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Democracia y autoridad
Índice
Prólogo de Laurence Cornu
Punto de partida: entre pensamientos y configuraciones del vivir-juntos.
Primer recorrido:
PENSAMIENTOS EN EL TERRITORIO DE LA IGUALDAD
Pasaje 1. El uso de un pensamiento: un trabajo de alteración a partir de la igualdad.
Los nombres de un pensamiento: Círculo de la creencia, Práctica de la separación y la no
separación, Movimiento de un pensamiento sin lugar propio, Trabajo de producción de lo
sensible,
Pasaje 2: Acerca de la igualdad en Rancière
2.1. Los “orígenes” de la igualdad en el pensamiento de Rancière y la crítica a la autoridad:
“revueltas lógicas”
2.2. De la posición crítica al trabajo igualitario: hacia lo político.
2.3. La elección ranceriana: una transmisión democrática.
2.4. Extraña igualdad… y algunas definiciones que la distinguen.
2.5. ¿Qué puede la igualdad?
Pasaje 3: Los gestos de lo político: pasiones, interrupciones, el hacer lugar a lo “lo nuevo” y la
creación de “lo común”.
3.1. Pasiones políticas o el descentramiento identitario.
3.2. Interrupciones o el lugar de la palabra.
3.3. La creación de lo nuevo.
3.4. La creación de lo común.
Segundo recorrido:
CONFIGURACIONES DE UNA AUTORIDAD IGUALITARIA, EN LOS SENTIDOS DE LA TRANSMISIÓN
DEMOCRÁTICA.
Pasaje 1: Figuras de la emancipación: el maestro ignorante, el pastor perdido, el espectador
emancipado.
1.1. ¿Quién puede filosofar? ¿quién puede ser formado y formar/se en la emancipación?
1.2. El maestro ignorante.
Enseñar: sólo se trata de ejercer la autoridad.
1.3. El pastor perdido.
1.4. El espectador emancipado.
Pasaje 2: Autoridad y transmisión democrática.
2.1. La desidentificación propia de una transmisión democrática: la identidad como
composición.
2.2. Com-poner, des-armar, re-configurar. Escenas.
1
Pasaje 3: Los gestos de lo político: pasiones, interrupciones, el hacer lugar a lo “lo
nuevo” y la creación de “lo común”.
“Para que la invitación produzca algún efecto
de pensamiento, es preciso que el encuentro
halle su punto de desacuerdo”
Rancière (1996: 8)
¿De qué política/o nos habla Rancière y cuáles son sus bordes? ¿dónde y cuándo
se manifiesta lo político? ¿en lo social mismo o en cada sujeto que compone lo social?,
¿implica una negación resistencial ante “lo dado” o supone el desacuerdo “en acto” con
lo que éste plantea? ¿Y hacia donde nos lleva lo político, o lo llevamos bajo la forma de
un accionar?: ¿a un trabajo superpuesto sobre el mundo social e institucional?, ¿a una
esfera totalmente separada de éste que intente regularlo o bien tensionando lo instituido
para generar un movimiento de torsión en su propio “material”, en su objeto mismo?
2
definiciones sociológicas fundamentando lugares, tiempos y espacios que establecen
“categorías de seres” y sus luchas. Con procesos de subjetivación, más que con sujetos e
identidades fijas, rechazadas o añoradas. Seguir los recorridos de lo político, en sus
textos, implica encontrarse con habitantes de un mundo “común”: mujeres, hombres,
trabajadores; o de un mundo dentro de otro: filósofos plebeyos, nóveles escritores
nocturnos, artistas populares, pedagogos contrariados, niños poetas; sujetos que no son
tales –como si se tratara de un ser unívoco- sino frágiles construcciones en
transformación, “desiertos poblados”1, formas de experiencia sensible que llevan
siempre más allá de un “sí mismo”, política y psíquicamente hablando.
Un mundo sensible se presenta o nos recibe, nos acoge y nos constituye como
seres parlantes, nos hace seres destinados a situarnos espacial y temporalmente y a
desplazarnos –una y otra vez- de nosotros mismos por efecto de la palabra como forma
de movimiento; pero también nos ubica con cierta insistencia, casi sin que lo
advirtamos, en lugares fijos, allí donde nacimos, por una herencia recibida, por un
nombre adjudicado, por una historia o un género asignados culturalmente. Un cierto
ordenamiento institucional, social, familiar, lingüístico, corporal, sensorial, gestual –que
1
Expresión de Deleuze en Dialogues (1996)
2
“La barrière n’est pas ce qui sépare les espaces mais ce qui les fait communiquer, ce qui les ouvre á
une communauté du litige” (T.de la a.)
