Sobre la fe

 No toda la realidad se conoce del mismo modo.

No todo lo real se mide con precisión ni se puede someter a un cierto tipo de experimentación. Dios es real, pero el
modo del conocimiento lo impone aquello que se va a estudiar, el método científico experimental no es el único que
permita conocer la realidad.
Heráclito aconsejó mantener “el oído atento al ser de las cosas”[1]
Si aspiramos a conocer la realidad tal como es, si queremos que ella nos indique el mejor modo de
conocerla, no deberíamos a priori definir y poner límites a ese conocimiento, determinar unas características
del saber, que excluyan de antemano posibles aspectos de la realidad. No deberíamos decidir, por referirnos
a algo bastante común, pero erróneo: «solo admitiré como conocimiento auténtico y verdadero lo que pueda
ser medido con precisión, lo que sepa perfectamente, aquello de lo que no quepa dudar». Porque ¿quién nos
asegura que lo más importante de una realidad es lo que puede medirse, y no al contrario? ¿Puede,
propiamente, medirse el amor o la libertad o la paciencia o el valor?...
Si, antes de acercarme a la realidad, establezco las exigencias y los límites en los que se moverá mi
conocimiento, es muy probable que acabe ignorando justo lo que más y mejor debería saber, pero cuya
plena comprensión se me resiste. Más todavía: el hecho de que haya realidades que no logro entender
perfectamente, ¿no podría ser un síntoma y una indicación de que aquello es tan maravilloso, tan
impresionante, que supera mi capacidad de conocer, sin duda limitada?; ¿no será entonces una invitación a
atenderlo con el máximo esmero y dedicación, aunque nunca consiga comprenderlo enteramente?
Es lo que sostenía Aristóteles, refiriéndose a Dios. Que es tan grandioso y de tal riqueza, que vale más un
conocimiento acerca de Él, aunque sea mínimo y muy imperfecto, que todo lo que podamos saber del resto
del cosmos. Y añadía, con un toque de delicada ternura, casi único en los escritos que de él conservamos:
igual que nos llena de alegría enterarnos de detallitos nimios de las personas a las que amamos, y
preferimos conocer esas pequeñeces a recordar con precisión las grandes gestas de héroes o cualesquiera
otras realidades a las que no tenemos cariño.[2]
Este preámbulo sobre el conocimiento nos sirve para el conocimiento de Dios, no todo lo real se mide con precisión
ni se puede someter a un cierto tipo de experimentación.
Hay diversos conocimientos. La fe no es diferente al conocimiento natural simplemente por el grado en que algo se
conoce, sino que es un conocimiento de naturaleza diferente.
Entonces la fe es fuente de conocimiento verdadero. ¿Qué aporta la fe?, ¿Qué es la fe?
 ¿Qué es la fe?
La virtud teologal de la fe es la respuesta del hombre a la revelación de Dios en Jesucristo. Es la participación en la
vida de Dios, es la experiencia de la vida de Dios en nosotros, que permite vernos a nosotros mismos, y a la realidad
que nos rodea como si lo hiciéramos con sus ojos. Es adherirse a la Persona de Cristo, apoyarse en Él, roca infalible
de salvación, abandonarse a su infinito poder y amor ilimitado.
La fe nos capacita para pensar como Dios, sobre nosotros mismos, y sobre los demás.
Es un conocimiento de otra naturaleza respecto al conocimiento natural.
La fe aporta participación interna en la luz en la que el propio Dios conoce y se conoce. Vivir con fe significa
advertir la presencia de Dios que ama y obsequia.
Genera paz interior por la conciencia de que aquel que es el poder y al amor infinito tiene todo en sus manos llenas
de misericordia y lleva todo hacia el
objetivo final, con su inmensa sabiduría y amor.[3]
Es un don que Dios da.

[1] Diels, Hermann; W. Kranz Walther: Die Fragmente der Vorsokratiker. Weidmann: Dublin-Zürich, 1972, unveränderte
Nachdruck der 6. Auflage. Fragmento 112. Por Bartolomé Menchén y Tomás Melendo, Quienes son nuestros hijos y qué
esperan de nosotros. Edicioens internacionales Universitarias, Madrid. P. 19
[2] Idem p. 20.
[3] P. Tadeusz Dajczer, Meditaciones sobre la fe.