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El camino hacia la
salud –
Salutogénesis


Sábado 2 de diciembre Un estudio bíblico dado por
de 2017 Andreas Dura

A menos que se declare lo contrario, todas las escrituras han sido tomadas
de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina ©
renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
El camino hacia la salud – Salutogénesis

El camino hacia la salud –


Salutogénesis
Sean bienvenidos a nuestro estudio. Hoy tenemos un estudio muy importante. La razón por la
que lo estudiaremos es por una presentación que estaré dando en la universidad el lunes acerca del
estilo de vida. Existe un aspecto espiritual en esto y es el que les presentaré a ustedes ahora. En la
universidad veremos el aspecto físico. Existen principios que funcionan tanto para lo físico como
también para lo espiritual.
La palabra que utilizaremos en nuestro título de hoy es “Salutogénesis”, y les explicaré este
término. Éste fue usado por primera vez por un doctor de Israel quien estudió medicina social, cuyo
nombre era Aaron Antonovsky. Él usó el término salutogénesis a fin de describir una manera
diferente de abordar la salud de la que generalmente se usa en medicina, y se la explicaré en un
momento. Pero primero explicaré este término, salutogénesis. Es compuesto del latín. Todas las
palabras médicas se originan o en el latín o en el griego. La otra palabra que voy a explicar pronto
es en parte griega. Pero la palabra latina “saluto” significa salud, y la palabra “génesis”, como
nosotros sabemos, es el nombre del primer libro de Moisés y significa creación, comienzo, u
origen. Por lo tanto, lo que el profesor quería contemplar era al origen de la salud, o el nacimiento
de la salud.
Hoy consideraremos el origen de la salud espiritual, no sólo la salud física. En nuestro caso,
nuestro interés está en lo espiritual. Queremos entender cuál es el origen de la salud espiritual y por
esa razón también lo llamaremos salutogénesis.
La típica manera médica de abordar la salud se describe con otra palabra, “patogénesis,” la cual
es en parte griega. “Patos” significa sufrimiento o pasión. El significado de este término es el inicio
de la enfermedad. No queremos decir que es malo ver el origen de la enfermedad, por qué y cómo
comienza, y así sucesivamente. Es correcto hacer esa pregunta, pero el punto es que no queremos
concentrarnos solamente en el origen de la enfermedad. Queremos también ver el origen de la
salud. En vez de enfermedad podrían sustituirla por “pecado”. Entonces no la llamarían
“patogénesis” sino “homotose” en griego, y pienso que “pecato” en latin. Pero si desearan, podrían
llamarle “patogénesis” u “homotogénesis”, pero no existen tales palabras. Tendríamos que crearlas.
De modo que en vez de decir el origen de la enfermedad podríamos decir el origen del pecado,
¿cuál es la causa del pecado? ¿cómo surgió el pecado?, y así sucesivamente. Es apropiado hacer
estas preguntas, pero si solamente hacemos estas preguntas, tendremos problemas. Lo describiré en
un momento, de manera que lo puedan entender mejor.
Lo que queremos considerar es la causa de la salud espiritual. Hablar de enfermedad y sólo
concentrarnos en eso es un verdadero problema, es como concentrarnos solamente en el pecado;
también es un problema. Necesitamos tener una imagen clara y equilibrada de la salud. Y a fin de
lograrlo, debemos primero entender que la salud no es una condición fija, sino más bien, es un
proceso. La salud es algo que está en constante crecimiento. De igual manera, la justicia no es
simplemente una condición fija, sino que es algo en lo cual crecemos y continuamos creciendo. La
justicia no puede verse como algo donde yo pueda decir, “Muy bien, una vez que haya alcanzado
ese nivel entonces soy justo y eso es todo, voy a llegar hasta allí.” Si ustedes ven la justicia de esa
forma, entonces están en el lugar equivocado. La justicia es definitivamente algo que está
constantemente creciendo. Tenemos que ser conscientes de ello a fin de entender la salutogénesis.
Me gustaría dibujar un diagrama que explicará los dos procesos mejor. Tenemos aquí el camino
hacia la enfermedad que llamamos patogénesis. Por otro lado, tenemos el camino a la salud,
llamado salutogénesis. Como resultado de la salutogénesis tenemos salud, bienestar, justicia –no

