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A n ig v o U J
a Œ .CIG L
Esta historia, obra de un equipo de cuarenta profesores de va
rias universidades españolas, pretende ofrecer el último estado
de las investigaciones y, a la vez, ser accesible a lectores de di
A ntïgvo del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una
monografía. Cada texto ha sido redactado por el especialista del
tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto.
Diseño y maqueta:
Pedro Arjona
Introducción................................................................................................................ 7
Bibliografía.............. .................................................................................................... 54
Las condiciones de la Polis en el siglo IV y su reflejo en los pensadores griegos
7
Introducción
Los grandes problem as de la socie cerám icas, arm am ento, etc...); con fre
d ad griega del siglo IV derivan de los cuencia sucede que ciertas ciudades
perm anentes enfrentamientos que ago periféricas (Siracusa, M arsella, R o
taron a la m ayoría de los estados des das, C artago) se transform an en ade
de la G uerra del Peloponeso (431-404) c u a d o s c e n tro s de d is trib u c ió n e
hasta la batalla de M antinea (362). La in terc am b io que reem p lazan a los
ru in a de num erosas com unidades, el grandes m ercaderes de an tañ o (corin
rá p id o in c re m e n to de la m ise ria , tios, atenienses, sam ios, quiotas, b i
el ab an d o n o de las tierras de labor, la zantinos), de suerte que los niveles es
afluencia de m enesterosos a las ciu tables de abastecim iento acaban in
dades, requerían la puesta en práctica variablem ente por descender.
de m edidas sociales que no siem pre Al deterioro de la situación econó
en co n trab an b uena acogida. En to mica se sum aron los efectos de una
das partes se realizan esfuerzos para crisis social. La especulación y la ex
so lu cio n ar las cuestiones más graves plotación de la necesidad enriquecie
y se dispensa protección y ayuda a las ron a bastantes personas, que ad q u i
m asas desplazadas, que se integran riría n ad e m á s g ran peso po lítico ,
en la vida u rb an a realizando las la m ientras crecían las diferencias con
bores que nadie quiere y recibiendo la parte de población desarraigada y
los peores sueldos. em pobrecida. Com o en la edad arcai
P aralelam en te la pequeña in d u s ca del m undo griego, oím os co n tin u a
tria de la G recia continental, que h a m ente h ab lar de la lucha entre pobres
bía conocido a lo largo del siglo V y ricos, de la ineficacia de las viejas
m om entos de in dudable prosperidad, instituciones, del recrudecim iento de
se resiente a fondo en todas las ram as las agitaciones sociales, fruto del des
de producción. Las guerras y la p ira contento, que estallan algunas veces
tería, el retraim iento de la inversión en form a de violentas conm ociones;
com ercial, las nuevas exigencias fis el program a esgrim ido por los refor
cales sobre los ciudadanos de clase m istas apunta siem pre a d em an d ar
m edia (arm adores, m ercaderes, arte nuevos repartos de tierras y a n u la
sanos, etc...), son algunas de las razo ción de las deudas, e incluso se acari
nes que im pulsan la decadencia del ció la idea de abolir la esclavitud. La
com ercio, en particu lar la pérdida de m ilicia profesional fue el recurso ele
los antiguos m ercados de oriente y gido por m ucha gente para obtener
occidente y de la clientela que consu subsistencias y dinero, pero el m ante
m ía aquellos productos (vino, aceite, nim iento de m ercenarios fue una car
8 Akal Historia del Mundo Antiguo
ga tan costosa para los ricos que, en cesiones y reform as; sin em bargo,
aquellas ciudades en donde se valie tam bién en estos territorios llegaron a
ron de sus servicios, em peoró aguda m enudo a peligrar las instituciones y
m ente el p an o ram a social. el orden político.
T am bién la vida política de los es Los pensadores y filósofos griegos
tados griegos experim entará una n o recogieron el sentim iento de inquie
table evolución. En los sistem as de tud de sus conciudadanos ante tales
m ocráticos, com o A tenas, se abren situaciones y en sus obras analizaro n
paso los o rad o res y estrategos que el m alestar general que invadía a su
prom eten soluciones ilusorias y a los generación, de la que actúan com o
que el pueblo sigue tem poralm ente, portavoces. Sus ideas a d e n tra n las
m ientras reparten los subsidios p ú raíces tanto en el pensam iento histó
blicos; preocupados sólo p o r conte rico clásico (H eródoto, H elánico, Tu-
ner la agitación del m om ento, nunca cídides) com o en los planteam ientos
ad o p taro n m edidas idóneas para al filosofico-políticos de la escuela socrá
ca n zar una m ejor distribución de la tica; los grandes nom bres que flore
riqueza. E n los países oligárquicos y cen en el siglo IV son los de Jenofon
en aquellos en donde la dem ocracia te, Platón, Isócrates, Éforo, Teopompo,
no había calado por com pleto, fueron Filisto, C alístenes, Aristóteles. C ierta
los propietarios y los aristócratas, re m ente se lim itaron a desarrollar una
teniendo las m agistraturas y el cargo labor teórica distanciada, por lo gene
de estratego, quienes buscaron co n ral, de la realidad, pero su influencia
tro lar el poder político real ante la sobre los oradores y los grupos diri
am enaza del desorden e hicieron com gentes fue el acicate que prom ovió el
patible el m antenim iento de su posi debate social y preparó el cam ino a la
ción trad icio n al con pequeñas co n renovación de numerosas instituciones.
nad as, arrasad as las ciudades, des interna entre pobres y ricos, favorece
truidas las casas privadas, derribadas dora del establecim iento violento de
las constituciones y abolidas las leyes tiranías m ás o m enos efímeras.
