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¡Basta!

100 Mujeres contra


la violencia de género
¡Basta!
100 Mujeres contra la violencia de género

Derechos reservados de los autores

ISBN 978-956-7281-63-3

Diseño y Diagramación:
Hernán Venegas Diseño Ltda.
hvdesign@vtr.net

Ilustración portada:
Tania Albornoz

Impresión:
Andros Impresores

Ediciones Asterión
Colección La Luna de Venegas

asterionediciones@gmail.com

Santiago de Chile
agosto de 2011
Dedicactoria



Breves palabras

En un mundo donde ya a nadie espanta la fe-


minización de la pobreza, donde la hambruna,
las guerras, las migraciones, la desidia, la escasa
voluntad política minimizan la problemática de
género, nos planteamos la necesidad de enfrentar
las diversas formas de la violencia desde la creati-
vidad. Desde la escritura.
No fue difícil encontrar cien escritoras que
quisieran enfrentarse al desafío de ciento
cincuenta palabras como máximo para contar
una historia. Algunas se disculparon por su poca
familiaridad con las formas brevísimas y otras,
lamentablemente, llegaron después de la fecha
límite de la recepción. Esto último demuestra 
que son varios  cientos las escritoras de nuestro
país y deja manifiesta otra forma de la violencia
de género, la invisibilización de la creatividad de
mujeres.

Aquí poetas y narradoras se dan la mano, porque


estoy convencida de que la literatura cambia el
entorno que toca, ya sea por reflexión,  efecto


espejo, o simplemente por la belleza. Somos
construcciones culturales y esa construcción se
hace con lenguaje. Verbalizar, nombrar, es en sí
una nueva creación de mundo, de ese mundo al
que aspiramos, un universo no sexista, donde
nadie sobre y donde todas y todos seamos im-
prescindibles.
Agradezco el trabajo del Comité Editorial de
Asterión en pleno, pero y reconozco especial-
mente que esta antología jamás hubiese sido
posible sin la labor minuciosa, dedicada y tenaz
de Chivi Guajardo. Seleccionar, pelear por los
mejores textos, editar y conciliar posiciones, fue
un trabajo que el comité editorial emprendió con
entusiasmo.
Agradezco desde ya la confianza y la ternura de
creer en este pequeño libro, de ser en las otras
que no somos a través de las palabras, de jugarse
en estos microcuentos, en estas ráfagas de ficción
súbita donde cada letra cuenta, y cuenta.
Gracias a todas, para todas, en todas.

Pía Barros
MARJORIE AGOSIN
Desfile

Bajo sus ojos lleva las cicatrices de la ausencia


y su caminar es un juego de dados tambaleán-
dose, fracturándose en los indicios del miedo.
Ella desfila, se alarga, y el dolor la extiende ha-
ciéndola cada vez más una inmensa pirámide
de soles y estiércoles. Dice que busca a sus vi-
vos o a sus muertos. Camina, se contonea, y su
pañuelo es un solo delirio como las señales de
la muerte.
En la noche todo es ausencia y el día es una
invención maldita.
No hay duelo para la buscadora.
El silencio de los cuerpos que anidan, la
acompaña y la noche misma es un estrepitoso
silencio dislocado, alado, es cóncavo entre sus
pasos de niebla.

Marjorie Agosin (Maryland, USA) es ensayista, poeta y narradora.


Entre sus publicaciones están “Sagradas Memorias de Niña Judía en
Chile”; The Light of Desire / La Luz del Deseo y otras


GABRIELA AGUILERA
Opciones

Se dijo que tal vez hubiese sido mejor el di-


vorcio.
Pensó en eso un minuto nada más, porque
tenía poco tiempo para deshacerse del cuerpo.

Gabriela Aguilera es antropóloga. Narradora, ha publicado “Doce


Guijarros”, “Asuntos Privados”, “Con pulseras en los Tobillos” y “En
la garganta”.


PAULA ALISTE
Macho-reggaetón

Mírame de frente no te hagas la indiferente.


Con tu pinta de valiente y tus polleritas ar-
dientes.
Los tacos de minita, con la boca bien pinta-
dita, me enciendes la pasión, me destrozas el
corazón.
Mírame te digo, no hables y hazme juicio,
me estás empezando a sacar de quicio. Deja
esa postura de chiquilla prudente y mírate al
espejo para que te sepai indecente.
Qué me estái diciendo, bájame la voz, te ol-
vidas acaso que el macho aquí soy yo. Yo tengo
el dinero, me paro donde quiero. Si quiero te
acaricio y te llevo al paraíso o te doy una lec-
ción pá que sepas quién es el señor. Ponte de
rodillas si quieres mi perdón, me vai a contes-
tar aunque te tenga que despachar. Levántate
solita, yo no ayudo a las perritas. Levántate
fulana, veamos si te quedan ganas de volver a
despreciarme, de querer avergonzarme.
Paula Aliste es periodista, Licenciada en Literatura y Estética. Sus tex-
tos han aparecido en diversas antologías.


CLAUDIA APABLAZA
¿Henry Gauthier-Villars?

Henry Gauthier-Villars, crítico, artista, mú-


sico, escritor importante, según la Wikipedia.
Que usó otros seudónimos desconocidos y ma-
ravillosos como Henry Maugis, Robert Parvi-
lle, l’Ex-ouvreuse du Cirque d’été, L’Ouvreuse,
L’Ouvreuse du Cirque d’été, Jim Smiley, Hen-
ry Willy; pero que además, y por sobre todo, y
tal vez solamente, es conocido y aparece en la
Wikipedia, porque le robó a su mujer, la gran
Colette, sus primeros libros, la serie Claudine,
y los firmó con su nombre.

Claudia Apablaza (Rancagua) ha publicado el libro de cuentos “Auto-


formato” y las novelas “Diario de las especies y EME/A.

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REBECA ARAYA BASUALTO
Perdedora

-”Bonita tu hija” dijo alguien:


-”Si -dijo él, mirando a la única adolescente
a punto de saltar a la piscina en una fila de
muchachos- pero todavía no aprende cuál es
su lugar”.
Vio hundirse en el agua los pechos abun-
dantes, las largas piernas firmes, la cabeza que
casi no salía a buscar oxígeno, las brazadas tan
rápidas para obviar la pequeñez de las manos
desplazando el agua.
Al fin emergió, magnífica bajo el sol:
-”Ehhhhhhhhh... ehhhhhhhh!!!!!” alardeó la
niña, apenas tocó el borde de la piscina, saltan-
do para deslumbrarlo.
Su hija ganaba para él otra contienda. Miró
a los otros padres, que aceptaban confusos la
derrota de sus hijos, emergiendo uno a uno,
tan hermosos como ella en ese mediodía.

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-”No agarrará nunca marido”- susurró, cóm-
plice, al padre del que recién tocaba la meta.
Y levantó los pulgares hacia la hija, felicitan-
do el triunfo que ella le ofrendaba.

Rebeca Araya Basualto. Periodista, publicista y ciclista. Escribe cosas


por encargo y a veces se encarga a sí misma escribir lo que le da la
gana.

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JENIFFER ARGOMEDO
HODGKINSON
Razones religiosas

Con cada nuevo golpe ella le oía decir que


más la amaba. Lo aceptaba en silencio porque
el amor es lo más importante.

Jeniffer Argomedo Hodgkinson es de San Fernando. Narradora y


poeta, ha publicado en las antologías “Letras de Cambio” y “Balance
de Letras”, de Bancoestado.

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CAROLINA ASTUDILLO
Te espero como cada noche...

... con el miedo atorado en la garganta, y no


quiero ser la mujer del periódico, la huérfana
de abrazos, la que no se atrevió, la de la cara
marcada. Bebo, y el vino es un tiempo pere-
zoso, bebo, e imagino que esta vez no llegarás,
que a las tres de la mañana sonará el teléfono
y una voz lejana me dirá que hicieron todo lo
posible. Pero las llaves, las piernas que tiem-
blan y la mirada furiosa te comprueban, estás
aquí. -¡Estás ebria!- Tus gritos se confunden
con el llanto de los niños. Tiras de mí, tratas
de apresarme, mi cuerpo te esquiva. Ahora res-
balas, vas cayendo ante mis ojos incrédulos y
tu dolor no interesa, sólo ellos y sus voces, que
ya no harás callar. Pareces un perro rabioso ba-
beando, cuando alzo la copa y juego a la cele-
bración mirándote a los ojos.

Carolina Astudillo Muñoz vive en Barcelona. Cineasta y narradora.


Premiada por su documental “De monstruos y faldas, sus cuentos han
aparecido en los libro- objetos de Ergo Sum.

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ANDREA AVARIA
Divorcio

Después de años de desgano y silencio se de-


cidió, a pesar del asma y el marcapaso de su
mujer.
Mariana, le dijo, estoy convencido: me sepa-
ro de ti.
Demoró en recobrarse del espanto que le
produjo verla tirar el tubo de oxígeno y salir
escaleras abajo gritando y saltando de eufórica
alegría.

Andrea Avaria Saavedra, narradora, sus cuentos han aparecido en


diversas antologías.

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KAREN BASCUÑÁN
Desayuno

Encerrada en el baño, mira el resultado del


test pack y sabe que esa imagen romperá el si-
lencio de aquella casona antigua de Santiago
Poniente.
Gira la manilla y escucha sus pasos al avanzar
sobre las baldosas blancas y negras, por el largo
pasillo hasta el comedor. Se detiene frente a
sus padres que la esperan para desayunar y dice
con voz fuerte y clara: veamos si ahora podrás
ser buen padre, papá.

Karen Bascuñán. Sicóloga, narradora. Sus cuentos han aparecido en


diversas antologías.

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ALEJANDRA BASUALTO
Recuerdo prenatal

Mis padres están tensos. Discuten y rezan.


Esperan que yo sobreviva, que nazca sana y
fuerte. Se han preparado desde hace más de
un año. Todos los días vino una enfermera a
inyectarlos y acudieron cada semana a que los
examinara el doctor.
-¡Tantos antibióticos! -oigo decir a mi madre.
-Ojalá que no haya consecuencias.
Y entonces llora. Y luego dice que extraña a
su madre que ya no la visita por su causa. Que
toda la ignominia y la humillación que la so-
brepasan son por causa de él, que su hijito
mayor estaría vivo si él no lo hubiera infectado
con su mala vida, que el niño murió por su
culpa, que cómo podría ella seguir viviendo si
esta guagüita de ahora también nace enferma.

Alejandra Basualto. Poeta, narradora. Licenciada en Literatura. Dirige


Taller Literario La Trastienda. Última publicación: “Antología perso-
nal (1970-2010)”, poesía.

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INGRID BELTRÁN
Silencio

Pesados pasos suben la escalera junto a la ha-


bitación, las doce de la noche, otra vez a él no
le han pagado, el aire huele a humedad y al-
cohol. Ella tiene los ojos apretados, le cuesta
disimular que duerme, el llanto en silencio, la
súplica entre dientes, el corazón agitado. No
quiere que su corazón siga latiendo, tiene mie-
do que él oiga ese sonido y se de cuenta de que
está viva.
Él prende la luz de la habitación, ella apaga
el sonido.

Ingrid Beltrán Muñoz nació en Concepción y vive en San Pedro de


Atacama. Es narradora y poeta. Sus textos han sido publicados en
los libros- objeto de Ergo Sum.

