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EL DESACIERTO DE UN HOMBRE DE FE

Gen. 12:10 – 20 / Gen. 14:1 – 24

INTRODUCCIÓN

Abram es el modelo a seguir del creyente, ya que - aunque las escrituras no


mencionan nada acerca de los conflictos internos que tenía - podemos decir
que a pesar que tenia muchas cosas materiales y una vida casi hecha su
corazón estaba vacío; y conforme a ello responde al llamado de Dios.
Sabemos que Abram era un hombre de fe, es decir, confió en Dios y le
obedeció, se alejó de su tierra y su parentela para ir hacia donde Dios le dijese
conforme a la promesa de bendecirle (v.2) y también de protegerle (v.3)

I. TEMOR DE ABRAM (v. 10 – 12)

(v.10) En el andar de Abram conociendo al Dios verdadero, se encontró


en una situación dura al escasear la comida en Canaán la tierra donde
estaba morando.
Hermanos, esto es algo que sucede a menudo en la vida del creyente,
al igual que Abram las cosas no siempre salen a la perfección y no
siempre la vida cristiana es maravillosamente perfecta.
Nuestro mismo Señor Jesús nos dijo: “porque estrecha es la puerta, y
angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.
(Mt. 7:14)

Abram se topa con una gran hambruna lo cual lo obligó a salir de su


lugar e ir a Egipto donde la tierra es rica y fértil.
(v.11 – 12) En el camino a Egipto Abram se percata que Sarai su mujer
de hermoso aspecto sería codiciada por los egipcios lo que significaría
que le matarían a él por quedarse con su mujer.
A causa de esto Abram tuvo temor, pero no de perder a su familia sino
de perder su propia vida, no de perder a su mujer sino de que él sea el
muerto.
El temor se apodero de Abram al punto de manejar su corazón y sus
pensamientos, a pesar de haber andado de la mano de Dios durante
este tiempo y que él se le apareció 2 veces, frente a la situación empezó
a tomar decisiones sin considerar a Dios.
II. SOLUCION DE ABRAM (v. 13 – 16)

Pero tú dirás, “Abram es el padre de la fe, ¿cómo es posible que tenga


miedo incluso que no consulte a Dios antes de hacer algo?”
Simplemente dejo a un lado las promesas de Dios y empezó a
depender de si mismo y buscar la solución más conveniente para él,
aun sabiendo que Dios le dijo que le protegería de todo, sin embargo,
empezó a confiar en su propia prudencia.
Y la palabra nos advierte acerca de dejarnos llevar por nuestra
inteligencia y sabiduría (1Cor. 3:19-20), lo que es mejor nos exhorta
a andar en la sabiduría que viene de lo alto. (Prov.3:5-8)
Lamentablemente, no fue así con Abram, él les mintió a los egipcios
(v.13) aun ya habiendo estado conociendo a Dios, adorándole con
altares y sabiendo que esto no agradaría a Dios transgredió la
confianza que había en Dios y lo dio por caso omiso.
En consecuencia, Abram se expuso al pecado no solo a él sino también
expuso a su mujer y a los egipcios (v. 14 – 15)
Es difícil entender: ¿Cómo Abram podía entregar a Sarai con tanta
facilidad? ¿Cómo pudo soportar no tenerla a su lado y mas bien verla
en la casa de Faraón? ¿Cómo pudo disfrutar de los abundantes
beneficios que el acaudalado “cuñado” le entrego?
¡Qué gran desastre que causo la incredulidad en la vida de Abram!
Ante esta escena debemos extraer dos lecciones, la primera es no
dejarnos manejar por el temor, temer es natural, el problema radica
cuando nuestro corazón se ve invadido por este sentimiento y nos hace
actuar sin considerar a nuestro Señor.
La segunda y personalmente la que me consuela y anima es el hecho
de que incluso Abram siendo el padre de la fe se dejó arrastrar por este
sentimiento de temor.
A veces somos duros con nosotros mismos y no nos permitimos fallar
por nada, y cuando caemos en algo nos martirizamos y torturamos a
nosotros mismos, pero como dice el pastor Wilson Chávez autor del
libro Las demandas imposibles de la vida familiar:
Que debemos “perdonar nuestros errores” (sentimiento de culpa) caso
contrario, “con esta actitud abrimos paso al acusador de nuestras
almas, el diablo, quien aprovecha para descalificarnos, debilitarnos y
derrotarnos. ¡No lo permitamos!”
El comentarista bíblico Matthew Henry dice lo siguiente:
“¡Ay, qué será de una fe débil cuando la fe firme se ve así remecida!
Muchas veces, si Dios no nos librara de las angustias e inquietudes en
que nos metemos nosotros mismos, por nuestro propio pecado y
necedad, estaríamos destruidos. Él no nos trata conforme a lo que
merecemos”.
III. RESPUESTA DE DIOS (v. 17)

Y en realidad es así, Dios nos trata con misericordia aun cuando


transgredimos su ley. Mas adelante, el profeta Jeremías lo reconoce y
dice: (Lm 3:22 – 23)

“Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque


nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande
es tu fidelidad.”

