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Reseña de Cassin, Bárbara (2008), El efecto sofistico. Buenos Aires. FCE.

Traducción
de Horacio Pons.

Barbara Cassin es filósofa y filóloga, doctorada en las universidades de Lille y la Sorbona,


y actualmente es directora de investigación en el Centre National de la Recherche
Scientifique de París. Se ha dedicado fundamentalmente a las obras de los sofistas, de
Parménides y de Aristóteles, para poner de relieve la relación entre la retórica y la ontología
en la textualidad antigua y, asimismo, en la perspectiva de las recuperaciones
contemporáneas de la relación entre la práctica de la filosofía y el lenguaje.

Entre sus obras, cabe mencionar: Le plaisir de parler (1986), La décision du sens (con
Michel Narcy, 1989), Aristote et le logos (1997), Voir Héléne en toute femme: d’Homére a
Lacan (2000).

La obra reseñada cuenta con una Presentacion del libro, tres apartados generales y seis
subapartados específicos. A su vez, está integrado por una conclusión del libro, referencias
bibliográficas, dos anexos de referencias semánticas y de términos utilizados.

En el primer apartado De la Ontología a la Logologia, la autora analiza como el escándalo


de la sofística ha consistido en la producción de un modelo de racionalidad diferente al de
raíz parmenídea. El “efecto sofístico”, para usar la expresión de Cassin, ha consistido en
tres desplazamientos: de la ontología a la logología; de la física a la política; de la filosofía
a la literatura, que oponiéndose a la filosofía en el sentido socrático, sentencian su propia
exclusión.

Los sofistas fueron, en consecuencia, objeto de una triple impugnación: en el plano


ontológico, se los acusó de no interesarse por el ser, sino por el no ser y las apariencias;
en el ético-político, de no buscar la virtud, sino el poder; y en el lógico, de no aspirar a la
verdad, sino a la persuasión.

En realidad, el punto de partida –que perdura como trasfondo en todas las tesis que se van
planteando en el texto – es la confrontación del Poema de Parménides con los fragmentos
de textos del sofista Gorgias. Cassin muestra que a las tres tesis de Parménides en relación
con el ser: "que es, que puede conocerse y que puede decirse", Gorgias responde: "no es,
no puede conocerse, no puede decirse". Aquí encuentra la autora dos perspectivas rivales
acerca de la relación entre ser y lenguaje. La de Parménides –y, con él, la que imperó desde
Platón a Heidegger- es la ontología. En ella el lenguaje pretende aludir a un ser que se
encuentra "más allá". Por su parte, desde la perspectiva de Gorgias –que es también la de
Nietzsche-, a la que Cassin, tomando un término de Novalis, denomina “logología”, se
afirma que el lenguaje no dice el ser, sino que lo produce: "el ser es un efecto del decir",
sostiene la autora. Esto explica que los discursos de los sofistas puedan tener un efecto
terapéutico, ya que "ponen en juego la fuerza del decir para inducir un nuevo estado y una
nueva percepción del mundo". De modo que no sorprende que Cassin vincule al
psicoanálisis con la sofística. En ambos se trata menos de encontrar "la" verdad que de
producir "una" verdad que mejore la situación en que se encuentra un sujeto. Y tanto en
uno como en otro, ese discurso que resulta fuente de alivio no sólo es valioso en términos
terapéuticos sino, además, en un sentido económico. No se paga por la verdad -que tal
como enfatiza Cassin "es impagable en todos los sentidos del término"- sino por la
sustitución "de un estado menos bueno por uno mejor" gracias al trabajo del profesional de
la palabra y el silencio.

También en el terreno político, tema del segundo apartado el libro, De lo físico a lo político,
resultan significativas las diferencias entre la concepción platónica y la que surge de los
textos de los sofistas. En Platón, la pluralidad se presenta subordinada a la unidad orgánica
de la república y el consenso no es más que el resultado del sometimiento de las diferencias
a la unidad. Al contrario, el consenso sofístico surge de la ariticulación de las diferencias.
Por ello, podría decirse que en cierto modo el planteo sofístico es más democrático que el
"filosófico". Cassin sigue aquí a Hannah Arendt, quien veía en el discurso socrático -al que,
provocativamente, Cassin hace coincidir con el discurso sofístico, oponiéndolo al de Platón-
un modelo en el que las diferencias no resultaban anuladas por la unidad sino que la
constituían a partir de la riqueza de sus singularidades, abriendo así la posibilidad de
plantear la pluralidad como condición de lo político.

La perspectiva logológica alcanza, además, a la literatura, tema del tercer apartado del libro,
De la filosofía a la literatura. Autores que tradicionalmente han sido señalados como
cercanos a la filosofía, como Homero, Lewis Carroll o Borges, son considerados aquí como
"hacedores de mundo", es decir, como sofistas.

Considero que la obra es de suma importancia en el caso no solo de la Filosofia en sí, para
comprender y debatir el sentido de la exclusión del discurso sofistico en este caso, sino
también para las futuras investigaciones en mi campo de estudio que es la Historia.
Considero que el aporte fundamental del libro es la lectura crítica que realiza la autora en
la re-lectura de los poemes de Parmenides y su relación con el discurso de Gorgias, en este
caso en la investigación que tengo planeado llevar adelante, requiere también de un análisis
profundo de los actores involucrados en el accionar de la Iglesia como institución, lo cual
lleva a analizar las categorías y conceptos que se utilizaran no en términos de búsquedas
rigidas de verdades absolutas sino en tratar de ver el proceso histórico en sí. De igual
manera y yendo al plano más general, el libro y los argumentos de la autora sirven para
poner en duda y debatir el concepto mismo de verdad.

Gabriel Jansen

Facultad de Humanidades- Unsa

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