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DE LA CONVERSACIÓN CON UN MONJE NUESTRO

Me fui al monasterio V. con la intención de descansar del alboroto de


Belgrado y de nuestra vida llena de turbulencia. Sinceramente, no
esperaba nada más de mi estancia en ese lugar. Pero Dios quiso que
en este pobre y retirado pequeño monasterio me encontrara con un
hombre de Dios y, a través de las conversaciones con él, sentir, más
claro que nunca antes, cuan atractiva es la vida según (la voluntad de)
Dios. He anotado algunas de esas conversaciones que llevábamos en
la enramada, al lado de la iglesia.

El nombre de este monje – huésped nuestro – no vamos a mencionar,


por el temor de que tal vez al llevar en evidencia parte de la vida
interior del padre T. podríamos quizás, perturbar la paz de su alma
modesta.

Sobre la oración

-¿Cómo se debe rezar a Dios?

-Debemos rezar así como lo hacía el padre Juan de Kronstadt. El leía


las oraciones atentamente, y en alguna palabra sentiría que su
corazón se calentó y que en su alma se derramaron la paz y alegría, y
después rezaría con afecto.

Las palabras de la oración se deben pronunciar con la fe de que el


Señor nos está mirando y nos está escuchando. Y cuando, durante la
oración, algo ‘’se eleve’’ en el corazón, ‘’atrápenlo’’ y deténganse en
ello – ‘’que se mantengan’’ en ello.

-¿Cómo Usted aprendió a rezar?

-Cuando era pequeño era flojo y enfermo (físicamente). En la casa me


decían a menudo:
‘’Tú no eres para nada. Mira a Miladin (ese fue un coetáneo mío),
como él ayuda a su padre, y tú comes el pan en vano’’. Me dolían
estas palabras.
Cerca de nuestra finca, se encontraba un árbol y yo iba allá a menudo
y pedía al Señor que hiciera que y yo fuera útil para algo.

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Parcialmente del mismo padre T. y el resto de otros miembros de la
fraternidad, me enteré de algo más sobre su vida.

Él nació en el año 1914, en una feria como bebé prematuro (tenía 7


meses). (A propósito de eso, una vez me dijo, sonriendo: ‘’Pues, de mí
no pudo salir nada mejor, porque nací en la feria’’.) Su madre pronto
falleció en el Señor. Lo criaron las madrastras. En la casa muchas
veces lo molieron a palos, entonces él solamente tomaba una
rebanada de pan y se huía de la casa. Cuando creció lo pusieron en
aprendizaje del sastre, pero ni ahí le fue mejor que en casa… Luego
llegó la enfermedad en su pulmón. Los médicos le dijeron que podría
vivir como mucho – cinco años más. Entonces, decidió que al menos
esos cinco años que le quedaban, los usaría para servir a Dios y partió
al monasterio Milkovo donde el padre archimandrita Ambrosio.

-Cuando he visto que ni mis padres, ni primos, ni amigos ni el resto del


mundo no me están dando nada más que las heridas, ofensas y el
dolor, decidí no vivir más para este mundo, sino estos pocos días que
me quedaron hasta mi muerte dedicarme a Dios. Comprendí que en el
mundo no tengo a nadie que sea mío, excepto al Señor.

Sobre la paz interior

-¿Qué es lo más importante en la vida espiritual?

– Lo más importante es, creo yo, la custodia del corazón en paz. Qué
no se inquieten por nada. En el corazón debe reinar la paz, la calma,
el silencio…
El caos en los pensamientos es el estado en el cual se encuentran los
espíritus caídos (los demonios). Por el contrario, nuestro espíritu debe
estar atento, unido, no desparramado. Solamente en la mente unida
se puede alojar el Único Dios.

La oración interior

Cuando sintamos la disposición favorable, podemos interrumpir el


silencio del corazón con el ejercicio de la oración de Jesús. Ella se
pronunciaba, en el principio, así:

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‘’¡Señor Jesús Cristo, Hijo y Verbo de Dios, por la Theotokos, ten
piedad de mí!’’
Con el tiempo los monjes la reducían y en día de hoy se pronuncia así:
‘’¡Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí!’’

Si podemos, pronunciemos la oración de Jesús con afecto. Pero, si no


podemos, intentemos clamar al Señor con el corazón, como sabemos
y conocemos, y contentémonos con el silencio ante el Señor.
Si no tenemos a un padre espiritual experimentado para que nos guíe,
es peligroso que nos violentamos a la oración interior.

-¿Cómo usted aprendía la oración noética (η νοερά προσευχή)?

-Yo era todavía muy joven novicio cuando empecé. El padre Ambrosio
me dijo: Lo que sea que haces, pronuncia incesantemente en tu
interior: ‘’¡Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí!’’ Era niño y le obedecí
con todo mi corazón. Cada día confesaba lo que acontecía en el alma,
y él me aconsejaba que debiera hacer. Después de un tiempo sentí
que junto con el aire que respiro, la oración ‘’entra’’ al corazón. Con el
tiempo la oración empezó en sí misma a ejercerse en el corazón.

Pero, después falleció en el Señor mi padre espiritual y durante


muchos años mi alma se encontraba en los tormentos grandes. La
tristeza torturaba a mi alma. El miedo abultado en mi niñez ya, me
atormentaba nuevamente. Tenía miedo que los mayores no estuvieran
contentos conmigo y nunca podía tomar aliento (por eso).

-Y Usted ¿qué hacía entonces?

-Depende. Lo más a menudo tomaba el acordeón, me iba a la soledad


y tocaba. Desde siempre me gustaba la música y eso me brindaba el
consuelo.

A veces preguntaba a mí mismo: ¿Qué quieres? ¿Tienes hambre,


tienes sed, estás desnudo, descalzo, enfermo? Dios te dio todo y,
pues, ¿qué quieres más? Sin embargo, el alma se afligía y buscaba
que alguien la consolara, pero no había nadie.

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Me iba donde algunos padres espirituales, les pedía el consejo, pero ni
eso, tampoco, ayudaba.
Así fue hasta que leí el libro ‘’El camino de la salvación’’ de San
Teófano el Recluso (Obispo de Visa, en Rusia), y el Señor me ayudó.
Cuando no hay nadie entre los hombres para que nos consuele,
entonces el Señor a través de un libro viene y nos alegra el alma.

El estar (de pie) ante el Señor

Paralelamente con la custodia de la paz en el corazón entréguense al


estar (de pie) ante el Señor. Esto significa: Tener en cuenta
incesantemente que el Señor nos está mirando. Con el debemos
levantarnos, yacer, trabajar, comer, caminar. El Señor está presente
en todos lados y en todo.

Detrás de la enramada donde estábamos sentando se extiende un


horizonte maravillo. El padre T. elevó su mano hacia los campos y las
montañas y dijo: ‘’El Señor es la fuerza que impulsa la vida de todos,
constituye el orden en el universo, está dando la belleza a Su
creación, mira por todo y habita en el corazón del hombre. El Rey de la
gloria (El padre T. a menudo llama al Señor con ese nombre) habita en
todas Sus criaturas y en Sus hijos.

Estado de la comunicación con Dios (Богоопштење)

-El hombre va a encontrar dentro de sí el Reino de Dios… “Baja a tu


corazón y en él encontrarás las escaleras para subir al Reino de Dios
“, nos aconseja San Isaac el Sirio.

Las Santas Escrituras nos enseñan que el Reino de Dios es “justicia,


paz y gozo (alegría) en el Espíritu Santo”… El primer paso hacia ese
estado de comunicación con Dios es la entrega absoluta de sí mismo
a Dios. Luego, es Dios quien actúa, y no el hombre.

Estado de comunicación con Dios (Богоопштење) significa: que Dios se


aloje en nosotros, que Él actúe en nosotros; que nuestro espíritu se
vista de Él y que Él maneje a nuestro intelecto, voluntad y
sentimientos. Entonces, nosotros somos solamente los instrumentos
voluntarios en Sus manos – movidos por el en los pensamientos, los
deseos, los sentimientos, en las palabras y en el trabajo.

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-¿Cómo el hombre que llegó a un nivel alto de espiritualidad se cuida
de la soberbia?

-Pues eso no es nada especial. El estado de comunicación con Dios


es un estado normal para el alma humana. El hombre es creado para
vivir así. El pecado alejó al hombre de su forma natural de vida, y por
eso él tiene que adquirirla de nuevo. En realidad, nosotros solamente
nos esforzamos por llegar a un estado normal, sano.

La contemplación

Cuando el Reino de Dios se aloje en el corazón del hombre, entonces


Dios le revelará los misterios. Junto con Dios entrará a la esencia de
todo y entenderá su misterio.

Todo el conocimiento está en Dios, y cuando el Señor quiera, según


Su misericordia revela al hombre los misterios. Así, un monje sencillo,
sin educación, a través de la misericordia de Dios, llega a saber los
grandes misterios: sobre la vida, muerte, Paraíso, infierno, llega a
saber y cómo está constituido este mundo.

Cuando el Reino de Dios se aloje al corazón del hombre, Dios quitará


de la mente (ο νους) como una cortina, el desconocimiento. Entonces,
el hombre entenderá no solamente el misterio de las cosas, sino
entenderá y el misterio de sí mismo. Y al fin, en un momento sagrado
Dios le revelará, según Su misericordia inexpresable, y a Sí mismo; el
hombre, entonces, contemplará al Rey de la gloria así como mira el sol
en el agua clara. El hombre estará en uno con Dios y Dios actuará en
él. Tal hombre vive en la tierra solamente con su cuerpo, pero su
mente está en el Reino de los Cielos, junto con los Ángeles y Santos,
y contempla al Señor.

A menudo cuando preguntaba algo al padre T. me respondía en pocas


palabras y entonces decía: ‘’Sobre eso escribía ese Santo Padre.
¿Quieres que lleve el libro para leer sobre este tema? Por supuesto
que estaba de acuerdo (con eso) con alegría, y él en un momento
hojeaba el libro y leía los fragmentos adecuados y en el otro hablaba
por sí mismo. Aún no he encontrado a un hombre que se apañara más
rápidamente en esos libros.

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Sobre la severidad

La severidad hacia los prójimos es peligrosa. Los severos avanzan


solamente hasta un grado cierto y se quedan en la hazaña (η άσκηση;
подвиг) carnal. En el comportamiento con los hombres se debe ser
suave, dócil, concesivo.

El padre T. me contó un sueño suyo característico:

‘’Dormido, soñaba que había muerto. Dos jóvenes me llevaron a una


habitación y me pusieron en un podio entre ellos dos. A mi lado
derecha estaban los jueces. En el fondo a la izquierda alguien me
acusaba y decía: ‘¡Ese es aquel quien no puede con nadie!’ Me
callaba, estaba estupefacto. Esta voz desde la esquina dos veces más
repitió lo mismo. Entonces el joven que estaba a mi lado derecha me
dijo: ‘¡No te asustes! No es cierto que tú no puedas con nadie. Tú no
puedes con ti mismo’’.

La atmósfera de los cielos y la atmósfera del infierno

De un hombre que lleva el Reino de Dios en su interior, irradian los


pensamientos santos, los pensamientos de Dios. El Reino de Dios
constituye en nosotros la atmósfera del reino de los cielos, enfrente de
la atmósfera noética (мисаона атмосфера) del infierno la que irradia el
hombre quien en su corazón lleva el infierno. El papel de los cristianos
en el mundo es depurar la atmósfera en la Tierra y difundir la
atmósfera del Reino de Dios. Al mundo debemos conquistar a través
de la custodia de la atmósfera de los cielos en nuestro interior, porque
si perdemos el Reino de Dios dentro de nosotros, no nos salvaremos
ni a nosotros mismos ni a los demás. Aquel que lleva en su interior el
Reino de Dios, él Lo va a transmitir imperceptiblemente a los demás.
La gente será atraída por nuestra calma y calor, querrán estar junto a
nosotros, y gradualmente los va a conquistar la atmósfera de los
cielos. Ni siquiera es necesario hablar a la gente sobre todo esto; los
cielos irradiarán de nosotros cuando callamos, o cuando hablamos
sobre las cosas ordinarias; e incluso irradia de nosotros cuando ni
siquiera nos damos cuenta de él... Un desobediente se aleja del Reino
de Dios porque ese quiere siempre que se cumpla su voluntad y no de
Dios. En el Reino de los Cielos está excluida la posibilidad del reino en
el reino. Eso lo querían ‘’los espíritus caídos’’ y por eso se cayeron del
Señor, del Rey de la gloria.

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El alma que cayó en el círculo del caos noético (мислени хаос), en la
atmósfera del infierno, y solamente la tocó, siente los tormentos del
infierno. Por ejemplo – hojeamos los periódicos, andamos por las
calles y luego, en un momento, sentimos que algo, dentro en el alma,
se desordenó – sentimos el vacío, la tristeza. Eso es porque, a través
de leer diversas cosas, perdimos la mente atenta, unida, nos hicimos
desparramados y la atmósfera del infierno ‘’aportó’’ (esta palabra el
padre T. la utiliza a menudo) a nosotros.

Sobre la predicación

No se debe predicar desde la razón, sino desde el corazón. Sólo


aquello que proviene del corazón toca a otro corazón. Nunca atacar,
nunca oponerse a nadie. Si el predicador debe alejar a la gente de
algún mal, tiene que hacerlo con mansedumbre, con humildad y un
gran temor de Dios.

Sobre la humildad

-¿Cuál es el hombre humilde?

-El humilde considera a cada hombre más alto de sí mismo, y no


solamente a cada hombre incluso otras criaturas de Dios.

-¿Cómo podemos considerar a esos más altos que nosotros, cuando


el Señor nos ornó, a nosotros, con la razón y nos llamaba a Sus hijos?

-Si ustedes ponen la mano en el pecho y son sinceros con ustedes


mismos, verán que ustedes son más bajos que muchas criaturas de
Dios. Miren la abeja, como se apresura y trabaja. Se está dando sin
dispensa, sin reserva. La abeja vive solamente un mes y medio y a
menudo se muere durante su trabajo, no logrando volver a su abejera.
Y miren, cuánto el hombre piensa sobre sí mismo, y cuanto se
lamenta. Y miren la hormiga, que no se cansa de tirar siempre algo. Y
cuando su cargo caiga, ella lo levanta y continúa con su trabajo con
paciencia. Y nosotros, cuando no logremos algo inmediatamente,
rápido sacamos las manos de ello.

Yo estaba presente cuando una abuela preguntó al Padre Tadeo qué


debía hacer para que sus nietitos sean devotos.

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– Que su abuela siempre sea apacible, buena, que no se enoje nunca,
que siempre esté contenta, que ella escuche a todos, aun cuando no
quieren escucharla a ella. Quizás sus nietitos no serán devotos ahora,
pero después, se acordarán de su abuela y el recuerdo de ella los
hará mejores personas…

Apuntó G. Z.
Del periódico ‘’El Misionero Ortodoxo’’

SOBRE EL OBJETIVO DE LA VIDA

Perdónenme si alguna vez me desvíe del tema durante la homilía esta


noche. Ustedes solos ven cual es nuestra vida acá en la Tierra.
Nosotros los cristianos deseamos la salvación tal como a nosotros
mismos y nuestros prójimos y anhelamos la perfección. Aquellos que
no son religiosos quieren conseguir la perfección en la esfera material
de la vida.

