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ABORDAJE TERAPÉUTICO

1. TERAPIA EN PSICOANÁLISIS

En cuanto a la terapia propiamente dicha desde el punto de vista del psicoanálisis, José González
Guerras, director del centro psicológico Self, considera que el trabajo más importante que se debe
realizar con el paciente es hacerle entender qué es lo que le lleva a consumir, cuáles son los
afectos que experimenta y qué parte de ese consumo tiene que ver con su personalidad y con su
forma de afrontar la vida. “Lo más importante es que al final el paciente pueda entender cuáles
son a él, personalmente, las condiciones o las circunstancias internas que le hacen no ser capaz de
afrontar situaciones sin consumir droga. Tiene que ir adquiriendo una mayor fortaleza, una mayor
capacidad de afrontar las situaciones de la vida dolorosas y no dolorosas, que vaya apareciendo él
no ya como un sujeto que se droga sino tiene que ir apareciendo él como un sujeto con
sentimientos, con emociones”, comenta. De este modo, el adicto no se da cuenta de todas las
emociones y sentimientos que las situaciones del mundo exterior le provocan y trata de mitigar el
displacer mediante el consumo de drogas. Al hacerle reflexionar sobre éstas, el paciente,
paulatinamente, va a ser capaz de sentir todas sus emociones y no actuar inmediatamente.
Conforme vaya percatándose de éstas y dejando de consumir drogas, se podrá comenzar a
trabajar con la subjetividad del paciente, con su manera de entender el mundo. En su caso, los
pacientes que se someten al tratamiento psicoanalítico ya han pasado previamente por una clínica
de desintoxicación, pero, desde su punto de vista, se puede trabajar con ellos
independientemente de que estén abstinentes o no (aunque es preferible la primera opción). En
última instancia, se trata de que el paciente tome la decisión de dejar o no de consumir drogas. En
este proceso, puede emplearse fármacos para que mejore el funcionamiento del cerebro, que ha
sido modificado previamente por el consumo de sustancias. De esta forma, podrá ir apareciendo
su subjetividad. Esta medicación se irá retirando conforme avance el tratamiento.

Por su parte, Carlos Fernández, psicoanalista del Grupo Cero, aboga por estudiar “la estructura del
sujeto psíquico. El psicoanalista escucha lo inconsciente, lo verdadero de ese sujeto y se lo
comunica, se lo interpreta. El sujeto, cuando tiene esa información que desconocía de sí mismo,
después puede decidir: ‘ahora sigo consumiendo droga o no consumo droga’”. Así, reconoce el
papel terapéutico que tiene el habla y la creatividad humanas para la curación del paciente adicto:
“En los grupos con pacientes terapéuticos a veces los pacientes llegan diciendo ‘dame algo’,
‘necesito tomar algo’, ‘estoy muy nervioso’. Pasa al grupo terapéutico, se pone a conversar, está
conversando 20 minutos, 30 minutos, una horas, dos horas, y no se acuerdan de la droga para
nada. Hablan de cualquier cosa. Hablando entre ellos, si hay un psicoanalista que esté escuchando,
se produce un placer diferente porque no es lo mismo cuando está la escucha psicoanalítica que
escucha el inconsciente. Entonces la mejor manera para poder sustituir el placer producido por la
droga es el placer verdaderamente humano, el goce exclusivamente humano de poder compartir
con otros la palabra, la creación, la lectura, la escritura, el arte, la cultura”. Por tanto, cuando un
paciente llega a su consulta, Fernández lo único que le pide es que respecte el contrato
terapéutico y que hable, que cuente todo lo que le pasa por la cabeza y asocie libremente para
que el psicoanalista pueda desentrañar qué ocurre en su inconsciente.

Carlos Rubilar, psicólogo clínico de la Universidad de Concepción, con un magíster en


psicoterapias dinámicas, señala que, para el trastorno por consumo de sustancias, es necesario
contar con un equipo multidisciplinar que aborde la sintomatología como la patología del carácter
subyacente, puesto que hay pacientes que, además de consumir drogas, padecen un trastorno de
personalidad (frecuentemente de línea narcisística), de modo que también pueden manifestar
síntomas como, por ejemplo, depresión (mono o bipolar), impulsividad, insatisfacción con la
propia vida, etc. “Se busca en la persona el desarrollo de mecanismos progresivos para enfrentar
la vida, mejorar el déficit de autocuidado, el control de impulsos, el mantenimiento de la
autoestima y el reparar perturbaciones del desarrollo temprano que condujeron a una
internalización inadecuada de figuras parentales que no cuidan ni protegen”, indica. De este
modo, se busca que la persona pueda visualizar su manera de relacionarse (aquellos patrones
relacionales disfuncionales) y pueda comprender cómo ha empleado distintos mecanismos
desadaptativos para conseguir tolerar las realidades que le hacen sufrir.

