Sei sulla pagina 1di 112
Del mis ator a éic deta identdad, Buenos Aites, Katt editores, 2907 ‘Thinking it through: An introducticn to contemporary philosophy, Nueva York, 2003, Color conscious. The political moraity of rece (encolaboackin con Amy Gutman), Frineston, 998 Ine my jaher’s douse: Ain in he philosophy of culture Nueva York 1993 Kwame Anthony Appiah Cosmopolitismo La ética en un mundo de extrafios ‘Traducido por Lilia Mosconi £134 Ou Primera edicion, 2007 © Katz Eaitores Sinclair 2949, 5° B 1425 Buenos Anas Fernén GonzAlez, 39 Bajo A 28009 Madrid ‘www hatzoditores.com, ‘Titulo de In eiei6n original Cosmepolitanisi, Ethics in a world of strangers, by W.'W. Norton & Company, Nueva York / Londres Copyright © 2006 by Kwame Anthony Appiah ISBN Argentina: 978 987-1283-52-1 ISBN Espatia: 978-84-96858-08-1 1, Diversidad Cultural. 2, Confucta de Vida, 1. Mosson, Lilia, tad. TL Titulo cD 396, El confenito intelectual de esta obra se encuentra protegido por diversas leyes 5 tratedos internacionales que prollbon la veproduecién Sntegre 0 exteectada, sealizada por cualquier proceimienta, que ne cuente con la autorizacién express del editor. Disefic de coleccién:thot6n kanst Impre:o en ln Argentina por Latisgrica SRL Hecho el depésito que marcas ley 1.723 n B 27 4 6% 77 105 15 141 157 183 203 229 indice Agradecimientos Introduccién 1, El espejo hecho aticos 2, Como salir del positivismo 3, Lasolidez de los hechos 4. Desacuerdo moral 5. Laprimacia de la pricti 6. Exiraios imaginarios 7. Lacontaminacién cosmopolita 8, De quién es Ja cultura, a fin de cuentas? 9, Los contra-cosmopolitas 10. La benevolencia con los extrafios, Indice analitico Agradecimientos Gracias a Skip Gates por invitarme a escribir este libro y por su amistad a lo largo de tantos anos. También a Josh Cohen y a Martha Nussbaum, qi en el pensomiento del cosmopolitisma filos6fico, Las conver- saciones con Mark Johnston, Steve Macedo, Gil Harman, Peter Singer y Jon Haidt influyeron en mi pensamiento en diversas tapas fundamentales (aunque, por desgracia, ninguno de ellos puede cargar con la resporsabilidad de le que hice con sus ideas) Un gran agradecimiento a toda la gente de Norton, en espe- cial a Bob Weil, por ser un editor tan atento, paciente y ve.ozs a Roby Harrington, sobre todo por su ayuda con el concepto original, ya Eleen Chung por el diseto de la sobrecubiesta, Gracias a Karen Dalton for Hevarnos ¢ elegir el Tiepolo de la sobrecubierta, También querria agradecer a mis hermanas y a mis cufiaclos por hacerme conocer Namibia, Nigeria, Norucga y mucho nés,y a mis primos de todo el mundo por haberme ensenado, a lo largo de décadas, tantas cosas sobre los lugares que conocen. ‘Como siempre, aqui,como en todo lo dzmas, la mayor deuda ienes hace algunos afios me iniciaron €5 con mi compariero Henry Finder, sine quo non, El agradecimiento a m. madre ya fue expresado en la dedi- cator.a, pero no resisto la tentaci6n de relatar una breve anéc- dota que muestra por qué este libro me parece tan suyo. Mi 12 | cosmorcuitisHo adie se muadé a Ghana en 1955, Lego dela muertede mi padre, en 1990, la gente no cesaba de preguntarle cuando volveria a su hogas.“Pero yo estoy en mi hogar’, decia ella siempre. Entorces se le ocurrié una idea. Fue alas oficinas dl ayuntamiento, com- pr la parcela vecina a la tumba de mi padre y la hizo cubrir con una losa, slo para asegurarse de que nadie fure-a ente- rrado en ese lugar antes que ella. Ahora, cuando alguien le pre- gunta, mi madre responde: “Tengo una parcela para mi e2 el cementerio de Kumasi’, Mientras escribo estas palabras, cin- cuenta aos después de sv Hegada desde Inglaterra, mi madre continiia en su hogar: Kumasi. Introducci6n Conversaciones ‘Hace mucko tiempo que nuestros antepasados sonseres huma- ‘nos, Si une beba normal nacida hace cuarenta mil afios fuera secustrada por un viajero del tiempo y secriara en Nueva York, en elseno de una familia normal, estarfa en condiciores de it a Ja un versidad dieciocho atios més tarde. Aprenderia inglés (ade- mis de... squién sabe?, espaol ochino), eatenderia trigonome- tia, miraria partidos de héisbol y escucharia miisica pops pro- a y hacerse un par de bablements querria perforarse la leng; tatuajes. ¥ seria tan diferente de los hermanos y hermanas que dejo letras, que resultaria irreconocible para ellos. Durante la mayor parte del historia humana nacimos en sociedades peque- ‘has formadas por unas pocas veintenas le personas grupos de cazadores recolectores-, y en un dia como cualquier otro s6lo. yeiamos a cuienes conociamos casi desde siempre. Todo lo que comian nuestros antepasados, toda la ropa con que s¢ vestian, todas las herramientas que usaban, todos los templos donde rezaban eran hechos por los miembros deese grupo. Sus cono- cimientos provenfan de los antepasados 0 de su propia e riencia. Ese es el mundo que nos configuré, el mundo en que fue formada nuestra naturaleza Ahora bien, si camino por la Quinta Avenida de Nueva York un dia como cualquier otro, yeré muchos mas seres humanos que los quela mayoria de esos cazadores recolectores prehist6- 14 | cosmopoLitisna ricos veia en toda su vida, Entre entonces y ahora, algunos de nuestros ancestros se establecieron en ua lugar y aprendieron agricultura; levantaron aldeas, pueblos y—finalmente— ciula- des, ydescubrieron el poder de la escritura, Pero esos aconteci- iien‘os fueron desarroilandose a paso muy lento, Todala