Yo, desde la juventud temprana, me fui a servir al Señor. Mi salud era


débil, y pensaba, que mi corta vida restante sea guiada así como el
Señor ordena. Gracias al Señor porque me guió, desde el principio, a
aquellos trabajadores, los Rusos, al monasterio Milkovo. En ese
monasterio la mayoría eran refugiados, los rusos, monjes, y entre ellos
estaban hombres santos; y porque todavía yo era niño, todo lo que me
decían lo aceptaba.

Durante toda mi vida me atormentaba el pensamiento sobre el objetivo


de esta vida, me preguntaba a dónde iba esta vida, si eso que hace el
hombre al esforzarse por conseguir la riqueza material, comer y beber,
¿eso es todo? Gracias a Dios, en el Zitie (la biografía de un Santo –
nota del traductor;) de San Serafín de Sarov, el Santo explica que el
objetivo de nuestra vida es volverse al abrazo de nuestro Padre
Celestial, para que nosotros, los hombres en la Tierra, seamos así
como los Ángeles en los cielos, manejados por el Espíritu Santo.
Porque nosotros somos los hijos de los padres caídos, es mucho más
fácil desviarnos del camino correcto que renunciarnos de muchos
malos rasgos aquellos que hemos obtenido en el ambiente familiar,
durante nuestra vida. Aunque nosotros somos la copia de nuestros
padres quienes no eran perfectos ni capaces de brindarnos aquello lo

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más bello, sino, al contrario, luego nosotros hemos visto y hemos
experimentado, durante nuestra vida, muchas injusticias de nuestros
padres, muchos dolores del corazón. Pues, todos nosotros aspiramos
hacia la perfección, y el deseo de todos nosotros es descubrir el
objetivo de esta Vida. Lo descubrimos poco a poco, como lo dicen los
Santos Padres: ‘’La fe en nuestro interior crece poco a poco’’. Uno de
los Santos Padres dice: ‘’Esta fe, la que tengo ahora cuando ya estoy
viejo, en comparación con la fe la que tenía cuando era joven – pues,
eso en la juventud era, simplemente nada, una gran falta de fe”.

Nuestra fe crece poco a poco, y cuando se fortalezca en el Señor,


entonces es fuerte y poderosa.

Hoy en día en el mundo se acontecen muchas cosas. Hemos


escuchado mucho sobre los protestantes. Ellos se cayeron de la
iglesia occidental, y con la Iglesia Ortodoxa nunca se unieron e
introdujeron muchas novedades a su fe. Los protestantes se esfuerzan
y rezan, desarrollaron la misión tan fuerte, más que la iglesia católica
romana, pero ellos no lo entienden ni saben que se encuentran bajo la
dirección de los espíritus abajo de los cielos (los espíritus impuros).
Todos aquéllos a los que acristianaron los protestantes, están
automáticamente encendidos a la energía negativa, y están bajo la
dirección de muchos espíritus impuros. San Pablo Apóstol dice: Tú
dices que crees, pues, demuestra tu fe con tus obras. El Satanás cree
y tiembla, pero se opone. Se opone a cada bien. Muchos acá en la
Tierra se consideran a sí mismos ateístas, pero si pensamos mejor de
nosotros mismos, vemos que no existe ni un solo ser razonable que no
anhela, con su corazón, la vida y el amor absoluto. El amor absoluto
no se cambia, sino dura eternamente. Nosotros, con todo nuestro
corazón, anhelamos el bien absoluto, la paz absoluta, en realidad,
nosotros anhelamos a Dios, con todo el corazón. Dios es la vida, Dios
es el amor, Dios es la paz, Dios es la alegría. Anhelamos a Dios con
nuestro corazón, pero nos oponemos a Él con nuestros pensamientos.
Satanás cree y tiembla, pero se opone. Así igualmente el impío no es
el impío, sino el oponente. Es decir, nosotros anhelamos a Dios con el
corazón, pero nos oponemos a Él. Nuestra oposición no hará daño a
Dios, porque Él es omnipotente, pero sí, hará daño a nosotros
mismos.

Nuestros pensamientos, nuestra disposición, nuestros deseos


determinan nuestra vida. Con cuales pensamientos nos ocupamos, así

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es nuestra vida. Si nuestros pensamientos son serenos, silenciosos,
llenos de amor, bondad, pureza – entonces en nosotros gobierna la
paz, porque todos los pensamientos tranquilos están dando la paz
interior, que irradia de nosotros. Si llevamos en nosotros los
pensamientos negativos, infernales, entonces y nuestra paz interior
está destruida. Los Santos Padres dicen sobre los pensamientos:
‘’Cual pensamiento destruye la paz y por el cual no podemos
calmarnos, ese es desde el infierno y necesitamos rechazarlo, no
aceptarlo’’. Tenemos que esforzarnos para nuestro propio bien, para
que se fortalezca en nosotros la paz, la alegría, el amor divino.
Nuestro Padre Celestial quiere que nosotros, Sus hijos, tengamos Sus
rasgos divinos, que seamos llenos de amor, paz, alegría, consuelo,
verdad, generosidad. El Señor quiere, pero y todos nosotros queremos
ser dóciles y humildes, porque aquel alma que es dócil y humilde
irradia la generosidad y bondad de sí. Tal alma aun cuando se calla
siempre emite de sí las ondas sosegadas, silenciosas, llenas de amor
y bondad. Tal alma no se ofende cuando a ustedes le arrojen anfibios
y serpientes, pueden darle una paliza pero ella siente lástima por
ustedes porque se mortifican tanto.
No hay muchos así en la Tierra, pero por ellos el sol calienta y Dios
nos está dando Su bendición para vivir, para tener todo lo necesario
para la vida. Nosotros debemos cambiar nuestros pensamientos.

Ustedes solos pueden ver como nosotros mismos en la familia


construimos la armonía o la discordia, eso depende de nuestros
pensamientos y deseos. Si el hombre, la cabeza de la casa, está muy
agravado con las preocupaciones y pensamientos sobre alguna
dificultad, él con esos pensamientos construye la inquietud no
solamente a sí mismo, sino también a toda su familia. Todos en la
casa están depresivos, no tienen ni paz ni consuelo. Él, como la
cabeza de la casa, debe irradiar la bondad, para que esa se emita de
él hacia todos los demás en la casa. Nosotros somos tal aparato
pensador. Yo, en mi tiempo, no sabía que al hombre no se le permite
ofender a sus padres, ni carnales ni espirituales. No se nos permite
ofenderlos ni siquiera con nuestros pensamientos. En mi tiempo no me
daba cuenta de que el ofender nos trae las graves consecuencias a
todos nosotros. Yo sufría mucho porque ofendía a mi padre con mis
pensamientos, y ahora no me puedo arrepentir suficiente por eso. Mi
padre era un hombre sereno, silencioso, dócil, un bonachón increíble.
En su vida nunca estuvo enfermo, porque siempre tenía la paz interior,
y por eso y sus órganos funcionaban sin carga. Toda su vida el
observaba como una presentación, cuando alguien lo insultaba no se

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ofendía, era sereno y silencioso. Yo estaría feliz si tuviera los rasgos
de su carácter…

…De nuestros pensamientos proviene el bien o el mal, la paz o la


discordia en la familia, y aquellos que son devotos quieren que
siempre estén buenos y tranquilos. Ellos se esfuerzan, pero las
preocupaciones terrenales abruman a menudo al hombre. El Señor
todas nuestras preocupaciones tomó (en Sus manos), porque nosotros
no podemos ayudarnos a nosotros mismos, solamente complicamos
las cosas.

Nosotros ahora, en nuestro país y en el mundo entero, recogemos los


frutos de nuestros pensamientos. No son buenos nuestros deseos, no
son buenos nuestros pensamientos, ni el fruto, tampoco, no puede ser
bueno. Es necesario que nos arrepintamos, que cambiemos la vida. El
arrepentimiento no significa solamente ir con el sacerdote, sino es
necesario que el alma se libre de ese pensamiento y depresión, en la
cual cayó por seguir las líneas equivocadas en la vida. El
arrepentimiento es el cambio de la vida, la vuelta hacia el bien
absoluto, abandonar la parte negativa. Eso hay raramente y entre los
devotos, y por eso sufrimos. Si nuestro pueblo se arrepintiera, no
experimentaría este sufrimiento ahora, porque nosotros mismos, con
nuestros deseos y pensamientos, complicamos nuestra vida. Yo no lo
sabía antes, pero ahora veo que soy culpable por todo, en verdad soy
culpable. Me admiré de cómo los Santos Padres se consideraban los
peores de todos los hombres…

…Llegará el Señor y nosotros, solamente debemos orarle desde el


corazón para que nos ayude, porque nos hemos enfriado mucho.
Nuestra fe tiene que crecer. Ella crece poco a poco, siendo más y más
fuerte.

Cuando recemos desde corazón, el Señor nos hará bien, porque Él es


Dios de todos nosotros, nuestro padre y por eso tenemos que
fortalecernos en la oración. Tenemos que ser unánimes en nuestro
país, y si logramos eso, no tendremos a los enemigos.

Cuando observamos la historia del pueblo de Israel, vemos que su


enemigo los avasalló cada vez que abandonaron al Señor, pero Él
siempre les ayudaba cuando sintieran el arrepentimiento verdadero.

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El Señor siempre está con nosotros. Nosotros regañamos a nuestros
políticos quienes están en el gobierno, pero ellos son nuestros hijos.
Nosotros, los viejos, somos culpables y no ellos, porque no les hemos
dado el ejemplo de la vida, al cual podrían seguir. Nosotros somos la
imagen de nuestros padres, la imagen de los mayores, pero de ellos
no teníamos mucho de que ver. Nosotros los mayores somos
culpables, porque hemos querido dirigir a nuestros hijos por el recto
camino primero, antes que nosotros. Nosotros los mayores debemos
comenzar de nuevo, de nosotros mismos, y no corregir desde fuera a
los demás. Los Santos Padres dicen que debemos corregirnos a
nosotros mismos, por nuestra salvación, y luego muchos entre
nosotros se salvarán. Debemos esforzarnos, ser buenos, siempre
sosegados, silenciosos, para que en todas partes sientan la paz y el
silencio que irradian desde nosotros. Nos damos cuenta de que con
nuestros pensamientos podemos atraer los demás a nosotros, pero
rehusarlos de nosotros también. Debemos cambiarnos, que nuestra fe
se fortalezca y entonces esforzarnos. Los Santos Padres explicaban
mucho sobre la oración noética, cómo se debe manejar al espíritu y el
corazón. Los Santos Padres dicen que debemos esforzarnos para que
cada trabajo, pensamiento, todo provenga del corazón, porque con el
corazón se siente y no con la cabeza. Con la cabeza se piensa, y
cuando todo proviene del corazón – entonces, eso es la concentración
de todas las fuerzas mentales en el corazón.

Cuando rezamos, lo hacemos desde corazón, porque el Señor es el


Señor del corazón. Él es el centro de la vida de cada ser vivo. Él es el
creador de la vida, y no debemos buscarlo en algún otro sitio. Él está
ahí y espera que Lo aceptemos, y que le confiemos. La poca fe
tenemos en el Señor, poca confianza. Si tuviéramos la confianza que
le tenemos en algún amigo nuestro cuando le pidamos que nos haga
algo, si tuviéramos tanta confianza, no sufriríamos tanto, ni nosotros ni
nuestro país.

El caos noético en nosotros y en nuestro país viene de nuestros


pensamientos. Nosotros somos aquellos que construimos la discordia
en los pensamientos y si nuestros políticos fueran unánimes, el estado
de nuestro país no estaría así. No nos damos cuenta de que en
nosotros habita la energía Divina, la vida Divina. Cada individua en la
energía Divina, cuando se una con las demás, constituye una fuerza
grande y el enemigo huye de esa, porque entonces acá es la armonía,
y allí la discordia. Si nuestros políticos se unieran, nosotros no

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tendríamos a los enemigos, entonces al enemigo no le sirvieran ni las
armas ni el ejército, ni nada.

Nosotros somos los seres según la imagen de Dios, pero no sabemos


vivir como lo debemos, y construimos el infierno en nosotros y en
nuestro alrededor. El Obispo Nicolás (Velimirovich) decía como un
sacerdote le pedía constantemente la traslación a otro lugar. En esa
reivindicación suya, el Obispo Nicolás le respondió: “Padre, con mucho
gusto te trasladaría a dónde quieras, pero solamente si no te llevaras a
ti mismo allá.” Él dice: “Si el hombre no hiciera daño a sí mismo, no se
lo podría hacer ni el mismo el diablo.”

A nosotros el Señor nos dio todo, y solamente tenemos que ser


buenos. Si prestemos atención a los rasgos negativos de las personas
que se dirigen a nosotros, no podemos tener la paz ni el
arrepentimiento. ¿Por qué el Señor nos ordena amar a nuestros
enemigos? Eso no es por ellos, sino por nosotros. Todo el tiempo en el
cual mantenemos en nosotros el pensamiento sobre la insulta que nos
hicieron los enemigos, amigos, primos, prójimos – no podemos
calmarnos, y vivimos en un estado del infierno. Debemos librarse de
ese mal, echarlo, como si nada lo había pasado, perdonar todo. Por
eso y los padres tienen que soportar mucho en la vida en la familia,
entre los hijos. Nosotros ahora regañamos a nuestros hijos, pero no
tenemos derecho, porque no los hemos dirigido por el recto camino.
Me escribía la carta una doctora en la cual dice: “Mi marido que es
también médico, y yo, tenemos un hijo. Mi hijo ya arruinó tres coches,
gracias a Dios que aún está vivo. Ahora pide que le compremos uno,
otra vez, y nosotros no tenemos la potencia económica para eso.
Cuando regreso del trabajo, él exige el dinero violentamente. ¿Qué
voy a hacer, cómo solucionar este problema? Respecto a este asunto,
yo le dije que para ello no podía culpar a nadie, porque todo ello era su
culpa. Tienen a un hijo y le hacían todo según su voluntad, desde su
infancia. Cuando era pequeño tenía pequeños caprichos, ahora
cuando es mayor y sus caprichos son más grandes. Lo único lo que
les queda es dedicar a su hijo mucho amor y atención, para que llegue
a sí mismo y entienda que sus padres quieren todo lo mejor para él.
No hay otra manera. Ustedes pueden ver como con nuestros
pensamientos y deseos podemos corregir la vida, nuestra y la de
nuestros prójimos, y yo les deseo que ustedes sean así.

