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Trigésimo Quinta edición enero-marzo 2018

MENORES EXPUESTOS A
VIOLENCIA DE GÉNERO
ANA ROSSER LIMIÑANA
Doctora en Psicología.
Profesora de la Universidad de Alicante. Departamento
de comunicación y psicología social.
Directora del grupo de investigación en Intervención
psicosocial con familias y menores de la Universidad de
Alicante (IPSIFAM)

Curso válido para solicitar ser reconocido como miembro acreditado


de las Divisiones de Psicología Clínica y de la Salud, Psicología
Educativa, Psicología de la Intervención Social y Psicoterapia

ISSN 1989-3906
Contenido

DOCUMENTO BASE ........................................................................................... 3


Menores expuestos a violencia de género

FICHA 1 ........................................................................................................... 29
Violencia de género y protección de menores: ¿Qué dicen los datos?

FICHA 2 ................................................................................................................................. 32
Objetivos de la intervención psicológica con menores expuestos a violencia de género
Consejo General de la Psicología de España

Documento base.
Menores expuestos a violencia de género
ÍNDICE:

1. Introducción
2. Cómo afecta la violencia de género a los menores
3. La intervención con menores expuestos a situaciones de violencia de género.
3.1. La prevención de las repercusiones de la exposición a la violencia de género en los menores.
3.2. La intervención con menores expuestos a violencia de género.
3.3. La intervención psicológica con menores expuestos a violencia de género.
3.4. La coordinación interinstitucional
3.5. El papel de los adultos próximos al entorno del menor.
3.5.1. Fichas orientativas
Ficha 1: Hallazgos sobre menores expuestos a violencia de género en España.
Ficha 2: Impacto de la violencia de género en los menores.
Ficha 3: Signos de que un menor está teniendo dificultades.
Ficha 4: Qué se puede hacer desde la escuela
Ficha 5: Cómo actuar si el niño/a le relata situaciones de violencia de género experimentadas en casa.
Ficha 6: Dónde acudir si la situación se agrava .

1. INTRODUCCIÓN
Sin duda, la violencia de género es una lacra social que afecta a las víctimas pero también a la sociedad en su con-
junto. En su análisis es necesario ampliar la mirada, tener en cuenta que muchas de estas mujeres son a su vez ma-
dres.
De hecho, la Macroencuesta sobre violencia de género de 2015 realizada por el Ministerio de Sanidad, Servicios So-
ciales e Igualdad, señala que:
4 Del total de mujeres que sufren o han sufrido violencia física, sexual o miedo de sus parejas o exparejas y que tení-
an hijos/as en el momento en el que se produjeron los episodios de violencia, el 63,6% afirma que los hijos e hijas
presenciaron o escucharon alguna de las situaciones de violencia

6%

30%

64%

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Macrooencuesta sobre violencia de género 2015

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4 De las mujeres que han contestado que sus hijos/as presenciaron o escucharon los episodios de violencia, el 92,5%
afirma que los hijos/as eran menores de 18 años cuando sucedieron los hechos.

8%

92%

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Macrooencuesta sobre violencia de género 2015

4 De las mujeres que han contestado que sus hijos/as presenciaron o escucharon los episodios de violencia de género
y que estos hijos eran menores de 18 años cuando sucedieron los hechos, el 64,2% afirma que estos hijos/as me-
nores sufrieron a su vez violencia.

1%

34%

65%

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Macrooencuesta sobre violencia de género 2015

En cuanto a los agresores, el VII Informe anual del Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer (2015) señala
que el 90,7% de los agresores identificados en las llamadas realizadas por menores que viven en un entorno de vio-
lencia de género al Servicio telefónico de la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR), corres-
ponde con el padre de los menores, seguidos de la pareja o marido actual de la madre de los mismos (8,1%).

La exposición a la violencia de género afecta, según diferentes estimaciones, a alrededor de 800.000 menores
en España (Unicef, 2006; López, 2014). Se trata de niños y niñas que presencian y que, en ocasiones, sufren di-
rectamente esta violencia, que se encuentran inmersos en situaciones de opresión y control, y viven un tipo de re-
lación basado en el abuso de poder y la desigualdad en sus hogares. A menudo, también se ven expuestos a la
manipulación en situaciones relacionadas con la separación o el divorcio, la interacción abusiva durante el régi-
men de visitas, etc.

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Consecuencia de todo ello, son numerosas las investigaciones que han puesto de manifiesto que la violencia de gé-
nero no afecta exclusivamente a la mujer sino que repercute ineludiblemente en los niños y niñas que conviven con
el maltratador y su víctima, y que sufren las repercusiones de esta violencia, llegando a mostrar problemas de diferen-
te tipo en su desarrollo psicosocial.
En España, los hijos/as de las víctimas están incluidos en la L.O. 1/2004 de medidas de protección integral contra la
violencia de género, que en su exposición de motivos, señala que “Las situaciones de violencia sobre la mujer afectan
también a los menores que se encuentran dentro de su entorno familiar, víctimas directas o indirectas de esta violen-
cia”. Entre sus principios rectores, la L.O 1/2004 recoge que la necesidad de “Fortalecer las medidas de sensibiliza-
ción ciudadana de prevención, dotando a los poderes públicos de instrumentos eficaces en el ámbito educativo,
servicios sociales, sanitario, publicitario y mediático”.
Sin embargo, hay que desarrollar los recursos que en estas leyes se contemplan, dotar de presupuesto y adoptar me-
didas para que, por parte de las diferentes instituciones implicadas se adopten las actuaciones necesarias.
De hecho, hasta muy recientemente, estos menores no han estado en el punto de mira de la actuación de los orga-
nismos que deberían encargarse de su protección, convirtiéndose, como señalaba Osofsky (1999) en ”las víctimas in-
visibles” de esta lacra social.
Por otra parte, algunos casos que han saltado a la luz pública han puesto de manifiesto la falta de diligencia
en las actuaciones llevadas a cabo para la protección de una mujer, víctima de violencia de género, y de su hi-
jos/as.
Estos hechos llevaron al Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en
inglés) de la Organización de Naciones Unidas (ONU) a condenar a España por negligencia y falta de protección en
el caso de una menor asesinada por su padre. En su dictamen insta la adopción de medidas adecuadas y efectivas pa-
ra que los antecedentes de violencia de género sean tenidos en cuenta en el momento de estipular los derechos de
custodia. Y todo en aras a evitar que se ponga en peligro la seguridad de las víctimas de violencia de género, inclui-
dos los hijos, y que se refuerce la implementación del marco legal para responder adecuadamente a este problema.
Por último, se obliga a que los jueces y personal administrativo competente reciban formación obligatoria sobre este-
reotipos de género (Women’s link Worldwide, 20121).
Afortunadamente, en los últimos años la situación está cambiando y se están produciendo avances en la protección
a los hijos/as de las víctimas de la violencia de género en España, con cambios legislativos y el desarrollo de diferen-
tes programas en las comunidades autónomas para intervenir con estos menores.
Actualmente, la Estrategia Nacional para la Erradicación de la Violencia de Género (2013-2016), puesta en marcha
por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, hace una especial mención a los hijos de las víctimas. En-
tre otras acciones, destaca la de promover la atención integral especializada y multidisciplinar, jurídica, psicológica y
educativa de menores a cargo de mujeres que sufren violencia de género.
Por su parte, el II Plan Estratégico Nacional de Infancia y Adolescencia (2013-2016) también dedica un apartado im-
portante a esta problemática. Y también se han incluido estos aspectos en la actualización del Protocolo Básico de in-
tervención contra el Maltrato Infantil en el ámbito familiar desarrollado por el Ministerio de Sanidad, Servicios
Sociales e Igualdad (2014).
En línea con estas iniciativas, las comunidades autónomas han hecho un esfuerzo por adaptar su marco legal a esta pro-
blemática, desarrollando normativas contra la violencia sobre la mujer en las que se incorporan aspectos relacionados
con la atención a los hijos de las víctimas y reconociendo sus derechos como víctimas también de esta violencia.
En general estas normas instan a garantizar a los hijos de las víctimas el acogimiento junto con sus madres en cen-
tros residenciales, la escolarización inmediata en caso de cambio de domicilio de la madre por causa de esta violen-
cia, el acceso a las ayudas económicas que se dispongan y al tratamiento psicológico rehabilitador si en su caso
procediere, así como a mejorar la protección a nivel legal.
Como corolario a todo lo anterior, la modificación de la Ley Orgánica 1/2004 que contempla la Ley Orgánica
8/2015, de 23 de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia y la Ley 26/2015,
de 28 de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia, dan un mayor protagonis-
mo y protección a los hijos de las víctimas de la violencia de género. En concreto, en la disposición final tercera de la

1
http://www.europapress.es/epsocial/igualdad/noticia-onu-condena-espana-primera-vez-no-proteger-victima-violencia-machista-
hija-20140804112859.html

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Ley Orgánica 8/2015 se modifica la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral
contra la Violencia de Género.
Mediante esta modificación, la Ley Orgánica 8/2015 de Protección a la infancia ya reconoce a los menores hijos/as
de las víctimas también como víctimas de la violencia de género, incorporando la correspondiente modificación en el
artículo 1 de la Ley Orgánica 1/2004. Además modifica los artículos 61, 65 y 66 de la L.O. 1/2004 para lograr una
mayor claridad y hacer hincapié en la obligación de los Jueces de pronunciarse sobre las medidas cautelares y de ase-
guramiento, en particular, sobre las medidas civiles que afectan a los menores que dependen de la mujer sobre la que
se ejerce violencia, y ampliar las situaciones objeto de protección en las que los menores a cargo de la mujer víctima
de la violencia de género pueden encontrarse.
Todo apunta hacia un cambio de paradigma en la conceptualización de las y los menores como víctimas de la vio-
lencia de género que se ejerce sobre sus madres y en la articulación de medidas de protección sobre los mismos, aun-
que estos cambios no están consolidados. Como señala Torres (2016):
Habrá que esperar al análisis de futuros datos para determinar la eficacia normativa (real) de las últimas reformas y
habrá que tener en cuenta otros datos periféricos de especial incidencia en este ámbito (políticas de sensibiliza-
ción y concienciación, etc.) pero sobre todo formación y más formación dirigida a las y los operadores jurídicos y
no jurídicos.