gente que poblabs la Atenas clasica cuando muvié Sécrates,a finesdel siglo v a.C., cabria hoy en unos pocos rascacielos. Tres cuartos de siglo mas tarde, Alejandro partié de Macedonia pera con- quistar el mundo con un ejército de entre treinta y cuarenta mil hombres, muchas menos personas que las que llegan a Des Moires para ir a su trabajo cada lunes per la manana, Cuando en el siglo sla poblacién de Roma lleg6 aun millén, Roma era la primera ciudad de esas dimensiones, Para alimentarla, los roménos debieron construir un imperie que llevara a su cen- iro cereales provenientes de Africa. Por entonces, los seres huma- nos ya habian aprendido a vivir uno junto al otro en socieda- des donde la mayoria de los que hablaban la misma lengua y se regian porlas mismas leyes y cultivaban 'os alimentos que otros, ponian en su mesa eran pe-sonas que nunca se conocerfan. Creo {que es casi tin milagro que los cerebros conformados por nues tra historia ancestral hayan adoptado esa nueva forma de vida, Incluso una vez que comenzamos a construir esas sociedades mas grandes, la mayoria dela gente sabfe poco acerca de las tumbres de otras tribus, y solo podia influir en la vida de unas poces personas del lugar. Sdlo en los dos iltimos siglos, cuando todas las comunidades humanas, de manera gradual, han pasado 4 formar parte de una red tinica de comercio, de una red global de informacién, hemos alsanzado el purto en que cada uno de nosotros puede imaginar la posibilidad de ponerse en contacto seis mil millones de miembros de la con cualquier otro de lo especie para enviarle algo valioso: una radio, un antibiétieo, una nueva idea, Por desgracia, también podsfamos enviar, ya fuera nreoDucenén | a5 por egligencia o por malicia, cosas da‘tinas: un virus, una sus- tancia con:aminante, une mala idea. ¥ las posibilidades de bene- ficios y de males se multiplican més allé de toda medida cuando se trata de las politicas que los gobiernos ponen en préctica en nuestro nombre, Juntos podemos arruinar a los agricultores pobres cuando inundamos sus mercados con nuestros cereales subsidiados, paralizamos industrias al aplicarles ararceles leo- nines o enviamos armas que matarén a miles y miles. Juntos podemos elevar los niveles de vida mediante la adopeién de nu vvas politicas de comercio y asi cia, prevenir o tratar enfe medades con vacunas y productos farmacéuticos, tomar medi- das contra el cambio climético global, alentar la resistencia a la tirania y el interés porel valor de cada vida humana, Y, claro esti, la red de informacion mundial —Ia radio, la tele- visiGn, los teléfonos, Internet~ no sélo significa que podemos influir en las vidas de todo el planeta, sino también que pode- mosaprendersobre la vida que se desarrolla en cualquier lugar. Cada una de las personas que conocemos y en quienespodemos influir es alguien ante quien tenemos responsabilidades: decir esto no es més que afirmar la idea de moralidad propiamente dicha, El desatio es, entonces, tomar la mente y el corazén for- mados a Jo largo de los milenios en que vivimos en requefias comunidades,y equipartos con ideas e i mitan vivir juntos como ha tribuglol stitucionesque nos per- enque hemas devenido, 4C6mo denominar este proceso? No es adecuado Ilamarlo “glo- balizacién’ (término que alguna vez fue usado para referiese a una estrategia de mercado, después peso a designar una tesis mactoeconémica, y ahora parece abarcar todo y nada a la vez). No es adecuado denominarlo “multiculturalismo’, otro término 16 | cosmoPouitisHo deformador, quetan a menudo designa kc enfermedad que pre- tende curar. Conalguna ambivalencia, me he decidido por “cos- mopolitismo”, El significado de esta pclabra es tan polén como los de las otras, yia celebracién del cosmopolitismo puede sugerir una desagradable actitud de superioridad ante la supues- tamente provincial. Nos imaginamos a un personaje sofisticado, vestido en Comme des Gargons, con tarjeta de viajero frecuente, contemplando con amable condescendencia a un granjero de tez rabicunda, ataviado con sus mamelucos de fajina. Y hace- mos una mueca de disgus:o. Pero quiz sea posible rescatar el térmrino; después de todo, ha demostrado con creces su capacidac de supervivencia, EL cosmopolitismo se remonta, como minimo, a los cinicos del siglo1v a.C., quienes acufiaron la expresion cosmopolita, o“siu- dadano del cosmos’, Ista formulacién era intencionalmente parad6jica, y reflejaba el escepticismo gereral de los cinicos res- n polités~ pecto de las costumbresy le tradicién, Uncindadano— pertenecfa a una polis particular, una siudad a Ja cual dba lealtad. La palabra cosmosse referia al mundo, no en el sensido de a Tierra, sino en el del universo. En sus origenes, entonces, el discursodel cosmopolit smo indicabael rechazo de la nocién convencional segiin la cual toda persona civilizada pertenece a una comunidad entre comunidades. Bate credo fue adoptade y elaborado por los estoicos a partir del siglo n1a.C.,lo que adquirié una importancia central durante abi de los romanos-Cicerdn, Séneca, Epictetoy el emperador Marco Aurelio~ result6 apropiado para muchos intelectuales cristia- nos, una vez que el cristian smo pasé a serla religién del Imperio romano, No deja de ser profundamente irdnico que, a pesar de que Marco Aurelio procur6 eliminar a la nueva secta cistiana, sus Meditaciones~el extraordinariamente personal dicrio filo- (oria intelectual ultcrior del