3
se vive como formando parte de una naturaleza- nos acoge y nos nutre, nos hace ver,
hacer y pensar.
Cuando Jacotot insiste: ¿qué ves, qué piensas, qué haces? es porque mueve a sus
alumnos para que una cierta intervención de y sobre lo sensible se produzca, donde
estas acciones (ver, hacer, pensar) puedan ser percibidas como no naturales y no
instrumentales; fruto de un trabajo, “trabajosas” y a la vez apasionadas; no tanto para
ver, hacer y pensar algo totalmente diferente de lo visto, hecho y pensado hasta el
momento, sino para que sean llevadas a cabo a partir de una extrañeza, un empeño
desnaturalizador, una certidumbre de que es posible ver, hacer y pensar bajo otras
formas.
3
El odio a la democracia (2006)
4
Es preciso advertir lo que otorga a esta denuncia un carácter singular.
Ciertamente, el odio a la democracia no es una novedad. Es tan viejo
como la democracia misma y ello, por una simple razón: la propia
palabra constituye una expresión de odio. Fue primero un insulto
inventado en la Grecia antigua por quienes veían en el innombrable
gobierno de la multitud la destrucción de cualquier orden legítimo (…)
Se quejan del pueblo y sus costumbres, no de las instituciones de su
poder (…) Pero el nuevo sentimiento antidemocrático da una versión
más turbadora de la fórmula. El gobierno democrático, nos dice, es
malo cuando se deja corromper por una sociedad democrática que
quiere que todos sean iguales y que se respeten todas las diferencias.
(…) el nuevo odio a la democracia puede resumirse en una tesis muy
simple: hay una sola democracia buena, la que reprime la catástrofe de
la civilización democrática. (2006: 10, 11, 12)
5
Mi trato con la cuestión del sujeto nunca fue un intento de abordar
asuntos de política de identidad o identidades híbridas, poscoloniales y
demás. Básicamente, no tengo interés en crear una teoría del sujeto.
Cuando era joven, en los tiempos del althusserianismo, existían
postulados sólidos sobre el sujeto que está atrapado o entrampado en el
orden simbólico y sabíamos lo que sucede cuando el sujeto quiere salir de
la trampa. Mi interés era definir sujetos en términos de capacidad y no en
términos de incapacidad. Tampoco quería definir las naturalezas de los
sujetos, sino procesos de subjetivación. Esto fue hace treinta años; yo
quería desprenderme de una descripción de identidades sociales como,
por ejemplo, la idea de cultura popular, el pensamiento obrero, etcétera.
Lo que he intentado definir es el modo en el que toda forma de
subjetivación es una forma de des-identificación.6
6
“No existe lo híbrido, sólo la ambivalencia”. Entrevista con Jacques Rancière realizada por Sadeep
Dasgupta. Revista Fractal Nro 48. (2008)
6
búsqueda de sentido desde un “afuera”, sino producción en el mismo momento en que
se transcurre.
7
Dans les ateliers des chemins de fer, les forges numérotées, l’alignement des étaux et des tours, le
ronflement monotone du moteur, la surveillance font de ces lieux des asiles de pénitence où la souffrance
ne manque pas aux incarcérés. La matière obéissante et complice des conceptions de l’inventeur,
n’attend qu’un signal de son cerveau pour neutraliser le rôle des travailleurs; elle commande sans pitié
et trône au milieu de ses servants dont elle dégénère l’adresse et la pensée par son inerte comprèhension
qui remplace leur intelligence. (T. de la a.)
7
curvas pero irreversibles vías de reapropiación de sí en la alienación
misma del trabajo explotado.8 (1983: 15)
8
La liberté naît ici à l’inverse, loin de toute apocalypse, dans un art de rendre progressivement
impossibles toutes les jouissances que l’exploitation offre à la servitude complice (…) le menuisier décrit
les voies courbes mais irréversibles de la réappropiation de soi dans l’aliénation même du travail
exploité. (T. de la a.)
8
La que interrumpe es aquella palabra que porta todo un mundo sensible en su
decir, una manera de hablar ese mundo compartido división y reparto de las partes,
espacios y tiempos reconfigurados. La literatura, la poesía, las cartas son testimonios de
esas palabras-miradas que dan forma y transforman lo ya visto, ya sabido, ya pensado.
