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HISTORIA

del/v m MDO
A n iíg v o
'

a 19
mFŒCIG,
Esta historia, obra de un equipo de cuarenta profesores de va­
rias universidades españolas, pretende ofrecer el último estado
de las investigaciones y, a la vez, ser accesible a lectores de di­

HISTORIA versos niveles culturales. Una cuidada selección de textos de au­


tores antiguos, mapas, ilustraciones, cuadros cronológicos y

■^MVNDO orientaciones bibliográficas hacen que cada libro se presente con


un doble valor, de modo que puede funcionar como un capítulo

A ntïgvo del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una
monografía. Cada texto ha sido redactado por el especialista del
tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto.

ORIENTE 25. J. Fernández Nieto, L a guerra 44. C. González Román, La R e­


del Peloponeso. pública Tardía: cesarianos y
1. A. Caballos-J. M. Serrano, 26. J. Fernández Nieto, Grecia en pompeyanos.
Sumer y A kkad. la prim era m itad del s. IV. 45. J. M. Roldán, Institudones p o ­
2. J. Urruela, Egipto: Epoca Ti- 27. D. Plácido, L a civilización líticas de la República romana.
nita e Im perio Antiguo. griega en la época clásica. 46. S. Montero, L a religión rom a­
3. C. G. Wagner, Babilonia. 28. J. Fernández Nieto, V. Alon­ na antigua.
4. J . Urruelaj Egipto durante el so, Las condidones de las polis 47. J . Mangas, Augusto.
Im perio Medio. en el s. IV y su reflejo en los 48. J . Mangas, F. J. Lomas, Los
5. P. Sáez, Los hititas. pensadores griegos. Julio-C laudios y la crisis del 68.
6. F. Presedo, Egipto durante el 29. J . Fernández Nieto, El mun­ 49. F. J . Lomas, Los Flavios.
Im perio N uevo. do griego y Filipo de Mace­ 50. G. Chic, L a dinastía de los
7. J. Alvar, Los Pueblos d el Mar donia. Antoninos.
y otros m ovimientos de pueblos 30. M. A. Rabanal, A lejandro 51. U. Espinosa, Los Severos.
a fin es d el I I milenio. Magno y sus sucesores. 52. J . Fernández Ubiña, El Im pe­
8. C. G. Wagner, Asiría y su 31. A. Lozano, Las monarquías rio Rom ano bajo la anarquía
imperio. helenísticas. I : El Egipto de los militar.
9. C. G. Wagner, Los fenicios. Lágidas. 53. J . Muñiz Coello, Las finanzas
10. J. M. Blázquez, Los hebreos. 32. A. Lozano, Las monarquías públicas del estado romano du­
11. F. Presedo, Egipto: Tercer Pe­ helenísticas. I I : Los Seleúcidas. rante el Alto Imperio.
ríodo Interm edio y Epoca Sai- 33. A. Lozano, Asia Menor h e­ 54. J . M. Blázquez, Agricultura y
ta. lenística. m inería rom anas durante el
12. F. Presedo, J . M. Serrano, La 34. M. A. Rabanal, Las m onar­ Alto Imperio.
religión egipcia. quías helenísticas. I I I : Grecia y 55. J . M. Blázquez, Artesanado y
13. J. Alvar, Los persas. Macedonia. comercio durante el Alto Im ­
35. A. Piñero, L a civilizadón h e­ perio.
GRECIA lenística. 56. J. Mangas-R. Cid, El paganis­
mo durante el Alto Im peño.
14. J. C. Bermejo, El mundo del ROMA 57. J. M. Santero, F. Gaseó, El
Egeo en el I I milenio. cristianismo primitivo.
36. J. Martínez-Pinna, El pueblo 58. G. Bravo, Diocleciano y las re­
15. A. Lozano, L a E dad Oscura.
16. J . C. Bermejo, El mito griego etrusco. form as administrativas del Im ­
y sus interpretaciones. 37. J. Martínez-Pinna, L a Roma perio.
primitiva. 59. F. Bajo, Constantino y sus su­
17. A. Lozano, L a colonización
38. S. Montero, J. Martínez-Pin­ cesores. L a conversión d el Im ­
griega.
na, E l dualismo patricio-ple­
18. J. J . Sayas, Las ciudades de J o - perio.
beyo.
nia y el Peloponeso en el perío­ 60. R . Sanz, El paganismo tardío
39. S. Montero, J . Martínez-Pin-
do arcaico. na, L a conquista de Italia y la y Juliano el Apóstata.
19. R. López Melero, El estado es­ igualdad de los órdenes. 61. R. Teja, L a época de los Va­
partano hasta la época clásica. 40. G. Fatás, El período de las pri­ lentiniano s y de Teodosio.
20. R. López Melero, L a fo rm a ­ meras guerras púnicas. 62. D. Pérez Sánchez, Evoludón
ción de la dem ocracia atenien­ 41. F. Marco, L a expansión de del Im perio Rom ano de Orien­
se , I. El estado aristocrático. Rom a p or el Mediterráneo. De te hasta Justiniano.
21. R. López Melero, L a fo rm a ­ fines de la segunda guerra Pú­ 63. G. Bravo, El colonato bajoim -
ción de la dem ocracia atenien­ nica a los Gracos. perial.
se, II. D e Solón a Clístenes. 42. J . F. Rodríguez Neila, Los 64. G. Bravo, Revueltas internas y
22. D. Plácido, Cultura y religión Gracos y el com ienzo de las penetraciones bárbaras en el
en la Grecia arcaica. guerras aviles. Imperio.
23. M. Picazo, Griegos y persas en 43. M.a L. Sánchez León, Revuel­ 65. A. Giménez de Garnica, L a
el Egeo. tas de esclavos en la crisis de la desintegración del Im perio Ro­
24. D. Plácido, L a Pente conte da. República. mano de O cddente.
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HISTORIA
^MVNDO
Αιτπανο

rV inI vrl Inl fλ\


Director de la obra:
Julio Mangas Manjarrés
(Catedrático de Historia Antigua
de la Universidad Complutense
de Madrid)

Diseño y maqueta:
Pedro Arjona

«No está permitida la


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Los Berrocales del Jarama
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ISBN: 84-7600-274-2 (Obra completa)
ISBN: 84-7600-431-1 (Tomo XXIX)
Impreso en GREFOL, S.A. »
Pol. II - La Fuensanta
Móstoles (Madrid)
Printed in Spain
EL MONDO GRIEGO Y
FILIPO DE MACEDONIA

F J. Fernández Nieto
Indice

Págs.

Introducción............................................................................................................... 7

I. Macedonia bajo Filipo II ................................................................................... 9


1. El reino de Macedonia antes de Filipo II .................................................. 9
Los orígenes de la dinastía macedonia ....................................................... 11
M acedonia durante el siglo V ........................................................................ 12
Macedonia en la primera mitad del siglo IV (399-359) .......................... 17
2. Macedonia en época de Filipo II ................................................................. 19
El reino a la llegada de Filipo ....................................................................... 19
Las reformas internas de Filipo .................................................................... 25
Los medios aplicados por F il i p o ................................................................... 29

Π. Filipo y la conquista de Grecia ..................................................................... 34


1. De la Guerra Sagrada a la Paz de Filócrates ............................................ 34
La guerra contra Olinto y el desarrollo de la Guerra Sagrada ............ 37
La Paz de Filócrates y el fin de la Guerra S a g r a d a ................................ 39
2. La ascensión final de Macedonia y la privación general de la autonomía .... 44
La guerra contra Macedonia y la batalla de Queronea ......................... 47
La Liga de Corinto y la expedición a A s i a ................................................ 50

Bibliografía................................................................................................................ 54
El m undo griego y Filipo de Macedonia 7

Introducción

La batalla de M antinea (362), en la aunque la responsabilidad de condu­


que murió Epam inondas, y la derrota cirlo vertiginosamente recayó, por vo­
de Atenas en la Guerra de los Aliados luntad del destino, sobre su hijo y su­
(355), que dejó reducida la segunda cesor Alejandro.
C onfederación marítima a un grupo Veinte años antes de que Filipo ob­
de estados insulares con escasa fuer­ tuviese el cetro existió en el norte de
za, consum aron el fracaso definitivo Grecia otro monarca absoluto, cuya
de las formaciones hegemónicas. Es­ ambición e inteligencia le colocaron
parta, Tebas y Atenas quedaron pro­ en disposición de equipararse a los
fundamente debilitadas tras sus in ­ principales estados de su tiempo: el
te n to s de e s t a b l e c e r un d o m in io tirano Jasón de Feras. Con rapidez y
efectivo sobre la mayor parte de la acierto Jasón dominó a todas las ciu­
Hélade, pero todos los griegos paga­ dades de Tesalia; los dólopes y los
rían su agotamiento viéndose inexora­ molosos acataron su protectorado, la
blemente a merced de los macedonios. Acaya Ftiótide, los magnesios y los
En efecto, el vacío que se produjo perrebos le pagaban tributo. Impuso
en Grecia a causa del desgaste ince­ su nom bram iento como tagos (señor
sante sufrido por las tres grandes po­ absoluto) de los tesalios y estableció
tencias durante la primera mitad del un acuerdo de alianza con Tebas. En
siglo IV no duró demasiado tiempo; los Juegos Píticos de Delfos pretendió
la ocupación de ese espacio marca aparecer como el jefe indiscutible de
precisamente el inicio de una nueva toda la Hélade y que los amfictiones
época, en todos los órdenes de la vida le encom endaran la misión de em ­
y del pensamiento, que estuvo llam a­ prender una gran expedición contra
da a modificar muchos de los carac­ Persia, que m uchos griegos alenta­
teres distintivos de la cultura anterior: ban. Su asesinato en el 370 disgregó
es la ruptura que puso término al pe­ de nuevo a Tesalia en una serie de pe­
ríodo clásico de la historia griega. queños dominios, aunque el atractivo
Fue en el norte del Egeo, en M acedo­ del ejemplo unificador de Jasón no
nia, en donde un personaje que había pasó inadvertido a sus vecinos los
alcanzado el poder, primero como re­ macedonios. Sin duda la tarea de a u ­
gente y luego desde el trono, se con­ nar a los griegos y acometer la con­
virtió en el árbitro de la postrera auto­ quista de Asia estaba reservada a
n o m ía de los griegos. La obra de otro.
gobierno de Filipo II de Macedonia Tampoco el reino de M acedonia
habría de fu n d a m e n tar un cambio era un estado unitario. La casa de los
radical en todo el m u nd o antiguo, Argeadas no siempre había manteni-
8 AkaI Historia del M undo Antiguo

do su autoridad sobre las comarcas y movilizar los recursos humanos y m a­


los dinastas repartidos por un territo­ teriales del reino y de aquellas regio­
rio que com prendía desde el norte de nes que fue conquistando, se valió de
Tesalia hasta el río Estrimón, y las la ayuda de un buen número de técni­
frecuentes disputas familiares por la cos griegos de primer orden y aca­
sucesión en nada había favorecido la bó im poniendo su pujante hegemo­
cohesión del reino, que incluso sufrió nía, que tuvo en casi todos los lugares
algunas invasiones y fue parcialm en­ de G recia decididos partidarios, a
te s o m e tid o po r p u e b lo s vecinos. una Hélade dividida y vacilante en
C u an d o finalmente hubo un indivi­ sus principios sociales, políticos y
duo que conoció el éxito a la hora de morales.
im poner una sólida estructura central El testimonio vivo de Demóstenes
al estado macedonio, se encontró re­ y de Esquines, dos de los principales
com pensado con la adquisición de protagonistas de la escena pública,
u n a s itu a c ió n p r e e m i n e n t e en el ilustra con infinidad de matices las
m undo egeo. etapas de la ascensión y triunfo de Fi­
La victoria de Filipo no fue sola­ lipo II de Macedonia. Frente a la ju s­
mente militar, política y diplomática, ta adm iración que desde antiguo ha
sino también administrativa y econó­ despertado la figura de su hijo, Ale­
mica. M acedonia contaba con una jandro Magno, ya no cabe hoy en día
población dispersa, disponía de abun­ ignorar que Filipo rayó a tan extraor­
dantes tierras de labor y de pastos, de dinaria altura y desplegó tan especial
frondosos bosques, de importantes ya­ talento que sólo gracias a su visión de
cimientos mineros —que proporcio­ gobierno, a su competencia militar y
naron el metal para acuñar una exce­ a la capacidad diplomática pudo Ale­
lente m o ned a—, de puertos adecua­ jan d ro ab a n d o n ar el estrecho marco
dos p ara facilitar el tráfico con el del reino de Macedonia y edificar el
norte del Egeo e incrementar los in­ gran imperio griego cuyo espíritu per­
gresos del estado. Pero Filipo supo vivió durante toda la Antigüedad.

La palestra de Olimpia.
El m undo griego y Filipo de M acedonia 9

I. M acedonia bajo Filipo II

1. El reino de Macedonia de M etona y Pidna. Por el norte cru­


antes de Filipo II zaron el río Axio para adueñarse de
Migdonia; bajo su dominio cayeron
Dentro del m undo griego Macedonia asimismo los crestonios, los bisaltos y
formaba una com unidad situada en la ciudad de Antemonte.
el extremo norte de la península, con­ De esta manera, antes de que los
tigua a los tesalios y al pueblo b árb a­ persas pasaran a Europa (finales del
ro de los ilirios; debido a su aisla­ siglo VI) Macedonia disponía de un
miento había conservado numerosos territorio que casi duplicaba el de Te­
rasgos propios del arcaísmo helénico, salia (unos treinta mil kilóm etros
aunque paulatinam ente estrechó sus cuadrados frente a quince mil) para
relaciones con los grandes centros del un conjunto de población no dem a­
poder y la cultura en Grecia. El pri­ siado alto; aunque los habitantes de
mitivo solar macedónico lo constituía las regiones conquistadas no fueron
la franja que separa el curso superior desalojados de sus hogares, el núcleo
de los ríos Haliacm ón y Axio, es de­ formado por los invasores era bastan­
cir, las comarcas de la Lincéstida, la te pequeño (se trataba sólo de unas
Oréstida y la Elimea. La expansión cua n ta s estirpes ilirio-epirotas). El
de los macedonios hacia el sur y h a ­ em plazam iento estratégico de M ace­
cia el este en busca del m ar se prod u­ donia respecto al norte del Egeo, pues
jo a finales del siglo VIII a.C. o co­ controlaba los caminos que condu­
mienzos del VII, coincidiendo con cían desde el oeste y el sur hacia la
movimientos de población que afec­ Calcídica, la costa de Tracia, el Quer-
taron a todo el ámbito septentrional soneso y el Bosforo, junto a sus for­
de los Balcanes (empuje de los ilirios midables recursos forestales, agríco­
desde el oeste y de los cimerios contra las y mineros, explica que desde el
los tracios desde el este). Invadieron siglo V fuera vital para los intereses
primero la Almopea y la Eordea, ade­ de Atenas, y por consiguiente a Es­
más del país de los boteos, que ocu­ parta le tocaba impedirlo, hacerse con
pab a n la plana de Ematia, y aquí es­ la amistad de los monarcas macedonios.
ta b le c ie ro n sus cap ita le s de Egas Históricamente la casa real de M a­
—perdió esa condición a últimos del cedonia h abía sido reconocida por
siglo V— y Pela. Luego se instalaron los griegos como una parte de la fa­
en Pieria, adquiriendo así una salida milia helénica —los Argeadas preten­
al m ar a ambos lados de las ciudades dían tener su origen en los Teménidas
10 Akal Historia del M undo Antiguo

de Argos y descender de Heracles—, formada por la fusión de diferentes


por lo que les fue concedida autoriza­ estirpes de origen ilirio-epirota con
ción p ara p articipar en los Juegos otras ramas de raíz tracofrigia; sólo
Olímpicos, de los que se excluía a los por su sangre epirota, originaria de la
bárbaros, en época de Alejandro I Tesprótida, se acercaban los macedo­
(probablemente en la Olimpiada del nios a la condición de griegos.
año 476 a.C). Ello no constituyó, des­ Así pues, M aced o n ia constituyó
de luego, un acierto; los helanodicas, desde el final de la época arcaica una
magistrados de Olimpia encargados u n id ad política, pero no étnica; al
de juzgar las incidencias relativas a igual que entre los dinastas y la no­
los Juegos, habían puesto en duda que bleza se aglutinaron estirpes de diver­
debiera admitirse al rey de M acedo­ sa procedencia, también las poblacio­
nia. Fue entonces cuando Alejandro I nes sometidas estaban muy mezcla­
creó la falsa historia sobre el origen das. El nom bre de macedones, que sig­
temcnida de sus antepasados, para lo nifica «m ontañeses» o «serranos»,
cual se basó en paralelos extraídos fue el término aplicado a los prim e­
del material onomástico, pues tanto ros linajes ilirio-epirotas que invadie­
Témeno de Argos como el primitivo ron Pieria hacia el 700; sólo después
rey Perdicas 1 de Macedonia tuvieron del proceso durante el que incorpora­
un hijo del mismo nombre, Argeo. ron a su dominio otros territorios se
Alejandro apeló además a esa ascen­ desarrolló el antiguo calificativo de
dencia argiva porque en aquel m o­ m o n t a ñ e s e s c o m o d e n o m i n a c ió n
mento Argos era su aliada natural y propia: m acedonios y su derivado
había ganado bastante influencia en Macedonia fue el nombre que recibió
Olimpia; como los argivos no mostra­ todo el país e incluía a los antiguos
ron reparos a la genealogía ficticia, conquistadores y a los nuevos habi­
que los convertía en progenitores de tantes. N o hay huellas de que en M a­
los reyes macedonios, pese a las pro­ cedonia hubiera ningún tipo de orga­
testas de los helanodicas hubo que nización gentilicia ni de que la po ­
aceptar la participación de Alejandro blación más antigua fuera reducida a
1 en Olimpia. una posición jurídica claramente in­
Sin embargo, el conjunto del pue­ ferior o servil.
blo macedonio era considerado por La lengua macedonia fue un dia­
los helenos como no griego, y con lecto mixto, en el que se aprecian ele­
bastante razón, pues la realidad fue mentos aportados por cada uno de
que en los diferentes territorios ocu­ los grupos que com ponían la pobla­
pados por M aced onia en la época ción. El material lingüístico que co­
clásica existían restos étnicos de va­ nocemos es escaso; no hay ningún
rias proveniencias. El grupo más an ­ texto continuo —los macedonios no
tiguo estaba formado por las pobla­ escribieron, al parecer, en su lengua—,
ciones del tronco tracofrigio, como sino sólo voces aisladas, conservadas
eran los m igdonios, em parentado s por los lexicógrafos alejandrinos, y
con los frigios; a su vez los crestonios series onomásticas (nombres de per­
y los bisaltos, así como los habitantes sonas, de lugares, de meses y de fies­
de Pieria, pertenecían a la familia de tas). Su estudio nos descubre una len­
los tracios. También en las tierras del gua cotidiana formada por extranje­
primitivo solar, entre el Haliacm ón y rismos y préstamos griegos, por voca­
el Axio, h ab ían perdurado com uni­ blos que apuntan a antiguas relacio­
dades aisladas de sangre tracofrigia. nes con el griego, por elementos in­
Y todos ellos habían sido» sometidos doeuropeos cercanos al ilirio y al tra-
por u na población no estrictamente cio, y por términos que parecen no in­
griega: los macedonios, com unidad doeuropeos; de ello cabría concluir,
El mundo griego y Filipo de Macedonia 11

