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Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 1

Estos 5 sermones sobre el matrimonio fueron predicados por el eminente expositor John Piper, del
ministerio Desiring God, los domingos 28 de Enero a 25 de Febrero de 2007, más una aclaración que el
autor agregó el 21 de Febrero.
A través de cada uno de ellos usted encontrará pensamientos profundos y originales sobre el matrimonio,
y sugerencias prácticas para que el mismo sea, como alguien dijo, “un pequeño cielo en la tierra” y no “un
gran infierno”.
Para mí ha sido un enorme privilegio traducir estos sermones, y al hacer el trabajo he tratado de conservar
el estilo original. Hoy los pongo en sus manos con la oración y la esperanza de que su matrimonio refleje
la gloria de Cristo con mayor intensidad.

Eduardo Coria
Marzo de 2007

Primer Sermón:
Seguir Casado no Tiene nada que Ver con Seguir Enamorado (Primera Parte)
28 de Enero de 2007

Génesis 2:18–25 (NVI)

18 Luego Dios el SEÑOR dijo: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.”
19 Entonces Dios el SEÑOR formó de la tierra toda ave del cielo y todo animal del campo, y se los llevó al
hombre para ver qué nombre les pondría. El hombre les puso nombre a todos los seres vivos, y con ese
nombre se les conoce. 20 Así el hombre fue poniéndoles nombre a todos los animales domésticos, a todas
las aves del cielo y a todos los animales del campo. Sin embargo, no se encontró entre ellos la ayuda
adecuada para el hombre. 21 Entonces Dios el SEÑOR hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y,
mientras éste dormía, le sacó una costilla y cerró la herida. 22 De la costilla que le había quitado al
hombre, Dios el SEÑOR hizo una mujer y se la presentó al hombre, 23 el cual exclamó: “Ésta sí es hueso
de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará ‘mujer’, porque del hombre fue sacada”. 24 Por eso el
hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser. 25 En ese
tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza”.

De entre nuestras series de sermones más substanciales, estoy tomando unos pocos temas que me parecen
urgentes. El tema del matrimonio siempre es urgente. Nunca ha habido una generación cuya perspectiva
del matrimonio resulte suficientemente elevada. El abismo que existe entre la óptica bíblica del
matrimonio y la óptica humana es gigantesco, y siempre lo ha sido. Algunas culturas en respetan más que
otras la importancia y la permanencia del matrimonio. Algunas culturas, como la nuestra, tienen actitudes
bajas y livianas (tipo “tómalo o déjalo”) hacia el matrimonio, por lo que la mayoría de las personas
consideran que la visión bíblica es ridícula.

La Visión que Jesús tenía del Matrimonio


Ese era el caso en el tiempo de Jesús también, y el nuestro es muchísimo peor. Cuando Jesús presentó un
panorama del matrimonio que Dios quería para su pueblo, los discípulos le dijeron: “Si tal es la situación
entre esposo y esposa… es mejor no casarse”. En otras palabras, la visión que Cristo tenía del significado
del matrimonio era tan diferente de la tenían los discípulos que ellos no podían ni siquiera imaginar que el
matrimonio era algo bueno. Simplemente no podían entender que esa visión fuera una buena noticia.
Si ese era el caso con el sobrio mundo Judío en el que ellos vivían, cuánto más ininteligible le parecerá al
mundo en el que vivimos nosotros la magnificencia del matrimonio (tal como Dios lo ha concebido),
donde el ídolo principal es el ego, y su doctrina principal es la autonomía, y su acto central de adoración
es el entretenimiento, y sus dos principales objetos de culto son la televisión y el cine, y su genuflexión
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 2

más sagrada es el desinhibido acto sexual. A esta cultura le resulta virtualmente ininteligible la gloria del
matrimonio tal como Jesús la entendía. A Jesús le gustaría mucho decirnos hoy, al terminar de abrir el
misterio para nosotros, lo mismo que dijo en su tiempo: “No todos pueden comprender este asunto…, sino
sólo aquellos a quienes se les ha concedido entenderlo… El que pueda aceptar esto, que lo acepte” (Mateo
19:11–12).

La Perspectiva Bíblica del Matrimonio


Comienzo con el supuesto de que nuestro propio pecado, egoísmo y esclavitud cultural hacen casi
imposible sentir la maravilla del propósito de Dios para el matrimonio entre un hombre y una mujer. El
hecho de que vivimos en una sociedad que puede hasta concebir—no sólo defender—que dos hombres o
dos mujeres pueden establecer una relación y con una audacia inconcebible la llaman matrimonio, muestra
que probablemente no estamos lejos del colapso de nuestra cultura en la depravación, el barbarismo y la
anarquía.
Menciono todo esto con la esperanza de que pueda despertarles a considerar una visión más elevada, más
profunda, más fuerte y más gloriosa del matrimonio de lo que esta cultura, o quizás ustedes mismos, jamás
han imaginado. La grandeza y la gloria del matrimonio están más allá de nuestra capacidad para pensar o
sentir a menos que el Espíritu santo nos ilumine y nos despierte a su realidad. El mundo no puede saber lo
que es el matrimonio a menos que Dios se lo enseñe. El hombre natural no tiene la capacidad de ver ni
recibir ni sentir la maravilla de lo que Dios ha determinado que sea el matrimonio. Oro para que este
mensaje pueda ser usado por Dios para que ustedes se libren de las pequeñas, mundanas, contaminadas
culturalmente, egoístas, ignorantes de Cristo, desentendidas de Dios, intoxicadas por lo romántico, no
bíblicas, opiniones acerca del matrimonio.

El Matrimonio es la Exhibición de Dios


El elemento más fundamental que hemos de ver en la Biblia acerca del matrimonio es que es una obra de
Dios. Y lo más primordial que veremos en la Biblia es que el matrimonio es para la gloria de Dios. Estos
son los dos puntos que voy a tratar. Lo más fundamental es que el matrimonio es la obra de Dios. Lo más
primordial, el matrimonio es la exhibición de Dios. Permitamos que la Biblia impresiones estas cosas
sobre nosotros una a la vez.

1. El Matrimonio es la Obra de Dios


Lo primero, y más fundamental, es que el matrimonio es la obra de Dios. Aquí en nuestro texto hay cuatro
maneras de ver esto explícita o implícitamente.

a) El Matrimonio fue Diseñado por Dios


El matrimonio es la obra de Dios porque lo diseñó en la creación, cuando creó al hombre y a la mujer. Por
supuesto, esto se hace evidente en Génesis 1:27–28: “Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a
imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: ‘Sean fructíferos y
multiplíquense; llenen la tierra’”.
Pero también resulta claro en a medida que seguimos el curso del pensamiento de Génesis 2:18–25. En el
versículo 18, es Dios y no el hombre quien estipula que no es bueno que el hombre esté solo, y es Dios
mismo quien realizó uno de los diseños centrales de la creación, a saber, el matrimonio del hombre y la
mujer. “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.” No perdamos de vista
esa declaración central y sumamente importante: Dios mismo haría un ser perfectamente apropiado para el
hombre: una mujer.
Así que hizo desfilar a los animales delante del hombre para que pudiera ver que entre ellos no había
ninguna criatura que resultaba adecuada para él. Esta criatura debía ser hecha únicamente a partir del
hombre, de manera que pudiera tener su misma esencia como ser humano creado a la imagen de Dios,
como decía Génesis 1:27. Es así que leemos en los versículos 21–22: “Entonces Dios el SEÑOR hizo que
el hombre cayera en un sueño profundo y, mientras éste dormía, le sacó una costilla y cerró la herida. De
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la costilla que le había quitado al hombre, Dios el SEÑOR hizo una mujer y se la presentó al hombre”.
Dios la hizo.
El texto termina en los versículos 24b–25 con estas palabras: “… y los dos se funden en un solo ser. En
ese tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza.” En otras
palabras, todo apunta hacia el matrimonio. Entonces, lo primero que decimos acerca del matrimonio es
que se trata la obra de Dios porque lo diseñó en la creación, cuando creó al hombre y a la mujer.

b) Dios Entregó la Primera Novia


El matrimonio es la obra de Dios por Él personalmente asumió la dignidad de ser el primer Padre que
entregó una novia. Génesis 2:22: “De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el SEÑOR hizo una
mujer y se la presentó al hombre”. No la ocultó ni le obligó a Adán a buscarla. La creó, y se la entregó. En
un sentido profundo, Dios la había engendrado. Y ahora, aunque ella era de Adán en virtud de la creación,
la entregó al hombre en esta relación absolutamente nueva llamada matrimonio, relación diferente a todas
las otras relaciones existentes en el mundo.

c) Dios aplicó el Diseño del Matrimonio a la Existencia


El matrimonio es la obra de Dios porque Él no sólo creó a la mujer según su diseño y la entregó al hombre
como un Padre entrega su hija a su marido, sino también porque Dios aplicó el diseño del matrimonio a la
existencia. Lo hizo en el versículo 24: “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su
mujer, y los dos se funden en un solo ser”. ¿Quién está hablando en el versículo 24? Está hablando el
escritor de Génesis. ¿Quién creía Jesús que era el escritor de Génesis? Creía que era Moisés (Lucas
24:44), y que Moisés fue inspirado por Dios, de manera que lo que dijo Moisés lo dijo Dios. Escuchen
cuidadosamente Mateo 19:4–5: “—¿No han leído —replicó Jesús— que en el principio el Creador “los
hizo hombre y mujer”, y dijo [note: ¡Dios dijo!]: “Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se
unirá a su mujer, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo”? Jesús dijo que Génesis 2:24 es la palabra de
Dios. Por lo tanto, el matrimonio es la obra de Dios porque Él lo diseñó antes de que llegara a existir: “Por
eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos llegarán a ser un solo
cuerpo”.

d) Dios Lleva a Cabo la Unión en Un Solo Cuerpo


Esto nos lleva al cuarto elemento que nos permite afirmar que el matrimonio es una obra de Dios: El llegar
a ser un solo cuerpo, que es la esencia del matrimonio, es una unión que Dios mismo realiza.
El versículo 24 es la declaración de la institución del matrimonio. Pero así como fue Dios quien tomó la
mujer de la carne del hombre (Génesis 2:21), es Dios quien en cada matrimonio ordena y realiza una
unión llamada un cuerpo (“una carne” traduce la Reina Valera), de manera que ningún hombre tiene la
autoridad para destruirlo. Esto está implícito aquí en Génesis 2:24, pero Jesús lo hace explícito en Marcos
10:8–9. Cita Génesis 2:24 y añade un comentario que estalla como un trueno con la gloria del matrimonio.
“‘y los dos llegarán a ser un solo cuerpo’. Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha
unido, que no lo separe el hombre”.
Cuando una pareja pronuncia sus votos y consuma sus votos con la unión sexual, el actor principal no es
el hombre ni la mujer ni el pastor ni los padres. Es Dios. Dios une al marido y a la esposa en una unión
que los fusiona en un solo cuerpo. Dios lo hace. El mundo no lo, y por eso trata tan al matrimonio tan
despreocupadamente. Y con frecuencia los Cristianos actúan como si no lo supieran, y ésta es una de las
razones por las que en la iglesia no se ve al matrimonio como la maravilla que es. El matrimonio es la
obra de Dios, porque es una unión en un solo cuerpo que Dios mismo realiza.
De manera que lo más fundamental que hemos de ver en la Biblia acerca del matrimonio es que es una
obra de Dios. Fue su obra:
porque fue su diseño en la creación;
porque él personalmente entregó en matrimonio a la primera novia;
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porque él aplicó el diseño del matrimonio a la existencia; puesto que al dejar a los padres y unirse
al cónyuge llega a ser un solo cuerpo con él;
y porque esta unión en un solo cuerpo es establecida por Dios mismo en cada matrimonio.
Un vistazo a la magnificencia del matrimonio permite ver en la palabra de Dios que Dios mismo es el gran
hacedor. El matrimonio es su obra. Es de él y existe por medio de él. Esto es lo más fundamental que
podemos decir acerca del matrimonio. Y ahora veremos que el matrimonio es para él.