Perdónenme por desviarme del tema principal, pero, lo que llevo


dentro de mí eso lo expongo, y cada uno expone lo que tiene dentro

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de sí, y yo deseo el bien a mi pueblo y a todo el mundo, para que lo
salve el Señor, Los monjes sirven para eso, una vez me preguntaron
qué significa ser un monje con gran esquema. La respuesta la
recibieron de la Santísima Theotokos: aquél que reza por todo el
mundo, para que lo salve el Señor. Nuestra obligación es rezar así,
sinceramente, por todos, que el Señor dé a todos la paz y alegría.
Gracias a Dios porque existen humildes, dóciles e inocentes hijos
Suyos, por los quienes el Señor nos está dando el bienestar…

En la vida, nuestra fe crece poco a poco, ese primer conocimiento


recibido de los padres en el hogar, y luego nos convencemos de que
el Señor nos está cuidando, y que no mira quien es quien, sino mira en
nuestro corazón. El Señor mira en nuestro corazón, el cual pertenece
a Él absolutamente… Miren a esos que son casados. Todos aquellos
que se casaron sin bendición de sus padres, o estuvieron obligados
casarse, no tienen la paz, y su amor es inútil. Miren qué grande es el
poder de los padres, y carnales y espirituales… A muchas veces lo oí
que los padres carnales y espirituales dicen exactamente lo que se
suceda después a los hijos. Una vez me extrañé cómo mataron unos
padres que son “devotos” a su hijo, con sus pensamientos. Ese, el
único hijo suyo, chico devoto, desde su infancia criado en ese espíritu,
era, simplemente, como un ángel, tenía tanta bondad increíble, que no
se puede ni imaginar. Un día vino a él una chica de su aldea a pedirle
ayuda. ¿Qué pasó? Ella se quedó embarazada con un hombre, y
ahora ruega a este chico para tomarla como mujer, porque los padres
y hermanos de ella son severos, y cuando se den cuenta de que está
embarazada, a ella no le queda nada más que suicidarse. Se pusieron
de acuerdo para firmar dicho convenio de matrimonio, y cuando ella dé
a luz a su hijo, y este comience a caminar, entonces se separaren y
cada uno de ellos continuara su camino. Como esa era una aldea
pequeña, todo se divulgó rápidamente, y la madre del chico esto no lo
podía aguantar, mientras su padre decía que eso es la vida de su hijo
y no la suya. Pero, ella ni siquiera quería escucharlo. “No quiero verlo
vivo”, solía decir. Y así fue. Ese hijo suyo, en una ocasión, manejaba a
motocicleta, estaba con un amigo, y entonces padeció. Después de
eso, su madre llegó a mí, afligida, llorando. Yo le dije: “Tú mataste a tu
único hijo. Ves que tan fuertes son tus pensamientos. Dijiste que no lo
querías ver vivo, pues, eso se te cumplió.”

Muchas veces los padres no saben, pero para nosotros, sus hijos,
ellos tienen la razón y debemos escucharlos, y entonces la bendición
estará sobre nosotros. Desgraciadamente, pocos son los que respetan

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a sus padres como se debe. Yo sufría mucho porque juzgaba a
menudo a mi padre, pensando que poco tiempo pasa con sus hijos.
Esos pensamientos míos planearon mi vida, y por la causa de ellos
sufría mucho. Durante la ocupación (alemana), dos veces me
condenaron a muerte. Antes no lo sabía por qué, pero cuando me
despejé, vi que yo era aquel que planificó toda mi vida. Es obvio que
se abran todas las puertas a los que llevan en sí un amor grande, y
allá en los campos de batalla, donde no hay la vida, y allá, también, el
Señor de una manera admirable proteja a aquellos que tienen el amor
por sus padres, carnales y espirituales. Miren, si nosotros fuéramos
así, la situación en la Tierra no estaría tal como está en este momento.
Ahora debemos rezar, todos debemos rezar y el Señor nos dará la
fuerza y ayuda.

El Señor es el señor de todas las mentes, Él es fuerte y poderoso para


transfigurar a cada uno para que lleguemos a nosotros mismos,
porque si no lo despierta el Señor, ¿quién lo va a hacer? Cuando ni su
padre ni su madre no lo dirigieron por el camino correcto. Ni en la
escuela, tampoco, ha podido aprender nada, excepto que en la vida se
come y bebe. Yo estaba pensando, aún como niño, mucho sobre el
mundo. Aun cuando era niño, yo prestaba atención a los
pensamientos, y ahora veo que envejecí y todavía no he llegado a ese
nivel que tenía como niño, porque el Señor mismo ilumina a los niños.
Yo todavía era pequeño, ni siquiera empecé a ir a la escuela, y me di
cuenta de que mis pensamientos vagueaban mientras otros niños
juegan. Eso no está bien, lo digo a mí mismo, tengo que estar acá,
presente, (con mis pensamientos) concentrado solamente en ese
trabajo, pero era inútil, los pensamientos vagueaban
constantemente…
…Por eso quería ver cómo se sentían los Santos Padres, quienes
fueron glorificados por la Iglesia durante su vida, y luego en los cielos;
cómo se sentían ellos durante su vida terrenal. Gracias a Dios por que
estaba junto con los Rusos, que podía leer los escritos de los Santos
Padres. San Isaac el Sirio es un psicólogo incomparable entre los
Santos Padres. En sus escritos él dice: “Hombre, no des tu paz interior
por nada en este mundo. Preserva tu paz interior a cualquier precio.
Reconcíliate con ti mismo, y el cielo y la tierra se reconciliarán
contigo”. Ustedes ven cuanto profundas son esas palabras, las repito
muchas veces, pero hasta hoy en día, todavía, no pude alcanzar ese
nivel. Todos nosotros podemos ser buenos si nos unimos con la fuente
de la vida – con Dios, con todo nuestro corazón. Él nos va a dar la
fuerza suficiente para amarlo, también y a nosotros mismos y a

16
nuestros prójimos. Sin el Señor, no podemos amar ni siquiera
amarnos. Muchos caen frecuentemente en la desesperanza, acedía,
quitan su vida, porque sin el Señor no podemos amar ni a nosotros
mismos y por no hablar a los prójimos, o siquiera los enemigos. Con Él
podemos todo, porque Él es nuestra fuerza y nuestra vida.

Nuestro corazón necesitamos dar a alguien, y si lo regalamos a alguno


en la Tierra, todos nos pueden dañar. Todos nosotros buscamos el
amor infinito e inalterable, la paz infinita, y ¿quién nos puede dar eso?
No lo pueden ni la madre ni hermano o hermana. Todos ellos nos
pueden abandonar, despreciar y rechazar. ¿Por qué? Porque todos
nosotros somos limitados y en el tiempo y en el espacio, y todos nos
encontramos en el combate con las fuerzas bajo el cielo (los espíritus
impuros), los que nos manchan los pensamientos constantemente. Es
decir, a quien sea demos nuestro corazón, todos nos pueden
abandonar, lastimar. En nuestro limpio, amor Divino los espíritus
malignos echan los pensamientos y se esfuerzan para cautivarnos. El
amor divino es infinito, universal, pero nosotros, entonces, empezamos
estar unilaterales, cautivos y no solamente de los seros vivos, sino,
también, y de algún objeto muerto, que no tiene ningún valor. Nuestro
corazón está cautivo de las cosas terrenales, y si las alguien arrebate
– ello sufre. Únicamente con Dios podemos tener la unión del amor,
primero con Dios, y luego, entonces, con los prójimos.

No debemos ser ídolos uno para otro, porque así es la voluntad de


Dios. Los Santos Padres dicen que nuestro nacimiento así, en la
Tierra, es la permisión de Dios después de la caída, porque Dios puso
todo y Él es padre de todos. Pero, desgraciadamente, se desordenó
todo. Se desordenó y nuestra naturaleza, nuestros ancestros eran
inmortales. Pero cuando el hombre cayó, la muerte vino, se desordenó
el mundo material del universo porque Adán fue creado como la
cumbre de la creación y el señor de todo el mundo material. En cada
uno de nosotros está representado todo el mundo material del
universo y las fuerzas mentales, por eso se dice que el hombre es un
pequeño universo. Debemos volvernos al abrazo de nuestro Padre,
que nuestra fe se fortalezca, que seamos fuertes con Él, y veremos Su
Reino…

Empecé a hablar sobre los protestantes. Ellos convirtieron al


Cristianismo a 200 mil de los Indonesios aproximadamente. Toda esa
gente está encendida, automáticamente, en la energía negativa…

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…Los Santos Padres dicen: “lo que desee la fe, el Señor lo cumple,
pero la perfección de la vida cristiana es la humildad extrema.”
También dice el antiguo profeta: “A quién miraré, solamente a aquél
que tiene el corazón dócil y humilde.” Los dóciles y humildes son los
herederos del Reino de los Cielos, y yo les deseo a todos ustedes que
sean los hijos de la Luz, y que todos nosotros nos encontremos ante el
Señor, glorificándolo todo el tiempo de la eternidad (por los siglos de
los siglos).

He aquí, que el nuestro planeta está llegando a su fin, todo lo que


aconteció hasta ahora, y especialmente en este último tiempo; todo
pasa increíblemente rápido, y gracias a Dios por eso; que no nos sea
ésta vida inútil, que no nos atormentemos acá en vano; miren, el Reino
de los Cielos es un estado noético (mental) del alma, y el infierno,
también, es un estado noético (mental) del alma.

En un momento estamos en el Paraíso, en otro en el infierno. Cuando


no estamos en el estado de ánimo, en nosotros está el infierno, no
tenemos la paz; cuando la alegría está en nuestro corazón, entonces
nos sentimos como en el paraíso. Por eso, debemos esforzarnos
incesantemente en la oración.

Son los pocos en la Tierra los que reciben la gracia gratuita de Dios.
Yo me interesaba mucho de cómo se sentían los Santos Padres
durante su vida terrenal y cómo ellos lograban a preservar esa gracia
gratuita hasta el fin de su vida. Los Santos Padres dicen que eso
consiguen en la Tierra aquellos que pecaban mucho, y cuando se
voltearan al Señor, no miraban más hacia atrás, sino se iban
directamente al Señor. Y San Pablo Apóstol y Santa María de Egipto,
cuando se voltearon al Señor, se quedaron con Él. Nosotros todavía
no alcanzamos a ese nivel, aún nos atrae algo en la Tierra. Nosotros
en un momento tenemos el consuelo, en otro el combate, y son los
pocos que han recibido la gracia gratuita de Dios. Yo me extrañé
cuando me di cuenta de que los pocos entre los monjes han recibido la
gracia gratuita de Dios, y que esa gracia han recibido los laicos,
aquellos que viven en el mundo. Muchos años ya viene a mí un joven
de Bañaluka (la ciudad en la República Serbia en Bosnia), quien se
ocupa de la oración de Jesús. Y hace poco tiempo él enseño a rezar
con la oración de Jesús a un amigo suyo, quien está casado y tiene
hijos. Me extrañé cuando, una vez, vino acá ese amigo suyo y me dijo
que su corazón reza sin cesar y que la oración corre sin interrupción.
Este joven está tal lleno de alegría, de paz indecible. Se entregó a sí

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mismo y a su mujer y los niños a Dios y ha adquirido la gracia gratuita
de Dios. Su amigo, quien le enseñó, no ha recibido esa gracia, aunque
por un largo tiempo estaba rezando por él. Eso significa que Dios mira
en nuestro corazón, y cuando nos dirijamos a Él del corazón, el Señor
nos va a consolar inmediatamente. Sólo aquellos que han recibido la
gracia gratuita de Dios, pueden saber cuál es el estado de los Ángeles
y los Santos. Otros no pueden saberlo. Nosotros rezamos a Dios, nos
esforzamos, pero si alguno no ha recibido la gracia gratuita de Dios,
no tiene la posibilidad de entender el estado en el cual se encuentran
los Ángeles y los Santos, porque ello no se da a escribir con las
palabras. Ese es el estado de la paz y alegría indecible. Sabes cómo
eras antes, te enojabas, y ahora no hay más el enfado. No existe el
hombre que te puede ofender, ningún pensamiento negativo que te
pueda dañar, porque tú estás rodeado y manejado por el Espíritu
Santo. Estos pueden entender el estado de la Santísima Theotokos…
Una vez, San Dionisio el Areopagita, el discípulo de San Pablo
Apóstol, quiso ver a la Santísima Madre y, cuando vino a Jerusalén, lo
llevaron los Apóstoles al lugar donde habitaba la Santísima Madre, y
de repente, lo iluminaron la paz y alegría, y él dice: “Si yo no supiera la
verdad de Quien es Dios, para mí la Santísima Madre sería Dios.” Por
eso y el Señor dejó la Santísima Madre para que sea el consuelo para
los Santos Apóstoles, porque ellos fueron perseguidos mucho, por
todas partes.

Ella era un consuelo grande para ellos, porque irradia de Sí la paz


Divina y la alegría Divina a Todo Su alrededor. Pues, por eso debemos
rezar, rezar del corazón y trabajar para él con fervor del corazón, y Él
nos va a dar Su gracia, y donde sea que estuvieran, ustedes van a
sentir cuál es el estado de los Ángeles y los Santos, y nadie no podrá
ofenderlos. Amen a todos y tendrán la paz indecible, la alegría
indecible, indescriptible con las palabras. Les deseo todo lo más bello
y la paz y alegría de Dios.

-Dígame, Staretz, a pesar de que tenemos un amor grande por el


Señor y por la vida virtuosa, ¿Por qué nos oponemos a Su voluntad,
como Usted lo ha mencionado en el principio de su habla?

Pues, joven, la vida acá, en la Tierra, es un combate físico y espiritual


incesante. La guerra empieza primero con los pensamientos, y cuando
no podemos, ya, aguantar más, entonces ajustamos cuentas entre
nosotros.

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Nos encontramos en una posición así, y pensamos que nosotros
luchamos para nuestra fe. Nosotros como individuas no podemos
hacer nada para nuestra fe, solamente si nos unemos en uno,
entonces, eso es la fuerza y el poder.

Tenemos la obligación de luchar, porque somos los hijos de nuestros


ancestros caídos, y nuestros enemigos (las fuerzas mentales malas)
nos desvían constantemente del camino recto. El enemigo enseña y a
los niños, cuando aún son muy pequeños a oponerse a sus padres.
Sabe bien el enemigo que, si se oponen como los niños ya, él los
manejara fácilmente toda su vida, y serán suyos.

Hace poco tiempo vinieron a mí unos padres con su niña de diez,


quizás doce años. Y dijeron a su hija que me contara qué le pasa. Ella
dijo: “Yo amo a mi papá y mamá, porque ellos me aman a mí mucho.
Yo los amo mucho, pero no sé por qué siempre llega a mi cabeza el
pensamiento de oponerme a mi mamá y papá, que no les obedezca,
aunque no quiero hacer eso. Yo quiero a obedecer a mi mamá y papá,
pero no puedo tranquilizarme.”

