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Escuela de fotografía creativa – Biblioteca de apuntes

Materia: HISTORIA DE LA FOTOGRAFÍA

Autor: Jean-Claude Lemagny y Andre Rouillé


Libro: “Historia de la Fotografía”
Capítulo 2: “Los Primeros Pasos de la Nueva Imagen”, escrito por Bernard Marbot.

Datos de la edición:
Editorial Martínez Roca, Barcelona,1998

Los primeros pasos de la nueva imagen

En 1839 aparece una nueva imagen, que ensanchará considerablemente el campo de la


representación y arrebatará al dibujo una parte importante de la iconografía, en especial
el espacio documental y la ilustración. La fecha de su divulgación incluye la fotografía
en la oleada de innovaciones y acontecimientos que, hacia 1840-1850, imprimirán a la
vida económica un giro esencial.
Primera forma concreta del nuevo sistema iconográfico, la daguerrotipia perfila
sus contornos, marca sus puntos de anclaje, fija lo que está en juego. Su inadecuación a
las exigencias de la economía condena el procedimiento —pese a ser completo y rico en
recursos— a abandonar la escena. Más rápida, menos costosa, tan precisa y más
fácilmente multiplicable, la imagen engendrada por el proceso negativo-positivo
sucederá sin trabajo a la placa plateada en el decenio de 1850.

El acontecimiento y sus corolarios

Louis Jacques Mandé Daguerre (1787-1851) representó el papel de un catalizador.


Pintor de dioramas conocido y hábil, familiarizado gracias a su arte con la cámara
oscura, se obsesiona muy pronto con la idea de fijar la imagen de ésta. Hasta su
asociación con Nicéphore Niépce, su ignorancia de las ciencias le hace extraviarse en
ensayos que no son “apenas otra cosa que un objeto de pura curiosidad”.1 Otros dos
nombres y tres fechas harán su fortuna. Jean Baptiste Dumas, químico de renombre,
presente desde antes de 1833 en todas las instituciones científicas francesas,2 le
aconsejó por lo menos en cuanto a la vía que le conduciría al éxito: en 1835, el revelado
de la imagen latente por exposición de la placa a los vapores de mercurio —con una
disminución considerable del tiempo de exposición— y, en 1837, el medio de fijar la
imagen, sumergiendo la prueba en una solución de cloruro de sodio. El científico
François Arago se interesa por la invención y se vale de su posición como secretario

1
Carta de Nicéphore Niépce a su hijo Isidore, del 2 al 4 de septiembre de 1827.
2
Marcel Chaigneau, Jean Baptiste Dumas, sa vie, son œuvre, 1800-1884, Guy Le Prat, París, 1984.
perpetuo de la Academia de Ciencias y como diputado para contribuir a su divulgación.3
En 1839, a cambio de una renta vitalicia concedida a Daguerre y a Isidore Niépce,
sucesor de su padre en la asociación de 1829, el Estado se convierte en propietario de
“un descubrimiento tan útil como inesperado”,4 a fin de “dotar con él liberalmente al
mundo entero”.5 Llega entonces la consagración, sancionada a la vez por esta
recompensa nacional, votada en el mes de julio, y por la revelación solemne del
procedimiento al Instituto, el 19 de agosto, ante la Academia de ciencias y la Academia
de Bellas Artes reunidas.6

Esta consecución, tan gloriosa como fructuosa, supone el coronamiento de la


ambición, la habilidad, el don de gentes de Daguerre. La invención, cuyo desarrollo y
divulgación ha proseguido tenazmente, se enriquece con las repercusiones provocadas
en otras partes por la publicidad de las primeras revelaciones.7 La acritud de unos,
candidatos frustrados al título de precursores, el entusiasmo de otros ante las
posibilidades entrevistas arrancan de golpe la fotografía de la era de los balbuceos. En
enero de 1839, William Henry Fox Talbot informa a Arago y a Jean Baptiste Biot,
igualmente miembro de la Academia Francesa de Ciencias, de la antigüedad de sus
investigaciones. El mismo mes, presenta a la Royal Photographic Society varios
“dibujos fotogénicos”, además de pruebas negativas, con algunas copias, y expone las
bases del sistema negativo-positivo en una comunicación por escrito. Teóricamente, un
solo negativo puede proporcionar un número ilimitado de copias.8 También en
Inglaterra, el astrónomo John Frederick William Herschel consigue, igualmente en
enero de 1839, su primera fotografía y ofrece uno tras otro al nuevo procedimiento el
hiposulfito de sosa, cuyo poder de fijación había descubierto en 1819, y la palabra
“fotografía”, anotada en su cuaderno de laboratorio o empleada ante sus colegas de la
Royal Society. Otros nombres se inscriben entre los precursores o los pioneros. El
francés Hippolyte Bayard tiene la preeminencia.
Presentada en el recinto de las grandes corporaciones de Francia, en el Instituto y
las Cámaras, comentada en los salones,9 la invención, llamada daguerrotipo por
voluntad de Daguerre,10 se impone a todas las élites entre enero y julio de 1839. La
emoción suscitada por las revelaciones del 19 de agosto es sin duda comparable al
entusiasmo provocado en 1969 por el primer desembarco de los cosmonautas en la
Luna.11 El acontecimiento parisiense se convierte, en aquel mismo año, en un fenómeno
mundial.

