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de lo mecánico

a lo termodinámico
por una definición energética
de la arquitectura y del territorio

javier garcía-germán (ed.)

Compendios de Arquitectura Contemporánea


Índice
7 Introducción
Javier García-Germán

ENERGÍA
23 Paleotécnico y neotécnico
Patrick Geddes
39 Diseño integral
Richard Buckminster Fuller

ENTROPÍA
51 La entropía se hace visible
Robert Smithson

CICLOS
63 Rediseño ecológico
John McHale
71 Trabajar con (y nunca en contra de) la naturaleza
Gilles Clément

PACTOS
81 El contrato natural
Michel Serres
93 Atmosphère, atmosphère
Bruno Latour

ENERGÍA Y PROYECTO
111 Arte y conciencia ecológica
Gyorgy Kepes
127 Planificación de la ecología humana en Pensilvania
Ian McHarg
145 Un soplo de inteligencia
Reyner Banham
153 La ciudad compacta y diversa frente a la conurbación difusa
Salvador Rueda
171 Urbanismo infraestructural
Stan Allen
183 Una conversación
Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal
199 La forma y la función siguen el clima
Philippe Rahm

209 Agradecimientos
211 Bibliografía
221 Biografías de los autores
Introducción
Javier García-Germán

El debate en torno a la energía acapara protagonismo. Finalizada la era


de los combustibles abundantes y baratos que han propulsado dos si-
glos de modernización, avanzamos irreversiblemente hacia un período con
menos energía disponible. La escasez, junto con la reciente unanimidad
científico-política en torno al cambio climático, deja pocas dudas acerca
de la existencia de un cambio de modelo energético que, al igual que ha
ocurrido en otros momentos históricos, plantea importantes interrogantes
acerca del futuro de las estructuras políticas, económicas y sociales es-
tablecidas.1 Este escepticismo también afecta a los modelos vigentes de
construcción y de ocupación del territorio. Expresión de una cultura ener-
gética de la abundancia, quedan en entredicho sus procesos y métodos.
Resulta por tanto necesario conocer cuál es el conjunto de principios, leyes,
sistemas, mecanismos y procesos que van a regular esta nueva situación
energética para poder establecer un nuevo marco desde el que poder defi-
nir los intereses relevantes para el proyecto de arquitectura.
La crisis energética de 1973 constituye un referente cercano que ayu-
da a entender esta situación. La reducción de la energía disponible que
impuso el embargo de petróleo puso de manifiesto por primera vez la
posibilidad de un cambio de modelo energético. Aquel año marca el co-
mienzo de una nueva cultura de la escasez energética que enlazaba con
la ya establecida preocupación por la finitud de los recursos materiales.
Esta situación espoleó la necesidad de conocer cuáles eran los paráme-
tros que modularían este nuevo contexto, desplazándose el interés hacia
aquellas disciplinas que podían ayudar a construir un nuevo conjunto de
referencias. Se abrió una etapa de búsqueda y de experimentación que
duró hasta que los precios de petróleo se estabilizaron.
Surgió la necesidad de entender qué es y cómo funciona la energía, lo
que dirigió el interés hacia la disciplina de la termodinámica. Aunque ya
se habían definido el primer y segundo principio de la termodinámica ha-

