiente hace que nos
dirijamos hacia la realización de determinada
toma de decisiones.
Los defensores de esta posición dicen que
cualquier acción se puede entender como una
respuesta de condiciones ambientales, por esta
razón es posible modificarla, cambiando la
influencia de las condiciones a través del
aprendizaje.
3. Indeterminismo.
En la otra esquina, un indeterminista niega
el carácter universal de la causalidad, niega la
fuerza de la necesidad absoluta de todos procesos
físicos y biológicos. El determinismo, con su
semblante absoluto y global, niega libertad en las
acciones humanas; en el contraataque, el
indeterminismo se extiende en el concepto
antropológico de libre albedrío.
Si lo que queremos es defender la libertad,
el indeterminismo pareciera ser lo más efectivo,
pues ve nuestras acciones y decisiones como no
determinadas, y en sus casos más generosos,
condicionadas. Se afirma que nuestros actos no
obedecen a causas determinadas, sino que son
producto de la decisión de la voluntad del ser
humano, ergo, podemos entender a la libertad
como el poder que un hombre tiene de hacer o de
no hacer alguna acción conforme a lo que él
quiere.
Se dice que el avance de la ciencia ha
refutado el determinismo de Laplace, en lo
orgánico, social y hasta físico, sostienen. El
establecimiento del principio de indeterminación
en la mecánica cuántica hizo tambalear algunos
principios deterministas, y animó a tomar en serio
los postulados indeterministas, al explicar las
conclusiones acerca del aparente “libre albedrío”
del electrón, la ausencia de causalidad en los
microprocesos, etc.
Pero hilemos un poco más fino: El
indeterminismo propone que los acontecimientos
no dependen de un proceso causal lineal -como
dijimos, por necesidad-, sino por un proceso
causal no-lineal, esto es por azar. Sucede pues que
el determinismo no tiene exclusividad sobre la
causalidad, pues, el azar no refiere a que la
conducta humana se dé sin causas; se refiere en
realidad a un sistema de causas no-coordinadas -
no lineales-.
El premio Novel Jacques Monod afirmó allá
por los años 60 la casualidad de las mutaciones
genéticas. En este sentido, el rol del azar, libre,
pero ciego, es importantísimo para las mutaciones
del ADN, y se sostiene que es la raíz misma de la
evolución. Incluso en las investigaciones
experimentales puras, incluidas las cronológicas
como ensayos clínicos y los diseños factoriales de
la mismísima neurociencia, se basa en la
probabilidad, esto es, el azar, para su muestreo, y
con él, se asume la representatividad de una
muestra para una población, teniendo todos -los
integrantes de la población estudiada- la misma
posibilidad de ser elegidos, ergo, la posibilidad de
error es la menor posible.
3.1. Kant.
Nuestro querido Immanuel, uno de los
pensadores más célebres, solo pensaba al
determinismo para lo fenoménico, que responde
a la necesidad; por otro lado, pensaba al
indeterminismo en lo nouménico, donde ubicó a
la libertad y afirmó que ésta es indemostrable,
pero que es un supuesto necesario para
fundamentar la moral. De ahí la pequeña disputa
con nuestra psicología y su cientificidad, ya
respondida por Reymond, Helmholtz y los suyos.
No estaba negando la posibilidad de
libertad, solo que, junto con la inmortalidad del
alma y la existencia de Dios, la arrancó de las
garras de la ciencia positivista, diciendo que la
ciencia no podía hacer nada allí.
4. Neurociencias y su implicancia.
Por fin, vayamos a lo interesante. Las
neurociencias, más que una disciplina son un
conjunto de disciplinas que se entrelazan y se
enriquecen mutuamente, entre la neurología, la
neurocirugía, neuroanatomía, neurofisiología,
neuroquímica y neurofísica. Facundo Manes y
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National Academies Press1 están de acuerdo en
definirla como son un conjunto de disciplinas
científicas que estudian la estructura, la función, el
desarrollo de la bioquímica, la farmacología, y la
patología del sistema nervioso y de cómo sus
diferentes elementos interactúan, dando lugar a
las bases biológicas de la conducta.
Ellas son las culpables del rechazo de varios
postulados filosóficos y religiosos, con la
correspondiente comprobación científica. Gracias
a ellas hoy sabemos mucho más de nosotros
mismos.
4.1. Neurobiología de la conducta.
El premio Nobel John C. Eccles dijo: "Sin que
quiera ser demasiado dogmático, se podría decir
que el objetivo de las neurociencias es formular
una teoría que pueda suministrar en principio una
explicación completa de toda la conducta de los
