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Sobre la oración
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Parcialmente del mismo padre T. y el resto de otros miembros de la
fraternidad, me enteré de algo más sobre su vida.
– Lo más importante es, creo yo, la custodia del corazón en paz. Qué
no se inquieten por nada. En el corazón debe reinar la paz, la calma,
el silencio…
El caos en los pensamientos es el estado en el cual se encuentran los
espíritus caídos (los demonios). Por el contrario, nuestro espíritu debe
estar atento, unido, no desparramado. Solamente en la mente unida
se puede alojar el Único Dios.
La oración interior
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‘’¡Señor Jesús Cristo, Hijo y Verbo de Dios, por la Theotokos, ten
piedad de mí!’’
Con el tiempo los monjes la reducían y en día de hoy se pronuncia así:
‘’¡Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí!’’
-Yo era todavía muy joven novicio cuando empecé. El padre Ambrosio
me dijo: Lo que sea que haces, pronuncia incesantemente en tu
interior: ‘’¡Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí!’’ Era niño y le obedecí
con todo mi corazón. Cada día confesaba lo que acontecía en el alma,
y él me aconsejaba que debiera hacer. Después de un tiempo sentí
que junto con el aire que respiro, la oración ‘’entra’’ al corazón. Con el
tiempo la oración empezó en sí misma a ejercerse en el corazón.
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Me iba donde algunos padres espirituales, les pedía el consejo, pero ni
eso, tampoco, ayudaba.
Así fue hasta que leí el libro ‘’El camino de la salvación’’ de San
Teófano el Recluso (Obispo de Visa, en Rusia), y el Señor me ayudó.
Cuando no hay nadie entre los hombres para que nos consuele,
entonces el Señor a través de un libro viene y nos alegra el alma.
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-¿Cómo el hombre que llegó a un nivel alto de espiritualidad se cuida
de la soberbia?
La contemplación
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Sobre la severidad
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El alma que cayó en el círculo del caos noético (мислени хаос), en la
atmósfera del infierno, y solamente la tocó, siente los tormentos del
infierno. Por ejemplo – hojeamos los periódicos, andamos por las
calles y luego, en un momento, sentimos que algo, dentro en el alma,
se desordenó – sentimos el vacío, la tristeza. Eso es porque, a través
de leer diversas cosas, perdimos la mente atenta, unida, nos hicimos
desparramados y la atmósfera del infierno ‘’aportó’’ (esta palabra el
padre T. la utiliza a menudo) a nosotros.
Sobre la predicación
Sobre la humildad
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– Que su abuela siempre sea apacible, buena, que no se enoje nunca,
que siempre esté contenta, que ella escuche a todos, aun cuando no
quieren escucharla a ella. Quizás sus nietitos no serán devotos ahora,
pero después, se acordarán de su abuela y el recuerdo de ella los
hará mejores personas…
Apuntó G. Z.
Del periódico ‘’El Misionero Ortodoxo’’
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más bello, sino, al contrario, luego nosotros hemos visto y hemos
experimentado, durante nuestra vida, muchas injusticias de nuestros
padres, muchos dolores del corazón. Pues, todos nosotros aspiramos
hacia la perfección, y el deseo de todos nosotros es descubrir el
objetivo de esta Vida. Lo descubrimos poco a poco, como lo dicen los
Santos Padres: ‘’La fe en nuestro interior crece poco a poco’’. Uno de
los Santos Padres dice: ‘’Esta fe, la que tengo ahora cuando ya estoy
viejo, en comparación con la fe la que tenía cuando era joven – pues,
eso en la juventud era, simplemente nada, una gran falta de fe”.
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es nuestra vida. Si nuestros pensamientos son serenos, silenciosos,
llenos de amor, bondad, pureza – entonces en nosotros gobierna la
paz, porque todos los pensamientos tranquilos están dando la paz
interior, que irradia de nosotros. Si llevamos en nosotros los
pensamientos negativos, infernales, entonces y nuestra paz interior
está destruida. Los Santos Padres dicen sobre los pensamientos:
‘’Cual pensamiento destruye la paz y por el cual no podemos
calmarnos, ese es desde el infierno y necesitamos rechazarlo, no
aceptarlo’’. Tenemos que esforzarnos para nuestro propio bien, para
que se fortalezca en nosotros la paz, la alegría, el amor divino.
Nuestro Padre Celestial quiere que nosotros, Sus hijos, tengamos Sus
rasgos divinos, que seamos llenos de amor, paz, alegría, consuelo,
verdad, generosidad. El Señor quiere, pero y todos nosotros queremos
ser dóciles y humildes, porque aquel alma que es dócil y humilde
irradia la generosidad y bondad de sí. Tal alma aun cuando se calla
siempre emite de sí las ondas sosegadas, silenciosas, llenas de amor
y bondad. Tal alma no se ofende cuando a ustedes le arrojen anfibios
y serpientes, pueden darle una paliza pero ella siente lástima por
ustedes porque se mortifican tanto.
No hay muchos así en la Tierra, pero por ellos el sol calienta y Dios
nos está dando Su bendición para vivir, para tener todo lo necesario
para la vida. Nosotros debemos cambiar nuestros pensamientos.
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ofendía, era sereno y silencioso. Yo estaría feliz si tuviera los rasgos
de su carácter…
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El Señor siempre está con nosotros. Nosotros regañamos a nuestros
políticos quienes están en el gobierno, pero ellos son nuestros hijos.