7
cía más de un siglo, hasta 1973 no se consideraron relevantes para la de- tearse en términos de reciprocidad. Este asunto, que ya había comenza-
finición de las estructuras políticas, económicas y sociales. Los aconte- do a ser un sentimiento generalizado tras la publicación en 1963 del li-
cimientos de 1973 invierten esta situación, y el trabajo de Nicholas Geor- bro de Rachel Carson Primavera silenciosa,4 se institucionalizó en 1972,
gescu-Roegen e Ilya Prigogine en torno a la entropía pasa a considerarse cuando se celebró la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio
imprescindible. A partir de sus aportaciones surgen numerosas publica- Humano en Estocolmo. Se trata de un momento en el que la entonces
ciones que tratan de dar una explicación termodinámica de la realidad.2 incipiente ecología política buscaba argumentos científicos para apoyar
Este giro hacia la termodinámica no era algo nuevo para la ciencia sus ideas, acercando el debate en torno a la energía a la esfera de la
de la ecología. Cuando en 1935 Arthur G. Tansley definió el concepto de política. Todo ello culmina con la redacción del Informe Brundtland, que
ecosistema, explicó el funcionamiento de los procesos naturales en tér- introduce el concepto de “desarrollo sostenible”5 sobre una argumen-
minos energéticos, articulando la sucesión de transformaciones físicas, tación de base ecológica y energética que diluía la distancia entre las
químicas y biológicas que se establecían entre los seres vivos y entre disciplinas científicas y políticas.
éstos y el medio.3 Desde entonces, la nueva ecología ha construido su El año 1973 marca también el arranque de una cultura arquitectóni-
base científica tomando la energía como la unidad de medida. Los prin- ca iniciada para afrontar un entorno energéticamente menos intenso.
cipios de la conservación y de la entropía han modulado las relaciones A lo largo de la década de 1970 surgen numerosos grupos experimenta-
entre los seres vivos y el entorno donde viven. Es importante señalar las les que tratan de resolver la autosuficiencia energética de la vivienda.
aportaciones de los hermanos Odum, quienes extendieron los conoci- Colectivos como el Solar Movement, el New Alchemy Institute y otros
mientos de los sistemas ecológicos al estudio de los vínculos entre los discípulos de Richard Buckminster Fuller presentan propuestas que van
sistemas naturales y los sistemas artificiales. desde el empleo de recursos pasivos procedentes de la arquitectura
La escasez energética de 1973 “explicitó” la estrecha dependencia vernácula a tecnologías punta de captación solar y eólica.6 Sin embargo,
entre la economía y el medio ambiente, poniendo de manifiesto que el lo más importante de estos años es el inicio de un período de reflexión
sistema económico global no es más que un subsistema de los sistemas crítica acerca del entendimiento tectónico de la arquitectura y la aper-
naturales y, en consecuencia, que está supeditado a sus procesos. Esto tura de un debate en torno a la energía y a las relaciones entre el hombre
condujo a entender que la crisis energética estaba también vinculada a y el medio. De forma parecida a como había ocurrido en otras áreas de
la crisis ecológica. En realidad, el problema de la energía era un problema conocimiento, se produce un efecto de apertura disciplinar que incor-
que derivaba del modelo moderno de instalación del hombre sobre el pla- pora aportaciones de otros campos, extendiendo el radio de acción del
neta y del (mal) uso que hacía de las fuentes de energía. Ante esta situa- arquitecto. De manera lenta aunque paulatina, comienza la definición un
ción, la ciencia de la ecología podía desempeñar un papel fundamental. programa arquitectónico interesado en la energía desde la perspectiva
Su carácter transversal y global, unido a su base energética, colocaban ofrecida por los intercambios termodinámicos, los sistemas dinámicos
a la ecología en una posición clave para resolver de modo simultáneo los y el análisis transversal y holístico que aporta la ecología. Sin olvidar
problemas energéticos y ecológicos. Conceptos provenientes de la ecolo- aquellas primeras experimentaciones afanadas en la autosuficiencia,
gía, como, por ejemplo, los ciclos biogeológicos, ofrecieron herramientas han transcurrido cuatro décadas de trabajo en las que se ha avanzado
de gran utilidad para poder reconfigurar las relaciones entre los sistemas en la definición de nuevos programas y procedimientos desde los que
naturales y los sistemas artificiales. abordar la construcción de una práctica espacio-temporal capaz de su-
Durante estos años también se refuerza la idea de que los vínculos perponer todos estos asuntos de manera coherente.
entre los sistemas naturales y los sistemas artificiales deberían plan-

