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Derivados del Opio

Del jugo coagulado obtenido de la planta PapaverSomniferum L., planta


conocida como amapola o adormidera, se obtiene el opio el cual contiene
alrededor de 40 alcaloides, siendo los principales la morfina, la codeína,
tebaína, papaverina y noscapina (narcotina), entre otros.

Opiodes es un término genérico aplicado a los opiáceos y a sus derivados


sintéticos análogos que tienen acción similar a la morfina, sobretodo en la
capacidad de aliviar el dolor que es el principal uso terapéutico que tiene
este grupo de medicamento dentro de los que se incluyen el fentanilo, la
oxicodona, el dextropropoxifeno, la metadona, la Petidina (meperidina);
entre otros.

El opio es una mezcla compleja de sustancias que se extrae de las


cápsulas de la adormidera (Papaversomniferum), que contiene la droga
narcótica y analgésica llamada morfina y otros alcaloides.

La adormidera (Papaversomniferum), igual a una amapola común, es una


planta que puede llegar a crecer un metro y medio. Destacan sus flores
blancas, violetas o fucsias.

Es una planta anual que puede comenzar su ciclo en otoño, aunque lo


habitual en el hemisferio norte es a partir de enero. Florece entre abril y
junio dependiendo de la latitud, la altura y la variedad de la planta,
momento en el que se puede proceder a la recolecta del opio.

El término «opio» deriva del griego ópion que significa ‘jugo’, refiriéndose
al látex que exuda la adormidera al cortarla.

Otros nombres del opio son o-fu-jung (‘veneno negro’ en chino), ahiphema
en hindi o schemeteriak en persa. En inglés también se conoce con el
acrónimo GOM (God’sOwn Medicine: ‘la propia medicina de Dios’).

Historia

En tablillas sumerias del III milenio a. C. se lo menciona mediante una


palabra que también significa ‘disfrutar’. En los cilindros babilónicos más
antiguos se encuentran representaciones de cabezas de adormidera.[cita
requerida] En el palacio de Ashurnasirpal II en Nimrud (Asiria, actual Irak)
existía un bajorrelieve de una diosa rodeada de adormideras, creado en el
año 879 a. C. (actualmente se encuentra en el Museo Metropolitano de
Nueva York, en la galería de arte asirio).

Su empleo médico se remonta quizá al Antiguo Egipto, donde muchos


jeroglíficos mencionan el jugo que se extraía de estas cabezas (el opio) y
lo recomiendan como analgésico y calmante, tanto en pomadas como por
vía oral y rectal. Uno de sus empleos reconocidos, según el papiro Ebers,
es «evitar que los bebés griten fuerte». El opio tebaico aparece
mencionado ya por Homero (en la Odisea) como algo que «hace olvidar
cualquier pena», y simbolizaba la máxima calidad en toda la cuenca
mediterránea.

En tiempos del poeta épico griego Hesíodo (siglo VII a. C.), la ciudad que
luego se llamaría Sición se llamaba Mekone (‘adormidera’). Esta planta fue
siempre símbolo de Deméter, diosa de la fecundidad. Las mujeres casadas
sin hijos portaban broches y alfileres con la forma de su fruto, y los
enamorados restregaban pétalos secos para averiguar por los chasquidos
el futuro de su relación.

Los griegos la cultivaban y utilizaban con fines lúdicos y medicinales: como


analgésico, en forma de infusiones o con el opio en bruto para el dolor de
muelas, como antidiarreico, fiebres y para hacer dormir a los niños.

El historiador Heródoto (m. 425 a. C.) hace la primera mención explícita del
uso medicinal de esta droga. En los primeros templos de Esculapio (que
eran instituciones parecidas a los hospitales actuales), nada más llegar los
pacientes eran sometidos a una incubatio o ‘ensueño sanador’.

Hipócrates es el que le da su nombre actual a la droga, que traduce


opósmekonos: ‘jugo de adormidera’. Él lo recomienda como tratamiento
para la histeria, que considera como una «sofocación uterina».
Heráclides de Tarento, médico de Filipo I contribuyó a fomentar su
difusión, preconizándolo para «calmar cualquier dolor».

Los médicos griegos se volvieron expertos en crear antídotos para el


envenenamiento, que —tomados cotidianamente— inmunizaban al
usuario. Estas zeriaka o triacas contenían venenos (como la cicuta y el
acónito), pero en pequeñas dosis. Con el tiempo llegó a haber más de mil
recetas de triacas, y todas contenían distintas cantidades de opio.

Cuando Galeno confeccionó su Antídoto Magno, en el siglo II, ya la


proporción de jugo de adormidera en las triacas había crecido hasta ser un
40 % del total. Siguiendo sus recomendaciones, el emperador Marco
Aurelio abría las mañanas con una porción de opio «grande como un haba
de Egipto y desleída en vino tibio».