aun con algunas reservas, que entre la ciudad de Lebea. Expulsados más
los estratos lingüísticos más profun­ tarde de este refugio, se hicieron fuer­
dos se encontrarían el ilirio, el tracio, tes en otra comarca y lograron des­
una lengua no indoeuropea e incluso pués conquistar el resto de Macedo­
un dialecto griego (que estaría em pa­ nia. De este Perdicas I se hacía des­
rentado con el tesalio). El macedonio cender a Argeo, Filipo I, Éropo II y
fue sin duda un dialecto que bastaba Alcetas, padre de Amintas I (540?-
para las necesidades diarias y distin­ 498?) primer rey de Macedonia que
guía claramente a sus hablantes de ofrece rasgos definidos de personaje
sus vecinos ilirios y tracios, así como histórico.
de los griegos. Esta fue u n a razón Gracias al penetrante estudio reali­
principal, según sabemos, por la que zado por Klaus Rosen ha quedado
se discutía el helenismo de los mace- patente, como antes señalamos, que
donios. Pero como al mismo tiempo Alejandro I modeló el relato sobre el
Macedonia experimentó un proceso origen griego de sus antepasados mo­
de influencia cultural y lingüística vido por intereses políticos; pero del
griega —probablemente a partir del análisis lingüístico de los nombres de
siglo VIT comenzó ya a irradiar una los primeros monarcas se desprende
cierta helenización desde las colonias que los invasores de Macedonia pro­
Calcídica y más tarde desde Metona—, venían de varias estirpes ilirio-epiro-
que afectó sobre todo a las capas al­ tas domiciliadas en Epiro, concreta­
tas, la corte macedonia y los nobles mente en la región Tesprótida, au n ­
s ie m p re u tiliz a ro n com o segundo que ta m b ié n se recon oce la exis­
idioma, propio para las relaciones tencia de una rama tracófrigia. Lo
políticas, el griego. más probable es que después de to­
m ar Pieria los conquistadores epiro-
tas cerraran matrimonios con la aris­
Los orígenes de la dinastía tocracia local, de donde pudo surgir
macedonia la definitiva dinastía macedonia con
nuevas raíces tracias. En cualquier
Los datos transmitidos por las fuen­ caso parece seguro que los linajes
tes griegas acerca de las raíces del fundadores del reino de Macedonia
principado de Macedonia contienen se integraron rápidamente con esta
sin duda un fondo histórico, aunque antigua población tracófrigia, sin que
las figuras de los distintos soberanos pueda concederse crédito a los hiso-
aparecen absolutamente desvirtuadas triadores griegos (Hecateo, Helánico,
por las narraciones de una pseudo- H eró doto, Tucídides) cu a n d o afir­
histórica llegada de los fundadores m an que los primeros pobladores del
desde una importante ciudad de G re­ territorio fueron expulsados o exter­
cia. Así como los príncipes molosos minados. Una ciudad como Vergina
recurrieron al tronco de los Eácidas. (Egas) ofrece aspecto de haberse en­
los ilirios al de C adm o o los lincestas tregado y no haber sufrido daño algu­
al de los B aquíadas de Corinto, la no; arqueológicamente se aprecia en
casa de Macedonia había favorecido los yacimientos que no hay rupturas,
la idea de que su árbol brotaba de la sino una clara continuidad entre el
ciudad de Argos. Tres legendarios her­ siglo VIII y los dos siguientes.
m an o s argivos, G avan es, Eropo y La primitiva regencia macedonia
Perdicas, familiares de Tcmeno, ha­ estaba, por su origen y su carácter,
brían huido de su patria; llegaron pri­ muy cerca de las dinastías locales a
mero a Iliria y desde allí se interna­ las que sustituía. Ciertamente había
ron hacia la alta Macedonia. hallan ­ logrado extender su dom inio algo
do acomodo en casa del monarca de más allá del Haliacm ón y del Axio
12 A kal Historia del M undo Antiguo

hasta alcanzar el mar, pero la organi­ directamente referido a los contactos


zación del reino no estuvo excesiva­ que otros estados mantuvieron con
mente centralizada: el soberano ma- M acedonia. Amintas I tuvo amistad
c e d o n io m a n d a b a el ejército y se con los tiranos de Atenas: permitió a
adornaba con el título de rey, pero Pisistrato instalarse a orillas del golfo
subsistieron principados locales go­ Termaico durante su segundo exilio, y
bernados por grandes señores que se cuando Hipias tuvo que ab a n d o n ar
declaraban aliados y vasallos del rey, Atenas en el 511/10 le ofreció como re­
aunque ejercían una m onarquía per­ sidencia la ciudad de Antemonte. Por
sonal sobre los pueblos de su territo­ estas fechas Amintas reconoció la au ­
rio (tal era el caso de los principados toridad de Persia sobre Macedonia,
de la Lincéstida y la Elimea). Ello dio se declaró súbdito del G ra n Rey y
siempre lugar, en períodos de lucha completó el vasallaje con la entrega
por la sucesión al trono, a la división en m atrim onio de su hija a un alto
interna de los señoríos macedonios dignatario persa.
en favor de uno u otro candidato, y
fue necesaria la fuerte autoridad de
monarcas como Filipo II o Alejandro Macedonia durante
III para asegurar la obediencia de to­ el siglo V
das las comarcas.
El nom bre de Argeadas, con el que C on el hijo y heredero de Amintas,
suele conocerse a la casa real de M a­ Alejandro I (498?-mitad del s. V), M a­
ced onia, tam p oco es histórico; no c e d o n ia inició v erd a d e ra m e n te su
aparece nunca atestiguado en los pri­ historia dentro del concierto de los
meros tiempos de la dinastía y ni si­ estados griegos, y a ello estuvo forza­
quiera lo hallamos en el siglo IV ni en da por la invasión de los persas al
la historiografía de Alejandro M ag­ continente. Tras la derrota final de los
no. Se trata sin duda de una creación medos Alejandro salvó su delicada
no muy afortunada de época helenís­ posición: había tomado parte, junto
tica, puesto que el título de Argeadas con los tracios y los peonios, en la ex­
viene a entroncar a la casa macedo­ pedición de Jerjes y estuvo presente
nia con la ciudad de Argos y no con en la batalla de Platea, mas parece
un epónim o Argeo —el sucesor de que supo trabajar desde las filas ene­
Perdicas I— como cabría esperar. En migas por la causa helénica, lo que le
época primitiva pudieron quizá reci­ valió en particular el agradecimiento
bir una denom inación nacional pro­ de los atenienses.
pia; pero desde que los argumentos En los años siguientes a la segunda
ficticios de Alejandro I convencieron Guerra Médica, mientras Atenas con­
a los griegos (por tanto desde m edia­ solidaba la Liga marítima ático-délica,
dos del siglo V) la autotitulación so­ Alejandro se dedicó eficazmente a re­
lemne de la m onarquía macedonia cuperar los territorios del norte de la
fue la de casa de los Heráclidas — Calcídica que se perdieron a raíz de
Témeno de Argos descendía del héroe la llegada de los persas. Volvió a so­
Heracles, según la tradición—, y una meter a los migdonios, los crestonios
imagen de Heracles abría la galería y los bisaltos, y extendió así la fronte­
de los antepasados colocada en Del- ra oriental de Macedonia hasta el río
fos por los reyes de Macedonia. Estrimón; consumó la ocupación de
El reinado de Amintas I (5407-498?) Pieria, que nunca había sido comple­
señala el final de la expansión territo­ tamente conquistada por sus antepa­
rial y pone término al perío'do arcaico sados, mediante la toma de la ciudad
de la dinastía macedonia. Todo cu a n ­ de Pidna, cómodo puerto del golfo
to sabemos de este monarca viene in­ Termaico que facilitaba las relaciones
El m undo griego y Filipo de M acedonia 13
Grecia Central

I \ GOLFO MALIACO
Termópilas

Heraclea de Tracia

M. Calidromos.

Elatea
%
•T ito re a

M. Hedilio
F O C Μ. Acontio
M. Parnaso • èO rcom enos
Queronea ‘V .
\\° M. Ptoo "S- «Calcis
M. Turio LAGO COPAIS
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Delfos ,°
• Coronea Aulida

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M, Helicón •Tebas y"


•Tespias sop°

• Platea
M. Citeron
GOLFO DE CORINTO Decelea

• Acamas
Eleusis
Μ E G A R I D A
M. Geranea

PELOPONESO • Megara

SALAMINA Pire°
Corinto
\

comerciales del reino con el resto del ñación de nuevas monedas de plata
Egeo. Los dinastas de las comarcas macedonias, que reemplazaron a las
vecinas de Iliria (Lincéstida, Orésti- antiguas emisiones, patrocinadas por
da, Elimea) tuvieron que seguir aca­ varios dinastas locales, anteriores al
tando, como en los siglos anteriores, 480. La unificación monetaria afirmó
la autoridad del soberano macedonio. la soberanía de la casa real Heráclida
Al entrar en posesión del monte sobre todo el reino de Macedonia; la
Disoro, situado al norte de Bisaltia fábrica de Pidna asumió especial re­
d o m in a n d o el Estrimón, Alejandro levancia, pues la ciudad era el centro
adquirió los yacimientos argentíferos comercial marítimo que canalizaba
de aquel distrito que, según noticias las relaciones con el Egeo.
antiguas, rendían un talento diario; Ya hemos visto cómo Alejandro I
gracias a tales recursos pudo iniciarse logró por estas mismas fechas (proba­
en los talleres de Egas y Pidna la acu- blemente en el 476) su admisión en
14 Aka! Historia del M undo Antiguo

los Juegos Olímpicos y prestó un fal­ frustrar las pretensiones de su herm a­


so soporte helénico a la tradición ge­ no; incluso algunos dinastas m acedo­
nealógica de los reyes de Macedonia. nios vasallos de Perdicas, el soberano
Sin duda este monarca se esforzó gran­ legítimo, se pusieron del lado.de Fili­
demente en favorecer la imagen de su po: los príncipes de Elimea y de la
vinculación a la cultura griega: levan­ Lincéstida le sum inistraro n tropas
tó estatuas en Olimpia y Delfos, reci­ auxiliares durante su conflicto con
bió en su corte a Helánico y H erodo­ Perdicas.
to, tuvo amistad con el poeta Píndaro, La política con respecto a Atenas
acogió en su territorio a algunas po­ se mantuvo durante estos años esta­
blaciones griegas desposeídas. El so­ ble: mientras los atenienses crean en
brenombre de Filheleno, con que se el 446/45 el distrito tributario de Tra­
designó a Alejandro en época tardía, cia, fundan la colonia de Brea en te­
recuerda no sólo su ayuda a la causa rritorio bisaltio y en el 437/36 se insta­
griega durante las Guerras Médicas, lan en Am fípolis —la ciu dad que
sino también su constante interven­ impide la expansión macedonia hacia
ción en los asuntos políticos de la Hé- el este y cuyo papel será en el futuro
lade. Las relaciones de Alejandro con muy destacado—, Perdicas II evita la
los atenienses se enfriaron a raíz de la ruptura de la paz pero trabaja a favor
expansión de aquéllos en el sur de de sus intereses. A partir del año 432
Tracia (instalación en E neahodos, c o m b a tirá abiertam ente a los ate­
fundación de la colonia de Drabesco) nienses en Calcídica y Potidea y lo­
y de la defección de Tasos de la Liga grará además detener una invasión
marítima, aunque hacia el final de su de los tracios; luego, desde que estalla
reinado se asoció con Atenas para ex­ la G uerra del Peloponeso, el rey de
plotar conjuntam ente las minas de Macedonia mantiene constantemen­
plata de Disoro. te un doble juego por el que tan p ro n ­
Entre 454 y 450 desaparece Alejan­ to se inclina a establecer pactos con
dro, a quien sucede su hijo Perdicas la Liga marítima ático-délica como a
II. El reino de este monarca estuvo j a ­ entrar en alianza con Esparta. A m e­
lo n ad o p o r una serie contin ua de nudo Perdicas incumplió sus obliga­
conflictos derivados de la posición ciones federales hacia uno u otro
política de Macedonia durante la se­ bando y permaneció en un ambiguo
gunda mitad del siglo V. Ya antes de compás de espera, repleto de cautelas,
la G uerra del Peloponeso tuvo que antes de comprometer sus fuerzas en
hacer frente a los problemas internos las operaciones de guerra. Lo cierto es
surgidos por la partición del reino: que el m onarca maccdonio superó la
Alejandro había resuelto no trasmitir prueba de m antener la independen­
todas las posesiones territoriales al cia del reino frente a numerosas am e­
heredero, por lo que cedió algunos nazas b á rb a ra s y griegas. C u a n d o
dominios en Macedonia a otros dos murió en el año 414/13 había logrado,
hijos, Alcetas y Filipo; pero Perdicas por la vía mixta de la diplomacia, la
trató inm ediatam ente de volver a u n i­ política y la guerra, ver reducida la
ficar todo el reino. Si Alcetas no cons­ influencia ateniense en el sur de Tra­
tituyó obstáculo serio y perdió pronto cia y en a Calcídica (como resultado
su parte, Filipo representó en cambio de la Paz de Nicias), pero también
un peligro grave. Sus tierras estaban co nju ra r las apetencias de Esparta
situadas en el curso inferior del río por asegurarse bases en los territorios
Axio, cerca de Tracia, de la Calcídica y del norte; en el oeste del reino detuvo
de varias ciudades aliadas cié Atenas, la invasión iliria y la separación de
y de todos estos vecinos obtuvo Filipo la Lincéstida.
auxilio en distintas ocasiones para La llegada de Arquelao (413-399) al
El mundo griego y Filipo de Macedonia 15

trono de Macedonia estuvo acom pa­ y otros medios de lucha. Si Alejandro


ñada de algunos episodios sangrien­ I fue probablemente el creador de la
tos —eliminación de tres candidatos famosa caballería macedonia cono­
legales a la corona— que despejaron cida con el nom bre de los hetaiwi
el camino a este hijo de Perdicas II y («compañeros» o «amigos», pertene­
-de u na esclava. Arquelao fue el m o­ cían a la nobleza propietaria), para
narca macedonio que más hizo, hasta cuya constitución aprovechó la rique­
la regencia de Filipo, por m odernizar za en rebaños y el dinero de las mi­
el país y legarle una posición de pres­ nas de Disoro, Arquelao mejoró el
tigio frente a los estados griegos. Esta­ potencial de la milicia con la reorga­
bleció buenas relaciones con Atenas, nización de la infantería: dotó a los
ciudad a la que durante la última fase ca m pe sino s, que antes servían en
de la G uerra del Peloponeso facilitó masa, con la arm adura del hoplita,
abundante material para equipar una transformándolos así en com batien­
flota; esta cooperación le valió no sólo tes singulares que estaban agrupados
el que la Asamblea ateniense decreta­ en decurias y centurias; su denom ina­
se que debía concederle un elogio p ú ­ ción natural de infantes (pezoi) se asi­
blico, sino asimismo la ayuda de las miló a la de los jinetes mediante el
tropas atenienses en el asedio de Pid- apelativo de pezetairoi («cam aradas
na (ciudad que Arquelao acabó con­ de la infantería», que pronto se usó
quistando, incorporándola al reino para significar a la guardia personal y
macedonio por casi medio siglo). a los compañeros del rey).
Mediante la política de entregar en Pero esta reforma militar poseía
m atrim onio a sus hijas pudo conte­ también un carácter social. La noble­
ner la hostilidad de los dinastas de la za retenía desde antiguo la verdadera
Alta M acedonia, príncipes vasallos fuerza militar de Macedonia, pues su
de la Elimea y la Lincéstida, sobre los pericia en las artes ecuestres hizo im­
que mantuvo su hegemonía. En las prescindible que asumieran la parte
postrimerías de su reinado llegó tam ­ esencial del ejército, la caballería.
bién a intervenir en los asuntos de Te­ Con la reorganización de Arquelao
salia, en donde ocupó la ciudad de tam bién la propia población rural
Larisa para prestar auxilio a la oligar­ adquiría mayor entidad dentro del es­
quía antiespartana. Por primera vez tado: podían participar desde ahora
un soberano de Macedonia se arroja­ en la llam ad a A sam blea m ilitar o
ba directamente, como luego hizo Fi­ A sam blea de los m acedonios, a la
lipo, a participar en las querellas in­ que tradicionalmente se convocaba
ternas de un importante estado griego: para reconocer por aclamación al he­
no hay que olvidar que antes del 401 redero convertido en nuevo soberano
sólo Atenas y Esparta habían entrado y para proceder en juicio contra los
en armas dentro de Tesalia. acusados de traición. La suma de los
Pero la principal contribución de pezetairoi a la nobleza ecuestre dismi­
Arquelao para consolidar la fortaleza nuía, en favor del monarca y del pue­
del reino descansa sin duda en las re­ blo, el peso de las intrigas palaciegas.
formas militares y administrativas, en En su vertiente administrativa las
la apertura de la corte a todas las no­ reformas de Arquelao se encam ina­
vedades procedentes de Grecia. De ron, parece ser, a la división de la
hecho el monarca se ocupó de que baja Macedonia en cierto número de
fueran co n stru idas fortalezas para circunscripciones urbanas, a efectos
prevenir las invasiones, trazó nuevas no sólo de censar a la población sino
rutas que com unicaran el centro con tam bién de crear centros fijos de re­
la periferia del reino y equipó larga­ clutamiento; estos distritos pervivie­
mente al ejército con caballos, armas ron hasta el final de la historia de
16 A[<al Historia del M undo Antiguo