8 Introducción Javier García-Germán 9


2 pleada en el desarrollo social. Mumford entiende que el urbanismo es
una herramienta clave para ajustar los intercambios energéticos entre
La reflexión iniciada en 1973 en torno a la energía no carecía de referen- los sistemas artificiales y los sistemas naturales, desarrollando la idea
cias, pues ya existía una escuela de pensadores —que arranca con Pa- de Geddes de que la región es la escala de trabajo apropiada.8
trick Geddes y que continúa con Lewis Mumford, Richard Buckminster A pesar de que las propuestas de Mumford y Fuller parten del mismo
Fuller e Ian McHarg, entre otros— que habían entendido a través de la presupuesto —la escasez de recursos materiales y energéticos y la ne-
biología que la energía era un asunto clave para comprender el funcio- cesidad de replantear las relaciones entre la sociedad y la naturaleza—,
namiento de la sociedad y las relaciones que establece con su medio. sus propuestas son distintas. Si para Mumford las relaciones entre el
Tanto Patrick Geddes como su discípulo Lewis Mumford consideran hombre y el medio se plantean desde la contención y la reciprocidad,
que existe una relación directa entre la energía y la vida que explica la Fuller las entiende en clave de producción. Si para Mumford la solución
evolución de los sistemas sociales sobre una base energética. Para ellos, pasa por diluir la era industrial, para Fuller la solución se encuentra en
el grado de evolución de un sistema social puede medirse en función su intensificación. Con una mirada característicamente moderna, Fu-
de la cantidad de energía disponible y de su empleo —a mayor energía ller entiende que la relación entre hombre y naturaleza debe plantearse
disponible, mayor desarrollo— estando, por tanto, el uso racional de la mediante una gestión científica de los recursos naturales a través de la
energía estrechamente ligado a la progresión de la vida. Estas ideas ar- tecnología.
man la propuesta de Geddes de introducir un nuevo modelo energético Para Fuller, los limitados recursos de la tierra y la superpoblación son
—al que denomina “neotécnico”— que transforme la era industrial y un problema ecológico de distribución equitativa de recursos energéti-
que, a diferencia del “paleotécnico”, supere la disipación y el deterioro a cos y materiales. Cualquier intento de redistribución debía plantearse a
favor de la conservación de la energía y de la evolución de la vida social través de la tecnología, siendo la industria la única estructura humana
e individual. Ante un escenario de escasez de energía y materiales, la capaz de ofrecer igualdad a todos los habitantes del planeta. Soluciones
evolución de cualquier sociedad sería únicamente posible desde estra- como la “efimeralización” —reducción progresiva a través de la tecnolo-
tegias conservacionistas vinculadas al primer principio de la termodi- gía de la componente material de los productos industriales— garanti-
námica, como son el control en el uso de recursos, la eficiencia de las zarían el abastecimiento de productos industriales a la población mun-
transformaciones o la contención en el uso. dial. Con otras soluciones como la “provisión de servicios” se adelanta-
Lewis Mumford trabaja sobre las ideas de Geddes avanzando en la ría décadas a los nuevos conceptos de uso de los productos planteados
definición de un marco de pensamiento que fundamente el complejo en la década de 1980 que hacen que discurramos hacia una “realidad
energético-material “neotécnico”. A diferencia de Geddes, para quien inmaterial pero plena de servicios”.9
el complejo neotécnico suponía una reorganización exclusiva de las ac- Esta redistribución de recursos se implementaba a través de un pro-
tividades humanas, para Mumford alcanzar dicho estadio implica una yecto —la otra gran apuesta de Fuller— de superposición de escalas
redefinición de las relaciones entre las actividades humanas y los fenó- e integración e interrelación ecológica entre ellas.10 Este proyecto pla-
menos físicos y biológicos que las activan. netario se debía abordar desde la “capacidad global” del hombre y a
Estas nuevas relaciones de interdependencia sólo se lograrán a tra- través de unas herramientas que entendieran los sistemas mundiales
vés de una “ideología orgánica”7 que reduzca la distancia entre lo orgá- de manera integrada. El Juego Mundial no era más que una base de da-
nico y lo mecánico. El objetivo se alcanzará cuando exista un equilibrio tos mundial unida a un mecanismo cibernético capaz de gestionar los
entre la energía convertida de los sistemas naturales y la energía em- intercambios entre sistemas naturales y artificiales hasta alcanzar el

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equilibrio deseado. Este proyecto, gestionado mediante una gran compu- 3
tadora, conceptualizaba el planeta en base a sus recursos de materia
y de energía y a su posible reorganización, entendiendo —tal y como lo Ante una modernidad que prometía un futuro sin límites energéticos y
hacía Gyorgy Kepes— que la tecnología ofrecía la posibilidad de inte- materiales, los discursos de Mumford y Fuller establecieron unas prime-
grar naturaleza y sociedad. ras pautas para desenvolverse en un nuevo escenario energéticamente
Las vías abiertas por el par Geddes-Mumford y por Fuller son un claro menos intenso. Sin embargo, éstas deben ser complementadas con el
precedente de casi todas las líneas de trabajo que se desarrollan en la concepto de entropía, ley termodinámica que define de un modo más
actualidad en torno a la energía. El trabajo de los dos primeros adelan- amplio el contexto en que se desarrolla nuestra realidad física.
ta los procedimientos conservacionistas empleados hoy en día. Con el A diferencia del primer principio, que postula la conservación cuantita-
objetivo de minimizar el empleo de recursos energéticos y materiales, tiva de la energía, el segundo principio introduce una función de estado, la
la primera decisión de proyecto consiste en cuestionar la necesidad de entropía, que describe la degradación cualitativa de la energía que contie-
actuar, y ante la necesidad de construir el proyecto, éste se entiende a ne un sistema. La entropía es una variable que aumenta irreversiblemente
través de la simplificación, la eliminación de lo superfluo y la optimi- con el paso del tiempo y manifiesta el aumento del desorden de un sis-
zación de la relación entre coste energético y uso. Este asunto estaría tema. En este avance desde un estado ordenado a uno desordenado, un
también vinculado a las estrategias de reutilización, reparación y reci- sistema pasa de un instante en el que tiene potencial para desempeñar
claje. Este enfoque ha sido impulsado por Anne Lacaton y Jean-Philippe un trabajo a otro instante en el que deja de tener potencial para desem-
Vassal, cuya apuesta de baja tecnología y economía de medios ofrece peñarlo. De este modo, la entropía introduce en los sistemas dos variables
además la posibilidad de extender sus mecanismos de proyecto a otros que hasta ahora no se habían considerado —primero, el paso del tiempo
continentes, vinculándose al movimiento Appropriate Technology (AT)11 y, segundo, su degradación— que socavan la supuesta permanencia y es-
iniciado en la década de 1970. Asimismo, el entendimiento regional de tabilidad de las estructuras materiales y las conducen al territorio de las
la ciudad propuesto por Geddes y Mumford abrió la vía de trabajo de Ian transformaciones irreversibles.
McHarg, que finalmente ha desembocado en los estudios de Richard T. La figura de Robert Smithson ilumina el debate en torno a la entropía.
T. Forman en torno a la ecología del paisaje. En su fundamental ensayo Un recorrido por los monumentos de Passaic,
De un modo parecido, el trabajo de Fuller se extiende a través de toda la Nueva Jersey,12 Smithson revela la realidad entrópica de los paisajes in-
cultura arquitectónica de la energía, siendo precursor de una multiplicidad dustriales abandonados, enseñando que es a costa del aumento de la
de propuestas desarrolladas a lo largo de las últimas décadas. Entre éstas entropía de estos lugares cómo Manhattan mantiene sus bajos niveles
se deben incluir tanto las propuestas high-tech de Renzo Piano, Richard de degradación. Dice Smithson: “Passaic parece estar lleno de ‘agujeros’
Rogers y Norman Foster encaminadas a la eficiencia energética, como los en comparación con la ciudad de Nueva York, que parece estrictamente
intentos de proponer una arquitectura mundial iniciados por Shigeru Ban y empaquetada y sólida. Esos agujeros son, en cierto sentido, los vacíos
otros, la búsqueda de la autosuficiencia energética o la necesidad de inter- monumentales que definen, sin pretenderlo, los vestigios de la memo-
venir con una actitud “global”, ecológicamente integrada con el entorno. ria de un juego de futuros abandonado”.13 Passaic revela la degradación
irreversible que Nueva York desencadena en su periferia, erigiéndose
como su anticlímax, como su antimonumento.
Si el trabajo de Smithson revela la existencia de la entropía haciendo
visible el paso del tiempo, Florian Beigel sugiere que estos paisajes tienen

