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Una vez identificados los vínculos que van de la cooperación y el conflicto a las
organizaciones y las instituciones, analizaremos ahora más detenidamente la forma que
adquieren esos vínculos en los sistemas económicos de la actualidad. Utilizaremos
como guía un esquema que representa la anatomía del sistema económico. El esquema
retoma los conceptos de software y hardware presentados en la introducción y muestra
cómo el software contribuye a estructurar las organizaciones económicas de forma que
la sociedad pueda extraer un mayor excedente utilizando cooperativamente los recursos
del hardware.
El capítulo está dividido en cinco secciones. La primera presenta el esquema del sistema
económico y las dos siguientes analizan sus principales componentes. La cuarta sección
explica cómo interactúan el software, el hardware y las organizaciones en el proceso
económico. La última sección está dedicada a discutir los criterios para evaluar el
desempeño de una economía, con especial énfasis en la noción de desarrollo humano
utilizada por las Naciones Unidas.
El diagrama de la figura 2.1 brinda una visión estilizada de la anatomía del sistema
económico. El rectángulo de línea llena que enmarca a todo el diagrama simboliza el
sistema económico. Dentro de ese rectángulo aparecen, a su vez, dos rectángulos de
línea punteada que representan el hardware y el software. Estos actúan como soporte de
las tareas especializadas y complementarias que forman parte de las actividades
económicas que se realizan en el seno de organizaciones. El conjunto de las
organizaciones del sistema económico está representado por la forma geométrica de
contorno irregular que se encuentra en el centro de la figura 2.1. El propósito
fundamental del esquema es mostrar cómo se articulan el software y las organizaciones
de la economía para permitir que los recursos contenidos en el hardware puedan ser
utilizados en la consecución del desarrollo humano.
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Figura 2.1Anatomía del Sistema Económico
2
porque si existiera gran desigualdad o altos niveles de pobreza, el crecimiento no sería
inclusivo y, por ende, no sería funcional para promover el desarrollo humano.1
2. Hardware
1
Los organismos internacionales suelen utilizar la noción de “crecimiento inclusivo”, cuyo objetivo es
complementar las mediciones tradicionales con indicadores de la igualdad de oportunidades en el acceso
a mercados, regulaciones y recursos. Véase Banco Mundial (2009); Ianchovichina y Lundstrom (2009);
International Policy Center for Inclusive Growth (2011).
3
tierra utilizada en la agricultura) y otros, no (como los combustibles fósiles o los
minerales).
El capital físico está conformado por bienes que se utilizan en la producción. En las
estadísticas se consideran los rubros “maquinaria y equipo”, “construcciones” (civiles e
infraestructura)” y “acumulación de stocks”. Para contar con capital es necesario,
obviamente, no consumir todo lo que se produce: se necesita ahorrar para estar en
condiciones de invertir en bienes de capital. De ahí que Smith afirmara que el ahorro es
la base de la riqueza de las naciones. La intensidad de la inversión se suele medir en
base al coeficiente de inversión (proporción invertida del PBI). ¿Qué ocurre si un país
desea invertir en bienes de capital y no cuenta con ahorro suficiente? En ese caso, debe
endeudarse en el exterior y ello se reflejará como un déficit de cuenta corriente
financiado con ahorro del resto del mundo. Por supuesto, esto supone que el resto del
mundo está dispuesto a prestar y no necesariamente ello es así: a veces los extranjeros
no tienen confianza o encuentran demasiado bajo el rendimiento y no prestan. Por otra
parte, si un país invierte menos de lo que ahorra, tendrá un superávit de cuenta corriente
y ello implica que le estará prestando al resto del mundo. Esto es de crítica importancia
para comprender los desafíos que enfrenta la Argentina. Nuestro país, como veremos,
pasó de generar déficit de cuenta corriente en los noventa a generar superávit en la
década de los dos mil y ello contribuyó a estabilizar la economía. Lamentablemente, ese
superávit en la actualidad se está evaporando, de la mano del creciente gasto en energía
importada (véase Parte III).
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El segundo elemento es el nivel de calificación de las personas que componen la PEA.
Dos países pueden tener idéntica cantidad de trabajadores y una capacidad productiva
muy diferente si la mano de obra tiene niveles dispares de capacitación. Para reflejar
este punto, la economía utiliza el concepto de capital humano (véase Psacharopoulos y
Patrinos, 2004).