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NUBIA BECKER
Guerra de exterminio

Estimada Elena:
Ayer murió Samuel. Ya era hora. Como su-
pondrás, ya que bien lo conocías, la vida con
él era un infierno. Con los años todo fue para
peor. A estas alturas hasta su aspecto ya era pa-
tético; con el pelo teñido y el ligero maquillaje
que usaba para verse más joven, lo único que
conseguía era una apariencia equívoca de tra-
vesti. Además se fue volviendo insufriblemen-
te avaro, egoísta y descalificador. Destilaba
una amargura que secaba hasta las plantas. Es-
tar con él era como entrar a un cementerio; el
mundo se ensombrecía y se helaba el corazón.
Yo también cambié. Me volví astuta y falsa.
Por venganza le mentía siempre. No le dirigía
la palabra; sólo respondía con mentiras o va-
guedades cuando él me hablaba, y así nuestra
relación se convirtió en una verdadera guerra
de exterminio. Él sucumbió.
Amalia.
Nubia Becker Eguiluz, narradora, Licenciada en Literatura, autora de
la novela “Recuerdo de una mirista”.

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NATALIA BERBELAGUA
Las súplicas que nadie oyó

Desde la casa del fondo provenían los peores


gritos de toda la cuadra. Todas las familias, de
una u otra forma, ajustaban cuentas con sus
hijos cuando llegaba el informe de notas, o no
se lavaron las tazas cuando correspondía. En
esa casa las cosas eran peores que en otros la-
dos. Primero las súplicas, luego el llanto: An-
gustioso, terrible, como si a la mujer la quema-
ran con agua hirviendo o con cigarros. Nunca
pude saberlo porque jamás vi algo.
Sé que tenía un bonito pelo. Lo vi solo una
vez, de la mitad a las puntas, colgando de una
bandeja, el resto estaba tapado con un nylon
naranja.

Natalia Berbelagua. Narradora. Próxima a publicar su primer libro


de cuentos.

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ROSA BRAVO
No todo lo que brilla es oro

Con frecuencia llegaba un mensajero con


flores y chocolates del marido para la hermosa
señora de la gran mansión del barrio.
A ella se la veía salir y llegar, con lindas te-
nidas deportivas y formales, en su auto con
chofer.
Después de no mucho tiempo, las flores vi-
nieron en coronas, los chocolates amargos, las
tenidas encerradas en un cajón y el auto con
chofer era ahora el de las pompas fúnebres.

Rosa Bravo Barja, narradora, economista experta en temas de género.


Diversas publicaciones en CEPAL, SERNAM, y otros organismos.

21
JESSICA BUSTOS
Juntas

Siempre fueron como agua y aceite. Brota-


ban las discusiones sin tregua. Ella se levanta
destacando de manera cuidadosa la suma de
errores cometida la jornada anterior, y la otra
por su parte también hace los suyo voceando
palabrotas de grueso calibre: -desgraciada, in-
feliz, no se que día se me ocurrió tenerte, debí
haberle hecho caso a tu padre, debí aceptarle
el dinero que me ofrecía. Después se vienen a
pasos agigantados los insultos.
Amenazaba con irse, y la otra le repetía ánda-
te tal por cual, qué estás haciendo aquí, nadie
te obliga.
En una de las tantas discusiones que termi-
naban en llantos, se atrevió a marcharse con lo
puesto. La otra continuó vociferando, sus ala-
ridos en forma repentina se hicieron silencio.
Nunca más se vieron. En forma religiosa cada
mes sólo llegaba el cheque firmado por ella, la
infeliz, la desgraciada de su hija.
Jessica Bustos, Profesora Diferencial. Es narradora y poeta. Sus textos
han aparecido en diversas antologías.

22
MARUXA CAMERON
Y de la basura cósmica

Entonces llegas y te sientas, el diario abierto


entre tus manos marca la distancia. Te informas
de todo lo que ocurre en el planeta, guerras,
cambios de gobierno, de huracanes, del cierre
de las acciones, del Dow Jones, del Merval, del
Nasdaq, que el dólar baja, que el cobre... pero
lo que descubrirías con sólo bajar el periódico,
te aterra, lo sabes, el pantano turbio, el desen-
canto, las pequeñas y grandes grietas. No quie-
res ver la tristeza, ni hacerte cargo del terrible
desamparo que envuelve nuestras vidas, los ri-
tos cotidianos, de día, los amigos, el trabajo, la
rutina, de noche, insomnio y amargura, la so-
ledad enquistada, me he vuelto invisible ante
tus ojos, de nada vale, que te quiera, de nada
vale tanto esfuerzo, todo inútil, todo en vano,
sólo esta dosis de arsénico hará que mañana en
el periódico te enteres que no estoy.

Maruxa Cameron. Narradora, sus cuentos han aparecido en diversas


antologías.

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ROMINA CAMPOS

I
Violencia de Género
El mantel tomó el cuchillo de la mesa que
cubría y rasgó la cortina sediento de luz. “¿Qué
haces?” le preguntó ella dolida y aterrorizada.
¡Violencia de género!, gritó.

II
Desayuno
Creí que lo querías tostado, le dijo mientras
ella forzaba por retirar su brazo de la cocina a
leña.

Romina Campos Yáñez. Narradora y poeta. Última publicación: An-


tología del concurso Juan Bosch con el cuento ganador “Un lugar
infectado de amor” (2009).

24
ANGÉLICA CANALES
Elecciones femeninas

María José, eligió el rincón de la literatura,


pidió que leyera un cuento y seleccionó La
Bella Durmiente. Comienzo a leer, me inte-
rrumpe y lo cambia por La Cenicienta. Reto-
mo mi lectura y lo cambia por Blanca Nieves.
Le pregunto qué sucede y ella responde: -Las
princesas siempre deben casarse con un prínci-
pe y ser felices, perdiendo siempre algo, como
Cenicienta, su zapato; La Bella Durmiente, el
presente y Blanca Nieves, su castillo. -Siempre
deben depender de un hombre -le contesto. -
Son historias mágicas, fantásticas. Ella agrega:
- No quiero ser princesa. Jugaré en el rincón de
la Construcción.

Angélica Canales (Antofagasta). Parvularia, poeta y narradora. Sus tex-


tos han aparecido en diversas antologías.

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HILDA CARRERA
Herencias

Si, comadre. Es cierto que me grita harto,


pero al menos no me pega. Mi viejo le sacaba
la cresta a mi mamá. Él sí que era violento.
Hasta a nosotras nos llegaba a veces.
Yo creo que mi cuñado también le pega a mi
hermana. Cuando se cura, se enoja y después
se hace el hueón, pone cara de idiota. El otro
día se la llevó cuando estábamos conversando
cagadas de la risa. Como que se pica, porque
cree que hablamos de él.
Joaquín anoche dejó la mesa puesta. Se in-
dignó porque me atrasé y no alcancé a tener
la comida lista. Me gritó puta y salió dando
un portazo... y eso que no sabe que un par de
veces lo hice. Cobré poco, eso sí. Estaba chica
todavía. Fue antes de casarme.
¡Menos mal que me casé!

Hilda Carrera es Asistente Social, narradora, sus textos han aparecido


en los libros- objeto de Ergo Sum.

26
CAMILA CASTELBLANCO
Golpe de Suerte

Milagrosamente sobrevivió, pues un insigni-


ficante divertículo le quedó de estómago, tras
el último ataque que la condujo a beber la for-
malina. Dos horas le tomó al líquido deshacer
su estómago que para diez años de golpizas,
no era mucho. Luego de unos meses estaba
tan delgada que tenía que inyectarse vitaminas
porque no podía absorber los nutrientes de los
alimentos. Al verse al espejo entendió del todo
a su marido; ya no era esa ballena sebosa, como
le decía, estaba delgada y lo sería por siempre.
Sonreía pensando en lo linda que la encontra-
ría y cómo acariciaría su pequeño cuerpo, por
eso no pudo entender por qué, luego de unas
cuantas semanas de felicidad, él la golpeara
hasta morir. Ahora sollozaba, contoneándose
como una modelo en el camino hasta el cielo.

Camila Castelblanco es periodista, poeta y narradora. Sus cuentos han


aparecido en los libros- objeto de Ergo Sum.

27
CAROLINA CATALÁN
La Mery

En la pieza se cuela el frío por las tablas de


nueve inviernos. El Pedro paró las cuatro pare-
des al fondo del patio de la casa de la tía Che-
la, y allí nacieron el Jonathan, la Jeanette, el
Mirco y la Marlen. El Pedro comenzó a llegar
tarde, borracho. Le pegaba y no tenía ni para
comprar pan. Conoció al Nano que les lleva-
ba té, azúcar, un Pall Mall y algunos pancitos.
Una noche el Nano le dijo que se fuera con él.
Ella se fue. Volvería por los chiquillos después.
Cuando le avisaron, corrió desesperada, pero
la tía Chela no dejó que los viera. Tuvo que
tomar pastillas para ir al entierro. En la cama
que comparte con el Nano, arropa a la Daya-
na y llora, no por el Pedro sino por los cabros
chicos. Se seca los ojos pero las lágrimas no
acaban. -Es que ando sensible- me dice, ense-
ñándome su guata de embarazada.

Carolina Catalán. Narradora. Sus textos han sido publicados en di-


versas antologías. Último libro: “Ellas, las otras”.

28
FERNANDA CAVADA
Problemas de género

Y le cortó mal el paño: en vez de dejar una


marquita para decir pa’ donde tenía que ir el
molde, el huevón lo rajó. La tela no le hizo
nada, y aunque a él le dio pena admitirlo, hace
rato ya no la quería. Desconcertado, vio como
una mancha roja se esparcía por la mesa tiñén-
dole las manos. El problema es del género- se
consoló- es muy rasca, no aguanta nada.

Fernanda Cavada es narradora. Sus cuentos han aparecido en los li-


bros- objeto de Ergo Sum.

29
IVONNE COÑUECAR

your little china girl ( o tu china simplemente ).


And when I get excited / My little china girl says /
Oh baby just you shut your mouth /She say ... shhh /She says...
(David Bowie)

sexualoide starman stardust con su talante


imperturbable /
A flor de boca la defensa de la lengua bífida /
Let´s dance con espinas esquinas esquirlas
de miradas /
cuentas regresivas de un chile puños cerrados /
escupos en condones opacos, noches moradas/
apuros en la cama, forma de hablar, mirarse
al espejo/
una sirvienta con la defensa al toque./
herido el cactus/
la historia personal de la china plástica/
muñeca inflable/
para su sordo violador síndrome de Estocolmo/
para sus padres la compasión de domingo
mesa grande/
Es el cariño que se promete a escondidas,
no incomodar/

30
Así como los gatos, el problema no es meterlo,
el problema/
es sacarlo de tu corazón/
Esto no es glam.

Ivonne Coñuecar (Coyhaique-Patagonia) Licenciada en Comunica-


ción Social, Periodista Ha publicado Catabática (2008), Adiabática
(2009) y La plaquette ChAgAs (2010), poemas.

