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REPÚBLICA​ ​BOLIVARIANA​ ​DE​ ​VENEZUELA

UNIVERSIDAD​ ​NACIONAL​ ​EXPERIMENTAL​ ​DE​ ​LAS​ ​ARTES


PROGRAMA​ ​NACIONAL​ ​DE​ ​FORMACIÓN​ ​EN​ ​DANZAS
MENCIÓN​ ​INTÉRPRETE​ ​DE​ ​DANZA​ ​CONTEMPORÁNEA
Unidad​ ​Curricular:​ ​Expresión​ ​Oral​ ​y​ ​Escrita
Profesora:​ ​Gipsy​ ​Castello
Realizado​ ​por:​ ​Enrique​ ​González​ ​Atay

El​ ​futuro​ ​de​ ​la​ ​palabra​ ​escrita​ ​ante​ ​el​ ​avance​ ​del​ ​siglo​ ​XXI

Diciembre,​ ​2017
Ante el auge de las nuevas tecnologías de la comunicación e información ha surgido
una inquietud creciente sobre el destino que tendrá la palabra escrita, vistas las
modificaciones a las que esta es sometida desde el punto de vista ortográfico y
gramatical en nuevos medios caracterizados por la escasa, cuando no nula,
intermediación entre quien produce el mensaje escrito y quien lo recibe; esta
intermediación, inexistente en la mayoría de los casos que se tratarán, no solo
comprende la participación humana (por ejemplo, de editores, correctores o
mensajeros) sino que se extiende a aspectos de otro índole como la alteración de la
dinámica tiempo-espacio ya que las tecnologías a las que se hace referencia
permiten una inmediatez en el hecho comunicativo que resulta inédita en la historia
de​ ​la​ ​humanidad.

Precupaciones como la de Marianne Peronard (2006) acerca de cómo la aparición


de diversas tecnologías para sostener el hecho escrito ha dado lugar a la
modificación de las características de la escritura tienen una suerte ecoicidad
retrospectiva en planteamientos como los de Rafael Cadenas (1989) acerca del
deterioro del lenguaje (especialmente el hablado, pero no escapa el escrito de sus
observaciones). Ambos autores coinciden en la preocupación por la preservación de
algunos principios que garanticen un grado de riqueza lingüística ya que esto
retroalimenta la posibilidad de construir un universo cognitivo y cultural de alta
complejidad​ ​y​ ​refinamiento.

Las argumentaciones que relacionan el crecimiento tecnológico con el deterioro del


lenguaje, especialmente de su componente ortotipográfico, tienen como centro,
evidentemente, el análisis del lenguaje escrito, lo cual representa una primera
desventaja. Ya Peronard (2006) advierte sobre la necesidad imperiosa de realizar
estudios sobre la incorporación de las tecnologías (particularmente de la
informática) en el ámbito educativo para valorar su incidencia sobre los niveles de
aprendizaje; con un alto nivel de certeza podemos afirmar que privilegiaría el estudio
del aprendizaje de las reglas de ortografía que se aplican a la palabra escrita. En
este sentido, es necesario precisar que no se cuenta con información suficiente para
poder relacionar de manera categórica ciertos usos del universo tecnológico con
transformaciones​ ​específicas​ ​en​ ​el​ ​aspecto​ ​ortográfico​ ​de​ ​la​ ​lengua.

De tal forma que podemos aproximarnos de manera abierta a algunas cuestiones


para complejizar la imagen que se dibuja sobre el destino de la palabra escrita en
este siglo que avanza. Habiendo señalado tales cosas, la primera cuestión a tratar
sería la necesidad de ampliar de manera consistente el foco de atención para
valorar no solamente la manifestación escrita de la palabra sino la relación entre
esta manifestación y sus correspondientes partes orales, gestuales y corporales, a
fin de explorar los efectos de la mediación tecnológica sobre todos estos
componentes en interacción (por ejemplo, si la intermediación de plataformas de
video conduce a un empobrecimiento de la gestualidad, o si se afecta negativa o
positivamente​ ​el​ ​espacio​ ​de​ ​lo​ ​escrito​ ​en​ ​una​ ​plataforma​ ​que​ ​combine​ ​video​ ​y​ ​chat​).

Así pues es menester descentralizar el estudio del lenguaje escrito como asunto
aislado especialmente si aludimos al crecimiento tecnológico como un espacio que
se basa en la posibilidad de combinar e interaccionar plataformas que conducen a
una multimodalidad en la que diferentes canales o medios de comunicación son
igualmente accesibles (valdría la pena revisar, por ejemplo, en qué casos se
prefieren cuáles canales; por ejemplo, notas de voz, fotos, videos donde aparece o
no el emisor, ​chat escrito), de manera que podamos proyectar a la palabra escrita
en un futuro en el que se relaciona consistentemente con otros medios (imagen
estática​ ​y​ ​dinámica,​ ​real​ ​y​ ​ficcional,​ ​sonido,​ ​color,​ ​valores​ ​tipográficos).

