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BAILE DEL ANGELITO O EL ANGELITO BAILA’O EN BOYACÁ

BAILE DEL ANGELITO O EL ANGELITO BAILA’O BOYACÁ

DIRECTOR: OSCAR AVELLANEDA FONSECA

GRUPO DE DANZAS NEMQUETEBA

ASOCIACIÓN COLOMBIANA DE UNIVERSIDADES-ASCUN

ASCUN CULTURA

DANZA FOLCLORICA

GRUPO DE DANZAS NEMQUETEBA


BIENESTAR UNIVERSITARIO-UPTC
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA Y TECNOLÓGICA DE COLOMBIA
TUNJA
2017
CONTENIDO

1. Pertinencia
2. Justificación
3. Metodología
4. Desarrollo de la propuesta
5. Contenido
5.1. Origen, evolución y características de la danza
5.2. Descripción del vestuario
5.3. Pasos Básicos
5.4. Ritmo
5.5. Organología
5.6. Parafernalia
5.7. Coreografía
6. Fuentes Orales (Entrevistas)
7. Bibliografía
EL BAILE DEL ANGELITO O EL ANGELITO BAILA´O

1. Pertinencia

El aporte que esta danza le da al folclor boyacense es el rescate de la misma, su


riqueza y variedad musical y coreográfica ya que en los municipios investigados la
desarrollan con diferentes ritmos y formas danzarias.

Y el aporte a los integrantes del grupo es la de enriquecer sus conocimientos


músico-danzarios del departamento de Boyacá y la de relacionarse con la
población objeto de este trabajo de investigación.

Su puesta en escena es el resultado de un trabajo de investigación teórico-


pràctico de los integrantes del grupo de danzas Nemqueteba, después de una
interrelación con visitas a los pobladores de los diferentes municipios de Boyacà,
entrevistas y búsqueda bibliográfica (bibliotecas, archivos parroquiales), con las
diferentes personas campesinas que intervienen en el desarrollo de esta
manifestación cultural en los municipios boyacenses.

Con este trabajo de investigación se logra el fin de los objetivos de ASCUN como
son: el rescate, el aumento y la divulgación del patrimonio danzario, pues èsta
tradición está perdida en los municipios boyacenses. También se estimula la
investigación por parte de los estudiantes pues ellas y ellos desarrollaron las
entrevistas y el trabajo de campo en los diferentes municipios de Boyacá y asi se
promueve la interculturalidad y se contribuye a la constitución de valores y la
formación integral de los participantes de éste trabajo.

2. Justificación

Se eligió esta danza después de varias indagaciones bibliográficas y orales


preliminares y de las entrevistas realizadas con campesinos de las diferentes
regiones, y observar que la manifestación cultural no se està desarrollando por
olvido y por prohibiciones eclesiásticas y la han venido acomodando cada uno a
su buen sentir en cuanto a música y baile se refiere, y por ende se está perdiendo
en la cultura boyacense.

De esta forma trabajamos un sentido de pertenencia para con nuestras


costumbres y tradiciones y la interacción socio-cultural de los integrantes del grupo
con las comunidades de los municipios investigados, al igual que motivamos el
trabajo investigativo dentro de los integrantes del grupo de danzas Nemqueteba y
algunos de los campesinos entrevistados.

Nuestra contribución está dirigida al rescate, conocimiento y puesta en escena de


El Baile del angelito o el angelito baila„o en las diferentes presentaciones
municipales, departamentales y nacionales. También es importante el
conocimiento social, cultural e histórico-geográfico de las diferentes
manifestaciones culturales de los municipios y sus gentes por parte de los
integrantes del grupo de danzas Nemqueteba.

3. Metodología

Se utilizó la Investigación Acción Participativa en el proceso de investigación en La


Capilla, Tenza, Sutatenza, Garagoa, Guateque, Guayatá, Pachavita, Chinavita,
Floresta, El Cocuy, Guicán de la Sierra, Zetaquira, Pesca, Ramiriquì, Viracachà,
Socha, Cerinza.

