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Del segundo tipo son los “Alû” o “súcubos". Demonios que se escondían en
las esquinas oscuras de los poblamientos y que también recorrían los lugares
solitarios al anochecer. Se trata de una horrible aparición que carece de boca,
miembros y orejas. Eran reconocidos como entes mitad humanos, mitad
demonio, y que acechan a los hombres incautos “envolviéndolos como si de
un ropaje se tratara” o bien procedían entrando por las noches en las
habitaciones en espera del cierre de los ojos de sus víctimas, para poseerlos
sexualmente.
El Cielo, Nun, morada de los dioses, cuya diosa celeste Nut, "La grande que
parió a los dioses", era representada como una mujer con el cuerpo arqueado
cubriendo toda la Tierra. La Tierra, morada de los hombres, la Casa de Geb,
el dios creador, representado como un hombre tumbado bajo Nut. El
inframundo, o Duat, el reino de los muertos, donde gobernó Horus, y
posteriormente Osiris, espacio recorrido en su barca solar por Ra durante la
noche, y por donde transitaban los espíritus de los difuntos sorteando los
peligros del más allá.
Otra teoría podría ser que los egipcios crearon una cultura misteriosa en la
que sus dioses a la vez que eran dioses eran también demonios a la vez que
podían dar vida también la podían quitar.
Según el Corán, cuando Dios creó a Adán con arcilla, se les ordenó a todos
los ángeles y a Iblis a inclinarse ante Adán, ya que los humanos eran
superiores a cualquier otra creación de Dios. Iblis, celoso, afirmó que no eran
los humanos las creaciones superiores sino los genios, ya que éstos eran de
fuego y los seres humanos de arcilla y desobedeció a Dios.
Adán fue el primer profeta y diputado de la raza humana, y como tal fue la
mayor creación de Dios. Iblis no podía soportar esto, y se negó a reconocer a
una criatura hecha de "barro" (el hombre). Dios, por lo tanto, condenó a Iblis
a arder en el infierno. Iblis pidió tregua hasta el día del juicio final, día en el
prometió destruir a la humanidad y negar la existencia de su creador. Allah
respondió diciendo que Iblis sólo sería capaz de engañar a los creyentes
deshonestos y advirtió que Iblis y todo aquel que le siguiera sería castigado
en el infierno.
Adán y Eva (Hawwa en árabe) fueron los dos juntos engañados por Iblis en
comer del fruto prohibido, y por lo tanto cayó el jardín del Edén en un estado
de degeneración.