31
ALEJANDRA COSTAMAGNA
Tío

Te sientas en la cuneta, lo sacas de la bolsa,


abres la tapa, llevas la boca al pote, lames la
parte café, después la amarilla, jadeas, te tiem-
blan las manos, sigues lamiendo, llega Tío a
tu cabeza, tan nítida su cara anoche frente al
refrigerador, llevándose la jarra a la boca y a ti
después -a tu boca seca y chica y miedosa- y
cerrando la puerta, solos y a oscuras, todas las
luces de la ciudad desconectadas o conectadas
en alguna otra órbita mientras Tío bate su len-
gua en tu boca y tú apenas tienes saliva y vas
tragando el sabor crudo, a vino con chirimoya
o durazno, no sabes bien, y lames esa boca que
ahora se aleja y dice algo que no escuchas o no
entiendes, y se va. Te limpias las manos con la
bolsa, miras el pote de helado ya sin helado,
piensas en Tío y sientes la lengua toda pega-
josa.

Alejandra Costamagna. Periodista y magister en Literatura. Su libro


más reciente es Animales domésticos (Mondadori, Chile - L´atelier
du tilde, Francia).

32
ANA CRIVELLI
Mamachismo

Papá era la autoridad indiscutible de la fami-


lia. Nunca me pegó ni lo escuché levantar la
voz. Bastaba una de sus miradas para poner fin
a cualquier conflicto. Como aquella, cuando
mamá me dio una cachetada porque le dije
machista. Ella se oponía a que entrara a la uni-
versidad. “Las mujeres tienen que aprender a
mantener la casa limpia y ordenada, de lo con-
trario, cuando se casan son unas inútiles y el
marido, aburrido, las deja con todos los críos”,
me había gritado. Papá, con su terno impeca-
ble recién planchado y los zapatos lustrados
por mamá, se levantó del sillón donde aparen-
taba leer el diario y caminó lentamente hasta
enfrentar a mamá. La miró a los ojos hasta que
ella agachó la cabeza. Se volvió hacia mí, esbo-
zó una leve sonrisa y me dijo: “Mañana, bien
temprano, salimos juntos y te vas a inscribir”.

Ana Crivelli. Estadística de profesión y narradora desde que descubrió


que no sólo podía escribir fórmulas. Último libro publicado: “Sin
Piedad”.

33
ANA MARÍA DEL RIO
Nuca

La casa había quedado como quedan las ca-


sas cuando las personas se van de vacaciones.
Desierta, con los muebles cubiertos de aquella
lava fría. Desierta y muda. Como ella misma.
Esa misma noche ella le había escrito la carta.
La carta que contenía una sola palabra.
Y se había ido, simplemente, sin ruido.
Había saludado por última vez al conserje
sardónico que la miraba sardónicamente.
Se había ido caminando lentamente por la
calle, como si estuviera en el fondo del mar.
Lo último que había visto de él era su nuca.

Ana María del Río, narradora guionista y dramaturga. Entre sus publi-
caciones están “La Bruja Bella y el Solitario”, “La Historia de Manú”,
“Óxido de Carmen”. Último libro publicado:”Pero ahora no es ve-
rano”.

34
NORY DÉLANO
Primero está la confianza

Eras la novia de mi sobrino, el regalón de sus


tías. Me entristecía verte sufrir, te alenté a salir
adelante. Te llevé a casa y pedí que cuidaras a
Cristóbal, mi pequeño enfermo que entonces
acababa de cumplir diez años. Lo acompañaste
todos esos días. Me alegraba ver lo bien que
se llevaban, lo tranquilo que quedaba en casa.
Mejoró, pasaron los meses, un par de cum-
pleaños.
Tú lo aconsejabas, lo escuchabas. Veía que se
unían más y más. Nunca dudé cuando lo en-
contraba riendo contigo. Me preocupé cuan-
do comencé a sentirlo lejano. No imaginé que
estarías esperando un hijo suyo. Ese día que
los sorprendí en su pieza, no pude pensar, sólo
tomé el revólver y te disparé.

Nory Délano (Concepción), sicóloga. Narradora, sus cuentos han sido


publicados en los libros- objeto de Ergo Sum.

35
LORENA DÍAZ MEZA
27 de febrero

Mamá arrancó con mi hermanito en brazos.


Pensó que la seguiría, pero con el alboroto no
me atreví. Todos los vasos y las fotografías fa-
miliares del mueble volaron por el comedor.
Papá grito algo terminado en puta y dejó que
mamá se llevara las marcas de sus manos agre-
sivas sobre la piel. Cuando quedamos solos in-
tenté protegerme. La casa iba cayendo poco a
poco. Él se vino sobre mí, comenzó el remezón
y los movimientos. Fue una noche de imborra-
bles réplicas.

Lorena Díaz Meza. Narradora, gestora cultural, dirige varios talleres


literarios y la revista “Tinta y Barrotes (CPD de Pte. Alto). Último
libro publicado: “Existe”.

36
PAOLA DUEVILLE
La maleta de Laura

Mi maleta y yo esperamos en una pieza va-


cía. Mi marido me detuvo antes de abordar el
avión. No quería continuar sometida entre cua-
tro paredes. Él vigiló cada movimiento muy de
cerca. Después me siguió hasta el aeropuerto,
me sorprendió por la espalda, agarró la maleta
y me subió al auto a la fuerza. Me trajo directo
a esta clínica siquiátrica con barrotes donde es-
peramos encerradas, mi maleta y yo.

Paola Dueville. Narradora y guionista. Sus textos han aparecido en


diversas antologías.

37
GLORIA DUNKLER
Intrusos (Fragmento)

¡El puma, el puma! -se oyó murmurar entre


los colonos - ahora sí que se acabó el robo de
gallinas! y entre risotadas borrachas corrieron
en dirección a los establos abrazados a sus ri-
fles. En la oscuridad, alguien la tomó por la
espalda tratando de contener ambos pechos
con su mano áspera, mientras con la otra sos-
tenía el arma susurrándole alguna cochinada.
Entonces los ojos de la india se inyectaron de
fuego por la arrogancia de sus palabras y la ra-
bia que prendió en su estómago subió hasta sus
mejillas transformado en una idea macabra...
En los corrales los potrillos no se tranquiliza-
ban, el viento corría con helada y la noche se
cerró sobre sus molleras calientes por cobrar
venganza.

Gloria Dünkler (Pucón). Poeta. Publicó “Füchse von Llafenko”


premio 2010, de la Academia Chilena de la Lengua.

38
AMANDA DURÁN
Porque no sabe

Anoche “Dios” bailaba en sus mejillas como


una mancha. Muñequita quieta casi de trapo
juega porque no sabe, porque no quiere, por-
que tiene la lengua mordida de leche porque
no es leche.
Detrás de la puerta la puerta el sueño per-
fecto para atascarse el sueño en su faldita rota
como un fantasma.
Bendita tú eres entre todas las mujeres. Y
bendito es el jugo de tu sexo, tu cuerpo entre-
gado por todas nosotras, mordido, por amor a
mí, por amor a todos, tu lengua santa tu piel
tu asquerosa piel corderita de dios.
Todas las niñas del barrio éramos de barro
olíamos a carne y mierda teníamos el culo roto
y las uñas pintadas de nacimiento lanzábamos
besos al aire y manoseábamos a nuestros her-
manos chicos.
Dios nos miraba desde arriba y nos subía la
falda y nos enviaba al abuelo o al vecino.
Amanda Durán, (Santiago). Poeta a veces y activista siempre. Últi-
mos libros publicados: “Ovulada” (España) y “Antro” (Uruguay).

39
LILIAN ELPHICK
Legítima defensa

Veintisiete huesos dentro de mí, un revolo-


tear de uñas y cutículas, tu dedo índice ser-
moneándome mientras se deshace, el anular
perdido para siempre. No estoy arrepentida, la
boca está bien puesta, aunque tenga la lengua
un poco ahorcada y la mandíbula como la de
una boa. Quizás deba ir al dentista. Tu sangre
tiñó mis muelas y se está coagulando en mis
encías. Arg. Y a la jueza le diré la verdad y nada
más que la verdad: que tenías la mano dura.

Lilian Elphick. Ha publicado “La última canción de Maggie Alcá-


zar”, “El otro afuera” y tres libros de microcuentos: Ojo Travieso,
Bellas de sangre contraria y Diálogo de tigres.

40
DANIELA ESCOBAR
Lo que piden nuestros ojos

Ir a la esquina. Sacar la tarde antes que nos


roce. Pedirnos. Oír reclamar al hijo. Revolcar-
se entre una pausa y otra. Tatuar lo que piden
nuestros ojos en la madera. Colgar los techos
en la ventana. Alimentar al homicida que vive
entre los ojos. Los techos se hacen agua, inun-
dan desde el cielo. Tarde, acunarse en la hendi-
dura. Un monstruo sobre las camas. Los ojos
a la sombra. Madre, la noche nunca vendrá a
buscarnos.

Daniela Escobar es diseñadora, poeta y narradora. Sus textos han apa-


recido en diversas antologías.

41
CLAUDIA FARAH
Silenciosa

“¡Perra!” -escuchas su voz acercándose- “¡Me


cagaste, perra!”
No sientes los golpes, ni su brazo apretando
tu garganta, ajena a ese cuerpo sometido en
una cocina siempre pulcra y ordenada.
Mete la mano bajo tu falda, aprieta tu sexo y
dice: “¿Te gusta así, PERRA?”.
El tono en que lo dice, retumba en tu oído.
Te miras como perra, la que se aparea con otro
macho, uno mejor. Macho que te montó como
perra... y te gustó. Sientes todo otra vez.
Son las cuatro de la tarde, los niños están por
llegar y ya te sabes esta historia. Leal y pro-
tectora de tus cachorros, calculas cuánto más
necesitas estirar el brazo para alcanzar el juego
de cuchillos perfectamente ordenados en su
madera.
Lo miras a los ojos y él sabe, entiende en un
instante, que eres de las perras que no ladra,
pero muerde.
Claudi Farah Salazar. Periodista, escritora. Ha publicado diversos
cuentos en antologías.

42
ANDREA FORTUNATO
Las indefensas

Las mujeres almuerzan casi echadas en el


cuarto de televisión de la casa de reposo. Ríen
y conversan sin apuro. Una docena de ancianas
esparcidas entorno a ellas se quejan cada cier-
to rato, tengo hambre, me duele, tengo frío.
No escuchan el lamento. Cuando acaban las
teleseries del medio día, les dan de comer con
brusquedad las sobras de sus platos a algunas
de ellas. No todas tienen suerte, unas cuantas
tendrán que esperar las migajas de la cena.

Andrea Fortunato Medel es diseñadora gráfica y narradora. Sus textos


han sido publicados en los libro- objetos de Ergo Sum.

43
ASTRID FUGELLIE
Detrás de la escena

La casa que contiene las iras, la furia que


encierra aquel hogar, el dolor que sujetan sus
muebles, la indignación que esconden los pa-
sillos, la rabia que ocultan sus habitaciones, los
hijos que amiedados se esconden, la mujer que
acude a la oración.
Lo cordial jamás estuvo en esa casa. Poco a
poco, la maldita, fue enjaulándose: abandona-
dos al mal morir sus moradores.
¡Que Dios nos libre de tal impotencia!

Astrid Fugellie. Punta Arenas. Poeta, ha publicado, entre otros, “Los


Círculos”, “ Llaves para una Maga”,” La generación de las palomas”
.Su último libro: “En Off” (2010).