animales y del hombre, incluyendo la conducta
verbal humana" (Popper y Eccles, 1982: 403;
citado en Rodríguez, 2001), en otras palabras, las
neurociencias estudian la actividad humana
descubriendo el funcionamiento del cerebro.
El tema de la neurobiología de la conducta
es una tópica muy abarcativa, que está en plena
investigación y desarrollo, pero lamentablemente
no puedo explayarme a voluntad en este punto,
así que resumiré.
El cerebro es un organismo en red, lo que
significa que trabaja en relación con su ambiente.
Está determinado para realizar los ajustes
necesarios para conseguir su supervivencia y la de
su especie. La conducta podríamos entenderla
como la capacidad de reaccionar ante un estímulo,
pero cuando estamos en el campo de las
neurociencias, esa respuesta es un tanto más
compleja. En resumida manera podríamos explicar
el proceso conductual de la siguiente manera: La
vía somatosensitiva2 está constituida por 4
neuronas3. La primera neurona tiene su soma en
el ganglio espinal de la raíz dorsal de la medula;
desde allí, la dendrita hace contacto con el
1 ISBN 9780309127400.
2 Existen otras vías de recepción de estímulos, pero este
es el más común, además, el proceso a nivel SNC es el
mismo al llegar al tálamo.
receptor periférico -el que recibe la sensación-,
entonces, el axón penetra la raíz dorsal donde está
la segunda neurona. Aquí existen dos opciones,
primero puede sinaptar con una interneurona,
que enviará la información a una motoneurona de
la raíz ventral -vía para la respuesta de estímulos-
y producir un acto reflejo4 y segundo, puede
decusarse vía haz espinotalámico hasta llegar al
tálamo, donde está la tercera neurona, es aquí
donde está el umbral de dolor -tiene un rango
definido para hacer consciente una sensación, lo
inferior o superior a él, no es consciente-, y se
envía la información al sistema límbico. Luego, la
información viaja al área somatosensitiva primaria
-1,2,3 de Brodmann- donde está la cuarta
neurona. Luego, la información pasa al área
somatosensitiva secundaria, donde se almacena
en la memoria a largo plazo -sensitiva en este
caso-, y posteriormente pasa al área de asociación
de la triple frontera, donde se integran todas las
sensaciones para luego pasar al área de asociación
límbica, donde se integra e identifica memoria y
emoción relacionada con el estímulo. Al final, la
información viaja al área de asociación prefrontal,
donde se toma la decisión de respuesta. Puede ser
inhibición y acaba el proceso; puede ser palabra, y
el área de Wernicke entra en juego; o puede ser
una respuesta motora, en este caso el prefrontal
envía información al área secundaria motora,
luego al área primaria motora y luego, la
información va a dos partes: al nervio facial a
través del par craneal 5 encargado de inervar
músculos faciales y luego va a la raíz ventral de la
medula, donde está la segunda neurona y luego el
musculo correspondiente.
Analicemos lo explicado, disculpándome
por no poder sintetizar de mejor manera la
complejidad del proceso. El cerebro realiza un
proceso organizado y estructurado, observado en
todos los humanos observados por los distintos
métodos -los cuales tuvieron su repercusión y se
los trata en un momento-, lo que nos insinúa la
determinación del proceso conductual, podríamos
elegir si responder con palabra o salir corriendo,
pero las vías neuronales por las que se hace
3
En realidad, no son 4 neuronas propiamente dichas,
sino que son grupos de neuronas con funciones
particulares para la configuración de la conducta.
4 Son las respuestas reflejas, como sacar la mano
cuando nos quemamos.
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posible esto, no son modificables ni varían,
siempre y cuando seamos humanos, claro.
4.2. Neuroimagen y la personalidad.
Se dice que las técnicas de neuroimagen no
permiten el acceso al estudio de la personalidad y
mucho menos la mente humana, analicemos la
situación. EL fMRI -por sus siglas en inglés
functional magnetic resonance imaging que
significa imagen por resonancia magnética
funcional- detecta pequeñas chispas de actividad
en diferentes áreas cerebrales. En una
investigación, se escanea el cerebro en reposo
para establecer una línea base -sujeto sobre su
propio control-, y luego se vuelve a escanear
mientras la persona realiza la actividad, para
detectar correlaciones entre la actividad y las
zonas del cerebro que incrementan su activación
al llevarla a cabo.
El fMRI no mide la actividad cerebral, sino el
consumo de oxígeno de acuerdo al flujo sanguíneo
