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Casa Salesiana de Formación Año de la Misericordia

ORACIÓN DE LA MAÑANA
“Solemnidad de PENTECOSTÉS”

Motivador (Hno. Angel): Estamos juntos, esta mañana, alrededor de estos signos: el fuego,
que simboliza la luz, la resurrección de Jesús, el calor y la pasión del corazón que tiene a
Dios; el agua, que nos recuerda el bautismo; la imagen de la Virgen, que nos recuerda que
Ella es maestra de acogida del Espíritu; y las velas en forma de llama, que nos recuerdan
que, como Jesús, hemos venido a traer fuego a la tierra, el fuego del amor de Dios.
Cantemos y meditemos juntos el estribillo que abre nuestra celebración.

Ven, oh Santo Espíritu,


y de tu amor enciende la llama.
Ven Espíritu de amor.
Ven Espíritu de amor.

Presidente: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Guía 1 (Sergio): Nos encontramos juntos, esta mañana, para celebrar la Solemnidad de Pentecostés. Invocamos sobre
nosotros y sobre el mundo el don del Espíritu Santo para que nuestra inteligencia y nuestro corazón, la voluntad y los
afectos puedan abrirse al encuentro con el Señor Resucitado y con los hermanos, en el diálogo y la paz.

Presidente (P. Juan Pablo): Queridos jóvenes, nos sentimos como los discípulos en el cenáculo, reunidos con María,
en espera del cumplimiento de la promesa de Jesús. ¡El Señor no nos dejará solos! Su Espíritu caminará con cada uno
de nosotros, cada día, y será nuestra fuerza. Su Espíritu hará de nosotros testigos alegres y apasionados de la buena
noticia del Evangelio.

Guía 2 (Juan Manuel): Queremos, por tanto, hacer memoria y revivir la promesa y el deber que Jesús ha confiado a
sus discípulos el día del retorno al Padre: “Reciban la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán
mis testigos en Jerusalén, en toda la Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra” (Hch. 1,8).

Todos:
Espíritu del Padre, que en el origen del mundo aleteabas sobre las aguas,
regálanos una vida plena de sentido y de esperanza.
Vence las tinieblas del vacío y del tedio, de la fragilidad y de la resignación
y ayúdanos a descubrir la belleza de la existencia y a vivirla en modo apasionado.
Espíritu de Jesús, don de la Pascua, acompaña nuestros días en una fraternidad sincera con
cada hombre. Haz de nosotros gente de paz y de justicia, de diálogo y reconciliación
y que nuestra presencia en el mundo sea signo de tu bendición sobre la historia.

Espíritu Santo, que en Pentecostés has colmado la casa y el corazón de los discípulos,
desciende sobre nosotros en esta mañana de oración
para que podamos amar como Jesús nos ha amado,
para que tu fuerza sostenga nuestros proyectos
y cada uno de nosotros sea testimonio del Evanglio
hasta los confines de la tierra.

Guía 1: Aquel Dios creador que, en el origen del mundo, separando ha dado vida, en el don de su Espíritu en la mañana
de Pentecostés, ha reunido todo lo disperso, ha reconciliado todas las divisiones, ha abierto al diálogo todo lo
incomunicable. Aquel Dios, que en Jesús se ha revelado como Padre de cada persona, en el don de su Espíritu ha
convertido la desconfianza en encuentro, las barreras en apertura.

Canto: Tu Palabra me da vida.

Paulus: Lectura de los Hechos de los Apóstoles (2, 1-16)


Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante
a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas
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como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y
comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.
Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud
y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían:
«¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia
lengua? Partos,medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el
Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos,
cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios».
Unos a otros se decían con asombro: «¿Qué significa esto?». Algunos, burlándose, comentaban: «Han tomado
demasiado vino». Entonces, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo: «Hombres de Judea y todos los
que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido. Estos hombres no están ebrios,
como ustedes suponen, ya que no son más que las nueve de la mañana, sino que se está cumpliendo lo que dijo el
profeta Joel: En los últimos días, dice el Señor, derramaré mi Espíritu sobre todos los hombres y profetizarán sus hijos
y sus hijas [...].
Palabra de Dios

Preguntas personales para reflexión (El sacerdote, luego de hacer una breve
introducción al momento, o simplemente dejando un silencio, comienza a leer cada
párrafo, dejando entre cada uno un silencio para poder responder a la pregunta de
forma personal):

Presidente: Un fragor. Después el viento y el fuego. Invade la casa y se divide sobre


cada uno. Aquella presencia de improviso ha llenado nuestra vida. No más al vacío.
Ni a la cerrazón, ni a la resignación. Entra la luz y las puertas se abren de par en par
al mundo.
¿Sientes que, en esta etapa en la que te encuentras, el Espíritu Santo te apoya de
forma constante?