Para saber más:


☞ F Rosser, A. (2017). Menores expuestos a violencia de género. Cambios legislativos, investigación y buenas
prácticas en España. Papeles del Psicólogo. 38, 116 - 124. DOI: https://doi.org/10.23923/pap.psicol2017.2830
☞ F Torres, C. (2016). Violencia de género y protección de menores: ¿qué dicen los datos?. Agenda pública.
Disponible en: http://agendapublica.elperiodico.com/violencia-de-genero-y-proteccion-de-menores-que-dicen-
los-datos/

2. CÓMO AFECTA LA VIOLENCIA DE GÉNERO A LOS MENORES


2.1. Los niños y niñas que crecen en contextos de violencia de género son víctimas también de esa violencia
A medida que aumenta la visibilidad de la violencia de género en nuestro país también lo hace la sensibilidad hacia
las necesidades de los menores que han estado expuestos a esa violencia. Y ello desde el convencimiento de que los
niños y niñas que crecen en contextos de violencia de género son víctimas también de esa violencia (Ayllón, Orjuela
y Román, 2011). Víctimas por vivir en un entorno conflictivo, de control y abuso de poder, donde sus progenitores,
inmersos en su propia situación, con frecuencia no atienden adecuadamente sus necesidades y no les prestan el cui-
dado y apoyo que necesitan, pero víctimas también de forma directa cuando la violencia va dirigida hacia ellos.
Los niños y niñas experimentan la violencia de muchas formas. Pueden oír a un padre amenazar o insultar al otro, pue-
den ver a alguien enfadado o asustado, pueden oír como uno agrede físicamente al otro y le ocasiona lesiones o destroza
la casa. Pueden vivir con el miedo de que esto vuelva a suceder otra vez. También pueden ser el objeto del maltrato.
Holden (2003) señala hasta 10 formas diferentes de exposición a tener en cuenta:

Elaboración propia a partir de Holden (2003)


.

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Según esta autora, la exposición a la violencia de género se puede producir ya desde la etapa prenatal, cuando la
madre sufre los abusos del perpetrador. Pero también si el menor es objeto directo de esta violencia, si es utilizado
por el maltratador para herir, vigilar o desautorizar a la madre, si observa los hechos o escucha de gritos, ruidos, etc.;
si observa las consecuencias posteriores en la víctima y/o en el mobiliario, si interviene de forma directa para proteger
a la madre durante el episodio, cuando experimenta las secuelas, etc. Los menores pueden experimentar ante un mis-
mo acontecimiento violento, varias de estas categorías.
Numerosos estudios (Alcántara, 2010; Alcántara, López-Soler, Castro y López, 2013; Ayllón, Orjuela y Román,
2011; Bayarri, Ezpeleta y Granero, 2011; Carracedo, Fariña y Seijo, 2010; Emery, 2011; Evans, Davies, y DiLillo,
2008; Expósito, 2012; Graham-Bermann, Gruber, Girz y Howell, 2009; Holt, Buckley y Whelan, 2008; Mestre, Tur y
Samper, 2008; Olaya, Ezpeleta, de la Osa, Granero y Domenech, 2010; Överlien, 2010; Ramos, de la Peña, Luzón y
Recio, 2011, entre otros) insisten sobre los efectos negativos de la violencia machista en los hijos e hijas de las muje-
res maltratadas.
La exposición a la violencia de género puede provocar en los menores problemas de salud como trastornos somáti-
cos (p.e., dolor de cabeza, estómago, asma, etc.), retraso en el crecimiento y en el peso, alteraciones en el sueño, en
la alimentación y conductas regresivas (Fariña et al., 2010; Osofsky, 1999; Seijo et. al., 2009).
A nivel psicológico, los menores pueden llegar manifestar síntomas relacionados con el Síndrome de Estrés Postrau-
mático (Kitzmann et al., 2003), una desregularización emocional (Margolin, 2005), sentimientos de confusión, rabia,
tristeza, miedo, así como también, vergüenza, culpa y frustración. Todo ello, además, puede generar una baja autoes-
tima, angustia, ansiedad y sintomatología depresiva; (Gunnlaugsson; Kristjánsson; Einarsdóttic, 2011; Rusell, Springer
y Greenfild, 2010).
Por su parte, Grych et al. (2000), con una muestra de 228 hijos/as de mujeres maltratadas en casas de acogida (8 y
14 años), encontraron que el 21% revelaron problemas externalizantes y señalaron que estos eran más comunes que
los internalizan-tes.
A pesar de la gravedad evidente de las consecuencias de que los menores estén expuestos a violencia de género, en
España las investigaciones aun son escasas. Por ejemplo, en un estudio realizado por Rosser y Suriá (2016: 378), con
menores acogidos junto a sus madres en centros residenciales para víctimas de violencia de género, se puso de mani-
fiesto la existencia de una mayor problemática conductual en estos menores, evaluada con el Child Behavior Chec-
klist (CBCL) de Achembach , en comparación con población normativa.

Fuente: Elaboración propia a partir del estudio de Rosser y Suriá (2016)

La problemática conductual se situaba en rango clínico en cerca de la cuarta parte de los menores (17-19%), con
una proporción algo mayor en conductas internalizantes (19,6%) que externalizantes (17,4%). No se encontraron di-
ferencias de género pero sí de edad. De hecho, eran los menores del intervalo de más edad los que obtuvieron pun-
tuaciones medias significativamente más elevadas, probablemente como consecuencia de un mayor tiempo de
exposición a estas situaciones.
Por su parte, el estudio de Alcántara et al. (2013:774), esta vez con menores que acudían a consulta en régimen am-
bulatorio, también mostraba que el promedio de cada síndrome era significativamente superior a la población de refe-
rencia. Los problemas que presentaban eran tanto internalizantes (ansiedad/depresión, retraimiento, quejas somáticas)
como externalizantes (agresividad). Los resultados del estudio indican también que ambos sexos se veían afectados
negativamente.

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2.2. La exposición de los menores a estos contextos de violencia de género aumenta el riesgo de ejercerla o sufrirla
en el futuro
La investigación advierte así mismo de que la exposición de los menores a estos contextos violentos conlleva un
aprendizaje de estrategias inadecuadas en la relación con otras personas y en la resolución de conflictos. Estos apren-
dizajes tendrán su influencia en sus comportamientos adultos, aumentando el riesgo de ejercer o sufrir violencia de
género (Ehrensaft, Cohen, Brown, Smailes, Chen y Johnson, 2003; Herrenkohl, Mason, Kosterman, Lengua, Hawkins,
y Abbott. 2004; Ramos, Recio y De la Peña, 2011; Patró y Limiñana, 2005; Sepúlveda, 2006).
Estas conductas presentan diferencias de género pues, con frecuencia, los varones aprenden que la violencia es una es-
trategia eficaz de solución de problemas que asegura una posición de privilegio y poder dentro de la familia mientras
que las niñas aprenden a adoptar conductas de sumisión y obediencia (Sarasúa, Zubizarreta, Echeburúa y Corral, 2008).

2.3. A menudo los menores se encuentran con una madre afectada por elevados niveles de estrés, falta de
respuestas afectivas, y numerosos problemas psicológicos que van a afectar al desempeño del rol materno y les
impiden implicarse en las necesidades de sus hijos
La interacción madre-hijo también va a verse afectada por la vivencia de situaciones de violencia de género. El re-
sultado es que las consecuencias del maltrato en la madre tendrán sus repercusiones en los hijos que, en lugar de en-
contrar apoyo y protección, con frecuencia se encuentran con una madre afectada por elevados niveles de estrés, falta
de respuestas afectivas, con escasas habilidades educativas y numerosos problemas psicológicos (González y Gime-
no, 2009; Walker, 2000) que van a afectar al desempeño del rol materno (Levendosky y Graham-Bermann, 2001) y
les impiden implicarse en las necesidades de sus hijos. En este sentido, Huth-Bocks y Hughes (2008) encontraron una
relación significativa entre el estrés parental y los problemas en los menores, así como entre estos problemas y la ine-
fectividad en la crianza. También es frecuente observar las dificultades que muchas madres tienen para establecer lí-
mites en la educación, produciéndose situaciones donde, o bien sobreprotegen, o por el contrario, se generan
situaciones de negligencia o abandono (Ramos et al., 2011).
En concreto, en un estudio realizado en España por Rosser, Suriá y Mateo (2017), con una muestra de menores y
madres acogidos en centros, se detectó una dificultad por parte de las madres para atender las demandas de sus hijos
e hijas. Esta dificultad se manifestaba en un escaso tiempo de juego compartido, escasas muestras de afecto y un mo-
derado disfrute del tiempo que pasaban con sus hijos/as. Igualmente manifestaron dificultades en sus competencias
educativas, ya que no solían establecer normas y límites adecuados, actuando de forma sobreprotectora o muy exi-
gente con sus hijos/as. Así mismo se encontró que el déficit de competencias parentales en las madres se relacionaba
con una mayor presencia de conductas externalizantes en sus hijos/as. En concreto, los rangos medios de problemas
de atención, conducta de romper normas y agresividad fueron más elevados en los casos con puntuaciones más bajas
en la escala de competencias parentales e interacción materno-filial.

Sin embargo, otros trabajos encuentran que las víctimas de malos tratos en la pareja despliegan, en sus interacciones
con sus hijos, comportamientos compensatorios frente a la violencia, en particular disciplina positiva, afecto, y pautas
de crianza consistentes (Letourneau, Fedick y Willms, 2007).

2.4. La exposición de los menores a estos contextos de violencia de género aumenta el riesgo de presentar
dificultades en el ámbito escolar
La exposición de los menores a contextos de violencia de género puede tener a su vez, como consecuencia directa,
importantes desajustes en el ámbito escolar de estos menores que se traducen en problemas de rendimiento académi-
co, absentismo escolar, falta de motivación, atención y concentración (Espinosa, 2004; Patró y Limiñana, 2005).
Diversas teorías describen las causas del potencial deterioro en el rendimiento académico de estos menores (Huth-
Boks, Levendoskyy Semel, 2001; Jayasinghe, Jayawardena y Perera ,2003; Margolin, 2005; Perkins y Graham-Ber-
mann, 2012; Wolfe et al., 2003), bien porque los menores que crecen en ambientes violentos han de adaptarse a
estos, desarrollando comportamientos inadecuados que obstaculizan su rendimiento; bien por los cambios fisiológi-
cos que provoca la respuesta al estrés y que perturban el desarrollo cerebral, afectando al desarrollo verbal, de la me-
moria o de la capacidad de concentración, o también como consecuencia de la falta de apoyo que prestan los padres
de estos menores, inmersos en su propio conflicto, al logro académico de sus hijos.

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En este sentido, en una investigación realizada en España por Rosser, Suriá y Villegas (2013: 121) se pudo compro-
bar la presencia de ciertas dificultades de ajuste escolar en los menores expuestos a violencia de género. Las dificulta-
des afectaban tanto a los rendimientos escolares como a la asistencia y adaptación a la escuela. En concreto un 59%
de los menores presentaban dificultades de ajuste escolar. Así mismo, a juicio de los profesionales de los centros, el
nivel de rendimiento académico era bajo, en el 39% de los casos, el 45,1% presenta un nivel medio y el 15,9% un ni-
vel alto.