Según el Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo, la define


como un procedimiento reflexivo, sistemático, controlado y crítico que tiene por
finalidad estudiar algún aspecto de la realidad con una expresa finalidad práctica
aplicando etapas como la observación participante, la Investigación participativa,
el análisis de la información y la Puesta en escena de la danza.

4. Desarrollo de la propuesta: se toman como referencias los trabajos de:

-Rósula Vargas de Castañeda, anota en la “Vida Cotidiana del Altiplano


Cundiboyacense”, que en la muerte de un niño no había tristeza; los padres se
alegraban, pues pensaban que, con la muerte de ese niño, se conseguía un ángel
más para el cielo, por ello había música y alegría. En el periódico “El Hogar de
Bogotá”, en el año de 1865, se encuentra descrita la alegría de una señora por la
muerte de un niño, puesto que era un ángel en la presencia de Dios. También
comenta que estas costumbres se practicaron en Tunja y en Bogotá, en donde los
campesinos cercanos a la ciudad traían a sus niños para sepultarlos con
acompañamiento de tiple, pandereta y maracas; pasaban por las calles más
concurridas de la ciudad, en la segunda mitad del siglo XIX, y eran criticados, tal
como se aprecia en el periódico la Luz de Tunja en el año de 1897.

-Davillier (Juan Carlos, Barón de) historiador de arte francés y viajero del Siglo
XIX comenta que, en Jijona, municipio de la provincia de Alicante, “fuimos testigos
de una ceremonia fúnebre que nos sorprendió grandemente. Pasábamos por una
calle desierta, cuando oímos los rasgueos de una guitarra, acompañados del son
agudo de una bandurria y el repique de las castañuelas. El obsequio iba dedicado
a un pequeño difunto, en el centro de la estancia estaba tendido en una mesa,
cubierta con un cubrecama, una niña de cinco o seis años, en traje de fiesta; la
cabeza, adornada con una corona de flores, reposaba en un cojín…” “Está con
los ángeles”, nos dijo uno de la familia.

-Guillermo Abadía Morales en el “Compendio General del Folklore Colombiano”,


nos dice que el “baile del angelito, corresponde a un rito de funebría en los usos y
costumbres de la zona andina, aunque tiene equivalentes en las demás zonas
(Bunde, Chigualo, Gualí, etc.). Casi desaparecido en las zonas urbanas, fue muy
popular en el Valle de Tenza (Boyacá). Como el rito tenía una parte procesional, el
cadáver del niño se colocaba sentado sobre un banquito y atado en una tabla que
se elevaba sobre un mástil llevado por uno o dos hombres. En una gráfica, tomada
de los dibujos del famoso archivo de Ramón Torres Méndez (1851) aparece el
entierro de un niño en el Valle de Tenza y en él van adelante cuatro músicos que
ejecutan un tiple, un requinto, un chucho y un capador; sigue otro hombre que
lleva un mástil, en cuyo extremo superior está colocada una tabla o repisa en
cuadro, sostenida por clavos al eje del mástil y por templetes que van desde el
mástil a las cuatro esquinas de la tabla. Sobre la tabla va asegurado el niño
muerto luciendo su traje más vistoso; detrás marchan cuatro mujeres en atuendo
oscuro y finalmente, otra mujer (probablemente la “madrina”) llevando en la mano
el extremo de una cinta larga que termina en el cuerpo del niño y que sirve para
moverlo o accionar la tabla que lo soporta, imitando así al ángel que se mueve.
Todo esto se acompaña de músicas y danza correspondiente a las tonadas que se
ejecutan instrumentalmente”.

-Javier Ocampo López en “El Pueblo Boyacense y su Folclor”, cita que entre los
campesinos boyacenses, la muerte de los niños constituye una verdadera fiesta
social; hacen el llamado entierro de los “Angelitos”... A continuación, empieza el
baile con música de los conjuntos campesinos, echan pólvora para que venga la
gente cantan y bailan con inusitada alegría.

En el libro “Supersticiones y Agüeros Colombianos” dice que en Nariño cuando


muere un “angelito” se canta y se toca con los instrumentos típicos de la región,
los niños se disfrazan de “jambos” o danzantes.