Las variables esenciales que influyen sobre el capital humano son la educación, la salud
y la experiencia: la mano de obra es más productiva cuanto más educada y saludable y
cuanto más aprende a través de su experiencia en el proceso productivo. En parte, la
acumulación de este tipo de capital obedece a motivaciones pecuniarias, pero las
políticas públicas (salud, educación), las iniciativas de instituciones sin fines de lucro y
el comportamiento de las familias también son muy importantes. Un punto a destacar es
que el nivel de capital humano determina la inversión mínima necesaria no sólo para
mantener ese nivel sino, incluso, para que las nuevas generaciones puedan utilizar las
tecnologías existentes. Un niño que no lee encontraría muy difícil desenvolverse en la
sociedad moderna así como utilizar las tecnologías heredadas de sus padres. Lo mismo
le pasaría a un país que no mantuviera el paso con el resto del mundo y se atrasara en su
educación. Las formas más habituales de medir el capital humano de una sociedad son
la esperanza de vida y el promedio de años de escolarización alcanzados por la
población. También se utilizan indicadores como la incidencia de las enfermedades
típicas del subdesarrollo, la tasa de analfabetismo, y los niveles de cobertura del nivel
primario, secundario y universitario. Los indicadores de capital humano en la Argentina
serán revisados en la tercera parte del libro.
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en la tasa de natalidad se traduce en un aumento en la relación entre la población que
está en condiciones de trabajar y la que no, en un contexto en que aún es baja la
proporción de ancianos. Esto favorece el crecimiento no sólo porque aumenta la oferta
laboral, sino también porque al caer la tasa de dependencia dentro de los hogares se
facilita el aumento del ahorro y de la inversión en el capital humano de los niños. Si el
ahorro se invierte correctamente, la productividad y la riqueza aumentan. A medida que
pasa el tiempo, no obstante, al ser más alta la expectativa de vida, la población envejece
y la tasa de dependencia, después de tocar un mínimo, comienza a crecer debido ahora a
la creciente cantidad de ancianos dependientes. Esto es lo que da lugar al fin del período
del dividendo. La ventana de oportunidad para el crecimiento, caracterizada por la alta
participación en la fuerza de trabajo y el alto ahorro, se cierra para dar paso al período
de envejecimiento. Habrá cada vez más ancianos inactivos pesando sobre la PEA y los
mecanismos de seguridad social5.
1. Se pueden ignorar cosas: ¿dónde están los recursos? ¿Es eficiente este
postulante? ¿Ocurrió este hecho efectivamente? ¿Y cómo ocurrió? Llamaremos
a este el problema de la información. Si se dispone de mayor información, la
productividad de los factores aumenta.
2. Se puede ignorar cómo funcionan las cosas, cómo se usan o para qué sirven; es
la dimensión del conocimiento técnico. Si las tecnologías disponibles mejoran,
la capacidad del trabajador para crear valor agregado aumenta.
5
Sobre la influencia de la demografía en la historia del capitalismo ver Galor (2005).
6
3. Los seres humanos no saben con certeza qué eventos ocurrirán en el futuro; es el
problema de la incertidumbre. ¿Cuál es la probabilidad de que llueva y salga
bien la cosecha? ¿Cuál es la probabilidad de que un nuevo empleado sea
eficiente y responsable?
¿Por qué son importantes estas dos características para la economía? Porque debido a
ellas es muy difícil diseñar esquemas de motivación apropiados para la producción de
conocimientos y, como vimos, la motivación es vital para cualquier formato
organizacional. La razón de esto es simple. Cuando es difícil excluir a otros del uso y lo
producido puede ser consumido por muchos sin que se “gaste”, se resienten los
incentivos para producir conocimiento: la firma que invierta sus recursos en investigar
las propiedades de una cierta combinación de drogas para curar una enfermedad, no
podrá apropiarse de los beneficios si tiene éxito ya que otros laboratorios podrían
“copiarse” y vender el medicamento sin haber invertido en investigar. Bajo estas
circunstancias, es muy probable que los laboratorios piensen que es más conveniente
esperar a que otro invierta esfuerzo en producir conocimiento para luego copiarlo. Si
todos piensan así, nadie tendrá incentivos para producir conocimiento. Esto se conoce
en economía como el problema del “free rider”,6 que mencionamos más arriba. Para
6
Un ejemplo clásico de este problema son los llamados “bienes públicos”, como la defensa nacional.