Prácticamente todos los emperadores romanos usaban a diario triacas.


Nerva, Trajano, Adriano, Septimio Severo y Caracalla emplearon opio puro
en terapia agónica y como eutanásico.

El mismo tipo de suicidio utilizaban incontables ciudadanos romanos,


patricios y plebeyos, pues eso se consideraba una prueba de grandeza
moral.
Como comenta Plinio el Viejo, «de los bienes que la naturaleza concedió al
hombre ninguno hay mejor que una muerte a tiempo, y lo óptimo es que
cada cual pueda dársela a sí mismo» (Historia Natural, 18.2.9).

Los romanos acuñaron monedas con la figura de la adormidera. En su libro


Materia médica, que es el tratado farmacológico más influyente de la
Antigüedad, Dioscórides describe el opio como algo que «quita totalmente
el dolor, mitiga la tos, refrena los flujos estomacales y se aplica a quienes
dormir no pueden». Por él —y por muchos otros escritores romanos— se
sabe que la demanda de opio excedía la oferta, siendo frecuente su
adulteración.

Durante el Imperio el opio, como la harina, fue un bien de precio


controlado, con el cual no se permitía especular. En el año 301, un edicto
de Diocleciano sobre precios fijaba el del modius castrense (una vasija con
capacidad para 17,5 litros) en 150 denarios (unos 10 denarios por kilo). En
cambio el kilo de hachís (un bien de precio libre) costaba entonces 80
denarios el kilo. Poco después, en el año 312, un censo reveló que hubo
793 tiendas dedicadas a vender el producto en la ciudad de Roma, y que
su volumen de negocio representó el 15% de toda la recaudación fiscal.

Sin embargo, este formidable consumo no genera problemas de orden


público o privado. Aunque se cuentan por millones, los usuarios regulares
de opio no se consideran enfermos ni marginados sociales. La costumbre
de tomar esta droga no se distingue de cualquier otra costumbre —como
madrugar o trasnochar, hacer mucho o poco ejercicio, pasar la mayor parte
del tiempo fuera o dentro de casa—. De ahí que no haya en latín una
expresión equivalente a «opiómano», si bien ya había al menos una
docena de equivalentes a «dipsómano» (alcohólico).

Remedio para la adicción al opio, el alcoholismo y la neurastenia («Se


vende sólo en parejas. Rodeamos el mundo»).

Falta en la Antigüedad quien considere el opio como panacea, y también


como cosa despreciable. Desde tiempos de Heródoto hasta los autores de
triacas no hay una sola noticia de alguien envilecido por el uso del opio.

Esta planta llegó desde la cuenca mediterránea portada por Alejandro


Magno hasta Asia.

En Persia, en el siglo XI, el médico, filósofo y científico IbnSīnā (Avicena)


—el mayor médico de la cultura islámica clásica— lo utilizaba como
eutanásico. Y su predecesor Al-Razi o Rhazes, también persa, otorga a
esa sustancia un lugar dominante en la farmacopea como anestésico y
analgésico.

En el califato de Córdoba (España), vuelve a prepararse la triaca magna o


galéncia para la corte de Abderramán; también aparecen allí varios libros
sobre botánica medicinal y farmacia, inconcebibles en cualquier reino
cristiano de la época.

Tomando como núcleo productor las plantaciones turcas e iraníes, la


rápida expansión del Islam diseminó el opio desde Gibraltar hasta Malasia,
en pastillas que a veces llevaban el sello mashAllah (‘regalo de Dios’).
Hacia el siglo IX sus usuarios solían comerlo, aunque los persas ya
acostumbraban fumarlo; también era frecuente consumirlo en jarabes de
uva, mezclado con hachís.

Representación de un fumadero de opio del East End londinense, 1874.

La cultura árabe se servía del opio como euforizante general,


recomendable para el tránsito de la segunda a la tercera edad, y para
sobrellevar los sinsabores de esta última. Se consumía tanto en privado
como en divanes públicos (equivalente a los casinos occidentales).

Guerras del Opio

El mercadeo de opio por parte del Reino Unido, Francia y Estados Unidos
a China generó un conflicto de grandes proporciones. Los chinos
consideraban que Occidente no tenía nada de valor con lo que comerciar,
pero los comerciantes británicos y estadounidenses, fuertemente
respaldados por la Corona británica, vieron en el opio la posibilidad de
tener intercambio.

El opio y sus derivados (morfina, heroína, etc.) constituyen las drogas más
adictivas. Por ejemplo, un trabajador medio chino adicto al opio gastaba
dos terceras partes de su sueldo en esta droga, dejando a su familia en la
miseria. Para 1839 el opio ya estaba al alcance de los obreros y
campesinos.

