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Los relatos históricos se han encargado de implantar la idea que Valparaíso

inicia su vida con la llegada de los españoles y que su auge se iniciaría durante la
República en el siglo XIX, esta fue descrita como una bahía desierta ya hacia 1552
con la presencia de unos pocos pobladores indígenas en estado deplorable señalando
que “solo se tapan sus vergüenzas”, Tal descripción se condice con alguna caleta
ocupada presumiblemente por los changos que serían vistos como un grupo de
pescadores nómadas del mar con escaso desarrollo cultural, los historiadores se
encargarían de consolidar esta idea basándose principalmente en los escritos de
Benjamín Vicuña Mackenna cuyos escritos influenciarían la creación de un relato que
llama a imaginar un Valparaíso despoblado sólo con unas pobres caletas de
pescadores aborígenes.

La idea de un Valparaíso prehispánico desierto – ya que los changos no podían ser


denominados como una población como tal- se expresa en monografías históricas
como la de Álvaro Bustamante Sepúlveda al señalar expresamente que “no existía
población aborigen, porque de haberla habido, se conservarían designaciones
indígenas referidas a cualquier accidente geográfico”1, si bien se denota un apego a
las ideas de los historiadores clásicos cuyo estilo desarrolla en parte Vicuña Mackenna
en su Historia de Valparaíso respecto al pasado prehispánico también hay un
desconocimiento de la toponimia local que puede arrojar luces sobre un pasado
aborigen.

El relato de Vicuña Mackenna en sí podría parecer bastante verídico, sin embargo hay
que tomar con cautela lo que este señala ya que su prosa es en ocasiones resultado
de una gran imaginación que puede llevar a algunos errores de interpretación. Sus
escritos sobre los changos que habitaban Valparaíso pueden arrojar algunas ideas
sobre otro tipo de asentamiento relativo a las quebradas señalando que “tenían sus
cabañas en los declives o en el fondo de aquellas estrechas gargantas para
aprovechar el beneficio de los riegos en sus escasos sembradíos de maíz”2. Tales
afirmaciones se contradicen con los estudios realizados respecto a las costumbres de
los changos y con las crónicas que señalan la inexistencia de población permanente,
si bien señala que se trata de un pueblo de indios, esto genera grandes dudas
respecto a que aborígenes se trata.

Salvo estas afirmaciones, se ha mantenido la idea de que Valparaíso fue sin más una
pobre caleta de pescadores aborígenes de cultura arcaica a la llegada de los
españoles. Como ya se ha planteado esto ha sido tomado por diversos historiadores y
se debe principalmente a su apego a las fuentes escritas lo que dificulta en gran
medida el estudio de los tiempos prehispánicos entendiendo que estas responden a su
vez a una doble subjetividad tanto del observador del cronista español como del
historiador que ha ido recopilando estos fragmentos. ¿Cómo podemos entonces
realizar un estudio más acabado sobre el pasado prehispánico? ¿Cómo otorgar una
nueva mirada a lo que ha difundido la historia oficial?

En primer lugar hay que tener claridad sobre el tipo de fuente a la que se debe recurrir
para estudiar pueblos que no han dejado vestigios escritos sobre su pasado por lo que

1
El libro azul de valpo
2
Vicuña Mackenna, Valparaíso, p. 33.
se hace necesario recurrir a otro tipo fuentes. Estas culturas nos han dejado diversos
vestigios de su paso entre los que se puede encontrar vocablos que son de uso hasta
el día de hoy, topónimos de procedencia indígena, vestigios materiales de sus
asentamientos y un sincretismo cultural que perdura hasta hoy. En este sentido las
fuentes para escribir sobre el pasado prehispánico son poco convencionales dentro de
la historiografía y por el mismo motivo poco estudiadas, ofreciendo estas una gran
posibilidad para dilucidar aspectos que no han sido indagados y que pueden relacionar
nuestro presente con un pasado más remoto de lo imaginado.