Nosotros, los viejos, somos culpables y no ellos, porque no les hemos
dado el ejemplo de la vida, al cual podrían seguir. Nosotros somos la
imagen de nuestros padres, la imagen de los mayores, pero de ellos
no teníamos mucho de que ver. Nosotros los mayores somos
culpables, porque hemos querido dirigir a nuestros hijos por el recto
camino primero, antes que nosotros. Nosotros los mayores debemos
comenzar de nuevo, de nosotros mismos, y no corregir desde fuera a
los demás. Los Santos Padres dicen que debemos corregirnos a
nosotros mismos, por nuestra salvación, y luego muchos entre
nosotros se salvarán. Debemos esforzarnos, ser buenos, siempre
sosegados, silenciosos, para que en todas partes sientan la paz y el
silencio que irradian desde nosotros. Nos damos cuenta de que con
nuestros pensamientos podemos atraer los demás a nosotros, pero
rehusarlos de nosotros también. Debemos cambiarnos, que nuestra fe
se fortalezca y entonces esforzarnos. Los Santos Padres explicaban
mucho sobre la oración noética, cómo se debe manejar al espíritu y el
corazón. Los Santos Padres dicen que debemos esforzarnos para que
cada trabajo, pensamiento, todo provenga del corazón, porque con el
corazón se siente y no con la cabeza. Con la cabeza se piensa, y
cuando todo proviene del corazón – entonces, eso es la concentración
de todas las fuerzas mentales en el corazón.
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tendríamos a los enemigos, entonces al enemigo no le sirvieran ni las
armas ni el ejército, ni nada.
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de sí, y yo deseo el bien a mi pueblo y a todo el mundo, para que lo
salve el Señor, Los monjes sirven para eso, una vez me preguntaron
qué significa ser un monje con gran esquema. La respuesta la
recibieron de la Santísima Theotokos: aquél que reza por todo el
mundo, para que lo salve el Señor. Nuestra obligación es rezar así,
sinceramente, por todos, que el Señor dé a todos la paz y alegría.
Gracias a Dios porque existen humildes, dóciles e inocentes hijos
Suyos, por los quienes el Señor nos está dando el bienestar…
Muchas veces los padres no saben, pero para nosotros, sus hijos,
ellos tienen la razón y debemos escucharlos, y entonces la bendición
estará sobre nosotros. Desgraciadamente, pocos son los que respetan
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a sus padres como se debe. Yo sufría mucho porque juzgaba a
menudo a mi padre, pensando que poco tiempo pasa con sus hijos.
Esos pensamientos míos planearon mi vida, y por la causa de ellos
sufría mucho. Durante la ocupación (alemana), dos veces me
condenaron a muerte. Antes no lo sabía por qué, pero cuando me
despejé, vi que yo era aquel que planificó toda mi vida. Es obvio que
se abran todas las puertas a los que llevan en sí un amor grande, y
allá en los campos de batalla, donde no hay la vida, y allá, también, el
Señor de una manera admirable proteja a aquellos que tienen el amor
por sus padres, carnales y espirituales. Miren, si nosotros fuéramos
así, la situación en la Tierra no estaría tal como está en este momento.
Ahora debemos rezar, todos debemos rezar y el Señor nos dará la
fuerza y ayuda.
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nuestros prójimos. Sin el Señor, no podemos amar ni siquiera
amarnos. Muchos caen frecuentemente en la desesperanza, acedía,
quitan su vida, porque sin el Señor no podemos amar ni a nosotros
mismos y por no hablar a los prójimos, o siquiera los enemigos. Con Él
podemos todo, porque Él es nuestra fuerza y nuestra vida.
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…Los Santos Padres dicen: “lo que desee la fe, el Señor lo cumple,
pero la perfección de la vida cristiana es la humildad extrema.”
También dice el antiguo profeta: “A quién miraré, solamente a aquél
que tiene el corazón dócil y humilde.” Los dóciles y humildes son los
herederos del Reino de los Cielos, y yo les deseo a todos ustedes que
sean los hijos de la Luz, y que todos nosotros nos encontremos ante el
Señor, glorificándolo todo el tiempo de la eternidad (por los siglos de
los siglos).
Son los pocos en la Tierra los que reciben la gracia gratuita de Dios.
Yo me interesaba mucho de cómo se sentían los Santos Padres
durante su vida terrenal y cómo ellos lograban a preservar esa gracia
gratuita hasta el fin de su vida. Los Santos Padres dicen que eso
consiguen en la Tierra aquellos que pecaban mucho, y cuando se
voltearan al Señor, no miraban más hacia atrás, sino se iban
directamente al Señor. Y San Pablo Apóstol y Santa María de Egipto,
cuando se voltearon al Señor, se quedaron con Él. Nosotros todavía
no alcanzamos a ese nivel, aún nos atrae algo en la Tierra. Nosotros
en un momento tenemos el consuelo, en otro el combate, y son los
pocos que han recibido la gracia gratuita de Dios. Yo me extrañé
cuando me di cuenta de que los pocos entre los monjes han recibido la
gracia gratuita de Dios, y que esa gracia han recibido los laicos,
aquellos que viven en el mundo. Muchos años ya viene a mí un joven
de Bañaluka (la ciudad en la República Serbia en Bosnia), quien se
ocupa de la oración de Jesús. Y hace poco tiempo él enseño a rezar
con la oración de Jesús a un amigo suyo, quien está casado y tiene
hijos. Me extrañé cuando, una vez, vino acá ese amigo suyo y me dijo
que su corazón reza sin cesar y que la oración corre sin interrupción.