Macedonia. La apertura de carreteras nios. En el futuro nunca perdió su ca­


tuvo tanto un objetivo militar como rácter de cabeza religiosa del reino y
económico, pues mejoró el funciona­ lugar de enterramiento de los sobera­
miento del gobierno interior y los in­ nos (allí se inhum o a Filipo II, como
tercambios mercantiles. Arquelao es­ sab e m o s p o r el reciente d e sc u b ri­
tim uló la agricultura —M acedonia miento çle su tumba, y hasta Egas pre­
poseía u n a m ayor dedicación a la tendió uno de sus sucesores trasladar
ganadería—, facilitó el comercio con los restos de Alejandro Magno). Ar­
los estados vecinos y, como escribe quelao privó a Egas también del dere­
Tucídides, perfeccionó todos los co­ cho a ac uñ ar moneda.
metidos de la administración mace- Desde luego Pela ofrecía num ero­
donia. Su política monetaria se orien­ sas ventajas como capital: una posi­
tó a restringir al máximo la circula­ ción más accesible que Egas y un te­
ción de las am onedaciones locales e rritorio que estaba muy cercano al
impuso el patrón fenicio para las acu­ Egeo y bien comunicado con los prin­
ñaciones reales, lo que supuso a b a n ­ cipales centros del tráfico marítimo;
d o n a r el p a tró n persa que h a b ía n sin duda permitía dirigir mejor la ac­
adoptado sus predecesores. tividad económica, militar y adm inis­
Entre sus medidas se cuenta asi­ trativa de la baja Macedonia; no era
mismo la transferencia de la capitali­ extraño que Arquelao levantase su
dad del reino de Egas a Pela. Egas se corte en este nuevo enclave. Pela ad­
alzaba en un paraje montañoso y rico quirió enseguida especial im portan­
en agua; contenía la residencia seño­ cia en el nacimiento de actividades
rial de los Argeadas así como el ce­ intelectuales y artísticas en M acedo­
menterio real de la dinastía, puesto nia; gracias al mecenazgo del m o ­
que allí se habían instalado las sepul­ narca la corte y el entorno aristocrá­
turas de todos los monarcas macedo­ tico gozaron de la presencia de no-
Vista del gimnasio de la antigua Olimpia,
El mundo griego y Filipo de Macedonia 17
tables artistas y pensadores griegos. años reducido a la condición de un
Arquelao encargó la ejecución de estado débil, atenazado por las am e­
los frescos del nuevo palacio al pintor n azas de varios países extranjeros
Zeuxis, para lo que invirtió grandes (espartanos, atenienses, tebanos, cal-
sumas. E n la corte residieron como cidios, ilirios), que sufre las conse­
huéspedes de honor Timoteo de M i­ cuencias de los conflictos dinásticos y
leto, que inició la reforma de la músi­ del debilitam iento de la autoridad
ca en Grecia, el poeta épico Quérilo central. A lo largo de un septenio se
de Samos, autor de unas Persica o Per­ esc a lo n a n cuatro regentes y todos
seida en la tradición homerizante, y el ellos perecen de forma violenta: Ores-
joven trágico Agatón de Atenas (que tes, joven heredero de Arquelao, es
murió en Pela). También Eurípides reemplazado por su tutor Éropo III, a
pasó ju n to a A rquelao los últimos quien sigue A m intas II Micros (El
años de su vida y en Pela compueso, M enor o el Breve); muerto por obra
probablemente, su Ifigenia en Aulide, de un príncipe vasallo de la Lincésti­
pero con seguridad otras dos piezas d a , D e r d a s II, fue s u c e d id o p o r
de inspiración macedónica en que in ­ Pausanias.
corporaba elementos religiosos y cul­ La e lim in a ció n de P ausanias al
turales locales: las Bacantes y el A r­ poco tiempo de llegar al trono, a m a­
quelao, un d ra m a del que nada se nos de Am intas III (393/92-370/69),
conserva en el que evocaba la historia puso fin a esta etapa de violencia y
legendaria del fu n d a d o r del reino desintegración. Sin embargo la situa­
macedonio. N o obstante el interés que, ción legada al nuevo m onarca con­
al parecer, mostró Arquelao para atraer templaba una Macedonia en condi­
a Sócrates, el filósofo nunca llegó a ciones deplorables, como se manifestó
visitar Macedonia. desde los primeros días del reinado.
Fuera de la corte, en la ciudad de Los ilirios, conducidos por su jefe
Dión —situada a faldas del Olimpo Bardilis, invadieron la alta M acedo­
en la llanura de Pieria, comarca vene­ nia; Amintas tuvo que refugiarse en
rada como m orada de las M usas— se Tesalia, evacuada por los macedonios
organizaron unos festivales que con­ en tiempos de Éropo III, pero antes
taban con concursos musicales, escé­ llegó a establecer un tratado con los
nicos y gimnásticos. La figura de Ar­ olintios —formalmente una alianza
quelao ofrece, por consiguiente, los defensiva— y les cedió una franja del
perfiles de u n m onarca inteligente e territorio vecino a la Calcídica. El
ilustrado que logró modernizar y sim­ pacto con Olinto contenía también
plificar la adm inistración, reforzar ciertas cláusulas de orden económico
los dispositivos militares, mejorar los por las que el rey entregaba a la liga
medios de comunicación, sanear la calcidia los derechos de exportación
economía m onetaria y multiplicar los de las maderas de toda clase (particu­
más fecundos contactos con la cultu­ larmente la destinada a la construc­
ra griega. Su obra preludia, por m u ­ ción naval) y la pez producidas en
chos conceptos, la tarea posterior de Macedonia; el tránsito de las restan­
Filipo II. tes m erc a n c ía s q u e d a b a sujeto al
pago de derechos de aduana. Este
acuerdo es buena muestra de los apu­
Macedonia en la primera ros que acosaban al estado.
mitad del siglo IV (399-359) Algún tiempo después Amintas III
acertó, con ayuda de los tesalios, a ex­
Después de la muerte de Arquelao pulsar de las comarcas occidentales a
—asesinado en una cacería— el reino los ilirios y obtuvo la paz con ellos a
m acedonio se vio durante cuarenta cam bio, según parece, de entregar
18 Aka! Historia del M undo Antiguo

anualmente un tributo a Bardilis; ade­ nas no sólo contabilizaba un im por­


más consiguió restablecer, gracias al tante aliado en el norte, sino que ade­
matrimonio con una princesa de la m ás recuperó ciertas ventajas eco­
Elimea, su sob eran ía sobre la alta nómicas y navales (explotación de la
Macedonia. Sin embargo los proble­ madera) en Macedonia. La amistad
mas fueron mayores cuando reclamó sellada con los atenienses perduró
a los olintios la restitución de la parte hasta la muerte del monarca, y un
oriental del reino; aunque no dispo­ año antes Amintas había renunciado
nem o s de in fo rm a c io n e s b astan te incluso a cualquier derecho sobre la
exactas, sabemos que entre Amintas antigua posesió ateniense de Amfípo-
III y la liga calcidia hubo agrias hos­ lis (Congreso de Esparta del 371).
tilidades, que se mantuvieron hasta el En sus relaciones con los grandes
379. En principio Olinto y los calci- estados griegos Amintas III evitó que
dios o cu paron M igdonia y la baja surgieran nuevos conflictos; no inter­
M acedonia, llegando incluso a apo­ vino en la política interna de las ciu­
derarse de Pela, la capital; durante dades tesabas p ara no enfrentarse
dos años —probablemente de 387 a con el tirano Jasón de Feras, con el
385— Amintas careció de autoridad y que estableció un tratado de alianza.
en su lugar reinó Argeo, un candidato N o pretendió aprovechar el resultado
al trono protegido por los olintios. de la batalla de Leuctra, como hiciera
Amintas recuperó la corona, pero Jasón, pero su antigua ruptura con
en el año 382, después de luchar tan Esparta favoreció el acercamiento en­
aisladamente contra los calcidios, h a­ tre Macedonia y la floreciente confe­
bía perdido casi todas las ciudades deración de Tebas. Amintas murió
orientales. Para su fortuna Esparta, dejando tres hijos legítimos, habidos
erigida en garante de la autonomía de de la reina Eurídice: Alejandro, Per­
los griegos por la Paz del Rey (386), dicas y Filipo; todos ellos estaban
tomó la decisión de intervenir en la destinados a ceñir la corona.
Calcídica para asegurar la indepen­ La sucesión en el trono correspon­
dencia de Acanto y Apolonia frente a dió al mayor de sus hijos, Alejandro
las am enazas de Olinto y sus aliados. II (370/69-368). Num erosas familias
Los lacedemonios enviaron una ex­ de la aristocracia tesalia, expulsadas
pedición de la liga peloponesia (aun­ de sus dominios por los tiranos de Fe-
que obligaron a participar también a ras, h a b ía n en c o n trad o refugio en
los beodos) contra los olintios y a ella Macedonia; Alejandro fue persuadi­
se unieron las tropas de Amintas, re­ do para emprender la guerra contra
forzadas por la presencia de la caba­ el país vecino y ocupó las ciudades de
llería de su vasallo Derdas de Elimea. Larisa y Cranón, que luego se negó a
Las operaciones ante Olinto duraron devolver a sus aliados tesalios, los
tres años; la ciudad capituló en el 379 Alévadas de Larisa y los Escópadas
y Macedonia quedó liberada del do­ de Cranón. Estos pidieron la ayuda
minio de los calcidios. de Tebas; Pelópidas penetró en Tesa­
A partir de entonces M acedonia lia con un fuerte ejército y liberó La-
conoció un nuevo auge. Separado de risa; llegó a Macedonia, en donde tra­
toda ulterior colaboración con Espar­ tó de afirmar la soberanía de Alejandro
ta, cuya hegemonía era abiertamente frente a quienes le disputaban el tro­
combatida por la mayoría de los grie­ no, pero a la marcha de Pelópidas e!
gos, Amintas concertó un tratado de m onarca cayó asesinado.
alianza con los atenienses que le per­ D urante tres años (368-365) la rei­
mitía beneficiarse de la protección de na Eurídice descargó la regencia en
la seg und a liga m arítim a frente a m anos de su yerno, Ptolomeo de Alo­
eventuales enemigos; a cambio Ate­ ro. Pero muy pronto surgió un candi­
El mundo griego y Filipo de Macedonia 19
dato al trono, un pariente lejano de la dicas mostrara siempre interés en ha­
casa real llam ado Pausanias que dis­ cerse con los servicios de consejeros
ponía de partidarios en el interior de griegos. Eufreo de Oreo, un discípulo
Macedonia y había encontrado apo­ de Platón, gozó en la corte de Pela de
yo entre los olintios; por medio de Ifí- tal predicamento que un historiador
crates, que atendía a un ruego de la griego retrata al monarca macedonio
reina Eurídice, los atenienses contri­ más afecto a la filosofía y a la geome­
buyeron a expulsar a este pretendien­ tría que a los negocios de estado. Calis-
te. La influencia de Atenas en M ace­ trato, un célebre estadista ateniense re­
donia podría haber crecido de no ser fugiado en Macedonia para eludir la
p o r la decisión de los amigos de pena de muerte dictada contra él por
Amintas y Alejandro, que advirtieron su patria, se hizo cargo de la hacien­
a Pelópidas. El gran general beocio da real y reorganizó las tasas tan
impuso a Ptolomeo el reconocimien­ acertadamente que en algunos casos,
to de los derechos al trono de Perdi- com o el de arrendamiento de la per­
cas y Filipo —juró, como tutor, de­ cepción de los derechos de aduana
fenderlos— y obedecer políticamente portuarios, logró duplicar los ingre­
a Tebas; Pelópidas tomó en garantía sos. También Filipo II aprovechó du ­
cincuenta rehenes distinguidos, entre rante su reinado de 1*1 sabiduría fi­
los que figuraban Filóxeno (hermano nanciera de Calístrato.
de Ptolomeo) y el joven príncipe Fili­ Para term inar con la inseguridad
po, no mayor de quince años. El futu­ de las fronteras occidentales de M a­
ro Filipo II tuvo de este m odo la cedonia Perdicas III planeó, hacia
oportunidad de residir en Tebas de 360, una importante cam paña contra
Bcocia casi hasta los 18 años: allí en­ los ilirios; ocupó primero la Lincésti-
tró en contacto directo con la cultura da y destronó a su vasallo Menelao,
y la política de u na ciudad griega de pero la invasión de Iliria culminó con
relieve, cabeza de la confederación una derrota absoluta: el rey y cuatro
beocia, y pudo convivir con dos ex­ mil de sus hombres perdieron la vida
cepcionales tácticos militares como (359). Lo que pudo haber constituido
fueron Pelópidas y Epaminondas. un fortalecimiento del reino de Mace­
Al alcanzar los veinte años Perdi- donia nuevamente se mudaba en con­
cas, segundo hijo de Amintas III, se fusión. desórdenes internos y am en a­
deshizo de Ptolomeo y recuperó el zas exteriores. En este punto tocó a
poder. El reino de Perdicas III se dis­ Filipo, el hijo m enor de Amintas III,
tingue por la intensa actividad des­ reemplazar a su herm ano e intentar
plegada en todos los ámbitos de go­ el m antenim iento de la dinastía.
bierno: como aliada de Tebas, Mace­
donia tuvo en principio que soportar
la hostilidad de Atenas y perdió dos 2. Macedonia en época
importantes plazas marítimas, Pidna de Filipo II
y Metona (en el 364: ambas entraron
en la segunda liga ateniense), pero un El reino a la llegada de Filipo
año más tarde no dudará en unirse a
los atenienses para combatir a un ad­ A la muerte de su hermano Perdicas
versario común, la ciudad de Olinto. en la expedición contra los ilirios Fi­
Fue una colaboración breve, puesto lipo II (359-336) c o n ta b a un os 23
que desde el 362 encontramos a las años de edad. Ya antes recordamos
tropas macedonias defendiendo Am- cómo durante la regencia de Eurídice
fípolis frente a los ataques de una ex­ y Ptolomeo el joven príncipe estuvo
pedición llegada de Atenas. obligado a residir en Tebas, en cali­
Ello no fue obstáculo para que Per­ dad de rehén, y desde antiguo se ha
20 Aka! Historia d el M undo Antiguo

pensado que aquella estancia debió des. Por último Arquelao, hijo bastardo
de contribuir en cierta medida a su de A m intas III, quería im poner su
formación, particularmente desde el primogenitura frente a los derechos
punto de vista militar. Los éxitos del de la ram a legítima y el designio era
ejército confederal beocio, sus nove­ s e c u n d a d o por sus dos h erm ano s,
dades tácticas, la brillantez de las Arrideo y Menelao.
operaciones ejecutadas por Pelópidas Por fortuna para Filipo, los conflic­
y Epam inondas, su arrojo en el m a n ­ tos internos de Grecia reforzaban la
do, fueron sin duda objeto de com en­ seguridad del reino. Las ciudades grie­
tario y asombro entre los jóvenes te- gas estaban cada vez más fragmenta­
banos con quienes se educó Filipo: das y débiles después de treinta años
no podía encontrar en aquella época de contin u as luchas, lo que hab ía
mejor escuela, dentro de Grecia, para producido un equilibrio forzoso entre
despertar sus dotes como estratega. Esparta, Atenas y Tebas tras la bata­
Hacia el 365, con 18 años, regresó a lla de M antinea (362). Ciertamente
M acedonia y Perdicas le encomendó las tres grandes potencias de Grecia
el gobierno de un territorio, por lo trataban de reparar sus pérdidas, y al­
que pudo familiarizarse con las ta­ gunas, como Atenas, efectuaban n o ­
reas de la administración y del reclu­ tables esfuerzos por fortalecer la m a ­
tamiento, así como estar en contacto rina, asegurar las cleruquías y activar
con la corte de Pela y los consejeros las rutas comerciales; en Tesalia los
griegos del rey, buenos conocedores Alévadas de Larisa m antenían la gue-
de las coaliciones montadas por las
potencias del momento.
Com o Perdicas tenía un heredero
de corta edad, Amintas, legó la coro­
na a su hijo y designó para la regen­ V
cia a Filipo. En el tiempo que dura su
función de regente (359-355?) tuvo
que ejecutar una urgente tarea, que le
conducirá precisamente a la consoli­
dación de su poder personal: conju­
rar los peligros que se cernían sobre
el reino. Efectivamente, los ilirios h a ­
bían ocupado la Lincéstida, los peo-
nios se disponían a invadir el norte
del país, mientras que los tracios y los
tesalios se entregaban a violentas dis­
cordias que podían, llegado el caso,
repercutir desfavorablemente en la
integridad territorial de Macedonia
(el príncipe tracio Berisades preten­
día am pliar sus dominios cruzando
el Estrimón). Además en el interior
del país había surgido una pléyade de
pretendientes: Argeo, antiguo rival de
Amintas III, tenía el apoyo de los ate­
nienses; Pausanias, que fue expulsa­
do de Macedonia por Ifícrates en el
368 y se había refugiado en Migdo- Cabeza femenina, hallada en la bajada sur
nia, encontraba eco a sus aspiracio­ de la A cró p o lis de Atenas (M ediados del
nes m onárquicas en el tracio Berisa­ siglo IV a.C.) M useo Nacional de Atenas.
El m undo griego y Filipo de M acedonia 21

Entrada al estadio de la antigua Olimpia.