3. LA INTERVENCIÓN CON MENORES EXPUESTOS A VIOLENCIA DE GÉNERO


La intervención con menores expuestos a violencia de género en sus hogares ha sido apoyada desde hace unos años
por diferentes instancias internacionales. Así, el Consejo de Europa, en la Resolución 1714 (2010) reconoce que ser
testigo de la violencia perpetrada contra su madre es una forma de abuso psicológico contra el niño o niña con conse-
cuencias potencialmente muy graves en su ajuste psicosocial, desarrollando la Recomendación 1905 (2010) (Children
who witness domestic violence) para reforzar acciones específicas en este ámbito. También el Convenio del Consejo
de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica (Convenio de Es-
tambul, 2011) establece en su artículo 26. 6:
La necesidad de proteger y apoyar a los niños testigos, al instar a que “las partes tomarán las medidas legislati-
vas u otras necesarias para que, en la oferta de servicios de protección y apoyo a las víctimas, se tengan en
cuenta adecuadamente los derechos y necesidades de los niños testigos de todas las formas de violencia inclui-
dos en el ámbito de aplicación del presente Convenio.
Atendiendo a las recomendaciones de guías como la desarrollada por la National Institute for Health and Care Exce-
llence (NICE), se deben e establecer tres niveles de actuación en la intervención con menores expuestos a violencia
de género:
a) La prevención de las situaciones de violencia de género.
b) La intervención con los/las menores que han estado expuestos a estas situaciones.
c) La coordinación institucional.

3.1. Prevención de las repercusiones de la exposición a la violencia de género en los menores mediante
La prevención debería venir de la mano de:
a) la sensibilización de la población en general y las víctimas y allegados en particular,
b) la detección precoz de situaciones de exposición de menores a situaciones de violencia de género, desde diferentes
ámbitos: escolar, sanitario, etc.
c) el asesoramiento a las madres y allegados para eliminar los factores de riesgo, potenciar los factores protectores y
frenar la situación.

3.1.a) Sensibilización de la población en general y las víctimas y allegados en particular.


Todavía hoy se piensa en muchos ámbitos que los hijos/as de las víctimas de violencia de género, si no sufren direc-
tamente esta violencia, no se van a ver afectados por ella.

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Esta creencia lleva, incluso, a las madres, a mantener la convivencia con el maltratador precisamente “por sus hi-
jos”, para no someterlos a situaciones de ruptura, separación, huida, etc.
En consecuencia, se requiere del desarrollo de campañas de publicidad que cumplan con los objetivos de favorecer,
a través de los medios de comunicación, la sensibilización, la prevención y la detección de situaciones en las que los
niños y las niñas se ven expuestos a la violencia perpetrada contra su madre en el hogar.
Para ello, los mensajes publicitarios deben ir encaminados a lograr un cambio de actitudes hacia esta situación hasta
ahora bastante desconocida, mediante mensajes claros que den a conocer a la población la existencia del problema
y sus consecuencias, que permitan modificar las creencias previas (“los niños y niñas no se enteran de los que pasa”,
“mientras no sean víctimas directas de la violencia, no les va a afectar”, “una madre debe seguir aguantando esta si-
tuación por sus hijos/as”,…) y ayuden a tomar conciencia de que es posible hacer frente al problema para evitarlo y/o
paliar sus consecuencias (Rosser y Suriá, 2015).

3.1.b) Detección precoz de situaciones de exposición de menores a situaciones de violencia de género desde diferen-
tes ámbitos: familiar, escolar, de salud, etc.
La familia, la escuela, los servicios sociales o de salud, o las fuerzas de seguridad, son observadores privilegiados del
desarrollo psicosocial de los menores y pueden detectar de primera mano anomalías en su comportamiento que aler-
ten sobre la existencia de una problemática familiar en el hogar, en la que se está dando una situación de violencia de
género.
Es importante, por tanto, que estos profesionales tengan claros los canales de comunicación e informen a los servi-
cios que pueden valorar la situación y actuar en consecuencia.

3.1.c) Asesoramiento para eliminar los factores de riesgo, potenciar los factores protectores y frenar la situación.
Todos los agentes mencionados, como los servicios sociales, cuando son conocedores de la situación, deben tratar
de apoyar y asesorar a la víctima y a sus hijos/as. Para ello es necesario:
a) Generar entornos de confianza donde se puedan expresar los conflictos
b) Potenciar redes de apoyo para acompañar a las víctimas
c) Derivar a contextos más especializados si la situación no se resuelve.

3.2. Intervención con casos en los que los menores se hayan visto expuestos a situaciones de violencia de género
Una vez detectados los casos, los menores deben ser atendidos desde los servicios especializados, ambulatorios o
residenciales, y recibir la adecuada atención psicológica.
Por su parte, las actuaciones de los profesionales del ámbito de la Justicia y las Fuerzas de seguridad deben ir enca-
minadas a su protección y a evitar la revictimización de estos menores.
Los profesionales del ámbito educativo y sanitario se convierten, a su vez en observadores privilegiados del estado
de los menores y en agentes de apoyo a la intervención.
Un protocolo de actuación para la intervención en casos de menores expuestos a violencia de género debe englobar
medidas que garanticen la coordinación de las actuaciones. La intervención debe producirse de una forma integral,
contemplando conjuntamente al menor y a la madre víctima de esa violencia, haciendo al menor, en función de su
edad, partícipe de la toma de decisiones y considerándolo sujeto de la intervención y no mero acompañante de la
madre.
Lo aconsejable es que la mujer víctima de violencia de género y sus hijos e hijas no tengan que salir de su domicilio
y entorno habitual.
Aun en esos casos, la problemática puede requerir de la intervención de profesionales especializados a través de re-
cursos ambulatorios.
En este sentido, el artículo 19 de la LO 1/2004 de 28 de diciembre dispone que
Las mujeres víctimas de violencia de género tienen derecho a servicios sociales de atención, de emergencia, de
apoyo y acogida y de recuperación integral. La organización de estos servicios por parte de las Comunidades
Autónomas y las Corporaciones Locales, responderá a los principios de atención permanente, actuación urgen-
te, especialización de prestaciones y multidisciplinariedad profesional.
En todo caso, se reconoce la competencia exclusiva de las comunidades autónomas en materia de asistencia social
integral a mujeres víctimas de violencia de género y sus hijos e hijas.

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Fruto de ello, ya existen en España diferentes proyectos de intervención dirigidos a ofrecer a los profesionales que
trabajan directamente en los servicios especializados de atención a víctimas de violencia de género guías de consulta
y de apoyo en su trabajo diario, con el objetivo de facilitar herramientas para la intervención con menores y mujeres
en situación de violencia de género.
Las indicaciones que se recogen en este texto son fruto de la revisión de algunas de estas guías, en particular:
4 Ayllon, Orjuela y Román, (2011). “En la violencia no hay una sola víctima. Atención a los hijos e hijas de mujeres
víctimas de violencia de género”. (Madrid: Save the Children: Disponible en: https://www.savethechildren.es/pu-
blicaciones/en-la-violencia-de-genero-no-hay-una-sola-victima
4 Instituto Aragonés de la Mujer y la Fundación Adcara, (2011): “Una mirada hacia los hijos e hijas expuestos a situa-
ciones de Violencia de Género. Orientaciones para la intervención desde los Servicios Sociales en Aragón”. Dispo-
nible en: http://www.bienestaryproteccioninfantil.es/fuentes1.asp?sec=5&subs=134&cod=2600&page=
4 Rosser; A; Suriá; R; Alcántara; M; Castro; M. (2016). Hacer visible lo invisible. Buenas prácticas en la intervención
con menores expuestos a violencia de género. Alicante: CEE Limencop, S.L. Disponible en:
http://hdl.handle.net/10045/53951
4 Servicio de Coordinación del Sistema Integral contra la Violencia de Género Instituto Canario de Igualdad
del Gobierno de Canarias (2012). Guía de intervención con menores víctimas de violencia de género. Institu-
to Canario de Igualdad del Gobierno de Canarias. Disponible en:
http://www.gobiernodecanarias.org/opencms8/export/sites/icigualdad/resources/documentacion/GuiaViolenciaMe-
nores.pdf

3.2.1. Intervención ambulatoria


Las diferentes comunidades autónomas cuentan con Servicios especializados en violencia sobre la mujer. Se trata de
servicios ambulatorios y de urgencia, que ofrecen una respuesta inmediata en cualquier momento del día o de la no-
che. Dicha atención la ofrece un equipo multidisciplinar formado por personal del ámbito del trabajo social, psicolo-
gia, abogadas/os y auxiliares sociales.
A la Red de centros se puede acceder a través a través de los teléfonos de emergencia como el 016, o bien acudien-
do directamente a los mismos. Así mismo, tanto los Servicios Sociales Municipales como las Fuerzas y Cuerpos de Se-
guridad del Estado, los servicios sanitarios y las Oficinas de Atención a las Víctimas del Delito pueden derivar a las
víctimas a estos centros.
Diferentes comunidades autónomas tienen ya en marcha el desarrollo de programas y la prestación de servicios para la
asistencia social integral a las víctimas de violencia de género, en el que se incluye la intervención con los menores.
Sin embargo, a menudo chocan con el hecho de que la intervención psicológica con menores expuestos a violencia
de género está condicionada por el ejercicio de la patria potestad. El ejercicio conjunto de la patria potestad implica
la participación de ambos progenitores en cuantas decisiones relevantes afecten a sus hijos e hijas. En consecuencia,
los profesionales de la psicología se encuentran con que esta intervención psicológica forma parte de las decisiones
que el padre y la madre deben tomar conjuntamente, y son frecuentes los casos en el que los progenitores están acu-
diendo a demandar judicialmente a profesionales y victimas acogiéndose a los derechos que le confiere el artículo
156 del Código Civil.
Urge adoptar las medidas necesarias para que la atención y asistencia psicológica quede fuera del catálogo de actos
que requieren una decisión común en el ejercicio de la patria potestad cuando exista sentencia firme, o hubiera una
causa penal en curso, por malos tratos o abusos sexuales.

3.2.2. Atención residencial


En función de la gravedad de los hechos, el riesgo de recidiva y la existencia o no de redes de apoyo familiar y so-
cial puede ser necesario hacer uso de la red de Centros de residenciales.
En el marco del derecho a la atención integral recogido en el artículo 19 de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de di-
ciembre, de Medidas de Protección integral contra la Violencia de Genero, los recursos de acogida resultan instru-
mentos esenciales para dar respuesta a las necesidades de protección y alojamiento temporal de las mujeres víctimas
de violencia de género y de sus hijos e hijas que se ven obligadas a abandonar su domicilio actual y no disponen de
ningún otro lugar seguro donde alojarse.

