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Pensar la relación: Heidegger y la cuestión de la comunidad

Carolina Donnari

El presente trabajo se propone pensar de qué manera opera la noción de relación en la


obra heideggeriana, apuntando a problematizar el vínculo individuo-comunidad. El capítulo
se divide en tres apartados. En el primero de ellos, tomo como punto de partida la
elaboración de una ontología fundamental como uno de los objetivos centrales de Ser y
tiempo. Dicha ontología fundamental tiene la forma de una analítica existenciaria, que
comienza por definir al Dasein como el ente cuyo modo de ser es “en cada caso mío”
(Jemeingikeit). Esta caracterización de la existencia como radicalmente individuada
(vereinzelt) contrasta con la introducción del “ser con” (Mitsein) como uno de los elementos
constitutivos de la estructura general del “ser en el mundo”. Ahora bien, en la inmediatez
fáctica de la cotidianeidad, el Dasein está siempre “caído” en una existencia impropia,
sometida al dominio del “Uno” impersonal (das Man), que no es sino la “deformación” del
“ser con” originario. El análisis existenciario desarrollado por Heidegger muestra que la
posibilidad de acceso a una existencia propia se funda en la experiencia singular y
personalísima de la muerte, en tanto horizonte total de la existencia. En este sentido, es
posible argumentar que, a pesar del carácter estructural y co-originario que Heidegger
asigna al “ser con” otros, en Ser y Tiempo hay una tendencia a privilegiar ontológicamente el
carácter singular, individual de la existencia.
En el segundo apartado, abordo la reformulación del planteo relacional a partir del giro
(Kehre) en el pensamiento heideggeriano. A partir de 1930, Heidegger abandona el proyecto
de elaboración de una ontología fundamental como vía de acceso al sentido del ser; la
cuestión a pensar será, ahora, la de la “verdad del ser”, comprendida como co-esenciar de
ocultamiento y desocultamiento, esto es, como alétheia. Desde esta perspectiva, el ser será
pensado como “evento” (Ereignis) que acontece siempre y al mismo tiempo en un doble
“movimiento” de donación y rehúso. En este sentido, la comprensión originaria del ser
implica un salto a “otro pensar” capaz que superar (überwindet) la metafísica en tanto
“época del olvido del ser”. En este marco, cobra relevancia la noción de “entre” (Zwischen)
presentada en los Beiträge zur Philosophie, del período 1936-39. El “entre” como rasgo
esencial del Ereignis denota no sólo el carácter intrínsecamente relacional de la diferencia
ontológica, sino, eminentemente, del enlace entre el ser y el pensar, entre el ser y el hombre,
que sólo “determinan” su esencia en su mutua pertenencia y reciprocación.
Ahora bien, puesto que el Ereignis, pensado como “acontecimiento de apropiación
recíproca”, determina la esencia del hombre, esto implica también un cierto modo de
relacionarnos originariamente los unos con los otros. En este sentido, creo posible señalar la
presencia de un doble campo conceptual y semántico en las consideraciones heideggerianas

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en torno a la noción de comunidad (Gemeinschaft). Apelando a la distinción entre “lo
político” (das Politische) y “la política” (die Politik) propuesta por Marchart (2009) -donde
“lo político” se refiere al momento ontológico de institución de la sociedad, y “la política” a la
dimensión óntica de las prácticas políticas convencionales- considero posible detectar este
doble registro en el corpus heideggeriano.
En sentido político-ontológico, Heidegger plantea la necesidad de fundar un “habitar”
(wohnen) originario, tarea que supone cambiar la matriz metafísico-técnica que configura la
contemporaneidad. Esto sólo resulta posible en el reconocimiento de que el hombre no es el
“centro rector del ente”, sino parte de la comunidad originaria: tierra, cielo, divinos y
mortales. En cambio, en sentido óntico, Heidegger elabora un concepto de “comunidad
histórica” preñado de elementos característicos de la retórica nacionalsocialista. Así, en el
discurso de asunción al Rectorado de 1933, Heidegger sostiene que el pueblo (Volk) alemán
es el que tiene la misión de fundar el “otro comienzo” del pensar, bajo la guía del pensador,
que de esta manera se emplaza como “conductor” (Führer) espiritual del pueblo.
Consideraciones de este tenor se repiten durante todo el período 1931-1939, como lo
testimonian los recientemente publicados Cuadernos negros. De este modo, el carácter
preeminente de ciertos individuos puede ser leído en clave de continuidad con la tensión
irresuelta que atraviesa Ser y tiempo, que parecía definirse a favor de un planteo relacional
mediante la noción de “entre”, pero que vuelve a aparecer ahora, si bien no en la dimensión
ontológica, sino en el plano óntico de “la política”.

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La principal preocupación del capítulo es mostrar el carácter problemático del


concepto heideggeriano de “comunidad” (Gemeinschaft). Más precisamente, me interesa
preguntarme de qué modo se configura la existencia en común a partir de las coordenadas
propuestas por la “superación de la metafísica”: ¿de qué modo se articula políticamente un
“habitar originario”? ¿cómo se efectivizan ónticamente -institucional, socialmente- los
vínculos que nos ligan ontológicamente?

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