¡Ustedes ven qué hacen los espíritus malignos bajo el cielo! Por eso
nosotros combatimos siempre para fortalecer nuestra fe, y las fuerzas
malas bajo el cielo constantemente perturban nuestros pensamientos.
A un asceta hace doce años lo perturbaba el pensamiento de que Dios
no existe. Un asceta, quien vivía en la soledad, sin embargo, ese tipo
de pensamientos lo perturbaba. Y durante todos esos doce años él
luchaba contra los espíritus malignos, pero el Señor sabía que eso era
necesario, que se permite así y que lo atacasen los pensamientos y
día y noche. Por todo eso existe la guerra y el combate entre el bien y
el mal. Nosotros queremos ser buenos, y los espíritus malos bajo el
cielo no quieren que nosotros tengamos ni siquiera una buena
característica, sino solamente las negativas. Pues, por eso nosotros
llevamos la guerra. Nosotros solos no podemos combatir. El Señor es
nuestro combatiente, nuestro protector, porque nosotros solamente
podemos pedir, sinceramente, la ayuda del Señor, y Él nos va a
ayudar.

Una vez, cuando me encontraba en un estado difícil, se presentó a mí


una escena donde el Salvador me dice que me acerque a Su
Santísima Madre, porque Ella es la Protectora de los monjes. Por eso
debemos combatir, y por eso existe la guerra noética (mental). Nuestra
guerra noética no es contra la carne y la sangre, sino contra los

20
espíritus malignos bajo el cielo. San Pablo Apóstol dice: “He peleado
la buena batalla, he guardado la fe” (2 Tim. 4, 7). Por eso nosotros
debemos clamar incesantemente al Señor y a la Santísima Madre.
Debemos rogar al Señor que nos digne de amarlo así como lo aman la
Santísima Madre, los Ángeles y los Santos. Porque el Señor es fuerte
y poderoso para ayudarnos en eso, hacernos así. Él quiere que
seamos así por los siglos de los siglos, que nos quedemos en Su amor
y abrazo. Por eso deseo que tú también, alma de Dios, reces así al
Señor, y que te conceda amarlo tan fuertemente, así como Le aman la
Santísima Madre, los Ángeles y los Santos. Entonces sentirás la paz y
el silencio en el corazón, porque regalas tu corazón a Aquel que es
infinito, Quien puede dar el amor infinito, la paz infinita.

¿Nos puede decir usted un poco más sobre el por qué no se debería ir
al monasterio sin bendición de los padres?

Los padres tienen un poder grande sobre sus hijos. Ellos pueden
entregar a sus hijos (cuando son pequeños) a Dios o al diablo. Yo me
extrañé cuando comprendí cuánto poder tienen los padres sobre sus
hijos, un poder increíble. No solamente lo tienen los padres sobre sus
hijos, sino y el marido sobre su mujer, también.

El año 1943 vino al Belgrado a mí una mujer devota y me trajo algunas


cosas para el monasterio, y me pedía rezar por una familia. Marido y
mujer tenían a dos hijos, una niña de 9 años, que era paralizada, y a
un hijo quien era el comerciante en una familia famosa en Belgrado.
Cuando empecé sinceramente a rezar por esa mujer y sus dos hijos,
tenía tantas molestias y tentaciones… No podía calmarme. Me fui a mi
padre espiritual para confesarme y decirle que cada vez que rezo por
esa familia, no puedo calmarme, pierdo mi paz. Y él me dice: “Reza,
reza por ellos.” Continué, pero todavía no podía calmarme. Llegó otra
vez esa mujer devota al monasterio y le pedí que me diga algo más
sobre esa mujer y sus hijos. Ella me contó que esa mujer estuvo
casada con un judío en Bitol. Ella dio la luz a un hijo a quien, cuando
terminó la escuela secundaria, mandaron por la causa de su
educación, para que se haga el comerciante, a una familia rica en
Belgrado. Consideraban que él recibirá una mejor educación para su
vocación en esa familia. El hijo fue recibido y su madre lo visitaba a
menudo. Después de un tiempo ella halló trabajo en esa familia, como
limpiadora en su almacén. Cuando regresó a su casa, dijo a su marido
que había decidido abandonarlo, y que no puede vivir más junto con
él. En aquel tiempo, todavía no sabía que está embarazada de su

21
marido, de nuevo. Él le suplicaba que se quede, porque todo este
tiempo vivían en la armonía, sin peleas. Ella era cristiana, bautizó a su
primer hijo y debería bautizar al otro. Todo lo que hacían en su vida,
ella y su marido, lo hacían por sus hijos. Ahora no quiso nada más,
solamente que se marchara. Él, afligido ya, cuando comprendió cuánto
es obstinada, la dejó irse. Después ella se fue al Belgrado y trabajaba
en ese almacén. Yo me iba al Belgrado, al lugar donde trabajaba, para
comulgar a su hija. La niña no está totalmente sana ni con su mente,
ni puede con sus manos y pies. Todo lo que le dijo su marido, todo se
cumplió. Luego, yo estaba pensando, cómo es que el marido posee
tanto poder sobre su mujer, entonces veo cuando el Señor dice a
nuestra antepasada Eva: “Porque obedeciste a la serpiente, por eso tu
voluntad desde ahora será bajo el gobierno de tu marido.” Entonces
entendí que nuestras madres, cuando no obedecen a nuestros padres
(sus maridos), construyen el infierno en la casa. Ustedes pueden ver
qué provoca la desobediencia. Los padres tienen un gran poder sobre
sus hijos, y el marido sobre su mujer, porque su voluntad está
subordinada a su marido. Aquí, hay mucho lo que no sabíamos y el
Señor nos revela, y ahora nos queda solamente esforzarnos para ser
buenos.

En la ciudad de Novi Sad, el año 1997

EL ARREPENTIMIENTO ES EL CAMBIO DE LA VIDA

Que la paz y la alegría de Dios sean con todos ustedes; porque la paz
y la alegría son las riquezas más importantes de este y del otro
mundo; todos nosotros ansiamos eso. Podemos tener en la Tierra lo
que sea que deseemos, y al mismo tiempo, no tener la paz y la
alegría. La paz viene de la fuente de la paz, que es el Señor. Cuando
el Señor se dirigió a Sus discípulos (cuando ellos cerraron las puertas
por el miedo a los Judíos), lo primero lo que les dijo fue: Paz a
vosotros.

El Señor los gratificará si se reconcilian y voltean al Absoluto Bien, y el


Absoluto Bien es Dios, nuestro Señor. Él quiere que nosotros
tengamos una cualidad divina – la humildad es esa cualidad divina.
Donde gobierna la humildad, sea en la familia o en la sociedad, desde
ella brotan la paz y la alegría.

Cada bien y cada mal proviene de los pensamientos, porque nosotros


somos el aparato pensador, hacemos influencia aun y en el mundo

22
vegetal, porque y las vegetales tienen el sistema nervioso. Todos
esperan la paz, consuelo y amor.

El arrepentimiento es el cambio de la vida. Es necesario que el


hombre se vaya a un sacerdote o a su prójimo y le diga qué perturba
su paz. Cuando nuestros prójimos participen en nuestro sufrimiento,
nosotros entonces recibimos el consuelo y la fuerza. Si nos vamos a la
fuente de la vida, el Señor nos dará la fuerza para que se fortalezcan
en nosotros los pensamientos llenos de bondad, porque buenos
pensamientos, buenos deseos dan la paz y el consuelo a todas partes.
Debemos cambiarnos.

Nuestros pensamientos no tienen influencia solamente en nosotros


mismos, sino también en todo lo que nos rodea. Debemos enviar
solamente los buenos pensamientos. El Señor nos ordena amar a
nuestros enemigos, no por ellos, sino por nosotros mismos. Debemos
perdonar todo de corazón. Cuando se perdona todo, de corazón,
estamos bien, porque entonces somos partícipes de la paz, y esta paz
regocija y da el consuelo a todos a nuestro alrededor. Todos sienten
nuestros pensamientos tranquilos, silenciosos.

Cuando el hombre, la cabeza de la casa, está agravado demasiado


con las preocupaciones sobre su familia, nadie tiene la paz, por la
causa de esos pensamientos, ni siquiera los niños en el desarrollo. Por
eso, aquellos que manejan la casa deben entregarse al Señor, deben
rezar a Él y entender que el Señor es omnipotente, que el Señor nos
consuela.

Debemos perdonar todo del corazón. La paz interior no se puede


preservar mientras que nuestra conciencia nos acusa por algo.
Debemos tranquilizar la conciencia. A todos debemos perdonar del
corazón. Sin eso, no hay paz interior.

El Señor nos dará Su gracia. Ella es la fuerza divina que obra en todas
partes y, especialmente, en almas que buscan al Señor, a la Fuente
de la vida. La paz de Dios se siembra en todos lados.

En el Antiguo Testamento está escrito: “Hijo, dame tu corazón”. El


Señor es el único consuelo y para los Ángeles y los Santos y todos los
que lo buscan. Él es el único infinito.

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El profesor está desatento. Él es así, debes rezar para que el Señor dé
al Ángel mansedumbre tanto a ti como a tu profesor. Si amas a tu
profesor, entonces, fácilmente darás los exámenes y sacarás buenas
notas. Cuando el profesor y su alumno se reconcilian, entre ellos no
hay más la guerra.

No podemos tener la paz, si combatimos (con nuestros pensamientos)


con nuestros padres. Los espíritus malignos quieren que nosotros, a
cualquier precio, pequemos contra nuestros padres. Entonces ellos
adquieren el poder sobre nosotros, y nosotros pensamos que algún
otro es culpable. Muchos se dieron cuenta de eso, y corrigen sus
pensamientos. Yo siempre hablo eso – unos aceptan, y otros son
demasiado orgullosos. Lo que damos, eso se nos vuelve.

Los Santos Padres dicen: “Siembra amor, y entonces vas a cosechar


amor. Siembra paz, y paz cosecharás.” Es imposible para nosotros
obtener la paz, si estamos llenos de envidia y malicia. Si no puedes
deshacerte de esa característica infernal, ¿Cómo irás a la eternidad en
ese estado? El Señor es el Único quien puede cambiarnos,
transformarnos. Como nuestro espíritu se encuentra atado a los
pensamientos; con aquellos rasgos de nuestro carácter que cultivemos
aquí en la Tierra, con ellos traspasaremos a la eternidad. Debemos
aprender a estar en silencio. Es mejor aguantar el insulto que insultar.
Si aguantamos el insulto, el Señor nos dará la fuerza y la paz. Si no
aguantamos, nuestra conciencia no nos dejará en paz. La conciencia
es el juicio Divino.

Nosotros podemos hacer lo que sea, y al mismo tiempo, no tendremos


la paz ni sosiego. El rasgo de carácter es la base con la cual se
traspasa a la eternidad. Si nosotros somos sosegados y silenciosos,
iremos a dónde están los Santos y los Ángeles. A ellos el Señor los
gratificó con Su gracia gratuita y en esas almas no hay los rasgos de
este mundo. Uno puede insultarlo incesantemente, y él no se enoja.
Uno puede y golpearlo, pero él no se enoja, porque su alma está
guiada por el Espíritu Santo.

Preguntaron a San Serafín de Sarov: “¿Cuál es el objetivo de nuestra


vida?” El regreso al abrazo de nuestro Padre Celestial.

Nosotros perturbamos la paz. El Señor nos deja con nuestros


pensamientos – y, he aquí, nuestro sufrimiento. No existe la fuerza
que pudiera derribar la misericordia de Dios. Por eso los Mártires no

24
sufrían durante sus martirios, y si los sintieron, el Señor suave los
consoló. Cuando la gracia del Espíritu Santo ilumina al alma, ella no
experimenta más el sufrimiento (no lo siente).

Después del Señor no tenemos más grande bien que nuestros padres.
El Señor dice: “Yo soy el que engendra el embrión en el vientre de la
madre”.

Los padres son los instrumentos en las manos del Señor. El Señor
bendice el matrimonio. Al lugar de los Ángeles caídos, quienes
acompañaron al Satanás. Dios es y para ellos, los espíritus malignos,
Dios. Ellos son los seres altamente inteligentes, pero ellos no
participan ni en la paz ni en sosiego.

Nosotros pedimos el consuelo a nuestros prójimos, porque somos las


criaturas limitadas en el tiempo y el espacio, y no podemos brindar lo
infinito, pero buscamos lo infinito. Pedimos la paz infinita, la alegría
infinita – todo lo infinito. Pero nuestros prójimos no pueden brindarnos
todo. Todos somos limitados y nos encontramos en la guerra
constante con malos pensamientos, porque los espíritus caídos son
llenos de maldad.

El Señor mira si nosotros Le pedimos de nuestro corazón que ayude.


Escuchamos muchas palabras de un ejemplo bueno de la vida y cómo
deber dirigir a los prójimos para que hagan así. Pero, ¿podremos
cumplir eso?

Vemos a alguna persona sosegada, silenciosa, todo perdona, todo


aguanta. Ese ejemplo nos queda para siempre, porque y nosotros
queremos adquirir eso. ¿Cómo? Nos volteamos al Bien Absoluto, con
el corazón, pensamientos y todo nuestro ser. Unámonos en el amor
absoluto con el creador nuestro. Debemos estar en la oración
incesantemente. Debemos rezar a la Santísima Madre, a los Ángeles y
los Santos para que Lo amemos tan fuertemente, porque entonces
seremos bienaventurados y acá y en la eternidad. Dios es amor y
felicidad, la que llena a todos aquellos que Lo buscan.

Con cuales pensamientos nos ocupamos, nuestra vida es así. Si


nuestros pensamientos son sosegados y silenciosos, he aquí la paz
para nosotros. Si nuestros pensamientos son negativos, he aquí la
inquietud para nosotros. Nosotros pedimos la ayuda a nuestros

25
padres, y sangran su corazón paternal y hacen lo que les pedimos y lo
que es bueno (para nosotros).
La energía de Dios obra en todos lados, especialmente, en esos
hombres que se voltearon al Señor. Dios es la paz, consuelo y alegría
para todos. Por eso les deseo la paz y alegría del Señor.
Los padres tienen un poder grande sobre sus hijos. Si ellos (los
padres) son buenos o malos, eso es asunto suyo, y por eso ellos
darán la respuesta al Señor. Hay mucho sufrimiento en el mundo por
la causa de la falta de respeto por los padres. Mi padre era un hombre
muy bueno. Yo tenía el pensamiento que él debiera invertir mucho
más en mí. Soy muy sensible. No debía enviar tales pensamientos a
mi padre.
No sirvió de nada que yo era un niño inteligente. (En ese tiempo) no
me di cuenta de que yo mismo he arruinado mi vida. Cuando algo
tenía que cumplirse, pues, el fracaso. Los médicos dijeron: “No vivirá
más de cinco años”. Mi pulmón estuvo enfermo gravemente. Quería
dedicar mi vida al Señor, y por eso me fui al monasterio.
El Señor va a abrir el mejor camino para los hijos. El Señor perdonará.
El Señor es misericordioso. Si nosotros rezamos a Dios por ellos, es
imposible que eso no haga influencia en ellos. Los pensamientos son
una fuerza enorme. Inmediatamente se nos abre a nosotros el camino
y la señal.
En el antiguo tiempo, un monje rezaba a la Santísima Theotokos para
que le muestre qué es el monje, y la Santísima Madre le dijo: “El
monje es aquel que reza por el mundo entero”. Si (con nuestros
pensamientos) llevamos la guerra contra nuestros profesores y los
padres, no hay bien.
El Señor siente lástima por sus criaturas, porque sufren tanto. Pero en
vano, cuando ellos no quieren arrepentirse. Una vez llegó un viejo a
San Antonio el Grande, diciendo que es un gran pecador y que pecaba
mucho.
-Quiero que me digas tú si hay para mí el arrepentimiento.
-Voy a rezar a Dios para que Él me lo revele, y tú ven acá en una
semana. El Señor se lo reveló.
-Pues, ¿sabes quién es el viejo ese?
-No lo sé.
-Es Satanás.
-Él quiere escuchar de mí si hay el arrepentimiento para él.
-Hay el arrepentimiento. Él es el espíritu y siempre se encuentra en el
movimiento. Debe permanecer en pie 3 años en un lugar, mirando
hacia el este y rezando así: Perdona, Señor, toda mi maldad.