Cuando el Estado financia al ejército para defender el territorio, sería difícil excluir del beneficio a un
ciudadano que se negara a poner su parte y, además, si ese ciudadano “consume” el servicio de ser
protegido no impide que otros también estén protegidos por el ejército. Conclusión: todos esperarían que
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manejarlo, se suelen imponer reglas ad hoc como el copyright y las patentes, que le dan
al productor el poder de excluir del uso del conocimiento a otros. Claro que esto
también tiene riesgos: firmas oportunistas podrían corromper a los reguladores y definir
patentes sobre conocimientos ya existentes creando una restricción artificial para
incrementar sus beneficios. También hay involucrados problemas de equidad e, incluso,
éticos: por el afan de proteger los incentivos se podría privar de un medicamento a
sectores con menores ingresos.
el otro pague por el servicio de defensa. Es por esto que el pago de impuestos no es optativo sino
obligatorio. Nótese, de paso, cómo aparece naturalmente el rol del software para solucionar un problema
de incentivos: el régimen de política tributaria impone reglas que todos deben cumplir.
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utiliza como criterio básico la participación de productos primarios o de
productos industrializados en las exportaciones totales.
Según el grado de exposición a la competencia internacional: se divide
la economía en ramas transables y no transables. Las primeras están
expuestas a la competencia internacional –como ocurre con los sectores
que exportan o que sustituyen importaciones– mientras que las segundas
no lo están –como ocurre con servicios como el estacionamiento o las
peluquerías.
Según la propiedad del capital de la organización. Distinguiremos entre
sector público y sector privado y, en ocasiones, dentro del campo privado
distinguiremos entre capital nacional y multinacional.
Según la región. En este caso, la clasificación se hace en función de la
localización y los fenómenos que se enfatizan son los subrayados por la
geografía económica, como la aglomeración, las economías de escala y
los acuerdos regionales (véase Venables, 2008a y 2008b).
Es importante subrayar que las interacciones entre los elementos del hardware es central
para explicar el crecimiento. En particular, los desarrollos teóricos más recientes le dan
gran importancia a la interacción entre la transición demográfica, el progreso técnico y
la acumulación de capital fisico y humano. Según Galor (2005), la evolución de la
humanidad estuvo en su mayor parte caracterizada por un estancamiento malthusiano: el
avance tecnológico y los recursos no eran suficientes para seguir el paso del crecimiento
de la población.7 El aumento del ingreso per cápita era minúsculo o negativo en muchas
regiones. Esto cambió radicalmente en las últimas dos centurias. Hacia principios del
siglo XIX, en ciertas regiones del mundo, los avances tecnológicos y la industrialización
generaron incrementos de la productividad que fueron suficientes no sólo para sustentar
una población creciente en un contexto de caída de la tasa de mortalidad sino, también,
para aumentar el ingreso promedio de esa población y acumular capital físico por la vía
del ahorro. A medida que el proceso de industrialización se profundizó, en la segunda
etapa del mismo, el capital humano comenzó a ser cada vez más importante en el
proceso productivo al tiempo que se redujo la tasa de natalidad. Esto último, como ya
vimos, dió lugar al proceso de transición demográfica: al crecer menos la población y
haber menos niños por hogar, se hizo posible que cada uno de ellos acumulara más
capital humano y los incentivos para hacerlo se reforzaron porque la segunda etapa de la
industrialización generó una mayor demanda de mano de obra calificada. Se instaló, así,
un círculo virtuoso de efectos de retroalimentación que instauró un proceso de
crecimiento sostenido. Este proceso, no obstante, sólo involucró a una parte del planeta,
dando lugar a lo que se llamó la “gran divergencia”. El ratio del PBI per cápita entre la
región más rica y la más pobre era de sólo 1,1:1 en el año 1000 y de 2:1 en el año 1500.
En el año 1820 había pasado a 3:1. De ahí en más, en el curso de la gran divergencia, el
ratio entre las ramificaciones más ricas de Occidente (Western offshoots: Estados
Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) y la región más pobre del África creció de
3:1 en 1820 a 5:1 en 1870, 9:1 en 1913; 15:1 en 1950 y 18:1 en 2001. En el siglo actual,
no obstante, se está dando una incipiente reversión de la gran divergencia en la medida
que China, India y el mundo emergente están creciendo más que el grupo de países
desarrollados.