Se generó con esto una epidemia de adictos en China, por lo que el propio
emperador debió tomar cartas en el asunto, nombrando a LinHseTsu para
que frenara el tráfico de opio. Cuando Hong Kong fue devuelta a China en
1997, lo primero que hicieron fue poner una estatua de Lin, considerado
como un héroe nacional entre los chinos.

LinHseTsu mandó una carta a la reina Victoria I del Reino Unido pidiéndole
que no traficara más con opio.1 Sin embargo, la moralista reina Victoria no
accedió a las peticiones chinas, estallando poco después la Primera
Guerra del Opio, que generó un estímulo para que más mercaderes fueran
a China desde Estados Unidos y el Reino Unido. Muchas de las grandes
fortunas de Estados Unidos fueron basadas en este narcotráfico, que era
encubierto, pues decían que se comerciaba con té o tabaco. Se le llamaba
China Trade o Far East Trade.
A causa de la alta demanda de productos y la baja demanda de
mercancías, Gran Bretaña tenía un gran déficit comercial con China y
debía pagar estos artículos con dinero. Gran Bretaña comenzó a exportar
ilegalmente opio a China desde la India Británica en el siglo XVIII para
contrarrestar su déficit. El comercio del opio creció rápidamente, y el flujo
de plata comenzó a reducirse. En 1892, el Emperador Daoguang prohibió
la venta y el consumo de opio a causa del gran número de adictos.

El emperador censuró el opio en China debido al efecto negativo de este


en la población. Los británicos en cambio, veían al opio como el mercado
ideal que los ayudaría a compensar el gran comercio con China. Estas
guerras y los subsiguientes tratados firmados entre las potencias dieron
como resultado que varios puertos de China se abrieran al comercio con
Occidente, lo que condujo en parte a la caída de la economía china. Estas
guerras se consideran la primera guerra de opio.

Extracción y preparación

El opio se extrae realizando incisiones superficiales en las cabezas,


todavía verdes, de la adormidera unos días después de caerse los pétalos
de las flores. Los cortes exudan un látex blanco y lechoso, que al secarse
se convierte en una resina pegajosa marrón. Esta resina se raspa de las
cabezas obteniéndose así el opio en bruto. Al dejar secar este durante
más tiempo, se convierte en una piedra más oscura y cristalina a la vez
que pierde agua y se concentran los alcaloides.

Alcaloides

El opio contiene los siguientes alcaloides, derivados del metabolismo de


los aminoácidos fenilalanina y tirosina:

Fenantrenos (Morfinanos)

Morfina entre el 10-15 %


Heroína
Codeína
Tebaína

Benzilisoquinoleínas

Narcotina
Papaverina
Noscapina
Narceína

Para la extracción de los principios activos se utiliza el método Gregory,


recogiendo toda la planta, excluyendo raíces y hojas (paja de adormidera),
triturándola y diluyéndola en ácidos, tratándola después con un proceso
ácido/base. Este método fue creado en el Reino Unido durante la Segunda
Guerra Mundial.

Semillas de adormidera

Una vez seca la planta, las cabezas contienen centenares de semillas


redondas de un milímetro de diámetro aproximadamente, que salen de
manera natural por las aberturas de la parte superior de la planta, debajo
de la corona. Las semillas no contienen alcaloides, o los contienen pero en
cantidad irrelevante.

Efectos

Los primeros efectos se dejan notar como relajación y somnolencia. A


medida que crece el efecto, se sienten hormigueo y picores en todo el
cuerpo, se deja de sentir dolor, si se padecía, y se aumenta la sensación
táctil. A medida que se cae en los efectos narcóticos, se empieza a soñar
en duermevela y se siente una gran relajación.
Modos de consumo

Fumado

Tradicionalmente se prepara el opio diluyéndolo en agua y calentándolo a


fuego lento. Luego se filtra y se calienta otra vez hasta evaporar toda el
agua. El resultado es un preparado para fumar sin ceras y otras sustancias
no deseadas, con un nivel de morfina más concentrado, aunque también
es posible fumar el opio en bruto.

El método más eficiente consiste en utilizar un cuchillo calentado al rojo


vivo, aplicándolo sobre la piedra de opio e inhalando todo el humo
resultante con un embudo.

Otro sistema consiste en una pipa metálica, para que el opio pueda llegar
a hervir, y suficientemente larga para que el humo se enfríe.

También se puede fumar en papel de aluminio, aunque le toma más


tiempo transformarse en gota y correr papel abajo.

Un cigarrillo de opio no llega a la temperatura adecuada y se pierde gran


parte de su efectividad.

Ingerido

Al ingerir opio, lo primero que se nota es su desagradable sabor. Ingerido,


los efectos pueden tardar entre media hora y dos horas en empezar, y
mantenerse de ocho a catorce horas. Ingerir opio por vía oral afecta más
que fumarlo.

