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Resumen:
Introducción
El sedentarismo, de acuerdo con Álvarez (s.f.) se lleva a cabo cuando la actividad física
se realiza por un periodo menor de 15 minutos menos de 3 veces a la semana. Según la
Secretaría de Salud (2015) el sedentarismo es considerado uno de los factores de riesgo más
grandes de mortalidad ya que se asocia a diversos padecimientos crónicos como diabetes,
hipertensión, osteoporosis y cáncer. Así mismo menciona que el sedentarismo se debe en gran
parte a factores como la escasez de áreas verdes, poco tiempo libre, tráfico, contaminación y
actividades que derivan de cambios tecnológicos como un mayor empleo del tiempo frente al
televisor, la computadora y el uso de videojuegos.
Por otro lado Montero et al. (2015) recalcan que no hay que confundir el sedentarismo
con la inactividad física, así pues, mencionan que “la conducta sedentaria es definida como la
carencia de movimiento durante las horas de vigilia a lo largo del día, y es caracterizada por
actividades que sobrepasan levemente el gasto energético basal, como: ver televisión, estar
acostado o sentado”. A su vez definen la inactividad física como “el no cumplimiento de las
recomendaciones mínimas internacionales de AF para la salud de la población (≥ 150 min de
actividad física de intensidad moderada o vigorosa por semana, o bien, lograr un gasto energético
≥ 600 MET/min/ semana)”.
De acuerdo con esta información, es posible que una persona cumpla con las
recomendaciones de AF pero que destine la mayor parte de su día a actividades sedentarias, por
lo que es importante no confundir estos términos. Y aunque los conceptos se relacionan, ambos
actúan de forma independiente en nuestra salud. (Montero et al., 2015).
Una aproximación para ayudar a combatir este problema y aumentar la frecuencia con la
que las personas llevan a cabo actividad son las intervenciones conductuales. Al respecto existe
abundante literatura. Así pues, The Chrocane Colaboration, 2017 reveló en su reciente estudio
los efectos que tienen la dieta, la actividad física y las intervenciones conductuales en el
tratamiento del sobrepeso y la obesidad en niños de seis a 11 años de edad. Concluyeron pues,
que “las intervenciones de componentes múltiples para cambiar las conductas que incorporan la
dieta, la actividad física y el cambio de conductas pueden ser beneficiosas para lograr
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reducciones pequeñas y a corto plazo del IMC, la puntuación z del IMC y el peso en niños de
seis a 11 años.”
Por su parte Velásquez et al (2004) buscó explicar cuáles son los factores psicológicos
que influyen en la práctica o no práctica y mantenimiento de la actividad física en población
estudiantil. En los resultados se encontró que una gran parte de los estudiantes tiene
conocimiento acerca de la actividad física y aunque sus valoraciones sobre ésta son positivas, no
se han decidido a practicarla. Así mismo se encontró que a medida que el estudiantil adquiere
mayor edad disminuye la práctica de actividad física cambiando a estilos de vida más sedentarios
a medida que permanecían en la universidad.
López, en el 2008 estudió las etapas del cambio conductual ante la ingesta de frutas y
verduras, control de peso y ejercicio físico de estudiantes universitarios según género y estado
nutricional, en este se concluyó que Hombres y mujeres perciben que sólo un estado nutricional
normal es garantía de buena salud; por un lado los hombres no asignaban relevancia al control de
peso a largo plazo y por otro las mujeres no le daban mucha importancia al ejercicio físico.
Sánchez et al (1998) llevaron a cabo un estudio piloto sobre actividad física de una
muestra universitaria a partir del modelo de las etapas de cambio en el ejercicio físico. Sus
resultados confirmaron que el acercamiento teórico de las etapas de cambio es bastante práctico
para diferenciar y definir el patrón de actividad física.
bienestar psicológico a la práctica regular de ejercicio. Además los participantes que realizan
ejercicio regularmente perciben mayor grado de salud, menor nivel de estrés y un mejor estado
de ánimo. Jiménez et al (2006).
Por último Sánchez (2010) menciona que la formación de rutinas diarias combinadas con
actividad física y diversión necesita de constancia y acompañamiento, siendo un trabajo para
todos los miembros de la familia. Para esto considera indispensable el plan terapéutico pues
ayuda a llevar las sesiones de terapia de forma organizada para tener una visión clara del avance
que se logró al final.
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Método
Participante
Instrumentos y equipo
-Entrevista conductual
-Balance decisional
-Contrato conductual
-Autoregistros
-Fichas de foami
Procedimiento
a) Línea base:
b) Intervención:
Se diseñó para llevarse a cabo a lo largo de 4 semanas, con una sesión semanalmente,
cada sesión tendría una duración aproximada de 1 hora con 30 minutos.
c) Seguimiento
Se realizará a lo largo de dos semanas, con una sesión semanal de 1 hora en la que se
revisarán los autorregistros del participante, se preguntará acerca de los problemas y obstáculos
que se le han presentado al participante y cómo los resolvió, de ser necesario se dará
retroalimentación al participante. Si los autorregistros reflejan una frecuencia de actividad física
de 5 veces por semana y los problemas han sido resueltos sin mayor complicación el objetivo
habrá sido alcanzado. En caso contrario se analizará si los reforzadores y castigos están siendo
efectivos y de no ser así se cambiarán por otros de mayor efectividad, estos a su vez se irán
cambiando por otros reforzadores que mantengan la conducta en su ambiente natural como
reforzadores sociales.
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