7
Thomas Malthus (1846) sostenía que el crecimiento estaba limitado por una tendencia de la humanidad
a generar escasez debido a que la población crecía más rápido que los recursos para alimentarla. Afirmó
que la población crecía en progresión geométrica y los recursos, en progresión aritmética.
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La Argentina, como veremos en el capítulo 5, se benefició enormemente con la gran
divergencia, a partir de la segunda mitad del siglo XIX al integrarse con el Reino Unido,
dentro del marco de la Primera Globalización, pero perdió impulso luego de la Segunda
Guerra. Entre los países de mayor tamaño, un gran perdedor en el proceso de la gran
divergencia fue China. Claro que en las últimas décadas este país parece empeñado en
descontar posiciones de manera espectacular. Nuestro país se benefició con este
despertar chino por las mismas razones por las que se había beneficiado en el siglo XIX:
el incremento en la demanda por productos de origen primario respecto de los cuales
cuenta con ventajas comparativas. En este sentido, la Argentina parece tener una
segunda oportunidad para subirse al tren del desarrollo, pero por supuesto para no tener
que descender en una estación intermedia deberá superar el obstáculo que le impidió
llegar al desarrollo en el pasado: invertir las rentas de los recursos naturales de forma de
integrar una estructura productiva capaz de hacer crecer la productividad en base a
actividades de alto rendimiento.
En suma, cuanto mayor sea la disponibilidad de elementos en el hardware, menor será
la fuerza de las dos restricciones básicas –escasez e ignorancia– y, por lo tanto, es
natural asociar crecimiento sostenible con expansión continua del hardware. Esto
parece evidente. Sin embargo, la visión de Galor que acabamos de comentar sobre la
industrialización y la gran divergencia sugiere que, para sustentar el crecimiento, es
necesario asegurar que haya una expansión armoniosa de todos los componentes del
hardware, incluyendo el capital humano y el stock de conocimientos. En el capítulo que
sigue nos ocupamos más detenidamente de este punto y en la Parte III discutiremos
extensamente las razones por las cuales la Argentina ha encontrado dificultades para
expandir el capital humano y los conocimientos técnicos aún cuando su riqueza de
recursos le permitió alcanzar rápidamente un relativamente alto nivel de ingresos a
mediados del siglo XX.
Pasaremos, ahora, a describir los otros dos grandes componentes de la anatomía del
sistema económico que aparecen en la figura 2.1: el software y las organizaciones.
3. Software y organizaciones
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organizaciones se estructuran sobre la base de modelos o formatos organizacionales que
son provistos por el marco institucional. También vimos que las organizaciones son muy
diversas y que los agentes, además, participan de manera simultánea en muchas
organizaciones de distinto tipo: lo hacen en todas aquellas (mercados, firmas, familia,
etc.) que les son útiles para procesar las tensiones entre conflicto y cooperación
asociadas con sus actividades económicas.
Para el individuo que toma decisiones en un marco económico dado, sin embargo, el
hecho de que las instituciones que regulan las organizaciones sean creaciones sociales
es poco relevante. Esto es así porque, para el agente microeconómico que se
desenvuelve en el ámbito de las organizaciones, las reglas del marco institucional
existente actúan como restricciones que están dadas de antemano y a las cuales debe
atenerse al decidir. Así, por ejemplo, una persona en busca de empleo debe llevar
adelante una negociación muy acotada con una organización que ya existe y
básicamente todo lo que podrá elegir voluntariamente es si acepta o no los esquemas de
coordinación y motivación que ya están en funcionamiento. Lo mismo ocurre con un
ahorrista que compra acciones de una firma: si no tiene una participación mayoritaria,
su capacidad para influir sobre los objetivos y la forma de hacer las cosas de la empresa
será prácticamente nula; su voluntad sólo podrá expresarse en la decisión de comprar o
vender esas acciones. Así, la enorme ventaja de no tener que negociar desde cero gracias
a que ya existen organizaciones en funcionamiento tiene un costo: acota los márgenes
de acción de cada individuo.
