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INTERCULTURALIDAD Y TRABAJO SOCIAL

INTRODUCCIÓN

De un tiempo a esta parte, dentro del que hacer del Trabajo Social, se ha instaurado una discusión,
que cabe situarla pos re-conceptualización respecto a la identidad profesional, estableciendo
algunos a la profesión como parte de las disciplinas científicas inmersas en las ciencias sociales. A su
respecto, el Trabajo Social en sí no cabe dentro del espectro de disciplinas del área social, pues más
allá de cualquier teoría al respecto, éste como profesión no ha sido capaz de establecer un objeto
determinado, atingente al quehacer profesional, que se separe, o que se diferencie por completo de
otras disciplinas, como la sociología por ejemplo. El hecho de que en variados equipos
multidisciplinares, exista presencia de un profesional del Trabajo Social, no ha de ser más que darle
el carácter disciplinar a la profesión, pero encasillarla como disciplina propiamente tal.

Como resultado de esa discusión, se ha conseguido y se rescata, el vínculo que se ha establecido sí


con otras disciplinas y como se ha abierto a nuevos campos de interacción. De ahí encontramos
Trabajo Social y Educación por ejemplo, y otras diversidades de nuevos focos o áreas de intervención,
competentes también a la profesión.

Al entender de quien esgrime estas líneas, más allá de establecer o discutir respecto a si se es o no
disciplina, o desde qué enfoque epistemológico mirar la profesión y sus prácticas, se hace más
urgente establecer, o mejor dicho, descubrir los nuevos campos de la acción profesional, vale decir,
mirar la realidad social en función de delimitar nuevas áreas de intervención. Mirar la cuestión social
en los nuevos escenarios de la globalización y de la economía de libre mercado, mirar los nuevos
contextos de la cuestión social, compete también remirar el Trabajo Social respecto a su quehacer,
no respecto a su ser, pues la profesión sabe en sí lo que es, pero por parte de los pensadores o
filósofos de la profesión, o en palabras de Aquí, desde la academia, existen sectores que no lo
reconocen, o se reúsan a aceptarlo.

Dentro del proceso de globalización, muchas barreras se han abierto, con el muro de Berlín, cayeron
también diversas fronteras del ámbito económico, político, social y también cultural. No deja de
haber facilitado el diario quehacer del hombre, y haber otorgado mayores índices de calidad de vida,
al momento en que el tiempo se hace escaso y las tareas aumentan. En este contexto, muchas
culturas y movimientos han salido a la luz pública, clamando un espacio libre de todo prejuicio,
reclamando derechos e igualdad de oportunidades, dentro de un sistema que se ha destacado por
las inequidades y desigualdades que presenta.

En ese respecto, a modo de consecuencia, no está demás cuestionarse si al Trabajo Social de hoy, ¿le
compete mirar como campo de acción profesional, o como objeto de intervención, los desafíos de la
interculturalidad?

En el cuerpo de este ensayo, se pretende argumentar de manera académica, con referencias


bibliográficas, la respuesta que se establecerá en la conclusión de éste.
MARCO REFERENCIAL

En función de la pregunta planteada, cabe en primera instancia, a fin de dar una oportuna y adecuada
respuesta, plantearse lo que se entiende por interculturalidad, y cuáles son los desafíos que le
competen hoy. Cabe situarnos en el concepto de multiculturalidad, entendido como la variedad de
culturas humanas existente en la sociedad, para hablar de interculturalidad como tal. Así toma
sentido la interculturalidad, si se le mira como la interacción respetuosa y cordial que debiera darse
entre ellas.

El sin número de grupos humanos que tiene rasgos, costumbres, creencias, manifestaciones, etc. Por
un tema natural tiende a relacionarse con otros grupos, con otras culturas de características similares
o no. La globalización, la rapidez comunicacional de la que se es testigo hoy, ha marcado un hito no
menor en este respecto, donde las culturas se presentan al mundo entero por diversos canales. Es
en este contexto donde se enmarca la posibilidad de entrometerse en el tema, desde el Trabajo
Social, como un nuevo foco de análisis y de intervención.