bajo cuyo gobierno eran los m ás feli La re a p a ric ió n de la tira n ía , en
ces de los griegos. Es tal su m utua efecto, constituyó un fenóm eno bas
desconfianza y odio, que tem en m ás tante frecuente durante el s. IV. En
a sus con ciu d ad an o s que a los enem i ese sentido no cabe duda de que para
gos. E n lugar de la concordia que te algunas com unidades griegas esta cen
n ían bajo nuestro gobierno y de su turia com portó un claro retroceso en
m utuo bienestar, h a n llegado a tal in su desarrollo político hacia condicio
so ciab ilid ad que los ricos con m ás nes de época arcaica. Al igual que los
gusto tirarían al m ar sus propiedades siglos VII y VI, el gobierno un ip erso
antes que ayudar a los necesitados, y nal tuvo por origen graves desequi
los pobres preferirían arran c ar esas lib rio s sociales, que h a c ía n su p e r
riquezas a sus propietarios m ejor que fluas a los ojos del demos las co n
encontrárselas. A bolieron los sacrifi quistas políticas anteriores, incluso
cios y se degüellan unos a otros sobre las del gobierno popular, y señalaban
los altares. A hora son m ás los que en cam bio com o m ás perentoria la
huyen de u n a sola ciudad que cu a n resolución drástica de los problem as
tos antes lo h acían de todo el Pelopo- m ateriales. Bien es verdad que en el
neso. Y au n q u e son tantos los m ales caso de D ionisio de Siracusa la ins
enum erados, son m uchos más los que tauración de la tiranía estuvo justifi
quedan por decir» (trad. J.M. Guzmán). cada por la am enaza cartaginesa y la
Este som brío cuadro nos parecería necesidad de concentrar en u n a sola
dem asiado irreal y producto de la re persona todos los poderes, pero tam
tórica, si no fuese porque nos consta bién aquí el nuevo régimen, que puso
p o r Tucídides (III 82-83) que las co n fin a la dem ocracia, persiguió a los
secuencias de la stasis en G recia h a aristócratas y se apoyó en los estratos
b ía n sido siem pre de este calibre, y, inferiores, en los ciudadanos de n u e
sobre todo, porque los hechos alu d i va creación (neopolitai) receptores de
dos están perfectam ente docum enta tierras y en el m ercenariado afecto
dos en otras fuentes: así la m asacre al tirano.
general perpetrada en C orinto contra Igualm ente revelador es el caso de
los aristócratas en plena fiesta de A r Eufrón, tirano de Sición en la prim e
tem is Euclea el año 392 (Jenof., Hell. ra m itad de los años sesenta. Esta ciu
IV 4,1 s.), el asesinato de los su p lican dad recibió una guarnición tebana en
tes aqueos refugiados en el tem plo de el 369/8, y uno de sus notables, E u
P o sid ó n (Paus. VII 25), o los s a n frón, fue el principal instigador del
grientos sucesos acaecidos en Argos golpe de estado que acabó con la oli
el año 371 (Diod. XV 58), en que no garquía laconófila e instauró u n a d e
m enos de mil personas fueron m uer m ocracia en toda regla. Su duración,
tas a varazos (skytalismós). Podem os no obstante, fue m uy breve, pues E u
h acernos u n a idea sobre aquel clim a frón, que tenía dos mil m ercenarios
de inseguridad perm anente y de m ie bajo su m ando, se deshizo de los otros
do a las revoluciones en que vivían estrategos, confiscó e hizo vender los
los griegos, si leem os el tratado escri bienes de los oligarcas proespartanos
to p o r E neas Táctico hacia m ediados m ás acaudalados y estableció u n a ti
de esta centuria sobre la defensa de ranía en Sición. Jenofonte, de quien
las ciudades con el título' de Poliorcéti- procede lo m ás esencial de nuestra
ca. En el sólo se alude a traiciones y inform ación, define a los dos grupos
golpes de m ano, a enorm es am enazas en fren tad o s com o «los m ás ricos»
de las b an d as m ercenarias, a la lucha (plousiótatoi), por una parte, y el p u e
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blo llano {demos), por otra. Tam bién ción en la vida pública de la ciudad.
en H eraclea Póntica, colonia de M e Pero no era la paridad de derechos
gara en el M ar Negro, la tom a del po políticos lo que realm ente sublevaba
der por C learco obedeció a las m is a las clases bajas, sino sobre todo la
m as razones de fondo: hacia el 370 la crisis agraria y sus exigencias: aboli
lucha op o n ía a los ricos contra los ción de las deudas y reparto de tie
pobres, teniendo los prim eros el con rras. Al final, la tiran ía se im puso
trol del C onsejo de los Trescientos y com o solución en la persona de C lear
los segundos u n a escasa p artic ip a co, tam bién un jefe de m ercenarios.