Este joven está tal lleno de alegría, de paz indecible. Se entregó a sí
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mismo y a su mujer y los niños a Dios y ha adquirido la gracia gratuita
de Dios. Su amigo, quien le enseñó, no ha recibido esa gracia, aunque
por un largo tiempo estaba rezando por él. Eso significa que Dios mira
en nuestro corazón, y cuando nos dirijamos a Él del corazón, el Señor
nos va a consolar inmediatamente. Sólo aquellos que han recibido la
gracia gratuita de Dios, pueden saber cuál es el estado de los Ángeles
y los Santos. Otros no pueden saberlo. Nosotros rezamos a Dios, nos
esforzamos, pero si alguno no ha recibido la gracia gratuita de Dios,
no tiene la posibilidad de entender el estado en el cual se encuentran
los Ángeles y los Santos, porque ello no se da a escribir con las
palabras. Ese es el estado de la paz y alegría indecible. Sabes cómo
eras antes, te enojabas, y ahora no hay más el enfado. No existe el
hombre que te puede ofender, ningún pensamiento negativo que te
pueda dañar, porque tú estás rodeado y manejado por el Espíritu
Santo. Estos pueden entender el estado de la Santísima Theotokos…
Una vez, San Dionisio el Areopagita, el discípulo de San Pablo
Apóstol, quiso ver a la Santísima Madre y, cuando vino a Jerusalén, lo
llevaron los Apóstoles al lugar donde habitaba la Santísima Madre, y
de repente, lo iluminaron la paz y alegría, y él dice: “Si yo no supiera la
verdad de Quien es Dios, para mí la Santísima Madre sería Dios.” Por
eso y el Señor dejó la Santísima Madre para que sea el consuelo para
los Santos Apóstoles, porque ellos fueron perseguidos mucho, por
todas partes.
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Nos encontramos en una posición así, y pensamos que nosotros
luchamos para nuestra fe. Nosotros como individuas no podemos
hacer nada para nuestra fe, solamente si nos unemos en uno,
entonces, eso es la fuerza y el poder.
¡Ustedes ven qué hacen los espíritus malignos bajo el cielo! Por eso
nosotros combatimos siempre para fortalecer nuestra fe, y las fuerzas
malas bajo el cielo constantemente perturban nuestros pensamientos.
A un asceta hace doce años lo perturbaba el pensamiento de que Dios
no existe. Un asceta, quien vivía en la soledad, sin embargo, ese tipo
de pensamientos lo perturbaba. Y durante todos esos doce años él
luchaba contra los espíritus malignos, pero el Señor sabía que eso era
necesario, que se permite así y que lo atacasen los pensamientos y
día y noche. Por todo eso existe la guerra y el combate entre el bien y
el mal. Nosotros queremos ser buenos, y los espíritus malos bajo el
cielo no quieren que nosotros tengamos ni siquiera una buena
característica, sino solamente las negativas. Pues, por eso nosotros
llevamos la guerra. Nosotros solos no podemos combatir. El Señor es
nuestro combatiente, nuestro protector, porque nosotros solamente
podemos pedir, sinceramente, la ayuda del Señor, y Él nos va a
ayudar.
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espíritus malignos bajo el cielo. San Pablo Apóstol dice: “He peleado
la buena batalla, he guardado la fe” (2 Tim. 4, 7). Por eso nosotros
debemos clamar incesantemente al Señor y a la Santísima Madre.
Debemos rogar al Señor que nos digne de amarlo así como lo aman la
Santísima Madre, los Ángeles y los Santos. Porque el Señor es fuerte
y poderoso para ayudarnos en eso, hacernos así. Él quiere que
seamos así por los siglos de los siglos, que nos quedemos en Su amor
y abrazo. Por eso deseo que tú también, alma de Dios, reces así al
Señor, y que te conceda amarlo tan fuertemente, así como Le aman la
Santísima Madre, los Ángeles y los Santos. Entonces sentirás la paz y
el silencio en el corazón, porque regalas tu corazón a Aquel que es
infinito, Quien puede dar el amor infinito, la paz infinita.
¿Nos puede decir usted un poco más sobre el por qué no se debería ir
al monasterio sin bendición de los padres?
Los padres tienen un poder grande sobre sus hijos. Ellos pueden
entregar a sus hijos (cuando son pequeños) a Dios o al diablo. Yo me
extrañé cuando comprendí cuánto poder tienen los padres sobre sus
hijos, un poder increíble. No solamente lo tienen los padres sobre sus
hijos, sino y el marido sobre su mujer, también.
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marido, de nuevo. Él le suplicaba que se quede, porque todo este
tiempo vivían en la armonía, sin peleas. Ella era cristiana, bautizó a su
primer hijo y debería bautizar al otro. Todo lo que hacían en su vida,
ella y su marido, lo hacían por sus hijos. Ahora no quiso nada más,
solamente que se marchara. Él, afligido ya, cuando comprendió cuánto
es obstinada, la dejó irse. Después ella se fue al Belgrado y trabajaba
en ese almacén. Yo me iba al Belgrado, al lugar donde trabajaba, para
comulgar a su hija. La niña no está totalmente sana ni con su mente,
ni puede con sus manos y pies. Todo lo que le dijo su marido, todo se
cumplió. Luego, yo estaba pensando, cómo es que el marido posee
tanto poder sobre su mujer, entonces veo cuando el Señor dice a
nuestra antepasada Eva: “Porque obedeciste a la serpiente, por eso tu
voluntad desde ahora será bajo el gobierno de tu marido.” Entonces
entendí que nuestras madres, cuando no obedecen a nuestros padres
(sus maridos), construyen el infierno en la casa. Ustedes pueden ver
qué provoca la desobediencia. Los padres tienen un gran poder sobre
sus hijos, y el marido sobre su mujer, porque su voluntad está
subordinada a su marido. Aquí, hay mucho lo que no sabíamos y el
Señor nos revela, y ahora nos queda solamente esforzarnos para ser
buenos.
Que la paz y la alegría de Dios sean con todos ustedes; porque la paz
y la alegría son las riquezas más importantes de este y del otro
mundo; todos nosotros ansiamos eso. Podemos tener en la Tierra lo
que sea que deseemos, y al mismo tiempo, no tener la paz y la
alegría. La paz viene de la fuente de la paz, que es el Señor. Cuando
el Señor se dirigió a Sus discípulos (cuando ellos cerraron las puertas
por el miedo a los Judíos), lo primero lo que les dijo fue: Paz a
vosotros.