rra contra los aristócratas de Feras. dos: a comienzos del 358 concertó un
Nadie era capaz ahora de am enazar tratado de paz con Atenas en el que
directamente a Macedonia, como h a ­ no se oponía a los derechos de aqué­
bía ocurrido en época de Amintas III lla sobre Amfípolis, m ientras que
y de sus dos primeros sucesores. Atenas se comprometía, a cambio, a
M ediante dinero y regalos Filipo devolver Pidna. De este modo consi­
compró la retirada de los peonios y la guió Filipo apaciguar un posible con­
amistad del tracio Berisades, que dejó flicto con los atenienses, nada conve­
de sostener los planes del pretendien­ niente entonces para Macedonia.
te Pausanias. Acto seguido privó de A continuación, en el verano de ese
esperanzas a los restantes aspirantes año, Filipo se apresta a acabar con
al trono: Arquelao fue eliminado y los peligros externos: invade Peonía,
sus hermanos huyeron de M acedo­ aprovechando la muerte del rey Agis,
nia. Argeo recibió ayuda de Atenas y coloca el territorio bajo su autori­
—algunos soldados de la guarnición dad. Los ilirios eran dueños de las re­
de M eto n a—, a u nqu e no encontró giones de la Alta Macedonia ganadas
demasiados partidarios entre los pro­ en guerra a Perdicas III; Bardilis, su
pios macedonios: organizó una m ar­ jefe, había transmitido una oferta de
cha contra Egas, pero en la vieja resi­ paz a condición de que Filipo renun­
dencia real no obuvo ningún auxilio ciara a aquellos territorios. La res­
y optó por regresar a Metona; ya en el puesta del m acedonio consistió en
camino fue sorprendido por Filipo y asaltar desde Peonia la Lincéstida y
obligado a entregarse, luego ajusticia­ derrotar a los ilirios en un enfrenta­
do. Sin embargo el regente no sólo miento muy comprometido que Fili­
devolvió a los prisioneros atenienses po planteó, al estilo tebano, con evo­
sino que propuso renovar la antigua luciones de la caballería contra los
amistad existente entre los dos esta­ flancos y dirigiendo personalmente el
22 AkaI Historia del M undo Antiguo

batallón de élite. El prestigio de M a­ hubieran suscrito un pacto —nego­


cedonia quedaba restablecido en esta ciado por un comité de la Boulé ate­
parte del reino; Bardilis evacuó la co­ niense convocado en secreto— que
m arca Lincéstida y aceptó que la comprometía al rey de Macedonia a
frontera m acedonia ascendiese casi conquistar Amfípolis y canjearla por
hasta las orillas del lago Licnítida Pidna; el pacto no sólo se hallaba en
(hoy lago de Ocrida). desacuerdo con la legalidad atenien­
Com o la Elimea respetó siempre la se, sino que además es difícil conce­
s o b e ra n ía de los Argeadas, Filipo bir a Atenas entregando a un m iem ­
mantuvo la dinastía c incluso tomó bro de la alianza a la autoridad de
por esposa a una herm ana del prínci­ un dinasta.
pe elimeo; pero los otros dominios Lo cierto es que Filipo trató a la
vasallos de los lincestas y los orestas, ciudad con hum anidad; los amfipoli-
que habían contemporizado con los tanos conservaron una cierta autono­
ilirios, fueron suprimidos y sus titula­ mía bajo el control de una guarni­
res q u e d a ro n reducidos a sim ples ción, pero la asamblea fue obligada a
miembros de la nobleza. Filipo ex­ decretar el destierro de los grupos más
tendió además su influencia en Tesa­ hostiles al macedonio, y p rob ab le­
lia, socorriendo a los Alévadas de La- mente fueron despojados de una par­
risa contra los tiranos de Feras, y en te de las propiedades públicas del te­
el reino de los molosos del Epiro, en rritorio. Luego, a finales del 357 o
donde contrajo matrimonio con Olim­ comienzos del 356, dirigió también
piada, hija del rey Neoptolemo y fu­ las armas contra Pidna: los atenien­
tura madre de Alejandro Magno; este ses no pudieron socorrer a su aliado,
enlace sirvió al monarca macedonio a causa de la rebelión de las grandes
para am pliar la frontera occidental, islas, y la ciudad sucumbió ante Fili­
anexionándose el territorio epirota de po; cabe pensar que Pidna gozó asi­
Timfea. mismo de alguna independencia, a d ­
Al año siguiente Filipo lleva a cabo m in istra d a po r la correspondiente
la conquista de las dos plazas griegas guarnición macedonia, aunque per­
ribereñas del Egeo más importantes diera m u ch as de sus rentas tra d i­
para los intereses de Macedonia: Am- cionales.
fípolis y Pidna. Antes de establecer el Sin haber roto aún abiertamente
tratado de paz con Atenas (358) Fili­ con los atenienses, en los siguientes
po había retirado la guarnición m a­ meses Filipo avanzó un nuevo paso
cedonia apostada en Amfípolis como que habría de proporcionarle un d o ­
prueba de buena voluntad; ahora, sin ble beneficio: privar a Atenas de otro
embargo, la ciudad importaba para asiento estratégico en el norte y ganar
asegurar una salida al Egeo de los re­ para sus fines a la liga de Olinto. Los
cursos de la zona occidental del reino olintios, que fueron en otro tiempo
(m adera, yacim ientos m inerales) y adversarios de atenienses y esparta­
disponer de una base desde la que or­ nos, habían rehecho la confederación
ganizar la posible expansión hacia calcídica aprovechando la decaden­
Tracia. Atenas estaba ocupada por los cia de la hegemonía espartana; poco
problemas de Eubea y del Quersone- después de la rendición de Amfípolis
so y preparaba una respuesta a la se­ quisieron acercarse a Atenas, pero
cesión de sus aliados. Amfípolis fue sus propuestas no fueron escuchadas.
asediada, mediante el empleo de ex­ Filipo concluyó ahora una alianza
celentes m áquinas de asalto, y cayó con la liga calcidia, com andada por
en manos de Macedonia ('verano/oto­ Olinto, en la que acordaba entregar­
ño del 357). No es seguro, como algu­ les la región de Antemonte y la ciu­
nos pretenden, que Atenas y Filipo dad de Potidea, im poniendo a cam ­
El mundo griego y Filipo de Macedonia 23
bio la prohibición de que los olintios tríporis de Tracia, el caudillo peonio
trataran separadamente con Atenas. Lipeo, el soberano ilirio Grabo y la
Este tratado recibió la aprobación del ciudad e Neápolis, puerto de la anti­
s a n tu a rio de Delfos, cuyo oráculo gua Crenides, aceptaron coaliciones
contestó afirmativamente a la consul­ en las que Atenas ofrecía su ejército y
ta sobre la conveniencia de cimentar declaraba que su misión finalizaría
amistad y alianza entre macedonios y solamente cuando Filipo devolviera
olintios; ello constituye sin duda una las conquistas que había realizado.
muestra de la atención que ya enton­ Pero estas cláusulas quedaron sim ­
ces dedicaba Filipo para que los sa­ p le m e n te en b u e n a s in te n c io n e s ,
cerdotes de Apolo, la autoridad reli­ puesto que Atenas estaba dedicada a
giosa m ás venerada en la Hélade, la guerra contra los aliados y la situa­
sancionaran con su prestigio las dis­ ción era tan grave que no podía desti­
tintas asociaciones políticas que esta­ nar ningún recurso a otro frente; y
bleció con los griegos. así, antes de que lograran efectuar
Com o resultado del pacto las tro­ ningún preparativo, Filipo sometió
pas macedonias y calcídicas atacaron en el este a los tracios de Cetríporis e
Potidea y la tom aron en ju lio del 356. impuso su dominio a los peonios de
La ciudad fue arrasada y Olinto reci­ Lipeo, mientras que su general Par-
bió el territorio; a los clerucos ate­ menión vencía en la frontera occi­
nienses instalados en Potidea desde dental a los ilirios de Grabo.
el 364 se les permitió regresar a su p a ­ En forma decidida y soiprendente,
tria, como si la aguerra hubiera con­ como tantas de las acciones que em ­
cernido tan sólo a los potideatas. H a­ prendería en el futuro, Filipo había
cia las mismas fechas el rey de Mace­ encauzado a su favor los esfuerzos de
donia ocupó la ciudad de Crenides, los adversarios, privando a Atenas de
que había sido fundada por los habi­ todos sus amigos en el norte a excep­
tantes de Tasos para explotar las mi­ ción de Neápolis, cuyo puerto se co n ­
nas auríferas del monte Pangeo y per­ virtió en el único punto de apoyo en
tenecía a los tracios; Filipo fortificó la Tracia para la flota ateniense. Los te­
villa y cambió su nombre por el de rritorios ahora conquistados pasaron
Filipos, de forma que se borrase la a engrosar el potencial macedonio, y
memoria de su origen helénico y bri­ en los ejércitos de Filipo, así como en
llase únicam ente la imagen del sobe­ los que formaron Alejandro y sus su­
rano macedonio como fundador de cesores, nunca faltaron contingentes
ciudades; instaló además en Filipos y de soldados tracios, ilirios y peonios.
su territorio a numerosos colonos pro­ Las fuentes antiguas recuerdan que
cedentes del reino, a quienes en prin­ justo en esta época, en el verano del
cipio concedió autonom ía monetaria 356, los triunfos de Filipo se vieron
(les fue retirada doce años más tarde). coronados por dos felices sucesos: el
La presencia exclusiva de m acedo­ nacim iento de su primogénito Ale­
nios en esta ciudad, bien protegida jand ro y la victoria de uno de sus ca­
contra los ataques de los nativos, con­ ballos en los Juegos Olímpicos. Inclu­
tribuyó al retroceso de la influencia so e s t a n d o en p l e n a s c a m p a ñ a s
helénica en Tracia. militares, el rey de M aced on ia no
Los continuos éxitos de Filipo pro­ descuidaba sus relaciones con el san­
vocaron por fin la reacción diplom á­ tuario de Olimpia y hacía gala de la
tica de Atenas, la cual se reflejó en va­ magnificencia propia de los grandes
rios tratados de alianza suscritos con oligarcas griegos.
reinos y ciudades vecinas de Macedo­ Del período comprendido entre la
nia: los príncipes tracios Amádoco, derrota de la coalición antimacedo-
Berisades y Quersebleptes, el rey Ce- nia en el norte hasta fines del año 355
24 Akal Historia del M undo Antiguo

Regiones incorporadas por Filipo II


o sometidas a su Dersona
Extensión supuesta de Macedonia al
advenimiento de Filipo II
Regiones conquistadas pero
irregularm ente controladas

las fuentes antiguas no han recogido las propiedades rústicas se repartie­


ninguna noticia relativa a la expan­ ron entre colonos macedonios.
sión de Macedonia, por lo que se ha Con la toma de Metona alcanzaba
supuesto que Filipo dedicó todo este Filipo la mayor extensión jam ás lo­
tiempo a la obra de gobierno, que lue­ grada por Macedonia; sus límites to­
go analizaremos, y organizó interna­ caban, por la región de Tracia, el río
mente la administración, el ejército y Nesto (que desagua frente a la isla de
la economía, las tres raíces en que se Tasos), Epiro e Iliria por occidente y
susten tó el c recim ien to del reino. Tesalia al sur. Toda la península de
Acto seguido, entre finales del 355 y el Calcídica mantenía su alianza con el
354, conquistó la ciudad de Metona, rey, mientras que el resto de las pose­
último enclave ateniense en la costa siones griegas habían sido absorbi­
macedonia cuya posesión proporcio­ das. En este momento, sin duda, Fili­
naba el control del golfo termaico. El po ya había aband onado su título de
asedio no fue fácil y sabemos que d u ­ regente; no sabemos en qué fecha exac­
rante el mismo Filipo perdió el ojo ta recibió la proclamación como rey
derech o por herid a de u n a flecha de Macedonia, pero pudo producirse
—este defecto quedó reflejado en la entre los años 356 y 354. Lo más pro ­
cabeza esculpida del m o narca que bable es que Filipo y sus allegados
apareció en su tum ba de Egas—; M e­ p re p a ra ra n esta designación en el
tona fue saqueada y arrasada, sus h a ­ tiempo que dedicaron a las reformas
bitantes tuvieron que dispersarse y internas (355). Su sobrino, que estaba
El mundo griego y Filipo de Macedonia 25
llam ado a reinar en el futuro con el tí­ lente organización militar que supo
tulo de Amintas IV, quedó desposeí­ crear valiéndose de la población útil
do de los derechos al trono; recibió a del reino. La estructura básica del
cambio en m atrimonio a la hija de ejército databa, como vimos, de épo­
Filipo. En todo su reinado nadie dis­ ca de Arquelao, pero la labor concre­
putó la corona al nuevo m onarca; ta de Filipo consistió en acoplar la
sólo a su muerte Amintas intentó re­ gran diversidad de elementos étnicos
cuperar el cetro, pero fue eliminado que com ponían aquella milicia hasta
por Alejandro. convertirlos en una fuerza nacional
eficaz y disciplinada, a la que incor­
poró también contingentes de merce­
Las reformas internas de Filipo narios y cuerpos de tropas aliadas. En
Filipo tenía que administrar un reino la caballería pesada servía la nobleza
cuya superficie era tan extensa como macedonia, los hetairoi, conducidos
la del Peloponeso, el Atica y Beocia como oficiales (ilarcas) por los seño­
unidas y en el que se podría haber lle­ res de la corte que se habían distin­
gado a movilizar un ejército de dos­ guido por sus dotes en la guerra, y
cientos cincuenta mil hombres. De con ellos m archaban los jinetes tesa-
los antiguos principados locales y de lios; se repartían en escuadrones o
las estirpes ilirio-epirotas que co n ­ ila i y su arm am ento constaba de es­
quistaron las partes septentrionales y pada, casco, una coraza corta y lanza.
orientales del país surgió un conjunto H abía tam bién jinetes ligeros cuya
de grandes señores y propietarios, misión era efectuar reconocimientos y
que junto a sus familias constituían explorar el terreno, los cuales proce­
la nobleza macedonia y poseían enor­ dían en su mayoría de Peonia.
mes hac ie n d as rústicas: sólo entre La infantería pesada era el cuerpo
ochocientos de estos nobles habían de los pezetairoi, de aquellos macedo-
reunido, asegura un historiador grie­ nios que podían costearse el equipaje,
go, mayor cantidad de tierra que los y allí formaban también los hoplitas
diez mil ciu d a d a n o s más ricos de griegos reclutados como mercenarios;
Grecia. M uchos de ellos frecuenta­ constituían unidades de mil hombres
b an o residían en la corte de Pela y (taxeis) subdivididas en compañías de
hab ían adoptado algunas costumbres cien (lochoi), a cuyo frente se situaban
griegas, otros colaboraban en el go­ los taxiarcas y los locagos. Se prote­
bierno del reino, a los más se les re­ gían con casco, coraza y un escudo
servaba un destacado puesto en el curvo, y atacaban provistos de espada
ejército; se daban a sí mismos el anti­ y de una pesada lanza, cuyo empleo
guo título de hetairoi, como los prín­ representó una importante novedad
cipes homéricos, y reconocían al rey en el m undo antiguo: la llam ada sa-
la categoría de ser el primero entre rissa tenía una longitud mínima de
ellos; a m enudo eran recompensados casi cinco metros y medio y su medi­
por el rey con donaciones de tierras. da máxima alcanzaba algo más de
El resto de la población estaba for­ siete metros. Los soldados destinados
m ado por artesanos y campesinos, li­ a los primeros rangos de la falange
gados unos a los grandes propieta­ portaban las lanzas más cortas, m ien­
rios, colonos o aparceros los otros; tras que en las filas 5a y 6a se situaban
con la denominación de pezetairoi inte­ las de mayor tamaño; de ese modo la
graban la infantería real, y estaban formación central macedonia se eri­
sujetos a ciertos tributos y prestaciones. gía como un erizado muro difícil de
Las numerosas victorias de Filipo atravesar. Gracias a ello Parmenión,
en el cam po de batalla no fueron ca­ probablem ente el mejor general de
suales, sino que responden a la exce­ Filipo y más tarde de Alejandro, me­
26 Akal Historia del M undo Antiguo

joró m ucho la táctica bélica al habi­ estructura conseguida con la infante­


tuar a la infantería pesada mantener ría pesada añade la elasticidad de los
en una posición fija al grueso de las hipaspistas y de la caballería; Filipo
tropas enemigas mientras que el resto dejó atrás la formación táctica de los
del ejército las envolvía. tebanos, que acumulaba en el ala iz­
H abía también una infantería me­ quierda los mejores batallones y rom­
dia, los llamados hipaspistas, paisa­ pía el frente adversario avanzando en
nos m acedonios que antiguam ente formación oblicua, desde el momento
acudían a la guerra como ayudantes en que coordinó y combinó las uni­
de los hetairoi y que ahora combatían dades ligeras con la falange. Pero h a­
sin lanza junto con los soldados de la bía efectivamente motivos para que
infantería ligera (macedonios y pel­ sus hom bres excedieran en prepara­
tastas mercenarios); juntos formaban ción y capacidad de maniobra a to­
unidades de mil hombres o quiliar- dos los griegos, puesto que Filipo ins­
quías, m an d a d a s por un quiliarca. tauró una disciplina y austeridad rí­
Con los hetairoi y la infantería media gidas (rebajó incluso el núm ero de
se fundaron dos contigentes escogi­ ayudantes y suprimió los equipajes
dos que realizaban las funciones de superfluos); habituó a las tropas a pe­
guardia del rey; el escuadrón real de lear en cualquier estación del año, de
caballería (ile basilike) y el batallón forma que no precisaba paralizar una
(agema) de los hipaspistas; en el pri­ cam paña, como hacían otros ejérci­
mero de ellos solían hacer su apren­ tos, de otoño a primavera; además,
dizaje m ilitar los jóvenes p erten e­ para someter a las tropas a ejercicios
cientes a las grandes familias. duros y prolongados se prepararon
Filipo determinó un sistema de reclu­ con frecuencia maniobras militares:
tamiento comarcal según el cual se así todas las unidades del reino so­
creaban varios distritos militares en lían estar, como los espartanos, per­
M acedonia (en torno a diez); cada m anentem ente adiestradas.
uno de ellos debía contribuir con una Si la eficacia de la milicia macedo­
ile, una taxis y una quiliarquía. Sin nia para resolver un combate abierto
em bargo no eran éstas las únicas era un hecho innegable, no menos
fuerzas de que disponía regularmente capaz se mostró en cuantas operacio­
el rey macedonio, pues intervenían nes de asedio intervino. El principal
siempre en las cam pañas bastantes mérito correspondió en tales ocasio­
tropas auxiliares, bien enviadas por nes a la artillería y a los ingenieros
los aliados bien reclutadas a sueldo que fabricaron las distintas m áqu i­
en el exterior: exploradores, cazado­ nas de guerra empleadas. Hasta me­
res, honderos, dardistas, arqueros y diados del siglo IV el procedimiento
los grupos de asedio (un cuerpo espe­ usual en la Grecia continental para
cial de artilleros y los ingenieros, de­ rendir una ciudad fortificada consis­
dicados a las m áq u in as de guerra, tía en la toma por sorpresa o en el
que procedían en especial de Tracia). cerco y subsiguiente espera hasta que
A la cabeza de esta milicia tan dispar los habitantes fueran vencidos por el
podía figurar un general, a quien se hambre. Ciertamente en el 440 hizo
denom inaba estratego, pero era siem­ su aparición el ariete protegido por la
pre competencia de! rey señalar los tortuga —sitio de Samos por Atenas—;
objetivos y tomar, si podía, el mando. se trataba de artefactos conocidos en
La variedad de fuerzas con que Oriente que Artcmón de Clazomenes,
contaba proporcionó al ejército m a­ llegado de Asia Menor, proporcionó
cedonio una ca p acidad ác a d a p ta ­ a los atenienses. A su vez en Sicilia
ción superior a la de otras formacio­ los tiranos de Siracusa (Dionisio I y
nes de la época, pues a la solidísima su hijo) imitaron a los cartagineses e
El mundo griego y Filipo de Macedonia 27
incorporaron a su arm am ento m á­ ban no sólo la audacia y la energía,
quinas para practicar brechas y n u ­ sino tam bién la constancia. C om o
merosas catapultas, que habían sido suele suceder en aquellos grandes ejér­
muy perfeccionadas por los siracusa- citos constituidos por múltiples con­
nos; con estas últimas lanzaban tanto tingentes de distinto origen étnico
flechas como grandes piedras o una que debían coordinarse en una ac­
lluvia de proyectiles de plomo sobre ción com ún —el ejemplo clásico de
los defensores de las plazas. esta milicia era el ejército persa—, a
Más resulta paradójico que ningu­ menudo, en cuanto arreciaban las di­
na potencia llegara a desarrollar en ficultades, el desaliento hacía presa
Grecia este tipo de ingenios, proba­ en una parte de los soldados y conta­
blemente porque una parte de las ciu­ giaba a la mayoría. Filipo sufrió bas­
dades destinaban sus recursos a la tantes reveses tanto en campo abierto
guerra naval y quienes preferían ac­ como en el asalto a ciudades fortifica­
tuar por tierra, como Esparta y Tebas, das, y estas derrotas ocasionaron cuan­
estaban acostumbradas a los despla­ tiosas pérdidas materiales e incluso a
zamientos rápidos y a provocar sin veces pusieron en peligro la autori­
más las b atallas decisorias. Filipo dad del rey y de sus generales. Sin
supo rodearse de técnicos competen­ embargo, lo que diferencia a Mace­
tes, como el ingeniero tesalio Poliei- donia de otras formaciones m ultina­
do, cuyas habilidades le permitieron cionales o de las ligas griegas es que
mejorar las m áquinas usadas hasta Filipo jam ás permitió que los fraca­
entonces y multiplicar su número; los sos acabaran en un abandono de la
asedios de Metona en el 354 y, catorce lucha, sino que ejerció con energía el
años después, de Bizancio y de Pcrin- poder para proseguir, a despecho de
to, pasarían a los anales de la polior- los resultados parciales, todas las
cética griega por el uso combinado operaciones em prendidas. Este fue
contra las defensas de la artillería (ca­ un mérito más del monarca macedo­
tapultas), las torres y las tortugas. nio, gracias al cual pudo coronar con
A u n q u e las decisiones militares éxito muchas empresas cuyo final p a­
pertenecían en exclusiva al rey, Filipo recía incierto.
quiso rodearse de un estado mayor Si la amplia remodelación del ejér­
del que formaban parte, sobre todo, cito facilitó la realización de la políti­
m iem bros de la nobleza con expe­ ca exterior que en cada momento se­
riencia en la guerra, pero tampoco ñalaba Filipo, los distintos triunfos
faltaron brillantes soldados y técni­ alcanzados por medio de sus solda­
cos extranjeros, muchos de ellos grie­ dos abrieron también la posibilidad
gos. Ciertos generales, como Antipa­ de experimentar varias reformas en el
tro y Parmenión, se distinguieron por ámbito de la colonización interna y
los servicios prestados a Macedonia de los territorios conquistados. D e n ­
durante el reinado de Filipo y contri­ tro del reino Filipo impulsó la crea­
buyeron a perfeccionar la capacidad ción de nuevas rutas que enlazaran
del ejército nacional; algunas de las los distritos militares con la capital y
victorias que im pulsaron la expan­ permitieran efectuar rápidos despla­
sión de. las fronteras macedonias se zamientos a las regiones anexionadas
incluyen entre los éxitos personales y a las tres principales fronteras (las
de aquellos estrategos (como la logra­ de Tracia, Iliria y Tesalia); mejoró las
da p o r P a rm e n ió n sobre G ra b o y condiciones de las pequeñas pobla­
los ilirios). ciones situadas a la cabeza de las cir­
Por otra parte, podemos com pro­ cunscripciones de reclutamiento, en
bar que entre las virtudes inculcadas donde quedaron destinados algunos
por Filipo a sus tropas se encontra­ fu n c io n a rio s reales, y fundó otros
28 Aka! Historia del M undo Antiguo