26
El viejo vino una semana después.
-¿Le preguntaste por mí?
-Sí. Debes estar de pie en un lugar 3 años, y rezar mirando hacia el
Este: Perdona, Señor, toda mi maldad.
Se fue soltando en un pie, porque lo sabía, pero no quiere
arrepentirse. No existe ningún pecado que es imperdonable. No existe
el pecado el cual derribará la misericordia de Dios.

Los Santos Padres se interesaban en qué es la blasfemia contra el


Espíritu Santo, y recibieron la respuesta.
La blasfemia contra el Espíritu Santo es la perseverancia en no tener
el arrepentimiento y en oponerse a la verdad. En vano tú estás
diciendo a alguno que Dios es presente en todas partes y que es el
Dador de la vida, cuando ese ni siquiera quiere escuchar eso.

El corazón se debe preparar para la unión con el Señor en la Santa


Comunión. El ayuno es necesario para sosegar el cuerpo, porque
cuando se sosiegue el cuerpo, se calmará y el alma. La Iglesia
prescribió cómo se debe ayunar. El corazón se debe preparar.
Podemos no comer nada y, al mismo tiempo, que nuestro corazón es
malicioso y rencoroso. ¿Cómo puedo recibir la Santa Comunión, si no
aguanto a ciertas personas? Tomaremos la Santa Comunión, pero Ella
no será para nuestra salvación, porque mantuvimos los rasgos
infernales, que son malos.

El ayuno es la preparación para el corazón humilde. Los Santos


Padres dicen: “Aquel que no es obediente, en vano ayuna y reza a
Dios. La obediencia es más alta que el ayuno y la oración”. Cuando
era joven no entendía las instrucciones de los Santos Padres, pero
más tarde me di cuenta de que eso es cierto. Aquel que no humille su
corazón y lo limpie de malos pensamientos, en vano ayuna.

En el Señor todo es la paz, la alegría. El corazón se debe preparar


para ser dócil, humilde; al contrario, tomaremos la Santa Comunión
para nuestra condenación, y no para la salvación. Por eso rezamos
así, en las oraciones antes de la Santa Comunión.

Quien visita los monasterios para ver el monumento, la arquitectura,


los frescos, regresará a su casa con el alma vacía. Sin embargo, si es
devoto, si los visita para el provecho de su alma, para adquirir la paz,
la salvación, regresará lleno de consuelo.

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La magia tiene influencia en donde no hay oración y esperanza fuerte
en Dios. Una vez llegó a mí una mujer joven. Ella estudió ciencias
políticas, pero es muy devota. Se casó con un médico, el hombre
quien ya fue casado una vez. Un mes solamente estaba en matrimonio
cuando lo abandonó su primera mujer. Él tiene a un hermano mayor
quien también es médico. Ese se casaba tres veces, pero las tres
mujeres lo abandonaron. Su madre es médica también, es profesor en
la Facultad de Medicina. Ella vive con su hermana y se ocupa de la
magia negra. Raramente viene a visitar a su hijo.
Sin embargo, vino un día, enfadada, y dijo a su nuera: “Yo expulsé a
aquella mala mujer de mi hijo, pero a ti, no te puedo hacer nada”.
Con su magia manda a los espíritus malignos para que molesten a su
nuera, para que ella abandone a su marido. Pero esa mujer está
dedicada a la oración, con fervor al Señor. Y porque el espíritu maligno
no le puede hacer nada, regresa a su abuela y la atormenta. Regresa
a aquél que lo mandó, y se venga de él…

… La cremación de los muertos no es obra cristiana. Es la obra del


mundo contemporáneo para que el cuerpo tome el menor espacio
posible. Si un hombre llevaba una vida devota, su cuerpo está
santificado, por la gracia del Espíritu Santo, y no se permite quemarlo.
Se sabe, aun desde los tiempos del ancestro Adán que, cuando el
alma abandona el cuerpo, el polvo regresa al polvo, el cuerpo se debe
colocar a la tierra; la cremación no es obra cristiana.

Aquellas madres que destruyen el embrión en su vientre hacen un


gran pecado. Ellas destruyen la vida. Dios engendra el embrión, y ellas
lo destruyen. Deben cambiarse desde el profundo de su alma, y no
repetir ese pecado. Tal mujer se condena como la asesina. Ningún
animal no mata a sus crías, solamente el ser con la razón mata a su
niño. Si se queda en ese estado (sin cambio), será condenada como la
asesina. Es pregunta si podrá pasar por las aduanas en el aire.

No existe el pecado imperdonable, excepto el por el cual no nos


hemos arrepentido. Es un gran pecado (el aborto) de nuestro pueblo –
por el cual no nos hemos arrepentido. Algunas aldeas completas han
desaparecido (por causa de este pecado). Era joven cuando en la
aldea Vitovnica hubieron 110 hogares, ahora no quedó ni la mitad. Es
triste eso, que nosotros los serbios seremos la minoría (en Serbia).
Vendrán de otras partes y se establecerán…

28
Nuestros gitanos no tienen ni el hogar ni nada, pero su carpa está
llena de niños. Siempre están contentos, siempre alegres. Y los
nuestros tienen su pan, pero no quieren tener a los hijos. Es triste ello.
Tenemos que cambiarnos, si lo podamos…

Cuando nuestra madre se vaya a la eternidad, nosotros estamos


tristes. Pero, es nuestro error. Nosotros debemos rezar, porque ella
necesita nuestras oraciones y no nuestros lamentos.
Eso es un gran error, pues, ¡nosotros somos Cristianos!, en lugar de
estar agradecidos a Dios por todo y que recemos a Él para que nos
incluya entre Sus Ángeles y Santos, nosotros estamos tristes…

No debemos estar tristes por nuestros difuntos, sino debemos rezar a


Dios que les den los lugares del paraíso. La tristeza perturba todo.
Necesitamos estar en la oración por nuestros difuntos, porque estar
triste por ellos no es un hábito cristiano. Es del paganismo. Nosotros
acá nos preparamos para la vida eterna. Debemos estar agradecidos
a Dios. Debemos rezar a Dios que les perdone sus pecados y hacer
buenas obras en sus memorias. Eso se recibe. Solamente Dios puede
librar al alma de las penas del infierno, por eso, lo más necesario es
rezar a Dios y, donde se celebra la Divina Liturgia cada día que oren
allá por nuestros difuntos.

Mientras el obispo Nicolás (Velimirovich) estaba vivo, le preguntaron si


existe la salvación para aquellos que no se arrepentían en su vida. Les
dijo que sí, hay si alguno reza por esa alma cuarenta días y más. La
Divina Liturgia es el sacrificio de Gólgota. El Señor se sacrifica.
“Señor, limpia los pecados de aquellos que están mencionados acá,
con Tu sangre honorable”. Ese es el más grande sacrificio que
nosotros, los Cristianos, podemos hacer.

Cuando yo era monje joven, me atormentaba la pregunta: ¿Por qué


aquel que sinceramente busca al Señor sufre tanto? ¿Por qué se
atormenta tanto? No puedo más, Señor.
Descanso y en el sueño veo a mí en una elevación. Veo como camina
un ejército desde el Oriente hacia el Occidente. No es ningún ejército
terrenal, sino celestial. Todos son iguales. Sólo uno va un paso
delante de todos. Cantan:

“Por el Rey de la Gloria,


Por el Rey de los Cielos,
Nosotros llevamos la guerra,

29
Para que avasallemos el mal”.
Y yo canto junto con ellos:
“Por el Rey de la Gloria,
Por el Rey de los Cielos,
Nosotros llevamos la guerra,
Para que avasallemos el mal.
¿Cómo vamos a vencer el mal?
Con el amor.

Por el Rey de la Gloria,


Por el Rey de los Cielos,
Nosotros llevamos la guerra,
Para que avasallemos el mal”.

Significa mucho cuando en la casa haya uno quien está en la oración.


La oración atrae la gracia de Dios. Eso sienten todos en ese hogar.
Eso sienten aquéllos también cuyos corazones se han enfriado. Por
eso debemos rezar incesantemente.

En Belgrado, el año 1998


La Comunidad Ortodoxa Serbia

QUE BUENO ES ESTAR ENTRE LOS BUENOS

Dios nuestro vino entre nosotros para llevar de nuevo al estado


primordial a aquéllos a los que ha creado. Él hizo todo para que el
hombre Lo pueda entender. Él pudo salvar al género humano y de
otra manera, pero el hombre cuando cayó, perturbó todo su aparato
interior mental y se imposibilitó para el bien. Cayó bajo el gobierno de
los espíritus malignos, se entregó como el esclavo a ellos
voluntariamente.

El mal que existe Dios no lo ha creado. El mal proviene de los espíritus


que se cayeron del amor divino, quienes se voltearon a sus
personalidades y quedaron desobedientes; empezaron a “cavilar”
según alguna filosofía suya; pero, cuanto sea se esforzara, para hacer
o hablar algo bien, la que sea fuerza espiritual que no está unida con
la fuente de la vida, todo lo que hace está salado con el hedor infernal,
porque Dios es la única fuente de la paz y alegría, amor, justicia y
bondad. Todos seres creados son limitados, y lo que es limitado no es
perfecto; sino, les fue dado para que se perfeccionen. Pero, ellos

30
cayeron; primero, no han guardado su dignidad (unos) ángeles, y
luego, por la envidia de los espíritus que cayeron, nuestros ancestros
Adán y Eva cayeron. Y he aquí, y en nosotros mismos echó ancla ese
rasgo – la envidia infernal.

La envidia no tiene respeto por nada, y a Dios en su rostro habla en


contra siempre, y en todos lados. Dios es todo el amor, y la envidia no
aguanta que a algún prójimo se haga algún bien.

Uno de los Padres teóforos, el Venerable Nilo el Emanador de Miro (se


aparecía al monje Teófano, quien vivía en su cueva en el siglo 18)
explicaba muchos misterios desde el Reino de Dios. Y él dice que la
envidia es el sello del Anticristo en el corazón del hombre. ¡Qué
terrible es eso para nosotros! Y nosotros muchas veces envidiamos a
nuestros prójimos. Y no prestamos atención a que debemos curarnos,
para que lleguemos a nosotros.

Dios nuestro, Jesús Cristo, es Dios perfecto y hombre perfecto. Él


como Dios perfecto abarca todo con el amor, amor infinito. Él y como
el hombre perfecto es querido a todas almas que se acercan a Él. A
nosotros nos parece que ese amor de Dios está lejos de nosotros, que
Dios está lejos de nosotros. Pero, en realidad, nosotros nos alejamos.
Y Él no puede separarse de nosotros, porque Él es la vida. Él todo es
el amor.
Si nosotros tuviéramos tal amor por Él, nos acercaríamos a Él así
como a nuestro amigo sincero…Pero, nosotros no nos acercamos de
esa manera cuando rezamos y cuando hacemos algo bien, todo eso
hacemos de una manera demasiado oficial. Y Él pide a nosotros que
seamos naturales. Él nos enseñó, cómo vivía entre nosotros; de una
manera simple, humildemente y dócilmente. Así como Él nos ha
creado, aquellos que nos acerquemos a Él como un niño ingenuo.

A Él, el Señor, son agradables las buenas obras que hacemos. La


limosna y todo lo que hacemos por nuestra salvación, por la utilidad de
nuestros prójimos y de la Iglesia Santa, todo es bueno y agradable al
Señor. Pero, al Señor es el más agradable y más querido amor
inocente, como de niño. Eso es lo más agradable del Señor, lo que
pide a nosotros. Y eso puede hacer cada alma. Y el rico y pobre, y el
viejo y joven…

Siempre regreso a ese tema, siempre lo repetiría, que aprendamos


cómo acercarnos a nuestro Padre, cómo nos acerquemos a Él con

31
nuestro corazón, con todo nuestro ser; cómo seamos agradables a Él
así como son los Ángeles y los Santos. Porque, somos muy sucios,
impuros. Él no mira en nuestra suciedad e impureza cundo nos
acerquemos a Él desde el corazón, nos acepta inmediatamente.
Cuando pequemos en algo contra nuestro Padre y luego nos
acerquemos a Él desde el corazón, nos perdona todo, como si nada
haya pasado. El Señor nuestro es ilimitado en Su amor,
indeciblemente. Deberíamos acercarnos a Él sinceramente y estar
siempre con Él, porque Él está siempre con nosotros. Él impulsa
nuestra vida y quiere que Lo entendamos. Toda Su vida en la tierra
era natural, así para que el hombre lo pueda entender; Él dijo que es
el amor, nos explicó que Dios amó tanto al mundo que dio a Su Hijo
Unigénito por la salvación del hombre. Nos reveló el misterio, nos
reveló muchas cosas. Nos elevó sobre todas las criaturas; la
naturaleza humana, elevada sobre todas las criaturas, entró al misterio
de la Santa y Vivificadora Trinidad.

Pues, y ¿qué podemos nosotros, como los hombres, querer más que
estar con nuestro Dios, nuestro Padre? Por eso, deberíamos, en este
tiempo corto de la vida en la tierra, aprender cómo acercarse a Él.
Porque no tenemos nuestras propias fuerzas, debemos acercarnos a
Él como los niños ingenuos, del corazón, pedir a Él que nos enseñe
cómo ser buenos, cómo amarlo tan fuertemente así como Lo aman la
Santísima Madre, los Ángeles y los Santos.
No nos va a dejar el Señor quedando tan pobres, si nos acerquemos a
Él siempre del corazón. Él espera que nuestro corazón, nuestra alma
se impaciente con el deseo y anhelo más fuerte para Él. Para que
nunca nos caigamos de Él, de Su amor.

A menudo, acá, en la Tierra, tenemos muchas molestias y dificultades,


y todo eso porque todavía no nos hemos humillado. Cuando el alma
se humille y obedezca a la voluntad de Dios, entonces dejan de existir
para nosotros los sufrimientos y el dolor. Porque, entonces, los
tormentos y los sufrimientos son, de alguna manera, agradables al
corazón y al alma. En nosotros se aparece totalmente un
entendimiento diferente de la vida; no filosofamos más según este
mundo, así como lo hace el mundo. Entendemos diferentemente. Todo
lo que miremos, todo es, de alguna manera, brillante, es amable. Todo
nos parece bueno, porque a Dios todo es amable. Somos Sus
criaturas y todo lo creado es Suyo. Y Él lo creó para Sí, es decir, para
Él, para que seamos participantes en Su paz y alegría Divina.