44
LILIANA GARCÍA URMENETA
Fauces

“Fauces” me voy repitiendo de regreso a mi


casa. “Las fauces del perro”, “las fauces del ca-
ballo”, fauces tan feroces que de puro hedion-
das son capaces de podrir todo lo que hizo dios
en el cielo. Las fauces feroces a las que uno le
teme porque a veces uno corre y corre y al final
te pillan y te muerden igual. Pero a mí no me
da miedo pensar en las fauces que me lastiman.
Mejor verle la cara al lobo porque siempre mi
tío me babosea y se desabrocha el pantalón
cuando se me acerca y jadea al lado mío. Mi
ropa se mancha, eso sí. Y me dibujo un more-
tón muy grande entre las piernas y luego me
arrepiento y lo borroneo y me queda bien fea
la parte que era más linda de mi vestido.

Liliana García Urmeneta es poeta y narradora. Sus textos han apare-


cido en los libros- objeto de Ergo Sum.

45
CIN GONZÁLEZ
Números

2 zumbidos de messenger convocando a un


encuentro. 9 meses tomando helados y disi-
mulando el amor que de a poco crecía. 3 años
de pololeo con paréntesis entre medio. Una
patada en el trasero, un brazo enyesado y un
botellazo en la rodilla, no fueron suficientes
para despertar. 20 días para una audiencia tras
amenazas de muerte. 4 testigos, 2 familias des-
concertadas y un fiscal haciéndose cargo de un
final triste.

Cin González Leyton. Santiago. Es profesora básica y narradora. Ésta


es su primera publicación.

46
SILVIA GUAJARDO
Presente Imperfecto

Yo maltrato
Tú maltratas
Él maltrata
Nosotros maltratamos
Vosotros maltratáis
Ellas callan.
Yo acuso
Tú acusas
Él acusa
Nosotros acusamos
Vosotros acusáis
Ellos absuelven.
Yo reincido
Tú reincides
Él reincide
Nosotros reincidimos
Vosotros reincidís
Ellas mueren.

Silvia Guajardo es narradora. Autora de “Depósitos en Afectivo”. Pu-


blicada en “Santiago en 100 palabras”. Último libro de microficción,
en prensa.

47
FANNY GUZMÁN
Condimento perfecto

-Gorda, fea, no sirves ni para la cama, como


pude meterme contigo. Tus palabras son eco
en mis oídos. Preparo la comida que sueles ti-
rarme encima cuando se te da la gana; cocino
con odio tu plato favorito, pero con un nuevo
ingrediente. Llegas del trabajo, te recibo sumi-
sa. Una sonrisa se dibuja en mis labios al verte
comer. Cuando empiezan las convulsiones, me
siento frente a ti para verte morir.

Fanny Guzmán es narradora. Sus textos han aparecido en diversas an-


tologías.

48
PATRICIA HIDALGO
El príncipe y el ogro

El príncipe azul de ojos brillantes hizo llorar


a la niña violeta así que se alejó del parque. Al
pasar el puente se cruzó con un ogro peludo
de manos grandes. Tuvieron unos simpáticos
niños morados.
Años más tarde llevó a sus niños a aquel par-
que. Una hermosa mujer con una princesita
color miel se paró junto a ella mirando a una
banca donde el muchacho azul de ojos claros
conversaba con un niño dorado. Lo reconoció
de inmediato.
“No quiero ir con ellos mamá”. Ambas tem-
blaban como las ramas del árbol que se agita-
ban azotados por la ventolera. “Tenemos que
ir querida, es tu padre”.
Observó las marcas violáceas bajo el maquillaje.
Caminaron lento y el hombre sonrío satisfe-
cho. Ahí lo supo, el brillo de los ojos azules era
reflejo del acero.
Al llegar a casa abrazó a su ogro de manos
cálidas.
Patricia Hidalgo es narradora. Su último libro publicado es “Viajar de
Noche”. (2008).

49
MARISOL IBARRA
Perros que Ladran

Fue lo de siempre, te sacaste la correa y me


la amarraste al cuello. Tu rostro estaba sobre el
mío tirando el tufo caliente.
Lo sentí duro entrar una y otra vez, mientras
jalabas de la correa con tanta fuerza que apreté
los párpados por el dolor que me causabas
Antes del final, tomaste con tu otra mano el
arma, la pusiste haciendo presión sobre mi es-
tómago. ¡Mami! gritó ella. Al fin abrí los ojos
para verla infinitamente frágil, asustada en el
umbral de la habitación.
Corre a ver a tu perro, que está ladrando, le
dije.
En cosa de segundos giré el arma contra tu
miembro y lo sentí acabar en sangre, por úl-
tima vez.

Marisol Ibarra Codoceo. Escritora y gestora cultural. Dirige “Editorial


Arte Gráfica” y un programa de corte cultural en la emisora más anti-
gua del país: Radio Rancagua.

50
PAULA ILABACA
La peguita

Trabajábamos por la noche hasta tarde. Él


decía que yo era su perra. Me hacía dormir
en el suelo y no podía subir a su cama. Te-
níamos códigos. Por las calles él le decía a los
hombres que pasaban: llévensela, a mí no me
sirve, ¿cuánto creen que cobra? Lo hace gratis.
Trabajábamos mucho. Y sin parar. Sin compa-
sión un día me partió a patadas cerca de Par-
que Bustamante. Rompió su teléfono para que
nunca más lo llamara. Gritaba, hacía daño.
Trabajábamos mucho. Él decía que me amaba.
Tantas veces lo dijo. Un día renuncié y nunca
más volví a involucrarme con un tipo así como
empleador.

Paula Ilabaca es poeta, Licenciada en Literatura y Lenguas Sus textos


aparecen en diversas antologías. Último libro publicado: “Completa”.

51
VINKA JACKSON
Bisabuela

En la cartera, algo de ropa interior, mi cepillo


de dientes y la tijera de costuras, francamen-
te ni sé para qué. Para defenderme, quizás, si
tratan de llevarme de regreso a su lado. Para
cortarme la lengua (y jamás contar nuestra
historia) o para cortarme entera y coserme de
nuevo, esta vez según mis preferencias. No
es tan importante, no a mi edad, eso quieren
hacerme creer: la jaula de oro, los puños de
porcelana, los relojes que marcan el pulso de
mis escombros. Medio siglo de matrimonio
me ha tomado comenzar a olvidar mi artrosis,
mis pulmones gastados y esa aridez inconfe-
sable (tan injusta, si aún deseo). Camino del
terminal, antes de olvidarlo todo, me detengo
en el edificio donde vive mi bisnieta. “Cuando
sea grande quiero ser como tú”, me ha dicho
tantas veces. Dios nunca lo permita. A modo
de despedida, mis tijeras de regalo.
Vinka Jackson. Mamá, psicóloga y autora de “Agua Fresca en Los Es-
pejos: abuso sexual infantil y resiliencia”. Directora Ejecutiva de Fun-
dación Para la Confianza, Santiago, Chile.

52
ANDREA JEFTANOVIC
¿Te acostaste con César Vallejo?

Ella anota en su agenda Rhein a las 11 horas,


un nombre: César Vallejo. Para él es un nom-
bre cualquiera; para ella, el autor de los versos
que lee descubriendo otra forma de nombrar
las cosas. Si define “deseo”, ahora dirá “...fue
una tarde de septiembre/cuando sembré en tus
brasas, desde un auto /los charcos de esta no-
che de diciembre”. Él la cela desde siempre,
por eso husmea sus cosas y le intriga esa cita a
media mañana. Hace días que él no le habla,
llega a casa dando un portazo. -¿Qué pasa?
-Nada. -Pero cómo que nada. -Me tenís que
explicar algo. Tira la agenda abierta y pregunta
-¿Te acostaste con César Vallejo? Ella ríe fuer-
te. -Lee -dice. -Ignorante. Él vuelve los ojos
locos, el rostro fiero, abre zanjas oscuras en su
alma. Ella repite: “Hay golpes en la vida, tan
fuertes, yo no sé...”

Andrea Jeftanovic es narradora, autora de “Escenario de Guerra”,


“Geografía de la lengua”, “Conversaciones con Isidora Aguirre”,
“Crónicas de oreja de vaca”, “Hablan los hijos”.

53
MARÍA CRISTINA JIMÉNEZ
El último informe del reino

El último informe del Reino Desunido, no


incluye el sentir de una de las súbditas más
leales y abnegadas. Este es:
1.- Mis aposentos están ordenados y huelen a
limpieza.
2.- Compro y como lo que me gusta.
3.- No escucho o escucho la música de mi
agrado.
4.- Ahora lo mío es de verdad mío.
5.- Recuerdo pocas veces que estoy medio
gorda y medio vieja.
6.- No tengo que ocultar los moretones.
Y por último,
7.- No detesto a las otras; les estoy muy agra
decida.

Firma: la renovada doncella imperfecta.

María Cristina Jiménez. Santiago. Narradora y poeta. Ha publicado


cuentos en “Santiago en 100 palabras”, “Mi vida y mi trabajo” y “Ate-
rramiento”.

54
MAYRA KOHLER
Disfunciones

Él anunció que estaba próximo al despegue.


Por favor, abróchate el cinturón.
Ella miró por la ventana de la habitación,
pero sólo vio la ciudad pegada al suelo, enrai-
zada hasta los cimientos.
Se decepcionó.
Esa noche, nuevamente serían pasajeros en
tránsito.

Mayra Kohler, periodista y narradora. Sus textos han aparecido en di-


versas antologías.

55
CRISTINA LINHARES
De mujer para mujer

El sol arde en el desierto somalí. Poco, com-


parado con la abrasada entrepierna de la pe-
queña Lyia, en su ritual de ablación.
La condujo su madre, Wangary. La creía des-
valida sin un hombre que la aceptara en matri-
monio, pero estremeció frente a la gitana de la
tribu y su cuchilla de afeitar sucia, sin filo de
tanto cercenar genitales en carne viva.
Hemorragia intermitente. Wangary repasa
su historia. Menstruaciones, sexo, infeccio-
nes, parto, micción: un solo dolor brutal. Sus
manos dejan de sujetar el muslo de Lyia para
cerrarle los ojos. Luego libera los gritos atrapa-
dos en el trozo de madera apretado entre sus
dientecitos.
La noche las sorprende desvelando su propio
misterio. Pronto amanecerá en África.

Cristina Linhares. Brasileira, Bióloga Marina. Es narradora y ha publi-


cado sus cuentos en los libros- objeto de Ergo Sum.

56
MARCIA LÓPEZ
Material Docente

Salgo a la calle, es de noche y en el edificio del


frente se refleja la luna.
Bajo esas dos lunas camino por la noche de-
sierta.
Llego a la esquina y me abordan dos mucha-
chos vestidos de mujer, me piden un cigarrillo.
Les digo que a la vuelta. Uno de ellos me toma
por el cuello y arrebata un pequeño bolso en que
llevo mi celular y el dinero para los cigarros
Me impresiona la fuerza sobre esos tacones tan
altos.
Se escapan y yo quedo tirada, dolida y descon-
certada.
Miro la doble luna en el espejo como a una
metáfora.
Vuelvo a mi casa y sentada frente al computa-
dor, término de preparar mi próximo taller de
género.

