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He aquí mi madre y mis hermanos.

Reflexiones sobre el capítulo 5 de Bruce Malina

Son muchas las ocasiones en que personas se han acercado a mí a manifestar algún tipo de descontento
por el perfil machista de los textos bíblicos. Algunas veces ese descontento viene desde una fe que
necesita manifestar que hay aspectos de difícil resolución cuando nos enfrentamos a la Biblia, otras
veces ese descontento viene de la decepción y del deseo de extirpar a este Dios de Israel de nuestras
tierras. Frente a estas manifestaciones de desapruebo he intentado las más diversas respuestas, sin
embargo, últimamente la más efectiva de todas ha sido: “¿y qué esperabas? ¿un tratado feminista?”. La
cosecha de esto han sido miradas de “what?”; de desconcierto. Ese desconcierto me ha permitido ir en
pos de explicarme y hacerles ver que la Biblia no es inmune a la cultura en la que los eventos que relata
se desarrollaron, no cae inmaculada desde un rayo, se manifiesta en medio de la cultura de la época y
se mostrará “cultural” a ratos y “contracultural” en otros instantes, siendo el primer caso el más
frecuente.

Las relaciones familiares son el tipo de relación más primitivo que puede experimentar un ser humano.
En ese núcleo familiar, el humano indefenso construye su lugar seguro y procura fortalecerlo conforme
van pasando los años y las generaciones. Seguridad, dependencia, honor, deshonra, prosperidad y
decadencia, todos elementos que están ahí inmersos en el plano de la familia y que al mismo tiempo
constituyen un modelo a escala que reproduce lo que sucede a nivel nación.

Dios ya se ha revelado en el Antiguo Testamento en base a una relación familiar, la metáfora


matrimonial1 está presente en el libro de Oseas y en los escritos de otros profetas. Entender la dinámica
de la familia en la cultura del siglo I es dar un paso gigante en el entendimiento del mismísimo texto
bíblico, evitando así la omnipresente tentación de someter términos bíblicos, mediante la
homologación, al entendimiento que tenemos de esos términos pero en la sociedad occidental del siglo
XXI. De esta forma también entenderemos las radicales propuestas contraculturales de Jesús al, por
ejemplo, constituir un concepto de familia que se escapa de toda norma establecida y llegar a llamar a
sus discípulos, “madre” y “hermanos”.

1 Malina, Bruce. “El Mundo Del Nuevo Testamento”, pág. 178

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