3
Maurice Daumas, Arago, Gallimard, París, 1943.
4
Historique et description des procédés du daguerréotype et du diorama, par Daguerre, Suisse Frères,
Delloye, París, 1839, págs. 1-4. “Exposé des motifs et projet de loi […] présentés par M. le Ministre de
l’Intérieur, séance du 3 juillet 1839”.
5
Ibid., págs. 9-29, “Rapport par M. Arago, député des Pyrénées Orientales, séance du 3 juillet 1839”.
6
Ibid., págs. 31-35, Joseph Gay-Lussac, Chambre des Pairs, informe, sesión del 30 de julio de 1839.
7
Comptes rendus hebdomadaires des séances de l’Académie des Sciences, 7 de enero de 1839,
comunicación de François Arago.
8
Athenaeum, 9 de febrero de 1839, “Some Account of the Art of Photogenic”.
9
Girardin (Delphine Gay, esposa de Émile de), Œuvres complètes, París, 1860, t. IV, págs. 289-290, cita
de una carta del 4 de enero de 1839. Léopold Mayer y Louis Pierson, La photographie considérée comme
art et comme industrie, París, 1862, pág. 29 (Salón del señor Senard). Michel Gallet, “La découverte de la
photographie annoncée dans les salons de M. Irisson”, Terre d’Images, 1964, nº 1.
10
Victor Fouque, op. cit., pág. 214: tratado definitivo firmado en París, entre Daguerre e Isidore Niépce,
el 13 de junio de 1837.
11
Cf. el relato de Marc Antoine Gaudin, Traité pratique de photographie, París, 1844, págs. 5-7.
La parte tomada por Daguerre en la propagación del procedimiento no es nada
desdeñable. Organiza sesiones públicas de demostración en un salón del Ministerio del
Interior y en el Conservatorio de Artes y Oficios. A partir de septiembre, publica un
manual y hace que su cuñado, Alphonse Giroux, fabrique y ponga a la venta aparatos
que llevan su marca. Ofrece daguerrotipos a los soberanos extranjeros y se entiende con
futuros prosélitos, incluso con futuros agentes comerciales, como Louis Sachse en
Berlín, Samuel F. B. Morse y François Gouraud en Nueva York, Miles Berry y Antoine
Claudet en Londres. No obstante, la importancia de la invención era tan grande que no
necesitaba realmente de Daguerre para imponerse y desarrollarse. Los periódicos
provinciales y la prensa en plena expansión del mundo entero toman el relevo del
Instituto y revelan por fin un secreto cuya existencia habían puesto ya de manifiesto,
aquí y allá, algunas publicaciones. Algunas instituciones, entre ellas las sociedades
científicas, y ciertos particulares, como los ópticos, extienden a su vez la noticia, que
estaban mejor preparados o más inclinados a aceptar, ya fuese por curiosidad científica
o por interés comercial. Los colegas de Charles Chevalier, por ejemplo Barthélemy
Bianchi en Toulouse, Philippe en Montpellier, Gaiffe en Nancy, Bloch en
Estrasburgo,12 o Théodore Dörffel en Berlín, efectúan los primeros daguerrotipos.