Tisana

Con la planta seca triturada, se puede preparar una infusión.

Se dan casos en que el opio es preparado en una cuchara como si fuera


heroína y se inyecta directamente en las venas, método contraproducente,
pues produce dolor e inflamación posteriores.

Preparados medicinales

El opio también puede ser utilizado para la elaboración de distintos


preparados magistrales tales como el láudano y el elixir paregórico, para
ser ingeridos por vía oral.

Legislación

En la mayoría de los países del mundo, esta droga está catalogada en las
del grupo I, por lo que está rigurosamente prohibido su comercio y
posesión con fines lucrativos. Es una droga ilegal.
El opio en el mundo

La producción legal de opio en el mundo está legislado por la Convención


Única sobre Estupefacientes de Naciones Unidas y otros tratados, bajo la
supervisión individual de cada país productor. El mercado de exportación
mundial se reguló a raíz del descubrimiento, en 1930, de una gran red
internacional que lo introducía en el mercado negro a partir de la
producción legal.

Muy pocos países autorizan legalmente el cultivo de adormidera o


amapola para producir opio y extraer sus principios activos como la
morfina y la codeina, entre otros. Estos países son la India, Francia,
Turquía, Serbia y España, concentrándose la mayor parte de los cultivos
en el sur de la península ibérica.

La India es el mayor productor legal a nivel mundial y el único que produce


opio a la manera tradicional de la incisión.

Otros países que cultivan opio para la exportación legal son Francia, con
su compañía Francopia, que produce el 25% de la demanda mundial, con
ventas alrededor de 60 millones de euros, además de la región de
Tasmania en Australia.
El Sudeste Asiático, concretamente Birmania, es uno de los mayores
productores y exportadores ilegales de opio en forma de heroína a nivel
mundial, dándose las tres cuartas partes de esta producción y
comercialización mundial en Afganistán. En el caso afgano, el problema se
trata de regular otorgándo licencias a los cultivadores locales, por parte de
Naciones Unidas, para su exportación legal, aunque también mediante la
quema de campos y destrucción de granjas de producción por acciones
militares.

Estados Unidos es el mayor consumidor de productos farmacéuticos


derivados del opio tanto legales (morfina) como ilegales (heroina).

Actualmente, el Consejo de Senlis promueve una iniciativa bajo el lema de


«Amapola para Medicinas» que trata de la posible producción de una
marca afgana de morfina en los pueblos afganos. Este proyecto utilizará
los dos recursos que existen en las zonas rurales de Afganistán:

La tradición y la experiencia de cultivar la amapola.

Los sistemas locales de control social.

Combinando estas dos realidades de las comunidades locales, se puede


fomentar actividades económicas en la economía legal y hacer un primer
paso en el proceso importante de desarrollo rural.
Introducción

Al introducir este tema analizaremos una sustancia cuyo uso se remonta


al principio de la civilización (hace más de 6.000 años). Quizás más, hay
información histórica de que ya en el neolítico (10.000 años Antes de
Cristo) al parecer se usaba con fines rituales. Su historia, para bien o para
mal, va ligada pues estrechamente a la historia de la humanidad.

Antes de seguir, digamos que este es también un caso en que los


beneficios que se obtienen de su uso médico son también muy grandes,
proporcionalmente mayores que con cualquier otro estupefaciente, aunque
la moderna farmacología los va substituyendo.

Digamos también que en el organismo humano y animal, existen, en la


membrana limitante con el espacio interneuronal, la sinápsis, unos
receptores específicos para sustancias naturales muy parecidas a los
derivados opiáceos que juegan un papel en la neurotransmisión de
estímulos en el sistema límbico del tipo dolor/placer, angustia/tranquilidad,
fatiga/reposo, excitación/inhibición que, exageradamente reproducen las
drogas psicotrópicas y entre ellas la morfina y la heroína, a las que
dedicaremos este artículo. (para profundizar en estos mecanismos ver
Cocaína).
Conclusión

Podemos concluir que el Opio proviene de mucho tiempo atrás y que en su


composición posee muchos derivados en los cuales pueden ser utilizados
como uso terapéutico dando así muy buenos resultados en tratamientos
con función analgésica, también podemos destacar que es un psicoactivo
que puede ser presentado en varias formas y puede ser consumido de
diferentes maneras con lo que el individuo puede tener trastornos metales
psicológicos y en muchos casos hasta la muerte.

Las preparaciones curativas obtenidas de la planta de la amapola


papaversomniferum de la que se extrae el opio han sido utilizadas desde
hace cientos de años para aliviar el dolor.

Estas sustancias inciden todas en la armonía y equilibrio de los procesos


mentales y emocionales, tratando de llevarnos a lo que desearíamos,
aunque sea por unos minutos, frenando la intervención del raciocinio.

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