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II. ANTECEDENTES
Antes de comenzar con el estudio detallado de Deuternomio, vamos a ver en que
circunstancias y lugar estuvieron el pueblo de Israel y Moises, cuando fue escrito el
libro de Deuteronomio. Para esto lo ilustraremos mediante un Mapa Geográfico de
todo su recorrido hasta las llanuras de Moab.
13. Desierto oriental Israel evitó entrar en conflicto con Edom y Moab (Núm. 20:14–
21; 22–24).
14. Río Arnón Israel destruyó a los amorreos que lucharon contra él (Deut. 2:24–
37).
15. Monte Nebo Moisés contempló la tierra prometida (Deut. 34:1–4) y pronunció
sus tres últimos discursos (Deut. 1–32).
16. Llanura de Moab Jehová dijo a Israel que dividiera la tierra y echara a sus
habitantes (Núm. 33:50–56).
17. Río Jordán Israel cruzó el río Jordán sobre tierra seca. Cerca de Gilgal se
colocaron piedras del lecho del río Jordán en conmemoración de la división de sus
aguas (Josué 3:1–5:1).
18. Jericó Los hijos de Israel tomaron la ciudad y la destruyeron (Josué 6).
IV. MENSAJE
La especial relación que Dios establece con su pueblo es sin duda la
proclamación que el Deuteronomio subraya con mayor énfasis. Jehová,
ciertamente, es el Dios creador del cielo y de la tierra (10.14); pero, sobre la
exclusiva base de su amor, escogió Dios a Israel para establecer con él una particular
alianza. Antes que el propio Israel fuera llamado a la existencia, ya Dios lo había
elegido en los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, a quienes prometió que sus
descendientes heredarían la tierra de Canaán (6.10; 7.6–8). El cumplimiento de la
promesa está permanentemente contemplado en el horizonte del Deuteronomio, al
evocar, por una parte, los hechos que pusieron fin a la esclavitud de Israel en Egipto
y, por otra, los muchos prodigios de que el pueblo fue testigo durante los años del
desierto.
Y ahora, junto a la margen oriental del Jordán, cuando ya el cumplimiento de la
promesa está a punto de convertirse en una espléndida realidad, Moisés exhorta a
los israelitas a que libremente se atengan al compromiso a que el pacto de Dios los
obliga: «Os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición;
escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia, amando a Jehová,
tu Dios, atendiendo a su voz y siguiéndolo a él» (30.19–20). Al amor de Dios,
Israel debe corresponder con su entrega total y sin reservas, acatando la divina
voluntad: «Amarás, pues, a Jehová, tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus
estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días» (11.1).
V. APLICACIÓN PRÁCTICA
VI. BIBIOGRAFÍA
Biblia Thomson