Marcia López (Rancagua) es educadora y narradora. Sus cuentos han


aparecido en los libros -objeto de Ergo Sum.

57
PAULA MANDIOLA
Trabajo infantil

El viejo del último auto me ofreció un billete


- dijo a su hermano menor, quien todavía te-
nía en sus manos las pelotas que alzaba al aire
todas las tardes en ese semáforo.
- Espérame aquí, ya vuelvo- y se perdió en
la esquina donde una camioneta doble cabina,
aún en marcha esperaba por ella.
Al atardecer, luego de varios semáforos en
rojo y en vista de que su hermana no volvía, el
pequeño regresó a su casa.
Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando vio
el pollo asado sobre la mesa, su hermana son-
riendo, la madre también. Una arcada le llenó
la boca de saliva al comerlo; pese a esto, apenas
conteniendo las lágrimas, continuó. El asco to-
davía no lograba quitarle el hambre.

Paula Mandiola (San Felipe). Abogada, narradora, ha publicado sus


cuentos en los libros- objeto de Ergo Sum.

58
MARIANA MARINI
Constelaciones familiares

A mí me pasó lo mismo que a mi madre y a


ella, lo mismo que a la abuela. La abuela no
dijo nada, mi madre no dijo nada, yo no dije
nada. A mi abuela le sucedió en los años 50,
a mi madre en los 70, a mí hace 20 años. Mi
madre es medio hermana de mi abuela, y yo,
medio hermana de mi madre.

Mariana Marini Encina, psicóloga, narradora y poeta. Publica su pri-


mer libro de cuentos “Oscuridad de Bolero” el año 2009.

59
ANDREA MATURANA
Mujer bien parada

Como ella era una mujer bien parada, que sa-


bía defender sus derechos y no daba su brazo a
torcer, un día él se lo torció con tal fuerza que,
antes de rendirse, la articulación de su codo
cedió con un violento crujido.
En el hospital ella dijo que se había tropeza-
do. Caído contra unos escalones.
Después él le regaló flores, la atendió, la con-
soló, le hizo el amor como si hubiera sido la
primera vez.
Ahora ya no pelean tanto, ni es necesario con-
frontarla para que dé su brazo a torcer porque
nunca más volvió a ser el mismo.
Le quedó así el brazo, torcido.

Andrea Maturana es narradora. Últimos libros publicados: adultos


“No decir”; infantil “La Isla de las Langostas”.

60
FRANCISCA MATURANA
Príncipe Azul

Arroz con leche me quiero casar, con un ca-


ballero que sepa cantar, que sepa bailar, que
sepa escribir cuentos y me sepa besar.
Tugar tugar, salir a buscar y nunca encontrar.
Lobo, ¿dónde estás?
Baila que baila y si no bailo ¿qué castigo me
darás? ¿Es tan grave como para que me man-
den fusilar por pensar sin permiso de papá?
Caballito blanco, llévame de aquí, llévame a
algún pueblo donde yo pueda elegir, ser felices
para siempre o vivir, simplemente, mirándo-
nos de frente.

Francisca Maturana es narradora y Gestora Cultural. Sus textos han


aparecido en diversas antologías.

61
JULIETA MAULÉN
Mi prima Jenny

Mi prima Jenny se fue a Argentina cuando


era niña. La recordaba con cejas prominentes,
sonrisa amplia y mirada tímida.
Tenía expectativas con su regreso y no me de-
fraudó, me entretenía escucharla hablar: “hey,
che, pará, pará... “.
Compartimos la adolescencia, las fiestas
cuando mis tíos la dejaban ir, pues la trataban
como niña; será por eso que se casó a los die-
ciocho, de blanco y con un gran ramo de flores
que prometía abundancia.
Se embarazó una vez, la vi menos. Luego otra
y otra vez. Cesaron las visitas, la Jenny tenía
tiempo sólo para su familia.
Supe que estaba cansada, aunque mantenía
la sonrisa, pero luego cubrió su cara con la ca-
bellera y su mirada evadía a quien se le pusiera
en frente.

62
Dicen que la Jenny como nunca aquel día
gritó para defenderse y que el marido le apre-
tó el cuello para ahogar su voz y también su
aliento.

Julieta Maulén es Licenciada en Filosofía. Narradora. Sus textos han


sido publicados en los libros- objeto de Ergo Sum.

63
CAROLINA MAYEROVICH
Puntos de Vista

I
No había en su memoria un recuerdo más
feliz que la tarde en que su padre llegó con
un pescado bajo el brazo. Llenaron juntos el
lavaplatos y salaron el agua. Ella jugó cuanto
quiso, mientras él la veía divirtiéndose desde el
otro lado de la cocina.

II
Decidió abandonarlo el día en que llegó a
casa después del trabajo y vio a su hija jugando
desgreñada con un pescado a orillas del lava-
platos, mientras el yacía ebrio en la única silla
que no tenía las patas sueltas y se defendía di-
ciendo:
- Estaba a punto de preparar el almuerzo, no
es tarde aún para vestirla y enviarla al colegio.

Carolina Mayerovich Bahamonde (Ancud). Poeta y narradora radicada


en el desierto de Atacama, ha publicado el poemario “De cicatrices y
otras huellas”.

64
TATIANA MAYEROVICH
Exclusión

Ana me contó que vivió tres años con el


amor de su vida. Compraron una casa, mue-
bles y un auto rojo. Aunque de vez en cuando
la golpeaba, eran felices. Hasta que un día la
dejó inconsciente. Una amiga la ayudó a huir
al norte con ropa y plata prestada.
-¿Por qué no hiciste la denuncia?-le pregun-
té. - Porque nadie sabía que el amor de mi
vida era una mujer -dijo.

Tatiana Mayerovich Bahamonde (Ancud, Chiloé). Diseñadora, radica-


da en el desierto de Atacama, participa de la Sociedad de Escritores
de Copiapó.

65
JAVIERA MEDINA LÓPEZ
Las que no soy

Enciendo el televisor a las once de la noche.


Bajo el volumen y me concentro en los ges-
tos. Hombres, mujeres, mujeres, hombres.
Me miro en el espejo, me saco la ropa. En
plena oscuridad, la luz de la pantalla lanza ful-
gores en mis costillas.
No encuentro nada.
Subo el volumen del televisor.
Un grito estridente sale de mi garganta y se
mantiene hasta que duele.
La rueda, la escritura, los ritos, la conquista
del espacio, el computador, el jazz, la ronda.
Cuando enciendo el televisor a las once de la
noche, hombres que hablan sin palabras, mu-
jeres que sonríen sin reír.
Apago el televisor para siempre.

Javiera Medina López. Artista Plástica y narradora. Sus textos han apa-
recido en los libros- objeto de Ergo Sum.

66
LINA MERUANE
Aguja maestra

La vieja arrastra su cuerpo maltratado hacia la


claridad de la ventana y se sienta ante su mo-
numental labor de costura. Enhebra un largo
hilo blanco como una cana, forja un nudo
sucio, hunde su puntada en el cuero. Hilvana
primero, después trabaja meticulosos pespun-
tes invisibles que van uniendo las orillas. Aca-
bada cada sutura levanta el brazo, y la mano,
y entre los ásperos dedos brilla victoriosa su
aguja maestra. Con ella vuelve a arremeter
una y otra vez, prometiéndose que nadie po-
drá deshacer su obra. Al insinuarse la tarde ya
no queda ningún desgarro que zurcir, ninguna
herida abierta en todo su cuerpo.

Lina Meruane es autora de las novelas “Póstuma”, “Cercada” y “Fruta


Podrida”, y del libro de cuentos “Las Infantas”.

67
ROSSANA MEZA
Deber cumplido

- Hoy tenemos una cena - fue todo lo que Este-


ban le dijo a Sofía.
Los primeros años de casados fueron ideales;
después, el trabajo y los niños los hicieron dis-
tanciarse. Hace un tiempo, Sofía escucha risas
contenidas cuando pasa cerca de colegas de Es-
teban. El motivo le queda claro cada noche que
pasa solitaria. Se pregunta por qué siguen casados
y espera que algún día Esteban cambie. Cumple
su papel de madre y dueña de casa y se mantiene
hermosa para él.
-No me siento bien -dice. Lo mira esperando el
diálogo que no llega. Comprende al fin, se arre-
gla con el mejor vestido y lo acompaña como es
su deber.
Su marido ni siquiera la ha mirado. Antes de
finalizar la cena, se excusa. Sube a la terraza, dis-
fruta el viento en su rostro, la única caricia que ha
sentido en estos últimos años. Abre sus brazos y
va en busca de aquel que la ha despertado.
Rossana Meza, Ingeniera y Magister de profesión, cuentista de voca-
ción. Sus textos han aparecido en los libro- objetos de Ergo Sum.

68
CECILIA MOLTEDO
Plegaria

Por favor diosito lindo que no me venga la ar-


cada. Te lo ofrezco por mis cabros. Te juro que
mañana te prendo una vela, te rezo un rosario,
ponme a prueba en lo que sea, pero ayúdame
a aguantar. Quién me mandó a creerle otra
vez. Por eso me merezco las penas del infierno.
Pero esto no, señorcito lindo. No quiero que
me vuelva tocar, no quiero escuchar lo que me
dice, no quiero sentir su mano intruseándome
como lo hace ahora. Haz que la boca se me cie-
rre porque no quiero comer lo que mi cuerpo
arroja. Aunque él me restriegue la cara en la
inmundicia, aunque él me quiebre lo que aún
no tiene huellas. Te juro que no soy yo señor,
he hecho el esfuerzo, es mi cuerpo que no lo
quiere, que no lo acoge.

Cecilia Moltedo es narradora. Último libro publicado: “Cuentos que


no te contaron”.

69
MIRANDA MONTEALEGRE
Transgénero

Deseché mis privilegios para ser la mujer que


soñaba.
Ahora estreno mis tacones altos en la vereda
de la discriminación.

Miranda Montealegre Barros, estudiante. Poeta y narradora, ha obte-


nido diversos premios en ambos géneros.

70
PAOLA MONTI
Juego de roles

A Malú le gustaba llevar un bebé en el vien-


tre. Se ponía almohadas, muñecas, globos
que abultaran bajo sus ropas. ¿Cómo me veo,
papi?
Paría muñecas a diario, amamantaba, muda-
ba. Era su entretención preferida.
Hasta el día en que las manos la tomaron, la
elevaron por los aires y la depositaron sobre
unas sábanas sucias.
Ella recuerda con nostalgia cuando cambiar
pañales era tan sólo un juego.

Paola Monti Valle. Es profesora de Castellano, narradora y dramatur-


ga. Ha publicado “Tránsitos Urbanos” y sus cuentos han aparecido en
diversas antologías.

71
ROSABETTY MUÑOZ
En Nombre de Ninguna (Fragmento)

Cuando cayó su muñeca al pozo séptico a ella


misma le cubrieron la nariz con un pañuelo
impregnado de colonia y la bajaron amarrada
de la cintura para rastrear entre la mierda de
los suyos. Después tuvo que refregar el amasijo
de plástico y sacarle brillo a los ojos de vidrio.
Y después lavar la ropa, lavar la ropa toda, toda
la ropa. Y todavía más tarde, escarbar con una
astilla debajo de las uñas donde el olor se con-
centró para siempre.