asentamientos. La multiplicación de fiestas y el culto, fomentar el comercio.


los centros urbanos tuvo a la larga Pero también en las regiones recién
sus naturales consecuencias, cuales ganadas, que pasaron a engrosar el
fueron atraer a una parte de los pro­ reino, se llevó a cabo una serie de pla­
pietarios desde sus dominios, d ar al­ nes que repercutieron en amplios sec­
bergue a grupos de población despla­ tores del pueblo. Tradicionalmente el
zados expresamente a esos lugares, soberano macedonio estaba muy li­
abrir nuevos territorios a inmigrantes gado a la nobleza de los hetairoi y so­
griegos y macedonios, acelerar la di­ lía, al producirse una conquista, otor­
fusión de la cultura griega y favorecer gar tierras a bastantes «compañeros
las relaciones entre los habitantes de del rey», mientras que el resto de los
distinto origen, institucionalizar las c a m p o s se ac u m u la b a al do m in io

Cabeza masculina procedente de Atenas.


(M ediados del siglo IV a.C.) M useo Nacional
de Atenas.
El mundo griego y Filipo de Macedonia 29

Delfos. Vista de la estoa norte, reconstruida


en época im p eria l rom ana.

real (patrimonio que paulatinamente para favorecer la sedentarización de


se am inoraba por efecto de nuevas p o b la c io n e s y ex tender la cultura
donaciones o de entrega de dotes). F i­ griega.
lipo en cambio extrajo otros rendi­
mientos a tales regiones. En unos ca­ Los medios aplicados por Filipo
sos destruye las antiguas villas grie­
gas —Potidea, M etona, O lin to— y Seguramente toda la inteligencia y
trasplanta a sus moradores hasta los audacia de su soberano no habrían
confines de Macedonia o a los cen­ permitido a Macedonia traspasar las
tros urbanos de los países conquista­ metas que obtuvo si Filipo no hubie­
dos; el territorio sería parcelado y los ra hecho correcto uso de los distintos
predios entregados a miembros del resortes que tanto la tradición como
ejército, que los explotaban con ayu­ la situación política pusieron a su
da de campesinos macedonios. Pero alcance.
en otros casos, cuando conquistó al­ En prim er lugar, la fuerza del ejér­
gunas regiones de los países limítro­ cito como institución destinada a for­
fes, Filipo no dudó en crear nuevas talecer la propia esencia monárquica.
ciudades (Filipos, Filipópolis), cuya Los reyes macedonios basaban su a u ­
fundación pretendía no sólo aprove­ toridad suprema en que habían sido
char em plazamientos ventajosos por reconocidos por la asamblea militar
su posición económica o militar, sino m acedonia, con cuya aquiescencia
tam bién establecer a ciudadanos del ocupaban la jefatura absoluta del es­
reino (soldados y labriegos) que in­ tado y ejercían un poder sólo limita­
trodujeran las costumbres macedo- do por ciertas reglas de la costumbre.
nias en aquellas comarcas. Este tipo Esto significaba que frente al ejército,
de colonias sería luego imitado por pero sobre todo frente a los hetairoi
A le ja n d ro y los reyes helenísticos (sus compañeros de la nobleza) que
30 A kal Historia del M undo Antiguo

habían decidido su elección, el m o­ cómo Filipo no reservó para sí ningu­


narca estaba perpetuamente obligado na parte de los territorios ganados a
a justificarse gobernando en forma los vecinos y que, en cambio, distri­
tal que obtuviera la aprobación de buyó con generosidad propiedades
todos. (incluso del antiguo patrimonio real)
Sin embargo entre el pueblo y la a nobles, soldados y campesinos, fun­
nobleza (asamblea militar), por un d a n d o adem ás colonias. Pero ta m ­
lado, y el rey por otro, no existía nin­ bién la riqueza ingresada en la h a ­
gún tipo de dependencia determ ina­ cienda macaedonia, ahora en mayor
da jurídicamente, sino sólo una rela­ volumen que nunca, fue constante y
ción estructurada sobre lazos perso­ eficazmente empleada para sufragar
nales, y esta circunstancia era capaz los gastos que dem andaba la política
de crear o una estrecha unión entre de expansión.
soberano y ejército o una completa Ciertamente siempre se ha exage­
falta de entendimiento. Eran en cada rado la importancia de tales recursos,
momento la situación política interna hasta el punto de atribuir muchos de
o exterior y la capacidad del rey los los éxitos diplomáticos de Filipo a
ingredientes que regulaban la intensi­ sus interesados «repartos» de oro en ­
dad de sus relaciones: los objetivos tre las ciudades griegas. Sin embargo,
del monarca macedonio debían ser la realidad parece muy otra: las tasas
compartidos, sustancialmente, por la percibidas después de la reforma de
mayoría de los súbditos, en particular Calístrato representaron una leve m e­
por los más importantes miembros de joría de la econom ía estatal, y las
la nobleza que com ponían el entorno principales cantidades reunidas pro­
real. Aquí radica, sin duda, otro gran venían de las minas de Disoro y de
acierto de Filipo, haber sabido atraer Pangeo (cerca de mil talentos a n u a ­
a los fines de su política —consoli­ les). C on el mineral que se explotaba
dación primero del reino, luego am ­ en estos distritos Filipo puso en circu­
pliación y conquista de los territorios lación un gran número de monedas
limítrofes, incluyendo Grecia hasta de plata a lo largo de todo su reinado,
donde fuera preciso, preparación por mientras que con oro, metal mucho
último de la guerra contra Persia— a más escaso, acuñó poquísimos ejem­
la asamblea militar macedonia y h a­ plares. El destino de aquel dinero fue,
b er logrado con ello c o n stru ir un básicamente, cubrir la costosa finan­
plan político que caló hondamente en ciación militar; sólo algunas bajas ci­
Macedonia; así lo demuestra el he­ fras de la parte reservada al soberano
cho de que, no obstante las intrigas y se convirtieron en presentes o pagos
rencillas de palacio que condujeron para com prar los favores de influyen­
al asesinato de Filipo, al que quizá no tes políticos griegos. Pero este empleo
fue ajena la madre de Alejandro, el del dinero no tuvo, ni de lejos, las
nuevo rey de Macedonia siguió clara­ proporciones que llegó a adquirir en
mente los pasos previstos por su padre. la primera mitad del siglo IV cuando
Com o sus antecesores, Filipo dis­ el rey de Persia y los sátrapas de Asia
ponía de un patrimonio real, forma­ M enor se decidieron a subvencionar
do por bienes raíces esparcidos por o co rro m p er a b uen a parte de los
todo el reino, y m anejaba una caja griegos.
del estado que se nutría singularmen­ La política de Macedonia era con­
te de la m oneda emitida por el rey en cebida, sin duda, por Filipo, mas no
los talleres de Pela. Am bas fuentes resulta fácil establecer qué grado de
económicas se orientaron manifiesta­ participación tocó en ella a la corte
mente al cumplimiento de'los intere­ real. La mayor parte de los consejeros
ses políticos macedonios: ya vimos de palacio procedían de la nobleza.
El mundo griego y Filipo de Macedonia 31
Una sinopsis sobre la obra de Filipo ced on ia avasallada por los ilirios, la con vir­
En to d a s las c o m p o s ic io n e s h istó rica s tió en dueña de m uchos grandes pueblos
conviene que los historiadores, dentro de y estados. M erced a su valor personal reci­
cada libro, abarquen hechos com pletos, bió la direcció n de toda G recia de manos
bien de estados, bien de reyes, desde su de las ciudades que reconocían gustosa­
orige n hasta el final: así es, en efecto, mente su jefatura. Redujo por las armas a
com o entendem os que la historia se hace quienes saquearon el santuario de Delfos
más fácil de retener y más transparente y prestó ayuda al oráculo, por lo que ingre­
para el lector. Porque los hechos expues­ só en el consejo de los Anfictiones, y co n ­
tos a medias, sin ofrecer un remate traba­ siderado su respeto hacia los dioses, o b tu ­
do con los com ienzos, interrum pen la c u ­ vo en recom pensa los votos de los focidios
riosidad de los aficionados a la lectura, recién vencidos. Después de las guerras
pero los que respetan la continuidad del de sum isión de los ilirios, peones, tracios,
relato hasta alcanzar su térm ino p ro p o rcio ­ escita s y d e m á s p u e b lo s lim ítro fe s de
nan una versión acabada de lo aconteci­ aquéllos em prendió la disolución del reino
do. Y cua nd o la propia naturaleza de los de Persia; y cuando con un ejército trasla­
hechos facilita el trabajo del historiador, dado hasta Asia se disponía a liberar a las
entonces ya no cabe, bajo ningún c o n ce p ­ ciudades griegas fue sorprendido por el lí­
to, desoír estas reglas. Por consiguiente mite del destino, más dejó un poderío de
tam bién no sostros p ro cura rem os, en el tal im portancia y calidad que su hijo A le­
instante en que llegam os a los sucesos de jandro no hubo de recurrir a los aliados
Filipo, hijo de Am intas, encerrar en el pre­ para deshacer la hegem onía persa. Y tales
sente libro las gestas de aquel monarca. hechos no fueron producto de la suerte,
Pues Filipo fue soberano de los m acedo- sino de su propio valor, puesto que el rey
nios durante veinticuatro años, y aunque Filipo se distinguió por su ingenio en la
contó con los más ínfim os m edios elevó su ciencia militar, por su bravura y por la es­
reino a la co n d ició n de m ayor potencia de plendidez de su tem peram ento.
Europa; aunque se hizo cargo de una Ma- D iodoro Siculo XVI 1 ,1 -6

Eran personas investidas con la con­ Junto a este grupo de nacionales


fianza del m onara que no sólo brin­ Filipo acertó también a rodearse de
daban asesoramiento en las decisio­ un cierto número de helenos. Ya nos
nes, sino que a menudo desempeñaron hemos referido a quienes en calidad de
funciones civiles, despachaban asun­ soldados o técnicos formaron parte
tos de estado o realizaban misiones de las fuerzas macedonias, pero a la
diplomáticas; pero al mismo tiempo corte se sum aron otros especialistas
constituían, como ya hemos señala­ que prestaron su ayuda en la cancille­
do, la guardia militar y el estado m a­ ría y en las negociaciones con las ciu­
yor del soberano cuando salía en cam­ dades griegas. Entre ellos debe m en­
paña, y algunos eran incluso designados cionarse al ateniense Calístrato, ex­
generales en jefe para reemplazar al perto en finanzas, así como a Eumenes
rey. Filipo acabó encontrando en esta de Cardia, Pitón de Bizancio y Near-
aristocracia a los colaboradores in­ co de Creta, que asistieron a varias
dispensables para el funcionamiento misiones como delegados de M ace­
de la administración y de las relacio­ donia. No es posible tampoco olvi­
nes exteriores, segün cabe presumir dar a quellos otros griegos que, desde
cuando com probam os que num ero­ fuera de Macedonia, mantuvieron la
sos generales de Alejandro, m iem ­ causa de Filipo movidos por la sim­
bros de la nobleza macedonia, hicie­ patía o por su hostilidad hacia las
ron gala de su anterior experiencia a grandes potencias de la Hélade; d en­
la hora de ejercer con absoluta ido­ tro de la misma Atenas hubo num e­
neidad el gobierno de los distintos rosos ciudadanos, captados por las
países que el sucesor de Filipo some­ promesas o por los atractivos planes
tió a su autoridad. del m acedonio, que apoyaron con
32 Aka! Historia d el M undo Antiguo

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empeño ante el Consejo y la A sam ­ Relieve con la representación de Asclepio y
blea la aprobación de sus propuestas de las divinidades eleusinas. (Hacia el 350)
Museo Nacional de Atenas.
y facilitaron el progreso de su políti­
ca. Lo mismo hicieron otros particu­
lares de algunas ciudades beocias, ar­ partidarios del rey o los votos favora­
cadlas y argivas, que propagaron las bles a su política (en las ciudades, en
ideas de M acedonia como las más las ligas, en los santuarios) se g ana­
congruentes a sus intereses propios. ba n m edian te el soborno. Explotó
Por otra parte Filipo nunca eludió, con habilidad las pasiones, rivalida­
cuando parecía oportuno, el recurrir des e im prudencias de los estados
a ciertas armas diplomáticas poco re­ griegos: a fin de ganarse la colabora­
comendables, aunque bien conocidas ción de los más y evitar el nacimiento
y practicadas en Grecia. Algunos de de coaliciones prestaba ayuda a las
los publicistas y oradores que defen­ peq ueñas ciudades am en azadas de
dieron su figura actuaban al dictado agresión, pero en otros casos auxilia­
de un salario o de regalos remitidos ba a las que deseaban engrandecerse;
desde Macedonia, y en ocasiones los sin embargo únicamente les consen-
El mundo griego y Filipo de Macedonia 33
tía adquirir ventajas mínimas y efí­ sión de las ciudades griegas: su apego
meras que no constituían am enaza a la tradición de los largos discursos
para su posición. en las asambleas y a la lenta reacción
El trato concedido a los vencidos de cara a los peligros externos —pues
refleja u n a g e n e ro s id a d efectista, a fin de cuentas éstos siempre prove­
puesto que el rey solía renunciar a al­ nían de otros helenos, que poseían
gunos derechos del triunfo y devolver los mismos hábitos— tuvo esta vez
a las ciudades conquistadas una ap a­ fatales consecuencias. Filipo no fue
rente dosis de autonomía, pero la li­ un enemigo cualquiera, sino el mejor
mitaba a aquellas competencias que pre p ara d o de cuantos am en a zaro n
no p u d ie ra n lesionar la soberanía acabar con la autonomía de los grie­
macedonia. Las fuentes antiguas des­ gos y, por añadidura, encontró a sus
tacan asimismo la singular maestría rivales divididos, aislados y agotados.
de Filipo como negociador: la am bi­ En las páginas siguientes veremos en
güedad en la formulación de prom e­ qué forma se aprovechó el m acedo­
sas y acuerdos, la imprecisión de los nio de la debilidad de Grecia.
planteamientos esbozados por el rey
o sus agentes, dab an pie más tarde a
asegurar que sus interlocutores h a ­
bían abrigado falsas esperanzas o no
atinaron a interpretar las verdaderas
ofertas de Macedonia. Gracias a una
especial cortesía, a su infalible m e­
moria —como sostiene Esquines—, a
sus virtudes oratorias, a la am enidad
y persuasión de sus discursos, Filipo
levantó la adm iración y ganó la vo­
luntad de bastantes embajadas llega­
das de Grecia.
Al igual que los anteriores m on ar­
cas de M acedonia, tam bién Filipo
contaba con un poder absoluto para
llevar a la práctica los objetivos traza­
dos en beneficio del reino. Demóste-
nes lo describe como dueño absoluto
del ejército, general y tesorero, como
la única autoridad que puede ordenar
lo que debe decirse y hacerse; y para
tomar cada una de sus decisiones no
necesitaba acudir a públicas delibe­
raciones, no había de temer la oposi­
ción ni el debate de los macedonios.
Lo cual se traducía, efectivamente, en
que Filipo adoptó frecuentes iniciati­
vas que conjugaban previsión, au da­
cia y energía, aunque de ordinario
fueron bien m aduradas; y esta ausen­
cia de ataduras le valió, en sus rela­
ciones con Grecia, para m arcar siem­
pre las distancias y enm endar veloz­
mente toda suerte de yerros. Frente a
ello contrasta la pasividad e indeci­ La estoa de los atenienses en Delfos.
34 Akal Historia del M undo Antiguo