Toponimia

Tomando en cuenta lo dicho anteriormente es que consideramos importante realizar


un análisis de la toponimia, puesto que al momento de la creación del nombre de
algún lugar existieron dos grandes clases de topónimos los motivados por alguna
característica del terreno y los que recibieron su nombre desde una motivación de
simples distintivos. Son los primeros de ellos los que nos ayudarían entregándonos
luces de cuáles fueron las características geográficas presentes en la bahía de
Valparaíso antes de la llegada de los españoles, puesto que muchos de ellos se
mantuvieron en el tiempo y tal como señala Leopoldo Sáez “Los primeros son muy
importantes en el sentido que ofrecen una visión, a veces muy precisa de la topografía
antigua de la ciudad, de sus plantas, animales, de las actividades humanas y de las
creaciones materiales o espirituales de sus habitantes” 3

Existen según Sáez topónimos que surgen de la relación que se da entre el lugar y
el nombre, es decir, que el nombre describe alguna cualidad sobresaliente del terreno
que lo caracteriza o lo distingue. Dentro de ellos se encuentran los descriptivos y los
no descriptivos siendo los primeros los que dan cuenta de las características
geográficas, ya que estos son denominaciones basadas en la flora y en la fauna
existente en un lugar, dichas denominaciones que se basan en nombres de plantas,
árboles o arbustos conservaron a menudo el nombre que daban los indígenas a dicho
vegetal, posteriormente muchos pasaron al idioma español común e incluso al
lenguaje más científico. Por otro lado los no descriptivos son aquellos que señalan la
presencia humana dentro del medio, refiriéndose a aquellas actividades que se
desarrollaban en determinados lugares como la Lobería, La caleta de los pescadores,
etc. Tanto los topónimos del tipo descriptivo como no descriptivo nos aportan datos
valiosos a la hora de poder realizar un análisis geo-histórico.

Teniendo en consideración lo dicho anteriormente es que el sector del Almendral,


entiéndase este no como aquel primitivo almendral que describiera Vicuña Mackenna
“El primitivo Almendral existió en la Quebrada de la Cabritería (límite entre los cerros
Barón y Placeres)” 4 sino más bien al comprendido en el sector que se ubica en el
llano entre las actuales Plaza O’Higgins y la Avenida Argentina, toma gran importancia
ya que en dicho lugar es donde se concentra la mayor cantidad de topónimos del tipo
descriptivos que se encuentran en la bahía de Valparaíso. Dando cuenta que dentro
del sector a pesar de la creencia prexistente si se daban las condiciones para el
establecimiento de algún asentamiento indígena de carácter permanente.

3
Sáez, Leopoldo, Los topónimos de Valparaíso, pág.130
4
Vicuña, Mackenna, Benjamín, Historia de Valparaíso, Pág. 370.
Una de las razones que dan para pensar que el terreno antes nombrado si pudo ser
utilizado para el establecimiento de un asentamiento radica en la existencia “por el sur
el anfiteatro de cerros que encierra el sector denominado La Rinconada (actual Av.
Hortaneda)” 5, este elemento es de suma importancia teniendo en cuenta que gran
parte de los asentamiento de tipo Aconcagua, sino se instalaban en zonas altas de los
valles lo hacían en las partes bajas de las denominadas Rinconadas “aunque estos
grupos también debieron haber instalado sitios de caza y avistadero en las zonas altas
de los valles, los sitios más numerosos e importantes corresponden a extensas
dispersiones de materiales ubicados en las terrazas fluviales o en las partes bajas de
rinconadas, en donde debieron haber levantado sus estructuras habitacionales y
pequeñas plantaciones”6, este terreno le entregaba la posibilidad de disponer de agua
fresca permanente por la presencia de un estero llamado estero de la Rinconada y
cerca del estero de Las Delicias, junto con esto tambien tenemos la presencia tanto de
la Quebrada de las Cañas como la de Pocuro que tambien entregaban una fuente
importante de recursos hídricos, además los Aconcagua utilizaban fuentes de agua de
más fácil acceso en desmedro de la utilización de los grandes ríos “El agua necesaria
para sus cultivos era obtenida de vertientes y aguadas cercanas, mucho más fácil de
utilizar que aquella perteneciente a los grandes ríos y, a diferencia de la de estos
últimos, con un caudal escaso, pero permanente”7, además el terreno se ubicaba en
una zona estratégica que se encontraba protegido de las inundaciones que
acontecían.