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su propia lógica y su peculiar funcionamiento, y que si hay que observar a las cualidades. Frente a lo extensivo —la distancia, la superficie y el
la degradación y conocer sus leyes es para poder integrarse en ellos.14 De volumen—, la termodinámica ofrece la oportunidad de entender el pro-
este modo, enfrentado a la rehabilitación de la mina de carbón de Cospu- yecto en función de lo intensivo: la temperatura, la presión o la cantidad
den, al sur de la ciudad alemana de Leipzig, entiende que las intervencio- de energía potencial almacenada. En esta dirección se pueden alinear
nes posibles pasan por detectar los flujos de energía en disipación para las propuestas distantes —pero que entendemos como complementa-
acompasarlos e integrarse en la dinámica de su funcionamiento. rias— de Philippe Rahm y de Stan Allen, el primero interesado en definir
Contrariamente a la ley de la entropía, los organismos vivos demues- una arquitectura a través de la intensidad de las cualidades atmosféri-
tran que se puede avanzar hacia estados de mayor organización interna. cas y el segundo interesado en definir una arquitectura capaz de operar
El trabajo de Ilya Prigogine en torno a las “estructuras disipativas” de- en campos de intensidad variable. Dos propuestas, una “ambiental” y
mostró que en un proceso entrópico “la disipación de energía y de mate- otra “estructural”, que muestran las dos caras de la misma moneda.
ria —generalmente asociada a los conceptos de pérdida y rendimiento y
evolución hacia el desorden— se convierte, lejos del equilibrio, en fuente
de orden”.15 Frente a un sistema cerrado aislado del mundo exterior con- 4
denado a degradarse, los sistemas abiertos son creativos: intercambian
materia y energía con el exterior, evolucionando hacia estados de mayor Desde que en la década de 1960 se considerara al hombre como un agen-
orden. Estas estructuras, consideradas “parte integrante del medio que te ecológico más, los mecanismos de funcionamiento de los ecosistemas
las nutre”,16 permiten entender que la forma no es más que un coágulo han sido emulados para el diseño de los sistemas artificiales. Éste es
temporal de materia, energía e información en su evolución hacia otra el caso de John McHale y de William McDonough,18 quienes diseñan los
cosa, poniendo de manifiesto que lo importante no es el coágulo (la for- sistemas industriales como ciclos cerrados, o de Salvador Rueda,19 que
ma), sino el control de los flujos de energía que lo atraviesan. apuesta por la ciudad compacta mediterránea en base a que maximiza la
Sanford Kwinter recoge el interés de Smithson por la entropía y por el recuperación de entropía en términos de acumulación de información.
tiempo y los actualiza con la teoría de las estructuras disipativas de Prigo- Si la termodinámica ofrece unas leyes que regulan de manera abstrac-
gine. Señala que es necesario revisar la relación de la arquitectura con su ta la energía y la materia, la ecología muestra cómo esos conceptos se
entorno y su evolución en el tiempo. Aboga por una arquitectura capaz de despliegan sobre la naturaleza y cuáles son los mecanismos mediante
reaccionar ante los estímulos de materia, energía e información que recibe los cuales se hacen efectivos. Al estudiar las interrelaciones entre seres y
del lugar en el que se enclava. Para Kwinter esta actualización cibernética medio en términos de energía, la ecología “pone en práctica” los principios
de la relación entre la arquitectura y su contexto ofrece una “teoría del lu- de la conservación y de la entropía, describiendo los procesos concretos
gar”17 mucho más completa que cualquiera de las lecturas formales orto- a través de los cuales éstos se manifiestan. Los sistemas naturales, es-
doxas que se realizan del entorno construido o del paisaje. timulados por los flujos de energía que los atraviesan, crecen generando
La entropía ofrece un nuevo marco desde el cual es posible enten- estructura, sistemas de autorregulación, ciclos biogeológicos, interrela-
der la realidad material a través del tiempo. Bien sea a través de los ciones y aumento de la complejidad y otros mecanismos que contribu-
procesos degenerativos o de los procesos de crecimiento emergente, yen a su buen funcionamiento y garantizan su supervivencia.20 Además,
la entropía muestra la necesidad de desarrollar unas herramientas es- la ecología aporta una mirada transversal capaz de articular de manera
pacio-temporales que faciliten engranar el proyecto con los flujos de comprensiva todas las escalas de trabajo, ofreciendo la posibilidad de in-
energía que lo atraviesan, desplazando el interés desde las cantidades terrelacionar todos los sistemas relevantes en un proceso.

