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MODULO 1

Lo singular y lo colectivo
El problema de la relación de los individuos entre sí ha sido considerado desde
diferentes puntos de vista.
Esquemáticamente se podrían considerar dos posiciones opuestas:
1) La que considera al individuo, en tanto singularidad, como una realidad en sí mismo;
solo el percibe, piensa, ama, odia, es responsable, toma decisiones, etc. Mientras que la
sociedad, el grupo, lo colectivo serían generalizaciones teóricas que no tendrían
consistencia.
2) En la tesis contraria, el individuo como tal, independientemente de los demás sería una
mera entidad lógica. Solo el grupo, el colectivo, la sociedad son reales: solo a través de
dicha realidad se presentifica la instancia individual. De acuerdo a esta posición el
individuo sería producto de su ambiente, sería un cruce de relaciones sociales.

En ambas posiciones prevalece un criterio antagónico


Resuelven la compleja tensión entre lo singular y lo colectivo desde un paradigma
disyuntivo (propio del pensamiento occidental de la modernidad)
Singularidad y colectividad forman un par de contrarios
Se constituyen desde lógicas “esencialmente” diferentes.
Ambos fomentan un antagonismo entre individuos y sociedades, el primero a favor de
una idea abstracta de individuo, el segundo a favor de una idea abstracta de sociedad.

¿Cómo superar las formas dicotómicas de abordaje de esta temática?


Problematizando:
¿Cuál es la dimensión de lo social histórico en la constitución de la subjetividad?
¿Cuál es el papel de la subjetividad en los procesos histórico-sociales?

Relaciones y diferencias entre individuos y sociedades en las ciencias humanas, las


filosofías y las ciencias prácticas políticas de la Modernidad

Tesis individualistas:
Los individuos constituyen la única realidad y tiende a negar realidad a lo social, sostiene
que los procesos psicológicos ocurren solo en los individuos y estos constituyen las únicas
unidades accesibles a la observación.
El grupo es una abstracción, ellos no existen, solo hará referencia a una multiplicidad de
procesos individuales.
Los individuos son los únicos actores sociales.
Los acontecimientos de un grupo, las instituciones, creencias y prácticas, siguen los
principios de la psicología individual y son producto de motivaciones individuales.
“Las acciones de todos no son nada más que la suma de las acciones individuales
tomadas separadamente” (Allport, F.H., 1924).
Tesis de “mentalidad de grupo”:

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El lenguaje, la tecnología o las relaciones de parentesco no constituyen el producto
de las mentalidades y motivaciones individuales sino que son procesos que poseen leyes
propias, diferentes e irreductibles a los individuos.
• “Las mentalidades individuales al formar los grupos… originan un ser… que
constituye una individualidad psíquica de una nueva índole” (Durkheim, E.)
Consideran al grupo como una entidad distinta de la suma de los individuos
Afirmarán el efecto de las fuerzas sociales y las instituciones sobre los
individuos.
El individuo aislado es una abstracción, fuera del grupo no posee carácter definido,
si bien sus potencialidades son necesarias para el funcionamiento del grupo, no son causa
de los acontecimientos del mismo.

Este dualismo clásico de las ciencias sociales –la relación individuo sociedad, opera como
verdadero a priori conceptual, como premisa implícita desde donde no solo se piensa la
articulación de lo singular y lo colectivo, sino también se “lee” el conjunto de los
acontecimientos grupales.
Pensar “individuos” vs. “sociedades” se instituye como una fuerte evidencia, como algo
natural.
De ahí que se haga necesario problematizar, interrogar críticamente los componentes de
tal a priori.
¿De dónde surge esta concepción antagónica de individuos versus sociedades?

Siglos XVII y XVIII: escenario liberal europeo


¿Que dimensión es el individuo?
¿Que dimensión es la sociedad?
¿Hasta dónde llegan uno y otra?

La noción de “individuo” se produce en el momento de la historia de Occidente a través de


la cual la “sociedad” es pensada como un conjunto de productores libres.
En el incipiente horizonte económico, tecnológico, político y filosófico de la época se
destacara una nueva figura: el individuo, sólida ilusión del capitalismo naciente, es
pensado indiviso, libre y autónomo.
Se crean las condiciones para el paulatino nacimiento de las ciencias humanas: el
Hombre se constituye desde diferentes saberes para ser pensado abriendo un espacio
propio a los humanismos, antropologías filosofias y ciencias humanas.