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Para ello, desde el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e igualdad, se han desarrollado una serie de pautas para
la intervención integral e individualizada con mujeres víctimas de violencia de género, sus hijos e hijas y otras perso-
nas a su cargo.
Dicho documento sintetiza los fines que se persiguen con el desarrollo de un modelo de intervención integral e in-
dividualizada para las mujeres víctimas de violencia de género y sus hijas e hijo desde los recursos residenciales y
que concreta en1:

Objetivos del Plan de atención individualizado a las mujeres víctimas de violencia de género y sus hijas e hijos.
Con las mujeres:
4 Garantizar a las mujeres mediante el efectivo trabajo en red que evite revictimizaciones secundarias, un espacio de
seguridad y acompañamiento cualitativo, en su caso a través de la acogida residencial inmediata, dándoles la opor-
tunidad de alejarse del foco de la violencia de género, con objeto de proteger su integridad física y psíquica y hacer
efectivos los derechos que la ley les reconoce.
4 Ofrecer, a través de la provisión de servicios multidisciplinares e interinstitucionales, un espacio y un tiempo propio
para la reflexión, la toma de conciencia y la recuperación emocional de la violencia sufrida, para que puedan mar-
car una inflexión decisiva y permanente en el ciclo de la violencia, considerando específicamente a aquellas que
sin haber presentado denuncia, requieran una especial preparación para ello.
4 Acompañar a las mujeres en el proceso de reparación de los diferentes aspectos personales y vivenciales que se han
visto malogrados en relación de violencia vivida facilitando un entorno de confianza y participación efectiva
4 Promover la autonomía, la independencia y la responsabilidad para que cada mujer sea la auténtica “agente del
cambio”, incidiendo especialmente en la inserción y formación laboral asi como la plena integración en la vida so-
cial, como medio adecuado para ello
4 Apoyar a las mujeres en la resiliencia y en la recuperación de sus fortalezas y capacidades para que puedan aban-
donar su posición de víctimas

Con los menores:


4 Garantizar a las hijas e hijos y personas dependientes de las mujer acogida mediante el efectivo trabajo en red que
evite revictimizaciones secundarias, un espacio de seguridad y de acompañamiento cualitativo dándoles la oportu-
nidad de alejarse del foco de la violencia, con objeto de proteger su integridad física y psíquica.
4 Ofrecer modelos de relación interpersonal y convivencia en igualdad con perspectiva de género y no violentas que
prevengan modelos de violencia en el futuro
4 Proporcionar a través de la atención y el abordaje integral de todas sus necesidades (psicológicas, sociales, educati-
vas, jurídicas) un ámbito para crecer y desarrollarse, realizando a la vez las responsabilidades sociales que les co-
rresponde según su edad.
4 Garantizar un espacio sin violencia donde aquello que prevalece es el bienestar afectivo y el desarrollo de las po-
tencialidades singulares del menor

Los Centros Residenciales son servicios especializados en la atención integral de mujeres víctimas de violencia de
género, a donde acuden, bien solas, bien acompañadas de sus hijas e hijos menores, con la finalidad de prestarles
una ayuda psicológica y social, facilitándoles los medios básicos que les ayuden a superar la situación de violencia
sufrida.
La derivación a estos recursos deberá producirse a instancias de la valoración realizada desde los recursos especiali-
zados ambulatorios para aquellas mujeres solas o con sus hijos e hijas, que dada la gravedad de la situación de vio-
lencia, necesitan de un alojamiento alternativo que les preste acogida y protección.
En estos centros debe existir una atención psicológica especializada no sólo con la madre sino también con los me-
nores que han sido también víctimas de la situación.

2
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Propuesta de pautas para la intervención integral e individualizada con mu-
jeres víctimas de violencia de género y sus hijos e hijas [Disponible en:
http://www.violenciagenero.msssi.gob.es/planActuacion/otrasMedidas/pdf/Punto5PropuestaPAI.pdf]

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El ingreso en un centro de acogida, derivado de la gravedad de estos estos hechos, será con toda probabilidad una
nueva fuente de estrés para los menores que son separados de su entorno habitual y requiere de una especial atención
por parte de los profesionales.
En estos casos, han de plantearse una serie de objetivos específicamente en lo referido a la atención a los menores:

Objetivos:
4 Facilitar que la llegada de los menores junto a su madre al Centro sea en las condiciones más favorables.
4 Considerar a los menores sujetos de atención y no meros acompañantes de sus madres.
4 Atender las necesidades de los menores en el momento del ingreso

Para ello sería necesario llevar a cabo una serie de actuaciones:


a) Previo al ingreso:
4 Informar al resto de usuarias y menores que se va a producir un ingreso para preparar la acogida.
4 A ser posible, recabar del organismo derivante información específica sobre las características de los menores,
sus antecedentes (si han sido receptores directos o indirectos de la violencia familiar), información personal so-
bre hábitos de alimentación y sueño, posibles tratamientos farmacológicos o problemas de salud, comportamien-
to, nivel escolar, así como sus actitudes y verbalizaciones durante la intervención previa.
4 Explicar al menor, con un lenguaje adecuado a su edad, las razones del traslado y la “temporalidad” del mismo.
4 Responder en un lenguaje claro y sencillo a todas sus preguntas y permitirles expresar sus opiniones y preocupa-
ciones al respecto.
b) En el momento del ingreso:
4 Preferentemente serán acompañados al centro por el/la profesional responsable del caso hasta el momento de la
derivación. Se recogerá de primera mano toda la información que este/a pueda aportar sobre el menor, especial-
mente aquella que tenga que ver con sus costumbres cotidianas: sueño, alimentos que le agradan o rechaza, etc.
si la madre no está en condiciones de darla.
4 Se permitirá, en la medida de lo posible, que el menor se lleve con él/ella algún objeto/juguete personal.
4 Se ofrecerá una acogida lo más cálida posible.
4 Se evitará la escucha del relato de los hechos violentos que pueda hacer la madre.
c) Siempre en función de la edad de los menores:
4 Se le presentará a los profesionales (nombre de pila) presentes en el momento del ingreso.
4 Se le dará la oportunidad de volver a preguntar todo lo que les pueda preocupar o inquietar sobre las razones del
ingreso, las condiciones del centro, etc.
4 No se forzará la separación física de la madre. Si hay una negativa por parte del menor a separarse mientras se
entrevista a su madre, se procurará que alguien se haga cargo de él/ella manteniendo en el campo de visión a su
madre.
4 No se le harán preguntas directas sobre los incidentes vividos. Sólo se le escuchará si él/ella quiere contarlos.
4 Cuando esté dispuesto/a, se les mostrarán las dependencias del centro y se le presentará a otros menores acogi-
dos en el mismo.
Se aconseja la asignación a cada menor un “tutor de caso” que será su referente y el responsable de gestionar todas
las actuaciones a llevar a cabo tras su ingreso (Plan de actuación individualizado).
Llegado el caso de que se valore que el menor se encuentra en una situación de riesgo o desamparo, se deberá noti-
ficar a la entidad pública que tenga encomendada la protección a la infancia.
El plan de intervención con el menor durante su estancia en el centro deberá enmarcarse dentro del Plan de aten-
ción individualizada que se lleve a cabo con la unidad familiar, dando un papel preponderante a la valoración de las
posibles repercusiones de la situación de violencia vivida en el desarrollo psicosocial del menor y ofrecerle la inter-
vención psicológica reparadora que precise.
Además se deben valorar la dinámica familiar y las competencias de crianza de la madre para hacer frente a las po-
sibles dificultades y asesorarle en la mejora de sus competencias parentales.
Por otra parte, y teniendo en cuenta que los menores llegan a un entorno desconocido, habiendo dejado atrás todo
lo referente a su vida cotidiana, colegio, amigos, familia extensa, ocio, etc., la vida institucional deberá adaptarse en
la medida posible a las necesidades de los menores, tanto las físicas como las emocionales.

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Baker, Jaffe, Ashbourne y Carter (2002), en su guía Children Exposed to Domestic Violence. An early childhood edu-
cator’s handbook to increase understanding and improve community responses plantean una serie de recomendacio-
nes en el abordaje de las experiencias vividas por los menores:

a) Permita que el niño/a cuente su / su historia, si quiere.


Por lo general, ayuda a los niños a hablar de la violencia o acontecimientos preocupantes en su vida con un adulto
de confianza.
b) Tranquilizar al niño/a.
Si los menores le dan a conocer un incidente preocupante en casa, tranquilizarlos mediante la validación de sus
sentimientos (por ejemplo, “Eso te asustó mucho, ¿verdad?. ¿Estás bien?”).
Dependiendo de la situación, también puede ser útil para que los niños/as sepan que usted se alegra de que se lo
cuenten, que la violencia no es culpa de ellos, y que nadie debe sufrir maltrato.
Los niños/as mayores pueden pedir que no digas nada a nadie de lo que le han contado. Será importante que usted
les haga saber que tiene que decírselo a personas que pueden ayudarles a estar a salvo.
c) No presionar al menor a hablar.
Es importante recordar que su papel no es para reunir pruebas o investigar la situación. Su papel es el de escuchar
y reconocer los sentimientos de los niños estás compartiendo.
d) No criticar o hablar mal del agresor.
Los niños/as a menudo están confundidos o tienen sentimientos encontrados hacia el agresor. Los menores pueden
sentirse muy enfadados y leales a un padre al mismo tiempo. Si criticas a los padres agresores, los sentimientos de
lealtad y protección hacia estos pueden hacer que el niño/a sienta que no puede hablar sobre el maltrato.
e) No hacer compromisos con el niño/a que no se puedan cumplir.
A veces los trabajadores están tan conmovidos por la situación de un niño y quieren protegerlo y tranquilizarlo tan-
to que hacen afirmaciones que no pueden cumplir, mediante comentarios como: “Voy a mantenerte a salvo”; “No
voy a dejar que le haga daño a tu madre nunca más”; “No voy a decir a nadie lo que le dijiste”.
Aunque claramente bien intencionados, esos compromisos pueden disminuir en un niño confianza en los demás
cuando él / ella descubre que las declaraciones eran falsas. Esto puede hacer que el niño crea que nadie puede
ayudarle y no vale la pena decir nada a nadie acerca de las cosas molestas que ocurren en el hogar.
f) Seguir la iniciativa del niño/a.
Los niños pequeños tienen poca capacidad de atención y por lo general no pasan mucho tiempo con el mismo te-
ma, incluso cuando se trata de un evento estresante. Es más probable hablar un poco, cambiar el tema o pasar a
otra actividad y, a continuación, posiblemente tratar el caso preocupante de nuevo. Es importante seguir la iniciati-
va del niño y apoyar a él / ella para continuar con las actividades cuando esté listo para hacerlo.
El niño puede elegir este momento para hablar porque los cambios en las circunstancias son ahora especialmente
tensas para él. Responder solidariamente a los niños que desvelan su situación aumenta su sensación de seguridad
y su voluntad de compartir preocupaciones en el futuro.

