Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
0695
EFESIOS
Cap. 1:5 - 6
Amigo oyente, estamos caminando por las cumbres en esta epístola a los Efesios. Hoy
arribamos nuevamente al primer capítulo en esta epístola. Y llegamos una vez más allí, y
como usted ha podido apreciar, no estamos avanzando muy rápidamente. Hoy vamos a
considerar el versículo 5. Estamos en el capítulo 1, como dijimos, donde vemos que la
Iglesia es el cuerpo de Cristo. Dios el Padre planificó la Iglesia; Dios el Hijo pagó por la
Iglesia; Dios el Espíritu Santo protege la Iglesia. Nos encontramos ahora en el pasado
eterno cuando Dios planificó la Iglesia. Yo no estuve allí para presentar algunas
sugerencias, o para decirle a Él, cómo es que yo quería que fueran las cosas, pero Él me
está diciendo a mí cómo hizo todo. Ahora, yo no quiero ser tosco, pero debo decir lo
siguiente, Él me dice a mí: “Tómalo o déjalo. Así es como lo he hecho. Quizá a ti no te
guste pero esa es la manera en que lo he hecho y Yo soy quien está dirigiendo este
Universo”. Como usted ve, amigo oyente, Dios no ha entregado esto a ningún partido
político todavía. Y gracias a Dios por eso. Él tampoco lo ha puesto en manos de ningún
individuo. Y también le podemos dar las gracias al Señor por eso. Y ciertamente Él no
me lo ha entregado a mí; y debo decirle, amigo oyente, que todos nosotros podemos
exclamar, “Amén”, por eso y agradecerle que Él no lo hizo de esa manera.
Ahora, en nuestro programa anterior, mencionamos que hay tres cosas que Él ha hecho
Ahora, quisiéramos hacer aquí una declaración bastante fuerte y volvemos una vez más
a la epístola a los Romanos. Usted recordará que hicimos referencia al capítulo 9, de
aquella epístola. El Apóstol Pablo dice allí que no hay injusticia con Dios, y él dice que si
usted realmente piensa que la hay, entonces mejor es que cambie su forma de pensar,
porque él pregunta: “Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios?” Y la respuesta
que da es la siguiente: “En ninguna manera”. Y luego le dice a Moisés: “Tendré
Ahora, debemos aclarar algo aquí, y creemos que es algo muy necesario en el día de
hoy, ya que tenemos la impresión de que en muchas de estas cruzadas evangelísticas en el
presente, a la gente se le pide que pase hacia adelante, y que al pasar adelante ellos están
haciendo algo. Permítanos decirle amigo oyente, que Dios dice que Él no está salvando a
nadie porque esa persona pase adelante. Él no le salva a usted por ser una persona
“buena”. Él no le salva porque usted se haya unido a cierta iglesia. Él tampoco le salva
porque usted haya tenido una inclinación de buscarle a Él. Dios dice que lo hace porque
Él extiende Su misericordia. Y Él la tuvo aún con Moisés. Ahora, Moisés podía ir ante el
Señor y decirle: “Mira, yo soy Moisés. ¿Te acuerdas de mí, verdad? Yo estoy guiando a
los hijos de Israel en su salida de Egipto. Yo soy algo de valor, soy una persona
importante, bien encumbrada. ¿Tú tendrías un problema tratando de hacer las cosas sin
mí. De eso estoy seguro. Por tanto, yo quiero que escuches mi oración” Pero, no,
amigo oyente. Moisés nunca oró de esa manera si usted analiza sus oraciones. Y Dios le
dijo a Moisés: “Tendré misericordia del que Yo tenga misericordia, y me compadeceré del que
yo me compadezca”. Ahora, ¿qué es lo que quiso decir con eso? El dijo: “Así que no
depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia”.
Escuche atentamente, amigo oyente, lo que vamos a decir ahora. Dios dice: “Moisés,
Yo voy a escuchar tu oración, y la voy a contestar. Pero, no porque tú seas Moisés”.
“Porque no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” Y
amigo oyente, yo voy a estar en el cielo algún día, pero no voy a estar allí porque haya sido
una buena persona. Porque no es así. Usted no me conoce a mí de la misma manera en
que yo me conozco. Quizá si usted me conociera como yo me conozco, bueno, usted
apagaría el radio enseguida. Pero, ¡espere un momento! – no apague todavía su radio,
5
en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, (Efe. 1:5)
Si usted se encuentra en una zona que es muy llana, y mira a su alrededor, usted puede ver en
ciertos lugares nada más que el horizonte. Y esa es la palabra. Usted está “horizontalmente”,
digamos, usted se ha colocado en esa zona.