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El camino hacia la salud – Salutogénesis

justicia propia, sino la justicia de Dios–. Es importante entenderlo. No estamos hablando de una
persona que es justa de acuerdo a su propio parecer.
El camino patogénico conduce a la dolencia, enfermedad y pecado, y finalmente muerte. Por
supuesto, podríamos describir salutogénesis como funcionalidad y la patogénesis como
disfuncionalidad.
De manera que, con la patogénesis nos concentramos en la dolencia a fin de escapar de la
enfermedad y el pecado. Luchamos contra la enfermedad previniéndola, curándola; estas son las
maneras principales. Y, en la salutogénesis, trabajamos por la salud, promoviendo la salud. ¿Es esta
diferencia clara? De modo que hay dos diferentes maneras de abordarlo y ambas tienen su valor.
Ambas nos alejarán de la enfermedad, del pecado y de la miseria, como Elena White lo dice. En
este estudio exploratorio, ustedes están explorando conmigo.
“Nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo como siervo para suplir incansablemente la
necesidad del hombre. “El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias” (Mateo
8:17), para atender a todo menester humano. Vino para quitar la carga de enfermedad, miseria y
pecado. Era su misión ofrecer a los hombres completa restauración; vino para darles salud, paz y
perfección de carácter.” El ministerio de curación, 11.1.
De manera que
hay tres cosas que
se mencionan
aquí, enfermedad,
miseria, y pecado.
Él vino a
quitarlas. ¿Qué
dio? Salud, paz y
perfección de
carácter. No
podemos mirar a
la perfección de
carácter como una
condición fija,
como para decir,
“Ahora he
alcanzado la
perfección y no puedo alcanzar más.” Cuando hayas alcanzado la perfección de carácter, puedes
todavía alcanzar aún más perfección de carácter. Jesús dijo, “Sed, pues, vosotros perfectos, como
vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Mateo 5:48. Nunca seremos perfectos como Dios,
pero siempre podemos volvernos más semejantes a Él. Hay dos maneras de hacerlo.
Leamos más en el siguiente párrafo. “Variadas eran las circunstancias y necesidades de los que
suplicaban su ayuda, y ninguno de los que a él acudían quedaba sin socorro. De él fluía un caudal
de poder curativo que sanaba de cuerpo, espíritu y alma a los hombres.” El ministerio de curación,
11.2.
La pregunta ahora es, ¿cómo Jesús lo hacía? Ciertamente Él no fue solamente en una dirección;
no solamente evitaba que el pecado cayera sobre la gente. No solamente la curaba, sino que
también promovía la justicia, la perfección de carácter, paz y salud. Jesús obró en ambas
direcciones y lo veremos más adelante.
Primeramente, entendamos cómo la Biblia define el pecado; cuál es el concepto de pecado en la
Biblia. Para nosotros, el pecado sólo es la transgresión de la ley. Por supuesto, no es solamente lo
que hacemos, sino lo que somos. De acuerdo a Romanos 7, pecado no es sólo la acción, sino
también lo que somos en el corazón. El significado de la palabra “pecado” en hebreo y en griego
significa “fallado”, como fallar al darle al blanco. En el idioma inglés tenemos también, por
ejemplo, “mal” como “mal comportamiento”, o “mala conducta”. Eso significa no alcanzar la meta.