Estas tierras le entregaban también la posibilidad de poder instalar pequeñas


plantaciones, ya que el terreno era propicio para la agricultura, una evidencia de esta
característica es que cuando este sector estaba ya urbanizado en el siglo XIX seguían
existiendo propiedades que se destinaban para la agricultura, aun cuando no fuera en
grandes cantidades “así en este sector de propiedad dispersa, se encontraban
terrenos que tenían una función netamente agrícola, registrándose esto hacia el sector
de la Rinconada”8. El sector del Rastrojo “el terreno está en el Almendral de este
puerto, su frente al norte de la calle de por medio que por lo recién abierta no se le
conoce nombre pero que por su antiguo son conocidos estos terrenos por el Rastrojo”9
tambien fue un lugar que se habría destinado a la tarea agrícola, ya su nombre nos da
señales de eso, puesto que se llama Rastrojo a este conjunto de restos de tallos u
hojas que quedan en un terreno después de realizar la cosecha, luego en con el paso
del tiempo en el marco urbanístico-histórico dicho sector presentaba características de
uso de suelo intermedio, es decir, entre la casa habitación que asentaba en el sector
del almendral y los terrenos de labranza extensivos, siendo el más importante este
último destinado a la labranza.

A partir de esto y teniendo en cuenta que los usos que se la daban a determinadas
zonas se van manteniendo a través del paso del tiempo, todo apunta a que

5
Álvarez, Luis y Navarro, Verónica, Análisis geo-histórico del espacio urbano del barrio Almendral,
Valparaíso (entre Av. Argentina y Av. Francia, hacia 1835-1842), Revista Geográfica de Valparaíso, N° 22-
23, 1991-1992, pp. 98.
6
Pavlovic, Daniel; Sánchez, Rodrigo y Troncoso, Andrés, Prehistoria Aconcagua, Ediciones del Centro
Almendral, Chile, 2003, pp. 36.
7
Ibíd.
8
Ibíd. pp. 104.
9
Ibíd.
efectivamente los indígenas si habrían desarrollado actividades agrícolas en el sector
para su subsistencia.

Sabido es que los pueblos prehispánicos complementaban la agricultura con la caza y


la recolección de frutos. En ese sentido podemos agregar que dentro del sector
también se localizaban topónimos como la Quebrada los Chercanes y Quebrada los
Pequenes que apuntan a la presencia de pequeñas aves que podían ser cazadas por
los indígenas para su alimentación, con respecto a la recolección nos encontramos
con la presencia de frutos como el maqui y el lúcumo silvestre, si bien en la actualidad
estas especies estas prácticamente extintas, en esos tiempos si era común su
presencia principalmente en las quebradas con sus respectivos nombres, es decir,
Quebrada del Maqui y Quebrada de los Lúcumos, aun cuando estas no se
encontraban en el sector del Almendral estaban a corta distancia de dicho sector lo
que permitiría sin problema llegar a ellas a pie y en tiempo relativamente corto. El
maqui no solo tenía un uso comestible, también era utilizado para el teñido de la
vestimenta y en la Quebrada de la Calaguala podían encontrar esta planta que era
usada con fines medicinales.

Relación con el espacio

Para cualquier habitante actual de Valparaíso resultaría complejo imaginar que una de
las principales características de este sea el agua, un elemento que en la actualidad
está cautivo por muros de cemento y una infinidad de tubos que la canalizan hasta el
hogar de miles de habitantes de la región. El agua de Valparaíso bajo esa misma
lógica pasó de gozar de una amplia libertad deslizándose por las quebradas en busca
de una salida al mar a estar oculta y abovedada bajo el suelo como sucedió con los
cauces de Av. Argentina, Av. Francia, Uruguay y otros cauces que ya no ven la luz,
ciertamente podría decirse que se ha cambiado el agua por el cemento dando paso a
una serie de galerías subterráneas que conforman una continuación de las quebradas
que se extienden hasta el mar.