32
Pues, como usted lo pueden ver, tenemos que curarnos, no aceptar la
envidia en nuestro corazón; la envidia destruye la paz interior y el
sosiego del alma. Por ejemplo, estamos tranquilos, en silencio, y llegó
a nosotros un amigo y nos contó sobre alguien (quien nos insultaba
mucho en los tiempos pasados) que le va muy bien en su vida, que
logró algo etc.; y porque no le hemos perdonado, de repente en
nosotros se aparece el espíritu de la envidia. Así, pues, miren ¡cómo
no prestamos atención!
Debemos estar en la oración incesantemente y no aceptar la
propuesta de los espíritus de la envidia.

Los Santos Padres dicen que si rechazamos la propuesta de los


espíritus malignos, la victoria está conseguida sin la lucha. Ellos
decían eso desde su experiencia. Si rechazamos la propuesta, la
victoria está conseguida sin la lucha.

Los espíritus bajo el cielo incesantemente ponen las trampas en


nuestros pensamientos. Cuando el Venerable Antonio el Grande vio
cuáles y cuántas redes tejen los espíritus bajo el cielo, suspiró y dijo:
“Dios mío, ¿quién puede salvarse de todo eso?” Y escucha la voz:
“Solamente los humildes y dóciles pasan. Mientras más, eso ni los
toca…”

Ustedes pueden ver, cuando el alma se humille, cuando acate la


obediencia a la voluntad de Dios, entonces los espíritus malignos no
tienen más el poder sobre el alma. Porque entonces está bajo la
protección de la gracia del Espíritu Santo, escondida por el fuego
divino.
Por eso, que nos acerquemos del corazón al Señor, que recemos para
que nos enseñe como ser buenos, así como son buenos los Ángeles y
los Santos. ¡Qué bueno es estar entre los buenos, entre aquellos que
llevan la vida santa!

Acá, en la tierra, los hombres deben esforzarse para no aceptar la


propuesta de los espíritus malignos. Los Santos Padres dicen que
debemos tener mucho cuidado, estar en guardia, saber que cada
pensamiento que perturba nuestra paz interior, está enviada desde el
infierno. ¡Y esa propuesta no hay aceptar, la debemos rechazar
inmediatamente! Si lo aceptemos y empecemos a platicar con ese,
nos implicará en las redes del infierno. De solamente ese un
pensamiento del infierno se multiplican muchos y apenas luego
después el hombre se da cuenta de que dónde se ha metido y qué ha

33
hecho. Un mal se enlaza con otro, y luego después, cuando el hombre
llegue a sí, dice: ¿Por qué me necesitaba todo esto? Estaba
sosegado, tranquilo, y en un momento todo se corrompió. Y se
corrompió porque no estábamos en guardia.

El amor, alegría y paz, esos son los dones de Dios, los rasgos divinos.
Ellos, por separado, pueden hacer milagros. El amor une todo en uno;
la paz irradia del hombre y está dando la tranquilidad; la alegría hace
que se quite el cargo del alma del hombre; cuando llegue un alma
alegre a otra que está triste, y le diga unos cuantos pensamientos
suaves, silenciosos, de repente, ¡es como si amaneciera! Pues, por
separado, el amor, la paz y la alegría pueden hacer milagros, pero
unidos en uno pueden ordenarles a todas las cosas. Cuando están
unidos y fortalecidos en el corazón, entonces, a dónde sea que esa
alma envíe los pensamientos, se aparece la paz, porque de ella irradia
la paz. Los Santos Padres dicen que puede trasladar montañas.
Suceden las curaciones, por ejemplo, el Señor mostró cómo, y dijo
que haremos eso por Su fuerza divina. Se mostrarán tales señales: a
los enfermos pondremos nuestras manos y se curarán. Esos son las
verdaderas palabras del Señor.

Pero, nosotros hemos perdido la bondad la que nos dio el Señor, y nos
ingerimos con nuestros pensamientos así como un pollo en la estopa,
y no podemos librarnos de ello, para que sea la paz en nuestro
corazón. Debemos prestar atención y que no entre en nuestro corazón
lo que perturba su paz.

Los Santos Padres desatascaron el camino para nosotros y nos


enseñaron cómo tenemos que esforzarnos, con la ayuda de Dios.
El Señor pide para que, con toda la sensatez, rechacemos el mal y
recibamos a Él y Su bondad en nuestro corazón. Por eso necesitamos
dirigirnos al Señor, a la Única fuente de la vida. Que estemos en la
afinidad con Él, porque hemos renegado de Él. A veces renegamos y
de nuestros más cercanos. En otras ocasiones y junto con nuestros
más cercanos parientes nos sentimos solos, porque nos hemos
alejado del verdadero, nuestro Padre. Nos hemos alejado a través de
nuestros pensamientos, con nuestra mente.

La vida espiritual es la vida de la mente, de los pensamientos. Por eso


debemos prestar atención a lo que se enjambra en nosotros, y rezar y
día y noche al Señor que nos salve de todo el mal, que nos limpie y
nos dé la fuerza para rechazar la propuesta de los espíritus malignos.

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Si recibamos la propuesta, entonces, en algo, y nos pongamos de
acuerdo con ella - enseguida empieza el combate, nosotros
rehusamos uno y ellos proponen otro, tercero, cuarto… Y no podemos
tranquilizarnos y adquirir el sosiego. Entonces, debemos dirigirnos al
Señor con el corazón y la mente: “Señor, no tengo la fuerza, no he
aprendido desde mi juventud, envejecí habitando en el mal, mi mal
envejeció conmigo, y ahora necesita mucho esfuerzo para que eso se
eche fuera y se desarraigue de mí. Pero Tú eres fuerte y poderoso,
enséñame a ser inocente, dócil y humilde. Gratifícame con Tus rasgos
divinos, así como gratificas a Tus Ángeles y los Santos”.

Y así, siempre en la sencillez del corazón, y con sus propias palabras


cada alma que se acerque al Señor. Por eso, la oración es esencial
para nosotros, cuanto sea corta, para que, inmediatamente cuando
nos levantemos de la cama, del sueño, agradezcamos a Dios por Su
piedad de nosotros y nos dé a perdurar la noche. Cuando atardezca
(llegue la noche) que agradezcamos por todo, porque el Señor es el
Dador de la vida. Acá demostramos nuestro amor por Él. Cuando el
alma ame la oración del corazón, entonces después no puede
separarse de su Padre. Siempre está con Él, y cuando habla con los
hombres, y durante su trabajo. Siempre está con Él, y se mueve en Su
presencia, así como los Ángeles y los Santos. Eso es la prenda del
Reino de los Cielos, acá en la tierra ya.

Para ninguna raya de los pensamientos desde el alma debe ser el


objetivo alguno de los objetos acá, en la tierra. El centro noético del
amor es el Señor y con el Señor amamos todos. A través de Él y en Él
está todo. No debemos atarnos con las cosas. Los Ángeles no se
cautivan (con sus pensamientos) en las cosas. Ellos miran una cosa,
pero no se cautivan en ella. Porque su centro noético está cautivado
sólo por la fuerza de Dios, con la cual aman todos. Pero nosotros,
cuando veamos alguna cosa atractiva (para nosotros), nos adherimos
a ella. Y si queda por un tiempo largo, ella comienza a ser ídolo para
nosotros. Pero en lugar de Dios, en nuestro corazón se encuentra esa
cosa, viva o muerta.

El amor de Dios no aguanta el egoísmo. Pero el hombre, cuando cayó,


se vació y ya no tiene a nadie para estar más cerca de él, entonces se
volteó a su personalidad y la resguardo; no permite que alguien lo
insulte, quiere que todos piensen bien de él, y con todo eso no presta

35
su atención a cuál vida lleva, qué hace y cómo hace. No presta
atención porque toda su concentración está en su personalidad.
Debemos despreciarnos por el amor de Dios, y ese “señor Yo” no sólo
rechazarlo, sino matarlo. Si él no esta muerto, no podemos unirnos
con el Señor, siempre se extenderá hacia arriba ese “señor Yo”.
Porque él es un señor grande y no puede combar su cuello, él está
arriba.

El Señor nos mostró cómo tenemos que ser: humildes, sumisos a la


voluntad de Dios. Pero nosotros queremos organizar todo según
nuestra propia opinión. Nos atormentamos a nosotros mismos, nos
maltratamos, y al fin, ¡no hemos conseguido nada con ello! El mundo
no quiere como nosotros pensamos. Y entonces, ”el señor Yo” se
enoja mucho, porque los demás no hacen según nuestra voluntad…
Pero, aquel que se humilla, no se considera a sí mismo como si él es
alguien; más bien, él sabe que es nada, que es podredumbre… Si no
nos protegiera el Señor, si no nos mantuviera (en Sus manos), pues,
¿qué seríamos nosotros? ¡Nada! Nada, solamente cieno.

El corazón está frío cuando está desparramado. El alma no está en


casa, vaguea. Cuando está en casa ella calienta el corazón. Cuando
salga fuera, inmediatamente agita. Fuera de casa se agita,
pensativamente agita. Un pensamiento se recibe, otro rechaza, y el
corazón “se rompe” y se hace frío. Pero cuando el alma llegue a sí,
cuando se reconcilie con el Señor, entonces el Señor está en el centro
de la vida, y nos sentimos bien (y nuestra alma está caliente).

El Señor mira en la profundidad del corazón, qué ese quiere y qué


anhela. Y si el alma no puede llegar a sí inmediatamente, el Señor, en
su tiempo, lo limpiará todo, va a atraerla para que el alma llegue a sí,
al centro, y ella se calmará entonces. Pero si en la profundidad del
corazón haya algo de lo que no se está limpiado, algo que anhela este
mundo y atarse con esta vida, entonces, nuestra holgazanería será
larga y penosa y tendremos muchas angustias y molestias.
Tendremos más nosotros que, pues, somos devotos, que aquellos que
no lo son. Porque ellos no tienen ese dolor interior, no piensan sobre
la eternidad, para ellos todo está en la tierra: disfrutar, comer, beber…
Acá es toda su atención, y la nuestra está desunida, queremos estar
con el Señor, pero no hemos ajustado a nuestros terrenales asuntos
materiales, con los cuales nuestro corazón tiene todavía una relación
fuerte y está cautivado.

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Los planes y deseos terrenales tenemos que rechazar del corazón,
solamente entonces podemos amar sinceramente y a nuestro prójimo.
Si no, nuestro amor terrenal se encola ahora con uno y luego con otro,
pero todo eso es inconstante, no hay nada de eso. Y esa inconstancia
rompe, siempre nos rompe. La vida no la recibimos con entendimiento,
sino superficialmente.
Todo lo que planeamos a hacer debe ser con un solo pensamiento y
deseo (en común), porque el Señor lo pide así. Para que todos
estemos en la unanimidad. Rezaba el Señor por eso para que todos
seamos uno. Y nosotros nos separamos constantemente, hacemos así
y en nuestra familia. Eso no está bien, eso quiere el hombre, que se
cumpla su voluntad. Entiendo eso cuando la cabeza de la casa es ateo
y ocurre que el Señor llama a un miembro de la familia. Pero, esa alma
al que llama el Señor debe actuar con sabiduría. De ningún modo no
debe combatir (con los pensamientos) con el hombre que es la cabeza
de la casa, porque, entonces, no hay ningún avance. No debe hacerse
bandido quien mata a sus parientes con sus pensamientos y deseos.
Es otra cosa si nosotros nos entreguemos al Señor, y el hombre (la
cabeza) diga: “¡Renuncíate!” Entonces, tú no eres ni mi padre ni mi
prójimo ni nada. Yo no me puedo renunciar al Señor, estoy unido, con
mi corazón con Él, yo soy Suyo y Su vida divina está en mí; yo no me
puedo renunciar y tú – como quieras… Pero no debemos, ni entonces,
pensar algo ofensivo contra aquél en nuestro corazón, porque y el más
pequeño pensamiento así perturba nuestra paz. La situación en
nosotros entonces se empeora, y en nuestros prójimos se aguda. Y el
más pequeño pensamiento que no está fundado en amor, destruye la
paz.

En una familia de muchos miembros es suficiente con que sólo una


persona esté descontenta – puede que no lo muestre de ninguna
manera, es suficiente que empiece a pensar como a ella le hacen
injusticia y como no le tratan bien – para que se perturbe la paz en esa
familia; ella la perturba con sus pensamientos. Entones todos son
descontentos, y no saben de dónde viene eso.

Con los prójimos se debe medir por el mismo rasero. No debemos


diferenciar los hombres; este es simpático para mí y otro no. Porque,
entonces, a esa otra persona le proclamaron la guerra. Y ella no te va
a aguantar. Aunque ustedes, en el exterior, no dieron lugar a eso, ni
con sus palabras ni sus movimientos, en su interior lo provocaron esto,
con sus pensamientos.

37
Nosotros los Cristianos nos hemos vestido en Cristo a través del
bautizo, nos hemos vestido en Dios, y Dios es el amor. Y cómo eso
ahora, nos hemos unido con el Señor en nuestro bautizo, pero en
realidad, ¡luchamos contra Él! ¿Cómo es eso de que “luchamos”? Con
nuestros pensamientos, enviamos malos pensamientos a nuestro
prójimo y a todos.
Cuando nazca en nosotros un pensamiento que no está fundado en
amor, debemos saber que hemos recibido la influencia de los espíritus
malignos. Recibiendo un pensamiento del mal, recibimos al mismo
diablo en nuestro cuerpo. Los espíritus no son visibles, nosotros les
“damos” el cuerpo para que sean visibles.
A los espíritus malignos nosotros damos el cuerpo para que sean
visibles para este mundo, y podemos verlos cómo son. Aquel mal que
se manifiesta a través de un hombre, pues, nosotros vemos al espíritu
quien ha ocupado al alma de ese hombre y se muestra a través de él,
blasfema, insulta… No insulta al Señor aquella alma, ella nació como
cristiana, sino aquel que la ha ocupado y tomó la posición, y hace lo
que le dé la gana. Y al lugar de que nosotros aprendamos (qué es) la
vida, nosotros nos oponemos y enviamos mal pensamiento al hombre.
De esa manera nosotros solos nos hacemos malos. ¡Cuántas veces
nos encolerizamos a aquellos que trataban mal, incorrectamente y
ofensivamente a nosotros! Le pensamos mal, significa que ¡matamos
a su alma! Porque ante Dios se recibe todo esto – bueno y malo – lo
que está unido con los sentimientos del corazón a través de los
pensamientos. Por eso tenemos que, con entendimiento, percibir el
mal y recibir el bien.

Que siempre estemos en guardia y no dejemos que entren a nuestro


interior aquellos que no piensan bien.