De París a Moscú, de Londres a Nápoles, de Nueva York a Río de Janeiro, el


daguerrotipo recibe una acogida entusiasta. Pero las circunstancias singulares de su
introducción en cada país o las particularidades políticas de los Estados o provincias en
cuestión modulan sus efectos.13 En Inglaterra, la patente presentada por Daguerre el 14
de agosto de 1839, con desprecio, si no de la letra, al menos del espíritu de la ley votada
en Francia, limitará la expansión del procedimiento. Los aficionados, que en otras partes
se apresuran a perfeccionar el método original, no serán aquí numerosos. En cuanto a la
profesión, su desarrollo estará dominado por la rivalidad entre Antoine Claudet, en
posesión de una licencia desde marzo de 1840, y Richard Beard, que compró la patente
en junio de 1841.14 Será en los Estados Unidos donde el daguerrotipo seguirá una
carrera más larga y más asombrosa. Tiene lugar en el momento en que el pueblo
norteamericano se afirma en sus instituciones, su idioma y su literatura. La invención
instala una imagen tan nueva como el propio país y saca provecho de la pasión de este
último por la novedad y el progreso. Inventor del telégrafo, el pintor Samuel F. B.
Morse es el primero en hablar de ella, en el mes de abril. En el mismo año, consigue
algunos retratos y abre, en asociación con John William Draper, un estudio, donde se
forman fotógrafos tan conocidos como Edward Anthony, Mathew B. Brady y Albert S.
Southworth. En diciembre de 1839 en Nueva York, en marzo de 1840 en Boston,
François Gouraud expone placas realizadas por Daguerre o sus imitadores y hace
demostraciones. El manual que publica en la primavera de 1840, con una instrucción

12
Annie Dominique Denhez-Apelian, La photographie à Montpellier au XIXe siècle, Universidad de
París-Sorbona, UER de Arte y Arqueología, 1982. Marianne y Sylvain Morand, Les débuts de la
photographie a Strasbourg, Estrasburgo, 1983 (tomado del Annuaire de la Société des Amis du Vieux
Strasbourg).
13
La revista trimestral History of Photography publicó varios estudios dedicados a la Europa oriental. En
1977, Polonia, Rumania, Finlandia, países bálticos, Rusia. En 1978, Hungría, Georgia, Checoslovaquia,
Bulgaria. En 1979, Servia. En 1982, Albania.
14
Bernard V. y Pauline Heathcote, “Richard Beard: an Ingenious and Enterprising Patentee”, History of
Photography, octubre de 1979.
sobre la manera de hacer el retrato, suscita nuevas iniciativas.15 A partir de 1841, cada
ciudad cuenta con un estudio o recibe la visita de un fotógrafo ambulante.
La prehistoria de la fotografía comienza, pues, por una vuelta al mundo, que pone
la invención al alcance de todas las curiosidades y de todas las prácticas. La litografía
de Maurisset establece un excelente balance de ese viaje de iniciación, prototipo del
periplo, siempre logrado, que se repetirá a cada innovación.

Una especificidad funcional

Los aficionados, entre los cuales figuran numerosos científicos, y los profesionales,
dotados con frecuencia de una formación artística, se dedicarán sin tardanza a realizar
las virtualidades que singularizan a este jovencísimo y último retoño de las artes y las
ciencias.

Tal como era, el método propuesto por Daguerre no tenía ni la simplicidad ni la


perfección prometidas por ciertas declaraciones anteriores a su divulgación, por lo que
algunos se burlan de él.16 La toma daguerriana ofrece una representación invertida
espejeante, pero admirablemente precisa, si el sujeto se presta a posar durante un tiempo
que varía de tres a treinta minutos, según la luminosidad. Da un positivo directo y, por
consiguiente único. La imagen queda fijada, pero el menor roce la estropea, puesto que
la capa impresionada es tenue. La aplicación inmediata al retrato resulta consternadora.
La placa refleja caras de atormentados.17 En cuanto a la fotografía al aire libre, lo menos
que puede decirse es que resulta muy incómoda. El equipo pesa cincuenta kilos. Todas
las operaciones de sensibilización, revelado y fijación han de realizarse en el mismo
lugar.
En 1840, Louis Fizeau confiere a la imagen belleza y solidez gracias al viraje
mediante cloruro áurico. En 1841, las placas se hacen más sensibles mediante el empleo
de las sustancias aceleradoras preconizadas por Antoine Claudet, John Frederick
Goddard o Franz Kratochwila, iniciadores en la materia. A partir de 1840, no son
menores los progresos en óptica, obra de Alexandre S. Wolcott y Henry Fitz, de Josef
Max Petzval y P. W. Friedrich Voigtländer. La placa recibe más luz, la imagen no
aparece ya invertida. En 1839, la cámara plegable de fuelle, del barón Pierre Armand
Séguier, rebaja el peso del material completo a dieciocho kilos. Charles Chevalier y N.
M. P. Lerebours proponen en París aparatos más manejables, adaptando los modelos y
los precios a la naturaleza de la toma —paisajes o retratos— y al tamaño de la placa
utilizada.18

En 1843, el tiempo de exposición varía de un segundo a dos minutos, según el


estado del cielo y el formato del daguerrotipo. Así queda ganada la causa del retrato y,