14 Aka! Historia del Mundo Antiguo
ción a una idea colectiva, se disolvía que no sólo m arcó a toda u n a genera
en historia de los artistas. ción, la de P latón y Jenofonte, sino
Lo m ismo cabría decir de los géne que tam bién dio perfecta m edida de
ros literarios. El aliento poderoso de hasta qué punto el hom bre de bien y
la tragedia se apaga, y, sin nada nue el p ensador se h ab ían llegado a d i
vo que com unicar, el siglo IV se lim i vorciar de su propia com unidad, para
ta a reponer las obras de los tres gran llevar una vida no del todo aparte,
des clásicos de la pasada centuria. N o pero sí de incom prensión y anim ada
faltan en este período poetas trágicos, por u n solo aliento interior. Sócrates
com o Teodectes de Faselis, represen el ciu d ad an o hab ía sabido cum plir
tante de la tragedia «retórica», y Dio- repetidam ente sus obligaciones polí
genes de Sinope y Crates de Tebas, ticas y m ilitares, y su actitud hacia las
que lo son de la tragedia «filosófica». leyes y los cultos de su ciudad, por
Pero este género, que había sido la m ucho que ésta tuviese que guardar
guía espiritual de Atenas, el aula edu las formas, había estado llena de p ru
cativa del pueblo, no ejerce ahora una dencia y respeto. Pero la quiebra de
verdadera influencia sobre la socie valores que acarreó la G uerra del Pe-
dad. En la com edia destaca la pro loponeso, el recrudecim iento de la
ducción de M enandro, si bien co n tra stasis en el 411 y el 403, y, en definiti
riam ente a la producción anterior este va, la crisis de Atenas, h ab ían coloca
autor no se inspira ya en la polis, sino do a este hom bre excepcional en una
en el hom bre en sentido universal, y posición distante y crítica, en la que
su obra se convierte en la auténtica la dialéctica sofística y el libre exa
«com edia hum ana», destinada a ser m en era n los únicos referentes de
com prendida en todo tiem po y lugar. com portam iento. U na ética de la ver
C on Aristófanes, p or el contrario, el dad —de la veracidad, diríam os hoy—,
género buscaba a sus protagonistas anim ada por una m ayéutica busca
en la vida pública y por m edio de la dora de lo bueno, lo justo y lo bello
parábasis transm itía a los espectado allí donde se hallasen, y dispuesta a
res u na arenga política sobre el m o sostenerlo racionalm ente, sin violen
m ento presente. A hora las obras no cia ni dogm atism o, frente a la h ip o
sólo se despolitizan, sino que hasta cresía y la inseguridad reinantes en la
sus autores dejan de ser ciudadanos sociedad ateniense del cam bio de si
atenienses para aparecer com o tales glo. Esta exigentísim a concepción de
simples metecos. la virtud (areté) conllevaba inevitable
Las heridas de la polis, no o bstan m ente u n a cierta relajación de los
te, concitaron en Atenas una reacción vínculos del individuo con su com u
en los'm edios intelectuales y filosófi nidad, en la m edida en que abocaba
cos, que dio vida a nuevas corrientes al deísm o su p erad o r de la religión
de pensam iento y de reflexión políti políada, a un cultivo interior del espí
ca. C om o «el tiem po del Quijote», ritu, a una cierta despreocupación por
época de decadencia, el siglo IV fue las convenciones y los honores socia
un período de m áxim a creación y de les, y, en definitiva, a un inconform is
florecim iento de un espíritu pro fu n m o difícil de ac ep tar p o r quienes,
dam ente crítico. N om bres com o los com o su acusador A nito, lu ch ab an
de Platón, Aristóteles o Dem óstenes con toda su m ediocridad, pero tam
están íntim am ente unidos al espíritu bién con toda su buena fe, por asegu
de la época, y su obra enriquece ya rar la tranquilidad, la concordia (ihomo-
para siem pre lo m ejor del h u m an is noia) en la dem ocracia recién restau
mo occidental. rada. Este m aestro de la verdad sería
El siglo se h a b ía abierto con la pues denunciado p o r tres individuos,
m uerte de Sócrates en el 399, hecho p o r tres «h o n o rab les» ciu d ad a n o s,
Las condiciones de la Polis en el siglo IV y su reflejo en los pensadores griegos 17
1. Atenas: convulsiones
internas
No hay duda de que la G uerra del Pe-
loponeso dejó sum ida a la agricultura
del Atica, si no en una situación de
crisis generalizada, sí desde luego en
u n a coyuntura difícil, que debió de
hacer presa en los estratos m enos p u
dientes del cam pesinado. No hubie
ron de ser pocos los agricultores obli
gados a a b a n d o n a r sus tierras y a
em igrar a la ciudad, a prestar su fuer
za de trabajo a los m ás ricos, o a
alquilarse com o m ercenarios para
subsistir. Las últim as com edias de
Aristófanes, algunos discursos de Li
sias y D em óstenes, o el tratado sobre
econom ía de Jenofonte, confirm an
ese estado de cosas poco halagüeño
para m ás de uno, y cuyo alcance
exacto no podríam os cuantificar.
C on todo, parece tam bién no m e
nos cierto que el Atica conservó com o
sistem a de explotación agrícola fun
dam ental la pequeña y m ediana p ro
piedad (de 3 a 5 Has.), lo que está en
perfecta consonancia con lo que no
sotros sabem os p o r otras fuentes so
bre la evolución de las relaciones
sociales du ran te el s. IV: predom i
nancia indiscutida de la antigua clase
•campesina en el censo ciudadano, con
Ménade danzante. Copia de un original de
la consiguiente estabilidad social y Escopas (Siglo IV a.C.).
ausencia de la stasis rural, generadora Dresde, Colección de Antigüedades
de tiranías y repartos de tierras en dei Estado.