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John McHale inaugura la era del “rediseño ecológico”. McHale consi- Sin embargo, aparte de consideraciones metabólicas, la auténtica opor-
dera que los sistemas tecnológicos son una prótesis del cuerpo humano tunidad del “rediseño ecológico” —como argumenta Gilles Clément— es
que lo han extendido por todo el planeta. El reto del “rediseño ecológico” la de desarrollar una nueva estética que, alejada de consideraciones for-
radica en redefinir el metabolismo de los sistemas artificiales de modo males, nazca de observar la contribución del sistema artificial al funciona-
que, junto a los sistemas naturales, formen una única realidad interco- miento global del sistema en el que se integra; una nueva estética derivada
nectada. Al emplear conceptos propios de la ecología, McHale aplica del “placer que suscitan los nuevos conocimientos ligados a la compren-
una utilización relacional de los recursos que busca las interdependen- sión de los mecanismos que obran en el ecosistema”.23
cias físicas, químicas y biológicas con el resto de sistemas naturales.
Al tomar como modelo los mecanismos de un ecosistema, emplea sus
leyes, sus procesos y sus relaciones para pensar los sistemas industria- 5
les. Su acción tiene dos frentes simultáneos. Primero, diseña los proce-
sos industriales de modo que sus residuos puedan ser asimilados por el Tanto los principios termodinámicos como los procesos ecológicos
metabolismo natural (nutrientes biológicos)21 y, segundo, diseña los sis- proporcionan unas herramientas estrictamente científicas con las que
temas industriales de modo que sus residuos puedan ser los nutrientes abordar la construcción de lo sostenible. Estas disciplinas facilitan unos
del siguiente ciclo (nutrientes técnicos), estableciendo así conexiones conocimientos técnicos de gran utilidad para redefinir la inserción del
estratégicas entre ellos, cerrando los ciclos de producción y sostenien- hombre en la naturaleza y reconfigurar los sistemas naturales y artifi-
do el crecimiento de complejidad organizada. ciales. Sin embargo, al emplear únicamente criterios científicos se ex-
En cualquier ecosistema existen interrelaciones entre los seres vivos cluyen los culturales, impidiendo que se establezca una auténtica con-
—plantas, animales y humanos— y entre éstos y el medio. La actividad versación a dos bandas que aúne los conocimientos de las ciencias y los
de cualquier agente repercute en el conjunto del sistema de modo que acontecimientos de las humanidades.
se producen encuentros que promueven la diversificación, la creación y Michel Serres en El contrato natural plantea la necesidad de crear un
la innovación. El papel del diseñador es comprender cómo funcionan es- nuevo marco capaz de regular los acuerdos que se deben alcanzar en-
tas interrelaciones alimentando el funcionamiento continuado del sis- tre las necesidades técnicas y las culturales. Este marco legal permitiría
tema. Al introducir un sistema en otro sistema, existe la posibilidad de que el movimiento de la naturaleza a la cultura que plantea la ecología
superponerlos de manera integrada de modo que tengan la oportunidad sea equilibrado con un movimiento simultáneo e inverso de la cultura a
de establecer una interacción productiva y coevolucionar en el tiempo la naturaleza. De esta manera, podrá establecerse un diálogo verdadera-
hacia estados de mayor orden interno. En esto consiste la teoría de la mente bilateral. Para que esta conversación sea tal, deben crearse unas
adaptación creativa definida por Ian McHarg, un proceso termodinámi- herramientas capaces de redefinir las relaciones entre naturaleza y cul-
co de intercambio de materia y energía —que McHarg denomina “ne- tura en términos de reciprocidad. Si Michel Serres señala la necesidad de
gentropía” por ser opuesta a la entropía— mediante el cual un sistema construir un marco, Bruno Latour lleva esta necesidad a la práctica. De
artificial se adapta al medio y hace que éste se adapte al sistema en un acuerdo con Latour, establecer relaciones de reciprocidad entre la natu-
movimiento recíproco. McHarg considera que esta adaptación es en sí raleza y la sociedad implica pactar entre una multiplicidad de intereses
una actividad creativa de acumulación de información que motiva que el humanos y no humanos, asunto que sitúa estos acuerdos en el campo
sistema hombre-medio pase a niveles de organización superior contra- de la política. Latour desborda el radio de acción de Serres ampliando
rrestando la tendencia hacia la entropía.22 los acuerdos entre hombre y naturaleza a unos pactos de convivencia

