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Pontificia Universidad Javeriana

Seminario de énfasis: Teoría de la justicia como imparcialidad


Reporte de lectura I – 8 de febrero de 2018
Miguel Camilo Pineda Casas
Justicia para los desiguales
Rawls ha expuesto que su teoría de la justicia está basada en suposiciones y debería ser tomado como un
ideal. Ahora bien, este enunciado me resulta bastante sospechoso, pues la justicia no puede ser solamente
un ideal. Sin embargo, dejaré a un lado los prejuicios y le daré a Rawls el beneficio de la duda. Es
probable que su teoría esté operando bajo la lógica modal, de tal modo que, en algún mundo posible, sea
plausible el desarrollo y la aplicación de su teoría. Suponiendo que uno de esos mundos sea el nuestro,
hay algunos aspectos de esta teoría que deben ser ajustados. En este pequeño texto abordaré uno es
específico, a saber: la igualdad.
De entrada, una justicia que esté basada y que apunte a la igualdad es una justicia falaz y con algunos
rasgos de tiranía. Analizaré con cuidado este asunto. Rawls lo expresa así: Los seres humanos son libres
en tanto que tienen la capacidad de tener un sentido de justicia y de bien, además de poseer poderes de
la razón como pensamiento, juicio, etc. En ese sentido, en tanto que comparten estos poderes, son iguales
(2002, 42). Hasta este punto no encuentro mayor problema. Sin embargo, al llevar esto a términos de
justicia encuentro un grave problema. Es cierto que los hombres en tanto especie conservamos algo que
nos une y que nos hace iguales, al menos en una mínima medida. No obstante, al hablar de necesidades,
no se puede procurar una justicia que atienda nada más a lo más general que nos hace iguales; esto sería
arrollar la individualidad y la pluralidad que se desprende de ella, con la totalidad a la que se apunta. He
aquí un problema de trabar con una justicia ideal y no encarnada.
Con todo, Rawls parece estar medianamente consciente de esta problemática y rescata su teoría apelando
a que esta igualdad funciona en la medida en que todos los cooperadores de una sociedad aceptan y tienen
a los mismos principios de justicia. Pero, ¿qué alcance tiene este enunciado?, ¿es verdadero afirmar que
todos atienden a los mismos principios de justicia? De nuevo la totalidad ha aplastado la pluralidad de lo
particular. Rawls sabe de todas estas problemáticas y se orienta a defender el pluralismo razonable, bajo
el cual es posible la cooperación entorno a ideas afines, pero no iguales. Este matiz, sutil pero poderoso,
abre otro horizonte de comprensión que parecería y debería acercarse más a la comprensión de multitud
de Negri y Hard siendo Multitud “un sujeto social internamente diferente y múltiple, cuya construcción y
cuya acción no se funda en la identidad ni en la unidad (ni mucho menos en la indiferenciación), sino en lo
que hay en común” (2004, 128). Tal vez con este nuevo horizonte de comprensión de afinidad y no de
semejanza sea posible encarnar una justicia tan ideal como a la que parece estar apuntando Rawls.

Bibliografía
Negri, A. & Hard, M. (2004). Multitud. Guerra y democracia en la era del imperio. Barcelona: Debate.

Rawls, J. (2006). Liberalismo político. Madero, S. (Trad.). México: Fondo de cultura económica.

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