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organizaciones de la economía estén permanentemente bajo la influencia de factores
que las empujan tanto al cambio como al equilibrio.8
Las organizaciones privadas y públicas mitigan los costos de coordinar las decisiones
colectivas y ejecutarlas porque reducen la cantidad de personas que toman decisiones
por la vía de asignar el poder de decisión en función de una jerarquía de autoridades.
Para motivar el esfuerzo de las personas que ocupan los puestos más elevados en la
jerarquía, la remuneración se fija de manera acorde con la responsabilidad en la toma de
decisiones. Este método lo utilizan organizaciones de todo tipo. Por ello, desde el punto
de vista jurídico, las formas organizacionales jerárquicas son variadas e incluyen tanto
entidades privadas (empresas, ONG) como públicas; en este último caso, dan lugar a la
formación de burocracias.
8
Olivier Williamson (1989) llama la atención sobre el rol del conflicto basándose en la tradición
institucionalista norteamericana. La tradición marxista también le dio protagonismo al conflicto en la
economía capitalista, aunque lo situó en el nivel de la acción colectiva de clase, que puede traducirse en
un cambio revolucionario de las instituciones (Marx y Engels, 1985). Hoy se entiende el conflicto como
un hecho a resolver todos los días y que involucra tanto a individuos como a organizaciones y grupos con
diferente capacidad para la acción colectiva. Los cambios de reglas de juego pueden ser radicales, como
en la visión marxista, o fruto de la evolución o las reformas y, además, pueden afectar a reglas de juego de
diferente nivel: desde las regulaciones en los mercados a los derechos de propiedad.
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Dicho esto, también está claro que sería difícil diseñar y gerenciar una organización –
cualquiera que sea su objetivo– sin tomar en cuenta que la intensidad del esfuerzo
puesto en la tarea por cada miembro estará muy influido por el premio esperado. La
necesidad de motivar genera una relación directa entre eficiencia y distribución: cuanto
mayor el premio, mayor el esfuerzo, pero también mayor la porción de la torta que se le
asigna al más eficiente. Esta relación entre eficiencia y distribución es una fuente de
dificultades y dilemas de política que aparecerán bajo distintas formas y ropajes en
nuestro análisis de la economía argentina.
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discriminadas y quienes las discriminan no hacen más que reafirmar sus prejuicios al
constatar que el grupo discriminado no muestra voluntad por capacitarse. El punto
esencial está en notar que el problema radica en la interacción social y en las
expectativas que sostienen un “mal” equilibrio; es un problema que se origina en la
interacción entre las personas y no en los recursos de que disponen (véase Wydick,
2008)11.
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conocimientos, donde tienden a primar relaciones jerárquicas más horizontales y donde
lo que es crítico es la calidad del aporte de cada uno al todo debido a que, cuando la
tecnología es muy compleja, una mínima falla puede tener consecuencias enormes sobre
la eficiencia. Kremer (1993) enfatiza este punto y lo llama la economía del “O ring”, en
alusión a la falla mínima en la calidad de un componente que hizo fracasar toda la
misión del transbordador espacial Challenger. Pero la causalidad puede operar también
en sentido inverso: cambios organizacionales pueden inducir modificaciones en
componentes del hardware: por ejemplo, si hay avances en la eficiencia de la firma
(mejor selección de recursos humanos, optimización en el manejo de la liquidez) o
regresión organizacional (por un aumento de los conflictos entre accionistas o de la
firma con los trabajadores) u organizaciones nuevas con poder de presión creciente
(ONG defensoras del medio ambiente), ello influirá sobre la velocidad de acumulación
de recursos materiales y sobre la capacidad para incorporar tecnología.
Este análisis de las dobles flechas busca destacar que el hardware y el software no
interactúan directamente entre sí sino con la mediación de las organizaciones y la
conducta de los individuos: una ley no puede acelerar o retardar la acumulación de
capital o la explotación de un recurso natural si no logra influir sobre la conducta de los
individuos y las organizaciones. Un recurso natural no se explotará si no se toman
decisiones para organizar su explotación.12 De aquí que el arte de introducir reformas
prodesarrollo consiste en gran medida en inducir interacciones virtuosas entre estas tres
dimensiones del sistema económico. Por ejemplo, cuando se afirma que Corea del Sur
tiene un sistema económico más exitoso que el de Corea del Norte, en gran medida se
está diciendo que, partiendo de situaciones similares, los sistemas económicos de cada
país resolvieron los problemas de cooperar en las actividades económicas estableciendo
vinculaciones entre el hardware y el software que, en el primer caso, crearon círculos
virtuosos de interacción entre las partes del sistema y se tradujeron en crecimiento y
mayores oportunidades de movilidad social, mientras que en el segundo caso llevaron al
estancamiento (véase Banco Mundial, 1993). Las interacciones de doble vía que
12
Probablemente sea este un punto importante para comprender tres cosas: por qué la economía es una
ciencia social; por qué el voluntarismo político no funciona en economía y por qué la economía es distinta
de la ingeniería: los recursos económicos no significan nada, su significación económica es tributaria del
sentido que le asignan quienes los usan en un contexto social dado.