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vegetal, porque y las vegetales tienen el sistema nervioso. Todos
esperan la paz, consuelo y amor.
El Señor nos dará Su gracia. Ella es la fuerza divina que obra en todas
partes y, especialmente, en almas que buscan al Señor, a la Fuente
de la vida. La paz de Dios se siembra en todos lados.
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El profesor está desatento. Él es así, debes rezar para que el Señor dé
al Ángel mansedumbre tanto a ti como a tu profesor. Si amas a tu
profesor, entonces, fácilmente darás los exámenes y sacarás buenas
notas. Cuando el profesor y su alumno se reconcilian, entre ellos no
hay más la guerra.
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sufrían durante sus martirios, y si los sintieron, el Señor suave los
consoló. Cuando la gracia del Espíritu Santo ilumina al alma, ella no
experimenta más el sufrimiento (no lo siente).
Después del Señor no tenemos más grande bien que nuestros padres.
El Señor dice: “Yo soy el que engendra el embrión en el vientre de la
madre”.
Los padres son los instrumentos en las manos del Señor. El Señor
bendice el matrimonio. Al lugar de los Ángeles caídos, quienes
acompañaron al Satanás. Dios es y para ellos, los espíritus malignos,
Dios. Ellos son los seres altamente inteligentes, pero ellos no
participan ni en la paz ni en sosiego.
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padres, y sangran su corazón paternal y hacen lo que les pedimos y lo
que es bueno (para nosotros).
La energía de Dios obra en todos lados, especialmente, en esos
hombres que se voltearon al Señor. Dios es la paz, consuelo y alegría
para todos. Por eso les deseo la paz y alegría del Señor.
Los padres tienen un poder grande sobre sus hijos. Si ellos (los
padres) son buenos o malos, eso es asunto suyo, y por eso ellos
darán la respuesta al Señor. Hay mucho sufrimiento en el mundo por
la causa de la falta de respeto por los padres. Mi padre era un hombre
muy bueno. Yo tenía el pensamiento que él debiera invertir mucho
más en mí. Soy muy sensible. No debía enviar tales pensamientos a
mi padre.
No sirvió de nada que yo era un niño inteligente. (En ese tiempo) no
me di cuenta de que yo mismo he arruinado mi vida. Cuando algo
tenía que cumplirse, pues, el fracaso. Los médicos dijeron: “No vivirá
más de cinco años”. Mi pulmón estuvo enfermo gravemente. Quería
dedicar mi vida al Señor, y por eso me fui al monasterio.
El Señor va a abrir el mejor camino para los hijos. El Señor perdonará.
El Señor es misericordioso. Si nosotros rezamos a Dios por ellos, es
imposible que eso no haga influencia en ellos. Los pensamientos son
una fuerza enorme. Inmediatamente se nos abre a nosotros el camino
y la señal.
En el antiguo tiempo, un monje rezaba a la Santísima Theotokos para
que le muestre qué es el monje, y la Santísima Madre le dijo: “El
monje es aquel que reza por el mundo entero”. Si (con nuestros
pensamientos) llevamos la guerra contra nuestros profesores y los
padres, no hay bien.
El Señor siente lástima por sus criaturas, porque sufren tanto. Pero en
vano, cuando ellos no quieren arrepentirse. Una vez llegó un viejo a
San Antonio el Grande, diciendo que es un gran pecador y que pecaba
mucho.
-Quiero que me digas tú si hay para mí el arrepentimiento.
-Voy a rezar a Dios para que Él me lo revele, y tú ven acá en una
semana. El Señor se lo reveló.
-Pues, ¿sabes quién es el viejo ese?
-No lo sé.
-Es Satanás.
-Él quiere escuchar de mí si hay el arrepentimiento para él.
-Hay el arrepentimiento. Él es el espíritu y siempre se encuentra en el
movimiento. Debe permanecer en pie 3 años en un lugar, mirando
hacia el este y rezando así: Perdona, Señor, toda mi maldad.
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El viejo vino una semana después.
-¿Le preguntaste por mí?
-Sí. Debes estar de pie en un lugar 3 años, y rezar mirando hacia el
Este: Perdona, Señor, toda mi maldad.
Se fue soltando en un pie, porque lo sabía, pero no quiere
arrepentirse. No existe ningún pecado que es imperdonable. No existe
el pecado el cual derribará la misericordia de Dios.
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La magia tiene influencia en donde no hay oración y esperanza fuerte
en Dios. Una vez llegó a mí una mujer joven. Ella estudió ciencias
políticas, pero es muy devota. Se casó con un médico, el hombre
quien ya fue casado una vez. Un mes solamente estaba en matrimonio
cuando lo abandonó su primera mujer. Él tiene a un hermano mayor
quien también es médico. Ese se casaba tres veces, pero las tres
mujeres lo abandonaron. Su madre es médica también, es profesor en
la Facultad de Medicina. Ella vive con su hermana y se ocupa de la
magia negra. Raramente viene a visitar a su hijo.
Sin embargo, vino un día, enfadada, y dijo a su nuera: “Yo expulsé a
aquella mala mujer de mi hijo, pero a ti, no te puedo hacer nada”.
Con su magia manda a los espíritus malignos para que molesten a su
nuera, para que ella abandone a su marido. Pero esa mujer está
dedicada a la oración, con fervor al Señor. Y porque el espíritu maligno
no le puede hacer nada, regresa a su abuela y la atormenta. Regresa
a aquél que lo mandó, y se venga de él…
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Nuestros gitanos no tienen ni el hogar ni nada, pero su carpa está
llena de niños. Siempre están contentos, siempre alegres. Y los
nuestros tienen su pan, pero no quieren tener a los hijos. Es triste ello.