22 Akal Historia del Mundo Antiguo
aum ento de los desposeídos hacia fi ridad a la crisis política y m ilitar, en
nales de la centuria: m iseria y ch isp a Q ueronea (338) y Am orgo (322), la
zos de agitación social parece que si crisis social agraria, tan característica
guieron a Q ueronea (338), m ientras de este siglo, acabó tam bién por al
que en el 322 fueron diez mil los ate ca n zar al Atica a finales del período.
nienses faltos de tierra y privados de Y quizá sean su latencia y gestación a
la ciu d ad an ía que estuvieron dis lo largo de la centuria las que expli
puestos a aceptar los lotes ofrecidos quen en parte el fracaso de la política
p o r A ntipatro en M acedonia. Puesto fiscal y el increm ento del gasto p ú b li
que en su m ayoría esos diez mil colo co, sobre todo en la segunda m itad de
nos serían gentes del rural em pobre siglo.
cidas, y dado que no todos los caídos E n la agricultura ática la m ano de
en tal estado se h ab rían resignado a obra esclava tuvo durante toda la
dejar la patria, es lícito concluir que época clásica un papel fundam ental.
un as dos quintas partes de la p o b la El teatro de Aristófanes y M enandro
ción considerada com o propietaria está plagado de alusiones a su partici
de bienes raíces en el 403 habría de pación en las tareas dom ésticas y
saparecido a finales de siglo para in agrícolas indistintam ente, y sin esta
tegrar el proletariado rural y urbano. fuerza de trabajo no sería com prensi
Así pues, au n q u e con cierta posterio ble el norm al funcionam iento del oi-
la ce d e m o n io s se han de svan ecid o, con ¿Qué e xp lica ció n adm iten estos hechos
los tebanos repletos de tareas, cua nd o de y cuál es la razón de que todo estuviera
los griegos no existe ninguno con fuerza bien antiguam ente y ahora no vaya a satis
suficiente para disputarnos la preem in en fa cció n ? Pues porque la po blación, que
cia , ju s to a h o ra en que p o d e m o s fru ir poseía au da cia para tom ar sus propias d e
nuestros d o m in ios con plena seguridad y cisiones y para salir por sí m ism a en ca m
zanjar co m o árbitros im parciales las q u e paña, se erigía en señor absoluto de los
rellas ajenas, sucede que asistim os al ex políticos y en am o directo del con ju n to de
po lio de un territorio patrio y que hem os las riquezas, y todos sin distinción se m os
e m p le ado más de mil quinientos talentos traban satisfechos al recibir por voluntad
sin ningún m enester; a aquellos aliados del p u e b lo honores, carg os y c u a lq u ie r
que nos habíam os atraído durante la g u e tip o de estim a ció n. Mas hoy, co n tra ria
rra los han espantado ésos en cuanto reinó mente, los políticos son dueños de los bie
la paz, y qué enem igo tan tem ible hem os nes y toda m edida pasa por sus m anos;
m od elado para que atente con tra nuestros vosotros, el oueblo, extenuados y m erm a
intereses. Si no, que acu da alguien a d e do s de h a cie n d a , de a liad os, lleváis la
cirm e de qué otra fuente extrajo Filipo su parte del servidor y del com parsa, os c o n
poderío más que de nosotros m ism os. S u sideráis dicho sos en cuanto ésos p ro ce
pongam os, am igos míos, que es que en den a repartir el dine ro de asistencia a las
tales ocasiones fuim os negligentes, pero fun cion es u organizan pom pas durante las
que la situación interna ha m ejorado p re ci B oedrom ías, y (esto resulta ser lo más bi
sam ente ahora. ¿Quién sería capaz de se zarro) creeis haber contraído una deuda
ñalar algún ejem p lo? ¿Las alm enas que se por recibir m erced de lo que es ún ica m en
han enja lbe ga do y las calles que estamos te vuestro. Su táctica consiste en encerra
reparando, las fuentes y dem ás fruslerías? ros en plena ciudad, atraeros luego hacia
C onsiderad acto seg uido a los responsa sus encantos y dom esticaros hasta haber
bles de esa política: una parte de ellos ha ob tenido vuestra d o cilida d. Según pre su
perm utad o pobreza por riqueza, otros d e m o, ja m á s ca b e e n g e n d ra r un cora zón
ja ro n la s o m b ra po r los honores, unos abierto y generoso dond e im peren la m ise
cuantos han levantado sus casas engala ria y la vileza: pues tal cual rezan los p rin c i
nadas con m ayor gravedad que los basti pios de la sociedad, el m ism o espíritu im
m entos pú blicos, y m ientras la p ro sp e ri pregna, forzadam ente, los sentim ientos.
dad del estado ha ido am e nguando la suya
cre ció sin perder com pás. Dem óstenes, III O lintíaco 2 3 -32
24 Akal Historia del Mundo Antiguo
kos familiar, como bien testim onia libre (ciudadanos y metecos) de unas
Jenofonte. Sólo en los grandes dom i ciento cincuenta mil personas.
nios, no muy frecuentes, y nunca por En el m undo del gran com ercio,
encima de las 30 Has., el trabajo es hay un hecho que perm anece inva
clavo estaba sujeto a una cierta espe riable; aquella ciudad que en el s. v
cialización: la hacienda de Fenipo, veía afluir a ella «los productos de
por ej., hacia el 330, cuyo contorno toda la tierra» (Tucíd. II 38,2), sigue
sobrepasaría los 7 km, tenía, entre teniendo en el Pireo el principal m er
otros, un total de siete esclavos per cado del Egeo. Esto no fue debido so
manentemente dedicados al acarreo lam ente a la hegem onía naval y a la
de madera. Y tam bién sabem os que creación de la Segunda Liga M aríti
Pericles, como otros propietarios ab- m a (377), hechos que in d u d ab lem en
sentistas, confiaba la gestión técnica te red u n d aro n en beneficio de Ate
de su granja a un intendente esclavo. nas, al com portar regím enes prefe-
Lo mismo cabría decir del trabajo renciales para determ inados pro d u c
industrial ateniense, donde raro era tos, atraer capitales, unificar patrones
el artesano que no disponía de un pe m onetarios y al asegurar las rutas de
queño número de esclavos para se navegación con dirección al Pireo.