Por tanto, el psicoanálisis tiende a tratar las adicciones del mismo modo que trata otro tipo de
problemas. En opinión de Cristián López Acosta, psicólogo y profesor de la Pontificia Universidad
Católica de Chile, este hecho representa un problema dado que el paciente que consume de
drogas suele ponerse en tratamiento presionado por su familia. “El problema, a mi parecer, sería
que para entrar en un proceso psicoanalítico es necesario que el paciente tenga algún interés por
ponerse en cuestión o instalar una pregunta acerca de su existencia. Esto es exactamente lo
contrario que normalmente ocurre con un paciente que consume adictivamente sustancias
químicas. De hecho, en este tipo de casos está demostrado empíricamente que la mayoría de las
veces llegan a consultar motivados (o presionados) por terceros significativos, o con fines
directamente gananciales. En estas condiciones no es posible un abordaje psicoanalítico, lo que
hace necesaria una etapa inicial de detención del consumo de sustancias, idealmente con
participación de terceros significativos, para recién entonces (después de un tiempo) ver si se
despierta o no un interés de parte del paciente por un trabajo psicoanalítico. Así, yo diría que se
requiere una etapa que podríamos llamar ‘previa’ que genere las condiciones de posibilidad de
una intervención psicoanalítica en el ámbito de las adicciones. En esta etapa previa creo que es
casi imprescindible la participación de terceros significativos de manera sistemática”, concluye.
Asimismo, López Acosta se muestra contrario al hecho de que el psicoanálisis no se plantee ningún
objetivo específico con respecto al consumo de drogas.

2. LA FAMILIA EN EL PROCESO TERAPÉUTICO

La familia también resulta un factor clave en el tratamiento de una adicción desde la perspectiva
psicoanalítica, pues, como afirma, Rubilar, ésta “es el soporte con que cuenta el terapeuta, es la
representante de la realidad más próxima de la persona”. Así, como señala González Guerras,
trabajar con la familia también puede servir para que el paciente acabe incorporándose al
tratamiento en casos en los que aquélla acude a consulta sin que el adicto aún haya tomado la
decisión de ponerse en tratamiento. Además, también puede darse el caso de que los patrones de
no afrontamiento de la realidad que reproduce el paciente hayan sido aprendidos en el núcleo
familiar.

En este sentido, González Guerras constata que existe un tipo frecuente de familia en adicciones:
una madre sobreprotectora y un padre ausente. “Al estar el padre ausente se crea una relación
simbiótica entre la madre y el hijo, una relación muy fusional. Al no aparecer el padre no rompe
ese tipo de relación tan sobreprotectora de una a otro, tan dependiente la una del otro y el otro
de una, porque es una madre que va a hacer un hijo dependiente pero porque ella también es
dependiente”, señala. De este modo, ante el miedo que siente el hijo ante su propia autonomía
puede comenzar a consumir drogas para paliar esa sensación negativa. Por tanto, el trabajo del
terapeuta consistirá en tratar de que el padre aparezca más y la madre vaya dejando una mayor
autonomía al hijo. Otro tipo de familia que también puede propiciar que uno de los hijos consuma
drogas es aquélla que se muestra negligente con los cuidados que le proporciona y que no sabe
ponerle límites. De este modo, como explica González Guerras, existen cuatro tipo de vínculos
entre los cuidadores primarios y el niño: el vínculo de apego seguro, el vínculo de apego inseguro,
el vínculo de apego ansioso-ambivalente y el vínculo de apego desorganizado. Cada uno de ellos
genera una mayor o menor capacidad del niño para valorarse a sí mismo y afrontar las situaciones
de la vida.

3. DIFERENCIAS ENTRE PSICOANÁLISIS Y LA TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL

En cuanto a las diferencias que presenta un tratamiento de adicciones basado en el psicoanálisis


con respecto a uno basado en un tratamiento cognitivo-conductual, González Guerras resalta que
éste se centra en el aquí y ahora mientras que el psicoanálisis, aunque también trata estos dos
aspectos, busca profundizar en el allá y entonces. “Desde la terapia cognitivo-conductual lo que se
trabaja es el momento presente: qué situaciones y pensamientos te generan ganas de consumir.
Trabajan ese tipo de pensamientos y de cogniciones. Y te dicen cómo cambiar esa conducta.
Nosotros trabajamos también con todos los aspectos más afectivos, emocionales, y que tienen
que ver incluso con la historia de vida del paciente”, comenta. De esta forma, el tratamiento
cognitivo-conductual busca cambios en el pensamiento y la conducta del sujeto mientras que el
psicoanálisis busca también los porqués del consumo de drogas.

En esta misma dirección apunta Fernández cuando afirma: “El psicoanálisis cuando trabaja con los
pacientes adictos lo que se dirige es a escuchar lo inconsciente que hay en ese sujeto que le lleva a
consumir drogas. Por ejemplo, cuando yo recibo un paciente yo nunca le prohíbo que deje de
consumir. No sirve para nada. Además si se lo prohíbes el paciente va a seguir consumiendo y te
va a mentir. Lo que sí escucho es el resto de su pensamiento: ¿qué piensa esta persona? ¿qué
quiere esta persona en la vida? ¿qué desea? ¿a quién odia? ¿por qué se quiere suicidar utilizando
droga? Porque muchos pacientes que utilizan droga lo que hacen es suicidarse”. En opinión de
Fernández es precisamente en el inconsciente del sujeto donde se va a hallar su verdad más
profunda. Por tanto, en palabras de Fernández, “el trabajo psicoanalítico es un trabajo más
implicado, más profundo, más duradero, que requiere un tiempo, que requiere la participación de
la familia”.