15
François Gouraud, A description of the Dagerreotype Process or a Summary of M. Gouraud’s Public
Lectures According to the Principle of M. Daguerre, Boston, 1840.
16
Le Figaro, domingo 8 de septiembre de 1839. Le Charivari, 1º de septiembre de 1839.
17
Noël Marie Paymal Lerebours, Derniers perfectionnements apportés au daguerréotype, par MM.
Gaudin et N. P. Lerebours, París, 1841, pág. 41. M. A. Gaudin, op. cit., págs. 121-122.
18
N. M. P. Lerebours, op. cit., y las ediciones sucesivas. Charles Chevalier, Recueil de mémoires et de
procédés nouveaux concernant la photographie sur plaques métalliques et sur papier, París, 1847.
en cierto sentido, se asegura el porvenir de la fotografía, ya que esta aplicación
comercial enraíza en la sociedad el nuevo sistema de representación.
Los investigadores se consagran con el mismo ardor al problema de la
multiplicación de las pruebas, que el proceso elaborado por Daguerre elimina a priori.
En este sentido, el daguerrotipo se encuentra en retraso con respecto al procedimiento
de Niépce. Es inferior a las artes del dibujo, el grabado y, sobre todo, la litografía, cuya
invención precedió por poco a la de la fotografía. Alfred Donné en París, Joseph Berrès
en Viena y Jacoby en San Petersburgo proceden a ensayos en 1839 y 1840, con vistas a
transformar la placa en plancha grabada o fabricar facsímiles por electrólisis. 19
Alphonse Louis Poitevin (1819-1882), que desarrollará magníficamente este aspecto de
la invención de Niépce olvidado por Daguerre, sigue el mismo camino.20 Louis Fizeau,
sobre todo, obtiene entre 1841 y 1844 resultados tan prometedores que se puede
considerar la cuestión como resuelta. En menos de un lustro, la daguerrotipia se ha
convertido en un procedimiento virtualmente completo, al que parece esperar un buen
porvenir. Sin embargo, sus años están contados.
En efecto, la vía abierta por Talbot conduce a soluciones que no sólo satisfarán
más tarde las exigencias de instantaneidad, inalterabilidad y reproducibilidad, sino que
constituirán muy pronto los elementos de una estrategia comercial mucho más
interesante, ya que el precio de la imagen sobre placa de cobre recubierta de plata es
todavía demasiado alto.
El 8 de febrero de 1841, al presentar una patente del procedimiento al que da el
nombre de “calotipo” (en griego, “bella imagen”), Talbot lanza oficialmente el
procedimiento negativo-positivo. El descubrimiento, realizado en septiembre de 1840,
del fenómeno de la imagen latente le procura el medio de reducir el tiempo de
exposición a una duración lo suficientemente corta para pensar en una aplicación
comercial. No es el único. Hippolyte Bayard (1801-1887) ofrece el ejemplo raro de un
autodidacta que, ante el simple anuncio de un resultado, recorre en unos meses los
itinerarios trazados por Daguerre y Talbot, aunque sin conseguir pesar realmente sobre
la evolución de la fotografía. En febrero de 1839, obtiene imágenes negativas sobre
papel; luego, en marzo, imágenes positivas directas. En octubre, produce, siempre sobre
papel, negativos tratados por desarrollo de la imagen latente. Los esfuerzos del inventor
para atraer la atención sobre sus trabajos, especialmente exponiendo treinta pruebas en
París, el 24 de junio de 1839, obtienen poco éxito. Informado sobre sus experiencias en
el mes de mayo, Arago no le alienta apenas, sin duda por temor a verse envuelto en dos
aventuras a la vez, la promoción del daguerrotipo y el lanzamiento de un método
original diferente. La Academia de Bellas Artes es prácticamente la única en
comprender el interés y el valor estético que presenta el nuevo procedimiento.21
En efecto, en Francia se practica poco el calotipo, y sus progresos son muy lentos
debidos a la divulgación incompleta. En Inglaterra, se opone a ellos la obstinación
interesada de Talbot, que hasta 1852 no autoriza su explotación más que a los
poseedores de una licencia. Sin embargo, las “preciosas facultades” reconocidas a las
pruebas sobre papel, “a causa de la facilidad de su transporte y su manejo y, sobre todo,
por su notable aptitud para recibir los colores”,22 la posibilidad de retocarlas y su costo,
más bajo que el de los daguerrotipos, suscitan alrededor de 1847 investigaciones