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El camino hacia la salud – Salutogénesis

Cuando tratamos de darle a la base con una bola y fallamos, esa es la palabra que se usa por
pecado. Entonces, ¿qué perdemos cuando pecamos? Perdemos la perfección de carácter, la paz y la
salud. Podríamos también agregar que perdemos el compañerismo con Dios. No lo tenemos. Lo
perdimos. Hemos fallado en tener ese privilegio.
Esa es la manera de ver algo positivo; la salud, la paz y la perfección de carácter. Este es el lado
positivo, y en esto es que nos concentramos; lo que consideramos. Esto es lo que queremos lograr y
para hacerlo es importante no simplemente ver el pecado como tal, como si el pecado fuese un
poder en sí mismo, sino mirar la justicia en su plenitud. Vayamos a una declaración de Pablo. “No
que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para
lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado;
pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses
3: 12-14.
Pablo claramente declara aquí que él no ve la justicia como algo fijo, que lo ha obtenido una
vez, y eso es todo. ¿Cuándo podemos dejar de decir, “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea
perfecto; sino que prosigo…?” ¡Nunca! Si dejásemos de decirlo, entonces caeríamos en ese preciso
momento. No es posible decir que soy perfecto y que no necesito mejorar más. Debemos
definitivamente estar en necesidad de mejorar, aun cuando estemos con Dios en el cielo, aun
entonces continuaremos mejorando. Pero eso no significa que el pecado existe en el cielo. No
vamos a dejar de alcanzar la meta allá arriba, pero definitivamente continuaremos creciendo en
justicia.
Pablo también dice, “…olvidando ciertamente lo que queda atrás...” ¿Qué quiere decir con esto?
Es una declaración importante. Ante todo, ¿pueden olvidar el pasado? ¿es eso posible? En cierto
sentido es imposible. Si tienes Alzheimer, o algún tipo de demencia, puedes olvidar, pero no estoy
hablando de eso. Definitivamente no olvidaremos las cosas que han pasado y Pablo no lo olvidó
tampoco. Él decía, “Perseguí a la iglesia y esa es la razón por la cual no soy digno de ser llamado
apóstol.” De manera que, él no olvidaba en el sentido de obliterarlo de su mente. ¿Qué significa
olvidar estas cosas? Significa que no estoy concentrándome en tales cosas ya, porque sé que Jesús
me ha perdonado y descanso en Su perdón. No es que a Pablo no le importaba el pasado, sino que
él descansaba en el hecho de que había sido perdonado. Creo que entendemos esto, ¿no es cierto?
Es verdaderamente importante ver este punto. Ahora, por otro lado, su concentración iba avanzando
hacia las cosas que estaban por delante. ¿Cuáles son las cosas que están delante? Ellas son la salud,
la paz mental, y la justicia. En otras palabras, “No estoy constantemente pensando en mis pecados
pasados, sino que estoy constantemente enfocándome en la justicia de Cristo. Prosigo a la meta, al
premio…” Lo que Pablo describe es salutogénesis.
Esto es exactamente lo que necesitamos a fin de hacerlo también en el área física.
Verdaderamente necesitamos considerar qué es un estilo de vida saludable. Por ejemplo, la buena
alimentación, es un estilo de vida saludable. No necesito constantemente estudiar qué ingrediente
tiene la comida chatarra y cuán mala es. Por supuesto, necesito enseñar a la gente. Necesito saber
algo al respecto. Necesito saber de qué he sido librado y también, como médico, de qué puedo
librar a otros, definitivamente; pero más importante aún, debo entender los beneficios de una buena
alimentación. Debo concentrarme mayormente en ello. Eso es salutogénesis, olvidando las cosas
del pasado y extendiéndome a lo que está delante.
Vamos a leer otra declaración, que expresa lo mismo. “En lo venidero, los seguidores de Cristo
habían de mirar a Satanás como a un enemigo vencido. En la cruz, Cristo iba a ganar la victoria
para ellos; deseaba que se apropiasen de esa victoria. “He aquí—dijo él—os doy potestad de hollar
sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.” El
Deseado de todas las gentes, 455.3
Esto es salud. Es justicia; tener poder para hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y
sobre toda fuerza del enemigo. Esta no es una condición fija, sino que es un proceso constante.