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involucran al software, el hardware y las organizaciones aparecerán de manera
sistemática en los argumentos que sostendremos respecto de la economía argentina.
La capacidad de los actores para manejar eficientemente las tensiones entre la necesidad
de mantener el equilibrio funcional del sistema y la de adaptarse a los cambios tiene un
papel que sería difícil de exagerar en el proceso de desarrollo económico. En el nivel
microeconómico, muchas veces ocurre que una organización que hizo aportes
fundamentales en un momento para utilizar de mejor manera el hardware deviene en un
obstáculo debido a su falta de adaptación a los cambios en el entorno. Por ejemplo, en la
Argentina, muchas organizaciones productivas que se habían adaptado con éxito a las
reglas de juego del modelo de sustitución de importaciones fracasaron una vez que se
abrió la economía de la mano de la globalización y el Mercosur. En el nivel
macroeconómico, las autoridades suelen enfrentar serios problemas para adaptar las
reglas de juego a circunstancias nuevas. Por ejemplo, la Argentina fue muy exitosa en
lograr una rápida cobertura en educación primaria, pero no tuvo el mismo éxito con el
siguiente paso: la educación secundaria. (Como veremos luego, las organizaciones y el
marco institucional de la enseñanza pública no se adaptaron bien al desafío de satisfacer
las demandas laborales del mundo de las TIC y ello se tradujo en deficiencias en un
componente clave del hardware: el capital humano.)
Es fácil conjeturar, entonces, que bajo ciertas circunstancias las reglas heredadas pueden
ser una fuente de inercia que dificulte la adaptación de los comportamientos sociales.
Ocurre particularmente así cuando se producen cambios significativos en la tecnología,
las ideas o los recursos.
Como las instituciones están dadas para cada individuo en particular, para cambiar las
reglas de juego –formatos organizacionales, regulaciones, etc– los individuos necesitan
organizarse para actuar de forma colectiva. Esto se puede hacer de muchas maneras
pero todas involucran la acción política y, por lo tanto, pueden tener efectos que van
más allá de la economía. De aquí que la acción colectiva misma esté regulada por las
instituciones políticas de mayor nivel. En las sociedades democráticas el ámbito natural
para introducir reformas es el Congreso. Por ejemplo, un cambio en la ley de sociedades
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anónimas o en las regulaciones financieras requiere típicamente de la sanción de una ley
(véase sobre este punto Greif y Kingston, 2011; Ostrom, 2007 y Sabatier, 2007).
Cuando hay que cambiar las instituciones, la sociedad enfrenta un desafío complejo:
reformar lo obsoleto sin destruir el acervo de conocimientos incorporados
evolutivamente en todo marco institucional. Las reformas mal diseñadas típicamente
violan esta condición: destruyen reglas esenciales para la coordinación y el manejo de
conflictos sin reemplazarlas con otras de similar eficiencia; como resultado, aparecen
fallas de coordinación en las acciones colectivas. Estas fallas se pueden manifestar de
muchas formas, las más dramáticas son las crisis (véase CEPAL, 2008b). No menos
dañinos, aunque menos espectaculares, son fenómenos como la fuga de capitales, que
suelen observarse en economías con instituciones económicas poco creíbles; o la
proliferación de conflictos laborales y sociales virulentos que fagocitan los beneficios
de la cooperación (véase Fanelli, 2008). La Argentina de posguerra tiene una larga lista
de fracasos en sus intentos de reformar las instituciones económicas para impulsar el
desarrollo, desde las reformas asociadas con el modelo de sustitución de importaciones
hasta el Consenso de Washington, pasando por varios intentos de reformas cuyo
objetivo prioritario era el de facilitar el ejercicio de la discrecionalidad económica por
las autoridades de turno con objetivos extraeconómicos como el autoritarismo, el
clientelismo y el populismo (ver Fanelli 2007).
