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PALABRAS DE AGRADECIMIENTO EN LA GRADUACIÓN

Muy buenas tardes, estimados padres de familia, docentes, directivos de este prestigiado
colegio, estudiantes graduandos, es un honor para mí dirigirme a ustedes, en nombre de mi
viejito, que en paz descanse: El profesor Luis Talavera.
No lograré decirles lo que personalmente él les habría dicho, pero pronunciaré lo que creo
que les hubiera expresado si estuviera hoy aquí, partiendo de su abnegación y entrega al
magisterio que fue la cualidad que más lo definió durante toda su vida profesional.
En primer lugar, a ustedes estudiantes, la satisfacción de haber sido su maestro, de haber
ganado un espacio en sus corazones y de creer ciegamente que confiaba en ustedes como
hombres de bien que podían dar más de lo que demostraban, porque para él, ustedes
representaban la transformación a un mundo mejor, mediante el estudio y el trabajo. En
muchas ocasiones expresó: “Los jóvenes son mejores cuando confiamos en ellos y les damos
la oportunidad de continuar en el camino de sus vidas sin obstáculos que los detengan.” Por
tanto, en su nombre agradezco que hoy hayan decidido elevar su recuerdo en esta promoción.

En segundo lugar, a los maestros de este centro, sus compañeros de trabajo de muchos años
con los que compartió alegrías, sueños, y deseos de una educación mejor. Seguro el profesor
más humilde, sincero y chilero que les ha acompañado, les habría dicho: “Maestros, de
ustedes es el reto de enseñar con amor, con empeño, con paciencia, con humanismo; porque
es ahí donde está el secreto del buen trabajo docente, cuando ponemos en primer lugar al ser
humano con el cual trabajamos.”

En tercer lugar, a los padres de familia a quienes siempre valoró como los eslabones
principales en la formación de sus hijos. Les habría dicho: gracias, padres y madres por saber
guiar a sus hijos, porque el avance de estos representa su esfuerzo, su trabajo, su amor a lo
más sagrado que Dios les dio. Y les habría recomendado también creer en sus hijos, en sus
capacidades y en no negarles nunca el apoyo que merecen.

Y para finalizar, a la dirección de este centro educativo le habría animado a continuar la digna
labor de formar a seres humanos, porque siempre creyó que era el trabajo que, aunque no
bien pagado, el que más satisfacción podría darle a una persona que ama la educación. Porque
formar al hombre nuevo, decía, no es para cualquiera, es trabajo solo para grandes de alma,
mente y corazón.

Por tanto, yo como su compañera de vida que conoció sus alegrías, sus sueños, los sinsabores
de este mundo que, en muchos casos lo afligieron, pero que no lo hicieron renunciar a lo
más apreciado para él que fue el enseñar, el compartir con los otros su saber y por qué no
decirlo, compartir también una buena conversación acompañada de gracia y sabor, porque
hablar con la gente y hacerla sentir bien, fue también una de sus más grandes cualidades,
hoy les agradezco que eleven su recuerdo y espero haya quedado por siempre en sus
corazones.

Dios les bendiga a todos. Muchas gracias.

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