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dentro del rechazo por la minería ilegal a gran escala se incluye la minería artesanal, que
ancestralmente han practicado con rasgos culturales las comunidades afrocolombianas
para el sostenimiento económico. En ese sentido, lo primero para decir es que a
diferencia de la minería artesanal, la minería legal e ilegal a gran escala utiliza
maquinarias y productos químicos que contaminan las fuentes hídricas, destruyen los
paisajes y producen deforestación. La artesanal la han practicado históricamente, en su
mayoría, comunidades afrodescendientes para su sostenimiento económico familiar; y la
minería a gran escala es una actividad de grandes empresas nacionales y extranjeras,
que muchas veces han estado involucradas con grupos al margen de la ley, con el
objetivo de desplazar forzadamente a comunidades que tienen sus territorios ancestrales
en lugares ricos en yacimientos de oro y otros minerales.
De acuerdo con los datos de la CVC, hoy existen 350 títulos mineros otorgados en el
departamento. De ellos, 170 cuentan con licencia ambiental. Para Jorge Homero Giraldo,
secretario de Gobierno del Valle, el problema con estos permisos es que se expiden
desde Bogotá. Esto no tiene sentido, por lo menos deberían concertarse con las
entidades territoriales antes de otorgarse. El caso más crítico, resalta Jaramillo, es el de
Buenaventura, donde actualmente hay 50 socavones en 20 kilómetros. Esto amenaza la
estabilidad del terreno de la calzada que va a Buenaventura, que está en construcción.
[http://www.elpais.com.co/valle/mineria-ilegal-afecta-al-20-del-del-cauca-segun-el-instituto-
agustin-codazzi.html]
A las comunidades negras se les ha declarado ocho (8) zonas mineras en el departamento del
Chocó, diez (10) en el municipio de Buenaventura, departamento del Valle del Cauca, y una (1) en
el municipio de Tumaco, departamento de Nariño. Se adelanta el trámite y otorgamiento de varios
contratos de concesión por parte de la autoridad minera a nombre de los consejos comunitarios de
Condoto e Iró, Asocasán y Río 120 Quito en el departamento del Chocó, y en jurisdicción del
municipio de Buenaventura para los consejos comunitarios de Zacarías y Agua Clara.
Se habla mucho de formalizar la minería, acabar con la minería ilegal tanto a gran escala
como la artesanal
[2009] El Ministerio de Minas, como ente rector del sector minero y como secretaría
técnica del convenio de erradicación de minería ilegal, organizó una reunión el 24 de
noviembre con las autoridades regionales y locales del Departamento del Valle del Cauca,
frente a la problemática causada por la actividad minera ejecutada de manera ilegal en el
corregimiento de Zaragoza municipio de Buenaventura. Dicha actividad fue identificada
desde el mes de mayo por las autoridades minera (Ingeominas) y ambiental (CVC), y se
emitieron los actos administrativos en los cuales se ordenaba al alcalde de Buenaventura,
por ser de su competencia, el cierre de la actividad minera ilícita desarrollada en la zonas.
[2009] A partir de hoy, 65 mil hogares de Buenaventura, Valle del Cauca, especialmente
de los estratos 1 y 2, se sumaron a las 503 poblaciones que a nivel nacional cuentan con
el servicio de gas natural, de las cuales 25 se encuentran en este departamento. Así, el
Pacífico Colombiano entra a hacer parte de las regiones del país que ya disfrutan de este
combustible, amigable con el medio ambiente y económico para los usuarios. El ministro
de Minas y Energía, Hernán Martínez Torres, visitó la ciudad para inaugurar la entrada del
servicio, en compañía de autoridades municipales y departamentales, así como de la
ciudadanía que vio con entusiasmo la consolidación de un proyecto con el sello del
progreso para su región. En palabras del Ministro Martínez Torres, "el servicio público
domiciliario de gas natural aportará al crecimiento económico sostenible local,
fortaleciendo la competitividad en este importante puerto comercial y aportando inversión
para el desarrollo económico de los bonaverenses". Este proyecto está en consonancia
con los retos que se plantearon para el desarrollo del municipio, en el documento
CONPES 3410 de 2006, que tiene como visión "consolidar a Buenaventura en una
sociedad más humana, socialmente más justa e incluyente, constitucionalmente confiable,
transparente e interdependiente, económicamente creciente, productiva, competitiva y
atractiva".
En el 2010 había 19 zonas mineras reconocidas a comunidades negras de las cuales 10 eran de
Buenaventura
Este convenio tiene por objetivo esencial cuatro puntos: diagnostico socioeconómico,
caracterización de la población minera, la estructuración de dos proyectos por municipio
para tener 16 proyectos en total y de estos 16 proyectos durante la actual vigencia
formular y ejecutar uno”.
