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El demonio, ¿realidad o mito?

La figura del demonio se entiende como un ser sobrenatural, algo que no es


humano y que resulta malévolo. En otras corrientes la figura del demonio
puede definirse como un "espíritu impuro" o como "ángeles caídos". Se puede
apreciar dicha figura desde diferentes culturas:

Figura del demonio en Mesopotamia: El pensamiento religioso de los


mesopotámicos es así: el orden no reina por sí solo en el universo, por
disposición divina. Por el contrario, el mundo se halla de modo espontáneo en
medio de un constante desorden; el cosmos está siempre agitado y
desquiciado por continuas desgracias, y son los dioses, con sus
intervenciones, los que deben restaurar permanentemente un orden siempre
violado. Aunque en Mesopotamia no existe aún una figura del Diablo como
tal, sí encontramos la concepción de un mundo aéreo bien poblado de
demonios, seres malignos.

En la mitología de la media Mesopotamia los siete dioses del mal fueron


conocidos como Shedu, es decir, demonios-tormenta, Shedu es una divinidad
protectora, un ser híbrido legendario, principalmente de la mitología asiria,
que posee cuerpo de toro o león, alas de águila y cabeza de hombre. Ellos
estaban representados en forma de toro alado, derivados de los toros
colosales utilizados como genios protectores de los palacios reales; el nombre
de "shed" asume también el significado de un genio propicio en la literatura
mágica babilónica.

Los sumerios reconocían tres tipos diferentes de “entes espirituales”, o


“demonios”, según su fisiología y naturaleza: Los que podríamos definir como
“fantasmas” o la “conciencia del difunto” tras su muerte y que, aunque
supuestamente recluidos en el Kurnugia, tendrían la posibilidad de
vagabundear por el mundo; Los naturalizados como mitad hombre y mitad
demonio y que simbolizaban seres cuyos modos consistían en traer el miedo
y la desazón; Y ya por último los “demonios-alados” que eran de
descendencia divina y cuya función respondía a la aplicación de los castigos
de los dioses hacia los hombres como fruto de una indignidad hacia su culto
o bien por la decisión caprichosa de los primeros.

En el primer grupo de “fantasmas” aparecen los “utukku” o “espectros”. Se


trata de almas recluidas en el inframundo que toman carta cata de presencia
al ser invocados mediante la magia hechicera y que eran utilizados para
prácticas prohibidas.

Del segundo tipo son los “Alû” o “súcubos". Demonios que se escondían en
las esquinas oscuras de los poblamientos y que también recorrían los lugares
solitarios al anochecer. Se trata de una horrible aparición que carece de boca,
miembros y orejas. Eran reconocidos como entes mitad humanos, mitad
demonio, y que acechan a los hombres incautos “envolviéndolos como si de
un ropaje se tratara” o bien procedían entrando por las noches en las
habitaciones en espera del cierre de los ojos de sus víctimas, para poseerlos
sexualmente.

Otro tipo de demonio es el llamado “Lamaštu“, “Labartû” o “Dimme”. Hablamos


de un demonio del género femenino e hija del dios Anu. Los niños pequeños,
sus madres y las embarazadas eran las personas más expuestas a sus
ataques. Culpable de los abortos, de la mortandad y enfermedades infantiles,
así como de la incapacidades maternales de las mujeres.

Dentro de los ya mencionados tipos de demonio de la cultura mesopotámica,


podemos ver claramente que no existe ninguna relación con las concepciones
actuales del inframundo. Por otro lado, si aparecen , estos seres fantásticos,
como representativos de las desgracias, enfermedades y padeces generales
del ser humano mesopotámico antiguo y, en extensión similar, los de una
genérica humanidad fuera de tiempo.

Figura del demonio en Egipto: El mundo para ellos se dividía en tres


regiones:

El Cielo, Nun, morada de los dioses, cuya diosa celeste Nut, "La grande que
parió a los dioses", era representada como una mujer con el cuerpo arqueado
cubriendo toda la Tierra. La Tierra, morada de los hombres, la Casa de Geb,
el dios creador, representado como un hombre tumbado bajo Nut. El
inframundo, o Duat, el reino de los muertos, donde gobernó Horus, y
posteriormente Osiris, espacio recorrido en su barca solar por Ra durante la
noche, y por donde transitaban los espíritus de los difuntos sorteando los
peligros del más allá.