16 Introducción Javier García-Germán 17


entre el hombre y sus interconexiones con la totalidad de las cosas. La y proyecto. Los cuatro epígrafes primeros —Energía, Entropía, Ciclos y
construcción de dicho marco revela la necesidad de pensar la política y Pactos— suponen un corte transversal en la cultura arquitectónica des-
la ciencia de modo simultáneo, asunto que es ejemplificado con el foro de conceptos propios de la termodinámica, la ecología y la política. El
mundial en torno al cambio climático —prototipo de “parlamento de las quinto y último epígrafe, Energía y proyecto, con ensayos de Ian McHarg,
cosas”— y los debates entre intereses atmosféricos, bosques tropica- Salvador Rueda, Stan Allen, Reyner Banham, Anne Lacaton y Jean Phi-
les, compañías petroleras, automóviles y personas.24 lippe Vassal y Philippe Rahm, muestra herramientas concretas capaces
El trabajo de Serres, Latour y otros pensadores como Peter Sloterdijk de incorporar a las distintas escalas del proyecto los conceptos discuti-
consiste en idear un nuevo marco político capaz de dar cabida a las discu- dos en los cuatro primeros epígrafes.
siones y los acuerdos de unos colectivos ya no sólo formados por huma- Este compendio muestra aproximaciones muy diversas que abarcan
nos. Sus discursos están enfocados a facilitar el diálogo y la toma de deci- una multiplicidad de escalas, desde la región, pasando por el paisaje, la
siones en unos foros geopolíticos en los que participan multitud de agen- ciudad, la infraestructura y la arquitectura, hasta el ambiente. Resulta,
tes. Como demuestran los ensayos aquí compilados, en el debate en torno por tanto, necesario realizar un doble movimiento que conecte todos es-
a la energía también convergen multitud de asuntos que revelan tanto la tos ámbitos de trabajo:
amplitud del campo de acción del arquitecto como la limitación de sus
competencias. La superposición de escalas, el desarrollo en el tiempo o a Un movimiento de la arquitectura hacia el territorio, lugar donde se
el conflicto entre las necesidades medioambientales y las oportunidades manifiesta la realidad en toda su complejidad. El paisaje como enti-
de proyecto desplazan la actividad del arquitecto desde el tablero de di- dad formal, definida y supeditada al sujeto que observa, es engullido
bujo hacia una mesa de negociación donde concurren diversas profesio- por un territorio que lo excede en escala, duración y profundidad, y
nes e intereses. Este asunto multiplica el trabajo del arquitecto que debe lo somete a la totalidad de los procesos históricos naturales y cultu-
ser capaz, primero, de reconocer la diversidad, complejidad y extensión rales que activan su superficie. Esto requiere una arquitectura aco-
de los factores vinculados a su trabajo; segundo, de encontrar pactos de plada a su entorno, capaz de reaccionar a los estímulos de materia,
convivencia entre todas estas partes;25 y tercero, de entender cómo éstas energía e información procedentes del medio donde se enclava, que
se van a desarrollar en el tiempo.26 Las propuestas de estos pensadores capte, almacene, transforme, organice y dosifique recursos y que se
ofrecen una referencia desde la que definir unas herramientas de proyec- adapte a regímenes de materia y energía cambiantes.
to que permitan desplegar unas ecologías de consenso.
b Este movimiento desde la arquitectura hacia el medio ambiente
debe estar secundada por la introducción del ambiente en la arqui-
6 tectura. Para ello resulta necesario revisar la relación entre estruc-
tura y clima —como ya adelanta Reyner Banham—27 proyectando
Este libro presenta un compendio de ensayos sobre las distintas pos- unas estructuras que, limitadas a una mínima inversión de materia y
turas en torno a la energía surgidas durante los últimos treinta y cinco energía, optimicen su comportamiento ambiental en términos ener-
años. Los ensayos recopilados presentan distintas ópticas a través de géticos. Esto reintroduce el proyecto en el debate en torno a la for-
las cuales la cultura de la energía se ha manifestado en los procesos ma y su relación con el clima, asunto que, como argumenta Philippe
constructivos y de ocupación del territorio. El compendio se estructu- Rahm, debe hacerse independientemente de su uso, abriendo la ar-
ra en base a cinco epígrafes: Energía, Entropía, Ciclos, Pactos y Energía quitectura a la interpretación de su ambiente.