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El camino hacia la salud – Salutogénesis

¿Cómo se logra? ¿Lo logramos mirando constantemente cómo hemos fallado en dar en el blanco?
Ciertamente no. Leamos el siguiente párrafo.
“El poder omnipotente del Espíritu Santo es la defensa de toda alma contrita. Cristo no permitirá
que pase bajo el dominio del enemigo quien haya pedido su protección con fe y arrepentimiento. El
Salvador está junto a los suyos que son tentados y probados. Con él no puede haber fracaso,
pérdida, imposibilidad o derrota; podemos hacer todas las cosas mediante Aquel que nos fortalece.
Cuando vengan las tentaciones y las pruebas, no esperéis arreglar todas las dificultades, sino mirad
a Jesús, vuestro ayudador.” El Deseado de todas las gentes, 455.4.
Esta es una declaración extremadamente importante que en verdad describe la salutogénesis. En
primer lugar, todo lo podemos en Cristo que nos fortalece, no en nuestra propia fuerza. Luego
regresaré a este punto.
Tampoco traten de arreglar todas las dificultades, que sería el caso si solo miramos a la
patogénesis. La patogénesis tiene su lugar. Hay lugar para considerar las dificultades y evitarlas,
prevenir la enfermedad, y así sucesivamente. Pero no esperen arreglar todas las dificultades. No se
puede hacer. Siempre hay tentaciones, siempre. Lo que necesitan hacer es mirar a Jesús su
Ayudador. Este es el camino salutogénico, mirar a Jesús su Ayudador. Busquen la salud.
“Hay cristianos que piensan y hablan demasiado del poder de Satanás. Piensan en su adversario,
oran acerca de él, hablan de él y parece agrandarse más y más en su imaginación. Es verdad que
Satanás es un ser fuerte; pero, gracias a Dios, tenemos un Salvador poderoso que arrojó del cielo al
maligno. Satanás se goza cuando engrandecemos su poder. ¿Por qué no hablamos de Jesús? ¿Por
qué no magnificamos su poder y su amor?” El Deseado de todas las gentes, 455.5.
El planteamiento patogénico, enfocarse únicamente en la enfermedad, es como estar
constantemente hablando sobre Satanás y su poder; pensar y hablar sobre el poder de Satanás todo
el tiempo. Por favor, no me mal interpreten en esto. No deberíamos subestimar el poder de Satanás.
No es que deberíamos decir, “Oh, Satanás no tiene poder. Él es un enemigo vencido. No
necesitamos temerle ya.” Por supuesto que necesitamos temerle, pero no es bueno siempre pensar y
hablar sobre su poder. Haciéndolo lo engrandeceríamos. De igual manera, podemos hacer con la
enfermedad, constantemente hablando de y pensando en mi enfermedad. Piensen y reflexionen en
esto. Si hablo y pienso sobre mi enfermedad constantemente, ¿qué pasará? La enfermedad se
tornará aún más grande en mi mente y si esto sucede, ¿qué sucederá con mi cuerpo? En igual
proporción empeorará. Esto me hace recordar otra declaración de Elena White, la cual veremos más
adelante. Esto no es aplicar la salutogénesis.
En vez de “adversario” sustituyámoslo por “enfermedad” en la cita de arriba. “Piensan en su
enfermedad, oran acerca de su enfermedad, hablan de su enfermedad, y parece agrandarse más y
más en su imaginación. Es verdad que la enfermedad es una entidad fuerte [no es exactamente un
ser, pero quizás lo sea en cierto sentido. Algunas personas hablan de su enfermedad como si fuera
su ser, y ciertamente lo es]; pero, gracias a Dios, tenemos un Médico poderoso que puede sanar,
que ha sanado. Satanás se goza cuando engrandecemos su poder, la enfermedad es su poder. ¿Por
qué no hablamos de Jesús? ¿Por qué no magnificamos su poder y su amor?” Esa es una pregunta
válida.
Ahora consideremos una declaración del Espíritu de Profecía que habla sobre el baño. “Si su
mente se impresiona y usted se convence de que un baño la perjudicará, la impresión mental se
comunica a todos los nervios del cuerpo. Los nervios controlan la circulación de la sangre; por lo
tanto, la sangre, a través de la impresión de la mente, se restringe a los vasos sanguíneos, y los
buenos efectos del baño se pierden. Todo esto es porque la mente y la voluntad impiden que la
sangre fluya libremente e irrigue la superficie para estimular, despertar y promover la circulación
normal. Por ejemplo, usted tiene la impresión de que si se baña se enfriará. El cerebro envía esta
información a los nervios del cuerpo, y los vasos sanguíneos, sujetos en obediencia a su voluntad,
no pueden cumplir su función y causar una reacción efectiva después del baño. No hay razón en la
ciencia ni en la filosofía por la cual un baño ocasional, tomado con un cuidado deliberado, no
debiera producirle sino un beneficio verdadero. Especialmente es así donde se práctica poco