términc. Porquecl estoicismo, Inrrotucciow 117 séfico que escribié en el siglo 1 d.C., mientras luchaba por salvar el Imperio romano de los invasores barbaros—hayan atrai- do a tantos lectores cristianos durante casi dos milenios. Creo que en parte, su encanto emana de la manera en que la convic- cién cosmopolita del emperador estoico respecto dela unicidad del género bumano se hace eco de las palabras de San Pablo: “ya no hay judio ni griego; ni esclavo nilibre; ni hombre ni mujer, ‘ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jestis”! La trayectoria posterior del cosmopolitismo no carecié de dis- tincién. Sustenté algunos de los logros morales mis destaca~ dos de la Ilustracién, incluidas la “Declaracién de los derechos del hombre” de 1789 y la obra de Kant que proponfa una “liga de naciones’, En un ensayo de 1788, publicado en su periédico literario Teutscher Merkur, Christoph Martin Wieland alguna vezllamado el Voltaire alemén- escribi6, en una expresién muy caracteristica del ideal: Los cosmopolitas [..] ven a todos los pueblos dela tierra como otras tantas ramas de una familia tinica, y al universo como. tun Estado, del cual ellos, junto con otros innumerables seres racionales, son ciudadanos, a fin de promover la perfecci6n del todo de acuerdo cen leyes genera es de la naturaleza, mien- tras cada uno, a su manera, se ocupa de su propio bienestar.? ¥ el propio Voltaire ~a quien nadie, por desgracia, llamé nunca “cl Wieland francés”— hablé con gran clocuencia de la obliga- cién de entender a aquellos con quienes compartirios el pla neta, vincalando explicitamente esa necesidad con nuestra inter dependencia econdmica global: 1 Gilatas 328. 2. Christoph Murtin Wicland,"Das Geheimni des Koamopalitenordeny) Teutscher Merkur, agosto de 1788, p. 107 Traducci6n propia, N.dela‘T] I 18 | cosnapouitisno Nutridos con productos de sus tierras, vestidos de sus teks, divertidos por los juegos que ellos han inventado, hasta truidos por sus antiguas fébulas morales, spor qué habriamos es de descuidar el conocimiento del espir tu de esas naciones, a lag cuales han viajado les comerciantes de nucstra Suropa desde el momento en que pudieron encontrar un camino has.a elas? Asi, en la noci6n de cosmepolitismo se entrelazan dos aspec- tos. Uno deellos es la idea de que tenemos obligaciones que se extienden mas alla de aquellos a quienes nos vinculan lizos de parentesco, o incluso los lazos mas formales de la ciudadania compartida, El otro consiste en tomar en serio el valor, 10 sélo de la vida humana, sino también de las vidas humanas patti- culares, Jo que implica interesarnos en las practicas y las ereen- cias que les otorgan significado. Las personas somos diferentes, sabe el cosmopolita, y podemos aprender mucho de nuestras difereacias. ¥ es precisamente porque hay tantas posibilidades humanas que vale la pena explorar; ni esperamos ni desearros que todas las personas y todas las sociedades converjan en un Unico modo de vida. Cualesquiera sean nuestras obligaciones para con los otros (o las de los otros pera con nosotros), @ menudo ellos tienen el derecho de hacer as cosas ast manera, Come veremos, habré momentos en qu: esos dos ideales -el interés porlo universal yel respeto por laslegitimas diferencics~ 4 Voltir, Essa sur ls meeurset Pesprit oles nations en Oeuvres complies Voltire, Pars, Uimprimerie de bs Soci Litera Typographique, 784, vol, 16, p. 241 [La cita pertenecea la edicin espascla: Voltaire, Ensayo sobre las castuibrsy ef ext de lasracones, Co, "Bibsoteca Hachette de Filosfl’, Buenos Aires, Hachette, 1959,p. 172.) Agu, Voltaire babla ‘sapeeificamente de*Oriente’ yon especial de Chins y la India, pero seguramente no habrfa negedo su apicacion mas general, Inroruccidw | 19 entrardn en conflicto, En un sentido, lejos de ser el nombre de Ja solucién, el cosmopolitisma es el nombre del desifio. “Ciudedano del mundo,” ;Hasta dénde podemos llevar esa idea? Se nos exige realmente que abjuremos de todas las leal- tades y parcialidades locales en nombre de la humanidad, esa yasia abstraccidn? Algunos de los defersores del cosmopolitismo se complacfan en pensarasf, y 2 menudose convirtieron en faci les blancos del ridiculo. “Amigo de los hombres, y enemigo de as todos los hombres con quienes se relacion6’, dijo Thomas Carlyle acerca del marqués de Mirabeeu, ese fisiécrata del si- glo xvii que escribia e! tratado L’Ami des homntes cuando no esteba demasiado ocupado encarcelando a su propio hijo. “Amigo desu especie, enemigo de sus parientes’ dijo Edmund Burke de Jean-Jacques Rousseau, quien lievé al or“anato a cadauno de los cinco hijos que engendid, Aun ast, la versi6r del credo cosmopolita que auspicia la imparcialidad nunca ha dejado de provocar una férrea fas. Gidn. Virginia Woolf llamé alguna vez aliberarse “de las lealta- des irrealzs”: la lealtad a la nacién, al sexo, a la universidad, al bartio, y asi sucesivameate, En el mismo espiritu, Leon Tolstoi arremetio contra la "estupidez” del patriotismo. “Para acabar conla guerrs, acaben con el patriotismo”,escribié en un ensayo de i896, un par de décadas antes de que una revolucion arrasara conelzaren nombre del proletariado internacional, De mancra similar, algunos filésofos contemporsineos han insistido en que Jas frontezas de las naciones son irrelevantes desde el punto de vista moral: accidentes ce la historia sin derecho legitimo sobre nuestra conciencia, No obstante, si