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TEMA 4

LA CONVIVENCIA EN EL AULA
Empezamos comentando que podemos considerar inicialmente las siguientes
manifestaciones de la violencia, tanto en el aula, como en el centro educativo:

a) Disrupción en las aulas: es la mayor preocupación de los docentes.


Hablamos aquí de los casos en los que uno o varios alumnos impiden
con su comportamiento el desarrollo normal de la clase, obligando al
profesorado a emplear cada vez más tiempo en controlar la disciplina y el
orden. Es uno de los problemas que aunque no podemos considerar
violencia en sí, podemos tratarlo como de los que más gravemente
interfieren en el aprendizaje de los alumnos.

b) Faltas de disciplina y conflictos entre docentes y alumnado: las faltas


de disciplina, en forma de conflictos entre docentes y alumnos, suponen un
paso más de lo que hemos considerado como disrupción en el aula. Puede
ir desde la interrupción en el desarrollo normal de la clase hasta el
insulto al profesorado, lo cual puede desestabilizar por completo la vida
en el aula. Son conductas y problemas que si no se atajan seguramente
lleven consigo futuros conflictos más importantes y más graves.

c) Maltrato entre iguales (“bullying”): el término bullying se emplea para


denominar procesos de intimidación y victimización entre iguales, o
sea entre alumnos compañeros de aula o de centro educativo. En
este caso, uno o más alumnos intimidan y acosan a otro a través de
insultos, rumores, vejaciones, aislamiento social, etc. (véase el punto 14:
Victimización en las escuelas).

d) Vandalismo, daños materiales y agresión física: aquí ya podemos


considerar que existe verdadera violencia. En el primer caso contra las

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cosas, en el segundo contra las personas. Son los que más impacto tiene
sobre las comunidades escolares y sobre la opinión pública en general.

e) Acoso sexual: en este caso se recogen todas aquellas conductas


antisociales que se basan en el acoso o maltrato de características
sexuales a compañeros/as, tanto de clase como del centro educativo.

f) Otros comportamientos antisociales: aquí recogemos el absentismo, la


exclusión escolar, la marginación, etc.

Los tipos de interacciones que se den en el aula, entre el profesor y sus


alumnos, o entre los mismos alumnos, definirán en gran parte y contribuirán al tipo
de ambiente que se cree en el centro escolar en su totalidad.

Por tanto, han de tenerse en cuenta los siguientes principios:


- Ha de organizarse socialmente el aula promocionando la participación
de los alumnos, y no su pasividad.
- Propiciar tanto el trabajo individual como grupal, según las
necesidades del proceso de enseñanza que se desarrolle.
- Fomentar la motivación del alumnado por medio de estrategias
metodológicas y recursos educativos varios.
- Basar la relación profesor/alumno en la afectividad,
comunicación y respeto y no en el autoritarismo, teniendo en cuenta
que el clima del aula condiciona el clima del centro.

Aunque la desmotivación con respecto a los objetivos formativos por parte


del alumnado causa o es determinante de ciertas situaciones conflictivas,
encontrándose sus posibles orígenes en factores familiares, sociales y políticos, una
actuación correcta en metodologías didácticas adecuadas, operando dentro del
aula, utilizando técnicas de trato personal y de habilidades sociales, puede
conseguir buenos resultados, con el consiguiente aumento de la motivación por
aprender por parte del alumnado. Para esto es conveniente una reducción de la
ratio, para así atender correctamente las necesidades de nuestros alumnos,
además de un incremento y formación adecuada de la plantilla docente.

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Se puede considerar la dinámica del grupo-clase, así como las
interrelaciones entre los alumnos, como elementos importantes a tener en cuenta
dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje en el que se enmarcan éstos.

Por tanto, pasaríamos de una visión del profesor como único factor
importante como dirigente del grupo-clase, a una visión en la que se tomarían en
cuenta todos los elementos que entran en juego dentro del aula cuando se lleva
acabo todo proceso de aprendizaje: profesores, alumnos, relaciones personales,
material, etc. Por tanto, una buena o mala organización y programación de estos
factores, podrá conllevar un proceso de enseñanza más o menos productivo,
respectivamente.

No podemos caer en el error de agrupar a nuestros alumnos de forma


homogénea siguiendo criterios como: nivel académico que se les otorga, destrezas
y habilidades, pues esto no promovería en el alumno valores de convivencia,
compañerismo, colaboración y solidaridad, sino más bien la competitividad entre
ellos. Por ello, hemos de favorecer la diversidad en el grupo-clase, ya que el
aprendizaje que en él se desarrolla se hace más rico y provechoso para todos los
estudiantes, pues es sabido que los alumnos no sólo pueden aprender del docente,
sino también de aquellos compañeros que les ofrezcan ayuda en sus aprendizajes.

4.1. LA COMISIÓN DE CONVIVENCIA.

Es bastante recomendable que en cada uno de los centros escolares se creen


Comisiones de Convivencia con el objetivo último de promover la correcta
convivencia en los centros educativos, y en dichas comisiones deberán estar
presentes todos los sectores pertenecientes al ámbito escolar y la vida del centro.
Además de preservar el respeto de los derechos y el cumplimiento de los
deberes dentro de la comunidad escolar, debería prevenir todos aquellos casos
problemáticos que pudieran poner en peligro el buen ambiente educativo en la
escuela.

Para llevar a cabo esta prevención se pueden realizar labores tales como:
- Revisar anualmente el R.R.I.
- Desarrollar el Plan de Acción Tutorial sobre la convivencia.
- Pedir la colaboración familiar.
- Controlar la asistencia.

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- Atender a la diversidad.
- Etc.

Dichas Comisiones de Convivencia han de disponer de mecanismos rápidos y


efectivos para solucionar situaciones problemáticas sin tener que llegar a utilizar los
expedientes disciplinarios.

Importante para que todo esto se lleve a cabo de la mejor manera es la


promoción de una correcta formación al respecto de docentes y familiares, para de
esta manera poder disponer de unos conocimientos que les doten de estrategias y
recursos para tratar los problemas de convivencia. Esto se podrá realizar por medio
de cursos de formación continua, conferencias, congresos, etc., y ha de participar la
comunidad educativa por completo (centros educativos, familias, otras entidades,
etc.).

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