Según Hopenhayn (2000), La globalización trae consigo una mayor conciencia de las diferencias entre
identidades culturales, sea porque se difunden en los medios de comunicación de masas, se
incorporan al nuevo imaginario político difundido por ONGs transnacionales, o se intensifican las olas
migratorias; o sea porque hay culturas que reaccionan violentamente ante la ola expansiva de la
"cultura-mundo" y generan nuevos tipos de conflictos regionales que inundan las pantallas en todo
el planeta. De este modo, aumenta la visibilidad política del campo de la afirmación cultural y de los
derechos de la diferencia.

Este proceso que mostraba grandes ventajas y oportunidades, al parecer las haría factibles a un costo
social no menor, o si se le quiere llamar de otra manera, en situaciones desiguales para la población.
En este sentido, siguiendo la lógica en la que contextualizamos el tema, Milka Castro, nos dice que
ésta responde a "una fase particular de la historia del imperialismo, o mejor dicho la globalización
del modo capitalista que se ha expandido por el universo, en la práctica ha demostrado no tolerar
alternativas culturales". (2004:8).

Sin querer, se espera, nos aparece el sistema capitalista como un punto en contra del tema, como
una piedra de tope respecto a la interculturalidad, si se toma obviamente la idea de Castro, pero será
tan así. No es tema de este ensayo, pero cabe en el momento que se contextualiza los desafíos que
se presentan hoy para la interculturalidad, más aun si se pretende vincularle con el Trabajo Social,
pues por más que se niegue, o no se quiera aceptar, la génesis del Trabajo Social como profesión, se
enmarca en el desarrollo del capitalismo como modo de producción, a fin de, entre otras cosas,
atenuar y subsidiar fenómenos sociales que se desprenden del sistema como disfuncionalidades. Si
se le mira entonces detalladamente, se van esclareciendo puntos, que poco a poco, permitirán
responder la pregunta de éste escrito.

Hoy en día, el tema de las relaciones entre las culturas, vale decir, el tema de la interculturalidad,
toma revuelo en el acontecer socio-político, por cuanto de una manera u otra los pueblos han ido
tomando conciencia de los abusos en su contra, de las violaciones que se les ha cometido respecto a
sus derechos y patrimonio, en función de lograr la denominada "modernización", concepto con el
cual, utilizando un coloquio bastante vulgar, se vendió el neoliberalismo a América Latina. Es gracias
a la Modernización y su irrupción en Latinoamérica que hoy hablamos de interculturalidad, pues si
tomamos la realidad en la que se enmarca el continente, de un tiempo a esta parte, toda la riqueza
patrimonial, cultural y ancestral de las comunidades indígenas de las que poco quedan ya, hoy se ha
transformado en el símbolo más emblemático de esta "modernización", en grandes y prósperas
industrias de materias prima, para aportar a lo que el sistema demanda, y entrar a la división social
del trabajo que nos proponía Durkheim, dudando sí era de esta manera, de acuerdo al libre juego de
la oferta y la demanda.

Está en lo anteriormente descrito, una de los conflictos interculturales que caracteriza a América
Latina, pues según Fidel Tubino, en Castro (2004), "La causa medular de los conflictos interculturales
en nuestro continente contiene elfracaso de la manera como la Modernidad se insertó en nuestro
continente y a los impasses que han generado los procesos de modernización social" (pp. 83-84).
Fracaso relacionado con la inequidad e injusticia social que se ha desarrollado de un tiempo a esta
parte, gracias a la "modernización" del Tercer Mundo, cuando en el fondo más que modernizarlo, se
pretende utilizarlo.

