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(*) Puede obtenerse información adicional del Prof. G. van Roon, Coordinating Di
rector del Research Group on Long Term Fluctuations de la Universidad Libre de
Amsterdam. *
(**) Las cifras de Glismann, Rodemer y Walter sólo se remontan a 1830 en el caso de
Gran Bretaña. Para evitar la adición abrupta de las cifras de producción e investigación de al
gunos otros países (que se remontan a 1850 en el caso de Alemania, a 1861 en el de Italia,
a 1861 en el de Suecia, a 1889 en el de Estados Unidos y a 1900 en el de Francia) a las
Fig. 2.1 (a). Ondas largas en la producción y la inversión totales: tasas de crecimiento (me
dias móviles de tres y nueve años)
Fig. 2.1 (b). Ondas largas en la producción y la inversión totales: desviaciones con res
pecto a la tendencia (medias móviles de tres y nueve años).
48 Christopher Freeman, John Clark y Luc Soete
cifras inglesas aisladas, hemos estimado la producción y la inversión de cada país, a partir
de 1830 mediante una extrapolación hacia atrás de la tendencia exponencial de la produc
ción y la inversión de cada país desde el primer año disponible hasta 1913. En el caso de
1914 a 1924 y 1920, hemos supuesto que las cifras de producción e inversión que faltaban
en el caso Alemania y Francia eran idénticas a las de 1924 y 1920. De 1942 a 1948 hemos
supuesto que las cifras de Alemania que faltaban eran idénticas a las de 1948. Todas las
cifras de producción y de inversión son reales, a precios y tipos de cambio de 1970.
Teoría schurapeteriana 49
Quizá la mayor parte de nuestras decisiones de hacer algo positivo, cuyas con
secuencias completas se irán presentando en muchos días futuros, sólo pueden
considerarse como resultado de la fogosidad de un resorte espontáneo que im
pulsa a la acción de preferencia a la quietud, y no como consecuencia de un
promedio ponderado de los beneficios cuantitativos multiplicados por las pro
babilidades cuantitativas. La «empresa» sólo pretende estar impulsada princi
palmente por el contenido de su programa, por muy ingenuo o poco sincero
que pueda ser. Se basa en el cálculo exacto de los beneficios probables apenas
un poco más que una expedición al Polo Sur. De este modo, si la fogosidad se
enfría y el optimismo espontáneo vacila, dejando como única base de susten
tación la esperanza matemática, la «empresa» se marchita y muere aunque el
temor de perder puede tener bases poco razonables como las tuvieron antes las
esperanzas de ganar...
Esto quiere decir, por desgracia, no sólo que se exagera la importancia de las
depresiones y los retrocesos, sino que la prosperidad económica depende excesi
vamente del ambiente político y social que agrada al tipo medio del hombre de
negocios...
Teoría schumpeteriana 51
Sólo la experiencia, sin embargo, puede mostrar hasta qué punto la interven
ción en el tipo de interés es capaz de estimular continuamente el volumen ade
cuado de inversión.
Por mi parte, soy ahora un poco escéptico respecto al éxito de una política
puramente monetaria dirigida a influir en el tipo de interés. Espero ver al Esta
do, que está en situación de poder calcular la eficiencia marginal de los bienes
de capital a largo plazo basándose en la conveniencia social general, asumir una
responsabilidad cada vez mayor en la organización directa de las inversiones, ya
que probablemente las fluctuaciones de estimación del mercado de la eficiencia
marginal de las diferentes clases de capital, calculadas en la forma descrita antes,
serán demasiado grandes para contrarrestarlas con alguna modificación factible
del tipo de interés.
Desgraciadamente, Keynes no investigó el papel de las innovaciones
como generadoras de una revitalización de la fogosidad empresarial (ani
mal spirits) y como causantes de una mejora de las expectativas de ren
tabilidad futura. Pero el efecto afrodisíaco de las nuevas oportunidades
de inversión basadas en un racimo de innovaciones dado, es totalmente
coherente con su enfoque general de las expectativas y de la conducta in
versora. Su afirmación de que la inversión innovadora tiene casi tan poco
que ver con el cálculo matemático como una expedición al Polo Sur, no
invalida el punto anterior. Mientras que la pura fogosidad es la que a me
nudo sostiene a los primeros pioneros de una nueva tecnología (como ve
remos cuando entremos a analizar con más detalle el surgimiento de
nuevas industrias), el enjambre de imitadores viene empujado usual
mente por el ejemplo de alguna o algunas operaciones excepcionalmen
te rentables. Al igual que los que siguieron a la «Fiebre del Oro» en el
siglo XIX, muchos de ellos están condenados al fracaso, pero su con
ducta «gregaria» dista de ser enteramente irracional, incluso aunque las
tendencias de la moda también jueguen un papel influyendo en su
conducta.
52 Christopher Freeman, John Clark y Luc Soete
sobre los «ciclos económicos» era una tarea que tenía que apoyarse en la
historia de las empresas, en las revistas técnicas, en los estudios sobre pro
ductos y ramas industriales específicas, y llamó repetidamente la atención
sobre lo engañosas que podían ser las estadísticas agregadas, ya que, fre
cuentemente, escondían más que revelaban los procesos de cambio
subyacentes.