Entre los indios chocoes, cuando fallece un niño los padres temen mucho por su
regreso, porque suponen que regresará a llevarse a uno de sus hermanos.

-Rosa María Otálora de Corsi en el “Repertorio Boyacense No. 161-162” del año
1951 menciona que “la muerte de los niños constituye una verdadera fiesta entre
nuestros campesinos. Luego que ha muerto lo bañan y lo visten de angelito
fabricándole de papel dorado o plateado alas, corona, zapaticos y algunas
estrellas para salpicarle el vestido que debe ser de seda o lo más lujoso posible.
Así arreglado lo colocan en una mesa en el centro de la sala y lo rodean de flores.
A continuación empieza el baile con música de los conjuntos campesinos con
tambores, capadores, tiples, dulzainas y otros. Echan pólvora para que venga la
gente, cantan y bailan con inusitada alegría. Creen que si hay bastante
concurrencia, el niño sonríe, pero que se entristece a medida que haya menos
acompañantes. Al tercer o cuarto día de la defunción, “el angelito” es llevado al
poblado vecino en medio de una verdadera procesión, él va muy alto en el
extremo de un palo rematado en tres divisiones y acompañado por gran
concurrencia, música, pólvora y gritos de alegría. Esta costumbre de los angelitos
es típicamente española y transculturada a Boyacá”.

En el libro “Recuperación de la cultura musical del Valle de Tenza” es muy


interesante la anotación que hace el maestro Medina Mora acerca de los entierros
de párvulos: “cuando se moría un niño pequeño se hacía fiesta donde el abuelo
materno, luego donde el abuelo paterno y luego donde los papás. Al tercer día,
después de pasear al niño por las calles del pueblo, lo llevaban a enterrar,
quedándose luego bebiendo en las cantinas. Era una fiesta alegre porque se tenía
el convencimiento que un niño que se moría a esa edad, era un ángel y se iba
directamente para el cielo”. El instrumentista, director de banda y compositor,
también contó que lo “único que había en el Valle de Tenza, era grupo de
campesinos que participaban en fiestas, bautismos, entierros de párvulos y
matrimonios tocando el ritmo del torbellino, además de otros ritmos propios de la
región como el pasillo, el bambuco y la rumba”.

-Octavio Marulanda en el libro “El Folclor de Colombia”, menciona que en


algunas veredas del Viejo Caldas (Riosucio, Marmato) el Velorio de Angelito se
celebra de forma muy diferente al “Chigualo” y al “Gualí” de la costa Pacífica.

-Oscar Guerra Galindo en las “Monografías de Viracachá”, comenta que “el


último día el niño está muy demacrado y lleno de polvo levantado por los
bailarines y de aquí el dicho “està como angelito bailao”.

-Mercedes Ángel Cely en el libro “Socha nodriza de la libertad”, arguye que esta
danza nos recuerda la muerte de un niño, la creencia que había era que entre màs
se bailaba más derechito de iba al cielo y no pasaría por el purgatorio.

-Eutimio Reyes Manosalva en “Monografía histórica sociológica y literaria de


Cerinza”, comenta que la muerte de los niños constituye un motivo de alegría y de
fiesta en la que se reúne la familia y los amigos del muerto. Todos están contentos
porque el angelito al dejar el mundo se quita de sufrir y pasar trabajos en esta vida
para ir a gozar eternamente en el cielo en donde intercederá ante Dios a favor de
sus deudos.

-Jerónimo Gil Otálora en “Historias de vida que forjaron un pueblo: Cucaita”, dice
que si el muerto era un niño o ángel, como se le llamaba, entonces el velorio iba
acompañado de músicos, quienes durante tres días hacían bailar y cantar sin
descanso a los invitados.

5. Contenido
5.1. Origen, evolución y características de la danza

Esta costumbre en Iberoamérica, tiene como origen de nacimiento la costa


africana, que por la trata de esclavos vino a Centroamérica en donde se hizo
costumbre entre las poblaciones negras de Puerto Rico, Venezuela y Colombia
especialmente.