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El camino hacia la salud – Salutogénesis

ejercicio para mantener los músculos activos y para facilitar la circulación de la sangre a través del
sistema. Un baño libera la piel de la acumulación de impurezas que se están reuniendo
constantemente, y mantiene la piel húmeda y elástica, aumentando y uniformando así la
circulación.” 3 Testimonios para la iglesia, 80.1.
Esto muestra cómo podemos reprimir la salud, mortificando nuestra mente con la enfermedad.
De la misma manera podemos reprimir la justicia, mortificando nuestra mente acerca del pecado,
igualmente, si piensas que algo de lo que Dios te envía para ayudar a tu sanidad te hará daño,
entonces te hará daño. Por ejemplo, “Yo reprendo y castigo a todos los que amo...” Apocalipsis
3:19. Esto está en los versículos acerca de Laodicea. Y si piensas que esta reprensión te hará daño,
te hará daño. ¿Por qué? Porque tu mente te lo dice. De modo que, lo que necesitas es una liberación
de esa clase de pensamiento, de ese patrón.
Dr. Antonovsky anotó tres aspectos principales que promueven la salud. Podemos aplicarlos al
campo espiritual en el siguiente diagrama.
Los tres aspectos son comprensibilidad, manejabilidad, y significancia. Antonovsky formuló
estos aspectos después de investigar los casos de los sobrevivientes de campos de concentración. Él
descubrió que su salud era mucho mejor de lo que había anticipado. Esperaba que ellos tuvieran
cicatrices mentales y físicas duraderas, así como los soldados traumatizados que hoy sufren
enfermedades tanto físicas como mentales. Pero para su sorpresa, el Dr. Antonovsky descubrió que
los sobrevivientes de campos de concentración estaban inesperadamente saludables. Se preguntó
cómo era posible. El modelo que formuló mostraba que ellos tenían comprensibilidad,
manejabilidad, y significancia. Eso significa que la salud es estimulada cuando estos aspectos están
presentes. Ese es el camino a la salutogénesis. En el contexto de nuestro estudio, podemos decir
que ese es el camino a la justicia.
Comprensibilidad es la habilidad para ver los eventos en nuestras vidas en un contexto más
lógico que el de nuestra propia experiencia personal. ¿Qué significa esto, espiritualmente hablando?
Significa que
vemos más allá de
la situación en que
estamos.
Pensemos en Job,
por ejemplo. Job
experimentó
tiempos muy
duros. Sus hijos
murieron, perdió
su salud y sus
posesiones, y
luego sus amigos
vinieron y lo
acusaron de ser un
pecador, y así
sucesivamente.
Eso es fuerte. Pero el contexto más amplio se muestra en el libro de Job. Se desprende de un
argumento que presentó Satanás sobre los hijos de Dios en esta tierra. Si Job hubiese leído el libro
de Job antes de haber tenido esas experiencias, hubiera comprendido. Sin embargo, eso no era
posible. Él lo entendió después, cuando Dios le contestó. Ustedes pueden leerlo a partir de Job 38.
Se nos dice esto de manera que cuando nos encontremos en situaciones similares, podamos ver el
cuadro más grande, que hará que nuestra experiencia sea más lógica.
Leamos otra historia en esta línea. “En el camino a Emaús y he aquí, dos de ellos iban el mismo
día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. [Estos dos eran dos de
los discípulos de Jesús, de Emaús.] E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían

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acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba
con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué
pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis
tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en
Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo:
¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en
palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y
nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era
el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha
acontecido. Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del
día fueron al sepulcro; y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto
visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y
hallaron, así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.” Lucas 24:13-24.
¿Tenían estos discípulos comprensibilidad? Ciertamente no. Ellos tuvieron una dura experiencia
también. Habían seguido a un Hombre que se decía que era el Mesías, y que ellos creían que lo era.
Pero parecía que este Hombre los había chasqueado muriendo antes de haber logrado algo grande.
Entre más altas fueron sus esperanzas, mayor fue su chasco. Estaban verdaderamente deprimidos.
Habían esperado que Él liberaría a Israel. De manera que volcaron todas sus quejas sobre este
supuesto extraño. Esa era la segura receta para la enfermedad, para la injusticia. Debemos
entenderlo. Necesitaban ser corregidos, que es lo que Jesús hizo. Él uso algunas palabras duras.
“Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han
dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y
comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras
lo que de él decían. Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Mas ellos le
obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha
declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos.” Lucas 24:25-29.
¿Tenía Jesús comprensibilidad? Ciertamente la tenía. Su comprensibilidad lo habilitó a darla a
estos discípulos. Ellos le pidieron que se quedara con ellos. Comenzaron a entender que la muerte
de Jesús estaba en un contexto más amplio y lógico. Entendieron mucho, mucho mejor. Jesús
Mismo dijo, “¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas?” En otras palabras, está
determinado. Tiene que suceder y con razón. En el contexto más amplio ello es exactamente lo que
se necesitaba que pasara. No era algo que sucedió fuera del plan. Era el plan. Eso es
comprensibilidad. Si Job pudiera haber visto que ese era el plan, se habría alegrado al respecto.
Otro ejemplo que podemos considerar es el de Juan el Bautista. Cuando Juan estaba solo en la
mazmorra, no comprendió tampoco, lo cual lo enfermó en cierto sentido. Ya no veía a Cristo
claramente. Le preguntó a Jesús si era Él a quien esperaban. Pero, una vez que Juan lo vio con
claridad, y una vez que vio el contexto, su actitud fue totalmente diferente. Leamos el resumen de
esa historia.
“Dios no conduce nunca a sus hijos de otra manera que la que ellos elegirían si pudiesen ver el
fin desde el principio, y discernir la gloria del propósito que están cumpliendo como colaboradores
suyos. Ni Enoc, que fue trasladado al cielo, ni Elías, que ascendió en un carro de fuego, fueron
mayores o más honrados que Juan el Bautista, que pereció solo en la mazmorra, “A vosotros es
concedido por Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él.” Y de todos los
dones que el Cielo puede conceder a los hombres, la comunión con Cristo en sus sufrimientos es el
más grave cometido y el más alto honor.” El Deseado de todas las gentes, 197.1.
En eso exactamente descansó Juan el Bautista. Él estaba listo para vivir o para morir.
“El principio que rigió la vida abnegada del Bautista era también el que regía el reino del
Mesías. Juan sabía muy bien cuán ajeno era todo esto a los principios y esperanzas de los dirigentes
de Israel. Lo que para él era evidencia convincente de la divinidad de Cristo, no sería evidencia
para ellos, pues esperaban a un Mesías que no había sido prometido. [Ellos no entendían su
experiencia en un contexto más amplio. No tenían comprensibilidad. Ni tampoco Juan, al