Espacio ético-político
La dicotomía también tiene su inscripción etico-filosofica Individuo-Sociedad en el plano
político.
Su origen moderno podría ubicarse en la polémica Locke- Rousseau, que se
encuentra en la base de la discusión de las democracias modernas, en tanto han
planteado como disyuntiva etica-politica ¿Qué deberá priorizarse, los intereses
individuales o los intereses colectivos?
Priorización de lo colectivo: desde las utopías sociales

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Priorización de lo individual: Acentúan que lo colectivo es irracional, regresivo o
pensándolo como espacios que amenazan la identidad, remarcan su negatividad.

La relación grupo-sociedad
Tradicionalmente ha sido encarada desde una perspectiva de influencias, dependiendo en
la medida que se otorguen mayor o menor grado de influencia de lo social.
En todas ellas lo social se ubica como algo exterior al grupo, sobre el cual recaerá, en
mayor o menor medida su influencia.
Una variante es el planteo de la relación grupo-sociedad en términos de interacción mutua.
La relación grupo-sociedad es un subtema de la relación individuo-sociedad que
tradicionalmente ha sido planteada en términos antagónicos. La antinomia individuo-
sociedad forma parte de un conjunto de pares opuestos: material-ideal, alma-cuerpo,
ser-tener, objetivo-subjetivo, público-privado, que han atravesado la reflexión
occidental abarcando desde problemas filosóficos, políticos y científicos hasta la
organización de la vida cotidiana y la producción de subjetividad.
Se encuentran articuladas habitualmente desde lógicas binarias jerarquizantes.
Tal división dicotómica no sólo ha sido discursiva en diferentes disciplinas sino que
ha investido sus prácticas, inscribiéndolas de forma particular en diferentes estrategias
de disciplinamiento social.

Cambio de paradigma
De un criterio antinómico de individuos vs. Sociedades, hacia una operación
conceptual que pueda evitar una falsa resolución reduccionista y se permita
sostener la tensión singular-colectiva.
Singularidad y colectividad que solo sosteniendo su tensión harán posible la dimensión
subjetiva en el atravesamiento del deseo y la historia
Lo singular y lo social son inseparables, no pueden ser reducidas una a la otra
(Castoriadis, C: 1975).
Existen elementos que los diferencian y otros que los unen, constituyéndose de este modo
en una tensión que es necesario sostener para una reflexión que contemple la totalidad de
la problemática con la que se vaya a trabajar.
Espacio científico-académico
Esta polémica académica-doctrinaria a través de la historia, implica la necesidad de
elucidación crítica, desconstruir dos ficciones:
La ficción del individuo que impide pensar cualquier plus grupal;
La ficción del grupo como intencionalidad que permite imaginar que el plus grupal
radicaría en que ese colectivo –como unidad- posee intenciones, deseos o
sentimientos.

Territorio, ámbito y campo

Nos referiremos a las condiciones de surgimiento de estas tres nociones, no para


solidificarlas; hasta aquí territorio, hasta aquí ámbito, hasta aquí campo, sino para ver que

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en realidad no existen como categorías puras, todo lo contrario, se hallan en constante
interpenetración y movimiento, a veces territorio, a veces ámbito, a veces campo.
La palabra territorio remite a “porción de la superficie terrestre perteneciente a una
nación, región, provincia, etc. || 3. Circuito o término que comprende una jurisdicción, un
cometido oficial u otra función análoga. || 4. Terreno o lugar concreto, como una cueva, un
árbol o un hormiguero, donde vive un determinado animal, o grupos de animales
relacionados por vínculos de familia, y que es defendido frente a la invasión de otros
congéneres.” (Real Academia Española, 2001: 2165)
Vemos que se sugiere soberanía y delimitación precisa de una cierta porción de
realidad que está sujeta a formaciones instituidas de gobierno que la rigen y administran, y
que por tanto reivindican autonomía e independencia de acción sobre ella. Metáfora que
nos sitúa en la perspectiva de pensar las disciplinas invariablemente ligadas al territorio,
ejerciendo poder, soberanía, dominación y exclusión de todo aquello que le es ajeno
(“otros congéneres”)
La noción de territorio es tributaria a una concepción epistemológica positivista
propia de la modernidad, la que erige a las disciplinas como organizadoras del
conocimiento, y en términos globales de una cosmovisión del mundo regida por la primacía
de la razón y el progreso permanente y lineal. Es en este sentido donde advertimos que en
todo acto de conocimiento que contempla un objeto a conocer y un sujeto cognoscente se
concibe en compartimentos estancos, fragmentados.
La modernidad pone el énfasis en la razón como valor último, desplazando en este
sistema de conocimiento a la emoción del sujeto cognoscente. La emoción en este
universo se percibe como interferencia u obstáculo ya que le estaría quitando el estatuto
científico a ese conocimiento, por lo tanto en este momento la implicación queda colocada
en el lugar de lo impensado.
Queda entonces excluida la posibilidad de que el sujeto se interpele por las
circunstancias involucradas en la acción particular de conocer, lo que estaría obturando la
capacidad del pensar en relación a lo que se hace, así como en relación al saber cómo se
piensa en ese hacer.
El sujeto que ejerce la acción de intervenir con la disposición de conocer es en este
caso el técnico, y se ubica separado del recorte de realidad que define como su objeto de
estudio.
Objeto formal y abstracto que es medible, reproducible, cuantificable, autónomo, no
contradictorio y univoco y que se halla desligado de un sujeto cognoscente, que a su vez
tiene las características de ser a-histórico, aséptico, trascendente y que en su
interpretación de la realidad buscara verdades ultimas regidas por la obtención de una
pretendida objetividad. Clara primacía de la lógica de lo uno e imposibilidad de considerar
lo múltiple que conllevaría la inclusión en el acto cognitivo de aproximaciones a otros
campos disciplinarios.

