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ASCUN CULTURA
DANZA FOLCLORICA
1. Pertinencia
2. Justificación
3. Metodología
4. Desarrollo de la propuesta
5. Contenido
5.1. Origen, evolución y características de la danza
5.2. Descripción del vestuario
5.3. Pasos Básicos
5.4. Ritmo
5.5. Organología
5.6. Parafernalia
5.7. Coreografía
6. Fuentes Orales (Entrevistas)
7. Bibliografía
EL BAILE DEL ANGELITO O EL ANGELITO BAILA´O
1. Pertinencia
Con este trabajo de investigación se logra el fin de los objetivos de ASCUN como
son: el rescate, el aumento y la divulgación del patrimonio danzario, pues èsta
tradición está perdida en los municipios boyacenses. También se estimula la
investigación por parte de los estudiantes pues ellas y ellos desarrollaron las
entrevistas y el trabajo de campo en los diferentes municipios de Boyacá y asi se
promueve la interculturalidad y se contribuye a la constitución de valores y la
formación integral de los participantes de éste trabajo.
2. Justificación
3. Metodología
-Davillier (Juan Carlos, Barón de) historiador de arte francés y viajero del Siglo
XIX comenta que, en Jijona, municipio de la provincia de Alicante, “fuimos testigos
de una ceremonia fúnebre que nos sorprendió grandemente. Pasábamos por una
calle desierta, cuando oímos los rasgueos de una guitarra, acompañados del son
agudo de una bandurria y el repique de las castañuelas. El obsequio iba dedicado
a un pequeño difunto, en el centro de la estancia estaba tendido en una mesa,
cubierta con un cubrecama, una niña de cinco o seis años, en traje de fiesta; la
cabeza, adornada con una corona de flores, reposaba en un cojín…” “Está con
los ángeles”, nos dijo uno de la familia.
-Javier Ocampo López en “El Pueblo Boyacense y su Folclor”, cita que entre los
campesinos boyacenses, la muerte de los niños constituye una verdadera fiesta
social; hacen el llamado entierro de los “Angelitos”... A continuación, empieza el
baile con música de los conjuntos campesinos, echan pólvora para que venga la
gente cantan y bailan con inusitada alegría.
Entre los indios chocoes, cuando fallece un niño los padres temen mucho por su
regreso, porque suponen que regresará a llevarse a uno de sus hermanos.
-Rosa María Otálora de Corsi en el “Repertorio Boyacense No. 161-162” del año
1951 menciona que “la muerte de los niños constituye una verdadera fiesta entre
nuestros campesinos. Luego que ha muerto lo bañan y lo visten de angelito
fabricándole de papel dorado o plateado alas, corona, zapaticos y algunas
estrellas para salpicarle el vestido que debe ser de seda o lo más lujoso posible.
Así arreglado lo colocan en una mesa en el centro de la sala y lo rodean de flores.
A continuación empieza el baile con música de los conjuntos campesinos con
tambores, capadores, tiples, dulzainas y otros. Echan pólvora para que venga la
gente, cantan y bailan con inusitada alegría. Creen que si hay bastante
concurrencia, el niño sonríe, pero que se entristece a medida que haya menos
acompañantes. Al tercer o cuarto día de la defunción, “el angelito” es llevado al
poblado vecino en medio de una verdadera procesión, él va muy alto en el
extremo de un palo rematado en tres divisiones y acompañado por gran
concurrencia, música, pólvora y gritos de alegría. Esta costumbre de los angelitos
es típicamente española y transculturada a Boyacá”.
-Mercedes Ángel Cely en el libro “Socha nodriza de la libertad”, arguye que esta
danza nos recuerda la muerte de un niño, la creencia que había era que entre màs
se bailaba más derechito de iba al cielo y no pasaría por el purgatorio.
-Jerónimo Gil Otálora en “Historias de vida que forjaron un pueblo: Cucaita”, dice
que si el muerto era un niño o ángel, como se le llamaba, entonces el velorio iba
acompañado de músicos, quienes durante tres días hacían bailar y cantar sin
descanso a los invitados.
5. Contenido
5.1. Origen, evolución y características de la danza
Según datos recolectados por el Grupo de Danzas, el nacimiento del baile del
angelito para Colombia, se efectúa con la llegada de los españoles y para celebrar
la muerte de niños desde su nacimiento hasta los 6 años.