En todos sus textos, Rancière tomará la palabra como lugar donde lo político se
despliega porque es la que confirma la igualdad –incluso en relaciones de desigualdad-
y la que hace que un sujeto desmienta el orden naturalizado de las jerarquías. A su vez,
el territorio de la palabra, que es el territorio de lo humano, establece distancias,
separaciones, un “écart” con respecto a “lo que es” en un supuesto orden natural.
Desde los plebeyos romanos en el Aventin, los proletarios franceses del siglo
XIX hasta diversos sujetos de nuestros días, siempre habrá experiencias de palabra que
actualizarán la igualdad de cualquiera con cualquiera, más allá del orden social que los
contenga. Es por esto que: “La palabra por la cual hay política es la que mide la
distancia misma de la palabra y su cuenta” (1996: 41)
9
no significa ni decepción ni engaño, sino humanidad capaz de asumir la
irrealidad de la representación. Virtud poética que es una virtud de
confianza. Se trata de partir del punto de vista de la igualdad, de
afirmarla, de trabajar presuponiéndola para ver todo cuanto puede
producir, para maximizar todo lo que pueda darse de libertad y de
igualdad. Quien parte, por el contrario, de la desconfianza; quien parte
de la desigualdad y se propone reducirla, jerarquiza las desigualdades,
jerarquiza las prioridades, jerarquiza las inteligencias y reproduce
indefinidamente la desigualdad (2007: 76)
10
Recordemos que en este planteo, lo político es fundamentalmente un desacuerdo
(1996), ni malentendido ni desconocimiento9. Mientras el desacuerdo pone en juego la
cuestión de la división de lo sensible, donde cada interlocutor “ve” objetos diferentes y
los nombra de la misma manera, el malentendido reclama aclaraciones y explicaciones
así como el desconocimiento demanda un saber reservado para elegidos que devele “lo
que es” a quienes no lo saben.
11
igualitario como un hecho nuevo. “La demostración del derecho o manifestación de lo
justo es nueva representación de la partición de lo sensible” (1996: 75)
¿Es que lo político puede definirse como creando algo nuevo? ¿Es esto lo propio
de lo político a diferencia de otros modos de lazo entre seres que no harían más que
repetir, clonar, mantener lo ya dado, evitar el cambio de lógica, atarse a un
determinismo de lo mismo? El anti esencialismo de las tesis rancerianas es lo que da
lugar a pensar que la creación de lo nuevo se juega en lo político, en cada movimiento,
una y otra vez, entre diferentes espacios, entre sujetos, entre un sujeto y sí mismo. La
condición de lo político es, en cierto modo, una apertura siempre presente a “lo nuevo”,
a lo que aún no es o sólo se actualiza por efecto de un desplazamiento, a lo que
conmueve una lógica de distribución y “división/reparto” (“partage”) dada por
verdadera o natural. En este punto, es verdad, deberíamos precisar qué es lo que
denominamos “lo nuevo”. Lo abordaremos por vía de un pensamiento anti esencialista
como el que propone Rancière, el que interrumpe un modo de pensar al sujeto, el
espacio, el tiempo y la palabra.
El esencialismo fija identidades y categorías, dice quién ocupa tal o cual lugar,
configura seres terminados que “saben” cual es su tarea porque han sido “destinados” a
ella, define clases sociales y modos de ser claramente constituídos. Los sujetos-esencia
son pensados como vinculándose con otros por fuera de ellos mismos, no pierden la
claridad de sus contornos, ni se confunden con los de otra clase, tienen sus propios
intereses e ideas, levantan sus banderas, hacen sus reclamos. Un mundo separado en
tipos, clases, funciones, razas, capacidades, modos de vida, culturas, decide de
antemano el destino de cada uno y las divisiones no se interrogan porque sólo están allí,
desde siempre. Pensar lo político como creador de lo nuevo implica un rechazo
sostenido a concebir clases y categorías como esencias. En este sentido se liga con el
planteo de las pasiones como espacio subjetivo de lo político donde lo identitario es
puesto en cuestionamiento.
12
A su vez, pensar por fuera del esencialismo, exige concebir el tiempo de otra
manera, en secuencia no lineal, sin constituirlo “como principio de inmanencia que
subsume todos los fenómenos bajo una ley de interioridad” (1996: 56). Rancière nos
invita a desdibujar las fronteras entre lo que es y lo que no es, entre lo que sería sólo
pensable o factible en una época dada y lo que sería imposible. Hay una relación entre
lo imposible y lo nuevo. El acontecimiento de lo nuevo se produce cuando no importa
saber si las condiciones están reunidas o no para hacerlo, sobreviene allí cuando -se
diría- es imposible. En el presente, a menudo, el orden que lleva al tope que los límites
imponen y los declara infranqueables, quiebra toda esperanza y toda acción política.