“Orad sin cesar” ordena el Apóstol. La oración interior es el esfuerzo


del hombre mismo. Porque a través de la oración, el hombre se acerca
con su corazón al Señor, y los espíritus caídos se esfuerzan para
atarlo con cual sea objeto acá en la tierra.
En la oración, en primer lugar, se debe tener la atención. Sin atención,
la oración no vale nada, pero si la dejemos totalmente, entonces está
más difícil. Quiere decir – ¡el esfuerzo! Pero, nosotros siempre
prestamos atención a otra cosa. Los Santos Padres rezaban que el
Señor les libre del olvido de la oración.

38
A cada trabajo tenemos que entrar con el Señor. Porque, el enemigo
siempre extrae nuestra mente: dónde estábamos, qué hacíamos, qué
oímos, incluso desde nuestra infancia, entonces los diablos todo esto
lo mezclan, y nosotros pensamos que todo eso es nuestro. Ellos
tienen todo el registro de nuestra vida: qué hacíamos, cómo nos
comportábamos. Por eso, para nosotros es necesario un esfuerzo muy
grande para que nos acerquemos al Señor con nuestro corazón y que
siempre estemos con Él. Eso se llama – la oración de trabajo
(trabajadora).
Junto a la del trabajo, existe la oración por la gracia de Dios, ella se
recibe como el don del Señor. Viendo nuestro esfuerzo y como
queremos unirnos con Él con todo nuestro ser, rechazando todos los
deseos mundanos, Él nos limpia, paso a paso, de las preocupaciones
de este mundo, del compromiso con las cosas terrenales, lleva al alma
a la humildad y sencillez, para que no reciba a su corazón los insultos,
sino, lo que sea que ocurra para que se humille. Quiere decir, paso a
paso el alma se limpia para recibir el fuego divino, para que rece
incesantemente por el Espíritu Santo.

Ingenuos, sencillos, no agravados con las preocupaciones de este


mundo, reciben rápidamente el fuego divino para la oración incesante.
Pero nosotros quienes queremos de esto, eso y mucho más, nos
cargamos con las preocupaciones y los intereses mundanos.
Debemos librarnos de eso, renovarnos. Y eso no podemos solos,
necesita descender el Espíritu Santo al corazón. Mientras estamos
unidos, en inocencia, con el Señor, la filosofía de este mundo no entra
a nosotros, sino la verdadera sabiduría y el verdadero conocimiento
que recibimos del Señor. Cuanto el alma se humille, paso a paso,
tanto a ella se le revelan los misterios celestiales. A un humilde y dócil
se le revelan los misterios de todo lo que nos rodea, él entiende
mucho más profundamente que aquellos que han estudiado por
muchos años la “sabiduría” de este mundo. Porque el misterio está en
Dios, y mientras ellos piensan que han logrado algo y como saben
algo, la verdadera sabiduría divina no puede entrar a ellos, sino se les
está dando, sólo superficialmente, según sus esfuerzos, los
descubrimientos en la medicina, la física…

En el mundo espiritual, los pensamientos son claros así como las


hablas, ellos se oyen. Por eso, el esfuerzo por el alma es más valioso
que todos los dones en este mundo. Si el hombre no se limpia y pase
asa a la eternidad, con malos rasgos de su carácter, no podrá entrar
entre los Ángeles y los Santos.

39
Mientras tenemos algún como sea pequeño soporte en este mundo,
damos la poca confianza al Señor. Los Santos Padres recibían y el
bien y el mal así como de la mano del Señor, y así se han humillado.
Cuando vea que el alma está preparada, el Señor la cubre con la
gracia del Espíritu Santo y entonces ella recibe la libertad, paz, alegría
y consuelo, no tiene miedo más. Esa alma ve que todo sufre por causa
de la caída. Cuando se voltee, enseguida quiere llorar por todos y
rezar por todos.

Un hombre en este mundo puede esforzarse mucho para el bien de


los demás y, al mismo tiempo, no lograr a limpiar a su alma del
pecado. Puede pasar por la mayoría de las aduanas, pero el apego de
sus pensamientos a las cosas terrenales que lo despeñe, en la aduana
de la misericordia, al abismo. Muchos pueden salvarse por el medio de
los esfuerzos de ese hombre (por ejemplo, si construye los
monasterios y templos), pero el apego de su mente a los valores
terrenales no le permitirá entrar al mundo de los valores los cuales no
pasan, y los cuales pueden entender sólo un alma limpia.

Somos los hijos de nuestros padres con todos los rasgos negativos,
que no se pueden limpiar fácilmente. ¡Se deben aguantar muchos
dolores del corazón, para que el alma se libre! Nuestros enemigos nos
atacan y a través de los hombres, y luchando así – según la
providencia del Señor – paso a paso llegamos a sí. Si no tuviéramos
molestias, no rezaríamos a Dios.
Así el alma se da cuenta de que todos sus arrimos acá en la tierra no
son nada, y dice: no tengo a nadie quien me pueda entender. El alma
busca el amor invariable. Eso no hay en la tierra. Sólo Dios nos puede
consolar. Según el nivel de nuestra liberación de las preocupaciones
(de este mundo), el Señor nos está dando a sentir que Él está con
nosotros. El Señor a menudo permite y para que nos sorprenda el
enemigo, y entonces nos extrañamos de qué pasa con nosotros.
Esas permisiones del Señor sirven para que entendamos que no
somos nada.
Debemos prestar atención a lo que pensamos y hacemos, para que
eso sea agradable al Señor. Porque cada trabajo acá en la tierra es el
trabajo de Dios.

40
Si amáramos al Señor con todo nuestro corazón, no pecaríamos “por
los siglos de los siglos”, porque, entonces, Él habitaría en nosotros. Él
es la fuerza que quema toda la impureza, todos los pecados, y,
entonces, no tuviera el acceso a nuestro corazón nada lo que no es
santo, lo que no es generoso. Pero porque somos carnales y no
limpiados, cuando queramos mostrar el amor a nuestro prójimo, acá
inmediatamente ingresa la pasión carnal. Debemos separar el amor de
la pasión. Dejemos la pasión, en eso el diablo hizo influencia; sino,
prestemos atención al amor divino, el cual no hace la diferencia. Ese
no es egoísta, sino el amor que abarca todo, perdona todo y se alegre
por todo.

La borrasca en los pensamientos y la confusión después del misterio


de la confesión y de la respuesta del padre espiritual significa que el
novicio se hizo orgulloso, que combate (con los pensamientos) con su
padre espiritual, que se confió en él como en el hombre; el Señor lo
notó y permitió la tentación.

Cuando el hombre pierda la gracia de Dios, él no lo entiende por un


largo tiempo, sino todavía piensa que la tiene. Porque en él todavía
viven los pensamientos antiguos y él no entiende que se enfrió y que
está perdido para la vida eterna.

A un humilde y dócil, colóquelo en el infierno, él se sentirá bien.

Alguna gran tentación viene antes o después del bien que hace el
Señor. Eso para que el alma se quede humilde. Mientras está en el
cuerpo, el alma está protegida, pero cuando salga del cuerpo, está
totalmente sin protección, desnuda y débil, como el caracol cuando
salga de su cáscara.

Sólo cuando se ponga en contacto con los Ángeles y los Santos, se


entiende el mundo de Dios. El Señor, a veces, permite eso y a alguna
alma (que, por ejemplo, no lleva la vida santa en Él) desprovista del
consuelo en la tierra – el Señor mismo da el consuelo. A los
despreciados, los repulsados, cuando les está lo más difícil…

En la tierra circulan diferentes pecados, los rasgos de los espíritus que


han caído. Cada pecado es el pensamiento, la fuerza mental, noética.
Los espíritus caídos se consuelan: unos en la ira, otros en la
desesperanza, terceros en la lascivia – y entre ellos existen diferentes
niveles de la maldad. Si el hombre estaba bajo el gobierno de estos

41
espíritus, y obedecía a sus órdenes mientras se encontraba en el
cuerpo, entonces, y después de su salida del cuerpo está obligado a
obedecer a ellos.

Uno debe quedarse natural, no engreído. Cuando alguno se presuma,


se puede ver de quién viene eso: de los espíritus caídos que circulan
bajo el cielo.

San Jacob (4/17 de diciembre) dice: “El objetivo de los espíritus


malignos es despenar a un hombre santo al pecado carnal, para que
él pierda, por eso, los dones de Dios de la curación y de hacer
milagros”. Se debe saber y esto: de la vida santa los otros se caían
porque tienen algo más que limpiar en su interior. Una virgen se hizo
orgullosa y todos que están casados se aparecieron a ella asquerosos,
repulsivos.

Si el alma se quede en humildad, entonces el Señor la ilumina más y


más. Existen las almas así que están unidas fuertemente en el amor
con el Señor y su aparato mental, noético no lo tocan ningunos malos
pensamientos.

La pureza filosófica dura mientras el hombre está ocupado con la


filosofía. Debemos adquirir la pureza la que viene como el resultado
del amor por Dios.

Nosotros estamos muy desparramados, así como un espejo que está


agrietado y que refleja la realidad en los pedacitos. Hasta que la fuerza
de Dios los recoge y los reúne nuevamente, para que se refleje
realmente y se aprecie la imagen de Dios.

Cuando pedimos y esperamos de los demás que nos muestren


respeto y atención, ellos nos voltean la espalda, y cuando eso no nos
importa y cuando nos huimos del respeto de los demás, ellos corren
tras nosotros.

El Señor no quiere cumplir cada nuestra oración, porque si


recibiéramos siempre cuando pedimos, quién nos podría convencer
que en la tierra hay alguien más prudente y más sabio que nosotros, y
¿de quién ese recibiera el consejo? El Señor, a veces, nos muestra la
respuesta en nuestros pensamientos, en varias preguntas y misterios;
pero, a veces, calla, para que nos dirijamos a otros hombres por el
consejo y que nos humillemos, de esa manera.

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Cuando el espíritu maligno vea que un hombre agrada a Dios y
avanza en el bien, entonces se infiltra en los corazones de otros
hombres y constituye en ellos el resentimiento hacia ese hombre de
Dios.

Ellos sienten la envidia por él y bajo la influencia del maligno le hacen


muchas malicias, extienden rumores malos sobre él y las calumnias, y
lo estorban en su trabajo… Ellos envidian a su hermano, porque no
saben que el espíritu maligno ha tomado la posición en sus corazones.

El espíritu puede ocupar el espacio mucho más grande que el cuerpo


humano, pero también, y el mucho más pequeño que el cuerpo
humano, tal pequeño como un centímetro cúbico. Por eso es posible
que a un hombre pueda entrar toda la legión de los espíritus caídos.
Esos espíritus sienten gran alegría cuando tengan la posibilidad de
entrar al cuerpo del hombre, lo ocupan y de tal manera se “encarnen”.

Por eso les deseo todo el bien del Señor y de la Madre Santísima; Ella
es nuestra gran Protectora, Quien intercede por nosotros ante Dios.
Ella va a rezar a Su Hijo para que nos dé la fuerza para que seamos
buenos, para que glorifiquemos a Dios y acá en la tierra y en la
eternidad. Amén.

LA HUMILDAD EXTREMA – EL IDEAL DE LA VIDA CRISITIANA

“Los Santos Padres dicen – el ideal de la vida cristiana no es hacer los


milagros, curar a los enfermos, ni resucitar a los muertos, sino la
humildad extrema”.

En el verano de 1991, el Staretz Tadeo hablaba con dos estudiantes


del Belgrado, quienes han grabado esa conversación. Uno de ellos
dijo:

-Perdone, padre, ¿tenemos su bendición para grabar sus palabras,


para que nos alimentemos espiritualmente luego después?

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-Pues, no…. No vale nada, mis palabras no son… (no se escucha
bien), no vale la pena – respondió.

Ustedes llegan con sus problemas, yo tengo muchos problemas, y


Dios nos consuela.
Yo me lamento a ustedes, ustedes se lamentan a mí y después está
bien… ¡El Señor consoló!

Entonces a esos dos estudiantes y a los demás que estaban


presentes allá hablaba, quizás y más maravillosamente de lo que
hemos escuchado hasta ahora, sobre la situación actual en la Tierra,
sobre el lugar del hombre en ese planeta, sobre su lugar en relación
con el tiempo y la eternidad, en su relación con Dios.

Nos rodean los misterios

Los hombres piensan que son algo, hablaba, pero, el hombre no es


nada. El Obispo Nicolás (Velimirovich) dice: “¿Qué es el hombre? Un
saco de la carne hedionda y nada más”. Nada. La cabeza caldeada.
No tiene ni idea que él es la trompa. Que es el instrumento en las
manos de los mugrientos (los espíritus caídos).

El Señor que quiere forjar con nosotros, pero nos dio la esfera para
que podamos pensar y decidirse si queramos el bien o no. Los
espíritus han caído antes que el hombre fue creado. Muchos siglos
antes. No han guardado todos los espíritus sus puestos. El hombre es
la cumbre de la creación. Él fue creado último de todo lo que fue
creado. Fue creado para ser dueño, señor del mundo material, para
que todo esté subordinado a él…

El mundo material no se encontraba en el estado en el cual está


ahora. Después de la caída se hizo áspero y podrido. Y aunque es eso
la aspereza y podredumbre, pero tiene su belleza… Sí…

Nuestros ancestros eran inmortales. No dependían del tiempo y el


espacio, así como nosotros ahora dependemos. Miren, ellos se
movían como se mueven los pensamientos… Después de la caída se
perturbó todo. Dios, siendo todo el amor, sabía que todos los creados
seres con la razón no podrán guardar sus puestos, y dio el tiempo
desde la Creación del mundo hasta el Juicio Final, el tiempo para que

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los seres con la razón lleguen a sí, que regresen al abrazo a su Padre.
Para que se enciendan en el Bien Absoluto, al Amor Absoluto…

Pero miren, a los hombres les gustó más el mal que el bien. Es más
fácil pensar mal que bien.
Pero, cuando el hombre piense mal, no tiene la paz y no puede
tranquilizarse, por causa de esos pensamientos. ¡Qué grande es la
caída nuestra! Es horror. Que no podemos llegar a sí, ni podemos
hacer nada nosotros solos. No tenemos ni idea cómo nos tiranizan con
los pensamientos las fuerzas noéticas, mentales (los espíritus caídos).
Nosotros pensemos que esos son nuestros pensamientos. Nos
atormenta la envidia, la maldad, el odio. Eso es la tiranía de las
tiranías. No quiere eso el alma, pero no puede librarse. Desde la
infancia se acostumbra en eso y ya echó raíces grandes, profundas.
Ahora eso se debe echar fuera de sí. Debes transformarse en el amor.
Para que seas absolutamente sosegado, silencioso. ¿No es fácil?
¿Ahora ves qué grande es la caída humana?