2. El Matrimonio es para la Gloria de Dios


La cosa más primordial que vemos en la Biblia acerca del matrimonio es que el matrimonio existe para la
gloria de Dios. Lo más fundamental es que el matrimonio es la obra de Dios. Lo más primordial es que el
matrimonio es la exhibición de Dios. Fue diseñado por Dios para exhibir su gloria de una manera tal que
ningún otro evento ni institución puede hacerlo.
Para ver esto bien claramente debemos conectar Génesis 2:24 con su uso en Efesios 5:31–32: En Génesis
2:24, Dios dice: “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos se funden
en un solo ser”. ¿Qué clase de relación es ésta? ¿Cómo van a mantenerse unidas estas dos personas?
¿Pueden salir de esta relación? ¿Pueden ir de cónyuge en cónyuge? ¿Esta relación se basa en el romance?
¿O el deseo sexual? ¿O la necesidad de compañía? ¿O la conveniencia cultural? ¿Qué es esto? ¿Qué lo
mantiene unido?

El Misterio del Matrimonio Revelado


Las palabras “deja a su padre y a su madre” y las palabras “los dos se funden en un solo ser” señalan a
algo mucho más profundo y más permanente que los matrimonios en serie y el adulterio ocasional. Estas
palabras señalan que el matrimonio es un pacto sagrado basado en los compromisos de ese pacto, que
permanecen firmes frente a cada tormenta, “mientras los dos vivieren”. Pero aquí esto está meramente
implícito. Llega a ser explícito cuando el misterio del matrimonio se revela por completo en Efesios 5:31–
32.
En el versículo 31 Pablo cita Génesis 2:24: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a
su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo”. Y después da esta importantísima explicación en el
versículo 32: “Esto es un misterio profundo; yo me refiero a Cristo y a la iglesia”. En otras palabras, el
matrimonio está diseñado de acuerdo al compromiso del pacto que Cristo hizo con su iglesia. Cristo es
como un esposo que viene por su esposa, que es el verdadero pueblo de Dios (Mateo 9:15; 25:1 y
siguientes; Juan 3:29). Pablo sabía que su ministerio era conseguir la novia—el verdadero pueblo de Dios
que confía en Cristo—y desposarla con él. En 2 Corintios 11:2 dice: “El celo que siento por ustedes
proviene de Dios, pues los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo, para presentárselos como una
virgen pura”.
Cristo sabía que tendría que pagar la dote con su propia sangre para redimir a su esposa. A esta relación la
llamó el nuevo pacto: “—Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes” (Lucas
22:20). Esto es a lo que Pablo se refiere cuando dice que el matrimonio es un misterio profundo: “yo me
refiero a Cristo y a la iglesia”. Cristo adquirió a la iglesia por medio de su sangre y estableció un nuevo
pacto con ella, un “matrimonio” que no se puede romper.
Lo más primordial que podemos decir acerca del matrimonio es que existe para la gloria de Dios, que
existe para exhibir a Dios. Ahora veamos cómo: El matrimonio está diseñado de acuerdo al compromiso/
pacto que Cristo hizo con su iglesia. Y por lo tanto el significado más elevado y el propósito más del
matrimonio es exhibir la relación que muestra el pacto de Cristo y su iglesia. Es por esto que existe el
matrimonio. Si usted está casado, este es el propósito de su matrimonio.

Cristo Nunca Dejará a su Esposa


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Por lo tanto, seguir casado no tiene nada que ver con seguir enamorado. Tiene que ver con cumplir con un
pacto. “Hasta que la muerte nos separe”, o “mientras los dos vivieren” es un sagrado compromiso/pacto
semejante al que Jesús hizo con su esposa cuando murió por ella. Por lo tanto, lo que hace tan horroroso a
los ojos de Dios el divorcio y el nuevo casamiento no es el mero hecho de que uno rompe un pacto con el
cónyuge, sino porque desvirtúa del pacto de Cristo. Cristo nunca dejará a su esposa Nunca. De nuestra
parte habrá tiempos de doloroso alejamiento y de resbalones trágicos. Pero Cristo guarda su pacto para
siempre. ¡El matrimonio es una exhibición de eso! Esto es lo más primordial que podemos decir acerca del
matrimonio.
Quiero decir mucho más sobre este punto. De manera que he decidido continuar con el mismo tema la
semana que viene. Y Dios mediante iremos a Génesis 2:25: “En ese tiempo el hombre y la mujer estaban
desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza”. ¿Por qué el relato Bíblico de la constitución del
matrimonio termina con esta nota, y justamente antes de la Caída? Pienso que la respuesta a esta pregunta
nos llevará hacia algunos consejos muy prácticos; oro para esos consejos nos ayuden en nuestro
matrimonio, a fin de que podamos cumplir los grandiosos propósitos que Dios tiene para nosotros.
Por ahora, acompáñenme en la oración para que Dios reemplace en la iglesia y en nuestro país los
compromisos anti bíblicos que exaltan el yo, que destruyen el matrimonio, y para que fortalezca nuestro
deseo emocional mediante el compromiso Bíblico de guardar nuestro pacto, a fin de exaltar a Cristo y
honrar al matrimonio.
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Segundo Sermón:
Seguir Casado no Tiene nada que Ver con Seguir Enamorado (Segunda Parte)
4 de Febrero de 2007

Génesis 2:18-25 (NVI)


18 Luego Dios el SEÑOR dijo: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.
19 Entonces Dios el SEÑOR formó de la tierra toda ave del cielo y todo animal del campo, y se los llevó al
hombre para ver qué nombre les pondría. El hombre les puso nombre a todos los seres vivos, y con ese
nombre se les conoce. 20 Así el hombre fue poniéndoles nombre a todos los animales domésticos, a todas
las aves del cielo y a todos los animales del campo. Sin embargo, no se encontró entre ellos la ayuda
adecuada para el hombre. 21 Entonces Dios el SEÑOR hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y,
mientras éste dormía, le sacó una costilla y cerró la herida. 22 De la costilla que le había quitado al
hombre, Dios el SEÑOR hizo una mujer y se la presentó al hombre, 23 el cual exclamó: “Ésta sí es hueso
de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará ‘mujer’, porque del hombre fue sacada”. 24 Por eso el
hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser. 25 En ese
tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza.

El Matrimonio y el Evangelio
El matrimonio es más maravilloso de lo que cualquier habitante de la tierra se lo imagina. Y las razones
por las que es maravilloso solamente pueden conocerse a través de la revelación especial de Dios,
solamente pueden apreciarse por medio de la obra del Espíritu Santo que nos capacita para contemplar y
aceptar esa maravilla. La razón por la que necesitamos la ayuda del Espíritu es que la maravilla del
matrimonio está entretejida con la maravilla del evangelio de la cruz de Cristo. Pero como el mensaje de la
cruz es una locura para el hombre natural, el significado del matrimonio también es una locura para el
hombre natural (1 Corintios 2:14).
Por ejemplo, hace algunos meses el ateo Richard Dawkins dijo esto: “yo presenté… argumentos
convincentes contra la existencia de un diseñador sobrenatural e inteligente, pero esa idea me parece
valiosa. Es refutable, y sin embargo es grande, lo suficientemente grande como para considerarla digna de
respeto. Pero no veo que descender y morir en la cruz sea digno de dicha grandeza, tanto para los dioses
del Olimpo como para Jesús. Eso me resulta paranoico”.
Éstas son las palabras trágicas del “hombre natural”. Los que consideran paranoico a Cristo, su
encarnación, su muerte, su resurrección y su señorío sobre todo el universo (al que sostiene con la palabra
de su poder, Hebreos 1:3; Colosenses 1:16-17), no podrán percibir la maravilla del matrimonio entretejida
con el evangelio. Pero nosotros, por gracia, sí podemos contemplarla. Oro para que usted la vea. Creo que
Dios se la revelará si usted mira determinadamente lo que la Palabra de Dios revela acerca de ella y busca
la ayuda del Espíritu Santo para que le permita ver y saborear la gloria de Cristo y el pacto con la iglesia
que se refleja en el matrimonio, al precio de su propia sangre.

El Matrimonio es la Obra de Dios, para la Gloria de Dios


La semana pasada vimos que lo más fundamental que podemos decir acerca del matrimonio es que se trata
de la obra de Dios. Y lo más primordial que podemos decir acerca del matrimonio es que se trata de la
exhibición de Dios. La razón por la que decimos que es la exhibición de Dios, es que, a través de Cristo,
Dios ha hecho un nuevo pacto con su pueblo. En él Dios promete perdonar, justificar y glorificar a todo
aquel que se vuelve a Él del pecado y recibe a Cristo como el Salvador, el Señor y el Tesoro supremo de
su vida. Desde el principio, el matrimonio entre un hombre y una mujer fue diseñado para que reflejara y
exhibiera ese pacto de relación.
Esta es la razón por la que Pablo cita Génesis 2:24: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y
se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo”, y después dice: “Esto es un misterio
profundo; yo me refiero a Cristo y a la iglesia”. Dejar a los padres y unirse a un cónyuge, formar una
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nueva unión en un solo cuerpo, significa desde el principio exhibir este nuevo pacto: Cristo dejó a su
Padre y tomó a la iglesia como su esposa, al costo de su propia vida, y se unió a ella en una permanente
unión espiritual (1 Corintios 6:17).
Por lo tanto, seguir casado no tiene nada que ver con seguir enamorado. Tiene que ver con guardar un
pacto. Si un cónyuge se enamora de otra persona, una respuesta profundamente legítima del cónyuge
acongojado y de la iglesia es “¿Qué? ¡Guarda tu pacto!” Ahora vamos a demostrar más profundamente lo
que significa guardar este pacto.

Desnudos y No Avergonzados
Para ayudarnos, y para poner un fundamento aún más completo, volvamos al versículo de nuestro texto
que no comentamos la semana pasada: Génesis 2:25: “En ese tiempo el hombre y la mujer estaban
desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza”. ¿Cuál es el corazón de este versículo? Considere
estas dos razones posibles por las que ellos no sentían vergüenza. Primera, ambos tenían cuerpos
perfectos. Y debido a que su aspecto era perfecto, no sentían temor ni reservas del otro cónyuge. En otras
palabras, su libertad de la vergüenza se debía a que no tenían nada de qué avergonzarse. ¿Es éste el punto
principal?
Vale la pena pensarlo. Cuando Dios creó al hombre dijo que todo lo creado era “muy bueno” (Génesis
1:31). De manera que el hombre y la mujer eran perfectamente bellos y agraciados. No tenían ningún
defecto. Pero, ¿es éste el punto de Génesis 2:25? Creo que no, y por tres razones.