Esta necesidad de considerar que lo nuevo emerge cuando se dice impensable no fija
una meta, sino un punto de partida, así como “la igualdad de las inteligencias” jacotista
que funciona al modo de un postulado, del principio. Las metas se plantean a menudo
como el logro o llegada a “un lugar otro”, generalmente idealizado, externo al de hoy,
donde cada cosa esté finalmente en su justo sitio, un más allá que se trataría de inscribir
en la materialidad presente o futura; la creación de lo nuevo, en cambio, es “lo que hace
ver la realidad presente como no necesaria” y “suspende la adhesión a un dato
proponiendo una pregunta más que un programa”10 (2001b : 66).
Cuando lo político desdibuja las divisiones es que hace lugar a “lo nuevo” que
no estaba antes, que no se esperaba, que resulta disruptivo porque abre un campo
10
“ce qui fait voir la réalité présente comme non nécessaire“ y “suspend l’adhesion a un donné en
proposant une question plus qu’un programme” (T. de la a.)
11
Véase, en el mismo sentido, Cohen D, “Du possible au virtuel”, en Labyrinthe 17, 2004.
13
incierto, un intervalo entre dos identidades, dos términos contradictorios. Si hay algo
propio de la política, se sostiene por completo en esta relación que no es una relación
entre sujetos, sino una relación entre dos términos contradictorios por la cual se define
un sujeto.12 (1998: 166). Por tanto, no hay sujeto preexistente sino creación de lo nuevo
en la relación paradojal de un sujeto consigo mismo, quien “es al mismo tiempo agente
de una acción y la materia sobre la cual se ejerce esa acción”.13 (1998: 167)
12
“S’il y a un propre de la politique, il se tient tout entier dans cette relation qui n’est pas une relation
entre des sujets, mais une relation entre deux termes contradictoires par laquelle se définit un sujet.”(T.
de la a.)
13
“en même temps, est l’agent d’une action et la matière sur laquelle s’exerce cette action” (T. de la a.)
14
Si la politique est le tracé d’une différence évanouissante avec la distribution des parties et des parts
sociales, il en résulte que son existence n’est en rien nécessaire mais qu’elle advient comme un accident
toujours provisoire dans l’histoire des formes de la domination. En Aux bords du politique, traducido al
español como Tesis 7 de Once tesis sobre la política.
14
Es que lo virtual modifica lo real y lo visible sin crear una nueva categoría, clase
social, sujeto por fin emancipado. Cuando los plebeyos de Aventin se colocan en
relación de igualdad con los patricios, dándole lugar a su palabra, o bien, cuando los
obreros escriben sus textos durante las noches o Gauny despliega un pensamiento
filosófico mientras trabaja, no crean un nuevo grupo social o una nueva escuela de
filosofía, sino que inauguran una separación de sí mismos, desdoblan una identidad y en
ese “entre”, lo nuevo acontece como proceso o escena temporaria, para sí mismos y para
otros.
¿Cómo articular un pensamiento y una práctica del lazo entre los seres que no
implique la necesidad de reunión en comunidad? ¿Es que la creación de lo común se
diferencia de la comunidad a secas? y ¿cuánto se acerca a lo que Rancière denomina la
“comunidad de iguales” (1998a)?
Rancière dirá una y otra vez que lo político desarregla las cuentas ya contadas,
las lógicas del complemento y la ausencia de vacío. Su distinción entre política y
policía, fundamentalmente trabajada en El desacuerdo (1996) no hace más que
desarmar la concepción de la comunidad como un lugar donde el vivir-juntos se
fundamente en el acuerdo de lugares y funciones y en la reunión identitaria de un grupo
social. “El orden ‘normal’ de las cosas es que las comunidades humanas se reúnen bajo
15
el dominio de aquellos que tienen títulos para dominar, títulos probados por el hecho
mismo de que dominan”15 (1998a: 175) Los títulos otorgados por nacimiento o riqueza
fundan una comunidad de desiguales, que sigue una supuesta evolución “normal” de las
cosas en la creación de un espacio común donde vivir-juntos se traduzca en el orden
armonioso del “cada uno en su lugar”. De allí que el orden “normal” (policial) sea el de
crear lo común en tanto comunidad sustentada en esos títulos. Para Rancière, esta
creación de un común emparentado con cualquier orden “normal” y su fundamento, no
es política. Si de algo trata lo político es de este común desarmado, desarticulado
disensualmente, litigioso y paradojal, que hace lugar a la igualdad de “cualquiera con
cualquiera”, sin títulos ni fundamentos. Tampoco será la ciencia aquella que vendrá a
suturar las heridas producidas por los males del desorden, cuando los títulos para
gobernar no alcanzan porque la democracia los ha puesto en duda. De allí toda la crítica
ranceriana a la sociología y la ciencia política en los casos en que pretenden otorgar
fundamento legítimo al gobierno de la comunidad como un todo armonioso.