bien hay amigos del cosmopalitisrio que me ponen nervioso, también me complace oponermea sus més rui- dosos enemigos. ‘Tanto Hitler como Stalin quienes concorda- banen porascosas aparte dela idea de que el primer instrumento 20 | CsnapoutTisno de la politica era elasesinato~lanzaron regulares invectivas con- tralos“cosmopolitas desarraigades”;y, en tanto que paraambos el anticosmopolitismo solia ser un mero cufemismo por antise~ mitismo, estaban en lo cierto cuando vefan un enemigo er el cos- ‘mopolitismo, Porque ambosexigian un tip: de lealtad a una por- ci6n de la humanidad -una nacién, una clase que excluia la lealtad a la humanidad enteza. Y si hay unaidea que comparten todos los cosmopolitas es la de que no hay lealtad local que jus~ tifique olvidar que cada ser humano tiene responsabilidades res- pecto de todos los demas. Por fortuna, no necesitamos tomar partido por el nacionalista que abandona a todos los extranje- ros ni por el cosmopolitaincondicional quecontempia a sus ami- 0s y a sus compatriotas con gélida imparcialidad. La posiciSn que vale la pena defender podria denominarse, en ambos senti- dos, “cosmopolitismo parcial”, Gearge Eliot escribié un pasaje extraordinario sobre es en Daniel Deronda, publicedo en 1876, casualmente el mismo tema ano en que el primer -y hasta ahora titimo— primer ministro judio de Inglaterra, Benjamin Disraeli, obtuviera el titulo de conde de Beaconsfield, Aunque habia sido bautizado y edu- cado segiin los preceptosde la Iglesia de Inglaterra, Disrae i siem- pre conservé una orgullosa conciencia de suestirpejudia (dado el apellido, que su padre escribia D'Isradli, ésta habria resul: tado dificil de ignorar). Pero Deronda, que ha sido criado en Inglaterra como un caballero cristiano, descubre su ascenden- cia judia solo cuando es adulto, y reacciona comprometién- dose a respaldar a su “pueblo hereditario” Descubrir su ascendencia fue como encontrar un alma adi- cional ~su juicio ya no deambulaba por los laberintos de las empatias imparciales, sino que elegia, con esa noble parcial dad que es la mejor virtud de! hombre, la hermandad mas Inmrorucctow | 2a estrecha que vuelve préctica ala empatia- y reemplaz6 la sen- satez que mira a vuelo de pajaro, que se eleva para evitar las preferencias y pierde todo sentido de cualidad, por la sensa- tez generosa de avanzar codo a codo con los hombres con ‘quienes se compar:e una herencia. Vale la pena destacar que cuando Deronda reivindica su leal- tad judfa—su “alma adicional”- no rechaza la lesltad al género humano. Tal como le dice a su madre, "Creo que habria sido correcto que me hubieran eriado con la coneiencia de ser judio, pero siempre debe de haber sido bueno para mi tener una ins- truccién y una cmpatia tan amplias como fucra posibl:”. Después de todo, es el mismo Deronda que antes ha explicado su deci- sion de estudiar en el extranjero usando expresiones que se des- tacan porsucosmopolitismo: “Quiero ser un inglés, pero quiero entender otros puntos de vista. Y quiero liberarme de la acti- tud meramente inglesa ante los estudios”* Las lealtades y las filieciones locales no s6lo determinan nuestros deseos: determi- nar quiénes somos. Y cuando Eliot habla de “la hermandad mas. estrecha que vuelve practica a la emparfa” oimos el eco de las, palabras de Ciceron: “Lasociedad y la union de loshombresseria perlectamente guardads si aplicaramos principalmente nuestra {generosidad a aquellos con quienes mis estrechamente estamos tunidos”s Uncredo que desdente las parcialidades del parentesco ylacomunidad puede tener pasado, pero carece de futuro 4 George Hiot, Daniel Deronda, Londees, Penguin, 1995, pp. 715, 651-662, 83. 5 Georén, De effcin.5o [Lacita pertonccea la edicién espatola:Cicerb, Las ofcos, Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, 1943p. 45] 22 | cosmooUitisne Enel mensaje final que nos dejé a mis hermenas ya mi, mi pad:e cscribiés“Recuerden que son ciudadanos del mundo” Sin embargo, como lider del movimiento independentista del territorio que por entonces era la Costa Darada, nunca consideré que hubiera conflicio entre las parcialidades locales y la moral universal: entre ser parte del lugar dondese esté y de la comunidad humana que Jo incluye. Criado por este padre y por ura madre inglesa, tan streckamente vinculada a nuestra familia de Inglaterra como profurdamente arraigaca en Ghana (donde vive hace més de medio siglo), siempre tuye nocién dela mult plicidad yde lasuper- posicién de aspectos que caracterizan a la familia y alatribu: nada podria haberme parecide mis comtin y corriente, Y na cabeduda de quenada esmas comin y corriente, Desde el punto de vista geolégico, los seres humaros salimos de Africa en un abrir y cerrar de ojos, y hay muy pocos lugares que no hemos podido habitat. 