Valparaíso se ha construido históricamente en relación a las quebradas y lo que estas


ofrecen. Sin embargo a partir del siglo XIX al amparo de las ideas higienistas se teme
por las aguas que escurren a cielo abierto por lo que se construyen las redes de agua
y alcantarillado, se adoquinan las calles y también se controlan las evacuaciones de
las quebradas y cauces cercanos (Alvarez, 2001, p.6) dando paso a nuevas vías de
acceso a los cerros, algunas de ellas conservarán los viejos nombres de quebradas
como Pocuro, Las Cañas, Pajonal, El litre, Los Pequenes entre otros. Actualmente
estos accidentes geográficos ya no se encuentran ligados al abastecimiento de agua,
han sido abovedados, poblados y en muchas ocasiones presentan altos riesgos
debido al debilitamiento de la vegetación nativa en sus laderas. La relación del
habitante con su entorno por lo tanto se fue transformando una vez que el crecimiento
urbano fue superando la capacidad de este último como soporte para sus necesidades
básicas ya que la relación transita hacia el dominio racional de la naturaleza.

La relación con el espacio parte por reconocer en estas propiedades que permitan la
supervivencia de un grupo humano, así lo han reflejado las escazas fuentes escritas
que han dejado los cronistas españoles. Entre los atributos de Valparaíso para los
primeros europeos destacaría “la fertilidad, hermosura y abundancia de arroyos de
este sitio” (Mariño de Lobera, p. 43) a ello se podría sumar las múltiples historias
respecto al nombre del Valparaíso, una de ellas apunta que “viendo como había
caminado tantas leguas por tierra per esta del Pirú (sic) y todo era arenales y sin
árboles y sin hierbas y sin agua, y como vio este puerto que todo lo tenía, le puso este
nombre” (Jerónimo de Vivar, p. 37). Tales crónicas si bien no permiten recrear una
imagen detallada de cómo era la bahía en el siglo XVI, sí establecen la presencia en
abundancia de agua que era aprovechada por estos para embarcar y que por ser de
vertiente podía mantenerse fresca por más tiempo a bordo en los largos viajes a vela
como lo describiría el Padre Alonso de Ovalle al indicar que “en Valparaíso no hay río
ninguno de importancia, sino varias fuentes y manantiales que brotan de las
quebradas allí vecinas a poca distancia del mar y con suavísimas aguas, aunque
también hay otras más gruesas de la que los navíos hacen aguadas, por ser de más
cuerpo y resistir por esto mejor a la alteración”. Esta última referencia se sitúa ya en
los primeros tiempos de la colonia (s. XVII) que en conjunto con lo ya mencionado
permiten entender la temprana relación que existió en la bahía entre los viajeros,
habitantes y los cursos de agua que se descuelgan por las quebradas.

Como ya se ha mencionado, la falta de fuentes en relación a la historia temprana de


Valparaíso lleva a recurrir a otras fuentes de información en este caso se incorpora la
toponimia y la cartografía histórica que puede ofrecer más luces sobre este pasado.
Las indagaciones en los nombres propios de lugares y su relación con la habitabilidad
del indígena han llevado situar el foco sobre el sector del Almendral, algo que difiere
bastante del lugar elegido primigeniamente por lo españoles para situar el puerto. Esto
se entiende a partir de las distintas lógicas de habitar que poseen los aborígenes de
los europeos, estos últimos buscando una bahía que brinde protección y pertrechos a
los navíos que recalan. El indígena por otro lado busca un lugar que dé protección a
su comunidad de inundaciones pero que también pueda proveer de agua, alimento y
material para fabricar sus implementos cotidianos como lo han demostrado las
ubicaciones de numerosos restos de asentamientos indígenas (prehistoria
Aconcagua).

Benjamín Vicuña Mackenna da algunas ideas respecto al posible uso de la tierra por
parte de los aborígenes que habitan la bahía, estos habrían aprovechado las
corrientes de las quebradas para regar algunos sembradíos de maíz. Es preciso
señalar que si existieron estos sembradíos fueron generalmente para subsistencia de
estos grupos y en ningún motivo para un consumo masivo pero lo que es realmente
relevante en esta descripción es que se puede establecer una continuidad de prácticas
agrícolas en el sector de El Almendral.

Los primeros mapas cartográficos que pueden dar una idea de Valparaíso durante la
colonia se remontan a la primera mitad del siglo XVIII (Fig. Nº1, 2), en ellos resalta la
amplitud del sector de El Almendral claramente diferenciado y separado del Puerto por
un morro, por otro lado se destaca la inclusión del alguna iconografía referida a
vegetación para el sector referido lo que se condice con lo escrito por el soldado y
comerciante José Pérez García quien escribiera su obra histórica a fines de la colonia,
en ella se refieres específicamente al Almendral como un sector más frondoso pero
que sufre de constantes inundaciones. No obstante en los pies de las quebradas y
cerros se desarrollará alguna actividad agrícola reflejada por la cartografía de finales
del siglo XVIII e inicios del XIX (Fig. 3, 4).