Tenemos que cambiarnos, si lo podamos…
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Para que avasallemos el mal”.
Y yo canto junto con ellos:
“Por el Rey de la Gloria,
Por el Rey de los Cielos,
Nosotros llevamos la guerra,
Para que avasallemos el mal.
¿Cómo vamos a vencer el mal?
Con el amor.
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cayeron; primero, no han guardado su dignidad (unos) ángeles, y
luego, por la envidia de los espíritus que cayeron, nuestros ancestros
Adán y Eva cayeron. Y he aquí, y en nosotros mismos echó ancla ese
rasgo – la envidia infernal.
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nuestro corazón, con todo nuestro ser; cómo seamos agradables a Él
así como son los Ángeles y los Santos. Porque, somos muy sucios,
impuros. Él no mira en nuestra suciedad e impureza cundo nos
acerquemos a Él desde el corazón, nos acepta inmediatamente.
Cuando pequemos en algo contra nuestro Padre y luego nos
acerquemos a Él desde el corazón, nos perdona todo, como si nada
haya pasado. El Señor nuestro es ilimitado en Su amor,
indeciblemente. Deberíamos acercarnos a Él sinceramente y estar
siempre con Él, porque Él está siempre con nosotros. Él impulsa
nuestra vida y quiere que Lo entendamos. Toda Su vida en la tierra
era natural, así para que el hombre lo pueda entender; Él dijo que es
el amor, nos explicó que Dios amó tanto al mundo que dio a Su Hijo
Unigénito por la salvación del hombre. Nos reveló el misterio, nos
reveló muchas cosas. Nos elevó sobre todas las criaturas; la
naturaleza humana, elevada sobre todas las criaturas, entró al misterio
de la Santa y Vivificadora Trinidad.
Pues, y ¿qué podemos nosotros, como los hombres, querer más que
estar con nuestro Dios, nuestro Padre? Por eso, deberíamos, en este
tiempo corto de la vida en la tierra, aprender cómo acercarse a Él.
Porque no tenemos nuestras propias fuerzas, debemos acercarnos a
Él como los niños ingenuos, del corazón, pedir a Él que nos enseñe
cómo ser buenos, cómo amarlo tan fuertemente así como Lo aman la
Santísima Madre, los Ángeles y los Santos.
No nos va a dejar el Señor quedando tan pobres, si nos acerquemos a
Él siempre del corazón. Él espera que nuestro corazón, nuestra alma
se impaciente con el deseo y anhelo más fuerte para Él. Para que
nunca nos caigamos de Él, de Su amor.
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Pues, como usted lo pueden ver, tenemos que curarnos, no aceptar la
envidia en nuestro corazón; la envidia destruye la paz interior y el
sosiego del alma. Por ejemplo, estamos tranquilos, en silencio, y llegó
a nosotros un amigo y nos contó sobre alguien (quien nos insultaba
mucho en los tiempos pasados) que le va muy bien en su vida, que
logró algo etc.; y porque no le hemos perdonado, de repente en
nosotros se aparece el espíritu de la envidia. Así, pues, miren ¡cómo
no prestamos atención!
Debemos estar en la oración incesantemente y no aceptar la
propuesta de los espíritus de la envidia.
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hecho. Un mal se enlaza con otro, y luego después, cuando el hombre
llegue a sí, dice: ¿Por qué me necesitaba todo esto? Estaba
sosegado, tranquilo, y en un momento todo se corrompió. Y se
corrompió porque no estábamos en guardia.
El amor, alegría y paz, esos son los dones de Dios, los rasgos divinos.
Ellos, por separado, pueden hacer milagros. El amor une todo en uno;
la paz irradia del hombre y está dando la tranquilidad; la alegría hace
que se quite el cargo del alma del hombre; cuando llegue un alma
alegre a otra que está triste, y le diga unos cuantos pensamientos
suaves, silenciosos, de repente, ¡es como si amaneciera! Pues, por
separado, el amor, la paz y la alegría pueden hacer milagros, pero
unidos en uno pueden ordenarles a todas las cosas. Cuando están
unidos y fortalecidos en el corazón, entonces, a dónde sea que esa
alma envíe los pensamientos, se aparece la paz, porque de ella irradia
la paz. Los Santos Padres dicen que puede trasladar montañas.
Suceden las curaciones, por ejemplo, el Señor mostró cómo, y dijo
que haremos eso por Su fuerza divina. Se mostrarán tales señales: a
los enfermos pondremos nuestras manos y se curarán. Esos son las
verdaderas palabras del Señor.
Pero, nosotros hemos perdido la bondad la que nos dio el Señor, y nos
ingerimos con nuestros pensamientos así como un pollo en la estopa,
y no podemos librarnos de ello, para que sea la paz en nuestro
corazón. Debemos prestar atención y que no entre en nuestro corazón
lo que perturba su paz.
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Si recibamos la propuesta, entonces, en algo, y nos pongamos de
acuerdo con ella - enseguida empieza el combate, nosotros
rehusamos uno y ellos proponen otro, tercero, cuarto… Y no podemos
tranquilizarnos y adquirir el sosiego. Entonces, debemos dirigirnos al
Señor con el corazón y la mente: “Señor, no tengo la fuerza, no he
aprendido desde mi juventud, envejecí habitando en el mal, mi mal
envejeció conmigo, y ahora necesita mucho esfuerzo para que eso se
eche fuera y se desarraigue de mí. Pero Tú eres fuerte y poderoso,
enséñame a ser inocente, dócil y humilde. Gratifícame con Tus rasgos
divinos, así como gratificas a Tus Ángeles y los Santos”.