Rosabetty Muñoz vive en Chiloé. Es poeta. En 2008 publicó su octavo


libro de poesía “En Nombre de Ninguna”.

72
GISELLA NARANJO
Última marcha

La gente observa y aplaude el paso de los


tanques. Ya es casi primavera, día 19. Los vo-
lantines se alzan y viajan por el cielo grisáceo
y celestino, testigo de horas largas de terror,
cómplice de las tramas más escalofriantes para
hacer desaparecer al maltratador, quien hoy
viste medallas e impecable uniforme. Se acerca
la hora de mis pastillas, he estado aturdida por
algún tiempo, quizá solo así es que él ha evi-
tado que los demás sepan que desde mis ojos
brota sangre y que mis huesos están desastilla-
dos a causa de los azotes que me brinda día a
día en nombre del amor. Es feriado allá afuera-
mas aquí dentro todo es igual- la gente observa
los tanques, las melodías de guerra nunca han
sido mis predilectas, sin embargo ayudarán a
amortiguar el estruendo de esta Mágnum 357
que me volará los sesos y me hará libre.

Gisella Naranjo Saavedra, (Antofagasta). Narradora y traductora. Ésta


es su primera publicación. Miembro de la Sociedad de Escritores de
Copiapó.

73
FARHA NASRA
Caricias

“Mamá no debe saber. Toma, compra el ju-


guete que desees. Mañana tendrás que esme-
rarte más” le dijo el padre, mientras se subía el
cierre del pantalón.

Farha Nasra. Escritora. Licenciada en Arte de la Universidad de San-


tiago de Chile. Reciente publicación: la novela “El Rugir de las Pie-
dras”.

74
CATALINA NAVARRETE
Efectos

Dientes filosos, piel verde oscura y con esca-


mas podridas, líquidos chorrean por sus ojos
trastornados, olor a azufre, cuchillos en vez de
manos, suena la sangre borboteando en su gar-
ganta cuando respira, caen pedazos de su piel al
caminar, cojea firme, filosas garras en todo su
cuerpo, se mueve furioso... me está siguiendo.
Despierto aliviada, no es un monstruo el que
me acecha sino el recuerdo de mi ex marido.

Catalina Navarrete, nació en Talca. Escribe. A los 17 años, su biografía


aún es una página en blanco.

75
MARÍA JOSÉ NAVIA
Como en las películas

En la pantalla del televisor, los golpes sue-


nan en perfecta coreografía con los gritos. La
heroína sangra por la nariz pero su cabello si-
gue cayendo sobre sus hombros, perfecto. Los
moretones parecen combinar con su blusa. La
música de fondo acompaña con precisión los
impecables movimientos del hombre.
La niña observa hipnotizada, sin poder cam-
biar de canal.
Su padre, en la cocina, se sirve un trago,
quebrando un par de vasos en el intento. Su
madre, en el baño, con la puerta entreabierta,
emite débiles gemidos.
Tiene el pelo desordenado. Sus moretones no
combinan.
(Tampoco hay música).
Fuera de eso, todo es igualito a las películas.

María José Navia reside en Georgetown, USA. Publicó su primera


novela “SANT” el 2010. Sus cuentos han aparecido en diversas an-
tologías.

76
LUCIA NEIRA
Amor golpeado

Calle céntrica, curiosa. Portón y farolillo.


Pieza con ropero, inusitado en un motel. Ella
lo espera desvestida, ansiosa. Él, sin aviso, la
abofetea una, dos veces. Ella, preguntándose el
motivo mientras hacen el amor. Dejan el lugar
en la oscuridad del amanecer.
Se han encontrado hace algunos meses. Si-
guen viéndose. Él no siempre la maltrata; ella
no protesta nunca. Al año se casan. Tienen
una hija y comienza lo duro. Él llega borracho
y le pega y la insulta ante la mirada herida de
la niña. Después él pide perdón con rezos, ella
le cree. Hasta que una noche su golpe le rom-
pe la cabeza contra un mueble. La hija queda
a cargo de los abuelos. A él lo condenan por
homicidio.
La que escribe es esa niña, la hija, ya adulta.

Lucía Neira R. Es narradora y poeta (Santiago). Ha publicado cuentos


y poemas en revistas de habla hispana. Ha obtenido Menciones Hon-
rosas en diversos concursos de cuentos.

77
SOLANGE ORDAX
Los delitos sexuales no prescriben

1981, Santiago de Chile.


Todavía siento el olor ácido de tu saliva en
mi cara. La presión de la palma de tus manos
aplastando mis pechos. Quedo paralizada
mientras me tiras hacia ti apoyado en el ban-
co de mi sala, me dejas con un secreto bajo el
jumper. Contengo la náusea mientras escucho
tus pasos alejándose escalera abajo.

2011, la misma ciudad.


Viejo de mierda, aún apareces en mis pesa-
dillas. El olor ácido se queda, tu también te
quedas, yo me encierro en el baño para ser
invisible, mientras la boca se me llena de bilis,
esperando que salgas, para poder correr hasta
mi casa y llegar llorar abrazar y contar y cerrar
los ojos para dormirme acurrucada. Viejo de
mierda, ni estas palabras, ni el tiempo, me
sacaron tu olor de encima.

Solange Ordax Wiener es narradora, algunos de sus cuentos han apare-


cido en los libros -objeto de Ergo Sum.

78
LUZ ORFANOZ
Filial

-Ya murió -dicen mis hijos a coro.


- No es cierto - musito.
No escuchan.
Están hablando de dinero.
- ¿Qué dinero? -quiero decir.
No me oyen. Levantan el colchón por la ori-
lla.
- Cuidado, se nos va a caer la vieja.
Es la niña. La niña de mis ojos. La que yo
llamo “tesorito”.
Mi hijo menor llora.
- ¡Cállate, maricón! -dice mi tesorito.
- ¿Y si mamá estuviese viva? -suspira el peque-
ño.
- Cierto, muy cierto -dicen a coro -Podría ser
una catalepsia y...
- ... ¿y qué? -susurran al mismo tiempo.
- Que el doctor nos denuncie - explica el ma-
yor.
-¡Cierto, cierto! -casi gritan a una voz.

79
Entonces, mi niña querida los mira uno a
uno y dice:
- Mientras ustedes buscan yo saco la almoha-
da, la pongo sobre su cara y me siento en ella.
- Amén, amén - solloza el pequeño.

Luz Antonia Orfanoz es poeta, guionista y narradora. Autora de “La


Mujer Cornuda”, “Impropias”, “Ni son todos los que están”. Último
libro publicado :”Ignacia- Virginia”

80
ELIA PARRA
Otra vez las lágrimas

Me da miedo que nos juntemos con ellos.


Me da miedo porque otra vez empezarás a
ridiculizarme. Lo soltó todo de un tirón, para
no arrepentirse. ¿A ridiculizarte?, dijo él. Sí,
porque cuando se te acaba la imaginación
echas mano de mí, de cualquier cosa que
hago o digo, y haces un chiste, y ellos ríen,
también ella, y a costillas mías. No sé de qué
hablas, dijo él. Cansada, respondió: de que
no te importa mi vergüenza. Cada vez estás
más loca, su voz, apacible y resignada, la
llenó de furia; las venas de su cuello, como
serpientes crispadas, las lágrimas discurriendo
a su antojo. Pero no se atrevió a decir más,
tampoco alcanzó a limpiarse los ojos porque
él la empujó ligeramente por la espalda y le
dijo, sin mirarla: Allí vienen, apura el tranco.
Y tranquila, ¿eh?, sus dedos incrustados en las
lumbares.
Elia Parra es narradora y periodista. Publicó en México “De
sombras, brumas y espejos” y sus textos han aparecido en diversas
antologías.

81
PAMELA PERALTA
Tornillo

Cuando era niño lo tenía. No se me extravió


porque mis padres, en ese entonces, se preocu-
paron de que lo conservara. Solían decirme
que de la crianza dependía que no se me zafara
un tornillo.
El tornillo, en mi infancia, estuvo en el lu-
gar correcto. Lo pasaba bien en el colegio, era
buen alumno y jugaba a la pelota en el recreo.
El tornillo estaba bien firme. Pensé que sería
para siempre, pero aflojó.
Tenía dieciséis años. Mi madre entró a mi
pieza y dijo que mi aparato ya podía usarse. Se
montó sobre mí. El aparato funcionó, a pesar
de no estar preparado.
Entonces el tornillo se soltó y oxidó, hasta
desaparecer... Y mientras manoseo a mujeres
en la calle, me gustaría recuperar el tornillo,
que no me hiciera falta. Suelo buscarlo mu-
cho, sin embargo, no lo encuentro. No puedo
encontrar el tornillo. Mi madre lo hurtó.

Pamela Peralta. Psicóloga y narradora. Ésta es su primera publicación.

82
CAROLINA PEZOA
Octogenaria

El gobierno ha dicho que de hoy en adelante


las crudas noches de invierno serán dignas. Así
lo ha dicho. Así lo han escuchado hombres,
mujeres y niños que deambulan por las calles.
Desde entonces, al caer la tarde, todos corren,
buscan y se hacen espacio entre los colchones
y frazadas que han sido dispuestos al interior
del estadio. Todos corren, excepto ella, con
sus ojos viejos, enjuta y encorvada. Su paso es
lento y sabe que se hará tarde para llegar al al-
bergue. A su edad, no le teme a nada, solo a la
vergüenza.

Carolina Pezoa es sicóloga y poeta. Sus últimas publicaciones son “Na-


cencia” y “Gusana”.

83
MALUCHA PINTO
Rabia Parida

Le tengo una rabia parida al concha de su


madre. Este año ya voy en siete abortos. Ahí
parto sola donde la vieja Olga. Me abro de
patas para que me saquen al niño nuevo. El
lindo no quiere chiquillos todavía, me mata si
le traigo uno. Quiere a su “hembrita”, así dice,
con su cinturita de avispa. ¿Por qué no usa
condones el muy mierda y me salva de pasar
por este martirio? Es un avaro, no me da ni un
peso, no me deja trabajar, la plata no pasa por
mis manos.
Me haría tratamiento, un tratamiento que
me dejara vacía para siempre.
Cuando sale la luna, se saca la correa y me
amarra.
No tengo escape.
Mi papi y mi mami me entregaron como vaca
al matadero.

Malucha Pinto Solari es actriz y narradora. Ha publicado “Cartas para


Tomás” y “Cartas de la Memoria, Patrimonio Epistolar de una Gene-
ración de Mujeres”.

84
CATERINA PRADO
Consecuencias

No hay nada, solo este silencio pálido, sin


ruidos, sin frío ni calor. No hay miedo ni do-
lores. Nada. La rabia, la pena, la alegría, se fue-
ron y solo yo permanezco, desvaneciéndome.
No sé dónde estoy ni cuánto tiempo ha pasa-
do. Recuerdo que dejé a Toñito en el colegio,
estaba nublado y el frío le hacia castañetear
los dientes. De vuelta a casa abrí la puerta y
estaba ahí, esperándome. Me paralicé: ¡olvidé
dejar calentándose sus toallas! La angustia me
cortó la respiración y su mirada me aplastó,
me despedazó como una viga de concreto que
cae a toda velocidad. No sé qué pasó, quizás
entendió mi olvido, porque no me duele nada
y solo vislumbro colores tenues y me parece
escuchar algunas voces. Se oyen lejos. Quiero
ver al Toñito, pero no sé dónde estoy. No sé si
aún estoy.