cundarlo en su labor, y donde exis Tam bién repercutió en favor de esta
tían incluso talleres {ergasteria) de una posición privilegiada el enorm e avan
cierta importancia, que estaban m o ce realizado por los atenienses en el
vidos exclusivamente por m ano de cam po del derecho m ercantil e inter
obra servil: Timarco tenía una doce nacional privado con la institución
na de esclavos en su curtiduría, y Cer- hacia el 350 de las dikai emporikai,
dón reunía trece en su zapatería; De- tribunales abiertos a cualquier perso
móstenes había heredado de su padre na, sin consideración de su n ac io n a
dos talleres, uno de cuchillería y otro lidad, supuesta una d em anda de tipo
de ebanistería, con treinta y tres y com ercial y relacionada con la plaza
veinte operarios respectivamente; el de Atenas. Es evidente que la igual
antiguo esclavo Pasión poseía una fá dad de trato a los traficantes extranje
brica de escudos, em pleando unos se ros que la nueva jurisdicción m ercantil
senta trabajadores, m ientras que la ateniense aseguraba, estaba d estina
del meteco Lisias y su herm ano al da a facilitar y fom entar su venida
canzaba sin duda la centena. Esta al Pireo.
concentración laboral, sin embargo, Por ser Atenas, com o toda polis
no comportaba una división del tra griega, una ciudad de «consum ido
bajo más acentuada que en la peque res», antes que de «productores» (H a-
ña empresa. sebroek), sus autoridades considera
La aplicación de la fuerza de trab a b an com o objetivo político prioritario
jo servil a los dos principales sectores el g arantizar el abastecim iento de
de la vida económica nos enfrenta al m aterias prim as vitales para la super
problema del número de esclavos en vivencia económ ica y m ilitar de la co
el Atica durante la época clásica. Las m u n id ad ciudadana. Entre éstas figu
cifras que se han barajado han sido raba en prim er lugar el cereal, enor
muy distintas —desde veinte mil a m em ente deficitario en el Atica e
seiscientos mil—, en función del uso im portado sobre todo del Ponto, ade
que se ha hecho de las fuentes y, n a m ás de Egipto y Sicilia; tam bién la
turalmente, de las propias concepcio m adera para la industria naval de
nes del especialista actual. N um ero guerra, procedente de M acedonia y
sos historiadores, no obstante, se h an Tracia; e incluso esclavos y metales.
inclinado por una cantidad en torno Al igual que en la pasada centuria,
a los cien mil frente a una población A tenas hab ía cedido a la tentación de
Las condiciones de la Polls en el siglo IV y su reflejo en los pensadores griegos 25
satisfacer esta d em anda recurriendo mos económ icos en sí m ism os, com o
a la com pulsión extraeconóm ica del ponen de m anifiesto la teoría aristo
im perialism o, expediente típico de los télica del valor y, sobre todo, la acti
estados de la A ntigüedad. Pero la tud «arbitrista» de Jenofonte en sus
guerra de los aliados, prim ero, y dos escritos ya citados. Se trata de un
la aparición de Filipo en el Egeo y la fenóm eno característico de la segun
P ropóntide, después, hab ían senten da m itad de siglo, que discurrió en
ciado este segundo em peño talasocrá- paralelo a la m encionada aparición
tico, y de ahí la necesidad sentida por de los tribunales internacionales de
A tenas de activar la vida com ercial com ercio y al perfeccionam iento de
p or m edio del derecho y no de la ciertos instrum entos jurídicos y m er
coerción político-m ilitar. cantiles, com o los nuevos acuerdos
La progresiva decadencia m ilitar de asistencia judicial {symbola) y las
de A tenas favoreció igualm ente la instituciones de banca y crédito, a h o
ap arició n de un pensam iento preocu ra m ás desarrolladas. Esto im plica de
p ad o p o r las cuestiones y m ecanis alguna form a que una parte del capi
26 AkaI Historie del Mundo Antiguo
4
>
tad de siglo, p or las m agistraturas fi kón ), restablecido en 394, y los dem ás
nancieras: presidencia del Theorikón, epígrafes de la política social en pro
gestión de los fondos de la caja de de los ciudadanos huérfanos, viudas
guerra (stratiotika), tesorería de la ad y ancianos. El estado ateniense no
m inistración ((dioikesis), etc. El a b a n supo poner en práctica u n a política
dono progresivo de sus funciones ad financiera coherente con la que equi
m inistrativas p or los generales dejó la lib rar sus egresos, y recurrió al prim i
gestión del erario público en otras tivo expediente de las contribuciones
m anos, y con ella una responsabili litúrgicas y de la eisphora, im puesto
dad política que ocuparía el lugar directo sobre el capital que se recau
central de las preocupaciones ate dab a en tiem pos de guerra.