18 Introducción Javier García-Germán 19


7
Lewis Mumford describe su “ideología orgánica” en el libro Technics and civilization, Har-
De este modo se alcanzará un grado cero del urbanismo, del paisaje court Brace, Nueva York, 1934, págs. 368-373 (versión castellana: Técnica y civilización,
y de la arquitectura que, alejado de cuestiones de representación y sig- Alianza Editorial, Madrid, 1998).
nificación, presente estas disciplinas como prácticas materiales inmer- 8
Esta idea fue desarrollada por Lewis Mumford en su libro Culture of cities, Harcourt, Bra-
sas en los procesos geográficos, físicos, climáticos y fisiológicos que ce Jovanovich, Nueva York, 1938 (versión castellana: La cultura de las ciudades, Emecé,
Buenos Aires, 1957) y en artículos como “The hatural history of urbanization” (en Thomas,
conforman la realidad. William L. hijo (ed.), Man’s role in the changing the face of the Earth, University of Chicago
Press, Chicago/Londres, 1956).
9
Así lo describe Salvador Rueda en el ensayo “La ciudad compacta y diversa frente a la
conurbación difusa”, junio de 1997. http://habitat.aq.upm.es/cs/p2/a009.html
10
Este asunto, que será el argumento del Juego Mundial, fue adelantado en el libro: Fuller, Ri-
chard Buckminster, Operating manual for spaceship earth [1969], Lars Müller, Baden, 2008.
11
El movimiento Appropriate Technology fue iniciado por E. F. Schumacher en la década
de 1970 con su libro Small is beautiful (Perennial Library, Nueva York, 1973). Este movi-
miento reivindica la necesidad de desarrollar una tecnología intermedia, distinta de las
tecnologías punta occidentales, para el desarrollo de los países del Tercer Mundo.
12
Smithson, Robert, “The monuments of Passaic”, en Artforum, diciembre de 1967; reco-
1
Para entender las consecuencias de los cambios de modelo energético sobre las civili- pilado bajo el título “A tour of the monuments of Passaic, New Jersey”, en Flam, Jack (ed.),
zaciones, véase White, Leslie A., The evolution of culture: The development of civilization Robert Smithson: The collected writings, University of California Press, Berkeley/Los Án-
to the Fall of Rome, McGraw Hill, Nueva York, 1959. geles/Londres, 1996, págs. 68-74 (versión castellana: Un recorrido por los monumentos de
Passaic, Nueva Jersey, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2006).
2
Entre estas publicaciones cabe destacar el libro de Jeremy Rifkin, Entropy. A new world
view (Viking Press, Nueva York, 1980) o, posteriormente, el libro de Luis Fernández-Galiano,
13
Ibíd., págs. 20-21.
El fuego y la memoria (Alianza Editorial, Madrid, 1991), pionero en la descripción de las 14
La obra de Florian Beigel acompasa la evolución de la entropía, se integra en su diná-
implicaciones termodinámicas de la arquitectura. mica. Véase su artículo “Kunstlandschaft. Cospuden. Construyendo el lugar”, en a+t,
3
Desde que la energía hace aparición en 1847, se la considera el hilo conductor que unifi- 17, 2001.
cará la totalidad de la naturaleza en un único campo, aunando los sistemas físicos, quími- 15
Prigogine, Ilya y Stengers, Isabelle, op. cit., pág. 181.
cos y biológicos. La entonces incipiente ecología toma la energía como unidad de medida,
siendo la disciplina que articulará las distintas disciplinas científicas. Véase Prigogine, 16
Ibíd., capítulo II: “La ciencia de la complejidad”, epígrafe 3: “De las máquinas térmicas
Ilya y Stengers, Isabelle, La nouvelle alliance. Métamorphose de la science, Éditions Galli- a la flecha del tiempo”, págs. 150-161.
mard, París, 1979 (versión castellana: La nueva alianza, Alianza Editorial, Madrid, 1983).
17
Kwinter, Sanford, Architectures of time, The MIT Press, Cambridge (Mass.), 2002, pág. 28.
4
Carson, Rachel, Silent spring, Hamish Hamilton, Londres, 1963 (versión castellana: Pri-
mavera silenciosa, Crítica, Barcelona, 2005).
18
McDonough, William y Braungart, Michael, Cradle to cradle: Remaking the way we make
things, North Point Press, Nueva York, 2002 (versión castellana: Cradle to cradle [de la cuna
5
Cuando hablamos de “sostenibilidad” nos referimos a la definición de “desarrollo sos- a la cuna]: rediseñando la forma en que hacemos las cosas, McGraw-Hill, Madrid, 2005).
tenible” adelantada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, y
definida en 1987 en el Informe Brundtland: “El desarrollo sostenible es aquel que satis-
19
Salvador Rueda desarrolla estas ideas en el texto “Competitividad, explotación y soste-
face las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de futuras gene- nibilidad de la ciudad compacta y diversa. Modelos de ordenación del territorio más sos-
raciones de satisfacer sus propias necesidades”. tenibles”, 2003. http://habitat.aq.upm.es/boletin/n32/asrue.html. Véase también el texto
del mismo autor “La ciudad compacta y diversa frente a la conurbación difusa”, págs. 153-
6
La exposición Sorry out of gas, recientemente celebrada en el Canadian Centre for Ar- 170 de este volumen.
chitecture de Montreal, muestra la cultura arquitectónica surgida tras 1973 a la luz de un
entorno energéticamente menos intenso. Fue organizada en siete apartados —austeri- 20
Cuando en el apartado anterior hablábamos de que las estructuras disipativas ge-
dad, energía solar pasiva, energía solar activa, consecuencias geopolíticas, aislamiento neran orden nos estamos refiriendo, entre otras cosas, a los sistemas naturales que
y edificios subterráneos, viento y sistemas integrados— que describen las estrategias atravesados por un flujo constante de energía generan estructuras, ciclos y otros meca-
entonces empleadas. nismos de funcionamiento.