3.2.3. Supervisión de los contactos con el progenitor.


Como señala Torres (2016), se observa un importante cambio doctrinal y jurisprudencial en las últimas sentencias
del Tribunal Supremo en lo que afecta a la suspensión de la patria potestad, suspensión del régimen de visitas y pros-
cripción de custodia compartida en casos de violencia de género, si bien estos siguen siendo muy tenues. Los meno-
res, en muchas ocasiones, deberán seguir manteniendo contacto con sus progenitores.
Por lo tanto, la intervención con los menores que han sufrido situaciones de violencia de género y que son atendidos
en los recursos especializados o se encuentran acogidos junto a sus madres en recursos residenciales hay que tener
así mismo en cuenta la supervisión de los contactos del /de la menor con su progenitor cuando así se disponga, y en
consecuencia, la existencia de los Puntos de encuentro familiar.
Los Puntos de Encuentro Familiar son un recurso especializado de responsabilidad pública para la intervención de
aquellas situaciones de conflictividad familiar en las que la relación de los menores con algún progenitor o miembro
de su familia se encuentra interrumpido o es de difícil desarrollo.
Como tales, permiten que estos contactos se realicen atendiendo a las condiciones del caso y con la debida supervisión.

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Pero no podemos olvidar que se trata de un contexto artificial, en ocasiones no deseado y forzado por mandato legal
y donde las reacciones de todas las partes pierden espontaneidad. El menor a menudo se encuentra ante un conflicto
de lealtades entre sus progenitores y confuso sobre cuál debe ser su papel. En ocasiones también se puede sentir pre-
sionado por los requerimientos de sus progenitores que lo hacen a él/ella jugar el papel de “mensajero” o “detective”
para alguno de ellos.
Por lo tanto, y a pesar de los condicionantes de la situación, se hace necesario ser lo suficientemente flexible para
poder ir adecuando la frecuencia y duración de las visitas a las necesidades del menor, atendiendo a su estado emo-
cional y sus demandas.
Los profesionales que atienden a los menores deberán mantener un seguimiento de los contactos y visitas de la o el
menor con miembros de su entorno socio-familiar externo al Centro y de sus posibles repercusiones así como evaluar
el desarrollo de las visitas, especialmente con el progenitor de cara a proponer, en su caso, modificaciones en las me-
didas existentes (custodia compartida, régimen de visitas,…).

3.3. La intervención psicológica con menores expuestos a violencia de género


Una cuestión muy importante a tener en cuenta desde los diferentes recursos en los que se atiende al menor, tanto si
son ambulatorios como residenciales, es su papel para valorar, y tratar de paliar las repercusiones que la experiencia
de violencia ha tenido.
En este sentido, es imprescindible que los menores sean objeto de la adecuada evaluación psicológica y de la puesta
en marcha de medidas terapéuticas si se precisan.
Hace unos años empezaron a desarrollarse fuera de nuestras fronteras tanto guías de actuación y buenas prácticas,
como programas dirigidos a estos menores, bien orientados al tratamiento individual ante reacciones traumáticas,
bien a través de programas educativos y grupos de apoyo o dirigidos al trabajo con menores testigos de violencia y
sus madres. La evaluación de estos programas muestra resultados prometedores (Eldeson, Mbilinyi y Shetty, 2003).
Una revisión de estos programas realizada por Graham-Bermann en 2001 encontró que los niños y niñas que parti-
ciparon en programas grupales para menores expuestos a violencia doméstica o en programas de trabajo con la diada
madre-hijo redujeron sus conductas agresivas y sus niveles de ansiedad y depresión, y mejoraron sus relaciones tanto
con la figura materna como con los iguales.
La finalidad de la intervención psicológica es brindar un espacio de atención psicológica especializada e integral
(evaluación, diagnóstico y tratamiento) a hijos/as de mujeres víctimas de violencia de género por parte de su pareja o
expareja, y que presentan reacciones postraumáticas graves derivadas de la situación de violencia. Se trata de respon-
der a sus problemas de desarrollo, emocionales y de comportamiento y, de este modo, paliar los efectos negativos y
consecuencias que la violencia de género tiene en sus vidas, previniendo una posible transmisión intergeneracional
de la violencia en el futuro.
En consecuencia, la intervención psicológica debe ir encaminada a los siguientes objetivos3:
4 Determinar las condiciones psicológicas en las que se encuentra cada menor a través de la aplicación de un proto-
colo específico de evaluación psicológica para reacciones postraumáticas en menores expuestos a violencia de gé-
nero, realizando, tras los resultados hallados, los indicadores clínicos y el psicodiagnóstico de los/as menores.
4 Ofrecer un contexto de apoyo psicoemocional en el que los niños/as y sus madres puedan expresar de modo es-
tructurado sus sentimientos y en el que sean atendidas sus necesidades.
4 Disminuir los síntomas psicopatológicos de los/as menores como consecuencia de la exposición a la violencia de
género y aumentar las competencias personales de estos niños/as
4 Aumentar la adaptación psicosocial de los/as menores en todos los ámbitos (personal, familiar, escolar y social).
4 Ofrecer asesoramiento a las madres de los/as menores sobre estrategias y habilidades de crianza que faciliten el
adecuado desarrollo afectivo-emocional-comportamental de los/as menores.
4 Aumentar la cohesión y mejorar el clima familiar en el hogar entre la madre y los/as menores.
4 Ofrecer asesoramiento y coordinación con los agentes implicados en el desarrollo de los/as menores, favoreciendo
un trabajo en red.

3
Rosser, A. (coord.) (2016). Menores expuestos a violencia de género: actividades y recursos para la intervención psicológica. Ali-
cante: Limencop

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Las actuaciones a realizar para la consecución de los objetivos propuestos son:


4 Evaluación psicológica inicial.
4 Informe de indicadores clínicos y psicodiagnóstico.
4 Tratamiento psicológico:
4 Con los/as menores.
4 Con las madres.
4 Asesoramiento a otros agentes.
El programa terapéutico propuesto para los menores se describe en ficha anexa.

Para saber más:


☞ López-Soler, C., Alcántara-López, M, Castro, M y Martínez Pérez, A. (2017). Menores expuestos a la violencia de
género. Madrid: Pirámide.
☞ Romero, I. (coord.). (2016). Intervención psicológica en menores expuestos/as a la violencia de género. Aportes
teóricos y clínicos. Madrid: Colegio oficial de psicólogos.

3.4. Coordinación institucional


Para que todo el engranaje funciones, es necesaria la adecuada coordinación de los diferentes ámbitos implicados en la
atención a las mujeres víctimas de violencia de género y sus hijos/as, haciendo a estos sujetos directos de la intervención.
Sólo de esta forma será viable facilitar el apoyo y asesoramiento a la par que la adopción de las necesarias medidas
de protección, evitando la revictimización o victimización secundaria de mujeres e hijos/as cuando se le piden datos
o información que de forma inevitable le llevan a rememorar el episodio/historia de violencia de genero sufrido.
Hablamos de Victimización secundaria para hacer referencia a la mala o inadecuada atención que recibe una vícti-
ma por parte del sistema judicial y las instituciones sociales, sanitarias, policía, entre otros, encargados de asistir a las
víctimas, investigar el delito y/o instruir diligencias. (Garcia-Pablos, 1993; Campbell, 2005).
Una víctima de violencia de género es revictimizada cuando en el contacto con las instituciones (policía, operadores
jurídicos, técnicos), los medios de comunicación o con la sociedad, no es identificada, no se da respuesta a sus nece-
sidades, es estigmatizada o culpabilizada.
La coordinación debe realizarse en primera instancia desde todos aquellos recursos desde los cuáles se puede tener
conocimiento de que un/a menor está siendo expuesto/a a situaciones de violencia de género como la escuela, las
fuerzas de seguridad, los servicios sanitarios, etc., para que, una vez detectada la situación, la notifiquen donde co-
rresponda, como veremos más adelante, protegiendo al menor si se encuentra en una situación de riesgo.

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Pero también es imprescindible una adecuada coordinación una vez detectada la situación y los menores se encuen-
tren bajo la protección de las instituciones, para que todas las actuaciones vayan en el mismo sentido y la toma de de-
cisiones vaya en interés del menor.
Sin embargo, como señala Save the children (2006),
Los recursos para el desarrollo de las medidas previstas en la protección a los menores expuestos a violencia de gé-
nero están en general descoordinados y no son suficientes ni adecuados para atender las necesidades de estos niños
y niñas, ni intervenir eficazmente con ellos. La existencia de competencias compartimentadas entre las autoridades
competentes en materia de derechos de la mujer (Institutos de la Mujer, y organismos similares) por un lado, y las
competentes en materia de protección a la infancia (Direcciones Generales de Infancia, y similares), por otro lado,
favorece una tendencia muy habitual a la inhibición recíproca porque los niñosy niñas víctimas de situaciones de
violencia de género son considerados por una Administración como competencia de la otra, y viceversa, no se ge-
nera el necesario complemento y se crean entre ambas espacios vacíos de protección. (p. 70-71)
Para la necesaria coordinación, destacaríamos algunos puntos:

a) Utilizar los mecanismos de detección y notificación de las situaciones de violencia de género.