Para la mujer en el caso de la madre y la madrina: falda vino tinto con cintas, blusa
blanca con cintas, mantellina vino tinto, sombrero de tapia pisada y alpargatas de
fique; en el caso de las vecinas o invitadas: falda negra con lentejuelas y
canutillos, blusa de variados colores, pañolón de variados colores o mantellina,
sombrero de tapia pisada y alpargatas de fique. Para el hombre: sombrero de jipa,
ruana, camisas beige con pechera, pantalones negros y grises a rayas,
calzoncillos y alpargatas de fique.
5.6. Parafernalia
Horqueta donde se carga al niño muerto, escultura que hace las veces de niño
muerto, mortaja o vestido, cajón fúnebre, flores, estrellas de papel, cintas de tela,
chicha y amasijos boyacenses.
5.7. Coreografía
Los padres del angelito empiezan con una copla que anuncia que el infante ha
muerto. A continuación y a ritmo de torbellino el papá busca a los padrinos
quienes amortajan al niño y lo amarran a la horqueta, se saludan bailando un tres
y posteriormente, ante el llamado de la pólvora, ingresan al escenario los vecinos
a acompañar la procesión veredal para llegar al pueblo; en medio de este
recorrido, la música cambia a rumba campesina mientras los padrinos dicen una
copla y los papás reparten chicha y amasijos boyacenses simulando la estancia en
una chichería rural donde los participantes hacen un zig-zag. A continuación y a
ritmo de torbellino los invitados comentan otra copla y se desplazan para realizar
la procesión urbana que indica que están en el centro del pueblo y van a llegar al
cementerio. Ya allí se hace el “seis urdido de Pachavita” entre los invitados con
paso “picaito como pa‟ empanada” mientras la familia del difunto “baila al angelito”.
Luego algún invitado dice otra copla y el ritmo cambia a pasillo para formar una
diagonal bailada con paso básico e inmediatamente un círculo, dónde, en paso de
escobillado, papás e invitados despiden al ángel. Finalmente, con música de
torbellino, papás y padrinos desamarran y bajan de la horqueta al bebé quién es
dejado en un cajón como si fuera enterrado para que luego todos salgan del
escenario.
(La Capilla) Ana María Guerrero: Manifiesta que en las festividades pueblerinas
se bailaban el tres, el seis, las perdices y los trenzados en ritmo de torbellino y
otras danzas como la rumba, el pasillo y el vals.
(Tenza) Julián Hozman: Comenta que a través del tiempo, su familia ha venido
conservando la historia tenzana a través de documentos, relatos y fotografías que
evidencian las tradiciones políticas, sociales y culturales de la región. Estas
últimas, en cuanto a danza, tratándose de “Canción Guabinera”, “Molienda de
caña”, bambucos, pasillos, guabina, contradanza, matachines y una tradición que
se extinguió hace unos 43 años: “el entierro del niño con coplas” que se
desarrollaba con música de cuerda en la vereda de Rucha y poniendo el “angelito”
con un vestido de fiesta y sobre una horqueta adornada con cintas de colores.
(Garagoa) Pbro. Noé Salamanca: Dice que vio la tradición en Guayatá hace 80
años cuando era niño y que gracias a la “satanización” de la religión se extinguió
en el Valle de Tenza. Describe la costumbre como “de vereda” donde tejían cintas
alrededor de la horqueta bailando “El tres”. Agrega que echaban pólvora por ser
ocasión festiva y llevaban músicos pagados por el papá o los padrinos del difunto.
(Guayatá) Profesora Aurora Carvajal: Lee lo escrito dentro de sus apuntes que
rescatan las historias y tradiciones guayatunas en diferentes veredas, en especial
la de “Siabita”, a citar: “al morir el niño se tenía la costumbre de creer que si
estaba sin bautizar al niño se le podían quemar las alas. Según el relato, los
padrinos celebraban la muerte con pólvora, baile y piquete; donaban el cajón y la
mortaja (bata blanca con encajes abierta atrás decorado con flores doradas) y los
adornaban con cintas y flores de papel. La música la interpretaban los vecinos:
torbellino, rumba criolla o “ganachicha” (baile popular armónico) con tiple, guitarra,
requinto, maracas, guacharaca y chimborrio, este último, hecho en el campo con
balso y piel de animales.