nienses. Este cam bio de acento en el La reform a de la eisphora fue em
ejercicio del poder, así com o la ya co pren d id a por C alístrato de A fidna en
m entada separación de funciones ci el 378: para facilitar la recaudación
viles y m ilitares, nos rem iten a un del im puesto los contribuyentes eran
problem a consustancial a la crisis de repartidos en cien symmorías, cada
la polis ateniense, y en el que en defi u n a de las cuales representaba la m is
nitiva se evidencian todas las debili m a fracción del capital im ponible y
dades y contradicciones de su consti agrupaba a un m ism o núm ero de ciu
tución político-social y económ ica. dadanos. El sistem a fue com pletado
La derrota de A tenas en la G uerra en el 362 con la creación de la proeisp-
del Peloponeso h ab ría dejado las ar hora: en el seno de cada symmoría los
cas del estado vacías y privado a la tres ciudadanos m ás ricos debían
ciu d ad de su im perio m arítim o, una ad e la n tar la totalidad de la sum a de
fuente regular de ingresos fiscales y bida p o r su unidad contributiva, que
de beneficios com erciales. Esta había d an d o a su cargo la recolección pos
sido la base m aterial de la dem ocra terior del im puesto. F inalm ente, la
cia periclea, con toda su estabilidad ley de Periandro (357), prom ulgada al
política y sus brillantes logros cultu m ultiplicarse las necesidades m ilita
rales. Privada de la arché ático-délica res con la guerra de los aliados, exten
y h u n d id a la producción m inera de dió el nuevo sistem a a la trierarquía:
L aurión, A tenas debió de afrontar fueron creadas veinte symmorías trie-
gravísimos problem as financieros, que rárquicas, que agrupaban a los ciu d a
no d ejarían ya de agravarse con su danos m ás pudientes, y cada una de
rearm e y reaparición en la escena po ellas debía hacerse cargo del eq u ip a
lítica internacional a p artir de la m iento de un determ inado núm ero
G u erra de C orinto. La continuación de naves de guerra. La nueva legisla
de los conflictos arm ados a lo largo ción, m ás exigente, pero tam bién m ás
de toda la centuria, la necesidad de contestable en su justa aplicación,
eq u ip ar ilota tras flota, la renuncia acabó por suscitar la violenta oposi
del ciu d ad an o hoplita a prestar servi ción de los contribuyentes m ás afec
cio m ilitar y el recurso cada vez más tados en la asam blea y los tribunales
norm al al m ercenariado, iban a abrir (procesos de antidosis, por ej.), así
un continuo chorro de gastos para el com o la ocultación de fortunas. El es
tesoro. Pese a estas necesidades, el fuerzo bélico del 357-55 y el h u n d i
gasto público no sólo no se contuvo, m iento de la Segunda Liga M arítim a
sino que no cesó de aum entar desde pusieron de m anifiesto las insuficien
la institución del misthos ^ekklesiasti- cias de la política fiscal, y A tenas, con
kós en el 399, y con la continua subi grandes pérdidas en hom bres y n a
da de los restantes sueldos del estado, ves, hubo de hacer frente a una b a n
con el crecim iento del presupuesto carrota que la obligó a suspender m o
para el fondo de espectáculos (Theori m entáneam ente los distintos pagos
Las condiciones de la Polis en el siglo IV y su reflejo en los pensadores griegos 31
fundam entales para el conocim iento presa global, es decir, com o el logro
de estos proyectos ideales son la Re de la felicidad y la distensión de to
pública de Platón así como su tratado dos y cada uno de los participantes
dedicado a las Leyes, obra de m adu en la ciudad. Se trata de un objetivo
rez del filósofo; m uchas de las ideas am bicioso y que precisa, para alcan
allí expuestas figuran luego recogidas zarlo, la puesta en práctica, de todas
en la Política de Aristóteles, libro que, las cualidades de un buen gobierno;
aunque compuesto en el declinar de esta elevada meta sólo será realidad
la época clásica, arroja poderosa luz si se respetan unas norm as adecua
sobre estas doctrinas porque no sólo das establecidas de antem ano, una
realiza la crítica de las distintas for constitución propia, pues tal es el sig
mas constitucionales presentadas por nificado que corresponde a la p a la
Platón, sino que polem iza en torno a bra politeia. Isócrates afirm aba que la
los proyectos teóricos de gobierno su politeia era el alm a de la ciudad, y este
geridos por sus antecesores y ap u n concepto perdura en el pensam iento
ta las posibilidades de rem ediar sus filosófico contem poráneo, pero al m is
inconvenientes. mo tiem po se ve enriquecido p o r la
¿Qué procedimientos podrían apli idea de goce, de equilibrio m oral de
carse para evitar la división radical los ciu d ad an o s, de m an era que su
de la sociedad en ricos y pobres, en enunciado no queda reducido a m era
ciudadanos y gentes exentas de dere teoría política, sino que incluye la d i
chos civiles? Para contestar a esta nám ica de las virtudes sociales.
pregunta surgió toda la utopía de la A hora m ism o recordábam os que la
República platónica, que alcanzó bas politeia de los lacedem onios constitu
tante difusión entre la población grie yó, en buena m edida, el m odelo que
ga del siglo IV. En su construcción m ás atrajo a las utopías del siglo IV.
ideal del estado P latón, siguiendo De ordinario se ensalzaba la cohe
teorías y realidades históricas que sión y unidad de los espartiatas, sus
hundían sus raíces en tiempos anti virtudes m ilitares y m orales, y a u n
guos, propuso la división de la socie que se echase en falta la carencia de
dad en tres grupos: los gobernantes, una instrucción filosófica no dejaba
los guardianes o guerreros y los tra de adm irarse su apego a la tradición y
bajadores (campesinos y artesanos), y su obediencia al sistema. La verdad
señaló que la tierra debería repartirse era que si tales principios pudieron
igualitariam ente entre los cam pesi significarse en otra época com o ras
nos. que alim entarían a los m iem bros gos m ás sobresalientes de Esparta, en
de las otras dos clases. Pero no basta pleno siglo IV habían perdido m ucho
ba con suprim ir las viejas formas de de su antigua observancia; sin em
propiedad sobre la tierra, sino que en bargo, todavía estaban vigentes las
coherencia además con el principio instituciones del estado espartano que
de que el afán de lucro resulta social hab ían m oldeado aquella sociedad y
mente pernicioso llega a proclam ar la producido tan notables resultados, ins
extinción de la propiedad privada. titu c io n e s que c a ra c te riz a b a n a la
Todo debe ser colectivo, hasta la fa politeia la ce d em o n ia com o u n sis
milia y la educación de los jóvenes tem a p a rtic u la rm e n te aten to a los
varones —pues las hem bras no cuen ciudadanos.