La detección se puede hacer desde cualquier servicio, pero también por parte de familiares o allegados.
A partir de ese momento, es importante hacer llegar la información a los Centros especializados de atención a las
víctimas de la localidad/provincia que serán los encargados de gestionar las medidas necesarias.
Sirva como ejemplo, en este sentido, el Protocolo para la coordinación de las actuaciones en materia de violencia
de género de la Comunidad valenciana y los agentes implicados:

Fuente: Acuerdo interinstitucional por el que se aprueba el protocolo para la coordinación de las
actuaciones en materia de violencia de género en la Comunitat valenciana4

4
Acuerdo interinstitucional por el que se aprueba el protocolo para la coordinación de las actuaciones en materia de violencia de
género en la Comunitat valenciana. Disponible en: http://docplayer.es/4993380-Acuerdo-interinstitucional-por-el-que-se-aprueba-
el-protocolo-para-la-coordinacion-de-las-actuaciones-en-materia-violencia-de-genero-en-la-comunitat.html

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En concreto, en la comunidad valenciana, tanto los Servicios Sociales (artículo 24 de la ley 5/1997 de 25 de junio de
Servicios Sociales, como los Servicios Sanitarios (Protocolo para la Atención Sanitaria de la Violencia de Género
(PDA), aprobado en 2008), o Educativos (Anexo IV de la Orden 62/2014, de 28 de julio, DOGV(1/08/2014), cuentan
con mecanismos para la adecuada notificación.

b) Evitar la revictimización de los menores, haciendo uso de los informes periciales previos.
En el recorrido que hacen los menores por los diferentes servicios, a menudo se ven abocados a relatar su experien-
cia o ser valorados por los diferentes profesionales para evaluar la situación. Esto no hace más que incrementar su
sentimiento de victimización.
La coordinación institucional también exige unos medios y criterios compartidos para recoger la información perti-
nente y que se pueda hacer uso de la misma en sucesivas intervenciones sin volver a someter al menor a entrevistas
y valoraciones.

c) Priorizar la intervención con estos menores en los casos en los que deben ser derivados a servicios especializados.
Cuando la problemática del menor exceda las competencias de los profesionales que los han venido atendiendo,
deben existir canales ágiles para que puedan ser atendidos con preferencia en los diferentes servicios especializa-
dos. (Ej: Unidades de salud mental infantil)

3.5. El papel de los adultos próximos al entorno del menor: familiares, allegados y amigos
A menudo las víctimas de una situación de violencia de género, tanto las mujeres como sus hijos/as, no son cons-
cientes de que se encuentran inmersos en una situación de maltrato o, aun sufriéndola, no saben cómo actuar o les
dan miedo las consecuencias de dar el paso.
La violencia repetida e intermitente, entremezclada con periodos de arrepentimiento y de ternura, suscita en la mu-
jer una ansiedad extrema y unas respuestas de alerta y de sobresalto permanentes. Estos sentimientos hacen aún más
difícil la decisión de marcharse, o cuando menos, de buscar una solución. (Echeburua y Corral, 1998; Sarasua y Zubi-
zarreta, 2000).
En estos casos es fundamental la actuación de las personas del entorno más próximo, familiares, allegados, amigos,
o profesionales por ejemplo de la escuela, que tras detectar la situación, apoyen, escuchen y, si es necesario, den la
voz de alarma dónde corresponda.
Pero no siempre existe un conocimiento sobre cómo actuar en estos casos.
Por ello, a continuación se muestran algunas de las sencillas fichas informativas para personas próximas a los meno-
res, sin conocimientos específicos pero cuyo papel puede ser trascendental para la prevención y la actuación ante es-
tas situaciones.
Las fichas han sido elaboradas a partir de las guías desarrolladas por National Child Traumatic Stress Network
(NCTSN)5, de la Universidad de UCLA, en Estados Unidos, y el Centre for Children & Families in the Justice System de
Reino Unido (Baker, Jaffe, Ashbourne y Carter (2002), y se han tratado de adaptar a población española, recogiendo
los principales aspectos a tener en cuenta sore la situación de estos/as menores y la forma más adecuada de proce-
der..

Ficha 1 Hallazgos sobre los menores expuestos a situaciones de violencia de género en España.
Ficha 2 Impacto de la violencia de género en los menores
Ficha 3 Signos de que un menor puede estar teniendo dificultades.
Ficha 4 Qué se puede hacer desde la escuela.
Ficha 5 Cómo actuar si el niño/a le revela situaciones de violencia de género experimentadas en casa.
Ficha 6 Dónde acudir si la situación se agrava.

5
NCTSN Domestic Violence Work Group (2015). Children and Domestic Violence Fact Sheet Series. Disponibles en:
www.nctsn.org/content/resources

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FICHA 1
HALLAZGOS SOBRE LA EXPOSICIÓN DE LOS MENORES A LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN ESPAÑA

4 En España, la exposición a la violencia de género afecta a alrededor de 800.000 menores en España (Unicef, 2006:
López, 2014).
4 Del total de mujeres víctimas de violencia de género, con hijos/as menores cuando se produjeron los episodios
de violencia, el 63,6% afirma que los hijos e hijas presenciaron o escucharon alguna de las situaciones de
violencia. (Macroencuesta sobre violencia de género de 2015 del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e
Igualdad)
4 De ellos, el 92,5% eran menores de 18 años cuando sucedieron los hechos
4 El 64,2% sufrieron a su vez esa violencia.
4 El Servicio telefónico de ayuda a niños y adolescentes en riesgo de la Fundación ANAR señala que en las llamadas
por menores que viven en un entorno de violencia de género el 90,7% de los agresores identificados se
corresponde con el padre de las y los menores, seguidos de la pareja o marido actual de la madre de los mismos
(8,1%). (VII Informe anual del Observatorio estatal de violencia sobre la mujer, 2015).

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FICHA 2
IMPACTO DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LOS MENORES

4 Los menores pueden experimentar un incremento de dificultades emocionales y conductuales.


4 Algunos niños que experimentan dificultades muestran reacciones de estrés post-traumático (por ejemplo,
trastornos del sueño, se intensificaron las reacciones de sobresalto, constante preocupación por el posible peligro).
4 Los menores que conviven con situaciones de violencia de género presentan un mayor riesgo de sufrir agresiones
físicas o maltrato.
4 El perpetrador puede usar al menor como táctica de control contra las víctimas adultas, incluyendo:
● Alegar el mal comportamiento de los niños/as como la razón de los ataques

● Amenazar con agredir al menor o a sus mascotas delante de la víctima

● Sustraer a los menores para castigar a la víctima

● Hablar negativamente a los menores acerca de la conducta de la madre

4 Los menores pueden experimentar una gran ambivalencia hacia el padre violento: el afecto coexiste con
sentimientos de resentimiento o decepción.
4 Los menores pueden imitar y aprender las actitudes y conductas que observan cuando se produce el maltrato.
4 La exposición a la violencia puede desensibilizar a los menores hacia las conductas agresivas. Cuando estas
ocurren son vividas como “lo normal” y es menos probable que preocupen a los menores.

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FICHA 3
SIGNOS DE QUE UN NIÑO/A ESTÁ TENIENDO DIFICULTADES

Los niños pequeños pueden presentar algunas de las siguientes dificultades cuando se viven con violencia de género.
Sin embargo no se trata de una sintomatología específica de estas situaciones.
4 síntomas físicos (dolores de cabeza, dolores de estómago)
4 ansiedad de separación (más allá de lo que normalmente se esperaría para la edad del niño)
4 dificultades para dormir (miedo a quedarse dormido)
4 aumento de la conducta agresiva y sentimientos de ira (sin lastimar físicamente u otros)
4 preocupación constante acerca de un posible peligro
4 aparente pérdida de habilidades previamente aprendidas (ej. Control de esfínteres)
4 aislamiento de los demás y de las actividades
4 falta de interés o sentimientos acerca de cualquier cosa
4 preocupación excesiva por la seguridad de sus seres queridos (necesidad de ver a los hermanos durante el día, o
preguntar constantemente por mamá)
4 dificultades para elegir y completar una actividad o tarea
4 muy alto nivel de actividad, inquietud y / o dificultad constante para concentrarse en niveles niveles atípicos para
la edad del niño y la etapa de desarrollo

Es conveniente buscar ayuda/asesoramiento para el/la menor cuando su comportamiento:


4 es físicamente dañino para el niño o para otros (por ejemplo, el corte de la propia ropa con tijeras, que se enfrenten
con otros en la calle, etc.);
4 es lo suficientemente intenso como para interferir con el día a día del menor
4 persiste a través del tiempo (3 a 6 semanas)

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FICHA 4
QUÉ SE PUEDE HACER DESDE LA ESCUELA

Los menores se benefician de los cuidadores de apoyo y los lugares seguros, como la guardería y la escuela. Los
maestros y educadores pueden ayudar a los menores afectados por la violencia de género:
4 proporcionando un ambiente de seguridad;
4 creando previsibilidad a través de rutinas diarias;
4 desarrollando estrategias para apoyar el ajuste de los niños;
4 mediante la prestación de apoyo a las madres con pautas adecuadas de crianza y ofertando información sobre los
recursos comunitarios.

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FICHA 5
CÓMO ACTUAR SI EL NIÑO/A LE REVELA SITUACIONES DE VIOLENCIA DE
GÉNERO EXPERIMENTADAS EN CASA

Las siguientes pautas se ofrecen para ayudarle a responder de manera que sean útiles a los niños cuando hacen
revelaciones sobre situaciones de violencia de género en el hogar.
c) Permita que el niño/a cuente su / su historia, si quiere
Por lo general, ayuda a los niños a hablar de la violencia o acontecimientos preocupantes en su vida con un
adulto de confianza.
d) Tranquilizar al niño/a
Si los menores le dan a conocer un incidente preocupante en casa, tranquilizarlos mediante la validación de sus
sentimientos (por ejemplo, “Eso te asustó mucho, ¿verdad?. ¿Estás bien?”). Dependiendo de la situación, también
puede ser útil para que los niños/as sepan que usted se alegra de que se lo cuenten, que la violencia no es culpa
de ellos, y que nadie debe sufrir maltrato.Los niños/as mayores pueden pedir que no digas nada a nadie de lo que
le han contado. Será importante que usted les haga saber que tiene que decírselo a personas que pueden
ayudarles a estar a salvo.
c) No presionar al menor a hablar
Es importante recordar que su papel no es para reunir pruebas o investigar la situación. Su papel es el de escuchar
y reconocer los sentimientos de los niños estás compartiendo.
d) No criticar o hablar mal del agresor
Los niños/as a menudo están confundidos o tienen sentimientos encontrados hacia el agresor. Los menores
pueden sentirse muy enfadados y leales a un padre al mismo tiempo. Si criticas a los padres agresores, los
sentimientos de lealtad y protección hacia estos pueden hacer que el niño/a sienta que no puede hablar sobre el
maltrato.
e)No hacer compromisos con el niño/a que no se pueden cumplir
A veces los trabajadores están tan conmovidos por la situación de un niño y quieren protegerlo y tranquilizarlo
tanto que hacen afirmaciones que no pueden cumplir, mediante comentarios como: “Voy a mantenerte a salvo”;
“No voy a dejar que le haga daño a tu madre nunca más”; “No voy a decir a nadie lo que le dijiste”. Aunque
claramente bien intencionados, esos compromisos pueden disminuir en un niño confianza en los demás cuando
él / ella descubre que las declaraciones eran falsas. Esto puede hacer que el niño crea que nadie puede ayudarle
y no vale la pena decir nada a nadie acerca de las cosas molestas que ocurren en el hogar
f) Seguir la iniciativa del niño/a
Los niños pequeños tienen poca capacidad de atención y por lo general no pasan mucho tiempo con el mismo
tema, incluso cuando se trata de un evento estresante. Es más probable hablar un poco, cambiar el tema o pasar
a otra actividad y, a continuación, posiblemente tratar el caso preocupante de nuevo. Es importante seguir la
iniciativa del niño y apoyar a él / ella para continuar con las actividades cuando esté listo para hacerlo. El niño
puede elegir este momento para hablar porque los cambios en las circunstancias son ahora especialmente tensas
para él. Responder solidariamente a los niños que desvelan su situación aumenta su sensación de seguridad y su
voluntad de compartir preocupaciones en el futuro.