en el encéfalo. Se asume que si una zona en el
cerebro está consumiendo más oxígeno durante la
actividad que realiza, indica un incremento de la
activación, el punto clave aquí es “incremento”, y
no “encendido”, porque en realidad, todo el
cerebro siempre vive encendido, siempre hay
sangre circulando y oxigeno consumiéndose, es
decir, no se busca diferenciar las zonas activas de
las inactivas simplemente, sino de ver la variación
de la actividad.
En teoría, el único cerebro “apagado” es el
muerto. Pero compliquémonos la vida un poco
más. Un grupo de investigadores al mando de
Craig M. Bennett5, han publicado un artículo sobre
una resonancia magnética realizada a un salmón -
sí, a un pez, parece que no tenían mucho que
hacer en esos días-. Utilizando protocolos del
neuromarketing -área nueva y en inicios de
formación-, Bennett puso a un salmón dentro de
la máquina de resonancia magnética colocándole
diferentes imágenes, como en cualquier estudio
normal; lo llamativo era que el salmón no estaba
vivo en el momento del escaneo. Aún más
5 http://prefrontal.org/files/posters/Bennett-Salmon-
2009.pdf
llamativo les resulto que el escáner reveló
actividad en una parte del cerebro del pez.
Para esto, el fMRI segmenta el cerebro en
cubos de unos tres milímetros cúbicos llamados
“voxels” (palabra derivada de volumen + pixel), y
mide qué tanto se incrementó el nivel de
activación -según el consumo de oxígeno- para
cada uno de esos voxels, de los cuales hay unos
50000 en un escaneo normal. Los datos crudos del
consumo de oxígeno son entonces analizados por
una computadora para generar esas imágenes que
vemos tan a menudo. En ellas los distintos colores
representan la fuerza de activación de cada voxel
entre el cerebro en reposo y el cerebro durante la
actividad, para mostrar una representación gráfica
de la activación cerebral.
En síntesis, sí, es complicadísimo, no, nada
se ilumina en el cerebro.
Las críticas comienzan: mencionan los
cálculos estadísticos necesarios para obtener los
resultados. Para interpretar los datos que genera
la fMRI se utilizan distintos softwares y algoritmos
con el fin de determinar si una zona cerebral
específica ha aumentado su activación de manera
significativa, o no. Un voxel podría aumentar su
consumo de oxígeno por puro azar, sin que esté
vinculado con la tarea realizada.
Cabe preguntarse si tales variaciones estadísticas
en realidad son tan perjudiciales como se
mencionan, pues, la investigación científica, siento
probabilística, se basa en el azar, y los hechos han
demostrado que tal error no se dio como se
especula, el avance de las medicinas,
neuroeducación, ubicación de implicaciones en
enfermedades neurodegenerativas, han mostrado
que la neuroimagen no es el único método, y los
métodos estadísticos, bajo una correcta
verificación, nos ofrecen la máxima seguridad que
podemos tener, más alta que cualquier otra que
ofrezcan agentes externos a la ciencia, por cierto.
Pensemos en esos errores aislados de
investigaciones únicas, es curioso su falta de
réplica, no se sabe si se realizó la correspondiente
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revisión de la máquina, no se estableció si esos
resultados entraban en los famosos falsos
negativos, etc.
4.3. Funciones mentales superior es:
Lóbulo frontal . Toma de decisiones.
Veamos, podemos definir a las funciones
mentales o cerebrales superiores como las
capacidades que ponen en juego la integridad de
un sistema de organización perceptual, la
rememoración del aprendizaje anterior, la
integridad de los mecanismos de conexión cortico-
subcorticales que sustentan el pensamiento y la
capacidad de tratar dos o más informaciones
simultáneamente -como respirar y caminar, por
ejemplo-.
De todas ellas, la que nos interesa tratar en
específico es la toma de decisiones, la cual es
dirigida por la corteza pre-frontal dorsolateral y
ventromedial.
La explicación del grupo de Damasio,
mencionada en Ellis y Young (1992), postula que la
región ventromedial integra los diferentes
factores implicados, es decir, se ocupa de integrar
los estados somáticos con la información
presente, ocasionada por la situación de toma de
decisiones, proporcionando el sustrato para la
integración de las relaciones aprendidas entre
situaciones complejas y estados internos,
incluyendo los emocionales asociados con tales
situaciones en experiencias anteriores.
La activación de esta región puede ser
somática y directa, provocada por la información
que alcanza la corteza sensorial somática, pero
también indirecta, de forma que es posible que se