La actividad agrícola referida se condice a su vez con las cercanías a las quebradas y
más precisamente en las cercanías del sector La Rinconada, sectores todos ubicados
a una distancia y altura suficiente para estar fuera de la zona de inundaciones
aproximadamente (Fig. nº 5). Este tipo de actividad también ha dejado rastro en la
toponimia, como ya se ha señalado un sector contiguo a la Rinconada se denominó
hasta avanzado el siglo XIX El Rastrojo cuyo nombre reside en los restos dejados en
el cultivo una vez realizada la cosecha. Si hacemos un análisis de la toponimia, se
podrá tener una idea de que este sector gozaba de bastante humedad dada su
cercanía con los cursos de agua proveniente de las quebradas Pocuro y Las Cañas
además de un incipiente suelo sedimentario debido a la escorrentía de estos cursos de
agua lo que pudo haber generado tierras de una fertilidad considerable para una
producción agrícola doméstica.

Dentro de las actividades desarrolladas en el sector, además de la agricultura se tiene


testimonio de producción alfarera, tejas y ladrillos. Vicuña Mackenna citando
textualmente las escrituras de ventas del convento La Merced de Valparaíso establece
la existencia de “un grupo de almendros y un horno de tejas” en la quebrada Los
Lavados que es contigua a Pocuro. En esta misma línea se inserta lo descrito por la
viajera inglesa Mary Graham quien dentro de sus paseos a los alrededores durante su
estancia en Valparaíso hacia 1822 visita específicamente el sector de la Rinconada,
en su diario describe “un estero que baja de los cerros detrás de La Rinconada y que
después de ser subdividió e internado en diversos jardines y chacras llega muy
mermado a su cauce de los arenales del Almendral” (Mary Graham, 1822). Prosigue
con la descripción de la producción alfarera de ollas, cántaros y otros utensilios de
greda fabricados de forma rudimentaria por gente que vive en ranchos de paja y
totora.

Ciertamente la imagen que se construye con estos datos pudo no haber cambiado
sustancialmente desde tiempos prehispánicos, hay evidencia que permite establecer
un posible continuidad en los usos y actividades productivas y de supervivencia en
donde se trasponen formas de habitar transfiriendo costumbres evidenciadas en el
lenguaje, en la toponimia y hasta en lo religioso. Si se piensa que este sector ofrecía
todo lo necesario para la supervivencia, es decir agua, tierra relativamente fértil,
cercanía al mar, protección frente a inundaciones y diferente vegetación con posibles
usos para la alimentación y medicina, se puede tener dentro de las posibilidades
reales la continuidad de asentamientos. La producción alfarera que siguió en el sector
hasta el siglo XIX, los usos agrícolas y del recurso hídrico pudieron presentarse como
un continuo desde el habitante prehispánico hasta la implantación de las ideas
higienistas que terminan con esta forma de relación con el espacio todo como una
forma de obtener el mejor provecho del entorno para poder sostener una forma de vida
que cambiará radicalmente con la urbanización del sector.
Imágenes

Fig. Nº1 Perspective de Valparayso, 1728. Pierre Montier, Nouvau voyage du monde

par M . Le Gentil, Amsterdam, 1728.


Fig. Nº2 Plan du Port de Valparaíso, 1763. J .N. Bellin, Le Petit Atlas Maritime, tomo

II, N° 72, París, Francia, 1763.


Fig. Nº3 Plano del Puerto de Valparaíso levantado por los Oficiales del Bergantín Peruano
Goleta Estremeña; Mariano Isabiribil; Alexdro. Beyens. 1803.

Fig. Nº4 Plano del puerto de Valparaíso, 1796. Atlas Marítimo, The library of Congress,
Washington, Estados Unidos.
Fig. Nº5 Mapa topográfico de Valparaíso. Fuente: http://es-cl.topographic-
map.com/places/Valpara%C3%ADso-8150403/

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