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3 Tiempo de Cuaresma

En principio, la cuaresma era el tiempo en que muchos cristianos ayunaban voluntariamente y


en que los catecúmenos se preparaban para el bautismo y los penitentes para la reconciliación. Con el
tiempo, llegó a significar para toda la Iglesia el tiempo de la conversión y de la meditación de la palabra
de Dios. La Cuaresma, según algunos autores es “una especie de retiro comunitario en el que los fieles
vuelven a vivir su bautismo, asociándola al combate de Cristo”.
El tiempo de Cuaresma dura cuarenta días (de ahí viene su nombre) ya que, bíblicamente, 40
significa tiempo de prueba. Así vemos que el diluvio dura cuarenta días, el pueblo hebreo dura 40 años
vagando en el desierto hasta llegar a la tierra prometida, y Jesús pasa 40 días en el desierto. La
Cuaresma es, pues, el tiempo penitencial por excelencia.
Ahora bien, la Cuaresma es un camino que conduce a una meta que es la Pascua del Señor. Es
“morir el hombre viejo” para que con Cristo nazca el “hombre nuevo. Por lo tanto, la penitencia, los
retiros y sacrificios no es lo central: lo central sigue siendo la resurrección de Cristo; he ahí donde debe
dirigirse toda nuestra atención.
La Cuaresma se inicia el “miércoles de Ceniza” con el gesto de la imposición de la ceniza, la cual es
signo de conversión y penitencia, y termina el Jueves Santo, comenzando así el triduo pascual. En total
son seis domingos. El color propio del tiempo es el morado. Es un tiempo de suma austeridad la cual
debe reflejarse en el canto y en los signos exteriores (el altar no debe adornarse, por ejemplo). Se
exceptúa, sin embargo, el cuarto domingo de Cuaresma, llamado “laetare”, que es como una especie
de “parada” en medio de la austeridad del tiempo y, a la vez, un anticipo a la alegría de la Pascua. Es
por ello que el color propio de este domingo es el rosado y no el morado, y se permite adornar
discretamente el altar, así como el sonido de los instrumentos musicales.
Durante la cuaresma se omite el canto del “Gloria” y del “Aleluya”. El “Aleluya”, que
constituye expresión de fiesta y de júbilo, es el canto por excelencia de la Pascua, y no volverá a
entonarse hasta la gran noche de la Vigilia Pascual. Sin embargo, es permitido cantar el “Gloria” en
las dos solemnidades que entran dentro de la Cuaresma: la solemnidad de san José, esposo de la Virgen,
el día 19 de marzo; y la solemnidad de la Anunciación del Señor, el 25 de marzo.
El sexto domingo de cuaresma se celebra el “Domingo de Ramos en la pasión del Señor”,
donde se recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, pero, a la vez, se recuerda el sufrimiento
de su pasión. Es el inicio de la Semana Santa, la cual tiene su coronación con la celebración del santo
Triduo Pascual.
El triduo pascual

Como le han llamado los Santos Padres, es el “triduo de Jesús muerto, sepultado y resucitado”.
Comienza el Jueves Santo en la noche con la Misa en recuerdo de la institución de la Eucaristía o
“Misa en la Cena del Señor” y en la que se tiene el gesto del lavatorio de los pies en la que Jesús nos
deja su testamento: “Ámense los unos a los otros como yo les he amado”. El Viernes Santo no hay
Eucaristía, sino que se tiene el Oficio litúrgico en que se recuerda la pasión de nuestro Señor, se ora
por las intenciones de la Iglesia Universal y se tiene el gesto de la veneración de la cruz. El Sábado
Santo es un día en que no hay celebración litúrgica, sino que se dedica a meditar en Cristo en el
sepulcro.
Finalmente, el triduo finaliza con el Domingo de Resurrección, el cual comienza con la solemne
Vigilia Pascual (madre de todas las vigilias), la celebración litúrgica más importante de todo el año
porque en ella se recuerda el acontecimiento central de nuestra fe: La resurrección de nuestro Señor
Jesucristo. En la Vigilia Pascual se tiene el rito del lucernario o procesión del Cirio Pascual encendido
con el fuego nuevo que ha sido bendecido, finalizándolo con el canto del “Pregón Pascual”, que es un
himno que canta las maravillas de la noche en que Cristo ha resucitado. Se canta el “Gloria” al son de
las campanas y se entona solemnemente el Aleluya. Además, se tiene el rito de la bendición del agua
y la renovación de las promesas bautismales.

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