Ahora veamos la definición de la palabra "Demonios", del latín daemoniun,


nombre que con que se designa a los ángeles que se revelaron contra la
soberanía de Dios en el Edén o Paraíso. Por ello no vas a encontrar nunca
"demonios" en la religión Egipcia, por que los demonios pertenecen a la
mitología, cultura y religión judeo-cristiana, que no tiene nada que ver con la
mitología, cultura y religión egipcia.

Otra teoría podría ser que los egipcios crearon una cultura misteriosa en la
que sus dioses a la vez que eran dioses eran también demonios a la vez que
podían dar vida también la podían quitar.

La figura del demonio en el Islam: El Islam reconoce la existencia de los


genios, yinn, que son seres con libre albedrío, que pueden coexistir con los
humanos. No todos son malos como los demonios que se describen en el
cristianismo. En el Islam, a los genios del mal se les conoce como a los
shaiatín, o demonios, e Iblis (Satanás) es su jefe. Iblis fue el primer yinn que
desobedeció a Dios. Según el Islam, los genios se hicieron a partir del fuego
mientras que los ángeles se hicieron con luz y a la humanidad se la hizo con
arcilla.

Según el Corán, cuando Dios creó a Adán con arcilla, se les ordenó a todos
los ángeles y a Iblis a inclinarse ante Adán, ya que los humanos eran
superiores a cualquier otra creación de Dios. Iblis, celoso, afirmó que no eran
los humanos las creaciones superiores sino los genios, ya que éstos eran de
fuego y los seres humanos de arcilla y desobedeció a Dios.

Adán fue el primer profeta y diputado de la raza humana, y como tal fue la
mayor creación de Dios. Iblis no podía soportar esto, y se negó a reconocer a
una criatura hecha de "barro" (el hombre). Dios, por lo tanto, condenó a Iblis
a arder en el infierno. Iblis pidió tregua hasta el día del juicio final, día en el
prometió destruir a la humanidad y negar la existencia de su creador. Allah
respondió diciendo que Iblis sólo sería capaz de engañar a los creyentes
deshonestos y advirtió que Iblis y todo aquel que le siguiera sería castigado
en el infierno.

Adán y Eva (Hawwa en árabe) fueron los dos juntos engañados por Iblis en
comer del fruto prohibido, y por lo tanto cayó el jardín del Edén en un estado
de degeneración.

Los genios no son los "genios" de la tradición moderna. La palabra "genio"


viene del francés "genio" de genio en la traducción del texto en árabe y sólo
suena por casualidad, como el genio árabe. Esto no es sorprendente teniendo
en cuenta la historia de `Ala 'al-Din, (anglicismo como Aladdin), pasa a través
de los comerciantes árabes en el camino a Europa.

La figura del demonio en Grecia: La omnipotencia divina fue una idea


confusa que tuvieron los griegos, separada por completo de tal o cual dios.
Inclusive, a veces, como un poder al cual quedaban sujeto los dioses. A esa
omnipotencia, los latinos la llamaron numen. Homero no cree que divinidad
alguna inspirara la obstinación a Aquiles, la prudencia a Telémaco, cree más
bien en esa misteriosa inspiración, ajena a los dioses, que los devotos
llamaron después Providencia, y Fortuna o Casualidad los indiferentes. Para
Homero eran los demonios fuerzas supra terrenales, sin nombre y sin forma,
que, sin tener jerarquía celeste, participaban de la divinidad. Hesíodo creía
que los demonios eran personajes verdaderos, hombres, acaso, de la Edad
de Oro, que alcanzaron la inmortalidad y que en número de «tres veces diez
mil, recorren la tierra fecunda rodeados de una nube. Zeus los convirtió en
guardianes de la justicia». En esta relación, Zeus podía ser llamado «el
Demonio bueno», sin que en ello hubiera paradoja alguna. Dar al substantivo
demonio su contenido maléfico fue obra de los filósofos posteriores.

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