Analizando el tema de la interculturalidad, y al momento de revisar bibliografía, aparece en todas


partes, de una u otra manera, con mayor o menor énfasis, el tema del otro y de la empatía, y para el
análisis de la interculturalidad, se creen necesarios, por lo menos, por este autor.

Aflora aquí la empatía, en la medida en que se pudiese ubicar de manera ficticia obviamente en la
realidad de otros que a veces no se considera como otros, sino como extraños, raros y por ende
excluidos. El tomar una postura así en nuestra propia realidad, no parece extraño por cuanto somos
educados y socializados para lo normal, definido desde patrones culturales occidentales, cristianos,
y marcados por el patriarcalismo en una sociedad sustentada en el cálculo y la ganancia.

Según Hopenhayn (2000),"La tolerancia frente al otro es más apremiante porque la auto-recreación
se ha vuelto una opción inminente. Al viejo tema del respeto por el otro se acopla, no sin conflicto,
la nueva aventura de mirarnos con los ojos del otro. Y entrar en esa mirada del otro me hace a mí ser
otro respecto de mí".

De ahí, se puede desprender que la empatía como tal, entendida como el ponerse en el lugar del
otro, se convierte en una utopía difícil de alcanzar.

Entonces ¿cómo se hace para establecer el diálogo intercultural en el multiculturalismo? La respuesta


se encuentra en esta oportunidad, en las palabras de León Olivé, quien en uno de sus aportes al tema,
en el texto editado por Castro (2004), apela a un diálogo racional entre los sujetos que sean capaces
de razonar, vale decir, entre los seres humanos desde la pluralidad de razonamientos que existen en
esta pluralidad de culturas y pueblos presentes en la sociedad. Toma como ejemplo y referencia la
génesis de los Derechos Humanos que Ernesto Garzón Valdés sostiene;

"En la génesis de los Derechos Humanos, tal como fueron formulados por quienes comprendieron la
necesidad de contar con una base ética mínima que hiciera posible la convivencia pacífica entre
culturas diferentes, está la idea de que todo ser humano racional tiene que aceptar dos proporciones
centrales: el derecho a la autodefensa y la prohibición de dañar arbitraria o innecesariamente a sus
semejantes" (Garzón Valdés, 2000:204, citado por Olivé, en Castro 2004:57).

En consecuencia, queda de manifiesto que la posibilidad del diálogo intercultural es posible y se hace
necesario, más aun si se mira la realidad Latinoamericana y Chilena, donde el problema radica en el
reconocimiento, validación y aceptación de los pueblos indígenas originarios en el territorio, de los
cuales se hereda una historia importantísima y valiosa; historia que de una u otra manera ha sido
dañada y que hoy ellos claman revivir y reconstruir, pero que al parecer, las situaciones de
gobernabilidad amparadas por el modelo económico no estarían permitiendo.

En este sentido, cabe mencionar lo que Álvaro Bello Maldonado señala dentro de un texto editado
por Solange Cárcamo, académica de la UC de Temuco en el 2009, donde hace una diferenciación de
periodos pos dictadura militar, señalando que desde Aylwin hasta Frei, por ejemplo: La fórmula era
dar continuidad a las políticas económicas de la dictadura pero incorporando los principios básicos
de la propuesta cepaliana de la "transformación productiva con equidad", que ponía el acento no
solo en el modelo que emergió con el Consenso de Washington, sino que con un sesgo más social,
distributivo y equitativo que tendría como meta fundamental la superación de la pobreza. (p.39).

Señala también que en el gobierno de Ricardo Lagos, se aboga a "la contención política destinada a
dar gobernabilidad a un modelo económico,… que excluye la participación política de aquellos que
se oponen a éste o de quienes ven salidas alternativas, no disruptivas" (p.39). Resumiendo, queda a
interpretación de, que existe sectores, que como se ha señalado anteriormente, han sido violentados
por un modelo económico, que apunta al desarrollo, a los cuales sólo se les ha controlado y atenuado
el tema. Vale decir, en función de la temática en cuestión, que la situación de los pueblos indígenas,
enmarcada en el tema de la interculturalidad, ha quedado como mera retórica política desde la
implementación del neoliberalismo.