tan más que a efectos de la reproduc Efectivam ente, los órganos de go
ción—, idea que delata sin duda in bierno de la constitución espartana
fluencias del ejemplo espartano. ofrecían indudables atractivos a nues
El objetivo final de los habitantes tros utópicos: la gerousía y los éforos,
de ese estado teórico es su felicidad, en carnación de la sabiduría y p ru
entendida resueltamente en una em dencia que debían ad o rn ar al grupo
Lae condiciones de la Polls en el siglo IV y su reflejo en los pensadores griegos 47
de los gobernantes, con tro lab an las la estrategia m ilitar de un estado re
asam bleas populares y vigilaban el presenta asimismo una novedad, pues
cum plim iento de las leyes; p o r otra to que lo habitual consistía en que to
parte estaba la diarquía, la presencia dos los ciudadanos varones m ayores
de los dos reyes, que m an ten ían la de u n a determ inada edad fueran los
tradición m o n árq u ica pero sin el pe encargados de soportar la defensa de
ligro que siem pre conllevaba el m a n la com unidad, y esta tradición se h a
do único. A ello cabía sum ar el d eta bía relajado para d ar paso a la cos
lle de que, al m enos teóricam ente, la tum bre de contratar tropas m ercena
tierra era de todos los espartiatas, y el rias, según dem uestran los principales
producto de la m ism a tam bién. N o hechos de arm as de aquel período.
obstante, los pensadores de la época P latón propone que a estos ciu d ad a
fueron perfectam ente conscientes de nos adscritos a la disciplina m ilitar,
que esta politeia de los lacedem onios los guardianes, se les debe dispensar
encerraba, con su apariencia de ideal un trato especial, pues conviene ais
estructura, sus propios fallos y con larlos desde su nacim iento para que
tradicciones; p o r ello el ejem plo es reciban educación y lleven vida aparte;
p artan o se trataba de im itar en lo que es en este punto en donde el proyecto
aú n conservaba de práctico para la político arroja u n a de las m ás claras
re alid ad social del m om ento en el sem ejanzas con la tradición del sol
resto de Grecia. dado espartiata y con el proceso de la
La ciu d ad platónica está ocupada agogé lacedem onia en particular.
por un rico m uestrario de hom bres y Respecto a la form a en que deben
actividades diferentes, pues cada per integrarse con la sociedad, la utopía
sona debe hacer sólo u n a cosa, aque platónica reserva a los guardianes un
lla que conoce. Todos los oficios, des papel pasivo, pues h a b rán de lim itar
de los m ás hum ildes a los de gran se a ser m antenidos por el resto de la
im portancia, deben tener cabida en el población y no se consentirá que po
estado, y aquí se incluyen, desde lue sean bien alguno; ni tan siquiera po
go, las profesiones dedicadas al inter d rá n fo rm a r u n a fam ilia. D e esta
cam bio de m ercancías, es decir, b u m anera los guardianes qued ab an ale
honeros, tenderos y m ercaderes que jados del gusto por la posesión de las
trafiquen en el interior del territorio, riquezas, y nada necesitan puesto que
p ero tam b ién los p rotagonistas del se h a lla n sostenidos públicam ente y
gran com ercio que desde lejanos p aí no tienen que atender ni m ujer ni hi
ses abastezcan a la ciudad de objetos jos. A unque no se les conceda dere
necesarios e incluso de lujo. A este cho al m atrim onio estable, se adm ite
conjunto cabía añ a d ir los oficios m ás que engendren descendencia, habida
sofisticados y que según P latón no fuera de la institución fam iliar legal;
son, frente a los dem ás, absolutam en estos hijos serán tam bién cuidados
te necesarios; tal es el caso de los ac por la sociedad y educados al estilo
tores, artistas, artesanos de objetos espartano, dentro de u n am biente m i
preciosos y cuantos otros se conside litar, con la idea de que sustituyan en
ran u n exceso para la sociedad de la el futuro a sus padres. En realidad
época. podríam os calificar a los guardianes
Pero la existencia de un cuerpo de com o ciudadanos privilegiados, que
ciu d ad an o s destinados a proteger las reciben u n a instrucción esm erada y
riquezas de la polis se tiene por im poseen el m áxim o de conocim ientos
prescindible, y de conform idad con la sobre cuestiones de interés superior,
idea de especialización que preside la convertidos, sin duda, en u n a verda
República se aconseja la form ación de dera casta m ilitar; bajo sus órdenes, y
un ejército profesional. Esta visión de tam bién dentro de la m ilicia, P latón
48 AkaI Historia del Mundo Antiguo
Crátera ática
(Comienzos del Siglo IV a. C.)