Debemos decir aquí que predestinación nunca es usado en referencia a personas que no son
salvas. Dios nunca predestinó a nadie para que se perdiera. Si usted se pierde, amigo oyente,
es porque usted ha rechazado el remedio provisto por Dios. Así es la cosa. Tenemos a un
hombre en una cama, que se está muriendo. Llega el médico a su lecho de muerte y le receta
cierta medicina, y le dice: aquí tiene una medicina. Si usted la toma, de acuerdo con las
indicaciones, usted se sanará. El hombre mira al médico sorprendido y le dice: “Yo no le creo a
usted.” Y deja la medicina allí que el médico le ha recetado y no la toca. Puede extender su
mano y tomarla, pero no lo hace. Ahora, ese hombre muere. Y el informe del médico dice que
ese hombre murió de cierta enfermedad, y eso es correcto. Pero debemos decir, amigo oyente,
que él tenía allí un remedio, y que él murió en realidad porque no tomó ese remedio, ¿no le
parece a usted? Debemos decir, amigo oyente, que Dios ha provisto hoy el remedio. Ahora,
Dios nunca ha predestinado a nadie para que se pierda. Eso es algo que usted tiene que
determinar por sí mismo. Allí es donde entra en juego su voluntad, su libre albedrío.
La predestinación tiene que ver con los salvos. Y lo que eso quiere decir es que cuando
Dios comienza con cien ovejas, Él va a finalizar con cien ovejas. Eso es todo lo que quiere
decir. Regresemos una vez más, a la epístola a los Romanos y allí encontramos un versículo
que es citado muy a menudo. Se encuentra en el capítulo 8, de esta epístola, versículo 28, y
Si las ovejas son salvas, no son salvas porque sean ovejas muy inteligentes, porque por cierto
que son bastante torpes. Si están en un lugar seguro es porque tienen un pastor maravilloso.
Eso es algo glorioso, maravilloso.
Ahora, esa es la segunda cosa que Él hace por nosotros. Pero Él también nos ha
“predestinado para ser adoptados hijos Suyos”. No vamos a entrar en mucho detalle en esto
aquí, porque ya lo hicimos cuando estudiamos la epístola a los Gálatas. Adopción, quiere decir
que Él nos ha llevado al lugar reservado para un hijo ya crecido. Y creemos que quiere decir
dos cosas muy importantes. Quiere decir, en primer lugar, que nosotros hemos sido regenerados
por el Espíritu Santo. El hijo de Dios ha sido renacido no de una simiente corruptible, sino
incorruptible por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Esa es la nueva
relación que existe ahora. El Señor Jesucristo habló con Nicodemo y le dijo que él debería
nacer de nuevo.
Cuando mis hijos era pequeños, trataban de hablar copiándonos a nosotros, sus padres. A
veces decían unas palabras que uno podía comprender, pero la mayoría de ellas, aunque hablaran
mucho, eran imposibles de entender. Al principio uno comprende una, dos o quizá tres
palabras, nada más. Así es que aunque hablen muchas palabras, estos niños, uno encuentra
difícil el poder comprender lo que nos están diciendo. Ahora bien, yo tengo un Padre celestial
en el día de hoy, y he sido un niño por mucho tiempo. Pero, amigo oyente, Él me ha dicho que
me ha colocado ahora en una posición donde yo puedo comprender lo que Él dice. Y el niño
muchas veces no comprende lo que nosotros le estamos diciendo. Pero ahora nosotros podemos
comprender, ¿cómo? Bueno, el Apóstol Pablo dice allá en su Primera Epístola a los Corintios,
capítulo 2, versículo 12: “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu
que viene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido”. Y todo esto ha sido por
medio del Señor Jesucristo o en Cristo Jesús. Hay un Dios; un mediador entre Dios y los
hombres, Cristo Hombre. Y todo esto, amigo oyente, es para la gloria de Dios; y aquí el apóstol
finaliza todo esto cantando esta doxología gloriosa - este maravilloso Salmo de alabanza, que
leemos aquí en el versículo 6, del capítulo 1, de la epístola a los Efesios que estamos
considerando, dice:
6
para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, (Efe.
1:6)
¿Sabe una cosa, amigo oyente? Eso es por su bien y por el mío. Yo no sé en cuanto a
usted, amigo oyente, pero yo me voy a gozar en esto, me voy a regocijar, me voy a alegrar, y voy
a hablar mucho acerca de esto, porque vale la pena hacerlo. Tiene mucho más valor que todo
ese palabrerío que a veces escuchamos y que se pasa bajo el nombre de religión. Ah, amigo
oyente, cómo necesitamos ver la gracia de Dios revelada en Cristo. En nuestro próximo
programa, Dios mediante, veremos lo que el Hijo pagó por la Iglesia. Y esperamos que usted
nos acompañe, mientras consideramos este aspecto. También le recordamos que estudie las