Según datos recolectados por el Grupo de Danzas, el nacimiento del baile del
angelito para Colombia, se efectúa con la llegada de los españoles y para celebrar
la muerte de niños desde su nacimiento hasta los 6 años.

5.2. Descripción del vestuario

Para la mujer en el caso de la madre y la madrina: falda vino tinto con cintas, blusa
blanca con cintas, mantellina vino tinto, sombrero de tapia pisada y alpargatas de
fique; en el caso de las vecinas o invitadas: falda negra con lentejuelas y
canutillos, blusa de variados colores, pañolón de variados colores o mantellina,
sombrero de tapia pisada y alpargatas de fique. Para el hombre: sombrero de jipa,
ruana, camisas beige con pechera, pantalones negros y grises a rayas,
calzoncillos y alpargatas de fique.

5.3. Pasos básicos: paso de rutina ¾ de torbellino, rescate en Pachavita del


paso “picaito como pa‟ empanada” según la maestra Aurita Velasco,
paso de rutina de rumba campesina y paso escobillado de pasillo.
5.4. Ritmo: Toda la música es “de cuerda” (instrumental), los ritmos son
variados y van desde torbellino hasta rumba, pasillo y bambuco. Las
música fue compuesta por Sergio Alexander Patiño: torbellino
firavitobense, torbellino mi angelito y el pasillo espejismo; y Sergio
Enrique Patiño con la rumba a mi padre.
5.5. Organología

Los cordófonos como el tiple, el requinto y la guitarra. El rescate hecho por el


grupo de danzas Folclóricas Nemqueteba demostrado en el uso de la chinita
(mide 42 cm aproximadamente de largo y la caja de resonancia tiene 16 cm. Tiene
cuatro órdenes dobles de cuerda que dan las notas Do, La, Fa y Si bemol. La
chinita es utilizada en fiestas, bautismos, entierros de párvulos y matrimonios.
Cabe anotar que en la actualidad ya no hay quien la interprete). La percusión con
instrumentos como las cucharas, las carracas de burro, las maracas, el
chimborrio (rescate hecho por el grupo de danzas Nemqueteba) que según
Héctor José Herrera es un instrumento hecho de tarro de fique al cual se le saca la
yesca de por dentro y en los extremos se le colocan unos cueros de cabro o de
conejo, se templa con cabuya y se interpreta con unos palitos. Con la chinita y el
chimborrio tocaban la música “ganachicha” (duelo de coplas musicalizado)

5.6. Parafernalia

Horqueta donde se carga al niño muerto, escultura que hace las veces de niño
muerto, mortaja o vestido, cajón fúnebre, flores, estrellas de papel, cintas de tela,
chicha y amasijos boyacenses.

5.7. Coreografía

Los padres del angelito empiezan con una copla que anuncia que el infante ha
muerto. A continuación y a ritmo de torbellino el papá busca a los padrinos
quienes amortajan al niño y lo amarran a la horqueta, se saludan bailando un tres
y posteriormente, ante el llamado de la pólvora, ingresan al escenario los vecinos
a acompañar la procesión veredal para llegar al pueblo; en medio de este
recorrido, la música cambia a rumba campesina mientras los padrinos dicen una
copla y los papás reparten chicha y amasijos boyacenses simulando la estancia en
una chichería rural donde los participantes hacen un zig-zag. A continuación y a
ritmo de torbellino los invitados comentan otra copla y se desplazan para realizar
la procesión urbana que indica que están en el centro del pueblo y van a llegar al
cementerio. Ya allí se hace el “seis urdido de Pachavita” entre los invitados con
paso “picaito como pa‟ empanada” mientras la familia del difunto “baila al angelito”.
Luego algún invitado dice otra copla y el ritmo cambia a pasillo para formar una
diagonal bailada con paso básico e inmediatamente un círculo, dónde, en paso de
escobillado, papás e invitados despiden al ángel. Finalmente, con música de
torbellino, papás y padrinos desamarran y bajan de la horqueta al bebé quién es
dejado en un cajón como si fuera enterrado para que luego todos salgan del
escenario.