19
Comptes rendus hebdomadaires des séances de l’Académie des Sciences, 23 de septiembre de 1839
(primera mención de Donné), 2 de marzo de 1840 (información sobre Jacoby).
20
Alphonse Poitevin, Traité de l’impression photographique sans sels d’argent…, París, 1862, págs. 1-
24.
21
Le Moniteur Universel, 13 de noviembre de 1839, informe de Raoul Rochette.
22
M. A. Gaudin, op. cit., pág. 192.
determinantes para el porvenir de la fotografía. Por una sucesión de perfeccionamientos
que recaen esencialmente sobre el negativo —de 1844 a 1847— y por un
encadenamiento de otras mejoras relativas al positivo —de 1847 a 1851—, Louis Desiré
Blanquart-Évrard (1802-1872) da un impulso decisivo a la imagen sobre papel e impone
la lógica de un método que permite obtener con un solo cliché centenares de pruebas
positivas. Precisamente en 1847, al publicar su procedimiento negativo sobre espejo
albuminado, Claude Félix Abel Niépce de Saint-Victor (1805-1870), sobrino de Niépce,
despoja al daguerrotipo de una última superioridad, esas “finezas exquisitas”23 de la
imagen que la transparencia del cristal proporcionará en adelante casi con la misma
precisión.
La placa argentada prosigue su carrera comercial, pero la unanimidad ha
desertado de su campo. Los ensayos relativos ya sea a las manipulaciones, ya sea a la
pasta destinada a retener las sales de plata del negativo en las superficies del soporte,
conducen directamente al procedimiento del colodión, que eliminará la daguerrotipia en
el curso de los años 1850. Ahora bien, la imagen positiva directa no desaparecerá jamás,
bien por una razón técnica, bien porque el atractivo de lo inmediato compensa el
inconveniente de la unicidad. Se le llamará ambrotipo, ferrotipo, autocromo y, hoy en
día, diapositiva y polaroid.

La institucionalización

La fotografía inicia entonces el camino que la elevará al rango de componente esencial


de la civilización moderna. La lengua refleja inmediatamente esta empresa naciente. La
competencia que se hacen durante varios años las palabras “daguerrotipo”, “fotografía”,
“heliografía”, a menudo para designar la misma cosa, augura la complejidad del nuevo
vocabulario, en parte forjado, en parte formado por términos ya existentes, pero
admitidos a veces en una acepción distinta.24
Una profesión nueva se organiza en torno a un espacio cerrado —el estudio—,
resultante de una necesidad sociológica, el retrato, de una restricción técnica, la
necesidad de posar, y de un modelo cultural, el estudio del pintor. Al lado de las firmas
que surgen en los demás sectores de la economía, el estudio del fotógrafo es, por el
momento, una empresa minúscula, aunque los establecimientos de Claudet en Londres y
de Brady en Nueva York, a principios de los años 1850, anuncian ya el esplendor de los
templos de la fotografía, que emplearán hasta a cien personas. Pero en este campo, será
en seguida, y lo seguirá siendo durante medio siglo, la unidad básica de producción, el
pivote del éxito económico.

La creación de un estudio está vinculada a la presencia de una clientela potencial,


prenda de una ganancia suficiente y estable, precoz en las metrópolis y las grandes
aglomeraciones de Occidente (a partir de 1840 o 1841), más tardía en las otras ciudades.
El aprovisionamiento del daguerrotipista en productos y materiales diversos incrementa
el número de proveedores o estimula su comercio. Las rúbricas abiertas en los anuarios