Museo Nacional de Atenas
50 Akal Historia del Mundo Antiguo
ciudad ideal de Aristóteles está más gor, cuando alcancen la vejez gober
cerca de la de las Leyes, pero con bas n arán auxiliados por la prudencia y
tante flexibilidad en las concepcio su experiencia, lo que les perm itirá
nes. El núm ero de h abitantes depen com prender el carácter de los guerre
derá de cada situación y deberá estar ros, en cuyas filas form aron durante
en consonancia con la propia autosu su juventud.
ficiencia, por lo que se acaba propug Desde el punto de vista social A ris
nando m ayor libertad y m argen de tóteles acepta la realidad y las desi
nacim ientos. Las b arreras entre go g u ald ad e s que p re sen cia en tre los
bernantes-filósofos y guerreros-guar griegos, pero se esfuerza en h allar al
dianes no las m arcará la estricta per guna contención para evitar que las
tenencia a distintos grupos sociales, diferencias no puedan nunca conver
sino el hecho natural de la edad de tirse en abusos excesivos. Así, todos
cada uno de los ciudadanos, que por los m iem bros de la ciudad, toda la co
supuesto no deben ocuparse de n in m unidad, debe tener, sean ricos o p o
guna actividad económ ica ni trabajo bres, vivienda y subsistencias, pero
m anual. M ientras sean jóvenes d e adem ás conviene que existan unos te
fenderán al estado con su fuerza y vi- rrenos públicos con cuyo rendim ien-
Las condiciones de ia Polis en el siglo IV y su reflejo en los pensadores griegos 51
to cu b rir las necesidades com unes y m as políticos en relación con las de
socorrer, sobre todo, a los más pobres. cisiones que hubieron de adoptarse.
Para que la ciudad de Aristóteles Isócrates, A ndrotión, Hegesipo. De-
funcionara se requería una serie de móstenes o Esquines constituyen bue
instituciones adecuadas. Desde an ti nos ejem plos de cóm o retórica e his
guo existía una clara distinción entre toriografía se complementan y auxilian.
el m onarca y el tirano, entre la buena La historia proporcionaba m ateria
o m ala oligarquía, entre la acertada o les a los oradores, es decir, a la lucha
incorrecta dem ocracia, com o las tres política, creaba antecedentes que ser
únicas form as posibles de gobierno; vían a m enudo para zan jar cuestio
en los tres casos era la sujeción o no a nes difíciles, sum inistrando por con
las leyes la línea que m arcaría la dife siguiente m odelos a seguir. De ahí re-
rencia. El acceso a las m agistraturas ¡ sulta que en m uchas ocasiones su
que recom ienda Aristóteles está liga j doble com etido de historiador y hom
do. en todos los casos, a una buena bre público hace que ciertos oradores
posición económ ica y social del ca n ofrezcan pensam ientos contradicto
didato en cuestión, tendencia que se rios. com o cuando Dem óstenes, por
había acentuado cada vez m ás a lo ejem plo, presenta a Filipo com o el
largo del siglo IV. destructor de la dem ocracia atenien
Sin em bargo, ese grupo social esco se, pero lo conceptúa, al m ismo tiem
gido destinado a gobernar o a aconse po, com o la persona m ás em inente
ja r a los futuros reyes —com o sucedió que hay en el m undo. Pues en su cali
con los m onarcas helenísticos— debe dad de tribuno activam ente com pro
tener unos principios m orales y filo metido Demóstenes desprecia al hom
sóficos que le perm itan llevar a cabo bre que com bate contra el sistem a
una lab o r de purificación de la ciu político que él. ateniense, cree el m e
d a d . S ig u ie n d o el eje m p lo de su jor: m as com o historiador, que debe
m aestro y de la A cadem ia. Aristóteles estar abierto a los sucesos de su épo
establece el Liceo com o lugar de difu ca. se deja im presionar por la fuerza
sión de estas ideas, que cabría com de esa personalidad que también asom
p arar con los ideales hum anistas del bró a Esquines o a Teopompo.
siglo XV y con los principios defendi La adm iración de Teopom po por el
dos. m ás tarde, p o r los ilustrados. m onarca de M acedonia, a quien con-
sieraba capaz de traer la unidad a
Grecia, fue tan grande que el historia
4. La interpretación de los dor de Quíos escribió un Encomio de
historiadores Filipo en donde vaticinaba que alcan
zaría el dom inio absoluto sobre toda
Si hem os hab lad o de los ideólogos Europa. C u an d o redactó más tarde
del siglo IV. tam bién debem os ab o r las Filípicas llegó Teopom po incluso a
d a r la p an orám ica de la época que negar el papel desem peñado por Ate
nos pro p o rcio n an los autores que po nas en defensa de las ideas panhelé-
dríam os calificar com o «historiado nicas y a resaltar los fallos de la de
res», así com o las soluciones expues m ocracia, entre los que significa la
tas. Un recuerdo hay que dedicar de tendencia a reprim ir la personalidad
nuevo a Isócrates, el gran retórico y de los políticos que m ás sobresalen
polem ista; de hecho este orador ate para diluirlos en la m asa; en su opi
niense. que vivió más de noventa años, nión. la influencia de estos hom bres y
analizó a fondo la historia griega des sus deseos de controlar los excesos
de A lcibiades a Filipo; pero hubo contra la libertad habían sido acalla
tam bién otros m uchos rotores cuyos dos m ed ian te procesos. La ciu d ad
juicios históricos suscitaron proble griega concebida a la antigua estaba
52 Akal Historia del Mundo Antiguo
Bibliografía*
Griffith, G.T .‘.Athens in the Fourth Century, M ossé, C.: Las doctrinas políticas en Grecia,
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Imperialism in the Ancient World, L ondres Sinclair, T.A.: Histoire de la pensée politi
1978, pp. 127 ss. que grecque, Paris 1953.