31 impulso que nos lleva a migrar no es menos “natural” que el que nos lleva a establecernos, Par otra parte, quienes aprendieron la lengua y las costumbres de otros lugares no lo hicieron por nera curiosidad. Unos pocos bus- caban alimento espiritual, pero la mayoria buscaba alimentos propiamente dichos. La absoluta ignorancia de las costum- bres ajenas es en gran parte un privilegio de los poderosos, Hay tantos poliglotas viajeros entre los mas pobres como entre los mis adinerados: tanto en los barrios marginales como en la Sorbona. Asi, el cosmopolitismo no deberia ser visto como in logro sofis en la comunidad humana, de la misma manera que en lascomu~ nnidades nacionales, necesitamos desarrolar el habito dela coe icado, ya que comienza por la sencilla idea de que xistencia: la conversacidn en su sentido ms antiguo, la convi- vencis, Ja asociacion. Y Ip mismo ocurre con la conversacién en el sentido moderno. La ciudad de Kumasi, donde creci, es la capital de InreoDucclon | 23 la region ghanesa de Ashanti, Cuando era nifio, su calle comer- cial més importante se llamaba Kingsway. En la década de1950,, si alguies: caminaba por esa calle en direccién a los depésitos del ferrocartil, pasaba primero por el bazar de Babti, donde se vendfa comida importada, Atendia el local el eponimo senor Babi -un indio cortés y encantador- con la ayuda de su cada vezmés numerosa familia, El senor Babii era socia activo del Rotary, y siempre ere posible contar con él cuande se necesi- taban contribuciones para los diversos proyectos caritativos con que se entretenia Ia clase media, pero la verdad es que recuerdo al senor Babu principalmente porque en su tienda siempre habfa una buena reserva de dulces y por su p nente sonrisa. No puedo recordar el resto del recorrido que hacfamos por la calle Kingsway porque no en todas las tien- das habie caramelos que aseguraran mis recuerdos, Aua ast, recuerdo que comprébamos arroz en lo de los Hermanos Ira- nies, y que amenudo nos deteniamos a visitar a familias sirias. ylibaneses, musulmanas y maronitas,e incluso aun druso muy filosGfico~el seior Hanni~ que vendia ropa imporiada, 7 que a medida que yo crecfa siempre estaba dispuesto a conversar sobre los problemas que asolaban a su Libano natal, También habfa otras “extranos” entre nosotros: en los barracones mili tares del centro de la ciudad eracomiin eacontrar a muchosnor- tefios entre los integrantes de la “tropa como suboficiales, que llevaban diversas marcas de escarifi- cacién étnica grabadas en el rostro. ¥ después estaban los euro pecs ocasionales: el arquitecto griego, el artista htingaro, el miéilico itlandés, el ingeniero escocés, algunos abogados y jue- ces ingleses, y un surtico cadticamente internacional de pro- fesores universitarios, muchosde los cuales, a diferencia de los funciona-ios coloniales, permaneci indepencencia, De nino, nunea s tanto soldados rasos ron una ver declarada la me ocurtié preguntarme 24 | cosmoPoLitiswo por qué esas personas habian hecho un vigje tan largo para vivir y trabajar en mi ciudad natal; aun asf, me alegraba que lo hubieran hecho. Las conversaciones que se entablan mds alld de ks fronteras pueden ser tensas, y esa tensién aumenta a medida quc cl mundo empequefiece y hay més cosas en juego. Es por eso que vale la pena recordar que esas conversaciones también pueden ser placenteras. Lo que los académicos sue- Jen denominar otredad cultural” no deberia dar lugara la pie- dad ni a la consternacién. Fl cosmopolitismo es una aventura y un ideal. Sin embargo, no se puede respetar la diversidad humana decualquier manera y esperar que todos se vuelyan cosmopolitas, Las obligaciones de quienes desean ejercer su legitima libertad de asociarse con Ja gente de su misma clase ~de apartarse del resto del mundo, como lo hacen los amish en los Estados Unides~ son, ni mas ni ‘menos, las mismas obligaciones basicas que teremos todos: hacer por los demés lo que exige la moral. No obstante, un mundo donde las comunidades se mantienen escindidas unas de otras, ya no parece constituir una opcién seria, si esque alguna yez lo fue. Y el camino de la segregacién y el aislamiento siempre ha sido andmalo en nuestra especie perpetuamexte viajera. El cos- ‘mopolitismo no es una tarea d ficil: repudiatlo sf lo es, Eli de septiembre ha dado luger a innumerables debates acerca de la linea divisoria que se extiende entre “nosotros” y “ellos”. Esta perspective suele dar por supuesta la imagen de unmundo donde los conflictos surgen, er: tltima instancia, como conse- cuencia de congictos entre diferentes valores: esto es lo que 10- sotros consideramos buenos esoes lo que ellos consideran bueno. Es una imagen del mundo que tiene profundas rafces filoshfi- Wiouicids | 25 ‘cs: es reflexiva, estd bien elaborada, es plausible. ¥,creo yo, tam= ign es incorrecta, Quisiera aclarar que este listo noes un libro que recomiende politicas, ni una contribucién a los debates sobre el verdadero tostro de la globalizacion, Sey fildsofo de oficio, y los fildsofos rara vez escriben obras verdaderamente titiles. De todas mane- ras, espero persuadir al lector de que tras el hecho concreto de Ja globalizacién se ocultan cuestiones conceptuales muy inte- resantes. E conjunto de preguntas que me propongo abordar puede parecer bastante abstracto. ;Cusn reales son los valores? #De qué hablamos cuando hablamos de diferencia? jHay alguna forma de relativismo que sea correcta? ;Cudn¢o chocan la mora~ lidad y las cos:umbres? ;Puede la cultura ser una “posesién”? 