23
Nicolas Marie Paymal, Traité de photographie, París, 1846, pág. 216.
24
Michel Wiedemann, Recherche sur la constitution du vocabulaire de la photographie, 1839-1870,
París, 1893 (tomado de las Actas del Coloquio del Celex, París, ENS, 25-26 de noviembre de 1983.
permite seguir el significativo movimiento ascendente de la profesión. En París, los
estudios de retratos pasan de doce en 1844 a cincuenta y cuatro en 1851.25
En los lugares en que no se instala el estudio, por lo menos de momento, surge el
fotógrafo ambulante, que se entrega a una actividad de temporada. Por ejemplo,
Coeulte, de origen parisién, pasa por Nancy casi todos los años entre 1843 y 1847 y, de
nuevo, en 1853 y 1854. Johan Baptist Isenring recorre el sur de Alemania y el norte de
Suiza, con un furgón que le sirve de domicilio, de estudio y de laboratorio. En
Norteamérica, Cyrus Macaire, que ejercerá más tarde en Le Havre, trabaja en 1841 en
los estados del Sur. Otros fotógrafos acechan las concentraciones momentáneas de
gente. Son los feriantes, como ese Vincent que anuncia en 1850 en el periódico local su
presencia en el campo de la feria para sacar “retratos al daguerrotipo por dos francos”.26
Uno se convierte en fotógrafo por azar o por necesidad, continúa siéndolo por
gusto, se gana uno la vida mediocremente en su nueva condición, con tanta frecuencia
como se enriquece. También se arruina uno. Un gran número de los que eligen el oficio
han ejercido primero una profesión artística, como el estrasburgués Charles Winter, que
había sido litógrafo o, en Londres, el calotipista efímero Henry Collen, antes
miniaturista. A decir verdad, vienen de todos los horizontes. En los Estados Unidos, por
ejemplo, Edward Anthony fue primero ingeniero, Robert Cornelius fabricante de
pantallas, Jeremiah Gurney relojero y Alexandre Wolcott dentista.
Con frecuencia, no existe más realidad social durable que la traducida en datos
jurídicos y debatida ante los tribunales. La fotografía requiere muy pronto la atención de
los jueces, a causa de las denuncias de Beard o Talbot, defensores acérrimos de los
derechos de sus patentes. Otros pleitos se incuban bajo la sesentena de patentes
depositadas entre 1839 y 1851.
La literatura técnica adquiere un nuevo campo. La compilación de Daguerre fue
objeto en dieciocho meses de por lo menos treinta y nueve ediciones y ocho
traducciones. En menos de seis meses, se vendieron nueve mil ejemplares.27 El número
de manuales aumenta cada año. Entre 1841 y 1846, aparecen cinco ediciones del tratado
de Lerebours. No ha llegado todavía el tiempo de las revistas especializadas. La primera
publicación dedicada a la fotografía se pone a la venta en Nueva York en noviembre de
1850, con el título The Daguerreian Journal. Pero la prensa se muestra acogedora y las
sociedades científicas dan cuenta de las comunicaciones que se les envían.
Las diatribas de algunos caricaturistas y cronistas a expensas de los
“daguerrotipófilos”28 o los “daguerrofulleros”29 ponen de relieve los gérmenes y los
argumentos de un conflicto futuro entre el arte y la fotografía. “Los artistas
verdaderamente originales, lejos de salir perjudicados, deberán a la nueva invención
recursos inesperados y cobrarán un nuevo impulso. La gente del oficio, los mecánicos,
como se decía antiguamente, serán abatidos.”30 Los miniaturistas y los grabadores de
reproducciones se ponen a la cabeza de los que se sienten justamente amenazados. En
contraposición, la toma de conciencia del hecho fotográfico suscita la creación entre los

25
Annuaire général du commerce et de l’industrie ou Almanach des 500.000 adresses, Firmin Didot
Frères, París. Iniciado en 1838, se fusiona en 1857 con el Almanach-Bottin, fundado en 1797. La nueva
profesión aparece en 1840 en el Firmin Didot, en 1844 en el Bottin.
26
Feuilles d’Annonces et Petites Affiches de la Meurthe, 29 de mayo de 1850, señalado por C. Debize,
op. cit.
27
Historique et description des procédés du daguerréotype et du diorama, par Daguerre, Alphonse
Giroux et Cie, Delloye, Librero, París, 1839.
28
Le Charivari, 10 de septiembre de 1839: “De dos nuevos partidos políticos, los daguerrotipófilos y los
daguerrotipófobos”.
29
Aujourd’hui, Journal des Ridicules, 15 de marzo de 1840.
30
Francis Wey, “De l’influence de l’héliographie sur les beaux-arts”, La Lumière, 9 de febrero de 1851.
aficionados, en Viena en 1840, en Londres en 1847, en Roma en 1848, de algunos
círculos efímeros, preludio de las asociaciones que, a partir del decenio siguiente,
constituirán una de las columnas del nuevo sistema iconográfico.
Las exposiciones dedicadas a las artes tradicionales y a los productos de la
industria ofrecen aquí y allá otra escapada hacia la nueva imagen. En París, cerca de mil
placas son admitidas en 1844 en el Palacio de la Industria, dentro de la sección de
productos químicos; en 1849, la fotografía sobre papel hace su aparición en él, junto a la
imagen daguerriana.31