Es así que, puede decirse que en Rancière, lo político crea un común cuando
hace ver un mundo dentro de otro mundo, crea escenas, modifica lo real por lo virtual,
como lo señalábamos en el apartado anterior; cuando abandona todo intento unificador,
homogenizador e identitario, reuniendo singularidades inscriptas en una igualdad
litigiosa.
15
“L’ordre ‘normal’ des choses est que les communautés humaines se rassemblent sous le
commandement de ceux qui ont des titres á commander, titres prouvés par le fait même qu’ils
commandent” (T. de la a.)
16
imposibilidad de todo funcionamiento comunitario y, en definitiva, de toda institución
que pretenda hacerse cargo de la organización de un vivir-juntos, como es el caso de la
institución escolar, por ejemplo.
El común político tendría que ver con una acción conjunta, no necesariamente
desplegada en un mismo espacio-tiempo, por una multiplicidad de subjetividades que
no se homogeinizan ni buscan cerrarse sobre una identidad comunitaria. A su vez, estas
subjetividades, para inscribirse en un proceso político, se separan de sí mismas, se
duplican, efectúan un movimiento desidentificatorio que las conduce a reafirmar “lo
común” político que las reúne.
16
“Qu’est-ce qu’un processus de subjetivation? C’est la formation d’un un qui n’est pas un soi mais la
relation d’un soi à un autre” (1998a: 87)
17
En Frigerio y Diker (2008a.: 133-145)
17
ampliado” (una de las tres máximas kantianas en relación al sentido común crítico) el
que habilita esa construcción de un mundo común, políticamente hablando.
18
capacidad simbólica de pensar por uno mismo, emancipatoria, el salir de la minoridad
kantiano, el “ver, hacer, pensar” jacotista, la subjetivación en proceso siempre en
soledad, siempre con otros, presentes y ausentes.
Es decir que la comunidad de seres parlantes, los iguales, tendrá una efectividad
que se funda, para el filósofo, en una violencia previa que consiste en “hacer visible lo
invisible, dar un nombre a lo anónimo, hacer que se escuche una palabra ahí donde
sólo se percibía ruido” (2007: 114) La efectividad proviene de esta violencia inaugural
que crea la separación, lugar polémico, “proyectando tras de ella misma la
presuposición igualitaria” (2007: 114). No es solamente que la agrupación social sea
llevada a identificarse con una comunidad de iguales, seres parlantes; identificación
supuestamente olvidada entre los avatares de las relaciones de desigualdad. Es
fundamentalmente efectividad social porque inscribe en acto una igualdad que está
siempre allí.
19
En síntesis, el pensamiento de lo político en Rancière abre una potencia para la
acción que no se cierra en absoluto sobre la imposibilidad organizativa, la desesperanza
o la desconfianza de quienes reclaman un “nuevo orden”. Los gestos aquí mencionados
se oponen a cualquier “círculo de la impotencia”, nos incluyen en un conjunto de
movimientos que efectivamente podemos efectuar hoy y aquí, bajo la presuposición
igualitaria. Siempre hay trabajo por hacer, un por venir que no se agota en el hoy y que
no replica el ayer, pero ello no implica que haya que esperar “el” buen momento ya que
es posible que nunca lo sea.
Lo político pensado como pasión, interrupción, palabra y novedad que dan lugar
a la heterogénea igualdad, es aquello que, en los más diversos ámbitos, instituciones,
espacios e incluso en lo íntimo de cada sujeto, hace un mundo dentro de otro. Ese
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mundo dentro de otro mundo es “común” porque nos mueve hacia otros, hacia lo otro,
nos vuelve extranjeros a nuestra propia mirada y en el esfuerzo por comprender la
lengua, nos humanizamos y subjetivamos.
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