4Qué debemos a los extrafos en virtud de nuestra humaaidad compartida? Sin embargo, la intervencidn de esas cuestiones ennuestra vida noes tan abstracta, Hacia el firal del libro, espero haber logrado que al lector Ie resulie més difieil pensar que el mundo esté dividido entre Occidente y el Resto; entre locales y modernos; entre una ética incruenta de ganancias econémicas y una ética cruenta de identidades; entre “nosotros” y “ellos” Laextranjerided de los extranjeros, la extraieza de los extrafios: ‘¢5a5 cosas son bien reales. Fl problema es que hemos sido exhor- tados, en gran medida por intelectuales bienintencionados, a ‘otorgarles una importancia excesiva. En ests libro me propongo sugerir que es un error ~al cual somos especialmente propensos los habitantes de esta era cien- tifica—resistirse al discurso de los valores “objetivos”. En ausen- Giade una ciencia natural de lo correcto y Ie incorrecto, alguien ‘cuyo modelo de conocimiento sea la fisica ¢ la biologis se incli- hard por la conclusi6n de que los valores a0 son reales; 0, de todos modos, 20 tan reales como los étomos y las nebulosas. Ante tal tentacién, quisiera aferrarme, como minimo, a un 26 | cosnapauiTisno aspecto importante de la obietividad de los valores: que hay algu- nos valores que son ~y deterian ser universales, de la misma manera en que hay muchos valores que son ~y deben se loca- les, No podemos aspirar a alcanzar un consenso defin:tivo en ‘cuanto la manera de ordenar estos valores segtin su importan- cia, Es por eso que retornaré constantemente al modelo de la conversacién; en particalar, al de la conversaci6n entre perso- nas que vienen dediferentes modos de vida. El mundo esta cada vez mas atestado: en el préximo medio siglo, nuestra especie, antes némada, se aproximard a los diez mil millones. Segtin las circunstancias, las conversaciones que se entablan més alla de las fronteras pueden ser placenteras 0 meramente enojosas, pero su principal caracterfstica es que son inevitables. 26 | coswaretitisn aspecto importante de la objetividad de los valores: que hayalgu- nos valores que son ~y deberian ser universales, de la misma manera en que hay muchos valores que son=ydeben ser—loca- les, No podemos aspirar a alcanzar un consenso definitivo en ‘cuanto a le manera de ordena: estos valores segiin su importan- cia, Es por eso que retornaré constantemente al modelo de la conversacibn; en particular, «| de la conversaci6n entre perso- nas que vienende diferentes modos de vida. El mundo esta cada vez més atestado: en el proximo medio siglo, nuestra especie, antes némada, se aproximania los diez mil millones. Segitn las circunstarcias, las conversaciones que se entablan més alla de Jas fronteras pueden ser placenteras o meramente enojosas; pero su principal cacacteristica es que son inevitables. a El espejo hecho ailicos “BL, RELATO DE UN VIAJERO En este libro nos encentraremos con muchos cosmopolitas y _anticosmopolitas, pero ereo que ninguno de ellos combina carac- “teristicas de ambos grupos con tanta crudeza como nuestro pri- “mer compaitero de viaj:. Sir Richard Francis Burton fue un aven- turero vistoriano cuya vida otorgé credibilidad al dudoso adagio “segtin el cual la realidad es més extrafia que la ficcién, Nacido ‘en 1821, de niio viajé por Europa con st familia y pas6 algtin "tiempo en contacto conlos romanis; sus contemporaneos ingle- +ses solian decir que habia adquirido algunas de las costumbres “n6madas de los gitanos. Aprendio griggo nodemo en Marella, francés e italiano ~incluido el dialecto napolitano- a medida que ‘su familia se iba despl:zando entre las comunidades de expa- ttriados briténicos de Francia e Italia, y legé a Oxford sabiendo bearnés -una lengua intermedia entre el francés y el espafiol-, ademis de griego y latin clasicos (al igual que uno de cada dos “estudiantes de aquellos dias). Burton no s6lo fue un extraordinario lingiista: también fue ‘uno de los més grandes espadachines europeos de su época, ‘Antes de que lo expulsaran de Oxford po: hacer caso omise de prohibicién universitaria de asistira las carreras, ret6 a duelo ‘un companero de estadios porque el jeven se habia burlado 28 | cosmorouiTisno de su bigote de morsa. Al ver que el joven a0 habia captado el desafio, Burton Ieg6 a la conclusion de que no estaba roceado de caballeros sino de “almaceneros”. Claro que es perfectamente posible que su adversario fuera un caballero que hubiera odo hablar de la destreza de Burton con el sable. ‘Alaedad de 21 anos, Richard Burton fue a Sind como en: plea- do de la Compania de las Indias Orientales, donde a su bagaje de lenguas europeas modemas y clésicas agreg6 el gujariti, el ‘marathi, el afgeno y el persa,en tanto que profundizaba su cono- cimiento del drabe y del hindi, cuyo estudio habfa iniciado en Inglaterra. A pesar de ser (al menos nominalmente) cristiano, en 1853 logr6 que le permitieran la entradaa La Meca y Medina como peregrino, haciéndose pasar por un pathan de la provin- cia de la Frontera Noroccidental de la India. Tambien viajo mucho por A€-ica:en 1858, ély John Hanning Speke fueron los primeroseuropeos en ver el lago Tanganyica. Entre otros luga~ res de Africa, Burton visité Somalia donde se hizo pasar por comerciante drabe-, asi como Sierra Leona, Cape Coast y Accra (ena actial Ghana), y Lagos. Conocié gran parte de Asia y de América “atina, y tradujo el Kama Sutra del sinscrito, y £1 jar- din perfumadey Las mil y una noches del arabe (este ultimo en dieciséis voltimenes, y acompafiado de un célebre“ensayo final” que incluyé uno de los primeros estudios nterculturales sobre Ja homosexualidad). Como correspondia, tarabién tradujo del portugués Os Lusiadas, de Laiz.Vaz de Camdes, que es un home- naje a Vasco da Gama, une de los primeros exploradores glo- bales. Sus traducciones lo hicieron célebre (incluso le trajeron mala fara, en el caso de la erotica oriental); también escribio _gramaticas dedos lenguas indias y una vasta