Producción y creación

Esta propagación de la fotografía a través del cuerpo social está asegurada en primer
lugar por las propias pruebas, con mayor eficacia todavía porque la elaboración de la
mayoría de ellas exige la presencia física del comanditario.
“¿El daguerrotipo hace el retrato?”, se habían preguntado varios pares y diputados
cuando Arago y Gay-Lussac presentaron sus informes en 1839.32 Esta exigencia frente a
un procedimiento todavía inapto para la grabación del movimiento será uno de los
resortes esenciales del progreso de la invención. Precedido por ensayos poco
satisfactorios, el año 1841 señala el punto de partida de una producción que constituye
la parte principal del repertorio fotográfico durante el siglo XIX. Ese año, en Francia se
realizarán mil quinientos retratos. A razón de cinco o seis clientes diarios, Claudet
entrega más de mil ochocientas placas entre junio de 1841 y julio de 1842.33 Las cifras
presentadas por los parisienses Vaillat y Derussy entre 1846 y 1849 resultan elocuentes:
dos mil retratos al año para el primero, tres mil para el segundo.34
Por muy artesanas que parezcan en comparación con el desarrollo permitido
ulteriormente por la pareja negativo-positivo, esas cifras diferencian la fotografía de las
artes del dibujo, situándola ya en un marco preindustrial. Se esbozan proyectos en los
que ningún dibujante hubiera podido pensar razonablemente con anterioridad. Es
precisamente la amplitud de la tarea exigida para pintar una asamblea de más de
cuatrocientos miembros lo que decide a David Octavius Hill, pintor paisajista, a acudir
en 1843 a Robert Adamson, ya iniciado en la fotografía sobre papel, y a pedirle que fije
los rasgos de los participantes. Su asociación durará hasta 1847, dando lugar a la
realización de unos mil ochocientos calotipos.
El precio relativamente elevado de la placa y su unicidad, que impide rebajar el
costo multiplicándola, frenan la expansión de la nueva imagen, pero no comprometen su
éxito. En los primeros tiempos de la invención, un daguerrotipo cuesta de quince a
veinte francos; diez años más tarde, según los formatos, los retoques y la presentación,
de dos a veinte francos. En aquella época, el salario diario de un trabajador manual
oscila entre los 2,50 y los cuatro francos. Profundamente impregnado del modus
operandi del dibujo, el conjunto del público no capta la naturaleza del acto fotográfico
y, cuando no ve en él algo mágico, manifiesta una extrañeza cuya ingenuidad hace las
delicias de los humoristas y los estudiosos.35

31
Léon de Laborde, “Rapport du jury central de l’exposition des produits de l’industrie en 1849”, La
Lumière, 23 de febrero y 2 de marzo de 1851.
32
I. Mayer y L. Pierson, op. cit., pág. 45.
33
N. M. P. Lerebours, op. cit., El autor cuenta que Claudet preparaba de 30 a 40 placas cada mañana.
34
La Lumière, 2 de marzo de 1851, art. cit.
35
Félix Nadar, Quand j’étais photographe, París, 1900. (Reimpreso en Nadar, t. 2, París, A. Hubschmid,
1979.) Cf. capítulos “Balzac y el daguerrotipo” y “Clientes femeninos y masculinos”.
La fotografía alienta el gusto por los viajes, reflejado y mantenido dese muchos
años atrás por la literatura y la litografía. Las tierras descubiertas en otros tiempos por la
caravana y la carabela son exploradas de nuevo por el aparato fotográfico, que fija con
una exactitud sin igual los paisajes, los panoramas, los monumentos. Así ocurre en los
periplos de Joseph Philibert Girault de Prangey, de 1841 a 1844, y de Jules Itier, de
1843 a 1846, que se traen cada uno un millar de placas de los países visitados: el
Oriente Próximo por parte del primero, China sobre todo por parte del segundo, Egipto
por parte de ambos.36 La curiosidad del público frente a las vistas topográficas no deja
indiferente a los profesionales. William y Frederick Langhenheim se hacen una
excelente publicidad realizando, en julio de 1845, un panorama de las cataratas del
Niágara, compuesto por cinco placas y reproducido ocho veces para regalarlo a otros
tantos soberanos.
A falta de un método de multiplicación de la imagen exclusivo de la fotografía, la
conquista de tal mercado tiene que pasar por el recurso al grabado. Entre 1842 y 1844,
Lerebours publica por entregas, con el título de Excursiones daguerrianas, ciento doce
vistas, en su mayoría de acuatinta, grabadas a partir de daguerrotipos.37 Sacrificando la
autenticidad fotográfica a lo pintoresco, los grabadores añaden diversos elementos,
nubes, paseantes, carruajes, que las placas, mediocremente sensibles, no eran capaces de
retener.
Dentro de la competencia establecida entre los dos sistemas iconográficos, esta
obra tiene, por lo tanto, un valor de balance provisional. Su ajuste formal a las artes del
dibujo afirma la superioridad de un sistema milenario, al que la invención divulgada en
1839 no roba más que la exclusividad. Sin embargo, se incluyen en ella tres planchas
grabadas por el procedimiento Fizeau, que recuerdan la existencia de un principio
establecido por Niépce y cuyo perfeccionamiento hará pasar, unos decenios más tarde,
toda la ilustración al campo de la fotografía, asegurando desde entonces a esta última el
casi monopolio de la iconografía. Estas primicias del reinado de los procedimientos
fotomecánicos son el fruto de una aspiración a la imagen múltiple, que la instauración
del proceso negativo-positivo va a reactivar y, al principio, intentar satisfacer
directamente. Talbot crea en 1843, en Reading, un establecimiento de tiraje, del que
saldrán durante tres años las obras más antiguas entre las ilustradas con fotografías
originales, entre ellas el famoso Pencil of Nature.38
Ampliamente introducida en la sociedad gracias al retrato, captando mediante la
vista topográfica la atención de un público culto, la fotografía es acogida con interés por
los científicos, que la ven como un medio de investigación, aunque la empleen todavía
muy poco. En efecto, el espejeo de la imagen y las dimensiones reducidas de la placa
disminuyen la legibilidad del documento. No obstante, no faltan ejemplos de una
utilización científica. La serie de microfotografías obtenidas en 1844 por Léon Foucault
y que sirvieron para la ilustración grabada del Curso de microscopía de Alfred Donné
constituye un primer paso en la exploración de un mundo invisible a simple vista.39