Caterina Prado es psicóloga y narradora. Ésta es su primera publica-


ción.

85
CAROLA RIVAS
Carta bajo la manga

Siete de la mañana. En el baño principal el


agua caliente ha empañado el espejo por com-
pleto. Clarisa barre con un puño el vapor y en
ese espacio apenas, ensaya a los impresionistas
con el pincelillo sobre el pómulo izquierdo.
Primero blanco, luego algo de marrón y rema-
ta con polvo compacto. Luego, parte en dos
su cabellera colorina y ataca con el secador la
mata de rizos largos a mínima velocidad. Cui-
dadosa, deshace los nudos y retira los mecho-
nes dañados. Se peina a lo Verónica Lake. Tras
la cortina de nylon, el agua cae sobre el cuerpo
de Atilio. Es una imagen desdibujada pero el
contorno se aprecia perfecto.
Clarisa apunta ahora hacia la ducha, afina en-
tre los ojos el blanco y dispara con la máxima
intensidad. El secador descarga su bala hir-
viendo y Clarisa lo apaga. Después sopla como
si espantara el humo de una pistola de verdad.
Carolina Rivas es poeta y narradora. Sus relatos han aparecido en di-
versas antologías. Su libro de cuentos”Dama en el jardín” obtuvo el
Premio Municipal de Literatura (2002).

86
PATRICIA RIVAS
Tacones

La hija ya era toda una mujer: usaba mini-


falda, escote y tacones. La madre no cesaba de
insultarla hasta que la chica se marchaba de
casa. Era el momento en que osaba revelar las
cicatrices, la minifalda, el escote y los tacones
destruidos y ensangrentados por el secreto
tacón de su propia madre.

Patricia Rivas es narradora, Licenciada en Artes Teatrales y Diplomada


en Pedagogía Teatral. Su último libro publicado es “Hija bastarda”
(microcuentos).

87
FRANCISCA RODRÍGUEZ
Votos matrimoniales

Prometo alejarte de tu familia y amigos para


que seas sólo mía. Prometo poseerte y contro-
larte, saber tus pensamientos y deseos incluso
antes que tú. No dejaré ni un resquicio de tu
mente y ni de tu cuerpo libre de mí. Prome-
to regalarte flores y pedirte perdón después de
cada golpe y tratarte bien hasta que merezcas
un nuevo recordatorio de que soy yo el que
manda.

María Francisca Rodríguez Aguilera. Psicóloga y narradora. Sus cuen-


tos han aparecido en los libros - objeto de Ergo Sum.

88
SILVIA RODRIGUEZ
Cuando ella no está

Cuando una mujer muere, se evapora un


trozo de calle, el tráfico se torna lento, los
semáforos se detienen, duelen los úteros, los
embriones, los brazos, los profetas silencian, el
soldado olvida su misión, un infante deja de
jugar, las cosechas entristecen, una estrella se
oxida, las lenguas hablan un solo idioma, uni-
verso y tierra dejan de girar.
Cuando una mujer muere, nace una soledad
de orfandía, se angustian las flores, nace una
pérdida, una desesperación, un abismo infer-
nal, se disecan restos de sangre, se quiebran
las miradas, algo se adelgaza, se retuerce, se re-
vuelca, se quema. Aquí dentro muy adentro.
Cuando una mujer muere.

Silvia Rodríguez Bravo. Poeta radicada en Talca. Su último libro es


“Diario de una Cesante”.

89
GILDA ROJO SANTORO
Escondidas

Los ruidos despertaron a Rosarito, estaba os-


curo y escuchó voces: “La encontraron en el
río”. Qué raro, pensó, ¿quién iba a bañarse en
el río si estaba lloviendo y hacía frío ? Mamá se
baña en la playa, aunque ya no -recordó- desde
que papá cortó su traje de baño en tiritas. Es
que él es juguetón, a veces juega a las escondi-
das y si llaman por teléfono a mamá contesta
que no está. Y los domingos le esconde tan bien
el diario que ella nunca lo encuentra. Anoche
después de que se fueron las visitas, jugó al te-
rremoto, hizo que se viniera todo abajo, hasta
mis juguetes. Y mamá no es de jugar, llora y le
dice -si sigues así me vas a tener que ir a buscar
un día al canal- pero no sé por qué dirá eso,
será que se va a ir a esconder allá y quiere que
papá nunca la encuentre.

Gilda Rojo Santoro. Antofagasta. Licenciada en Literatura y Lenguas


Hispanas. Ésta es su primera publicación.

90
MAGDALENA ROSAS
Avenida Bustamante

¿Que espera “la Negra” parada en una es-


quina, con la mirada perdida, en el reino del
silencio?, se preguntó Isabel, mientras sentía
sobre su rodilla de niña desnuda en medio de
la noche, la mano regordeta y sudorosa de don
Jorge.
“La Negra” no trajo su paraguas, pensó, e
imaginó la lluvia mojándole el pelo, al mismo
tiempo que don Jorge le diseminaba sus líqui-
dos en la cara de niña pintada, para esconder
el desconcierto.
Don Jorge, el gordo del Audi negro, ése, el
mismo que en cada atardecer trae la noche,
masculló entre dientes mientras abotonaba
su blusa y guardaba el impecable billete.

Magdalena Rosas Ossa (Coyhaique, Patagonia SIN represas), narrado-


ra. Está publicando en estos días, “En el año de la Cantárida píntate
la boca”, su primer libro.

91
LORENA SAAVEDRA
Error de percepción

Están totalmente equivocados. Teníamos algo


hermoso. La gente es malpensada. Me enamo-
ré de ella, nos íbamos a casar. Si hasta dejé a mi
mujer. Y ya casi tiene doce.

María Lorena Saavedra de la Fuente. Psicóloga, Magister en Psicología


Clínica. Ésta es su primera publicación.

92
ALICIA SALINAS
Desaparecida

La llamaba “flaca”, solo así. Lo que menos


importaba eran sus datos. Nunca fueron ne-
cesarios, hasta hoy, cuando al pasar divisé su
figura.
Intenté acercarme. Iba por la calle con la mis-
ma gracia de hace años. La vi entrar al edificio,
la seguí. La esperé en la entrada con la cabeza
plena de recuerdos. Temí que cruzara sin dar-
me cuenta. El conserje me miró extrañado.
Reparé en la hora, la gente que pasaba ya iba
de regreso.
A la mañana siguiente, corro al edificio. Di-
viso a la mujer de ayer. Se le parece, pienso. La
miro de frente. Ella me mira amable, pero no
es la flaca. No es la mujer de mis noches com-
pletas, la que partía muerta de risa cuando yo
moría de miedo.
Mientras camino pienso en lo que mi madre
siempre me dice cuando me ve así. - No la bus-
ques más, ella está muerta.

Alicia Salinas es lingüista, profesora de Literatura e idioma ruso. Poe-


ta, ha publicado siete libros y ha recibido los premios Pablo Neruda,
César Vallejo y Fondo del Libro y la Cultura.

93
SUSANA SÁNCHEZ BRAVO
Estados

Cinco mujeres, en el vestidor de la piscina


municipal, constatan que todas tienen cicatri-
ces en sus cuerpos.
-Mi padre- dice la del vientre quemado- por
demorar con el agua para el té.
Nadie dijo nada.
La del pecho mutilado agrega:
- Marido maltratador. Libre.
Avergonzada, la del meñique faltante, cuen-
ta:
-Hijo drogadicto, vive conmigo.
-Mi supervisor me partió la rodilla con un
fierro por sumarme a la huelga de la fábrica. Ni
siquiera lo encarcelaron- agrega la de la pierna
tiesa.
La última se gira y muestra la espalda que-
mada del cuello a los tobillos, en un patrón
de rayas:
-Ejército de Chile- dice. Parrilla eléctrica, cin-
co años presa, golpeada y violada. Ellos siguen
donde mismo.
Susana Sánchez Bravo, Valparaíso. Narradora, ha publicado “Espacios
Condenados”, “Secretos Menores y Non Tanto”, “Ojo de Medusa”.

94
ALICIA SÁNCHEZ RUMINOT
Asuntos de familia

La llegada de visitas era una preocupación


para la familia Álvarez del Valle, porque de-
bían apresurarse a esconder a la abuela mater-
na. La mayor de las tres hermanas tomaba las
llaves del cuarto de herramientas, ubicado al
final del patio. Con un gesto le indicaban que
era la hora del encierro y aseguraban el can-
dado. Luego regresaban aliviadas al salón para
atender a la visita.
Pero la familia no imaginó la llegada sorpresi-
va de la novia del futuro heredero. La mucha-
cha fue al patio y vio a la anciana merodeado.
Saludó con amabilidad. La anciana le contestó
en mapudungun y dio vuelta la espalda. Las
hermanas y el novio salieron a la carrera, se lle-
varon a la novia al salón, anticipándose a cual-
quier pregunta molesta, que no se diera cuenta
del secreto, porque tener algún ancestro indí-
gena los desmerecería ante la sociedad, negán-
doles el sitial entre las buenas familias.
Alicia Sánchez- Ruminot, Masters of Spanish, Universidad de Oregon.
Sus textos han sido publicados en diversas antologías.

95
EMMA SEPÚLVEDA
Justicia

Ángela se levantó de la tierra y pidió justicia.


Justicia para el hambre, justicia para cerrar las
heridas que no la dejaban morir, justicia para
los golpes de piedra, para la encarnación de
sus hijos, para los que habían quedado atrapa-
dos entre las manos de otros cuerpos, justicia
para los que pudieran escucharla escondidos
en la memoria de otras tumbas, mudos ciegos,
descansando en otras cruces donde su voz no
llegaba y la oscuridad gritaba un lejos que la
separaba para siempre de la justicia humana.

Emma Sepúlveda. Narradora, poeta, artista plástica, profesora y Di-


rectora del Centro de Investigación Latina, Universidad de Nevada,
USA. Último libro publicado: “Setenta días de noche”.

96
ZAIDA SOTO
Donde más duele

En el suelo, hecha un ovillo, como una perra


que abriga a su cría, Marta cubre a la hija. El
esposo continúa pateándole la espalda. La mu-
jer, que ya no siente las piernas, ruega:
- Golpéame todo lo que quieras, pero a ella
no la toques.
Los golpes cesan. Violento, se agacha y le
arrebata la niña. Marta se arrastra a pesar del
dolor que casi la inmoviliza. Lo sigue a la coci-
na. Allí está con un cuchillo punzando el cue-
llo de la niña.

Zaida Soto González escribe cuentos, novelas y poesía. Su última pu-


blicación es “Pecados nuestros de cada día”.

97
XIMENA SOTO-AGUILAR
Te prometo, nunca más

En Pudahuel, joven de iniciales J.V.A. mató


a su pareja.
Estaba frente al televisor, el vaso se soltó de
mi mano.
¡Mamá!- ¡Es él! Aunque cubra su rostro lo re-
conozco.
Los vecinos oyeron los gritos de la joven esa
noche. A menudo discutían.
Lo conocí cuando tenía catorce años. Era gua-
po y creí que era el amor de mi vida, hasta que
conoció a unos “amigos” en el barrio y empezó
a tomar alcohol y a consumir pasta base.
Se enfurecía cuando yo no contestaba inme-
diatamente sus llamadas. No me dejaba tener
amigos ni invitarlos a mi casa. Decía que él era
superior a todos ellos.
Recuerdo la última vez, en mi graduación: no
quería que bailara. Rasgó mi vestido porque
era escotado. Pidió perdón y lloró de rodillas
una vez más.