No se Debe a los Cuerpos Perfectos


Primera razón, no importa cuán hermoso o apuesto sea su cónyuge, si usted es gruñón, o egoísta o
descortés es posible que sus comentarios avergüencen a la su cónyuge. No avergonzarse en una relación
matrimonial demanda más que ser físicamente perfecto; aquel que le está mirando debe ser recto y
amable.
Segunda, el propósito de Génesis 2:24-25 era proveer sabiduría fundamental para el matrimonio mucho
tiempo después de que el hombre cayera en pecado. Podemos ver esto en la manera como Jesús usa el
versículo 24. Entonces, no me parece que el punto principal debiéramos relacionarlo solamente con la
situación que existía antes de la caída, es decir, con la perfección de sus cuerpos.
Tercera, el versículo 24 establece la relación donde puede suceder lo que describe el versículo 25. Y el
énfasis se pone allí sobre el compromiso del pacto: Los dos están unidos entre sí con una nueva unión en
un solo cuerpo que no algo como un experimento. Es una nueva unión comprometida. Esto es lo que crea
el contexto para un matrimonio libre de vergüenza, y no lo es su belleza perfecta.

Se debe al Pacto de Amor


Consideremos ahora una segunda posibilidad por la que ellos no se avergonzaban aunque estaban
desnudos. Mi sugerencia es que el énfasis no se debe poner sobre su perfección física, sino sobre la
plenitud de su pacto de amor. En otras palabras, puedo estar libre de vergüenza por dos razones: Una es
que soy perfecto y no tengo nada de qué avergonzarme; la otra es que soy imperfecto pero no tengo
ningún temor de ser desaprobado por mi cónyuge. La primera significa que para estar libre de vergüenza
debo ser perfecto; la segunda significa que para estar libre de vergüenza tengo que basarme en la
naturaleza llena de gracia que hay en el pacto de amor. En el primer caso, no hay ninguna vergüenza
porque no tenemos ningún defecto. En el segundo caso, no hay vergüenza porque el pacto de amor cubre
una multitud de defectos (1 Pedro 4:8; 1 Corintios 13:5).
Sé que en Génesis 2:25 aún no se había producido la caída en pecado, de modo que no había ningún
defecto que cubrir. Pero mi tema es que el versículo 25 nace del versículo 24, puesto que el pacto de
relación establecido por el matrimonio fue diseñado desde el principio para que fuera el principal
fundamento de la libertad de la vergüenza. Debemos admitir que como consecuencia de la entrada del
pecado en el mundo se produjeron toda clase de defectos físicos. Adán y Eva no tuvieron que ejercer su
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pacto de amor para cubrir los pecados y defectos del otro, porque no los tenían. Pero éste fue el diseño de
Dios. El matrimonio fue diseñado desde el principio para exhibir a Cristo y la iglesia, y la esencia misma
del Nuevo pacto es que Cristo pase por alto los pecados de su esposa. Su esposa está libre de la vergüenza
no porque es perfecta, sino porque no tiene ningún temor de que su amado la condenará o avergonzará por
el pecado de ella. Ésta es la razón por la cual la doctrina de la justificación es el corazón mismo del
matrimonio que funciona bien. Crea paz verticalmente con Dios, a pesar de nuestro pecado. Y cuando se
experimenta horizontalmente, crea una paz libre de vergüenza entre un hombre imperfecto y una mujer
imperfecta. Espero tratar este punto más extensamente la semana próxima.

Declaración de Independencia
Pero primero debemos terminar mirando lo que el texto tiene que decir acerca de la desnudez y la
vergüenza. En Génesis 2:17 Dios había dicho a Adán: “… pero del árbol del conocimiento del bien y del
mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás”. Tomo “el conocimiento del bien y
del mal” para hacer referencia al estado de independencia de Dios en el que Adán y Eva se introducirían al
decidir, independientemente de Dios, lo que es bueno y lo que es malo. De manera que comer de este
árbol sería en sí mismo un acto de declaración de independencia de Dios.
Eso es lo que sucede en Génesis 3:5-6: Dice el tentador; “Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese
árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal”. De manera que
cuando “La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable
para adquirir sabiduría… tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo y él también comió”.
El primer efecto de esta rebelión contra Dios y esta declaración de independencia está registrado en el
versículo 7: “En ese momento se le abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez. Por eso, para
cubrirse entretejieron hojas de higuera”. ¿Qué significa esto?
Repentinamente tuvieron conciencia de sus cuerpos. Antes de su rebelión contra Dios no había vergüenza
alguna. Ahora, evidentemente, sí había vergüenza. ¿Por qué? No hay ninguna razón para pensar que se
debió a que repentinamente se pusieron feos. Este no es para nada el enfoque del texto. En Génesis 2:25 el
enfoque no esté puesto en su belleza, y en 3:7 el enfoque no está puesto en su fealdad. ¿Porqué, entonces,
la vergüenza? Porque ha colapsado el fundamento del amor que guarda el pacto. Y con esto desapareció
para siempre del matrimonio aquella dulce y confiada seguridad.

El Fundamento del Amor que Guarda el Pacto


El fundamento del amor que guarda el pacto entre un hombre y una mujer es el pacto continuo que existe
entre ellos y Dios: Dios gobernándoles para su bien y ellos gozándose en Él y en esa seguridad y
confianza en Él. Cuando ellos comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal, el pacto se rompió
y colapsó el fundamento de su propio pacto matrimonial.
Experimentaron esto de inmediato porque se corrompió su propio pacto de amor mutuo. Esto sucedió de
dos maneras, y nosotros también lo experimentamos hoy en día de estas dos maneras. Ambas maneras
están relacionadas con la experiencia de la vergüenza. En el primer caso, la mera observación de mi
desnudez ya no es digna de confianza; de modo que tengo miedo de ser avergonzado. En el segundo caso,
yo mismo ya no estoy en paz con Dios, sino me siento culpable, profano e indigno; merezco estar
avergonzado. Pensemos en estas dos cosas.

La Vulnerabilidad a la Vergüenza
En el primer caso, tengo conciencia de mi cuerpo y me siento vulnerable a la vergüenza porque sé que Eva
ha elegido independizarse de Dios. Ella se ha puesto en el centro, en el lugar de Dios. Ella es
esencialmente una persona egoísta. Desde este día en adelante, se pondrá en el primer lugar, y pondrá a los
demás en el último lugar. Ya no es una servidora. Por lo tanto, ya no está a salvo. Y yo me siendo
vulnerable ante ella, porque es probable que me rebaje si eso la eleva a ella. Así que repentinamente mi
desnudez es frágil. Ya no confío más en que ella me amará con un amor puro y que guarda el pacto. Ésta
es una causa de vergüenza y auto conciencia.
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 9

El Pacto con Dios Quebrantado


La otra causa es que Adán mismo, y no su esposa, ha quebrantado el pacto con Dios. Si ella es rebelde y
egoísta, y por lo tanto es inestable, también lo soy yo. Pero yo experimento esto sintiéndome profano,
culpable e indigno. Y de hecho yo soy. Antes de la Caída, lo que es y lo que debería ser era una misma
cosa. Pero ahora, lo que es y lo que debe ser no son una misma cosa. Yo debería ser humilde, y someterme
a Dios gozosamente. Pero no lo soy. Esta enorme brecha entre lo que soy y lo que debo ser influye en
todo lo mío, hasta en la manera cómo me siento con mi propio cuerpo. Entonces, aunque mi esposa sea la
persona sana del mundo, mi propio sentido de culpa e indignidad me hace sentir vulnerable. La simple y
abierta desnudez de la inocencia ahora no es compatible con la persona culpable que yo soy. Me siento
avergonzado.
Entonces la vergüenza de la desnudez se origina en dos fuentes, y todo se debe al colapso del fundamento
del pacto de amor que había en nuestra relación con Dios. Una es que Eva ya no es confiable, no puedo
esperar que me contenga; ha llegado a ser egoísta y me siento vulnerable porque ella me rebajará para sus
propios fines egoístas. La otra es que yo ya sé que soy culpable, y que la desnudez de la inocencia se
contradice con mi propia indignidad: Tengo vergüenza de ella.

Las Ropas que se Hicieron


Génesis 3:7 dice que ellos trataron de enfrentar la situación haciéndose ropa: “Por eso, para cubrirse
entretejieron hojas de higuera”. Después, en Génesis 3:21, Dios les hizo ropas mejores con pieles de
animales: “Dios el SEÑOR hizo ropa de pieles para el hombre y su mujer, y los vistió”. ¿Cómo hemos de
entender esto?
El esfuerzo de Adán y Eva para vestirse por sí mismos fue un esfuerzo pecaminoso para encubrir lo que
había sucedido. Ellos siguieron adelante y trataron de ocultarse de Dios (Génesis 3:8). Ya no eran
inocentes, sino eran rebeldes contra Dios. Sentían que su desnudez era demasiado reveladora y demasiado
vulnerable. Así que trataron de cerrar la brecha entre lo que eran y lo que debían ser, cubriendo la realidad
y presentándose de una manera diferente. Éste fue el principio y el origen de la hipocresía. Fue el primer
intento, totalmente infructuoso, de cometer un fraude.

Entonces Dios los Vistió


¿Qué significa el hecho de que Dios los vistió con pieles de animales? ¿Estaba Dios dando su visto bueno
a la hipocresía? ¿Estaba Dios ayudando y favoreciendo su hipocresía? Si antes de la Caída ellos estaban
desnudos y libres de toda vergüenza, y si se taparon para minimizar su vergüenza después de la caída,
¿qué hace Dios al vestirles mejor de lo que ellos se habían vestido? Pienso que la respuesta es que Dios
está haciendo algo que tiene tanto un mensaje negativo como un mensaje positivo.
Negativamente, Él está diciendo: “Ustedes no son lo que eran y no son lo que deben ser. El abismo que
hay entre lo que son y lo que deben ser es enorme. Cubrirse con ropa es una buena reacción ante esto, pero
no con la intención de encubrir su condición sino de confesarla. De ahora en adelante van a estar vestidos,
no para encubrir lo que son, sino para confesar que no son lo que deben ser. Una implicación práctica de
esto es que la desnudez pública de hoy no es un retorno a la inocencia sino una rebelión contra la realidad
moral. Dios ordena que nos vistamos para dar testimonio acerca de la gloria que hemos perdido, y por lo
tanto rehusar a vestirnos es un paso más de rebelión.
Y para aquellos que se rebelan en otra dirección y de “hacen de sus propias ropas” un medio para ganar
poder, prestigio y atención, la respuesta de Dios no es un retorno a la desnudez sino un retorno a la
sencillez (1 Timoteo 2:9-10; 1 Pedro 3:4-5). La ropa no tiene el propósito de que la gente piense en lo que
hay debajo de ella. La ropa tiene el propósito de dirigir la atención a lo que no hay debajo de ella: a los
brazos y las manos que sirven a otros en el nombre de Cristo, a los pies que son “hermosos” porque llevan
el evangelio adonde se lo necesita, y al brillo de un rostro que ha contemplado la gloria de Jesús.