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su atención a cuál vida lleva, qué hace y cómo hace. No presta
atención porque toda su concentración está en su personalidad.
Debemos despreciarnos por el amor de Dios, y ese “señor Yo” no sólo
rechazarlo, sino matarlo. Si él no esta muerto, no podemos unirnos
con el Señor, siempre se extenderá hacia arriba ese “señor Yo”.
Porque él es un señor grande y no puede combar su cuello, él está
arriba.
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Los planes y deseos terrenales tenemos que rechazar del corazón,
solamente entonces podemos amar sinceramente y a nuestro prójimo.
Si no, nuestro amor terrenal se encola ahora con uno y luego con otro,
pero todo eso es inconstante, no hay nada de eso. Y esa inconstancia
rompe, siempre nos rompe. La vida no la recibimos con entendimiento,
sino superficialmente.
Todo lo que planeamos a hacer debe ser con un solo pensamiento y
deseo (en común), porque el Señor lo pide así. Para que todos
estemos en la unanimidad. Rezaba el Señor por eso para que todos
seamos uno. Y nosotros nos separamos constantemente, hacemos así
y en nuestra familia. Eso no está bien, eso quiere el hombre, que se
cumpla su voluntad. Entiendo eso cuando la cabeza de la casa es ateo
y ocurre que el Señor llama a un miembro de la familia. Pero, esa alma
al que llama el Señor debe actuar con sabiduría. De ningún modo no
debe combatir (con los pensamientos) con el hombre que es la cabeza
de la casa, porque, entonces, no hay ningún avance. No debe hacerse
bandido quien mata a sus parientes con sus pensamientos y deseos.
Es otra cosa si nosotros nos entreguemos al Señor, y el hombre (la
cabeza) diga: “¡Renuncíate!” Entonces, tú no eres ni mi padre ni mi
prójimo ni nada. Yo no me puedo renunciar al Señor, estoy unido, con
mi corazón con Él, yo soy Suyo y Su vida divina está en mí; yo no me
puedo renunciar y tú – como quieras… Pero no debemos, ni entonces,
pensar algo ofensivo contra aquél en nuestro corazón, porque y el más
pequeño pensamiento así perturba nuestra paz. La situación en
nosotros entonces se empeora, y en nuestros prójimos se aguda. Y el
más pequeño pensamiento que no está fundado en amor, destruye la
paz.
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Nosotros los Cristianos nos hemos vestido en Cristo a través del
bautizo, nos hemos vestido en Dios, y Dios es el amor. Y cómo eso
ahora, nos hemos unido con el Señor en nuestro bautizo, pero en
realidad, ¡luchamos contra Él! ¿Cómo es eso de que “luchamos”? Con
nuestros pensamientos, enviamos malos pensamientos a nuestro
prójimo y a todos.
Cuando nazca en nosotros un pensamiento que no está fundado en
amor, debemos saber que hemos recibido la influencia de los espíritus
malignos. Recibiendo un pensamiento del mal, recibimos al mismo
diablo en nuestro cuerpo. Los espíritus no son visibles, nosotros les
“damos” el cuerpo para que sean visibles.
A los espíritus malignos nosotros damos el cuerpo para que sean
visibles para este mundo, y podemos verlos cómo son. Aquel mal que
se manifiesta a través de un hombre, pues, nosotros vemos al espíritu
quien ha ocupado al alma de ese hombre y se muestra a través de él,
blasfema, insulta… No insulta al Señor aquella alma, ella nació como
cristiana, sino aquel que la ha ocupado y tomó la posición, y hace lo
que le dé la gana. Y al lugar de que nosotros aprendamos (qué es) la
vida, nosotros nos oponemos y enviamos mal pensamiento al hombre.
De esa manera nosotros solos nos hacemos malos. ¡Cuántas veces
nos encolerizamos a aquellos que trataban mal, incorrectamente y
ofensivamente a nosotros! Le pensamos mal, significa que ¡matamos
a su alma! Porque ante Dios se recibe todo esto – bueno y malo – lo
que está unido con los sentimientos del corazón a través de los
pensamientos. Por eso tenemos que, con entendimiento, percibir el
mal y recibir el bien.
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A cada trabajo tenemos que entrar con el Señor. Porque, el enemigo
siempre extrae nuestra mente: dónde estábamos, qué hacíamos, qué
oímos, incluso desde nuestra infancia, entonces los diablos todo esto
lo mezclan, y nosotros pensamos que todo eso es nuestro. Ellos
tienen todo el registro de nuestra vida: qué hacíamos, cómo nos
comportábamos. Por eso, para nosotros es necesario un esfuerzo muy
grande para que nos acerquemos al Señor con nuestro corazón y que
siempre estemos con Él. Eso se llama – la oración de trabajo
(trabajadora).
Junto a la del trabajo, existe la oración por la gracia de Dios, ella se
recibe como el don del Señor. Viendo nuestro esfuerzo y como
queremos unirnos con Él con todo nuestro ser, rechazando todos los
deseos mundanos, Él nos limpia, paso a paso, de las preocupaciones
de este mundo, del compromiso con las cosas terrenales, lleva al alma
a la humildad y sencillez, para que no reciba a su corazón los insultos,
sino, lo que sea que ocurra para que se humille. Quiere decir, paso a
paso el alma se limpia para recibir el fuego divino, para que rece
incesantemente por el Espíritu Santo.
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Mientras tenemos algún como sea pequeño soporte en este mundo,
damos la poca confianza al Señor. Los Santos Padres recibían y el
bien y el mal así como de la mano del Señor, y así se han humillado.
Cuando vea que el alma está preparada, el Señor la cubre con la
gracia del Espíritu Santo y entonces ella recibe la libertad, paz, alegría
y consuelo, no tiene miedo más. Esa alma ve que todo sufre por causa
de la caída. Cuando se voltee, enseguida quiere llorar por todos y
rezar por todos.