II. Filipo y la conquista de Grecia

1. De la Guerra Sagrada a y focidios; cada pueblo designaba a


su m odo a los representantes que en­
la Paz de Filócrates viaba a Delfos y contaba, por consi­
Si anteriormente Filipo de M acedo­ guiente, con varios votos en el conse­
nia ya había tenido ocasión de inter­ jo amfictiónico, cuyas sesiones eran
venir en los asuntos de Tesalia a raíz presididas siempre por los tesalios.
de las luchas que m antenían los Alé- Las principales autoridades de los
vadas de Larisa contra Feras, la dis­ focidios, declaradas culpables por los
cordia que estalló luego, en el 356, en amfictiones de haber cometido un de­
la Grecia Central, le b rind ará una lito religioso (apropiarse de tierras sa­
inesperada oportunidad para medir­ gradas para el cultivo), habían sido
se con otros griegos e introducir su in­ co n d e n a d a s al pago de u n a fuerte
fluencia, como veremos, en todo el multa. La acusación ante el consejo
m undo helénico. partió de los beocios —a quienes in­
El conflicto, recordado con el no- com odaba la independencia de los
bre de Tercera Guerra Sagrada, había focidios, instalados entre Beocia y Te­
nacido en el seno de la Amfictionía salia, después que decidieron retirar­
deifica. El santuario de Delfos estaba se de la liga beocia— y consiguió los
adm inistrado por el consejo de los votos suficientes para su aprobación;
hieromnemones, nombreados por los si los reos no satisfacían la multa en
doce pueblos griegos, a razón de dos un plazo fijo los amfictiones se decla­
por cada miembro, que com ponían raban dispuestos a ocupar el territo­
esta asociación político-religiosa co­ rio de Fócide y consagrarlo por ente­
nocida como Amfictionía. El consejo ro al dios pítico. La reacción de los
se amplió en el siglo V y, para tratar focidios fue inmediata: no sólo igno­
los asuntos más graves, junto a los raron la condena, sino que moviliza­
hierom nemones tom aban asiento en ron a su ejército de peltastas, contra­
el consejo otros delegados titulados taron tropas mercenarias y tomaron
pilágoras. Éstos eran, según el protoco­ el santuario de Delfos.
lo oficial, los doce amfictiones: tesa- Tanto Esparta como Atenas estu­
lios, beocios, dorios de la Dôride, y vieron al margen de la condena con­
del Peloponeso, jonios del Ática y de tra Fócide, y cuando Filomelo —ge­
Eubea, perrebos, dólopss, magnesios, neral en jefe de los focidios— reclamó
locrios o rientales y occcidentales, su ayuda, ambos contribuyeron a fi­
enianos, aqueos de la Ftiótide. malios nanciar los gastos militares de aquel
El mundo griego y Filipo de Macedonia 35
pequeño estado con la esperanza de l a n z a r a n desde Tesalia o Beocia.
debilitar la supremacía beocia en la Por último, en el 353, Filipo partici­
Grecia Central. Pero los focidios en­ pa en esta lucha, e inicialmente no
c o n t r a r o n su m ejo r apoyo en los con dem asiada fortuna. En el año an ­
c u a n tio s o s tesoros que e n c e rra b a terior Macedonia se había distancia­
Delfos; con ellos acuñaron el dinero do de los atenienses después de ha­
para pagar a los soldados y reclutar berlos expulsado de Metona, mientras
nuevos mercenarios. Así se com pren­ seguía hostigando sus posesiones en
de que la moral del ejército focidio Tracia, y ahora Filipo se hallaba liga­
rayara a gran altura durante el tiem­ do a Larisa y a Tebas. Posiblemente
po que duró la guerra y que una po­ ni los tebanos ni Filipo eran exacta­
blación tan insignificante en el con­ mente conscientes del peligro que po­
cierto de las comunidades griegas tra­ dían representar los focidios de O n o­
jera en jaque a todos sus vecinos. La marco, según se desprende del hecho
G uerra Sagrada fue públicamente de­ de que los beocios cometieran la im­
clarada por los amfictiones en el oto­ prudencia de enviar, a comienzos del
ño del 356 —como Delfos ya estaba 353, una expedición de ayuda al sá­
en m anos de Filomelo la reunión del trapa Artabazo, rebelado contra el
consejo se celebró en Termopilas— G ran Rey, en la que enrolaron a cin­
con los votos de los beocios, los tesa- co mil mercenarios y a la cabeza de la
lios, los locrios y los dorios de la cual colocaron a Pánmeno, su mejor
Dóride. general; Filipo facilitó el tránsito de
Pero m ien tras sus enemigos co­ estas tropas por su reino en dirección
m enzaban a organizarse los focidios a Asia Menor.
tom aron la iniciativa; invadieron la C om o en Tesalia recrudecían los
Lócride oriental, a fin de estorbar la enfrentamientos entre la aristocracia
conjunción de tesalios y beocios, y de las distintas ciudades, los Aléva-
devastaron el país. Al año siguiente das de Larisa solicitaron auxilio a F i­
(355) Filomelo cruza las Termopilas y lipo; los macedonios entraron enton­
vence sucesivamente a los locrios y a ces en territorio tesalio. Pero los ti­
los tesalios, pero muere más tarde en ranos de Feras y C ranón obtuvieron
otra batalla contra los beocios defen­ el apoyo de Onomarco, que expidió
diendo la Fócide. Para sucederle fue siete mil hombres a las órdenes de su
designado O nom arco, que nom bró hermano; las luchas intestinas de Te­
lugarteniente a su herm ano Faílo. En salia se convirtieron así en una parte
poco tiempo el nuevo general focidio de la G uerra Sagrada. Si Filipo ven­
reunió los restos de las tropas, vigiló ció en primera instancia a Faílo y a
los principales caminos que co ndu­ las tropas de Feras, no logró sin em ­
cían a Delfos e hizo acuñar moneda bargo parar a Onom arco cuando el
por valor de diez mil talentos; con es­ general focidio llegó con veinte mil
tos fondos com pró los servicios de los mercenarios a Tesalia: el rey de M a­
tiranos de Feras, en Tesalia, y contra­ cedonia sufrió dos derrotas consecu­
tó el mayor ejército de mercenarios tivas y tuvo que retirarse a su país. En
que jam ás tuvo otro estado griego.En el apogeo de su poderío, Onomarco
el 354 sometió a los locrios y saqueó dispuso todavía de tiempo para vol­
la Dóride; llam ado por sus propios ver a Beocia, aplastar al ejército de la
habitantes ocupó la ciudad beocia de liga que se le opuso y hacerse con C o­
O r c ó m e n o y llegó in clu so a a s e ­ ronea, ciudad hostil a Tebas.
diar Queronca. La guerra estaba ca­ La situación iba a modificarse, sin
da vez más generalizada y los foci­ embargo, varios meses más tarde. Fi­
dios se m antenían sobre todo aten­ lipo regresó a Tesalia en el 352 para
tos a las posibles ofensivas que se poner cerco a Feras y los tiranos de la
36 M undo Antiguo

Cabeza de bronce de un boxeador,


procedente de Olimpia (Hacia el 350 a.C.)
Museo Nacional de Atenas.

ciudad advirtieron a los focidios; como dades d e p e n d ía n de los tiranos) y


Feras no cedía, el rey de Macedonia y a toda Tesalia a merced del monarca:
sus aliados tesalios se dirigieron al Larisa, C ranón, Feras, Farsalo, Farca-
vecino puerto de Pagasas, que cayó dón. Trica, Pagasas, tuvieron que in­
en sus manos (la escuadra ateniense clinarse ante la autoridad de M ace­
que la Asamblea había decidido m an­ donia. Filipo les consintió guardar
dar en socorro de Pagasas no llegó a una parte de su autonomía, pero rehi­
tiempo). Cerca de aquí, en la plana de zo la liga tesalia y situó a todos los
Croco, encontraron al ejército focidio efectivos militares de la misma, entre
que acudía a Feras: ante una forma­ los que sobresalía la caballería, bajo
ción de similar valía —ambas fuerzas sus órdenes, instaló guarniciones en
contaban con el mismo número de algunos puntos estratégicos —Paga­
infantes, pero los focidios tenían m e­ sas y las p o b la c io n e s costeras de
nos jinetes— cosechó Filipo su pri­ Magnesia, por donde podían golpear
mera gran victoria en Grecia. Ono- de improviso las naves atenientes— y
m arco m urió d u ra n te la batalla y se quedó con las tasas percibidas en
perdió a la mitad de sus tropas entre puertos y mercados para financiar los
caídos y prisioneros, casi diez mil gastos de las campañas.
hombres, pero el triunfo macedonio Y adem ás Filipo no perm aneció
tuvo aún mayores consecuencias pues­ inactivo. Alegando la obligación m o­
to que dejó a Magnesia (cuyas ciu­ ral de castigar plenamente a los foci-
El mundo griego y Filipo de Macedonia 37

dios por sus sacrilegios (condena am- los cuales, aunque desde el 353/52 te­
fictiónica, saqueo de los tesoros del nían clerucos en Sestos, m antenían
templo) se encam in ó hacia Grecia buenas relaciones con los reyes ira­
Central. Pero el paso de las Termopi­ d o s y soportaban el esfuerzo de vigi­
las estaba bloqueado: todos los esta­ lar con naves el norte del Egeo, veían
dos griegos que apoyaban a los foci­ cóm o el comercio con Tracia y el
dios h a b ía n descubierto el peligro transporte del trigo adquirido en la
que les am enazaba si los macedonios Propóntide y el Quersoneso experi­
llegaban a la Fócide y Delfos —como mentaba serias dificultades, pues Fi­
efectivamente ocurrió años después—, lipo había incrementado también su
desde donde podrían controlar buena poderío p o r m ar y los barcos bajo
parte de Grecia. Mil soldados espar­ pabellón macedonio capturaban sus
tanos y dos mil de la liga aquea, junto presas entre los fletes atenienses des­
a dos mil mercenarios de los antiguos de Lemnos e Imbros hasta el sur de
tiranos de Feras y cinco mil hoplitas Eubea. Ya desde ahora Demóstenes
atenienses, más cuatrocientos jinetes clama vehementemente contra Filipo
(todos de Atenas), persuadieron a Fi­
lipo de que forzar el paso había de La columna de las bailarinas.
costarle un grave revés. Los macedo­ Museo de Delfos.
nios em prendieron la vuelta a su p a ­
tria y se desentendieron, durante seis
años, de la Guerra Sagrada y de sus
secuelas al sur de Tesalia; pero la tác­
tica de desgastar a los griegos había
surtido efecto, y sólo Atenas consumió
más de 200 talentos en despachar una
pequeña ilota y al estratego Nicocles
(con los hoplitas y la caballería) hasta
las Termopilas.

La guerra contra Olinto y el


desarrollo de la Guerra Sagrada
Después de la llegada a Macedonia
dirigió Filipo sus miras hacia los te­
rritorios del Norte. En el 351 fuerza a
los ilirios del rey Clito así como al
monarca tracio Quersebleptes, a acep­
tar su soberanía, y establece alian­
zas con las ciudades de Perinto, Bi-
zancio (enclaves griegos en la ribera
tracia de la Propontide) y Cardia (en
el Quersoneso de Tracia). Durante el
351 entró en el Epiro y obligó a que se
respetaran los derechos al trono de su
cuñado Alejandro, al que llevó consi­
go a Pela para cuidar de su educa­
ción; de paso arrancó a los epirotas el
territorio de Paraveá, fronterizo con
Iliria, que incorporó a Macedonia.
Los más perjudicados por tales éxi­
tos eran, en principio, los atenienses,

■ C é .
38 Akal Historia del M undo Antiguo

y propone combatir sin desmayo con­ prometidos y no obtuvo resultados;


tra su política presentándolo como por su parte Filipo, aprovechando el
un enemigo de la libertad y de la invierno (349/48), conquistaba una
democracia. tras otra las ciudades calcidias. En
Pero también los miembros de la vano Demóstenes pronunció sus tres
liga calcídica, y en particular su ciu­ famosas arengas conocidas como las
dad hegem ónica, Olinto, sufrirían Olintíacas para reforzar la moral de
pronto las consecuencias de la nueva sus compatriotas y recordarles su de­
expansión macedonia. Antes de su ber de encabezar, con los sacrificios
intervención en la Guerra Sagrada, económicos que fueren necesarios, la
en el año 356, Filipo se aprovechó de oposición a Macedonia; la Asamblea
la alianza con los olintios para expul­ ateniense se ahogaba en la incerti-
sar a los clerucos atenienses de Poti- dumbre.
dea y compensó a sus aliados calci­ Desde luego Atenas se entregó si­
dios e n t r e g á n d o l e s la c i u d a d de m ultáneam ente a una paralela labor
Antemonte y el territorio de Potidea; diplomática, pero ni los desterrados
los olintios garantizaron entonces a tcsalios de Feras fueron capaces de
Macedonia que nunca tratarían sepa­ crear problemas ni la confederación
radamente con Atenas. Sin embargo, de A carnania, con la que tam bién
seis años después, los calcidios esta­ mantuvo contactos, inquietó a M ace­
b an aislados del resto de los griegos donia. Paradójicamente fue Filipo el
—com pletam ente rodeados por los que puso en apuros a Atenas usando
dominios de Filipo— y desconfiaban de aquellas armas: a finales del 349
de las intenciones del m acedonio, logró avivar la revuelta de todas las
que se había atrevido a cruzar con un ciudades de Eubca —menos Caristo—,
ejército por territorio calcidio (actitud las cuales abandonaron su coalición
que en Grecia podía tomarse por una con Atenas. El dilema que este ines­
declaración de guerra). Y así, aunque perado suceso planteaba a la Asam­
Filipo procuró estimular dentro de la blea era manifiesto, pues se debía ele­
liga calcidia el surgimiento de una gir entre olvidar la cam paña de Tra-
facción promacedónica, dispuesta a cia o perder una isla de gran im por­
supeditar su autonomía a los dicta­ tancia (tanto estratégica como econó­
dos de Pela, los olintios buscaron el mica); la decisión tomada fue con­
apoyo de Atenas. centrar los esfuerzos en Eubea, y a tal
En el año 349 Filipo creyó llegada efecto se envió un ejército de ciuda­
la ocasión de actuar y, pretextando danos. Sin em bargo las tropas de
que d ebían entregarle a Arrideo y ocupación atenienses tuvieron, tras
Menelao, sus dos hermanastros refu­ varios choques, que rendirse y la ex­
giados en la Calcídica después de ha­ pedición acabó lamentablemente en
ber intentado usurpar el trono, trans­ el verano del 348; Atenas tuvo que p a ­
mitió un ultimátum a la liga; al no ver gar cincuenta talentos para rescatar a
satisfecha su dem anda estalló la gue­ los prisioneros y aceptar la indepen­
rra. Desde Olinto se urgió nuevamen­ dencia de los eubeos.
te a Atenas, mientras en toda Grecia Entretanto Filipo era ya dueño de
se censuraba la deslealtad del rey de Calcídica entera, excepto de Olinto. A
Macedonia; pero lo cierto es que na­ comienzos del verano vino el general
die se movilizó en favor de los calci­ ateniense Caridem o con cuatro mil
dios, salvo los atenienses. La expedi­ mercenarios desde el Helesponto, gra­
ción enviada hacia Amfípolis al m an­ cias al dinero que recibió del sátrapa
do de Cares (dos mil mercenarios y Orontes, y se instaló en Olinto, pero
38 trirremes) no contaba con fondos el rey de Macedonia derrotó en dos
suficientes, no recibió los refuerzos sucesivas batallas en campo abierto a
El mundo griego y Filipo de Macedonia 39

las tropas olintio-atenienses. Atenas rantes reclamaron ayuda de sus ami­


aún trató de auxiliar a los asediados gos: los tebanos hablaron a Filipo,
votando la salida de un contingente pero éste se dignó enviar únicamente
de dos mil h o p lita s y 300 jin etes algunos soldados, mientras que los
—nuevo sacrificio económico y h u ­ focidios se dirigieron a Esparta y Ate­
m ano, pues los com batientes eran nas p rom etiendo que p o n d ría n en
ciu dad an os—, pero cuando la flota sus manos las fortalezas que custo­
que los trasladaba avistó la costa de diaban el paso de las Termopilas —
Olinto la ciudad ya había capitulado de enorme importancia para obstacu­
(agosto del 348). lizar cualquier futuro movimiento de
Filipo vendió a una parte de los Filipo hacia Beocia—. El rey esparta­
olintios como esclavos, redujo a otros no Arquídamo acudió con mil hopli­
a la condición de siervos en los dom i­ tas laced em o n io s y los atenienses
nios reales y trasladó a algunos gru­ despacharon a una parte de sus ciu­
pos a las colonias creadas en el inte­ dadanos en una escuadra de cincuen­
rior del reino; de entre los olintios ta naves, pero al llegar al paso Faleco,
que lograron escapar la mayoría fue que había desautorizado a las autori­
acogida en Atenas y el resto se dise­ dades focidias, se negó a cederles
minó por la Hélade, convertidos en aquellos baluartes.
ardientes propagandistas de la lucha
antimacedonia. La ciudad de Olinto La Paz de Filócrates y el fin
fue d em o lida po r orden de Filipo de la Guerra Sagrada
hasta lo cimientos. Pero también la
suerte de la antigua Calcídica griega Los fracasos cosechados en Eubea y
quedó definitivamente sellada: la pe­ en Olinto, la falta de entendimiento
nínsula fue incorporada a Macedo­ con los focidios, así como la im para­
nia, con las 32 ciudades que alberga­ ble superioridad de Macedonia, ha­
ba —algunas destruidas—, y sus te­ bían creado en Atenas un estado de
rritorios fueron divididos en grandes opinión favorable a las negociacio­
parcelas, con los correspondientes nes. Desde el año 348 la diplomacia
cultivadores, que se entregaron a la ateniense trataba de levantar un fren­
nobleza macedonia. te com ún contra los macedonios y
En Grecia Central, a su vez, conti­ presentó a otros estados griegos el
nuaba la G uerra Sagrada, reducida proyecto de c e le b rar un congreso
por completo a una cuestión interna para discutir las providencias a adop­
entre los beocios y los focidios. M uer­ tar, pero como sus ideas no encontra­
to Faílo en el 351, los focidios eligie­ ron casi eco no restaba otra solución
ron como sucesor a un hijo de O n o ­ sino buscar la paz. En marzo del 346
marco, Faleco; bajo su guía conti­ salió hacia Pela una embajada com ­
nuaron la serie de invasiones del te­ puesta por diez delegados atenienses,
rritorio beocio, de golpes por sorpresa entre ellos Filócrates, Esquines y De-
y de pequeñas operaciones, que se móstenes, y un ciudadano de Ténedo
prolongó hasta el 346 (Diodoro Sicu­ en representación de los estados de la
lo evita describirlas año por año y confederación marítima.
ofrece sólo un resumen de las mismas Ante Filipo los oradores atenienses
cuando narra el fin del conflicto). Te­ expusieron sus propuestas de paz,
bas y los beocios no podían, por falta que incluían reconocer los derechos
de fondos, aum entar sus fuerzas, y los de su país al Quersoneso tracio, a
focidios se limitaban a administrar Amfípolis y, posiblemente, a Potidea;
los tesoros de Delfos para contar con abogaron también por la admisión
el suficiente núm ero de mercenarios. en el tratado de los focidios y del
A comienzos del 346 ambos belige­ puerto de Halo (en la Acaya Ftiótide).
40 Akal Historia d el M undo Antiguo