El Significado de la Ropa
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 10

Hemos visto al significado más positivo de la ropa, el que Dios tenía presente cuando vistió a Adán y Eva
con pieles de animales. Esto no sólo fue un testimonio de la Gloria que perdimos y una confesión de que
no somos lo que debemos ser, sino también es un testimonio de que algún día Dios mismo nos hace lo que
debíamos ser. Dios rechazó la ropa que ellos se hicieron. Y después Él mismo hizo su ropa. Mostró su
misericordia al proveerles una ropa mejor. Junto con las otras señales esperanzadoras que se ven en el
contexto (como la derrota de la serpiente en 3:15), la misericordia de Dios apunta hacia el día cuando Él
resolvería decisiva y permanentemente el problema de la vergüenza de ellos. Lo haría con la sangre de su
propio Hijo (evidentemente se derramó sangre cuando mató a los animales para sacar las pieles). Y lo
haría con las ropas de justicia y el brillo de su gloria (Gálatas 3:27; Filipenses 3:21).
Esto significa que nuestras ropas son un testimonio tanto de nuestro fracaso pasado y presente, y de
nuestra gloria futura. Ellas dan testimonio de la brecha que hay entre lo que somos y lo que debemos ser.
Y dan testimonio de la intención misericordiosa de Dios de tender un puente sobre el abismo por medio de
Jesucristo y su muerte por nuestros pecados. Él resuelve el problema del miedo, el orgullo, el egoísmo y
la vergüenza que existen entre el hombre y la mujer por medio del nuevo pacto en su sangre.

El Matrimonio es una Exhibición del Evangelio


El matrimonio tiene el propósito de exhibir aquel pacto y aquel evangelio. Por lo tanto, lo que Dios
mediante veremos la próxima vez, es cómo un esposo y una esposa encarnan el nuevo pacto del evangelio
de la justificación por la fe, para crear un lugar seguro y sagrado donde se pueda decir nuevamente:
“Estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza”.
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 11

Tercer Sermón:
EL MATRIMONIO:
LA VITRINA DEL PACTO QUE SE MANTIENE POR GRACIA
11 de Febrero de 2007

Colosenses 2:13-15, 3:12-19 (NVI)

“Antes de recibir esa circuncisión, ustedes estaban muertos en sus pecados. Sin embargo, Dios nos dio
vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por
los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los
poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile
triunfal…
“Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad,
humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja
contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Por encima de todo, vístanse de
amor, que es el vínculo perfecto.
“Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean
agradecidos. Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense
unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de
corazón. Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a
Dios el Padre por medio de él.
Esposas, sométanse a sus esposos como conviene en el Señor. Esposos, amen a sus esposas y no sean
duros con ellas”.

En las dos últimas semanas hemos visto que el elemento fundamental del matrimonio es que se trata de la
obra de Dios, y lo máximo que puede decir acerca del matrimonio es que debe ser para mostrar a Dios.
Estos dos puntos fueron escritos por Moisés en Génesis 2, pero Jesús y Pablo lo exponen más claramente
en el Nuevo Testamento.

Jesús: El Matrimonio es Obra de Dios


Jesús deja perfectamente en claro que el matrimonio es una obra de Dios. Marcos 10:6-9: “Pero al
principio de la creación Dios ‘los hizo hombre y mujer’. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre,
y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo”. Por lo tanto, lo que Dios ha unido, que no
lo separe el hombre” [Génesis 1:27, Génesis 2:24]. Esta es la declaración más clara en la Biblia en cuanto
a que el matrimonio no es meramente una obra humana. Las palabras “lo que Dios ha unido” significan
que es una obra de Dios.

Pablo: El Matrimonio debe Mostrar a Dios


Pablo aclara que el matrimonio es diseñado por Dios para ser la demostración de Dios. En Efesios 5:31-32
cita a Génesis 2:24, y entonces nos dice cuál es el misterio que siempre ha contenido: “‘Por eso dejará el
hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo’. Esto es un
misterio profundo; yo me refiero a Cristo y a la iglesia”. En otras palabras, el pacto incluía dejar a la
madre y el padre y unirse a una esposa, y llegar a ser una sola carne es un retrato del pacto entre Cristo y
su iglesia. En última instancia, el matrimonio existe para mostrar el amor con el que Dios guarda el pacto
entre Cristo y su iglesia.

Un Modelo de Cristo y la Iglesia


Hoy le pregunté a Noël (esposa de John Piper, NdT) si quería decirme algo en especial. Y me dijo: “Debes
seguir repitiendo frecuentemente que el matrimonio es un modelo de Cristo y la iglesia”. Pienso que tiene
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 12

razón, por lo menos por tres razones: 1) Esto eleva al matrimonio por encima de las sórdidas imágenes de
las telenovelas y le da el significado magnífico que Dios quiere que tenga; 2) da al matrimonio una base
sólida en la gracia, puesto que Cristo consiguió a su esposa y la sostiene sólo por gracia; y 3) muestra que
la autoridad del marido y la sumisión de la esposa son cruciales y crucificadas. Es decir, ambos elementos
están entretejidos dentro del matrimonio como una manifestación de Cristo y la iglesia y le dan su
verdadero significado, y ambos están definidos por la obra de Cristo al negarse a sí mismo sobre la cruz,
de modo que tanto el orgullo como el servilismo son anulados.
En los primeros dos mensajes nos dedicamos a pensar en la primera de estas razones: dar el fundamento
para el matrimonio como una demostración del amor del pacto de Dios. El matrimonio es un pacto entre
un hombre y una mujer en el cual prometen ser fieles como marido y mujer, en una nueva unión que los
hace una sola carne durante todo el tiempo que los dos vivieren. Este pacto, sellado con votos solemnes y
la unión sexual, tiene el propósito de la vitrina de la gracia con la que Dios guarda el pacto.

Una Base Sólida en la Gracia


El titulo de hoy es: “El Matrimonio: La Vitrina de la Gracia con la que se Mantiene el Pacto. Ahora nos
dedicaremos a considerar la segunda razón que mencioné frente a la afirmación de Noël cuando me dijo
que debía seguir repitiendo frecuentemente que el matrimonio es un modelo de Cristo y la iglesia. Esta
segunda razón es que el matrimonio tiene una base sólida en la gracia, puesto que Cristo obtuvo y sostiene
a su esposa sólo por gracia.
En otras palabras, el punto principal de hoy es que, puesto que el Nuevo pacto de Cristo con su iglesia ha
sido creado y es sostenido por la gracia ganada por medio de su sangre, los matrimonios humanos son la
vitrina de la gracia del nuevo pacto. Y la manera en que ellos la exhiben es basándose en la gracia de Dios
que uno experimenta y que se dirige hacia afuera de la experiencia vertical con Dios, hacia una
experiencia espiritual con el cónyuge. En otras palabras, en el matrimonio uno vive hora tras hora en
gozosa dependencia del perdón y la justificación de Dios y la prometida gracia futura, y además se inclina
hacia la esposa hora tras hora—como una extensión del perdón y la justificación de Dios y la ayuda
prometida. Este es nuestro punto hoy.

La Centralidad del Perdón, la Gracia Justificadora


Sé que todos los cristianos (y no solamente los cristianos casados) deberían hacer esto en todas sus
relaciones: vivir hora tras hora por la gracia de Dios que perdona, justifica y suple todo, y entonces
inclinarse hacia fuera, hacia todos los demás. Jesús dice que nuestra vida entera es una vidriera de la gloria
de Dios (Mateo 5:16). Pero el matrimonio tiene el propósito de ser una vidriera única del pacto de la
gracia de Dios, porque a diferencia de todas las demás relaciones humanas, el marido y la mujer están
vinculados por un pacto dentro de la relación más íntima posible, y para toda la vida. Hay roles únicos de
autoridad y sumisión, pero éste no es mi punto hoy. Veremos esto más adelante. Hoy consideraremos al
marido y a la esposa como cristianos per se, y no nos referiremos a la analogía de la cabeza y el cuerpo.
Antes de que un hombre y una mujer puedan aplicar bíblicamente y por gracia los roles únicos de
autoridad y sumisión, deben descubrir lo que significa construir su vida sobre la experiencia vertical del
perdón y la justificación y la ayuda prometida, para después inclinarse hacia fuera hacia el cónyuge. Esto
es lo que veremos hoy. O, para ponerlo en los términos del mensaje de la semana pasada: La clave para
estar desnudos sin avergonzarse (Génesis 2:25), cuando de hecho un marido y una esposa hacen muchas
cosas de las que deberían avergonzarse, es la experiencia del perdón vertical de Dios, la gracia justificante
inclinándose horizontalmente a todos los demás y mostrándose al mundo.

La Ira Venidera de Dios


Brevemente, veamos en Colosenses el fundamento de esta verdad. Comenzaremos con Colosenses 3:6:
“Por estas cosas viene el castigo de Dios”. Si usted dice, “La última cosa que quiero escuchar acerca de mi
turbulento matrimonio es la ira de Dios”, se parecerá a un frustrado pescador de la costa oriental de
Indonesia el 26 de Diciembre de 2004 que podría haber dicho: “La última cosa que quiero escuchar en mi
turbulento negocio de la pesca es acerca de un tsunami”. Entender profundamente y temer la ira de Dios es
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 13

exactamente lo que necesitan muchos matrimonios, porque sin eso, el evangelio se diluye a meras
relaciones humanas y pierde su gloria bíblica. Y sin eso, usted se sentirá tentado a pensar que su ira, la ira
que usted puede sentir contra su cónyuge, simplemente es demasiado grande para vencerla, porque nunca
ha visto en realidad lo que es una ira infinitamente mayor vencida por la gracia, es decir, la ira de Dios
contra usted.

La Eliminación de la Ira de Dios


Así que comenzaremos con la ira de Dios y su eliminación Vayamos de nuevo a Colosenses 2:13-14:
“Antes de recibir esta circuncisión, ustedes estaban muertos en sus pecados. Sin embargo, Dios nos dio
vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por
los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz”.
Estas últimas palabras son sumamente decisivas. A esta deuda, el registro de la deuda que había contra
nosotros, Dios la quitó clavándola en la cruz. ¿Qué sucedió hace dos mil años? Esto no sucedió dentro de
usted, y no sucedió contando con alguna ayuda de su parte. Dios lo hizo por usted y fuera de usted antes
de que usted naciera. Éste es la grandiosa objetividad de nuestra salvación.

El Registro de la Deuda Cancelada en la Cruz


Asegúrese de ver esta verdad, la más hermosa y asombrosa de todas las verdades: Dios tomo el registro de
todos sus pecados que lo hacían a usted deudor de la ira (los pecados son ofensas contra Dios que hacen
descender su ira sobre los pecadores), y en lugar de poner este registro delante de su cara y usarlo como la
prueba que le enviaría al infierno, lo puso en las palmas de las manos de su Hijo y lo clavó en la cruz.
¿Los pecados de quién fueron clavados en la cruz? ¿Los pecados de quién fueron castigados en la cruz?
Respuesta: Mis pecados. Y los pecados de Noël, los pecados de mi esposa y mis propios pecados, y los
pecados de todos los que se desesperan porque no pueden salvarse a sí mismos, pero confían en Cristo
solamente. ¿Las manos de quién fueron clavadas en la cruz? ¿Quién fue castigado en la cruz? Jesús. Hay
un hermoso sustantivo que lo define muy bien: Es el sustantivo sustitución. Dios condenó mi pecado en la
carne de Cristo (Romanos 8:3). Maridos, pueden creer esto firmemente. Esposas, pueden creer esto
firmemente.