Somos los hijos de nuestros padres con todos los rasgos negativos,
que no se pueden limpiar fácilmente. ¡Se deben aguantar muchos
dolores del corazón, para que el alma se libre! Nuestros enemigos nos
atacan y a través de los hombres, y luchando así – según la
providencia del Señor – paso a paso llegamos a sí. Si no tuviéramos
molestias, no rezaríamos a Dios.
Así el alma se da cuenta de que todos sus arrimos acá en la tierra no
son nada, y dice: no tengo a nadie quien me pueda entender. El alma
busca el amor invariable. Eso no hay en la tierra. Sólo Dios nos puede
consolar. Según el nivel de nuestra liberación de las preocupaciones
(de este mundo), el Señor nos está dando a sentir que Él está con
nosotros. El Señor a menudo permite y para que nos sorprenda el
enemigo, y entonces nos extrañamos de qué pasa con nosotros.
Esas permisiones del Señor sirven para que entendamos que no
somos nada.
Debemos prestar atención a lo que pensamos y hacemos, para que
eso sea agradable al Señor. Porque cada trabajo acá en la tierra es el
trabajo de Dios.
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Si amáramos al Señor con todo nuestro corazón, no pecaríamos “por
los siglos de los siglos”, porque, entonces, Él habitaría en nosotros. Él
es la fuerza que quema toda la impureza, todos los pecados, y,
entonces, no tuviera el acceso a nuestro corazón nada lo que no es
santo, lo que no es generoso. Pero porque somos carnales y no
limpiados, cuando queramos mostrar el amor a nuestro prójimo, acá
inmediatamente ingresa la pasión carnal. Debemos separar el amor de
la pasión. Dejemos la pasión, en eso el diablo hizo influencia; sino,
prestemos atención al amor divino, el cual no hace la diferencia. Ese
no es egoísta, sino el amor que abarca todo, perdona todo y se alegre
por todo.
Alguna gran tentación viene antes o después del bien que hace el
Señor. Eso para que el alma se quede humilde. Mientras está en el
cuerpo, el alma está protegida, pero cuando salga del cuerpo, está
totalmente sin protección, desnuda y débil, como el caracol cuando
salga de su cáscara.
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espíritus, y obedecía a sus órdenes mientras se encontraba en el
cuerpo, entonces, y después de su salida del cuerpo está obligado a
obedecer a ellos.
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Cuando el espíritu maligno vea que un hombre agrada a Dios y
avanza en el bien, entonces se infiltra en los corazones de otros
hombres y constituye en ellos el resentimiento hacia ese hombre de
Dios.
Por eso les deseo todo el bien del Señor y de la Madre Santísima; Ella
es nuestra gran Protectora, Quien intercede por nosotros ante Dios.
Ella va a rezar a Su Hijo para que nos dé la fuerza para que seamos
buenos, para que glorifiquemos a Dios y acá en la tierra y en la
eternidad. Amén.
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-Pues, no…. No vale nada, mis palabras no son… (no se escucha
bien), no vale la pena – respondió.
El Señor que quiere forjar con nosotros, pero nos dio la esfera para
que podamos pensar y decidirse si queramos el bien o no. Los
espíritus han caído antes que el hombre fue creado. Muchos siglos
antes. No han guardado todos los espíritus sus puestos. El hombre es
la cumbre de la creación. Él fue creado último de todo lo que fue
creado. Fue creado para ser dueño, señor del mundo material, para
que todo esté subordinado a él…
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los seres con la razón lleguen a sí, que regresen al abrazo a su Padre.
Para que se enciendan en el Bien Absoluto, al Amor Absoluto…
Pero miren, a los hombres les gustó más el mal que el bien. Es más
fácil pensar mal que bien.
Pero, cuando el hombre piense mal, no tiene la paz y no puede
tranquilizarse, por causa de esos pensamientos. ¡Qué grande es la
caída nuestra! Es horror. Que no podemos llegar a sí, ni podemos
hacer nada nosotros solos. No tenemos ni idea cómo nos tiranizan con
los pensamientos las fuerzas noéticas, mentales (los espíritus caídos).
Nosotros pensemos que esos son nuestros pensamientos. Nos
atormenta la envidia, la maldad, el odio. Eso es la tiranía de las
tiranías. No quiere eso el alma, pero no puede librarse. Desde la
infancia se acostumbra en eso y ya echó raíces grandes, profundas.
Ahora eso se debe echar fuera de sí. Debes transformarse en el amor.
Para que seas absolutamente sosegado, silencioso. ¿No es fácil?
¿Ahora ves qué grande es la caída humana?
El hombre no puede solo, sin ayuda de Dios. Cree que algo sabe. La
cabeza caldeada. Todo se le revela desde la eternidad. En todos lados
nos rodean los misterios. En todos lados es el misterio de Dios. Somos
un gran misterio y para nosotros mismos. No sabemos qué somos.
¿De dónde hemos llegado? ¿A dónde vamos? Cuál es ese ser quien
piensa, se mueve y habla algo lo que sabe. Escuchó algo de alguien,
piensa, algo vino a su mente. Crea algo, ni él mismo sabe cómo.
¿Cuál es ese misterio en él? ¿Cómo sus órganos interiores funcionan
sin su voluntad, y eso perfectamente? Y él perturba todo con sus
pensamientos.
