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La realidad desde un observador

En términos informáticos, procesar un entorno virtual completo es algo prácticamente


imposible, ya que si estamos hablando de una simulación virtual de características como
nuestro universo, sería imposible. Es por eso que todo gira alrededor de la mente consciente
de cada observador. Definiremos como observador, a cualquier consciencia inteligente
capaz de percibir y estudiar el entorno, es decir, tu, yo, o cualquier ser humano o individuo
inteligente existente. Ahora la cuestión, ¿como se podría procesar un universo tan grande?,
sencillo, como ejemplo podemos tomar el conocido videojuego Minecraft, y muchos otros
que utilizan el mismo procesamiento. Lo más efectivo sería solamente ejecutar la realidad
del entorno donde y cuando se encuentra el observador. Es decir, que este se ejecuta a
medida que el observador interactua con su entorno más inmediato, ya que no tendría
sentido ejecutar porciones del universo no necesarias para el observador.

Todos lo hemos pensado alguna vez: ¿esto es real? ¿Cómo sé que todo cuanto veo, toco y
hago no está regido por alguna fuerza superior? ¿Podría acaso ser sólo un cerebro en un
laboratorio de pruebas?

Estás preguntas podrían tener mucho más sentido del que creemos. El científico Rich
Terrile, director del Centro de Computación Evolutiva y Diseño Automatizado de la
NASA y una eminencia en planetas extrasolares, no sólo piensa que crear realidades
simuladas será posible en el futuro, sino que nosotros podríamos estar viviendo en una.

Resulta inquietante pensar que vivimos en una suerte de Matrix (pero sin gente guapa ni
tiempo-bala) o una especie de Sims a escala planetaria, pero puede ser perfectamente real.
Según Rich Terrile existen algunos indicios, en concreto tres, que podrían demostrar esta
teoría.

Primero, que el universo se rige por reglas matemáticas. ¿No resulta muy extraño que
algo tan aparentemente caótico como la física y la gravedad se rija por leyes razonables,
predecibles y, por tanto, computables? Lo decía Einstein: “lo más incomprensible del
universo es que sea comprensible”.

Segundo, existe una unidad de medida mínima. Los avances científicos han sido
incapaces de reducir la materia por debajo de los quarks y leptons, partículas inmensamente
pequeñas que componen los elementos del átomo. Si hemos llegado “al píxel”, significa
que nuestro universo es finito y por tanto alcanzable.

Tercero y último, nuestra percepción del entorno inmediato funciona exactamente


igual que la simulación de escenarios en videojuegos. Es decir, percibimos exactamente
lo que tenemos delante hasta una determinada distancia, que el resto de elementos se van
pregenerando a medida que nos movemos mientras que los que vamos dejando atrás
desaparecen. Como si nos moviéramos en un enorme sandbox que fuera nuestra propia
vida.

Rich Terrile se encuentra escribiendo un libro (aún sin título) sobre estos fenómenos. El
científico opina, basándose en la Ley de Moore, que dentro de 10 a 30 años los seres
humanos seremos capaces de simular algo parecido a un cerebro artificial. Es más, que
una sola máquina tendrá capacidad para simular la existencia de decenas de miles de estas
conciencias ilusorias.

Terrile llega más allá, disertando sobre la figura de Dios, quien debería ser un creador
capaz de definir y modificar las leyes físicas y el entorno que nos rodea, igual que un
programador de videojuegos.

De hecho, el ser humano podría convertirse en Dios y conciencia, si realmente terminamos


siendo capaces de reproducir simulaciones conscientes de otros seres, que a su vez podrían
terminar creando otros a su vez. Es más, esto ha podido suceder ya.

Así que…¿cómo podemos saber que no vivimos en una realidad construida y monitorizada
por seres superiores, que a la vez han sido creados en otro plano por encima y por encima, y
por encima?

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