centidad de os mas extraordinarios diarios de viaje de un sigio en el cual la com- petencia en el género fue muy intensa. En 1880 publicé un extenso poema que era, segiin dijo, una traduccién de “la Kasidah de ELESPEIO MECH ARicas | 29 ‘Haji Abdu Fl-Yerdi’,* an nativo de la ciudad desértica de Yazd, situeda en Persia central (uno de los pocos centros importan- tes del zoroastrismo que quedan en Iran), La gasida -como loescribimos ahora~ es una forma poetica ¢lasica de la literatura d-abe preisimica, con reglas métricas muy estrictas, que tradicionalmente comienza con la evocacion de “un campamento del desierto, Aunque es'e género era muy res- petado en el periodo preiskimico, tuvo su auge en los primeros: tiempos del Islam, antes del siglo vit d.C., cuando algunos la -consideraban la forma mas elevada del art? poético, El Haji Abdu de Yazd que nos muestra Burton era devoto de “una version _ oriental de! humanismo combinada con una inclinacién men- tal escéptica 0, como decimos ahora, cientifica’, Tambign era una ficcién, tal como es posible adivinar a partir de la lectura del ‘poema, Porque aunque la Kasidah esti infundida del espiritu del safismo —a tradiciin mistica del Islam-, también aludea la teoria evolucionista deDarwin ya otras ideas del Occidente vic~ toriano. Burton, el “traductor’, se ofrece a explicar estas cosas escribiendo en sus notas que Haji Abdu sumaba [...Ja su natural facilidad un don para el aprendizaje de las Jenguas [.., un bagaje de lecturas diversas y asistemticass ‘unos retazos de chino y de la antigua lengua egipcia; de hebreo y siriaco; de sénscrito y pracrito; de eslavo, especialmente lituano; de latin y degriego, incluido el romaicos de bereber, el dialecto nubio, y de zendo y acudio, ademas del persa, su Jengua materna, y de arabe clisico que se aprende en las escue- las. Y también estabs al tanto de “las —logias’, y de los descu- brimientos triunfales de la ciencia moderna, * Ta Casidaen su traducci6 al espaol [N. dela] 30 | cosmoroLiTisna Si los dores lingiiisticos de este sufi imaginario recuerdan un poco a los del propio Burton, el artificio del “traductor” no fue concebido para enganar. Al comienzo de la nota se nos dice que Abdu “preferfe Hamarse El-Hichmakani [..., que significa “De Ninguna casa, de Ningtin lugar” Y aunque uno delos pro- ‘pésitos de Burton 2s indicar que Haji Abdu es como él mismo, un hombre sin un profunéo sentido de identidad nacional o local (un cosmopolita desarraigado, me atreveria a decir), no cabe duda de que “el traductor” también desea darnos el indi- cio mas claro de que El-Yeadi es una invencién suya, Cierto es que el autor de la Kasidah expresaba ideas mis que Jevement2 heréticas para un musulman apegado a las tradicio- nes. En una de las estrofas anuncias No existe el Paraiso, no existe el Infierno; no son sino suefios de mentes infantiles (...] Entra dice: No existe el Bien, no existe el Mal; no son sine caprichos dela voluntad humana [...] Enresumen, puede sonar ~‘al como quiizé correspondaa un na- tivo del Yazd zoroastra~ mas como el Zaratustra de Nietasche que como un sufi persa. Sin embargo, hay un aspecto del autor que no ¢s ficticio: dado que Burton habia llevado a cabo su peregrina cidn a Le Meca, el autor dela Kasidah era sin duda un kaj, es decir, alguien que ha hecho la haji. Claro esta que una de las caracteristicas del cosmopolitismo europeo, en especial a partir dela llustraciér, ha sido la recep- tividad al artey ala literaturaextranjeros, y an anterés mis amplio por las formas de vida de otros lugares. Este rasgo reflejalo que EL ESPELO ECHO ARICOS | 31 - en Je introduccién dent como segundo aspecto del cosmopo- Jitismo: el reconocim:ento de que los seres humanos son dife- rentes y de que es posible aprender de las mutuas diferencias. He abi Goethe, en Alemania, cuya obra poética abarca desde uuna colecci6n de Lleg‘as romanas escritas a fines de la década le1780 hasta el Divine Oriente y Occidente, de 1819, su ultimo _ gran ciclo de poemas inspirado en la obra de Hafiz, el poeta _ petsa del siglo x1v (autor, tal como hatria seftalado sin Cuda Sir Richard Burton, de qasidasextremadamente populares), He _ahf David Hume, en la Edimburgo del siglo xvii, buscando fanosamente relatos de viajes con el propésito de examinar las, _costumbres chinas, persas, turcas y egipeias. Y un poco anies y “del otro lado del Canal de la Mancha, en Bordeaus, encor:tra- “mosa Montesquieu, cuya monumental obra El espiritu de las leyes, pubdlicada de marera anénima en Ginebra en 1748, desbot "dade anscdotas proverientes detierris que vandesdeIndoresia hasta Laponia, desde Brasil hasta la India, desde Egipto hasta Japén, yen cuya anterior e ingeniosa sétira de su propio pais las Cartas persas~ habla a través de un musulmén, Tambien el }oeta de Burton parece hablar mas que nada por Burton, un ndstico de inclinaciones cientificas con una vasta any de sonocinrientos sobre las religiones del mundo y una apreci scudnime de todas ellas: oda fe es falsa; tode fe es verdadera: a verdad es un espe;o hecho afiicos, esparcido enmirfadas de fragnentos; y cada uno cree que st: minasculo fragmento es el todo, “Su voraz asimilaci6n ce religiones, litera-uras y costumbres de lo el mundo lo retratan como un hombre fascinado por el -abanico de invenciones humanas, por nuestra variedad de for- 32 | cosmopouitisno mas de vida y de pensamierto. Y aunque Burton nunca aspir6 nada perecido