produzca una activación cortical sin cambios
somáticos.
De esta forma, menciona Martínez-Selva
(2006), cuando se va a tomar una decisión, se
‘reviven’, en la corteza prefrontal ventromedial,
los estados emocionales que aparecían como
consecuencia de las decisiones realizadas en
anteriores elecciones similares.
Los estados somáticos, la información
sensorial y las experiencias anteriores se integran
en la corteza prefrontal ventromedial con la
información procedente de la amígdala, el
hipotálamo y otros núcleos del tronco cerebral -
encargados de emociones y funciones vitales
básicas-. La corteza prefrontal ventromedial ejerce
su influencia sobre la actividad vegetativa y
motora a través de ciertos circuitos mencionados
en Martínez-Selva.
Lo interesante para análisis de nuestra
temática es la doble determinación que ve en el
mecanismo neuronal, primero, los caminos o vías
prefijados para la toma de decisiones de la llegada
de información hasta el ventromedial, y después,
que todas estas decisiones son tomadas en
relación a la situación imperante en el exterior.
Cabría preguntarse si las situaciones en el exterior
siguen el mismo patrón de vías biológicas, para lo
que la mayoría de estudios en las ciencias
biológicas tienen respuestas afirmativas y la física
cuántica se opone por su indeterminación de la
actuación del protón. Añadamos dudar si existe tal
indeterminación o es, como es normal, falta de
entendimiento de nosotros los humanos, ergo,
falta de tiempo a los científicos, es decir,
tengámosle paciencia.
4.4. Lesiones cerebrales.
Las lesiones cerebrales son una buena forma de
demostrar la implicancia de áreas cerebrales en
funciones mentales. Existen numerosos ejemplos,
como el caso de Phineas Gage, quien al perder
parte de su corteza prefrontal orbitofrontal,
perdió habilidades sociales, no pudiendo inhibir
ningún impulso. Las enfermedades como la
esquizofrenia, que muestran muerte neuronal
general y una alteración de neurotransmisores,
igual deviene en alteraciones como percepción y
toma de decisiones, y así, otras lesiones más.
Menciono esto porque usualmente se acusa a las
pruebas neurocientíficas de no presentar más que
correlaciones y no causalidades, cosa que, además
de las lesiones, son refutadas por los
experimentos a cerebro abierto, tratamiento de
ACV, la psicología cognitiva basa su terapéutica en
los descubrimientos neurocientificos, etc.
4.5. Rodolfo Llinás y la consciencia.
Me gustaría terminar mi reseña de neurociencias,
mencionando al gran Dr. Rodolfo Llinás, jefe del
Departamento de fisiología en la New York
University, School of Medicine, en donde ha
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desarrollado una brillante carrera por más de 30
años.
En resumidas cuentas, el propone una explicación
para la tan debatida existencia de la consciencia
humana. En su libro “el cerebro y el mito del yo”
explica como la consciencia puede crearse a través
de una interconexión vía cuerpo calloso entre el
tálamo y la corteza prefrontal, usando como
ingrediente principal la transmisión de partículas
de calcio generadoras de actividad nueva, no
observada en ningún otro mamífero que no sea el
humano.
Es importante porque la tan poco ubicada
consciencia humana, la capacidad de pensamiento
y descubrimiento, de la que tanto se sostenían
simpatizantes de los indeterminismos y religiones,
está siendo desentrañada. Muestra que la
consciencia “es” el cerebro, como lo afirma en
múltiples entrevistas, y conferencias.
Los neurocientíficos en general consideran que la
conciencia es un sistema neurológico que ha
venido evolucionando en su funcionamiento y se
apoya en la experiencia acumulada de la actividad
pasada y en la organización secuencial de la
conducta.
5. Consensuando.
5.1. Mario Bunge y Martín Mahner.
La libertad también puede ser vista como un
fenómeno mental, como una cuestión interna o de
la naturaleza del ser humano. En este sentido, se
considera que nuestras experiencias de libertad se
dan en la mente, y al definir la mente es cuando
Bunge y Mahner recurren a las neurociencias.
A lo largo de la historia del dualismo, con
todas sus presentaciones, gustos y sabores, se ha
tomado a la libertad desde la perspectiva de
separación de los conceptos de mente y cuerpo,
de cerebro y mente.
En cambio, Bunge y Mahner, correctamente
utilizan términos distintos, ven a la mente como
idéntica al cerebro, no los separan en dos
entidades que se correlacionan o que son
independientes. De ahí que el enfoque de estos
autores sea monista materialista, defienden que la