Los acompañantes se vestían con sus mejores atuendos, así: para las mujeres,
camisa de seda bordada a mano con artiseda de colores y adornada con cuentas
y canutillos; pañolón de macramé y/o bordado, falda negra de paño prensada y
bordada en artiseda negra y con cuentas y canutillos; enaguas blancas y
alpargatas de fique con galón negro. Sombrero Suaza, jipi-japa, o pastuso. Para
los hombres: camisa blanca a rayas con pechera, pantalón de paño negro,
pantaloncillos de amarrar a la pantorrilla, ruana de lana o de paño, sombrero de
jipa con ojales y barbuquéjo y alpargatas de fique con galón negro.
Se iniciaba la fiesta cuando los padrinos llegaban con el cajón y la mortaja, como
las veredas eran distantes, la ida del angelito se hacía en una horqueta adornada
con flores acompañados de música y pólvora; iniciaban la marcha y cargaban al
difunto en alto mientras los padres lloraban a su niño, los seguían los familiares
que llevaban consigo arepas, galletas, pan y guarapo. Al llegar al pueblo se
calzaban las alpargatas y cargaban el cajón, entraban en la chichería, consumían
alimentos y el angelito era llevado al templo para la ceremonia religiosa. Luego del
entierro iban a la vereda y continuaban la fiesta durante tres días.
(Sutatenza) Flor Ramírez: Recuerda haber visto la tradición dos veces mientras
ella estuvo muy pequeña y luego no haberla vuelto a ver. Consistía en bailes de
tres y seis con ritmo de torbellino. Resalta dentro del vestuario la importancia del
pañolón negro.
Saúl Bueno: Cuenta que cuando moría un niño pequeño los padres y padrinos
hacían una fiesta celebrando que el difunto no se iba para el purgatorio sino que
se llegaba directamente al cielo puesto que él no había conocido pecado; la gente
bailaba el tres y el torbellino. Además de esto, consumían alimentos como gallina
criolla, caldo de gallina, tamales y guarapo. Comenta que las personas que
participaban usaban ropa elegante, la misma que usaban para ir a misa o para
salir los domingos. Describe el vestuario del angelito como una túnica blanca con
cintas de colores y una corona, además adornaban al bebé con flores de papel.
Asegura que durante la procesión se cantaba se bailaba y se echaba pólvora. El
vestido del niño debía ser entregado por los padrinos.
Miguel Piñeros: Manifiesta que solo amortajaban al niño entre los dos padrinos.
Cuando salían de la casa de los padres se dirigían a diferentes tiendas veredales
a consumir chicha, guarapo y amasijos, mientras se efectuaban los recorridos iban
acompañados de músicos y pólvora para hacer festiva la ocasión y avisarle a los
vecinos sobre la muerte del bebé. Posteriormente llegaban a la iglesia y realizaban
la respectiva celebración eucarística para luego ir al cementerio y a ritmo de
torbellino bailaban alrededor de la tumba dando tres vueltas, parando y arrojando
tierra sobre el cajón del angelito. Resalta que si el niño no era bautizado era
enterrado en una fosa común junto con las personas que se suicidaban.
(Chinavita): María Luisa Ramírez recuerda que esta costumbre del angelito se
celebraba en forma de fiesta, además de esto los padres eran los encargados de
iniciar la celebración y avisar a los padrinos que el niño o angelito había fallecido,
este se vestía con una túnica blanca la cual era entregada por los padrinos.
Durante esta celebración cuenta ella que se consumían diferentes alimentos como
la gallina criolla y los envueltos y bebidas como la chicha y el guarapo. Señala que
cualquier persona podía hacerse partícipe de la celebración llevando consigo
cualquier tipo de alimento o bebida y que además de esto, durante la celebración
se baila el tres, el seis y torbellino y se cantaban diferentes coplas.
Flor Ángela Carrero: Comparte algunas de las coplas que ella misma creó para
esta celebración:
“Dichoso del angelito “Una vez en una jiesta
Que se murió esta mañana Un angelito murió y
Se fue a rogarle a Dios Hubo tanta condolencia,
Por su taita y por su mama” Que el niñito revivió”
Bibliografía
Ángel Cely, Mercedes. Socha, nodriza de la libertad. Tunja, servicio gráfico, 1992
Medina, Joaquín R. Pbro. Y Vargas Tamayo, José S.J. Cantas del Valle de
Tenza. Bogotá, Biblioteca del Folklore Colombiano, 1949
Otálora de Corsi, Rosa María. Folklore Boyacense. Tunja, Talleres Gráficos Caja
Popular Cooperativa, 1993
Música. UPRRP.edu/LALVAREZ/VELORIO1.HTML