Otro asunto que habría que tomar en cuenta tiene que ver con la consideración del
ámbito al cual se circunscribe la palabra escrita. Esto nos pone en la necesidad de
adentrarnos en los aspectos que tocan a los géneros discursivos ya que los géneros
confieren unas normas y cualidades específicas a los textos que no son
generalizables ni transferibles de unos a otros. Por tanto será una prioridad estudiar
las normas de las interacciones escritas o multimodales en géneros y ámbitos
particulares (ejm. Mensaje de texto, correo electrónico, tuit, ​post de Facebook,
comentario de Youtube, mensaje de Whatsapp, captura de Instagram) que
difícilmente serán extrapolables entre un canal y otro. De modo que al establecerse
las normas de cada espacio/género (probablemente tan cambiantes o maleables
como lo sean las plataformas en las cuales se actúa) se podrá argumentar sobre el
nivel de competencia lingüística/ortográfica del usuario en la actividad mediada por
tecnologías​ ​o​ ​plataformas​ ​específicas.

Un siguiente tema a notar tiene que ver con el alcance ético, político y
práctico-social de las consideraciones que se hacen respecto al uso del lenguaje ya
que a menudo parece que las críticas y advertencias de autores como los
estudiados vinieran de una concepción de la Ortografía como proyecto moral
universal que dota de una dignidad especial a los sujetos que la detentan con
corrección mientras que marginaliza a quienes no se ubican en el espectro de los
bienescribientes​. Es como si la expansión tecnológica amenazara el ​status quo de
aquello que se suponía distinguía a unos de otros (tal como sucedió con el libro tras
la expansión de la imprenta de tipos móviles) Es una revisión que pasa por el
análisis crítico de los hitos históricos con relación a los cambios de soporte de lo
escrito​ ​y​ ​sus​ ​efectos​ ​en​ ​la​ ​valoración​ ​social​ ​del​ ​lenguaje.

De igual manera, y en el mismo plano de la revisión de los asuntos históricos, cabría


preguntarse por la relación generacional (etaria) entre el grupo de investigadoras e
investigadores que se aproxime al fenómeno de la tecnología y las/os sujetos de la
investigación para revisar los encuentros o desencuentros que puedan darse por el
nivel de competencia cultural respecto a: 1) la relación con la tecnología 2) la
relación con la corrección ortotipográfica y 3) el valor personal y colectivo que se da
a cada componente. Ha de suponerse que el incremento en la velocidad del
crecimiento tecnológico genera contigentes de usuarios que se rezagan
rápidamente de los avances y se amoldan a usos de la tecnología que
probablemente afianzarán prácticas lingüísticas que llegarán a ser relativamente
estables en tales o cuales medios/plataformas y un estudio sistemático debería ser
capaz de identificar si esta característica tiene o no incidencia en el fenómeno a
estudiarse​ ​y​ ​de​ ​qué​ ​manera.
Estas cuestiones son entonces las que se proponen a fin de poder abordar de forma
sistemática y con rigurosidad el tema de la palabra escrita ante el auge de las
tecnologías de la comunicación e información en el siglo XXI. Es posible, sin
embargo vislumbrar, a partir de los elementos reflexionados, algunas conclusiones:
la primera de ellas es que la palabra escrita continuará siendo un mecanismo
presente y necesario en el lenguaje de este y otros siglos futuros; la segunda es que
se presentará en combinaciones complejas con otros medios; la tercera es que
cambiará nuestra concepción de la ortografía según las reglas de cada ámbito de
comunicación y el género discursivo que se manifieste en dicho ámbito; la cuarta
conclusión es que habrá que atender con mucha más especificidad al usuario en
relación con su competencia tecnológica (que estará en estrecha relación con su
rango etario y esta relación será cada vez más cerrada) para poder estudiar la
importancia atribuida a la ortografía y la competencia en su correcta aplicación en
los​ ​ámbitos​ ​específicos​ ​a​ ​los​ ​que​ ​se​ ​aludió​ ​anteriormente.

Tal parece, como se puede entrever en los trabajos de Peronard (2006), que los
cambios en la tecnología que traen modificaciones a los soportes de lo escrito,
siempre han generado preocupaciones sobre las variaciones del acto de la
escritura, en su forma, proceso y en su contenido. Así, se pensó que la aparición de
la imprenta, que condenaba el trabajo de copistas y calígrafos, traería consigo el
apocalipsis del hecho escrito e incluso del registro del conocimiento. Cabe ahora
considerar cómo las tecnologías de la comunicación e información en sus más
recientes cambios en cuanto a la inmediatez y la capacidad de interacción
usuario(s)-usuario(s) pueden abrir el campo de lo escrito hacia lugares
extraordinariamente innovadores en cuanto, por ejemplo, a integración multimodal,
contenido y/o valores estéticos y también expandir el ámbito de lo gramatical y lo
ortográfico (considerando al menos los órdenes orales, gestuales y corporales) para
acoger e integrar nuevas normas que potencien las relaciones basadas en el
lenguaje al permitir un universo lingüístico de mayor complejidad y riqueza que no
necesariamente​ ​excluya​ ​la​ ​noción​ ​de​ ​una​ ​correcta​ ​organización​ ​de​ ​la​ ​lengua.
Referencias
Cadenas, R. (1989). ​En torno al lenguaje​. Universidad Central de Venezuela:
Caracas.

Peronard, Marianne. (2006). Lenguaje escrito y tecnología. ​Boletín de filología​.


Tomo XL, pp. 55-75: Pontificia Universidad de Chile. Extraído desde
http://www.boletinfilologia.uchile.cl/index.php/BDF/article/viewFile/20663/21831

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