20 Introducción Javier García-Germán 21


21
La idea de nutrientes biológicos, aunque avanzada por John McHale en la década de
1970, es desarrollada por William McDonough y Michael Braungart en el libro Cradle to
cradle [de la cuna a la cuna]: rediseñando la forma en que hacemos las cosas, op. cit.
22
Ian McHarg emplea este sistema de adaptación mutua en su libro Design with nature
[1967], John Wiley & Sons, Nueva York, 1992 (versión castellana: Proyectar con la natu-
raleza, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2000). A través de una recopilación extensa y
global y un cruce de datos naturales y antropológicos y de su evolución en el tiempo,
trata de vincular las necesidades humanas con las oportunidades medioambientales.
McHarg considera su método de planeamiento ecológico como una alternativa a los pro-
cesos entrópicos que desencadena la instalación humana sobre el territorio.
23
Clément, Gilles, “Faire avec (et jamais contre) la nature”, en Borasi, Giovanna (ed.),
Environ(ne)ment. Manières d’agir pour demain/Approaches for tomorrow, Canadian Cen-
tre for Architecture/Skira, Montreal/Milán, 2006, pág. 65. Véanse las págs. 71-80 de este
volumen.
24
Véase la Convención Marco sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, Panel
Intergubernamental sobre el Cambio Climático, Organización de Naciones Unidas, 1992.
http://unfccc.int/resource/docs/convkp/convsp.pdf
25
Frente a la mecánica moderna de producir objetos e introducirlos en el mundo ajenos a
sus posibles efectos, el trabajo de Ulrich Beck y de Bruno Latour ofrece claves interesan-
tes. Ambos autores plantean la necesidad de que la actividad científica se desdoble en dos
líneas de trabajo: una que lidere el desarrollo tecnológico y otra que administre la realiza-
ción tecnológica. La primera desarrollará la labor del laboratorio y la segunda se valdrá de la
experiencia para saber qué innovaciones son compatibles con el contexto y cuáles no. Las
expresiones “potencia que hay que tener en cuenta” y “potencia que hay que poner en orden”
son empleadas en este mismo sentido por Bruno Latour en su libro Politiques de la nature:
comment faire entrer les sciences en démocratie (La Découverte, París, 1999) para describir
la idiosincrasia de las dos cámaras que constituyen el parlamento de las cosas.
26
Aquí hacemos referencia al trabajo de Peter Sloterdijk Normas para el parque humano
(Siruela, Madrid, 2000) donde afirma que la crisis ecológica ha lanzado a la política a la
situación de tener que decidir no sólo el presente sino también el futuro. A esta nueva
política la denomina “hiperpolítica”.
27
Este asunto fue ya introducido por Reyner Banham en el capítulo “A breath of intelli-
gence” de la segunda edición del libro The architecture of well-tempered environment
(The University of Chicago Press, Chicago, 1984) y, en la actualidad, el arquitecto Philip-
pe Rahm lo desarrolla en su obra (véanse los textos de Reyner Banham y Philippe Rahm,
págs. 145-152 y 199-207 de este volumen).

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