“Estos proyectos tienen por esencia hacer una reconversión del sistema minero artesanal
o cambiar la vocación productiva que tienen los mineros. Es un proyecto por valor de
$602 millones, donde $400 millones son para la caracterización, $150 para el proyecto
productivo y los otros $52 son para bienes y servicios”, precisó Cepeda.
Uno de los compromisos del Ministerio de Minas y Energía es que los 15 proyectos
restantes, fruto del estudio inicial del convenio, se ejecuten durante la próxima vigencia
2018.
https://noalamina.org/latinoamerica/colombia/item/38956-consejo-comunitario-de-
yurumangui-le-gana-pulso-a-minera-pacific-mines
Para el consejo comunitario del río Yurumanguí es urgente que la Unidad de Restitución de
Tierras, la Agencia Nacional de Tierras y el Departamento para la Prosperidad Social
implementen pronto los proyectos productivos que requiere la comunidad. Foto suministrada
Unidad de Restitución del Valle del Cauca. Hace apenas unos días el consejo comunitario de
la Cuenca del Río Yurumanguí recibió la noticia que esperaba hace tres años: el Tribunal
Especializado en Restitución de Tierras de Cali dictó una sentencia que les restituye los
derechos territoriales sobre 54.776 hectáreas y, de paso, rechaza las pretensiones de la
empresa Pacific Mines S.A.S., que alegaba títulos de propiedad sobre el territorio ancestral.
(Lea la sentencia).
Para el consejo comunitario del río Yurumanguí es urgente que la Unidad de Restitución de
Tierras, la Agencia Nacional de Tierras y el Departamento para la Prosperidad Social
implementen pronto los proyectos productivos que requiere la comunidad. Foto suministrada
Unidad de Restitución del Valle del Cauca.Hace apenas unos días el consejo comunitario de la
Cuenca del Río Yurumanguí recibió la noticia que esperaba hace tres años: el Tribunal
Especializado en Restitución de Tierras de Cali dictó una sentencia que les restituye los
derechos territoriales sobre 54.776 hectáreas y, de paso, rechaza las pretensiones de la
empresa Pacific Mines S.A.S., que alegaba títulos de propiedad sobre el territorio ancestral.
(Lea la sentencia)
De entrada, el fallo ordena anular las escrituras que la familia Dussan y la compañía minera
hicieron sobre el territorio étnico. El Ministerio del Interior deberá aplicar la consulta previa
para que la Unidad Nacional de Víctimas concerte con la comunidad un Plan Integral de
Reparación Colectiva. El Ministerio de Vivienda deberá darles prioridad en el acceso a sus
programas de subsidio, y la Alcaldía de Cali y la Gobernación del Valle del Cauca tendrán que
implementar un plan de retorno para los yurumangueños que continúan en condiciones de
desplazamiento.
Entre las 23 órdenes, el Tribunal compulsa copias a la Fiscalía para que investigue los hechos
y responsables de la violencia perpetrada contra el consejo comunitario, y pide a la Unidad
Nacional de Protección [UNP] estudiar el riesgo y brindar las medidas de seguridad que
requieran los miembros de la Junta del consejo comunitario y de la Asociación de la
Asociación Pueblos Unidos por el Río Yurumanguí (Aponury).
La comunidad de Yurumanguí logró con la sentencia blindar su territorio de posibles
concesiones mineras. Los magistrados ordenaron anular las escrituras realizadas por la
familia Dussan y la minera Pacific Mines S.A.S., que reclamaban propiedad sobre el título
colectivo. Foto suministrada Unidad de Restitución del Valle del Cauca.Por su parte, la Unidad
de Restitución, la Agencia Nacional de Tierras y el Departamento para la Prosperidad Social
tienen tres meses para implementar los proyectos productivos; y el Servicio Nacional de
Aprendizaje deberá ofrecerles capacitación en producción agropecuaria.
Sobre la actividad minera, los magistrados solicitaron formalizar sólo la tradicional ancestral,
reiterando que cualquier solicitud de concesión minera deberá surtir el trámite de consulta
previa. Por su parte, las autoridades deberán impedir el ingreso de cualquier tipo de
maquinaria o dragas que afecte el territorio.