Según Naciones Unidas (2011), el desarrollo humano es el proceso que lleva a ampliar
la capacidad de las personas para ejercer libertades sustantivas y, de esa forma, estar en
condiciones de optar entre diferentes alternativas de vida. El PBI, que es el indicador de
bienestar más utilizado, es excesivamente estrecho para reflejar qué ocurre con la
capacidad de ejercer libertades sustantivas. La medición de la expansión de las
capacidades, sin embargo, enfrenta una dificultad importante: las libertades sustantivas
pueden ser muy numerosas y no es posible elaborar un índice que las refleje
plenamente. La solución de Naciones Unidas fue elaborar un Índice de Desarrollo
Humano (IDH) que, sin ser complejo, toma en cuenta tres dimensiones clave para la
expansión de las capacidades:
Salud, que trata de reflejar la capacidad para gozar de una vida larga y
saludable.
Educación, que mide la capacidad de acceder al conocimiento necesario
para un buen desempeño laboral.
Ingreso per cápita, que mide la capacidad para sostener un nivel de vida
digno.
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Al tomar en cuenta estos tres aspectos, las Naciones Unidas buscaron reflejar la
influencia de los determinantes de largo plazo del desarrollo, más allá de factores
coyunturales. Para reflejar mejor la influencia de la distribución, las Naciones Unidas
han implementado recientemente un IDH corregido por desigualdad. En el caso de la
Argentina, en función de la regresión distributiva ocurrida en los últimos cuarenta años,
realizar esta última corrección es ciertamente necesario. El capítulo 6 está dedicado a
evaluar el nivel de desarrollo humano que ha alcanzado nuestro país sobre la base de
estos indicadores.
El IDH está inspirado en el enfoque de Amartya Sen, quien dedicó buena parte de sus
esfuerzos a criticar las valuaciones del bienestar exclusivamente basadas en criterios de
eficiencia.13 Como los resultados que arroja el sistema económico no necesariamente
están en línea con las metas de educación, salud e ingresos, las organizaciones del
Estado encargadas de esas áreas tienen asignado un papel protagónico en la consecución
del desarrollo humano. Según Sen (1999, 2000), la intervención del gobierno para
ayudar a quienes tienen menos capacidades no está reñida con el espíritu capitalista. El
ethos capitalista, lejos de basarse exclusivamente en el egoísmo y el espíritu de lucro,
depende críticamente de la cooperación, la confianza en el otro y el sentido de
responsabilidad en las tareas colectivas. Este punto debería estar claro luego de nuestra
discusión, en el capítulo anterior, sobre conflicto y cooperación.
De acuerdo con Sen (2000), los regímenes para las intervenciones del Estado deberían
regirse por tres principios:
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ello, propone destinar recursos a subsidiar el empleo, la capacitación y la
creación de oportunidades para quienes deseen seguir trabajando aun
pudiendo retirarse.
3. La sociedad debe llegar a decisiones colectivas basándose en el debate
previo (véase Sabatier, 2007). El debate es central para que las políticas
se orienten al desarrollo humano sin que el gobierno sea cooptado por
intereses de grupo o por el oportunismo político. En este sentido, Sen
argumenta que jamás un país con libertad política y libertad de prensa ha
sufrido hambrunas; ningún gobierno se atrevería a llegar a tal situación
por temor a no ser votado.
Estos argumentos sobre desarrollo humano no tienen por intención sugerir que las
sociedades pueden fijar de manera más o menos sencilla y directa qué metas seguir. Las
metas de desarrollo humano sólo pueden alcanzarse si se traducen en políticas y reglas
de juego capaces de inducir comportamientos de los agentes compatibles con esas
metas. Esto entraña dos dificultades críticas: por un lado, como acabamos de ver, los
canales de interacción entre el hardware, el software y las organizaciones son complejos
y la teoría económica no ha llegado aún a comprenderlos cabalmente. Por otro, el
proceso de formación de políticas públicas y fijación de reglas es esencialmente político
y depende no sólo de la voluntad de los actores, sino también de su capacidad para la
acción colectiva y de las características de las reglas de juego contenidas en el software
(Ostrom, 2007; Fanelli y Tommasi, 2012).
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