Por tanto, el tema intercultural en Chile y Latinoamérica en general, claramente se presenta como
un problema social relacionado a la exclusión social, donde a fin de la consolidación de la economía
de libre mercado y del desarrollo económico, se ha atenuado una demanda social de reconocimiento
e igualdad de derechos culturales, entre otros, de parte de quienes antecedieron al historia y que
hoy se mantienen en una, al parecer interminable, lucha y protesta por ellos.

METODOLOGÍA:

La metodología de este ensayo será vivencial y reflexiva incorporando la reflexión desde el sujeto
que aprende hasta el profesional que interviene con Diversidades Sociales desde una perspectiva
intercultural crítica y de colonial.

Cada sesión comenzará con el saber previo de estudiantes y con técnicas de reflexión personal de
índole intercultural.
La teoría será abordada mediante lecturas de autores básicos y sugeridos por los docentes y por los
estudiantes también.

ANALISIS

Construir ciudadanía es la tarea más importante que nos compete. En un país donde la mayoría de
los ciudadanos y las ciudadanas están en situación de pobreza, donde nos negamos
sistemáticamente a reconocer que el racismo y la discriminación cultural que campean en la vida
cotidiana- son expresiones privilegiadas de fracturas de identidades fundacionales, sólo
construyendo interculturalidad se puede cambiar el rumbo de los acontecimientos. Se nos ha
enseñado, y muy bien, que la pobreza es fundamentalmente ausencia de libertades (no sólo de
recursos) y que no se combate con políticas de tutelaje sino al revés, construyendo ciudadanía y
fortaleciendo la inclusión cultural.
La educación ciudadana no debe convertirse en una nueva estrategia subrepticia de
homogeneización de las diferencias y de pasiva asimilación cultural. Las diferencias culturales no son
ni deben ser entendidas como un obstáculo para el ejercicio de la ciudadanía. No hay una sino
muchas maneras de ser ciudadanos y de entender lo que ello implica. La ciudadanía se concibe de
muchas maneras. Todas las culturas poseen concepciones de la dignidad humana, pero no todas la
conciben en términos de derechos humanos. Por otro lado, no se puede establecer a priori una
jerarquía de concepciones de manera imparcial. Todas las culturas son incompletas y problemáticas
en sus concepciones de la dignidad humana.
La educación ciudadana debe ser para todos indígenas y no indígenas pero no debe ser la misma para
todos. Debe ser diferenciada, significativa y adaptada a las características culturales de los
educandos. Y además de ser pertinente y significativa, debe ser intercultural.

El Viceministerio de Interculturalidad es el responsable de formular políticas, programas y proyectos


que promuevan la interculturalidad, como principio rector, para fomentar y garantizar los derechos
y el desarrollo integral de los grupos culturalmente diversos del país, y construir una ciudadanía que
reconozca, respete y se enriquezca de la interacción con la diversidad cultural.

Entre las funciones y objetivos del Viceministerio de Interculturalidad se incluye la capacidad y


responsabilidad de generar mecanismos para difundir la práctica intercultural, y para evitar cualquier
tipo de exclusión y discriminación.