La Justificación no sólo Tiene que Ver con el Perdón


Si vamos a la carta a los Romanos y bosquejamos aquí todo lo que entendemos de la justificación tal como
la presenta ese documento, podemos decir mucho más. La Justificación no sólo tiene que ver con el
perdón. No sólo somos perdonados por causa de Cristo, sino Dios también nos declara justos por causa de
Cristo. Las exigencias de Dios sobre nosotros son dos: castigo por nuestros pecados y perfección en
nuestra vida. Nuestros pecados deben ser castigados y nuestra vida debe ser justa. Pero no podemos sufrir
nuestro castigo (Salmo 49:7-8), y no podemos generar nuestra propia justicia. No hay justo ni aún uno; no,
ni siquiera uno (Romanos 3:10).
Por lo tanto Dios, por el ilimitado amor que nos tiene, nos entregó a su propio Hijo para que ambas cosas
fueran cumplidas por Él: Cristo sufrió nuestro castigo y Cristo obró nuestra justicia. Y cuando recibimos a
Cristo (Juan 1:12), todo el castigo que sufrió y toda su justicia llegan a ser considerados como nuestros
(Romanos 4:4-6; 5:1; 8:1; 10:4; Filipenses 3:8-9; 2 Corintios 5:21).

La Justificación Inclinada hacia Afuera


Ésta es la verdad vertical que debe inclinarse hacia afuera horizontalmente hacia nuestro cónyuge si es que
el matrimonio ha de mostrar la gracia de Dios que ha hecho el pacto y que guarda el pacto. Vemos esto en
Colosenses 3:12-13: “Por tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable
y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si
alguno tiene queja contra otro. Así como Cristo los perdonó, perdonen también ustedes”. ¡Y esto incluye a
su cónyuge! Así como el Señor le sostiene, usted debe sostener a su cónyuge. El Señor “le aguanta” a
usted cada día cuando usted no hace su voluntad. En lugar de eso, la distancia que Cristo espera que haya
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 14

entre usted y lo que usted logra es infinitamente más grande que la distancia que hay entre usted y lo que
espera de su cónyuge y lo que su cónyuge logra. Cristo siempre perdona más y soporta más de lo que
nosotros lo hacemos. Perdone como usted ha sido perdonado. Soporte como él le soporta a usted. Este
principio rige tanto para el que está casado con un creyente o como para el que está casado con alguien
que no cree. Hermano, hermana, que la medida de la gracia que Dios le ha dado en la cruz de Cristo sea la
medida de la gracia con la que usted trata a su cónyuge.
Y si usted está casado con un creyente, puede añadir esto: Así como Dios lo considera justo en Cristo, a
pesar de que usted no lo es ni en conducta ni en actitud, considere a su cónyuge como justo en Cristo,
aunque él no lo es, aunque ella no lo es. En otras palabras, según lo expresa Colosenses 3, tome la gracia
vertical del perdón y la justificación y extiéndala horizontalmente hacia su cónyuge. El propósito más
importante del matrimonio es mostrar la gracia de Cristo que guarda el pacto.

La Necesidad de Sabiduría Basada en el Evangelio


Pero surgen cientos de situaciones complejas que claman por una sabiduría espiritual profunda basada en
estas verdades del evangelio y en largos años de experiencia dolorosa y fiel. En otras palabras, es
imposible que yo aplique este mensaje a las necesidades particulares de cada uno. Además de la
predicación necesitamos al Espíritu Santo, necesitamos oración, necesitamos meditar en la Palabra por
nosotros mismos, necesitamos ver lo que otros ven al respecto, necesitamos el consejo de amigos fieles
que están experimentados en el sufrimiento, necesitamos a la iglesia para que nos sostenga cuando todo se
derrumba. O sea, no tengo ninguna ilusión de que yo pueda satisfacer con mis palabras todos los
requerimientos de ayuda que ustedes tienen.

Vivir Verticalmente, y Además Inclinarse hacia Afuera


Quizás pueda serles de utilidad darles varias razones por las que estoy enfatizando el amor-pacto que se
manifiesta en forma de perdón y de consideración del otro como justo. Ahora bien, ¿es que yo no creo que
debo deleitarme en la otra persona? De ninguna manera; lo creo. Tanto la experiencia como la Biblia me
empujan hacia allá. Tenga por seguro que Jesús está casado con su esposa, la iglesia, y que claramente es
posible y bueno agradar al Señor (Colosenses 1:10). Ciertamente él es infinitamente digno de que
encontremos placer en él. Éste es el ideal en el matrimonio: dos personas humillándose y buscando
cambiar de tal manera que pueda dar placer a su cónyuge y satisfacer sus necesidades físicas y
emocionales, o agradarle de todas las formas posibles. Sí. La relación entre Cristo y la iglesia incluye todo
eso.
Pero las razones por las que enfatizo esto de vivir verticalmente en la gracia de Dios, y entonces inclinarse
horizontalmente en forma de perdón y justificación hacia su cónyuge son: 1) porque se van a producir
conflictos si hay pecado y alejamiento (y usted no podrá ni coincidir con el otro acerca de lo que los aleja
y de lo que es el pecado); 2) porque el trabajo duro que representa el soportar y perdonar es lo que hace
posible que florezcan los afectos cuando aparentemente han muerto; y 3) porque Dios es glorificado
cuando dos personas muy diferentes y muy imperfectas forjan en el horno de la aflicción una vida de
fidelidad por medio de su confianza en Cristo.

En Cristo, Dios le ha Perdonado a Usted y a su Cónyuge


Ahora bien, voy a continuar desde aquí en la próxima oportunidad, y voy a compartir con ustedes el
descubrimiento que hicimos Noël y yo. Les anuncio que el próximo sermón se titulará “El sermón de la
pila de abono”. Mientras tanto, esposos y esposas, fijen en su conciencia estas enormes verdades (más
grandes que cualquier problema que haya en su matrimonio): Dios “nos dio vida en unión con Cristo, al
perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él
anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz”. Crean esto con todo su corazón, e inclínense
con gracia y perdón hacia su cónyuge.
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 15

Cuarto Sermón:
El Matrimonio: Perdón y Paciencia
18 de Febrero de 2007

Colosenses 3:12–19 (NVI)


12 Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad,
humildad, amabilidad y paciencia, 13 de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene
queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. 14 Por encima de todo,
vístanse de amor, que es el vínculo perfecto. 15 Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual
fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos. 16 Que habite en ustedes la palabra de Cristo con
toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y
canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón. 17 y todo lo que hagan, de palabra o de obra,
háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él. 18 Esposas,
sométanse a sus esposos, como conviene en el Señor. 19 Esposos, amen a sus esposas y no sean duros con
ellas.

Quizás recuerden que mi esposa Noël me dijo: “Debes seguir repitiendo frecuentemente que el
matrimonio es un modelo de Cristo y la iglesia” (Efesios 5:31–32). Y yo dije que pienso que ella estaba en
lo correcto por tres razones. Mencionaré dos. La primera era que esta afirmación eleva al matrimonio por
encima del albañal de las telenovelas hasta el cielo brillante y claro de la gloria de Dios, donde tiene que
estar. Y en segundo lugar, decir que el matrimonio es un modelo de Cristo y la iglesia lo pone firmemente
sobre la base de la gracia, porque ésta es la manera como Cristo tomó a la iglesia como esposa, sólo por
gracia. ¡Y ésta es la manera como Él sostiene su relación con la iglesia: sólo por gracia!

El Matrimonio: Es la Obra y la Manifestación de Dios


En los primeros dos mensajes traté de apoyar la primera razón. Traté de mostrar que el matrimonio es la
obra de Dios y la manifestación de Dios. Que la gloria del matrimonio proviene del hecho de que es de Él,
por medio de Él, y para Él. El propósito del matrimonio humano es temporal. Pero apunta hacia algo
eterno: hacia Cristo y la iglesia. Y cuando esta era haya terminado, el matrimonio se desvanecerá dentro
de la realidad superior a la cual apunta ahora.
En Mateo 22:30 Jesús dijo: “En la resurrección, las personas no se casarán ni serán dadas en casamiento,
sino que serán como los ángeles que están en el cielo”. Ésta es la razón por la que Bill Piper, mi padre, no
será bígamo en la resurrección. Tanto mi madre como mi madrastra han muerto. Mi padre estuvo casado
treinta y seis años con mi madre y, después de la muerte de ella, estuvo casado veinticinco años con mi
madrastra. Pero en la resurrección, las sombras darán paso a la realidad. El matrimonio es un puntero que
señala hacia la gloria de Cristo y la iglesia. Pero en la resurrección el puntero se desvanecerá en la
perfección de aquella gloria.

El Matrimonio: Está Basado Firmemente en la Gracia.


La semana pasada nuestro punto fue que el matrimonio está basado en la gracia. La gracia es esa
experiencia verticales la que Cristo nos introdujo por medio de su muerte en la cruz; pero también esa
misma gracia se inclina horizontalmente desde el marido hacia la esposa y desde la esposa hacia el
marido. Sencillamente señalamos hacia esta estructura general del matrimonio cristiano (y del matrimonio
donde solamente uno de sus integrantes es cristiano) a partir de Colosenses 2:13–14 y 3:13. Colosenses
2:13b–14 nos dice cuál es la base sobre la cual Dios proporciona el perdón de nuestros pecados: “… al
perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él
anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz”. La deuda que había contra nosotros debido a
nuestros pecados fue borrada por Dios clavándola en la cruz. Por supuesto, no fueron los clavos y el
madero que la borraron, sino se trata de que nuestros pecados fueron borrados por las manos y los pies del
Hijo de Dios agujereados en la cruz (vea Isaías 53:5–6).
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 16

La Gracia fue Inclinada Hacia Afuera


Y luego, habiéndonos mostrado la base del perdón de Dios en la cruz, Pablo dice en Colosenses 3: 13:
“Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes”. En otras palabras, tomen ustedes la gracia, el
perdón y la justificación que han recibido verticalmente por medio de la muerte de Cristo e inclínenla
horizontalmente hacia los demás. Específicamente, los esposos hacia sus esposas y las esposas hacia sus
esposos. Cerca del final, pregunté: ¿Por qué hemos de enfatizar el perdón y la paciencia en lugar de
enfatizar el romance y el disfrute del uno por el otro? Di tres respuestas:
1. Porque debido al pecado se van a producir conflictos, y necesitamos perdonar el pecado y tener
paciencia con lo que nos resulte caprichoso, y a veces ni siquiera coincidir sobre qué es la discusión;
2. Porque el duro y difícil trabajo de perdonar y tener paciencia es lo que hace posible que florezcan los
afectos cuando pareciera que han muerto;
3. Porque Dios recibe la gloria cuando dos personas muy diferentes y muy imperfectas forjan una vida
de fidelidad en el horno de la aflicción, confiando en Cristo.

La Separación Redentora y Más Allá


Entonces, hoy quiero tratar más a fondo el tema de la paciencia y el perdón. Permítanme decir ahora al
comenzar que estoy conciente, dolorosamente conciente, de que hay pecados que los cónyuges cometen el
uno contra el otro que pueden sobrepasar la línea de la paciencia y el perdón, para finalmente ayudar al
pecado, lo que puede justificar una separación redentora. He elegido cuidadosamente las palabras: una
separación redentora. Pienso en cosas como las agresiones, el adulterio, el abuso de los hijos, la ira
provocada por el consumo de alcohol, la adicción al juego, el robo o la mentira que provocan la ruina de la
familia. Mi propósito hoy es no hablar acerca de estas cosas, que consideraré más adelante cuando
desarrolle el tema de la separación, el divorcio, y el nuevo casamiento. Hoy quiero mostrarles el patrón
bíblico de la paciencia y el perdón que puede ayudarle a no llegar al punto de la separación, y quizás hasta
hacerlos retroceder del borde del divorcio, y hasta restaurar a algunos matrimonios a los que el mundo
llama “divorciados”. Y oro para que esto también siembre semillas en los hijos y en los solteros que algún
día se casarán, a fin de que puedan construir su matrimonio sobre esta roca de la gracia.