98
Gracias, mamá. Alguna vez pensé que no po-
día vivir sin él.

Ximena Soto-Aguilar Silva. Narradora, último cuento publicado: “Ca-


mila”, Primer Premio Concurso Nacional del Ministerio de Planifi-
cación (2008).

99
MICHELLE SOUYET
Narración subjetiva del círculo
de la violencia

Lo que me hiciste es grave, pero esto es peor:


te quiero. El problema es mío.

Michelle Souyet, sicóloga. Es narradora y sus textos han aparecido en


los libro -objetos de Ergo Sum.

100
VERÓNICA TELLO
Oscuridad

Giré sobre mis talones, respiré profundo y lo


miré en penumbras.
Yacía inmóvil en la cama. Lo miraba fijo y pa-
recía tan tranquilo, como perdido en el sueño.
Había dejado de ser el hombre violento que
tatuó mi ser a fuego, laceraba mi entrepierna y
violaceaba mi piel y huesos.
Ahora todo era distinto, él dormía flotando
entre la sangre acumulada en las sábanas y
nunca despertaría. Yo inhalaba sintiendo mis
latidos, respiraba intenso, y sólo el frío de la
hoja filuda agarrada de mi mano pegajosa me
gritaba que no era un sueño. Nunca más él me
lastimaría. Me senté despacio contra la pared,
acercando el acero a mi corazón, entonces
comprendí: el silencio lo era todo.

Verónica Tello es narradora, sus cuentos han aparecido en los libros-


objeto de Ergo Sum.

101
ELIZABETH TORRES
Perdón, perdón

Era un hombre muy dulce... cuando no con-


sumía eso. Siempre cariñoso y gentil, pero si
se drogaba, enloquecía. Me obligaba. Cuando
empezó con los golpes no protesté: era nece-
sario para él. Perra, me gritaba. Era un jue-
go violento. Sólo un juego. Nunca me quejé.
Sudor, bramidos, el rostro desfigurado. Sus
insultos, mis silencios. Alguna vez le susurré
entre lágrimas que no me dañara, pero no me
escuchó. Ayer dije basta. No más. Fue fácil en-
terrar el cuchillo en sus carnes blandas. Una,
dos, no sé cuántas veces. ¿Treinta, me dice?
No sé. Tampoco sé qué voy a hacer ahora sin
él. ¿Me perdonaría? ¿Usted cree que él me ha-
brá perdonado?

Elizabeth Torres T. Narradora. Sus textos han aparecido en diversas


antologías. El año 2009 publicó su primer libro de cuentos: “Carnes
Vivas”.

102
DANIELA TREWIK
Olvido

Sigue peinándose a ojos cerrados. Toca la pei-


neta con sus negras uñas y piensa en los pocos
dientes que le quedan. Su lengua recorre su
boca seca y siente un sabor amargo-ácido en
su garganta. Sigue pasando la peineta por su
cabeza casi calva. El olor a orina impregna el
lugar. Se toca la falda mojada. Trata de levan-
tarse, le tiemblan las piernas y cae. Siente el
piso frío y una vez más recuerda lo que tuvo
que soportar ahí. Intenta gritar y al igual que
las otras veces su voz se consume antes de es-
capar. Su piel seca absorbe una lágrima. Abre
los ojos e intenta recordar cuándo él la olvidó
ahí.

Daniela Trewik B. Profesora de Castellano. Sus textos han aparecido


en los libros- objeto de Ergo Sum.

103
MONICA URRUTIA
Pecadora

Magdalena derrama pedazos de vidrio por el


pasillo de la vieja casa. Es orden de su mari-
do, un hombre muy religioso. Debe cumplir
la penitencia semanal por los pecados cometi-
dos. Luego inventará un accidente, una caída.
Piensa en el próximo paso, el camino hacia el
perdón. Él la espera en la sala, sentado en un
sillón que semeja un trono. Aún de rodillas,
dejando su sangre en el piso, se acerca y lo
mira a los ojos. Espera la absolución.
Se levanta. Va al baño para lavar sus heridas y
arrancar los vidrios incrustados en las rodillas.
Se mira en el espejo. No se reconoce. Algo se
quiebra en su mente. Deambula en la noche
por la casa. Él la siente. En medio de la oscuri-
dad la arrastra hasta la última pieza. Pone llave
al candado de la puerta.
Magdalena no está sola, vislumbra el cuerpo
inerme de otra pecadora.

Mónica Urrutia F. (Santiago). Narradora y guionista de radioteatros.


Autora de “Esa chaqueta a cuadros” y “ Vuelos, sueños y otros asuntos”.

104
PAZ URZÚA
Hoy decido

He vivido la pesadilla de perderse, de no en-


contrar el motivo de todo o nada. El dolor ha
cerrado mis sentidos, surca mi cerebro gol-
peando en mis venas.
Vuelvo a soñar con mi imagen desgastada, raí-
da por el tiempo, la incomprensión y las pérdi-
das. Soy una cabellera enmarañada, un rostro
repugnante, pobre. Y te veo ahí, siempre en
el umbral, con las piernas abiertas, seguras las
manos y la mirada controladora. Tu identidad
intacta, tú en mi laberinto sin perderte. Ésa es
la pesadilla de la que quiero descansar.
Estoy harta de morir y no acabarme nunca.
Los acantilados me llaman, las olas ríen, arras-
tro mis pasos y veo agonizar el mundo a mis
pies.
Quiero creer que hoy empiezo. Hoy me lim-
pio de tu sonrisa irónica y encontraré lo que he
olvidado de mí en ti.
Hoy me pertenezco.
Paz Urzúa, Concepción. Sus textos han aparecido en diversas an-
tologías.

105
CRISTINA VARAS LARGO
Nunca más

El frío acecha. La estufa entibia con pocas ga-


nas, pero algo de calor entrega todavía. Las he-
ridas duelen mucho con el frío y dolerán más
cuando el gas del balón se acabe, en una hora
y media, calculo.
No volverá a tocarme, me digo, pero esta vez
es cierto porque su cuerpo yace al lado de la
puerta. También el envase de cerveza con que
lo golpeé. No tan fuerte, pero cayó altiro y azo-
tó su nuca contra el borde azul de la escala.
Iré a limpiar mis heridas mientras queda gas
en la estufa. Después llamaré. Esta vez se volvió
más loco que nunca. Al comienzo zafé, pero
tropecé contra un juguete y ahí me agarró. Ti-
rada en el suelo, recibí. Hasta que divisé junto
al sillón la botella vacía. Mañana estaré presa.
Pero viva.

Cristina Varas Largo, narradora y traductora. Sus cuentos han apareci-


do en diversas antologías.

106
VIRGINIA VIDAL
Cara de Dios

Acababa de parir su segundo hijo, una belleza


de muchacho, lindo y sano como el primero.
De vuelta del hospital, la atacaron en el bajo
vientre unos dolores atroces (después supo que
se llamaban entuertos). Pese al intenso sufri-
miento, acometió las labores domésticas. Bañó
y alimentó a los hijitos.
Se sentía bendecida.
Como pudo, hizo el almuerzo. Puso la mesa,
ordenó lo mejor posible.
Llegó el marido y le sirvió, deseando que en-
contrara todo sabroso. Entonces ocurrió algo
inconcebible: él tomó un pan, lo golpeó con-
tra la mesa y lo lanzó contra el suelo: “¡Yo no
como pan añejo! ¡Anda a comprar!”
No supo reaccionar ante la brutal actitud de
ese hombre, ahora desconocido para ella. So-
breponiéndose a los feroces calambres breves
pero pertinaces partió a la panadería.

107
Jamás pudo recuperar la memoria de lo que
pasó después, pero es imborrable su sensación
de haberse vuelto pan añejo y golpeado.

Virginia Vidal. Nació en Santiago de Chile. Escribe. Poca se le hizo la


vida vivida. Morirá más temprano que tarde.

108
YOSA VIDAL
Antígona de los objetos

El cuerpo del plato se separó en muchos pe-


dazos irregulares, y cada uno tomó la forma
que el impacto le asignó. La nueva y múltiple
individualidad de sus partes maldijo el acci-
dente, pues su identidad moría a la vez que
pasaban a formar parte la inmensa cantidad de
desperdicio. De pronto, una mano levantó el
pedazo más grande y lo incrustó en el ojo de
quien antes lo lavara. Al principio cada parte
que quedaba en el suelo lamentaba tan triste
destino, pero más tarde lo envidiarían: él sería
el único que tendría un entierro digno, junto a
la mujer, en el fondo del patio.

Yosa Vidal es narradora y poeta. Publicó en la antología “Colección


géneros: poesía” de la U. de Chile, y en los libros-objeto Ergo Sum

109
ALEJANDRA WOLLETER
Escarmiento

Le dije al Guarén que no trajera el bate, que


bastaba con los bototos con punta de fierro.
Es que el Guarén es hombre de convicciones,
no como yo que me quedé atrás cuando apare-
ció, taconeando, la maraca. De un solo com-
bo la tumbaron. Salieron volando su peluca,
sus zapatos y su cartera. El Guarén comenzó a
afanarse en la cara de la huevona con el bate, la
reventamos. Bueno, fueron ellos, con sus pa-
tadas. Yo tenía miedo, no sé pos, que se fuera
cortada y alguien hablara. Después, antes de
irnos, el Guarén satisfecho me miró fijo y me
dijo que el maricón -y ahí recién caché por qué
era necesario el bate, porque no era mina- que
el maricón quedó con el cráneo hecho pebre y
la jeta tajeada, eso. Para que no pudiera besu-
quearse con ningún huevón, en un buen tiem-
po.

Alejandra Wolleter. Poeta y narradora. Último libro: “El Jardín de los


Manzanos” (poesía).

110
MARIA INÉS ZALDÍVAR
Alarido

Estiré el cuello más y más y en el aire atrapé


tu grito. Abrí la boca, grande grande y me lo
tragué.
Ten, toma, te regalo mi silencio.

María Inés Zaldívar. Poeta, ha publicado “Artes y oficios” 1996, “Ojos


que no ven” 2001, “Naranjas de media noche” 2006, “Década” 2009
y “Luna en Capricornio” 2010.

111
JACQUELINE ZLATAR
Última vez

La frase resonaba en su cabeza ante el espejo


del baño, desnuda de cuerpo y alma.
Miraba las horribles marcas en el cuello. No
era la primera vez, pero lo de hoy fue diferente.
Sintió la muerte.
-Es un buen hombre, el alcohol lo transfor-
ma, no es él - se repitió a sí misma.
Hoy sintió que moría, lo vio en sus ojos cuan-
do le apretaba el cuello y no podía respirar. Lo
miraba suplicante tratando de reconocer al
hombre que en algún tiempo amó, pero él no
estaba allí.
Esta vez logró salvarse y no habría una próxi-
ma.
Mientras se vestía, decidió cerrar la puerta
para siempre.

Jacqueline Zlatar es poeta y narradora. Ésta es su primera publicación.

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