Justificaba su opinión de que la innovación técnológica «se parecía
más a una serie de explosiones que a una transformación suave aunque
incesante» en tres terrenos. Primero, sostenía que las innovaciones «en
un momento cualquiera no se encuentran distribuidas por todo el sistema
económico al azar, sino que tienden a concentrarse en ciertos sectores y
sus alrededores» y que, en consecuencia, son «discontinuas, desequilibra
das y no armónicas por naturaleza». Segundo, sostenía que el proceso de
difusión era inherentemente muy irregular, ya que «las innovaciones no
son acontecimientos aislados, y no aparecen distribuidas regularmente a
lo largo del tiempo...; al contrario, tienden a agruparse, a aparecer en ra
cimos, simplemente porque, cuando se produce una innovación que tiene
éxito, primero algunas empresas, y luego la mayoría, la adoptan». Ter
cero, mantenía que estas dos características del proceso de innovación su
ponían que las perturbaciones que engendraban podían ser suficientes pa
ra «perturbar el sistema existente y obligar a un proceso de adaptación
distinto» (véase Fels, 1964, págs. 75-7).
Casi nadie negará la verdad de la primera afirmación de Schumpeter.
Viene confirmada por un gran volumen de investigaciones empíricas so
bre la distribución irregular de la investigación y el desarrolló (IH- D),
las patentes, los inventos y las innovaciones, entre las distintas ramas de
la economía. Son obvias y bien conocidas las diferencias existentes en las
tasas de crecimiento de las distintas ramas de la producción, así como el
hecho de que algunas industrias declinan mientras otras crecen rápida
mente. Es más, también es algo universalmente aceptado el hecho de que
muchos de estos cambios estructurales son el resultado de la innovación
tecnológica. Un caso obvio es el declive del transporte por canales y a ca
ballo y el auge del ferrocarril, seguido del auge del motor de combustión
interna y el declive de los ferrocarriles. Otro caso obvio y relacionado
con el anterior es el de los cambios de la estructura de producción y dis
tribución de la energía. Nadie negaría que los cambios sociales y econó
micos resultantes de estos considerables procesos de innovación tecnoló
gica eran en sí mismos suficientes para plantear problemas de adaptación
estructural, especialmente en aquellos países que ya tenían un gran stock
de capital y una reserva de mano de obra cualificada dedicados a la ex
plotación de los viejos sistemas tecnológicos.
58 Christopher Freeman, John Clark y Luc Soete
flexión de la tendencia tienden a aparecer en las ventas antes que en las patentes,
y en las oscilaciones a largo plazo los puntos de las ventas preceden generalmente
a los de las patentes. Es más, tanto la tendencia como las oscilaciones a largo pla
zo de la inversión en las industrias examinadas se pueden explicar adecuadamen
te mediante otros factores... El hecho de que los inventos aparezcan normalmen
te porque los hombres quieren resolver problemas económicos o capitalizar las
oportunidades económicas es de una importancia fundamental para la teoría eco
nómica. Hasta ahora, muchos economistas han considerado los inventos —y en
general el cambio tecnológico— como una variable exógena y algunos la conside
ran incluso como una variable autónoma... Estas opiniones, en la medida en que
eran de fondo y no eran producto de la mera conveniencia metodológica, ya no
son defendibles...; la producción de inventos, y de gran parte del conocimiento
tecnológico, rutinaria o no... es en la mayoría de los casos tan actividad econó
mica como lo pueda ser la producción de pan (1966, págs. 204-8).
La figura 2.2 nos ofrece una representación esquemática de la teoría
de Schmookler. En un primer momento, un pequeño incremento de la
demanda puede ser atendido mediante un aumento de la producción con
la capacidad de planta existente (Ruta 1) o, con un retraso temporal, me
diante una expansión de la capacidad utilizando la tecnología existente
(Ruta 2). Lo más normal, sin embargo, es que, dada una fuerte deman
da, la nueva inversión genere un aumento de las actividades de invención
tanto en el interior de las empresas existentes como fuera de ellas (Ruta
3). La expansión de la inversión generará un aumento del ritmo de la in
vención y del número de patentes. Los esfuerzos para mejorar el ritmo
de los inventos y para apropiarse monopolístamente de sus resultados lle
varon, en una escala muy pequeña en el siglo XIX pero de forma mucho
más generalizada en el XX, al crecimiento de laboratorios de I + D y
otros equipos técnicos financiados («cautivos») por las propias compañías
(Ruta 4): los nuevos inventos y mejoras quedarían incorporados a las ins
talaciones productivas existentes, o nuevas, y a nuevos y mejores produc
tos para atender la mayor demanda. Las caídas cíclicas de la demanda lle
varían a la correspondiente reducción de las actividades de invención y
demás actividades de I + D.
Schmookler logró demostrar la existencia de un elevado sincronismo
en los movimientos de sus series a largo plazo, relativas a las ventas de
bienes de capital (o inversión) y a los inventos patentados en el mismo
campo, especialmente en relación coa los ciclos largos (de Kuznets) (*).
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