“Esta es una satisfacción muy grande después de tantos años de afectaciones. La sentencia
es un ‘muro de contención’ a la minería mecanizada; nosotros hemos decidido que nuestro
territorio es para la producción de alimentos y el progreso del yurumangueño. Por eso
esperamos que el gobierno nacional cumpla con las órdenes de la sentencia, porque hemos
resistido muchos años al conflicto y porque el desplazamiento no sólo lo producen los actores
armados sino la falta de oportunidades”, afirma Dalia Mina, líder del consejo comunitario.
Los yurumangueños han sobrevivido a un conflicto armado de treinta años. El río Yurumanguí,
en Buenaventura, atrajo desde finales de los años ochenta a la guerrilla de las Farc y luego a
paramilitares del Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc). El interés de
unos y otros era controlar las rutas del narcotráfico que conducen al océano Pacífico para su
posterior comercialización en el centro y norte del continente.
Como quedó documentado en la sentencia, el primer desplazamiento masivo tuvo origen tras
la masacre del Naya, perpetrada por paramilitares del Bloque Calima en la Semana Santa de
2001. Varios desmovilizados confesaron ante jueces y fiscales de los tribunales de Justicia y
Paz que para para salir del boscoso territorio cometieron una segunda masacre, haciéndose
pasar por guerrilleros de las Farc. La idea, según contaron los procesados, fue de un coronel
de la Armada Nacional. (Lea: La masacre con la que los ‘paras’ escaparon de El Naya)
En menos de tres años, veredas como El Firme quedaron vacías. Su líder, Jorge Isaac
Aramburo, conocido como Naka Mandinga, intentó dialogar entonces con los actores armados
para que respetaran el territorio, pero tal defensa se tradujo en más amenazas y en el
asesinato de seis de sus sobrinos y de un amigo. La comunidad, devastada, se resistió a
abandonar el río y tras la desmovilización de las Auc, pensaron que los problemas habían
terminado.
Desde 2004, la comunidad del Río Yurumanguí firmó un mandato sobre al defensa de tu
territorio, señalando que estará libre de la minería ilegal, de cultivos ilícitos, así como de
proyectos agroindustriales o minero-energéticos. Foto suministrada María José La Rota.Pero
no fue así. Cuando solicitaron la restitución de su territorio en aplicación del Decreto Ley 4635
de 2001, que permite la restitución para comunidades negras, supieron que Yurumanguí
estaba “empapelado”: sobre el territorio que cubre su título colectivo se habían celebrado
escrituras a favor de la empresa Pacific Mines S.AS. y que esta a su vez, había solicitado
desde el año 2013 dos permisos de concesión minera ante la Agencia Nacional de Minería.
Los yurumangueños no entendían nada. Desde 1992, en medio del conflicto, se habían
organizado como comunidad étnico-territorial en la Asociación Popular de Negros Unidos del
Río Yurumanguí (Aponury) y en 1998 lograron que la Alcaldía de Buenaventura reconociera
las 13 veredas que componen su territorio. Dos años después, el 23 de mayo de 2000, el
antiguo Incora les entregó un título colectivo por 54.776 hectáreas.
Pero la propiedad sobre ese título colectivo fue el punto de discusión en el juicio de restitución.
En 1969 el antiguo Incora realizó un proceso de extinción de dominio, por inexplotación
económica sobre los predios Yurumanguí, Naja y Calambre, y San Juan de Micay, que suman
más de 120 mil hectáreas. De esas tierras, es que salieron las 54 mil hectáreas que integran
el título del consejo comunitario.
Durante el juicio, la familia Dussan presentó su oposición, señalando ser “víctima del Estado”:
primero porque no fueron notificados del proceso de extinción sobre tierras que heredaron
desde el año 1745; y segundo, porque la violencia impidió que Agrominas de Yurumanguí,
Naya y Cajamabre S.AS., la empresa familiar, realizara actividades de minería en la zona. A la
oposición se sumó Pacific Mines S.A.S. que alegó ante los magistrados haber comprado a los
Dussan en 2011 porque estos acreditaron títulos de propiedad.
“Para nosotros fue una sorpresa saber que había solicitudes de concesiones mineras sobre
nuestro territorio. Estamos contentos de que la sentencia nos haya respaldado en la defensa
del Yurumanguí, sobre todo después de resistir a tantos años de conflicto. Lo mínimo era que
el Estado nos apoyara”, reitera la líder Dalia Mina.
A su voz se suma la de otra líder, María Elena Arroyo Caicedo, quien explica que ahora tienen
expectativa en el cumplimiento de cada una de las órdenes de los magistrados: “Estas
medidas son una forma de reparar los atropellos que sufrimos durante tantos años. Es
importante que el Estado cumpla con los derechos de vivienda digna y empleo. Porque el
yurumangueño quiere cultivar alimentos, tener garantías para progresar en su territorio”.