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FICHA 6
DÓNDE ACUDIR SI LA SITUACIÓN SE AGRAVA

4 Centros especializados de atención a la mujer de la localidad/provincia.


4 Oficinas de atención a la víctima del delito.
4 Teléfono de emergencias contra violencia machista 016
4 Juzgado de violencia contra la mujer de la localidad o partida judicial, o Juzgado de guardia.

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Ficha 1.
Violencia de género y protección de menores: ¿Qué dicen
los datos?
Concepción Torres Díaz
Abogada y Profesora Asociada de Derecho Constitucional de la Universidad de Alicante

Extraído de: Agenda pública. Disponible en: http://agendapublica.elperiodico.com/violencia-de-genero-y-proteccion--


de-menores-que-dicen-los-datos/

El pasado 11 de marzo de 2016 el Grupo de Expertos/as del Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del
Consejo General del Poder Judicial hacía públicos los datos sobre denuncias, procedimientos penales y civiles registra-
dos, órdenes de protección y medidas de protección y seguridad solicitadas en los Juzgados de Violencia sobre la Mujer
(JVM) y sentencias dictadas por los órganos jurisdiccionales en esta materia en el año 2015. Entre los datos a destacar
cabe prestar especial atención a las medidas de protección sobre menores adoptadas en el marco de la orden de protec-
ción (OP, en adelante) y/o como medidas cautelares (MC, en adelante). Y es que se observa un incremento – mínimo,
eso sí – en la adopción de medidas de suspensión del régimen de visitas (728 en el marco OP y 60 como MC), suspen-
sión de la patria potestad (84 OP y 9 MC) y suspensión de la guarda y custodia (1223 OP y 46 MC) con respecto al año
anterior. Sin duda son datos a tener en cuenta que, en cierta forma, parecen querer atisbar un cierto cambio de paradig-
ma en lo que atañe a la conceptualización de las y los menores como víctimas de la violencia de género que se ejerce
sobre sus madres en clara consonancia con los últimos cambios normativos recogidos, básicamente, en la Ley Orgánica
8/2015, de 22 de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia, Ley 26/2015, de 28
de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y la adolescencia y Ley 4/2015, de 27 de abril, del Esta-
tuto de la víctima del delito. En la misma tendencia de cambio cabría ubicar la nueva línea doctrinal que parece vislum-
brarse tras las últimas sentencias del Tribunal Supremo (STS, Sala de lo Penal de 30 de septiembre de 2015; STS, Sala de
lo Civil de 26 de noviembre de 2015; STS, Sala de lo Civil de 4 de febrero de 2016) e, incluso, del Tribunal Constitucio-
nal (STC 16/2016, de 1 de febrero) en lo que afecta a la delimitación de términos que no son nuevos pero que gozaban
de cierta vaguedad normativa y/o jurisprudencial habiendo sido interpretados tradicionalmente desde un posicionamien-
to falsamente neutral (y/o con sesgos de género) que no solo veían compatible ser un buen padre de familia con un agre-
sor por violencia de género sino que desvirtuaban la subjetividad jurídica de las y los menores en aspectos tan concretos
(y relevantes) desde la óptica del reconocimiento de sus derechos como la determinación del llamado “interés superior
de las y los menores” y del “derecho de éstos a ser escuchados”.
Ahora bien, ¿en qué términos se podría hablar de verdadero cambio de paradigma (aspecto resaltado por el CGPJ en
la publicación de los últimos datos al respecto) en la conceptualización de las y los menores como víctimas de la vio-
lencia de género que se ejerce sobre sus madres y en la articulación de medidas de protección sobre los mismos? ¿Có-
mo se ha concretado normativa y jurisprudencialmente? ¿Qué datos (y/o elementos) permitirían sostener la efectividad
de ese cambio de paradigma en materia de protección de menores? Veámoslo a continuación:
1. Desde el punto de vista normativo, son tres las normas recientes que cabría citar y que han sido reseñadas en líneas
anteriores y que permiten avalar un cambio de tendencia en cuanto al reconocimiento de la subjetividad jurídica
de las y los menores. Se observa un reconocimiento explícito de las y los menores como víctimas de violencia de
género, se delimita normativamente el “interés superior de las y los menores” y se reconoce el derecho de éstos a
ser oídos y/o escuchados. Con respecto a la primera cuestión cabe reseñar la modificación del apartado 2 del art. 1
de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género
así como las modificaciones de los arts. 61, 65 y 66 del mismo cuerpo legal. En la misma línea cabe citar la intro-

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ducción del nuevo art. 544 quinquies de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Otras modificaciones reseñables son
las recogidas en la Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor por cuanto la nueva redacción del art. 2 perfila
una triple dimensión del “interés superior de las y los menores”, a saber: como derecho sustantivo, como principio
de interpretación y como garantía procesal. En lo que afecta al derecho de las y los menores a ser escuchados véa-
se la nueva redacción del art. 9 de la Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor.
2. Desde el punto de vista jurisprudencial, significativas resultan las sentencias del Tribunal Supremo anteriormente
citadas. En este sentido cabe reseñar el FJ. 2 de la STS 568/2015, de 30 de septiembre ya comentado aquí. En la
misma línea argumental cabe citar la STS 4900/2015, de 26 de noviembre en donde se establece como doctrina ju-
risprudencial que el juez/za o tribunal pueda suspender el régimen de visitas del menor con el progenitor condena-
do por violencia de género. De especial interés resulta el FJ. 2 que recuerda la facultad del juez/za de limitar y/o
suspender el derecho de visitas todo ello en base al “interés superior de las y los menores” (ex art. 3 del Convenio
de Naciones Unidas sobre Derechos del Niño/a y la Carta Europea de Derechos del Niño/a de 1992). La Sala de lo
Civil del Alto Tribunal alude – en dicho fundamento jurídico – a la LO 8/2015 y a la concreción normativa que in-
troduce con respecto al “interés superior de las y los menores” en tanto en cuanto cualquier decisión que les afecte
deberá ir encaminada a proteger la satisfacción de sus necesidades básicas (materiales, físicas, educativas, emocio-
nales, afectivas, etc.), garantizar la estabilidad de las soluciones que se adopten, a que las medidas que se adopten
no restrinjan o limiten más derechos que los que amparan y a garantizar un entorno libre de violencia. Con respec-
to a este último criterio el TS cita expresamente el art. 2 de la LO 8/2015 por cuanto señala que “en caso de que no
puedan respetarse todos los intereses legítimos concurrentes, deberá primar el interés superior del menor sobre
cualquier otro interés legítimo que pudiera concurrir”. En la misma línea argumental cabe citar la STS 188/2016, de
4 de febrero en donde la Sala de lo Civil declara incompatible la custodia compartida con la condena por amena-
zas del padre. El Alto Tribunal recuerda su doctrina sobre custodia compartida (sobre esta cuestión mi post aquí)
señalando expresamente la necesidad de que entre los progenitores exista una relación de mutuo respeto que per-
mita la adopción de actitudes y conductas que beneficien al menor y no perturben su desarrollo emocional. El FJ. 2
alude al art. 92.7 del CC relacionándolo con el art. 2 de la LO 8/2015 en donde se recuerda que el “interés supe-
rior de las y los menores” debe priorizar un entorno libre de violencia y, en este sentido, en caso de concurrencia
de otros intereses legítimos el “interés superior de las y los menores” siempre deberá primar sobre cualquier otro.
3. Por último, ¿qué dicen los datos del CGPJ sobre suspensión del régimen de visitas, suspensión de la patria potestad
y suspensión de la guarda y custodia en el marco de la OP y/o MC? Los gráficos que siguen reflejan la evolución de
las mismas a lo largo de los últimos 6 años.

El gráfico 1 recoge la evolución de los datos sobre medidas civiles de protección de menores adoptadas en el marco
de la orden de protección entre los años 2010 y 2015. Con respecto a la suspensión del régimen de visitas se observa
una clara tendencia descendente entre los años 2011-2014 siendo en el año 2015 donde la adopción de esta medida
vuelve a subir (728) pero sin alcanzar las cifras del año 2011 (791). Con respecto a la suspensión de la guarda y custo-
dia la línea descendente es más acusada en los años de la muestra seleccionados tocando su mínimo en el año 2014
(1078) siendo la subida experimentada en 2015 (1223) considerable pero sin llegar a alcanzar los datos de 2013

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(1295) y muy lejos de los datos de 2010 (1798). Con respecto a los datos sobre la suspensión de la patria potestad si
bien las cifras son algo marginales lo cierto y verdad es que los datos de 2015 superan el registro histórico (84) de los
datos de la muestra observándose fluctuaciones en la serie histórica.