El hombre no puede solo, sin ayuda de Dios. Cree que algo sabe. La
cabeza caldeada. Todo se le revela desde la eternidad. En todos lados
nos rodean los misterios. En todos lados es el misterio de Dios. Somos
un gran misterio y para nosotros mismos. No sabemos qué somos.
¿De dónde hemos llegado? ¿A dónde vamos? Cuál es ese ser quien
piensa, se mueve y habla algo lo que sabe. Escuchó algo de alguien,
piensa, algo vino a su mente. Crea algo, ni él mismo sabe cómo.
¿Cuál es ese misterio en él? ¿Cómo sus órganos interiores funcionan
sin su voluntad, y eso perfectamente? Y él perturba todo con sus
pensamientos.

¿Las enfermedades vienen por causa del pecado? – pregunta uno de


los estudiantes presentes allá.

Por causa de la caída en los pensamientos, mental por los


pensamientos. Todos, habitualmente, piensan y bien y mal. Nuestra
vida es así – con cuales pensamientos nos ocupamos. El espíritu se
alimenta con los pensamientos, el cuerpo con la comida física.

-¿Hay los pensamientos que son nuestros y los que se echan en


nosotros de otras partes?

De todas partes se echan en nosotros. Por todas partes están los


radios de los pensamientos. Si se nos descubrieran, es una red

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grandísima. Y cada uno de nosotros tiene la estación emisora en sí. El
hombre es el aparato mucho más preciso que la estación de radio, que
el televisor, sólo su función está desordenada. ¡Qué ser preciso es el
hombre! ¡Qué elevado! Pero no sabemos apreciar eso. No sabemos
cómo encenderse a la fuente de la vida, cómo sentir la alegría de la
vida. Y echan en nosotros constantemente… los enemigos… A San
Venerable Antonio el Grande el Señor le mostró las estaciones
emisoras de los pensamientos, que nos rodean. Y cuando lo vio, él
suspiró, diciendo: “Señor, ¿quién puede pasar por delante de esto?” Y
escucha la voz: “Sólo los humildes y dóciles”.
A ellos ni los tocan estas redes. En ellos están encendidos sólo la paz,
silencio, los radios de Dios, el signo de la fuerza absoluta de Dios.
Ellos no se encienden en mal…

Piensan los hombres que van a vivir acá eternamente. Pero, la vida es
corta.
¿Qué es eso, hombre, la vida? Pues, no es nada. Eso es tan corto que
no se puede ni imaginar. El hombre cuando es joven no se da ni
cuenta de eso. Yo reflexiono, muchas veces: pues, nosotros en la
tierra somos, en verdad, miserables, cuando no podemos vivir ni
siquiera 4 mil millones de segundos. Para eso deberíamos vivir 120
años. Cien años es 3 mil millones de segundos. Y ¿qué es eso – cien
años?... Nada… Un momento… Corto… Vivimos en la eternidad.
Además, este tiempo es gracias a lo que la Tierra rota cerca de su eje
de la esfera y el Sol. Si el Sol se quedara en cenit, no hubiera la
posibilidad de medir el tiempo. Vivimos en la eternidad. Siempre el día.
No hubiera de dónde comenzar (a medir). Y cuando no medimos el
tiempo, ¿te das cuenta de que el tiempo no existe? Existe para
nosotros que somos limitados.
Por eso y en el Apocalipsis, donde San Juan Apóstol dice sobre aquel
Ángel que puso un pie a la tierra y otro al mar, y se juró al Altísimo
diciendo que “¡el tiempo ya no existirá más!”. La eternidad… Significa
– el Señor moverá la velocidad y el mundo material desaparecerá.
Sabemos que la materia, cuando alcance la velocidad de la luz,
desaparece. Se convierte en la energía invisible. Cuando alcance la
velocidad de la luz, 300 000 km/h…

… Gracias a Dios, todavía hay pájaros… Pero muchos géneros han


desaparecido ya… la vida se destruye más y más y se apaga… Pues,
eso no es ningún secreto. Hace unos diez años, cuando nieva y haya
la luz de la luna, se reúnen así muchos conejos, los círculos
completos. El nieve es grande, y ellos pataleando construyeron los

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círculos allá, donde hay raso y no hay árboles, corren, juegan… Se
alegran. La alegría de la vida. Los animales tienen alegría de la vida.
Nosotros los perturbamos. Ellos tienen alegría de la vida, y nosotros
tenemos todo y no estamos contentos. Ellos no se preocupan ni para
su comida ni nada, pero el Señor los alimenta. Mordisquean un poco
acá y allá las ramitas, encuentran en algún lugar un poco de
protección, allá duermen. Agradecidos a Dios. Y nosotros, no. Un
pájaro glorifica a Dios sin cesar. Empezó en mañana temprano, a las
tres, a cantar, y hasta las nueve horas no parra. A las nueve un poco
se callan, entonces se van a buscar la comida, y sus crías deben
alimentar… Después, otra vez canta. Al pájaro nadie lo obliga cantar.
Él canta. Si lo escucha alguien o no, él canta… Y nosotros, fruncidos
la frente, la nariz hinchada… No estamos en disposición ni para
cantar, ni nada. Tenemos que llevar ejemplo de los pájaros. Siempre
están alegres. ¿Y nosotros? A nosotros nos estorba algo. Y ¿qué nos
estorba? No nos estorba nada. ¿Es así?

-Así es, responde un estudiante.

Nosotros nos estorbamos a nosotros mismos, dice el padre.

-Padre, nos interesa cómo conocer la voluntad de Dios en nuestras


vidas. ¿Cómo decidirse de hallar empleo en una parte y no en otra,
que nos casemos o no?

El Señor mismo nos abre el camino. Nos descubre Su santa voluntad.


Su santa voluntad se revela a través de los padres. Si obedeciéramos
a nuestros padres, todo irá bien y será bendecido; si nos oponemos a
ellos, no hay nada. Va, pero más hacia atrás que hacia adelante. Por
ejemplo, tú te enamoraste de una chica y quieres casarte con ella a
cualquier precio. Y tus padres te dicen: “Pero, hijo, ella no es para ti”.
Pero nada. A tu mente ató el maligno, te ha cautivado, y quieres,
quieres… “Pero esa no es para ti, hijo”, te dicen tus padres. “Vamos a
encontrar alguna otra para ti”. Pues no, quiere al cualquier precio. Se
casan. Un ideal, piensan. Se quieren, luego de un tiempo eso pasa y
no hay nada.
Lo mejor es cuando los padres, antes, se pongan de acuerdo, cuando
no hay gran diferencia en la edad, y si no se han visto nunca antes
(esos dos), eso es lo mejor. Cuando se desarrolle el amor en
matrimonio. Entonces no se ingresa al matrimonio con los planes,
tienen la bendición de sus padres y luego todo va de la mejor
manera… El matrimonio, eso no es ninguna vida bella, dulce… Pues,

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es dura. Luego después te das cuenta de que no estás libre. Que
estás atado, en verdad, atado. Enganchado en el coche debes tirar
porque agitan. Los hijos piden. Quieres, no quieres, debes tirar. Y
cuando eras libre, otro pensabas… pero ahora debes pensar, no sólo
en ti, sino en muchos.

-Hay dos caminos en la vida: el monaquismo y el matrimonio, ¿o hay


algún más? ¿Cómo saber cuál camino es recto para mí?

El monaquismo no pueden recibir todos. Sí. La vida monástica no es


fácil. La vida en la tierra, en general, no es fácil, cuanto sea que las
condiciones sean favorables. Aquel que vivía cómo quería y cómo su
corazón quería, fue Salomón, el rey Salomón, el hijo del rey David.
Gobernaba 40 años, no llevaba la guerra contra nadie.
Fue gratulado por el Señor con sabiduría. Él construyó el templo en
Jerusalén. Llegaban a él de todas partes para escucharlo...y el mismo
dice: “Lo que quería mi corazón, todo le cumplía. Quería tener buenos
viñedos, los he plantado. Los palacios, también, y todo eso lo tenía.
Tenía preparado ejército, el más moderno en Jerusalén…”. Pero con
nadie combatía – dice el padre… Sigue diciendo (Salomón): “Quería
tener bastante oro y plata, y eso me lo ha dado el Señor. Empecé a
vivir de varias maneras, para ver si hay algún consuelo permanente
acá en la tierra, para que siga así… Y veo que acá en la tierra todo es
la vanidad de las vanidades y el tormento para el espíritu. No hay el
consuelo. Permanente…” Pues, mira, eso dice Salomón. Una persona
sabia. Quiere decir, puedes tener lo que quieras, ya no te vale nada
más… Brevemente, como sí nunca existías. Pensabas que has
embebido toda la sabiduría de este mundo. La cabeza caldeada. Y si
pudieras verte de otro lado, te jactas como un gallipavo, no hay nada
(se ríe). La cabeza vacía…

Así, pues. ¿Quién es ese en la tierra que sería o será el conocedor


universal de todo? Nadie. Cada uno se perfecciona a una dirección,
algo compone y así somos una integridad. La gente adora a los
filósofos, a varios científicos del mundo, siempre citan sus palabras.
Nadie presta atención que Dios ha prometido a nuestros antepasados
que va a mandar al Librador del mundo, para llevarnos al estado
primordial. Nadie sabía que ese va a ser Dios mismo. Porque sólo
Aquel que nos ha creado puede llevarnos al estado primordial, ¿quién
otro? Y vino y no Lo han recibido…

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Pues, miren, nosotros nos hemos bautizado en el Cristo Señor, somos
Cristianos según la forma y no así cómo nos quiere el Señor. No hay
en nosotros nada bien. Porque sabemos pensar mal y enfadarse, y
menospreciar a nuestro prójimo, entonces no hay nada... Y leían, pero
no entienden. ¿Quién podía decir sobre sí, entre los filósofos y
científicos del mundo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”? Nadie
podía decir eso. También: “Yo soy el pan de la vida”. O: “Quien cree
en Mí tiene la vida eterna”. Pero, los hombres entienden poco,
comprenden poco. La mentira está más cerca de ellos que la verdad.

Nosotros pensamos que tenemos algún valor… No vales nada. Así es.
La perfección de la vida cristiana, así dicen los Santos Padres, es la
humildad extrema. La humildad extrema. Ellos son gratificados con la
gracia de Dios. Aquel que es humilde y dócil, no se enoja. Y si lo
insultes, tú te encolerizas, y él siente lástima por ti porque te
atormentas tanto.

-Para el fin, díganos, ¿hay algún remedio para nosotros, caídos y


enfermos?

Claro que sí. Que escuchen. Que se humillen y escuchen. Aquel que
es humilde y dócil, él escucha. Aquél que escucha es humilde. Y
cuando nos opongamos, inmediatamente te darás cuenta de que
cómo el enemigo estanca tu vida. No te va…

-Padre, mis padres están divorciados, mi madre me llevó a fe… mi


padre está contra Dios. ¿A Quién debo escuchar? – pregunta una
chica.

Pues, bien, no es tu asunto si tus padres se acuerdan entre ellos o no,


si pelean entre sí, si son buenos o no, para ti ellos deben ser algo
sagrado. Para que tú tengas la bendición de Dios y para que te vaya
bien. Es así. No debemos ofender a nuestros padres ni siquiera con
nuestros pensamientos. Y ellos, cómo se comportan con nosotros, eso
es su asunto. Los padres que eran tan severos y que atormentaban a
sus hijos. Unos dos hermanos así tenían a buena madre, y ella les
dice que respeten a su padre, aunque él… para que reciban la
bendición de Dios. Ahora ellos trabajan allá en “Litas” en Pozarevats,
no permiten a nadie que diga algo mal sobre su padre. A nadie no le
permiten insultarlo. Dos hermanos dicen: “Nuestro padre es sagrado
para nosotros”. Han pasado días duras de su vida junto con él, él no
tenía piedad de ellos, pero mira, pues, cómo los ha bendecido Dios y

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son llenos de vida. Agradecidos a Dios. Porque el Señor quiso que
lleguemos al mundo a través de nuestros padres. Ellos van a dar la
respuesta a Dios cómo vivían, van a dar la respuesta y por nosotros.
Pero nosotros no daremos la respuesta por ellos. Nosotros vamos a
dar la respuesta cómo y si los respetábamos. La situación espiritual en
la Tierra es muy mala, porque los niños pequeños, hasta los 5 años de
su edad, se oponen a sus padres. Por eso nos va así, porque nadie
respeta a sus padres. En todo el planeta la situación es igual…

“Svetigora”

EL SEÑOR ESTÁ EN TODOS

Nosotros estamos acá en la tierra como en una epitimia (la epitimia –


en el diccionario eclesiástico – significa: la pena correccional la que se
da al penitente; la epitimia no tiene la significación de la justicia de
Dios por los pecados). No se extrañen porque siempre tienen alguna
molestia. Todos nosotros constantemente pecamos – nos deslizamos
y caemos.

En realidad, caemos en las trampas de los demonios. Los Santos


siempre insisten en lo siguiente: sólo es importante siempre levantarse
de nuevo, y continuar su camino hacia Dios. Si bien y cien veces en
día cayeran, nada – levántense, y sigan adelante, no mirando hacia
atrás. Lo que fue, fue y ya pasó. Ustedes solamente continúen hacia
adelante y pidan la ayuda de Dios.

Nosotros no fastidiamos al Señor con quejarnos a Él siempre por algo.


Le fastidiamos cuando pecamos y no cuando nos dirijamos a Él
siempre, como a un el más cercano nuestro. Al Señor Le gusta que Lo
invoquemos incesantemente y que abramos nuestro corazón ante Él.
La oración no es algo que comienza y se termina y – nada. Llegas
frente el icono, dices lo que tengas y luego te vas. Eso no es la
oración.

Amen las cosas pequeñas, y aspiren lo que es sencillo y modesto. Y


cuando el alma madure, Dios le va a dar la paz interior. El Señor ahora
solamente los está mirando y Le gusta eso lo que ustedes anhelan Su
paz. Mientras el alma todavía no es madura para Él, Él le dará, de rato
en rato, para que vea que Él está presente en todos lados y llena todo,
todo el mundo, todo lo que ha creado. Entonces el alma está tan
alegre. Entonces el alma tiene todo. Pero después, el Señor se

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esconde otra vez de nosotros, para que anhelemos a Él y Lo
busquemos con todo nuestro corazón.

Es difícil vivir con nuestros prójimos si entremos en la guerra (de


pensamientos) con ellos. No es suficiente solamente abstenerse de la
guerra abierta, con las palabras y los actos. No entren ni con los
pensamientos. Por causa de eso, se pierde la paz en el alma y el amor
por los prójimos. No debemos confrontarnos con nuestros prójimos, ni
esforzarnos a convencerlos. Eso no vale la pena. A nuestros prójimos
sólo debemos amar, por nuestro Señor. El Señor está y en ellos (los
ateos), porque, si Él no estuviera en ellos, ¿cómo podrían estar vivos?

No presten tanta atención a los acontecimientos exteriores. Que estén


ustedes más adentro, en su corazón, con el Señor, y esos déjenlos.
Que ustedes solamente sean amables, y silenciosos, y suaves hacia
todos, no prestando su atención a lo demás.

(Terminado el 27 de octubre de 2016 en la ciudad de Belgrado, la


ciudad dedicada a la Santísima Madre de Dios)

EL FIN Y GLORIA A DIOS POR TODO

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