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grandísima. Y cada uno de nosotros tiene la estación emisora en sí. El
hombre es el aparato mucho más preciso que la estación de radio, que
el televisor, sólo su función está desordenada. ¡Qué ser preciso es el
hombre! ¡Qué elevado! Pero no sabemos apreciar eso. No sabemos
cómo encenderse a la fuente de la vida, cómo sentir la alegría de la
vida. Y echan en nosotros constantemente… los enemigos… A San
Venerable Antonio el Grande el Señor le mostró las estaciones
emisoras de los pensamientos, que nos rodean. Y cuando lo vio, él
suspiró, diciendo: “Señor, ¿quién puede pasar por delante de esto?” Y
escucha la voz: “Sólo los humildes y dóciles”.
A ellos ni los tocan estas redes. En ellos están encendidos sólo la paz,
silencio, los radios de Dios, el signo de la fuerza absoluta de Dios.
Ellos no se encienden en mal…
Piensan los hombres que van a vivir acá eternamente. Pero, la vida es
corta.
¿Qué es eso, hombre, la vida? Pues, no es nada. Eso es tan corto que
no se puede ni imaginar. El hombre cuando es joven no se da ni
cuenta de eso. Yo reflexiono, muchas veces: pues, nosotros en la
tierra somos, en verdad, miserables, cuando no podemos vivir ni
siquiera 4 mil millones de segundos. Para eso deberíamos vivir 120
años. Cien años es 3 mil millones de segundos. Y ¿qué es eso – cien
años?... Nada… Un momento… Corto… Vivimos en la eternidad.
Además, este tiempo es gracias a lo que la Tierra rota cerca de su eje
de la esfera y el Sol. Si el Sol se quedara en cenit, no hubiera la
posibilidad de medir el tiempo. Vivimos en la eternidad. Siempre el día.
No hubiera de dónde comenzar (a medir). Y cuando no medimos el
tiempo, ¿te das cuenta de que el tiempo no existe? Existe para
nosotros que somos limitados.
Por eso y en el Apocalipsis, donde San Juan Apóstol dice sobre aquel
Ángel que puso un pie a la tierra y otro al mar, y se juró al Altísimo
diciendo que “¡el tiempo ya no existirá más!”. La eternidad… Significa
– el Señor moverá la velocidad y el mundo material desaparecerá.
Sabemos que la materia, cuando alcance la velocidad de la luz,
desaparece. Se convierte en la energía invisible. Cuando alcance la
velocidad de la luz, 300 000 km/h…
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círculos allá, donde hay raso y no hay árboles, corren, juegan… Se
alegran. La alegría de la vida. Los animales tienen alegría de la vida.
Nosotros los perturbamos. Ellos tienen alegría de la vida, y nosotros
tenemos todo y no estamos contentos. Ellos no se preocupan ni para
su comida ni nada, pero el Señor los alimenta. Mordisquean un poco
acá y allá las ramitas, encuentran en algún lugar un poco de
protección, allá duermen. Agradecidos a Dios. Y nosotros, no. Un
pájaro glorifica a Dios sin cesar. Empezó en mañana temprano, a las
tres, a cantar, y hasta las nueve horas no parra. A las nueve un poco
se callan, entonces se van a buscar la comida, y sus crías deben
alimentar… Después, otra vez canta. Al pájaro nadie lo obliga cantar.
Él canta. Si lo escucha alguien o no, él canta… Y nosotros, fruncidos
la frente, la nariz hinchada… No estamos en disposición ni para
cantar, ni nada. Tenemos que llevar ejemplo de los pájaros. Siempre
están alegres. ¿Y nosotros? A nosotros nos estorba algo. Y ¿qué nos
estorba? No nos estorba nada. ¿Es así?
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es dura. Luego después te das cuenta de que no estás libre. Que
estás atado, en verdad, atado. Enganchado en el coche debes tirar
porque agitan. Los hijos piden. Quieres, no quieres, debes tirar. Y
cuando eras libre, otro pensabas… pero ahora debes pensar, no sólo
en ti, sino en muchos.
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Pues, miren, nosotros nos hemos bautizado en el Cristo Señor, somos
Cristianos según la forma y no así cómo nos quiere el Señor. No hay
en nosotros nada bien. Porque sabemos pensar mal y enfadarse, y
menospreciar a nuestro prójimo, entonces no hay nada... Y leían, pero
no entienden. ¿Quién podía decir sobre sí, entre los filósofos y
científicos del mundo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”? Nadie
podía decir eso. También: “Yo soy el pan de la vida”. O: “Quien cree
en Mí tiene la vida eterna”. Pero, los hombres entienden poco,
comprenden poco. La mentira está más cerca de ellos que la verdad.
Nosotros pensamos que tenemos algún valor… No vales nada. Así es.
La perfección de la vida cristiana, así dicen los Santos Padres, es la
humildad extrema. La humildad extrema. Ellos son gratificados con la
gracia de Dios. Aquel que es humilde y dócil, no se enoja. Y si lo
insultes, tú te encolerizas, y él siente lástima por ti porque te
atormentas tanto.
Claro que sí. Que escuchen. Que se humillen y escuchen. Aquel que
es humilde y dócil, él escucha. Aquél que escucha es humilde. Y
cuando nos opongamos, inmediatamente te darás cuenta de que
cómo el enemigo estanca tu vida. No te va…
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son llenos de vida. Agradecidos a Dios. Porque el Señor quiso que
lleguemos al mundo a través de nuestros padres. Ellos van a dar la
respuesta a Dios cómo vivían, van a dar la respuesta y por nosotros.
Pero nosotros no daremos la respuesta por ellos. Nosotros vamos a
dar la respuesta cómo y si los respetábamos. La situación espiritual en
la Tierra es muy mala, porque los niños pequeños, hasta los 5 años de
su edad, se oponen a sus padres. Por eso nos va así, porque nadie
respeta a sus padres. En todo el planeta la situación es igual…
“Svetigora”
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esconde otra vez de nosotros, para que anhelemos a Él y Lo
busquemos con todo nuestro corazón.
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