El gráfico 2 recoge la evolución de los datos sobre medidas civiles de protección de menores adoptadas como medi-
das cautelares entre los años 2010 y 2015. Con respecto a la suspensión del régimen de visitas se observa una primera
línea ascendente en cuanto a su adopción entre los años 2010-1012 sufriendo una importante caída en el año 2013
(23) siendo en el año 2015 donde la adopción de esta medida vuelve a subir (60) situándose en la cifra más alta de la
serie histórica seleccionada como muestra. Con respecto a la suspensión de la guarda y custodia entre los años 2010-
2012 se observa una línea ascendente situándose el año 2012 como el año con un mayor registro de adopciones (78)
siendo a partir de ese año cuando evoluciona en sentido descendente hasta el año 2015 que registra su mínimo (46).
En relación a los datos sobre la suspensión de la patria potestad, las cifras vuelven a ser marginales. Y es que oscilan
entre un máximo de 11 medidas adoptadas en el año 2013 a un mínimo de 3 en los años 2012 y 2010 situándose el
2015 (con 9) en un lugar intermedio pero en línea ascendente.
Llegados a este punto serían varias las observaciones a realizar:
1. Se constata un importante cambio normativo que ha permitido conceptuar a las y los menores como víctimas de
violencia de género. Ahora bien, ¿cuánto hay de novedad? (véase mi artículo aquí).
2. Se observa un importante cambio doctrinal y jurisprudencial en las últimas sentencias del Tribunal Supremo en lo
que afecta a la suspensión de la patria potestad, suspensión del régimen de visitas y proscripción de custodia com-
partida en casos de violencia de género. Ahora bien, ¿en qué medida este cambio doctrinal y jurisprudencial está
siendo recogido y aplicado? El caso de Susana Guerrero y otros en donde no se duda en aplicar el SAP (pretendido
síndrome de alienación parental) permiten cuestionar la verdadera eficacia normativa de las últimas reformas aco-
metidas.
3. En lo que atañe a los datos analizados, si bien es cierto que se atisban cambios en la adopción de medidas de pro-
tección sobre menores, éstos siguen siendo muy tenues con lo que resulta complicado establecer – a día de hoy –
una conexión directa entre cambios normativos y aumento de medidas de protección. Pero es más, fíjense que es
en los años 2010-2012 (en el marco de la redacción original de la LO 1/2004) cuando más medidas de este tipo se
adoptaron.
4. Por tanto, habrá que estar, al análisis de futuros datos para determinar la eficacia normativa (real) de las últimas re-
formas y habrá que tener en cuenta otros datos periféricos de especial incidencia en este ámbito (políticas de sensi-
bilización y concienciación, etc.) pero sobre todo formación y más formación dirigida a las y los operadores
jurídicos y no jurídicos.

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Ficha 2.
Objetivos de la intervención psicológica con menores
expuestos a violencia de género
Extraído de: F Rosser; A; Alcántara; M; Castro; M; López; C. (2016). Menores expuestos a violencia de género. Activi-
dades y recursos para la intervención psicológica. Alicante: CEE Limencop, S.L. Disponible en:
http://hdl.handle.net/10045/53950
Este Programa de intervención psicológica con menores expuestos a violencia de género ha sido desarrollado por el
Grupo GUIIA-PC de la Universidad de Murcia y la Asociación “Quiero crecer”.

Objetivo general:
El trabajo terapéutico con los/as menores se realiza con el fin de que éstos/as puedan reconocer y expresar sus emo-
ciones, conozcan y potencien sus cualidades personales, comprendan su situación familiar, y aprendan a manejar las
situaciones conflictivas familiares y sociales asociadas a la violencia de género a las que han estado o están expues-
tos, elaborando su historia personal y favoreciendo por tanto un mejor ajuste en todos los ámbitos.

Objetivos específicos:
4 Reconocer y expresar de forma adecuada las emociones, tanto positivas como negativas.
4 Conocer técnicas de respiración lenta y relajación muscular que ayuden a reducir la tensión corporal.
4 Conocer estrategias de autoprotección para poner en marcha si se ven involucrados en una situación de violencia.
4 Fortalecer la identidad personal y la autoestima.
4 Aumentar el crecimiento personal aprendiendo estrategias de auto- control y de resolución de conflictos.
4 Identificar y reestructurar los pensamientos disfuncionales relaciona- dos con la violencia.
4 Tomar conciencia de los diferentes tipos de familia y conocer los aspectos positivos y negativos de las relaciones
familiares.
4 Elaborar los recuerdos de los sucesos traumáticos relacionados con la violencia.

Módulos de tratamiento:
Para conseguir los objetivos propuestos en la terapia con los/as menores es importante trabajar los siguientes módu-
los que contienen temas o áreas específicos:
MÓDULO 1. Reconocimiento y expresión emocional.
MÓDULO 2. Relajación.
MÓDULO 3. Estrategias de autoprotección.
MÓDULO 4. Fortalecimiento de la identidad personal.
MÓDULO 5. Crecimiento personal.
MÓDULO 6. Reestructuración cognitiva.
MÓDULO 7. Relaciones familiares.
MÓDULO 8. Elaboración del trauma.

MÓDULO 1: RECONOCIMIENTO Y EXPRESIÓN EMOCIONAL


Objetivo general:
4 Reconocer y expresar de forma adecuada las emociones, tanto positivas como negativas.

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Objetivos específicos:
4 Aumentar el vocabulario emocional.
4 Diferenciar y reconocer las sensaciones corporales asociadas a las emociones.
4 Reconocer y empatizar con las diferentes emociones que sienten los de- más.
4 Expresar de forma adecuada cada emoción.
4 Normalizar las emociones asociadas a las situaciones de violencia sufridas.

Contenidos:
Este módulo está orientado a tratar principalmente las emociones básicas, como la alegría, la tristeza, el miedo, el
enfado, la culpa, el afecto y la empatía, si bien si el/la menor ha experimentado con intensidad alguna otra emoción
también sería conveniente abordarla.

MÓDULO 2: RELAJACIÓN
Objetivo general:
4 Conocer técnicas de relajación que ayuden a reducir la tensión corporal.

Objetivos específicos:
4 Tomar conciencia de las sensaciones corporales.
4 Identificar zonas del cuerpo en las que se acumula la tensión.
4 Reducir la hiperactivación fisiológica.

Contenidos:
En este módulo se realiza entrenamiento en técnicas como la respiración lenta, el vaciado, la relajación muscular
progresiva y las visualizaciones.

MÓDULO 3: ESTRATEGIAS DE AUTOPROTECCIÓN


Objetivo general:
4 Conocer estrategias de autoprotección ante la violencia para poner en marcha si se ven involucrados en una
situación conflictiva.

Objetivos específicos:
4 Aprender planes de seguridad personalizados para estar a salvo de la violencia.
4 Aprender estrategias de afrontamiento de potenciales situaciones peligrosas.
4 Potenciar la participación de los/as menores en actividades agradables.
4 Aumentar la sensación de seguridad y control sobre sus vidas.

Contenidos:
Se debe valorar en cada caso el riesgo existente para el niño/a, especialmente si vive junto a su madre en un hogar
de acogida o si sigue manteniendo contacto con el maltratador de su madre a través de un régimen de visitas dictami-
nado por el juez. Se concretarán en estos planes los lugares donde puede refugiarse y las personas a las que puede so-
licitar ayuda.

MÓDULO 4: FORTALECIMIENTO DE LA IDENTIDAD PERSONAL


Objetivo general:
4 Fortalecer la identidad personal y la autoestima.

Objetivos específicos:
4 Aumentar el conocimiento de sí mismo.
4 Tomar conciencia de las cualidades personales y los logros conseguidos.
4 Mejorar la autoestima.

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4 Fomentar la realización de proyectos de superación personal.


4 Favorecer la sensación de autoeficacia personal.

Contenidos:
Este módulo está orientado a trabajar el autoconcepto, la autoestima, la autoeficacia y los proyectos de superación
personal.

MÓDULO 5: CRECIMIENTO PERSONAL


Objetivo general:
4 Aumentar el crecimiento personal aprendiendo estrategias de autocontrol y resolución de conflictos.

Objetivos específicos:
4 Conocer las diferentes formas de relacionarse.
4 Aprender a relacionarse de forma asertiva.
4 Tomar conciencia de las dificultades personales a la hora de relacionarse con los demás.
4 Adquirir estrategias de autocontrol.
4 Expresar la ira de forma adecuada.
4 Aprender a resolver los conflictos de manera pacífica.

Contenidos:
Este módulo está orientado a trabajar las habilidades sociales, la asertividad, las estrategias de autocontrol y la reso-
lución de conflictos.

MÓDULO 6: REESTRUCTURACIÓN COGNITIVA


Objetivo general:
4 Identificar y reestructurar los pensamientos disfuncionales relacionados con la violencia.

Objetivos específicos:
4 Tomar conciencia del poder de los pensamientos sobre las emociones y las conductas.
4 Identificar los pensamientos disfuncionales.
4 Cambiar los pensamientos disfuncionales por otros más adaptativos.
4 Entender la conexión entre la exposición a violencia y las reacciones emocionales subsiguientes.
4 Reflexionar sobre las creencias de rol de género asociadas a la violencia.
4 Focalizar la atención en aspectos positivos de su realidad personal, social y familiar.

Contenidos:
Este módulo está orientado a tratar sobre la naturaleza no normativa de la violencia en las relaciones sociales.
Las técnicas que se suelen emplear son de tipo cognitivo-conductual, como la detención del pensamiento, la rees-
tructuración cognitiva, las auto-instrucciones o las imágenes positivas.

MÓDULO 7: RELACIONES FAMILIARES.


Objetivo general:
4 Tomar conciencia de los diferentes tipos de familia y conocer los aspectos positivos y negativos de las relaciones
familiares.

Objetivos específicos:
4 Tomar conciencia de la propia situación familiar.
4 Conocer y distinguir los diferentes tipos de familias.
4 Reflexionar sobre el origen y separación de las familias, y las consecuencias en los hijos/as.
4 Reflexionar sobre el papel de los hijos/as en las decisiones y conflictos entre sus progenitores.
4 Reflexionar sobre las características relacionales de la familia de cada menor.

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Contenidos:
Este módulo está orientado a trabajar los aspectos positivos y negativos de la propia familia a partir de la reflexión
sobre los diferentes tipos de unidades familiares, el origen de las mismas, la separación entre los padres, el papel de
padres e hijos y las dificultades que suelen surgir en la convivencia.

MÓDULO 8: ELABORACIÓN DEL TRAUMA.


Objetivo general:
4 Elaborar los recuerdos de los sucesos traumáticos relacionados con la violencia.

Objetivos específicos:
4 Procesar y elaborar los recuerdos del suceso traumático.
4 Asimilar y acomodar las experiencias traumáticas como parte de sus historias de vida.
4 Aprender a evaluar si son realistas las creencias sobre sí mismos y sobre el mundo.
4 Tomar conciencia sobre las emociones, los pensamientos y el comporta-miento que está ocurriendo, centrándose en
el momento presente.
4 Disponer de un lugar seguro imaginario en el que puedan centrarse cuan- do sienten malestar.

Contenidos:
La elaboración del trauma sólo se realiza cuando el/la menor presenta un Tras-torno por Estrés Postraumático grave
y el/la terapeuta considera que es necesario y conveniente para la evolución favorable de la terapia.
Además, este módulo hay que llevarlo a cabo una vez que se hayan trabajado los anteriores, fortaleciendo al/la me-
nor con estrategias de afrontamiento adecuadas ante el malestar que puede surgir al trabajar su historia vital y expe-
riencias traumáticas.

BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
FLópez-Soler, C., Alcántara-López, M, Castro, M y Martínez Pérez, A. (2017). Menores expuestos a la violencia de gé-
nero. Madrid: Pirámide.

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