Noción de ámbito
La noción de ámbito tal cual la plantea José Bleger en “Psicohigiene y psicología
institucional” en los años 60 es una categoría que aunque por momentos remite al
disciplina miento propio del territorio, por otros, tiene la capacidad de abrir el abanico a

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nuevas prácticas psicológicas que muestran atisbos rupturistas. Estos involucran una
ampliación de los lugares de intervención del psicólogo, al tiempo que promueven el
desarrollo de nuevos modelos conceptuales. Es por ello que desde una perspectiva actual
lo entendemos como una categoría bisagra, entre la noción ya referida de territorio y la que
trabajaremos más adelante de campo.
José Bleger era médico, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)
docente universitario y discípulo de E. Pichón Riviere, por lo que toma de él, entre otros
aportes, el de epistemología convergente “según la cual las ciencias del hombre
conciernen a un objeto único: “el hombre-en-situación‟ susceptible de un abordaje
pluridimensional. Se trata de una intercadencia, con una metodología interdisciplinaria, la
que funcionando como unidad operacional permite un enriquecimiento de la comprensión
del objeto de conocimiento y una mutua realimentación de las técnicas de aproximación al
mismo.” (Pichón Riviere, 1985: 12)
Bleger convoca al psicólogo al trabajo en salud pública y en el espacio público en
general, interrogando fuertemente las practicas hegemónicas en psicología que tenían
lugar en la época y que eran principalmente la del profesional liberal, psicoanalista,
trabajando desde la enfermedad y en forma individual en el consultorio privado. Es así que
plantea que “El psicólogo clínico debe salir en busca de su „cliente‟: la gente en el curso de
su quehacer cotidiano.” (Bleger 1991: 37)
Manifiesta que es preciso desarrollar nuevos instrumentos conceptuales,
dispositivos de intervención y una concepción de trabajo en equipo interdisciplinario.
También relaciona estrechamente la práctica con la investigación, donde la primera ya no
es una mera aplicación de la técnica, y es aquí donde observamos que se ve influenciado
por la metodología de investigacion-accion de Kurt Lewin. Y esto le permite plantear que la
práctica no está subordinada a la investigación sino que es su centro, y siendo
consecuente con ello, critica al modelo medico asistencial disociado de la investigación, al
tiempo que busca interrogar las practicas psicológicas de la época, ampliando los ámbitos
de intervención a la vez que los modelos conceptuales.
La noción de ámbito a veces aparece referida a un lugar físico y otras como modelo
conceptual. A lo largo de “Psicohigiene y Psicología Institucional” por momentos refiere al
ámbito como lugar de trabajo entendido empíricamente (individuos, grupos, instituciones y
comunidades) y es ahí cuando lo encontramos más cerca de la noción de territorio antes
trabajada y de un paradigma positivista, ya que estaría posicionado desde una lógica del
objeto discreto. De todas formas creemos que intenta hacer un movimiento para salirse de
esta restricción al establecer en su esquema la siguiente distinción.
Es en este sentido que nos permite pensar que la psicología social no se encuentra
definida ni por el número de personas con las que se trabaja, ni por el lugar donde se
trabaja, sino por el enfoque con el que se trabaja. Por ello entendemos que la mayor
potencia del término ámbito se encuentra cuando la referencia al mismo es en términos de
modelo conceptual, donde el ámbito “…comprende la extensión o amplitud particular en
que los fenómenos son abarcados para su estudio o para la actividad profesional.” (Bleger
1991: 51-52)
Bleger propone una inflexión respecto al modelo conceptual predominante, que
estaba centrado en las disciplinas, con alto nivel de especificidad y bien delimitadas unas