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principio.] Juan vio que la misión del Salvador no podía granjear de ellos sino odio y condenación.
El, que era el precursor, estaba tan sólo bebiendo de la copa que Cristo mismo debía agotar hasta
las heces.
“Las palabras del Salvador: “Bienaventurado es el que no fuere escandalizado en mí,” eran una
suave reprensión para Juan. Y no dejó de percibirla. Comprendiendo más claramente ahora la
naturaleza de la misión de Cristo, se entregó a Dios para la vida o la muerte, según sirviese mejor a
los intereses de la causa que amaba.” El Deseado de todas las gentes, 189.1, 2.
Esto es comprensibilidad. Es entender la situación más claramente, en el contexto de la propia
experiencia de Juan. Él no sólo tenía una comprensión general. También tenía una comprensión de
su propia experiencia en relación con el gran conflicto.
El siguiente aspecto que consideraremos es la manejabilidad. Manejabilidad significa que no hay
dificultad en mi vida para la cual Dios no haya provisto y no haya dado recursos. El Dr.
Antonovsky decía que esto significa que tú sabes que tienes los recursos para hacerle frente a la
situación. Pero en nuestro contexto espiritual, significa que no hay dificultad en nuestras vidas por
la cual necesitemos temer que no podremos manejar. Podemos manejarla porque podemos orar e ir
a Dios. Sabemos que Él ha provisto para estas dificultades. En lugar de temer tales situaciones,
podemos anhelar que vengan. Consideremos a los corredores de maratón quienes siempre quieren
correr la siguiente carrera, a pesar de acabar de realizar un tremendo esfuerzo y a pesar de las
dificultades de su deporte. ¿Es que les gusta torturarse? No, ellos están completamente felices.
Estoy yendo regularmente a nadar por las mañanas a las 6 a.m. A menudo me encuentro con un
anciano allí, que dice que está muy feliz de ir a nadar temprano por la mañana, aun cuando es difícil
para él levantarse a esa hora. Es increíble. ¿Cómo la gente tiene tal gozo? Eso es manejabilidad;
anhelar la tarea porque sabes que puedes hacerla. Ese es un punto importante. Tenemos un texto
bíblico para esto también.
“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación
que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir,
sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” 1 Corintios
10:12, 13.
“Él dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” Eso es
manejabilidad. Cuando tenemos esto en mente y cuando sabemos que podemos manejarlo, la salud
es promovida; no en nuestra propia fuerza, sino porque tenemos esta promesa.
Consideremos ahora el tercer aspecto de la salud o salutogénesis, que es significancia. La
significancia nos muestra que todos nuestros esfuerzos y dificultades no son en vano, sino que
tienen un propósito. Y este propósito no es simplemente que algún día vamos a ir al cielo. Nuestro
sufrimiento cumple un propósito; por ejemplo, puede conducir a algún otro a la vida eterna o a abrir
sus ojos. Este es el punto. Y esto es exactamente lo que Jesús experimentó. Él les dijo a los
discípulos de Emaús, “¿No era necesario que el Mesías sufriera esto?” En otras palabras, tenía que
ser así. ¿Con qué propósito? ¿Por qué? ¿Cuál es el significado de todo esto? El significado es
nuestra salvación. Por esa razón Él sufrió voluntariamente y lo soportó victoriosamente. ¿Por qué?
Porque había en ello significancia. Cuando Jesús estuvo en Getsemaní, Su mente estaba tan
oscurecida que en ese momento no podía ver a través de la situación. Él no vio a través de los
portales de la tumba hasta que comenzó a ver la significancia de Su sufrimiento. Entonces dijo, “Sí,
beberé la copa.” Leámoslo juntos.
“Apartándose, Jesús volvió a su lugar de retiro y cayó postrado, vencido por el horror de una
gran obscuridad. La humanidad del Hijo de Dios temblaba en esa hora penosa. Oraba ahora no por
sus discípulos, para que su fe no faltase, sino por su propia alma tentada y agonizante. Había
llegado el momento pavoroso, el momento que había de decidir el destino del mundo. La suerte de
la humanidad pendía de un hilo. Cristo podía aun ahora negarse a beber la copa destinada al
hombre culpable. Todavía no era demasiado tarde. Podía enjugar el sangriento sudor de su frente y
dejar que el hombre pereciese en su iniquidad. Podía decir: Reciba el transgresor la penalidad de su
pecado, y yo volveré a mi Padre. ¿Beberá el Hijo de Dios la amarga copa de la humillación y la