En resumidas cuentas, como explica Rubilar, “todos los abordajes buscan el alivio sintomático,
pero por diversas vías. La psicoterapia dinámica busca que la persona pueda visualizar su manera
de relacionarse (patrones relacionales disfuncionales) y cómo ha usado distintos mecanismos
desadaptativos para tolerar el surgimiento de la realidad con sus angustias concomitantes. Poder
separarse es crecer”.

4. LA LOGOTERAPIA

Tratando de buscar el sentido de la existencia, encontramos la logoterapia. Ésta consiste en una


forma de psicoterapia que trata de abordar las causas intrínsecas de las adicciones. Tal y como
explica Maricelly Gómez, psicóloga y docente del programa de psicología regionalizado de la
Universidad de Antioquia, “el análisis existencial del que parte la logoterapia le da un giro distinto
a la intervención ya que, teniendo presente las conductas y las creencias, tiene el objetivo de
responder a un por qué y para qué de esa conducta”.

5. TÉCNICAS DE NEUROIMAGEN

Actualmente, se encuentra en fase de investigación la aplicación de técnicas de neuroestimulación


como la Estimulación Magnética Transcraneal, la Estimulación Transcraneal de Corriente Directa,
la Estimulación del Nervio Vago y la Estimulación Cerebral Profunda para el tratamiento de las
adicciones. “Hay estudios que sugieren que se puede modular a través de estas técnicas la
actividad de áreas prefrontales y límbicas muy implicadas en las bases neurobiológicas de las
adicciones, pero la relevancia clínica de este hecho aún no es clara”, explica Mauro García-Toro,
psiquiatra y profesor del departamento de psicología de la Universidad de las Islas Baleares. Así,
para García-Toro, si se estableciera que estas técnicas son útiles clínicamente para el abordaje de
las adicciones, deberían combinarse con el tratamiento de primera elección “en los pacientes con
casos especialmente graves y resistentes que quisieran probar”. Por tanto, estas técnicas nos
sustituirían “en ningún caso a los tratamiento psicoterapéuticos y psicofarmacológicos, sino que
podrían probarse en aquellos pacientes que, a pesar de tener una buena adherencia terapéutica,
no llegan a conseguir los objetivos terapéuticos mínimos marcados”, concluye el psiquiatra.

6. Kundalini yoga

En su página web, SuperHealth se define a sí mismo como“A system of Yogic Science to Break
Habits and Addictiva Behavior”. Así, este programa, desarrollado por Yogi Bhajan (que trajo estas
enseñanzas orientales a Occidente después de comprobar los estragos que la droga estaba
haciendo entre la población ligada al movimiento hippie que la consumía), trata de aunar las
innovaciones de las ciencias occidentales con el yoga. De este modo, trata adicciones como, por
ejemplo, el alcohol, el tabaco y otras drogas así como otras problemáticas ligadas a las adicciones
(codependencia, depresión, fatiga, estrés, etc.).
En el ámbito español, Hari Prakash Kaur, profesora de yoga, emplea una serie de ejercicios y
meditaciones procedentes del yoga Kundalini para tratar adicciones como, por ejemplo, el
tabaquismo o la adicción a la comida entre aquellos de sus alumnos que se lo solicitan. Como
explica Hari Prakash Kaur, éstos funcionan “porque rompen el patrón adictivo. Hay una meditación
básica que funciona con todo tipo de adicciones y lo que hace es romper el patrón, la sinapsis que
hace que esa adicción genere las hormonas que te va a hacer demandar de nuevo la sustancia. Te
da la capacidad de meter entre esa conexión adictiva otro estímulo”. Dicha ruptura del patrón
adictivo se consigue mediante la repetición de estos ejercicios específicos destinados a combatir la
adicción, de manera que se han de repetir un mínimo de cuarenta días seguidos: “Poco a poco con
las repeticiones, la primera vez que lo haces no va a ocurrir, pero poco a poco con la repetición se
debilita la conexión adictiva y facilita que haya un flujo de otra cosa y eso te permite tener más
fuerza para poder quitar la dependencia”.

En opinión de Hari Prakash Kaur, estos ejercicios de yoga Kundalini son suficientes para combatir
la adicción, pero, en su experiencia, ha comprobado que las personas suelen solapar varios
tratamientos. De este modo, si lo que el individuo desea es dejar su adicción a la comida, va al
endocrino para aprender a comer de manera más saludable y además realiza estos ejercicios de
yoga. En el caso de dejar de fumar, suele ser más habitual que solo se empleen los ejercicios
yóguicos.

El yoga, además de permitir combatir la adicción, busca un cambio mental y no solo la


abstinencia. “Es la capacidad de saberse más fuerte que su propia adicción”, señala Hari Prakash
Kaur. De este modo, lo que se consigue con estos ejercicios es que deje de apetecer consumir la
sustancia que provoca la adicción.

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