Pelike ático de figuras rojas, con flexibles ante los ruegbs de Filócrates,
representación del juicio de Paris. (Hacia el
340-330 a.C.) Museo Nacional de Atenas.
esforzado en conciliar los intereses de
su patria con la posición macedonia:
El monarca, que mostró excepcional admitirían que se mencionara como
consideración a los embajadores, re­ firmantes de la paz a Atenas y a sus
bajó aquellas peticiones: aceptaba no «aliados» (symmachoi), pero ese térmi­
intervenir para nada en el Quersone- no sólo podría englobar a los estados
so y añadía a la paz con Atenas una de la confederación m arítim a ate­
oferta de alianza; pero respecto a los niense, no a aquellos otros unidos a
demás puntos sólo se comprometía a Atenas mediante acuerdos bilaterales
que el destino de los focidios pudiera (lo que equivalía a dejar fuera a Halo,
en su día ser d ecidido de c o m ú n a los focidios y al monarca tracio).
acuerdo. Bajo tales circunstancias redactó
Los delegados regresaron a Atenas Filócrates un texto que, presentado
y al mismo tiempo llegó una em baja­ como moción de los sinedros, resultó
da de Filipo, con poderes especiales, aprobado. Para vencer la oposición
a cuyo frente figuraban Antipatro y de ciertos sectores Filócrates hubo de
Parmenión. Reunidos en sesión con­ recordar que los tebanos aún repre­
junta la Asamblea y el synedrion (Con­ sentaban una amenaza, Demóstenes
sejo) de los aliados, se debatieron apoyó el texto por estimarlo el m e­
calurosamente los términos de la paz; nor de los males y Esquines dejó en­
si existía acuerdo en resignarse a la trever que en el fondo Filipo no re­
pérdida definitiva de Amfípolis y Po- chazaba las aspiraciones atenienses
tidea, los presentes repelían la pro­ —en lo que el orador ático se enga­
puesta de excluir nom bradam ente del ñ a b a —. La redacción era la siguiente:
tratado a los focidios, a la ciudad ambos estados conservaban los terri­
de Halo y a Querseblepte§ de Tracia torios que poseían en el momento del
(que deseaba verse incluido allí). Los cierre, por lo que Atenas sólo salvaba
plenipotenciarios de Filipo fueron in­ el Quersoneso tracio (sin la ciudad de
El mundo griego y ,Filipo de Macedonia 41

Estatua de bronce de un dios o


de un héroe,
hallada en el mar, cerca de Anticitera (Hacia
el 450 a.C.) Museo Nacional de Atenas.
42 Aka! Historia del M undo Antiguo

Cardia); ambos garantizaban la li­ la Asamblea quedó convencida de


bertad de navegación y expresaban que no hubo sino malentendidos. La
su condena a la piratería; ambos es­ Paz fue ratificada mediante un decre­
trechaban la confianza concluyendo to, pero además se votó otra disposi­
una alianza mutua. No había, por ción que elogiaba a Filipo, prorroga­
consiguiente, ninguna alusión a los ba la alianza a los descendientes del
focidios; sobre ellos únicamente cons­ macedonio y recomendaba combatir
taba la promesa verbal de Filipo de a los focidios si no restituían el san ­
establecer su suerte de común con­ tuario a la Amfictionía; de todo ello
cierto con Atenas. El tratado, conoci­ se notificó al monarca de Macedonia
do como la Paz de Filócrates, fue ju­ remitiendo otra comisión.
rado en abril del 346 ante Antipatro y Pero Filipo acababa de cruzar las
Parmenión por Atenas y sus confede­ Termopilas y había rendido a los fici-
rados (no se permitió prestar ju ra­ dios (211mitad de julio). Faleco capitu­
mento a un mandatario de Querse- ló y abrió sus fortalezas a los macedo­
bleptes por no ser miembro el rey tra- nios, pero obtuvo a cambio la posibi­
cio de la liga ateniense). lidad de retirarse libremente con sus
La legalidad exigía que otra emba­ mercenarios hasta el Peloponeso. Los
ja d a fuera al encuentro de Filipo atenienses fueron entonces invitados
para recibir su juramento a lo estipu­ por Filipo a sumar sus fuerzas para
lado, y entre los comisionados estu­ terminar con la Guerra Sagrada, mas
vieron de nuevo Demóstenes, Esqui­ la Asamblea respondió con una ne­
nes y Filócrates. A su llegada a Pela gativa, pues el nerviosismo ya había
tuvieron que aguardar un mes, puesto hecho presa en la mayoría, temerosa
que el rey se hallaba ausente: precisa­ de que, unido a los tebanos, el rey
mente mientras en la Asamblea ate­ apareciese en las fronteras del Ática.
niense se gestaba la paz Filipo dirigía Así pues los macedonios terminaron
una campaña para culminar la con­ la ocupación del resto de la Fócide
quista de Tracia. Primero se adueñó con ayuda de los hoplitas y de la ca­
de algunas poblaciones de la costa y ballería tanto beocia como tesalia:
luego constriñó a Quersebleptes a numerosos focidios corrieron a refu­
rendirse; el reino pasó a ser vasallo, giarse en Atenas.
del de Macedonia y un hijo del sobe-' Era el fin de la guerra, pero faltaba
rano tracio marchó con Filipo en ca­ reconstruir la Amfictionía y determi­
lidad de rehén. Después de su retorno nar la condena de los focidios. C o n ­
a Pela hacia mediados de junio Fili­ vocado el Consejo de los amfictiones,
po dilató el juramento cuanto pudo, y transcurridos diez años desde su últi­
no tuvo reparos en solicitar la coo­ ma reunión. Filipo consiguió que la
peración ateniense para combatir a sentencia dictada fuera ejemplar: la
los focidios sugiriendo su posible Fócide era excluida del santuario píti-
ayuda a una eventual recuperación co, su población será dispersada en
de Eubea. aldeas y las ciudades arruinadas, se
Simultáneamente se trasladó con confiscarán las armas y los caballos,
su ejército hasta Tesalia. Por fin en la tendrán que restituir los tesoros pilla­
ciudad de Feras, a comienzos del ve­ dos a Delfos, evaluados en unos diez
rano, Filipo y sus aliados prestaron el mil talentos, a razón de 60 talentos
juramento a la Paz de Filócrates en anuales. Por último, los focidios per­
presencia de los embajadores de Ate­ dían sus dos votos en el Consejo, que
nas. Vueltos a la patria, Demóstenes y eran traspasados a Filipo y sus des­
la Boulé quisieron responsabilizar a cendientes. De esta forma el sobera­
algunos de ellos de haber actuado no adquiría una ventaja singular,
lenta e irresponsablemente, aunque pues no sólo se reconocía a Macedo-
El mundo griego y Filipo de Macedonia 43

El ágora de Atenas
Según reconstrucción c

nia como otro estado «griego* digno títulos de bienhechor y proxeno, le


de ser escuchado en las sesiones am- concedía la promanteia (derecho a con­
fictiónicas, sino incluso se admitía sultar el primero al oráculo de A po­
que un régimen monárquico, es decir, lo), le levantó una estatua y le dio a
un solo personaje, y no una com uni­ presidir el certamen pítico celebrado
dad mediante sus instituciones de go­ aquel otoño (346). Pero Filipo tenía
bierno —como era el caso de los once tam bién sus partidarios en Grecia,
amfictiones restantes— tuviera la fa­ que le veían como un defensor frente
cultad de designar a sus delegados a la avidez de los grandes (Atenas,
para el Consejo. Esparta, Tebas) y como el único hom ­
Filipo tenía ahora entre sus manos bre capaz de llevar a cabo la tarea de
un instrumento que le permitiría ac­ oponerse a los persas y expulsarlos de
tuar legítimamente en muchos de los Asia Menor, mientras que sus enemi­
problemas suscitados entre los grie­ gos no siempre eran conscientes de
gos. No sin motivo la decepción o la que, si no se realizaba la unión entre
alarma afectaron a una parte de las los principales estados griegos, la pér­
ciudades helenas, y sobre todo al dida de la libertad sería sólo cuestión
com probar que Delfos le otorgaba los de poco tiempo.
44 Aka! Historia del M undo Antiguo

2. La ascensión final de mente en manos del nuevo arconte.


También incrementó su fuerza en
Macedonia y la privación la Amfictionía por medio de los dos
general de la autonomía delegados de Tesalia, que presidían el
Consejo, e incluso llegó a m anejar los
Después de las tensiones surgidas a catorce votos de otros siete miembros;
raíz de las últimas operaciones mili­ así visaba los nombramientos en el
tares del rey durante las distintas fa­ santuario délfico y contaba con ser
ses de la Paz de Filócrates, así como elegido a la cabeza del ejército amfic-
por su manipulación de la Amfictio- tiónico si estallaba un conflicto. La
nía délfica, las relaciones entre Filipo movilidad de su diplomacia le con­
y los atenienses irán paulatinamente dujo a concluir en el 343 una alianza
empeorando hasta alcanzar la ruptu­ con varios estados del Peloponeso,
ra en el año 340. El sexenio que me­ entre los que estaban Argos, Megalo­
dia entre las fiestas píticas del 346 y el polis y Mesene. D u ran te el 343/42
ataque de Filipo en el Bosforo a la concertó un acuerdo de amistad y no
flota comercial ateniense (septiem­ agresión con Persia —lo que le evita­
bre/octubre del 340) contempla el fra­ ba preocuparse por los límites orien­
caso de Demóstenes y otros políticos tales del reino—, llevó a cabo por la
griegos, incapaces de entender que la frontera occidental la invasión del
solución bélica tradicionalmente de­ Epiro, en donde el regente Aribas se
fendida no tenía ya modo de prospe­ negaba a entregar el poder al joven
rar (pues se había dejado escapar la Alejandro (cuñado de Filipo), e ins­
ocasión de frenar a Macedonia en las taurado Alejandro en el trono a m ­
primeras etapas de su expansión). pliaron los dominios del Epiro hasta
Tanto Filipo como Atenas com en­ las cercanías de Ambracia y Léucade.
zaron por dirigir su objetivo a refor­ Todo ello sembró la inquietud en Co-
zar la seguridad y el poderío. El mo­ rinto (metrópoli de aquellas dos ciu­
narca macedonio se adentró por el dades griegas del Adriático) y en Ate­
norte del reino, en los años 345 y 344, nas, que había concedido refugio a
para combatir a los dardanios y a los Aribas con la promesa de auxiliarle a
ilirios (fue herido por estos últimos y recuperar la realeza del Epiro.
pudo morir en la campaña). Luego, Tam poco Atenas descuidaba sus
en el 344, expulsa a los últimos tira­ intereses, aun sumida en el contraste
nos tesalios que aún m antenían auto­ de ver dividida a la Asamblea entre
ridad y reforma el estatuto de Tesalia simpatizantes y opositores al rey de
estableciendo un sistema decárquico Macedonia, lo que se tradujo con fre­
(consejos de diez en las poblaciones ó cuencia en acusaciones y duros deba­
gobierno conjunto de diez ciudades); tes entre los p rin cip a le s o ra d ores
dos años más tarde volvió a modifi­ (enemistad y denuncias de Demóste­
carlos creando las llam adas tetrar- nes contra Esquines, condena a muerte
quías, que agrupaban a las ciudades de Filócrates, acusado por Hipérides,
en cuatro distritos e im ponían gobier­ en el 344, etc...) y en clara indecisión a
nos de cuatro personas. Pero ad e­ la hora de optar por un camino. Para
más Filipo se hizo nom b rar arconte m antener el poderío naval, que toda­
de la liga tesalia a perpetuidad y dis­ vía alcanzaba unas 300 trirremes, los
puso que el cargo fuera, como el de aten ienses p re c is a b a n renovar los
rey de Macedonia, transmisible a su viejos astilleros del Pireo; se em pren­
heredero; la co n fed eración de los dió entonces la construcción de unos
tésalos no fue, así pues,«suprimida, m odernos arsenales en el puerto de
pero sus recursos económicos y su Zea, que ya prestaban servicios en el
efectividad m ilitar qu edó estricta­ 343 y que fueron financiados median-
Dionisos. Templo de Apolo. (S ig lo IV a.C.)
Museo Nacional de Atenas.
46 AkaI Historia del M undo Antiguo

te una reforma de la eisphora (347/46) Arcadia, pero también Argos, M ega­


que rindió diez talentos anuales para lopolis y Mesene (ligadas meses antes
la construcción naval. Gracias a la por otro pacto a Filipo) cerraran un
habilidad financiera de uno de los tratado de no agresión con Atenas.
más notables políticos atenienses del La opinión de los griegos era cada
momento, Eubulo, pudieron arañarse vez más hostil a Filipo y en la p rim a­
fondos a las restantes cajas del estado vera del 342 los atenienses, azuzados
con el fin de incrementar la caja mili­ por Demóstenes y Hegesipo, habían
tar, cuya importancia hizo aconseja­ rechazado varias propuestas del m a ­
ble desde el 344/43 nom brar para su cedonio, dispuesto a ceder en algunos
administración a un tesorero. Si hi­ puntos, por considerarlas engañosas.
cieron inversiones para fortificar las Filipo dirigió entonces su mira a Tra­
bases navales del norte del Egeo, don­ cia, en donde conquistó el reino de
de recalaba la flota, y se expidieron los odrises —en este nuevo territo­
nuevos contingentes de d é m e o s a las rio, que se colocó bajo la tutela de un
colonias del Quersoneso. También se gobernador macedonio, fundó Filipo
procedió a u na revisión general de los varias colonias y ciudades— y esta­
registros cívicos (346/45) y se au m en­ bleció alianzas con el rey de los getas
taron las cargas sobre los ciudadanos y con algunas ciudades griegas de la
más ricos. costa (Apolonia, Eno, Odeso). Entró
Frente a los agentes que defendían ta m b ié n en relación con el tirano
la causa de Filipo en toda Grecia la Hermias de Atarneo, que dom inaba
diplomacia ateniense no tomaba des­ desde la Tróade el paso hacia Asia;
canso. En el 343 Atenas no quiso com­ hizo tratos con los etolios, prometién­
prometerse con el rey de Persia, Ar- doles Naupacto, e intentó sin éxito
tajerjes III, que pretendía renovar los frenar el nacimiento de una confede­
antiguos tratados de amistad con Ate­ ración independiente en Eubea (años
nas; poco más tarde entabló nego­ 342 y 341).
ciaciones con Filipo y sus represen­ A las evoluciones de Filipo en Tra­
tantes (Pitón de Bizancio) para revi­ cia y la región de los estrechos res­
sar las cláusulas de la Paz de Filó_- pondió Atenas con una expedición al
crates consideradas inconvenientes, Quersoneso, que atacó Cardia (aliada
pero no se logró ningún acuerdo. Sí de Filipo) y saqueó partes del territo­
fueron más eficaces las gestiones he­ rio tracio sujeto a Macedonia; la rup­
chas en el Peloponeso desde el otoño tura de la Paz estuvo ahora muy cer­
del 343 a la primavera del 342: se ayu­ ca, a un qu e no se produjo (342/41).
dó en Megara a impedir que algunos Atenas acertó además en el terreno de
ciudadanos leales a Filipo se apode­ las alianzas: en el Egeo occidental ce­
raran de la plaza, por lo que M acedo­ rró acuerdos con Bizancio, Abidos,
nia no pudo controlar la ruta hacia el Quíos y Rodas. Otro triunfo se prod u­
Peloponeso y Atenas reforzó su posi­ jo cuando a fines del 341 las ciudades
ción en el istmo de Corinto. Luego se de Eubea formaron una confedera­
hizo cargo de responder a las am ena­ ción, algunos de cuyos miembros se
zas de Filipo en Léucade y Ambracia: aliaron con Atenas. Pero la mayor
con la aprobación de Corinto y de victoria la logró Demóstenes al reunir
Corcira se enviaron tropas a Acarna­ un congreso que cristalizó en el esta­
nia, mientras Demóstenes en persona blecimiento de una koiné eirene entre
inform aba de lo que sucedía a los Atenas, Acarnania, Acaya, Ambracia,
aqueos, a Naupacto, a las gentes de Corcira, Corinto, Eubea, Léucade y
Ambracia y a los ilirios. El,orador áti­ Megara (marzo 340); los. nueve esta­
co consiguió, por último, que Acaya, dos concertaron form ar u na coali­
M antinea y las ciudades del norte de ción, cuya cabeza era Atenas, ciudad
El mundo griego y Filipo de Macedonia 47
que en caso de guerra ejercería la he­ rárquicas tradicionales para que gra­
gemonía. Todos los miembros debían varan sólo a los dueños de mayores
prestarse recíproca amistad y asisten­ fortunas (300 ciudadanos repartidos
cia, así como contribuir a formar y en veinte simmorías) y encauzó todos
sufragar un ejército federal. Demóste- los excedentes de la hacienda y las
nes fue recompensado por la Asam ­ cantidades destinadas a obras no ur­
blea ateniense con la concesión de gentes hacia la caja militar. Dos es­
u na corona de oro. Pero el estado de c u a d ras fueron enviadas sucesiva­
guerra era ya inminente, y los esfuer­ m en te a B izan c io p a ra a liv iar la
zos tendían a convencer (infructuosa­ presión del asedio; por fin, en mayo
mente) a tesalios y magnesios para del 339 Filipo renunció a la plaza ν
que abandonasen el lado de Filipo y a retiró las tropas. Atenas y los aliados
atraer a Tcbas a la recién fundada de Bizancio (Persia, Rodas. Quíos y
alianza helénica. Cos) saldaban el primer episodio fa­
vorablemente.
La guerra contra Macedonia Pero si la Ilota de los griegos dom i­
naba el mar, la superioridad terrestre
y la batalla de Queronea correspondía sin duda a Macedonia;
A finales del verano del 340 Filipo de­ de ahí que la actitud a adoptar por
cidió el asedio de la ciudad de Perinto Tebas en el conflicto era de vital im­
y cruzó con algunas de sus tropas por portancia, puesto que podía estorbar
el Quersoneso tracio (Atenas no qui­ el paso del ejercito macedonio por la
so tom ar aquella violación de su terri­ Grecia Central. Y precisamente la si­
torio como una declaración de gue­ tuación había ganado en compleji­
rra). D ado que Perinto resistía los dad a raíz de ciertos sucesos, propi­
embates de las m áquinas de asalto ciados quizá por Filipo: en la sesión
macedonias. Filipo trasladó el ataque de abril del 339 Atenas fue acusada
a Bizancio: pero también ante esta en la Amfictionía délfica por los lo-
ciudad, socorrida por varios aliados, crios de Am lisa (¿movidos en la som ­
fracasó el cerco montado por los m a­ bra por Macedonia?) de haber ofen­
cedonios. Fue entonces cuando el rey dido al dios mediante cierta ofrenda:
de Macedonia apresó por sorpresa en los delegados atenienses redargüye­
el fondeadero de Hierón, a la entrada ron solicitando la condena de estos
del Bosforo. 230 barcos cargados con locrios por haber cultivado el suelo
mercancías de la región cimeria (bá­ sagrado de la llanura de Crisa. El
sicam ente grano) que esperaban a Consejo decretó la Guerra Sagrada
pasar el Helesponto protegidos por contra Amfisa y en la siguiente reu­
trirremes atenienses. Filipo se reservó nión del otoño propusieron a Filipo
como botín 180 navios comerciales para conducir las tropas amfictióni-
pertenecientes a Atenas y dejó partir cas como hegemón.
a los otros cincuenta. Al conocer la El rey de M ac ed o n ia no perdió
noticia, la Asamblea declaró rota la tiempo. Con su propio ejército entró
Paz y abiertas las hostilidades contra súbitamente en el Dóride, evitando
M a c e d o n ia (c o m ie n zo s del o to ño las Termopilas, cruzó por la Fócide y
del 340). se adueñó de la ciudad de Elatea, de
H abía llegado la hora para quienes suerte que cortó la comunicación en­
deseaban decidir la suerte de Grecia tre Bcocia y la ruta del Norte. En Ate­
mediante las armas, y los atenienses nas y en Beocia la noticia causó viva
concentraron sus labores en el mar. impresión; una em bajada ateniense
Demóstencs se hizo elegir comisario partió de inm ediato hacia Tebas y
supervisor de la ilota: desde ese cargo Demóstenes ofreció a los estados de
especial redistribuyó las cargas trie- la liga beocia cerrar una alianza con
48 AkaI Historia del M undo Antiguo