36
Conde de Simony, “Une curieuse figure d’artiste. Girault de Prangey, 1804-1892”, en Mémoires de
l’Académie des Sciences, Arts et Belles-Lettres de Dijon, 1934. Jules Ider, Journal d’un voyage en Chine
en 1843, 1844, 1845, 1846, París, 1848-1853, 3 vols. Sobre Itier (1802-1877), cf. A. D. Denhez-Apelian,
op. cit.
37
Excursions daguerriennes, vues et monuments les plus remarquables du globe, Rittner et Goupil,
Lerebours, H. Bossange, París, 1842-1844, 2 vols.
38
The Pencil of Nature, 1844-1846, 24 pl. en seis entregas, fotografías y textos de Talbot.
39
Cours de microscopie complémentaire des études médicales, anatomie microscopique et physiologique
des fluides de l’économie. Atlas exécuté d’après nature au microscope-daguerréotype, París, 1845. 86
grabados a la acuatinta en 20 pl., según los daguerrotipos de Léon Foucault, preparador de Alfred Donné,
autor del curso.
En el seno de la especificidd funcional de la fotografía reposan los fermentos de
otra especificidad, estética en este caso. Absortos en los problemas técnicos, los
practicantes de la misma la ignoran. En el estudio, elaboran lo que transmitirán a sus
sucesores, un ritual en que se combinan las astucias prácticas con elementos de
escenografía pictórica, de la que está impregnada su mente. Sus manuales dan las
recetas y no razonan sobre la fotografía más que en términos de utilidad. La pose
exigida por la lentitud del procedimiento invita a la composición, exaltada por las artes
del dibujo. John Jabez Edwin Mayall realiza así varias placas ilustrando el Padrenuestro
o poemas de Campbell. La obra ejecutada de 1843 a 1862 en el estudio de Albert Sands
Southworth y Josiah Johnson Haews, en Boston, resulta a causa de ello todavía más
extraordinaria. A través de una técnica perfecta, representa la quintaesencia del
daguerrotipo, con una intuición rara del instante, un empleo dinámico de la luz. Toda
América, con su vigor, con su inmensidad, se encarna en muchos de esos retratos, que
desbordan de fuerza.

Con el daguerrotipo, tal como se practica ordinariamente, la fotografía aparece


únicamente como la invención de una técnica de registro de la realidad. Con el calotipo,
pone las bases de una estética original o, por lo menos, deja entrever su posibilidad. Los
que la juzgan entonces concuerdan en reconocer que la materia del papel acariciada por
la luz engendra una imagen más sutil que la representación, muy seca a causa de su
misma precisión, de la placa daguerriana. Todavía aleatoria debido a la textura
defectuosa del soporte y a la complejidad de las manipulaciones, la fotografía sobre
papel será poco practicada, y raras veces con asiduidad, antes de 1851. Talbot, Bayard y
algunos aficionados, entre ellos Victor Regnault, dan testimonio de los recursos
expresivos y de la fuerza emotiva del nuevo arte. La soltura de las poses, la inteligencia
de la luz, la pertinencia del espacio observadas en el magnífico conjunto dejado por Hill
y Adamson afirman ese poder creador del que puede disponer en el instante de la toma
y en el pasaje de la imagen negativa a la prueba positiva del fotógrafo dotado de
imaginación y seguro de sus medios.

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