6. FUENTES ORALES O ENTREVISTAS

(La Capilla) Ana María Guerrero: Manifiesta que en las festividades pueblerinas
se bailaban el tres, el seis, las perdices y los trenzados en ritmo de torbellino y
otras danzas como la rumba, el pasillo y el vals.

Sergio Vargas: Relata el uso de instrumentos de cuerda como el tiple, la guitarra


y el requinto en las festividades del municipio, acompañados de vientos como la
dulzaina, riolina o armónica y percusión como las maracas.

(Tenza) Julián Hozman: Comenta que a través del tiempo, su familia ha venido
conservando la historia tenzana a través de documentos, relatos y fotografías que
evidencian las tradiciones políticas, sociales y culturales de la región. Estas
últimas, en cuanto a danza, tratándose de “Canción Guabinera”, “Molienda de
caña”, bambucos, pasillos, guabina, contradanza, matachines y una tradición que
se extinguió hace unos 43 años: “el entierro del niño con coplas” que se
desarrollaba con música de cuerda en la vereda de Rucha y poniendo el “angelito”
con un vestido de fiesta y sobre una horqueta adornada con cintas de colores.

(Garagoa) Pbro. Noé Salamanca: Dice que vio la tradición en Guayatá hace 80
años cuando era niño y que gracias a la “satanización” de la religión se extinguió
en el Valle de Tenza. Describe la costumbre como “de vereda” donde tejían cintas
alrededor de la horqueta bailando “El tres”. Agrega que echaban pólvora por ser
ocasión festiva y llevaban músicos pagados por el papá o los padrinos del difunto.

(Guayatá) Profesora Aurora Carvajal: Lee lo escrito dentro de sus apuntes que
rescatan las historias y tradiciones guayatunas en diferentes veredas, en especial
la de “Siabita”, a citar: “al morir el niño se tenía la costumbre de creer que si
estaba sin bautizar al niño se le podían quemar las alas. Según el relato, los
padrinos celebraban la muerte con pólvora, baile y piquete; donaban el cajón y la
mortaja (bata blanca con encajes abierta atrás decorado con flores doradas) y los
adornaban con cintas y flores de papel. La música la interpretaban los vecinos:
torbellino, rumba criolla o “ganachicha” (baile popular armónico) con tiple, guitarra,
requinto, maracas, guacharaca y chimborrio, este último, hecho en el campo con
balso y piel de animales.

Los acompañantes se vestían con sus mejores atuendos, así: para las mujeres,
camisa de seda bordada a mano con artiseda de colores y adornada con cuentas
y canutillos; pañolón de macramé y/o bordado, falda negra de paño prensada y
bordada en artiseda negra y con cuentas y canutillos; enaguas blancas y
alpargatas de fique con galón negro. Sombrero Suaza, jipi-japa, o pastuso. Para
los hombres: camisa blanca a rayas con pechera, pantalón de paño negro,
pantaloncillos de amarrar a la pantorrilla, ruana de lana o de paño, sombrero de
jipa con ojales y barbuquéjo y alpargatas de fique con galón negro.

Se iniciaba la fiesta cuando los padrinos llegaban con el cajón y la mortaja, como
las veredas eran distantes, la ida del angelito se hacía en una horqueta adornada
con flores acompañados de música y pólvora; iniciaban la marcha y cargaban al
difunto en alto mientras los padres lloraban a su niño, los seguían los familiares
que llevaban consigo arepas, galletas, pan y guarapo. Al llegar al pueblo se
calzaban las alpargatas y cargaban el cajón, entraban en la chichería, consumían
alimentos y el angelito era llevado al templo para la ceremonia religiosa. Luego del
entierro iban a la vereda y continuaban la fiesta durante tres días.

(Sutatenza) Flor Ramírez: Recuerda haber visto la tradición dos veces mientras
ella estuvo muy pequeña y luego no haberla vuelto a ver. Consistía en bailes de
tres y seis con ritmo de torbellino. Resalta dentro del vestuario la importancia del
pañolón negro.