DISCUSION

La interculturalidad no se refiere tan solo a la interacción que ocurre a nivel geográfico sino más bien,
en cada una de las situaciones en las que se presentan diferencias. Hay que tener en cuenta que la
interculturalidad depende de múltiples factores, como las distintas concepciones de cultura, los
obstáculos comunicativos, la carencia de políticas estatales, las jerarquías sociales y las diferencias
económicas. Además de acuerdo a la perspectiva con la que sea observada puede entenderse de una
u otra forma. Por ejemplo, si se analiza el concepto desde la ética podemos descubrir que la forma
en la que se involucra en el enraizamiento de los valores sociales es a través de la promoción del
respeto de la diversidad, donde cada persona tiene derecho a ser como desea y el mismo paradigma
vale para los colectivos. La ética intenta inculcar valores afines para construir sociedades
democráticas, integradas y donde la armonía sea protagonista de la interacción social.
La interculturalidad está sujeta a muchos conceptos visibles y variables como:
cultura, diversidad, hegemonía cultural, política y económica de países y regiones, obstáculos
comunicativos como el idioma y la diversidad lingüística, políticas integradoras e integracionistas de
los Estados, jerarquizaciones sociales, sistemas económicos exclusionistas y que sustentan
hegemonías ideológicas mediante la discriminación y la acción política de menoscabo de las
identidades nacionales, así como diferentes niveles de desconocimiento entre grupos culturales de
los mecanismos sociales y políticos para el ejercicio de derechos civiles y diferencias en el ejercicio
pleno de las personas, de los derechos humanos y de género.
El concepto de interculturalidad apunta a describir la interacción entre dos o más culturas de un
modo horizontal y sinérgico. Esto supone que ninguno de los conjuntos sociales que establecen un
contacto intercultural, se encuentra por encima de otro, en condiciones de supremacía en relación
con el otro, como condición que favorece la integración y la convivencia armónica de todos los
individuos. Cabe resaltar que este tipo de relaciones interculturales supone el respeto hacia la
diversidad; aunque es inevitable el desarrollo de conflictos, éstos se resuelven a través del respeto,
el diálogo y la concertación.
Pese a que la idea de interculturalidad desde la globalización nació hace relativamente pocono
fueron pocos los investigadores de la comunicación, la antropología, la sociología y el marketing que
han trabajado sobre el concepto. La noción se diferencia del multiculturalismo y del pluralismo por
su intención directa y su accionar propositivo de promover el diálogo y el acercamiento entre
culturas.
Los estudios interculturales son aplicados en el ámbito de la educación, la promoción de los derechos
humanos, la relación con los grupos étnicos, la perspectiva de género, la mercadotecnia y en el diseño
de políticas públicas en países y regiones multiculturales, aunque su potencial de aplicación puede
tocar casi todos los ámbitos de la actual actividad humana de desarrollo. Según Almaguer, Vargas y
García (2009), la interculturalidad en un proceso para la gestión de ciudadanía para el siglo XXI y tiene
antecedentes en los modelos de comunicación de masas en los Estados Unidos en la década de 1950
además de las teorías de comunicación intercultural, desarrolladas por investigadores como Miquel
Rodrigo Alsina, en la Universidad Autónoma de Barcelona, en España. Otros elementos presentes en
los modelos y los procesos de gestión intercultural en la región sudamericana, son los desarrollados
por los pueblos indígenas sudamericanos en sus luchas reivindicativas, como las propuestas y
estrategias de los pueblos Mapuches en Chile y las poblaciones indígenas en Bolivia, Perú, Colombia
y Ecuador, así como los modelos autonómicos de la RAAN y la RAAS en la Costa Atlántica de
Nicaragua, que han sido planteados por estudiosas como Myrna Cunninham y Alta Hooker. Según
Tomás R. Austin Millán "La interculturalidad se refiere a la interacción comunicativa que se produce
entre dos o más grupos humanos de diferente cultura. Si a uno o varios de los grupos en interacción
mutua se les va a llamar etnias, sociedades, culturas o comunidades es más bien materia de
preferencias de escuelas de ciencias sociales y en ningún caso se trata de diferencias
epistemológicas".
Toda cultura es básicamente multicultural, es decir, se ha ido formando, y se sigue formando, a partir
de los contactos entre distintas comunidades de vidas que aportan sus modos de pensar, sentir y
actuar. Evidentemente los intercambios culturales no tendrán todas las mismas características y
efectos. Pero es a partir de estos contactos que se produce el mestizaje y la hibridación cultural.
CONCLUSIONES

En función de lo anteriormente señalado, se encuentra un campo de acción profesional para el


Trabajo Social en el tema de la interculturalidad, que al parecer poco interesado a los profesionales
del área, o del cual poco se ha indagado.