a la imparcialidad, ese conocimiento lo situé en tunlugar desde donde podia ver el mundo con perspectivasremo- tamente alejadas del ambiente en que habfa crecido, Una aper- tura cosmopolita hacia el mundo guarda uaa perfecta cohe- rencia con la seleccién y elecci6n de algunas de las opciores que se encueatran en la busqueda, En ocasiones, los contempora- neos ingleses de Burton pensaron que éste respetaba més el Islam, que su cristianismo de crianza: aunque su esposa estaba con- vencida de que se habia convertido al catolicismo, creo que re sultaria mds verdadero decir que era, tal como lo expresé W. H. Wilkins en The romance of Isabel Lady Burtor,“un mahometano entre ma1ometanos, un mormé6n entre mormones, un sufi entre shazlis, un catolico entre cat6licos”* En este aspecto, Burton sigue a una larga filade buscaderes it nerantes, Si bien la fama de Menelao se debe principalmente a que el rapto de su esposa Helena causé la Guerra de Troya, Homerolo hace jactarse de aaber ido 4.Chipre, a Fenicia, alos egipcios, a los etiopes,a los sidonios, alos eremtos y a Libia, donde los corderitos echan cuernos muy pronto y las ovejas paren tres vecesen an aio, Allinunca les faltan, ni al amo ni al pastor, ni queso, ai carnes, ni dulce leche, pues las ovejas estén en disposic:bn de ser ordeitadas en cualquier tiempo. Siglos después del Iliada, Herédoto cuenta cémo recibié Creso al sabio Solon; 1 N.H, Wilkins (e.), The romance of Isabel Lady Burton vo. 3, Nueva York, Dodd Mead, 1897, p.722 2 Lacitapertencce ah edici6n esonnola: Homero, La Oia, Conto rv, Buenos Aires, Espasa Calpe,1962,p. 37 EL SsPes0 HECHO ACOs 33 Amigo ateniense, hasta nosotros ha llegado sobre tu persona ~ enrazén de tu sabiduria y de tu espiritu viaiero, ya que por twanhelo de conocimientos y de ver el mundo has visitado ‘iuchos pafses; por clo me haasaltado ahorael deseo de pre~ guntarte si ya has visto al hombre mas dichoso del munco. ingtin pals produce cuanto necesita, pues algunas cosas abun- an y se carece de otr:s, explica Solén en el curso de su res- esta.) £1 propio Herddoto viajé con rumbo sur hasta la actual uudn y nos dijo algunas cosas acerca de Mero (cuya lengua “atin ro ha sido descifraila), ciudad que solo dos siglos mas tarde eria sus dias de gloria Tal exposicién al abanico de costumbres y creencias huma- ‘as dificilmente desamarrara al viajero de sus propias costum- ‘Jos prejuccios raciales mas comunes de su sociedad. Los africa- os eran para él inferiores a los drabes y ala mayoria de los in- “dlios, y estos dos dltimos, a su vez, le parecian inferiores a los ‘europeos civilizados, Ea el tercer capitulo de To the gold coast for gold -relato de un viaje a Africa oceidental que emprenclié noviembre de 1881~ Burton habla como al pasar dela “polu- jn” de la sangre madzirense, causada “por la extensa misce- _genaciéncon el negro”’‘En 1858, al describir un viaje por Africa “oriental para la Blackwood’s Edinburgh Magazine, hace acota~ _ciones igualmente poco halagiienias: “la raza negra es siempre ocuiaz”; “hasta un swabili a veces dice la verdad”; “el habitante “4 Laciapirtenece ala edicén espanoacterédoto, Los muve libros def Hisoria, Mai, Gredos, 5, Libro tp.108 [Ne la} UA Rictard 3 Burton, to hed const or goa Lones, Chao and Windus, 1883.79. 34 | coswarouitisie de Wez:ra es nuestro granuja, dotado de todas las pect! ‘des de la melicia africana’, En cierto memento emprende una extensa descripcién de los “Wanika, 0 l pucblo deserticola de Jas colinas de Mombas”;“Son pura confusién, A la incapaci- dad infantil le suman la testarudez de la edad”, En la religion de este pueblo, Burton veia “los vanos ‘errores de la infancia rudimentariamente sistematizados”s ero Burton no circunseribia su desprecio a las razas mas sc ras, Erauna extraha mezcla de cosmopolita ymisintropo. En sts viajes a través de América del Norte, durante el yerano de 1860, relatados en The ity of the Saints, and across she Rocky rrountains to California, se las arregla para expresar hostilidad por los irlar- deses (“A lac nueve de la noche, habiendo legado al ‘Riachuelo de Treinta ydos millas’ nos sorprendimos gratamente al encon- trarnos con tna absoluta ausencia de irlandeseria”); condes- cendensia respecto de los ftancocanadienses (“una gente curiosa [...], muy adictaa la haraganeria”); descoaficnza hacis los indios pawnees (“Los pawnees, similares a los africanos, son capaces ce degollar a un huesped dornido”), y una moderada burla de los uuniformes del ejército estadounidense (‘En la vestimenta de su ¢jército, asi como en sus formas de gobiero, los Estados han ‘emprendido una imposibilidad moral”). Sin embargo, Burton también es capaz de componer la més elegante defensa de un pueblo despreciado, come lo demuestra su letania de respues- tas a las “objeciones sentimentales al mormonismo’, que se extiende a lo largo de varias paginas en The city of the Saints. ..° 5 Blackwood's Edinburgh Magacii, N° 83, ebrero de 1858 p23 ‘de 1858, pp 376, 803 febrero de 1858. 220 6 Richard F Burton, The city ofthe Saints, and across the Rocky piwntans to Californie, Nueva York, Harser and Brothers, 862, pp. 38,152.36. 446s 404-41 [trad esp Viaje ala cudad dels santos (EI Pats de fos Stoxmones), Barcelona, Laertes, 986), EL ESPEr0 HECHO AHICOS. | 35 asi, hay pocos elementos en la vica de Burton que sugi {que tomaba en serio lo que defini en la introduccién como pri- ‘mer

Potrebbero piacerti anche