El Fundamento: La Persona y la Obra de Cristo


Cuando Pablo llega a Colosenses 3:12, ya ha puesto un fundamento sólido en la persona y la obra de
Cristo en la cruz. Éste es el fundamento del matrimonio y de todo lo demás de la vida. Las principales
batallas de la vida y del matrimonio son batallas para creer en esta persona y su obra. Realmente quiero
decir que uno debe confiar en Jesús y su obra, aceptarlos, atesorarlos, respirar por ellos, moldear la vida
por ellos. Entonces, cuando Pablo llega a Colosenses 3:12, nos exhorta con palabras que explotan con esa
realidad que mueve las emociones, realidad que se edifica sobre Cristo y su obra salvadora.

Escogidos
En primer lugar, hay tres descripciones de usted, el creyente, que Pablo usa para ayudarle a recibir su
exhortación. “Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados…” Dios está por decirnos que clase
de corazón y actitud deberíamos tener, con los que deberíamos vestirnos como si fuese nuestra ropa. Pero
primero nos llama escogidos, santos, amados. Somos elegidos por Dios. Antes de la fundación del mundo
Dios nos eligió en Cristo. A través de lo que Pablo escribe en Romanos 8:33, escuche lo precioso que esto
es para el apóstol: “¿Quién acusará a los que Dios ha escogido?” La respuesta es que nadie en absoluto
puede acusar al que Dios eligió. Pablo quiere que sintamos la maravilla de ser elegidos tanto como de ser
amados incuestionablemente. Si usted se opone a la verdad de la elección, también se está oponiendo a ser
amado.

Santos
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 17

Después nos llama santos, es decir, puestos aparte para Dios. Él nos eligió con un propósito: que fuéramos
su gente santa, para que “saliéramos” del mundo y no fuéramos “comunes” o inmundos. Efesios 1:4:
“Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos…” 1 Pedro 2:9: “Pero
ustedes son linaje escogido… nación santa”. En primer lugar, esto es una posición y un destino, y
después es un patrón de conducta. Por esta razón también nos dice cuál es la clase de conducta de la que
debemos revestirnos. Dios sabe que prácticamente todavía no somos todo lo perfectamente santos que
debemos ser. Nos llama a ser santos en la vida porque somos santos en Cristo. ¡Vístase de manera que
usted se ajuste a lo que es! ¡Vístase de santidad!

Amados
Después nos llama amados. “… escogidos de Dios, santos y amados…” Dios, el creador del universo, lo
escogió, lo apartó para Él, y lo ama. Él está de su parte, y no en contra de usted. “Pero Dios demuestra su
amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos
5:8). Éste hecho es el comienzo de la paciencia y del perdón en el que pueden vivir los esposos y las
esposas. Esto es lo que los impulsa. Esposos, entréguense a la contemplación y el disfrute de ello.
Esposas, entréguense a la contemplación y el disfrute de ello. Obtengan su vida a partir de ello. Obtengan
su gozo a partir de ello. Obtengan su esperanza a partir de ello: del hecho de que son elegidos, apartados y
amados por Dios. Ruéguenle al Señor que esto sea el motor de su vida y de su matrimonio.

Condiciones Internas que Producen Comportamientos Externos


Sobre esta base, la base de esta identidad profunda, nueva, centrada en Dios, Él les dice que deben
“revestirse”. ¿Cómo se viste un hijo de Dios elegido, amado y santo? Les dice cuál debe ser la actitud y la
conducta que se ajustan al hecho de que son elegidos, puestos apartes y amados por Dios a través de
Jesucristo, y que fluyen a partir de ese hecho.
Pienso que aquí se describen tres condiciones internas que nos llevan a su vez a tres comportamientos
externos. “Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de
bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno
tiene queja contra otro”.

Del Afecto Entrañable a la Bondad


Dividamos esto en pares. Versículo 12: “de afecto entrañable y de bondad”. Literalmente: “entrañas de
misericordia y bondad”. “Entrañas de misericordia” es la condición interior, y “bondad” es el
comportamiento exterior. Sea misericordioso en su ser interior, y desde ese buen terreno nacerá el fruto de
la bondad. De manera que, esposos, hundan sus raíces por fe en Cristo a través del evangelio hasta que
lleguen a ser personas más misericordiosas. Esposas, hundan sus raíces por fe en Cristo a través del
evangelio hasta que lleguen a ser personas más misericordiosas. Y después, a partir de esta amorosa
misericordia, trátense mutuamente con bondad. La batalla se debe librar con nuestro inmisericordioso ser
interior. Luche esta batalla por fe, por medio del evangelio, y en oración. Sea abrumado, quebrantado,
reconstruido y hecho más feliz y misericordioso debido a que usted ha sido elegido, santo, amado.

De la Humildad a la Amabilidad
El siguiente par es “humildad, amabilidad”. El versículo 12 dice: “Por lo tanto, como escogidos de Dios,
santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad”… Nuevamente,
“humildad” es la condición interior, y “amabilidad” es comportamiento exterior. La gente que tiene un
corazón humilde, en lugar de un corazón orgulloso, actuará con mayor amabilidad hacia los demás. La
humildad considera que los demás están por encima de uno, y les sirve. Esto sucede cuando el corazón es
humilde.
De manera que, esposos, hundan sus raíces por fe en Cristo a través del evangelio hasta que lleguen a ser
personas más humildes. Esposas, hundan sus raíces por fe en Cristo a través del evangelio hasta que
lleguen a ser personas más humildes. Y después trátense mutuamente con la amabilidad que fluye de esa
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 18

humildad. La batalla se debe librar con nuestro orgulloso ser interior. Luche esta batalla por fe, por medio
del evangelio y en oración. Sea abrumado, quebrantado, reconstruido y hecho más feliz y humilde debido
a que usted ha sido elegido, santo, amado.

Desde la Paciencia a la Humildad y el Perdón


El próximo par no es un par. Es una condición interna seguida por la humildad y el perdón. Versículo 12:
“Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad,
humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja
contra otro”. Así que llamo “paciencia” a la condición interior, y humildad y perdón al comportamiento
exterior o conducta.
La palabra “paciencia” es la traducción del Griego makrothumian. Tiene que ver con esa clase de persona
que no tiene un fusible rápido, sino un lento. Uno muy lento. Una persona paciente está lista para
escuchar, lenta para hablar y para enojarse (Santiago 1:19). Estas tres condiciones internas que he
mencionado están relacionadas entre sí y cada una afecta a la otra. Las “entrañas de misericordia” (un
corazón compasivo) y la “la humildad” nos llevan a ser “pacientes”. Si uno es rápido para enojarse, en
lugar de ser paciente, a nuestra raíz probablemente le falta misericordia y humildad. En otras palabras, y a
pesar de haber sido escogidos, santos, y amados, el corazón no se ha quebrantado frente al egocentrismo y
el orgullo.
De manera que, esposos, hundan sus raíces por fe en Cristo a través del evangelio hasta que lleguen a ser
personas más misericordiosas y más humildes y, de esta manera, más pacientes. De manera que, esposas,
hundan sus raíces por fe en Cristo a través del evangelio hasta que lleguen a ser personas más
misericordiosas y más humildes y, de esta manera, más pacientes. Y entonces trátense mutuamente con…
¿qué? Con los otros dos que eran pares: corazones compasivos que inducen a un comportamiento bueno;
con la humildad que induce a un comportamiento amable. Y ahora la paciencia, ¿hacia donde nos lleva?

Dos Cosas: Paciencia y Perdón


Dos cosas, no solo una cosa: Primero, “…que se toleren unos a otros”, y segundo, “se perdonen si alguno
tiene queja contra otro”. Paciencia y perdón. ¿Qué significa esto, y como se aplica al matrimonio?
Primero, un comentario acerca de las dos palabras. “Tolerarse” o “tenerse paciencia”: Esta palabra
significa literalmente: “soportar”, soportarse unos a otros. Jesús la usa en Lucas 9:41: “¿Hasta cuándo
tendré que estar con ustedes y soportarlos? Pablo la usa nuevamente en 1 Corintios 4:12: “Si nos
persiguen, lo soportamos”. Así que, sean personas pacientes y sopórtense unos a otros. Paciencia. El amor
“Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue”. (1 Corintios
13:7–8).
La otra palabra es perdón. En el Nuevo Testamento hay por lo menos dos palabras que se traducen
perdonar. La que se usa aquí (charizomenoi) significa dado libremente o por gracia. La idea no es
exactamente la de pagar. Sino tratar a alguien mejor de lo que se merece. En este sentido, cuando alguien
le ha hecho daño usted lo perdona, y por lo tanto, él está en deuda con usted, y la justicia dice que usted
tiene derecho a esperar que él sufra en pago por el sufrimiento que le causó a usted, pero usted no
solamente no exige el pago, sino “da libremente” bien por mal. Este es el significado de esta palabra
(charizomai). Su comportamiento exterior es perdonar; no sólo no devolver mal por mal, sino bendecir (1
Corintios 4:12; 1 Tesalonicenses 5:15; Mateo 5:44; Lucas 6:27).

Nuestra Esperanza se Encuentra en el Evangelio


Ahora bien, lo que encuentro tan provechos aquí es que Pablo reconoce tanto el perdón como la paciencia
son cruciales para la vida en común, sea en la iglesia o en el matrimonio. El perdón dice: No voy a tratarte
mal por los pecados que cometiste contra mí ni por tus hábitos molestos. Y la paciencia reconoce
(generalmente a sí mismo) aquellos pecados contra mí y aquellos hábitos molestos ¡que realmente me
molestan! Porque si no hubiera nada en los demás que realmente nos molestara, no habría necesidad de
escribir esto de “sopórtense unos a otros”.
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 19

Cuando uno se casa no sabe como el otro o la otra ha de ser de aquí a treinta años. Nuestros antepasados
no hacían sus votos matrimoniales con la cabeza escondida en la tierra. Sus ojos estaban bien abiertos a la
realidad: “… en la salud y en la enfermedad, en la riqueza o en la pobreza, para amarte, honrarte y
cuidarte hasta que la muerte nos separe”. Uno no sabe lo que esa persona será en el futuro: Quizá sea
mejor de lo que uno ha soñado, o peor. Nuestra esperanza se basa en esto: Hemos sido escogidos, santos, y
amados. Dios está a nuestro favor, y todas las cosas obran para el bien de los que le aman.