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agonía? ¿Sufrirá el inocente las consecuencias de la maldición del pecado, para salvar a los
culpables? Las palabras caen temblorosamente de los pálidos labios de Jesús: “Padre mío, si no
puede este vaso pasar de mí sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
“Tres veces repitió esta oración. Tres veces rehuyó su humanidad el último y culminante
sacrificio, pero ahora surge delante del Redentor del mundo la historia de la familia humana. Ve
que los transgresores de la ley, abandonados a sí mismos, tendrían que perecer. Ve la impotencia
del hombre. Ve el poder del pecado. Los ayes y lamentos de un mundo condenado surgen delante
de él. Contempla la suerte que le tocaría, y su decisión queda hecha.” El Deseado de todas las
gentes, 641.2-642.1.
Y su decisión quedó hecha. ¿Sobre qué base? Él ve el efecto de Su obra. En otras palabras, Él
vio el significado de Su sacrificio, y esto lo ayudó a tomar Su decisión. En la Biblia, lo leemos en
Isaías. “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento
justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.” Isaías 53:11.
Esto significa que Él verá el fruto de la aflicción de Su alma. En algunas versiones dice que verá
la labor de su alma. Normalmente, cuando hablamos de labor, pensamos en la labor de parto
cuando una mujer da a luz un hijo. Cuando estuve en la República Dominicana, vi mujeres en una
dura labor durante el alumbramiento, pensaba que ellas nunca más querrían tener otro bebé. Pero
tan pronto como el recién nacido estaba en sus brazos, se sentían tan felices que ni siquiera
recordaban el sufrimiento que acababan de pasar momentos antes. Entonces estaban dispuestas a
pasar por la misma experiencia nuevamente en el futuro. Interesante, ¿no es cierto? ¿Por qué?
Porque ellas vieron el resultado de su aflicción, y esto las hizo tan felices que no se enfocaron ya
más en el dolor. Así que las mujeres no estaban traumatizadas para nada, como se podría pensar,
por la experiencia que habían pasado dando a luz. Ellas vieron lo que se había logrado con su
aflicción. Vieron significancia en ello. Ese es un punto importante.
De manera que, volviendo a nuestro diagrama, esto es salutogénesis. Este es el camino a la salud
y a la justicia. Los tres aspectos de este camino son: entender por fe porque Dios así lo dice; ser
capaces de lograr la experiencia, porque Dios la hace práctica; y ver la significancia que está detrás.
Con estos pensamientos voy a concluir. Espero que entendamos mejor el camino a la salud y a la
justicia. Si queremos promoverlo, necesitamos trabajar de acuerdo a este modelo. Si quieren ayudar
a otra persona a conseguir justicia y salud, requiere una labor lograrlo. Denle comprensibilidad,
manejabilidad y significancia. Esa es la clave.
Es interesante que estos sobrevivientes de los campos de concentración estuvieran tan
saludables, ¿no es así? Se debe a estas cosas. No todos, por supuesto, estaban saludables como
resultado de ello, pero aquellos que tuvieron estos tres componentes lo estuvieron.

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