Atenas a cambio de notables conce­ Ninguna de ambas partes consiguió


siones (sólo un tercio de los gastos sacar de la neutralidad a los estados
militares para los beocios; m ando su­ del Peloponeso. de forma que Atenas
premo por tierra para los tebanos y y los beocios contaban sólo con los
por m ar compartido; renuncia ate­ locrios de Amfisa y los miembros de
niense a Platea, Tespias y Oropo; la alianza helénica del 340, pero no
apoyo a los tebanos en caso de re­ du daron en rechazar las ofertas de
vuelta interna). La asamblea beocia paz que todavía hizo Filipo en la pri­
aceptó este tra ta d o y rom pió con mavera del 338.
Filipo. Los macedonios iniciaron en ton ­
Los nuevos aliados instalaron sus ces la ofensiva; rompieron la línea
fuerzas a cierta distancia de las posi­ que protegía Amfisa y ocuparon la
ciones de Filipo, cerrándole el paso ciudad; llegados a Delfos protegieron
hacia Amfisa y Tebas. Así perm ane­ una reunión de la Amfictionía y m ar­
c ie r o n en el i n v ie rn o del 339/38, charon luego a tomar Naupacto, en el
mientras diplomáticamente Macedo­ golfo de Corinto, que entregaron a los
nia ganaba a su lado a los focidios, a etolios. Nuevamente Filipo propuso a
los locrios orientales y a los etolios. sus adversarios tratar sobre la paz, y
por segunda vez en Tebas y en Atenas
El Ática venció la opinión de los belicistas.
ATICA
•Afidna

M. Parnés
«Decelia
R. Cefiso
.Filé •Lipsidrio
•Peónidas
•Maratón
Ί/. «Icaria
• Probalinto
\
•Cefisia o
' X °o
•Acam as
•Colargo V
• Eleusis ’ Mirrinonte
Palene ? araeto
•Jónldas
.Atenas •Peania
Salamina .A grilé ^
i
SALAMINA / Alopeca ^
f b a le r o * • Brauron
El Píreo
•Halim o .S feto
Mirrino
•Aixoné ’ Prasias

"Lamptras
GOLFO SARONICO
• Frearrios
M. Laurión

•Anaflisto «Tórico
• Egina
EGINA

Cabo Sunio
El mundo griego y Filipo de Macedonia 49

Estela funeraria de un atleta apoxiomeno.


Museo Nacional de Atenas.

Los griegos se habían replegado en ­ Alejandro, que tenía 18 años, aniqui­


tretanto al sur de Queronea, hacia el ló el Batallón sagrado de los tebanos
valle del Cefiso, y allí determinaron, mediante repetidos ataques de la ca­
cuando Filipo salió de Elatea, librar ballería macedonia situada en el ala
el combate definitivo: el 2 de agosto izquierda.
del 338 se enfrentaron en Queronea La victoria de Macedonia en la b a ­
dos ejércitos sim ilares en núm ero talla de O ueronea inaugura, desde
(treinta mil infantes y dos mil jinetes luego, una nueva etapa en la historia
respectivamente), pero la táctica y ex­ griega. Lo que no había conseguido
periencia de Filipo desarticuló por Persia en el siglo V, tener a su merced
completo la formación griega; su hijo a los principales estados de la Héla-
50 A kal Historia d el M undo Antiguo

La expedición a Asia y los orígenes de griego d e cid id o a regir a un pueblo que no


Macedonia era de su raza, fue asim ism o el único que
Sobre los restantes puntos creo que tanto logró esquivar los peligros inherentes a la
tu padre com o el fun dad or de la dinastía y m onarquía. Porque podríam os com p rob ar
el crea do r de tu pueblo - s i a este últim o que quienes en G recia han realizado una
se lo perm itieran las reglas de los dioses y aventura sem ejante no sólo fueron an iq ui­
los otros dos aún fueran capaces de ha­ lados todos ellos, sino que incluso su fam i­
c e r lo - habrían de aconsejarte igual que lia quedó borrada de entre la estirpe h u ­
yo. Baso mi afirm ación en las acciones mana, pero el fun dad or de tu reino disfrutó
que ellos llevaron a cabo. Con aquellas d icho so de la vida y transm itió a sus pa­
ciu da des cuyos sentim ientos te anim o a rientes las mismas dignidades que él llegó
com partir, con todas mantuvo tu padre la­ a reunir...
zos de intim idad. El fun dad or de vuestro Heracles, cuando vio que G recia se ha­
estado tuvo m ayores miras que sus c o n ­ llaba repleta de guerras, de disputas y de
ciu da dan os y ansió la m onarquía, mas no m uchas otras desgracias, puso fin a esa
se trazó el m ism o cam ino que quienes pe r­ situación, reconcilió a unas com unidades
siguen sem ejantes dignidades. Pues los con otras y m ostró luego a las gene racio­
tales, para alcanzar esa autoridad, engen­ nes futuras junto a qué amigos resulta útil
draban en su propia patria sediciones, d is­ em prender las guerras y contra qué ene­
turbios y degüellos, m ientras que aquél re­ m igos es m enester iniciarlas. Llevó a cabo
nunció por entero al territorio de G recia y una expedición contra Troya, que contaba
se inclinó a poseer el reino en Macedonia: a la sazón con la m ayor fuerza de entre las
sabía que los griegos no se hallan habitua­ ciudades de Asia; sus dotes en el m ando
dos a padecer la m onarquía y que, sin em ­ fu e ro n tan e x c e p c io n a le s , c o m p a ra d a s
bargo, los restantes pueblos son in cap a­ con las de quienes hicieron después la
ces de dirigir sus vidas sin esta form a de m ism a guerra, que si aquéllos con qu ista­
gobierno. El resultado fue que, com o tenía ron Troya a duras penas tras un asedio de
su pro pio criterio sobre tal asunto, su rei­ diez años valiéndose de un ejército c o m ­
nado constituyó tam bién un caso muy d is­ puesto por todos los griegos, Heracles la
tinto a otros: en efecto, al tratarse del único o cu p ó por la fuerza sin dificultad en menos

de, estaba al alcance de otra m o nar­ Délos; perdían el Quersoneso tracio,


quía: la de Filipo II. El trato dispen­ pero ganaban el territorio de Oropo.
sado a Tebas fue riguroso, puesto que Veían además respetada su indepen­
el rey decretó la disolución de la liga dencia política interna, pues Filipo
beocia y que todas las ciudades fue­ renunciaba a introducir soldados en
ran autónomas; retiró a los tebanos la ciudad y les permitía que usaran li­
los votos en el consejo amfictiónico y bremente la flota y sus puertos. La
los repartió entre otras poblaciones Asamblea ateniense aceptó estas con­
de Beocia; los políticos antimacedo- diciones (conocidas como tratado o
nios fueron condenados a muerte o paz de Demades) y otorgó numerosos
desterrados, y m uchos prisioneros honores a Filipo y a su hijo, a varios
vendidos, como esclavos; se instaló generales macedonios y a los m iem ­
un a g u a r n ic i ó n m a c e d o n ia en la bros de las embajadas recibidas en
Cadm ea —para apoyar a un gobierno Atenas.
prom acedonio de 300 oligarcas— y
Oropo con su comarca se incorporó La Liga de Corinto y
al Ática.
En cambio con Atenas, que había la expedición a Asia
temido severas represalias, Filipo se También sobre el resto de Grecia es­
mostró muy generosos: aunque se di­ tableció Filipo su dominio con facili­
solvía la confederación marítima, los dad en el otoño del 338, eludiendo
aten ie n ses c o n s e rv a b a n las cleru- todo rigor inútil. Eubea se sometió
quías de Lemnos, Imbros, Esciro y por su voluntad y Cálcide acogió una
Samos, así como la soberanía sobre guarnición macedonia; Acarnania y
El mundo griego y Filipo de Macedonia 51
de diez días, o casi, y con pocos co m b a ­ tas de Heracles -p o r q u e ni siquiera algu­
tientes a su lado. Y a con tinu ació n dio nos' de los dioses serían c a p a c e s -, pero
muerte a todos los reyes de las p o b la cio ­ podrías al m enos asim ilar su manera de
nes asentadas en las costas de uno y otro ser en lo relativo al carácter, la hum anidad
continente: jam ás habría conseguido m a­ y la dulzura que mostró hacia los griegos...
tarlos si no se hubiera apoderado tam bién Por num erosos indicios, y en particular por
de sus estados. C um plidas ya estas gestas el caso de Jasón, conocerás que debes
fab ricó las colum nas denom inadas de H e­ ob rar de esa form a. Efectivamente Jasón,
racles, trofeo de su victoria sobre los bár­ sin haber protagonizado nada com parable
baros, m onum ento conm em orativo de sus a lo que tú hiciste, obtuvo muy alto renom ­
m éritos y de los m uchos riesgos, m ojones bre no por sus acciones, sino por sus pala­
que lim itan el país de los helenos. bras: pues exponía su intención de cruzar
He som etido a tu examen estos datos al continente asiático y com batir contra el
por una razón concreta, para que veas que G ran Rey. Y si Jasón, sim plem ente por
el propósito de mi escrito es exhortarte a lanzar esta idea, agrandó de tal m odo su
acom eter las mism as em presas hacia las aureola, ¿qué clase de parecer, según es
que tus antepasados, puestos a actuar, verosímil esperar, no forjarán todos sobre
m ostraron ab ie rta m ente su p re d ile cció n ti si ven que cum ples esa misión y si, en
por considerarlas las más hermosas. Sin p a rticular, te em peñas en a n iq u ila r por
du da es preciso que todas las personas com pleto la m onarquía persa o, al menos,
con cabeza cam ine n tras los pasos de en segregar la m ayor porción posible de
aquel poderosísim o guerrero y procuren territorio y cortar Asia, com o algunos d i­
tener su altura, pero a ti te conviene más cen, de Cilicia hasta Sínope, y a ello agre­
que a ningún otro. Ya que no necesitas re­ gas el fundar ciudades en esta región y el
currir a ejem plos extraños, pues basta con asentar en colonias a quienes ahora vagan
el que hay en tu linaje, ¿cóm o no reco­ extraviados, porque carecen de los bienes
m endar que ante su figura te estim ules y de cada día, y maltratan a todo el que se
acrezcas tu am or propio para com poner tropiezan?
una réplica exacta de tu antepasado? No Isó cra te s, F ilip o (V) 105-108, 111-114,
afirm o que llegarás a igualar todas las ges- 119-121

Ambracia fueron ocupadas sin resis­ Amfictionía délfica, pero tal solución
tencia. Después de atravesar el istmo no aseguraba claramente a Macedo­
de Corinto todos los peloponesios, a nia el control de los resultados: por
excepción de Esparta, aclam aron a eso a finales de año Filipo invitó a
Filipo como su dueño y admitieron los distintos estados griegos para que
sus decisiones en materia de disputas enviaran sus representantes a C orin­
territoriales. Los espartanos perdie­ to. en la primavera siguiente, al obje­
ron tres de sus comarcas en beneficio to de estatuir los derechos y obliga­
de los arcadlos, de los mesenios y de ciones mutuas (de los griegos para
Argos, y su obstinación fue castigada con Macedonia y viceversa). Unica­
por el ejército devastando sus cam ­ mente Esparta desoyó la convocatoria.
pos. La orgullosa Esparta siguió lan­ Reunidos pues en Corinto (marzo/
guideciendo reducida ahora a sus pri­ abril del 337) los embajadores de las
mitivos límites de Laconia. Finalmente, ciudades griegas establecieron una
un importante contingente de tropas paz general (koiné eirene), reforzada
fue acuartelado en la acrópolis de m ediante la conclusión simultánea
C o rin to p ara vigilar el istmo y el de una alianza (conocida como Liga de
Peloponeso. Corinto). El tratado de paz contenía
Pero los planes de Filipo eran más las siguientes disposiciones: se garan­
am biciosos y p re te n d ía n e n c au za r tizaban la libertad y autonomía de to­
bajo un solo régimen —el suyo— la dos los estados, así como sus actuales
política externa de todos los griegos fronteras y el derecho a no recibir
del continente. U na forma de lograrlo guarniciones extranjeras (pero se au­
podría hab er consistido en ampliar la torizaba la continuidad de las insta­
52 Akal Historia del M undo Antiguo

ladas por Macedonia en Tebas, Calci- mento, aunque fuera sólo la expre­
de, Corinto y Ambracia); se prohibió sión de una alianza impuesta. Por vez
cualquier intento de cambiar las consti­ primera se designaba a un hombre,
tuciones o de dictar medidas que fo­ no a una polis, para ejercer la hege­
m entaran la revuelta social (repartos monía, y aquella supuesta unidad de
de tierra, abolición de deudas, libera­ toda la Hélade reflejaba antes la a m ­
ción de esclavos); se declara la liber­ bición de Filipo que la creencia en un
tad de comercio marítimo y se fija el programa panhelénico. Si nom inal­
principio de que toda diferencia será mente los griegos aún podían consi­
arbitrada por la vía legal. Se acordó, derarse autónomos, las realidades po­
por último, que los delegados de las líticas del m om ento m uestran que
distintas ciudades com pondrían un habían renunciado ya a cualquier li­
Consejo, el llamado synedrion de los bertad de acción.
helenos —el número de delegados de Llevando la guerra a Asia para li­
cada estado sería proporcional a la berar a los griegos de aquella orilla
entidad de su aportación militar—, al Filipo podía acrecentar su soberanía,
cual competería velar por el cum pli­ verse reconocido como un gran líder
miento de las anteriores cláusulas. y acallar críticas hostiles a todos sus
Pero este mismo synedrion funcio­ planes; la expedición quizá hubiera
naba asimismo como órgano central servido para estrechar los intereses
de u na alianza militar constituida comunes de Macedonia y Grecia. En
por todos los firmantes de la paz: la la prim avera del 336 Parm enión y
liga de Corinto. Ningún estado se h a ­ Atalo c ru zaro n el Helesponto con
llaba sujeto a contribución o tributo, diez mil hombres; debían descender
pero debía aceptar la fijación de los por la costa hacia el sur —ya algunas
contingentes y obligaciones militares ciudades griegas com enzaban a rebe­
que le señalara el Consejo, al que co­ larse contra Persia— y esperar a que
rrespondía también decidir en asun­ les alcanzase el grueso de las tropas
tos relativos a la guerra o a la nego­ cuando Filipo cae asesinado en Egas,
ciación de la paz y poseía facultad a la edad de 46 años, durante una ce­
para sancionar a los infractores de la remonia nupcial (julio del 336). Su
alianza. Entre esta liga de los helenos obra incompleta tendrá que ser conti­
(término que no incluye, resulta ob ­ nuada por Alejandro, el hijo y sucesor.
vio, a los macedonios) y Filipo II se Con Filipo se acaba una figura que
juró un pacto defensivo y ofensivo a suscitó las mayores pasiones entre los
perpetuidad por el que los griegos re­ griegos, que vieron en él al responsa­
conocían al rey de Macedonia la he­ ble de su decadencia. La enemistad se
gemonía de la alianza y convenían en alimentó progresivamente, porque las
que la ejerciera personalmente, llega­ principales ciudades helénicas, cega­
do el caso, con el título de strategós das por sus problemas e inquietudes,
autokrátor (general con poderes ilimi­ no prestaron suficiente atención al
tados). Pero en realidad, parece que con desarrollo de Macedonia, y cuando se
esta concesión se permitía a Filipo no percataron ninguna, excepto Atenas,
sólo dirigir las operaciones, sino tam ­ creó los medios políticos, financieros
bién reunir al synedrion sólo cuando y militares para limitarlo. Luego fue
lo juzgara oportuno, prefijar su políti­ tarde. Probablemente la mejor discul­
ca, sugerir resoluciones y ejecutarlas. pa en favor del monarca, y aquí estri­
Con ello la guerra general contra ba la paradoja, consistiera en recor­
los persas, por la que habían clamado dar que si Filipo subyugó a Grecia lo
tantos griegos desde Arkstides a Iso­ hizo con la abierta colaboración, de­
crates y que Filipo tenía ya decidida, sinteresada o no, de la mayoría de los
e n c o n tra b a ciertam en te su in s tru ­ propios griegos.
El mundo

Píxide ático de figuras rojas.


(Hacia el 340-330 a.C.) Museo Nacional de
Atenas.
54 Aka! Historia d el M undo Antiguo

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