El Montón de Abono
¿Y qué sucede con el montón de abono? Visualice su matrimonio como un campo cubierto de hierba.
Cuando entra en él usted está lleno de esperanza y de gozo. Mira al futuro y ve hermosas flores, árboles y
colinas. Y ¡qué belleza es lo que ve en su cónyuge! Es como el campo, las flores y las colinas. Pero
después de poco tiempo, comienza a caminar sobre “tortas de vaca”. En algunas etapas de su matrimonio
parece que están por todos lados. Y por la noche, tarde, son especialmente abundantes… Ellas son los
pecados, los defectos, la idiosincrasia, las debilidades y los hábitos molestos que hay en usted y en su
cónyuge, todo aquello que usted trata de perdonar y soportar con gracia.
Pero esas “tortas” se las ingenian para dominar la relación. Quizá ni siquiera sean verdaderas, pero se
sienten como si lo fueran… Pienso que la combinación de paciencia y perdón deben llevarnos a formar
una pila de abono. Y allí usted comienza a palear las “tortas”… Los cónyuges se miran el uno al otro y
simplemente admiten que hay un montón de “tortas de vaca”. Pero se dicen el uno al otro: ¿Sabes? En
nuestra relación hay mucho más que “tortas de vaca”. Estamos perdiendo de vista el motivo por la que nos
enfocamos tanto en estas “tortas de vaca”. Arrojémoslas a todas en la pila de abono. Cuando lo hagamos,
iremos allá y nos daremos cuenta que huelen muy mal y las trataremos de lo mejor que podamos. Y
después, vamos a alejarnos del montón y pondremos nuestros ojos en el resto del campo. Vamos a elegir
algunos senderos favoritos y colinas que sabemos que no están llenos de “tortas de vaca”. Y nos
sentiremos agradecidos por esa parte del campo que es tan agradable.
Puede que nuestras manos estén sucias. Y que nos duela mucho la espalda de tanto palear. Pero sabemos
una cosa: No vamos a levantar nuestra carpa al lado del montón de abono. Iremos hacia el lugar que
queremos ir. Éste el don de la gracia que nos daremos uno al otro y nos seguiremos dando continuamente,
porque somos escogidos, santos y amados.
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 20

Aclaración:
El Matrimonio: ¿Consiste Solamente en Perdonar y Tener Paciencia,
o También es Confrontar?
21 de Febrero de 2007

El sermón del domingo pasado originalmente llevaba este título: “El Matrimonio: Confrontación,
Paciencia y Perdón”. Al final, no reflexionamos sobre la palabra confrontación, no porque quise evitarla
sino por falta de tiempo. Esto es lo que habría dicho si hubiera tenido tiempo. Éste será un anticipo de lo
que, Dios mediante, presentaré el próximo domingo (25 de Febrero de 2007).
Al enfocarnos sobre el perdón y la paciencia podríamos dar la impresión de que ninguna de nuestras
características pecaminosas o idiosincrasias molestas jamás van a cambiar. Y que lo único que podemos
hacer es perdonar y tener paciencia. Lo que planeo mostrar con la Biblia el próximo fin de semana es que
Dios da gracia no sólo para perdonar y tener paciencia, sino también para cambiar aquello que necesita
perdón y paciencia. Ese también es un don de la gracia. La gracia no consiste solamente en el poder para
devolver bien por mal sino también el poder para hacer menos mal. Y el poder para ser menos molesto.
Me acerqué a este tema de una manera intencionalmente indirecta. Primero enfaticé el perdón y la
paciencia porque creo que es el fundamento sólido como la roca sobre el se puede oír con esperanza y
seguridad el llamado al cambio, en lugar de escucharlo con temor y con un sentido de amenaza. Sólo
cuando una esposa o un marido sienten que el otro está totalmente comprometido con su cónyuge, aunque
el cónyuge no cambie, es cuando el llamado para cambiar se siente como de gracia en lugar de sentirse
como un ultimátum.
Pero ahora estoy enfatizando que el matrimonio no debería ser, y en la voluntad de Dios no necesita ser,
un período estático habitado por personalidades que no cambian y que viven en un conflicto permanente.
Debo decir que, a los ojos de Dios, hasta esa situación es mejor que el divorcio, y tiene una medida de
gloria en sí misma. Pero no es el mejor cuadro de Cristo y la iglesia. La durabilidad es lo que nos dice la
verdad acerca de Cristo y la iglesia. La poca voluntad de cambiar no nos dice eso.
En la relación de Cristo con la iglesia, es evidente que Él está buscando transformar a su esposa en algo
hermoso moral y espiritualmente. El domingo veremos esto en Efesios 5:26-27. Esto implica que el
marido, quien debe amar como Cristo ama, es el único responsable del crecimiento moral y espiritual de
su esposa, cambio que ella irá experimentado con el paso del tiempo.
Si un esposo es amante y sabio, la esposa humilde sentirá que está siendo servida y no humillada. Cristo
murió para purificar a su esposa. Más aun, Cristo no solo murió para santificar a su esposa, prosigue
hablándole en su palabra con el propósito de aplicar su sacrificio a ella con el propósito de que siga siendo
transformada. De manera similar, el esposo sabio y amante procura hablar a su esposa de una manera tal
que ella se conforme más y más a Cristo. (Hablaremos más acerca de esto cuando consideremos la
autoridad en el matrimonio).
La sumisión no significa que la esposa no debe procurar la transformación de su marido, aunque le respete
como su cabeza, su líder, protector y proveedor. Digo esto por varias razones. Una de ellas es que la
iglesia ora a Dios a través de Cristo con el propósito de pedirle que haga cosas de cierta manera. Si
estamos enfermos, le pedimos que nos sane. Si tenemos hambre, le pedimos nuestro pan diario. Si estamos
perdidos, le pedimos dirección. Etc. Debido a que creemos en la absoluta soberanía de Cristo para
gobernar todas las cosas, miramos la situación presente que él ha determinado, y le pedimos que la
cambie.
Ésta es solamente una analogía de lo que la esposa hace con respecto a su marido. Jamás “confrontamos”
a Jesús con su imperfección y tratamos de que cambie. Jesús no tiene ninguna imperfección. Pero
buscamos que él cambia la situación en la que nos ha puesto. Esto es lo que significa petición. De manera
que, en esta analogía, las esposas les pedirán a sus maridos que cambie la manera en la que está haciendo
algunas cosas.
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 21

Pero podemos decir que la razón principal por la que las esposas deberían buscar la transformación de sus
maridos, es que los maridos sólo son parecidos a Cristo en la relación que tienen con sus esposas. ¡No
son Cristos! Una de las diferencias principales es que los maridos necesitan cambiar, y Cristo no necesita
cambiar nada. Cuando Pablo dice que “el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza… de
la iglesia” (Efesios 5:23), las palabras así como no significan que los maridos son idénticos a Cristo en
autoridad, perfección, sabiduría, gracia, o lo que fuere. No son “iguales a” Cristo, son “como” Cristo. A
diferencia de Cristo, son pecaminosos, finitos y falibles. Necesitan cambiar.
Las esposas no son solamente mujeres sometidas. También son hermanas amorosas. Hay una manera
inigualable en la que una esposa sumisa puede ser una hermana que se preocupa por su imperfecto
hermano/marido. De vez en cuando, va a aplicar Gálatas 6:1: “Si alguno es sorprendido en pecado, ustedes
que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde”. Ella hará esto por él.
Ambos deben obedecer Mateo 18:15, y lo harán de la única manera y en el único contexto que exigen la
autoridad y la sumisión: “Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta”.
A partir de esta y otras observaciones que podrían hacerse del Nuevo Testamento, espero que quede claro
que el matrimonio no sólo es perdonar y tener paciencia. También es confrontar, de esa manera amorosa y
sabia que toma en cuenta la autoridad y la sumisión. Esto es lo que estaremos tratando en nuestro próximo
mensaje. Les ruego que estén orando.

Pastor John
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 22

Quinto Sermón:
El Matrimonio: Buscando la Semejanza a Cristo en el Pacto
25 de Febrero de 2007

Efesios 5:21-33 (NVI)


21 Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo. 22. Esposas, sométanse a sus esposos, como conviene
en el Señor. 23. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y salvador de la
iglesia, la cual es su cuerpo. 24 Así como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben
someterse a sus esposos en todo. 25 Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se
entregó por ella, 26 para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, 27 para
presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección,
sino santa y sin mancha. 28 Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que
ama a su esposa se ama a sí mismo, 29 pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario, lo
alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia, 30 porque somos miembros de su cuerpo. 31 “Por
eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo
cuerpo”. 32 Esto es un misterio profundo; yo me refiero a Cristo y a la iglesia. 33 En todo caso, cada uno
de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete a su esposo.

Basado en la Gracia
“Debes seguir repitiendo frecuentemente que el matrimonio es un modelo de Cristo y la iglesia”. Esto es
lo que Noël me dijo. Una de las razones por las que ella tiene razón es que esto sirve para aclarar que el
matrimonio está basado en la gracia. Cristo busca a su esposa, la iglesia, por gracia, la obtiene para sí
mismo por gracia, la sostiene por gracia, y la perfeccionará para sí mismo por gracia. Nosotros no
merecemos nada de esto. Merecemos juicio. Así que todo esto es por gracia.

La Gracia Consiste en Tratar a las Personas Mejor de lo que se Merecen


Durante dos semanas hemos enfatizado que esta gracia da el poder a los esposos y las esposas para que
puedan guardar su pacto por medio del perdón y la paciencia. Ese énfasis es el corazón de la gracia
misma: tratar a las personas mejor de lo que se merecen. Ésta es una de las piezas principales de la ética
cristiana:
“Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes
los maltratan. Si alguien te pega en una mejilla, vuélvele también la otra. Si alguien te quita la camisa, no
le impidas que se lleve también la capa… amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin
esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es
bondadoso con los ingratos y malvados. Sean compasivos, así como su Padre es compasivo” (Lucas 6:27-
29, 35-36).
Estos mandamientos de Jesús no dejan de tener vigencia cuando nos casamos. Si en términos generales
debemos devolver bien por mal, ¡cuánto más en el matrimonio!

La Gracia: El Poder para Dejar de Pecar


Esto es lo que hemos enfatizado hasta ahora al decir que el matrimonio está basado en la gracia que Dios
extiende hacia nosotros. Pero ahora quiero enfatizar otra verdad acerca de la gracia. La gracia no sólo da la
capacidad para soportar los pecados que otros cometen en contra de nosotros, sino también da el poder
que necesitamos nosotros para dejar de pecar.
Al enfatizar tanto el perdón y la paciencia podríamos dar la impresión de que ninguna de nuestras
características pecaminosas o idiosincrasias molestas jamás van a cambiar; y que lo único que podemos
hacer es perdonar y tener paciencia. Pero lo que hoy quiero tratar de mostrar con las Escrituras es que
Dios da gracia no sólo para perdonar y tener paciencia, sino también para cambiar aquello que necesita
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 23

perdón y paciencia. Que también esto es un don de la gracia. La gracia no consiste solamente en contar
con el poder para devolver bien por mal sino también el poder para hacer menos mal. Y el poder para ser
menos fastidioso con el cónyuge. La gracia nos hace cambiar para la gloria de Cristo y para el gozo de
nuestro cónyuge. Y la gracia es el poder para hacerlo.

Cómo Confrontar de Acuerdo al Evangelio


Quizás a usted le parezca que hemos dado demasiadas vueltas para llegar a este punto. Pero era necesario
enfatizar primero el perdón y la paciencia, porque son el fundamento sólido como una roca que nos
permite cambiar. En otras palabras, el fuerte compromiso con el pacto basado en la gracia da la seguridad
y la esperanza para que el llamamiento al cambio se pueda escuchar sin sentirlo como una amenaza. Sólo
cuando una esposa o un marido sienten que el otro está totalmente comprometido con su cónyuge, aunque
el cónyuge no cambie, es cuando el llamado para cambiar se siente como gracia en lugar de sentirse como
un ultimátum.
Así que hoy estoy enfatizando que, en la voluntad de Dios, el matrimonio no debería ser estático, sin
cambios, sino durable. A los ojos de Dios esto es mejor que el divorcio, y tiene una medida de gloria en sí
mismo. Pero no es el mejor cuadro de Cristo y la iglesia. Si, la durabilidad es lo que nos dice la verdad
acerca de Cristo y la iglesia. La poca voluntad de cambiar no nos dice eso.