De igual forma sucedió con Abram, a pesar de su mal actuar Dios no


rompe su promesa de bendecirlo y protegerlo, sino por el contrario,
extiende su misericordia y responden con fidelidad ante su siervo, pero
esto no quiere decir que este de acuerdo con lo que hizo Abram.

(v.17) Dios hiere a Faraón y a su casa protegiendo así a la mujer de


Abram, Sarai, en consecuencia Faraón suelta a su mujer y reclama
justamente por el engaño de Abram. (v. 18 – 20)

El accionar de Dios condujo a que el Faraón tiemble ante el hecho de


tener a la mujer de Abram.

Ahora, antes de tirarle piedras y censuras a Abram por su mal


proceder, debemos fijarnos en nosotros mismo.
Cuan a menudo hemos:
• Desconfiado de nuestro Señor haciendo las cosas a nuestro
propio criterio.
• Nos hemos dejado llevar por nuestras emociones y
maquinaciones de nuestro corazón llevándonos a la puerta del
pecado.
• Hemos preferido el bien propio antes que el de los miembros de
nuestra familia ya sea en casa o en la iglesia.
Quizás ahora no estamos casados, pero debemos tener cuidado de que
el motivo de nuestras vidas sea el éxito profesional, el tener mas
dinero, el lograr fama en nuestro circulo; cuando en el camino estamos
descuidando a nuestra propia familia.
IV. LECCION APRENDIDA (c. 14:11 – 24)

Tiempo después estalló una gran guerra en la región. Se enfrentaban


nueve reinos, por un lado, Babilonia, Elasar, Elam y Goim, 4 reinos;
por otro lado, Sodoma, Gomorra, Adma, Zeboim y Zoar, 5 reinos que
se habían rebelado.

Conocemos que Lot sobrino de Abram, estaba viviendo en Sodoma a


causa de la separación que tuvo con Abram, esto porque en Sodoma,
que era una tierra malvada, había abundancia de cosas para vivir.

Resulta que el primer grupo de reinos gana la guerra y en su avanzar


saquean Sodoma llevándose a Lot y todas sus pertenencias como
botines de guerra. (v. 11 – 13)

Abram al enterarse de esto debe tomar una decisión, pero ya no guiada


por el miedo sino por el amor a quien era su sobrino. (v. 14)

Ahora, contemplemos bien esta escena, eran los 4 reinos que habían
ganado la guerra contra 5 reinos, habían demostrado que eran los más
más y nadie se atrevería a levantarse en contra.

Cualquiera puede pensar. “Ni loco, ni aunque me paguen me enfrento


contra aquellos, si ni siquiera tengo un ejército bien armado y
protegido, es mas solo tengo 318 criados míos que no tienen
entrenamiento necesario, hay que estar fuera de los cabales”.
Aun así Abram no vio su debilidad ni sus condiciones sino a Dios a
aquel en quien depositaría su confianza, su fe; aquel que le hizo la
promesa de bendecirlo y protegerlo en todo tiempo.

(v. 15 – 16) Finalmente e increíblemente Abram obtuvo la victoria.


Recuperando a Lot e incluso todos sus bienes.

Lot no era uno de los mejores sobrinos que se pueda tener, es decir,
había faltado a Abram al desobedecerle e irse para saciar sus propios
deseos; sin embargo, esto no fue impedimento a Abram para ir a
socorrer a su amigo.

De igual manera debemos hacer nosotros para con nuestros parientes


y amistades, a pesar de que hallan faltado a nosotros, no debemos
descuidar nuestro deber para con ellos.

Luego de esta victoria salen el rey de Sodoma y el sacerdote


Melquesiedec y se encuentran con Abram.

El sacerdote lo bendice y bendice a Dios de parte de Abram (v. 19 –


20)

Finalmente, Abram reconoce a Dios (v. 22 – 23) y crece en su


dependencia en él, habiendo arriesgado su vida por su sobrino sin
importarle lo demás haciéndolo desprendidos de sus intereses
personales y entregándose a proteger a los miembros de su familia.

Definitivamente, que gran ejemplo a seguir. Dios obro en la vida de


Abram al igual que prometió obrar en nosotros a través de su Espíritu
Santo, todos nosotros también pasaremos por la prueba por la que paso
Abram y debemos sujetarnos a nuestro Señor en todo tiempo, puesto
los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.

José Augusto Alvarado Zabaleta


Lima, Perú
2018

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