Presidente: Las voces se suman, las palabras se mezclan. Tantas lenguas diversas se encuentran. ¡Y se comprenden!
¡Esto es un milagro! Cada uno tiene su origen, su propia tierra, una cultura y una historia. Pero podrán compartir,
poner sus existencias en común.
¿Sientes que la vida comunitaria es, para ti, una oportunidad de encontrarte con Dios? ¿actúas bajo esa premisa?

Presidente: Todos encuentran la unidad. El viento sopla y no sabes de dónde viene y a dónde va. Pero te dejas conducir,
con entusiasmo, con pasión: en esta tierra en que cada uno es huésped, nadie es extranjero. Así el mundo llega a ser
grande, el universo es la casa de cada uno.
¿Qué has tenido que dejar atrás para seguir la llamada de Jesús a esta forma de vida?

Presidente: Después del estupor, las preguntas y la gente de todas partes. Tenemos algo que transmitirle de cuanto
hemos recibido del Señor. Tenemos una noticia hermosa para compartir, tenemos muchas riquezas para cultivar
juntos. En la solidaridad con todos, en la alegría sin fin.
¿Qué estarías dispuesto a sacrificar, o dejar, para que tu persona favorezca más?

Motivador: Ahora, haremos un pequeño signo, hilado al evangelio que hemos escuchado. Cada uno tiene delante del
cirio una vela con su nombre. Mientras vamos cantando, o meditando el canto, cada uno se acercará al P. Juan Pablo,
será bendecido con el agua, y cogerá su vela, encendiéndola en el cirio pascual, como signo de que queremos participar
de la efusión del Espíritu, de la misión de la Iglesia en clave de salida.

Canto: Espíritu Santo, ven

Espíritu Santo, ven, ven, (3 veces)


en el nombre del Señor.

Acompáñame, ilumíname, Santifícame, transfórmame,


toma mi vida. Tú cada día.
Acompáñame, ilumíname, Santifícame, transfórmame,
¡Espíritu Santo ven! ¡Espíritu Santo, ven!
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Resucítame, conviérteme, Acompáñame, transfórmame,


todos los días. toma mi vida.
Glorifícame, renuévame, Ilumíname, condúceme,
¡Espíritu Santo, ven! ¡Espíritu Santo ven!

Presidente: Los jóvenes, los adultos y especialmente aquellos que están más alejados de la mentalidad y a los valores
del Evangelio, tienen una profunda necesidad de ver personas que viven según la plenitud de humanidad manifestada
por Jesús.

Franklin: No tengamos miedo, queridos hermanos, de preferir el camino del amor: un estilo de vida sobrio y solidario;
relaciones afectivas sinceras y puras; empeño en el trabajo y en el estudio; interés profundo en el bien de los demás.
Todos: En ti, en ti, en ti, Señor, hemos puesto nuestra fe.

Elvis: No tengamos miedo de parecer diferentes. No sigamos el camino de la apariencia, del poder, sino aquel de la
humildad. Este es el camino más excelente, y no solo porque la humildad es una virtud humana, sino porque, en primer
lugar, es el modo de actuar de Dios mismo.
Todos: En ti, en ti, en ti, Señor, hemos puesto nuestra fe.

Franklin: Cada uno de nosotros tiene el coraje para permitir que el Espíritu Santo nos conduzca a Jesús, en el modo
que Él considere mejor, porque nos damos cuenta de la esperanza que hay puesta en Él y que la devuelve con dulzura.
Todos: En ti, en ti, en ti, Señor, hemos puesto nuestra fe.

Presidente: Confiamos en Dios nuestros deseos y propósitos, con la oración de Jesús:

Canto: Padre Nuestro

Presidente:
Oh Dios, fiel y misericordioso, que nos diste tu Espíritu, Señor que da la vida, acepta las oraciones y promesas de estos
hijos tuyos que ponen en Ti sus esperanzas; guía sus pasos y condúcelos por el camino que da sentido a sus vidas para
que sean en el mundo signo transparente de tu presencia. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

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