Efesios 5:25-27: Más Allá del Perdón y la Paciencia


Esto nos lleva a nuestro texto, tres versículos de Efesios 5. Considere las implicaciones para el matrimonio
que tiene Efesios 5:25-27 como “La Búsqueda de la Semejanza a Cristo en el Pacto”. Escuche cómo estos
versículos nos llevan más allá del perdón y la paciencia. Escuchen cómo los esposos deben amar a sus
esposas:
“Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella, para hacerla santa. Él
la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia
radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa y sin mancha”.

Los Esposos y los Cambios que Deben Experimentar sus Esposas


En su relación con la iglesia, es evidente que Cristo está buscando la transformación de su esposa en algo
hermoso moral y espiritualmente. Y él busca esto al costo de su vida. Pensemos por un momento en las
implicaciones de este pasaje sobre como piensa y actúa un esposo que tiene esta perspectiva de cambiar a
su esposa. Dentro de unos minutos pensaremos sobre el deseo de la esposa para cambiar a su marido.
La primera implicación es que el marido que ama como Cristo ama, tiene la exclusiva responsabilidad por
el crecimiento moral y espiritual de su esposa, lo que significa que ella, por la voluntad de Dios, va a
cambiar con el paso del tiempo.

Caminando sobre un Terreno Peligroso


Me doy cuenta que en este punto estoy caminando sobre un terreno peligroso. Que podría estar
poniéndome en las manos de un esposo egoísta, controlador y de mente estrecha que no comprende cuál
es la diferencia que hay entre mejorar las diferencias entre él y su esposa y la debilidad o los defectos
espirituales que se deberían cambiar. Un hombre como ese probablemente va a distorsionar lo que estoy
diciendo en un imperativo para controlar cada aspecto de la conducta de su esposa, y el criterio de lo que
busca cambiar serán sus propios deseos egoístas camuflados con un lenguaje espiritual.
Pero si es honesto verá que este texto no nos lleva a eso. Nos lleva hacia una actitud muy distinta. Tome
en cuenta tres observaciones:

1) El Esposo es Como Cristo, no es Cristo


El esposo es como Cristo, y eso significa que no es Cristo. Versículo 23: “Porque el esposo es cabeza de
su esposa, así como Cristo es cabeza y salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo”. La palabra como no
significa que el esposo es semejante a Cristo en todo. El esposo tiene una fuerza limitada, no es
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 24

omnipotente como Cristo. La sabiduría del esposo es finita y falible, en tanto Cristo es omnisciente. El
esposo es pecaminoso, no es perfecto como Cristo. Por lo tanto, nosotros los esposos no nos atrevemos a
asumir que somos infalibles. Podemos errar en lo que nos gustaría ver que cambia en nuestra esposa. Esta
es la primera observación.

2) Semejanza a Cristo, no al Esposo


La meta de un esposo piadoso no es que su esposa cambie para asemejarse a él mismo, sino para que se
asemeje a Cristo. Note las palabras claves de los versículos 26 y 27. Versículo 26: Cristo se entregó por la
iglesia para “hacerla santa”. Versículo 27: “… para presentársela a sí mismo como una iglesia “radiante”.
Y nuevamente el versículo 27: para que ella pueda ser “santa”. Estas palabras implican que nuestros
deseos para con nuestra esposa deben medirse con el estándar de Dios para la santidad, y no con nuestras
meras preferencias personales.

3) Morir por la Esposa


La tercera observación es la más importante: Pablo nos llama la atención a lo más sorprendente: la manera
como Cristo busca transformar a su esposa es morir por ella. Versículos 25-26: “Esposos, amen a sus
esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella, para hacerla santa”. Esto es lo más radical
que se ha dicho o que se podría decir a un marido con respecto a cómo debe guiar a su esposa hacia la
semejanza a Cristo en el pacto matrimonial. Esposos, ¿estamos buscando que ella se asemeje a Cristo
señoreando sobre ella o muriendo por ella? Cuando la guiamos, o si es necesario, cuando la confrontamos,
¿estamos exaltándonos o negándonos a nosotros mismos? ¿Qué nos mueve, el desprecio o la compasión?
Si en todas estas cosas un esposo es amante y sabio como Cristo, el deseo que él siente de que su esposa
cambie, si ella es una esposa humilde lo sentirá como que está siendo servida y no humillada. Cristo
claramente desea que su esposa crezca en santidad. Pero él murió para que esto sucediera. Entonces,
hermanos, controlen su deseo de que su esposa cambie comparándolo con la auto negación de Cristo que
se entregó a la muerte por la iglesia. Que Dios nos dé la humildad y el valor para medir nuestros métodos
por los sufrimientos de Cristo. (Vean Tito 2:14; Apocalipsis 19:7).

Las Esposas Ayudando a sus Esposos a Cambiar


Ahora vayamos al deseo de la esposa de que su esposo cambia. Éste no es un mensaje acerca de lo que
son la autoridad y la sumisión. Pero a fin de tratar los puntos que debo tratar, tengo que tocar lo que no
son la autoridad y la sumisión. Ya he dicho que la autoridad del esposo no es idéntica a la autoridad de
Cristo. Es como ella. Por lo tanto, y de manera similar, la sumisión de la esposa al esposo no es idéntica a
la sumisión de ella a Cristo. Es como ella. Cuando el versículo 22 dice: “Esposas, sométanse a sus propios
esposos como al Señor”, la palabra como no significa que Cristo y el esposo son lo mismo. Cristo es
supremo, el esposo no lo es. La lealtad de ella primero es para con Cristo, y no para con su esposo. La
analogía funciona solamente si la esposa se somete a Cristo absolutamente, no al esposo absolutamente.
Entonces ella estará en la posición que le permitirá someterse al marido sin cometer traición ni ser
idólatra.
Una de las implicaciones de esto es que una esposa verá las necesidades de cambio que hay en su esposo.
Y aunque ella le respete como su cabeza: su líder, protector y proveedor, podrá y deberá procurar la
transformación de su marido. Digo esto por varias razones.

1) La Oración: Una Petición de Cambio


La oración cumple una función en la relación entre Cristo y su iglesia. Una esposa se relaciona con Cristo
de la misma manera en que la iglesia debe relacionarse con Cristo. La iglesia ora a Cristo, o a Dios el
Padre a través de Cristo. Cuando la iglesia ora a su esposo, le pide que haga cosas de cierta manera. Si
estamos enfermos, le pedimos que nos sane. Si tenemos hambre, le pedimos nuestro pan diario. Si estamos
perdidos, le pedimos dirección. Etc. Debido a que creemos en la absoluta soberanía de Cristo para
Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 25

gobernar todas las cosas, miramos la situación presente que él ha determinado, y le pedimos que la
cambie.
Aquí estoy haciendo una analogía, no una comparación exacta. La iglesia nunca “confronta” a Jesús con
su imperfección, porque Jesús no tiene ninguna imperfección. Pero buscamos que él cambie la situación
en la que nos ha puesto. Esto es lo que significa petición. De manera que, en esta analogía, las esposas les
pedirán a sus maridos que cambien la manera como está haciendo algunas cosas.

2) Todos los Esposos Necesitan Cambiar


Pero la razón principal por la que las esposas pueden y deben procurar la transformación de sus maridos,
es que los maridos sólo son parecidos a Cristo en la relación que tienen con sus esposas. ¡No son Cristos!
Y una de las diferencias principales es que nosotros los esposos necesitamos cambiar, y Cristo no necesita
cambiar. Somos como Cristo en la relación, pero no somos Cristos. A diferencia de Cristo, somos
pecaminosos, finitos y falibles. Necesitamos cambiar. Esta es la enseñanza clara y total del Nuevo
Testamento. Todos los hombres y las mujeres necesitan cambiar.

3) Las Esposas son Amorosas Hermanas en Cristo


Otro factor para tomar en cuenta es que las esposas no son solamente esposas; en Cristo, ellas también son
hermanas amorosas. Hay una manera inigualable en que una esposa sumisa puede ser una hermana que se
preocupa por su imperfecto hermano/marido. Por ejemplo, de vez en cuando va a seguir el mandato de
Gálatas 6:1: “Si alguno es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una
actitud humilde”. Ella hará esto por él.
Y no sólo Gálatas 6:1, sino otros pasajes también. Por ejemplo, ambos –el marido espiritual y la esposa
espiritual– deben obedecer Mateo 18:15, y lo harán de la única manera y siguiendo el único proceder que
demandan la autoridad y la sumisión: “Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta”.

El Peligro del Fastidio


Todo esto debe equilibrarse debido al peligro que es el fastidio. Es triste cuando una mujer anhela que su
esposo crezca y tome la responsabilidad de ser el líder espiritual de la familia y él no lo hace. Hablaremos
acerca de esto en las próximas semanas. Pero la palabra fastidio existe en el idioma Español para
advertirnos que existe lo que podríamos llamar exceso en la exhortación. El apóstol Pedro nos advierte
acerca de esto con palabras fuertes. En 1 Pedro 3:1 (VRV60) dice: “Asimismo vosotras, mujeres, estad
sujetas a vuestros maridos, para que también los que no creen a la palabra sean ganados sin palabra por la
conducta de sus esposas”. Aunque aquí se habla principalmente de un esposo incrédulo, el principio se
aplica más ampliamente.
No me parece que significa que una esposa no puede hablar con su marido. Seguramente significa que hay
maneras de hablar que son contraproducentes. “Sin palabras” significa no molestarle. No fastidiarle. Sea
sabia como una serpiente e inocente como una paloma. Tenga el discernimiento necesario para saber
cómo se escuchará cada palabra. Principalmente, Pedro dice que hay que ganar al esposo con una
conducta casta y respetuosa (1 Pedro 3:2).

Cristo Murió para que se Produzcan Cambios


Esto nos lleva otra vez a nuestro texto y a lo que Pablo les dijo a los esposos. Versículos 25-26: “Esposos,
amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella, para hacerla santa”. No solo las
esposas deben tratar de ganar con la conducta a sus cónyuges. Éste también es el sentido primario del
porqué Cristo ganó a la iglesia. Él murió por ella. De manera que las esposas deben ganar a sus maridos
principalmente por su vida de amor sacrificial, y los maridos deben ganar a sus esposas principalmente por
su vida de amor sacrificial.

El Perdón y la Paciencia Producen Cambios


Cinco Sermones sobre el Matrimonio – John Piper 26

Si nos detenemos a pensarlo, todo lo que dije acerca del perdón y la paciencia en las dos semanas pasadas
pasa a ser mucho más que un mero medio para soportar lo que no cambiará, sino un medio para cambiar a
través de un aguante sacrificial y amoroso. Pocas cosas tienen un impacto transformador más grande sobre
un esposo o una esposa que los sacrificios pacientes y perdonadores del cónyuge, por amor. Hay un lugar
para la confrontación. Hay un lugar para buscar la semejanza a Cristo en el pacto del matrimonio. La vida
no consiste solamente en perdón y paciencia. Pueden producirse cambios reales. Deben producirse
cambios reales. Cristo murió para que se produzcan cambios y nos llama a nosotros, esposos y esposas, a
amar de la misma manera como Él ama.

"Copyright © 2007 John Piper. Used by permission".


Website: www.desiringGod.org
Traducido por Eduardo B. Coria.

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