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de otras. En dicho modelo al individuo debía abordárselo con teoría y técnica de alguna
rama de la psicología individual, sea esta psicoanalítica o cognitivo comportamental, por
nombrar dos; igualmente con un grupo, al que debía tratárselo con teoría y técnica de
grupos, y lo mismo con los otros espacios demarcados (instituciones y comunidades), pero
siempre manteniendo la relación entre el recorte espacial y la teoría y la técnica que para
dicho ámbito se había gestado.

Noción de campo
Lo que nos sugiere la noción de campo antes que nada, es que no estamos ante un
objeto discreto con las cualidades que les son propias y que se constituyeron como tales
en el encuentro con una forma de posicionamiento epistémico del sujeto cognoscente. Al
decir de Ana Mª. Fernández y Juan C. De Brasi “campo que rescata lo diverso como
aquello que agrupa lo discontinuo, sin cultivar lo homogéneo” y que nos ubica en una
concepción epistemológica de la complejidad “que implica una nueva manera de
pensarnos a nosotros mismos, la ciencia que producimos y el mundo que construimos
gracias a nuestras teorías y nuestra capacidad creativa.” (Dabas & Najmanovich, 1995: 62)
Nos apartamos de la lógica del objeto discreto, dejamos atrás el pensamiento lineal
de causa-efecto, pudiendo pensar desde la paradoja y lo discontinuo. Nos posicionamos
desde una epistemología que incluya lo transdisciplinario.
Poniendo a consideración el dualismo sujeto-objeto, al ejercer sobre este par
dicotómico una mirada crítica desde esta perspectiva concluimos que ya no es sujeto
cognoscente y objeto a ser conocido.
Ya no marco teórico ni disciplina, la tarea propositiva entonces apunta al
desdisciplinamiento de los cuerpos disciplinarios, cuestión que implica incurrir en
procedimientos complejos y que están encaminados hacia una elucidación critica, la que
podríamos descomponer siguiendo a Ana Ma. Fernández en tres grandes líneas:
“desnaturalizar los dominios de objeto instituidos sin por ello invalidar los conocimientos
que ellos han producido y producen. […] deconstruir las lógicas desde donde han operado
sus principios de ordenamiento, [y] genealogizar, o al menos realizar algunos rastreos
genealógicos que permitan interrogar los a priori desde los que un campo de saberes y
practicas ha construido sus conceptualizaciones.” (Fernández, 2007: 28)

RESUMIENDO: La psicología Social DESDE UNA EPISTEME CLÁSICA


Tiene un objeto discreto sobre el cual trabaja.
Se trabaja con un método científico.
Propone explicar los fenómenos.
Se intenta establecer relaciones de causalidad, lineales.
Está sustentada en la escisión objeto-sujeto.

La Psicología Social DESDE UNA EPISTEME CONTEMPORÁNEA


Actualmente pensamos más en un objeto complejo que permita abordar esa complejidad.
Con un método de pensamiento crítico, colectivo, vinculante, que dé cabida a las
variaciones y lo heterogéneo.
Trabajando con cuerpos de conocimiento que intentan comprender más que explicar.

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Trabajando la multiplicidad como producción.
En estas nuevas perspectivas el sujeto requiere ser incluido en el trabajo y esto hace la
necesidad del análisis de la implicación.
Pensar desde un campo de problemas -y no desde una disciplina de objeto discreto- lo
adecuado es trabajar con una caja de herramientas, y no con un marco teórico a aplicar.
Lo disciplinario, lo interdisciplinario y lo transdisciplinario.
El desafío es advertir como eso que enuncio epistemológicamente, metodológicamente,
tenga consistencia y no sea un simple pachwork de teorías.

Subjetividad
Pensamos la psicología social desde una perspectiva de pensamiento crítico, un campo
de saberes y practicas sobre algo que podemos denominar LA PRODUCCION DE
SUBJETIVIDAD, la cual no se refiere al sujeto, sino a las modalidades colectivas del
pensar, sentir, actuar, que se construyen en determinados contextos
sociohistóricos. La pensamos más que como un cuerpo teórico, como un campo de
problemáticas, un campo de conocimientos.

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