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CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN DEPARTAMENTO DE MUSICOLOGÍA

Conservatorio Superior de Música “Andrés de Vandelvira” de Jaén Sociología y estética de la música

Boecio De institutione musica


"Aquel que escribe de música debe saber exponer en primer lugar las partes en que los
estudiosos han subdividido la materia. Estas son tres: la primera está formada por la
música del universo (mundana); la segunda por la música humana (humana), y la tercera
por la música instrumental (in quibusdam constituta instrumentis), como la de la cítara
(cithara), de las flautas (tibiae) y de los demás instrumentos con los que se puede obtener
una melodía.
La música del universo, que hay que estudiar sobre todo en los cielos, es resultado de la
unión de los elementos o de la variación de las estaciones. ¿Cómo podría moverse en
carrera muda y silenciosa el mecanismo del cielo (machina coeli) tan veloz? A pesar de
que tal sonido no llegue a nuestro oído –y ello sucede necesariamente por múltiples
razones- el movimiento rapidísimo de cuerpos tan enormes no puede darse sin sonido
alguno, especialmente porque los movimientos orbitales de los astros están vinculados
en una relación (coaptio) tan perfecta que no se puede imaginar nada más compacto y
proporcionado. En efecto, algunos se mueven más arriba y otros más abajo, girando
todos ellos con un impulso tan bien combinado que sus diferentes velocidades dan lugar
a un orden racional en los
movimientos. Por ello no puede ser ajeno a este movimiento rotatorio de los cielos el
orden racional en la modulación de los sonidos.
Realmente, si una cierta armonía no uniese las diferentes y contrarias potencias de los
cuatro elementos, ¿cómo podrían formar unánimemente cada cuerpo y organismo? Esta
deformidad produce la alternancia de las estaciones y la variedad de los frutos, pero, al
mismo tiempo, hace del año una unidad. Por tanto, si se pudiese eliminar con una orden
de la mente uno de los elementos origen de tanta variedad, todo perecería y, por decirlo
así, no quedaría huella alguna de consonancia. Y al igual que en las cuerdas graves hay
un límite del sonido para que la excesiva profundidad no llegue al silencio y en los
sonidos agudos hay un límite en la tensión para que la cuerda demasiado tensa no se
rompa por la excesiva altura del sonido, siendo todo perfectamente consonante y
adecuado, del mismo modo debemos reconocer que en la música del universo, no puede
existir nada tan excesivo capaz de ocultar las demás partes con su exceso. Y por el
contrario, cada componente, sea cual sea, da sus propios frutos o ayuda a los demás a
darlos: lo que el invierno endurece, la primavera lo funde, el verano lo calienta y el otoño
lo madura. Las estaciones dan sus propios frutos o dan a las demás su contribución para
que los den. De esto trataremos más adelante con mayor amplitud.
Todos pueden comprender lo que significa la música humana examinándose a sí mismos.
En efecto, ¿qué une al cuerpo la incorpórea vitalidad de la mente sino una relación
ordenada (coaptio), como si se tratase de una justa combinación de sonidos graves y
agudos para producir una única consonancia? Además, ¿qué podría asociar entre sí las
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partes del alma, la cual –según la doctrina de Aristóteles- es resultado de la fusión de la


irracional con lo racional? Y también: ¿qué podría mezclar los elementos del cuerpo y
combinar sus partes con una relación ordenada (coaptio)? Pero de esto también
trataremos más adelante.
La tercera parte de la música es la que se considera propia de algunos instrumentos. Es
producida por la tensión, como en la cuerda; por el aire, como en las flautas, o en otros
instrumentos activados por el agua; por la percusión, como en los instrumentos cuya
concavidad es golpeada con una maza de bronce, dando lugar a sonidos diversos (...)"
(Citado por CATTIN, G., Historia de la Música, 2. El Medioevo (Primera parte), Madrid,
Turner Música, 1987, págs.163-164)

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