Toma parte hoy del quehacer de la sociedad, y se inmiscuye en los nuevos contextos y escenarios de
la Cuestión Social el tema del diálogo intercultural tanto en Chile como en Latinoamérica,
comunidades muy ricas en culturas ancestrales, con una historia valiosa relacionada, entre otras
cosas, al multiculturalismo. Por tanto cabe entonces delimitar un campo de intervención que hoy nos
reclama por un espacio de justicia social para la diversidad.

Si bien se ha desarrollado el tema, con una clara y marcada vinculación al conflicto indígena en la
comunidad de América Latina, cabe mencionar también, que dentro de la diversidad no sólo
encontramos interesantes pueblos indígenas, también existen temas pendientes que tienen relación
con "nuevos" movimientos culturales desarrollados con mayor fuerza en este último tiempo,
hablemos de los últimos 35 años donde las diferencias de género los adultos mayores, los jóvenes,
los migrantes, el movimiento homosexual, por nombrar algunos, están también clamando por ser
valorados, reconocidos y aceptados dentro de la sociedad. Si bien se puede decir que no son culturas
diferentes, se puede decir también entonces, que son grupos humanos, diferenciados dentro de la
sociedad por un motivo o causa en particular, lo que les ha motivado a reunirse y agruparse, para
reclamar espacios dentro de la sociedad en la que se desarrollan, de la cual son excluidos,
simplemente por estar fuera de los patrones aún vigentes, es decir, del para mi entendido neo-
occidentalismo capitalista.

En este respecto, Claudia Aab, María de los Ángeles Brusco y Rita Cristina Rodríguez, citando a
Kisnerman, señalan por ejemplo:

"El Trabajo Social tiene un papel importante dados sus permanentes contactos con los sectores
populares, fijándose como objetivos, transformar la multiculturalidad en interculturalidad,
desarrollándose procesos de encuentro y de comunicación entre las personas y grupos diferentes y
de integración." (Castro M, et. al, p.181)

Sin bien la cita anterior se enmarca en un artículo cuyo eje está centrado en la situación de los
migrantes en Argentina, queda de manifiesto que el tema de la interculturalidad es competente al
quehacer del Trabajo Social.

Por tanto, a entender del autor de éste ensayo, más que delimitar respecto a la identidad del Trabajo
Social, discutiendo enfoques epistemológicos para ver se es disciplina o profesión, cabe introducirse
en el análisis de los nuevos contextos donde se enmarca la Cuestión Social, revisar los nuevos
escenarios donde esta se desarrolla, para delimitar nuevos focos de intervención, como el que se ha
descrito en este escrito, el de la interculturalidad.
BIBLIOGRAFÍA

Cárcamo S, (2009) Justicia Social y Diversidad, Articulación desde una perspectiva intercultural
Temuco, Chile, ediciones Universidad Católica de Temuco.

Castro-Lucic M, (2004) Los Desafíos de la Interculturalidad: Identidad, Política y Derecho Santiago,


Chile, Edita: Programa Internacional de Interculturalidad, Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo,
Universidad de Chile.

Castro M, Rubio N, Ponde G, Jasse M, Bottini M, Aab C, Brusco M, Rodriguez R, Santillán R, Ventura
M, Facol A, Valli A, Aguilar G, Garmendia O, Compan A, Commisso M, Alvarez E, García S, Ray E, Torres
E. (2002) Trabajo Social de Hoy: Experiencias de campo e intervenciones profesionales Buenos Aires,
Argentina, Espacio Editorial.

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