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Diana Isabel Frías García

Publicidad 6° “E”
Febrero de 2018
PERFIL DEL PUBLICISTA
 Debe tener fe, entrega, pasión, ambición y práctica.
 Es un loco soñador, un fanático apasionado, un alucinado de la profesión.
 Tiene que girar entre la ley de la oferta y la demanda. Su mercado está en el sistema
capitalista, ámbito donde florece.
 Le caracteriza un talento especial y la capacidad para ubicarse en el gusto y preferencia
del público, convencido de que ubicarse en cualquier nicho de mercado en nada deteriora
su prestigio para aprovechar su talento persuasivo.
 Tiene la virtud de ubicarse en el segmento de población adecuado dependiendo de las
necesidades de sus clientes.
 Tiene sensibilidad para ver toda clase de programas de televisión.
 Tiene curiosidad vigilante para escuchar los perfiles de programación de todas las
estaciones de radio de la ciudad y región.
 Tiene habilidad para leer los diarios, las novelas de Carlos Fuentes, Italo Calvino,
Umberto Eco, Gabriel García Márquez, Milan Kundera y darse tiempo para leer revistas
de vulgarización, sin avergonzarse.
 Está familiarizado con los anunciantes nacionales y extranjeros, particularmente con
aquellos que han cobrado fama en la televisión y en la prensa.
 Es un negociante experto
 Es un concertador capaz de resolver problemas a los clientes, y para ello tiene la
sensibilidad para descubrir las nuevas tendencias de los medios.
 Conoce al dedillo el idioma de Cervantes
 Domina el lenguaje de la imagen y escribe con propiedad textos, guiones, títulos,
slogans, entradas, remates; en suma, ideas que venden.
 Domina las técnicas de la investigación, del producto o del servicio; los canales de
comercio; el análisis de la competencia; para tener una idea clara de cómo se comportan
los mercados.
 Debe ser un hombre que se cultiva todos los días y está bien informado en cantidad y
calidad.
 Su información es de todo tipo: de la gente de la calle, de la universidad, de las
instituciones tecnológicas y de los medios masivos de comunicación.
 Debe tener un conocimiento, si no profundo, muy claro de los movimientos culturales del
siglo XX, en antropología, historia del arte clásico y moderno; literatura y poesía; filosofía
y letras; pintura, teatro, y danza clásica y contemporánea; con un criterio preciso del
papel que tiene el arte, la ciencia y la tecnología en el mundo contemporáneo.
 Debe conocer a fondo las necesidades y temperamento de sus clientes: comerciantes,
industriales y banqueros.
Diana Isabel Frías García
Publicidad 6° “E”
Febrero de 2018
PERFIL DEL PUBLICISTA
La publicidad es una profesión de y para gente creativa, talentosa, perfeccionista. Es falso que
esta actividad tenga que recoger hombres y mujeres fracasados de otras profesiones o, en el
mejor de los casos, provenientes exclusivamente de las abundantes escuelas de ciencias de
comunicación. Es una actividad como cualquier otra y no un modo de ganarse la vida de artistas
frustrados, escritores mediocres o abogados en la ruina. Mucha gente piensa así porque se
trata de una actividad que ha llegado a reunir los más diversos personajes provenientes de las
actividades más increíbles y raras.
No es extraño que algunos publicistas famosos, magnates de los medios y prominentes
académicos tengan una idea despectiva de esta profesión. La razón es que a esta actividad
llega, todos los días, gente de origen muy diverso, pero pocos tienen ese material tan escaso
que se llama talento. Como es lógico, de vez en cuando surge la aguja en el pajar; los demás,
que también se dice en publicistas, forman parte de un mundo en las tinieblas.
No es aplicable formular comparaciones con otras profesiones. Lo importante es plantear si la
persona interesada en el oficio reúne los requisitos que el perfil de la profesión requiere. Como
oficio, arte y profesión, la publicidad demanda fe, entrega, pasión, ambición y práctica. No se
conoce un gran publicista que haya llegado a tener éxito por tomar un curso de 80 lecciones
por correspondencia. Hugo Sánchez, Plácido Domingo, Al Ries y Gabriel García Márquez tienen
distintas y distantes profesiones, pero tienen algo en común: el trabajo constante, la práctica
infatigable, la disciplina. El buen publicista es un loco soñador, un fanático apasionado, un