mente y el cerebro son lo mismo, una cosa
material. Y el libre albedrío que sostienen se
deriva de esa concepción de la mente.
Existe una tradición que propone que la
libertad solo puede defenderse desde el dualismo,
y el determinismo únicamente puede defenderse
desde el materialismo. Se argumenta que, si
mente y cerebro son entidades diferentes, el
cerebro estaría determinado por leyes de la
naturaleza y la mente no. Por otro lado, si mente
y cuerpo fueran lo mismo -materialismo-, ambas
estarían determinadas por leyes lineales de la
naturaleza, ergo, no habría libertad.
En la tesis de este trabajo, me daré el gusto
de oponerme a la tradición clásica, trayendo la
concepción de Marito Bunge y Martín Mahner, la
concepción materialista que acompaña al libre
albedrio.
La hipótesis de la identidad propone que la
mente es idéntica al cerebro, y en su versión más
fuerte -se propusieron dos versiones, la fuerte y la
débil-, Bunge y Ardila (2002; citado en Rodríguez,
2001) proponen lo siguiente: los fenómenos
mentales son procesos nerviosos específicos que
ocurren en determinados subsistemas especiales
del cerebro, y que no pueden explicarse
únicamente con el recurso de la física y la química.
Sucedería que la hipótesis fuerte afirma la
libertad y la débil no. El error al pensar que el
materialismo no permite libertad está en pensar
que sólo hay un modo de entender el
materialismo. De hecho, según Bunge hay tres
modos de entender el materialismo: el
materialismo eliminativo, donde la materia no
deja lugar para la mente; el materialismo
fisicalista es la hipótesis débil; y el materialismo
emergentista es el que Bunge y Mahner suscriben.
El materialismo emergentista refiere a las
propiedades cualitativas que aparecen en los
órganos. El libre albedrío, en ese sentido, es una
propiedad emergente de ciertos subsistemas del
cerebro (Barragán, L. M.; 2014).
Si explicamos una acción humana como el
efecto de una serie de condiciones causales
necesarias, entonces concluimos que la acción no
pudo haber sido de otra forma y, por lo tanto, no
existe la libertad (McKenna, 2004). Sin embargo,
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como sostienen Bunge y Mahner, la mente no se J.M. Martínez-Selva; J.P. Sánchez-Navarro: A. Bechara;
rige únicamente con leyes causales. F. Román (2006). Mecanismos cerebrales de la toma de
decisiones. Revisión en neurociencia. Revista Neurol;
42: 411-8.
Bunge propone que, al asumir la voluntad
libre como un proceso mental y cerebral, debe ser
Llinás, R (2003). El cerebro y el mito del Yo.
legal, pero no causal, pues nada espontáneo lo es;
pero, la causalidad es sólo un modo de legalidad,
Rodríguez, C. A. (2001) Las neurociencias: entre el
y, al ser legal, la voluntad libre puede ser capaz de
determinismo y la libertad.
repetición y predictibilidad. Es decir, si sabemos
que Fulano es una persona con buen Ruiz, C. (2013). Libertad y determinismo. Francisco
razonamiento, podemos llegar a predecir, una vez Rubia y los argumentos de las neurociencias.
que hayamos observado la repetición de su buen
comportamiento, que elegirá la opción que https://www.psyciencia.com/2016/30/cuando-las-
demuestre un buen razonamiento, sin ser causal neuroimagenes-enganan-una-entrevista-investigador/
sino predecible por repetición. Aunque queda por
verse el tema de las causas que llevar a Fulano a
ser una persona con buen razonamiento, causas
espontaneas en algún sentido, en términos de
desarrollo filogenético y ontogenético, y causales
por otro lado, en el tema de lo ambiental y social.

5.2. ¿Libre o determinado?

Estoy de acuerdo con Searle (1987; citado

en Rodríguez 2001) al proponer que la conducta
libre existe, pero es solamente una esquinita del
mundo determinado.

Me uno al punto de tregua, de

entendimiento del materialismo demostrado,
permitiendo el azar y la espontaneidad que son la
única forma de explicar los procesos de la vida y
de permitirnos tener investigaciones
probabilísticas en este momento de la edad de la
ciencia. Si decimos que el organismo
espontáneamente decide lo que se adecua a él,
cabe preguntarse es de búsqueda de la
supervivencia libre o determinación natural de
supervivencia de vida. Pero, no estamos en
condiciones de abarcar ese tema, al menos en
algunos pocos años más.

Bibliografía.

Barragán, L. M. (2014). Libre albedrío en Mario Bunge y

Martín Mahner.

Bunge, M (1988). El problema mente cerebro.

Ellis, A. y Young, A. (1992). Neuropsicología cognitiva

humana.

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