Saúl Bueno: Cuenta que cuando moría un niño pequeño los padres y padrinos
hacían una fiesta celebrando que el difunto no se iba para el purgatorio sino que
se llegaba directamente al cielo puesto que él no había conocido pecado; la gente
bailaba el tres y el torbellino. Además de esto, consumían alimentos como gallina
criolla, caldo de gallina, tamales y guarapo. Comenta que las personas que
participaban usaban ropa elegante, la misma que usaban para ir a misa o para
salir los domingos. Describe el vestuario del angelito como una túnica blanca con
cintas de colores y una corona, además adornaban al bebé con flores de papel.
Asegura que durante la procesión se cantaba se bailaba y se echaba pólvora. El
vestido del niño debía ser entregado por los padrinos.

Miguel Piñeros: Manifiesta que solo amortajaban al niño entre los dos padrinos.
Cuando salían de la casa de los padres se dirigían a diferentes tiendas veredales
a consumir chicha, guarapo y amasijos, mientras se efectuaban los recorridos iban
acompañados de músicos y pólvora para hacer festiva la ocasión y avisarle a los
vecinos sobre la muerte del bebé. Posteriormente llegaban a la iglesia y realizaban
la respectiva celebración eucarística para luego ir al cementerio y a ritmo de
torbellino bailaban alrededor de la tumba dando tres vueltas, parando y arrojando
tierra sobre el cajón del angelito. Resalta que si el niño no era bautizado era
enterrado en una fosa común junto con las personas que se suicidaban.
(Chinavita): María Luisa Ramírez recuerda que esta costumbre del angelito se
celebraba en forma de fiesta, además de esto los padres eran los encargados de
iniciar la celebración y avisar a los padrinos que el niño o angelito había fallecido,
este se vestía con una túnica blanca la cual era entregada por los padrinos.
Durante esta celebración cuenta ella que se consumían diferentes alimentos como
la gallina criolla y los envueltos y bebidas como la chicha y el guarapo. Señala que
cualquier persona podía hacerse partícipe de la celebración llevando consigo
cualquier tipo de alimento o bebida y que además de esto, durante la celebración
se baila el tres, el seis y torbellino y se cantaban diferentes coplas.

(Ramiriquí): Emilia Moreno profesora de danzas del colegio. En la entrevista


comenta que vio el “baile del jolgorio” cuando ella era muy pequeña, y que tan
pronto escuchaba la pólvora ella salía corriendo para ver el baile del angelito que
era cuando moría un niño bautizado menor de siete años que llegaba de la vereda
guayabal. Dice que el papá traía al angelito en una cajita cargada al hombro y el
padrino cargaba en el hombro la tapa hasta llegar al pueblo donde había una casa
alquilada especial para estos menesteres. Una vez llegaban con el angelito, lo
ubicaban sobre una mesa, entraban los invitados con presentes (colaciones),
rezaban y empezaba la fiesta con bambucos, torbellinos y guabinas. El grupo
musical era de la vereda y traían tiple, maracas y raspa.

(El Cocuy) Arcelia y Bernardina Silva: Explicaron que la celebración se llevaba


a cabo cuando el niño se moría: los padres debían decirle a los padrinos para que
ellos pudieran comprarle la mortaja y el cajón al niño, lo arreglaran con estrellas de
oropel, un cinturón a la altura de las costillas, cintas debajo de las tetillas y en las
mangas del vestido que llegaban hasta las manos de los invitados y tenían tres
propósitos: llevar al cielo a la persona que pusiera la cinta cuando esta se muriera;
saludar a un pariente muerto; y excusarse por no poder asistir al funeral
mandando con otra persona esa ofrenda.

Flor Ángela Carrero: Comparte algunas de las coplas que ella misma creó para
esta celebración:
“Dichoso del angelito “Una vez en una jiesta
Que se murió esta mañana Un angelito murió y
Se fue a rogarle a Dios Hubo tanta condolencia,
Por su taita y por su mama” Que el niñito revivió”

Bibliografía

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