alucinado de la profesión.
La publicidad, como el show-business, tiene la magia de prender las luces, iluminar el escenario,
presentar la obra y hacer que los asistentes salgan convencidos de que lo que acaban de
presenciar ha valido la pena; lo han comprado, y lo volverían a hacer, el grado de correr la voz
entre sus amigos y familiares para que ellos sientan la necesidad de hacer lo mismo y que esta
acción produzca una reacción en cadena. Es la demanda del consumidor y es producto de ella.
La publicidad se funda en el arte de vender en masa, de presentar al consumidor una diversidad
de opciones para que elija lo que sienta que le conviene más para sí y para los suyos. El buen
publicista tiene que girar entre la ley de la oferta y la demanda. Su mercado está en el sistema
capitalista, ámbito donde florece.
El medio ambiente de la publicidad es la economía de libre mercado y la gente que lo compone
es el consumidor común. Quienes critican al sistema capitalista no pueden ser publicistas;
acaso podrían orientar sus antenas hacia la propaganda. Al publicista moderno le caracteriza
un talento especial y la capacidad para ubicarse en el gusto y preferencia del público,
convencido de que ubicarse en cualquier nicho de mercado en nada deteriora su prestigio para
aprovechar su talento persuasivo.
Al contrario, tiene la virtud de ubicarse en el segmento de población adecuado dependiendo de
las necesidades de sus clientes; sensibilidad para ver toda clase de programas de televisión;
curiosidad vigilante para escuchar los perfiles de programación de todas las estaciones de radio
Diana Isabel Frías García
Publicidad 6° “E”
Febrero de 2018
de la ciudad y región; habilidad para leer los diarios, las novelas de Carlos Fuentes, italo calvino,
umberto eco, Gabriel García Márquez, Milan kundera; y darse tiempo para leer revistas de
vulgarización, sin avergonzarse.
El publicista de hoy está familiarizado con los anunciantes nacionales y extranjeros,
particularmente con aquellos que han cobrado fama en la televisión y en la prensa; es un
negociante experto, un concertador capaz de resolver problemas a los clientes, y para ello tiene
la sensibilidad para descubrir las nuevas tendencias de los medios; conoce al dedillo el idioma
de Cervantes; domina el lenguaje de la imagen y escribe con propiedad textos, guiones, títulos,
slogans, entradas, remates; en suma, ideas que venden.
Un curso de planeación estratégica no es suficiente para ser un buen publicista, es necesario
conjugar la teoría con la práctica en la realidad del mercado: dominar las técnicas de la
investigación, del producto o del servicio; los canales de comercio; el análisis de la competencia;
para tener una idea clara de cómo se comportan los mercados. Todo este esfuerzo debe estar
centrado en un conocimiento del mercado y en la habilidad para manejarlo, es decir, en el
dominio de la mercadotecnia.
El publicista eficaz debe ser un hombre que se cultiva todos los días y está bien informado en
cantidad y calidad. Su trabajo representa la toma de decisiones. Su información es de todo tipo:
de la gente de la calle, de la universidad, de las instituciones tecnológicas y de los medios
masivos de comunicación. Una amplia base cultural significa que el publicista debe tener un
conocimiento, si no profundo, muy claro de los movimientos culturales del siglo XX, en
antropología, historia del arte clásico y moderno; literatura y poesía; filosofía y letras; pintura,
teatro, y danza clásica y contemporánea; con un criterio preciso del papel que tiene el arte, la
ciencia y la tecnología en el mundo contemporáneo.
La cultura del publicista debe estar imbricada en el conocimiento del mundo circundante:
conocer al taxista, al velador del edificio, a la dueña del estanquillo, al sastre, a la prostituta, al
camionero, al cura del barrio, a la enfermera, a la señora de la limpieza, al cantinero; ellos
configuran la vida cotidiana y el escenario de los mejores anuncios. Por supuesto, es claro que
también debe conocer a fondo las necesidades y temperamento de sus clientes: comerciantes,
industriales y banqueros.

Figueroa Bermúdez, R. A. (1999). Cómo hacer publicidad. Un enfoque teórico práctico.


México: Editorial Pearson.

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